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PRIMER TALLER PARA PADRES

MATERIAL DE APOYO AL PPT 6to, I y II

1. DIMENSIÓN FÍSICA:

ASPECTOS DEL DESARROLLO FÍSICO:

El inicio de la adolescencia, llamado por algunos autores, preadolescencia, representa un periodo


en el que el niño experimenta cambios en cuanto a sus características físicas y modificaciones en
cuanto a sus relaciones sociales y emocionales. En general, la pubertad o preadolescencia,
comienza entre los 10 y los 12 años en las niñas y entre los 11 y los 13 años en los niños, pero la
edad puede variar según los genes, la nutrición o una serie de factores relacionados con el entorno
de desarrollo del niño. No hay una manera segura de saber cuándo comienza la pubertad, ya que
coincide con la maduración cerebral y los cambios en los niveles hormonales, cambios que no se
notan a simple vista. La pubertad es vista como el fin de la niñez y se destaca por el proceso de
crecimiento acentuado, madurez intensa (más que todo sexual) y una estructuración compleja de
la personalidad. Los primeros signos de la pubertad están relacionados con la concentración en la
sangre de las hormonas masculinas (testosterona) y femeninas (estrógeno), quienes son
responsables en gran parte de las transformaciones biológicas.

Crecimiento y cambio corporal – el crecimiento en altura y en peso se presenta acompañado de


estados de cansancio, dolores de cabeza y agitación. El más intenso es el crecimiento de los
huesos largos de los miembros superiores e inferiores, lo que le confiere a los púberes un aspecto
caricatural. Creciendo el tronco y la masa muscular, crece la fuerza física. La ropa rápidamente les
queda pequeña. Al mismo tiempo con el estirón se desarrollan los órganos internos y a los chicos
les desaparece la grasa como consecuencia de la extensión de las articulaciones y del crecimiento
de la masa muscular. En las niñas el tejido adiposo se mantiene, aunque están adelgazando. Se
desarrolla la parte facial del cráneo y la dentadura permanente. Se produce la madurez sexual que
empieza y se evidencia a través de los primeros signos: vello púbico y axilar, desarrollo de los
senos en las chicas y la aparición de la menarquia y la menstruación. Los chicos producen las
primeras eyaculaciones espontáneas, cambian de voz y de comportamiento en general.
Psicológicamente todos estos cambios hacen que vivan tensos, confusos y con malestar; estados
que se acentúan más por la presencia del acné, la transpiración abundante, olor fuerte y
sensibilidad de la piel.

Alimentación: - Teniendo en cuenta las transformaciones biológicas específicas en esta etapa y el


crecimiento rápido en altura y peso, la alimentación de los púberes debe ser adecuada y contener
lo necesario de proteínas, calorías y vitaminas. La necesidad de zinc, hierro y vitamina D es 50%
mayor. En promedio se recomienda que los escolares en esta etapa consuman 2400 calorías cada
día y que tengan una dieta variada que incluya muchos granos (cereales), frutas y vegetales, así

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como altos niveles de carbohidratos complejos que se encuentran en las papas, la pasta, el pan y
los cereales.

Sueño: - la necesidad de sueño disminuye en esta etapa desde 10 horas específicas a los 10 años,
llegando hasta unas 9 horas a los 13 años. Son comunes los problemas de sueño como la
resistencia a ir a la cama, el insomnio y la somnolencia diurna; que se deben principalmente al
hecho que a muchos niños se les permite establecer sus propios horarios para acostarse y tener un
televisor en su habitación.

Desarrollo del cerebro: aparecen cambios en la estructura y funcionamiento del cerebro que
incrementan la velocidad y eficiencia de los procesos cerebrales y mejoran la capacidad de
descartar la información irrelevante. En esta etapa se desarrollan más capacidades como: la
comprensión espacial, el pensamiento y el lenguaje (vocabulario). La mayor parte de la función
cerebral del adolescente se produce en el estriado ventral (área límbica), donde las decisiones se
toman sobre la base de recompensas y emociones, sin el poder de control cognitivo de la corteza
prefrontal. Lo que implica:

• Tomar más riesgos o elegir actividades de alto riesgo

• Expresión de más y más intensas emociones.

