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Los contextos del desarrollo

adolescente: la familia, la escuela y


la cultura
1. Los padres, los primeros educadores
Como padres, todos quieren lo mejor para sus hijos, pero en ocasiones no saben bien
cómo hacerlo. La falta de experiencia educativa en la sociedad actual deriva en que
los modelos educacionales vividos por los actuales padres durante su infancia no
sirvan para las nuevas generaciones dado que educar, a día de hoy, es diferente a
como fuese en el pasado. La influencia del entorno actual trae una serie de
consecuencias:

- Dificultad de conciliación de trabajo y familia. La incorporación de la mujer al


trabajo, así como las largas jornadas laborales para subsistir en un mundo cada
vez más costoso desarrollan en los padres desgarro, culpabilidad y afán por
compensar que puede traducirse en un modelo de crianza permisivo y
complaciente.
- Confusión en el concepto de autoridad. Muchos de los actuales padres han
tenido modelos de educación por parte de sus padres que era autoritario.
Buscando no recrear ese modelo de crianza, confunden que la falta de
autoridad es incluso más dañina que la presencia de la misma, al no lograr
establecer límites en sus hijos. Viven con miedo de repetir ellos mismos las
mismas situaciones de las que pudiesen quejarse a lo largo de su infancia,
olvidando que la autoridad no siempre es algo malo.
- Medios de comunicación. Vivimos en una sociedad global en donde la
televisión, internet y en especial las redes sociales han cambiado totalmente
el concepto de familia, adolescencia e infancia, influyendo considerablemente
en la forma de crianza de los hijos.

Hay que ser conscientes de que la familia es el único ámbito donde la persona nace,
crece y muere como persona, por lo que es fundamental entender la
trascendentalidad del amor en la familia. Necesito haber sido amado para poder
aprender a amar a los demás. Por haber sido amado y haber amado puedo llegar a
aprender a estimar qué es lo que yo soy.

1.1. La adolescencia
La adolescencia es una etapa que podría llegar a compararse con un diamante, dado
que es una edad clave por pulir, en donde el individuo va a aprender a conocerse y a
aceptarse. Una vez que el adolescente sabe quién es y se acepta así mismo tanto en
su mundo individual como en el mundo social, puede valerse de su propia libertad.
Esta libertad se observa en la exigencia (elaboración de hábitos correctos, mejora de
sus virtudes), en el avance de la inteligencia, la afectividad y la voluntad. Gracias a
que un adolescente se sabe querer bien es capaz de actuar con libertad para reforzar
sus propias cualidades.
La personalidad de una persona es el resultado de la suma de su temperamento
(impuesto genéticamente), el carácter (que aparece con la presencia de la educación)
y la libertad:

- Temperamento. El temperamento es el conjunto de inclinaciones innatas,


propias de un individuo, que resultan de su constitución psicológica e
íntimamente relacionada a factores bioquímicos, endocrinos y
neurovegetativos que imprimen unos rasgos distintos a la conducta
primariamente operativa de la persona.

Para poder conocer realmente el temperamento puro deberíamos poder trabajar


sin que haya sido mediado por ningún tipo de influencia afectiva o educativa,
dado que es en ese punto donde nace el carácter. Sin embargo, esta situación es
imposible dado que no podemos “conocer” a ningún hombre que no haya sido
educado, por lo que nunca podremos observar un temperamento puro. El
temperamento se comienza a modelar y modular incluso desde antes de nacer.

Hay que ser conscientes de que el temperamento no es bueno ni malo, ni tampoco


es sano o enfermo, es simplemente la predisposición de una persona a reaccionar
de una forma u otra. Conociendo y aceptando esto es más fácil saber que el niño, de
forma intrínseca y natural, va a responder ante determinadas situaciones
reaccionando de una forma u otra.

