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“Intersecciones discursivas.

Ética, Derecho y Psicoanálisis”


MATILDE TRAVESÍ

La noción de RESPONSABILIDAD es una problemática compartida por la Ética, el Derecho y el


Psicoanálisis.
Como categoría central de la Ética, se liga a los conceptos de BIEN y MAL, conforme a los cuales se
juzgan las acciones de los hombres, obligadamente sujetas a un “DEBER SER”.
Si hay un deber ético al cual el sujeto está obligado, es a asumir las consecuencias de sus actos, sobre todo a
la hora de ser interpelado por el Otro Social o por el Otro de la Ley.
“Responsabilidad” implica la posibilidad de deliberar sobre la acción u omisión de la acción, atendiendo
tanto a sus motivos como a sus consecuencias.

Responsabilidad del latín “respondere”= “estar obligado”; lo cual tiene un sentido amplio pues no sólo se
refiere al imperativo de obrar según las normas sino también a la obligación jurídica de reparar el “daño”.
El actuar responsable exige la presencia de ciertas aptitudes subjetivas:
1) La posibilidad de obrar con discernimiento: que el sujeto tenga uso de razón que le permita decidir
entre el Bien o el Mal.
2) Que la motivación de sus actos pertenezca a la esfera de su “si mismo”: conciencia, voluntad y
libertad de acción.
La ausencia de estas 2 condiciones se considera motivo para eximir de responsabilidad moral y jurídica.

Sin dudas que la filosofía que subyace en el orden Jurídico y Ético parte del principio cartesiano “pienso,
luego soy” que considera que el Ser se deriva de la consciencia. Concepción tradicional del sujeto en que
el YO constituye la garantía de su propia verdad; entonces todo aquel que no pertenece a la esfera de la Cc
simplemente no tiene existencia y por lo tanto no puede imputársele al sujeto.
Es en virtud de esta concepción de sujeto que la responsabilidad moral y penal se mide exclusivamente por
el grado de participación del YO.
Del análisis de estos enunciados jurídicos se concluye que la responsabilidad e imputabilidad se condiciona
a partir de la “salud mental” del agente que actúa; pero es obvio que el psicoanálisis no puede suscribirse a
tales afirmaciones porque considera a la Cc como un estado fugaz, de suerte tal que la percepción Cc de un
acto o pensamiento “si bien puede persistir también puede extinguirse en un instante” a causa de la represión.
Lo novedoso del pensa// freudiano, es que lo Icc, si bien, es extranjero al dominio del Yo, no por ello es
ajeno al sujeto.
“Me perdí en un minuto” afirma un criminal, es decir, que por un instante el sujeto “no sabía lo que hacía”;
es evidente que hay una sustracción de la Cc, una pérdida del Yo. El “no saber” es propio de todo ser hablante
en tanto sujeto del Icc.
La fórmula “el no sabía”, solo adquiere valor de verdad en la medida en que aquello que está en juego es lo
que el sujeto desconocía “era su deseo”.

El Yo debe responsabilizarse x todo aquello que le es desconocido (reprimido e Icc) pues no sola// le
pertenece como sujeto sino que además obra desde su interior.
El psicoanálisis entiende que declarar responsable a un sujeto por sus faltas, significa brindar la posibilidad
de rectificar la posición subjetiva en relación al acto.
Solo bajo estas condiciones, el sujeto podrá aceptar la sanción jurídica (el castigo) como un acto de
Derecho, a la par que contribuye a lo que se ha dado en llamar la “resocialización” del criminal, pues
reconocerse responsable es poder valorar los actos conforme a la referencia de la Ley.
Cuando la justicia nombra a un sujeto con el apelativo de “inimputable”, lo priva de la sanción simbólica
que implica ser declarado responsable e impide que se interrogue a sí mismo, con lo cual no hace más que
eludir las razones de sus actos.
Lo peligroso de la inimputabilidad es que para el sujeto queda abierto el camino de la repetición, pues se le
cierran las puertas de la resignificación del acto al no poder implicarse en el.

El psicoanálisis reivindica el estatuto “responsable” como un BIEN para el sujeto. En este sentido, la noción
de responsabilidad además de su valor ético-jurídico, tiene un valor clínico particular: tiende a posibilitar una
“inversión subjetiva” que es una transmutación de la posición misma del sujeto en relación a su verdad que le
permita admitir que el “no sabía lo que hacía” es en realidad uno “no quiero saber nada de eso”.
El “eso” como esa OTRA ESCENA con la cual se halla comprometido a pesar suyo. Como se deduce, el
psicoanálisis está muy lejos de aquella concepción jurídica que afirma “…que el loco es un hombre pero el
hecho que cometa no podemos atribuírselo…”.
Hacerse cargo de las razones y consecuencias de los actos es subjetivar la propia responsabilidad: sin ello
no hay posibilidad alguna de que el orden simbólico se restaure, he ahí lo valioso de la condición de “sujeto
de Derecho” que en el discurso jurídico equivale a sujeto responsable.
Esta concepción acerca de la Responsabilidad es una de las contribuciones que el Psicoanálisis tiene para
hacer al discursos ético-jurídico, pero a sabiendas que la decisión sobre la responsabilidad del Yo es función
exclusiva de los juristas !!

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