Está en la página 1de 22

Vocación y alienación profesional

(Para una crítica de los supuestos de la


orientación vocacional)

RODOLFO BOHOSLAVSKY

"Dentro de cuatro o cinco años, cuando quieran trabajar, no van a aguantar en


ningún lado, porque el patrón no va a ser como el maestro, que, si son mal educados
o hacen algo mal, sólo los reta; no, el empleador los va a echar, y no van a tener
trabajo. Y ustedes saben lo que es la plata, lo que cuesta ganarla, saben qué
significa la comida de todos los días, la ropa que usan, dormir en una cama; el
dinero no es la felicidad, pero es "casi" la felicidad. Piensen que si no son dis-
ciplinados; y si no respetan al maestro, tampoco van a tener una novia; si quieren
casarse, tener un hijo, no van a poder, porque no lo van a poder mantener. Tienen
que darse cuenta de que no se trata de que el maestro sea malo; porque al maestro
no le afecta que ustedes le hagan caso o no, pero a ustedes sí; porque la escuela es
una preparación para lo que va a venir después, porque no crean que van a seguir
viniendo siempre aquí, que van a seguir siempre siendo chicos; y los de séptimo, ya
el año que viene no van a venir más. y van a tener que trabajar, y van a tener que ser
disciplinados; y si no respetan al maestro, tampoco van a saber respetar al patrón."
Un director de escuela reprendiendo a un grupo de alumnos.

Por Orientación Vocacional se entiende un conjunto de prácticas


que se enlazan y desenlazan en torno a una problemática
inespecífica. Ella se vincula en términos generales, con las decisiones
que deben tomar (si pueden tomar) en algún momento de su historia
vital los sujetos en cuanto a la prosecusión de estudios y trabajos en un
futuro más o menos inmediato. Es fácil imaginar cómo los problemas
que hacen al campo de lo económico, de lo familiar y de lo
educacional, enmarcan c infunden características específicas a ese
conjunto de prácticas.
Esto ha llevado, casi inevitablemente, a colocar a los psicólogos en la
disyuntiva de realizar acríticamente una tarea ideológicamente
condicionada, o a renegar de la existencia del campo
15

de la Orientación Vocacional, como campo de trabajo psicológico, por


considerarlo una mera práctica de naturaleza ideológica, vinculada
fundamentalmente con la racionalización de los medios tendientes a
preservar la relación entre estructura educacional y estructura
productiva de determinado contexto histórico.
La carencia de una temática y problemática específica impiden pensar
a la Orientación Vocacional como un campo más o menos delimitado
dentro del ya confuso, y de difícil delimitación, campo de lo
psicológico. Esto no exime sino que por el contrario acrecienta los
problemas pertinentes a su ejercicio.
Trabajar y hablar de Orientación Vocacional conduce inevitablemente al
análisis de problemas como el de la identidad, el de la articulación
entre lo individual y lo social, el de la posibilidad de elección, el de
las restricciones de la libertad de opción entre carreras y/o trabajos
diferentes, el del carácter restringido y clasista de su práctica, el de la
problemática filosófica del "proyecto personal" por no citar alguna de
las mis arduas aporías con los que tiene que enfrentarse el psicólogo
dedicado a este campo. Si a la dificultad de estos temas agregamos
la ambigüedad teórica del concepto de la alienación y el descrédito en
que la actual crítica ha sumido a los Manuscritos Filosóficos del joven
Marx, el proyecto de encarar las relaciones entre Vocación y
Alienación puede parecer si no omnipotente, por lo menos
exageradamente pretencioso; algo ridículo, si no teóricamente suicida.
Sin embargo la cantidad de jóvenes estudiantes y graduados
universitarios que concurren a la consulta vocacional, crece
vertiginosamente. El profesional "hace lo que puede" y por considerar
"pretencioso" o "ridículo" investigar ciertos temas, por lo general
incurre en una de dos posibilidades: de-contextúa la problemática y re-
contextúa la demanda como de "un tratamiento psicoanalítico" (de
cuya cientificidad duda menos); o se remite a una práctica aleatoria
mezcla de buenas intenciones, kleino-izquierc'ismo y empática
compasión frente a lo "alienante" del sistema educacional o productivo.
Añicos polos constituyen a mi juicio claros ejemplos del rechazo de un
campo que reclama modelos psicológicos específicos. El purismo
epistemológico y el purismo ideológico se dan aquí las manos; se las
lavan; y abandonan campo (de problemas) y armas (conceptuales)
que la reacción (política y/o ideológica y/o científica) no vacila en
apropiar.
16

Es por eso que resolví enlazar algunas ideas, nociones y conceptos en


un intento de explicar las relaciones entre alienación e identidad
profesional.
Asumo de partida el carácter parcialmente ideológico que tendrá el
examen de estas relaciones. Sin embargo trataré en lo posible de
ceñirme a las reglas de la verificación científica en el análisis de las
mismas.
La práctica real de la Orientación Vocacional limita el valor de este
análisis a los sujetos que tienen dudas respecto de su futuro
profesional. Obvio es que su validez se limite a los estudiantes y
graduados que concurren a la consulta: miembros de las clases media
y alta. Concientes de esta limitación las conclusiones no pueden ser
extrapoladas y universalizadas sin recaudos.

Alienación profesional

No es la primera vez que el término alienación solicita la atención de


los científicos sociales y posiblemente no sea este intento menos
exento de crítica que intentos anteriores entre los que podemos citar los
de Caruso, Fromm, Bleger y otros2.
1
Este trabajo salda una deuda. En Orientación vocacional, La estrategia
clínica, propuse un modelo para comprender y explicar la problemática
vocacional. La mayor parte de las ideas requieren hoy en día una revisión. No
rechazo aquellos planteos, pues sin ellos esta suerte de autocrítica no existiría.
El libro proponía, ni más ni menos, un esquema conceptual, referencial y
operativo; y operativo es aquel esquema que no sólo permite actuar sobre un
campo real para modificarlo, sino también sobre sí mismo para revisarlo,
criticarlo, modificarlo o abandonarlo. De ahí la deuda que hoy saldo; y las
nuevas que, se verá, voy estableciendo, a lo largo de este capítulo.
2
Carlos Sastre ha sometido a demoledora crítica epistemológica dichos
intentos; y sin duda con razón. El "racionalismo liberal" en Marx, el
"esencialismo" de Caruso, el discurso ideológico en Fromm, la "exterioridad" de
Gabel (del campo científico e ideológico), el eclecticismo de Bleger, la
confusión de niveles de análisis en W. Reich, el idealismo liberal de Marcuse, la
ideología de Cooper, etc.; caen bajo su aguzado buril de la misma forma que
Mutt —en el comic que oficia de epígrafe— rompe todo lo que no se parece a
un elefante (de un bloque de piedra) para esculpir un elefante. Pero —oh,
sobredeterminación de los chistes—, ¿qué hay de la propuesta sobre la que
Sastre cierra el artículo ("develar de qué modo el sujeto, al poner la ideología al
servicio del mantenimiento de su equilibrio psíquico [...], se pone a la yez al
servicio de la ideología, será hablado por una alternativa propuesta

17

En Marx el concepto de Alienación posee una definición precisa


asentada en una concepción esencialista del ho mbre: "…el objeto
producido por el trabajo, su producto, se opone ahora a él como ser
ajeno, como un poder independiente del productor. El producto del
trabajo es trabajo encuadrado en un objeto y convertido en cosa física;
este producto es una objetivación del trabajo. La realización del trabajo
es al mismo tiempo su objetivación, la realización del trabajo aparece en
la esfera de la Economía Política como una invalidación del trabajo, la
objetivación como una pérdida y como servidumbre al objeto y la
apropiación como enajenación". La enajenación no se expresa sólo en
la objetivación sino en que el objeto producido asume una existencia
externa independiente que se vuelve contra el productor como ajena y
hostil. Existe pues una enajenación en el objeto y en la actividad. Más
adelante se describirá una enajenación respecto de los demás hombres.
Las ideas de libertad original o del hombre como ser con conciencia de
sí, que pueda hacer de su ser un medio para su existencia, bastan para
considerar "el texto asentado sobre una concepción "premarxista" del
hombre, susceptible de atraer la atención de quienes (como Fromm)
buscando una aproximación entre Freud y Marx, sólo consiguieron
desvirtuar las revoluciones teóricas que ambos produjeron.
Sin embargo si retornamos de la interpretación esencialista del
fenómeno que Marx formula, a la descripción del tipo de relaciones,
hombre-trabajo-producto subjetivamente vividas por el trabajador, no
vacilaremos en aceptarla como correcta, y equiva-lente de la descripción
que de su situación actual o prevista hacen en el consultorio graduados y
estudiantes universitarios. La mayoría de ellos no han leído a Marx. Sin
embargo relatan sentimientos y fantasías que se corresponden con la
idea de Marx de "que el trabajo es externo"', que no es parte de su
naturaleza; y que en consecuencia, "no se realizan en su trabajo, sino
que se niegan, experimentan una sensación de malestar más que de
desde el movimiento impersonal del sistema social, económico y político,
puesto que esa ideología no es sino un discurso destinado a obturar el vacío de
su irracionalidad fundamental")? ¿Dónde el psicólogo que opere el material
precientífico con los instrumentos teóricos de las ciencias sociales constituidas?
No en Sastre, seguramente. Lamentablemente. Riesgo de epistemologofílico: el
abandono cíe una disciplina, la renuncia a colocar en lugar del bloque un
elefante (aunque tenga una pata torcida), y no nada.