Existe una paradoja dentro del temperamento, y es que, a temperamentos


semejantes van a aparecer personalidades diferentes. Sin embargo, aquellas
personalidades que son semejantes van a presentar temperamentos diferentes. Por
lo que, es en la educación del carácter, ya sea buena o mala, donde se marca la
diferencia y se adquiere un valor moral de las conductas. Se puede evaluar el
temperamento con la siguiente tabla:

Por ejemplo, si encontramos a un adolescente con un nivel de actividad, impulsividad,


ira y frustración elevado, así como un control inhibitorio, auto tranquilización y
focalización de la atención bajo podemos llegar a pensar que es inquieto, que es
culpa de los padres por no educarle correctamente, que quizás deben exigirle más o
que puede padecer de TDAH, sin embargo, muchos adolescentes están siendo
infradiagnosticados de otros trastornos de la personalidad y el temperamento en post
a otras situaciones adversas del aprendizaje. Por ejemplo, ese cuadro de
temperamento se relacionaría con un trastorno negativista desafiante.
En el lado opuesto, muchos niños superdotados o con altas capacidades son
erróneamente identificados como TOD (trastorno de oposición desafiante) dado
que la búsqueda de bombardear a nuestros hijos con estímulos buscando un
desarrollo precoz de su inteligencia está consiguiendo que sean personas más
descentradas e inquietas.

Son muchas las causas que pueden ocasionar alteraciones en la personalidad, pero,
fijándonos en la base del temperamento genético podemos llegar a comprender la
base innata de un individuo que sirve de base para el desarrollo de su personalidad.
Esta base podrá moldearse en base a la educación, obteniéndose el carácter y la
libertad adquirida al aceptarse así mismo como individuo y al resto de la sociedad,
siendo en este punto trascendental el cariño y amor de la familia e iguales.

2. Estilos educativos familiares


El estilo educativo hace referencia a los mensajes educativos que los padres intentan
transmitir en forma de valores, actitudes y normas de conducta, a cómo se transmiten
y a los procedimientos que son utilizados, por ejemplo:

- Comunicación. Si se realizan actitudes positivas o negativas ante la


comunicación o el diálogo.
- Formas concretas de relación. Por ejemplo, un control excesivo versus el dejar
hacer lo que uno quiera o el afecto frente a la hostilidad.
- Ejercer de modelos de identificación. Esto quiere decir que los familiares se
convierten o no en referentes significativos a quienes imitar.
- Ofreciendo apoyos o recursos que les sirvan como base para su educación. Se
pueden ofrecer desde apoyos instrumentales, emocionales, motivacionales o
sociales.

El estilo educativo es la forma de actuar de los adultos respecto a los niños ante las
situaciones cotidianas, cuando hay que tomar decisiones sobre ellos o resolver algún
conflicto. Responde a la manera de cómo el adulto interpreta las conductas de los
niños y a la visión que tiene del mundo al que se van a incorporar. Va a reflejar el
manejo de conceptos como autoridad, control, afectividad, premios, castigos,
comunicación…

En la siguiente imagen puede observarse una relación entre la comunicación


afectiva (afecto) que se representa en función de si se es capaz de manejar o no las
tensiones y el ejercicio de la autoridad (control de límites) que se representa en
función de si se mantienen o no las normas. En función de cómo se correlacionen
estas dos variables se va a fomentar:
- Asumir responsabilidades. Esto se consigue a través de la exigencia y
confianza, por lo tanto, sería el triunfo del ejercicio de la autoridad.
- Auto aceptación. Esto se consigue a través de la comprensión y la aceptación,
por lo tanto, sería el triunfo de la comunicación afectiva.

La suma de las responsabilidades y la aceptación conduce a una correcta


autoestima o autoconcepto del individuo, habiendo logrado sus padres un
correcto estilo educativo.

Podemos observar cuatro posibles casos en función de la relación de las variables


ejercicio de la autoridad y comunicación afectiva:

1. Familia educadora y asertiva. Es aquella en la que hay un manejo de las


tensiones y las normas. Es el modelo de crianza ideal, lográndose asumir las
responsabilidades en base a una correcta exigencia que deriva en la aparición
de la confianza y una aceptación del individuo gracias a la comprensión dada
por los padres. El niño tendrá una buena autoestima y autoconcepto de sí
mismo.
2. Familia autoritaria. Es aquella en la que sí que hay un manejo de las normas,
por lo que el niño crecerá con la exigencia necesaria para fomentar su
confianza y asumir responsabilidades, pero ha habido un fallo en la
comunicación afectiva, no sintiéndose aceptado por su entorno y no logrando
su auto aceptación.
3. Familia permisiva. Es aquella en la que sí existe un manejo de la
comunicación afectiva, existiendo una aceptación y comprensión del niño al
sentir el cariño familiar, por lo que se desarrolla la auto aceptación, pero se ha
fallado en el mantenimiento de las normas, criándose niños sin exigencia ni
confianza que no asumirán las responsabilidades de sus actos. Está
sobreprotección se está encontrando habitualmente entre los problemas más
graves de crianza en la sociedad actual demostrándose que es más dañina la
influencia de una familia permisiva en un niño que una familia autoritaria.
4. Abandono. Estas situaciones en las que no existe ni comunicación afectiva ni
un ejercicio de la autoridad son directamente fatales para el niño, siendo
necesaria la intervención de servicios sociales.

