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1. DIMENSIÓN FÍSICA:
Sueño: - la necesidad de sueño disminuye en esta etapa desde 10 horas específicas a los 10 años,
llegando hasta unas 9 horas a los 13 años. Son comunes los problemas de sueño como la
resistencia a ir a la cama, el insomnio y la somnolencia diurna; que se deben principalmente al
hecho que a muchos niños se les permite establecer sus propios horarios para acostarse y tener un
televisor en su habitación.
Desarrollo del cerebro: aparecen cambios en la estructura y funcionamiento del cerebro que
incrementan la velocidad y eficiencia de los procesos cerebrales y mejoran la capacidad de
descartar la información irrelevante. En esta etapa se desarrollan más capacidades como: la
comprensión espacial, el pensamiento y el lenguaje (vocabulario). La mayor parte de la función
cerebral del adolescente se produce en el estriado ventral (área límbica), donde las decisiones se
toman sobre la base de recompensas y emociones, sin el poder de control cognitivo de la corteza
prefrontal. Lo que implica:
Desarrollo motor y juego físico: las habilidades motoras siguen desarrollándose. Los juegos que
desarrollan durante el recreo son informales y de organización espontánea. Hay una segregación
por sexo en cuanto a los juegos: los niños prefieren juegos físicos mientras las niñas prefieren
juegos con más expresión vocal y conteo en voz alta. Los juegos rudos (luchas, patadas,
persecuciones etc.) que predominaban antes empiezan a disminuir.
Salud y condición física: aparece la preocupación por la imagen corporal y se vuelve importante
en esta etapa más que todo en las niñas. El sobrepeso y la obesidad son dos de los problemas más
presentes, relacionados con la imagen corporal, la depresión, los problemas de conducta, baja
autoestima y el sufrimiento emocional. Como causas del sobrepeso y obesidad tenemos los malos
hábitos alimenticios (comer de forma irregular, consumir comida chatarra alta en grasas y
azúcares) y la falta de actividad física que va acompañada a mayor exposición frente a los
televisores y computadoras.
2. DIMENSIÓN AFECTIVA
Autoestima: Representa la percepción que los niños tienen sobre su verdadero valor y se
basa en una autoimagen adecuada (nuestras creencias sobre lo que podemos hacer y lo
que no). Se construye a través de la opinión que tienen los niños sobre su capacidad de
trabajo productivo, a través de la comparación social permanente e inconsciente con las
personas significativas y a través del feedback recibido de los que los rodean
(apreciaciones positivas o negativas expresadas por los demás respecto a las cualidades o
rendimiento realizado).
Crecimiento emocional y conducta prosocial: A medida que los niños crecen, toman más
conciencia de sus sentimientos y de los de otras personas. Pueden regular o controlar
mejor sus emociones y responder al malestar emocional de otros.
Durante este periodo, debido a los muchos contactos con situaciones de vida nuevas y
complejas, la vida afectiva se diversifica, se desarrolla la vida interior del púber y madura
la relación con los demás.
Los niños tienden a volverse más empáticos y a inclinarse más hacia la conducta prosocial
en este periodo. Los niños prosociales suelen comportarse de manera apropiada en las
El niño en la familia: En las relaciones con los padres, los estados afectivos se vuelven más
tensos como resultado de la oposición y la culpabilidad. Aunque en este periodo la
tendencia a la independencia se vuelve más y más obvia, paralelamente a esto se
manifiesta también el deseo y la necesidad de protección y afecto de los padres. En este
contexto, los padres tienen un papel difícil, ellos tienen que encontrar los métodos
educativos óptimos para armonizar estas tendencias contradictorias de la personalidad
del púber. Estos métodos deben basarse en la comprensión de la especificidad de esta
edad y en la tolerancia de posibles comportamientos inapropiados. Las dificultades no
resueltas o por el contrario que se acentúan, conducen a trastornos que a veces pueden
tomar formas patológicas (tics nerviosos, depresión, deserción escolar, etc.).
