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Tema 12. La Segunda República española (1931-1936).

La
Constitución de 1931. Política de reformas y realizaciones
culturales. Reacciones antidemocráticas.

1. LA INSTAURACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA: BASES SOCIALES Y FUERZAS POLÍTICAS.

E n las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 la mayoría de los ciudadanos


votaron a los candidatos republicanos y socialistas en los principales núcleos urbanos.
En las zonas agrícolas, donde seguía imperando el caciquismo, se siguió apoyando a los
monárquicos. Todo estaba perdido para Alfonso XIII, quien comprendió la falta de apoyo
popular y el abandono de algunos políticos, antes fervientes monárquicos, que no
entendieron el respaldo del rey a un dictador y la abolición de los derechos constitucionales.
El 14 de abril se proclamaba la República, mientras el rey dejaba el trono y salía para el
exilio. Un Gobierno Provisional (abril-diciembre de 1931), presidido por Niceto Alcalá
Zamora, asumió el poder, mientras que por calles y plazas la muchedumbre vitoreaba a la
República. El cambio de régimen se había producido en paz y en el mayor orden posible,
mientras los intelectuales hablaban de la madurez política del pueblo.
El gobierno provisional estaba integrado por representantes de toda la gama de partidos
republicanos. Fundamentalmente era un grupo de intelectuales procedentes de la pequeña
burguesía, aunque también había tres representantes del PSOE y la UGT.
Este gobierno fue acogido con esperanza por los más diversos sectores de la sociedad. La
República comenzaba su andadura con una base social popular muy amplia. Sin embargo, la
práctica política de este período de la Historia de España llevaría, como más adelante
veremos, a una ruptura, teniendo la República una base menor, en la que no estaban
amplios grupos de descontentos por diversos motivos: políticos, religiosos, económicos, etc.
Las fuerzas políticas: El panorama aparece complicado por el gran número de partidos
políticos de todo signo que existieron durante ese período. Destacamos sólo algunos de
ellos:
a) Grupos fascistas.
- JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista), dirigida por Onésimo Redondo y Ramiro
Ledesma.
- Falange Española. Fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. En
1934 se unieron Falange y JONS (Falange Española de las JONS).
b) Fuerzas de derecha.
- Comunión Tradicionalista (carlistas). Monárquicos tradicionalistas que se negaban a
aceptar la República.
- Renovación Española. Grupo creado en 1933 por monárquicos alfonsinos. Eran contrarios a
la democracia y al sufragio universal y defendían el autoritarismo y el tradicionalismo
católico.

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- CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Conservadores, católicos,
contrarios a la reforma agraria, al socialismo y al nacionalismo catalán y vasco. Estaba
liderada por José María Gil Robles.
- Partido Agrario (PA). Dedicado a la defensa de los intereses de las patronales agrarias
frente a los proyectos de reforma agraria.
c) Fuerzas de centro.
- Partido Republicano Radical. Pretendía la defensa del orden y era contrario al movimiento
obrero. Su base social era la media y pequeña burguesía. Su líder era Alejandro Lerroux.
d) Grupos republicanos de izquierda.
- Partido Radical Socialista. Muy vinculado a la tradición de la Institución Libre de Enseñanza.
Liderado por Marcelino Domingo.
- Acción Republicana. Partido progresista y pacifista con un ambicioso plan de reformas. Su
principal dirigente fue Manuel Azaña. En 1934 este partido político y el Partido Radical
Socialista se fusionaron formando Izquierda Republicana.
e) Partidos proletarios.
- PSOE. Muy poderoso estos años. Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto y Julián
Besteiro eran sus máximos dirigentes.
- PCE (Partido Comunista de España). Revolucionario, pro-soviético y poco importante
numéricamente en afiliados y en votos.
-POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Partido marxista antiestalinista que tuvo su
campo de actuación en Cataluña.
- Anarquistas. Indiferentes a la legalidad republicana y dispuestos siempre a la insurrección
revolucionaria.
f) Partidos regionalistas y nacionalistas.
- PNV (Partido Nacionalista Vasco). Conservador y católico.
- ORGA (Organización Regional Autonomista Gallega). Autonomista de izquierda. Encabezada
por Santiago Casares Quiroga.
- Lliga Catalana. Conservador.
- Esquerra Republicana de Cataluña. Nacionalista exaltado de izquierdas, liderado por
Francesc Macià y Lluis Companys.

