• Año 8 • Nº 71 • Septiembre de 2005 • $ 4.

-
Cromañón:
responsabilidad
y victimización
Raquel Bozzolo, Martha L’Hoste

La máscara no
deja huir del otro Hay algo más importante que la lógica: la imaginación. Alfred Hitchcock
Elina Matoso

EL PENSAMIENTO DE LA COMUNIDAD Noelia Billi

El quiebre del
proyecto laboral
en el varón
Guillermo Vilaseca

EL LUGAR DE
SUJETO EN UNA
EXPERIENCIA
INSTITUCIONAL
Carina González

Acerca de la
destructividad
humana
Andrés Sanchez Bodas Director:
Román Mazzilli

71
“PEDAGOGÍA
DEL ABURRIDO”
DE LEWKOWICZ
Y COREA
María Emilia López

Director
Román Mazzilli
Secretario de redacción
Walter Vargas
Redacción:
Luis Gruss, Daniel Seghezzo,
Denise Najmanovich, Patricia
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Colaboran en esta edición
Raquel Bozzolo, Martha L’Hoste,
Elina Matoso, Noelia Billi,
Guillermo Vilaseca, María Emilia
López, Andrés Sanchez Bodas,
Carina González, María Alvarez,
Marcelo Miceli, Enrique Guinsberg,
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Campo Grupal / 2
Cromañón: una experiencia singular
Responsabilidad
y victimización
Raquel Bozzolo y Marta L´Hoste
rbozzolo@fibertel.com.ar
ÒEl experto con su saber supuesto, se destituye cuando el saber no
es poder, cuando en situaci—n no puede, cuando se desdibuja cualquier
noci—n de objeto, de estudio, de asistencia, de fascinaci—n, de idealiza-
ci—n. El saber, correlativo del objeto, se desvanece con el objeto. El in-
telectual superfluo puede componerse con el movimiento de pensa-
miento.Ó
Ignacio Lewkowicz
en la Posdata a ÒM‡s all‡ del corte de rutasÓ de Francisco Ferrara
Nombrar y tramitar
H
ace algunos a–os pensamos a las Madres de Plaza de Mayo
como un gigantesco analizador de las condiciones de produc-
ci—n subjetiva de la dictadura que permiti— la enunciaci—n de
la existencia de los desaparecidos, y les hizo tener presencia social y
pol’tica. Hoy nos preguntamos si la gesti—n de los familiares de los
muertos en Croma–—n constituye un analizador de la alteraci—n en
las condiciones de producci—n subjetiva en la Argentina actual.
Intentamos con estas notas, compartir algunas consideraciones ini-
ciales desde esa pregunta, generada al calor de una experiencia reali-
zada en el verano pasado en nuestra ciudad, en la sede de nuestra aso-
ciaci—n, que comentaremos al final.
Nuestro interŽs es acercarnos al problema de la tramitaci—n colecti-
va de la misma. Algunos rasgos de dicha gesti—n se constituyen en
analizador en cuanto hablan de o hacen hablar al suelo de lo socio-
hist—rico-subjetivo, especialmente en el plano de la relaci—n de los su-
jetos a la ley y de las posibilidades y obst‡culos que la subjetividad
profesional psi ocasiona. Dejaremos de lado las reflexiones del por-
quŽ de la tragedia, aunque se apreciar‡n algunos de nuestros mojones
para pensarla.
Pensar es siempre pensar en las diferencias. La homologaci—n de
estos dos sucesos y su inclusi—n en una misma categor’a, muestra la
inercia del pensamiento identitario, que impide los abordajes espec’-
ficos en la singularidad de cada situaci—n. Es necesario tener en cuen-
ta que la construcci—n social del experto especialista requiere de una
delimitaci—n categorial y pensamos que esa noci—n es la de los tras-
tornos postraum‡ticos; que no nos convocan al pensar esta experien-
cia.
Lo comœn, lo diferente
En las dos situaciones, se ha producido muerte masiva, que fue
nombrada de diferentes formas: emergencia social, cat‡strofe, acci-
dente, masacre, genocidio, matanza, tragedia.
Esto habla de lo enredado de un problema que en su recorrido para
ser nombrado requiere de una decisi—n. Nombrar obliga a hacerse car-
go de los efectos de sentido que ese acto causa1. Nos interes— el tŽr-
mino matanza, ya que parece aludir a muertes no deseadas pero pro-
vocadas por unas condiciones subjetivas2, an—nimas (sin sujeto inten-
cional en el decir de Foucault), que ponen las vidas en peligro extre-
mo de muerte.
Los lazos sociales que hac’an comunidad ofrecieron durante un lar-
go per’odo, una seguridad a la circulaci—n de cuerpos y bienes, tal co-
mo lo prescrib’a el contrato social. La representaci—n compartida de
semejante comunidad, fortalec’a la vivencia de amparo. Con la ca’da
de los organizadores de sentidos comunes y la precariedad del ancla-
je subjetivo en la ley social3, se agujerea esa representaci—n. La no-
ci—n de sujeto de los derechos, tan proclamados en diversas situacio-
nes no produce hoy comunidad de ciudadanos. Estamos frente a una
forma de existencia donde lo social, lo comunitario no se arma m‡s
que en situaciones singulares y ef’meras.
La necesidad de encontrar alguna l—gica que ordene al mundo fren-
te al caos experimentado, por la alteraci—n es frecuente en una Argen-
tina donde no es f‡cil diferenciar cuidadores de criminales, ni polic’as
de delincuentes. En esta l’nea de pensamiento observamos como la
presunci—n de intencionalidad en lo ocurrido, posiciona a los fami-
liares de los muertos en Croma–—n, en unas condiciones de elabora-
ci—n ps’quica y subjetiva que los fija en la acusaci—n jur’dica y la cul-
pabilizaci—n pol’tica. Creemos que debemos puntuar las diferencias
con la lucha de los familiares de los desaparecidos, generada en el pe-
r’odo pos-dictadura. Estas diferencias marcan la alteraci—n del suelo
presente.
Se ha puesto en tela de juicio la gesti—n administrativa del gobier-
no y el debate se produce alrededor del eje de la corrupci—n. No se
cumplieron las ordenanzas, ni se realizaron las inspecciones; hubo
complicidades entre funcionarios corruptos y comerciantes codicio-
sos; se dispusieron las instalaciones indebidamente; no se cumpli—
con el tope de entrada del nœmero fijado de participantes; todos in-
cumplimientos de las normativas que hacen al cuidado de los cuerpos.
Qué vano que es sentarse a escribir cuando aún no te has parado para vivir. Henry David Thoreau
Se discute la participaci—n de los mœsicos en la organizaci—n empre-
sarial del evento. Los mœsicos muestran el anudamiento arte y empre-
sa.
Los procedimientos jur’dicos de castigo, se ponen en marcha. ÀLos
muertos han sido asesinados?, y si as’ fuera, el asesinato, Àfue dolo-
so, culposo? Predominan las referencias a leyes y c—digos. Las apre-
ciaciones de corte legal tanto en el orden penal o administrativo, agre-
gan una dimensi—n que supo dar sentido y hoy muestra impotencia
para hacerlo.
Durante estos œltimos a–os hemos repensado la experiencia del te-
rrorismo de estado y nos enriqueci— la noci—n de estado de excepci—n
de Agamben, recordamos tambiŽn la afirmaci—n del actual Juez Zaf-
faroni acerca de la imposibilidad de tramitar los efectos sociales de
los genocidios, a travŽs de la ley jur’dica. Hoy se encuentra ausente
una dimensi—n pol’tica que anudaba ley, comunidad y ciudadano. En-
contramos la ausencia de pol’tica correlativa a la ausencia de obliga-
ciones y de responsabilidad, propia del sujeto consumidor, a quien to-
do parece prometerse y nada le obliga. Los restos de aquella opera-
ci—n que anudaba en la subjetividad ciudadana, se presentan en las
apelaciones al discurso jur’dico, en los pedidos de reparaci—n indivi-
dual y en los derechos de cada grupo que enfrenta a otros, con igua-
les derechos. Estos retazos s—lo logran armar fragmentos dispersos si
