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Más allá del principio de placer.

I
Aceptamos el principio según el cual el decurso de los procesos anímicos es
regulado automáticamente por el principio de placer. Lo pone en marcha una
tensión displacentera, y después adopta tal orientación que su resultado final
coincide con su disminución, invitación de displacer o producción de placer. En
cuanto al significado de las sensaciones de placer y displacer se adopta la
hipótesis más laxa, se refiere placer y displacer a la cantidad de excitación no –
ligada, presente en la vida anímica; (placer T, displacer T), placer, reducción de
la Q, displacer incremento. No una relación simple, menos una
proporcionalidad directa; el factor decisivo es probablemente el incremento o
reducción en un período de tiempo.
Los hechos que movieron a adoptar el principio de placer encuentran también
expresión en la hipótesis según la cual el aparato anímico se afana por
mantener lo más baja posible, o al menos constante, la Q. Esto equivale a decir
lo mismo. Pero no es cierto que la mayoría de nuestros procesos anímicos
vayan acompañados de placer o lleven a él. En el alma existe una fuerte
tendencia al principio de placer, pero otras fuerzas lo contrarían.
El primer caso de una tal inhibición tiene el carácter de una ley. El principio de
placer es propio de un trabajo primario, inutilizable y aún peligroso para la
autopreservación.