Por lo tanto, el mejor modelo de educación sería el asertivo, puesto que se


encuentra en el equilibrio ideal de comunicar el afectivo de forma segura, creando
en el niño una correcta aceptación de sí mismo, pero sin volverle egoísta y aislado
de la realidad (sobreprotegido) con una correcta ejecución de la autoridad,
dejando claras las normas que le permitan desarrollar responsabilidades y
confianza, pero sin ser un régimen autoritario.

2.1. Estilo asertivo


Es aquel que presenta normas claras y adecuadas a la edad y que logra constancia
en la exigencia. Emplea un uso razonable de los premios y los castigos para enseñar
el valor que tienen las cosas. Hay un refuerzo verbal positivo. Se fomenta la
autonomía, pero sin llegar a sentir el abandono. El control externo de los padres
fomenta un aprendizaje del control interno por parte de los hijos. Se les exige
responsabilidad en sus acciones y se usa el diálogo y la negociación en función de
su edad.

El estilo de crianza asertivo va a lograr las siguientes características, positivas, en los


niños:

- Buen nivel de autoestima.


- Adquisición del sentido de la responsabilidad.
- Aprendizaje para poder tomar decisiones.
- Aprendizaje de habilidades sociales.
- Aprendizaje del respeto hacia los demás y hacia las normas.

2.2. Estilo permisivo


Es aquel en el que directamente no tiene normas o no las aplican, que existe mucha
flexibilidad en cuanto a los horarios y las rutinas. Para evitar los conflictos, el modo
de actuar es dejar hacer al niño lo que quiera para preservar la paz. En ocasiones se
delega en otros la educación de los niños, muchas veces de forma inconsciente. Hay
ausencia de castigos y se dan regalos sin ningún motivo. Por último, no existen
modelos de referencia.

El estilo de crianza permisivo va a conducir a la aparición de las siguientes


características:

- Inseguridad e inconstancia.
- Falta de confianza en sí mismos.
- Falta de respeto hacia los demás y carencia de empatía.
- Bajo rendimiento escolar por una falta de esfuerzo.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Cambios frecuentes de humor.

2.2.1. Estilo permisivo sobreprotector


Dentro del estilo de crianza permisivo podemos encontrar la variante
sobreprotectora. La sobreprotección puede encontrarse también en un estilo de
crianza autoritario (te protejo con las normas) pero es en la permisividad cuando más
daño hace en el desarrollo del niño.

No existen normas o directamente no se aplican. Hay flexibilidad en los horarios y las


rutinas. No exigen nada a su hijo para que este no fracase y le evitan así situaciones
que sean conflictivas. Van a conceder todos sus deseos, dotándole de excesivos
premios y sin ejercer castigos. Van a justificar o perdonar todos los errores del niño
sin ayudarle a elaborar un aprendizaje y, sobre todo, evitan cualquier tipo de
problema para evitar la aparición de un peligro.

Este estilo de crianza se caracteriza por presentar las siguientes características


comunes en los niños:

- Escaso autocontrol.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Inseguridad y baja autoestima.
- Actitudes egoístas y prepotentes que pueden derivar en violencia hacia los
padres.
- Irresponsabilidad, inseguridad e inconstancia.
- Faltas de respeto constantes hacia los demás y una carencia de empatía.
- Cambios frecuentes de humor.