18

bienestar, no desarrollan libremente sus energías mentales y físicas sino


que se encuentran físicamente exhaustos y mentalmente abatidos ( . . . ) .
Su trabajo no es voluntario sino impuesto, es un trabajo forzado. No es
la satisfacción de una necesidad sino sólo un medio para satisfacer otras
necesidades. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena
es un trabajo que implica sacrificio y mortificación. Por último el
carácter externo del trabajo para el trabajador se demuestra en el hecho
de que no es su propio trabajo sino trabajo para otro, que en el trabajo
no se pertenece a sí mismo sino a otra persona". El consultante nos
habla de su extrañamiento y de fuerzas externas a él cuyo
condicionamiento no puede eludir. Y no es un esquizofrénico. Nos
habla de su "no realización". Y no es un melancólico. Nos habla de la
ausencia de satisfacción. Y no es un histérico. Es un alienado. O mejor
alguien que vislumbra, tras el derrumbe de sus ilusorias imaginerías
vocacionales las condiciones reales de producción en la sociedad
capitalista. Alguien que súbitamente percibe el reemplazo de la
omnipotencia narci-sista ("quiero estudiar una carrera para realizarme
como ser humano total") por la encrucijada opcional ineludible:
explotar o ser explotado. Situación de crisis de pre-conciencia. Especial-
mente aguda para un universitario: por su pertenencia de clase, por las
fantasías que el sistema social y las instituciones educacionales
fomentaron, por el relativo alejamiento de la realidad social que la
Universidad-isla promueve, por la parcialización del saber que la
ideología dominante instaura a través de los aparatos ideológicos del
Estado. . .
Es por esto que a pesar de la difusa connotación del término, que
desborda sus posibilidades denotativas, prefiero mantenerlo pues
considero que es posible detectar, describir y definir con cierta
precisión un conjunto de rasgos de conducta, sentimientos, ansiedades,
estados de ánimos, fantasías y defensas que no pueden ser incluidos en
ninguno de los conceptos que habitualmente usamos para definir y
categorizar la patología mental. Son, repito, sujetos alienados. Coincide
en el plano subjetivo con los que lamentan no hallar en el trabajo los
canales necesarios para una creatividad que en algún momento
consideraron factible. La vivencia de alienación se contrapone así, a la
sensación de creatividad o de "realización personal" y acusa el impacto
de las contradicciones insuperables que encuentran entre su realización
personal y sus ideales de vida.

19
Si aceptamos que el trabajo en una sociedad no socialista
deshumaniza, es forzoso reconocer un nivel crónico de alienación, que
refleje en el plano subjetivo las relaciones de producción (de
explotación). Pero no es este nivel crónico el que examinaremos en este
trabajo. Sino aquel nivel en que los aspectos crónicos o larvados
irrumpen en la conciencia del profesional o del estudiante adquiriendo
el sentido de una crisis aguda.
El nivel agudo de la alienación puede ser definido en función de una
sintomatología más o menos reconocible: En primer lugar los sujetos
afirman haber "perdido el sentido" que en algún momento dieron a su
trabajo o estudios; experimentan la sensación de que los mismos
siguen leyes y procesos que le son extraños; cuando trabajan o
estudian sienten que no son ellos que están estudiando o trabajando,
sino que son gobernados por fuerzas ajenas a ellos; los antiguos
proyectos son añorados nos-talgiosamente; la anterior claridad en
cuanto a metas y su articulación con los medios que supuestamente
brindarían el ejercicio de un oficio o profesión se pierde y es
reemplazada por una angustiosa sensación de pérdida de límites; la
ambigüedad frente al futuro se acompaña de una desarticulación
vivida por el sujeto entre sus distintas actividades; puede
experimentar que la realidad le presenta obstáculos insalvables y
sentirse sumergido en la impotencia de una culpa melancólica; puede
de un modo obsesivo sentirse encerrado en contradicciones antagónicas
que asumen la forma de un dilema; sienten obstaculizado su proceso de
pensamiento y no pueden asignar a las acciones que emprenden un
carácter realista y realmente modificador.
La "pérdida de sentido" se expresa como: 1) ambigüedad en cuanto al
proyecto vocacional; 2) anomia en el campo profesional; 3)
sensaciones internas atribuibles a —según el caso— la frustración, la
inhibición, o el conflicto; 4) alteraciones de la identidad profesional
que oscilan desde leves procesos de despersonalización hasta francas
pérdidas de identidad; 5) sensaciones de "haber llegado al límite" o
"de quiebra".
Explorando la "quiebra" o "ruptura de sentido" se observa que éstas
expresan intrasubjetivamente el fracaso de un sistema defensivo, de
autodesconocimiento, el registro de ilegitimidad de su identidad
profesional como articulador entre él y su práctica social. Es pues la
pérdida de un seudosentido. Pero no se trata de una toma de
conciencia. El carácter agudo, crítico, de esta situación está
precisamente determinado por la ausencia de una
20

toma de conciencia; de ahí la ambigüedad, la anomia, el fatalismo, el


aislamiento, la desconfianza, la impotencia, la inhibición, la crisis
melancólica y la despersonalización, que configuran los signos
definitorios de la situación.
Planteado de esta manera, los caminos que se abren al sujeto son: una
toma de conciencia que reemplace la pérdida del seudosentido de su
quehacer; la cronificación de esta situación o la apelación a diversos
mecanismos de defensa de reemplazo, responsables de las conductas
alternativas que examinaremos más abajo. (Ver gráfico, pág. 49).
Un conflicto de alienación puede ser caracterizado como la
contradicción en el sujeto y/o sus causas y/o las respuestas a las
mismas. En este sentido el nivel conflictivo de la alienación es
inevitable, en tanto y en cuanto diversas son las contradicciones del
sistema social que el sujeto debe vivir, y es entendible que el
conflicto sea tanto mayor cuanto mayor sea el grado de conciencia
alcanzado por el sujeto relativo al carácter insuperable en lo inmediato
de la mayor parte de esas contradicciones. En este caso el Yo del
sujeto está en condiciones de observar, tomar decisiones, pensar,
ejecutar acciones tendientes a resolver la situación percibida... En fin,
gozar de un óptimo de autonomía, relativizada por sus tres
heteronomías.
Otro nivel es el de la crisis. Las mismas son caracterizadas en general
por la imposibilidad del Yo de ejercer las funciones que lo definen3.
Existen marcadas diferencias entre aquellas que pueden definirse
como vitales por su universalidad y por los
3
Cierto es que desde S. Freud y especialmente A. Freud el Yo debe ser considerado
como un centro de desconocimiento, un complejo aparato responsable de una
"conciencia" que torna opacas las significaciones de los propios actos. Sin embargo,
sólo es mediante el concurso del tal Yo, sometido a sus tres servidumbres, que lo
inconciente puede devenir conciencia. Contradicción básica de este yo que merece
un rescate teórico a contrapelo de las tergiversaciones ideológicamente con-
dicionadas de la escuela americana. El trabajo de elaboración que va del
desconocimiento a la toma de conciencia de los sistemas de determinación que
constituyen el sujeto es trabajo de un Yo. No defiendo la vieja psicología de la
conciencia que nos sumerge en el desconocimiento ideológico, pero creo que no
sería inoportuno, desde la teoría del inconciente descubrir las leyes de los procesos
de toma de conciencia, donde "toma" marca ,una lucha, un contraste y una
conquista necesarias contra el desconocimiento y sus causas. A ese aspecto del Yo
me refiero en este artículo cada vez que hablo de sus funciones.

21

recursos institucionalizados en los cuales puede apoyarse el sujeto para


superarla y las crisis propiamente dichas caracterizadas por la pérdida
de las identificaciones habidas hasta el momento y que enfrentan al
sujeto por su carácter imprevisible con la falta de un respaldo grupal o
institucional que opere como continente de su Yo debilitado frente a las
situaciones traumáticas desencadenantes de las mismas4.
Lo que diferencia el conflicto de alienación de la crisis de alienación es
pues el grado relativo de autonomía yoica para enfrentarse con las
contradicciones propias del trabajo alienado. Estas funciones yoicas se
han perdido, por lo menos momentáneamente, en el caso de las crisis.
Cuando éstas son vitales, la ruptura, previsible, de las identificaciones
habidas hasta el momento, halla en los marcos grupales o
institucionales los continentes necesarios durante el proceso de
reestructuración del Self. En las crisis propiamente dichas, tales marcos
no existen (porque nunca los hubo o porque la misma situación externa
que desencadenó la crisis en el sujeto, produjo su desaparición) y es por
esto que la ambigüedad se agudiza y la indefensión del sujeto
disminuye la probabilidad de una salida exitosa.
Tanto en las crisis vitales como en las crisis propiamente dichas, el
sujeto realiza intentos para redefinir su situación. Lo característico de
las crisis propiamente dichas consiste en el fracaso de los intentos
repetidos por el sujeto para reestructurar su ambiente psicológico y las
relaciones con el mundo externo; por lo tanto su registro es definible a
nivel de la estructura del aparato psíquico: como un debilitamiento del
Yo; a nivel grupal e institucional por la carencia de continentes
adecuados; a nivel perceptivo por la ambigüedad del campo y a nivel de
las conductas autorreparatorias del sujeto por el fracaso reiterado de las
mismas.
Tanto en las crisis vitales como en las crisis propiamente dichas, la
ruptura o pérdida de las identificaciones existentes hasta el momento
determina —o por lo menos facilita— el retorno de lo reprimido. Puede
por lo tanto desprenderse de esta observación que esas identificaciones
preservaban momentánea-
4
Las distinciones entre situación crítica y crisis propiamente dicha y entre crisis
previsibles e imprevisibles las debo a la Lie. Carmen Lent, Directora del Centro de
Intervención en Crisis de la P. U. C., de Río de Janeiro (comunicación personal).