• Tomar decisiones impulsivas.

• Mayor receptividad a la presión de los compañeros.

Desarrollo motor y juego físico: las habilidades motoras siguen desarrollándose. Los juegos que
desarrollan durante el recreo son informales y de organización espontánea. Hay una segregación
por sexo en cuanto a los juegos: los niños prefieren juegos físicos mientras las niñas prefieren
juegos con más expresión vocal y conteo en voz alta. Los juegos rudos (luchas, patadas,
persecuciones etc.) que predominaban antes empiezan a disminuir.

Salud y condición física: aparece la preocupación por la imagen corporal y se vuelve importante
en esta etapa más que todo en las niñas. El sobrepeso y la obesidad son dos de los problemas más
presentes, relacionados con la imagen corporal, la depresión, los problemas de conducta, baja
autoestima y el sufrimiento emocional. Como causas del sobrepeso y obesidad tenemos los malos
hábitos alimenticios (comer de forma irregular, consumir comida chatarra alta en grasas y
azúcares) y la falta de actividad física que va acompañada a mayor exposición frente a los
televisores y computadoras.

2. DIMENSIÓN AFECTIVA

ASPECTOS DEL DESARROLLO PSICOSOCIAL:

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Autoconcepto: En este periodo ya aparece el desarrollo de la autodefinición de la
conciencia del yo, caracterizada por el equilibrio y la amplitud, así como por la integración
y evaluación de varios aspectos del yo.

Autoestima: Representa la percepción que los niños tienen sobre su verdadero valor y se
basa en una autoimagen adecuada (nuestras creencias sobre lo que podemos hacer y lo
que no). Se construye a través de la opinión que tienen los niños sobre su capacidad de
trabajo productivo, a través de la comparación social permanente e inconsciente con las
personas significativas y a través del feedback recibido de los que los rodean
(apreciaciones positivas o negativas expresadas por los demás respecto a las cualidades o
rendimiento realizado).

En el periodo de pubertad debido a que los órganos sexuales se vuelven funcionales, la


sexualidad afecta las relaciones con el sexo opuesto (aparecen las primeras
manifestaciones de erotismo). La conducta general del púber alterna entre momentos de
vivacidad y comportamientos exuberantes infantiles con momentos de fatiga, apatía y
pereza. En algunas condiciones el púber puede incluso volverse agresivo (si siente que no
es entendido, que se le exige demasiado etc.) La actividad escolar se vuelve más compleja,
exigente y solicitante. Se cambia el estatus de pequeño estudiante mediante la
participación en actividades responsables y competitivas (concursos temáticos, juegos de
roles, juegos simbólicos, de reglas y estrategia). Esto determina que el púber evalúe su
propio valor y tome conciencia de las habilidades o talentos que posee. Ahora comienza la
formación del autoconcepto o la autoconciencia, cuando los púberes son capaces de
enmarcarse en la categoría de alumnos buenos, mediocres o débiles. Las preocupaciones
escolares intensas hacen que el púber ya no sea dominado tan a menudo por la agitación
motora y la laxitud que tuvo en las primeras clases. Un signo distintivo de pubertad: el
comportamiento contradictorio aparece y está determinado por la manera desigual en
que lo perciben los adultos. A veces todavía se le considera un niño, y a veces "grande" y
se le pide actuar en consecuencia. Es un doble mensaje que se le transmite de manera
inconsciente. El púber empieza a ser en esta etapa ansioso, torpe, inseguro de sí mismo,
tratando de encontrar soluciones para salir de las situaciones que enfrenta a diario. Poco a
poco, comienza a ser cada vez más independiente y a sentirse mejor en el grupo, junto
con los de su edad. El comportamiento del púber adquiere diferentes matices para niños y
niñas. Las niñas se desarrollan más rápidamente desde un punto de vista biológico,
superando con más facilidad la adaptación a esta nueva etapa de la vida, siendo más
estables, más diligentes y más comunicativas. El comportamiento hacia los padres cambia,
el deseo de independencia, pasar su tiempo libre con su propia edad, dando lugar a veces
a relaciones conflictivas. Otra fuente de conflicto interno en el púber puede ser cómo tuvo
lugar esta maduración. La maduración tardía o temprana cambia la posición del púber en