 Bajo el influjo de tales pulsiones es relevado por el principio de realidad,


que sin renunciar a un logro final de placer; pospone la satisfacción,
renunciar a diversas posibilidades de logarla y tolerar displacer. Otra fuente
de desprendimiento de displacer, surge de los conflictos y escisiones
producidos en el aparato, en el desarrollo.
 Ciertas pulsiones son inconciliables con las restantes en el yo, por lo cual
caen en el proceso de represión. Bajo este proceso, la satisfacción directa o
sustitutiva será vivida por el yo como displacentero.
En las restantes vivencias de displacer puede afirmarse que no contradice el
principio. En su mayor parte es de percepción. Percepción del esfuerzo de
pulsiones insatisfechas o que existe especulativas displacenteras como peligro.
La reacción frente a las mismas, donde se sitúa la genuina actividad del
aparato, puede ser conducida al principio de placer o su modificación, el de
realidad.
II[editar]
Estado que sobreviene tres conmociones mecánicas, choques ferroviarios y
otros accidentes que aparejaron riesgo de muerte; es la neurosis traumática. La
guerra (1ª guerra mundial) la provocó en gran escala y puso fin a su
esclarecimiento como deterioro orgánico del sistema nervioso por acción de
una violencia mecánica. Se aproxima al cuadro de la histeria por sus síntomas
motores y al de la hipocondría o melancolía por su padecer subjetivo; hay
destrucción y debilitamiento generales de las operaciones anímicas.
En la neurosis traumática común se destacan dos rasgos: el centro de
gravedad está en el factor sorpresa, y un simultáneo daño físico o herida la
contrarrestra. Terror, miedo y angustia se distinguen por su relación con el
peligro; la angustia designa cierto estado de expectativa y preparación para el
peligro, aunque sea desconocido; el miedo tiene un objeto determinado, en
presencia del cual se siente; el terror es aquel en el cual se cae ante un peligro
cuando no se está preparado. La angustia protege contra el terror y por tal
contra la neurosis de terror.
La vida onírica de la neurosis traumática reconduce al enfermo, una y otra vez,
a la situación de su accidente, de la cual despierte con renovado terror. El
enfermo está fijado – se sostiene – psíquicamente al trauma.
Sin embargo, no lo recuerdan mucho durante la vigilia. Cuando se admite la
reconducción como cosa natural en el sueño se desconoce la naturaleza de
éste. Debería conducirlo a tiempos mejores. Queda al expediente de sostener
por qué en este estado la función del sueño resultó afectada y desviada, o
pensar en las enigmáticas tendencias masoquistas del yo.
Abordemos una práctica más temprana normal, el juego infantil;
particularmente el primer juego creado de un varoncito de un año y medio,
acción enigmática y repetida de continuo. No lloraba cuando su madre lo
abandonaba durante horas, a pesar de su gran ternura hacia ella. Exhibía el
hábito de arrojar lejos de sí, a un rincón o debajo de la cama, etc., todos los
pequeños objetos que hallaba a su alcance, profiriendo “o – o – o – o” que
significaba “fort” – se fue –. Jugaba a que se iban, corroborado en otra ocasión:
tenía un carretel, sosteniéndolo con el piolín, tras la baranda de su cuna con
mosquitero, el carretel desaparecía, pronunciaba “o – oooo”, y después, tirando
de su piola, volvía pronunciando un “Da” (acá está) Las más de las veces sólo
se había podido ver el primer acto, repetido incansablemente, aunque el mayor
placer correspondía al segundo.
Su renuncia pulsional de admitir sin protestas la partida de la madre, estaba
entramada con el juego, resarciéndose el niño con los objetos a su alcance,
escenificando el aparecer y desaparecer. ¿Cómo se concilia el principio de
placer, repetir esta vivencia penosa? Se dirá que el desaparecer es la
condición del aparecer; pero hay prevalencia del “fort. En la vivencia era
pasivo, ahora se ponía en un papel activo, repitiéndola como juego a pesar de
que fue displacentera. Podría atribuirse a una pulsión de apoderamiento. O
bien al vengarse de la madre por su partida “Y bien vete pues, no te necesito,
yo mismo te echo”.
¿Puede el esfuerzo (Drang) de procesar psíquicamente algo impresionante, de
apoderarse enteramente de eso, exteriorizarse de manera primaria e
independiente del principio de placer? Como quiera que sea, si en el caso ese
esfuerzo repitió la impresión desagradable, se debió únicamente a que la
repetición iba concretada a una ganancia de place de otra índole, pero directa.
III
Al comienzo el psicoanálisis no era sino un arte de interpretación; luego se
planteó el propósito inmediato de instar en el enfermo su corroboración como
recuerdo. El centro recayó sobre las resistencias, había que descubrirlas,
mostrárselas y por influencia humana (sugestión por transferencia) moverlo a
que resigne. Luego, se descubrió que el devenir – cc tampoco se podía lograr
así. El enfermo no podía recordar todo, acaso lo esencial. Se ve forzado a
repetir lo reprimido como vivencia presente, en vez de recordarlo; tiene por
contenido un fragmento del pasado, de la vida sexual infantil y, por tal, del c.d.c
y ramificaciones, jugándose en el terreno de la transferencia, en su relación con
el médico. La anterior neurosis ha sido sustituida por una neurosis de
transferencia.
Es preciso librarse de un error; las resistencias no son del icc, lo reprimido no
ofrece resistencia a los esfuerzos de la cura, quiere irrumpir hasta la conciencia
o hasta la descarga. La resistencia parte de su yo (no quiere decir que sea cc