2. LA CONSTITUCIÓN DE 1931.
En junio se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal
masculino. Como novedad se pudieron presentar mujeres como candidatas. En las urnas
triunfaron de modo aplastante los republicanos de izquierda y los socialistas. El texto
constitucional resultante sería aprobado el 9 de diciembre de 1931.
La Constitución de 1931 se halla en la línea de nuestro constitucionalismo democrático, pues
pone el acento en la soberanía nacional de base popular, la proclamación de un extenso
programa de derechos y libertades, y la división de poderes. Por otro lado, tiene un carácter
socializante, que queda subrayado al definir el régimen como una República democrática de
trabajadores de toda clase; y al mismo tiempo es de signo liberal al salvaguardar la
propiedad privada y otras garantías de carácter individual. Las líneas maestras del texto

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están basadas en la Constitución de 1869 y en el proyecto de Constitución federal de la I
República. También parece que se inspiran en la Constitución de Weimar, vigente en
Alemania desde el final de la Primera Guerra Mundial.
Los poderes del Estado se organizaban de la siguiente manera: El poder legislativo quedaba
depositado en el Congreso. El Presidente de la República, elegido por los diputados y no
directamente por los electores, ocupaba la Jefatura del Estado. Su mandato, sin posibilidad
de reelección, duraba seis años y sus atribuciones eran reducidas. Al Gobierno, que
respondía ante el Congreso, correspondía el poder ejecutivo y elaborar los proyectos de ley.
El poder judicial quedaba en manos de los jueces y tribunales cuya independencia era
garantía constitucional. La participación popular en la Justicia se canalizaba a través de la
institución de los jurados. Por primera vez se creó un Tribunal de Garantías Constitucionales,
cuya función principal era decidir sobre la inconstitucionalidad de las leyes.
Se afronta el problema regional diseñando un Estado integral compatible con la autonomía
de municipios y regiones. Se posibilitaba que una o varias provincias limítrofes, con
características históricas y culturales comunes, solicitaran un Estatuto de autonomía. La
consecuencia fue la aprobación del Estatuto de Cataluña (septiembre de 1932) y del Estatuto
del País Vasco (octubre de 1936, ya iniciada la Guerra Civil).
El texto constitucional republicano rompió la tradición bicameral, con unas Cortes formadas
por una sola cámara, el Congreso, elegida por sufragio universal, igual, directo y secreto. Por
primera vez se reconocía el voto a las mujeres y podían ser también elegidas.
Tema destacado y polémico fue el religioso, cuyo tratamiento no era producto del consenso
sino de la visión anticlerical de la mayoría de izquierdas de las Cortes Constituyentes. El
Estado se declaraba aconfesional y se suprimía toda ayuda económica a la Iglesia católica,
que se la equiparaba a cualquier otra confesión religiosa. Además se disolvía la Compañía de
Jesús y se prohibía a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza o actividades de industria y
comercio.