no se realizan operaciones situacionales, que quiz‡s configuren for-
mas peculiares de efectuaci—n de la dimensi—n pol’tica.
Desde el verano, el debate en los medios acerca de Croma–—n tran-
sita en una propalaci—n de opiniones que no arma pensamiento. Ni la
sumatoria de expertos en los espacios medi‡ticos logra disminuir la
confusi—n de la opini—n. Se instala una equivalencia entre la respon-
sabilidad social y la culpabilidad jur’dica. Hay ausencia de palabra
plena Àd—nde y c—mo provocarla? ÀComo pensar la responsabilidad
de cada uno ante la ca’da de los sentidos comunes y la obligaci—n mu-
tua con los otros? En un mundo donde predomina la desmentida de la
propia implicaci—n subjetiva, y la ley jur’dica no marca la subjetivi-
dad, se dificulta pensar en la responsabilidad ÀDeber‡ construirse Žs-
ta en un m‡s all‡ de la ley?
Los agrupamientos y organizaciones de familiares de los muertos
en Croma–—n, han presentado sus afectaciones de diversa manera. La
consideraci—n de la v’ctima -en el sentido de damnificado que deman-
da una reparaci—n- es una de las formas contractuales con que nues-
tra cultura procesa estas emergencias de perjuicio masivo, al conmi-
nar a los responsables a la reparaci—n material o simb—lica. La v’cti-
ma, el damnificado, es el lugar instituido por un orden jur’dico, pero,
si apostamos a crear un mundo m‡s habitable, no puede constituirse
en el sitio de la subjetivaci—n. En nuestra perspectiva, subjetivaci—n
alude a la producci—n simult‡nea de un mundo y de una forma del ha-
bitante. La lucha de los familiares de los desaparecidos, por la Justi-
cia, con el Castigo a los culpables, estuvo incluida desde el inicio en
la bœsqueda de reparaci—n simb—lica, y la hemos considerado como
construcci—n de una trama simb—lica alternativa, que habilitaba sub-
jetivaciones.
En los dispositivos psicoanal’ticos, la asunci—n de responsabilidad
subjetiva es una de las condiciones de la tramitaci—n ps’quica; en es-
tas situaciones traum‡ticas, el posicionamiento de v’ctima dificulta la
subjetivaci—n y requiere de alguna elucidaci—n. Desde el punto de vis-
ta de las estrategias de subjetivaci—n, la gesti—n colectiva desde la po-
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sici—n de v’ctima no s—lo no alcanza, sino que constituye un obst‡cu- Con cierta perplejidad no hemos encontrado desmentida del ries-
lo4. La reparaci—n a las v’ctimas fue un tema de dura discusi—n entre go, (en el sentido del mecanismo inconciente) sino una ausencia de
los familiares de desaparecidos. En Croma–—n este debate se actuali- marca del peligro o del riesgo que implican ciertas acciones en los Educación del
za en reparaciones econ—micas: subsidios, puestos de trabajo, etc. que discursos de los protagonistas de recitales o encuentros deportivos movimiento, postura,
no alcanzan a configurar una trama simb—lica que sostenga un sujeto. masivos. No aparece registro de la conexi—n entre acto y consecuen-
Cuando en enero del 2005, el Foro de Instituciones de Salud Men- cia. relajación.
tal de Buenos Aires, organiz— una Red de profesionales para el abor-
daje en emergencias, dibuj— una asistencia en tŽrminos de solidaridad, ÒYo estuve en Cro...muchas veces y en otros recitales y nunca pen- Técnicas de danza,
es decir sin cobro a los damnificados. Esta respuesta solidaria, apor- sŽ que la consecuencia de la bengala pod’a ser esto que pas—, el in- Expresión corporal
t—, como efecto indeseado, a la construcci—n de la subjetividad v’cti- cendio. Yo sŽ lo que se siente en prender una bengala, es parte de la
y Estiramiento.
ma. Por otro lado el no pago a un terapeuta por parte del familiar o so- fiesta, all’ te recort‡s, all’ te ves y te ven de una maneraÉ Creo que
breviviente hace caer el efecto reparatorio del subsidio por da–o que nunca hubiera pensado, yo ni nadie, que podr’a pasar estoÉÓ Adolescentes y
los familiares reclamaron y en ocasiones obtuvieron del gobierno de adultos.
la Ciudad de Buenos Aires. Esta deriva nos alerta acerca de la posi- Encontramos otra dimensi—n en las afectaciones subjetivas de al-
ci—n profesional ante la instituci—n de la solidaridad. gunos j—venes: una bœsqueda de intensidad organiza la fiesta, como
significante que alude a una convocatoria sin bordes, muchas veces
Responsabilidad y riesgo con consumo de sustancias que logren hacer sentir algo, con pogos Tel. 4554-0394
frenŽticos, con sonidos hipn—ticos etc. Estos intervalos se distinguen (concretar entrevista)
La responsabilidad esta directamente relacionada con el riesgo. Si de un estar aplanado en el mundo, muchas veces burocratizado, don- Ravignani 1938 1º 7
se asegura el destino de algo, no se necesita ser responsable. El dis- de la vida parece indiscerniblemente unida a la muerte. tiempo_espacio@hotmail.com
curso actual reclama y en ocasiones promete el no riesgo. En el psi-
coan‡lisis el riesgo ocupa un lugar. Dice una colega5 ÒNo hay cam-
bio de posici—n subjetiva sin riesgo, se trata de correr un riesgo con
consecuencias pero sin garant’as. Correr un riesgo, a-riesgarse es a 30 años del CIPC
condici—n de poder mediar una decisi—n, un acto que implique al su-
jeto. Estamos entonces en el terreno del acto.Ó Instituto de la Máscara CENTRO INTEGRAL
DE PSICOTERAPIA
É
Y continœa con el tema de la responsabilidad: ÒEn este sentido el
circuito de la responsabilidad es entonces productor de humanidad,
"La noche de las treinta máscaras" COGNITIVA
en tanto se dirige al sujeto pregunt‡ndole quŽ sucedi— all’ donde pa- El sábado 1º de octubre de 18 a 23 hs. Estrategias
rece no poder responder, donde parece quedar excluido de la posi-
bilidad de dar cuenta de sus propias acciones ÉEsta cuesti—n lleva Actividades simultáneas participativas: para el Cambio
a Primo Levi, sobreviviente de Auschwitz a evocar una extra–a de- • Construcción de máscaras y personajes
sesperaci—n que se adue–aba de los prisioneros en el momento de la • Proyección de videos • Probador de máscaras
liberaci—n, y dice Òviv’amos la desesperaci—n, al sentir que nos con- Trastornos de
vert’amos en hombres, es decir en seres responsablesÓ.
• Relatos • Testimonios de estos 30 años a cargo
de invitados representativos de la cultura, el arte, Ansiedad - Depresión
El abrochamiento hombre y responsabilidad, enunciado por Primo
Levy vacila6, nos preguntamos c—mo armar responsabilidad cuando directores y coordinadores Orientación Vocacional
el riesgo no encuentra un sujeto capaz de la decisi—n de la que ha- del Instituto
Casa de la Cultura del
blaba la colega. Las condiciones actuales, parecidas al campo de • Brindis y baile de máscaras,
Fondo Nacional de las Adolescentes - Adultos
concentraci—n, trabajan en el sentido de la desubjetivaci—n. con músicos en vivo.
Los significantes riesgo, responsable, culpables, etc, se reiteran en Artes (Casa de Victoria
los reclamos de los familiares. Por otro lado hemos encontrado en Ocampo) Rufino de Parejas - Familias
las voces de los j—venes, el significante cuidado mutuo. Es una rare- Elizalde 2831,
za que se recorta en la proliferaci—n medi‡tica de reclamos de Òl’mi- Capital Federal. (frente a
tesÓ y de ÒseguridadÓ, que se mantienen en la apelaci—n a un Otro. Av. del Libertador y Informes: 155-756-9173
Habr‡ que seguirle la pista. Billinghurst) 155-095-1446

