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Lectura fundamental
Historia de la neurociencia y
su relación epistemológica y
metodológica con la psicología
Contenido
2 ¿Qué es la neurociencia?
Palabras clave:
Neurociencia, historia, psicología, relación.
1. Reseña histórica de la neurociencia
El interés del hombre por conocer el funcionamiento de su sistema nervioso (SN) y principalmente
su cerebro −productor de la mente y del comportamiento humano−, ha dado paso al surgimiento de
diferentes disciplinas, que buscan dar respuesta a este colosal interrogante. Según Del Brío (2011),
dicho interés obliga a los estudiosos del tema a prepararse no solamente en el contexto tecnológico
y científico, sino también en la obtención de conocimientos procedentes de diferentes campos, que
favorezcan la interpretación del este órgano. Esto debido a que el cerebro humano además de ser
el resultado de millones de años de evaluación, también es producto de la cultura, la educación, el
recorrido vital del individuo y su interacción con el medio.
Terigi (2016) argumenta que en la actualidad la neurociencia responde a este interrogante, ya que
constituye un campo de investigación en expansión, cuyo objeto de estudio es el SN, con predilección
o interés en la actividad del cerebro y su vínculo con el aprendizaje y la conducta humana. Así mismo,
aclara que la neurociencia es un conjunto de disciplinas en las que convergen profesionales de diversas
formaciones (biólogos, psicólogos, médicos, genetistas, bioquímicos, matemáticos, etc.).
Los inicios de la neurociencia se remontan a los cráneos neolíticos trepanados. La trepanación fue una
práctica médica que muchas comunidades étnicas realizaron con poco éxito. Consistía en hacer agujeros
en el cráneo para eliminar las enfermedades médicas y otras catalogadas como místicas, entre ellas la
migraña, las convulsiones y la locura. Esta práctica data desde el período Mesolítico y se tiene evidencia de
estas trepanaciones en todos los continentes (Galán, Laberiano & Maguiña, 2012).
Para Novo y Pérez (2009) el interés por entender el funcionamiento cerebral y su correspondencia
conductual comenzó con escritos como el Antiguo Testamento y el Talmud. Para ese entonces, a órganos
como el corazón, los riñones y los intestinos, les era atribuida la génesis de pensamientos, emociones,
sentimientos, pasiones, impulsos, deseos y muchas otras actividades mentales. Así mismo, desde la
Antigua Grecia, Alcmeón de Crotona en el siglo V (a. C.) determinó que el cimiento físico de la
mente era el cerebro. Tal postulado estaba apoyado en las indagaciones realizadas en pacientes que
habían sufrido daño cerebral (hipótesis del cerebro).
De igual manera, Ariza y Correa (2012) refieren que Platón se identificó con estos planteamientos
y elaboró la teoría del alma tripartita, que consta del alma racional, alma concupiscible (apetitiva) y
alma irascible. No obstante, solo la primera de estas, se situaba en el cerebro y le otorgaba al hombre
inteligencia y su naturaleza divina e inmortal.
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Teoría del alma tripartita
Mito del
carro alado
Por otro lado, Galeno observó cambios en la conducta de los gladiadores romanos tras ser heridos en
las batallas. Precisó que el daño cerebral no era la única causa de estas alteraciones conductuales, sino
que también el mal funcionamiento de los nerviosos que van al corazón y al cerebro podrían ocasio-
narlas. Años más tarde, en el Renacimiento, René Descartes sustituyó la teoría del alma tripartita
por el concepto de alma única, denominándola mente. Esta decidía los movimientos que debía hacer la
máquina, es decir, el cuerpo (Silva, 2011).
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Por otro lado, el precursor de la frenología Franz Joseph Gall, con sus aportes dio paso a la mirada
localizacionista de la neurociencia. En contraposición a las ideas de Gall, su principal detractor, Jean-Pierre
Flourens llevó a cabo lesiones cerebrales en varios grupos de aves, para demostrar que la corteza cerebral
era equipotencial. Es decir, descubrió que tiempo después de haber sufrido una lesión, el cerebro recupera
funciones independientemente cual fuera el área afectada (Silva, 2011). Esto quiere decir, que Flourens
consiguió concluir que el cerebro funciona como un todo y de forma homogénea.
Estos descubrimientos se enlazaron con el papel diferenciado que cumple corteza cerebral en el
control de la conducta. Además, los hallazgos de las cortezas sensorial y motora por Edward Hitzig
y Gustav Fritsch, respectivamente, fueron definitivos para consolidar la neurociencia en su carácter
experimental (Annicchiarico, Gutiérrez & Pérez, 2013).
