Está en la página 1de 6

CULTURA: LA CONSTRUCCIÓN DE UN CONCEPTO

La cultura es la piedra angular donde se asienta la Antropología Cultural y la Social. Su


importancia es innegable para conocer, comprender y valorar las actitudes de propios y
ajenos. Con respecto al término cultura hay diferentes definiciones. Desde el conocimiento de
la vida cotidiana se la identifica con el conjunto de conocimientos elevados poseídos y de
personas cultas e incultas. A veces alude a un sector social y se lo hace en busca de razones
que justifiquen dificultades en el aprendizaje o problemas de salud. También se lo plantea
como un modo de vida distinto que muchas veces conduce a la desvalorización del otro. Esta
manera de entender la cultura nada tiene que ver con el contenido científico al que se le da en
las Ciencias Sociales.
El concepto cultura es clave para la Antropología, como referencia de la totalidad del modo
de vida de un pueblo e íntimamente relacionado con el trabajo etnográfico: el descubrimiento
de la trabazón entre el comportamiento cotidiano, creencias, actividades productivas
estructurados en torno de sistemas de símbolos. Además el concepto cultura encierra tres
aspectos que lo hacen noción valiosa: 1-universalismo: todos tienen cultura; 2- énfasis en la
organización: todas las culturas tiene coherencia; 3-reconocimiento de la capacidad creadora
del hombre.
Este concepto fue elaborado como herramienta conceptual para solucionar problemas
específicos, ya que había que estudiar los pueblos primitivos. Los aspectos del concepto
cultura pueden ser aprehendidos como un conjunto de presupuestos elaborados para ofrecer
soluciones en la investigación del significado de las costumbres extrañas observadas en
sociedades diferentes a la nuestra.
El concepto cultura no apareció repentinamente sino que está cargado de historia. En los
siglos XVII y XVIII cultura aparecía asimilada al crecimiento de plantas y animales, al desarrollo
del intelecto. En el siglo XVIII aparece otro término ligado, que es civilización. Este último se
refiere al grado alcanzado por la técnica, al desarrollo del conocimiento científico, a las ventajas
de la sociedad occidental sobre las otras. Ese es el momento de constitución de los dos usos
del concepto de cultura que hoy se mantienen. Uno ligado al pensamiento iluminista conocido
como alternativa humanista del concepto de cultura, que la definía como perfectible, era un
pensamiento de tipo etnocéntrico, pensaba en una cultura en singular, en la perfección. El otro
era un concepto antropológico centrada en la idea de relativismo, que plantea la validez de
todas las costumbres y valores de los pueblos, la pluralidad.
Para pensar el concepto también es conveniente ubicarlo en los espacios donde fue
configurando su sentido: en la historia social de su uso y en los sistemas de relaciones y
oposiciones con otros conceptos. Podemos ubicar su uso en tres sistemas:
-La filosofía idealista alemana donde se lo opuso a civilización. La cultura entendida como el
mundo de los valores, las creaciones espirituales y el perfeccionamiento moral, mientras que la
civilización abarcaba el campo de las actividades técnicas y económicas. Mientras la cultura es
la esfera más elevada del desarrollo social, la civilización se refiere al mundo de los bienes y
actividades necesarias para la supervivencia y el avance material. Aquí aparece la idea de
cómo los sectores sociales que no poseen cultura pueden acceder a ella, ocultando el origen
histórico de la división de clases.
- la antropología social, donde se lo opuso a naturaleza y sociedad. Esta definición incluye
todas las actividades materiales e industriales de todos los hombres. Parte de la idea de cultura
es todo lo producido por el hombre.
- el marxismo donde se lo correlacionó con otros conceptos como hegemonía, determinación,
infraestructura, superestructura.

TYLOR Y LA CONCEPCIÓN UNIVERSALISTA DE LA CULTURA


A fines del siglo XIX la teoría evolucionista plantea su modelo de construcción de la otredad
por la diferencia. Los evolucionistas plantearon el concepto cultura a partir de explicar al
hombre como una dualidad (ser biológico y cultural). La naturaleza (lo biológico) y la cultura (lo
adquirido) se consideraron constitutivas de la especie humana y suponía una relación de
continuidad entre ambas. Para Tylor cultura es: “un todo complejo que comprende
conocimientos, creencias, artes, moral, derechos, costumbres y cualquier otra capacidad y
hábito adquiridos por el hombre en tanto miembro de una sociedad”. Esta definición es
descriptiva y objetiva, y apunta a mostrar a la cultura como adquirida por el hombre en la
sociedad. Para explicar las semejanzas y diferencias culturales construyeron el modelo
estadial que les permitió ordenar en un esquema evolutivo que va del salvajismo, la barbarie a
la civilización. La cultura presenta diferentes grados de evolución y las diferencias son de grado
(medida de progreso, logros adquiridos).