Asociaci—n Argentina de Psicolog’a y Psicoterapia de Grupo

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V’nculos Actuales: Necesidad y Deseo Ð Placer y Dolor 10 de septiembre de 2005
Ejes tem‡ticos: Dolor y Placer Ð Necesidad y Deseo. Cambios en los movimientos de subjetivaci—n actual. Necesidad y Carencia. Sus efectos en los v’nculos
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res, nos propusimos convocar a reuniones abiertas a todo aquel que se
4902-5896 15-5805-7904 sintiera afectado por el incendio en Croma–—n, fuera o no familiar o
leonor5@ciudad.com.ar sobreviviente. Esta singular convocatoria se basaba en la convicci—n
de que la tramitaci—n de estas afectaciones comunes requer’a un espa-
cio colectivo.
BELGRANO Sostuvimos las reuniones de los miŽrcoles, desde el 12 de enero al
2 de marzo, con diversa suerte en cuanto a la presencia de colegas, de-
bido a las vacaciones de verano. En las primeras reuniones abiertas al-
Consultorios con gunos familiares y algœn sobreviviente se sintieron convocados. Man-
sala de espera tuvimos una alternancia de estas reuniones con otras de miembros de
la AAPPG que hab’amos tenido la iniciativa de realizar esta experien-
cia y quer’amos seguir pensando juntos. Las discusiones m‡s ricas de
Hora - Día - Módulo las reuniones de socios se produjeron alrededor del dispositivo, la for-
$ 5 - Descuentos ma de convocatoria, el lugar y la funci—n de los profesionales psi que
interven’an, la modalidad de coordinaci—n.
Algunos de los que estuvimos en la gesti—n del dispositivo ten’a-
4788-0723 4821-0465 mos experiencia en situaciones que presentan cierta anomal’a para el
cl‡sico dispositivo psicoanal’tico. Dise–amos un espacio para el en-
cuentro desde una posici—n subjetiva del coordinador, basada en el re-
Corrientes husamiento a ocupar el lugar del experto. La apuesta era sostener el
dispositivo, para facilitar posicionamientos subjetivos implicados,
y Pueyrredón que nos dispusieran a un di‡logo con los otros.
Fuimos a estos encuentros desde la propia afectaci—n (perplejidad,
sobre Corrientes
dolor, preocupaci—n) y desde la curiosidad intelectual por las derivas
subjetivas que estas tramitaciones produjeran.
Alquiler de La actividad predominante fue la elucidaci—n de las diversas signi-
consultorios y salas ficaciones con que se intentaba dar sentido a la cat‡strofe, realizada
Con o sin diván en un clima de alto voltaje emocional.
Servicio de secretaría En ocasiones, se produc’a un intenso trabajo de pensamiento, sin
neutralizar las diversas conmociones subjetivas, que en este dispositi-
Tel.: 4961-5714 15-5311-3387 vo no quedan reducidas al plano de lo postraum‡tico, aunque fuera
necesario incluirlo en m‡s de una ocasi—n. Nos dispusimos a pensar
el trabajo desde la oferta y no desde la demanda, cuesti—n no muy c—-
ALQUILO moda para nuestros h‡bitos.
Algunos colegas que trabajan en hospitales se sintieron convocados
consultorio psicológico e intercambiaron sus experiencias y mantienen hoy intercambio acer-
ca de sus experiencias. Varios compa–eros de la Asociaci—n se mos-
Por hora traron fuertemente interpelados por lo realizado y produjeron escritos
breves, donde se mostraban conmovidas algunas de las certezas com-
modulo partidas. El di‡logo fue enriquecedor. A partir del mes de marzo se
mes constituy— un grupo de pensamiento, que se denomin— ÒLa cl’nica an-
Corrientes y Pueyrredón
4962-4583 XIV JORNADA
DE CREATIVIDAD GRUPAL
te la excepci—n o la cat‡strofeÓ que acompa–a las tareas cl’nicas que
se continœan realizando.
Nos resulta imposible en este espacio presentar las voces escucha-
das en esas reuniones, pero pensar los procedimientos empleados y
sus efectos, es parte de una tarea que antecedi— la experiencia y hoy
prosigue. Queremos compartir en esta jornada algunas de las interro-
gaciones que promovieron debate entre nosotros:
Se discuti— la cuesti—n de la afectaci—n comœn como sitio de traba-
jo, algunos viv’an como obst‡culo la indiferenciaci—n del rol del pro-
fesional dentro del dispositivo y otros como condici—n de posibilidad.
El lugar y la funci—n de los profesionales psi en estas experiencias ha-
ce pregunta.
Fue dif’cil evaluar la discontinuidad de la presencia de familiares
y/o sobrevivientes en las reuniones. Algunos consider‡bamos cada
reuni—n como un grupo cada vez, otros requer’an continuidad en el
tiempo para acompa–ar un proceso de tramitaci—n.
El v’nculo entre solidaridad y actividad de adhesi—n pol’tica fue y
es un tema de debate, en relaci—n con la inclusi—n de trabajo profesio-
nal en las organizaciones de afectados. S—lo en posteriores activida-
des pudimos pensar desde quŽ posici—n hab’amos realizado la aproxi-
maci—n a los familiares, que aœn continœa. Vamos a ese trabajo, des-
de la curiosidad intelectual por estas tramitaciones y en el deseo de
componer activamente con otros para la gesti—n colectiva de los pro-
blemas que nos aquejan. Estos dos vectores ayudan a configurar una
manera del estar ah’ que nos permiti— sostenernos en la tarea, cuando
no acordamos con las demandas o las acciones pol’ticas de las orga-
nizaciones de familiares con las que colaboramos.
Aunque el recorrido relatado tiene fecha, la tarea de pensarlo no ha
concluido. La experiencia realizada permiti— escuchar voces no habi-
tuales, entre ellas la de un muchacho que se present— m‡s o menos de
esta manera, en lo que consideramos un testimonio7:
ÒYo vengo porque soy primo de ÒJÉÓ, una chica que muri— en
Croma–—n; pero podr’a decir que vengo como posible sobreviviente,
porque esa noche no fui pero siempre iba, Éque vengo como posible
v’ctimaÉ y tambiŽn como posible responsable de lo que ocurri—. Yo
tambiŽn podr’a haber organizado un recital as’É es m‡s mi prima
que muri— y hac’a esas cosas, tambiŽn lo podr’a haber hechoÓ.
Notas
1Segœn el enfoque de Silvain Lazarus en Antropolog’a del Nombre, Seuil, Par’s (tra-
ducci—n de I Lewkowicz)
2 Subjetividad es para las autoras el nombre de una forma del habitar, de una posi-
ci—n, es decir no alude al Òsujeto ps’quico individualÓ, aunque lo incluye como di-
mensi—n.
3 Ignacio Lewkowicz, Condiciones postjur’dicas de la ley, encuentro Ò Deseo de
leyÓ, 2001
4 Alan Badiou,. La Žtica. Ensayo sobre la conciencia del mal. Revista acontecimien-
to N¼ 8.
5 Fabiana Rousseaux. Ponencia en la jornada ÒLa Cultura del RiesgoÓ Realizadas en
la facultad de Psicolog’a de la UBA en agosto de 2005
6 Raquel Bozzolo ÀQuŽ humanidad nombran los DDHH? Revista de l colegio de Psi-
c—logos de la Pcia de Buenos Aires, n¼ 40, mayo de 2004
7 Agamben , G. Lo que queda de Auschwitz. Valencia, 2000. Editorial Pre-textos.

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3) ÀHay un cuerpo o una m‡scara grupal? 15-4094-7790
Ilusi—n- Desilusi—n

Aqu’ se abre un campo que puede ser enfocado desde la ilusi—n de

ser uno, sin ninguna m‡scara, como el Uno. El ser esencial y œnico,
representante de la unidad del cuerpo, como totalidad indivisible, Seminario:
donde la m‡scara como una intrusa viene a romper una supuesta uni- "Hilachas de historias
dad primordial, sin fisuras que es mi identidad. enlazadas por lo emergente"
El dispositivo grupal como modalidad
Aqu’ la m‡scara vendr’a a representar lo falso, la mentira, no lo de intervención en la psicosis.
otro que hay en m’. Encuentros quincenales:
Incorporar las m‡scaras como dispositivo de interrogaci—n sobre la sábados de 11 a 13 hs. Inicia 13/9
identidad enfrenta siempre a un umbral de tolerancia, que se expresa
Dir.: Lic. Adriana Irene Díaz
en el enmascaramiento y desenmascaramiento que las m‡scaras pro- Informes: 4903-4440
ducen y suele poner en evidencia una l’nea de pensamiento que se fo- yerbalpsi@fibertel.com.ar
caliza y cuestiona la unidad, es decir, esa unidad pensada como: la
verdad, la desnudez, la belleza, la integridad con la ilusi—n de consti-
tuir un todo indivisible.
Entrar en la m‡scara ser’a permitirse atravesar la dualidad, la am-
bigŸedad, la pŽrdida de la unidad de sentido, desenmascarar certezas.
Las tres preguntas anteriores representan categor’as de pensamien-
to diferente.
La primera es la aceptaci—n de que la imagen corporal se constitu-
ye en relaci—n al otro. ÒComo el cuerpo se forma inicialmente en el
seno (cuerpo) materno, as’ la conciencia del ser humano despierta
inmersa en la conciencia ajenaÓ dice Bajtin 2
La segunda es poder aproximarse a la fragmentaci—n de la repre-
sentaci—n del cuerpo como un volumen donde se encarnan marcas,
gestos y posturas que dan sustancialidad diferente a las distintas zo-
nas del cuerpo segœn la historia personal y social vivida. Esta concep-
ci—n del cuerpo hecho de retazos vivos, desestructura la supuesta uni-
dad ya que se podr’a hablar de la unidad del fragmento, no como su-
ma de partes, sino c—mo m‡scaras que se traman en una articulaci—n CARRERAS TERCIARIAS
que no responde a lo homogŽneo o al alisado de desniveles, sino que TÍTULOS OFICIALES
ARTICULACIÓN UNIVERSITARIA
Elina Matoso por el contrario desde all’, en un fluir de m‡scaras se redefine el todo
y sus partes. Esta postura da cuenta de la concepci—n de otro cuerpo
buma@webar.com
que pone en tela de juicio la relaci—n entre unidad y fragmentaci—n de
-PSICOLOGÍA SOCIAL
la imagen corporal. Aquello que Deleuze expresa como Ò Todo encua- - 3 AÑOS