En contra de sus detractores, la gran tendencia por localizar las funciones cognitivas ya estaba
gestada y según Ardila y Rosselli (2007), en 1861 Paul Broca fortaleció este punto de vista, al
llevar a cabo las primeras correlaciones clínico-patológicas y presentar el caso de un paciente que
después de una lesión frontal había perdido el lenguaje expresivo; a esta alteración inicialmente se le
denominó afemia (afasia). Con estudios post mortem, Broca demostró que una lesión en la tercera
circunvolución frontal del hemisferio izquierdo provocaría esta alteración.
De hecho, estos estudios le permitieron asegurar que la articulación del lenguaje estaba situada en el área
que actualmente se conoce como el área de Broca. Asimismo, gracias a estos aportes, se considera que en
el siglo XIX se dio origen a la neuropsicología (Rosselli, Matute & Ardila, 2010).
Posterior a Broca, el interés por la organización cerebral continuó con Karl Wernicke (1874), quien notó
que una lesión en el área posterior del giro temporal superior provocaba un tipo de afasia caracterizada por
una comprensión del lenguaje bastante deficiente. Sumado a esto, Lichtheim (1885) propuso un esquema
complejo para definir los siete trastornos del habla y del lenguaje, que luego complementó Wernicke (Villa,
Navarro & Villaseñor, 2017).
Los mismos autores, afirman que a la postura antilocalizacionista se le sumaron estudios que corrobo-
raban que los trastornos de la conducta no solo podrían ser atribuidos a una lesión en áreas determi-
nadas del cerebro. Como representantes de esta corriente se destacan Henry Head, Kurt Goldstein,
Karl Lashley y John Hughlings Jackson.
Por otro lado, es conveniente mencionar que para el siglo XIX, los avances más sobresalientes en
neurociencia conciernen al estudio de las estructuras macroscópicas del SN. Pero con el inicio del
siglo XX, los estudios se dirigieron a las estructuras microscópicas, en particular a la neurona en el
funcionamiento cerebral. Desde el paradigma localizacionista, con raíces solidas en neurología y
psiquiatría, se propuso que el comportamiento humano procede del cerebro.
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Es aquí, donde Santiago Ramón y Cajal, uno de los más prominentes científicos hispanohablantes,
contribuyó de forma preponderante al conocimiento de las estructuras microscópicas del SN
(histología). De igual manera, propuso la doctrina neuronal −identificó la neurona como el
componente básico del SN−. Se considera que la historia de la neurociencia contemporánea
comienza con estos aportes, tanto así que hoy en día siguen siendo citados prolíficamente en
múltiples artículos de investigación (Duque, Barco & Peláez, 2011).
Paralelo a estas contribuciones, según Cruz (2013), el desarrollo de la neurociencia también se vio beneficiado
de los trabajos de biólogos, anatomistas y neurólogos, entre ellos Charles Scott Sherrington, Theodor
Schwann, Camillo Golgi y Theodore Meynert, quienes estudiaron en detalle la organización celular del SN.
La neurociencia como término es joven, pues se acuñó a finales de la década de 1960 y para el
año 1970 fue fundada la Society for Neuroscience. El progreso de esta disciplina comenzó cuando
científicos de diferentes áreas concluyeron que la principal forma de comprender el funcionamiento
cerebral provenía de un enfoque interdisciplinario. Para ello, se dedicaron al desarrollo una misma
consigna, a través muchas conferencias acerca de las ciencias del cerebro. Por ejemplo, el simposio
realizado en el año 1952 −Mecanismos cerebrales y conciencia− que fue promovido por el Consejo
Internacional de Organismos de Ciencias Médicas (Duque, Barco & Peláez ,2011).
Paralelamente, la inclusión de la neuroimagen funcional, en este mismo siglo, permitió explorar por
primera vez el interior del cerebro y se observaron aquellos procesos internos que suceden al realizar
un proceso cognitivo. Esto contribuyó rápidamente la aproximación definitiva entre psicobiólogos y
neurobiólogos (Portellano, 2005).
En síntesis...
Para finalizar este apartado, Cárdenas, Fontenele y León (2013) afirman que el
estudio científico del SN inició con la neurofisiología y el perfeccionamiento de
tecnologías precisas para analizar el SN, lo que permitió comprenderlo desde
una dimensión nueva. Es decir, el estudio de los individuos saltó de la filosofía
a la biología, y permitió comprender el comportamiento humano como algo
natural y susceptible a estudiarse con las mismas herramientas y metodologías
con las que son estudiados otros fenómenos naturales. Asimismo, cuando
la etología se unió con la neurofisiología apreció la psicobiología, y con esta
la oportunidad de estudiar al ser humano a la luz de métodos y/o técnicas
electrofisiológicas, químicas, evolucionistas y comparativas (Redolar, Boixadós,
Moreno, Portell, Robles, Soriano, Torras, Vale & Vives, 2014).
