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PREPARACIÓN PARA
BAUTISMO, CONFIRMACIÓN, COMUNIÓN
(Para Adultos y Jóvenes mayores)

En busca del sentido de mi vida


(Sacramentos de iniciación cristiana. Preparación y repaso)

CONTENIDO
I-Verdades de la Fe Cristiana: Creo en Dios – Le creo a Dios
II-Sacramentos: Dios viene al encuentro del hombre para salvarlo
-Participación en la Santa Misa: Jesús se entrega por nosotros.
III-Mandamientos de Dios: Obediencia de la fe
-Mandamientos de la Santa Madre Iglesia
IV-Oraciones del cristiano: Dios nos escucha

FORMACIÓN RELIGIOSA PREPARACIÓN PARA BAUTISMO Y


CONFIRMACIÓN
(Para jóvenes y adultos)
En este folleto se encuentra lo más esencial de nuestra fe, así como
las oraciones principales y las formas como debe actuar el cristiano
en su vida. Es decir, las verdades de la fe, los mandamientos, los
sacramentos y las oraciones.
Pero no podemos contentarnos con estos conocimientos, que son
demasiado limitados. Por eso es necesario siempre seguir cultivan-
do nuestra fe por medio de la lectura de la Biblia, que es Palabra de
Dios, de la participación en la Eucaristía, en donde, además de reci-
bir a Cristo, escuchamos y meditamos la Palabra de Dios y cultiva-
mos nuestra fe apoyándonos y alentándonos mutuamente.
El sacramento de la Reconciliación no sólo te da el perdón de Dios;
también te da su fuerza contra el pecado.
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No dejes que tu descuido te haga perder la fe, que es el mejor rega-


lo que Dios te ha dado para esta vida.
Preparó: Fr. José Guillermo Ramírez G. Franciscano

Primera parte:
LA PROFESIÓN DE FE

DIOS HABLA AL HOMBRE: LA REVELACIÓN DIVINA.


LA TRADICIÓN, LA BIBLIA Y LA IGLESIA

Revelación divina es la comunicación o manifestación de Sí mismo y


de su voluntad, que Dios ha hecho en la historia, hablando a los
hombres en lenguaje humano.
La Revelación divina fue transmitida primeramente por tradición oral
(de palabr a de padres a hijos) (Sal 44; 2Tes 2,15). Después de es-
critos los libros de la Sagrada Biblia, la Tradición, nacida de la predi-
cación apostólica, mantiene su validez: los Apóstoles avisan a los
fieles que conserven las tradiciones aprendidas de palabra o por car-
ta (Biblia)... (2Tes 2,15).
La BIBLIA es el conjunto de libros que contienen la Revelación de
Dios, y que fueron escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo; por
ello su Autor principal es Dios.
En el Antiguo Testamento se narra la experiencia de fe del pueblo
de Israel, y desde esa experiencia de fe, lo sucedido desde la crea-
ción del mundo hasta la venida de Jesucristo. El Nuevo Testamento
contiene la vida de Jesús, desde su nacimiento, sus enseñanzas, su
pasión, muerte y resurrección; la historia de la Iglesia primitiva, de
los Apóstoles, las cartas de algunos de ellos y termina con el Apoca-
lipsis, que trata del triunfo final de la Iglesia perseguida (1Pe 1,20-
21; 3,15-16;2 Tim 3,15-17).
La Tradición y la Escritura forman el depósito sagrado de la Palabra
de Dios (Depósito de la Fe), confiado a la Iglesia... El oficio de inter-
pretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido en-
comendado únicamente al Magisterio de la Iglesia”. (Concilio Vati-
cano II, Dei Verbum).
¿Cómo se cita o se lee una cita bíblica?
La Biblia está dividida en capítulos y versículos. Por lo general el nú-
mero de los capítulos es grande, el número de los versículos es pe-
queño.
Aprendamos a citar y a leer una cita a partir de un ejemplo:
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Jer 1,4-10.17-19; 2,1s


Jer : Sigla del libro de Jeremías. Primero se encuentra la sigla o
abreviatura del libro que se desea citar (Ver en su Biblia la lista de li-
bros con sus abreviaturas).
1: Capítulo primero. En seguida de la abreviatura viene el número
del capítulo.
, : (coma) Separa los capítulos de los versículos.
4: Versículo cuatro. Después de la coma van los números de los ver-
sículos.
- : El guión une los versículos formando trozos. También une ca-
pítulos.
4-10 : Se debe leer: “desde el versículo 4 hasta el versículo 10 (in-
clusive)”.
4-10.17-19: Se debe leer: “desde el versículo cuatro hasta el diez y
desde el versículo 17 hasta el 19 (inclusive)”.
1,4; 2,1: se lee: Libro de Jeremías, capítulo primero, versículo cua-
tro, y capítulo segundo versículo uno”.
S : La s colocada después de un número de versículo significa “y si-
guiente”, es decir, versículos 1 y 2; ss : siguientes. Colocadas des-
pués de algún número de versículo, significa “y siguientes”. Así,
2,1ss debe leerse: “capítulo segundo, versículos uno y siguientes”,
es decir, al menos los versículos 2 y 3, o hasta donde la idea que se
quiere subrayar adquiera sentido completo.
A, b, c: Una letra minúscula colocada después de un número de ver-
sículo significa la primera, segunda o tercera parte de un versículo.
Así, 2,1b, significa “capítulo segundo, versículo 1 segunda parte”.

LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
Por Historia de la Salvación entendemos la forma concreta como
Dios ha decidido llevar a cabo su plan de salvación en el mundo.
Dios se manifiesta y se hace presente a su pueblo por medio de sus
intervenciones.
La acción liberadora de Dios se inicia como promesa con los patriar-
cas, actúa en la liberación pascual del éxodo, se afianza en la alian-
za y se conserva como una permanente llamada a la conversión por
la voz de los profetas. Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios se
hace presente por su Hijo primogénito en medio de la humanidad.
Cristo es la auto-donación de Dios y se entrega para la salvación
del hombre. En él llegan a su máxima culminación todas las espe-
ranzas. La presencia más privilegiada y extraordinaria de Dios en
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medio de los hombres es la presencia encarnada del Verbo, la pre-