Si se tuviese que resumir las características de los padres sobreprotectores serían las
siguientes:

1) Evitan a sus hijos cualquier situación desagradable. Al evitarles las situaciones


difíciles van a resolver por ellos sus problemas.
2) Limitan o impiden que sus hijos exploren el mundo por sí mismos. Les están
privando la oportunidad de aprender. Por ejemplo, no les dejan gatear porque
el suelo está sucio, evitan que se lleve cualquier cosa a la boca, no dejan que
nadie les de nada o les coja.
3) Tienen una alta tolerancia a la multitud de demandas y exigencias que el niño
muestra. Responden a ellas de forma inmediata y sin límite.
4) Limitan en exceso las demandas de independencia o autonomía. No se les
permite salir a la calle por si hace frío, no pueden jugar solos…
5) Los padres sobreprotectores siguen haciéndole todo al niño cuando saben
que está perfectamente capacitado para hacerlo solo. Por ejemplo, le siguen
dando de comer, le siguen vistiendo, calzando o peinando o le acompañan al
baño.
6) Suelen contestar por el niño cuando otros adultos se dirigen a él.
7) Cuando sus hijos cometen algún error ellos lo ignoran, tapan o justifican.
8) Utilizan el miedo para tener al niño bajo control. Por ejemplo, es típico oírlos
decir que no se suban a algún lado porque si se caen se harán mucho daño o
que si va solo pueden pasarle cosas muy malas.
9) Se sienten culpables cuando no ayudan a sus hijos a resolver sus problemas o
dificultades. Se sienten responsables de todo cuanto les ocurre, ya sea que se
hayan caído en el parte o que hayan cogido un resfriado.

La sobreprotección no va a dejar que los niños se desarrollen emocionalmente. La


sobreprotección impide que los hijos evolucionen socialmente a la vez que se les
priva de poder alcanzar la madurez suficiente para ser personas autónomas que se
valgan por sí mismas al alcanzar la vida adulta. La sobreprotección produce
sentimientos de inseguridad y de poca valía en los hijos que han sido educados bajo
estas circunstancias.

Los padres que ejercen la sobreprotección suelen tener miedo a defraudar a sus
hijos. Son personas que no saben o no quieren decirles que no dado que buscan no
querer frustrar su infancia, pensando que “ya sufrirán cuando sean mayores”. Tienen
un miedo de ser considerados como “autoritarios” puesto que, en el fondo, tienen
miedo de que sus hijos sufran lo mismo que ellos sufrieron (probablemente a
consecuencia de un estilo autoritario) Puede ocurrir que sean padres que no tengan
mucho tiempo para estar con sus hijos y que por culpabilidad tengan una actitud
indulgente con él. Tienen miedo al conflicto a observar el dolor en sus hijos, además,
puede ocurrir que les de pereza corregir a sus hijos, hacerles reflexionar o imponerse
ante ellos.

2.2.2. Affluenza o síndrome del niño rico

En su defensa se alegó que estuvo tan consentido que era incapaz


de entender la gravedad de las consecuencias de sus actos y asumir
la responsabilidad. Se usó el concepto de ricopatía. (Ethan Couch)

El síndrome del niño rico se origina a partir de la sobreprotección y exceso de


bienes materiales que rompen el principio de realidad en los menores. No se trata
de que una familia sea rica sino más bien de su forma de actuar, logrando que el niño
sea incapaz de ponerse en el lugar del otro. La ricopatía puede manifestarse de
distintas formas:

- Psicológicas. Existen fobias, estrés, desinterés, agresividad, trastornos de la


conducta, bajo rendimiento académico, sentimiento de excesiva grandeza.
- Físicas. Dolores de cabeza, vómitos y diarreas.

Las consecuencias de esta ricopatía se engloban en las siguientes:

o Comportamientos criminales como robar, mentir para inculpar a otros,


lesionar gravemente a los compañeros de clase a quien considerar
“inferiores” o “peores”:
o No ser capaz de asumir las responsabilidades de sus actos.
o Constantes faltas de respeto hacia los demás.
o Bullying.

2.3. Estilo autoritario


Es aquel que se caracteriza por la presencia de normas abundantes o rígidas que se
exigen sin razón. Se logra transmitir miedo dado que existen más castigos que
regalos. Hay constantes críticas hacia el niño, así como la presencia de poco control
en los impulsos de los adultos, creciendo el niño en entornos con gritos o
nerviosismo. No existe ni diálogo ni negociación.

El estilo de crianza autoritario va a conducir a la aparición de las siguientes


características:

- Rebeldía debido a la impotencia.


