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Aspectos

históricos de la
Neuropsicología

Neuropsicología

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Aspectos históricos de la
neuropsicología
La neuropsicología es una disciplina científica reciente dentro del campo de
la salud humana, aunque reconoce una historia tan o más antigua que la
propia medicina o la psicología.

Antes de comenzar a hablar de la historia de esta disciplina, será


conveniente una definición y, en particular, de la rama clínica, la cual será
abordada a través de casos clínicos que veremos a lo largo de esta
asignatura.

La neuropsicología es la rama de la biopsicología (Pinel, 2004) que estudia


las relaciones entre la conducta humana y el cerebro, específicamente
estudia los efectos que tienen sobre el comportamiento humano las
lesiones cerebrales. Como veremos más adelante, esos efectos se
relacionan no solo con lo cognitivo, sino también con lo emocional y
conductual y siempre que se pretenda un abordaje integral del paciente, se
deberán considerar todos esos aspectos.

La disciplina comparte con la psicología su objeto de estudio, aunque la


psicología posee un interés más general, abocándose por el
comportamiento en todas sus manifestaciones y contextos. La
neuropsicología, por el contrario, se centra en el desarrollo de una ciencia
de la conducta humana basada en la función del cerebro humano (Villa
Rodríguez, 2009). Aborda la conducta desde una perspectiva biológica,
desde las neurociencias. Esto, claramente, implica un reduccionismo,
frente a lo cual deberás integrar el conocimiento de otras asignaturas para
una comprensión cabal del ser humano como ser biopsicosocial.

Difiere también de la neurología, la cual está más orientada al diagnóstico y


al tratamiento de las enfermedades del sistema nervioso, de aquellas
enfermedades neurológicas, tales como la epilepsia o diferentes afecciones
cerebrales.

Si bien muchos autores consideran que forma parte de las neurociencias,


otros consideran que la neuropsicología se diferencia de aquellas
principalmente por su enfoque, ya que el de las neurociencias es mucho
más molecular, mientras que el de la neuropsicología es más integral (Villa
Rodríguez, 2009).

En cuanto a las herramientas que utiliza, se puede decir que son


sumamente específicas. Así como en psicología se utilizan test

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psicométricos o proyectivos, sumados a diferentes cuestionarios y otros
instrumentos de medición, en la neuropsicología se utilizan,
específicamente, los llamados test neuropsicológicos, los cuales le
permitirán al profesional realizar una evaluación neuropsicológica.

En la actualidad, lo que se utiliza son test neuropsicológicos adaptados a


los efectos de la lesión que tiene el paciente. Así, el profesional, en primer
lugar, entrevista al paciente y ese es el punto inicial para especificar los test
que se utilizarán.

También debemos destacar que se diferencia de la psicología por el tipo de


pacientes que atiende. Mientras que el psicólogo aborda cuadros como la
neurosis, la psicosis, etcétera; el neuropsicólogo atiende a personas que
han tenido algún tipo de lesión cerebral. Esto tiene una consecuencia muy
importante: el trabajo interdisciplinario es fundamental si se quiere ayudar
a la persona con lesión cerebral. Así, el neuropsicólogo trabaja en estrecha
relación con el neurólogo, fonoaudiólogo, bioquímico y otros profesionales
de la salud.

Retomando el objetivo de este apartado, la neuropsicología ha sido


influida, fundamentalmente, por la llamada hipótesis del cerebro, esto es,
el cerebro determina el comportamiento humano.

La hipótesis del cerebro o hipótesis cerebral


Desde hace mucho tiempo y en todas las culturas se ha buscado una
explicación del comportamiento humano. La suposición de que al cerebro
se le asignaba un rol importante en las funciones psíquicas, aun antes de
las primeras grandes civilizaciones como la de los griegos o los romanos,
está basada en cráneos hallados en diferentes lugares del mundo que
presentaban trepanaciones (esto es, la perforación del cráneo con un
instrumento quirúrgico, aunque se supone que dichas trepanaciones se
hacían con piedras o hachas) hechas de manera intencionada. Tanto en
América como en Europa, se encontraron numerosos ejemplos de
trepanaciones.

Se hipotetiza que la trepanación efectuada tenía como objetivo aliviar


algunas dolencias como los dolores de cabeza o las crisis epilépticas. En el
caso de estas últimas, si se extraía una parte del cerebro y coincidía con la
zona epileptógena (aquella zona del cerebro que produce descargas
eléctricas anormales y, por ende, puede generar las convulsiones), el
individuo, si sobrevivía, dejaría de tener crisis epilépticas. El hecho de que
se puedan observar las suturas de la herida hace suponer que las personas
sobrevivieron a la trepanación.

