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Metaconcepto:
Sistema
Propósito pedagógico:
Invitar a los niños a acercarse a la naturaleza, para comprenderla, darle significado, explicarla y representarla.
Que los niños y las niñas se vuelvan buenos observadores y, a través de sus representaciones minuciosas, vayan construyendo una
perspectiva propia del organismo natural.
Que los niños y las niñas amplíen su sensibilidad hacia el mundo natural y se despliegue la posibilidad de encuentro entre el mundo real y el
posible, el científico y el artístico, el propio y el del otro (no solo la observación y perspectiva propia, también los puentes con otras
disciplinas a través de elaborar analogías y metáforas).
Que los niños y las niñas amplíen su percepción sobre el mundo y construyan significados originales sobre los mismos.
A lo largo de la historia el hombre se ha dedicado a investigar la naturaleza como fuente fundamental para el desarrollo del conocimiento, la
tecnología y la cultura. Por ello, entendemos que la escuela tiene la responsabilidad de ofrecer a los niños oportunidades ricas para
desarrollar esta relación. Encontramos que la naturaleza ofrece, dentro y fuera del aula, posibilidades infinitas de aprendizaje en todas las
áreas del ser humano. Los maestros buscamos vincular a los niños con la naturaleza y, para ello, los acercamos a objetos y/o ambientes
naturales y también los incluimos dentro de la escuela, en los distintos contextos de aprendizaje. En otras palabras, pensamos en una escuela
permeable a las redes que comunican al niño con su entorno.
Creemos que la escuela tiene, como uno de sus fines, desarrollar en los niños las habilidades necesarias para construir un entendimiento
auténtico, propio, cualquiera sea el objeto o concepto que estudie. Esto con el fin de formar personas autónomas de pensamiento con
capacidad de mirar críticamente y desde diversas perspectivas una situación o realidad; primer paso para tomar acción de manera
responsable y empática.
La naturaleza es, entonces, un escenario donde los niños y adultos, podemos investigar o experimentar, fomentando nuestro desarrollo
integral; atendiendo habilidades, capacidades e inquietudes de modo holístico. La observación, como estrategia, permite detenerse a mirar e
investigar los detalles y relaciones de los objetos de naturales. La creación de contextos diversos que conectan a los niños con la naturaleza,
a lo largo de la cotidianidad, activa la sensibilidad y el sentido de pertenencia a este sistema de relaciones. L os recursos, aledaños a las
escuelas, como objeto de estudio, permiten que el niño reconozca las relaciones implícitas o explícitas entre la naturaleza propia de los
alrededores y nuestra escuela. El diálogo entre los diferentes lenguajes expresivos, ofrecen la posibilidad de representar de manera no
estereotipada la naturaleza.
Los niños y las niñas empezarán a ahondar en el rol de la observación como herramienta de investigación y cuestionamiento de la realidad.
Es a partir de este ejercicio, en apariencia sencillo (por ejemplo, observar un conjunto de girasoles), que ellos se detienen, describen,
categorizan, evocan y enuncian hipótesis que darán vida a un conjunto de diálogos y búsquedas propias y grupales que organizan su
pensamiento en torno al comportamiento de la naturaleza.
La naturaleza por su cualidad estética, relacional, sensorial, cíclica y sistémica, invita a los niños y niñas a construir significados complejos,
cognitivamente desafiantes, que revisan las interpretaciones de “lo ya visto”. La naturaleza varía, se transforma con el paso del tiempo, y
esto sirve de confrontación para el niño que encontrará alteraciones en su objeto de estudio que lo harán cuestionarse utilizando preguntas
grandes como “por qué” y “cómo” estos fenómenos ocurren.
El estudio de la naturaleza también servirá para profundizar en áreas de otras disciplinas porque su aproximación, para realmente entenderla
en diversos contextos, necesita ser interdisciplinaria. Así los niños ampliarán su concepción del objeto y su comportamiento cada vez que lo
exploren con materiales, herramientas y lenguajes distintos, así como cuando busquen referentes para dar nombre a sus hipótesis.
El estudio de la naturaleza es una invitación a conectarnos con la vida y su comportamiento en ese espacio que reconocemos como parte de
nuestra vida, pero que no somos “nosotros”. Es un medio que permite a los niños y las niñas construir paralelos con su propia existencia y
ciclo de vida, como también sensibilizarlo en su relación con la naturaleza. Pero sobre todo es una invitación para romper con el
pensamiento estereotipado y utilizar los aprendizajes aquí ganados en otros contextos de aprendizaje.
El rol del maestro será investigar cuáles son los conceptos claves que ayudarán al niño a agudizar su mirada para deconstruir y reconstruir el
objeto natural de manera propia. A su vez, será necesario llevar un registro de los “bocetos” del estudio de cada niño para mostrar las
posibles relaciones entre la transformación a una representación menos estereotipada y los procesos de construcción de teorías de los niños
sobre el objeto de estudio. Cuanto el niño más ahonda en su observación y el comportamiento de la naturaleza, mayor su necesidad de darle
explicación y sentido. Esto lo hará a través de su capacidad para construir teorías (teorías intuitivas, según Gardner) y, por lo tanto, se irá
alejando del estereotipo inicial de contenido frágil y superficial.