L
as m‡scaras, las presentes, las perdidas, las amadas, las des-
truidas y carcomidas por el tiempo, las voluptuosas, las repri- dre determina un fuera de campo/.../. No es que la noci—n de todo es-
midas. tŽ desprovista de sentido, pero el todo no es un conjunto, ni tiene par- -CONSULTOR PSICOLÓGICO
Las m‡scaras siempre son espejos que remarcan aquello que est‡ y tes. Es m‡s bien aquello que impide a cada conjunto cerrarse sobre - 3 AÑOS
no lo vimos aquello que ve el otro, aquello que es lo Otro. s’./.../ el Todo es lo abierto.Ó3 POST-GRADO DESARROLLO PERSONAL
Entre el cuerpo y la m‡scara se da un proceso de fusi—n ya que el PASANTÍAS - RENTADAS
hombre es la m‡scara y a su vez acentœa la idiosincrasia que nos de-
fine como humanos occidentales herederos de binomios, polaridades -MEDIACIÓN
marcados por la civilizaci—n judeo- cristiana. Cuerpo- alma, cuerpo- HOMOLOGADO POR EL
raz—n etc. MINISTERIO DE JUSTICIA
Este a–o celebramos treinta a–os de la fundaci—n del Instituto de la
M‡scara1 y esta introducci—n se refiere a tres preguntas vigentes y CURSO BÁSICO INTRODUCTORIO
reiteradas desde que venimos investigando las m‡scaras sistematica- PASANTÍAS - ESPECIALIDADES
mente en el campo de la salud, el arte y la educaci—n. Estos interro-
gantes se fundan en c—mo se enfoca desde las m‡scaras esa polaridad ESCUELA SUPERIOR DE
entre el yo y el otro, en la construcci—n de subjetividad PSICOLOGIA SOCIAL (A-1327)
YERBAL 1755 / FLORES
1) ÀEs posible despojarse de todas las m‡scaras? TEL./FAX: 4631-3582/9424
2) ÀEl cuerpo es siempre un territorio poblado de m‡scaras? WWW.ESPSICOSOCIAL.COM.AR