(consciente), sus motivos y ella misma); adscribimos la repetición a lo reprimido
icc (inconsciente).
La resistencia del yo cc y prcc está al servicio del principio de placer, quiere
ahorrar el displacer por la liberación de lo reprimido. Ahora, ¿qué relación
guarda con el principio de placer la compulsión de repetición, la exteriorización
forzosa de lo reprimido? Lo que se revivencia no puede provocar sino
displacer, puesto que saca a la luz operaciones de mociones pulsionales
reprimidas, pero displacer para un sistema y satisfacción para el otro.
El hecho nuevo y asombroso es que la compulsión devuelve también vivencias
pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco en aquel
momento pudieron ser satisfactorias, ni siquiera de las mociones reprimidas
desde entonces.
Los neuróticos repiten en transferencia todas las ocasiones indeseadas del
c.d.e. y las situaciones afectivas dolorosas, reanimándolas con gran habilidad.
Nada de eso – celos, desaires, las palabras duras de los padres, etc – pudo
procurar placer entonces, y se creería que si emergieran como recuerdo,
producirían mucho menos displacer. Se trata de pulsiones que estaban
destinadas a producir placer, pero ni entonces lo produjeron. Esa experiencia
se hizo en vano, se la repite, esfuerza una compulsión.
Esto mismo puede encontrarse en la vida de personas no neuróticas. Hace la
impresión de un destino que las persiguiera; la compulsión que así se
exterioriza no es diferente de la compulsión de repetición neurótica.
Individuos en quienes toda relación humana lleva a idéntico desenlace: traición
del amigo, protegidos ingratos, relación amorosa con idénticas fases, etc.
“Eterno retorno de lo igual”.
En vista de la repetición en transferencia y el destino fatal de los seres
humanos, suponemos una compulsión de repetición más allá del principio de
placer, y nos inclinamos a referir a ella los sueños de la neurosis traumática y la
impulsión al juego en el niño. Sólo en raros casos podemos aprehender puros,
sin otros motivos, los efectos de la compulsión. Compulsión de repetición y
satisfacción pulsional directa, parecen entrelazarse en la más íntima
comunidad. Pero tras una reflexión, es preciso que tampoco en los otros ejes –
además de los sueños traumáticos donde no se encuentra la injerencia del
principio de placer – los motivos familiares abarcan todo. Y ese resto justifica la
hipótesis de la compulsión de repetición, y ésta es más originaria, más
pulsional (Triebhaft; impulsivo, pasional, fuera de razón) que el principio de
placer que ella destrona.
IV
La conciencia es la operación de un sistema particular, la conciencia (Cc). La
conciencia no es su única propiedad si adoptamos la hipótesis de que todos los
procesos excitatorios de los otros sistemas les dejan como secuela huellas
permanentes que son la base de la memoria, restos mnémicos que nada tienen
que ver con el devenir cc. Los más fuertes y duraderos son dejados por
procesos nunca cc. No pueden producirse en el sistema prcc. Reducirán la
aptitud del sistema para la recepción de nuevos excitantes, si permanecieran
siempre cc; y si devinieran icc, procesos icc en un sistema cuyo funcionamiento
se acompaña de conciencia. Entonces son inconciliables devenir cc y huella
mnémica en un mismo sistema. En el sistema conciencia el proceso excitatorio
deviene cc pero no deja huella mnémica; éstas, en que se basa el recuerdo, se
producen a raíz de la excitación propagada a sistemas contiguos y de éstos. La
conciencia surge en reemplazo de la huela mnémica.
El sistema conciencia se singulariza por la particularidad de que en él, a
diferencia de los otros sistemas, el proceso excitatorio no deja alteración
permanente en sus elementos, se agota en el devenir cc. Su explicación podría
recaer en la ubicación del sistema, su choque directo con el mundo exterior –
derivada de lo que brinda, percepciones de excitaciones que vienen del mundo
exterior y sensaciones de placer – displacer que sólo pueden originarse en su
interior –, en la frontera entre lo exterior y lo interior.
Si imaginamos al organismo vivo como una vesícula indiferenciada de
sustancia estimulable, el incesante embate de estímulos externos generaría
una corteza tan cribada que ofrece condiciones óptimas para recepción de
estímulos sin ulteriores modificaciones. Transferido a nuestro sistema, el paso
de la excitación no imprime huella permanente; están modificados al máximo
habilitados entonces, para generar conciencia. En qué consistió la
modificación, se puede conjeturar que en el avance de un elemento a otro, la
energía debe vencer una resistencia, y entonces dicha reducción crea la huella
permanente de la excitación (facilitación) El sistema cc no tendría resistencia
de pasaje.
Esta vesícula no podría sobrevivir sin una protección antiestímulo, expuesto de
no tenerla, a las energías más potentes y externas. La superficie más externa
deja entonces de tener estructura de materia viva, operando como envoltorio o
membrana, aparatando estímulos. Se propagan con una fracción de su
potencia a los estratos contiguos vivos. Preservó a los otros de morir al menos
hasta que sobrevengan estímulos tan fuertes que la perforen.
Está dotada de una protección antiestímulo y un estrato cortical contiguo a ella
diferenciado como órgano receptor de estímulos externo. Éste recibe además
excitaciones desde adentro. Hacia adentro aquélla es imposible (la protección
antiestímulo), propagándose de manera directa y no reducida, produciendo