3. ETAPAS DE LA REPÚBLICA. CONFLICTO POLÍTICO Y REACCIONES ANTIDEMOCRÁTICAS.


La Segunda República Española desde el principio se vio condicionada por intereses políticos
muy contrapuestos y, en consecuencia, por una permanente conflictividad que la llevaría al
fracaso final. La confrontación política se manifestó en constantes reacciones
antidemocráticas, que se acentuaron al final de la República.
También la situación de crisis económica fue una limitación negativa.
Se puede estudiar la República, una vez superado el período constituyente, en tres etapas,
dependiendo del signo político predominante:
La primera etapa es el Bienio republicano-socialista (1931-1933). Tras la victoria electoral de
los republicanos de izquierda y los socialistas, Alcalá Zamora fue elegido presidente de la
República y Manuel Azaña jefe del primer gobierno constitucional. Este fue el gobierno de
las reformas más importantes de la República: el Estatuto de autonomía de Cataluña, la Ley
de divorcio y de matrimonio civil, la de Congregaciones Religiosas, la de Orden Público, la del
Tribunal de Garantías Constitucionales y la de Reforma Agraria.
Pero las cosas no fueron fáciles. Una serie de factores se conjuraron para oponerse, en
muchos casos virulentamente, a estas medidas. Existía, en general, una fuerte contradicción
entre las reivindicaciones obreras y campesinas, que las estructuras políticas de la República

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propiciaban, y las condiciones económicas de los grandes propietarios de tierras y de los
empresarios. Por eso la conflictividad social se mantuvo, y el enfrentamiento político entre la
izquierda y la derecha fue muy fuerte, como por ejemplo en el intento de boicoteo de los
diputados del Partido Agrario, representantes de los grandes y medianos propietarios, a la
Ley de Reforma Agraria.
Igualmente crearía fuertes susceptibilidades el Estatuto de Cataluña, ya que los sectores
conservadores y militares, incluso algunos intelectuales, entendían que podía suponer la
desmembración de España. No es extraño que algunos militares comenzaran a conspirar
contra la República: el general Sanjurjo en agosto de 1932 hizo en Sevilla un intento de
rebelión militar que acabó en fracaso.
El clima político cambió así mismo por la cuestión religiosa. La quema de conventos que
había tenido lugar el día 11 de mayo de 1931, todavía con el gobierno provisional, y la falta
de decisión de las autoridades, había hecho desaparecer la unanimidad primitiva en torno al
nuevo régimen. Después, ya en esta etapa, la necesidad de abordar el problema religioso
por el gobierno de Azaña creó numerosos enemigos a la República en la derecha.
Los anarcosindicalistas, partidarios de la revolución armada, no cejaban y en enero de 1933
hicieron actos violentos en Cataluña y Valencia. No obstante, el hecho más trágico se
produjo en la localidad gaditana de Casas Viejas donde los campesinos se alzaron y sufrieron
una represión feroz. El prestigio del gobierno de Azaña decayó bastante por este hecho. A lo
largo de 1933, la situación de las fuerzas mayoritarias del Congreso que apoyaban al
gobierno fue de crisis y desunión, rompiéndose la capacidad del reformismo republicano-
socialista, mientras la derecha se lanzaba a una ofensiva para conseguir el poder. En torno a
Gil Robles, en marzo de 1933, se crea una gran coalición de derechas, la CEDA.
La segunda etapa es el Bienio de derechas (diciembre 1933-febrero 1936), conocido por la
historiografía de izquierda como Bienio Negro. Tras su victoria en las elecciones generales de
noviembre de 1933, la derechista CEDA y el centrista Partido Radical de Alejandro Lerroux
iniciaron una colaboración parlamentaria y gubernamental, cuyo evidente propósito
consistía en rectificar la labor del gobierno anterior y detener las reformas iniciadas.
El triunfo de la derecha aceleró las diferencias de los socialistas entre los que creían que
había que poner fin a la colaboración con los republicanos de izquierda y lanzarse a posturas
más revolucionarias y los que, desde una postura más moderada, pensaban que había que
mantener esa cooperación. Mientras tanto, los anarquistas mantenían su actividad; los
nacionalistas vascos aceleraban sus reivindicaciones de conseguir un Estatuto de autonomía
que fue aparcado en las nuevas Cortes; los gobiernos de la derecha retrasaban la puesta en
práctica de la Reforma Agraria aprobada en la etapa anterior, mientras amnistiaban a los
militares implicados en la rebelión de agosto de 1932 e impugnaban una ley aprobada en el
Parlamento de Cataluña. Aun así, la extrema derecha seguía conspirando.
Un hecho que condicionó bastante esta etapa de la República fue la Revolución de octubre
de 1934. En ella intervinieron comunistas, anarquistas y socialistas, aunque fueron estos
últimos los verdaderos promotores. El fin que perseguían era la conquista del poder por
medio de la insurrección armada, pues habían visto el triunfo electoral de la derecha como
el fin de la República democrática. Esta revolución, desorganizada, improvisada e iniciada
con armamento insuficiente, comenzó el 5 de octubre con una huelga general en numerosas
ciudades. Fue en Cataluña y Asturias donde la revolución adquirió más fuerza. En la primera,
los sectores nacionalistas e independentistas se unieron a la acción revolucionaria proletaria.
Companys, presidente del gobierno autónomo, proclamó el Estado catalán. El ejército acabó

