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Historia de España 2º Bachillerato María del Mar Cordón Caballero

TEMA 12: LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1931-1936)


1. INTRODUCCIÓN.
2. ¿POR QUÉ UNAS ELECCIONES MUNICIPALES TRAJERON LA REPÚBLICA?
3. EL NUEVO RÉGIMEN REPUBLICANO.
3.1. La Constitución de 1931.
3.2. El sistema de partidos y sindicatos.
4. EL BIENIO PROGRESISTA (1931-1933).
4.1. Reformas: socio-laborales, religiosa, militar, autonómica y educativa – cultural.
4.2. Crisis de la coalición de izquierdas.
5. EL BIENIO CONSERVADOR (1933-1936).
5.1. Los gobiernos de centro-derecha.
5.2. Radicalización obrera.
5.3. Descomposición política.
6. EL FRENTE POPULAR (1936).
6.1. Las elecciones de febrero de 1936.
6.2. La etapa del Frente Popular.
6.3. La preparación del golpe de Estado.

1. INTRODUCCIÓN.
El fracaso de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), que contó con el apoyo de Alfonso
XIII, supuso también el hundimiento de la monarquía. La II República, proclamada el 14 de abril de
1931, instauró un régimen plenamente democrático que puso en marcha un programa reformista
apoyado por republicanos y socialistas. Estas reformas suscitaron la oposición de los sectores más
conservadores de la sociedad española y fueron paralizadas a finales de 1933 por el triunfo electoral
de la coalición de centro-derecha. En 1936, la victoria electoral del Frente Popular provocó un
levantamiento militar que fue apoyado por los partidos y organizaciones de la Guerra Civil.

2. ¿POR QUÉ UNAS ELECCIONES MUNICIPALES TRAJERON LA REPÚBLICA?


Los resultados de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 convocadas por el Gobierno
del almirante Aznar dieron en la mayoría de los municipios rurales la victoria a las candidaturas
monárquicas; pero en las capitales de provincia y principales núcleos urbanos triunfó la conjunción
republicano-socialista, partidaria de la instauración de un régimen republicano. Dos días después,
el 14 de abril, Alfonso XIII decidía acatar la voluntad popular, renunciar a la potestad real y abandonar
se formó
España. En Madrid, los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián constituyeron un Gobierno
Provisional, presidido por Niceto Alcalá Zamora. Al margen de la coalición quedaban la derecha
monárquica, el nacionalismo vasco y el obrerismo más radical (comunistas y anarquistas).
El Gobierno decretó una serie de medidas de extrema urgencia: la concesión de una amnistía
general para los presos políticos, la proclamación de las libertades políticas y sindicales y la
designación de los altos cargos de la Administración. También convocó unas nuevas elecciones
municipales para finales de mayo, con la intención de impedir que en muchos municipios
que
siguiese
bajo el control de las antiguas autoridades monárquicas. Estos comicios, celebrados el 28 de junio,
concluyeron con una aplastante victoria de los partidos de la conjunción. Por tanto, el ejecutivo quedó
en manos de la coalición republicano – socialista, que ratificó en sus cargos al jefe de Gobierno
(Niceto Alcalá Zamora) y a los ministros del Gobierno Provisional. La primera tarea de las nuevas
Cortes fue elaborar una nueva Constitución de carácter republicano.

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3. EL NUEVO RÉGIMEN REPUBLICANO.


