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Javier Herreros de Tejada Ibáñez. Historia de España. 2º de Bachillerato IES Ruiz Gijón (Utrera).
Javier Herreros de Tejada Ibáñez. Historia de España. 2º de Bachillerato IES Ruiz Gijón (Utrera).
Sublevación militar y Guerra Civil (1396-1939).
Tras la victoria electoral del Frente Popular, en febrero de 1936, se intensificó la conspiración de grupos militares
y sectores de la derecha contra al Gobierno de la República. A partir del mes de abril, el general Mola, desde
Pamplona, preparó como “general director” la red golpista más consistente.
La sublevación de julio de 1936.
Bajo la coordinación de Emilio Mola, el 17 de julio se produjo la sublevación de la guarnición militar de Melilla y
al día siguiente en numerosas ciudades de toda España. Tras la sospechosa muerte del general Balmes en
Las Palmas, y con el pretexto del funeral, Franco acudió a Las Palmas, donde le esperaba el Dragon Rapide
que lo trasladó a Tetuán. El golpe militar suponía la declaración del estado de guerra, lo que implicaba la
destitución de las autoridades civiles; aplicación del Código de justicia Militar y la suspensión de todas las
garantías constitucionales, es decir, la aplicación de los usos de la guerra y de los métodos militares: ejecución
inmediata de cualquier opositor al golpe, como así fue en efecto.
El levantamiento fracasó en las principales ciudades, especialmente en Madrid, Barcelona y los grandes
núcleos industriales del Norte, por la reacción armada de las organizaciones sindicales y de izquierda, que se
organizaran en “milicias”, y la fidelidad al Gobierno de gran parte del Ejército y las fuerzas de seguridad; todo
ello ocasionó que el levantamiento se convirtiera en una guerra civil que duró casi tres años. En las regiones
donde la derecha era fuerte, zonas rurales, como Castilla, León, Galicia, Baleares, Canarias o Navarra, el golpe
contra la II República triunfó sin apenas problemas. La decisión de los oficiales conjurados y el apoyo de
activistas de derecha hizo triunfar el alzamiento en Zaragoza, Sevilla, Oviedo, Toledo, Granada y Córdoba,
aprovechándose de la sorpresa y la lenta respuesta de las fuerzas leales al Gobierno. No obstante, la República,
una vez eliminados los focos de sublevados de Madrid, Barcelona y San Sebastián, consiguió mantener la
porción más importante del territorio español y la fidelidad de buena parte de la Guardia Civil y del Ejército,
especialmente la Armada y la Aviación. La inmediata ayuda exterior de Italia y Alemania a los sublevados fue
un factor esencial en la propagación de la lucha y su conversión en guerra civil. Durante este tiempo convivieron
en España dos sociedades enfrentadas con rasgos muy diferentes.
La dimensión internacional de la guerra.
Es uno de los aspectos más importantes estudiado por la historiografía sobre la guerra civil española. Para
muchos historiadores, la Guerra Civil constituyó un capítulo precedente de la II Guerra Mundial. A comienzos
del conflicto en la Sociedad de Naciones (SDN) se constituyó un Comité Internacional de No Intervención, que
resultó absolutamente ineficaz para evitar la presencia extranjera en la guerra. Los apoyos a ambos bandos,
en síntesis, presentan los siguientes aspectos:
Alemania, Italia y Portugal apoyaron con unidades militares, recursos y financiación al ejército franquista. Por
parte de la Alemania nazi, la Legión Cóndor, formada por soldados y oficiales muy cualificados y con armamento
de nuevo tipo, prestó un gran ayuda a Franco. La marina alemana hostigó sistemáticamente la costa de las
zonas leales y colaboró activamente en algunas ofensivas, como la ocupación de Málaga en febrero de 1937.
La Italia fascista apoyó desde el primer momento con el envío de aviones para facilitar el paso del estrecho de
Gibraltar y, posteriormente, envío el Cuerpo de Tropas Voluntarias, que llegó a integrar más de 80.000 soldados
regulares. También colaboró con la Aviación Legionaria. Otras unidades menores fueron las remitidas por
Portugal (Legión Viriato) y alguna unidad de voluntarios irlandeses.