Preguntas de investigación:
¿Cómo ayudar a los niños en la escuela a construir una relación de pertenencia con la naturaleza, basada en diálogos sensibles?
¿Cómo ayudar a los niños en la escuela a construir una mirada auténtica sobre la realidad, entendida como un sistema complejo de
relaciones, una que no esté orientada por los estereo
tipos?
Instrumento de registro:
Que dé lugar a las hipótesis de los niños y las niñas sobre el sujeto de estudio elegido, así como a las intervenciones e interpretaciones del
adulto que acompaña.
Documentación:
Piezas de documentación elaboradas por las maestras, que explican los procesos de pensamiento, verbalizaciones y acciones de los niños, así
como sus creaciones en construcción.
• Especificar: edad de los niños y las niñas, fecha, dónde ocurrió, en qué momento de la cotidianidad, cómo ocurrió, cuál fue la
invitación de la maestra (si hubo).
• ¿Qué decisiones tomamos en los contextos?
• ¿Qué libertad tienen los niños y las niñas para elegir el material a utilizar? ¿qué decisiones toman los niños con los materiales que
tienen a disposición?
• Pensar en la cantidad, calidad, cualidad de materiales para invitarlos a representar.
• Registrar instalación previa a la intervención de los niños y las niñas.
• ¿Cómo son nuestras invitaciones? ¿cómo son nuestras intervenciones?
• ¿Cómo damos seguimiento a estas evidencias? ¿qué lugar físico les damos?
• Tener claridad sobre la terminología que utilizamos.
• El rol del acompañante, entendido desde el respeto al niño y la niña, su subjetividad y zona próxima de desarrollo, permite entender el
proceso en el que se encuentran en relación a la escritura.
Colocar muebles y repisas para organizar los materiales por categorías, teniendo en cuenta sus cualidades estéticas. Por ejemplo, en una parte
de las repisas, se pueden colocar los materiales gráficos: soportes a un lado (hojas bond, cartulinas, papel mantequilla, cartón, entre otros) y
herramientas al otro lado (pinceles, lápices, lapiceros, marcadores, plumones, tinta china, entre otros). A la vez, se puede organizar cada grupo
por color, tamaño y textura. En otra repisa, se colocan las producciones visuales, como referentes para el grupo. Estos pueden ser libros,
enciclopedias o piezas de documentación de la escuela.
Al centro del espacio, se colocaremos una mesa de trabajo con, al menos, 4 sillas (consideramos una silla para el adulto que acompaña). El
sujeto de estudio elegido deberá estar ubicado en un lugar donde todos puedan observarlo (si son hojas o flores, por ejemplo, se puede colocar
al centro de la mesa. Si es un árbol o son las aves del nido, se invitará a los niños a observarlos al espacio natural para capturarlos con la
cámara de fotos y luego imprimirlas para estudiarlos en el laboratorio natural, por ejemplo, sentados alrededor de la mesa.
Si durante la sesión, el foco se mantiene en la forma, no es necesario pasar a observar las hojas y cumplir con nuestra agenda. La idea es
invitarlos a desarrollar la observación a detalle y comprender el sujeto de estudio como un organismo vivo, un sistema de relaciones. Las
preguntas se irán incorporando, conforme se va desarrollando el proyecto.
Posibles provocaciones iniciales:
Elige una producción escrita realizada por los niños y colócala sobre la mesa de trabajo. Añade algunos soportes y herramientas gráficas, de
modo que se pueda apreciar la diversidad. Deja un espacio cómodo de trabajo sobre la superficie. Invita a los niños a escribir:
“Vamos a escribir”, “¿Con qué materiales les gustaría escribir?”, “Miren las distintas opciones que tenemos”.
Posibles relanzamientos:
Es importante dar tiempo y espacio para desarrollar las preguntas iniciales. Buscamos que los niños revisen sus ideas, escuchen las de los
amigos y reconstruyan las propias, durante la conversación (que es lo contrario a hacer una lluvia de ideas). Esto les servirá a las maestras para
recoger información sobre lo que los niños saben del sujeto de estudio y, a partir de eso, diseñar la propuesta de la siguiente sesión. Esta
primera sesión indagatoria, estará acompañada de un lenguaje simbólico, además del verbal, que les permita a los niños explicar sus ideas. El
dibujo es una opción pertinente, si el propósito es que los niños expliquen sus ideas sobre los detalles que observan en la fruta y lo que eso les
evoca.
Es necesario evaluar si la disposición del sujeto de estudio y los materiales despliega el imaginario y la construcción de hipótesis de los niños.
Así también, revisar de qué modo los lenguajes propuestos les permiten a los niños ampliar sus conocimientos sobre lo que están
estudiando.