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2. ¿Qué es la neurociencia?
Como ya se mencionó, la neurociencia es la agrupación de diferentes ciencias que tienen como objeto de
estudio el funcionamiento del SN, especialmente del cerebro y desde una perspectiva multidisciplinaria.
Según Tirapu (2011), las contribuciones de disciplinas no excluyentes, como la neuropsicología, la
psiquiatría, la neurología, la química, la genética, la informática y la física, son imprescindibles para entender
los procesos cognitivos, especialmente los más complejos como la personalidad, las emociones y la
inteligencia. Esto además permite tener una nueva idea sobre la mente humana.
¿Sabía qué...?
En Estados Unidos, la década de los 90 fue designada como la década del
cerebro. Esta proclama tuvo como justificación la alta prevalencia e incidencia
de estadounidenses con enfermedades mentales y neurodegenerativas.
Esto sirvió también para concienciar a los ciudadanos sobre las alternativas
de tratamiento, que en aquel momento estaban disponibles gracias a las
investigaciones biomoleculares, genéticas y neurofisiológicas, y al desarrollo de
las ciencias computacionales y técnicas de neuroimagen.
Por su parte, Sibaja, Hernández, Mora, Rojas y Fornaguera (2012) consideran que las neurociencias
son más que una agrupación de disciplinas que estudian el SN de forma holística. Es decir, estas buscan
definir la conducta desde la actividad del cerebro, al desarrollar investigaciones que incorporen conceptos
biológicos y su interacción con el medio. Además, la neurociencia contemporánea fusiona a la psicología,
la anatomía, la biología molecular y celular, la neurofisiología y la embriología. Esto con el objetivo de
estructurar un enfoque heterogéneo, que aborda de forma integral y exhaustivamente los procesos
implícitos en el funcionamiento apropiado o patológico del SN. Lo anterior permite conocer mejor su
funcionamiento y posibles procesos de intervención o rehabilitación, que beneficien la calidad de vida.
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2.1. Neurociencias conductuales y no conductuales
Según Portellano (2005), la neurociencia de acuerdo con su énfasis o interés en el estudio del
comportamiento o del SN, se subdivide en dos orientaciones o grupos: las neurociencias no
conductuales y las neurociencias conductuales. Las primeras se concentran su interés en el SN y
prestan menos atención a los procesos cognitivos y conductuales. Aquí están incluidas disciplinas
como: la neurología, la neurofarmacología, la neurofisiología, la neurobiología y la neuroanatomía.
Mientras que las neurociencias conductuales se encargan de relacionar el SN con aspectos cognitivos
y conductuales. En este grupo se incluyen: la neurociencia cognitiva, la neuropsicología, la psicología
fisiológica, la psicofarmacología y la psicofisiología (Tabla 1).
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Disciplina Título Objetivo
De lo anterior, se puede inferir que estas disciplinas son el resultado de hipótesis e interrogantes que
se entretejían desde la filosofía y desde diversas posturas científicas. El punto transcendental fue el
diálogo inicial que hubo entre estas disciplinas, que permitió que avanzara la investigación científica
sobre el cerebro y la conducta.
Para Morgano (2009) la psicología es una disciplina que cobra importancia con el pasar del tiempo.
Su objeto de estudio son los seres humanos desde la naturaleza de su mente y su comportamiento.
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Durante un tiempo permaneció estática, ya que explicaba los procesos mentales exclusivamente
desde la filosofía; sin embargo, en la actualidad ha dado un giro y se ha vuelto una disciplina científica,
que ejerce un papel necesario en contextos diferentes. El resurgir de la psicología se debe al carácter
interdisciplinar que ha adoptado. Es decir, que integra conocimientos biológicos, sociales, etc.,
haciéndola capaz de dilucidar a profundidad cómo son los seres humanos y cómo se comportan.
Según Redolar, Boixadós, Moreno, Portell, Robles, Soriano, Torras, Vale y Vives (2014) todo esto
es posible gracias a los precursores de las neurociencias y la psicología, que en el siglo pasado
provocaron un enorme desarrollo conceptual, metodológico y tecnológico. Esto ha permitido
investigar científicamente el cerebro y los procesos cognitivos, encausados por ideas sólidas acerca
de la esencia humana. Hoy día, el psicólogo habla de tú a tú con profesionales de distintas disciplinas,
como la medicina o la biología, a las que en ocasiones supera en determinados conocimientos.
Igualmente, desde la biología se ha formado al psicólogo, permitiéndole consolidar el prestigio de su
profesión y las competencias para ejércela. En la actualidad, posee más conocimientos con respecto
al funcionamiento cerebral (normal o patológico) y su reflejo en las áreas de ajuste del ser humano.
