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Introducción
La proclamación de la II República Española, el 14 de abril de 1931 supone por primera
vez en la historia de España el intento de instaurar un sistema democrático moderno. Tras
la dictadura de Primo de Rivera, que entregó el poder a los sectores privilegiados de la
población, ahora serán las clases medias las protagonistas. Sin embargo, los gobiernos
republicanos tendrán que hacer frente a una dificil coyuntura, en plena crisis del capitalismo
y de las democracias liberales, que no dejaban de ceder terreno ante los movimientos
totalitarios.
I. En primer lugar, se acometió la reforma del ejército, con el objetivo de reducir el número
de efectivos (adecuándose a las necesidades reales del país) y, sobre todo, asegurar su
fidelidad a la República, acabando con el golpismo y la intervención de los militares en la
vida política, sometiéndose a las autoridades civiles. La respuesta del ejército se produjo el
10 de agosto de 1932, cuando algunos generales liderados por Sanjurjo protagonizaron un
fallido intento de golpe de Estado en Sevilla. También se creó la Guardia de Asalto, un
cuerpo policial de probada lealtad a las instituciones republicanas.
II. En el plano religioso, después de muchas polémicas, en mayo de 1933 se aprobaría la
Ley de Congregaciones, que exigía a las órdenes religiosas su inscripción en un registro,
limitaba los bienes de las mismas y establecía el dominio del Estado sobre ellas, además de
contemplar la posibilidad de disolverlas en caso de que se convirtiesen en un peligro para la
República.
La jerarquía eclesiástica predicó abiertamente en contra del gobierno, llegando incluso a
producirse la salida del país del obispo de Vitoria y el arzobispo primado de Toledo, el
cardenal Segura.
III. El problema del nacionalismo se había agravado considerablemente debido a la
represión ejercida durante la dictadura, especialmente en el País Vasco y Cataluña, donde
la Ezquerra
Republicana de Francesc Macià se había consolidado como fuerza política principal en las
elecciones de junio. De este modo, el gobierno permitió la constitución de un gobierno
catalán -la Generalitat- que elaboró un proyecto autonómico: el Estatuto de Nuria. Tras ser
presentado en las Cortes y levemente retocado, el estatuto se aprobó finalmente en
septiembre de 1932. En cuanto al País Vasco, el PNV había presentado desde el principio
una marcada tendencia católica, de modo que el llamado Estatuto de Estella fue rechazado
por las Cortes por su carácter tradicionalista y excesivamente confesional, que lo hacían
incompatible con la Constitución. No será hasta 1936, ya iniciada la guerra, que se apruebe
por fin el estatuto de autonomía de las vascongadas, convirtiéndo a José Antonio Aguirre en
el primer Lehendakari de la historia.
IV. También se llevaron a cabo numerosas reformas sociales, como la mejora de las
condiciones laborales (que supuso al gobierno el enfrentamiento con las organizaciones
patronales) o la mejora de la educación, intentando promover una enseñanza liberal y laica.
Asimismo, se fomentará el desarrollo cultural en las zonas rurales a través de las misiones
pedagógicas, grupos ambulantes de profesores e intelectuales. Cabe destacar el grupo de
teatro "La Barraca", organizado por Federico García Lorca.
V. Sin embargo, el proyecto más ambicioso (y también el más necesario) fue sin duda el
plan de reforma agraria, que pretendía proteger a los campesinos sin tierra y arrendatarios,
así como acabar con el latifundismo que dominaba Andalucía, la Mancha y Extremadura.
Así, en septiembre de 1932 se aprobará la Ley de Reforma Agraria, que plantea la
expropiación de tierras de la nobleza, tierras subexplotadas o arrendadas sistemáticamente.
Sin embargo, el escaso presupuesto del que se dotó a la ley limitó considerablemente su
capacidad de pagar indemnizaciones, condenando al fracaso y no contentando a ninguno
de los afectados: los campesinos, que esperaban una solución que no llegó; y los
propietarios, que vieron sus posesiones amenazadas por la expropiación.