3.1. La Constitución de 1931.
La Constitución de 1931 tenía un carácter democrático y progresista: España fue definida como
“una república de trabajadores de todas las clases sociales”, al tiempo que se manifestaba la renuncia
a la guerra como instrumento de las relaciones internacionales. También se establecía el principio de
la soberanía popular, la forma de gobierno republicanas, unas Cortes de carácter unicameral y una
división de poderes muy acentuada. El poder legislativo residía en el Parlamento, con una clara
preeminencia de este frente al Gobierno y al jefe del Estado. El presidente de la República, elegido
por los diputados, tenía escasas atribuciones y un mandato de seis años.
Se hacía una amplia declaración de derechos y libertades. Se garantizaba la igualdad ante la ley,
la educación y el trabajo, y la no discriminación por razón de origen, sexo o riqueza, y se instauraba
la educación primaria obligatoria y gratuita. Se reconocía la facultad del Gobierno para expropiar
bienes de utilidad social y se definía el trabajo como una obligación social. Se establecía el derecho
a voto desde los 23 años y, por primera vez, se concedía el voto a las mujeres. Por último, se declaraba
la laicidad del Estado (separación Iglesia – Estado) y se reconocían el matrimonio civil y el divorcio.
Tras intensos debates parlamentarios, la Constitución fue aprobada el 9 de diciembre de 1931,
aunque obtuvo el rechazo de los partidos de derechas y de los sectores católicos. Tampoco contó con
el consenso de los grupos republicanos más moderados. Alcalá Zamora (que había dimitido de la
presidencia del Gobierno por no estar de acuerdo con los artículos sobre materia religiosa) fue
nombrado Presidente de la República y Manuel Azaña se hizo con la presidencia del Gobierno.
3.2. El sistema de partidos y sindicatos.
Entre los grupos de izquierdas, los partidos republicanos estaban formados por Acción
Republicana y Partido Radical-Socialista; los autonomistas integrados por Esquerra Republicana
de Catalunya y la Organización Republicana Gallega Autonómica; y representando a los obreros
e incluyendo a sindicatos sobresalen el PSOE, el PCE y el Partido Obrero de Unificación Marxista
(POUM); y los sindicatos de UGT (ligado al PSOE), CNT y FAI.
Por su parte, los partidos de derechas se dividen en: republicanos de centro-derecha como Partido
Republicano Radical de Lerroux y Partido Republicano Progresista de Alcalá Zamora; de
derechas, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), el Partido Agrario
Español, el Partido Republicano Conservador de Maura, y el Partido Republicano Liberal
Demócrata; autonomistas de derechas como la Lliga Catalana y el Partido Nacionalista Vasco; y
representando a los obreros e incluyendo a sindicatos sobresalen los Sindicatos católicos agrarios y
como Partido la Solidaridad de Trabajadores Vascos. Por último, los partidos de derechas
contrarios a la República se dividen en monárquicos: Renovación Española de Calvo Sotelo y
Comunión Tradicionalista (antiguos carlistas); y autoritarios: JONS (Ledesma) y Falange
Española de Primo de Rivera.

4. EL BIENIO PROGRESISTA (1931-1933).


4.1. Reformas: socio-laborales, religiosa, militar, autonómica y educativa – cultural.
La llegada de la República supuso para el conjunto de los trabajadores la aprobación de una nueva
legislación socio-laboral, cuyo artífice principal fue el socialista Largo Caballero. Se concretó en la
Ley de Términos Municipales, la Ley de Jurados Mixtos, la Ley de Laboreo forzoso y el
establecimiento de la jornada máxima laboral de ocho horas. Estas normas entraron en vigor
acompañadas de una compleja pero eficaz legislación, que pretendía mejorar y dignificar la situación

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de los trabajadores del mundo rural y urbano. Junto a estas reformas se emprendieron otras en materia
comercial, fiscal, hidráulica, industrial y, por supuesto, agraria.
La Ley de Reforma Agraria de 1932 fue el proyecto de mayor envergadura. Su objetivo era crear
una clase media rural, propietaria de sus explotaciones, y que habría de ser la que incentivara la
salida del atraso industrial. Esta ley permitía la expropiación sin indemnización de las tierras de una
parte de la nobleza, mientras que las cultivadas deficientemente, las arrendadas sistemáticamente o
las que pudiendo ser regadas no lo eran se podían expropiar indemnizando a sus propietarios. No
obstante, y a pesar de las buenas intenciones de la ley, su puesta en marcha no contentó a nadie, ni a
los grandes propietarios agrícolas que se mostraron totalmente contrarios a ella, ni los pequeños
propietarios e incluso campesinos, que no veían en ella una rápida mejora de sus condiciones de vida.
En materia religiosa, uno de los primeros objetivos de la República fue limitar la influencia de la
Iglesia y secularizar la sociedad española. La Constitución estipuló la no confesionalidad del Estado,
la libertad de cultos y la supresión del presupuesto de culto y clero. También se permitieron el divorcio
y el matrimonio civil, se retiraron los crucifijos de las escuelas y se secularizaron los cementerios. No
obstante, la cuestión religiosa alejó a la República a unas derechas que encontraron en la defensa de
su moral, su ética y su fe católica una seña de identidad capaz de aglutinar a las clases conservadoras
contra una república a la que no tardaron en calificar de roja y atea. a la República
Asimismo, la República se propuso reformar las instituciones militares y policiales. Con esta
finalidad se promulgó la Ley de Retiro de la Oficialidad (1931), que ofrecía a los oficiales en activo
la posibilidad de retirarse voluntariamente y en óptimas condiciones. Además, se suprimieron algunos
rangos tradiciones, se redujo el número de unidades y oficiales, se cerró la Academia Militar de
Zaragoza, vivero de los sectores más reaccionarios del ejército; y se creó en material policial la
Guardia de Asalto. Quince meses después de la proclamación de la república, algunos militares, con
el general Sanjurjo a la cabeza, se sublevaron en Sevilla y protagonizaron un primer golpe de Estado
contra la República. Aunque el levantamiento fracasó, la “Sanjurjada” constituyó un serio aviso de
que la lealtad del ejército no estaba garantizada.
Aunque los gobernantes de 1931 defendían un Estado central fuerte y concebían España como una
unidad histórica y cultural, emprendieron una reforma territorial que permitiría a las regiones con
sentimientos nacionalistas tener una organización propia y acceder a la autonomía. Este fue el caso
de Cataluña, que formó un gobierno autónomo, la Generalitat, y la aprobación por las Cortes de su
estatuto de Autonomía en septiembre de 1932, con Lluís Companys como presidente desde 1933;
o del País Vasco, que en octubre de 1936 consiguieron su estatuto, y José Antonio Aguirre, principal
dirigente del PNV, fue elegido primer lendakari.
Por último, se debe atender a la cuestión educativa y cultural. A la reforma de la enseñanza se
dedicaron muchos recursos. La República emprendió un plan de construcción de miles de escuelas e
inició la implantación de una reforma basada en la consolidación de una enseñanza pública,
obligatoria y gratuita. Se optó por un sistema de educación laico y se introdujo la coeducación,
suprimiendo así la separación de los alumnos en las aulas por razón de sexo. En materia cultural, se
fundaron bibliotecas, organizaron cursos y conferencias de literatura española, teatro y danza clásica,
Casas de la Cultura, se crearon escuelas de verano o institutos para obreros…
4.2. Crisis de la coalición de izquierdas.
Las reformas emprendidas por la coalición republicano-socialista fueron contestadas por diversos
sectores sociales. Por un lado, la derecha y los grupos de presión (organizaciones patronales, Iglesia
y ejército) mostraron una fuerte resistencia al proceso reformista. Asimismo, a los ya tradicionales
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problemas de la economía española se unieron las repercusiones de la crisis económica de 1929. El


