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TEMA 54. EL DELITO IMPRUDENTE. EL DELITO DE OMISIÓN. FORMAS DE EJECUCIÓN.

AUTORÍA Y
PARTICIPACIÓN CRIMINAL. CONCURSO DE LEYES Y DELITOS.

Según el artículo 12 del Código Penal, "Las acciones u omisiones imprudentes sólo se castigarán cuando expresamente
lo disponga la Ley". A partir de esta definición se puede diferenciar una serie de elementos dentro de una conducta
imprudente:

1. Una acción humana u omisión voluntaria, pero no dolosa ni maliciosa.


2. El fin que persiguen las acciones u omisiones es irrelevante para el Derecho, pero no los medios o formas empleados
durante la ejecución.
3. Que esa acción realice un hecho objetivamente típico y antijurídico.
4. Que tal conducta produzca daños en el bien jurídico.
5. Que exista una relación de causalidad entre la acción u omisión y el resultado dañoso.

La imprudencia supone descuido, dejadez, falta de cuidado. No existe el elemento dolo, el autor de la acción u omisión
no pretendía el resultado que se ha producido, sino que ha descuidado la norma de cuidado objetivamente debido, es
decir, no ha sido todo lo diligente que debía y en consecuencia, ha cometido un delito culposo.

Sin embargo, aparte de esos elementos, se configura el más importante de todos, y es la observancia del deber objetivo
de cuidado, la diligencia debida, que constituye el punto de referencia obligado del tipo de lo injusto en el delito
imprudente. El cuidado objetivamente debido está determinado en ocasiones por disposiciones administrativas que
rigen las normas de ciertas profesiones, en otras ocasiones se habla de reglas técnicas, y también se habla de reglas
sacadas de la común experiencia. Según la previsibilidad del resultado, se puede distinguir entre:

- Culpa consciente o con representación, en la que el autor tiene presente la posibilidad de que el resultado se
produzca, pero confía en evitarlo.
- Culpa inconsciente o sin representación, en la que el autor no llega a tomar en consideración la posibilidad de que se
produzca el resultado, pese a que podía y debía hacerlo.

Por tanto, son tres las condiciones intrínsecas a la imprudencia: El resultado tiene que estar en relación de causalidad
con la conducta contraria a la norma de cuidado; El resultado debe ser previsible objetivamente desde la posición del
autor, previsible desde una posición anterior al hecho; El resultado debe ser la realización de riesgo creado o
incrementado por la acción contraria al deber de cuidado.

Expone el artículo 1 del Código Penal de 1995, que no se castigará ninguna omisión que no esté prevista como delito
por una ley anterior a su perpetración. Los delitos o faltas que consistan en la producción de un resultado sólo se
entenderán cometidos por omisión cuando la no evitación del mismo, al infringir un especial deber jurídico del autor,
equivalga, según el sentido del texto de la Ley, a su causación. A tal efecto se equiparará la omisión a la acción:

- Cuando exista una específica obligación legal o contractual de actuar.


- Cuando el omitente haya creado una ocasión de riesgo para el bien jurídicamente protegido mediante una acción u
omisión precedente.

Podemos hablar de dos tipos de omisión:

1. Omisión Pura o Propia: Implica no realizar una acción para proteger un bien jurídico que se encuentra en peligro.
Dentro de la omisión pura o propia, la omisión de auxilio u omisión del deber de socorro (195 y 196 CP) es
abstenerse a prestar ayuda a quien se encuentra en una situación de peligro manifiesto y grave.

2. Omisión Impropia o Comisión por Omisión: En este caso, una persona tiene la posición de garante de un bien
jurídico protegido y por ello debe cumplir con ciertas obligaciones. Si no lo hace, su omisión tendrá consecuencias
negativas. El especial deber de responsabilidad del sujeto activo hace que, de no actuar el garante conforme a lo
esperado, se entienda que su conducta pasiva posee tal gravedad que equivale a un delito activo.

En ambos casos, estamos ante un no hacer, que obligatoriamente ha de ser relevante, ya que no toda omisión implica
delito. Los delitos de omisión responden a un principio de solidaridad humana en virtud del cual se responsabiliza a un
sujeto que es el que omite, a realizar una determinada prestación dirigida a la salvaguarda de un bien jurídico o a que no
impida la producción de un resultado típico estando obligado a ello.

El concepto de omisión solo se refiere a aquellos comportamientos pasivos que producen consecuencias jurídicas. Por
esta razón no todo comportamiento pasivo consiste en un "no hacer" equivalente a una omisión en sentido penal, porque
para que tuviera relevancia penal es necesario hacer un juicio normativo negativo.