22

mente al Yo del enfrentamiento con un conflicto psíquico (con


tradicción) . —
Hermanada con la ideología dominante, la identidad profesional se
encargaba de preservar al Yo del sujeto del enfrentamiento a nivel
psicológico con algunas de las contradicciones sociales.
La crisis de identidad enuncia, ni más ni menos, la ruptura de la ilusión
de integración y totalización que sobre la base de la negación, la
idealización y la racionalización de los conflictos expresaba una
identidad profesional parcial o falsa. Continuación intrapsíquica y
reforzadora subjetiva de la ideología imperante en el sistema, la
identidad profesional no puede menos que expresar distintas
propuestas personales frente a las condiciones sociales, contextúales,
propias de la organización capitalista del trabajo. La crisis de alienación
no es sino el producto de la experiencia del sujeto de su condición de
sujeto sujetado, y el carácter de siniestra pesadilla de esta situación no
tiene otra determinación que aquello que confiere según Freud el ró-
tulo de siniestro a un hecho: lo familiar negado o reprimido.
Si el profesional ha aceptado la ecuación socialmente propuesta: "ser-
poseer" sentirá que la actividad profesional que lo marca con una
identidad ("ser"), depende de la posesión no tanto de conocimientos en
un área determinada del saber, sino de un título (de propiedad) que se
convierte en emblema de un locus alcanzado en la estructura
productiva y de consumo de la sociedad en que vive. Su posesión lo
coloca, de un modo con-ciente o no, aceptado o no, también en el
orden de las relaciones de poder de la sociedad en la que vive, de ahí
que toda profesión tenga un significado político actuado y negado por el
profesional o racionalizado.
A la ecuación "poseer-ser" se yuxtapone la ecuación "conocer es poder"
o por lo menos tener el derecho a tener poder sobre otros hombres.
Estas situaciones que a nivel descriptivo enuncio someramente
constituyen el terreno de una seudoidentidad profesional que puede
entrar en crisis cuando determinadas situaciones históricas y
personales producen una colisión entre biografía e historia. En tanto y
en cuanto esa colisión no se produce, la socialización del profesional
es perfecta: engranaje del sistema, sufre "sin saber" las
contradicciones del mismo e inconciente de las determinaciones que lo
sujetan se cree poderoso. El en-

23

trenamiento para un desempeño tan eficaz de su rol dentro del


sistema social es hecho de un modo sutil tanto por la organización
familiar como educativa, lo que evidencia una vez más su carácter de
aparato ideológico del Estado. Tales aparatos no hacen otra cosa que
dar en el caso de "lo vocacional" un sentido determinado, una
direccionalidad, a" la omnipotencia del sujeto orientándolo hacia
aquello que el sistema instaura como símbolo de la misma.
La estantería de ilusiones en la que se apoya en tal caso la identidad
profesional, puede caer en cualquier momento, cuando situaciones
sociales concretas hacen una irrupción violenta en el orden de las
significaciones del profesional. La situación de privilegio se
tambalea. Si esta situación era real, porque las estructuras de poder se
modifican, y si esa situación de privilegio era ilusoria por el
cuestionamiento que tal acontecimiento histórico desencadena.
La identidad profesional que podía funcionar hasta el momento como
un baluarte demuestra sus fisuras. Aquella se quiebra por los puntos de
fractura determinados por la historia vocacional.
Si tuviéramos que explicarnos psicológicamente las articulaciones
causales de una crisis de alienación, los factores históricos de
coyuntura debieran ser entendidos, según lo expuesto, como factores
desencadenantes que actúan sobre una disposición cuyos anclajes
principales pueden ser ubicados en orden regresivo en 1) el egreso de
los estudios universitarios; 2) la resolución de la crisis adolescente y
5) las formas de resolución de la posición depresiva5.
El desencadenante de una crisis de alienación puede ser procesal
(por ejemplo en nuestro país, la crisis económica expresada en la
progresiva pauperización de la clase media, a la que pertenece la
mayor parte de los profesionales) o repentina que enfrente a los
sujetos con el carácter vulnerable de las instituciones sociales (la
Intervención a las Universidades en el '66; el "cordobazo" en la
Argentina; mayo del '68 en Francia, son ejemplos de situaciones de
este tipo).
En tercer lugar un factor co-condicionante de la crisis lo constituye
la específica organización de la profesión. Aurelio,
5
Para el examen del modelo evolutivo de la identidad profesional véase
Orientación vocacional. La estrategia clínica, Buenos Aires, Galer-ma, 1971.

24
Suárez y Rigal se han ocupado de analizar el papel alienante de las
instituciones profesionales en los contextos transicionales. Tesis que se
analizará más abajo.
La hipótesis central de este trabajo es que la alienación que
observamos en el consultorio de Orientación Vocacional cada vez
con más frecuencia, constituye la expresión de la emergencia de una
crisis, determinada por las dificultades del Yo para enfrentar los
conflictos inevitables que constituyen el registro psicológico de las
contradicciones sociales. Una crisis de alienación es una pérdida o
ruptura del falso "sentido" que brindaba a la vida del sujeto su
pseudoidentidad profesional, estructurada como prolongación
endopsíquica de la ideología imperante en determinado sistema social.
La pseudoidentidad profesional, apuntalada por los mecanismos de
negación, idealización y racionalización, suponen una falta de conciencia
relativamente profunda, tanto de los factores del contexto en el cual
la profesión se desenvuelve, como de las relaciones entre el rol profe-
sional, la estructura productiva y la estructura educacional.
Situaciones sociales especiales (procesales o repentinas) actúan como
factores desencadenantes sobre una disposición genéticamente
estructurada como historia de la identidad vocacional-profesional, a
través de la mediatización facilitadora de la organización de la
profesión. (Ver gráfico, pág. 49).

Un análisis psicosocial de la alienación profesional

Aurelio, Suárez y Rigal pretenden, en un trabajo sobre el tema,


"crear un marco referencial que permita el análisis de las resultantes
de carácter alienante que se dan en profesiones en vías de
institucionalización en contextos transicionales latinoamericanos". La
consideración de este artículo es especialmente pertinente en tanto
describe el carácter mediatizador de las profesiones, entendidas como
instituciones sociales, y sus vinculaciones con un contexto social
determinado, en este caso "de transición". Un contexto transicional es
definido como "un contexto en el que se aprecia una asincronía entre
una modernización avanzada y una industrialización incipiente". Tal
asincronía, variable-independiente de primer orden en la tesis de los
autores determina una "estructura pseudomórfica". La misma
25

consiste en "la diversificación social que genera nuevos roles


profesionales carentes de funcionalidad específica dirigida a la
satisfacción de demandas sociales concretas". Tal estructura
pseudomórfica es la que encuentran las profesiones nuevas, es decir la
falta de un receptáculo institucional adecuado.
Las recíprocas relaciones entre instituciones e identidad debe
hacernos prestar especial atención al manejo de las variables
contextúales en las explicaciones psicológicas. Ulloa, por ejemplo,
caracteriza de este modo al contexto que encuentra el trabajador de
salud mental en nuestro país6. La estructura pseudomórfica y la
profesión en vías de institucionalización son co determinantes, según
los autores, de la alienación profesional.
El nivel psico-sociológico ambiguo en el cual ubican su análisis hace
que se despreocupen de la referencia del concepto "alienación" a un
plano subjetivo u objetivo. Antes bien describen la alienación
profesional a veces como "situación" alienante, a veces como
concepto que describe las respuestas que frente a la misma dan los
profesionales.
La situación alienante es definida en función de seis parámetros que
delinean el cuadro en sus aspectos objetivos: 1) Incongruencia de la
identificación y participación del profesional en el sistema interno (de
las profesiones) y en el sistema empírico-referencial; 2) Estructura de
poder dentro de la comunidad profesional (la cual refleja una pérdida
progresiva de legitimidad a medida que progresa a la
institucionalización de la profesión siendo la lucha por el poder
dentro de la organización profesional la expresión de la necesidad de
una mayor organización) ; 3) Criterios de estructuración
intraprofesional que obedecen a la ausencia de un consenso entre los
miembros de esa organización institucional (la falta de tal consenso
determina la ausencia de un "Self looking glass" que restringe el es-
6
Todo rol requiere un escenario. Según Ulloa, el trabajador en salud mental se
encuentra con un escenario social caracterizado por la carencia de planos de salud,
pero que tiene una política sanitaria implícita o explícita, coincidente por la falta
de planes. Expuesto a este contexto, el profesional soporta personalmente, por la
índole de su rol, tanto las presiones como las demandas, lo que puede llevarlo a
deformaciones del rol (por ejemplo, administrador de la enfermedad, llegando a
"vivir de la enfermedad"), encerrándose pasivamente en una situación en la que
pierde toda capacidad de programación. (Comentarios formulados en el Primer
Congreso Brasilero de Psicopatología infanto-juvenil, G. B., 1972.)