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rápidamente con el problema y el gobierno catalán fue encarcelado. En Asturias, entre el 5 y
el 19 de octubre, millares de obreros y mineros bien armados se adueñaron de extensas
zonas de la provincia. El levantamiento fue brutalmente reprimido por tropas llegadas desde
África y dirigidas por Franco (2.000 muertos y 30.000 presos).
En las elecciones de febrero de 1936, se presentaron unidas, pese a sus diferencias
ideológicas, las fuerzas republicanas de izquierda y proletarias (Frente Popular). Por el
contrario, la derecha concurrió a las urnas desunida. El resultado favoreció a la izquierda,
inaugurándose una nueva etapa, la del gobierno del Frente Popular (febrero 1936-julio
1936). Azaña volvía a la presidencia de un gobierno compuesto sólo por republicanos de
izquierda y centro, y un poco más tarde sería elevado a la Presidencia de la República. Las
decisiones más importantes de este gobierno serían la amnistía a los presos de la revolución
de octubre de 1934, la restitución del Estatuto de autonomía de Cataluña, la declaración de
ilegalidad de Falange Española y la encarcelación de sus jefes por su vinculación con diversos
atentados, y la aceleración en la aplicación de la Ley de Reforma Agraria.
Sin embargo, el gobierno se enfrentaba a graves dificultades: la enorme cifra de
desempleados, la extensión de los desórdenes públicos (huelgas, quema de iglesias...), la
violencia de los grupos de extrema izquierda y de extrema derecha. Las posturas
antidemocráticas estaban triunfando.
La radicalización social y política iba en aumento: la izquierda obrera tenía una postura
claramente revolucionaria y la derecha se mostró contraria al sistema democrático:
poderosos grupos socioeconómicos e importantes jefes militares tenían tomada la firme
decisión de destruir la República mediante un golpe de Estado. De hecho, Mola diseñaba la
conspiración contra la República. Cada vez fueron más frecuentes los enfrentamientos
violentos: atentados de pistoleros falangistas (José Antonio fue encarcelado) y militantes de
izquierda encuadrados en milicias armadas que se tomaban la justicia por su mano. En este
contexto, el 12 de julio fue asesinado José Castillo, socialista y Guardia de Asalto, y al día
siguiente, sus compañeros, asesinaron a Calvo Sotelo, el más significado parlamentario de la
derecha. Las dos actitudes salidas de las urnas se mostraban irreconciliables, lo que llevaría a
la Guerra Civil, una guerra que era consecuencia de los conflictos constantes de la República.

