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Historia de la Neuropsicología

Introducción
Hoy sabemos que existe una relación estrecha entre nuestro funcionamiento cognitivo y
nuestras conductas, pero esto no fue siempre así y desde la época de los egipcios es
posible rastrear los primeros intentos por comprender el funcionamiento cerebral.

El trabajo clínico, desde un abordaje neuropsicológico, implica que el psicólogo tenga


una acabada formación y conocimiento de las distintas hipótesis sobre el rol del cerebro
sobre la conducta humana. Es decir, cómo las distintas concepciones sobre la influencia
del cerebro en el comportamiento han sentado las bases para el abordaje de pacientes
con trastornos en sus funciones cerebrales superiores, como son la atención, la
memoria, el lenguaje, las praxias, las gnosias; y, también, en sus funciones ejecutivas.

1. Historia de la neuropsicología
Neuropsicología y concepciones acerca del funcionamiento
cerebral
Para empezar a estudiar esta asignatura, es fundamental, en primera instancia, definir a
la neuropsicología como disciplina científica, cuya rama clínica será objeto primordial de
abordaje a través de casos clínicos de manera transversal a lo largo del programa de la
materia.
La neuropsicología es el estudio de los efectos psicológicos del daño cerebral en
pacientes humanos. Es obvio que, por razones éticas, no se puede someter a
sujetos humanos a procedimientos experimentales que hagan peligrar el
funcionamiento normal del cerebro. Por consiguiente, la neuropsicología se ocupa
casi exclusivamente de estudios de casos clínicos y estudios cuasiexperimentales
de pacientes con lesiones cerebrales resultantes de una enfermedad, un
accidente o una intervención de neurocirugía. (Pinel, 2004, p. 10).
Como explica Pinel (2004), la neuropsicología es una rama de la biopsicología y estudia
las relaciones entre la conducta humana y el cerebro, específicamente los efectos que
tienen sobre el comportamiento humano las lesiones cerebrales. Estos efectos están
relacionados tanto con lo cognitivo como con la esfera emocional y conductual.

Si bien la neuropsicología comparte con la psicología el objeto de estudio, ambas


disciplinas muestran las siguientes diferencias:

Tabla 1: Diferencias entre la psicología y la neuropsicología

Psicología Neuropsicología

Interés más general sobre el objeto de Se centra en el desarrollo de una ciencia de


estudio, por lo que se aboca al la conducta humana basada en la función del

comportamiento en todas sus cerebro humano (Villa Rodríguez, 2009).

manifestaciones y contextos.

Aborda cuadros como la neurosis, la psicosis, Atiende a personas que han tenido algún tipo

etcétera. de lesión cerebral.

Generalmente, el trabajo se realiza sin Trabaja en estrecha relación con el

necesidad de interdisciplinariedad. neurólogo, el fonoaudiólogo, el bioquímico y

otros profesionales de la salud.

Para el diagnóstico, se utilizan test Para el diagnóstico, se utilizan test

psicométricos o proyectivos; cuestionarios; neuropsicológicos.


entrevistas; entre otros.

Fuente: elaboración propia.

En el caso de Phineas Gage, ¿quién crees que es más idóneo para realizar un
diagnóstico desde la ciencia psicológica, un psicólogo o un neuropsicólogo?
El caso clínico de Phineas Gage nos habla de cómo la lesión cerebral provocada por el
accidente sufrido por él tuvo como consecuencia diferentes manifestaciones
conductuales y cognitivas (falta de motivación, dificultades para llevar adelante tareas
laborales, conductas desajustadas a las normas sociales, entre otras).
Ahora bien, a lo largo de la historia de la neuropsicología, existen distintas posiciones
teóricas y hasta filosóficas acerca de la relación entre nuestro cerebro y nuestro
comportamiento.

1- La hipótesis del cerebro

La hipótesis cerebral es la idea de que el cerebro es el órgano biológico que controla y


dirige el comportamiento.

Incluso desde la prehistoria, el ser humano ha indagado la relación mente-cuerpo a


través de procedimientos quirúrgicos de apertura del cráneo como la trepanación o
craneotomía. Era una práctica muy usual en esa época, ya que se han encontrado
muchos cráneos trepanados con signos de curación alrededor de la herida, lo cual indica
que los pacientes sobrevivían a la cirugía.