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el colectivo y su relación con los demás. El rechazo, la marginación provoca el aislamiento
y la formación de una autoimagen inapropiada de la persona afectada.

Crecimiento emocional y conducta prosocial: A medida que los niños crecen, toman más
conciencia de sus sentimientos y de los de otras personas. Pueden regular o controlar
mejor sus emociones y responder al malestar emocional de otros.

Durante este periodo, debido a los muchos contactos con situaciones de vida nuevas y
complejas, la vida afectiva se diversifica, se desarrolla la vida interior del púber y madura
la relación con los demás.

La diversidad de vivencias afectivas se expresa mediante el desarrollo de la movilidad


mímica, la expresividad de la mirada y la amplificación de las funciones de comunicación.
La huella de esta diversificación afectiva se nota fácilmente en los púberes y se manifiesta
a través de la rebeldía, del oposicionismo y los sentimientos de culpa o rechazo de algunas
demandas que consideran absurdas.

De la confrontación con las situaciones de la vida nacen sentimientos negativos (odio,


desprecio) o sentimientos positivos (amor, admiración). En ambos casos, se produce la
proyección de la personalidad y se desarrollan conductas que enfatizan la relación entre el
deseo-aspiración-necesidad y la realidad del mundo circundante. Dos tendencias se
revelan en cuanto al comportamiento y las actitudes de los preadolescentes:

 Positiva: el niño es equilibrado, honesto, armónico, adaptado.


 Negativa-pesimista que involucra la aparición de trastornos emocionales
(impulsividad, falta de armonía).

Al final del periodo, las experiencias emocionales se vuelven extremadamente complejas.


El espíritu competitivo determina conductas y estados emocionales relacionados con
experimentar el éxito o el fracaso. Así aparecen sentimientos de admiración, envidia,
sospecha, miedo y frustración.

La autorregulación emocional implica un esfuerzo (voluntario) por controlar las


emociones, la atención y la conducta. La autorregulación, en particular la autodisciplina,
es mejor predictor del logro académico que el CI. Los niños con poco control voluntario se
muestran muy enojados o frustrados cuando se les interrumpe o se les impide hacer algo
que desean. El control voluntario está relacionado con el temperamento, pero por lo
general aumenta con la edad.

Los niños tienden a volverse más empáticos y a inclinarse más hacia la conducta prosocial
en este periodo. Los niños prosociales suelen comportarse de manera apropiada en las

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situaciones sociales, están relativamente libres de emociones negativas y afrontan los
problemas de modo constructivo. Los padres que reconocen los sentimientos de tristeza
de sus hijos y los ayudan a enfocarse en resolver el problema estimulan la empatía, el
desarrollo prosocial y las habilidades sociales.

El niño en la familia: En las relaciones con los padres, los estados afectivos se vuelven más
tensos como resultado de la oposición y la culpabilidad. Aunque en este periodo la
tendencia a la independencia se vuelve más y más obvia, paralelamente a esto se
manifiesta también el deseo y la necesidad de protección y afecto de los padres. En este
contexto, los padres tienen un papel difícil, ellos tienen que encontrar los métodos
educativos óptimos para armonizar estas tendencias contradictorias de la personalidad
del púber. Estos métodos deben basarse en la comprensión de la especificidad de esta
edad y en la tolerancia de posibles comportamientos inapropiados. Las dificultades no
resueltas o por el contrario que se acentúan, conducen a trastornos que a veces pueden
tomar formas patológicas (tics nerviosos, depresión, deserción escolar, etc.).