ciertos caracteres de su decurso la serie placer – displacer. Llamemos
traumáticas a las excitaciones externas, que poseen fuerza suficiente para
perforar la protección antiestímulo, provocando una perturbación enorme en la
economía energética; y pondrá en acción mecanismos de defensa para en un
primer momento, queda abolido el principio de placer; ahora hay que dominar
el estímulo, ligarlo psíquicamente para conducirlo a su tramitación. La ligazón
es el trasporte de la energía de estado de libre fluir hasta el quiescente.
La neurosis traumática sería el resultado de una vasta ruptura de la protección
antiestímulo. También el terror conserva su valor; además del “choque”. El
apronte angustiado conllevaría la sobreinvestidura de los sistemas que reciben
primero el estímulo. Los sueños traumáticos buscan recuperar el dominio sobre
el estímulo por medio de un desarrollo de angustia cuya omisión causa
neurosis traumática. Función del aparato que sin contradecir el principio de
placer es independiente y más originario que el propósito de ganar placer y
evitar displacer. Excepción a la tesis del sueño como cumplimiento de deseo.
Los sueños de angustia no lo son, tampoco los punitorios que es un
cumplimiento de deseo de la conciencia de culpa. Pero sí los sueños de la
neurosis traumática, los que se presentan en los psicoanálisis, que nos
devuelven el recuerdo de traumas psíquicos de la infancia. Obedecen a la
compulsión de repetición. No sería la función originaria del sueño eliminar,
mediante el cumplimiento de deseo de las mociones perturbadoras, unos
motivos capaces de interrumpir el sueño. Sólo podría apropiarse de ella
después que el conjunto de la vida anímica aceptó el imperio del principio de
placer. Si existe un más allá habrá que admitir que hubo un tiempo anterior
también a la tendencia del sueño al cumplimiento de deseo. No contradice la
función posterior. ¿No son posibles fuera del análisis, sueños de esta índole,
que en interés de la ligazón de impresiones traumáticas obedecen a la
compulsión de repetición? Sí.
V
La falta de protección antiestímulo hacia adentro tiene por consecuencia que
tales transferencias de estímulo, tengan la máxima importancia económica y
produzcan a menudo, perturbaciones económicas equiparables a los de las
neurosis traumáticas; sus fuentes más proficuas son las pulsiones.
Si todas las mociones afectan al sistema icc, entonces obedecen al proceso
psíquico primario, identificando éste con la investidura libremente móvil y al
secundario con las alteraciones de la investidura ligada o tónica. La tarea de
los estratos superiores sería ligar la excitación de las pulsiones que entra en
operación en el proceso primario. El fracaso de ésta provocaría una
perturbación análoga al de la neurosis traumática, sólo tras una lizagón
lograda, podría producirse el imperio del principio de placer (y de su
modificación); pero hasta entonces tendría la tarea previa de dominarlo o ligarlo
independientemente del principio de placer.
Las exteriorizaciones de la compulsión en la temprana vida anímica infantil
como en las vivencias de la cura analítica, muestran su carácter pulsional
(impulsivo, apasionado, irreflexivo), y hasta demoníaco cuando contradice el
principio de placer. En el juego, se cree el niño repite su actividad una vivencia
displacentera porque consigue un dominio mucho más radical que en la
pasividad y parece perfeccionarse en cada repetición; ni la repetición de
vivencias placenteras será bastante, exige la identidad de la. Ej. de cuentos.
Nada de eso contradice el principio de placer; la repetición, el reencuentro,
constituye de por sí, una fuente de placer.
Por el contrario, en el analizado la compulsión a repetir en transferencia los
episodios de su infancia se sitúa más allá del p.p., enseñándonos que las
huellas mnémicas reprimidas de sus vivencias primordiales no subsisten en el
estado ligado y aún son, en cierta medida, insusceptibles del proceso
secundario. A esto debe también su capacidad de formar adhiriéndose a restos
diurnos, una fantasía de deseo que se figura en el sueño.
¿Cómo se entrama lo pulsional con la compulsión? Carácter universal de las
pulsiones y quizá de toda vida orgánica: una pulsión sería un refuerzo,
inherente a lo orgánico vivo, de reproducción de un estado anterior que lo vivo
debió resignar por el influjo de fuerzas perturbadoras externas; expresión de la
naturaleza conservadora del ser vivo.
Objeción basada en la idea de que junto a las pulsiones conservadoras, que
compelen a la repetición, hay otras que esfuerzan en el sentido de la creación y
del progreso; se incorporará más adelante.
Si todas las pulsiones son conservadoras (argumentación extrema), adquiridas
históricamente y dirigidas a la regresión, se contará el desarrollo como éxito de
influjos exteriores, perturbadores y desviantes. SI todo lo vivo muere, regresa a
lo inorgánico, la meta de toda vida es la muerte y, retrospectivamente. Lo
inanimado estuvo ahí antes de lo vivo.
Los rodeos impuestos por influjos exteriores de ese camino hacia la muerte,
retenidos fielmente por las pulsiones conservadoras, son, acaso, los que hoy
nos ofrecen el cuadro de los fenómenos vitales. Las pulsiones de conservación
serían pulsiones parciales destinadas a asegurar el camión hacia la muerte
peculiar del organismo y alejar otras posibilidades de llegar a lo inorgánico; el
organismo sólo quiere morir a su manera; esos guardianes de la vida también
