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TEMA 12. LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA CONSTITUCIÓN DE 1931.

POLÍTICA DE
REFORMAS Y REALIZACIONES CULTURALES. REACCIONES
ANTIDEMOCRÁTICAS.

1. INTRODUCCIÓN
Con el triunfo electoral republicano del 12 de abril en la mayoría de las capitales españolas, el 14 de
abril de 1931 se proclamó la II República, acabando con el reinado de Alfonso XIII, quien marchó al
exilio al no poder recuperar la normalidad tras la dictadura primorriverista. Así, recibida con
entusiasmo por las clases medias y populares, la II República fue vista como una oportunidad para
modernizar y democratizar España; sin embargo, fue acogida con temor por las élites sociales y
económicas del país.

A su vez, el desarrollo político del periodo fue condicionado por el contexto internacional. Por un
lado, la grave depresión económica a raíz del Crack del 29, que desde 1932 en España llevó a la
quiebra de industrias, descenso de precios, pérdida de mercados, aumento del paro, retorno de
emigrantes, conflictividad social, etc. Por otro, la asunción en la U.R.S.S. del régimen stalinista, que
provocó el “terror rojo” en Europa, alimentado por el auge de los totalitarismos (fascismo italiano,
nazismo alemán, dictadura de Salazar en Portugal, etc.), que por sus valores autoritarios y
antidemocráticos eran contrarios al sistema republicano español (democracia parlamentaria,
libertades ciudadanas, pluralismo político, constitucionalismo). En esta época España se aproximó
políticamente a la III República Francesa.

Con todo, la II República duró cinco años, aplicando intensas reformas en un escenario de creciente
polarización social y política. Al final, la radicalización de las posturas acabará desembocando en la
Guerra Civil (1936-1939).

2. LA PROCLAMACIÓN DE LA II REPÚBLICA Y EL GOBIERNO PROVISIONAL


La II República llegó por los errores de Alfonso XIII, sobre todo su apoyo a Primo de Rivera, lo cual
extendió el sentimiento antimonárquico y dio lugar al Pacto de San Sebastián (1930). Así, tras un
intento golpista fallido por los firmantes del pacto y la creación de la Agrupación al Servicio de la
República por los intelectuales, llegamos al contexto de las elecciones municipales del 12 de abril.
Éstas se plantearon como un plebiscito a favor o contra la monarquía, que acabó dando el triunfo a
los partidos republicanos en las grandes ciudades, donde el voto era más libre y representativo, pues
en las zonas rurales seguía el control caciquil.

Cuando el 14 de abril se conocieron los resultados, los republicanos lo celebraron y proclamaron la


República en las ciudades más importantes (primero en Éibar, Guipúzcoa). Alfonso XIII decidió
abandonar el país, ya que no podría mantenerse en el trono al ser identificado con el caduco sistema
de liberalismo oligárquico. Sin embargo, terminar con la monarquía no necesariamente significaba la
modernización y el fin de los problemas.

Al inicio se formó un gobierno provisional (abril-junio de 1931), que se hizo cargo del poder hasta
las elecciones generales. Éste estaba formado por los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián,
de diversas tendencias. Provenientes de la derecha estaban Niceto Alcalá Zamora de Derecha Liberal
Republicana (D.L.R.), que ocupaba la presidencia; además de otros componentes pertenecientes al
Partido Republicano Radical (P.R,R,) como Alejandro Lerroux; y Acción Republicana de Cataluña
(A.R.C.) con Nicolau d´Olwer. Sus ideologías eran de centro-derecha, integrando antiguos caciques
y nacionalistas, que representaban el republicanismo moderado y conservador, llegando a colaborar
con la derecha monárquica y confesional.
En el lado de la izquierda, se hallaban Acción Republicana con Manuel Azaña; el Partido Republicano
Radical Socialista (P.R.R.S.) con Marcelino Domingo; el Partido Socialista Obrero Español (P.S.O.E.)
con Indalecio Prieto o Francisco Largo Caballero; y la Organización Republicana Gallega
Autonomista (O.R.G.A.) con Santiago Casares Quiroga. Sus ideologías eran mayoritariamente de
centro-izquierda, autonomistas, laicistas y socialmente avanzadas, aunque con un cierto componente
radical.