La II República se benefició del apoyo de un voluntariado internacional que alcanzó cerca de 50.000
combatientes: las Brigadas Internacionales auspiciada por la III Internacional (Komintern). Tuvo grandes
dificultades para adquirir suministros y pertrechos militares debido a la apolítica de no intervención de las
democracias occidentales y al cierre de fronteras. Financió esos recursos mediante riguroso pago a la URSS y
Francia con divisas y reservas de oro del Banco de España. De acuerdo con su estrategia político-militar, el
Gobierno republicano propuso en la SDN la retirada de combatientes extranjeros de ambos bandos en
Javier Herreros de Tejada Ibáñez. Historia de España. 2º de Bachillerato IES Ruiz Gijón (Utrera).
septiembre de 1938. En noviembre de ese año, las Brigadas Internacionales se despidieron de España con un
desfile en Barcelona.
Las operaciones militares.
De julio a diciembre de 1936 se produjo una gran expansión de las fuerzas rebeldes, que llegaron a ocupar
aproximadamente la mitad del territorio a finales de año. La ofensiva del ejército franquista (táctica de columnas)
se dirigió desde el sur hasta Madrid, ocupando Extremadura y levantando el sitio al Alcázar de Toledo. Por el
norte, el avance desde Navarra se dirigió simultáneamente hacia el País Vasco, ocupando Irún y San Sebastián
(13 de septiembre), y hacia Madrid por Somosierra. Tras el fracaso franquista en la ofensiva sobre Madrid, se
consolidaban los frentes.
La campaña del norte (1937). En febrero, las tropas italianas del general Roatta comenzaron su intervención
en la guerra con la conquista de Málaga. En el centro tuvieron lugar las batallas del Jarama y Guadalajara,
sendos fracasos en el intento de cercar Madrid. Franco orientó su estrategia hacia el frente norte, donde los
nacionalistas vascos (PNV) organizaron con otras fuerzas políticas su propio ejército popular. En marzo, el Gral.
Mola inició la definitiva ofensiva sobre Vizcaya, concentrando 40.000 soldados, españoles y marroquíes en la
vanguardia e italianos como reserva. Aviones alemanes, a las órdenes de Franco, bombardearon Guernica en
abril. Con toda su área industrial intacta, Bilbao cayó el 19 de junio en manos de las brigadas navarras y los
batallones nacionalistas vascos capitularon en Santoña. En el centro, el ejército republicano desencadenó
fuertes ofensivas destinadas infructuosamente a debilitar los avances franquistas en el norte, atrayendo su
atención hacia el centro (Brunete, en julio) y hacia Aragón (Belchite, en agosto). En pocos días, Cantabria y
Asturias quedaron bajo el dominio de los franquistas (octubre).
Las ofensivas en Aragón (1938). Tras la caída del frente norte, el suministro bélico de los republicanos
bloqueado por la actitud de Francia, que, como otras naciones, había firmado el pacto de no intervención,
dependía de los envíos intermitentes de la URSS. A principios del 1938, Franco orientó la guerra hacia el
Mediterráneo, a través del valle del Ebro, y, tras la batalla de Teruel, llegaron los franquistas en abril a Castellón,
quedando dividido en dos el territorio republicano. En julio el general Rojo, inició una contraofensiva que dio
lugar a la batalla del Ebro, la más larga y sangrienta de toda la guerra. Durante 4 meses, las dos fuerzas se
masacraron entre sí hasta quedar totalmente destrozadas las mejores tropas republicanas.
La caída de Cataluña y el fin de la guerra (1939). Tras la victoria del Ebro, Franco, a principios de 1939, avanzó
sobre Cataluña, defendida por un ejército maltrecho y bajo de moral. Tarragona y Barcelona cayeron en enero,
Girona cayó en febrero, desapareciendo el frente de Cataluña y numerosos españoles, fieles a la República,
se exiliaron. La negociación con el Gobierno de Burgos estaba condenada al fracaso. El coronel Segismundo
Casado, partidario de la rendición frente a la actitud del PCE, encabezó un golpe de estado contra la República,
al frente de un “Consejo de Defensa” y puso fin a la resistencia, ordenando la rendición de Madrid, donde
entraron las tropas franquistas el 28 de marzo. El 1 de abril terminó la guerra.
La evolución política en ambos bandos.
Las ejecuciones sumarias en retaguardia fueron uno de los aspectos más atroces de la contienda civil. Como
en todas las guerras civiles, en la represión se mezclaban odios personales y sectarismos ideológicos. Los
historiadores tienes grandes dificultades para establecer el número real de víctimas. Tuvo diferente carácter en
las dos zonas: mientras en la zona leal a la República el “Terror Rojo” fue “selectivo” (las víctimas eran
fundamentalmente clérigos, patronos y políticos destacados de la derecha antirrepublicana), en el bando
rebelde, el “terror Blanco” fue masivo como lo exigía la estrategia militar de avanzar dejando una retaguardia
“limpia” de enemigos. Los asesinados se contaban por miles, incluso en provincias en las que triunfó la rebelión
sin apenas oposición.