sencia de Dios-Hombre entre los hombres. El Dios-Hijo es tan Dios-
con-nosotros, que se ha hecho un hombre con nosotros, uno de los
nuestros.
Jesús es verdadero hombre y como tal vivió entre los hombres en
Palestina en una época histórica concreta. La intervención de Dios
en el mundo alcanza su máxima manifestación en la historia cuando
Cristo es elevado sobre la cruz en un gesto supremo de obediencia
al Padre y de amor a los hombres, para la edificación de la Iglesia y
hasta la plenitud final.
Después de su glorificación, la presencia de Cristo no ha disminuido,
se ha transformado. Por medio del Espíritu, sigue incrementando su
presencia en el mundo y en los hombres de múltiples maneras. A
partir de este momento se inaugura en la historia humana un proce-
so de transformación pascual duradero hasta que Cristo regrese.
Es en este dinamismo pascual de renovación universal donde se
sitúa la acción de la Iglesia, en cuanto cuerpo de Cristo, que prolon-
ga en el mundo la presencia del Señor resucitado. Corresponde a
ella, en cuanto comunidad de salvación, ser fermento transformador
en medio del mundo cuando anuncia la Buena Noticia, cuando sus-
cita la fe en el corazón de los hombres y cuando celebra los sacra-
mentos. De esta forma, el acontecimiento pascual de Cristo se hace
permanentemente presente a lo largo de la historia hasta que él
vuelva.
El misterio pascual, comprendido como nacimiento de una humani-
dad nueva, está presente a lo largo de la historia de la Iglesia como
intervención de Dios en Cristo para salvar a los hombres. Esta inter-
vención maravillosa de Dios en la Pascua de Cristo es lo que la Igle-
sia anuncia en su predicación, es lo que confiesa y cree desde la fe
y es lo que celebra y hace presente por medio de los sacramentos
en la Liturgia.
La liturgia es celebración del misterio pascual de Cristo: no es mero
recuerdo ni representación de los acontecimientos de la salvación o
mera representación simbólica, sino que en ella se actualiza, se
hace presente y se manifiesta con toda su eficacia salvadora el mis-
terio pascual de Jesucristo y desde él toda la historia de la salvación.
Es una acción salvadora que Jesucristo mismo realiza en la comuni-
dad creyente, un acto personal de Cristo siempre vivo y operante en
la Iglesia (Cf SC 7).
La Liturgia es presencia especial de Cristo:
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- Está presente en la asamblea reunida en su nombre.


- Está en la Palabra proclamada.
- Está presente en el sacrificio eucarístico.
- Está presente en los demás sacramentos.
- Está presente cuando la Iglesia ora y suplica y con ella ora y su-
plica como Cabeza suya que es.

EXPLICACIÓN DEL CREDO


1.Dios creó el mundo. Creó también al hombre, varón y mujer,
para que, siendo bueno, obedeciéndole, alcance la felicidad comple-
ta.
2.Dios es amor. También es Sabiduría y Poder. Hay un solo Dios
en tres Personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (1Jn 4,8; Mt
28,19).
3.Dios creó y planeó todo por amor, para nuestra felicidad. Y espe-
ra de nosotros que lo amemos de todo corazón, por gratitud. Pero en
el comienzo, el hombre desobedeció gravemente a Dios, y esto per-
judicó a toda su descendencia.
4.Dios formó, mediante Abraham, un pueblo escogido, que viviera
en alianza y amistad con Dios. Mediante Moisés, Dios libró a su pue-
blo escogido de la esclavitud y de las injusticias. Dios escogió profe-
tas que animaron al pueblo predilecto a vivir en alianza y amistad
con El.
5. Dios Hijo se hizo hombre sin dejar de ser Dios, y se llama Je-
sús (Lc 1,26-38).
6.La Virgen María es la Madre de Dios hecho hombre, Jesucristo.
Y también es nuestra Madre espiritual (Lc 1,26-38; Jn 19,27). Es in-
maculada desde su concepción, siempre virgen, resucitada y llevada
al cielo por Dios en cuerpo y alma.
7.Para librarnos del pecado y de toda esclavitud, para hacernos hi-
jos adoptivos de Dios, y para enseñarnos a vivir como hijos de Dios,
el Hijo único de Dios se hizo hombre igual a nosotros, menos en el
pecado, padeció la muerte y resucitó.
8.Jesucristo resucitado nos da su Espíritu Santo, que nos santifica,
nos enseña y nos mueve a vivir en la verdad, la justicia y el amor a
Dios y al prójimo. El Espíritu Santo es Dios mismo: la Tercera perso-
na, igual al Padre y al Hijo (Jn 16,13-15).
9.El Espíritu Santo nos da sus dones; Sabiduría, entendimiento,
ciencia, consejo, piedad, fortaleza y temor de Dios.
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10.El Espíritu Santo produce en nosotros frutos de vida y santidad:


caridad, paz, generosidad, comprensión de los demás (benignidad),
fe, dominio de sí mismo (continencia), alegría, paciencia, bondad,
mansedumbre, modestia y castidad.
11.Jesucristo quiere que todos los que creemos en él y lo segui-
mos, formemos una sola Iglesia, una sola gran familia de Dios, un
nuevo pueblo de Dios, la Iglesia Católica, que él fundó con los após-
toles para continuar en ella y desde ella su acción salvadora y es
presidida visiblemente y gobernada por el Papa, su Vicario en la tie-
rra y sucesor de San Pedro, en unión con los Obispos, sucesores de
los apóstoles, y con la colaboración de los presbíteros y diáconos
(Mt 16,18; Jn 21,17; Ef 2,19-22).
12.La Diócesis es una parte del pueblo de Dios cuyo cuidado pas-
toral se encomienda al Obispo con la colaboración del presbiterio
(los sacerdotes): unida a su pastor y congregada por él en el Espíritu
Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía (presencia y encuentro
sacramental de Cristo con sus fieles), constituye una iglesia particu-
lar, en la cual está presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa,
católica y apostólica.
13.La Parroquia es una determinada comunidad estable de fieles
dentro de la iglesia particular, cuyo cuidado pastoral, bajo la autori-
dad del Obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su
pastor propio. (Los diáconos, son ministros ordenados, auxiliares del
Obispo y de los presbíteros).
14.Jesucristo nos juzgará en nuestra muerte y al terminarse el
mundo, y allí se decidirá el premio o el castigo eterno que hayamos
merecido en esta vida según el uso que hayamos hecho de nuestra
libertad (2 Cor 5,9-10; Mt 25,31-46).
15.El Cielo es la felicidad completa que Dios preparó para quienes
en esta vida lo amaron a él y a todos los hombres y mujeres, sus
hermanos. Quienes en esta vida rechazaron el amor de Dios y nega-
ron amor a sus hermanos, se verán excluidos del cielo. Eso es el in-
fierno.
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Segunda parte: LA CELEBRACIÓN


DEL MISTERIO CRISTIANO

LOS SACRAMENTOS
Son acciones sagradas instituidas por Cristo, en que el mismo
Cristo actúa por medio del ministro, y que producen en nosotros gra-
cia de Dios para las diversas circunstancias de nuestra vida.

-El BAUTISMO se celebra derramando agua sobre la persona que


se bautiza, diciendo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo”, con la intención de hacer lo que hace la
Iglesia. En caso de necesidad cualquiera puede bautizar
válidamente, siempre que tenga la intención de hacer lo que hace la
Iglesia.
-Por el BAUTISMO nacemos como hijos de Dios, entramos a formar
parte de la Iglesia y Dios nos da el derecho a todas las gracias
necesarias para la salvación, perdona todos los pecados cometidos
hasta el momento en que se recibe. Imprime carácter (como una
marca en el alma), por tanto no se puede repetir.
-En la CONFIRMACIÓN, el Obispo, o su delegado, unge en la
frente al que se confirma, diciéndole: “Recibe por esta señal el don
del Espíritu Santo. R. Amén”.
-Por la Confirmación recibimos en forma solemne el Espíritu Santo,
que con su fuerza nos ayuda a cumplir nuestros deberes y
especialmente a dar testimonio de Jesús con nuestra propia
conducta y con toda la vida. Imprime carácter, por lo tanto no se
puede repetir.
-En la EUCARISTÍA recibimos a Cristo (en el pan y el vino consa-
grados por el sacerdote, que se convierten en el Cuerpo y la Sangre
de Cristo); se recibe ordinariamente dentro de la santa Misa, a no
ser que se esté enfermo. (“Esto ES mi cuerpo”, “Esta ES mi
sangre”).
-Por medio de la Eucaristía entramos en comunicación profunda con
Cristo, que se nos da como alimento de nuestra fe mientras
participamos en su sacrificio de la cruz para apropiarnos de sus
méritos y gracias. Se debe recibir con frecuencia.
-En la RECONCILIACIÓN O CONFESIÓN, por la absolución dada
por el sacerdote, que, en nombre de Dios (cfr. Jn 19,20), dice: “Yo te
absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo”, por los méritos de Cristo recibimos el perdón de los
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pecados, siempre que los confesemos verdaderamente arrepentidos