Los niños en esta etapa pasan menos tiempo con sus padres y pierden algo de la cercanía
que tenían con ellos, pero las relaciones con ellos siguen siendo importantes. La cultura
influye en las relaciones y los roles familiares.

El ambiente familiar tiene dos componentes importantes, la estructura y la atmosfera


familiar. El tono emocional del hogar, la manera en que los padres manejan el conflicto y
las cuestiones de disciplina, los efectos del trabajo de los padres y lo adecuado de los
recursos financieros son aspectos que contribuyen a determinar la atmósfera familiar.

El desarrollo de la corregulación puede influir en la manera en que una familia lidia con los
conflictos y la disciplina.

El niño en el grupo de pares: Al interactuar con sus pares, los preadolescentes adquieren
habilidades sociales y de liderazgo, así como la capacidad de evaluarse a sí mismos y a los
otros. El desarrollo de las relaciones con otros jóvenes se materializa a través del
comportamiento del niño en el grupo. En esta etapa, más que en ninguna otra, la vida
social se vive con la máxima intensidad. También en el grupo, los púberes aprenden cómo
construir una amistad, cómo comunicarse de manera efectiva, cómo disfrutar de la
presencia de alguien, cómo romper una amistad cuando ya no es conveniente, estando
asegurados por la presencia de los demás. Los grupos crean las condiciones para que el
púber se sienta libre en las elecciones que hace sin ser restringido por la autoridad de los
padres o de la escuela, porque todos a su alrededor tienen las mismas posibilidades,

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deseos, placeres, aspiraciones, etc. En los grupos, los púberes establecen relaciones
independientes de las influencias familiares, conquistando así su autonomía en la esfera
de la vida social. En los grupos de pares se gana la popularidad y el liderazgo.

Los grupos constituidos para jugar, aprender u otros propósitos tienen un alto grado de
estabilidad y se vuelven homogéneos en base a criterios relativamente constantes
(especialmente el género y la edad). Por ejemplo, entre los 10 y los 12 años, los niños
ignoran a las niñas que están más desarrolladas biológicamente que ellos. Grupos mixtos
de niños y niñas aparecen después de esta edad. Lo que posiciona a los jóvenes en un
grupo u otro son los intereses comunes y la personalidad.

Los niños que no están integrados en grupos, podrían mostrar una dificultad afectiva y
muchas veces ésta es una prolongación de las relaciones inapropiadas familiares o de una
incomodidad familiar. Estos niños pueden ser muy emotivos (tímidos, retraídos,
interiorizados) o, por el contrario, se enojan rápidamente, se quejan o son egoístas. El
púber tiene la impresión de que en el grupo ("pandilla", "banda") se puede expresar,
realizar mejor y que de esta forma pueden resistir o enfrentarse más a los adultos. El
grupo forma códigos, contraseñas, lugares de reunión y rituales; así es como se desarrolla
el espíritu de camaradería. Si los objetivos centrales del grupo son inconsistentes con las
normas morales y sociales, esto puede tener efectos negativos en el preadolescente.
Muchas veces en el grupo, se desarrolla el espíritu de aventura (relacionado con la
curiosidad específica de esta etapa) y de exploración (la investigación de casas
abandonadas, lugares desconocidos, impopulares, etc.).