4. POLÍTICA DE REFORMAS Y REALIZACIÓNES CULTURALES.


Las realizaciones de la República fueron fundamentalmente las reformas llevadas a cabo
durante el Gobierno Provisional (abril-diciembre de 1931) y el Bienio Republicano-Socialista
(1931-1933), un extraordinario esfuerzo cuyo propósito era afrontar los graves problemas
irresueltos en España:
- La reforma militar. Fue impulsada por Azaña para someter al Ejército al poder civil
gubernamental y, además, para reducir el número de oficiales de 21.000 a 8.000, para
ajustarlo a las necesidades reales y a la capacidad presupuestaria del país.
- La reforma laboral. Fue promovida por el ministro de Trabajo del Gobierno Provisional
Largo Caballero, de la UGT: la Ley de Contratos de Trabajo reguló los convenios colectivos
(negociados por la patronal y los sindicatos) y protegió el derecho de huelga; se crearon
Jurados Mixtos de arbitraje, rechazados por la CNT al identificarlos con el corporativismo de
la Dictadura; y se establecieron algunos seguros sociales (maternidad, accidentes de trabajo,
etc.) y la jornada laboral de 8 horas.

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- La reforma educativa y cultural. Ésta era considerada la cuestión clave para conseguir la
modernización de España. En la Constitución se declaraba la escuela primaria obligatoria,
gratuita y mixta, esto último para escándalo de la derecha. A las Congregaciones Religiosas
se les prohibió impartir enseñanza y se suprimió la asignatura de Religión, que unido a otras
medidas (matrimonio civil, divorcio…), aumentaron el distanciamiento entre la Iglesia y la
República (ejemplo: la pastoral del Cardenal Segura contra la República y la posterior quema
de conventos).
Marcelino Domingo, ministro de Instrucción Pública en el Gobierno Provisional y en la etapa
del Frente Popular, promovió una educación pública obligatoria, laica y mixta, basada en los
principios de la Institución Libre de Enseñanza. Se incrementó el presupuesto de gastos
educativos en un 50% y se construyeron 13.500 escuelas para luchar contra el analfabetismo
(45% de la población en 1930) y se hizo un plan de formación del magisterio. Se mejoró la
enseñanza secundaria, creándose nuevos institutos, y se potenció la investigación en los
niveles universitarios.
Mediante las Misiones Pedagógicas se intentó proyectar la cultura a los medios rurales,
llevando libros, reproducciones de cuadros, equipos cinematográficos, gramófonos,
bibliotecas ambulantes, teatro (como “La Barraca” de García Lorca), etc.
- La reforma agraria. Las esperanzas puestas en la República por las capas más bajas del
campesinado español se centraban en la realización de una reforma agraria, el grave
problema sobre el que se reflexionaba desde hacía dos siglos. Extensos latifundios en
muchas zonas del país (Andalucía, Castilla, Extremadura), campesinos en la miseria y
arrendatarios explotados esperaban una solución. El régimen de Azaña, en el ánimo de
muchos, tenía la gran responsabilidad de acabar con los males del campo español mediante
una distribución más justa de la propiedad y una mejora de la productividad. El proyecto de
reforma agraria, en consecuencia, iba a chocar con la resistencia de los grandes propietarios
y de los partidos de derecha que representaban sus intereses en el Congreso.
En agosto de 1932, el fracaso del levantamiento de Sanjurjo contra la República fortalece a
Manuel Azaña, que aprovecha el momento para conseguir aprobar la Ley de Bases de la
Reforma Agraria (septiembre de 1932).
Los problemas principales de la agricultura española seguían siendo el latifundismo y el
elevado número de jornaleros. El objetivo social de la reforma era entregar tierras a los
campesinos, evitando conflictos sociales en las zonas rurales. El objetivo político era eliminar
el poder económico de los grandes terratenientes, en su mayoría enemigos de la República.
El objetivo económico fue incrementar la producción agraria y elevar el nivel de renta del
campesinado, lo que aumentaría su capacidad de consumo y estimularía las actividades
industriales y comerciales.
La Ley de Reforma Agraria de 1932 expropiaba sin indemnización las tierras de la extinguida
Grandeza de España; se declaraban expropiables (en este caso con indemnización) todos los
latifundios, tierras incultas y los terrenos sistemáticamente arrendados; las tierras
expropiadas, cuyo nuevo propietario era el Estado, se destinarían al asentamiento de
campesinos, que explotarían las fincas o de forma colectiva o por parcelas individuales,
según ellos mismos decidieran. El Instituto de Reforma Agraria (IRA) sería el encargado de
llevar a cabo la ley.
El efecto de la reforma fue muy escaso. La aplicación de esta ley y el ritmo de su puesta en
marcha fueron excesivamente lentos, pues no se contaba con medios suficientes para