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La gente no va a la iglesia en busca de sermones, sino a soñar con Dios. Kurt Vonnegut Campo Grupal / 5
 EFECTO MALBEC
Marcelo Miceli
mamiceli@infovia.com.ar
AIWA
Lucía condensó los estados aní-
micos de un mini componente.
De haber nacido diez horas an-
tes, el veintidós, el día de la mú-
sica, en lugar del veintitrés, Ceci-
lia hubiese sido su nombre. Pero
fue Lucía para no ponerle el san-
to que le tocó en suerte. Ade-
más, el de Lucía era un nombre
que lo tenían pensado, solo que
necesitaban de una razón. Y la
excusa fue por no ponerle Cle-
mentina. Aunque si la hubieran
llamado Cecilia, igual estaba
bien, porque alguna influencia
debe haber recibido, tan musical
Lucía resultó.
La armonía con sus padres no
salió de lo clásico: cumplir con la
tarea, llegar a horario, discusio-
nes por nuevos puntos de vista
traídos, en particular, por Joa-
quín, el primer noviecito, de
ideas enruladas y pelo largo. Ahí
Lucía saltó al movimiento impre-
visible del jazz, que parece que
cierra y no cierra, que parece
que sigue y termina. El idilio con
Joaquín dio vueltas y más vuel-
tas hasta perderse y agotar la
melodía. Lucía decidió alejarse
de los amores por un tiempo, di-
vertirse con las amigas, restar
importancia a las cosas, ser un
poco más pop. De esa parte de
su vida le quedó la risa fácil y
pegadiza, a la que recurre cuan-
do no sabe cómo reaccionar.
Una práctica que nació del pop,
pero que cuando puede hace el
plop de las burbujas rotas.
Estuvo flat en un período nece-
sariamente depresivo, donde los
estudios y las amistades no al-
canzaban a responder a una se-
rie de preguntas que le surgieron
porque en algún momento tienen
que surgir: qué quiero hacer con
mi vida, por qué estoy sola, por
qué me siento así.
Pasó al heavy sin tocar el rock:
fue el tiempo de remeras y mo-
chilas negras y jeans elastiza-
dos. Sus padres la contuvieron
con aceptación y silencio: una
forma de apretar los dientes has-
ta que pase la tormenta. Tampo-
co era tan grave, visto desde el
presente, pero ¿cómo hacerles
comprender, en ese entonces,
que Lucía tenía la formación clá-
sica que ellos mismos se encar-
garon de brindarle?
Aún así, el giro hacia unos deci-
beles menores, el giro hacia al
rock, les permitió respirar. Una
bocanada de aire, ya no importa-
ba si fresco. Apareció Dany, de
Daniel, que tenía sus cosas, pe-
ro que sabía moverse del rock al
clásico cuando era necesario. El
vestuario de Lucía mechó el ne-
gro con azules y después con to-
nos pasteles, y en la combina-
ción su piel clara salió ganando.
Al final, Dany terminó siendo tan
movie como los films pochocle-
ros que la instaba a ver. Iban de
efecto en efecto, con mucho rui-
do envolvente pero sin encanto
plop. Explosiones que parecían
conmover cimientos pero que no
removían ni el gusto a nada que
quedaba en la boca.
Lo de Dany duró tanto como la
extensión de su nombre. Pero
del desencanto se aprende y Lu-
cía acechó verdades que todavía
conserva. Por ejemplo, que no
está mal hacer random cada tan-
to y sorprenderse por lo que va a
sonar.
Campo Grupal / 6
Girondo desde su poŽtica dice: ÒYo no tengo una personalidad; yo
soy un cocktail, un conglomerado, una manifestaci—n de personalida-
des. /.../ El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente. Ya
que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se ocul-
ten en los repliegues m‡s profundos de mi cerebro, pero son de una
petulancia...de un ego’smo... de una falta de tacto.Ó4
La tercera pregunta se relaciona con concepciones de lo grupal que
han sido enfocadas desde perspectivas distintas y valoradas diferen-
temente segœn momentos hist—ricos. Los especialistas en grupo han
conceptualizado extensamente sobre el grupo como un todo, una ilu-
si—n de completud grupal y a su vez considerar lo grupal desde la
multiplicidad o heterogeneidad como aspectos fundamentales para la
constituci—n de un grupo.
Aquello que tienen en comœn estas tres preguntas es el interrogan-
te sobre la unidad y la fragmentaci—n en el campo de la salud, del
arte y de la educaci—n y que la m‡scara siempre pone en evidencia.
No es posible trabajar con m‡scaras sin encarar el v’nculo con el otro
y con lo Otro, con el todo y sus partes. La incidencia del enmascara-
miento y el desenmascaramiento son nutrientes en la construcci—n de
identidad.
El Instituto de la M‡scara se vio en su transcurrir en la necesidad
de repensar el encuadre, el enfoque corporal y psicoanal’tico de la cu-
ra y la consideraci—n del cuerpo desde el territorio de la imagen. Fue
desde un principio incluir sistematicamente Òlo extra–oÓ, lo que est‡
en los bordes, lo diferente que la m‡scara convoca. Este proceso exi-
gi— ir delineando una fundamentaci—n conceptual acerca de lo visible
y lo oculto, lo conocido y desconocido la multiplicaci—n grupal en sus
m‡scaras e ir fundando una ideolog’a y metodolog’a de trabajo que se
multiplica en disc’pulos, y coordinadores.
Unidad y fragmentaci—n o Òestar fuera de cuadroÓ
En el arte Òsalirse del cuadroÓ replantea la concepci—n del arte mo-
derno, quŽ es estar adentro y que queda afuera del cuadro. Los movi-
mientos simbolistas, expresionistas, dada’stas, surrealistas ÒjugaronÓ
con esta tem‡tica configurando estŽticas que resignificaron y resigni-
fican la unidad y el fragmento, la multiplicidad, la simultaneidad de
relatos, las distorsiones en la representaci—n del cuerpo, de lo interior
y lo externo, la discontinuidad en la escena teatral o en la danza etc.
La velocidad de los cambios como un zapping estŽtico, podr’a defi-
nirse como un collage en permanente mutabilidad.
Esta perspectiva es tema de la tarea cotidiana que desplegamos con
las m‡scaras.
Es adentrarse en otra configuraci—n de la corporeidad y en otra pos-
tura frente a lo grupal.
• •
SEGUNDA JORNADA
"PSICODRAMA,
CREATIVIDAD
Y TEATRO
ESPONTÁNEO"
Sábado 24 de septiembre de 9,30 a 18,30 hs.
ANTESALA Teatro Bar
Costa Rica 4968 - Palermo Viejo
9,30 hs. Apertura
10 a 12 hs. – CONVERSANDO con:
Tato Pavlovsky, Hernán Kesselman, Osvaldo Saidón, Fernando
Castelli. Coordina: Silvia Schverdfinger.
"Acerca de la implicación y aplicación".
12,30 a 14,15 hs.TALLERES VIVENCIALES:
1.- "Del cuerpo a la creatividad".
Coordinan: Carolina Pavlovsky y Norma Seijas
2.- "De la narración a la escena".
Coordinan: Alejandra Pulicicchio y Esteban Fresco
15,30 a 17 hs. – FUNCIÓN DE TEATRO ESPONTÁNEO
a cargo de la Compañía de Teatro Espontáneo "LA COMBINADA"
17,30 a 18,30 hs. MULTIPLICACIÓN DRAMÁTICA Y COMENTARIOS
Coordinan: Carolina Pavlovsky y Silvia Schverdfinger
ORGANIZA: PSICODRAMA, CREATIVIDAD Y GRUPOS
Coord.gral.: Lic.Silvia Schverdfinger y Lic. Carolina Pavlovsky
Superv.: Dr.Eduardo Pavlovsky
Se extiende certificado de asistencia. - Vacantes limitadas
Actividad arancelada. Requiere inscripción previa Auspicia
INFORMES: 4962-4583 - Secretaria: Liliana
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Hay pocos monstruos que garanticen los miedos que les tenemos. André Gide
Desde la mirada terapŽutica Òestar fuera de cuadroÓ(encuadre) es
enfrentarse al conflicto desde otro lugar, construyendo una poŽtica de
la cura5 que implica una revisi—n de las m‡scaras que enmascaran pa-
ra traer otra m‡scara, otra escena, detr‡s de esa primera, es adentrar-
se en la heterogeneidad de lo humano, considerando la m‡scara no
s—lo como un objeto que pone en evidencia Òlo otroÓ sino como una
ideolog’a frente a la cura que ÒjuegaÓ con el Òestar fuera de cuadroÓ
con el lugar del borde, resignificando el l’mite.
Desde la perspectiva corporal la m‡scara da figura, rasgos, forma a
sensaciones y percepciones, esta figurabilidad permite una decodifi-
caci—n de aquello que el cuerpo guarda. Permite que emerja en una
sucesi—n de m‡scaras que le develan a la persona en ese otro rostro
aspectos corporales que luego podr‡n ser trabajados desde las distin-
tas tŽcnicas corporales, expresivas o escŽnicas, cuya intenci—n es ir
recuperando la plasticidad de la imagen del cuerpo.
Un grupo siempre es otro grupo
Si se le propone a un grupo de veinte personas, por ejemplo, que
parados en c’rculo, cada miembro tenga conciencia y registre la pre-
sencia de los compa–eros en esa m’tica ronda, resabio vivo de la ron-
da ritual de las distintas comunidades primitivas y de las rondas in-
fantiles, donde el grupo constituye un borde que demarca el adentro,
el afuera y el l’mite grupal, da una configuraci—n espacial a lo grupal
que suele relacionarse con un cuerpo grupal. Si se le pide a este gru-
po que configure otro c’rculo pero con m‡scaras puestas en el piso, se
observa otra ronda de veinte m‡scaras, otro rostros del rostro del gru-
po y a partir de all’, en este desdoblarse que permite la m‡scara, ca-
do uno se ve reflejado como en las aguas de un lago, en otra imagen.
Este desdoblarse da la posibilidad de ir adentr‡ndose en lo grupal a
travŽs de: ponerse las m‡scaras y relacionarse, o utilizar la que eligi—
otro compa–ero, como si pasara por otro cuerpo, u organizar con las
m‡scaras, un cuerpo en el piso, des-armando el c’rculo, donde se re-
presenta un cuerpo grupal que puede o no tener cabeza, piernas, —r-
ganos, rasgos femeninos o masculinos superpuestos etc. Esta figura
que se arma en el piso la denominamos Mapa Fantasm‡tico Corpo-
ral Grupal6 ya que permite trabajar la fantasm‡tica corporal del
cuerpo del grupo, o los temas conflictivos enmascarados u ocultos,
que las m‡scaras se–alan. Esta espacializaci—n del cuerpo en el piso
conformado por m‡scaras que el grupo coloca, remarca el ÒadentroÓ,
el ÒafueraÓ y el ÒbordeÓ segœn se las coloquen. Esta descripci—n es s—-
lo un punto de partida para introducirse en la heterogeneidad y simul-
taneidad de cuerpos - textos que arma un grupo. Este ejemplo mues-
tra que es inevitable el replanteo sobre la unidad y la fragmentaci—n,
sobre quiŽn soy en este espacio y con esta m‡scara y que me signifi-
ca lo interno, lo externo, y el l’mite. Por ejemplo, si la m‡scara elegi-
da representa un —rgano, como el coraz—n y es colocada Òfuera del
cuerpoÓ, (fuera del cuadro), lejos de otras m‡scaras cu‡l es la decodi-
ficaci—n posible? QuŽ ese grupo no tiene coraz—n o que en el coraz—n
hay otras m‡scaras que se se–alan con Òese afueraÓ La dimensi—n es-
pacial, como distancia medible entre la m‡scaras, da lugar a otra con-
cepci—n de lo grupal donde la espacialidad constituye una poiesis que,
atraviesa y se sumerge en la dimensi—n simb—lica de la configuraci—n
fantasm‡tica grupal.
Este ejemplo da cuenta de una ideolog’a de trabajo basada en la in-
vestigaci—n, creaci—n de una metodolog’a descripta en El Mapa fan-
tasm‡tico corporal, o en el Trabajo en lugares simult‡neos relaciona-
do con la estructura carnavalesca en la concepci—n de lo grupal y exi-
ge una tarea rigurosa de fundamentaci—n y pr‡ctica del lugar del cuer-
po, la imagen de uno frente al otro, su inserci—n grupal y social a par-
tir de las m‡scaras.
Notas
1 El Instituto de la M‡scara fue fundando por El Dr. Mario Buchbinder y la lic. Elina
Matoso en 1975
2 Bajtin M ÒYo tambiŽn soyÓ Taurus 2000
3 Deleuze, G. La imagen movimiento. Paidos 1984
4 Buchbinder, M. ÒPoŽtica de la curaÓ Letra Viva 2001
5 Matoso, E. ÒEl cuerpo territorio escŽnicoÓ Letra Viva 2¡ ed. 2004
6 Matoso, E ÒEl cuerpo territorio de la imagenÓ Letra Viva 2¡ ed. 2004
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Traducciones del presente: J.L. Nancy y M. Blanchot POR H O(humoresPORgrupales)G
El pensamiento Walter Vargas
mwvargas@yahoo.com

de la comunidad El advenimiento de Maradona a

las arenas del rating ofrecerá
vasta tela para cortar, pero de
momento asoma nítido, tirando a
inexorable, el modo con que el
Noelia Billi taci—nÐ de las partes entre s’. En tanto precisa de un principio simple formato televisivo domestica al
noe_80_@hotmail.com que cimente la construcci—n compleja, la anal’tica se somete a una te- niño terrible de Villa Fiorito: ¿qué
leolog’a regresiva y depuradora, en busca de un origen pr’stino que decir de su arrebato de meloso
ste escrito tematizar‡ la tensi—n propiamente moderna entre las pueda llevar a cabo tal papel. cantautor y su demanda de re-