El grupo de pares ayuda a los niños a desarrollar habilidades sociales, les permite adoptar
y probar valores de manera independiente a los padres, les da un sentido de pertenencia y
los ayuda a desarrollar su autoconcepto e identidad de género. También puede fomentar
la conformidad y el prejuicio. La popularidad en esta etapa tiende a influir en el ajuste
futuro de su personalidad. Cada púber desea ser aceptado por los demás y disfrutar de
una cierta popularidad que les pueda facilitar todo tipo de relaciones. Los niños populares
suelen tener buenas habilidades cognoscitivas y sociales. Las personas populares son en
general simpáticas, tolerantes, flexibles, comprensivas, con iniciativa y listas para
involucrarse en las actividades del grupo. Las conductas que influyen en la popularidad
pueden derivarse de las relaciones familiares y los valores culturales. Los niños suelen
tener más amigos, mientras que las niñas por lo general tienen amigas más cercanas.

3. DIMENSIÓN INTELECTUAL:
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El desarrollo intelectual está en una estrecha relación con el desarrollo psíquico general y
con el proceso de madurez biológica.

ASPECTOS DEL DESARROLLO COGNOSCITIVO (pensamiento, desarrollo del lenguaje,


atención, concentración, memoria, imaginación, creatividad):

Sensorialidad: El proceso es más evidente al nivel de la sensibilidad visual, auditiva y


táctil. La sensibilidad visual crece 2-3 veces más en comparación con la anterior etapa
porque se desarrolla la capacidad de trabajar la información visual al mismo tiempo con la
diferenciación de la evaluación visual de la medida, distancia y forma. La sensibilidad
auditiva se manifiesta a través del crecimiento de la capacidad de discriminación verbal,
realizada también a través del placer de escuchar música. Se desarrolla la capacidad
propioceptiva. Están más atentos a su cuerpo, verse y sentirse bien (usan más perfumes,
desodorantes, jabones).

Percepción: La experiencia perceptiva está influenciada por el aumento de la capacidad


de organización de la observación directa que tiene nuevas dimensiones a través del
desarrollo de la atención voluntaria. El desarrollo de las habilidades de observar es
sostenido por el interés creciente del púber por su entorno.

Pensamiento En esta etapa se desarrollan las estructuras lógico-formales y el volumen de


conceptos. Como consecuencia se desarrollan las operaciones del pensamiento que
empieza a operar con informaciones cada vez más abstractas y más complejas. Jean
Piaget afirma que lo que caracteriza el aspecto formal del pensamiento es la extinción de
las operaciones concretas y el crecimiento de la capacidad de hacer razonamientos. Las
estructuras operacionales superiores consisten en organizar lo real en actividades o en
pensamientos y no en copiarlo simplemente. A esta edad aparecen modalidades de
pensar que anticipan el pensamiento adulto, desarrollándose así el potencial intelectual
del niño. El conocimiento de los niños es cada vez más diverso y complejo. Se crea el
hábito de usar con frecuencia esquemas, imágenes, símbolos y conceptos a partir de los
cuales se demuestra la capacidad de comprender situaciones complicadas y estrategias de
expresión. Sus conocimientos están estructurados en conceptos de gran complejidad
donde la operación de probabilidad es cada vez más activa. Esto hace posible una
alternancia en el nivel de pensamiento y la elaboración de juicios y razonamientos en los
que se utilizan las capacidades intelectuales.

Empiezan a los 11-12 años y se hacen evidentes a los 13-14 años. Las conductas
inteligentes de esta edad se caracterizan por:

 Respuestas complejas y matizadas a los requerimientos.

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 Distinguir elementos significativos y relacionar los posibles efectos con las causas
involucradas.
 Desarrollar habilidades de expresión a través de símbolos y lenguaje matizado.
 Aumenta la capacidad de analizar de manera abstracta y referirse a la ficción.
 Desarrolla la capacidad de emitir predicciones válidas basadas en los hechos
reales.

Piaget afirma que en este período los niños utilizan formas de reversibilidad simple
(expresada a través de la inversión y negación) y compleja (por simetría y reciprocidad).

