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El presente ensayo constituye una breve investigación desde el punto de vista

de la historia, respecto al nacimiento del concepto de imputabilidad personal, por


lo que conviene realizar algunas precisiones referentes a este tema, a fin de
establecer el ámbito temporal al que se extiende la investigación.
En cuanto al aspecto concerniente al término imputabilidad este como se dijo
anteriormente se hace referencia a su sentido subjetivo, es decir, no a las
características que ha de reunir una acción para poder ser imputada a un sujeto,
sino a las que ha de reunir un sujeto para que le pueda ser imputada una acción,
por tanto trata concretamente a aquellas facultades psíquicas de las que la
persona ha de estar en posesión en el momento del hecho para que se le pueda
atribuir responsabilidad por el mismo.
Ahora bien el significado que encontramos en el Diccionario de la Lengua
(1992) para imputabilidad es: “cualidad de imputable”, es este mismo diccionarios
hallamos con arreglo a la misma fuente que imputable significa: “que se puede
imputar”, e imputar es: “atribuir a otro una culpa, delito o acción”, deducimos que
en castellano, la imputabilidad es una cualidad de los objetos que se imputan, y no
de la persona a la cual se imputan. Sin embargo, en nuestro Derecho penal,
además de su sentido objetivo, existe el sentido subjetivo, que va expresado al
autor de la acción, el doble significado se ha mantenido y a través del tiempo se
ha remontado que la imputabilidad se refiere tanto a las acciones como a los
hombres.
Por otro lado vamos a referirnos a la imputabilidad desde el punto de vista
etimológico, la misma deriva del vocablo latino “imputo”, “imputas”, “imputare”, que
tiene el significado de atribuir algo a alguien, atribuir un efecto a su causa, o
formar un juicio a cuenta de alguien y atribuirle de ese modo un determinado acto.
De este imputar es que procede o emana la palabra imputabilidad, que supone
en términos generales la atribución de un efecto a su causa eficiente, consciente y
libre, o como la aprecian algunos filósofos del Derecho, como propiedad de la
acción en virtud de la cual se la atribuye a alguien como su autor. Más aún,
cuando de este origen etimológico y su derivación gramatical, la imputabilidad
parezca ser una cualidad más bien del acto que del sujeto.
Podemos inferir que la imputabilidad es una complejísima figura cuya
tipificación jurídica no puede ser ajustada o limitada en las más o menos limitadas
fronteras de la capacidad, ni tampoco de una cualidad o de una situación. Por
tanto, si contemplamos cualquiera conducta humana cuyas consecuencias sean
susceptibles de imputación a su autor de manera eficiente y libre, podremos
observar que para que pueda efectuarse aquélla, es preciso que concurran los
siguientes requisitos o condiciones:
1.- Capacidad de imputación: Lo cual plantea un primer problema, el de
averiguar cuál pueda ser o en qué puede consistir dicha capacidad, será esta
jurídica o de obrar, pero podemos creer que participa de la primera en gran
medida la primera de estas, es decir, la jurídica, pues en efecto, la capacidad de
imputación se va a formar, en principio al menos y en orden a su condición en la
aptitud General, con fuertes porcentajes por ende en la capacidad jurídica.
2.- Que el sujeto se encuentre en una especial disposición o un determinado
estado, deducido esto de su posición respecto del acto a realizar y el resultado
producido: Esta disposición es lo que constituye la situación jurídica en la que se
encuentre o debe encontrarse el sujeto para que se le pueda imputar su acción, y
este elemento constituye un complemento esencial de la capacidad de imputación,
Constituye la cualidad jurídica de la persona imputable, aquél es el determinante
de su situación.
Tenemos entonces, ya dos aspectos esenciales de la imputabilidad, el primero,
que es típicamente subjetivo, representado por la capacidad o aptitud del sujeto
para asumir las consecuencias de sus actos; y el segundo, que diremos que es
subjetivamente objetivo, compuesto por esa posición que el sujeto ha de ocupar
en el proceso, que culminará en la producción del resultado previsto y querido, o
previsible y no evitado, que constituye la situación en que se encuentra sumergido.
De estos dos momentos, el de la capacidad, es de una esencialmente
trascendental, respecto de la persona, mientras que el segundo se considera
sustancialmente trascendente, en cuanto es el sujeto que ha de entrar o situarse
en él.