Los niños en esta etapa pasan menos tiempo con sus padres y pierden algo de la cercanía
que tenían con ellos, pero las relaciones con ellos siguen siendo importantes. La cultura
influye en las relaciones y los roles familiares.
El desarrollo de la corregulación puede influir en la manera en que una familia lidia con los
conflictos y la disciplina.
El niño en el grupo de pares: Al interactuar con sus pares, los preadolescentes adquieren
habilidades sociales y de liderazgo, así como la capacidad de evaluarse a sí mismos y a los
otros. El desarrollo de las relaciones con otros jóvenes se materializa a través del
comportamiento del niño en el grupo. En esta etapa, más que en ninguna otra, la vida
social se vive con la máxima intensidad. También en el grupo, los púberes aprenden cómo
construir una amistad, cómo comunicarse de manera efectiva, cómo disfrutar de la
presencia de alguien, cómo romper una amistad cuando ya no es conveniente, estando
asegurados por la presencia de los demás. Los grupos crean las condiciones para que el
púber se sienta libre en las elecciones que hace sin ser restringido por la autoridad de los
padres o de la escuela, porque todos a su alrededor tienen las mismas posibilidades,
Los grupos constituidos para jugar, aprender u otros propósitos tienen un alto grado de
estabilidad y se vuelven homogéneos en base a criterios relativamente constantes
(especialmente el género y la edad). Por ejemplo, entre los 10 y los 12 años, los niños
ignoran a las niñas que están más desarrolladas biológicamente que ellos. Grupos mixtos
de niños y niñas aparecen después de esta edad. Lo que posiciona a los jóvenes en un
grupo u otro son los intereses comunes y la personalidad.
Los niños que no están integrados en grupos, podrían mostrar una dificultad afectiva y
muchas veces ésta es una prolongación de las relaciones inapropiadas familiares o de una
incomodidad familiar. Estos niños pueden ser muy emotivos (tímidos, retraídos,
interiorizados) o, por el contrario, se enojan rápidamente, se quejan o son egoístas. El
púber tiene la impresión de que en el grupo ("pandilla", "banda") se puede expresar,
realizar mejor y que de esta forma pueden resistir o enfrentarse más a los adultos. El
grupo forma códigos, contraseñas, lugares de reunión y rituales; así es como se desarrolla
el espíritu de camaradería. Si los objetivos centrales del grupo son inconsistentes con las
normas morales y sociales, esto puede tener efectos negativos en el preadolescente.
Muchas veces en el grupo, se desarrolla el espíritu de aventura (relacionado con la
curiosidad específica de esta etapa) y de exploración (la investigación de casas
abandonadas, lugares desconocidos, impopulares, etc.).
El grupo de pares ayuda a los niños a desarrollar habilidades sociales, les permite adoptar
y probar valores de manera independiente a los padres, les da un sentido de pertenencia y
los ayuda a desarrollar su autoconcepto e identidad de género. También puede fomentar
la conformidad y el prejuicio. La popularidad en esta etapa tiende a influir en el ajuste
futuro de su personalidad. Cada púber desea ser aceptado por los demás y disfrutar de
una cierta popularidad que les pueda facilitar todo tipo de relaciones. Los niños populares
suelen tener buenas habilidades cognoscitivas y sociales. Las personas populares son en
general simpáticas, tolerantes, flexibles, comprensivas, con iniciativa y listas para
involucrarse en las actividades del grupo. Las conductas que influyen en la popularidad
pueden derivarse de las relaciones familiares y los valores culturales. Los niños suelen
tener más amigos, mientras que las niñas por lo general tienen amigas más cercanas.
3. DIMENSIÓN INTELECTUAL:
Dirección de Desarrollo Personal
Departamento Psicopedagógico
El desarrollo intelectual está en una estrecha relación con el desarrollo psíquico general y
con el proceso de madurez biológica.