Razonamiento moral: Se pasa de la etapa de flexibilidad creciente (de los 7 u 8 años


hasta los 10-11, correspondiente con la etapa de las operaciones concretas) a la etapa del
ideal de equidad cuando empieza a predominar la creencia que todos deben ser tratados
de la misma forma. Aumenta el énfasis no solo en lo que sucedió (un niño derramó tinta
encima), sino también en las intenciones del actor (pero no fue con intención).

Lenguaje: El proceso de desarrollo del lenguaje se realiza en términos cuantitativos y


cualitativos. El vocabulario registra una evolución significativa y el potencial del
preadolescente de utilizarlo aumenta. El flujo verbal alcanza 60-120 palabras por minuto
en comparación con 60-90 palabras anteriormente. Se desarrolla también la capacidad de
usar asociaciones verbales con múltiples significados y de expresar ideas amplias. La
adquisición de reglas gramaticales, el estudio de la literatura y la lectura privada llevan a
una mejor capacidad de expresión del preadolescente. El entorno sociocultural en el que
vive el niño, la familia y el grupo de amigos, puede influir en la comunicación verbal. El
lenguaje grupal se observa a esta edad; el joven usa ciertas expresiones junto con la
vestimenta y otros hábitos específicos del grupo al que pertenece.

Atención: Crece la capacidad de concentrarse, la atención selectiva - de dirigir de manera


deliberada la atención y no distraerse. También crece la capacidad de eliminar la
información irrelevante.

4. DIMENSIÓN VOLITIVA:

EDUCACIÓN EN VALORES - Hábitos buenos que se convertirán en valores (8-13 años)

 FORTALEZA

Para entender lo que es la fuerza de la voluntad, deberemos tener una visión integradora
de lo psíquico, verlo como un sistema de procesos, peculiaridades, condiciones,
actividades que aseguran una regulación superior del comportamiento, un buen equilibrio

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entre el niño y el mundo. Esta regulación, hecha por todo el sistema, también se realiza al
nivel de cada componente: cognitivo, afectivo-motivacional, volitivo o actitudinal. La
voluntad representa un nivel superior de esta regulación, pero en ella participan también
valores como la paciencia y justicia.

La voluntad es un proceso complejo mediante el cual se movilizan fuerzas físicas y


mentales para superar los obstáculos y lograr el objetivo elegido. Aparece como un
integrador de funciones, como un sistema de procesos estructurados organizados con un
propósito: eliminar el obstáculo para alcanzar la meta. Los mecanismos a través de los
cuales se logra la regulación voluntaria son precisamente los componentes que entran en
la estructura de la voluntad: percepción, pensamiento, lenguaje, atención, motivación,
contenidos en relaciones complejas de inter-condicionamiento e interacción funcional.

A esta edad, el niño está dominado por una gran curiosidad por el conocimiento, está
ansioso por encontrar siempre cosas nuevas. Todo esto contribuye al enriquecimiento de
las representaciones morales, a la formación de ideas del bien y mal, del comportamiento
adecuado, lo que ayuda en el proceso de educación en general y de educación de la
voluntad en particular.

Por falta de experiencia o debido a una motivación consolidada de manera insuficiente,


los niños pequeños no son consistentes en la ejecución de las decisiones, se desvían
fácilmente del objetivo trazado. Es por eso que los padres y los profesores necesitan
acompañarlos, encaminarlos o motivarlos cuando observan que están listos para ceder,
enseñarles a buscar soluciones, a ganar el placer de su victoria, a esforzarse. De esta
manera se educa uno de los atributos más preciados de la voluntad, la perseverancia. Su
formación y desarrollo también se logra al capacitar a los niños para que cumplan con sus
deberes con escrupulosidad, para esforzarse por lograr mejores resultados en los juegos,
autonomía y el aprendizaje. La fortaleza y la capacidad de esfuerzo son imprescindibles en
la educación y representan la base de los demás valores.