3.- El siguiente elemento del “iter imputativo” lo constituye el nexo o relación
psico-física que debe existir entre el acto inicial y el resultado final, esto es, la
llamada relación de causalidad: que constituye uno de los requisitos o
condiciones, ya que es la relativa a las relaciones que puedan existir entre los
conceptos de “libertad” y “causalidad”. Y podemos considerarla el elemento
esencial de la imputabilidad.
Con referencia a la definición la imputabilidad en la historia, haremos referencia
a Jiménez de Asúa, Luis (1963), que la define como: "Acto típicamente antijurídico,
sometido a veces a condiciones objetivas de penalidad, imputable a un hombre y
sometido a una sanción penal". De la presente definición se infiere que las
características del delito serían: la acción, adecuación típica, antijuricidad,
imputabilidad, culpabilidad, penalidad y en ciertos casos, condición objetiva de
penalidad. Este acto así creado, según Jiménez de Asúa, va a ser el soporte
natural del delito, y la imputabilidad es la base psicológica de la culpabilidad.
Otro autores, entre ellos Von Liszt, Franz (1929), la define como" La capacidad
de conducirse socialmente, es decir, de observar una conducta que responda a las
exigencias de la vida política común de los hombres”. Por su parte Cuello Calón,
Eugenio (1963) dice que:" La imputabilidad es el elemento más importante de la
culpabilidad. Se refiere a un modo de ser del agente y al estado espiritual del
mismo, y tiene por fundamento la existencia de ciertas condiciones psíquicas y
morales (salud, madurez) exigidas por la ley para responder de los hechos
cometidos" Y para Bettiol, Giuseppe (1965), la imputabilidad es sinónimo de
capacidad penal y la define en estos términos: " Como el conjunto de
determinadas condiciones psíquicas que hacen posible referir un hecho a un
individuo, como su autor consciente y voluntario".
En cuanto a este tema, también es necesario referirnos a como ha sido
utilizado la imputabilidad según las diferentes escuelas, así tenemos:
1.- PARA LA ESCUELA CLASICA: El concepto de imputabilidad tiene su base
en la existencia de libre albedrio y de responsabilidad moral, es decir, la posici6n
clásica distingue entre imputables e inimputables. Fundamentaba la imputabilidad
y la responsabilidad penal en el libre arbitrio de las acciones humanas, perdurando
por mucho tiempo este fundamento en el de r echo penal, sin tener oposición
alguna. Pero luego con la evolución filosófica de los últimos siglos, surgieron
nuevas doctrinas contrarias a la concepción del "libre albedrio”, alma de los
penalistas de la Escuela Clásica, y se establece una tenaz lucha entre ellas en el
campo penal, pero la lucha más feroz fue entre la Escuela Clásica del "libre
arbitrio" con el determinismo, especialmente con el de la Escuela Positiva Italiana.
Según esta doctrina del libre arbitrio, dice Cuello Calón, Eugenio (1963):
"Para que un individuo sea imputable y responsable de sus actos, deben
concurrir estas condiciones: 1°) Que en el momento de la ejecuci6n del hecho
posea la inteligencia y discernimiento de sus actos; 2°) Que goce de la libertad
de su voluntad, de su libre arbitrio, es decir, de la facultad de poder escoger
entre los diversos motivos de conducta que se presenten ante su espíritu y de
determinarse libremente mediante la potencia de su voluntad. Solamente
cuando concurren estas dos condiciones puede un individuo ser declarado
responsable y culpable, pues ha querido el delito y lo ha ejecutado libremente
cuando hubiere podido y debido abstenerse de ejecutarlo”.
Para La Escuela Clásica la principal preocupación son el delito y la pena, es
decir, busca solo el resultado para aplicar la pena sin importarle las condiciones
del sujeto de la infracción penal.
2.- PARA LA ESCUELA POSITIVISTA: niega la existencia del libre albedrío, es
decir, que el positivismo penal proclama el determinismo y niega el libre arbitrio,
niega la responsabilidad moral, sostenida por la Escuela Clásica y la reemplaza
por la llamada responsabilidad social, es uno de los sistemas o teorías que tratan
de reemplazar la noción tradicional de la imputabilidad y responsabilidad penal,
basados en el libre albedrío.