Asimismo, en el Gobierno Provisional quedaron sin representación la mayoría monárquica y otras


agrupaciones con Esquerra Republicana de Cataluña (E.R.C.), independentista, con Francesc Macià
y Lluís Companys, a pesar de participar en el Pacto de San Sebastián; el Partido Nacionalista Vasco
(P.N.V.); el Partido Comunista Español (P.C.E.), con José Díaz y Dolores Ibárruri “La Pasionaria”,
que defendía la revolución para lograr el socialismo y sumarse a la III Internacional; y la
Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.), anarcosindicalistas dirigidos por el sector más radical,
la Federación Anarquista Ibérica (F.A.I.), que consideraban la República un régimen tan opresivo
como cualquier otro.

A pesar de tantas diferencias, el Gobierno Provisional emprendió las primeras reformas urgentes a
partir de decretos, como la amnistía para los presos políticos de la dictadura, la proclamación de las
libertades políticas y sindicales, medidas para paliar la crisis financiera y una serie de proyectos:
-Proyecto Religioso: estableció la libertad de culto y el abandono de la financiación de la Iglesia.

-Proyecto Educativo: persiguió alfabetizar y formar en los valores republicanos, pretendiendo crear
unas 27.000 escuelas con similar número de profesorado, y bibliotecas en las escuelas primarias
(función social). Además quitó la obligatoriedad de la enseñanza religiosa.

-Proyecto Autonómico: se realizaron acuerdos con vascos y catalanes para que aceptasen el nuevo
gobierno, sobre todo tras la proclamación de la República Catalana por Macià, como Estado
independiente dentro de una federación de pueblos ibéricos, vulnerando así el Pacto de San Sebastián.
Tras diversas gestiones, se creó la Generalitat de Cataluña como órgano autonómico dentro de la
República española y se empezó la elaboración de un proyecto de estatuto que debía someterse a
referéndum en Cataluña y luego aprobarse por las Cortes.

-Proyecto Militar: Azaña, ministro de Guerra, pretendió transformar el ejército en una institución fiel
a la República y suprimir su injerencia en la política. Para ello concedió el retiro voluntario con paga
íntegra a los oficiales monárquicos que lo solicitasen, mientras que si elegían continuar debían jurar
fidelidad al régimen. Así, redujo el número de oficiales y divisiones; al tiempo que suprimió los
cargos de capitán general, la Academia Militar de Zaragoza (fundada por Franco) por su ideario poco
democrático, y el ascenso por méritos de guerra, lo que hizo que muchos oficiales perdieran rango.
También reformó la jurisdicción militar para impedir que se pronunciara sobre hechos ajenos al
ámbito castrense y separar delitos civiles y militares.

-Proyecto Agrario: Largo Caballero, ministro de Trabajo, aprobó diversos decretos en beneficio del
campesinado: jornada laboral de ocho horas para los jornaleros, medidas para evitar la expulsión de
los arrendatarios de las tierras que cultivaban al acabar sus contratos, creación de Jurados Mixtos
(compuestos por propietarios y jornaleros) para regular las condiciones laborales y salariales agrícolas,
Ley de Laboreo Forzoso (que obligaba a los terratenientes a cultivar toda la tierra disponible para que
los jornaleros pudiesen trabajar más días al año), Decreto de Términos Municipales con obligación
de contratar a los jornaleros del pueblo antes que a los forasteros, concesión de créditos para contratar
mano de obra en la recolección, seguro de accidentes en las tareas agrícolas etc.

Todas estas medidas recibieron un amplio apoyo popular, pero también generaron una oposición
importante: los propietarios agrícolas, contrarios a las reformas laborales; la oligarquía financiera,
que mandó capitales al extranjero; una parte del ejército, por la pérdida de privilegios; y la Iglesia.
La mayoría eclesiástica estaba vinculada a la monarquía y el cardenal Segura (máxima autoridad)
mantuvo una postura rebelde, estimulada por el Papado. Esta situación condujo a la quema de
conventos e iglesias por parte de masas republicanas anticlericales anarquistas en mayo de 1931. Ante
la tardanza e ineficacia gubernamental muchos católicos se distanciaron de la causa republicana,
máxime tras la expulsión del cardenal Segura.

