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Neurobiología

de la memoria

Neuropsicología
Neurobiología de la memoria
La memoria es un proceso psicológico fascinante y complejo. Seguramente,
nos hemos preguntado cómo es posible recordar cosas que nos han pasado
hace mucho tiempo. Y si recordamos lo que estudiamos en Neuroanatomía
y Neurofisiología -que las neuronas se comunican con señales
electroquímicas y dar un salto lógico a cómo podemos recordar-, es todo
un misterio.

La memoria es, probablemente, la capacidad que más utilizamos los seres


humanos y a la que mayor esfuerzo le exigimos, aunque a todos nos ha
traicionado en algún momento. Gracias a ella, y al recuperar imágenes,
escenarios y vivencias del pasado, juntos con sus aspectos emocionales,
vamos elaborando nuestra historia personal, ya que es difícil que vivamos
sin la conciencia necesaria de lo que hemos vivido.

La memoria se define, bajo el sentido común, como la capacidad de


almacenar información. Sin embargo, se debe aclarar que es mucho más
que eso: es la capacidad de registrar, adquirir, almacenar y recuperar
información. Sin memoria, no podríamos percibir, aprender o pensar, en
suma, no se podrían expresar las ideas y, de acuerdo con lo que
mencionábamos previamente, no tendríamos una identidad personal, ya
que sería muy difícil formar una identidad propia sin saber quiénes somos y
sin conocer los hechos que nos atravesaron.

Historia de la memoria

Históricamente, el estudio de la memoria se realizó a partir de


especulaciones filosóficas o anécdotas, las cuales solamente eran
intuiciones personales acerca de la naturaleza de este proceso psicológico.

La memoria, hasta comienzos del siglo XX, o no era estudiada o lo que se


sostenía acerca de ella era muy intuitivo, sin una base empírica que lo
sostuviera. Ello fue así hasta que en 1913 Ebbinghaus, el cual muchos
consideran el padre de la memoria, publica un estudio experimental acerca
de la memoria, quizás el primer estudio experimental de esta función. Lo
interesante del trabajo de Ebbinghaus es que además, para estudiar de
manera científica la memoria, él mismo se utilizó como sujeto
experimental. De esta manera, Ebbinghaus aprendió de memoria una lista
de palabras que no tenían ningún sentido en su idioma. Aprendía esta lista
de palabras luego de tantas repeticiones fueran necesarias para
recordarlas sin cometer errores. Una vez que consideraba se había
aprendido la lista, él mismo se evaluaba.

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Los resultados obtenidos por el autor sentaron la base para los
experimentos y conocimientos modernos de la memoria actual. Por
ejemplo, pudo demostrar que una vez que se guardaba la memoria, ese
conocimiento parecía quedar para siempre. Sin embargo, estableció una
tasa de olvido, la cual era rápida al inicio, para luego ir estabilizándose el
recuerdo. También, gracias a estos experimentos, Ebbinghaus pudo
demostrar que el estudio que se encuentra distribuido en el tiempo es
mucho mas productivo que si se hace todo junto (Pautassi, 2017).

Los diferentes tipos de memoria y áreas cerebrales


involucradas

Probablemente, el sentido común nos indique que solo hay una memoria,
pero, en realidad, son varias. De hecho, se hablará de sistemas de
memorias, los cuales son independientes, o, mejor dicho, son
interdependientes. Se le suma a esta complejidad el hecho de que cada
uno de los tipos de memoria parece depender de diferentes áreas
cerebrales.

Memoria a corto plazo

La memoria a corto plazo es aquella que dura unos pocos segundos y


necesita del repaso para que la información se consolide y almacene en el
largo plazo. Los primeros estudios consideraban a dicha memoria como
algo estático; sin embargo, en la actualidad, se considera a la memoria de
corto plazo dentro de un constructo más amplio que es la memoria de
trabajo.

La memoria de trabajo se define como una memoria a corto plazo, que


tiene como función principal guiar la conducta hacia un objetivo específico.
A diferencia de la propuesta de la memoria a corto plazo como algo
estático, lo que caracteriza a la memoria de trabajo es su dinamismo, la
puesta en interacción de diferentes memorias con otros procesos como las
emociones, motivaciones, atención, etc. Esta memoria está conformada
por dos grandes sistemas: todo lo relacionado con las imágenes y sonidos
internos y un procesador general que es el encargado de coordinar a las
distintas memorias y funciones.