El bando republicano. La insurrección provocó la inmediata dimisión del Gobierno presidido por Casares
Quiroga, y el presidente de la República Manuel Azaña encargó la formación de un nuevo gobierno a Diego
Martínez Barrio, el cual dimitió a las pocas horas, formando el siguiente Gobierno el profesor José Giral. Hasta
Javier Herreros de Tejada Ibáñez. Historia de España. 2º de Bachillerato IES Ruiz Gijón (Utrera).
el fin de la guerra, las instituciones republicanas siguieron funcionando sobre la base de la pluralidad y con la
Constitución de 1931 en vigor. El 5 de septiembre de 1936, Azaña encargó formar gobierno a Francisco Largo
Caballero, líder de la izquierda del PSOE, quien encabezó una amplísima coalición con nacionalistas vascos y
catalanes, partidos republicanos, PSOE y PCE. Unos días más tarde se integraron en el Gobierno 4 ministros
anarquistas. Una medida notable fue la aprobación del Estatuto de Autonomía del País Vasco el 1 de octubre.
A principios de noviembre el gobierno abandonó Madrid, gravemente amenazado por las columnas del sur,
trasladándose a Valencia. Madrid quedó bajo la autoridad de una Junta de Defensa dirigida por el general Miaja,
que obtuvo una gran victoria moral a hacer fracasar los intentos del ejército franquista de tomar la capital. El
Gobierno de Largo Caballero acometió las principales reformas políticas y militares en los meses siguientes:
fueron incautadas y nacionalizadas industrias de los partidarios de la sublevación; continuó la reforma agraria
y la expropiación de fincas abandonadas, cedidas en usufructo perpetuo a sus cultivadores; se nacionalizaron
industrias básicas, como CAMPSA o la red ferroviaria, y se estableció el control estatal sobre la banca. Creció
mucho la influencia del PCE, cuyo política buscaba la alianza del proletariado con los sectores de la mediana
burguesía, pequeños empresarios y campesinos, con el lema de “Primero ganar la guerra”, mientras otras
fuerzas (CNT-FAI o POUM) entendían que había que tomar medidas revolucionarias y colectivizadoras para
poder contar con el apoyo popular que llevase a la victoria: el proceso de colectivizaciones de empresas y de
explotaciones agrarias fue impulsado por los sindicatos campesinos y afectó a cerca de 3 millones de hectáreas
en extensas zonas de Aragón, Levante y Andalucía y a más de 150.000 familias. Los enfrentamientos entre las
corrientes de izquierda estallaron abiertamente en mayo de 1937, con combates en Barcelona. A partir de esa
fecha de crisis, el Gobierno republicano pasó a estar dirigido por el doctor Juan Negrín, del PSOE, partidario
de la máxima unidad de las fuerzas republicanas y apoyado por el PCE. Tras la caída del frente norte en octubre
de 1937 y las derrotas de 1938 las esperanzas republicanas estaban en quiebra. Por otro lado, la política de
concesiones y “apaciguamiento” mantenida por Gran Bretaña y Francia frente a Hitler se concretó en el Pacto
de Múnich (octubre del 38), con la cesión de Checoslovaquia, gesto que hacía temer a la República española.
Negrín propuso resistir a toda costa (“Resistir es vencer”) y plateó trece puntos para la paz que presentó ante
la SDN. Sin embargo, otro sector, en el que figuraban militares profesionales (Casado), socialistas (Besteiro) y
combatientes anarquistas (Mera) se inclinó por la rendición ante Franco. Esto llevó a los combates internos en
Madrid ya citados, una vez conocida la caída de Barcelona, y al hundimiento de la resistencia republicana en
el Centro y Levante.