y con el propósito de no volverlos a cometer. La Iglesia recomienda
la confesión frecuente.
Para una buena confesión se requiere:
- examen de conciencia,
- contrición de corazón (arrepentimiento),
- propósito de la enmienda,
- confesión de todos los pecados graves
- y satisfacción de obra (la “penitencia”).
-La UNCIÓN DE LOS ENFERMOS es el sacramento para dar
fuerza a la persona que por enfermedad o ancianidad o por alguna
cirugía se encuentra en peligro de muerte. Da fortaleza para
enfrentar la enfermedad o la muerte, y también puede dar el perdón
de los pecados y devolver la salud. Se puede y debe recibir en
cualquier peligro de muerte.
-En la Unción de los enfermos el sacerdote unge al enfermo en la
frente (y en las manos), diciéndole: “Por esta santa unción y por su
bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu
Santo, Amén. Para que libre de tus pecados, te conceda la salvación
y te conforte en tu enfermedad. Amén.”
-El ORDEN SACERDOTAL consagra a varones que se han
sentido llamados por Dios, para que acompañen a la comunidad en
su camino hacia Dios por medio del anuncio de la Buena noticia del
Reino de Dios (Palabra de Dios), la celebración de los sacramentos,
en especial de la Eucaristía, y el servicio de la autoridad y
coordinación de la Iglesia. Imprime carácter, no se puede repetir.
-En la ordenación sacerdotal, el Obispo impone las manos al que
recibe la ordenación (presbiteral, episcopal o diaconal), y hace una
oración de consagración, destinándolo así a santificar al pueblo de
Dios. El diácono recibe el sacramento del orden para el servicio de
la comunidad en el anuncio de la Palabra de Dios y otros ministerios.
-El MATRIMONIO, es el sacramento por el cual Dios bendice el
amor de un hombre y una mujer que deciden formar un hogar y se
entregan el uno al otro por toda la vida para ayudarse , amarse y
tener hijos para la comunidad y para Dios. Por medio de este
sacramento, en que los mismos contrayentes son los ministros del
sacramento, Dios da gracias especiales para cumplir bien los
deberes que tienen los esposos en su carácter de papá y mamá.
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LA CONFIRMACIÓN
“Ustedes han sido salvados por gracia de Dios… Lo que somos es
obra de Dios” (Ef. 2,8-10).
“Recibirán una fuerza, el Espíritu Santo que descenderá sobre uste-
des para ser mis testigos por todo el mundo” (Hch 1,8)
Siendo niños aún, nuestros padres, de acuerdo con la recomenda-
ción de la Iglesia, nos presentaron a ella para pedir que fuéramos
admitidos como miembros de ella por medio del Bautismo, para dar-
nos de esta manera lo mejor que tenían: su fe.
Al decidir recibir el sacramento de la Confirmación, cada uno,
conscientemente, pide a la Iglesia que le confirme su fe y le otorgue
en forma solemne al Espíritu Santo, para recibir la fortaleza necesa-
ria para dar testimonio valiente y alegre de su fe.
La Confirmación, da a la persona el carácter de adulto en la fe, pero
al mismo tiempo lo responsabiliza de continuar su formación en la fe
y la práctica de al vida cristiana. Esta formación es una tarea perma-
nente del cristiano a lo largo de toda su vida.
Por lo tanto es necesario leer, escuchar y meditar asiduamente la
Palabra de Dios, que ilumina nuestra vida, y ponerla en práctica.
Esto implica una reflexión constante y un compromiso diario en to-
dos aspectos de la vida.
La vida es un continuo caminar, un proceso de crecimiento.
Un primer paso es ser consciente de mí mismo, de quién soy, de
mi diferencia respecto a los demás. A partir de allí comienzo a rela-
cionarme con otras personas, y ante todo me doy cuenta de que en
el mundo hay hombres y mujeres, diferentes, pero que se comple-
mentan mutuamente.
Luego siento la necesidad de preguntarme para qué vivo. Cierta-
mente, no puedo vivir sólo para mí mismo, que es egoísmo. Descu-
bro que en la medida en que vivo para otros, para un fin importante,
encuentro el sentido de mi vida. (“El que no vive para servir, no sirve
para vivir”). Poco a poco descubro que el servirme a mí mismo sin
preocuparme por los demás, no me hace feliz, sino todo lo contrario,
crea en mí un vacío que me hace sentir siempre insatisfecho. Cuan-
do aprendo a servir y a hacer felices a otros, entonces encuentro mi
propia felicidad.
No vivo solo en el mundo, vivo con otros, me relaciono con ellos,
descubro que todos tenemos derechos y deberes, y que mis dere-
chos terminan donde comienzan los derechos de los demás.
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Somos sexuados: hombre y mujer. Hombre y mujer desempeñan


papeles distintos, pero se complementan para dar la vida a nuevos
seres humanos como fruto del amor dialogante de la pareja. La vida
nace, pues, como fruto de un diálogo amoroso.
El ambiente en que crecen los hijos es la familia, que debe vivir
unida, orar unida, alegrarse unida y educarse unida y vivir su fe uni-
da. La vocación de la familia es ser un nido de amor y de fe.
La persona se relaciona con otras personas fuera de la familia: la
sociedad es el conjunto de las personas organizadas para progresar
en la vida y poder convivir en paz y con justicia. La organización de
la sociedad se da mediante la práctica de la política, la verdadera
política, que busca el bien común, y es contraria a la politiquería,
que es la búsqueda egoísta y grupista del bien para unos sin tener
en cuenta el bien ni los derechos de los demás.
Como bautizados nos decidimos por Jesús, y por lo tanto nos com-
prometemos a vivir como él quiere, y nos organizamos como socie-
dad, practicamos la política y todas nuestras actividades (comercio,
trabajo, etc.) desde la fe.
Jesús ha querido compartir con nosotros su misión de salvar a la
humanidad. Esta misión la realizamos dentro de nuestra vida co-
rriente, viviendo fieles a nuestra fe y dando testimonio de ella en to-
das nuestras actividades.
Jesús prolonga su presencia entre nosotros mediante el Espíritu
Santo, que se nos da de manera especial y solemne en la Confirma-
ción. Jesús envió el Espíritu Santo a la Iglesia el día de Pentecostés
(Hch 2,1-4.6.12-14).
Jesús cumple su tarea de santificación por medio de la Iglesia
cuando ésta celebra los Sacramentos, que son encuentro de las per-
sonas y de la Comunidad-Iglesia con Cristo mismo.
La Iglesia, mediante el sacramento de la Confirmación, nos decla-
ra adultos en la fe y nos envía a ser testigos y enviados de Jesús
para colaborar con nuestro testimonio de vida y nuestras palabras
en la salvación de la humanidad, y para promover la paz, la justicia y
la fraternidad entre los hombres, siendo levadura, sal y luz para to-
dos (Somos discípulos y misioneros de Jesús).
Nosotros en la Iglesia continuamos la misión y la obra de Jesús
con la fuerza que nos da su Espíritu Santo. Llamados a reconocer el
rostro de Jesús sufriente en los pobres, los marginados, los ancia-
nos y enfermos desamparados, en las mujeres marginadas y explo-
tadas, en los niños víctimas de la violencia, los jóvenes desorienta-
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dos y frustrados, los indígenas, campesinos sin tierra, obreros explo-