Atendiendo a las formas de ejecución, es importante señalar que e conoce como iter criminis o vida del delito al
proceso que comienza por la concepción del delito en la mente de su autor y culmina con la ejecución del mismo y
agotamiento de sus resultados. Basándonos en esta definición, se pueden diferenciar dos fases:

- La fase interna, es decir, los actos internos que constituyen las ideas y proyectos que están en la mente del autor. Esta
fase queda impune ante la ley, no solo por la dificultad de probar esos pensamientos internos, sino también porque
solo se sanciona a una persona por las cosas que hace o deja de hacer.

- La fase externa solo se castiga cuando da comienzo a hechos tendentes a cometer el delito, no cuando solo queda en
la mente del autor. La fase externa, que se inicia cuando la resolución criminal se muestra en el mundo exterior con
actuaciones que denotan el inicio del proceso delictivo. En esta fase se incluye todo lo que es aprehensible o
apreciable y abarca todos los actos o momentos de la vida del delito. En ella, a su vez, se pueden diferenciar dos
etapas:
- Actor preparatorios. que son aquellos que tienen por objeto la comisión del delito; están encaminados a su
ejecución, si bien no se dirigen directamente a la misma. Son, por lo tanto, los actos preliminares a la acción
delictiva, a la que preparan y posibilitan. En la legislación española, los actos preparatorios quedan impunes al
no poder incluirse dentro de la tentativa, salvo tres manifestaciones: La conspiración, La proposición y la
Provocación.

- Actos ejecutivos. que representan una etapa superior en el desarrollo del delito, dándose inicio a la ejecución de
este. Dentro de esta clasificación se encuentra:

• La tentativa (Art. 16 CP). Hay tentativa cuando el sujeto da comienzo a la ejecución del delito directamente
por hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente deberían producir el
resultado y, sin embargo, este no se produce por causas independientes de la voluntad del autor. Cuando se
realizan todos los actos se denomina tentativa acabada. Si no se realizaron todos los actos (aunque el autor
crea que sí) se denomina tentativa inacabada.

• El desistimiento voluntario de consumar un delito. Este se configura como una causa personal de exclusión
de la pena o excusa absolutoria, siempre que se den los siguientes requisitos: A) Voluntariedad del
desistimiento. Es necesaria la voluntad del que desiste siempre que el delito no haya fracasado y dependa de
la voluntad del que desista para su consumación. B) Evitación de la consumación. La conducta debe
manifestarse de un modo doble: Desistiendo de la ejecución ya iniciada cuando eso es suficiente para evitar
la consumación e Impidiendo la producción del resultado consumativo, cuando el grado de ejecución
alcanzado requiera un desistimiento activo y no un mero dejar de actuar. Sin perjuicio de la responsabilidad
en que pudiera haber incurrido por los actos ejecutados, si estos fueren ya constitutivos de otro delito.

• La consumación. Se habla de delito perfecto o consumado cuando la acción u omisión están plenamente
realizadas, cuando hay una completa coincidencia con los hechos realizados y los descritos en el
correspondiente tipo delictivo. A veces se habla de delito agotado, como especie de delito consumado en la
que se producen todos los efectos dañosos a los que tendía el agente, pues hay delitos en los que el momento
de la consumación, por anticiparse, no coincide con el fin concreto perseguido por el autor, con lo que el
agotamiento no coincidiría con la consecución total de dicha finalidad.

En cuanto a la autoría y participación criminal, entre todas las personas que pueden intervenir en la realización de un
delito, el artículo 27 del código penal declara responsables criminalmente de los delitos a los autores y a los cómplices.

La autoría la recoge el artículo 28 del código penal y define como autor a quienes realizan el hecho por sí solos,
conjuntamente o por medio de otro del que se sirven de instrumento. De esta forma, cabría hablar de una autoría directa
individual, una autoría mediata o la coautoría:

- Cuando hablamos de autoría directa individual, nos referimos a que el autor directo es aquel que realiza directamente
el delito. Se suele denominar así al que actúa como autor material directo.

- En el caso de la autoría mediata, el autor no realiza directa y personalmente el delito, sino que otra persona,
generalmente no responsable, lo realiza. Por lo tanto, hay que buscar un criterio que permita castigar al autor real y
no al medio del que se sirve. Debido al dominio de la Voluntad del que actúa por parte del autor, supondrá la falta de
acción en el instrumento del que se sirve en los casos en los que, este, no actúe típicamente porque falten él una
especial cualificación o un elemento subjetivo que exija el tipo delictivo. En este punto se distinguen dos figuras: el
autor mediato, que será el que conserva el dominio del hecho, y el autor inmediato, que realiza la acción.

- En cuanto a la coautoría, se trata de la realización conjunta de un delito por varias personas que colaboran consciente
y voluntariamente, interviniendo en la ejecución material del delito. La coautoría va a ser directa, cuando todos los
autores realizan todos los actos ejecutivos, o parcial, cuando se produce un reparto de las tareas ejecutivas. En los
casos en los que se produce un reparto de papeles, las distintas contribuciones deben considerarse como un todo y el
resultado total se atribuye a cada coautor, independientemente de la entidad material de su intervención.