originariamente alabarderos de la muerte; esta conducta paradojal es
justamente lo característico de un bregar puramente pasional, a diferencia de
uno inteligente.
Las pulsiones que vigilan los destinos de estos organismos elementales que
sobreviven al individuo, constituyen el grupo de las pulsiones sexuales; son
también conservadoras, espejan estados anteriores de la sustancia viva, pero
aún más, pues resultan reacias a injerencias externas y también en otro
sentido, conservan la vida por lapsos más largos. Son las pulsiones de vida, y
como contraría a las otras, se insinúa una oposición entre ellas. Ritmo
titubeante en la vida de los organismos; un grupo se lanza impetuoso para
alcanzar lo más rápido posible la meta final; el otro se lanza hacia atrás para
volver a retomarlo. ¿En verdad no habrá, prescindiendo de las sexuales, otras
pulsiones que las que pretenden reestablecer un estado anterior? No conozco
un ejemplo que contradiga la caracterización propuesta.
El infatigable esfuerzo hacia un mayor perfeccionamiento en una minoría de
individuos puede comprenderse como resultado de la represión de las
pulsiones, sobre lo que se edifica lo más valioso de la cultura. La pulsión
reprimida no aspiraría a otra cosa que al reencuentro con una vivencia primaria
de satisfacción. Todas las formaciones sustitutivas y reactivas, y las
sublimaciones, no bastan para cancelar su tensión acuciante, y la diferencia
entre lo esperado y obtenido engendra el factor pulsionante, que no admite
aferrarse a ninguna de las situaciones establecidas, sino que “acicatea,
indomeñado, siempre, hacia adelante” (Fausto I); y entonces el camino de
regreso clausurado por las resistencias, avanza por la dirección del desarrollo
todavía expedita, en verdad, sin perspectivas de clausurar la marcha ni
alcanzar la meta.
El afán del Eros por conjugar lo orgánico en unidades cada vez mayores puede
hacer de sustituto de esa “pulsión de perfeccionamiento” que no se halla, y
junto a los efectos de la represión, explican los efectos atribuidos a ella.
VI
Sigue siendo fastidioso que el análisis no haya pesquisado más pulsiones
yoicas que las libidinosas. Mas no por ello avalaríamos que no las hay. Hemos
partido de la gran oposición entre pulsiones de vida y de muerte. El amor de
objeto revela una segunda polaridad, amor (ternura) y odio. Y podrán
corresponderse. Desde siempre hemos reconocido un componente sádico en
la pulsión sexual; puede volverse autónomo y gobernar como pulsión parcial
dominante en una de las organizaciones pregenitales. ¿No cabe suponer que
ese sadismo es una pulsión de muerte apartada del yo por el esfuerzo de la
libido narcisista, de modo que sale a la luz en el objeto? Luego entra al servicio
de la pulsión sexual. Donde el sadismo originario no ha experimentado
atemperamiento ni fusión, queda establecida la ambivalencia amor – odio de la
vida amorosa. Se habría cumplido el requisito de indicar un ejemplo de pulsión
de muerte (aunque desplazada) El masoquismo no sería sino una regresión,
del objeto del yo; entonces habría un masoquismo primario.
Supimos qué eran las pulsiones sexuales por su relación con los sexos y la
reproducción. Luego conservó ese nombre cuando los resultados del
psicoanálisis aflojaron los nexos con la reproducción. Con la tesis del
narcisismo y la extensión de libido a la célula individual, la pulsión sexual se
convirtió en Eros, que esfuerza a la cohesión de las partes de la sustancia viva,
y las comúnmente pulsiones sexuales aparecieron como Eros hacia el objeto.
Eros actúa desde el comienzo de la vida, y entra en oposición con la pulsión de
muerte, nacida de la animación de lo inorgánico. En cuanto a las pulsiones
yoicas, en un principio correspondían a aquellas que podían diferenciarse de
las pulsiones sexuales dirigidas al objeto, pulsiones sexuales cuya expresión es
la libido en oposición a las pulsiones yoicas. Luego, una parte de las pulsiones
yoicas se pesquisó como sexual; una parte de la pulsión sexual que ha tomado
al yo como objeto. La oposición entre pulsiones yoicas y sexuales se convirtió
en la que media entre pulsiones sexuales narcisistas y de objeto. En su lugar
surgió una nueva oposición. Entre pulsiones sexuales y otras que han de
estatuirse en el interior del yo y pueden pesquisarse en las pulsiones de
destrucción, Eros y pulsiones de muerte.
Anteriormente: la vieja fórmula según la cual la psiconeurosis es un conflicto
entre pulsiones yoicas y sexuales no se desestima. La diferencia ha pasado de
ser cualitativa a tópica. Conflicto entre el yo y la investidura libidinosa de objeto.
VII
Hemos discernido cómo una de las más tempranas funciones del aparato es
ligar las mociones pulsionales que le llegan, sustituir el proceso primario por el
secundario, de energía libre a tónica. La transposición, donde no es posible
advertir el desarrollo de displacer, mas no por ello queda derogado el p.p.
Separemos función y tendencia. El p.p. es una tendencia al servicio de una
función: el principio de inercia. Dicha función participaría de la aspiración más
universal de todo lo vivo a volver atrás, hasta el reposo del mundo inorgánico.
La ligazón sería una función preparatoria destinada a acomodar la excitación
para luego tramitarla en el placer de la descarga.
El principio de placer parece estar directamente al servicio de las pulsiones de
muerte; monta guardia contra estímulos externos, pero especialmente a los de
adentro, que apuntan a dificultar la tarea de vivir.
Conferencia de angustia.