deterioro de la economía hizo aumentar la conflictividad social y las huelgas, comportando a su vez
un incremento de la violencia política, y acabando en algunas ocasiones, con una represión por parte
de las fuerzas policiales. Y ante esta grave crisis, se fijaron nuevas elecciones generales para el 19 de
noviembre de 1933 que darían el gobierno a la CEDA y Partido Republicano Radical de Lerroux.

5. EL BIENIO CONSERVADOR (1933 – 1936).


5.1. Los gobiernos de centro – derecha.
El nuevo Gobierno inició un viraje en la política reformista del bienio anterior. En el campo frenó
la reforma agraria; también intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de
culto y clero e iniciando negociaciones para firmar un concordato con la Santa Sede. En cuanto al
ejército, se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo en 1932.
También se inició la destitución de los ayuntamientos en manos de republicanos y socialistas,
que fueron sustituidos por comisiones gestoras formadas por miembros de los viejos partidos
monárquicos, adscritos a Lerroux o a la CEDA. En cuanto a la cuestión agrícola, el Gobierno central
se enfrentó con la Generalitat de Cataluña, a raíz de la promulgación, en 1934, de la Ley de Contratos
de Cultivo, que permitía a los campesinos arrendatarios de las viñas acceder a la propiedad de las
tierras que trabajaban pagando a los propietarios unos precios tasados. El Tribunal de Garantías
Constitucionales determinó su inconstitucionalidad y anuló sus efectos. El Gobierno de la
Generalitat no aceptó la anulación y aprobó una nueva ley prácticamente idéntica, dejando el conflicto
en una situación crítica. Por otro lado, el Gobierno central también se enemistó con los nacionalistas
vascos al paralizar en las Cortes la discusión del proyecto de estatuto vasco impulsado por el PNV.
5.2. Radicalización obrera.
El viraje conservador y la obstrucción de las reformas provocaron una radicalización del PSOE
y de la UGT, auspiciada por Largo Caballero. En junio de 1934, los socialistas declararon una huelga
general campesina en defensa de las conquistas legales y de las mejoras socio-laborales alcanzadas.
El movimiento fue reprimido, y se produjo la detención de los dirigentes socialistas. Ante esta
situación, la CEDA endureció su posición y reclamó una acción más contundente en materia de orden
público, exigiendo participar en el Gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo parlamentario. El
jefe del Gobierno, Lerroux, accedió a las peticiones, y el 5 de octubre de 1934 otorgó tres carteras
ministeriales a la CEDA, lo cual fue interpretado por la izquierda como una deriva hacia el fascismo.
Al día siguiente de la formación del nuevo Gobierno, por iniciativa de la UGT, se produjeron
huelgas y manifestaciones en algunas grandes ciudades. Los acontecimientos de octubre de 1934
fueron graves en Asturias y Cataluña, pero el movimiento fracasó a nivel nacional por la falta de
coordinación y la contundente repuesta del Gobierno, que decretó el estado de guerra.
5.3. Descomposición política.
En la primavera de 1934, tras la puesta en libertad del general Sanjurjo, un sector de los radicales
encabezados por Martínez Barrio, formaron la Unión Republicana. A la primavera siguiente, se formó
un nuevo gobierno presidido por Lerroux, que incluía a cinco miembros de la CEDA (Gil Robles era
ministro de Guerra y el general Francisco Franco, jefe del Estado Mayor). El ejecutivo inició la
contrarrevolución que Gil Robles venía anunciando a sus partidarios. A lo largo de 1935 se acentuaron
las divisiones entre los partidos que apoyaban a los gobiernos de centro-derecha, sobre todo a partir
de los escándalos de corrupción en que se vieron envueltos Lerroux y los radicales, que provocaron
su descrédito ante la opinión pública. Haciendo uso de sus prerrogativas, el presidente Alcalá Zamora
decidió disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones para febrero de 1936.