Finalmente, se convocaron elecciones generales a Cortes Constituyentes para el 28 de junio, pero


antes se elaboró una Ley Electoral mucho más democrática: bajada a los 23 años de la edad de
votación, reducción de la capacidad caciquil para manipular el voto rural y posibilidad de las mujeres
de ser votadas, aunque no podían votar. Dicha ley siguió vigente y al favorecer en exceso las
coaliciones en detrimento de los partidos aislados, contribuyó a que los sucesivos cambios políticos
entre izquierda y derecha fueran muy acusados, pues la coalición que alcanzase la mayoría de votos,
por muy escasa que fuese la diferencia, tendría proporcionalmente más diputados. Para las minorías
quedaba una representación a partir de la segunda vuelta.

3. EL BIENIO DE IZQUIERDAS O REFORMISTA (1931-1933)


Las elecciones del 28 de junio superaron el 70% de participación y supusieron un gran triunfo de la
coalición republicano-socialista de los partidos del Gobierno Provisional, siendo diputados varios de
los intelectuales del momento que integraban sus filas (Unamuno, Ortega y Gasset). Mientras tanto,
los partidos dinásticos seguían desarticulados y la derecha se presentó desorganizada y dividida,
siendo ampliamente derrotada. En Cataluña, Esquerra Republicana se impuso a la Lliga Regionalista,
y sólo en el País Vasco y Navarra triunfaron los tradicionalistas.

El objetivo prioritario de las Cortes fue la elaborar una constitución republicana, la cual afrontó
debates muy intensos, sobre todo entre las relaciones Iglesia y Estado o la universalidad total del
sufragio. En este sentido, tuvieron gran protagonismo Clara Campoamor (P.R.R.), defensora del voto
femenino, y Victoria Kent (P.R.R.S.), contraria al mismo, dado que pensaba que se orientaba a la
derecha conservadora por la influencia eclesiástica. Al final se aprobó el sufragio universal para
ambos sexos por primera vez en la historia de España.

A su vez, la Constitución de 1931 se inspiró en las más democráticas de entonces, siendo la más
avanzada de todo el constitucionalismo español:
·Carácter progresista y socializante, definiendo el Estado como una República Popular y Democrática
de trabajadores.
·Soberanía popular y Estado integral central, con posibilidad de promulgar estatutos de autonomía.
Estipula la distribución de competencias entre el Estado y las regiones autónomas, de modo que el
primero quede favorecido, correspondiéndole exclusivamente las competencias sobre política
internacional, ejército y defensa, aranceles, aduanas y tratados de comercio.
·Declaración de derechos más amplia hasta entonces, conteniendo los derechos clásicos: libertad de
expresión, imprenta, culto y garantías procesales; y añadiendo: asociación política y sindical,
enseñanza gratuita, libertad de cátedra, igualdad y no discriminación por sexo, origen, o riqueza,
trabajo como obligación social y sufragio universal directo (masculino y femenino) para mayores de
23 años. Reconoce el derecho a la propiedad privada, pero permite la intervención del Estado.
·El poder legistaltivo reside en las Cortes unicamerales, elegidas cada 4 años, con amplias
atribuciones y un gran control político sobre el Gobierno y el Presidente de la República.
·El poder ejecutivo reside en el Gobierno, su Presidente y el Presidente de la República. Este último
representa a la nación como Jefe del Estado durante un mandato de 7 años, encarga la formación del
gobierno, puede disolver las Cortes dos veces durante su mandato con la condición de convocar
elecciones en un plazo de 60 días y también convocar Cortes extraordinarias. Sin embargo las Cortes
pueden examinar su proceder, y si lo consideran justificado, destituirlo.
·El poder judicial reside en jueces independientes garantizando la autonomía de los tribunales, se
derogan las jurisdicciones especiales excepto la militar (reduce su ámbito) y aparece el jurado como
forma de participación popular en la justicia.
·Crea el Tribunal de Garantías Constitucionales para que el gobierno y las Cortes desarrollen sus
funciones dentro del marco constitucional, y resolver los conflictos entre gobiernos autónomos y
gobierno central.
·Separación Estado e Iglesia: Estado laico aconfesional, libertad de conciencia y práctica religiosa,
supresión del mantenimiento económico, implantación del matrimonio civil y divorcio, jurisdicción
civil en los cementerios e imposiciones a las órdenes religiosas.

