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Universidad de San Carlos de Guatemala

Centro Universitario del Norte


Carrera de Agronomía
AG0311 Fisiología Vegetal

El agua en las plantas


Los árboles más grandes del mundo: Sequoia roja (California, 1988) medían 113,1 y 110,4 m; Eucalipto
australiano (1985) medía 132,6 y 143,0 m y Abeto duglas (Washington, 1905) midió 119,8 m.

En cualquier caso, aún en los árboles más altos, el agua debe desplazarse una distancia vertical
de más de 120 m desde las raíces hasta las hojas de la parte superior.

El sistema suelo – planta – atmósfera forma un todo continuo en donde la planta representa
una vía intermedia entre el flujo del agua situada entre los altos potenciales hídricos del suelo y los
más bajos de la atmósfera.

El agua en la atmósfera.

El potencial hídrico de la atmósfera está relacionado con la humedad relativa del aire. En la
atmósfera el potencial de presión (ψp) es 0, porque la única presión es la gravedad.

La humedad relativa (HR) es la relación entre la cantidad de vapor de agua (V) presente en una
masa de aire y la cantidad máxima de vapor que esa masa podría admitir a una temperatura
determinada o de saturación (Vo):

HR = (V/Vo) x 100

Representa la proporción, en que la capacidad de una masa de aire de contener vapor de agua,
se halla ocupada efectivamente por vapor de agua.

El agua en el suelo.
El suelo es un sistema complejo que consta no sólo de proporciones variables de partículas de
roca y materia orgánica, que forman la matriz sólida, sino también de la disolución del suelo y del aire
que ocupa el espacio poroso. El tamaño y la naturaleza química de las partículas, especialmente su
carga eléctrica superficial y la manera en que se disponen, determinan la cantidad de agua que puede
retener el suelo en contra de la acción de la gravedad y la fuerza con que se retiene. Esta capacidad
de retener agua es una manera de describir el ψ del suelo y depende, especialmente, de las fuerzas
de interfase representadas por el potencial mátrico (ψm).

Sandra Tello Coutiño


Maestro en Ciencias
Ingeniero Agrónomo
Puesto que en las capas superficiales del suelo existe poca variación en la presión hidrostática
(presión a la que se somete un cuerpo al sumergirlo en un líquido) y se encuentran pocos solutos
presentes, la ecuación es:

Ψ = ψm

Cuando las raíces de las plantas absorben agua provocan una desecación local del suelo, que
hace que el agua se adhiera más firmemente a las partículas de éste. La disminución resultante del
potencial matricial actúa como una presión negativa o succión y disminuye el potencial hídrico del
suelo. Por tanto, el agua se mueve de las partes más húmedas del suelo a las más secas, siguiendo
gradientes de potencial matricial, en parte por difusión, pero fundamentalmente por flujo masivo.

La velocidad con la que el agua se mueve desde el suelo a las raíces depende de lo fuerte que
sea el gradiente de ψ y de la conductividad hidráulica del suelo. La conductividad hidráulica del suelo
es una medida de la facilidad con que el agua se mueve a través de él, y depende del tipo de suelo y
de su contenido hídrico. Cuando el suelo está totalmente mojado después de haber drenado por
gravedad (capacidad de campo) su potencial hídrico es próximo a 0. A medida que el suelo se seca, el
potencial matricial desciende y el potencial hídrico se hace más negativo.

Se denomina punto de marchitez permanente al contenido hídrico del suelo, en el que las
plantas se marchitan. No obstante, con independencia del tipo de suelo, en el punto de marchitez
permanente, el potencial hídrico es relativamente uniforme, aproximadamente -1.5 MPa. Aunque
existen excepciones, la mayoría de las plantas son incapaces de extraer cantidades importantes de
agua cuando el potencial hídrico del suelo se hace inferior a -1.5 MPa. Por tanto, la capacidad de
campo se puede considerar una propiedad del suelo, mientras que el punto de marchitez permanente
lo es de la planta. Tradicionalmente se ha definido como agua disponible la que existe entre la
capacidad de campo y el punto de marchitez permanente; no obstante, en este margen el agua no
está uniformemente disponible, ya que conforme el suelo que se seca, las plantas muestran signos de
déficit hídrico y reducción del crecimiento mucho antes de que el potencial hídrico del suelo alcance
el punto de marchitez permanente.

Existe diferencia en la capacidad de retener agua y en la cantidad de agua disponible entre un


suelo arenoso y un suelo rico en arcilla. Las partículas de arcilla son mucho más pequeñas que las de
arena y, por lo tanto, existe mayor área superficial para retener agua, así como canales más pequeños
entre las partículas. En la capacidad de campo, la arena sólo contiene un tercio de la cantidad de agua
que posee la arcilla. Cuando tienen el mismo contenido hídrico, los suelos arcillosos poseen un
potencial hídrico muy inferior al de los arenosos.

El agua en las células.


En la célula vegetal, el agua está presente en la pared celular y en el protoplasto,
principalmente en la vacuola.

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Los flujos de entrada y salida de agua del protoplasto dependerán de la relación que exista
entre su potencial hídrico (ψ) y el ψ del medio externo.

Si el ψinterno = ψexterno: habrá equilibrio dinámico, no hay flujo neto de agua.

Si el ψinterno > ψexterno: habrá una salida neta de agua del protoplasto, pudiendo alcanzar el estado de plasmólisis.