tados para solidarizarnos con ellos y hacer cuanto esté a nuestro al-
cance para la superación de tales situaciones injustas.
La Virgen María, que estuvo siempre con Jesús durante su vida,
sigue presente en su Iglesia, como madre de ella y nuestra, y mode-
lo de fe obediente al Padre Dios. Ella y los Santos nos animan y nos
dan ejemplo en nuestro compromiso cristiano.
Por la misma Palabra de Dios sabemos que:
-Jesús prometió a sus discípulos el Espíritu Santo para que fueran
sus testigos por todo el mundo.
-Cumplió su promesa el día de Pentecostés (Hch 2,1-11) y transfor-
mó a los apóstoles haciéndolos valientes para anunciarlo. –Los obis-
pos, sucesores de los Apóstoles, nos dan por el sacramento de la
Confirmación, el Espíritu Santo.
-El Espíritu Santo es verdadero Dios, realizó la encarnación de Je-
sús, se manifestó en el Bautismo de Jesús y completa la obra de
Jesús resucitado.
-El Espíritu Santo nos hace templos de Dios; por el pecado profana-
mos el templo de Dios.
-El Espíritu Santo nos da sus dones: -Sabiduría, para distinguir el
bien del mal; –entendimiento, para apreciar y comprender la Sagra-
da Escritura como Palabra de Dios que es. –El Espíritu Santo nos
guía por el camino de la vida; -Nos fortalece para vencer el mal y las
tentaciones; - Nos enseña a tratar a Dios como Padre y a comportar-
nos como hijos suyos; - Nos enseña a respetar y amar a Dios y a
obedecerle cumpliendo sus mandamientos.
- Nos hace vivir nuestra fe y confesar esta misma fe, cumpliendo los
mandamientos de Dios y formando parte viva de la Comunidad de
los creyentes, que formamos la Iglesia Católica, y nos lleva a vivir
como discípulos y misioneros de Jesucristo, enviados a darlo a co-
nocer con nuestra propia vida y testimonio.
Nuestra pertenencia concreta a la Iglesia se realiza en nuestra co-
munidad local, la Parroquia, que a su vez se integra en la Iglesia lo-
cal, la Diócesis, presidida por el Obispo.

La fórmula por medio de la cual se nos da el Sacramento de la


Confirmación es: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo. R.
Amén”.
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EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN:
PARA UNA BUENA CONFESIÓN

.Para una buena confesión es necesario:


.-Examinar sinceramente la propia conciencia. -. Arrepentirse del mal
cometido y del bien no hecho. - . Prometer firmemente a sí mismo y
a Dios cambiar de vida. - Confesar fielmente los pecados propios al
ministro de Dios. - . Cumplir la buena acción señalada por el minis-
tro, como gesto de buena voluntad y signo de arrepentimiento y pro-
pósito de la enmienda. - Para hacer el examen de conciencia uno
necesita dejarse juzgar sinceramente por la PALABRA DE DIOS:
-Para que haya pecado grave se necesita que haya materia grave,
plena advertencia, plena libertad, pleno consentimiento. Por lo tanto,
cuando no hay materia grave, o falta en algún grado la advertencia o
la libertad, se disminuye también la culpabilidad.
-Se necesita informarse bien de los deberes cristianos, pues cuando
la persona no se informa, puede pecar al actuar, por ignorancia cul-
pable. –Se puede cometer un pecado aunque no haya materia gra-
ve, si la persona cree que le obliga gravemente algo.
-El ponerse en ocasión próxima de pecado grave, es pecado grave
aunque de hecho por cualquier circunstancia no se realice la acción
que es pecado.

1. TUS RELACIONES CON DIOS


“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón (Mt 22,37).
“Sin la fe es imposible agradar a Dios (Hb 11,6). ¿Tengo fe inclusive
en el momento de la prueba y del sufrimiento? Confío siempre en la
Providencia de Dios?
“No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6,24). ¿Confío en Dios o en
las riquezas, en el poder, en mi carrera?
“Nadie ejerza la magia ni consulte adivinos” (Dt 18,11). ¿Soy supers-
ticioso? ¿He consultado a magos? ¿Para qué?
“Cristo Jesús viene a juzgar a vivos y a los muertos”. (2 Tim 4,1).
¿Creo siempre y de verdad en la vida eterna?
“Orad sin cesar” (Ef 6,18). ¿Oro por lo menos en la mañana y en la
noche?
“Cuando oréis, no multipliquéis las palabras” (Mt 6,7) ¿Oro bien, o a
la carrera, o distraído?
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.No pronuncies el nombre de Dios en vano (Ex 20,7). ¿He blasfema-


do? ¿Has jurado en falso? ¿Has ridiculizado en chistes el nombre de
Dios o de Jesucristo?
“Los primeros cristianos eran asiduos en la escucha de las enseñan-
zas de los Apóstoles, en la fracción del pan y en la oración” (Hch
2,42). ¿Y yo? ¿Participo en la Eucaristía siquiera los domingos?
¿Recibo los sacramentos de reconciliación y Eucaristía? ¿Participo
en la vida parroquial?
.Quien os escucha a vosotros a mí me escucha (Lc 10, 16). ¿Escu-
cho y hago caso al Papa y a los Obispos? ¿Creo en la Iglesia? ¿Cul-
tivo en mí mismo el sentimiento de pertenencia a la Iglesia?
.Quien se avergüence de mí, yo me avergonzaré de él (Lc 9,26).
¿Profeso con valentía y en todas partes mi fe cristiana? ¿Practico
mi fe sin importarme el qué dirán?