La principal idea que se puede extraer de lo explicado es que se establecía una relación
entre el cerebro y la conducta humana. Por ejemplo, hemos heredado del Egipto antiguo
un famoso papiro aportado por Edwin Smith. Este es un documento médico que data de
la dinastía XVIII de Egipto. Contiene tratamientos para heridas de guerra y descripciones
anatómicas, y está expuesto en la Academia de Medicina de Nueva York.

En dicho documento se detallan rigurosamente casos clínicos, los cuales se


caracterizaron por heridas en la cabeza. Estos indican pormenorizadamente los
síntomas que la persona padeció como consecuencia de la herida (por ejemplo,
incoordinación entre la visión y el movimiento). También se hace mención a las
consecuencias de la lesión del lado opuesto del cuerpo (Villa Rodríguez, 2009).

También el caso Phineas Gage fue y sigue aun siendo descrito y estudiado como caso
clínico —que es la manera de abordaje e investigación de la neuropsicología—, ya que
es muy difícil que dos pacientes presenten exactamente la misma lesión cerebral y, por
ende, la misma sintomatología o correlato conductual.
Los griegos también realizaron valiosos aportes a la hipótesis cerebral a partir de dos
supuestos acerca de cuál es el órgano que dirige la conducta: a) el cerebro o b) el
corazón. Entre los defensores de la primera línea, encontramos a Alcmeón de Crotona
(500 a. C.) o Platón, y, dentro de la segunda, a Empédocles (490-430 a. C.) y Aristóteles.
Pero uno de los pensadores griegos más influyentes de la época fue Hipócrates (460-
377 a. C.), quien hipotetizó acerca del cerebro como origen de todos los pensamientos y
acciones humanas, fortaleciendo de manera definitiva a la hipótesis cerebral. De hecho,
las observaciones de Hipócrates pudieron conducirlo a posteriores descubrimientos
acerca del cerebro, ya que, entre sus observaciones, se encontró evidencia de la
relación contralateral entre cerebro y cuerpo y de la especialización del hemisferio
izquierdo para el lenguaje.

Por su parte, el científico romano Galeno (129-ca. 199) se preguntaba en qué lugar del
cerebro tenían lugar las diversas funciones psicológicas. Galeno creyó que los
ventrículos cerebrales eran las estructuras en las cuales se ubicaban el pensamiento y
otros procesos psicológicos. Pero, en contraposición a las investigaciones de Galeno, en
aquella época el poder de la iglesia católica era muy fuerte y la comprensión de la
conducta debía explicarse obligadamente desde la noción de alma y su influencia sobre
las personas.

En este contexto sociohistórico, Descartes (1596-1650) buscó responder el interrogante


sobre la relación mente-cuerpo o entre experiencia subjetiva-función biológica, por lo
que propuso una teoría dual: es válido estudiar el alma y también el cuerpo cuando se
quiere conocer las causas de la conducta. De esta manera, surge el dualismo cartesiano
como una alternativa para, sin negar los preceptos religiosos de existencia de un ente
divino y el alma humana, evitar descartar los hallazgos que se estaban produciendo
cuando se estudiaba la otra esfera, esto es, el cuerpo.
¿Cómo crees que las ideas de Galeno y Descartes inciden para interpretar el
caso de Phineas Gage?
El caso Phineas Gage demostró claramente la relación cerebro-conducta, e incluso llevó
a hipotetizar acerca del rol del lóbulo frontal en la inhibición emocional y conductual.
Descartes afirmó que el cerebro y la mente eran independientes entre sí, pero que
interactuaban; y nombró como responsable de esa interacción a la glándula pineal.
Además, postuló que la mente no tenía ubicación dentro del cerebro, sino que estaba en
el espacio. Su visión de que la mente no tiene ubicación motivó a aquellos que sí veían
al cerebro como la base de la conducta, pero que no creían que las funciones
estuviesen localizadas en partes particulares del cerebro a adoptar una posición llamada
holismo.