Neurobiológicamente la memoria de trabajo, a diferencia de las memorias


específicas como la semántica o la episódica, depende de múltiples áreas
cerebrales. Como se verá más adelante, el procesador general se considera
parte de las funciones ejecutivas, y por ende depende de las cortezas

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prefrontales (pacientes con lesiones prefrontales presentan severos
déficits en la memoria de trabajo). También se activa cuando la memoria
de trabajo es utilizada el tálamo, corteza sensoria primaria y el cuerpo
estriado, además de otras áreas de asociación (Solís y López-Hernández,
2009).

Memoria a largo plazo

La memoria a largo plazo es lo que comúnmente se denomina la memoria,


puesto que es aquello que recordamos de hace mucho tiempo atrás. Puede
ser reciente, como por ejemplo, lo que se desayunó, o bien más remota,
como el primer beso. En cualquier caso, la memoria a largo plazo se
supone tiene una capacidad ilimitada y guarda la información para toda la
vida, lo cual implica que el olvido no significa que se pierda la información,
sino que, en todo caso, no se la puede recuperar.

La memoria a largo plazo se subdivide en memoria declarativa o explícita y


en memoria no declarativa, implícita o procedimental, las cuales presentan
cada una de ellas estructuras cerebrales subyacentes diferentes. A su vez,
la memoria declarativa se puede dividir en memoria semántica y episódica,
donde la primera constituye la memoria del conocimiento general (como
por ejemplo, recordar cuál es la capital de Argentina) y la segunda, una
memoria autobiográfica, propia de cada persona (por ejemplo, el
momento en que ingresó a esta universidad para estudiar Psicología, o
bien lo que almorzó hoy al mediodía).

Las evidencias experimentales provenientes de pacientes con lesiones


indican que el hipocampo es un área importante para que las memorias
explícitas se consoliden. Así, el hipocampo y las cortezas que lo rodean, la
corteza rinal y en particular la corteza entorrinal (la que constituye la
entrada de información hacia el hipocampo), cuando se ven lesionadas, se
presentan severas amnesias anterógradas y retrógradas relacionadas a la
memoria semántica. En relación a la memoria episódica, éstas áreas
también parecen desempeñar un importante papel. Sin embargo, se debe
destacar otra estructura cerebral con la cual el hipocampo posee
numerosas conexiones anatómicas: la amígdala. En función que la amígdala
se relaciona con las emociones, y que la memoria episódica conlleva un
alto componente emocional, parece ser que el hipocampo en interacción
con la amígdala son necesarios para que esta memoria pueda consolidarse
sin problemas.

Por otra parte, la memoria implícita no declarativa o procedural, es una


memoria inconsciente, automática, que se expresa en habilidades, ya sea
motoras como andar en la bicicleta, manejar el auto o escribir en el celular.

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Se sostiene que es una memoria inconsciente, no en el sentido
psicoanalítico por supuesto, sino que es una memoria que no depende de
las cortezas cerebrales, las cuales son necesarias para las cualidades
sensoriales conscientes. Específicamente, las evidencias indican que la
memoria de procedimiento depende de estructuras que se relacionan con
aspectos motores, como son los ganglios basales o el cerebelo. También, al
ser de tipo implícita la memoria emocional, la amígdala juega un rol
importante.

El engrama

El engrama define a la localización de un recuerdo en el cerebro. En la


década del 20 y a partir de estudios con animales, Karl Lashley intentó
buscar el engrama, pero sin resultados positivos. El fracaso para encontrar
una posición única en el cerebro de la memoria fue el puntapié inicial que
lo llevó a hipotetizar que el recuerdo no estaba localizado en una parte del
cerebro, sino que estaba largamente distribuido a través de la corteza
cerebral.

Paradójicamente, y a pesar de la crueldad de sus experimentos, las


evidencias actuales apuntan a que Lashley tenía razón y más
específicamente se cree que el engrama se encontraría, principalmente, en
grandes áreas de la corteza cerebral (Solís y López-Hernández, 2009).

La recuperación de la información

Probablemente, la mayoría de las investigaciones actuales sobre la


memoria están intentando dilucidar cómo se recupera la información, ya
que las evidencias indican que esta, una vez consolidada, no se pierde
jamás.