- Actitud de huida o tendencia al engaño.
- Rigidez emocional.
- Baja autoestima y escasa autonomía.
- En ocasiones se observan adolescentes con conductas agresivas en tanto que
otros tienen conductas de sumisión.
2.4. El estilo educativo predice el temperamento
Las características del temperamento innato de una persona
pueden ser influidas por el estilo educativo:

- Autoritarismo. Va a favorecer rasgos de surgencia y va a


inhibir rasgos de control del esfuerzo. Así, van a tener
altas puntuaciones en los rasgos de surgencia y bajas
puntuaciones en control de esfuerzo.
- Permisivismo. Va a favorecer rasgos de afectividad
negativa y va a inhibir rasgos de control de esfuerzo. Así,
van a tener altas puntuaciones en afectividad negativa.
- Equilibrado. Va a favorecer el control con esfuerzo, pero
va a inhibir la impulsividad. Así, van a tener bajas
puntuaciones en los rasgos de surgencia y altas
puntuaciones en el control con esfuerzo.

2.5. ¿Para qué sirven las normas?


Las normas tienen diferentes fines:

- Para el aprendizaje de hábitos y consultas adecuadas a su edad.


- Para sentirse guiado en su crecimiento personal. El hecho de tener límites y
normas es porque se ocupan de mí.
- Para desarrollar sentimientos de autoestima cuando logre conseguir las metas
que las normas o límites representan.
- Para desarrollar sentimientos de confianza, autonomía y seguridad en sí
mismos.
- Para desarrollar sentimientos de pertenencia a la organización familiar y social.
- Para desarrollar el autocontrol y la autoregulación.

2.5.1. La tolerancia a la frustración


Una frustración es la vivencia emocional ante una situación en la que un deseo,
proyecto, ilusión o necesidad no se satisface o no se cumple, lo que sucede
normalmente cuando se establecen límites o queremos que se cumplan las normas.
La tolerancia a la frustración consiste en superar esa situación desagradable
continuando con su vida normal a pesar de ella. Tener una baja tolerancia a la
frustración es tener sentimientos de cólera, miedo o tristeza al enfrentarse con el no
cumplimiento de los deseos.

Son los padres los que deben enseñar a manejar las frustraciones desde pequeño,
dado que deben ayudar a comprender que no siempre se consigue lo que se quiere,
que los demás tienen sus propios límites y que hay que aceptar la realidad sin
experimentar sentimientos fuertes de cólera, miedo o tristeza.

2.5.2. Reglas básicas


Como padres, se debe de ejercer como un modelo de esfuerzo, exigencia,
constancia y coherencia. Deben educar con un consenso claro de lo que quieren, no
ejerciendo distintos roles para que no existan desavenencias entre la percepción que
tienen los hijos de uno u otro (si uno se comporta de forma autoritaria y el otro de
forma permisiva habrá un desequilibrio)
Debe existir una coherencia en la organización de la crianza, adecuación y constancia.
Hay que saber castigar y premiar. Como equipo, debe existir comunicación. Además,
es importante no confundir la autoridad, que es necesaria, con el autoritarismo que
es abusivo. No se debe suplir ni suplantar las tareas del otro y siempre hay que dejar
tiempo libre y de recreo sin sobreprotección ni autoritarismo.

2.6. Del hábito a la actitud: la educación del deseo


La actitud es la predisposición a dar un tipo de respuesta siendo el resultado de los
hábitos adquiridos. Los componentes de la actitud son:

- Cognitivos. Creencias.
- Afectivos. Emoción y sentimiento.
- Conductuales.

Un niño va de la elaboración de la conducta a la asimilación de la idea, siendo


incapaz de imaginar las consecuencias de una idea sin haber experimentado antes
el hecho. Sin embargo, un adolescente ya sí es capaz de ir desde la idea a la
conducta sin necesidad de realizar el hecho físicamente.

Entre las actitudes que deben fomentarse en nuestros niños estaría la de aprender a
desear lo bueno, a aprender a desear ser bueno, a aprender a desear a lo grande,
y la búsqueda de un equilibrio entre la cabeza, el corazón y la voluntad.

Se debe realizar un esfuerzo para establecer las relaciones intra e interpersonales:

- Relaciones con los otros. En búsqueda del respeto y la empatía se van a


fomentar rasgos como la justicia, generosidad y fortaleza.
- Relaciones con el trabajo o el mundo. En búsqueda de la autonomía y la
autoexigencia se van a fomentar rasgos como la responsabilidad,
perseverancia y laboriosidad.

