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Durante este desarrollo histórico de finales del primer tercio del siglo XX,
analizaremos un periodo denominado la Segunda República Española, que va desde el
año 1931 después de la Dictadura de Primo de Rivera y de la huida al exilio de Alfonso
XIII, hasta el año 1936 con el comienzo de la Guerra Civil Española. Asimismo,
estudiaremos las distintas fases de esta etapa, entre las que encontramos el Bienio
Progresista, el Bienio Conservador y el Gobierno del Frente Popular. Debemos
resaltar que la Segunda República es el primer intento serio de establecer un sistema
democrático moderno que asiente su poder sobre las clases medias y no sobre los
grupos oligárquicos. No obstante, este será un intento fallido que fracasará pues la
situación internacional no será favorable. Desde el punto de vista económico, Europa
vive las repercusiones de la crisis del 29 y desde el punto de vista político, esta es una
etapa de debilidad de los sistemas democráticos ante el ascenso de los totalitarismos
tanto de izquierda (comunismo) como de derecha (fascismos).
Por una parte, los decretos sobre el Ejército fueron obra del ministro de la
Guerra, Manuel Azaña, que crearon un profundo malestar en las filas del Ejército. Por
un primer decreto se forzaba a los militares a suscribir una promesa de fidelidad a la
República; por otro se ofrecía el pase a la reserva, con el sueldo íntegro, a todos los
generales, jefes y oficiales que así lo solicitasen. Además, se modificó el número de
divisiones, las academias militares y la política de destinos y ascensos.
Por otra parte, los decretos de Instrucción Pública, firmados por el ministro
Marcelino Domingo, preveían la creación de 6.570 escuelas y, consiguientemente, de
plazas para maestros. Se creó el Patronato de Misiones Pedagógicas como órgano de
difusión cultural en los medios rurales y se suprimió la obligatoriedad de la enseñanza
religiosa en las escuelas, lo que despertó gran inquietud en los medios católicos, pero
era algo que se veía venir dado que el gobierno estaba dispuesto a promover una
enseñanza laica.
Sobre las relaciones con la Iglesia Católica hemos de decir que estas fueron
extremadamente complicadas. El cardenal Pedro Segura, arzobispo de Toledo y
Primado de España, que terminó siendo expulsado de España, publicó una pastoral el 1
de mayo en defensa de la monarquía de Alfonso XIII. Pero lo más grave ocurría en
Madrid, tras una asamblea de monárquicos, convocada para el 10 de mayo, y que
terminó en un enfrentamiento en las calles entre monárquicos y grupos populares. Al
día siguiente, en Madrid, volvía el anticlericalismo más atroz: grupos de incontrolados
se dedicaban a incendiar iglesias, conventos y colegios religiosos. El día 12, la agitación
se extendía a otras poblaciones, como Málaga o Sevilla. Nadie reivindicó estos hechos;
ahora bien, es importante advertir que estas hogueras fueron muy negativas para la
República al perder crédito ante la opinión católica del país.
Una vez aprobada la Constitución, al día siguiente, las Cortes eligieron como
presidente de la República a Alcalá Zamora y a su vez, este encargó a Manuel Azaña la
formación del primero gobierno constitucional sobre la misma base de partidos que
venía actuando el anterior, sin embargo, Lerroux, al frente del Partido Radical, prefirió
pasar a la oposición al negarse a entrar en un gobierno donde continuaran los
socialistas. En la derecha la oposición estuvo encabezada por el Partido Radical del
líder mencionado previamente; en la izquierda, la CNT, la FAI y el PCE se enfrentaban
al gobierno, tachado de “reformista y burgués” y alejado de la línea social
revolucionaria por ellos defendida.
En las Cortes, a todo esto, se discutían dos proyectos de Ley en los que el
gobierno se jugaba su credibilidad: la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de
Autonomía de Cataluña. Cabe mencionar que estas leyes se aprobaron a raíz del
fracaso del golpe de Estado encabezado por el general Sanjurjo el 10 de agosto de
1932 pues Azaña y su gobierno salieron fortalecidos. Asimismo, con la Ley de Reforma
Agraria se pretendía acabar con el latifundismo y redistribuir la propiedad mediante el
asentamiento de campesinos en las tierras expropiadas. Para la aplicación de la Ley se
creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) con un presupuesto de 50 millones de
pesetas. Dadas las características de las tierras a expropiar, la mayor parte de las
actuaciones se centran en Andalucía occidental, Extremadura, La Mancha y Salamanca.
La labor realizada durante este bienio estará marcada por el freno a las
reformas iniciadas en el periodo anterior. La política educativa varió hacia el
pensamiento de la derecha y así se decide no cerrar las escuelas católicas, poner fin a
la enseñanza mixta, y reorganizar el bachillerato. Además, la Reforma Agraria se
mantiene en un principio y continúa con toda su actividad, pero a partir de abril de
1935, el nuevo ministro limita su aplicación y se detienen las expropiaciones y reparto
de tierras. Igualmente, la legislación laboral de Largo Caballero se anula en parte y la
legislación militar es la única que no se altera. También la legislación religiosa se
revisa, derogando la ley de confesiones y congregaciones religiosas, permitiéndoles el
ejercicio de la enseñanza de nuevo, autorizando los cultos públicos libres y
manteniendo las subvenciones como las pagas a los sacerdotes. Cabe resaltar que se
frenan los procesos de desarrollo autonómico y el estatuto vasco se presenta a las
Cortes en 1934, pero se paraliza por la no aprobación por la oposición del gobierno.
Entre las reformas de esta etapa observamos que se concede una amnistía a los
encarcelados por los sucesos de octubre de 1934, se restablece el Estatuto Catalán, se
retoman los procesos de los estatutos vasco y gallego y se continúa con la Reforma
Agraria entregando tierras a más de 70.000 campesinos. Sin embargo, se asiste al
asalto y la quema de edificios religiosos, huelgas, enfrentamientos violentos en las
calles y demás. Ante tanta barbarie, las derechas empiezan a no esconder su simpatía
por un posible golpe de estado y empieza a concretarse la conspiración para derribar a
la república. Grupos de altos mandos militares como Sanjurjo, desde el exilio, Mola o
Franco; parte de los cedistas, los carlistas y los falangistas participan en reuniones para
coordinar una acción de golpe de estado. No obstante, el gobierno sospecha de esta
conspiración y manda a Franco a Canarias y a Mola a Navarra.
Para finalizar con este desarrollo sobre una de las etapas más importantes del
siglo XX español, he de comentar que el periodo histórico de la II República fue un
intento de poner la realidad política y económica del país en sintonía con la sociedad
de la época, intentando que fuera más justa e igualitaria. Lamentablemente, el
gobierno no fue capaz de llevar a cabo las reformas con todas sus consecuencias, de
manera que no sólo irritó a la burguesía y a los terratenientes, sino también a la
población trabajadora que veía cómo sus sueños se quedaban una vez sin cumplir. Por
último, me gustaría establecer que estoy completamente de acuerdo con lo
establecido por el historiador García de Cortázar en su manual Historia de España.
Desde Atapuerca hasta el euro, ya que pienso que la II República fue una gran
oportunidad para modernizar España, un país que se encontraba muy atrasado con
respecto a Europa, con unas estructuras caciquiles, un estado centralista y unas
desigualdades sociales muy grandes. Además, gracias a este sistema se avanzó mucho,
legislando en favor de la igualdad hombre-mujer, de la igualdad de derechos en el
trabajo, la protección a la madre trabajadora, la legalización del matrimonio civil y del
divorcio y el reconocimiento del voto femenino.