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descuidar la posible tensión que puede generarse con el derecho a la libertad de pensamiento y
expresión, como componentes indispensables en el ejercicio de la democracia. Como es sabido,
estos comprenden el derecho a buscar, recibir y difundir ideas e informaciones de toda índole, como
así también el de recibir y conocer la información e ideas difundidas por los demás.
Claramente en una sociedad democrática la discusión sobre el consumo de estupefacientes
no debería encontrar ningún tipo de censura. Sin embargo, la libertad de expresión y pensamiento
no constituyen un derecho absoluto, por tal motivo debe analizarse en cada caso concreto el alcance
y contenido del mensaje. Respecto a la entidad del injusto no debe escapar del análisis que la
conducta que es objeto de la preconización o difusión es el consumo de estupefacientes, actividad
que no constituye delito dentro de nuestro ordenamiento jurídico; situación jurídica que incrementa
aún más el grado conflictividad de la figura delictiva analizada. No se trata de un ciudadano que
preconiza o difunde acciones delictivas; en realidad la conducta sobre las que recae el mensaje se
trata de una acción que si bien puede considerarse nociva para la salud, en sí misma no es ilícita.
severamente penado, el preparador físico y/o psíquico, entrenador, director deportivo, dirigente,
médico y paramédicos vinculados a la preparación y/o a la participación de los deportistas, y/o
todo aquel que de alguna manera estuviera vinculado a la preparación y/o a la participación de los
deportistas; que por cualquier medio facilitare, suministrare y/o incitare a practicar dóping. Si las
sustancias suministradas fueran estupefacientes la pena será de cuatro a quince años.
El uso de estupefacientes en prácticas deportivas con la finalidad de practicar doping se
presenta como una agravante, tanto si se suministra a seres humanos como animales.
Conforme a la definición del Comité Olímpico Internacional, doping es la administración o
uso por parte de un atleta de cualquier sustancia ajena al organismo o cualquier sustancia fisiológica
tomada en cantidad anormal o por una vía anormal con la sola intención de aumentar en un modo
artificial y deshonesto su performance en la competición.
En el caso del suministro de sustancia a seres humanos, se trata de un delito especial propio
que sólo puede ser cometido por sujetos que ostenten ciertas calidades: “el preparador físico y/o
psíquico, entrenador, director deportivo, dirigente, médico y paramédicos vinculados a la
preparación y/o a la participación de los deportistas, y/o todo aquel que de alguna manera
estuviera vinculado a la preparación y/o a la participación de los deportista”. No se criminaliza la
práctica personal de doping.
El suministro consiste en proveer a un consumidor la droga que necesita. Se requiere la
entrega de la sustancia a quien la requiere. La facilitación no implica traspaso o entrega. La
conducta consiste en proporcionar el material, hacer fácil o posible que el destinatario pueda
proveerse de la droga. Incitar implica influir o estimular la decisión de otra persona para que
practique doping.
En el caso que nos ocupa, el uso de estupefaciente agrava el tipo básico. Sin embargo, la
facilitación, suministro o incitación debe tener por propósito practicar doping, es decir aumentar en
un modo artificial y deshonesto su performance en la competición, cualquier otro propósito que se
persiga queda al margen del delito analizado. No se prevé como conducta típica el uso personal por
parte del deportista de sustancias prohibidas para aumentar su rendimiento.
Desde el punto del aspecto subjetivo debe conocerse la sustancia que se suministra, los
efectos que genera y la voluntad de suministrarlos con el objetivo de alterar la aptitud y rendimiento
del animal.