Aunque la Constitución fue aprobada por amplia mayoría, no consiguió el consenso de todas las
fuerzas, generando profundas discrepancias por la cuestión autonómica y religiosa, que derivaron en
la dimisión de los sectores católicos del Gobierno. Además, la Iglesia inició una campaña para revisar
la Constitución, sirviéndose de la derecha que empezaba a reorganizarse.

A pesar de todo, Alcalá Zamora terminó siendo elegido Presidente de la República, designando a
Azaña como Presidente del Gobierno. Esto conllevó la negativa de Lerroux (P. R.R.) a formar parte
del gobierno, iniciando un proceso de progresiva derechización, mientras que Azaña continuó la línea
del Gobierno Provisional con reformas estructurales encaminadas a modernizar la sociedad y la
política española. No obstante, hay que aclarar que las reformas no formaron parte de un proyecto
global común, sino que dependían del ministro que las desarrollase. Éstas fueron:

-Reforma Penitenciaria. Humanizó el trato a los presos, suprimiendo penales inhabitables, creando
un cuerpo de funcionarios de prisiones, eliminando los trabajos forzados y malos tratos físicos, etc.

-Reforma de Obras Públicas. Impulsó un plan de infraestructuras, sobre todo en materia hidráulica
con la Ley de Obras de Puesta en Riego, destinada a extender el regadío en Andalucía (pantanos,
canales, redes de riego secundarias, alcantarillado, red eléctrica), y el Plan General de Obras
Hidráulicas, que contemplaba el trasvase Tajo-Segura y numerosos pantanos. También se destinaron
inversiones al ferrocarril, carreteras y puertos marítimos.

-Reforma Laboral. Adoptó una serie de medidas para crear un código laboral, aprobando los decretos
del Gobierno Provisional relativos sobre todo a la agricultura. Así la Ley de Contratos de Trabajo
mejoró los salarios; estableció la jornada de 8 horas, el descanso dominical y seguros de accidente;
reguló el trabajo de niños y mujeres, etc. Mientras, la Ley de Jurados Mixtos profesionales arbitró los
conflictos entre trabajadores y empresarios, supervisados por el ministerio de Trabajo, con el rechazo
de la patronal, que lo consideraba una intromisión.

-Reforma Militar. Intentó crear un ejército profesional, moderno y democrático. Para ello refrendó
las anteriores medidas del Gobierno Provisional, y para contrarrestar el peso de la Guardia Civil, creó
un cuerpo de defensa del orden público urbano adepto al régimen republicano, la Guardia de Asalto.
No obstante, al disminuir el presupuesto no se pudo modernizar ni el material ni el armamento,
derivando en un gran rechazo de los “africanistas”, que animaban a la revuelta militar.

-Reforma Religiosa. Limitó la influencia de la Iglesia y secularizó la sociedad española desarrollando


las medidas determinadas en la Constitución, así como disolvió la Compañía de Jesús y nacionalizó
sus bienes. Además, la Ley de Congregaciones Religiosas que limitaba las posesiones de éstas, les
prohibía el ejercicio de la enseñanza, comercio e industria y las obligaba a rendir cuentas sobre las
inversiones efectuadas. Todo ello aumentó los movimientos populares anticlericales y el antagonismo
de la jerarquía religiosa hacia la República.
-Reforma Educativa. Pretendió una educación liberal, gratuita, igualitaria, mixta y laica; con una
formación integral, activa, personalizada e impulsora del sentido crítico. Se creó el Consejo de
Instrucción Pública como órgano asesor del gobierno, delegando en los consejos escolares, y se
aumentó el presupuesto en un 50% para becas y formación del profesorado, derivando en 7.000
escuelas y 13.000 maestros durante el periodo. También se dignificó la figura del maestro y
económicamente se mejoró su posición; al tiempo que aparecieron las Misiones Pedagógicas para
extender la cultura a las zonas rurales con representaciones teatrales, museos y bibliotecas ambulantes,
divulgación de cuestiones sanitarias y agrícolas, etc. Finalmente se decretó el cierre de centros de
enseñanza religiosa, pero el nuevo gobierno radical dejó en suspenso la ley.