La angustia es una experiencia emocional penosa producida por


excitaciones de los órganos internos del cuerpo; es un estado conciente que
puede ser distinguido subjetivamente por la persona, de otras experiencias de
dolor, depresión, melancolía y tensiones producidas por el hambre, la sed, el
sexo y otras necesidades corporales
No existe la angustia inconsciente, así como tampoco existe el dolor
inconsciente
Angustia es sinónimo de miedo; Freud distinguió 3 tipos de angustia: Angustia
Real, Angustia neurótica y Angustia moral. Estos 3 tipos, difieren solo respecto
de sus fuentes:
ANGUSTIA REAL: Es una experiencia emocional penosa que se produce al
percibir un peligro en el mundo externo. La percepción del peligro y el
surgimiento de la angustia pueden ser innatos. Los temores se adquieren mas
fácilmente durante la infancia. Las experiencias que colman de angustia se
llaman traumáticas, porque reducen a la persona a un estado infantil de
invalidez. El prototipo de todas las experiencias traumáticas es el trauma del
nacimiento. Todos los miedos se relacionan con las primeras experiencias de
desvalidez y derivan de ellas; por eso es tan importante proteger al niño
pequeño de experiencias traumáticas.
ANGUSTIA NEUROTICA: Es provocada por la percepción de un peligro
proveniente de los instintos. Puede manifestarse en 3 formas: a) Aprensión
flotante: Esta angustia caracteriza a la persona nerviosa que siempre esta
esperando que ocurra algo terrible, esta persona tiene miedo de su propio ello;
b) La Fobia: es un miedo intenso e irracional y se da de esta forma porque la
fuente principal de la angustia se encuentra en el ello mas que en el mundo
externo. El rasgo característico de la fobia es que la intensidad del miedo no
guarda proporción alguna con la peligrosidad del objeto que la persona teme.
Detrás de cada miedo neurótico hay un deseo primitivo del ello por el objeto
que se teme. La persona desea lo que teme, o desea algo asociado con el
objeto temido o simbolizado por este. c) La tercera forma de angustia neurótica
se observa en reacciones de pánico o casi pánico. Estas reacciones se
manifiestan repentinamente , aparentemente sin ser provocadas. A veces se
lee que una persona enloqueció y disparo contra diversos individuos a quienes
no conocía y que no le habían hecho nada. Mas tarde no pudo explicar porque
hizo tal cosa. Estas reacciones son ejemplos del comportamiento de descarga
cuya finalidad es liberar a la persona de una angustia neurótica excesivamente
penosa, haciendo lo que el ello exige, a pesar de las prohibiciones del yo y del
superyó. El pánico es una forma de reacción extrema que se manifiesta en
formas menos violentas. La angustia neurótica se basa en la angustia real en el
sentido de que una persona tiene que asociar una demanda instintiva con un
peligro externo antes de que aprenda a temer sus instintos. La angustia
neurótica no es posesión exclusiva de la gente neurótica. La gente normal
también experimenta angustia neurótica, pero esta no domina su vida en el
mismo grado en que lo hace en la vida de los neuróticos
ANGUSTIA MORAL: Se experimenta como sentimientos de culpa o de
vergüenza en el yo, es suscitada por la percepción de un peligro proveniente
de la conciencia moral. El miedo original del que deriva la angustia moral es un
miedo objetivo: el miedo a los padres que castigan. El conflicto es puramente
intrapsiquico, ya que la angustia moral es una consecuencia del miedo objetivo
a los padres. La angustia moral tiene lazos estrechos con la angustia neurótica;
y estos lazos son creados por la disciplina del los padres que en gran parte se
dirigen contra la expresión de impulsos sexuales y agresivos. En la angustia
neurótica y moral el peligro no esta en el mundo externo ni en un daño físico
doloroso o una privación física la que la persona teme. ¿ Que teme entonces?
Tiene miedo del miedo en si. Esto es evidente en el caso de sentimientos de
culpa que son directamente penosos para la persona
La distinción entre los 3 tipos de angustia, no quiere decir que la persona que
experimenta la angustia se de cuenta de su fuente real. Puede pensar que
tiene miedo a algo del mundo exterior, cuando en realidad su miedo surge de
un peligro impulsivo o de una amenaza del superyó. Un estado de angustia
puede tener mas de una fuente, o también pueden mezclarse las tres.
Lo inconsciente.

Sentimientos Incc

La oposición entre Cc e Incc carece de toda pertinencia respecto de la


pulsión. Una pulsión nunca puede pasar a ser objeto de la Cc, solo puede serlo
la representación que es su representante.