Para educar el espíritu de independencia y la capacidad de esfuerzo de los niños en esta


etapa, los profesores y los padres pueden dar tareas que los niños puedan cumplir por sí
mismos, sin ayuda externa, encontrando soluciones originales, estimulándolos a iniciar
acciones similares, aportar soluciones, opiniones. Proporcionar confianza, valorar las
iniciativas y las soluciones les da confianza y valor a los niños y estimula la capacidad de
esfuerzo. El autocontrol y la paciencia que comienzan temprano, siguen educándose y
desarrollándose a esta edad. Los niños en esta etapa son guiados y supervisados para
"detener" su ira, controlar sus movimientos, dominar su tendencia a hablar
innecesariamente y evitar conductas de riesgo. La vida en la colectividad, las actividades

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del plan de estudios, el cumplimiento del programa y de los requisitos comunes
contribuyen en gran medida a educar el autocontrol.

Educar la fuerza de voluntad del niño implica prevenir y combatir rasgos negativos tales
como: testarudez, obediencia ciega, caprichos y pereza.

Los profesores le deben explicar a los niños la premisa que no tendrán éxito en uno o
incluso algunos intentos pero que deben perseverar con paciencia y calma. Es necesario
hacer seguimiento de los comportamientos y llamar la atención cuando muestren
negatividad y explicar las consecuencias de ella. Es necesaria una actitud firme hacia algún
comportamiento negativo, especialmente en el contexto de un entorno educativo
favorable. Los púberes necesitan ser entrenados en acciones atractivas que los apasionen
para evadir de sus posiciones negativas y así serán apreciados por sus éxitos.

Los púberes, sobre los cuales se muestra una atención exagerada, es decir que son
sobreprotegidos, se vuelven tímidos, inseguros y sin iniciativa. La actitud en estas
situaciones debe ser modificada, deben gozar del apoyo de los mayores, ser estimulados a
actuar y ser alentados. Y en este caso, los ejemplos concretos, la integración en el grupo,
el desarrollo de actividades de desarrollo personal y los juegos de libre elección tienen
buenos efectos.

Algunos niños, mimados por la familia, se vuelven caprichosos. Su comportamiento se


manifiesta esencialmente a través del pasar de un estado de ánimo a otro sin razón, de un
deseo a otro o a través de la insatisfacción, el nerviosismo, la agresión. En estos casos los
padres deben adoptar una actitud realista, a combinar el enfoque del niño con la
exigencia, a no responder a las afirmaciones del niño, a mostrar fortaleza a sus
lamentaciones, a ser firmes y consistentes a sus caprichosos cambios. Ayuda contar
historias que incluyan ejemplos de niños con comportamientos similares. Los niños
caprichosos deben ser atraídos en la vida del grupo, realizar actividades prácticas en el
hogar, consumir su energía, cambiar su enfoque y tener responsabilidades dentro de la
familia, como, por ejemplo: lavar los platos, cuidar mascotas, limpiar el suelo, limpiar su
habitación, ayudar a las personas mayores, lavar coches u otras tareas domésticas. En el
caso de los niños más grandes ya se pueden asignar como responsabilidades tareas como:
colocar la mesa, limpiar el polvo, salir fuera de casa y hacer encargos o compras, ayudar a
los hermanos pequeños, planchar, manejar los electrodomésticos sencillos, hacer comidas
fáciles, cuidar la casa por periodos cortos en el día, etc.

 JUSTICIA

Otro de los valores implicados en el proceso de regulación que asegura un buen equilibrio
entre el comportamiento del púber y el mundo es la justicia, valor visto como una base

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para que las relaciones humanas sean positivas y contribuyan a su pleno desarrollo
general. La justicia es la virtud o valor por el que damos a cada uno lo suyo, aquello a lo
que se tiene derecho. Y vinculada con la justicia y sustentándose en ella, tenemos otro
valor: la generosidad, que consiste no solo en dar cosas, sino en darse también a sí
mismo. Son considerados actos de generosidad: escuchar, agradecer, perdonar, ayudar en
casa, cuidar a un familiar, prestar cosas a un amigo.