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llevarla a cabo con eficacia. La complejidad de aplicación de la ley, la burocracia, los elevados
costos de la expropiación (indemnizaciones que el Estado no podía pagar) y la resistencia de
los propietarios, hicieron que la ley tuviera un corto alcance en los dos años en que estuvo
en vigor. En consecuencia, los jornaleros quedaron decepcionados con la República y se
inclinaron hacia las soluciones revolucionarias insurreccionales propuestas por los
anarquistas.
La aplicación de la Ley de Reforma Agraria, como vemos, no tuvo los efectos deseados. Tuvo,
sin embargo, otras consecuencias que no fueron beneficiosas para la República. La mayoría
de los propietarios agrícolas se aliaron con los enemigos del régimen, lo que favoreció la
unión de las fuerzas conservadoras en su oposición a las reformas republicanas. Por otra
parte, la agitación social entre el campesinado, ante la frustración de sus expectativas, se
agudizó.
- La reforma religiosa. Ésta pretendía acabar con el poder y la influencia social de la Iglesia.
La Constitución, además de acabar con las aportaciones económicas para la Iglesia, prohibía
a las órdenes religiosas la enseñanza y disolvía la Compañía de Jesús. La Ley de
Congregaciones Religiosas, de mayo de 1933, exigía a las órdenes la inscripción en un
registro, la limitación de la posesión de bienes, la posibilidad de disolución en caso de peligro
para el Estado y el dominio de éste sobre todos los bienes eclesiásticos. La reforma religiosa
es considerada por muchos como inoportuna, excesivamente anticlerical y que provocó de
manera innecesaria el desapego de los católicos a la República.
- Como realización política destaca la posibilidad abierta por la Constitución de 1931 de
conceder autonomía a las regiones. Esto se concretaría en el Estatuto de Cataluña, aprobado
en septiembre de 1932. En éste se preveía la asignación de una serie de competencias al
gobierno de la Generalitat mientras que otras, como Defensa, Aduanas y Asuntos Exteriores,
quedaban reservadas al gobierno de Madrid. El catalán se consideraba idioma cooficial y
habría un Parlamento catalán. La consecución de autonomía para el País Vasco fue inviable
durante la República debido a las reticencias de la izquierda frente al nacionalismo vasco. Las
regiones valenciana y gallega solicitaron también la autonomía, pero su proceso fue muy
lento y no se concretó en nada. También en Andalucía se redactaría en 1933 un
Anteproyecto de Estatuto que no tendría desarrollo posterior.
- El nuevo papel de la mujer. La República, a través de sus gobiernos de izquierdas,
reconoció un nuevo status social y político a las mujeres, posibilitando una mayor
participación de las mismas en la vida pública. Fueron medidas revolucionarias en aquel
momento el reconocimiento del derecho a la plena participación en actividades públicas
(notarías y registro de la propiedad) en igualdad con los hombres, la ley de divorcio, el
matrimonio civil, la coeducación y el derecho al sufragio. Este último, una meta alcanzada en
otros países poco antes, se reconoció expresamente en la Constitución de la República
Española de 1931, cuando se señalaba en el artículo 36 que “los ciudadanos de uno y otro
sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme
determinen las leyes”. De esta forma, en las elecciones de noviembre de 1933, por primera
vez más de seis millones de españolas tuvieron derecho a ejercer el voto.
Las mujeres de Inglaterra habían sido las primeras en iniciar la lucha por la igualdad en el
siglo XIX. La mujer española se incorporó tarde a ese movimiento, pero pronto alcanzaría un
activismo femenino muy intenso, que se seguiría proyectando durante la guerra civil.
Mujeres como Clara Campoamor, Dolores Ibárruri (“Pasionaria”), Victoria Kent, Margarita
Nelken o Federica Montseny, tuvieron un papel político importante como diputadas y dentro

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de partidos políticos y organizaciones de izquierdas. Sólo la organización anarquista Mujeres
Libres tuvo como objetivo la total igualdad y autonomía de la mujer.