El bando franquista. La muerte de general Sanjurjo, en julio de 1936, cuando se dirigía a Burgos para encabezar
la rebelión, puso en primer plano la figura del general Franco a la que solamente podían hacer sombra figuras
como Mola, quien también fallecería en accidente de aviación en junio de 1937. Primeramente, se creó una
Junta Técnica en Burgos, presidida por el general Cabanellas. En septiembre, una reunión de generales nombró
al general Franco generalísimo y jefe de un nuevo Estado aún sin definir. En los meses siguientes, Franco -
nombrado interlocutor privilegiado por Mussolini y Hitler y jefe incontestable de las tropas marroquíes- logró
hacerse con la jefatura política y militar del nuevo Estado. Franco aglutinó tras de sí a la Falange, los
monárquicos alfonsinos y carlistas y la CEDA. En febrero de 1937 estableció como himno nacional la Marcha
Real y a finales de mes se constituyó en jefe nacional del Partido Único que, con el nombre de Falange Española
Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS), surgía para agrupar políticamente a toda la España rebelde
a la República. El Decreto de Unificación, inspirado por Serrano Suñer, establecía las bases de un Estado
totalitario disolviendo todos los demás partidos y organizaciones políticas. En julio de ese año, la casi totalidad
de los obispos firmó una pastoral apoyando resueltamente el bando franquista y denominando Cruzada a la
Guerra Civil. En enero de 1938 se constituyó el primer Gobierno del nuevo Estado que constituía un agregado
de las fuerzas conservadoras, a base de tradicionalistas, falangistas y, sobre todo, militares. Fueron abolidas
todas las medidas sociales aprobadas en la República: derogación de la reforma agraria y de la legislación
laboral, depuración de funcionarios, restablecimiento de las prebendas de la Iglesia, y abolición de las leyes
educativas, de sufragio, divorcio, etc. La vida social pasó a estar regida por una férrea censura y la prohibición
de toda expresión de pensamiento contrario a los postulados del integrismo católico, con lo que la España
franquista daba un salto atrás hacia etapas anteriores al liberalismo.
Javier Herreros de Tejada Ibáñez. Historia de España. 2º de Bachillerato IES Ruiz Gijón (Utrera).
Las consecuencias de la Guerra Civil.
Demográficas. La guerra supuso una sangría poblacional muy importante. Por un lado, el impacto en pérdidas
humanas fue muy considerable. Se estima que las víctimas de la contienda superaron el medio millón de
personas, incluyendo muertos en combate y represaliados en la retaguardia. Además, habría que contabilizar
los ejecutados por los vencedores tras la guerra, que no bajarían de 50.000 personas. A estas hay que sumar,
al menos, 300.000 personas exiladas. En cuanto al poblamiento, hay que señalar que en los años de la
posguerra se produjo un estancamiento e incluso un retroceso de la población urbana.
Económicas. Los años cuarenta fueron los “años del hambre”. La destrucción de recursos económicos e
infraestructuras es de muy difícil cálculo. En todo caso, superó el 25% del PIB. La cabaña ganadera se redujo
en la guerra en un 60 %, mientras la producción agrícola bajó un 25% aproximadamente. La Hacienda Púbica
estaba arruinada y sin reservas financieras. La inflación multiplicó por diez el índice de precios en la década
siguiente a la guerra. Se produjo un estancamiento económico durante toda la década; no se recuperó el nivel
de renta de 1935 hasta ya entrados los años 50. Por otra parte, España no pudo beneficiarse de las ayudas
estadounidenses para la reconstrucción del Plan Marshall de 1947 por el tipo de régimen dictatorial y el
consiguiente aislamiento internacional que provocó la dictadura de Franco.
Políticas y culturales. Se estableció una dictadura militar que se prolongaría durante casi cuarenta años, con
la pérdida de libertades políticas y la persecución de cualquier tipo de disidencia. La Ley de
Responsabilidades políticas (1939) envío a cárceles y campos de concentración a todos los combatientes en
el bando republicano que no se exiliaron, calculándose que todavía en 1945 permanecían encarcelados a
consecuencia de la guerra unos 100.000 españoles. En muchos casos sus condenas incluían trabajos
forzados (construcción de vías férreas y carreteras, reconstrucción de obras públicas, edificación del Valle de
los Caídos, etc.). El régimen era, sobre todo, un estado policial. El aislamiento cultural y científico de España
fue otra consecuencia. La mayor parte de las fuerzas de la cultura fueron aniquiladas o se marcharon al exilio.
Un 90% de los intelectuales se exiliaron, casi al completo las generaciones del 27 y del 36. En cuanto a la
política exterior, el carácter dictatorial del régimen franquista llevó a España a una situación de compromiso
con los regímenes fascistas que duró hasta 1942. Después, a una fase de aislamiento que se recrudeció en
1946 por la condena de la ONU al régimen y la retirada de embajadores. Este aislamiento duró hasta los
acuerdos de 1953 con EE.UU. y el Vaticano.
Javier Herreros de Tejada Ibáñez. Historia de España. 2º de Bachillerato IES Ruiz Gijón (Utrera).