26

fuerzo de la identidad profesional); 4) Falta de concordancia entre la


formación del profesional y las necesidades sociales i contradicción a
la que los autores hacen responsable de la aparición de un síndrome
anómico, ocasionado por el desfasaje existente entre el tipo de
demandas que formula la estructura social y el tipo de orientación y
producción de la comunidad profesional); 5) Incapacidad de absorver el
flujo informativo; y 6) Estructuración de las expectativas de rol.
De lo expuesto hasta aquí, puede inferirse fácilmente el modelo de
conflicto que sustentan los autores. De acuerdo a los lineamientos de la
sociología y de la psicología social americana la alienación profesional
estaría determinada por incongruencias, faltas de coherencia, no
concordancia, déficit de estructuración de las expectativas de rol,
consideradas éstas como causas últimas sin que las condiciones de
emergencia de tales "desacuerdos" sean examinadas.
Si se establecen estas reservas, el análisis de las variables expuestas
puede brindar un útil marco referencial para describir el carácter
coadyuvante del endogrupo profesional en el desencadenamiento de la
crisis de alienación.
El cuadro subjetivo de la alienación está determinado —según los
autores— por el cuadro objetivo descripto. Consiste en una "orientación
en su relación interaccional con la estructura social y la comunidad
profesional". Las sensaciones que caracterizan la alienación provendrían
de la "sensación de desarraigo propias de una falta de integración con el
contexto circundante" de donde se desprende que para los autores
alienación se opone a "integración en el contexto", lo cual constituye el
objetivo principal de mi crítica en la medida en que supongo todo lo
contrario, que la crisis de alienación surge del descubrimiento de un
tipo de integración que con el contexto tiene el profesional. Es esa
integración a través de la pseudoidentidad y no su ausencia, la que
desencadena el cuadro subjetivo a mi juicio.
Cuatro parámetros definen la situación subjetiva: "Power-lessness" o
expectativa del actor de que su conducta no puede determinar los
resultados que busca; "Meaninglessness" o expectativa del actor de que
no podrá comprender el sentido de las situaciones en las que se halla
involucrado. "Normlessness" o expectativa del actor de la inexistencia
de normas socialmente aprobadas para alcanzar los fines que se
propone y "Self-estran-
27

gement" o expectativa del actor de no encontrar su propia identidad en


las actividades que realiza.
La descripción de este síndrome es suficiente para entender que los
autores suponen que una adecuada integración al contexto social
eliminaría la alienación en tanto brindaría la sensación de poder, de
significado, de normatividad y de identidad; con lo cual coincido, a
condición de subrayar que tales ideales de "salud profesional" no
hacen más que demostrar la validez de la hipótesis antes expuesta de
que la identidad profesional supone el refuerzo a través de la
prolongación intrapsíquica de una determinada ideología que
inadvertidamente el trabajo de Aurelio, Suárez y Rigal justifica.
El trabajo es más interesante en la descripción fenoménica de las
salidas de las que se valen los profesionales para superar las
incongruencias y las cargas tensionales que la "alienación" genera en
los actores. Estas salidas son de dos tipos: individuales y grupales.
Cada una de ellas se apoya en mecanismos de defensa específicos.
Son conductas que podemos considerar como conducentes a la
reimplantación de una pseudoidentidad profesional. La primer salida
individual es el abandono del rol. En este caso el profesional puede
renunciar a determinado status en el ejercicio de su rol profesional sin
que esto suponga el abandono del desempeño laboral. El ejemplo que
proponen es, en el terreno de las Ciencias Económicas, el abandono
de las funciones de staff y el pasaje a funciones de línea.
Otra salida es la migración. En este caso no se abandona el rol sino
que se resuelve el conflicto abandonando el contexto transicional. Las
alternativas a este desplazamiento son: a) la migración a un contexto
no pseudomórfico o b) el desplazamiento geográfico a un contexto
pseudomórfico pero en e! cual exista compensación a la situación
tensional por una mayor compensación en términos de poder, de
prestigio o de ventajas económicas. Desde una perspectiva psicológica
el destino de esta salida dependería de una franca identificación con la
metrópolis en el que la radicación geográfica no haría más que
subrayar una identificación ya habida en el plano subjetivo, en el
primer caso; y en el segundo de una identificación con el carácter co-
lonizador de la metrópolis: registra y actúa repitiendo en forma
invertida la situación de la que ha sido víctima.
Una tercer salida la constituye el ritualismo profesional. En este caso
se trata de sacralizar las normas propias de la profe-
28

sión. Se trata de una implementación de lo que consideré en otro


trabajo como magia de la jerga o del gesto, al servicio de la defensa y
que como vimos imprimen características especiales a la "otra escena"
de las profesiones. El ritualismo profesional traza de esa manera los
límites de la pertenencia y de la identidad asentados sobre todos los
criterios que definen el pensamiento y la conducta mágica. Una
cuarta salida consiste en el hiperactivismo profesional: (aquí se trata
de permanecer en el rol y en el contexto pero sin un cuestionamiento
de su significado. La respuesta desde el punto de vista psicológico es
claramente de tipo maníaco. La negación es la defensa principal de
que se valen los sujetos para superar su crisis de alienación. Una
quinta alternativa es la politización profesional. Se trata de un
planteamiento o de una lucha por el reemplazo dentro de la estructura
de la profesión, conducta ésta, según los autores, que dejaría de ser
instrumental para convertirse en con-sumatoria. Desde el punto de
vista psicológico se trata de un desplazamiento de la lucha. La
politización profesional, necesaria como es, puede consistir en
muchos casos en un desplazamiento de la politización no habida en
el terreno social. Finalmente, la salida que de un modo no explícito
los autores consideran correcta, es la innovación que consiste en la
"elaboración de medios alternativos de orientación y acción profesional
que resulten más apropiados para la satisfacción de las demandas
sociales". Nuevamente aquí la entronización de la demanda social
muestra que para los autores necesidad social y demanda son
equivalentes y esta confusión, que no es banal, determina en última
instancia el análisis funcionalista del problema que los ocupa. Para
demostrar esto basta ver el tipo de análisis al que someten la
estructura educacional (en gran parte responsable, como veremos más
abajo, de la crisis de alienación).
Dicen los autores con justicia, que "abordar los problemas concretos
de la disciplina no es un hecho reducible a contar con un nivel de
entrenamiento en la misma, sino que implica capacidades
adicionales que suelen estar incluidas en la transmisión del
conocimiento que brinda la estructura académica a través de la
socialización". Planteado así el síntoma, veamos cuál es el
diagnóstico al que lo remite un planteo que centra el análisis en la
demanda social: "Una formación de tipo masivo, como la que deben
acometer generalmente las universidades, no puede evitar ser abstracta
en el sentido de presentar las dimen-
29
siones u orientaciones generales de la disciplina, cuerpos conceptuales
que son herramientas de acción pero que se distancian mucho de las
categorías reales que implican los problemas concretos. El universitario
recibe a priori sistematizaciones que cobran sentido real a posteriori de
las experiencias de las que proceden". Es claro que el problema es
"meramente" cuantitativo o de organización pedagógica. La enseñanza
adolecería por dificultades de tipo académico, del tratamiento de
problemas concretos. Así los autores brindan un reconocimiento y un
desconocimiento de la finalidad que cumple la enseñanza académica
como instrumento de socialización, en el sentido en que aquella no sólo
omite los problemas concretos, sino que transmite ideología que
desplaza, oculta o tergiversa el tratamiento de esos problemas
concretos, o bien los suplanta por pseudo problemas, o bien escamotea
soluciones reales reemplazándolas por pseudo-soluciones. El problema
no es tanto el de la abstracción de los contenidos transmitidos a través
de la organización educativa como la ideologización de los mismos; y la
oposición que los autores establecen entre conocimientos abstractos o
teóricos versus conocimientos técnicos que requiere el quehacer
profesional, debe ser suplantado por la oposición transmisión de
ideología-transmisión de conocimiento científico.
El graduado universitario debe por lo tanto no sólo re-crear los
conocimientos sistematizados que ha adquirido, a posteriori de su
experiencia profesional, sino someterlos a crítica. Claro que someter a
crítica esos conocimientos requiere no sólo disponer de instrumentos
lógico-conceptuales y metodológicos, sino capacidades psíquicas como
para enfrentar las crisis internas que esta crítica genera; su título es el
significante de un cauda! de conocimientos, derechos y deberes
supuestamente adquiridos, la marca de un lugar en la estructura
productiva y en la estructura de consumo. Esta ubicación objetiva en el
orden social (económico y de poder) está engarzada sobre sus propios
deseos y demandas y al tipo e intensidad de su omnipotencia mágica.
La identidad profesional como intenté demostrarlo en un trabajo
anterior, se delimita la mayor parte de las veces como la baluartización
de la omnipotencia, constituyendo los gestos, la jerga y los
instrumentos de la profesión los recursos de mantenimiento de esa
omnipotencia. Sólo al costo de una seria crisis interna puede ser
realizada y elaborada una autocrítica profe-

30

sional. A lo cual cabe agregar un tercer requisito: un compromiso con


una ideología alternativa que encuadre, oriente y dé coherencia a la
revisión crítica de la que aquí se habla.

Identidad vocacional y profesional

Debemos examinar, siquiera someramente, cuál es el modelo que


explica el surgimiento de la identidad profesional y cuál es el valor
relativo que en dicho modelo tienen las variables de tipo psicológico y
social.
Como el aspecto psicológico de las determinaciones de la identidad
profesional ha sido ya exhaustivamente tratado por mi en una
publicación anterior me limitaré a una exposición sintética del mismo.
Considero necesario distinguir entre identidad profesional e identidad
vocacional. La identidad vocacional expresa las variables de tipo
afectivo-motivacional, en tanto que la identidad profesional muestra el
producto de la acción de determinado contexto sociocultural sobre
aquella. La identidad vocacional constituye la expresión de los impulsos
y requerimientos repáratenos surgidos en el sujeto como respuesta a la
percepción inconciente de sus objetos internos dañados. El concepto
kleinia no de reparación me pareció apropiado especialmente por
mostrar de qué manera la vocación suponía una prospectiva, planteaba
una intencionalidad del "vocado" enraizado en un conflicto de am-
bivalencia entre amor y odio, y limitado a su capacidad de realizar tanto
en la realidad como en la fantasía tareas tendientes a modificar la
angustia suscitada por ese conflicto. La identidad vocacional está
determinada por la forma en que el sujeto enfrenta sus duelos. Algunos
de ellos remiten a la temprana elaboración de las ansiedades
correspondientes a la posición depresiva. Otros, más específicos, tienen
que ver con la situación adolescente. El sujeto que elige, está desde este
punto de vista, sujetado a objetos internos "vocantes" (para usar la
especificación de Wender) que reclaman, sugieren, solicitan, etc. re-
paraciones cuya modalidad puede responder en estructura y dinámica a
por lo menos cuatro formas reconocibles, responsables del tipo especial
de vínculo que el sujeto establezca con un área del conocimiento. Estas
cuatro formas son: la reparación melancólica, maníaca o compulsiva
(pseudoreparaciones) y