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La principal idea que se puede extraer de lo explicado es que se establecía
una relación entre el cerebro y la conducta humana. Ello parece ya estar
establecido en nuestros antepasados y también en el Egipto antiguo.
Numerosas evidencias, en forma de papiros, se han hallado de esta
civilización. Probalbmente el más conocido de estos papiros lo constituya el
aportado por Edwin Smith (figura 1). En dicho documento, como también
en otros, se detallan en suma rigurosidad casos clínicos los cuales se
caracterizaron por heridas en la cabeza. Detalla los síntomas que la
persona padeció por dicha herida como pueden ser la incordinación entre
la visión y el movimiento. También se hace mención a las consecuencias de
la lesión del lado opuesto del cuerpo (Villa Rodríguez, 2009).

Figura 1: El papiro Edwin Smith

Fuente: González Fisher y Flores Shaw, 2004, p. 45.

Continuando con la historia de la Neuropsicología, quienes hicieron aportes


importantes al respecto fueron los griegos. Se presentaron dos
alternativas: el órgano principal era el cerebro o el corazón. Entre los
defensores de la primera línea encontramos a Alcmeón de Crotona (500 a.
C.) o Platón, y dentro de la segunda a Empédocles (490-430 a. C.) y
Aristóteles. Pero quizá uno de los griegos más influyentes de la época fue
Hipócrates (460-377 a. C.), ya que los conocimientos que aportó y sus
hipótesis acerca que el cerebro como origen de todos los pensamientos y
acciones humanas, fortalecieron de manera definitiva a la hipótesis
cerebral.

El pueblo romano también tiene que decir al respecto, a través de su


principal exponente en el tema, Galeno, el cual fue testigo de las

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consecuencias sobre la conducta humana de las lesiones cerebrales (Villa
Rodríguez, 2009).

Por ese momento de la historia mundial, el poder de la Iiglesia católica era


muy fuerte. Desde esta perspectiva, y tomando la teoría de la generación
espontánea planteada por Aristóteles muchos años antes, la vida tenía un
origen divino. Es en ese marco en el que si se quería comprender a la
conducta humana, se debía apelar a la noción de alma y a su influencia
sobre las personas. Pero todo esto se contraponía a los resultados que
estaban obteniendo los investigadores de la época, quienes seguían los
postulados de Galeno.

Es en ese marco que Descartes en el siglo XVII propuso una hipótesis que
trataba de entender al comportamiento humano. Descartes consideró los
resultados de las incipientes investigaciones del momento y el estudio del
alma, de tal manera que propuso una teoría dual: es válido estudiar el alma
y también el cuerpo cuando se quiere conocer las causas de la conducta.
De esta manera, surge el dualismo cartesiano como una alternativa de no
negar la existencia de un ente divino, el alma, pero tampoco descartar los
hallazgos que se estaban produciendo cuando se estudiaba la otra esfera,
esto es: el cuerpo.

Estas ideas fueron sentando la base para lo que se llamó el


localizacionismo, es decir, localizar en diferentes partes del cuerpo
distintas funciones. Los frenólogos quizás fueron los principales referentes
de este pensamiento, aunque basaban sus estudios solo sobre la base de la
intuición.

Sería deseable, en este momento, que puedas realizarte esta pregunta,


teniendo en cuenta los contenidos impartidos en la asignatura anterior
(Neuroanatomía y Neurofisiología): ¿estudiamos frenología en
neuroanatomía cuando le asignábamos una función particular a cada área
del cerebro?

La neuropsicología moderna
Muchos consideran que el padre de la neuropsicología, tal como la
conocemos actualmente, es Paul Pierre Broca, médico, anatomista y
antropólogo francés. Broca, quien trabajaba con pacientes con lesiones
cerebrales, comenzó a observar algo que se repetía en muchas personas:
siempre que existía una lesión en el hemisferio izquierdo, los pacientes
tenían problemas del lenguaje. Así, en 1861, presentó uno de sus pacientes
más famosos: “el caso tan” (puesto que casi lo único que podía repetir el
sujeto era la palabra tan). De apellido Leborgne, el paciente tenía una

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lesión cerebral en su hemisferio izquierdo, específicamente en la porción
inferior y posterior del lóbulo frontal. Hoy en día, y en honor a Broca, dicha
área del cerebro se conoce como el Área de Broca. De esta manera, Broca
pudo demostrar empíricamente que existía una relación entre el cerebro y
el comportamiento humano, al menos en una función tan importante
como lo es el lenguaje (Villa Rodríguez, 2009).