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6. EL FRENTE POPULAR (1936).


6.1. Las elecciones de febrero de 1936.
Las izquierdas decidieron acudir a las elecciones formando una gran coalición que incluyó a los
republicanos reformistas, al PSOE e incluso a los comunistas, y adoptó el nombre de Frente Popular.
Por su parte, los partidos de derecha formaron distintas coaliciones constituidas por la CEDA, los
monárquicos y los tradicionalistas (Bloque Nacional) y en algunas provincias se incluyó a los
radicales y a la Lliga Catalana; sin embargo, no lograron confeccionar una candidatura única.
El Frente Popular, que obtuvo en las elecciones el 48% de los votos frente a las derechas que
obtuvieron el 46’5%, se convirtió en la fuerza ganadora. De acuerdo con lo firmado en el programa
del Frente Popular, el nuevo gobierno quedó formado exclusivamente por republicanos, mientras
que el resultado de partidos de la coalición se comprometieron a darles apoyo parlamentario. Manuel
Azaña fue nombrado presidente de la República, con gran oposición de la derecha y el centro, y
Casares Quiroga, presidente del Gobierno.
6.2. La etapa del Frente Popular.
El nuevo gobierno puso en marcha el programa pactado en la coalición electoral. Se decretó una
amnistía (fueron excarcelados unos 30.000 presos políticos) y se obligó a las empresas a readmitir a
los obreros despedidos a raíz de los conflictos de 1934. El Gobierno de la Generalitat volvió al poder
y se restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y en el País Vasco y Galicia se iniciaron las
negociaciones para la aprobación de sus respectivos estatutos.
Esperanzados con las perspectivas de cambio, los partidos de izquierda y los sindicatos se lanzaron
a una movilización popular. Los anarquistas proponían acciones revolucionarias, y un sector del
socialismo se orientó hacia soluciones radicales cercanas a las del PCE. En las ciudades se convocaron
huelgas, y en el campo, especialmente en Andalucía y Extremadura, los jornaleros se adelantaron a
la legislación y ocuparon las tierras.
La nueva situación fue recibida por las derechas con absoluto rechazo. Muchos propietarios de
tierras se opusieron a las medidas del Gobierno; algunos empresarios industriales expatriaron
capitales y la Iglesia inició nuevas campañas contra la República.
6.3. La preparación del golpe de Estado.
La situación política y social se hizo muy conflictiva: los enfrentamientos en las calles proliferaron
y la escalada de huelgas y desórdenes generó un clima de violencia social. Falange Española y otros
grupos de extrema derecha formaron patrullas armadas que iniciaron acciones violentas contra líderes
izquierdistas, y estas fueron respondidas del mismo modo por los militantes más radicales de la
izquierda. Buena parte de la derecha estaba pensando ya en un golpe de fuerza para acabar con el
Frente Popular, mientras el Gobierno trataba de controlar los disturbios y restablecer el orden social.
su preparación
Hoy sabemos que la preparación del golpe militar se inició incluso antes del triunfo electoral del
Frente Popular. Buena parte de la oficialidad del ejército, convencida de la proximidad de una
revolución bolchevique, comenzó a planificar un levantamiento armado liderado por Sanjurjo, y
organizado desde Pamplona por el general Mola, quien asumió el papel de director. Aunque carecían
de unos objetivos claros, más allá de la restauración del orden y de la autoridad, la defensa de la
unidad de España y de la religión católica, y de un marcado carácter antidemocrático y anticomunista,
las ramas de la conspiración fueron extendiéndose. El asesinato el 13 de julio de 1936 del líder de
los monárquicos alfonsinos José Calvo Sotelo a manos de integrantes de fuerzas policiales, en
venganza por el asesinato del teniente Castillo por la ultraderecha, aceleró la sublevación militar,
que se inició el 17 de julio en Marruecos y dio comienzo a una Guerra Civil que duraría tres años.
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