Empiezan a los 11-12 años y se hacen evidentes a los 13-14 años. Las conductas
inteligentes de esta edad se caracterizan por:
Piaget afirma que en este período los niños utilizan formas de reversibilidad simple
(expresada a través de la inversión y negación) y compleja (por simetría y reciprocidad).
4. DIMENSIÓN VOLITIVA:
FORTALEZA
Para entender lo que es la fuerza de la voluntad, deberemos tener una visión integradora
de lo psíquico, verlo como un sistema de procesos, peculiaridades, condiciones,
actividades que aseguran una regulación superior del comportamiento, un buen equilibrio
A esta edad, el niño está dominado por una gran curiosidad por el conocimiento, está
ansioso por encontrar siempre cosas nuevas. Todo esto contribuye al enriquecimiento de
las representaciones morales, a la formación de ideas del bien y mal, del comportamiento
adecuado, lo que ayuda en el proceso de educación en general y de educación de la
voluntad en particular.
Educar la fuerza de voluntad del niño implica prevenir y combatir rasgos negativos tales
como: testarudez, obediencia ciega, caprichos y pereza.
Los profesores le deben explicar a los niños la premisa que no tendrán éxito en uno o
incluso algunos intentos pero que deben perseverar con paciencia y calma. Es necesario
hacer seguimiento de los comportamientos y llamar la atención cuando muestren
negatividad y explicar las consecuencias de ella. Es necesaria una actitud firme hacia algún
comportamiento negativo, especialmente en el contexto de un entorno educativo
favorable. Los púberes necesitan ser entrenados en acciones atractivas que los apasionen
para evadir de sus posiciones negativas y así serán apreciados por sus éxitos.
Los púberes, sobre los cuales se muestra una atención exagerada, es decir que son
sobreprotegidos, se vuelven tímidos, inseguros y sin iniciativa. La actitud en estas
situaciones debe ser modificada, deben gozar del apoyo de los mayores, ser estimulados a
actuar y ser alentados. Y en este caso, los ejemplos concretos, la integración en el grupo,
el desarrollo de actividades de desarrollo personal y los juegos de libre elección tienen
buenos efectos.
JUSTICIA
Otro de los valores implicados en el proceso de regulación que asegura un buen equilibrio
entre el comportamiento del púber y el mundo es la justicia, valor visto como una base
La justicia es el cimiento que permite y facilita la convivencia y exige dar a cada uno lo
suyo, mientras que la generosidad pone el acento en dar más de lo que la justicia reclama.
En el marco de estas dos virtudes sociales se pueden considerar los demás valores
humanos que regulan las relaciones entre las personas:
PACIENCIA
Otro de los valores implicados en la regulación, que los padres y profesores deben vivir e
inculcar en los niños poco a poco, es la necesidad de la paciencia. La paciencia es vista
como una capacidad o valor de padecer o soportar algo sin alterarse o capacidad para
hacer cosas pesadas o minuciosas. Facultad de saber esperar cuando algo se desea
mucho. Se necesita enseñar a tener paciencia consigo mismos y con lo que sucede en los
“malos ratos”.
-El ejemplo personal – los púberes perciben si los padres mantienen la compostura en
situaciones frustrantes también para los adultos, observan y con el tiempo imitan el
lenguaje corporal transmitido.
-Ser comprensivos y mostrar paciencia con ellos – si los padres se muestran nerviosos, no
sé regulan y pierden la paciencia actuando impulsivamente cuando los niños hacen sus
berrinches o son frustrados, llegan sin querer a enseñarles comportarse de la misma
manera.
-Conversar y razonar con calma sobre las situaciones que hacen que el púber pierde la
paciencia y ayudarlo a entenderse a sí mismo y a la realidad circundante.
La mejor manera para educar y formar la paciencia en los niños y adolescentes es con
paciencia y ternura.