BOAS Y LA CONCEPCIÓN PARTICULARISTA DE LA CULTURA


Si Tylor es el “inventor” del concepto científico de cultura, Franz Boas es el primer
antropólogo que lleva a cabo investigaciones in situ por medio de la observación directa y
prolongada de las culturas primitivas. En este sentido, es el precursor de la etnografía. Toda su
obra, destinada al estudio de los indígenas de la costa noroeste de Estados Unidos, es un
intento de pensar la diferencia.
Boas intentó demostrar lo absurdo de la idea de raza, de un vínculo entre los rasgos físicos y
los mentales. Para él no existía diferencia entre los primitivos y civilizados, sólo diferencias
culturales adquiridas. Concebía a la etnología como una ciencia de la observación directa
donde en el estudio de una cultura particular todo debe ser anotado. A él le debemos también
la concepción antropológica del “relativismo cultural” como principio metodológico. Para él cada
cultura era única, representaba una totalidad singular por lo que cada costumbre sólo puede
ser explicada si se la relaciona con el contexto cultural propio.

MALINOWSKI: HACIA UNA TEORÍA CIENTÍFICA DE LA CULTURA


En la obra de Malinowski, precursor del funcionalismo, aparece la relación en el cometido de
la Antropología –comprender y explicar esos microcosmos tribales- y el concepto de cultura
desarrollado. El trabajo etnográfico permite conocer las leyes y normas que el fenómeno
cultural conlleva, el etnógrafo debe conocer los fenómenos en cada uno de los aspectos de la
cultura tribal estudiada, en toda su integridad y bajo todas sus facetas. Malinowski planteó que
el “aspecto científico de todo trabajo antropológico reside en la teoría de la cultura, con
referencia al método de observación de campo y al significado de la cultura como proceso y
resultado”. Considera que el estudio de la cultura es el campo de reunión de todas las ramas
de la Antropología. (Prehistoria- Arqueología, Etnografía). La continua verificación empírica es
uno de los fundamentos de la ciencia. Observar significa seleccionar, clasificar sobre la base
de la teoría. Malinowski definió la cultura como "el conjunto integral de utensilios y bienes de
los consumidores, por el cuerpo de normas que rige los diversos grupos sociales, por las ideas
y artesanías, creencias y costumbres" (cultura material e ideal). Es decir, el conjunto de
respuestas colectivas a necesidades vitales. El hombre posee un cuerpo y varias necesidades
orgánicas. Por lo tanto, considera que la teoría de la cultura debe basarse en los hechos
biológicos. Los problemas planteados por necesidades nutritivas, reproductivas e higiénicas del
hombre deben resolverse mediante la construcción de un nuevo ambiente artificial o
secundario, que es la cultura misma, que debe ser reproducido, conservado y administrado.
Malinowski considera que la especie humana (biológico) es una sola pero que existen múltiples
y variadas formas institucionales de respuesta concreta a necesidades humanas universales.
Cada cultura es una realidad viva.