Si la pulsión no se adhiriera a una representación ni saliera a la luz como un


estado afectivo, nada podríamos saber de ella.

Puede ocurrir que una moción de afecto o de sentimiento sea percibida, pero
erradamente. Porque la represion de su representante genuino fue compelida a
enlazarse con otra representación y asi la Cc la tiene por exteorización de esta
última. Cuando restauramos la concatenación correcta, llamamos Incc a la
moción afectiva originaria, aunque su afecto nunca lo fue, pues solo su
representación debió pagar tributo a la represión.

Los destinos del factor cualitativo de la moción pulsional que son


consecuencia de la represión pueden ser tres: El afecto persiste como tal, o es
mudado en un monto de afecto cualitativamente diverso (en particular en
angustia) o es sofocado, es decir se estorba por completo su desarrollo.

Esta sofocación es la meta genuina de la represión y su trabajo queda


inconcluso cuando no la alcanza. En todos los casos que la represion consigue
inhibir el desarrollo del afecto, llamamos Incc a los afectos que volvemos a
poner en su sitio tras enderezar lo que el trabajo represivo había torcido. En la
comparación con la representación Incc surge una importante diferencia: tras la
represión, aquella sigue existiendo en el interior del sistema incc como
formación real, mientras que ahí mismo al afecto Incc le corresponde solo una
posibilidad de planteo, a la que no se le permite desplegarse.

La diferencia estriba en que las representaciones son investiduras, mientras


que los afectos y sentimientos correspondes a procesos de descarga cuyas
exteriorizaciones últimas se perciben como sensaciones.

La represión puede llegar a inhibir la transposición de la moción pulsional en


una exteriorización de afecto. Esto nos muestra que el sistema Cc
normalmente gobierna la afectividad asi como el acceso a la motilidad y realza
el valor de la represión, por cuanto revela que no solo coarta la Cc, sino el
desarrollo del afecto y la puesta en marcha de la actividad muscular. Con una
formulación invertida podríamos decir: mientras el sistema Cc gobierna la
afectividad y la motilidad, llamamos normal al estado psíquico del individuo.

La importancia del sistema Cc para el acceso al desprendimiento de afecto y


a la accion nos permite también comprender el papel que toca la
representación sustitutiva en la conformación de la enfermedad. Es posible que
el desprendimiento de afecto parta directamente del sistema Incc, en cuyo caso
tiene siempre el carácter de la angustia, por la cual son trocados los afectos
reprimidos. Pero con frecuencia la moción pulsional tiene que aguardar hasta
encontrar una representación sustitutiva en el interior del sistema Cc. Después
el desarrollo del afecto se hace posible desde este sustituto Cc, cuya
naturaleza determina el carácter cualitativo del afecto. En la represión se
produce un encuentro de sus destinos separados. Un afecto no hace su
aparición hasta que no se consumado la irrupción en una nueva subrogación
del sistema Cc

Tópica y dinámica de la represión

La represión es en lo esencial un proceso que se cumple sobre


representaciones en la frontera de los sistemas incc y Prcc. Ha de tratarse de
una sustracción de investidura (predominando acá, el supuesto funcional, sobre
el tópico)

La representación reprimida sigue teniendo capacidad de acción dentro del


Incc; por lo que debe haber conservado su investidura. Entonces la represión
solo puede consistir en que a la representación se le sustraiga la investidura Cc
que pertenece al sistema Prcc. La representación queda desinvestida o recibe
investidura Incc o conserva la investidura Incc que ya tenía. Hay sustracción de
la investidura Prcc o conservación de la investidura Incc o sustitución de la
investidura Prcc por una Incc. Notemos que el paso desde el sistema Incc a
uno contiguo no acontece mediante una transcripción nueva, sino mediante un
cambio de estado, una mudanza en la investidura.
El aludido mecanismo de sustracción de una investidura Prcc no funcionaria
cuando estuviera en juego la figuración de la represión primordial, es que en
ese caso está presente una representación Incc que aun no ha recibido
investidura alguna del Prcc y por tanto ella, no puede serle sustraída

Aquí necesitamos de otro proceso que el primer caso mantenga la represión


y en el segundo cuide de su producción y de su permanencia.

La contrainvestidura representa el gasto permanente de energía de una


represión primordial, pero es también lo que garantiza su permanencia. Es el
único mecanismo de la represión primordial, en la represión propiamente dicha
se suma la sustracción de la investidura Prcc. Y es muy posible que la
investidura sustraída de la representación se aplique a la contrainvestidura.