La justicia es el cimiento que permite y facilita la convivencia y exige dar a cada uno lo
suyo, mientras que la generosidad pone el acento en dar más de lo que la justicia reclama.
En el marco de estas dos virtudes sociales se pueden considerar los demás valores
humanos que regulan las relaciones entre las personas:

-Aceptación y respeto de los otros


-Tolerancia
-Comprensión y la apertura
-Aceptación de las normas y la obediencia
-Amabilidad
-Cortesía y agradecimiento
-Compañerismo y amistad
-Ciudadanía y participación social
-Espíritu de servicio
-Colaboración, ayuda y solidaridad

El concepto de justicia se construye desde temprana edad a través de la asimilación de las


nociones de lo que está bueno y lo que está malo y de los comportamientos asociados a
estas dos nociones: comportamientos reforzados o que tienen consecuencias. Para
construir un concepto adecuado de la justicia y se ejerciten en este valor, los padres
necesitan ser ellos mismos justos en la relación con sus hijos y esto incluye y supone
aplicar consecuencias necesarias, consistentes, reparadoras y oportunas. Para que las
consecuencias sean eficaces educativamente son necesarias las siguientes condiciones:

- Que sean pocas – si son demasiadas se pierde la eficacia.


- De corta duración – es mucho más eficaz si se extiende a un pequeño plazo porque es
importante entender qué se sanciona y por qué.
- Proporcionadas a la falta cometida – en función de la falta.
- Educativas – se debe entender que se sanciona una conducta inadecuada y no a la
persona y que se debe hacer para aprender algo.
- Aplicadas inmediatamente – carecen de sentido si se aplican después de un Interval de
tiempo y crean frustración.
- Avisadas con antelación si es posible; para ser más eficaces en corregir los
comportamientos es mejor a veces que la primera vez se reflexione sobre los hechos y se
advierta que habrá una consecuencia la siguiente vez.

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Si para consolidar la noción de “lo que es malo” y de malos comportamientos utilizamos
las consecuencias, para los buenos comportamientos y la noción de “lo que es bueno”
utilizamos el refuerzo positivo enfatizando en lo contento que se está cuando se ha
actuado bien, cuando se hacen bien las cosas reconociendo el esfuerzo y la justicia.

 PACIENCIA

Otro de los valores implicados en la regulación, que los padres y profesores deben vivir e
inculcar en los niños poco a poco, es la necesidad de la paciencia. La paciencia es vista
como una capacidad o valor de padecer o soportar algo sin alterarse o capacidad para
hacer cosas pesadas o minuciosas. Facultad de saber esperar cuando algo se desea
mucho. Se necesita enseñar a tener paciencia consigo mismos y con lo que sucede en los
“malos ratos”.

Algunos consejos para trabajar la paciencia:

-El ejemplo personal – los púberes perciben si los padres mantienen la compostura en
situaciones frustrantes también para los adultos, observan y con el tiempo imitan el
lenguaje corporal transmitido.

-Ser comprensivos y mostrar paciencia con ellos – si los padres se muestran nerviosos, no
sé regulan y pierden la paciencia actuando impulsivamente cuando los niños hacen sus
berrinches o son frustrados, llegan sin querer a enseñarles comportarse de la misma
manera.

-Anticipar las situaciones – planificar en la medida de lo posible las situaciones para no


crear falsas expectativas y situaciones donde el púber puede perder la paciencia.

-Conversar y razonar con calma sobre las situaciones que hacen que el púber pierde la
paciencia y ayudarlo a entenderse a sí mismo y a la realidad circundante.

-Acostumbrarlos a tolerar ciertas frustraciones y retrasos inevitables como parte del


aprendizaje de la realidad de la vida, introduciendo pequeñas esperas en las rutinas y
dinámicas diarias.

La mejor manera para educar y formar la paciencia en los niños y adolescentes es con
paciencia y ternura.

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