LEVI STRAUSS Y LOS UNIVERSALES DE LA CULTURA


Levi –Strauss trabajó más sobre los elementos comunes que en la descripción detallada de
las culturas. Reconoce que el hombre es un ser biológico y social-cultural. Plantea que para
comprender la distinción entre naturaleza y cultura hay que partir de la ausencia de reglas o
normas a nivel comportamiento natural. Lo natural es universal, espontáneo, constante y
producto de la herencia biológica mientras que lo cultural es particular, reglado, relativo. Para
su explicación busca un elemento que reúna ambas características y lo encuentra en la
prohibición del incesto. La prohibición de casarse dentro de un grupo obliga a los hombres a
buscar mujeres fuera de su grupo. Este autor sostiene que la unidad de la especie es cultural.
La regla de prohibición del incesto ejemplifica esta relación entre unidad/diversidad: las reglas
es una operación lógica que es universal e instaura la cultura pero se manifiesta histórica y
fácticamente en la diversidad de modos particulares. Sostiene que cada cultura agrupa,
conserva o excluye de modo original elementos que le permiten responder o resolver
problemas que son aproximadamente los mismos para todos los hombres y que es la etnología
la encargada de descubrir las distintas opciones que cada cultura adopta.
A partir de la década del cincuenta se producen transformaciones tanto en las sociedades
primitivas como en las prácticas de los antropólogos. La descolonización trae como
consecuencia el replanteo de la Antropología ante la desaparición de su tradicional objeto de
estudio que eran las sociedades no europeas y ante la falta de marcos teóricos que permitieran
abordar el análisis de las “sociedades complejas”. Comienza el replanteo del papel del
antropólogo. Es en este marco donde Oscar Lewis a fines de la década del 50, escribe que su
libro Antropología de la pobreza que la nueva función del antropólogo es la de servir como
estudiantes y relatores de la gran masa de campesinos y habitantes urbanos de los países
subdesarrollados.

LA CULTURA DE LA POBREZA
Oscar Lewis caracteriza la “Cultura de la pobreza” a la que interpreta en términos de
cultura/ subcultura. Dentro de una misma sociedad pueden existir modos de pensar o sentir
propios de grupos determinados que no son compartidos por toda la sociedad, mientras que
otros rasgos son compartidos por todos. Esta diferencia ha dado lugar al término subcultura
que engloba sólo aquellos rasgos culturales compartidos por determinados grupos (grupos de
edad o de profesionales). La cultura de la pobreza es el resultado de una capacidad creativa
que provee adaptaciones de los pobres frente a una posición marginal en una sociedad
capitalista estratificada e individualista. La cultura de la pobreza tiene sus propias modalidades
y consecuencias distintivas, sociales y psicológicas. Según Lewis rebasa los límites de lo
regional, lo rural y lo urbano. La pobreza es entendida como un patrón de vida que pasa de
generación en generación, un modo integral de vivir y de resolver sus problemas. Este autor
brinda una serie de características propias de los integrantes de la pobreza en México.
Carlos Herrán manifiesta que “los especialistas suelen poner énfasis en el hecho de que la
pobreza es un término relativo. Se dice que cada sociedad tiene necesidades socialmente
reconocidas y que aquellos individuos que están por debajo del nivel medio en cuanto a la
satisfacción de dichas necesidades constituyen el grupo de los pobres”. Las principales críticas
vinculadas con la cultura de la pobreza tienen que ver con su interpretación acerca de la
perpetuación de la pobreza, que se transmitía de generación en generación como un modo de
vida. A que priorizaba un plan de vida culturalmente estructurado por sobre las
determinaciones económicas y políticas que dan lugar a la pobreza. No dejaba lugar a la
posibilidad de cambio social, sino a la reproducción de las condiciones de producción. También
se criticó su generalización a partir de experiencias de trabajo sobre situaciones puntuales.
Durante las décadas del sesenta y setenta se publicaron una serie de trabajos englobados
bajo el término de Neomarxismo, con autores de diferentes posturas (Margulis en 1975, Nestor
García Canclini 1981, Lombardi Satriani). Las críticas apuntan al relativismo cultural presente
en las teorías de la segunda etapa, a que no tenían en cuenta que existía una situación de
dominación y que estas sociedades estaban cambiando. La nueva preocupación era explicar
las desigualdades culturales presentes en las diferentes sociedades. ¿Cómo dotar a la cultura
de poder? Los autores neomarxistas comienzan a relacionar la cultura con las clases sociales y
las posiciones antagónicas entre éstas. La idea central es que en este tipo de sociedad hay
una cultura, la de la clase dominante y los límites de esa cultura estarán dados por la existencia
de las culturas subalternas o populares como contrapuestas o complementarias.