-Reforma Autonómica. Permitió a las regiones tener una organización propia. En Cataluña, tras lograr
la Generalitat, se aprobó el Estatuto de Autonomía (Estatuto de Nuria) primero en referéndum y luego
en Cortes en 1932. Tras las elecciones autonómicas, Macià (E.R.C.) pasó a ser presidente de la
Generalitat. En el País Vasco el proceso fue más lento, por la falta de un órgano preautonómico y el
carácter clerical. Se elaboró un estatuto (Estatuto de Estella) por el P.N.V. y los carlistas, pero fue
rechazado al ser incompatible con la Constitución. Finalmente se aprobó en plena Guerra Civil
(octubre de 1936). En el caso gallego, el estatuto se realizó y se votó afirmativamente en referéndum,
pero no se aprobó en Cortes por el estallido de la guerra. Respecto a Andalucía, elaboró su estatuto,
pero el referéndum fechado para el verano de 1936 no llegó a celebrarse.

-Reforma Agraria. Quiso terminar con el atraso técnico, productivo y humano; así como con el
predominio latifundista con un reparto más justo de la propiedad, mejorando los rendimientos de la
tierra y las condiciones del campesinado. Así, a los decretos del Gobierno Provisional se añadió la
Ley de Bases de la Reforma Agraria de 1932, que decretaba la expropiación de todas las tierras que
excediesen un tope máximo (600 Ha de cereal, 300 Ha de olivar, 150 de viñedo y 750 Ha de dehesa),
las cuales serían indemnizadas a sus propietarios según el valor declarado ante Hacienda. También
eran expropiables las tierras de los antiguos señoríos, incultas o mal cultivadas, de permanente
arrendamiento, de regadío que no hubieran sido regadas por obligación legal y las de los Grandes de
España que habían participado en la rebelión del general Sanjurjo de 1932. Estas últimas no recibieron
indemnización.

Posteriormente las tierras debían repartirse entre los campesinos sin tierra del lugar o en régimen de
arrendamiento muy precario, para que fuesen explotadas, individual o colectivamente, con contratos
de arrendamiento de larga duración. Para ejecutarlo todo se creó el Instituto de Reforma Agraria
(I.R.A.), que catalogaba las fincas, expropiaba, indemnizaba y entregaba la tierra al campesinado,
agrupado en comunidades o cooperativas. Sin embargo, los resultados fueron escasos, pues el I.R.A.
recibió poca dotación económica para expropiar, contó con la resistencia de los propietarios y poseía
una estructura burocrática poco operativa, que degeneraba en una excesiva lentitud.

En definitiva, la reforma agraria aumentó la tensión social con los grandes propietarios en contra de
la República y los campesinos decepcionados con los resultados, por lo que se radicalizaron actuando
en connivencia con la C.N.T. y la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (F.N.T.T.)
dependiente de la U.G.T. (ocupaciones, incendios, enfrentamientos con Guardia Civil).

Con todo, durante el bienio se desarrolló una oposición de doble vertiente en contra de las reformas
implantadas. De un lado, las ideologías de derecha consideraron las reformas como revolucionarias,
destacando la clase empresarial, amplias capas medias, la Iglesia y el ejército. Este último intentó un
golpe de Estado que fracasó, con el general Sanjurjo en 1932, pero en 1933 apareció la U.M.E. (Unión
Militar Española), una organización clandestina que participaría en el golpe de Estado de 1936.
Asimismo, hubo una reorganización de dichas ideologías. Desde la derecha nacieron Renovación
Española, monárquicos ultraderechistas que actuaban fuera de la ley con el apoyo de los
autoritarismos europeos, destacando José Calvo Sotelo; Comunión Tradicionalista, que reunió al
carlismo; Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (J.O.N.S.), fascitas; y Falange Española, de José
Antonio Primo de Rivera, nacionalista, fascista y partidaria de la violencia. Desde el centro-derecha
continuó el Partido Radical de Lerroux; y se creó la Confederación Española de Derechas Autónomas
(C.E.D.A.), que aglutinaba a católicos descontentos, miembros del Partido Agrario, algunos
monárquicos, etc., encabezados por José María Gil-Robles.