Por otro lado, cuando una o varias personas intervienen en un hecho típico y antijurídico en el que otro es el autor
principal, se estaría realizando una participación. La participación solo es punible en su forma dolosa. Son partícipes de
los actos delictivos los cómplices, los inductores y los cooperadores necesarios.

- La complicidad la recoge el artículo 29 de nuestro código penal, que dispone que son cómplices los que, no siendo
autores, cooperan en la ejecución del hecho con actos anteriores o simultáneos. Los cómplices van a participar en la
acción sin aportar una colaboración estrictamente necesario.

- Por su parte, la inducción se caracteriza porque el inductor hace surgir en otra persona, el inducido, la idea de
cometer un delito, pero quien decide y domina la realización del mismo es el inducido porque, de lo contrario, el
inductor sería el autor mediato. Si el inducido no comienza a ejecutar el delito, no podrá castigarse al inductor. Para
que se pueda dar la inducción se requiere la existencia de un estímulo directo y eficaz que genere una fuerza psíquica
capaz de influir en la voluntad de la persona, que el inducido haya comenzado la ejecución del delito y que exista una
relación de causalidad entre la fuerza psíquica y la conducta delictiva.

- Y, por último, la cooperación necesaria consiste en la contribución de una persona al hecho delictivo de la que otra es
autor principal mediante la aportación de un acto que lo hace posible o lo facilita. Éstos actos no consisten en tomar
parte directa en la ejecución del delito, pues el autor de los actos de cooperación no domina el hecho. Existe
cooperación necesaria cuando, de ser retirada la conducta de cooperación, puede desbaratar el plan delictivo.

El concurso de delitos es un fenómeno jurídico que se produce cuando una persona realiza una pluralidad de hechos
constitutivos de delito como consecuencia de una o varias acciones (u omisiones). En el caso de tratarse de varias
acciones, ninguna puede haber sido ya enjuiciada para que se aplique el concurso de delitos. El concurso de delitos está
regulado en los artículos 73 y siguientes; Al responsable de dos o más delitos o faltas se le impondrán todas las penas
correspondientes a las diversas infracciones para su cumplimiento simultáneo, si fuera posible, por la naturaleza y
efectos de las mismas. Dependiendo de la acción o acciones que dan lugar al concurso de delitos, podemos encontrar
tres tipos: concurso ideal, concurso real y concurso medial.

- Concurso ideal. En el concurso ideal un sujeto activo realiza una sola acción que vulnera varios preceptos penales o
infringe varias veces el mismo precepto. Es decir, que con una única acción se cometen varios hechos punibles.El
concurso ideal se castiga con la pena prevista para la acción más grave, sin que pueda exceder de la suma de las
penas que se aplicarían si se enjuiciaran las acciones por separado. Si la pena excede de ese límite, las infracciones se
castigarán por separado.
- Concurso real. El concurso real se produce cuando una misma persona comete varios hechos constitutivos de varios
delitos. Aquí se produce una pluralidad de acciones y de delitos. Según lo dispuesto en el artículo 73, cuando se
produce un concurso real se aplica el principio de acumulación. Es decir, que al sujeto activo se le imponen todas las
penas que correspondan por las diversas infracciones que haya cometido, con el limite de 20 años de privación de
libertad, salvo aquellos casos en los que el legislador amplia dicho limite a los 25, 30 o 40 años.
- Concurso medial. El concurso medial se da cuando la comisión de una infracción penal es necesaria para cometer
otra. Aquí se cometen dos hechos punibles claramente diferenciados y conectados. Es decir, que hay concurso medial
cuando una infracción no puede cometerse sin la comisión de la otra. El concurso medial se castiga con la pena
superior a la que habría correspondido por la infracción más grave. Sin embargo, la pena no podrá exceder de la
suma de las penas que se habrían impuesto separadamente por cada uno de los delitos cometidos.

Por otro lado, hablamos de concurso de leyes cuando una acción u omisión está comprendida en varios tipos delictivos
pero solo uno de ellos se puede aplicar, porque comprende ya la totalidad de lo injusto de la conducta realizada por el
sujeto. El Código Penal introduce por primera vez una regulación completa del concurso de leyes en su artículo 8,
donde se establecen los criterios o principios para resolverlo: “Los hechos susceptibles de ser calificados con arreglo a
dos o más preceptos de este código, y no comprendidos en los artículos 73 a 77, se castigarán observando las siguientes
reglas:

- El precepto especial se aplicará con preferencia al general.


- El precepto subsidiario se aplicará solo en defecto del principal, ya se declare expresamente dicha subsidiariedad, ya
sea esta tácitamente deducible.

- El precepto penal más amplio o complejo absorberá a los que castiguen las infracciones consumidas en aquel.
- En defecto de los criterios anteriores, el precepto penal más grave excluirá los que castiguen el hecho con pena
menor".

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