E nociones de autonom’a y reconocimiento, abord‡ndola a partir

del trabajo en torno a la ÒcomunidadÓ que J.-L. Nancy y M.
Blanchot han realizado.
Tanto la perspectiva de abordaje (a partir de la ÒcomunidadÓ) como
En la dialŽctica de inspiraci—n hegeliana, los objetos son concebidos
como meras partes de una todo unitario superior: explicitaciones y/o
despliegues parciales de un absoluto que terminar‡ de desenvolverse
eventualmente. Esta teleolog’a progresiva y conciliadora, lleva a con-
greso, en el mismísimo plató, a
una Claudia medio emocionada
medio desconcertada? Hasta en-
tonces el Diez se había cuidado
bastante de blandir la corneta y
la elecci—n de los pensadores encuentran razones en el marco concep- siderar que la inteligibilidad de todo objeto supone su relaci—n y fun- de allí que sus derivas amorosas
tual en el cual este escrito se inscribe y que, en parte, ser‡ explicitado ci—n en un sistema omniabarcativo, como as’ tambiŽn la relaci—n entre apenas si estimulaban deduccio-
a continuaci—n. los diversos elementos est‡ dada por la comœn referencia a su tŽlos. nes más o menos imprecisas,
Cuando este fin œltimo sea alcanzado, su presencia absoluta suprimir‡ más o menos maledicentes del
(I) L—gica oposicional y L—gica de la contaminaci—n manteniendo-conservando todas las partes, que ya no podr‡n sino fu- periodismo amarellus, y comidi-
sionarse en esta Verdad œnica y eterna. llas machistas en bares rantifu-
Al revisar el pensamiento de Occidente un grupo de fil—sofos con- sos, pero se ve que son menos
tempor‡neos (con epicentro en autores franc—fonos de la Europa de la (b) Autonom’a y Reconocimiento fieros seis defensores ingleses
de mirada torva que esa lucecita
2¼ posguerra inspirados, en gran parte, en el pensar nietzscheano) ha
roja que no te invita a mirar el pa-
puesto de relieve el car‡cter binario, oposicional y jerarquizante de las En las pr‡cticas filos—ficas modernas las nociones de autonom’a y jarito, no, a lo que te invita es a
categor’as que han sido creadas en su interior. Ciertamente, ya desde la reconocimiento se instituyen como polos de una oposici—n cl‡sica. cantar como un pajarito, o como
textualidad plat—nica puede notarse que la l—gica-ontol—gica privilegia- Este escrito tomar‡ como dato (es decir, sin problematizarlo) que la un pajarón.
da es aquella que hace lo (im)posible por estructurar el campo de estu- teleolog’a depuradora de inspiraci—n anal’tica lleva a plantear una no- Salgo de Maradona pero no sal-
dio a partir de parejas de contrarios mutuamente excluyentes, uno de ci—n de autonom’a que deviene individualista en la medida en que es go de la tele y me pregunto hasta
los cuales subordinar‡ al otro (cf. Deleuze:1994; esp. El ApŽndice 1¼). concebida como la cualidad de la voluntad de un sujeto de raz—n Òma- dónde la susodicha construye no-
Dicha l—gica Ðen s’ misma pol’tica, ya que abre el pensamiento a par- yor de edadÓ, es decir, de un sujeto que se constituye a s’ mismo y, por ciones de probeta, por decirlo
tir de exclusiones y jerarquizaciones tomadas por necesariasÐ es cues- tanto, en prescindencia de toda irrupci—n de lo otro.2 Tal individualis- así, y hasta dónde termina de
tionada desde un pensar que concibe Òlo realÓ como multiplicidad irre- mo no podr’a concebir una comunidad sino como la adici—n ÒexteriorÓ modelar y de cristalizar estatutos
prefigurados por ahí. En la calle,
ductible a un sistema binario que opera por inmunizaci—n de sus tŽrmi- y contingente de individuos constituidos pre-socialmente, en el ‡mbi- ponele. Por ejemplo: el nombre
nos. to de una interioridad pura, sujetos de una ley autolegislada en base a propio. Sí, el nombre propio, di-
As’ pues, el modo de llevar adelante una Òcr’tica de lo dadoÓ (lo cual principios puros de la Raz—n Pr‡ctica a priori. Podr’a problematizarse go. La tele de nuestros días ins-
se alinea a la tradici—n moderna), en general consiste en el doble mo- quŽ significar’a, ontol—gicamente hablando Ðes decir, en un nivel de tala una sugestiva modalidad de
vimiento de Òinvertir y desplazar un orden conceptual cl‡sicoÓ (Derri- an‡lisis que excluye el c‡lculo, la mŽtrica, el tiempo y el espacio mun- perfilar el nombre propio. Vos es-
da:1998;372). Respecto de la inversi—n, se apunta a la desnaturaliza- danosÐ una aglomeraci—n que adicione unos individuos entre s’: una tás viendo este o aquel programa
ci—n de lo tradicional, a hacer escuchar su car‡cter contingente, social vez establecida la ontolog’a del sujeto clausurado en su mismidad, Àc—- y viene la tanda, y en plena tan-
e hist—rico; pero esto s—lo como condici—n de posibilidad de un despla- mo, cu‡ndo y por quŽ habr’a la apertura a la otredad que toda comuni- da te zampan un avance del tipo
zamiento que abra el espacio para una creaci—n de conceptos que des- dad parece prometer? ÀC—mo pensar una comunidad all’ donde las in- “hoy, en Indomables, Luciano Gó-
borden las oposiciones tradicionales en su l—gica misma (con lo cual se dividualidades se bastan a s’ mismas, son autofundantes? mez rompe el silencio y dice su
verdad”, y a partir de ese mo-
disloca su alineaci—n moderna). Es as’ que el resultado suele ser la ob- Ser‡ tomado como dato tambiŽn que la teleolog’a conciliadora del mento entrás en plena zona con-
tenci—n de categor’as que llevan un nombre cl‡sico, al cual traicionan pensar dialectizante lleva a plantear una noci—n de reconocimiento que fusional: ¡no tenés la más pálida
en la medida en que lo conceptualizado es imposible de superponer al deviene totalitarista en la medida en que su din‡mica implicar’a el pa- idea de quién es ese Luciano Gó-
esquema binario de lo cl‡sico.1 Tal operar deconstructivo apuesta por saje por lo otro s—lo a fin de fagocitarlo. En tanto tal, lo otro desapare- mez! ¿Qué será lo tan magnífico
habitar el ÒentreÓ, las grietas de lo pensado en lo pensado, puesto que ce en su asimilaci—n por parte de un sujeto que, en vistas a la realiza- de Lucianito que vos como un re-
responde a la l—gica oposicional Ðla cual absuelve de las tensiones al ci—n sin restos de su propia esencia, no tolera nada que no sea Žl mis- verendo colgado te perdés impu-
absolutizar unos de sus tŽrminos y excluir al otroÐ con una l—gica de la mo. Aqu’, nuevamente, cabr’a interrogar cu‡l es la comunidad pensa- nemente y pretendés seguir an-
contaminaci—n que impugna la pretensi—n de pureza absoluta de cual- da cuando las diferencias que impiden la identidad absoluta de los in- dando así de campante por la vi-
quier categor’a. Con ello quedar’a desbaratada la jerarquizaci—n, como dividuos entre s’ han desaparecido, dando paso a una exigencia de co- da?
as’ tambiŽn una soluci—n dialŽctica Ðque disuelve la tensi—n por conci- muni—n en el Uno fusional total. ¿Qué será, eh? Después te ente-
rás, cómo no, que Luciano Gó-
liaci—n de los tŽrminos de una contradicci—nÐ puesto que para que el Quedar’a pues conformada la oposici—n que tradicionalmente ha di- mez rompe el silencio y dice su
ÒentreÓ sea posible la tensi—n debe ser sostenida. rigido un pensamiento de la comunidad: autonom’a vs. reconocimien- verdad acerca de su fugaz ro-
to, como as’ tambiŽn otras tantas traducciones posibles (b‡stenos men- mance con, ponele, la modelo
(II) Modernidad cionar, individualismo vs. comunitarismo; liberalismo vs. comunismo; Nazarena Cóncava. Ahí te desa-
(a) An‡litica y DialŽctica sujeto totalmente individual vs. super-sujeto total). yunás con que tampoco sabías
de la existencia de la Cóncava,
En tanto modos de pensar sostenidos en filosof’as que se proponen (III) La modernidad como secularizaci—n que según parece tampoco es el
como sistemas, el mŽtodo anal’tico y el dialŽctico articulan una serie furor de las pasarelas parisinas
de categor’as que forman la trama de las dos grandes tradiciones del Una perspectiva posible para interpretar la modernidad consiste en sino una ex ignota que había pa-
pensamiento pol’tico y Žtico modernos: las pol’ticas de la autonom’a y sado al frente cuando se hizo pú-
blica una noche de lujuria con el
las del reconocimiento. Previo al estudio de la relaci—n entre ellos, es-
actor Federico Deplástico. A De-
quematizaremos las diferencias b‡sicas que nos parecen relevantes pa- plástico, obvio, tampoco lo tenías,
ra nuestro tema. entonces capitulás, renunciás al
En una l’nea que encuentra un buen referente en Descartes, la anal’- entendimiento, pero a lo mejor te
tica se propone partir de un objeto complejo y descomponerlo en sus reservás el postrer intento de pre-
unidades m’nimas. Con ello se lograr’a un entendimiento pleno del ob- guntarte si detrás de esta supues-
jeto en cuesti—n, en la medida en que ÒentenderÓ equivale a desentra- ta afirmación del nombre propio
–ar c—mo algo fue construido, es decir, cu‡l es el orden Ðde fundamen- no se alza, al vesre, la voluntad
de hacer del nombre propio un
muestrario de oropeles, una me-
15º Jornadas de la Vivencia a la Elaboración sa de saldo, un vulgar déme dos,