31

la reparación auténtica. La identidad vocacional está determinada por


circunstancias de la historia real del sujeto entendido esto en términos
de relaciones con objetos primarios externos e internos. Esta primera
serie determinante integra por supuesto dos planos, el real (biografía
real) del sujeto y el fantaseado (biografía imaginaria).
Esta base histórica fundamental a partir de la cual pueden rastrearse
sobredeterminaciones en términos de ecuación instintiva, puntos de
fijación, instintos parciales sublimados o no, etc., se articula con el
marco social a través de la socialización en el seno del grupo familiar y
de la escolarización, mediante los procesos de identificación que son los
que determinan la identidad vocacional evidenciable mediante el
diagnóstico en un adolescente, al egreso del ciclo secundario. La
identidad vocacional está pues sobredeterminada, y expresa
conflictos y elaboración de los mismos por lo menos en los siguientes
planos: un plano instintivo; un plano estructural (destacando
especialmente la autonomía relativa del Yo para enfrentar los
procesos de duelo y reparación) y un plano interaccional que refiere
a los tipos de identificación habida con los modelos propuestos por el
medio social en determinado momento histórico. Todo esto sugiere que
el diagnóstico profundo y exhaustivo de una vocación requiere una
indagación psicoanalítica.
Por lo general —en cambio— la práctica de la Orientación Vocacional
se remite (en el mejor de los casos) a las determinaciones en el último
de los planos indicados, esto es los procesos de identificación con los
otros significativos reales o fantaseados, en tanto ejecutantes de roles
laborales.
Estos niveles de sobredeterminación7 de la identidad vocacional
permiten explicar el porqué, el para qué y el cómo de una determinada
vocación.
Las características del contexto están imbricadas estrechamente en la
identidad vocacional como posibilidades de instrumentación
(culturales, económicas, etc.) y proveyendo modelos de identificación.
El concepto de identidad, articular entre el plano de lo individual y
de lo social es especialmente apto para
7
Entenderé por sobredeterminación la acción de causas múltiples diversas,
convergentes y contradictorias con distinto valor de determinación, sobre efectos
que en este caso se articulan en una identidad vocacional o "autopercepción de
coherencia e integridad temporal en términos de roles productivos".

32

establecerse como unidad de análisis privilegiada en la investigación


de la inserción del sujeto en el orden de la producción, en tanto
vincula, expresa y conecta las determinaciones de orden subjetivo con
las determinaciones de orden objetivo.
Es fácil aceptar que las vocaciones tienen mucho que ver con la
sociedad y la cultura a la que pertenece el individuo que elige. Sin
embargo pocos son los estudios y los modelos sugeridos que vayan más
allá de la especificación de ciertas características del contexto en el
cual la elección de un determinado oficio o profesión y su ejercicio
tienen lugar. Un modelo de la identidad profesional debe especificar
de qué manera la identidad vocacional (expresión y síntesis de las
sobredeterminaciones subjetivas) incluye en la determinación de la
elección las variables del contexto tomado ya no como marco que
restringe u ofrece posibilidades, sino como otro orden (objetivo) de
determinaciones de la identidad profesional. La respuesta al porqué,
para qué y cómo de la elección de una profesión corresponde al
examen de la identidad vocacional; la respuesta al cuándo, al dónde,
al con qué y con quienes -y a la manera de quién ejecutar un rol
productivo en la estructura social, remite al examen de la identidad
profesional y en ella la sociedad y su incidencia debe ser tenida en
cuenta por lo menos en dos planos; en un plano contextual (a él nos
referimos cuando entendemos la sociedad como proveedora de
recursos de instrumentalización o de obstáculos en la realización de
los proyectos vocacionales); y un nivel de determinación más
profundo, estructural, que no se agota en el primero.
Al nivel de determinaciones contextúales corresponden afirmaciones del
siguiente tipo:
1) El adolescente que elige se propone determinados fines y cambios de
estado de cosas tanto en la órbita de su personalidad como en la
órbita de la estructura social que están reglados por condiciones que
escapan a su decisión y control.
2) La elección tiene que realizarse dentro de una estructura social que
muestra los efectos de cambios acelerados que se expresan tanto en el
tipo de actividades sociales (por ejemplo: pasaje de actividades
prescriptivas a actividades electivas) como en el proceso de
modernización, de institucionalización del cambio o de pasaje de la
indiferenciación institucional a la diferenciación progresiva de roles
laborales y profesionales). Afirmar que en la Edad Media los
problemas de Orientación Vocacional
33

no existían puesto que los roles profesionales eran heredados en tanto


que contemporáneamente el problema aparece por la posibilidad de
elegir y por una supuesta distribución racional de la fuerza de trabajo
ejemplifica la forma en que el contexto social determina la identidad
profesional.
3) También al nivel de determinaciones contextúales corresponde la
restricción en el acceso a los estudios superiores que sigue la forma
de una pirámide condicionada por la división en clases. Basta
examinar las estadísticas universitarias para ver el carácter de
progresiva restricción que tienen los estudios superiores y el carácter
clasista aún de la distribución de la matrícula.
4) El reemplazo —condicionado por la industrialización — del reclamo
de mano de obra en actividades primarias a secundarias y terciarias, y
5) La demanda concreta del mercado de trabajo y sus vicisitudes,
especialmente cuando está determinado por una estructura
económicamente dependiente como en nuestra Argentina.
Además de las condiciones contextúales que hemos enunciado, un
modelo de la identidad profesional debe revelar cómo la misma está
determinada por los factores socioeconómicos. Para esto es necesario
examinar cómo lo contextual se inserta o engarza con las
determinaciones de orden subjetivo. Y para ello es conveniente
definir la demanda social del sistema total, y la forma en que ésta se
impone por vías directas e indirectas sobre el sujeto. Un ejemplo
específico de esto surge de la oferta de trabajo y de las características
del trabajo. Aquí hay una imposición o determinación directa. El
desarrollo histórico de los modos y relaciones de producción y las
particularidades his-tórico-económicas de un contexto social dado son
en última instancia determinantes del mercado laboral. Empero ha de
agregarse a esto una vía indirecta de determinación que está
constituida por el sistema de representaciones que acerca de las
actividades sociales tiene una formación histórica determinada. A éste
sistema de representaciones que he denominado "imaginería
ocupacional" constituye un orden causal de suma importancia por su
particular articulación con la ideología dominante. Afirmamos esto en
tanto dicha imaginería (como segundo orden de determinaciones) puede
reforzar a través de los instrumentos del aparato ideológico como la
familia y la educación el some-

34

timiento de los sujetos al primer orden de determinaciones sociales que


he denominado directas.
La imaginería ocupacional prescribe un sistema doble de
categorizaciones. El primero remite al valor del trabajo. Por eiemplo es
clásico el análisis que Fromm realiza a partir de Weber del refuerzo de
determinado carácter social a través de la ideología provista por la
religión protestante en el surgimiento del capitalismo. Otro caso de este
orden de categorizaciones remite a la categorización de los beneficios
esperables de la ejecución de determinado trabajo. Los beneficios
deseables y posibles constituyen una expresión superestructural de
determinado orden social y tienen una relación no mecánica con las
características infraestructurales. Véase por ejemplo el análisis de
Caparrós en un interesante trabajo sobre este tema.
Otro orden de categorizaciones remite ya no al valor del trabajo y los
beneficios que el mismo puede proporcionar sino al significado de las
ocupaciones y profesiones, su diferenciación y grado de articulación, los
requisitos aptitudinales o caractero-lógicos necesarios para llegar a los
mismos, el entrenamiento necesario, etc. El registro subjetivo de estas
dos órdenes de categorizaciones se establece sobre coordenadas de
actitudes cuyos vectores principales en la sociedad capitalista están
constituidos para: a) búsqueda de beneficios económicos, b) búsqueda
de poder y c) búsqueda de prestigio, los que pueden adecuarse en mayor
o menor grado con los beneficios económicos, el poder y el prestigio
reales que las ocupaciones deparen, pero que en todos los casos
constituyen la estructura profunda de las escalas de valor-actitud con
referencia a las cuales las ocupaciones son juzgadas por el sujeto que
elige. Estos sistemas de valor-actitud que pueden ser racionalizados,
negados, disociados, reprimidos — según el grado de conflicto que su
reconocimiento suscite en el adolescente que elige— tienen un valor
determinante de sumo peso, pues en ellos se centra la percepción que el
adolescente tenga de las ocupaciones y sólo es comparable, en cuanto a
su papel determinante, con las visicitudes del deseo, sus objetos y
demás niveles de determinación subjetiva de la identidad vo-cacional.
La afirmación "el sujeto se propone y el sistema dispone", cuando se
trata de problemas de elección de carrera, refleja sólo un nivel aparente
de lo que estamos describiendo, va que en un nivel profundo vemos que
el sujeto se propone tanto aquello que obedece al orden de sus deseos,
como aquello