Como hemos podido ver, las actuaciones del gobierno le fueron granjeando la enemistad de
amplios sectores sociales: militares, nacionalistas vascos, católicos, campesinos y
propietarios agrarios. A todo ello hay que sumar una activa oposición de la militancia
comunista (con líderes como Dolores Ibárruri, la Pasionaria) y de la FAI en zonas rurales,
que dio lugar a sucesos como los de Casas Viejas, que supusieron un gran desprestigio
para Azaña y su ejecutivo.
Desde la derecha, los grupos parlamentarios se articularon en torno a la CEDA
(Confederación
Española de Derechas Autónomas), partido liderado por José María Gil Robles, mientras
que en las calles se organizaban grupúsculos de corte fascista como las JONS de Ramiro
Ledesma o Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera. Ambas se
unificaron en 1934, defendiendo la creación de grupos paramilitares que se enfrentasen a
los militantes de izquierda. En 1933 se fundaría la Unión Militar Española (UME),
organización militar clandestina muy activa en el golpe de 1936.
La creciente conflictividad social, la feroz oposición y la ruptura del acuerdo entre
republicanos y socialistas finalmente llevaron a la caída del gobierno y la convocatoria de
nuevas elecciones en noviembre de 1933.
4. El bienio radical-cedista (1934-1936)
Las elecciones dieron la victoria a los partidos de centro-derecha, siendo la CEDA el partido
más votado con 115 escaños, seguido por los radicales de Lerroux, mientras que el PSOE
perdía más de 50 representantes y la izquierda republicana prácticamente desaparecía de
la cámara.
Alcalá Zamora, que continuaba siendo el presidente de la República, encargó la formación
de gobierno a Lerroux, ya que Gil Robles había manifestado públicamente su intención de
acabar con la República.
El nuevo gobierno, no obstante, no tuvo más remedio que apoyarse en la CEDA, y
estableció una política orientada a desmantelar toda la obra del bienio anterior. Así, se frena
la aplicación de la reforma agraria, se dota de presupuesto al culto y el clero católico, y se
promulga una amplia amnistía a los participantes de la Saniuriada de 1932, otorgando
además puestos clave a militares como Mola y Franco.
Aun así, Lerroux recibió numerosas críticas que le obligaron a dimitir en abril, dejando paso
en el gobierno a Ricardo Samper, también del Partido Radical. En agosto, la CEDA retiró su
apoyo a Samper, exigiendo su entrada en el gobierno y provocando la vuelta al poder de
Lerroux, que entregó tres carteras ministeriales a la CEDA.
Como consecuencia, la izquierda va a protagonizar una gran oleada de huelgas en octubre
de
1934:
. En Cataluña, el presidente Lluís Companys proclamó la República Catalana, dentro de una
hipotética República Federal Española. El ejército se mantuvo fiel a las instituciones y
liquidó sin problemas el movimiento catalanista, encarcelando a Companys y suspendiendo
la autonomía de Cataluña.
• En Asturias, por otra parte, sí que se produjo una auténtica revolución social, fruto de la
alianza de UGT y la CNT para "acabar con el régimen burgués". Los mineros se apoderaron
de gran parte de la provincia y pusieron sitio a Oviedo, lo que llevó al gobierno a declarar el
estado de guerra, enviando a la legión a sofocar la revuelta y ejerciendo una durísima
represión, con alrededor de 1.500 muertos, 5.000 heridos y más de 30.000 detenidos.
La unión de la izquierda tras los sucesos de octubre, las tensiones sociales provocadas por
las medidas del gobierno (como la contrarreforma agraria del ministro Velayos) y los
escándalos de corrupción del Partido Radical, como el Estraperlo o el caso Nombela,
acabaron propiciando la caída del gobierno, convocando nuevas elecciones en febrero de
1936.