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Los síntomas iniciales pueden ser similares a los de las neurosis y los desordenes
caracterológicos; de ahí que sin un exhaustivo estudio diagnostico se corre el riesgo de pasar
por alto la particular organización caracterológica de estos pacientes, limitando así las
posibilidades del tratamiento.
Los pacientes de personalidad fronteriza pueden sufrir episodios psicóticos pasajeros cuando
se encuentran en situaciones de gran tensión o bajo los efectos del alcohol o las drogas.
Presenten al comienzo lo que superficialmente parece ser una típica sintomatología neurótica.
Sin embargo, sus síntomas neuróticos y su patología caracterológica exhiben ciertas
peculiaridades que apuntan a una organización fronteriza subyacente. Ninguno de estos
síntomas es por sí solo patognomónico, pero la presencia de dos, o específicamente tres de los
enumerados a continuación, constituyen un fuerte indicio de una personalidad fronteriza
subyacente. Ahora bien, el diagnostico definitivo depende de la patología yoica característica y
no de los síntomas descriptivos.
Estos pacientes suelen presentar una ansiedad flotante, crónica y difusa, que adquiere especial
significación cuando esta presenta toda una variedad de otros síntomas o rasgos patológicos
del carácter. Por lo tanto, la ansiedad tiene un carácter más definitorio que los otros síntomas
o rasgos caracterológicos, con la excepción de la reacción crónica de ansiedad que
secundariamente ha llegado a tener el significado especial de un síntoma de conversión;
asimismo, en ciertos pacientes sometidos a psicoterapia intensiva pueden utilizar la ansiedad
misma a modo de resistencia.
Muchos pacientes presentan varios síntomas neuróticos, pero importa considerar aquí
únicamente aquellos en los que se observan dos o más de los síntomas enunciados a
continuación
a) Fobias múltiples: sobre todo aquellas que generan limitaciones importantes a la vida
cotidiana. Las fobias múltiples, en especial aquellas que ponen de manifiesto tendencias
paranoides y que provocan serias inhibiciones sociales, constituyen una evidencia presuntiva
de personalidad fronteriza.
b) Síntomas obsesivo – compulsivo: que secundariamente se han hecho sintónicos con el yo,
adquiriendo en consecuencia el carácter de pensamientos y acciones sobreevaluados.
Se trata de pacientes con una desviación sexual manifiesta en cuyo marco coexisten varias
tendencias perversas. Es otro indicador de los bordes.
Están comprendidas aquí las formas graves de patología caracterológica en las que hace
irrupción de modo crónico y repetitivo un impulso destinado a gratificar necesidades
instintivas de un modo que fuera de los episodios impulsivos, resulta distonico con el yo,
mientras que dentro del contexto de dichos episodios es sintónico con el yo y altamente
placentero. Se confunde también con las personalidades actuadoras, presentando con éstas
una diferenciación de tipo cuantitativo. Las neurosis impulsivas parecen centrarse en la
preferencia por un escape temporariamente sintónico con el yo que permite la directa
gratificación de una necesidad instintiva; los caracteres actuadores en cambio muestran una
falta de control de los impulsos más generalizado, combinaciones más caóticas de impulsos y
defesas en diversas áreas, una sintonicidad con el yo menos neta y una gratificación menos
directa y grosera de determinado impulso.
Muchas personalidades infantiles y las más típicas personalidades narcisistas presentan una
organización fronteriza subyacente: la personalidad “como sí” corresponden también a este
último grupo. Asimismo, las personalidades antisociales que tuve la oportunidad de estudiar
mostraron, en todos los casos, una típica organización fronteriza.
Todas las interacciones de estos pacientes con los demás están referidas a sí mismos en
medida inusual; tienen gran necesidad de ser amados y admirados y se detecta en ellos una
curiosa contradicción entre un concepto muy inflado de sí mismo y la desmedida necesidad de
recibir el tributo con los otros. Su vida emocional carece de profundidad, experimenta escasa
empatía por los sentimientos de las demás personas, encuentran pocos motivos para disfrutar
de la vida, más allá de los que le brindan el homenaje de los otros o sus propias fantasías
grandiosas; se sienten inquietos y hastiados cuando el brillo externo se desgasta y no haya
nuevas fuentes para alimentar su autoestima. Envidian a otras personas; tienden a idealizar a
determinados individuos de quienes esperan gratificaciones narcisistas y a despreciar y
desvalorizar a otros de quienes nada puede esperar. En general, sus relaciones con los demás
tiene un carácter netamente explotador y en ocasiones parásito. Es como si sintiera tener el
derecho de controlar y poseer a los otros y de explotarlos sin culpa: bajo su aparente simpatía
y encanto, es posible percibir una naturaleza fría y despiadada. Se considera con frecuencia
que estos pacientes “dependen” de los demás por su gran necesidad de recibir el tributo y el
amor de otras personas, pero la honda desconfianza y el desprecio que sienten por todos los
hacen totalmente incapaces de depender de nadie.