35

que estando socio-económicamente determinado ya forma parte de sí a


través del proceso de socialización.
Lo que expongo nos muestra un doble círculo cerrado sobre
sí mismo. Por un lado el sistema social plantea determinadas
necesidades económicas a ser satisfechas, que supuestamente el
Estado detecta y (valiéndose de sus aparatos ideológicos, espe
cialmente los que se expresan en la política educacional) di
funde "orientando" las vocaciones de los sujetos, en tanto
determina en ellos la absorción de la imaginería ocupacional
para que éstos —según la fórmula de Fromm— deseen hacer
aquello que deben hacer para que el sistema se perpetúe. Este
círculo se engarza —como hemos visto— con aquel examinable
en términos de las sobredeterminacionesv de la identidad voca-
cional.
Si estos dos órdenes de determinaciones se conectasen de un modo
total, poco lugar habría para el surgimiento de una crisis de
alienación puesto que éstas suponen una brusca irrupción en la
conciencia de esta situación que estamos describiendo. Son las
contradicciones superestructurales expresadas por ejemplo en8 las
asincronías entre sistema educativo y demanda ocupacional las
responsables de distinto grado de concientización de los profesionales.
El proceso de concientización, precedido siempre de algún grado de
crisis de conciencia expresa el retorno de lo reprimido en el momento
en que la elección de una carrera umiversitaria ha tenido lugar. El
estudiante universitario quizás haya reflexionado varias veces sobre
la opción que el sistema le propone: integración o marginación, pero
tal como es su relación con el sistema educacional en lo que hace a
los estudios superiores casi siempre se ve 9llevado a optar en la mayor
parte de los casos, por una integración falsa . Lo reprimido
8
Véase, por ejemplo, "Desarrollo, educación y ocupaciones técnicas", de J.
Graciarena (en Revista de Ciencias de la Educación, año II, n* 6, 1971),
9
Examiné la determinación por esta alternativa en Psicopatología del vínculo
profesor-alumno. El profesor como agente socializante. Una dramática descripción
de la situación ha sido hecha por un grupo de alumnos (Coelho, M. y otros) de un
tipo de estudiante de ciencias sociales:
"Juan, estudiante de sociología, de 23 años, alumno de 4? año, familia de clase
media; estudió en un colegio católico; no trabaja. Paulatinamente, se va alejando
de sus antiguos amigos, de barrio o de colegio; cada vez más se relaciona con y
sólo con sus compañeros de facultad.

36

han sido aquellas características inherentes a toda adolescencia: la


crítica social y la revisión ideológica (que veremos en el próximo
parágrafo).
Antes de continuar quisiera destacar cómo en función de lo expuesto la
Orientación Vocacional puede ser examinada también como una práctica
destinada al control social que en la mayor parte de los casos enmascara
y expresa la ideología dominante. Nosotros también hemos incurrido en
esa práctica alienante e indirectamente colonizante. Muchos de los
supuestos básicos de nuestros modelos se apoyaban en el concepto de
libertad de elección que no es más que la ideología que necesita la
Orientación Vocacional para cumplir eficazmente su función técnica de
control social sobre la base de un empirismo tecno-crático. Examinado
a fondo el doble orden de determinaciones de la elección de los sujetos,
su característica de sujeto sujetado

"En su casa no conversa de los temas que le interesan, sobre todo de política, de su
carrera, etc.; piensa que su familia está desubicada.
"Esto no le impide aprovechar las ventajas económicas de su posición, total no es
culpa de él, sino del sistema.
"En la ropa, largo del pelo, trata de mostrar el máximo de disconformidad, dentro
de costumbres de clase media.
"Tiene la sensación de que no lo comprenden, que ve muchas josas de las cuales la
gente vulgar no se da cuenta, ya que los otros : leñen internalizadas muchas pautas
capitalistas que él ha superado.
"Tiene la sensación angustiante de que todo es relativo, lo bueno,
ó malo, esta sociedad que está viviendo, etc. Le parece que el resto de
las personas corren detrás de cosas sin sentido. Cada vez más piensa
solo, o con los que piensan igual que él, pero por otro lado tiene la im-
-resión de que el resto de la gente no le hace caso; además, duda de
oda esa serie de conocimientos que ha ido adquiriendo; le da miedo
que no sirvan para nada, no les ve sentido.
"Vive la fracturación de su propia persona entre: el que la sociedad o los otros
quieren que sea, conformista, trabajando en cosas que den dinero, aunque no sean
interesantes, y el que quiere ser, alguien que se considera independiente, con ideas
propias, que cambie esa sociedad que anda tan mal. Pero cada vez ve más cerrado
el camino para esto, o se integra o se desintegra.
"Vive una vida doble, la del estudiante revolucionario y la del muchacho «piola».
"Cuando quiere definir o apreciar todo eso que lo rodea y que lo oprime, siente la
necesidad de un esquema previo, de algo que explique todo; tiene una tendencia a
reedificar la realidad partiendo de sus propias teorías o ideología, no tiene
espontaneidad. Se inquieta: ¿qué hará cuando se reciba?, ¿cómo salir de esta
contradicción en que vive?"

(La bastardilla es mía. R. H. B.)

37
queda un escaso margen como para sustentar la idea de que la elección
pueda ser libre o autónoma. En todo caso la libertad (relativa) o la
autonomía (relativa) de la elección surgirá de la conciencia de estas
determinaciones, pero la mayoría de las veces el proceso de Orientación
Vocacional esconde y en ese sentido contribuye a reforzar las defensas
que el sujeto adolescente ejercita en la determinación de su
desconocimiento.

El adolescente

Los análisis del fenómeno adolescente coinciden unánimemente en


describir este período de la vida de los seres humanos como un período
de disconformismo, rebeldía y crítica social. Todos los trabajos sobre
adolescencia, destacan en mayor o menor grado (y con mayor o menor
simpatía) el desarrollo en los adolescentes de cosmovisiones favorables
al cambio social derivado del hecho de que en un plano más realista o
más utópico ponen bajo la lupa de un examen crítico, algunas de las
contradicciones que la estructura social les hace vivir. Estas críticas, esta
oposición ideológica de principio al sistema social, va esfumándose
progresivamente en muchos casos a medida que avanza el proceso de
socialización. La educación, las responsabilidades de la vida adulta, las
exigencias de la universidad van haciendo que el joven deje de lado los
aspectos más rebeldes de esta ideología y este fenómeno debe ser
examinado para conocer el período que nos ocupa.
¿Cuáles son las causas que hacen que un adolescente rebelde de quince
años se convierta pocos años después en un conformista adaptado? Es
sabido que existe en la adolescencia un marcado incremento de las
ansiedades confusionales proveniente de las tareas y conflictos propios
de esta edad. Las ideologías de cambio son un buen ejemplo de la
instrumentalización que el adolescente hace de su desarrollo intelectual
(en términos de proceso de generalización y abstracción) al servicio de
la autoprotección frente a la ruptura de las significaciones conven-
cionales vigentes para él hasta ese momento. Esta experiencia podría
considerársela como un modelo válido de lo que vemos como una de
las salidas a la crisis de alienación profesional, puesto que las
ideologías adolescentes de cambio en todos los casos son un intento de
dar sentido a un mundo vivido como
38

inadecuado y en crisis. El mundo adulto, en tanto mundo con-vencional,


"instituido" no es sólo una fantasía del adolescente. :n embargo
ideológica como es la alternativa que ofrece el adolescente, no puede
menos que asentarse sobre el orden de deseos y aspiraciones más que
sobre un análisis real y concreto ; la realidad social, y de la asunción
realista de las prácticas políticas tendientes a su modificación.
La renuncia a la adaptación conformista que el sistema ofrece es casi
universal en el adolescente. El joven renuncia a limitar su Yo e
insertarse, y esto casi de un modo instintivo, en las relaciones
interpersonales deshumanizadas propias de la sociedad capitalista. Sin
embargo esta conducta antitética rebelde no siempre supone una ruptura
con lo convencional y la propuesta de una alternativa social. Toda
ruptura con lo convencional supone una nueva conciencia y muchas de
las expresiones de rebeldía no hacen más que expresar en negativo las
mismas características del sistema contra las que se rebela. Para decirlo
con un ejemplo, los jóvenes yanquis que ante la opción Martinis-
Vietnam vs Marihuana-Flower power optan por esto último )
necesariamente rebelan haber alcanzado una distinta conciencia. Una
determinada ideología, estructurada como es, no cambia por el
reemplazo de un elemento de la misma por otro. Es decir que no todo lo
distinto es revolucionario. Y en el adolescente su posición muchas
veces lleva a la entronización de lo distinto como si fuera
revolucionario. Aquí lo que nos interesa e? el destino de estas
ideologías adolescentes.
Siguiendo un trabajo injustamente ignorado de Snopik, Ra-bovich y
Tausk 10 podemos ver que las alternativas son cuatro. En primer lugar,
una salida conformista. En este caso se trata de una identificación total
con el mundo de los valores convencionales del adulto, renunciando,
sobre la base de la negaron, a la ideología rebelde.
1C
En rigor de verdad, no se trata de un trabajo "ignorado", sino “suuprimido" por
las autoridades de las jornadas a los que fuera remitido. Una de las funciones
implícitas de ese tipo de eventos "científicos" queda de tal modo a la vista, la
ratificación hasta el hartazgo de una ideología mediante la omisión sistemática de
toda confrontación polémica. Y en verdad, ¿debíamos esperar que en un congreso
de psicopato-logía social (\ ? ) se hablase siquiera de temas políticos? ¿Acaso —
1967— no eran los congresos un medio de desviar justamente el problema social un
tratamiento asépticamente científico?