Por otro lado, existía la oposición de las clases populares, obreros y campesinos, pues las lentas
reformas no colmaban las expectativas y el desempleo aumentó. Así, se radicalizaron la C.N.T.-F.A.I.,
el P.C.E. y la U.G.T., impulsando los dos primeros la huelga general y la insurrección campesina con
ocupación de tierras, quema de registros de propiedad y colectivización de la misma. El punto álgido
fue la insurrección general de 1933, con los sucesos de Casas Viejas, Cádiz, donde el bracero
Seisdedos proclamó el comunismo libertario y se refugió con varias familias en casas del pueblo,
mientras la Guardia de Asalto y la Guardia Civil reprimieron quemando y matando a los insurrectos,
aplicándoles la Ley de Fugas. La política de orden público se había resuelto antes de la misma manera,
con los precedentes de Castilblanco en Extremadura o Arnedo en La Rioja, y sus resultados fueron
utilizados por la derecha en contra de Azaña para culpabilizarlo, evidenciando su falta de control de
las fuerzas policiales.

De hecho, la conflictividad social fue una prueba para evaluar la política de orden público, que con
la Ley de Defensa de la República de 1931 podía en casos excepcionales cerrar locales y periódicos,
suspender garantías constitucionales y reprimir revueltas para defender la República.

Añadido a ello, comenzó una coyuntura económica desfavorable influida por la crisis mundial, que
paralizó la emigración a América y agravó los problemas económicos internos (reparto desigual de
la riqueza, escasa competitividad internacional, balanza comercial deficitaria). Así descendieron la
productividad y los beneficios empresariales, cayendo la inversión privada.

El conjunto de todo provocó el desgaste del gobierno y el presidente de la República retiró la


confianza a Azaña y forzó su dimisión en 1933. Lerroux formó gobierno, pero no pasó la moción de
confianza, por lo que se dio un nuevo gobierno presidido por Martínez Barrio. Sin embargo, Alcalá
Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones con el argumento de la alteración de partidos y de
sus relaciones, que desembocaban en la inestabilidad del régimen.

4. EL BIENIO DE DERECHAS O CONSERVADOR (1933-1935)


En julio de 1933 se aprobó una nueva ley electoral que reconocía el voto femenino, a la vez que
consolidaba el sistema mayoritario, favorecedor de grandes coaliciones. Esto fue aprovechado por la
derecha, organizada y unida en la C.E.D.A., que apelaba por el orden, la reforma constitucional, la
tradición, la propiedad y la religión. Mientras, la izquierda se presentó desunida y sus sectores más
radicales (C.N.T.) promovieron la abstención, perjudicándoles.

El resultado fue una participación del 67,4% y el triunfo de la derecha, siendo la C.E.D.A. y el Partido
Radical los más votados; así como Acción Republicana, el Partido Radical-Socialista y el P.S.O.E.
fracasaron. Incluso la Lliga Regionalista logró más votos en Cataluña que Esquerra. Dado que la
C.E.D.A. no alcanzó la mayoría suficiente, Alcalá Zamora, entregó el gobierno al Partido
Republicano Radical de Lerroux, quien asumió la presidencia de gobierno con el apoyo parlamentario
de la C.E.D.A., dando a su gobierno un carácter más derechista.
La práctica política consistió en el freno a todas las reformas emprendidas en el período anterior:
aprobación de un presupuesto para el culto y clero y negociaciones para un Concordato con la Santa
Sede, amnistía para los integrantes de la Sanjurjada y la dictadura de Primo de Rivera, promoción de
los militares apartados, reducción presupuestaria para educación y obstaculización de la autonomía
vasca y de otras regiones que la estaban tramitando.

