Estábamos organizándola y ya solo nos faltaba acomodar unos libros en lo alto del estante. Para ello, me subí a una pequeña escalera que estaba al costado del estante.
Cuando quise bajar, sentí mucho miedo; no quería
moverme, mucho menos bajar una grada. Entonces, una compañera (recién llegada de la selva) me dijo: —Tienes que bajar de canto. Pero yo no sabía qué quería decir “de canto”. Yo tenía tanto miedo que solo preguntaba: “¿Ahora cómo me bajo?” —De canto, de canto… —¿Quieres que cante? —le pregunté. Mi amiga soltó una carcajada y me dijo: —No, “de canto” significa “de lado”. Solo así supe lo que me quería decir.