39

Una segunda alternativa, la más frecuente en los adolescentes de la


clase media, consiste en alternar entre conductas reales de contenido
conformista y conductas mentales de tipo renovador o francamente
revolucionario. El desajuste entre la conducta real y la conducta
imaginada producto de una disociación defensiva puede producir
distintos grados de ansiedades y conflictos, si según la alternativa
primera el adolescente se vuelve "más papista que el Papa", en el
segundo el adolescente se vuelve "un alienado" en el9 sentido vulgar del
término. (Es el caso descripto más arriba en la nota )
Una tercera alternativa que podríamos llamar pseudotransformadora
sigue las propuestas del sistema invirtiendo sus valores pero
manteniendo su ideología. Así el traje y corbata como símbolo de
pertenencia a determinada clase puede ser perfectamente reemplazado
por ropas de colores brillantes, camperas con flecos y pelos largos,
sin que en nada se modifique la ideología que se sustenta y expresa en
esa moda. La transformación es aquí aparente y basada en los
elementos accesorios de la cultura que se crítica, (como es
determinado hábito indumentario) pero insertado también en las
determinaciones de la moda, a la larga esta conducta
pseudotransformadora constituye una reinscripción, desde una leve
crítica, en las costumbres propias del orden social.
La única alternativa transformadora consiste en una pro-fundización
y mayor realismo, y en la asunción de una conducta progresivamente
más coherente con la ideología mantenida. Es decir una salida política.
Esta alternativa en lo que interesa a nuestro tema —el futuro
profesional — es suscitadora de nuevos conflictos. Si el estudiante que
tiene acceso a la universidad pertenece como en la mayor parte de los
casos a la clase media, la asunción de tal salida supone en más o en
menos conflictos de lealtades entre la clase social a la que pertenece y
la clase oprimida con cuyas reivindicaciones se identifica. Este
conflicto de lealtades puede ser un obstáculo en la asunción de su
identidad, por el monto de culpa persecutoria que puede
intensificarse frente a la vigencia de esta variedad de
identificaciones. En algunos casos esta multiplicidad de
identificaciones es intolerable y puede generar por una identificación
con el grupo de referencia, una marginación del grupo de pertenencia.
La capacidad de tolerar esta situación depende del grado de compro-
miso que pueda asumir el sujeto en esta renuncia a los beneficios
40

de su clase, que en términos más profundos depende de la autonomía


yoica como para poder tolerar tanto en la fantasía como en la realidad,
tanto respecto de su historia, como de su historiografía los cambios
críticos y movilizaciones afectivas que en el orden de la identidad tal
compromiso reclama.
Si a los conflictos que jalonan la cuarta alternativa señalada se agrega el
papel ideológico que cumple la universidad es fácil entender que aquel
rebelde de los veinte se convierta a los cuarenta con más
probabilidad en un conformista que en un revolucionario. Es por
esta función modeladora de "buenas conciencias" desconocientes,
que cumple la universidad, que consideramos que la crisis de
alienación constituye un retorno de lo reprimido. Lo reprimido es
aquella ideología adolescente que al quebrantar las identificaciones
sobreagregadas a la identidad vocacional mina la estructura sobre la
cual se apoya la pseudoidentidad profesional.

La educación universitaria
No es este el momento de examinar en detalle el papel que la
educación cumple en la determinación de la identidad profesional. Es
claro que la educación hace muchas otras cosas además de educar.
Cumple funciones por lo general ocultas bajo su estructuración
aparente en términos de transmisión de información, de conceptos,
teorías, instrumentos para las clases prácticas o teóricas, etc. El
examen exhaustivo de esta situación desborda los límites de este
trabajo, por lo cual me limitaré a puntualizar cuatro características de
la educación universitaria argentina, y la incidencia que tiene por lo
tanto en la determinación de la crisis de alienación. n
En primer lugar hay una marcada asincronía de la organización
educacional con la estructura productiva. Esta asincronía es evidente
aunque más no sea del examen somero de la distribución de la
matrícula universitaria, que no responde
11
La caracterización que hoy hago de la enseñanza universitaria, a pocos días de la
asunción a su gobierno de nuevas autoridades, puede que resulte desautorizada por
los hechos próximos si ,se hace efectiva la propuesta de construir una Universidad
Nacional y Popular. En tal caso lo aquí señalado será una radiografía que bosqueja
algunas situaciones a ser modificadas para que la futura sea, realmente, una nueva
Universidad.

41

evidentemente al desarrollo real de las fuer/as productivas de nuestro


país, ni a su desarrollo deseable racionalmente establecido sobre una
política económica independiente. También aquí se expresa la
colonización cultural: en el diagnóstico de prioridades, en la orientación
de la enseñanza, en la azarosa formación de recursos humanos, en la
organización de los ciclos superiores de la enseñanza, etc.
En el mejor de los casos podría afirmarse que en este orden de cosas
la universidad responde a demandas de la estructura productiva,
pero nunca a una política educacional independiente que derive del
análisis de las necesidades económicas del país.
Otra característica de los estudios superiores es la fragmentación del
saber que tampoco es accidental o mero producto de una mala
organización pedagógica sino de una obstaculización ideológicamente
determinada en cuanto a la posibilidad de una reconstrucción
conceptual de la realidad. La universidad dividida (no, organizada) en
facultades, institutos, departamentos, cátedras, no es más que la
expresión académica de la fragmentación del saber y ésta facilita la
formación de especialistas en fragmentos de la realidad, ilustres
iletrados en parcelas de desconocimiento.
En tercer lugar la formación universitaria impartida por lo general no
ofrece condiciones para el ejercicio de las prácticas propias de las
ciencias, técnicas o profesiones. El academicismo y el enciclopedismo
rubrica así un divorcio entre saber y hacer, entre conocimiento y
acción, entre universidad y realidad.
Un último factor que examinaremos aquí es el que se refiere a la
organización académica. Esta presenta una compleja gama de
obstáculos que a la manera de ritos de iniciación permiten el egreso de
un pequeño puñado de elegidos. Como ejemplo basta preguntarse
(como lo hace Cipolatti en un trabajo sobre el poder educativo del
sistema universitario) "si sólo el 25% de los alumnos que egresan en
las carreras universitarias lo hacen en los 5, 6 ó 7 años normales y el
50% de los alumnos universitarios requieren entre dos y medio y tres
años más, cabe preguntarse para quién están pensadas las exigencias de
los planes de estudio. Más aún si a ello agregamos el indicador del
poder de retención, las cifras de deserción que oscilan entre el 35 y
el 60% según las carreras y cuyas causas no son todas atribuibles a
problemas socio-económicos extra universitarios".
42
Todo esto que no es más que un breve esbozo de los déficit en nuestro
sistema educativo en sus niveles superiores, revela que el mismo no
provee ni los recursos humanos necesarios, ni en la forma que sería
necesario para atender a las necesidades reales en el país. Podría
argumentarse que por lo menos se satisfacen las demandas de sus
futuros egresados pero esto tampoco es así. El egresado universitario
sometido a la ley (para su inserción en el orden productivo) de la
demanda, se enfrenta a una situación sumamente contradictoria con la
presunta "libertad de elección" del momento de ingreso. La orientación
de ].• matrícula, regulada tan solo por la política educativa del mentó,
deja librado a la espontaneidad de los aspirantes el egreso a las carreras.
En forma suscinta una autora ya citada enuncia simultáneamente el
diagnóstico y la terapéutica "si no existe un sistema de promoción
adecuada y de orientación indicativa de las carreras estratégicas para el
desarrollo del país, es previsible que la modificación natural de las
"vocaciones" con su gran carga de criterios tradicionales o
aparentemente modernizadores se producirá a un ritmo mucho más
lento del necesario''. Aunque impreciso ("desarrollo": ¿de qué tipo?,
¿cómo?, ¿hacia dónde?; "modificación natrural": ¿es posible?, ¿debe
apelarse a recursos de qué tipo?; "ritmo lento": ¿respecto de qué
patrón?) el texto es claro en permitir entrever una problemática: la
"libre y espontánea elección de carrera" está condicionada por una
política educativa, la que desvincula la enseñanza de las necesidades
del país. Conectar educación universitaria y necesidades nacionales
también pasa por la definición de una contrapolíca en lo que hace a
Orientación Vocacional. No creo que sea fácil programar acciones
correctoras. Pero es una de las empresas de reconstrucción que deben
ser encaradas. Desde luego que no creo que esta situación deba ser
modificada hasta tanto se modifique radicalmente el sistema educativo
y se lo torne coherente con una política nacional independiente en lo
que hace a la satisfacción de sus necesidades económicas. Simplemente
quiero destacar aquí que la libertad de elección y la igualdad de
oportunidades, tan a menudo pregonadas no son más que una ilusión
contra la cual choca la dura realidad del egresado quien por lo mismo
encuentra en esta contradicción un camino importante para el
reencuentro con la ideología rebelde de sus años adolescentes.

43

La orientación vocacional

Hemos dicho más arr iba que la Orientación Vocacional practicada


sin una conciencia clara de las múltiples determinaciones y
sobredeterminaciones de la identidad profesional, no puede ser otra
cosa que una práctica técnica basada en el intento de reforzar una
articulación entre lo individual y lo social que a la larga resulta nefasta
para el cambio social.
En nuestro caso la idea de que el adolescente que elige es un
individuo libre y responsable, que elige racionalmente de acuerdo a
sus posibilidades internas, intereses y oportunidades sociales, no
expresa más que un ocultamiento de la realidad. La pretensión de
síntesis entre necesidades individuales y necesidades del sistema
planteado como meta en la mayor parte de los trabajos sobre
orientación vocacional, marca claramente el carácter ideológico de su
práctica.
Sin embargo, valdría la pena reflexionar no sólo sobre los errores de la
Orientación Vocacional sino sobre aquellos descubrimientos que no
han sido suficientemente procesados a los efectos de que pueda
renunciarse a la ideología liberal que ha venido a reemplazar en
nuestro caso la tecnocracia que impregna su práctica en la metrópoli
(the right man in the right place). Con esto quiero decir que la
Orientación Vocacional también ha sido una práctica alienada. Se ha
reemplazado la práctica deshumanizante del testista clasificador de
individuos de acuerdo a las demandas crudas del sistema, por una
práctica idealizadora en la cual se trataba de defender la libertad o la
independencia del adolescente para elegir autónoma y
responsablemente la carrera que quisiera como si esto fuese una meta
al alcance de la mano del que elige. En ambos casos el psicólogo ha
actuado también aquí como el representante del mundo adulto. De un
mundo adulto clasificador y mecanizador propio de la sociedad
industrial altamente desarrollada, en el primer caso, y del mundo adulto
negador y romántico en el segundo.
La Orientación Vocacional reclama un encuadre que supere sus
condicionamientos y refleje el mundo adulto transformador, política y
socialmente comprometido. Esto supone un replanteo de la Orientación
Vocacional en todos sus planos; en el plano de los supuestos, que
deben ser sometidos a examen; en el plano de la teoría, enfatizando
por ejemplo las funciones desadaptado-ras de la fantasía y la
imaginación adolescente o reubicándose
44