Pinel (2006) afirma que al combinar la neurociencia y la psicología surge la neurociencia cognitiva,
y de las subdivisiones de la biopsicología, esta es de las más recientes, atractivas y activas. Los
neurocientíficos cognitivos se ocupan de las bases neuroanatómicas de la cognición, es por ello que la
mayoría de investigaciones en este contexto involucra a humanos. Por lo tanto, su principal método
de registro no es invasivo, sino más que una manipulación directa del cerebro. Aquí se investiga
utilizando especialmente las neuroimágenes y se recurre a los aportes de profesionales expertos en
informática, ingeniería y de psicólogos cognitivos.
Según Portellano (2005), el interés por el estudio de la cognición se ha incrementado en los últimos años,
y finalmente el output del SN es la conducta. Es claro que incorporar ciencias conductuales ha permitido
superar el vacío entre las neurociencias conductuales y las no conductuales, puesto que los neurobiólogos
disminuían el interés por la actividad mental y el comportamiento, mientras que los psicólogos se
interesaban más por estudiar los procesos cognitivos y despreciaban la responsabilidad del SN en el
comportamiento humano. No obstante, gracias al avance de la neurociencia y con el apoyo meritorio de la
neuroimagen funcional, se emprendió el recorrido de un camino contiguo que ayudará a profundizar en la
realidad compleja del ser humano (Redolar, Moreno, Soriano & Vale, 2010).
Aunque la historia de la psicología ha estado influenciada por doctrinas de pensamiento, con posturas
excluyentes, entre otras vicisitudes, a comienzos del siglo XXI estas tendencias confluyen en dos puntos
determinados: en primer lugar, el consenso de competencias profesionales necesarias para el ejercicio de
la profesión; y en segundo lugar, la aprobación extensa de explicaciones biológicas para muchos trastornos
psicológicos (Silva, 2011).
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Igualmente, se exige al psicólogo interactuar con otros profesionales en términos de igualdad y respeto
mutuo, por lo que la formación pluridisciplinaria es imprescindible, al igual que una actitud de apertura,
holística y de autocrítica incesante. Es cada vez más indiscutible la obsolescencia de las posiciones
unidisciplinarias que detallan la problemática del individuo desde lo psicológico, lo educativo, lo biológico,
lo social o desde cualquier disciplina, de manera unidimensional. Por lo anterior, el psicólogo está en
la obligación de aprender y trabajar colectiva y multidisciplinariamente, específicamente, en cuanto a
prevención e intervención de patologías (Sánchez, 2008).
Desde otro punto de vista, en los años 90 ocurrió una intensa convergencia entre la filosofía de la
mente y la inteligencia artificial (dos saberes distantes). A dicho punto de convergencia se le llamó
ciencia cognitiva, que avanzó sobre bases fuertes con la idea de estudiar los sistemas que modifican
la información, incluyendo mentes, computadores y cerebros. La productividad interdisciplinar
inicialmente se hizo sentir en la psicología, convirtiéndola en un paradigma alterno al conductismo
imperante (Matute, 2012). Actualmente, la ciencia cognitiva se ha extendido aún más gracias a la
proliferación de interdisciplinas, entre ellas la neurociencia cognitiva, que se aproxima al estudio
de las bases neurofisiológicas de los procesos cognitivos o mentales. Además, se dice que la unión
entre la psicofisiología y la psicología cognitiva ha llenado el vacío experimental y teórico que se
había impuesto entre la acumulación de información factual, que se había concebido desde las
neurociencias y la filosofía. Considerándose entonces, como la disciplina que por excelencia relaciona
metodológica y epistemológicamente a la psicología con las neurociencias (Corsi, 2004).
En síntesis...
Para finalizar, en el último siglo se ha dado un gran avance en el conocimiento
del SN, en gran parte debido al progreso de las neurociencias, entendiéndolas
como un grupo de disciplinas que se encargan del estudio de las funciones,
el desarrollo, la farmacología, la química y las alteraciones del SN. Las
tecnologías también han posibilitado identificar mecanismos moleculares,
electrofisiológicos y genéticos, que intervienen en la maduración y plasticidad
del SN. Sin duda alguna, el éxito de las neurociencias refleja el interés o la
curiosidad que ha motivado a la humanidad a comprender como sentimos,
pensamos y actuamos, para llegar a tener una nueva y mejorada perspectiva
de la cognición y el comportamiento desde su esencia natural (Rodríguez,
Broglio, & Durán, 2006).
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INFORMACIÓN TÉCNICA
Módulo: Psicobiología
Unidad 1: Introducción a la neurociencia y teorías evolutivas
Escenario 1: Historia de la neurociencia y su relación
epistemológica y metodológica con la psicología
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