A partir de la exigencia y confianza se pueden establecer unos hábitos


adecuados. Estos hábitos, con autoexigencia y autocontrol se convierte en
virtudes que, con esfuerzo, nos permiten poder desarrollar nuestra libertad,
lográndose así junto con el carácter y el temperamento los tres componentes de
la personalidad. De la libertad, de la inspiración y la creatividad habla largo y
tendido Alfonso López Quintás.
3. Aprender a comunicar
Existen dos tipos de comunicación, la comunicación verbal y la no verbal. Se van a
ver representados por distintos factores, como la escucha activa, la asertividad y el
nivel de interlocución.

3.1. Lenguaje no verbal


Las características de la comprensión del lenguaje no verbal, así como sus principales
desavenencias vienen recogidas en la siguiente tabla:

3.2. La ventana de Johari


La ventana de Johari es un modelo de análisis concebido durante la década de los
50 por los psicólogos Luft y Ingham quienes emplearon un acrónimo de sus iniciales
para ponerle nombre a su teoría. Empleada en dinámica de grupo, busca estudiar las
relaciones interpersonales y el proceso de comunicación entre los seres humanos.
Para ello, utiliza una división del concepto de espacio interpersonal en cuatro áreas
diferenciadas en donde, cada una de ellas, viene definida por la naturaleza de la
información que se transmite en ellas.

La idea de la compartimentación en cuadrantes responde a los distintos enfoques o


puntos de vista de la información que se conoce o se ignora sobre uno mismo,
procedente tanto de la percepción individual (yo) como de la percepción de los
demás (los otros). Los cuadrantes se dividen en:

- Área pública. Lo que conocemos tanto yo como los otros. Comprende todo
aquello que sabemos de nosotros mismos y que dejamos ver a los demás.
Configura la imagen coherente y transparente que tenemos de nosotros
mismos.
- Área ciega. Lo que yo no conozco, pero sí que conocen los otros. Encuadra
todo aquello que los demás perciben de nosotros pero que desconocemos o
no somos conscientes de ello. Por ejemplo, podemos pensar que somos
personas muy pacientes, pero si alguien ajeno a nosotros detecta que hemos
perdido la paciencia puede no compartir nuestra opinión.

Suelen ser rasgos que descubrimos después de que otras personas de nuestra
confianza nos los hayan descubiertos, sacándonos de una espiral de negación en
la que podemos no ser capaces de reconocer ciertos aspectos de nuestra
personalidad.

- Área oculta. Lo que yo conozco, pero no conocen los otros. Somos nosotros
mismos los que conocemos determinados aspectos de nuestra personalidad
que elegimos ocultar a los demás. Hay diferentes razones para que
determinados rasgos o facetas nuestras no queramos que sean conocidas por
los demás como, por ejemplo.
o Porque consideramos que las demás personas no son dignas de tener
esa información.
o Porque tenemos miedo a ser juzgados por presentar dichos rasgos.
o Porque pensamos que dando a conocer esos rasgos estamos
brindando a las demás herramientas para poder hacernos daño.
- Área desconocida. Lo que no conocemos ni yo ni los otros. Está formada por
características de nuestra propia personalidad que aún no han sido
reconocidas. Aquí se encuentra el autoaprendizaje que vamos a realizar a lo
largo de nuestra vida para descubrir facetas de nuestra personalidad que se
van a ir ubicando en cada una de las otras tres áreas según van siendo
descubiertas.

Existe una interacción inevitable entre los cuadrantes, de tal forma que, al
introducirse información nueva en uno de los cuadrantes, afectará a los demás.

En función a cómo se dispone estas áreas podemos encontrar cuatro situaciones:

- Predominio del área desconocida. Son personas que ni se conocen ni se


dejan conocer.
- Predominio del área oscura. Personas que se conocen mucho a sí mismas
pero que no se dan a conocer a los demás.
- Predominio del área ciega. Son personas que hablan mucho de sí mismas,
pero puede que lo que digan no sea cierto porque no se toman el tiempo a sí
mismos para conocerse.
- Predominio del área libre. La persona se conoce, se deja conocer y está
siempre abierto a descubrirse.

Para conocer a un individuo deben de participar muchos de nuestros sistemas


sensoriales, desde la visualización, se van a construir imágenes visuales que
serán recordadas. A través del sonido también se van a construir sonidos que van
a ser recordados. Las sensaciones transmitidas por nuestro cuerpo nos van a
permitir, en último término, establecer un diálogo corporal.