De alguna manera, el hecho de que el caso Gage implicase relacionar ciertas formas de
conducta con la actuación del lóbulo frontal podría pensarse como opuesto al holismo
(postura sostiene que todo el cerebro media todo el funcionamiento y que en él no se
ubican funciones particulares).

La posición teórica que se oponía al holismo fue el localizacionismo. El localizacionismo


es la corriente de pensamiento que se empeñaba en localizar en diferentes partes del
cuerpo distintas funciones. Los frenólogos quizás fueron los principales referentes de
este pensamiento, aunque basaban sus estudios solo sobre la base de la intuición.

La psicología de la facultad era el marco conceptual de la frenología, pero resultó vago y


no tenía bases o evidencia empírica. Los resultados de la frenología en sus intentos por
vincular las características craneanas (que no están relacionadas con la estructura
cerebral) con las facultades psicológicas que no tienen definición precisa o base
empírica, necesariamente fueron producto de la imaginación, por lo que esta teoría
nunca alcanzó amplio reconocimiento académico (Rains, 2004).

2- La neuropsicología en la modernidad

Paul Broca es considerado el padre de la neuropsicología moderna, porque, luego de


estudiar muchos pacientes con lesiones cerebrales, observó algo que se repetía en
muchos de ellos, esto es, que siempre que existía una lesión en el hemisferio izquierdo,
los pacientes tenían problemas del lenguaje.
Puntualmente, Broca presentó en 1861 otro caso emblemático de la neuropsicología: “el
caso Tan”. Se trató del caso de un paciente que solo podía expresar verbalmente la
sílaba “tan” (por eso se le conoce con el nombre de "el paciente Tan") y, sin embargo,
comprendía bastante bien todo lo le decían. Cuando este hombre murió, Broca examinó
su cerebro y descubrió una lesión muy circunscrita en la tercera circunvolución frontal,
región a la que actualmente se conoce como área de Broca y que demostró la relación
cerebro-conducta en relación con el dominio cognitivo del lenguaje.

Las observaciones de Broca modificaron la concepción del lenguaje como una función
unitaria y localizada en una parte del cerebro, para empezar a tratarlo como algo
fragmentado en el que se distinguen distintos componentes que lo conforman, como la
comprensión y la expresión. Esta idea adquirió más forma luego de que, en 1874, Karl
Wernicke describiría un caso opuesto al de Broca, de un paciente que hablaba con
fluidez y que era capaz de producir lenguaje, pero que no entendía nada de lo que le
decían.
En 1848, año del accidente de Phineas Gage, el córtex cerebral sigue siendo
considerado una estructura homogénea, indiferenciada desde un punto de vista
funcional. Los avances en el conocimiento neuroanatómico de esta estructura
cerebral, junto a una descripción pormenorizada de la clínica observada en
pacientes neurológicos, modificarán progresivamente esta visión del córtex
cerebral propuesta por Flourens. A principios del siglo XIX el conocimiento
neuroanatómico del córtex cerebral es limitado… Se trata de la primera evidencia
aceptada por la comunidad científica que demuestra la correspondencia entre una
función cognitiva y una zona específica del córtex cerebral. Los trabajos sobre
excitabilidad cerebral publicados en 1870 por Gustav Theodor Fritsch (1838-1927)
y Eduard Hitzing (1838-1907) supondrán un nuevo ataque al dogma establecido
por Flourens. Los trabajos de Flourens no solo indicaban la equipotencialidad del
córtex, sino también que esta estructura cerebral era completamente ajena a las
funciones motoras. Fritsch y Hitzing demostrarán que la estimulación eléctrica de
la corteza frontal de varios mamíferos desencadena la contracción de grupos
musculares específicos, revelando la existencia de regiones cerebrales
independientes responsables de funciones concretas (García Molina, 2010, p.
373)
El estudio sistemático del córtex cerebral iniciado en la segunda mitad del siglo XIX
profundizó el conocimiento de esta estructura cerebral. El poder diferenciar distintas
áreas en el córtex cerebral dio pie a la posibilidad de efectuar estudios clínicos en los
cuales se compararon lesiones en distintas regiones corticales y sus efectos, por lo que
se pudieron establecer correlaciones entre estructura y función (García Molina, 2010).