Pero sobre todo se centraron en la reforma agraria, devolviendo tierras a la nobleza, anulando las
cesiones al campesinado, suprimiendo las mejoras laborales y salariales, libertad de contratación, etc.
También declararon inconstitucional la Ley de Contratos de Cultivo (los arrendamientos pasaban a
ser propiedad tras 18 años de cultivo) de la Generalitat, afectando a su autonomía. La protesta de la
patronal catalana, la Lliga y Acció Popular llegó al Tribunal de Garantías Constitucionales, que
declaró incompetente al Parlamento catalán para legislar sobre este asunto.

Con todo, la tensión se incrementó y P.S.O.E. y U.G.T. se radicalizaron uniéndose a los anarquistas,
al P.C.E. y a E.R.C. en huelgas y sublevaciones, como la huelga general realizada por la F.N.T.T. Al
mismo tiempo, el ala más progresista de los radicales, con Martínez Barrio a la cabeza, se escindió,
reacio al catolicismo de los cedistas y a depender de ellos, ocupando éstos tres ministerios en octubre
de 1934.

Todo ello desencadenó la Revolución de Octubre de 1934, comparando la incorporación de los


ministros cedistas con el ascenso nazi en Alemania y la política represiva socialcristiana en Austria,
pues en la C.E.D.A. convivían democristianos con ultraderechistas tentados por el fascismo. Así
estalló una insurrección nacional, de objetivos políticos e implicación sindical, promovida por
P.S.O.E., U.G.T. y F.N.T.T., con huelgas y manifestaciones revolucionarias. El movimiento se limitó
a espacios urbanos y localidades dispersas, con carencia de coordinación y unidad de objetivos, lo
que llevó a que fuera sofocado en casi todas partes de forma inmediata.

No obstante, tuvo especial virulencia en Asturias, donde se apoyó también por la C.N.T. y el P.C.E.,
desembocando la insurrección armada en una revolución social de las cuencas mineras y ocupando
pueblos, ayuntamientos, cuarteles de la Guardia Civil y sitiando Oviedo, con el objetivo de establecer
un nuevo orden social igualitario. El ejército reprimió duramente con la coordinación de Franco y la
intervención de las tropas africanas de Yagüe, dejando 1.300 muertos, 3.000 heridos y 5.000 detenidos.

Por su parte, en Cataluña la Generalitat presidida por Companys proclamó la República catalana
dentro de la República Federal Española, mientras los partidos de izquierdas organizaron la huelga
general. Para sofocar las insurrecciones se declaró el estado de guerra y el ejército detuvo 3.500
personas, contando a todos los miembros del gobierno catalán.

A nivel nacional las consecuencias políticas de la Revolución de 1934 fueron muy importantes,
dándose una crisis del gobierno, pues la influencia de la C.E.D.A. acabó chocando con los radicales
de Lerroux. Esto supuso la reorientación de la política gubernativa a una línea aún más dura: 30.000
personas fueron encarceladas (Azaña, Largo Caballero), se limitó la actividad de los partidos de
izquierda, se estableció la censura previa, se suspendió el Estatuto catalán y su Parlamento, se
devolvieron tierras a los jesuitas, recolocaron militares antirrepublicanos en puestos de mando
(Franco como jefe del Estado Mayor) y se intentó un anteproyecto para modificar la Constitución
(revisión de las autonomías, abolición del divorcio, prohibición de expropiación de tierras).

Así, hubo un reajuste de la República, pues los partidos republicanos se reestructuraron, el socialismo
se dividió y aparecieron disensiones entre radicales y cedistas. Además, hay que considerar que los
partidos de izquierda habían truncado la legalidad de la República con el argumento de defenderla,
mientras que el gobierno de derechas cuestionaba el sistema y sus instituciones republicanas. El
consenso político parecía inviable y el déficit democrático era evidente.
El final del gobierno se debió a escándalos de corrupción (estraperlo, sobornos, malversación de
fondos), convocando, Alcalá Zamora, elecciones para febrero de 1936.