Juego Aplicado en fin, una baratija incapaz de

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Componer no es difícil, lo complicado es dejar caer bajo la mesa las notas superfluas. Brahms Campo Grupal / 7
Algo más sobre Psicología
Social y legitimidad
Ronaldo Wright
ronaldowright@hotmail.com
En el número anterior de Campo Grupal (Nro. 70 del mes
de agosto del corriente año) fue tratado el tema titulado
‘Psicología Social y Legitimidad’, haciéndose allí referen-
cia a los ataques de grupos que pretenden impedir el ejer-
cicio de dicha disciplina, fundada por el Doctor Enrique
Pichon-Rivière hace ya más de cincuenta años. Sumán-
dome al deseo de Ada Fanelli, en relación a que quere-
mos ejercer en paz nuestra profesión y devolver a la co-
munidad lo que aprendimos sin ser perseguidos, es que
quisiera agregar algunas pocas ideas con el propósito de
apoyar solidariamente a los colegas víctimas –presentes
y futuros- de la judicialización mencionada.
Vale la pena reiterar una vez más que existe un grupo in-
terdisciplinario cuyo objetivo es el solidario respaldo a los
Psicólogos Sociales acusados penalmente por fomentar
la enseñanza de esta disciplina científica, como así tam-
bién por ejercer esta profesión que tanto se emparenta
con la asistencia a los más necesitados. Ya Sigmund
Freud decía hace un siglo que la Psicología individual es
al mismo tiempo y desde el principio Psicología Social. Pi-
chon-Rivière lo cita y, a la vez, le reclama a su maestro no
haber continuado en esa línea de pensamiento; pues co-
mo suele sostenerse en Psicología Social: el ser humano
se enferma en grupo y debe ser curado en grupo.
Desde fines del año pasado vengo expresando en distin-
tos medios gráficos y radiales algo vinculado a la temáti-
ca de marras, destacando que entre las asignaturas pen-
dientes relativas a la Psicología Social se pueden desta-
car, entre otras, las difíciles condiciones de ejercicio pro-
fesional que actualmente padecemos, como así también
la intensa campaña de desprestigio hacia los Psicólogos
Sociales en los últimos tiempos. Son muchos los modos
de atentar contra la práctica regular y digna de esta pro-
fesión, por lo que entiendo –y remarco- que se torna im-
perativo aunar esfuerzos en pos de lograr una sólida ins-
titución del colectivo social que nos agrupa.
Por ello, más allá de la labor puntual del comité para la
defensa de los Psicólogos Sociales víctimas de la judicia-
lización –que se encuentra en pleno cumplimiento de esa
tarea específica- quisiera agregar a modo de suma que la
asociación que agrupa a los profesionales de la Psicolo-
gía Social abarca actualmente ese y otros aspectos, de
los cuales no existían antecedentes en el país. Así, ha-
ciendo un poco de historia, cabe mencionar que hace ca-
si veinte años (en 1986) un grupo de Psicólogos Sociales
comenzó a reunirse con la firme intención de fundar una
asociación que los representara, objetivo que efectiva-
mente pudo concretarse hacia mediados del siguiente
año.
Para ello debieron redactarse y aprobarse, entre otros, el
Estatuto de la entidad (que data del 27 de junio de 1987),
el ante-proyecto del Código de Etica profesional, las nor-
mas de organización y procedimiento atinentes al Tribu-
nal de Etica y Disciplina; cuerpos normativos todos que
fueron pensados y elaborados por los colegas que nos
antecedieron y que hoy tienen plena vigencia en el ámbi-
to de la Psicología Social. Dicho plexo normativo contem-
pla los deberes de los Psicólogos Sociales para con la co-
munidad y el orden institucional en general, como tam-
bién las obligaciones inherentes al ejercicio profesional
en sí, los deberes esenciales que reinan entre colegas, y
la lealtad y diligencia de todos nosotros para con nuestros
consultantes.
Suscribiendo las manifestaciones vertidas en el número
anterior de este periódico, insisto una vez más en que to-
dos y cada uno de los Psicólogos Sociales deberíamos
unir esfuerzos para defender la dignidad del ejercicio pro-
fesional, la independencia de nuestra disciplina científica,
una retribución adecuada por el trabajo que hacemos, el
respeto a nuestras incumbencias profesionales, y toda ta-
rea que nos asegure la libertad e igualdad de oportunida-
des y que proteja los derechos de esta comprometida ac-
tividad. ¿Acaso esta temática es tratada en las distintas
Escuelas de Psicología Social afincadas, sin ninguna du-
da, en una tradición profundamente humanista y demo-
crática? ¿Debaten los estudiantes y egresados de las re-
feridas entidades acerca de la importancia de integrar
una asociación fuerte que agrupe al colectivo de los Psi-
cólogos Sociales?
Para finalizar, y más allá del conquistado reconocimiento
oficial de la Psicología Social Argentina, sigo preguntán-
dome una y otra vez acerca de la curiosa y paradojal si-
tuación de ser profesionales en la operación con “grupos”
e “instituciones” y, sin embargo, no estar muchos de los
Psicólogos Sociales “agrupados en una institución” (fuer-
te y representativa) que, entre otros de sus fines, pueda
contrarrestar los ataques a nuestra digna actividad. En-
tiendo que, de tal modo, sería más difícil que pudieran
prosperar aquellas viejas y oscuras tradiciones en que se
inscribe la persecución a los profesionales de la Psicolo-
gía Social, avalando así las propias consideraciones de
Ada Fanelli en la anterior edición de Campo Grupal.
En la tensión solitario / solidario, ¿no estará también al-
guna clave para pensar lo atinente a la actual problemá-
tica que vivimos los Psicólogos Sociales?
Campo Grupal / 8
El pensamiento
de la comunidad
concebirla como un proyecto de secularizaci—n de las categor’as
onto-teol—gicas (que emergen el interior de una Metaf’sica cuyo
fundamento es divino y, por tanto, absoluto). Proyecto, puesto
que los individuos asumen de un modo expl’cito y program‡tico
a la Modernidad como tarea (como modernizaci—n), tal como se
verifica no s—lo en la actividad filos—fica, sino tambiŽn en las ar-
tes las ciencias y la pol’tica. Es decir, se parte del factum de que
no ÒhayÓ algo as’ como La Modernidad, sino en la medida en
que ella es producto de una din‡mica en la que la voluntad y ac-
ci—n de los individuos son protagonistas. ÒLo que hayÓ, Òlo da-
doÓ, deviene un objeto a ser criticado, a fin de que sea supera-
do, iluminado o, al menos, para mostrar sus l’mites y contingen-
cia. La explicitaci—n progresiva del car‡cter no-necesario del
mundo (de los seres que lo habitan, de los modos y condiciones
del habitar mismo) se hace posible a partir de aquello que a la
vez ser‡ el estado de existencia ambicionado: el desplazamiento
del fundamento, anta–o puesto en la divinidad, hacia lo munda-
no.
Tal Òmundanizaci—nÓ puede tambiŽn concebirse como la exi-
gencia de excluir cualquier entidad trascendente de las posicio-
nes de fundamento-arkhŽ. Precisamente, lo que aqu’ hay que se-
–alar es que la noci—n de fundamento Ðcomo criterio de verdad
que asegura un ordenÐ no es rechazada en s’ misma, sino tan s—-
lo desplazada hacia lo humano, en la tentativa de despojarse de
los restos teol—gicos del pensar y hacer. Orientada hacia lo hu-
mano, la secularizaci—n deviene un deseo de fundamentaci—n in-
manente al mundo tal como los humanos lo conciben.
Un determinante de la perspectiva teol—gica es el car‡cter ab-
soluto que sus figuras adquieren (se trate de Dios Padre, del po-
der, de los valores morales, o del sujeto y la ÒsociedadÓ que a
partir de Žl se conforma): lo absoluto pensado como fundamen-
to, es decir, lo eterno, inmutable y verdadero que constituye no
s—lo la piedra de toque en la que lo contingente se apoya, sino
que adem‡s implica la fijaci—n de un criterio (de verdad, de jus-
ticia) universal y un’voco. A partir de lo dicho antes, ser’a l’cito
pensar que una secularizaci—n consecuente consigo misma ha-
br’a de proponerse el abandono del imaginario de lo Absoluto
(del Fundamento absoluto), el cual animaba toda instituci—n no
moderna (o no modernizada).
No obstante, acontecimientos sociohist—ricos del s. XX (Gue-
rras mundiales, Žtnicas y religiosas, terribles totalitarismos de iz-
quierdas y derechas, los genocidios, la mundializaci—n del siste-
ma capitalista de producci—n...) conducidos a partir de discursos
de corte fundamentalista y de pr‡cticas totalitaristas, han lleva-
do a pensar que aun si el proyecto moderno era el de seculariza-
ci—n, Žste no logr— ÒcompletarseÓ, habida cuenta del tono abso-
lutista con el cual ha sido encarado. Esto transformar’a a la mo-
dernidad en un proceso de inmanentizaci—n absoluta.
(IV) Nancy: la secularizaci—n es un humanismo
En La Comunidad Inoperante, Nancy da cuenta de la preten-
si—n de inmanencia del hombre al hombre como la noci—n prin-
ceps del humanismo moderno. As’ pues, el Hombre es la catego-
r’a instituida en la modernidad como Òel ser inmanente por ex-
celenciaÓ, es decir, como la versi—n secularizada de aquel abso-
luto anta–o llamado Dios y que, en adelante, ser‡ considerado
como un sujeto productor de su esencia como su m‡s propia pro-
piedad. Tal humanismo opera subordinando todo a esta esencia
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Compórtate con tu mujer como te comportarías con la de otro. Giraudoux
autoproducida del Hombre: hacer de esta figura el Todo, el Ab-
soluto. Desde esta perspectiva, pensar el comœn-estar de los
hombres en el mundo equivale a concebir una comunidad de los
hombres, que ser’a ella misma la realizaci—n de la esencia huma-
na, una inmanencia absoluta de la comunidad a la comunidad:
el comunismo.
Por tanto, podr’a decirse que con la Modernidad advienen dos
figuras que parecer’an oponerse de modo excluyente: el Indivi-
duo cerrado sobre s’, separado de lo(s) otro(s), sujeto productor
y propietario (como ha sido pensado, al menos, desde Hobbes)
que contrata libremente con sus semejantes a fin de conformar
una sociedad de individuos que s—lo ser‡ sostenida en la medida
en que los intereses individuales sean satisfechos, conservando
de este modo cada individuo el derecho a retirarse del comœn-es-
tar en provecho de su propio bien-estar. Tal Òderecho a retirarseÓ
hubo de ser considerado uno de los modos m‡s efectivos de
combatir los reg’menes totalitarios (cf. Locke:1990; esp cap.
XVIII, donde se defiende el derecho individual a la resistencia
que impugna la legitimidad incondicional de la soberan’a del ti-
rano), dado que la inviolabilidad de los derechos de cada perso-
na imposibilitar’a su ÒsacrificioÓ en pos de la ÒcomunidadÓ.3
De all’ que el individualismo haya llegado a oponerse al co-
munismo en una oposici—n binaria: Žste œltimo ser’a entendido
como la bœsqueda de una comunidad que no s—lo sea Òla comu-
nicaci—n ’ntima de sus miembros entre ellos, sino tambiŽn la co-
muni—n org‡nica de s’ misma con su propia esenciaÓ
(Nancy:1999;21). Lo cual implicar’a una identidad de cada
miembro constituida en y a travŽs de la identificaci—n con Òel
cuerpo vivienteÓ de la comunidad. De modo que esta comunidad
estar’a calcada del modelo de la Familia y del Amor Ðjudeocris-
tianos. Esta Òcomunidad designada por la fraternidadÓ estar’a a
la base del modelo hegeliano de Estado (y de sus traducciones
comunitaristas), cuyo principio ser’a dado por el hecho de tener
en alguien otro el momento de su subsistencia.
Tanto el individualismo como el comunismo4 pensados a par-
tir de un modelo humanista, suponen esta inmanencia absoluta
que inhibe la apertura a la alteridad radical de lo otro. Las ba-
ses filos—fico-pol’ticas de ambos est‡n dados en un principio de
identidad-a-s’, por una relaci—n-a-s’ ’ntima, que excluye el ope-
rar del Otro en lo Mismo. Quiz‡ es esto lo que sucede en Hegel
cuando, en el movimiento del reconocimiento, una autoconcien-
cia no ve en la otra sino a una parte de s’ misma reflejada en un
soporte exterior, y actœa para re-incorporarla en s’ (cf. He-
gel:1981;113-121). De modo que lo otro quedar’a reducido a
momento negativo en vistas a una superaci—n que har’a de la au-
toconciencia un en s’ y para s’ que suprime manteniendo-con-
servando en s’ misma a lo otro. En œltima instancia, la otredad
de lo otro (cualquiera sea su figura en el devenir del Esp’ritu ab-
soluto hegeliano) siempre terminar’a por ser asimilada a lo mis-
mo y, por ende, anulada como tal.
Identidad e intimidad ser’an, entonces, categor’as que se des-
prenden de una Metaf’sica del Sujeto o para-s’ absoluto, marca-
do por la l—gica de la no-relaci—n, la clausura que se cierra so-
bre s’ misma a fin de realizar la absolutez de su separaci—n. En
la perspectiva de Nancy, a tal metaf’sica no le es dado pensar la
comunidad sino como aquello que atenta contra la clausura de
su Sujeto (y por tanto como algo imposible). Nancy refiere a una
noci—n de comunidad marcada por la relaci—n, es decir, por
aquello que desbarata la pretendida autarqu’a de la inmanencia
absoluta de todo ser. As’ reformulada, la comunidad depende de
un pensamiento del Žxtasis, habida cuenta que Žste alude a aquel
estar fuera-de-s’ del ser (viviente o no, individual o colectivo)
que socava toda pretensi—n de completud, que es la exposici—n a
un afuera para un interior que no es tal, dado que toda singula-
ridad no ser’a m‡s que los bordes de s’ misma expuestos a los de
otras singularidades. As’ pues, el pensamiento del Žxtasis habi-
lita la singularidad (ya no o todav’a no humana), y posibilita una
comunidad que no es m‡s que la mencionada exposici—n y re-
parto de las singularidades. La caracter’stica de Žstas que per-
mite la apertura al pensamiento de la comunidad no es otra que
la finitud que les es propia aunque nunca apropiable por com-
pleto (la muerte no puede vivirse en 1¼ persona, yo nunca se de-
clara muerto en presente) ni expropiable (por parte de una pa-
tria, una sociedad, un ideal, un mercado). Desde el momento
que no puede ser ÒsuperadaÓ la muerte no podr’a ponerse en cir-
culaci—n, ni tomar parte en intercambios de ninguna ’ndole. He
aqu’ lo que se ha denegado: la modernidad se instituye sobre la
borradura de la muerte, sobre la pretensi—n de hacer de ella Ðque
es inapropiable, inexpropiable y desapropiadoraÐ algo inexisten-
te.5
En este sentido, la comunidad de la inmanencia absoluta
equivale a una comunidad de muerte, puesto que all’ el Sujeto
(individuo o comunidad) estar’a realizado (completo, clausura-