Si el ψinterno < ψexterno: hay una entrada neta de agua y en consecuencia, un aumento del volumen del
protoplasto, alcanzando el estado de turgencia.

El movimiento del agua en la planta está regido por gradientes de potencial hídrico.
El movimiento del agua en las plantas es un proceso totalmente pasivo. No existen bombas,
ni moléculas para el transporte activo primario o secundario. En las células vegetales, el agua nunca
se transporta activamente por moléculas de transporte a través de membranas, aunque su
movimiento puede facilitarse mediante canales selectivos de agua llamados acuaporinas.

Existen dos tipos de movimiento del agua: flujo masivo y difusión. El flujo masivo es el
movimiento de moléculas de agua y solutos de manera conjunta en una dirección, provocado por
diferencias de presión. Son ejemplos de flujo masivo: el flujo de agua en tuberías bajo gradiente de
presión, la corriente de agua de un río provocada por la acción de la gravedad, la subida de la savia
por el xilema de las plantas provocada por la evaporación del agua en la parte aérea o el transporte
de azúcares y otros asimilados en los tubos cribosos del floema.

En cambio, el movimiento del agua a través del suelo es por difusión y entre o hacia las células
vivas de la planta es por ósmosis. En este caso, las moléculas de agua se mueven en todas direcciones,
si bien la mayoría de ellas lo hacen en una dirección particular y, por tanto, existe un flujo neto en esa
dirección. Ósmosis, es difusión inducida por una diferencia de potencial hídrico entre dos lados de
una membrana provocada por diferencias en la concentración de solutos.

La velocidad del movimiento de las moléculas de agua en estado líquido mediante difusión es
la adecuada para el transporte en cortas distancias (micras) que existen a nivel celular.

En el transporte a larga distancia tiene mayor importancia el flujo masivo. El movimiento del
agua en las plantas se presenta a lo largo de gradientes de disminución de energía libre, expresado
como diferencias de potencial hídrico. El agua se mueve desde zonas de mayor a menor potencial
hídrico. En el interior de la planta, ψ es más elevado en las raíces y disminuye progresivamente en el
tallo y las hojas.

Por tanto, si se mide el ψ en dos puntos de un sistema (suelo y planta, raíces y hojas), la
dirección del flujo y del gradiente que determina los flujos se pueden inferir fácilmente.

Además del movimiento del agua entre las plantas y su ambiente, la difusión a lo largo de un
gradiente de ψ puede explicar también el movimiento del agua en las células. Las células individuales

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de un tejido pueden experimentar diferentes valores de ψs y ψp, dependiendo de las circunstancias
específicas de cada una. No obstante, el agua fluirá a través de la serie de células siempre que se
mantenga un gradiente continuo de ψ. La velocidad del movimiento de agua lo determina la
permeabilidad de las membranas celulares, propiedad conocida como conductividad hidráulica. Un
flujo hídrico a través de una raíz se puede incrementar, aumentando la conductividad hidráulica o el
gradiente de potencial hídrico; el ácido abscísico, cuya concentración aumenta en condiciones de
déficit hídrico, cumple dos funciones: activa la síntesis de acuaporinas y altera las propiedades de
membrana que afectan la conductividad hidráulica.

El movimiento del agua hacia las células vegetales se realiza por difusión a través de la bicapa
lipídica de la membrana plasmática y de poros de agua, denominados acuaporinas. Las acuaporinas
son canales proteicos que facilitan y regulan el movimiento del agua a través de las membranas y
constituyen una clase de proteínas relativamente abundantes en las membranas vegetales. Pueden
regular la absorción de agua, aumentando o disminuyendo el flujo hídrico a medida que se cierran o
abre, e incluso su número puede aumentar o disminuir. Es importante destacar que, aunque la
presencia de acuaporinas puede alterar la velocidad del movimiento de agua a través de las
membranas, la dirección del transporte o la fuerza motriz para el movimiento del agua no cambia.

Concepto del continuo suelo-planta-atmósfera.


Este concepto es una teoría útil y unificadora para explicar el movimiento del agua a través del
suelo, raíces, tallos y hojas, así como su evaporación hacia el aire, en términos de fuerzas motrices y
resistencias que actúan en cada segmento. El concepto también es útil para analizar la manera en que
diversos factores ambientales afectan el movimiento del agua. La sequía en el suelo provoca un
aumento en la resistencia al flujo de agua hacia las raíces y una disminución del potencial hídrico; una
aireación deficiente y una disminución de la temperatura del suelo aumentan la resistencia al flujo del
agua en las raíces y un incremento de la temperatura de la hoja y del aire, aumentan la transpiración
al incrementar el gradiente de concentración de vapor de agua o la fuerza motriz desde la hoja al aire;
asimismo, el cierre de los estomas aumenta la resistencia a la difusión del vapor de agua fuera de las
hojas

Bibliografía.
1. CON BIETO, J. & M. TALON, 2008. Fisiología y bioquímica vegetal. España, Ed. McGraw Hill.
2. SALISBURY & ROSS, 1994. Fisiología Vegetal. México, Grupo editorial Iberoamericana.
3. WEAVER, R.J. Reguladores del crecimiento de las plantas en la agricultura. México, Ed. Trillas.
4. ROJAS GARCIDUEÑAS, M. & H. RAMIREZ, 1993. Control hormonal del desarrollo de las plantas.
México, Ed. Limusa.
5. Las gráficas fueron tomadas de los Textos de Biología de la Universidad Politécnica de Valencia, España,
así como de otros links de internet.

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