5. GOBIERNO DEL FRENTE POPULAR (FEBRERO-JULIO 1936)


Como en Europa crecían los fascismos, el comunismo internacional cambió de estrategia con la
formación de Frentes Populares, que implicaban la alianza del proletariado con las clases medias
antifascistas. La izquierda se presentó unida a las elecciones generales de febrero de 1936 con el
Frente Popular (P.S.O.E., P.C.E., E.R.C., Izquierda Republicana, P.O.U.M.), contando con el voto de
la C.N.T. Su programa fue fundamentalmente socialdemócrata, pidiendo la amnistía para los
represaliados de la Revolución de octubre de 1934 y la aplicación de la legislación reformista
suspendida por el gobierno. Mientras, la derecha no logró una candidatura única, ni un programa
común, aunque lo intentó con formaciones como el Bloque Nacional de José Calvo Sotelo.

La campaña electoral fue agitada y tensa, pero sin conflictos violentos, con un porcentaje de
participación del 72%. Los resultados fueron una radical división de la sociedad: un 48% de los votos
fueron para el Frente Popular, que obtuvo la mayoría absoluta necesaria para gobernar, y un 46,5%
para la derecha. También mostró una gran polarización social y geográfica (sur, periferia y grandes
ciudades, de izquierdas; norte, centro y zonas rurales, de derechas).

No obstante, el Frente Popular fue un pacto electoral, no de gobierno, por lo que Azaña formó un
gobierno compuesto exclusivamente por republicanos (Izquierda y Unión Republicana), con apoyo
parlamentario del resto de la coalición. Las Cortes quedaron constituidas en abril de 1936 y su primer
acto fue la destitución de Alcalá Zamora como presidente de la República (por su disolución de las
Cortes en dos ocasiones), en favor de Manuel Azaña, pasando la presidencia del Gobierno a Santiago
Casares Quiroga,

Las primeras medidas gozaron de consenso político: amnistía por los sucesos de octubre y readmisión
de despedidos por lo mismo. Además, se restableció la autonomía catalana y se iniciaron las
negociaciones de los estatutos vasco y gallego. También se comenzó la reposición íntegra de la Ley
de Reforma Agraria, aligerando sus trámites por la presión de las organizaciones obreras (primero la
ocupación, luego su legalización y finalmente la organización de las tierras). El resto de reformas se
retomaron con mayor acento tras la ralentización del bienio anterior.

Pero el gobierno se mostró débil ante la presión del sindicalismo revolucionario de la U.G.T. y CNT,
que generaron huelgas y ocupaciones de tierras; así como frente al rechazo absoluto de las derechas:
cierre de empresas, salida de capitales, campañas de la Iglesia en contra, violencia de los falangistas
con patrullas armadas que atacaban a los militantes de izquierda (quienes les respondían), etc.

6. CONCLUSIÓN
Con todo, desde febrero un grupo de generales (Mola, Sanjurjo, Franco, Queipo de Llano, Goded)
preparaban una conspiración para derrocar al gobierno, pero al descubrir sus reuniones fueron
dispersados en sus destinos (Mola a Navarra, Goded a Baleares, Franco a Canarias). Sin embargo, el
general Mola siguió organizando la trama; sumando elementos civiles, monárquicos, carlistas,
cedistas y falangistas; y estableciendo contactos con la Alemania nazi y la Italia fascista.

A su vez, la escalada de conflictividad social prosiguió, y el 13 de julio la extrema derecha asesinó al


socialista y teniente de la Guardia de Asalto José Castillo en Madrid. El día 14 sus compañeros
asesinaron al dirigente monárquico José Calvo Sotelo, lo cual aceleró los planes golpistas y el 17 de
julio se inició la sublevación en Marruecos, continuando el 18 en la península.
Sin embargo, el levantamiento armado triunfó sólo en parte, pues en las principales ciudades (Madrid,
Barcelona, Valencia, etc.) fracasó debido a la actitud de los partidos y sindicatos de izquierda, los
cuales hicieron un llamamiento a sus militantes para que atacasen los cuarteles de los militares
golpistas. De este modo, un golpe de Estado que estaba planeado para triunfar en unas horas
desembocó en una larga guerra civil de tres años.

En conclusión, la II República fue otra oportunidad perdida debido a la falta de experiencia


democrática, la conflictividad social, la lentitud de las reformas, la impaciencia de los radicales y la
amplia oposición conservadora y militar.

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