frente a la crisis del adolescente para ver en ella no una situación a ser
superada, sino por el contrario un anticipo de la crisis del adulto
profesional alienado, en el momento en que la rebeldía adolescente le
permite imaginarse ideologías alternativas; en el plano del encuadre y
la técnica, etc.
Todo esto no hará de la Orientación Vocacional una ciencia pero sí
una práctica responsable centrada en lo que el individuo "puede llegar
a ser". Mantengo en esto una propuesta ya formulada pero subrayo que
sólo podrá llegar a ser, "realizarse", cuando la estructura social le
permita llegar a ser aquel hombre nuevo que deseamos.
Un progreso importante se ha dado cuando del examen de las
facultades mentales se pasa a los modelos centrados en la
motivación o cuando el examen de las aptitudes cede su lugar al
análisis o el diagnóstico de la personalidad o cuando en la práctica se
da un pasaje del tratamiento individual al tratamiento de familia o al
tratamiento institucional a través de grupos de adolescentes. Aún
resta sin embargo dar el salto que supone replantear desde su base, el
problema de la identidad. ¿En qué forma este concepto permite
conocer una realidad? ¿En qué medida encubre, al entronizar la
individualidad como fin último y propugnar su progresivo
"congelamiento"? ¿Hasta qué grado puede obstaculizar una toma de
conciencia por oponer la identidad individual (imagen ideológicamente
condicionada del hombre actual) con la identidad social?
Creo que si de algo puede servir la práctica de la Orientación
Vocacional es para aprovechar la demanda que la requiere para
instrumentalizar sus recursos en aras de un desacondicionamiento social.
En la alternativa de esperar todo de la Orientación Vocacional o no
esperar nada, me ubico entre aquellos que tratan de definir esta
práctica recontextuándola, aprovechando la misma para brindar al
adolescente los medios de establecer un encuentro entre su biografía y
la Historia. En este sentido la Orientación Vocacional es tanto una
práctica psicológica de esclarecimiento como una actividad
pedagógica. Ante el objetivo de ayudar a "tomar conciencia",
pedagogía y psicología se encuentran. Lo que quiero decir con esto,
en lo que hace a la técnica, es que lo que debe esclarecerse en la
dramatización, en la entrevista o en el grupo, lo que debe
interpretarse de lo que se expresa transferencialmente, es tanto las
sobredeterminaciones subjetivas
45

de la identidad vocacional, como las relaciones de producción y de


poder propias del sistema social que la movilización ideológica del
adolescente también coloca sobre el tapete.
Es claro que en esto la alienación profesional del orientador vocacional
también se pone en juego. Es un caso más en el que puede reconocerse
que "cualquier rol profesional posee también —como afirma Courel— a
nivel implícito una significación política por cuanto carece de
neutralidad, al igual que todo hecho social, en lo que hace a favor del
mantenimiento o de la modificación del régimen de poder". Claro que
es necesario subrayar que la significación política de una práctica
profesional no implica una vigencia o un poder político real. Esta
prevención nos rescata de la omnipotencia y reubica las diferentes
inserciones del profesional y subraya la necesidad de atender la
especificidad del campo profesional y la especificidad del campo
político.
"Es obvio —sigo también en esto a Courel— que la significación de
estas tareas en términos de modificaciones de la infraestructura
económica es irrelevante salvo en la estricta medida en que se reconozca
y se integre entre los componentes de la paulatina concientización y
organización de los factores que permitirán las transformaciones
fundamentales".
Práctica la de la orientación, que al enfrentarse con el en-trecruzamiento
de problemáticas educacionales, económico-sociales, ideológicas y
psicológicas (tal como hemos esbozado en el modelo propuesto) define
sus límites como el de las significaciones que para los sujetos tengan y
puedan llegar a tener los actos que programen o proyecten realizar. En
el orden de esas significaciones mucho hay por realizar si los límites
son claros y el científico social puede reemplazar la oscuridad de esos
entre-cruzamientos ("la encrucijada vocacional") por la articulación de
las problemáticas claramente definidas.
Mucho se ha hablado acerca de la inclusión de la ideología en las
prácticas profesionales. No creo que la función del orientador
vocacional sea la de un propagandista o la de un ideólogo. Pero sí
puede percibirse que —lo quiera o no— su papel pueda estar bien
reforzando el statu-quo a través de una contribución conciente o
inconciente a la negación de las contradicciones sociales, o bien
expresando una ideología anti statu-quo en tanto contribuya a disolver el
instrumento de desconocimiento montado a través de la socialización
familiar y escolar que se expresa a

46

través de la búsqueda de una "realización personal" (que es ¡o que la


mayoría de los adolescentes espera de la educación superior).
Si es cierto que el orientador es el representante de la sociedad adulta
para los adolescentes, y de los aspectos más maduros de ellos, debemos
contar entre las ventajas y desventajas que este hecho acarrea (ventajas
en tanto permite examinar en el contexto transferencial las relaciones
que con la sociedad adulta tienen los adolescentes y desventaja por
incluir al psicólogo en una trama de relaciones que movilizan sus
propios aspectos adolescentes) la posibilidad de operar sobre la variable
dependencia-independencia (sometedor-sometido) destrabando su
percepción respecto de las múltiples dimensiones que determinan su
elección.
Creo que este aspecto es particularmente importante porque considero
que el papel del psicólogo en Orientación Vocacional es
fundamentalmente el de un esclarecedor de situaciones y el de un
concientizador (en el sentido doble de dar conocimientos y brindar
instrumentos para la toma de conciencia a través de la remoción de las
resistencias y defensas del adolescente) y ahí radica la posibilidad de
vincular la problemática de ese adolescente solitario frente a la elección
de futuro, con el contexto histórico y las situaciones locales en las que
esa elección de futuro tiene lugar. La conexión de su proyecto
individual con un proyecto social es tarea del orientador en el plano de
las representaciones, y en este sentido al descubrir conexiones latentes o
al crear posibles vías de comprensión puede a través de su propia
verticalidad y horizontalidad esclarecer la falsedad de las opciones
socialmente provistas o por el contrario reforzarlas. Su identidad —lo
afirmo una vez más— tanto personal como profesional, están en juego,
y ésta, consubstanciada profundamente con su ideología, debe ser
sistemáticamente considerada. Como co-pensor, lector, traductor de la
conducta del adolescente, devela y no solamente refleja su estructura de
personalidad y la estructura social en lo que hace a relaciones
económicas y relaciones de poder (por no citar dos importantes
dimensiones que se dramatizan en el encuadre) y puede contribuir a que
el adolescente las conciencialice.
Es necesario que el orientador acepte des-orientarse de la práctica
ideológicamente determinada que se le demanda y de esa manera pueda
contribuir a problematízar tanto las seudoso-
47

luciones como los dilemas del adolescente frente a su futuro. Cuenta


para esto con instrumentos teóricos y técnicos y si bien' es totalmente
cierto que no va a hacer la revolución en el consultorio sí puede
contribuir a que el ingreso del adolescente a la universidad sea más
responsable, crítico y comprometido: lo que constituye un objetivo
sociopolítico nada despreciable.
La asunción por parte del psicólogo de un rol crítico, que permita al
adolescente llegar a entender el sentido social de las profesiones y
ocupaciones, supone desde el punto de vista psicológico que el
psicólogo pueda "recordar para no repetir" su propio proceso de
desarrollo de la identidad profesional, rescatándose de las tentadoras
identificaciones que el medio le ofrece como arbitro, mago o juez del
futuro de sus orientados.
Sólo una recontextuación social de la práctica de la Orientación
Vocacional en los planos y términos que hemos esbozado permitirá al
psicólogo contribuir a que sus orientados no accedan a su identidad
profesional sobre la base de una negación sistemática del contexto
histórico social y de los factores ideológicos consubstanciados con la
misma. No prevendría así la alienación —tal meta es inaccesible en
esta sociedad— pero sí lo que denominé crisis de alienación: La
distancia que media entre la crisis de conciencia y la conciencia de la
crisis.
48
Factor desencadenante Factor Condicionante

-Situación de crisis institucional -No institucionalización de la


que ponga de manifiesto la no profesión.
inmutabilidad del sistema y /o
revele o agudice sus -Patología institucional de los
contradicciones. grupos profesionales.

Factor Disposicional

-Puntos de fractura de la historia


vocacional-profesional.

a) situación de egreso del ciclo


universitario.

b) Resolución crisis adolescente.

C)Resolución posición
depresiva.

Efecto

-Irrupción de la falta de sentido


por fracaso de las defensas
sostenedoras de la seudo
identidad profesional: crisis de
alienación.

Desarrollo Ulterior.

Cronificación de la crisis Reinstauración defensiva Toma de conciencia.

-Psicotización profesional. -Caracterización Profesional. -RECONTEXTUACIÓN


(Desde despersonalizaciones (Negación omnipotente, PROFESIONAL.
parciales-automatización ritualización, clivajes, de la id.
laboral-a masiva) Profesional, etc.) -REORIENTACIÓN DE LOS
Ejemplo: FINES.
-Autocrítica melancólica -Cientificismo.
-Eficientismo -CRÍTICA DE LOS
-Serias inhibiciones Tecnócrata. SUPUESTOS.
profesionales. -Burocratización.
-CREATIVIDAD.

ALIENADO MARGINADO ALIENADO INTEGRADO ALIENADO CONCIENTE


“NORMAL” ACTUANTE

También podría gustarte