Según esta teoría, la conducta del hombre está determinada por la
personalidad física (temperamento) y psíquica (carácter). Niega al libre albedrio y
la responsabilidad moral de la Escuela Clásica, fundamenta la responsabilidad
penal en la "responsabilidad social", llegándose así a la fórmula siguiente:" el
hombre es imputable y responsable por el hecho de vivir en sociedad".
De esta manera el positivismo eliminó formalmente del terreno penal el
problema de la imputabilidad, al considerarle "socialmente responsable " a todo
autor de delito, capaz o incapaz de tener la facultad de conocer la naturaleza del
acto que ejecuta y de sus consecuencias.
3.- TEORIAS ECLETICAS: Las principales teorías de esta naturaleza que han
tratado de establecer la noción de la personalidad como base de la imputabilidad y
responsabilidad, son las siguientes: La doctrina de la identidad individual y de la
semejanza social de Gabriel Tarde, para quien la responsabilidad está
necesariamente ligada a la existencia del libre albedrio , y, sin embargo, continúa
siendo la condición y la medida indispensable de la responsabilidad penal,
tomando otros elementos y criterios como la identidad personal del delincuente,
consigo mismo, antes y después del delito, así como su semejanza social con
quienes vive.
4.- LA IMPUTABILIDAD PSICOLOGICA Y NORMATIVA: En cuanto a la
imputabilidad psicológica la Escuela Alemana la proclama como carácter o
elemento positivo del delito y base de la culpabilidad.
Según esta teoría las personas delinquen a consecuencia de motivos
conscientes y un sinnúmero de motivos que pertenecen al campo de la
inconsciencia, como consecuencia, la responsabilidad penal está sujeta a los
motivos conscientes que impulsaron a la persona a ejecutar el hecho, tomando en
cuenta su número y esencia. Consideran que la imputabilidad psico lógica consiste
en la facultad de obrar según el justo conocimiento del deber, condicionada ésta
por la salud mental y el desarrollo del autor para obrar según el justo conocimiento
del deber existente. La imputabilidad psicológica; es pues la facultad de conocer Y
valorar el deber y determinarse espontáneamente.
Por lo tanto, no puede haber imputabilidad criminal en quien no pueda conocer,
comprender y apreciar las circunstancias y los resultados de la infracción jurídica
que comete, pues no tiene conciencia ni voluntad para delinquir, condiciones
necesarias en todas las legislaciones penales, de la responsabilidad criminal.
En cuanto a la teoría normativa requiere que exista un nexo psicológico entre el
agente del delito y el resultado, debe existir una valoración de ese hecho
psicológico, pues según esta teoría la imputabilidad es una valoración del
supuesto hecho psicológico que liga al autor con la acción antijurídica.
En conclusión podemos decir que después de analizar la etimología, parte de
la historia y evolución de la imputabilidad, queda claro el hecho de que la
actuación del hombre sea por acción u omisión, siempre ha sido de gran
importancia en la sociedad, ya que es ésta en la que se manifiesta directamente
las consecuencias de estos actos realizados por el hombre, por ellos es
importante poder determinar acertadamente las condiciones que influirán en el
actuar de los agentes que cometan algún hecho que se considere delito, ya que
esto conllevará, bien sea a la imposición de una determinada medida necesaria
para su rehabilitación o por el contrario, la imposición de una pena que deberá
cumplir como consecuencia de su actuar.
Asi mismo ha quedado más que demostrado en el presente ensayo que la
imputabilidad consiste en la capacidad de un sujeto de comprender y querer, el
deber como consecuencia de la naturaleza ética y jurídica de su acción u omisión.
BIBLIOGRAFÍA
.- Diccionario de la Real Academia Española, 21ª edición. (1992), Madrid, Espasa
Calpe, 1997.
.- González González, J., La imputabilidad en el Derecho Penal español.
Imputabilidad y locura en la España del siglo XIX, Granada, Comares, 1994.
.- Jiménez de Asua, Luis. "La Ley y el Delito", 4a. Edición. Editorial Helmes.
Buenos Aires. 1963 "Tratado de Derecho Penal". Tomo V. Losada. Buenos
Aires.
.- Bettiol, Giuseppe. "Derecho Penal" Parte General, Editorial Tamis, Bogotá,
1965.
.- Cuello Calón, Eugenio. "Derecho Penal" Tomo I. Parte General, 1963.
.- Von Liszt, Franz. "Tratado de Derecho Penal". Madrid, 1929.

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