Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La antropología se la puede considerar como la ciencia de las sociedades humanas. Pero todos saben que
históricamente su campo fueron las sociedades salvajes. Estas sociedades primitivas han sido todas
sociedades colonizadas.
Sin embargo a la antropología raramente les conducía una reflexión sobre el colonialismo. La “situación
colonial” de la antropología sólo ha aparecido con la descolonización del tercer mundo.
El nacimiento común del imperialismo colonial contemporáneo y de la antropología nace en la segunda
mitad del siglo XIX. Trataremos de poner en evidencia la relación de la ideología imperialista de la que la
antropología no es sino uno de sus elementos, con la ideología colonial, y las razones por las cuales una
investigación “sobre el territorio” se hacía necesario y posible por la colonización de tipo imperialista.
La teoría del buen salvaje, había concebido a la vida salvaje como la vida natural, como la autenticidad y la
excelencia moral. Había asociado también a este tema el de las riquezas tropicales adquiridas sin esfuerzo,
sin la maldición del trabajo. La ideología dominante consideraba al trabajo como una necesidad vital por lo
que dentro de este idea clásico la ociosidad no podía ser realizada sino por una minoría que había logrado
liberarse de esta necesidad natural gracias a la explotación.
El trabajo no es el fruto de una necesidad de la cual debamos tratar de liberarnos, sino más bien es el
fin y la dicha del hombre. Es en base a este supuesto que se crea un nuevo estereotipo que hará fortuna a
todo lo largo de la era colonial: el de la “pereza” de los primitivos, debido a una naturaleza exuberante. La
pereza es el obstáculo más grande para el trabajo y para la industria.
Los conquistadores se identificaban con Europa. Esta sociedad cree descubrir un nuevo sentido de la
historicidad concebida como voluntad nacional y prometeica, como muestra la interpretación de la Revolución
francesa por Hegel. El proselitismo etnocéntrico quiere considerarse a sí mismo basado en la Razón
histórica. A partir de 1850 las exploraciones europeas surcan África, conciben estas expediciones al interior
del continente como una expedición con armas e impedimentos que debe abrir África a la ciencia y en su caso
a la industria. Estos exploradores al encontrarse con estas civilizaciones contemplaban en ellas una mezcla
de naturaleza y de cultura pervertida y pervertidora.
Los misioneros fueron muy a menudo en esta época los pioneros de la exploración y de la expansión europea
en su aspecto “espiritual”. No se concebía que la evangelización se pudiera separar de la distribución de
las maravillas de la técnica y de la industria. Sin embargo aquí surge el problema de a qué aspecto darle
1
más prioridad. Para Livingstone separar ambos sería un error. Los dos se prestan mutuo apoyo: el
cristianismo introduce los gérmenes del racionalismo.
El “humanitarismo” cuyo exponente es Livingstone no tiene por objetivo explícito modelar las sociedades
africanas a imagen de la Europa industrial. Y aún menos concibe el comercio en términos exclusivamente
económicos: el comercio tiene para él un contenido más ético que económicos. Mejor que hablar, como los
evolucionistas, de sociedades atrasadas, más bien que “civilizarlas”, se trata de “aliviarlas” de la miseria
física y moral que les oprime, de “mejorar” su condición.
La antropología positivista tiene como concepción base a la unidad del hombre en sociedad. En el
evolucionismo, la razón humana es aprehendible más que a través de la mediación de la razón histórica. La
racionalidad de las prácticas humanas no puede captarse sino en su referencia con la historia como medio
homogéneo en general del hombre. Las sociedades están alineadas según un continuo homogéneo y
único, jalonado por cortes pertinentes: los estadios de avance.
Con la noción de estadio histórico tenemos la noción clave del evolucionismo unilineal. Según tylor el
termino cultura o civilización tomado en su sentido etnográfico más amplio, designa un todo complejo que
comprende a la vez las ciencias, las creencias, las artes, la moral, y otras facultades y hábitos adquiridos por
el hombre en estado social.
La nueva antropología ve sobre todo unas relaciones de producción materiales y toda sociedad real se ve
reducida, en un determinado momento, a un estadio de evolución técnico-económico. Resulta también
esencial que el progreso no sea ya el descubrimiento progresivo de las luces, de la razón natural, sino la
producción de bienes materiales cada vez más “perfeccionados” y las relaciones sociales cada vez
más complejas.
El crecimiento, el progreso se expresan también en todos los aspectos de la vida social. No tardamos en
reconocer en el desarrollo de las civilización una uniformidad casi constante que puede ser mirada como el
efecto uniforme de causas uniformes, y por otro lado la correspondencia de diferentes grados de
civilización en unos períodos de desarrollo o de evolución de los cuales cada uno es el producto de una
época anterior y le corresponde el papel de preparar la época futura.
La nueva antropología reconoce “costumbres” cuyo sentido puede ser comprendido a partir de unas
relaciones mutuas y más tarde de la relación con conjuntos culturales más vastos. Lubbock, muestra un punto
de ruptura con el etnocentrismo ingenuo del siglo XVII. Por su parte para Tylor afirma que “frecuentemente lo
que llamamos superstición no es otra cosa que la supervivencia de unas ideas pertenecientes a una sociedad
desaparecida”.
Las costumbres carentes de sentido son supervivencias, han tenido un sentido práctico, al menos el
carácter de una ceremonia, y han acabado por no ser más que absurdas observancias, porque han sido
transportadas a un nuevo estado social en que su significación primitiva se ha perdido totalmente.
2
En un sentido estricto solo es racional la teoría antropológica de la cultura primitiva y no la cultura
primitiva misma. La racionalidad de esta última no es sino una racionalidad conferida y nunca por sí. La
racionalidad de la cultura indígena se disuelve en la práctica racionalizantes de la antropología. La religión, el
mito, la metafísica, que constituyen la cultura primitiva son a la vez negadas y conservadas por la
teoría. Por ello Tylor, al tiempo que intenta comprender las prácticas primitivas, no deja de considerarlas
como la cima de la aberración y del absurdo.
La colonización científica
Los salvajes son nuestros antepasados contemporáneos. Pero la reducción práctica de esta diversidad
calificada de inferioridad se hará sin “daños”. Del mismo modo que la teoría abolía y conservaba la cultura
primitiva, el paso a la vida civilizada anula y conserva lo que hay de positivo en la vida primitiva: esta última
es abolida en la destrucción por la colonización de todas las prácticas aberrantes: conservada en la
medida en que la sociedad colonizadora ha pasado por los mismos estadios que la sociedad
colonizada y se presenta como su verdad constituyéndola como uno de sus momentos pasados. La
colonización contemporánea es la práctica de una sociedad que conserva, que es la verdad histórica.
Como la colonización científica es una práctica nueva y no adquiere todo su sentido sino en el interior de la
“colonización científica”, la descripción de las condiciones indígenas de existencia anteriores a la colonización
deben ser descritas antes de ser destruidas, o bien la descripción de las condiciones de existencia indígenas
creadas por la colonización.