Sin embargo, el recuerdo no es una copia exacta de información previa o


experiencias pasadas, sino que el cerebro, en su afán de recuperar esa
información, reelabora dichas experiencias. Así, la acción de recordar no es
lo que fuimos o supimos, sino más bien lo que somos y sabemos en el
presente. Al igual que un historiador que recostruye un acontecimiento a
partir de fragmentos, los seres humanos reconstruimos nuestro pasado a
través de la combinación de fragmentos a los que el cerebro puede
acceder. Dichos fragmentos son combinados a partir de las expectativas del
presente y de lo que sentimos en el momento de recordar.

Sabemos -y, seguramente, lo hemos experimentado más de una vez- que


recordamos mucho mejor algo que fue significativo, que tiene un alto

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contenido emocional. También recordamos mejor cuando un hecho está
bien organizado y conocemos todos sus detalles.

También existen otros factores que ayudan a que se recuerde mejor algo, a
saber:

 Los procesos de recuperación de recuerdos se sabe funcionan mejor


cuando dichos procesos se evalúan en iguales o similares condiciones en
las cuales se ha producido el aprendizaje y la consolidación de la
memoria. Evidencias experimentales diversas confirman este hecho, de
tal manera que los investigadores denominan este hecho como Principio
de Tulving. Por ejemplo, si Usted estudia para el parcial de
Neuropsicología con una luz tenue, en su habitación y con música suave
new age, la situación del parcial, si fuera posible, y se pudiera poner
música suave con una luz tenue y una decoración similar a la de su
habitación, probablemente podría recordar mejor la información que
oportunamente consolidó.
 Recordamos mejor aquello relacionado con algo emocionalmente
significativo para nosotros, ya sea algo positivo, como una fiesta de un
cumpleaños, o bien algo negativo, como puede ser la pérdida de un
familiar. Esto se conoce como recuerdos vívidos.
 El estado de ánimo a la hora de consolidar memorias influye
notablemente. Se almacena mejor aquello que es interesante, nuevo y
que nos llama la atención.
 Recordamos llenando los huecos de la memoria, a veces sacando
conclusiones y afirmando cosas que realmente no pasaron. ¿Nunca te
pasó que estabas seguro de haber estado en tal o cual lugar hasta que
te mostraron las fotos que indicaban lo contrario?

El olvido

El olvido, entendido como la incapacidad para expresar una memoria


previamente adquirida, es uno de los fenómenos más fascinantes de la
memoria. Este, probablemente, se produzca por una saturación de
información o, seguramente, por fallos en su recuperación. Sin embargo,
pensemos que recordar todo sería tan o más grave que no recordar nada.
Una de las preguntas más antiguas de la psicología es si el olvido implica
que la memoria desaparece totalmente, o bien si, en realidad, todos los
recuerdos permanecen en algún lugar del cerebro.

Las causas del olvido -considerando que la información no se pierde y que


la razón de aquel es que no se puede recuperar- son varias, entre las que
se destacan las siguientes:

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 Lesión cerebral: como veremos en la próxima lectura, la
neurodegeneración, producida, por ejemplo, en el alzhéimer, puede
tener como consecuencia el olvido. Una lesión del hipocampo puede
producir las llamadas amnesias.
 Interferencia: como el nombre lo indique, una experiencia vivida por la
persona puede ser interferida por otra experiencia. En ese caso, puede
ser una interferencia proactiva (donde lo que se aprende obstaculiza
algo que se aprende posteriormente) o una interferencia retroactiva, la
cual se presenta cuando algo que se aprende recientemente interfiere
en la recuperación de un recuerdo remoto (Díaz, 2009).

En la lectura siguiente, se abordarán los trastornos de la memoria, esto es,


las amnesias, las cuales serán ejemplificadas con el alzhéimer.

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Referencias
Díaz, J. (2009). Persona, mente y memoria. Salud mental, 32(4), 513-526.

Pautassi, R. (2017). Manual del curso de nivelación. Córdoba, Argentina.


Cooperadora de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC.

Solís, H. y López-Hernández, E. (2009). Neuroanatomía funcional de la


memoria. Archivos de neurociencia, 14(2), 176-187.

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