Como vemos en el análisis del caso Phineas Gage y en la historia de la neuropsicología,


los avances en materia de comprender el funcionamiento del cerebro dependen
directamente de los descubrimientos y técnicas de análisis y recolección de datos, ya
que dan pistas sobre las bases neuroanatómicas y neurofisiológicas de las funciones
cognitivas.

Es luego de la segunda mitad del siglo XX que la neuropsicología clínica tiene un gran
desarrollo, debido, principalmente, al progreso de la psicometría y a la gran cantidad de
individuos con lesiones cerebrales que resultaron de las guerras mundiales. Los test
psicométricos desarrollados para hallar a los más preparados para la guerra tuvieron
como consecuencia que la neuropsicología dejara de estar tan atenta a las lesiones
cerebrales y sus consecuencias, para concentrarse más en cómo los diversos procesos
psicológicos básicos se producían.

El mayor exponente de la neuropsicología contemporánea es Luria, quien trató de


explicar cómo funcionaba el cerebro a través de modelos de comprensión para los
procesos psicológicos y, cuando estos se vieran alterados, proponía diversas técnicas
para su rehabilitación.

Sin embargo, tal como ocurrió con los hallazgos de Broca y Wernicke, con el avance de
las técnicas de neuroimágenes modernas, muchos de los postulados de Luria debieron
ser replanteados. Las modernas técnicas permitieron observar con sumo detalle no solo
la anatomía, sino fundamentalmente la fisiología normal del cerebro. Ello tuvo como
consecuencia que muchos aportes de Luria fueran validados, aunque muchos otros
fueron refutados.
El amplio desarrollo de la neuropsicología a nivel mundial muy probablemente tenga
relación con el advenimiento de las diferentes técnicas de neuroimágenes, de las cuales
veremos las anatómicas y las funcionales.
En 2004, Ratio y colaboradores redimensionaron el abordaje del problema e
hicieron algunas precisiones sobre las áreas frontales afectadas. A diferencia de
previos estudios sobre el particular, sus hallazgos se basaron en reconstrucciones
tridimensionales del cráneo de Gage mediante una tomografía computarizada de
cortes finos. Estos resultados fueron correlacionados con la cuidadosa anamnesis
y hallazgos físicos registrados por el doctor Harlow en 1848, así como, también,
con un examen detallado del cráneo original… La nueva precisión determinó que
la lesión cerebral se limitó al lóbulo frontal izquierdo sin extenderse al lado
contralateral y sin afectar el sistema ventricular ni las estructuras vasculares
intracraneales vitales (seno sagital). Aunque la neurociencia moderna ha
progresado a través de las especulaciones promovidas por este famoso caso, un
registro basado correctamente en el razonamiento clínico, la observación de la
evidencia física y de sólidos métodos computacionales cuantitativos ha dado un
asidero más profundo a la verdad.

Este caso tan particular ha permitido establecer el papel principal que en el


pensamiento y en nuestra capacidad de sociabilizar tienen las regiones frontales
del cerebro, especialmente su parte medial y basal, así como los circuitos y
sistemas relacionados con las emociones, cuya activación conjunta con las
regiones frontales participa de forma fundamental en la planificación y toma de
decisiones, y contribuye a determinar el tono afectivo de nuestras relaciones
sociales (Muci-Mendoza, 2007, p. 27).

Actividades de repaso
El localizacionismo es la teoría que postulaba la disociación de
funciones y la correlación de funciones con localizaciones.

Verdadero.

Falso.

Justificación

El primer exponente de la posición holista fue:


Aristóteles.

Descartes.

Luria.

Broca.

Justificación

Referencias
García Molina, A. (2012). Phineas Gage y el enigma del córtex prefrontal. Neurología,
27(6), 370-375.

Muci-Mendoza, R. (2007). El accidente de Phineas Gage: su legado a la neurobiología.


Gaceta Médica de Caracas, 115(1), 17-28.

Pinel, J. (2004). Biopsicología. Madrid, ES: Prentice Hall.

Rains, G. D. (2004). Principios de Neuropsicología Humana. México, MX: McGraw Hill.

Villa Rodríguez. (2009). ¿Qué es y que no es la neuropsicología? Revista Mexicana de


Neurociencia 9(3). Pp. 227-230

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