Hay que tener en cuenta que, lo que han querido decir no


siempre es lo mismo a lo que han dicho, ni a lo que se ha
escuchado ni comprendido. Tampoco será lo mismo que
retiene el interlocutor ni cómo ha repercutido en él,
además de que la comunicación no verbal (lenguaje
corporal) ejercerá un 55% de lo que va a ser captado por
el interlocutor, después yendo la intencionalidad de la voz
en un 38% y por último el contenido y significado de las
palabras con un 7%.

3.3. Conductas verbales positivas


Algunas conductas verbales positivas serían las siguientes:

- Lenguaje habitual concreto y bien especificado.


- Trasladar siempre una visión positiva de la vida conyugal. Esto no significa
que se deban ignorar o desconocer las dificultades reales ni descubrir lo
bueno y gratificante que hay entre las dos personas.
- Gratificaciones verbales frecuentes, como elogios, palabras amables,
comentarios positivos.
- Evitar excesivas generalizaciones. Por ejemplo, se deben evitar fórmulas
negativas categóricas tajantes como “nunca, jamás, intolerables,
inaguantable” …
- Expresar más y mejor los sentimientos de afecto, haciéndolo de forma táctica
y explícita.
- Sinceridad, pero sin ser crueles. Todo se puede decir, pero depende cómo se
haga, por lo que hay que utilizar siempre la mano izquierda.
- Aprender a no dramatizar, a no convertir las dificultades en asuntos insalvables
y para ello hay que cuidar de nuestro lenguaje no verbal.
- No meter en el saco ni sacar de él los resentimientos.
- Durante una discusión sacar el tema que se tiene entre manos, evitando
amontonar así acusaciones una tras otra.

3.4. Modelo bidimensional de la aserción


En función de las variables coacción y expresión pueden situarse cuatro posibles
escenarios:

- Aserción. La asertividad consiste en expresar lo que se siente o piensa sin


violentarse y sin violentar al otro. Es la expresión de los sentimientos,
preferencias u opiniones personales de una manera directa, sin intentar forzar
el acuerdo del otro a través del control aversivo, tal como castigo y amenazas
de castigo.

Uno puede expresar asertivamente sentimientos positivos y negativos,


considerando entre los primeros el afecto y entre los segundos el enfado o la ira.
- Agresión. Es la expresión de los sentimientos, preferencias u opiniones
personales de una manera que incluye el uso explícito de formas coactivas
para forzar el acuerdo del otro.

La coacción incluye la expresión de castigo y amenazas. El castigo explícito


incluye el denigrar, insultar, agredir físicamente y realizar declaraciones directas
de ostracismo social. Las amenazas directas incluyen avisos de posibles
consecuencias o castigos.

- Sumisión. La sumisión es la carencia de expresión directa y clara de los


sentimientos, preferencias u opiniones personales, así como el sometimiento
automático a las preferencias o poder de autoridad de otro.
- Agresión pasiva. La agresión pasiva es la carencia de expresión directa y clara
de las preferencias, sentimientos u opiniones personales, mientras que, de
forma indirecta, se intenta coaccionar a la otra persona para que ceda.

La coacción indirecta incluye infligir indirectamente castigos y amenazas. Los


intentos de oponerse o manipular al otro de forma indirecta incluirán la retira de
afecto, las malas caras, la obstrucción pasiva, las insinuaciones de agravio y el
ostracismo social encubiertos a través del corte de la comunicación (silencios) La
persona pasivo agresiva buscará hacerte parecer loco, mentiroso e invalidará
cualquier reclamo antes de reconocer que hizo algo mal, por mínimo que esto
sea.

Algunas cosas que producen el fracaso de la comunicación son:

- Minimizar o ridiculizar las opiniones del otro.


- Ignorar.
- Interrogar.
- Criticar.
- Amenazar o mandar.
- Tratar de tranquilizar sin escuchar ni ponerse en el lugar del otro.
- Interpretar, no tratar de ver y entender lo que el otro siente.
- Moralizar o reprender.
- Dar e imponer soluciones sin escuchar.

La solución que debemos aportar es: estar ahí, aceptar, ponerse en el lugar del
otro, dialogar y ofrecer modelos. Así lograremos comunicarnos de una forma
asertiva.

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