Por otra parte, casi en la misma época que Broca, Wernicke proporcionó un
modelo cerebral para comprender la función del lenguaje. Postuló un
modelo de áreas cerebrales (corteza visual, giro angular, fascículo
arqueado, área de Wernicke, área de Broca, cortezas auditivas y motoras) y
conexiones entre ellas que explicaban los diferentes tipos de afasias
observadas en la clínica neurológica.

Desde esta época hasta mediados del siglo XX, la neuropsicología se abocó
a establecer correlaciones entre la anatomía cerebral y los síntomas
clínicos productos de lesiones. En ese marco, se definieron las afasias, las
apraxias y las agnosias (Villa Rodríguez, 2009). Así, se establecía una
correlación entre una afasia y el lóbulo frontal anterior y temporal
posterior. Las apraxias tenían su correlato anatómica en las cortezas
motoras del lóbulo frontal, en tanto que las agnosias, más difíciles de
establecer, se creía que eran el resultado de lesiones en las áreas parieto-
occipito-temporal del cerebro. Es de destacar que las evidencias clínicas
siempre mostraban que las lesiones que daban origen a estos cuadros
clínicos estaban en el hemisferio izquierdo. A partir de allí se desarrolló una
importante idea: la lateralización de funciones y la especialización
intrahemisférica (esto es, que determinadas funciones, como por ejemplo,
el lenguaje, dependían más del hemisferio izquierdo y que dentro del
mismo hemisferio existían áreas cerebrales que se especializaban en
determinadas funciones).

Sin embargo, estos investigadores y neurólogos no pudieron superar nunca


el nivel de las correlaciones establecidas, puesto que no postularon
explicaciones teóricas ni para el nivel cerebral, ni tampoco para el
conductual. Además, los investigadores dejaban de lado el componente
emocional que se ve involucrado cuando un paciente tiene una lesión
cerebral (Villa Rodríguez, 2009).

Es luego de la segunda mitad del siglo XX que la neuropsicología clínica


tuvo un gran desarrollo, debido, principalmente, al progreso de la
psicometría y a la gran cantidad de individuos con lesiones cerebrales que
resultaron de las guerras mundiales.

Los test psicométricos desarrollados para hallar a los más preparados para
la guerra tuvo como consecuencia que la Neuropsicología dejara de estar

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tan atenta a las lesiones cerebrales y sus consecuencias, para concentrarse
más en cómo los diversos procesos psicológicos básicos se producían.

Probablemente muchos investigadores de la época reconozcan como


principal antecedente a la reflexología de Pavlov y sus postulados sobre el
aprendizaje asociativo. Entre los investigadores renombrados se
encuentran Vigotsky y Luria, quienes trataron de superar el reduccionismo
que suponía el localizacionismo de la época, que se encoentraba en pleno
auge debido a los desarrollos de Broca y Wernicke (Villa Rodríguez, 2009).
Luria es probablemente el mayor exponente de la neuropsicología
contemporánea. Propuso dejar de lado el localizacionismo estricto que
imperaba, y trató de explicar cómo funcionaba el cerebro y se expresaba a
través de los procesos psicológicos básicos. Además, se destacan los
aportes de Luria por cuanto propuso modelos de comprensión para los
procesos psicológicos y, cuando éstos se vieran alterados, proponía
diversas técnicas para su rehabilitación.

Sin embargo, tal como ocurrió con los hallazgos de Broca y Wernicke, con
el avance de las técnicas de neuroimagenes modernas, muchos de los
postulados de Luria debieron ser reeplanteados. Las modernas técnicas
permitieron observar con sumo detalle no solo la anatomía sino
fundamentalmente la fisiología normal del cerebro. Ello tuvo como
consecuencia que muchos aportes de Luria fueran validados, aunque
muchos otros fueron refutados.

El amplio desarrollo de la neuropsicología a nivel mundial muy


probablemente tenga relación con el advenimiento de las diferentes
técnicas de neuroimágenes, de las cuales veremos las anatómicas y las
funcionales. En el módulo 2, comenzaremos a entender las técnicas
anatómicas y allí comprenderemos la importancia de dichas técnicas para
el desarrollo de la neuropsicología.

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Referencias
González Fisher, R. y Flores Shaw, P. (2005). El papiro quirúrgico de Edwin
Smith. Anales médicos, Asociación médica del American British Cowdray
Hospital, 50(12), 43-48.

Pinel, J. (2004). Biopsicología. Madrid, España. Pearson Prentice Hall.

Villa Rodríguez, M. (2009). Definición y breve historia de la neuropsicología


[Tesis de maestría]. Recuperado de:
www.villaneuropsicologia.com/uploads/1/4/4/5/14457670/definicion_e_h
istoria_de_la_neuropsicologia.pdf

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