Las propiedades particulares del sistema Incc

El núcleo del Incc consiste en agencias representantes de pulsion que


quieren descargar su investidura, por tanto en mociones de deseo. Estas
mociones pulsionales estas coordinadas entre si, subsisten unas junto a las
otras sin influirse y no se contradicen entre ellas. Cuando son activadas al
mismo tiempo dos mociones de deseo cuyas metas no podrían menos que
parecernos inconciliables, ellas no se quitan nada ni se cancelan
recíprocamente, sino que concluyen en la formación de una meta intermedia,
de un compromiso.

Dentro de este sistema no existe negación, no existe duda, ni grado alguno


de certeza. Todo esto es introducido solo por el trabajo de la censura entre Incc
y Prcc.

Por el proceso de desplazamiento, una representación puede entregar a otra


todo el monto de su investidura y por el de condensación, puede tomar sobre
si, la investidura integra de muchas otras. Estos son dos procesos del proceso
primario. Dentro del sistema Prcc rige el secundario.

Los procesos del sistema Incc son atemporales, no están ordenados con
arreglo al tiempo. Están sometidos al principio de placer, su destino no solo
depende de la fuerza que poseen y de que se cumplan los requisitos de la
regulación de placer – displacer.

El comercio entre los dos sistemas

Seria erroeno imaginarse que el Icc permanece en reposo mientras todo le


trabajo psíquico es efectuado por el Prcc. El Incc es algo vivo, susceptible de
desarrollo y mantiene con el Prcc una seria de relaciones, entra ellas, la de
cooperación. El Incc se continúa en los llamados retoños, influye de continuo
sobre el Prcc y a su vez está sometido a influencias por parte de este.

Entre los retoños de las mociones pulsionales Incc, hay algunos que reúnen
dentro de si, las notas contrapuestas. Por una parte presentan una la
organización, y por la otra son Incc. Por lo tanto pertenecen al sistema Prcc,
pero de hecho al Incc.

Las fantasías a pesar de su alta organización, permanecen reprimidas, se


aproximan a la Cc y alli se quedan imperturbadas mientras tienen una
investidura. Otros tantos retoños del incc de alta organización son las, que
logran irrumpir en la Cc merced a una relacion favorable.

A todo esto se lo presenta como lo Prcc. Un sector muy grande de este Prcc
proviene de lo Incc, tiene que el carácter de sus retoños y sucumbe a una
censura antes que pueda devenir Cc. Otro sector del Precc es susceptible de
Cc sin censura. Esto nos lleva a contradecir un supuesto anterior. Antes
situamos la censura entre el Incc y el Prcc, ahora nos es sugerida entre el Prcc
y la Cc. Vamos a suponer que una nueva censura corresponde a todo paso de
un sistema al que le sigue, queda deshechado con relación e ellos el supuesto
de una renovaciones continuada de transcripciones.

Por lo tanto, ni con los sistemas ni con la represión mantiene la Cc un


vinculo simple. La verdad es que no solo lo reprimido psíquicamente
permanece ajeno a la Cc, también una parte de las mociones que gobiernan
nuestro yo.
Notamos que retoños del Incc devienen Cc como formaciones sustitutivas y
como síntomas, por lo regular tras grandes desfiguraciones respecto de los
Incc.

Lo Incc es rechazado por la censura en la frontera de lo Prcc, sus retoños


pueden sortear esa censura, organizarse en un nivel más alto, crecer dentro
del Prcc hasta una cierta intensidad de investidura pero despues, cuando la
han rebasado y quieren imponerse a la Cc, puede ser individualizados como
retoños del Incc y reprimidos otra vez en la nueva forntera del censura situada
entre el Prcc y Cc, asi la primera censura funciona contra el Incc mismo, la
segunda contra los retoños Prcc de él.

La censura entre Precc y Cc nos advierte que el devenir Cc, no es un mero


acto de percepción, sino que puede tratarse de una sobreinvestidura.

En las raíces de la actividad pulsional los sistemas se comunican entre si de


manera mas amplia. Una parte de los procesos ahí excitados paran por el Incc
como una etapa preparatoria y en la Cc alcanzan la conformación psíquica más
alta. Otra parte es retenida como Incc. Pero el Incc es alcanzado también por
las vivencias que provienen de la percepción exterior.

El contenido del sistema Prcc proviene en una parte, de la vida pulsional y


en la otra de la percepción.

Una cooperación entre una moción Prcc y un Cc, aun reprimida, puede
producirse cuando, la moción Incc pueda operar en el mismo sentido que una
de las aspiraciones dominantes. La represión queda cancelada para este caso
y la actividad reprimida se admite como refuerzo de la que está en la intensidad
del yo, sin que en los demás se modifique para nada su represión.

Una división tajante y definitiva del contenido de los dos sistemas no se


establece, hasta la pubertad.

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