2. TUS RELACIONES CON EL PRÓJIMO


Amaos como yo os he amado (Jn 13,34).
LA FAMILIA: El que no cuida de los suyos y en primer lugar de quie-
nes viven en su propia casa, ha renegado de su fe (1 Tim 5,6).
LOS CÓNYUGES: El marido ame a su propia esposa cmo a sí mis-
mo y la mujer respete a su esposo (Ef 5,33). ¿Es así? ¿Soy fiel con
el corazón y con el cuerpo?
LOS PADRES: Educad a vuestros hijos en la disciplina del Señor (Ef
6,4).
¿Educo y hago educar en la fe cristiana a mis hijos y nietos? ¿Uso
métodos anticonceptivos? ¿Por qué?
LOS HIJOS: Obedeced a vuestros padres (Ef 6,1). ¿Respeto a mis
padres? ¿Les ayudo o quiero tener siempre la razón, soy egoísta?
EMPLEADORES: “Derrama sangre quien niega el salario al obrero”
(Sir 34,22). ¿He defraudado a mis dependientes? ¿He pagado opor-
tunamente a mis trabajadores? ¿He exigido o aceptado sobornos o
gabelas?
EMPLEADOS: “El que no quiera trabajar, que tampoco coma” (2 Ts
3,10).
¿He sido perezoso en el trabajo o en el estudio? ¿He perdido el
tiempo? ¿Soy desleal y arribista?
RESPETO A LA VIDA. “No matarás!”, “No hagáis violencia; no opri-
máis al forastero, al huérfano y a la viuda; no derramaréis sangre
inocente” (Jer 22,23). ¿He cometido o hecho cometer el aborto? ¿He
peleado? ¿Ayudo concretamente a los pobres y a los más débiles?
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SEXUALIDAD: “Aborreced la inmoralidad” (1 Cor 6,18). ¿He cometi-


do actos impuros solo o con otros? “Bienaventurados los limpios de
corazón” (Mt 5,8). ¿Evito ver y leer cosas pornográficas? ¿Me he en-
tretenido en pensamientos o deseos impuros? ¿He tenido conver-
saciones maliciosas?
PERDÓN: “Quien odia a su hermano es homicida” (1 Jn 3,15). ¿Cul-
tivo sentimientos de odio, rencor, resentimientos, celos? ¿He perdo-
nado siempre?
LEALTAD: “No mintáis los unos a los otros” (Col 3,9). ¿He jurado en
falso? ¿He dicho mentiras? ¿He hablado de los demás a sus espal-
das? ¿He murmurado y hablado mal de los demás?
PENSAMIENTOS: “No juzguéis, no condenéis” (Lc 7,37). ¿He juzga-
do temerariamente, es decir, sin pruebas?
OMISIONES: “El que sabe hacer el bien y no lo hace comete peca-
do” (Jueces 4,17). ¿Conscientemente he dejado de hacer lo que de-
bía?

3. TUS RELACIONES CON LAS COSAS


“Donde está tu tesoro allí estará tu corazón” (Lc 12,34).
“El apego al dinero es la raíz de todos los males” (1 Tim 6,10). ¿Soy
demasiado apegado a las cosas, al dinero, a los vestidos, a las co-
modidades? ¿Pienso también en los demás?
“Nada trajimos a este mundo y nada podremos llevarnos” (1 Tim 6,7-
8). ¿Me contento con lo que tengo, o estoy ávido y envidioso de
quien está mejor que yo? ¿He robado? ¿He pagado los impuestos
debidos? ¿He armado pleitos para obtener herencias, propiedades,
etc.?
“El fin de todas las cosas está cercano. Por tanto sed moderados y
sobrios para dedicaros a la oración” (1 Pd 4,7). ¿Me dejo llevar de la
gula? ¿Desperdicio el tiempo y las cosas? ¿Respeto la naturaleza?
¿Utilizo moderadamente el automóvil, la televisión, la música, etc.?
Después del examen de conciencia despierta en ti un sincero ARRE-
PENTIMIENTO de los pecados cometidos. PROMETE firmemente a
ti mismo y a Dios cambiar de vida y acércate al sacerdote para hacer
la CONFESIÓN secreta de tus pecados.

ACTO DE CONTRICIÓN O ARREPENTIMIENTO: Jesús, mi Señor y


Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido
hasta hoy. Me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un
Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en
15

que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón y me


has de llevar a la vida eterna. Amén.
O también:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, compadécete de mí porque he peca-
do. Sé que tú me amas mucho. Me arrepiento de todos mis pecados
y me propongo firmemente enmendarme con tu ayuda. Concédeme
tu perdón. Dios mío, confío en ti. Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS: Recibido el perdón de los pecados, el peni-


tente reconoce la misericordia de Dios y le da gracias. (Puede hacer-
se con un salmo, un himno, u otra oración).
BENDICE, ALMA MÍA AL SEÑOR, todo mi ser bendiga su santo
nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
-Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades,
-Él libra tu vida de la muerte, te corona de gracia y de ternura.
-El Señor es bueno y misericordioso, lento a la cólera y rico en cle-
mencia, No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga
según nuestras culpas.

PARA PARTICIPAR EN LA SANTA MISA


(Oraciones y respuestas)

S. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


F. Amén.
S. (Saludo Litúrgico)... con vosotros. F. Y con tu espíritu.

YO CONFIESO ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos,


que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa Ma-
ría siempre virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, herma-
nos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.

S. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nues-


tros pecados y nos lleve a la vida eterna.
F. Amén.
S. Señor, ten piedad. F. Señor, ten piedad.
S. Cristo, ten piedad. F. Cristo, ten piedad.
S. Señor, ten piedad. F. Señor, ten piedad.
16

S. GLORIA A DIOS EN EL CIELO,


F. y en la tierra paz a los hombres que ama el señor. Por tu inmensa
gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te
damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del
Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica. Tú que
estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Por-
que sólo tú eres santo, sólo tú, Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo.
Con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

Credo niceno-constantinopolitano
S. CREEMOS EN UN SOLO DIOS
F.Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visi-
ble y lo invisible. –Creemos en un solo Señor Jesucristo, Hijo único
de Dios – nacido del Padre antes de todos los siglos: – Dios de Dios,
luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
- engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, - por
quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra
salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo, se encarnó
de María la Virgen y se hizo hombre, y por nuestra causa fue crucifi-
cado en tiempo de Poncio Pilato, padeció, y fue sepultado, y resuci-
tó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre, - y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a
vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria, y que habló por los profetas. Y en la Iglesia, que
es una, santa, católica y apostólica.
Reconocemos un solo bautismo para el perdón de los pecados, - es-
peramos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.

CREDO: Símbolo de los Apóstoles


S. CREO EN DIOS
F.Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
17

padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y se-


pultado, descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los
muertos.
Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todo-
poderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, la comunión
de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los
muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
(Se puede emplear cualquiera de los dos formularios del Credo que
presentamos aquí).
S. Orad, hermanos...
F. El Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y
gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Plegaria eucarística:
S. El Señor esté con vosotros. F. Y con tu espíritu.
S. Levantemos el corazón. F. Lo tenemos levantado hacia el
Señor.
S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. F. Es justo y necesa-
rio....
F. Santo, Santo, Santo es el señor, Dios del universo. Llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el
que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
(Después de la consagración y elevación):
S. Este es el sacramento de nuestra fe.
F. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Se-
ñor Jesús.
S. Líbranos Señor... mientras esperamos la gloriosa venida de
nuestro Salvador Jesucristo.
F. Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
S. La paz del Señor esté siempre con vosotros.
F. Y con tu espíritu.
S. y F. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros (2 veces)
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
S. Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados la cena del Señor.
F. Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Pero una pa-
labra tuya bastará para sanarme.
(Al comulgar) S. El Cuerpo de Cristo.
F. Amén.
18

Respuesta a la oración final: F. Amén.