LA CULTURA DE CLASE
En la década del setenta aparecen los estudios de Mario Margulis -economista y sociólogo
argentino- contraponiendo la cultura popular a la cultura de masas. El autor coloca a la
cultura dentro de los aspectos superestructurales en una formación económico-social
incluyendo en este concepto los sistemas simbólicos, lenguaje, costumbres, formas de pensar
el mundo, códigos que rigen el comportamiento cotidiano e imprimen sus características en
las diversas producciones de un pueblo. Desde esta concepción sirve para interpretar aspectos
de las luchas de liberación de la década del setenta. En este contexto Margulis plantea las
formas de fabricación de cultura en la sociedad. El autor parte del control que ejercen los
sectores dominantes sobre los medios de fabricación y difusión de productos culturales. La
tecnología ha puesto en manos de estos sectores los medios de información: televisión, radio,
diarios. Los productos culturales pueden ser producidos en forma masiva por minorías pero
asumen la forma de mercancía al ser apropiado pro la cultura de masas. Los medios sirven
para difundir hábitos, costumbres, mercancías, códigos culturales e ideológicos. Su valor de
uso consiste en la producción y reproducción del sistema. La cultura dominante se
ha transformado en cultura de masas, llega a todos los sectores sociales. La cultura de masas
homogeneiza, borra diferencias, genera hábitos. Es una cultura para el consumo. En cambio, la
cultura popular es cultura de los de abajo, fabricada por ellos mismos. No es para ser vendida
sino usada, pues responde a necesidades de los grupos. Los productos culturales de los
sectores oprimidos son respuestas compartidas y solidarias y pueden ser símbolos, gestos,
una canción. Los medios actúan sobre la cultura popular, dificultando la comunicación y la
solidaridad.
Margulis considera que la cultura popular es subversiva porque supone un diálogo con la
toma de conciencia, puesto que requiere de la comunicación personal. La cultura popular surge
en los sectores populares de la conciencia compartida, de sus necesidades, carencias, pasa
por las creaciones de los grupos a partir de una actividad solidaria. La cultura de masas
incluye todas las formas organizadas de socialización: sistema educativo, medios de
comunicación. Si bien la cultura de masas intenta reproducir y expandir un sistema de
dominación, que los medios generan una actitud receptora no puede suponerse la aceptación
acrítica por parte de la población de los contenidos evidentes. La cultura de masas toma
elementos de la cultura popular, los empobrece, fragmenta y mistifica, resemantiza esos
elementos -simboliza la igualdad- y los coloca en un nuevo contexto de producción, difusión.
Pero también la cultura popular toma elementos y resemantiza los mitos provenientes de la
cultura de masas. La cultura popular es unificadora, histórica, militante y solidaria, surge de las
necesidades populares en relación con sus reivindicaciones. La cultura de masas es
dependiente y dominada, agente para asegurar la penetración del imperialismo económico, no
es nacional. Margulis propone cambiar no solo el contenido, la forma y el signo de los
mensajes sino transformar los medios en instrumentos de diálogo y creación colectiva.
Extraerlos del control de una minoría.

A fines de la década del setenta, el italiano Lombardi Satriani que estudia el folklore -
canciones, relatos- nos habla de cultura subalterna. Según este autor la concepción
materialista de la historia considera que toda cultura es cultura de clase. Por lo tanto a la
cultura dominante, hegemónica se contrapone la de las clases subalternas. El folklore es
redescubierto como una forma ya existente de cultura alternativa a la burguesa. Se plantea que
en Italia los jóvenes se han reorientado hacia el folklore, pero no los jóvenes pertenecientes a
las clases subalternas a la que consideran como el símbolo de la inferioridad social sino los
estudiantes burgueses, de ambiente urbano y politizado. El interés por el folklore es el
resultado de una búsqueda de formas culturales alternativas a las impuestas como
universales. El interés se focaliza en cantos de protesta social y de oposición política que son
usadas como folklóricas para identificar a los intelectuales de izquierda y clases subalternas.
Lombardi Satriani critica a los intelectuales que se consideran intérpretes de la clase obrera
puesto que la lucha en común no elimina la ubicación de clase diferenciada. Muchos de estos
cantos no son una real subcultura folklórica sino jóvenes politizados hacia el folklore. Se
rescatan los cantos de protesta que pueden ser utilizables políticamente mientras que se dejan
de lado los de signo reaccionario. Lo ignoto del folklore es dominado a través de una
categorización cultural y político-cultural deducida de lo conocido de la cultura hegemónica.
Satriani considera que la vida cultural de las clases subalternas termina por ser puesta en
términos esquemáticos. Cree que la cultura folklórica se encuentra hoy agredida por la cultura
de masas, por la subcultura juvenil politizada. Satriani propone entonces entender el folklore
como cultura de contestación, analizar la cultura de las clases subalternas poniendo de
manifiesto los contenidos políticos opuestos explícitos e implícitos. El discurso de la
contestación folklórica ha sido consumido, desgastado por la cultura hegemónica. El concepto
de hegemonía implica que para que la cultura de la clase dominante pueda aparecer como
“cultura universal” no es suficiente la imposición externa, sino que debe representar los
intereses de las clases subalternas.