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DOCUMENTOS:
Elecciones a Cortes 1931, 1933 y 1936 (II República):

Texto 1: Constitución de 1931.


"España, en uso de su soberanía y representada por las Cortes Constituyentes, decreta y sanciona esta
Constitución:
Disposiciones generales
Articulo 1. España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organizan en régimen de
libertad y de justicia.
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.
La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los municipios y de las regiones.
La bandera de la República Española es roja, amarilla y morada.
Artículo 2. Todos los españoles son iguales ante la ley.
Artículo 3. El Estado español no tiene religión oficial.
Artículo 4. El castellano es el idioma oficial de la República. Todo español tiene la obligación de saberlo y
derecho de usarlo, sin perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a las lenguas de las
provincias o regiones.
Salvo lo que se disponga en leyes especiales, a nadie se le podrá exigir el conocimiento ni el uso de ninguna
lengua regional.
Artículo 5. La capitalidad de la República se fija en Madrid.
Artículo 6. España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.
Artículo 7. El Estado español acatará las normas universales del Derecho internacional, incorporándolas a su
Derecho positivo [...]".
Artículo 26. Una ley especial regulará la total extinción en un plazo máximo de dos años del presupuesto del
Clero.
Quedan disueltas aquellas órdenes religiosas que estatutariamente impongan además de los tres votos
canónicos otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado.
Artículo 27. La libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan
garantizados en el territorio español, *…+.
Artículo 51. La potestad reside en el pueblo, que la ejerce por medio de las Cortes o Congreso de los Diputados.
Artículo 52. El Congreso de los Diputados se compone de los representantes elegidos por sufragio universal,
igual, directo y secreto. *…+.”
(Constitución del 9 de diciembre de 1931).

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Texto 3: Ley de Bases de la Reforma Agraria
“(…) Serán susceptibles de expropiación las tierras incluidas en los siguientes apartados:
1. Las ofrecidas voluntariamente por sus dueños, siempre que su adquisición se considere de interés por el
Instituto de Reforma Agraria.
2. Las que se transmitan contractualmente a título oneroso sobre las cuales y a este solo efecto, podrá ejercitar
el Estado el derecho de retracto en las mismas condiciones que determine la legislación civil vigente.
3. Las adjudicadas al Estado, Región, provincia o Municipio, por razón de débito, herencia o legado y
cualesquiera otras que posean con carácter de propiedad privada.
4. Las fincas rústicas de Corporaciones, fundaciones y establecimientos públicos que las exploten en régimen de
arrendamiento, aparcería o cualquiera otra forma que no sea explotación directa, exceptuándose las tierras
correspondientes a aquellas fundaciones en que el título exija la conservación de las mismas, como requisito de
subsistencia, si bien en este caso podrán ser sometidas a régimen de arrendamientos colectivos.
5. Las que por las circunstancias de su adquisición, por no ser explotadas directamente por los adquirientes y
por las condiciones personales de los mismos, deba presumirse que fueron compradas con fines de especulación
o con el único objeto de percibir su renta.
6. Las que constituyeron señoríos jurisdiccionales y que se hayan transmitido hasta llegar hasta sus actuales
dueños por herencia, legado o donación.”
(9 de septiembre de 1932)

Proclamación de la Segunda República en Madrid. 14 de abril de


1931

Alegoría de la Segunda República

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