CONSEJOS PARA VIVIR MEJOR LA EUCARISTÍA Y DEMÁS CE-


LEBRACIONES DE NUESTRA FE

1.Prepararse Convenientemente desde la casa para el encuentro


con los hermanos y las hermanas en el templo.
2.Vestirse conveniente y decentemente para estar y celebrar los sa-
cramentos.
3.Al llegar al templo, donde se reúne la Iglesia, saludar a los herma-
nos y hermanas, pero de manera especial al Señor Jesús que se en-
cuentra en el Sagrario.
4.Estar atentos y atentas a las respuestas, posiciones (sentados, de
pies) y a la escucha de la Palabra de Dios y su explicación.
5.Participar atentamente en el canto y en los momentos de diálogo
que se establecen para reflexionar la Palabra.
6.No masticar chicle, ni ingerir alimentos mientras se está en el tem-
plo.
7.Apagar el celular al ingresar al templo, pues allí la comunicación
que importa es con el Señor y con los hermanos y hermanas cerca-
nos a ti. ¿Crees que alguien es más importante que Dios, ante quien
estás en la celebración?
8.Evitar la distracción con comentarios, diálogos, visitas durante la
celebración. Ellos te distraen y a su vez distraen a las personas que
desean celebrar con atención.
9.Ser conscientes de que la celebración tiene su ritmo y duración.
Por lo tanto no estar saliendo y entrando al templo, pues de esta ma-
nera interrumpes el ritmo de la celebración.
10.Atender a las informaciones que sobre la vida de la comunidad y
de la Iglesia se dan antes de la bendición.

Tercera Parte: LA VIDA EN CRISTO

LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS.


Se llama DECÁLOGO al conjunto de los diez mandamientos de la
Ley de Dios.
19

Jesús dice: “Ustedes serán mis amigos si cumplen lo que les man-
do”. Jesús nos manda: Amar a Dios de todo corazón, y amar a los
demás como él nos ha amado (Jn 15,12-14). Los mandamientos in-
dican el modo práctico de amar a Dios y a los demás.
La conciencia moral se puede decir que es la voz de Dios, nuestro
Padre, que nos habla en nuestro corazón y nos dice lo que debemos
hacer o evitar. Necesitamos formarla bien, estando atentos a las ma-
nifestaciones de la voluntad de Dios (1 Cor 10,23-30).
Los cristianos debemos esforzarnos por construir el Reino de Dios,
que comienza en esta vida: iluminando, liberando, transformando y
enriqueciendo al hombre y al mundo con la luz y la fuerza de Cristo.
El pecado es un rechazo libre y consciente del amor de Dios y su vo-
luntad (1Jn 3,4). Para que sea grave se necesita materia grave, ple-
na advertencia y pleno consentimiento.
El pecado original es la ausencia de vida divina en el hombre desde
que comienza a existir, como consecuencia del pecado de Adán
(Rm 5,12).
Los pecados capitales (inclinaciones al mal que son fuente de casi
todos los pecados actuales) son: soberbia (orgullo), avaricia, ira,
gula, lujuria, envidia y pereza.
Los Mandamientos de la Ley de Dios son diez: Los tres primeros se-
ñalan nuestras relaciones con Dios y los otros siete las relaciones
con el prójimo y con nosotros mismos. Estos diez mandamientos se
encierran en dos: en servir y amar a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a nosotros mismos.
-El primero: Amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas. Se
cumple cultivando nuestra fe, instruyéndonos en materia de fe, evi-
tando lo que pueda ponerla en peligro, y obedeciéndole a Dios, es
decir, cumpliendo sus mandamientos. –Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. – Es pecado
creer en horóscopos, supersticiones, agüeros, adivinos, etc.
-El segundo: No tomarás el santo nombre de Dios en vano.
Prohíbe los juramentos falsos o sin necesidad y el empleo del
nombre de Dios sin respeto.
-El tercero: Santificarás las fiestas del Señor. Para el católico, es
participar en la Santa Misa de domingos y fiestas de guardar, y no
trabajar sin necesidad. –Santificarás el día del Señor. Si no se puede
participar en la Eucaristía por la distancia u otra razón grave, se
debe procurar orar en familia o en comunidad para así rendir a Dios
el culto debido. (La borrachera es profanación del día del Señor).
20

-El cuarto: Honra a tu padre y a tu madre. Exige el respeto, ayuda


comprensión hacia los papás, sobre todo cuando se encuentran en
necesidad o enfermedad. Y de los padres para con los hijos, el
respeto, la corrección, el sostenimiento, la educación de los hijos en
la fe y para una vida civil digna y provechosa. Educación intelectual
y para el trabajo. La paternidad responsable. –Es grave pecado y
delito el abuso sexual contra los propios hijos o hijastros, o cualquier
otro menor, o persona disminuida.
-El quinto: No matarás. Prohíbe matar, odiar, difamar o de
cualquier manera hacer daño físico o moral al prójimo. Prohíbe el
homicidio, el aborto, la eutanasia, el suicidio, cualquier daño contra
la salud propia o ajena, la difamación o cualquier otro daño moral, el
escándalo, que es enseñar el mal a un inocente o inducirlo a
cometerlo.
-El sexto: No cometerás actos impuros. Prohíbe toda relación
sexual fuera del matrimonio, relaciones sexuales entre personas
solteras, y cualquier abuso del poder de dar la vida, fornicación,
adulterio, incesto, bestialidad, homosexualidad, masturbación, etc.
Abuso sexual de menores, limitados e incapaces. -No cometerás
adulterio. –Prohíbe además: la unión libre. El mero matrimonio civil
de católicos no reemplaza al matrimonio sacramental.
-La mera separación legal de los casados no autoriza para nueva
unión o para nuevo matrimonio. Es indispensable la declaración de
nulidad por el tribunal eclesiástico respectivo.
-El séptimo: No hurtarás, no robarás. Prohíbe cualquier tipo de
engaño económico al prójimo. Estafas, incumplimiento de contratos
o de sus condiciones fundamentales. Defraudar al Estado también
es robo y se debe restituir igualmente. Obliga restituir para poder
recibir el perdón.
-El octavo: No levantarás falsos testimonios ni mentirás. Prohíbe la
calumnia, el chisme, la mentira. –No levantarás falso testimonio
contra tu prójimo. No dirás mentiras.
-El noveno: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
Exige el respeto, ya no sólo de obra sino también de pensamiento
voluntario al poder de dar la vida, al hogar, a la sexualidad, que es
también regalo de Dios,. Los pensamientos malos que vienen a la
mente sólo son pecado cuando se aceptan voluntariamente. –No
desearás la mujer de tu prójimo.
-El décimo: No codiciarás los bienes ajenos. Prohíbe envidiar
cualquier bien ajeno. – No envidiarás ningún bien de tu prójimo.
21

En pocas palabras, se nos pide y manda honrar a Dios rin-


diéndole el culto y el respeto debido, tratar a los demás como quere-
mos que se nos trate, y no hacer a los demás lo que no queremos
que se nos haga a nosotros.

Los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia son:


1.Participar en la santa Misa todos los domingos y fiestas de guar-
dar.
2.Confesarse por lo menos una vez cada año o estando en peligro
de muerte, o si, queriendo comulgar, está uno en pecado mortal.
3.Comulgar al menos en Pascua de Resurrección.
4.Ayunar el Viernes Santo y el Miércoles de Ceniza y guardar absti-
nencia de carne los viernes de cuaresma, y hacer alguna pequeña
penitencia cada viernes en honor de la pasión y muerte de nuestro
Señor Jesucristo.
5.Ayudar con limosnas a la Iglesia (Diezmo: El salario de un día al
año).

