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La metáfora del río de pensamientos

Se trata de introducir la noción de pensamientos como parte de nosotros, que ocurren en un


continuo. Pida al cliente que comience dibujando en una hoja de papel un enorme río
diseñado con grandes líneas de ondulación. Pida al cliente que rellene en el río una muestra de
los «pensamientos que tuvieron durante la semana». Aliente al cliente a

colocar todos los pensamientos que se les ocurran dentro de las líneas, incluyendo «malos»
pensamientos y «buenos». Ir sobre el río de pensamientos con el cliente, discutiendo la
función de los diferentes pensamientos sobre cómo el individuo percibe su mundo.

Discutir el continuo entre pensamientos psicóticos y otros pensamientos. El objetivo es que el


cliente haga la distinción entre «comprar un pensamiento como un hecho» y «simplemente
notarlo». Es importante transmitir al cliente que el problema principal en el que va a trabajar
no son los pensamientos per se, sino más bien cómo responde a los pensamientos a través de
la acción, los juicios o los intentos activos de controlar el pensamiento.

Pídale al cliente que se imagine flotando en un barco en el río de los pensamientos,


simplemente participando en el paseo sin intentar modificar el viaje. Señale que el objetivo es
ahora «darse cuenta», en lugar de «hacer algo».

El objetivo de este ejercicio es comenzar a cuestionar la credibilidad de los pensamientos,


ayudando al cliente a simplemente notar, pero no «comprar como un hecho» la veracidad del
pensamiento. El cliente podría entonces, por ejemplo, tener la idea de que «los alienígenas
están aquí en la tierra y necesito exterminarlos» sin que el pensamiento implique un hecho
que necesita ser actuado o sin que sea necesario hacer nada. Esto ayuda a las personas a
desactivar las historias estrechamente entramadas alrededor de los delirios y alucinaciones y a
colocar estas extrañas cogniciones en el flujo del «río de pensamientos» junto con otros
pensamientos que están teniendo. El ejercicio también está destinado a ayudar a los clientes a
comenzar a estar dispuestos a tener pensamientos y verlos simplemente como cualquier otro,
y no como una llamada a la acción debido a su importancia en el contenido. (Pankey y

Hayes, 2003).

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