García Canclini plantea la cultura como sistema de producción y redefine el concepto como
instancia de la totalidad social. Separa sociedad de cultura, definiendo a la primera como una
totalidad conformada por instancias interdependientes y jerarquizadas y a la cultura como una
instancia de la totalidad social. Para dotar de poder a la cultura como instancia recurre a la
noción de hegemonía de Gramsci. Define a la cultura como “toda producción de sentido que es
al mismo tiempo material y simbólica y que representa y reproduce la realidad, las estructuras
materiales, un sistema social”. Es producción es elaboración, reelaboración de productos
(materiales y simbólicos), que permiten reproducir la realidad. Es producto del modo en que se
relacionan las clases en la sociedad en un momento histórico x y está determinado por la
infraestructura. No es un acto espiritual ni manifestación de las relaciones de producción, sino
que es un nivel del sistema social. Determinado por lo social, inserta en todo hecho socio-
económico. Toda práctica es económica y simbólica a la vez (ej. ropa comunica algo acerca de
la inserción social). Cualquier hecho cultural -conferencia- lleva un nivel socio-económico
implícito: al ir al concierto compramos boletos para financiar el espectáculo. Existe relación
entre infraestructura y superestructura, una dependencia recíproca. Cualquier proceso de
producción material incluye pensamiento, ideas. Esta parte ideal presente en todo
desenvolvimiento material no es un contenido de la conciencia sino que existe en las relaciones
sociales que son relaciones de significación. Hablar de cultura como producción implica tener
los procesos materiales necesarios para crear. Surge del sistema social y está determinado
por él. Hay una organización material para cada producción cultural. Ej. universidad para
conocimiento. Por lo tanto, el análisis debe moverse en dos niveles:
- examinar los productos culturales como representaciones, cómo aparecen escenificados en
una obra, qué clases se hallan representadas, relación entre realidad social y representación
idea y vincular la estructura social con la estructura del campo teatral o de la danza, medios de
producción y relaciones sociales de producción (con público, con quienes lo financian). Por
último no olvidar estudiar la cultura como parte de un proceso en la producción es un paso,
junto con la circulación y el consumo.
Para interpretar la cultura como instrumento para la reproducción social y la lucha por la
hegemonía, García Canclini retoma los análisis de Gramsci y de Bourdieu. Bourdieu dice que
los sistemas sociales para subsistir deben reproducir y reformular sus condiciones de
producción. Toda formación social reproduce la fuerza de trabajo mediante salario, calificación
por educación y adaptación del trabajador a través de una política cultural e ideológica que
pauta su vida. Supone la reproducción de la sumisión a la ideología dominante para el
trabajador y la capacidad de mando para el empleador. Una política hegemónica integral exige:
1) propiedad de medios de producción y la capacidad de apropiarse del excedente, 2) control
de los mecanismos para la reproducción material y simbólica de la fuerza de trabajo y de las
relaciones de producción (salario, escuela, MIM) y 3)- control de los mecanismos coercitivos
para asegurar la propiedad de los medios de producción. Pero no solo alcanza el poder
represivo, por lo que juega un papel importante el poder cultural porque - impone las normas
culturales-ideológicas que adaptan a los miembros de la sociedad a una estructura económica
y política arbitraria; legitima la estructura dominante y oculta la violencia que implica la
adaptación del individuo a una estructura en cuya construcción no intervino.
El poder cultural (hegemónico) reproduce la arbitrariedad sociocultural, la inculca como
necesaria, oculta ese poder económico, favorece su perpetuación. La cultura es un instrumento
clave para la reproducción de la sociedad. El capital cultural -según Bourdieu- es transmitido a
través de aparatos culturales que generan hábitos y prácticas culturales.

También podría gustarte