LAS VIRTUDES CRISTIANAS:


Las Virtudes Cardinales o básicas son cuatro: Prudencia, Justicia,
Fortaleza y Templanza.
Las Virtudes Teologales son: Fe, Esperanza y Caridad (amor cristia-
no).
Las OBRAS DE MISERICORDIA son catorce (Cf. Mt 25,31-
46). Siete espirituales y siete corporales.
Las espirituales son estas:
1. Enseñar al que no sabe
2. Dar buen consejo al que lo necesita.
3. Corregir al que se equivoca.
4. Consolar al triste.
5. Perdonar las ofensas.
6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás.
7. Rogar a Dios por los vivos y los muertos.
Las corporales son estas:
1. Visitar a los enfermos.
2. Dar de comer al hambriento.
3. Dar de beber al sediento.
4. Socorrer y visitar a los presos.
5. Regalar ropa a los pobres.
6. Dar posada al peregrino.
22

7. Dar sepultura a los muertos.


Los votos religiosos expresan la consagración de la persona a
Dios en una comunidad cristiana de “vida consagrada”, reconocida
por la autoridad de la Iglesia. Son ellos: Obediencia, pobreza y casti-
dad. Con ellos el religioso expresa el rechazo a las aspiraciones de
la carne para vivir según el Espíritu, y testimonia el Reino de Dios
que ha de manifestarse plenamente al final de los tiempos.
Las Bienaventuranzas (Mt 5,1-10):
1.Bienaventurados los que tienen espíritu de pobre, porque de ellos
es el Reino de los cielos.
2.Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia
la tierra.
3.Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
4.Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, por-
que ellos serán saciados.
5.Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán mi-
sericordia.
6.Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios.
7.Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios.
8.Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque
de ellos es el Reino de los cielos.
Los signos de los tiempos son las llamadas que Dios nos hace a tra-
vés de los acontecimientos de diverso orden que acaecen en nues-
tra historia humana y cristiana. Cristo nos lanza el reto de discernir
los signos de los tiempos en busca de la voluntad de Dios.

Cuarta parte: LA ORACIÓN DEL CRISTIANO


ORACIONES DEL CRISTIANO
Por la señal + de la Santa Cruz, /de nuestros + enemigos /
líbranos Señor, + Dios nuestro. /En el nombre del Padre,+ y del Hijo,
y del Espíritu Santo. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el
principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nom-
bre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona
nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
23

Símbolo de los Apóstoles: CREDO


Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen;
padeció bajo el poder de Poncio Pilatos; fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre
los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios
Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a
los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección
de los muertos y la vida eterna. Amén.
Confesión general:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que
he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi
culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María
siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.
Acto de contrición
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados
que he cometido hasta hoy. Me pesa de todo corazón porque con
ellos ofendí a un Dios tan bueno; propongo firmemente no volver a
pecar y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conce-
der el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.
Amén.
Ave María
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendi-
ta tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre
Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y
esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hi-
jos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lá-
grimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos
tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a
Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce
Virgen María. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios, para que
seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesu-
cristo. Amén.
Oraciones del Espíritu Santo
24

Dios todopoderoso y eterno, que has querido que has querido que
celebráramos el misterio pascual durante cincuenta días, renueva
entre nosotros el prodigio de Pentecostés, para que los pueblos divi-
didos por el odio y el pecado se congreguen por medio de tu Espíri-
tu, y, reunidos confiesen tu nombre en la diversidad de sus lenguas.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Dios todopoderoso, brille sobre nosotros el esplendor de tu gloria y
que el Espíritu Santo, luz de tu luz, fortalezca los corazones de los
regenerados per tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Derrama Señor, la bendición de tu Espíritu para que tu Iglesia quede
inundada de tu amor y sea ante todo el mundo signo visible de la
salvación. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oh Dios que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia,
extendida por todas las naciones; derrama los dones de tu Espíritu
sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy en el
corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los
comienzos de la predicación evangélica. Por Jesucristo nuestro Se-
ñor. Amén.
Oh Dios que ilustraste el corazón de tus fieles con la luz del Espíritu
Santo: concédenos por este mismo Espíritu, querer lo que es recto y
gozar siempre de sus consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

El Rosario es una devoción popular tradicional en honor de


la Virgen María, en la cual meditamos los misterios de la vida de Je-
sucristo.
Los Misterios del Rosario:
Gozosos (Lunes y Sábado):
1.La Anunciación del arcángel San Gabriel a María Santísima y en-
carnación del Hijo de Dios.
2.La Visita de María Santísima a su prima Santa Isabel.
3.El nacimiento del Niño Dios en Belén.
4.La presentación del Niño Dios en el templo.
5.Hallazgo del Niño Dios entre los doctores de la Ley.
Dolorosos (Martes y viernes):
1.Oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto de los Olivos.
2.La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo.
25

3.La coronación de espinas


4.La cruz pesada que impusieron a Cristo Nuestro Señor.
5.La crucifixión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo en el Calvario.
Misterios de Luz (Jueves):
1.Jesús es bautizado en el río Jordán (Mt 3,17) y proclamado por el
Padre su Hijo amado.
2.Jesús se proclama Mesías en Caná de Galilea, cuando por insi-
nuación de María comienza los signos que anuncian la salvación (Jn
2, 1-12).
3.Jesús anuncia que el reino de Dios ha llegado a quienes se con-
vierten (Mc 1,15) y vuelven a Jesús con humilde fe.
4.Jesús se transfigura en presencia de tres de sus discípulos en el
Monte Tabor para fortalecerlos ante los hechos venideros de la Pa-
sión (Lc 9,35).
5.Jesús instituye la Eucaristía para hacerse alimento con su Cuerpo
y con su Sangre bajo las especies del pan y del vino (Jn 13,1).
Gloriosos (Domingo y miércoles):
1.La resurrección de Nuestro Señor Jesucristo
2.La ascensión de nuestro Señor Jesucristo al cielo.
3.La venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.
4.La Asunción de María Santísima al cielo en cuerpo y alma.
5.La coronación de María Santísima como reina de todo lo creado.
El Ángelus
-El Ángel del Señor anunció a María R. Y concibió por obra del Es-
píritu Santo. –Ave María.
-He aquí la esclava del Señor, R. Hágase en mí según tu palabra.
-Y el Verbo se hizo Hombre. R. Y habitó entre nosotros.
V. Ruega por nosotros santa Madre de Dios –R. Para que seamos
dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesu-
cristo. Amén.
Oremos: Derrama, Señor, tu gracia en nuestras almas, para que, ya
que por medio del Ángel hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
por su pasión y cruz lleguemos a la gloria de la resurrección. Por
Cristo nuestro Señor. Amén.

Para comenzar el día:


Señor, Dios omnipotente que nos has hecho llegar al co-
mienzo de este día: fortalécenos hoy con tu poder para que no cai-
gamos en pecado alguno, sino que todos nuestros pensamientos,
26

palabras y obras sean conformes con tu voluntad. Te lo pedimos por


Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Acto de abandono en las manos de Dios
Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que
sea, te doy gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal
que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo
nada más, te confío mi alma; te la doy con todo el amor de que soy
capaz, porque te amo y necesito darme, ponerme en tus manos sin
medida, con una infinita confianza, porque tú eres mi Padre!. Amén.
(Beato Carlos de Foucauld)

OTRAS ORACIONES

PRECES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


POR COLOMBIA
Señor Dios, Rey omnipotente, en tus manos están puestas todas las
cosas. Si quieres salvar a tu pueblo, nadie puede resistir a tu volun-
tad. Tú hiciste el cielo y la tierra y todo cuanto en ellos se contiene.
Tú eres el Dueño absoluto de todas las cosas. ¿Quién podrá, pues,
resistir a tu majestad? Por tanto, Señor Dios de Abraham, ten miseri-
cordia de tu pueblo, porque nuestros enemigos quieren perdernos y
exterminar tu herencia. Así pues, Señor, no desprecies esta parte
que redimiste con el precio de tu preciosa sangre. Oye, Señor, nues-
tras oraciones, sé favorable a nuestra suerte; levanta el azote de tu
justo enojo y haz que nuestro llanto se convierta en alegría, para que
27

viviendo alabemos tu santo nombre y continuemos alabándolo eter-


namente. Amén.
Corazón de Jesús, salva a Colombia, pues las muchas
aguas de al tribulación la han inundado, y un torrente impetuoso de
impiedad y calamidades amenazan precipitarla en el abismo.
Respuesta: Corazón de Jesús, salva a Colombia!.
-Por tu agonía en el huerto.
.Corazón de Jesús, salva a Colombia.
-Por el beso traidor de Judas,.
-Por la bofetada que recibiste en casa de Anás.
-Por aquella noche de oprobios.
-Por los crueles azotes que desgarraron tu cuerpo adorable.
-Por la corona de espinas que bañó en sangre tu divino rostro.
-Por tu sentencia de muerte.
-Por los dolores de tu Madre Purísima.
-Por la lanzada que abrió tu costado.
-Por el nombre mil veces bendito de María, tu Santísima Madre.
Amantísimo Jesús, salva a Colombia y haz que de tal ma-
nera se extienda en ella el reinado de tu amor, que tanto en la tribu-
lación como en la prosperidad, aclamemos en todas partes a tu Sa-
cratísimo Corazón.

Oraciones de San Francisco de Asís

Omnipotente y misericordioso Dios, concédenos a nosotros,


hombres miserables, hacer por Ti lo que sabemos que Tú quieres y
siempre querer lo que Te agrada; para que, interiormente purifica-
dos, iluminados y encendidos por el fuego del Espíritu Santo, poda-
mos seguir las huellas de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y por
sola tu gracia llegar a Ti, oh Altísimo, que vives y reinas en Trinidad
perfecta y muy simple unidad y eres glorificado, Dios Omnipotente,
por los siglos de los siglos. Amén. (S. Francisco de Asís).
Te adoramos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas
tus iglesias que hay en todo el mundo, y te bendecimos, pues por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Oración de discernimiento. Oh Alto y glorioso Dios, ilumina
las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y cari-
dad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu
santo y veraz mandamiento Amén.
Oración de alabanza
28

Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, todo bien,


sumo bien, bien total, que eres el solo bueno, a ti te tributemos toda
alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda bendición, y te
restituyamos todos los bienes. Así sea. Así sea. Amén.

Oración franciscana por la paz


Señor, hazme un instrumento de tu paz. Que dondequiera que haya
odio, siembre amor; donde haya injuria, perdón; donde haya duda,
fe; donde haya desesperación, esperanza; donde haya oscuridad,
luz; donde haya tristeza, alegría.
Oh Divino Maestro, concédeme que no busque ser consolado sino
consolar, que no busque ser comprendido, sino comprender; que no
busque ser amado, sino amar. Porque, dando, recibo; perdonando
es como tú me perdonas; y muriendo en ti, nazco para la vida eter-
na. Amén.

Bendición de San Francisco


EL SEÑOR TE BENDIGA Y TE GUARDE EL SEÑOR TE MUESTRE
SU ROSTRO Y TENGA MISERICORDIA DE TI. VUELVA EL SE-
ÑOR SU ROSTRO HACIA TI Y TE CONCEDA LA PAZ!

PARA REFLEXIONAR:

“Orad para no caer en tentación, porque la carne es débil” (Mt 26).


“Les aseguro que si ustedes no comen la carne del Hijo del hom-
bre y no beben su sangre, no tendrán vida” (Juan 6,53).
“El Señor ya te ha dicho, oh hombre, en qué consiste lo bueno y
qué es lo que él espera de ti: que hagas justicia, que seas fiel y leal
y que obedezcas humildemente a tu Dios” (Miq. 6,8)
“Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir
mi Iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla. Te da-
ré las llaves del reino de los cielos; lo que tú ates aquí en la tierra,
también quedará atado en el cielo; y lo que desates aquí en la tierra,
también quedará desatado en el cielo” (Mt 16, 18-19).
“Al orar no repitan palabras inútiles como hacen los paganos, que
se imaginan que cuanto más hablen más caso les hará Dios” (Mt
6,7).
“Los que están buenos y sanos no necesitan de médico, sino los
enfermos... Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecado-
res”. (Mt 9,12-13).
29

“Sopló sobre ellos, y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo. A quienes


ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quie-
nes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar’ ” (Juan 20, 22-
23).
“Les doy este mandamiento: que se amen los unos a los
otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los
unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se
dará cuenta de que son discípulos míos” (Juan 13, 34-35).
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aun-
que muera vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no
morirá jamás” (Juan 11, 25-26).
“Jesús les preguntó a los doce discípulos: ‘También uste-
des quieren irse?’ Simón Pedro le contestó: ‘Señor, ¿a quién pode-
mos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Nosotros ya he-
mos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios’ ” (Juan 6,67-
68).
“Señor, haz que yo vea” (Marcos 10, 51)
“Si alguno se declara a mi favor delante de los hombres, yo
también me declararé a favor de él delante de mi Padre que está en
el cielo; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también
lo negaré delante de mi Padre que está en el cielo” (Mateo 10,32-
33).
“No todos los que me dicen: ‘Señor, Señor’, entrarán en el
reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi
Padre celestial” (Mateo 7, 21).
“El fariseo oraba así: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy
como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como
ese publicano...’. El publicano... ni siquiera se atrevía a levantar los
ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘Oh Dios, ten
compasión de mí, que soy pecador!’“ (Lucas 18, 11-13).
“Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: hay un solo
Dios, y no hay otro fuera de él. Y amar a Dios con todo el corazón,
con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo
como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los
sacrificios que se queman en el altar” (Marcos, 12, 32-33).
“Oh Señor, enséñame tu camino, para que yo lo siga fiel-
mente. Haz que mi corazón honre tu nombre” (Salmo 85,11).
“Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena no-
ticia. El que crea y sea bautizado, obtendrá la salvación, pero el que
no crea, será condenado” (Marcos 16, 15-16).
30

“El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se


había perdido” (Lucas 19,10). “Aquel de ustedes que no tenga peca-
do, que tire la primera piedra” (Juan 8,7).
“Entre los paganos, los reyes gobiernan con tiranía a sus
súbditos, y a los jefes se les da el título de benefactores. Pero uste-
des no deben ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes
tiene que hacerse como el más joven, y el que manda tiene que ha-
cerse como el que sirve”. (Lucas, 22,25-26).

“Firmes en la fe católica perseveremos hasta el fin”

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