do, inm—vil). Y por lo mismo equivale a su vez a una comuni—n
inmortal que cierra el paso a una comunidad que es siempre de
seres finitos (mortales pero no muertos), y en el seno de la cual
la muerte conserva su absurdo inagotable, su sentido insensato.
(V) Blanchot: la comunidad de los que no tienen comunidad.
Si la autonom’a y el reconocimiento conducen a concepciones
de la comunidad basadas en los principios de intimidad e identi-
dad, entonces ambas requieren una transparencia del sujeto que
postulan respecto de s’ mismo. Dicha transparencia garantizar’a
la comunicaci—n en un horizonte de sentido que podr’a ser tra-
ducido sin resto, totalizado.
En La Comunidad Inconfesable, Blanchot expone el estallido
silencioso de los fundamentos y horizontes que dar’an un marco
a la posibilidad de afirmar en su pureza identidad e intimidad, y
por tanto, las comunidades que desde ellas se piensan como al-
go efectivo, realizado, como obra que a un sujeto le ser’a dado
confesar.
En la primera parte del escrito, Blanchot continœa el an‡lisis
que Nancy hab’a iniciado en La Comunidad Inoperante acerca
de la experiencia comunitaria de G. Bataille. ƒsta podr’a ser
nombrada como Òcomunidad negativaÓ habida cuenta que todo
lo que se–ala es la ausencia de comunidad, la comunidad de los
que no tienen comunidad. Esta experiencia tiene por principio la
recusaci—n de una pretendida plenitud tanto del individuo Ðser
autofundante que puede ser indiferente e independiente del Otro,
puesto que su relaci—n a s’ es de identidad acabada, su concien-
cia es transparente para Žl mismoÐ como de un comunismo que
supone un igualitarismo al que tambiŽn conviene la discretiza-
ci—n de los sujetos (de su deseo y de su trabajo, que ser‡n equi-
valentes). As’ pues, nuevamente es declarada la reciprocidad de
individualismo y comunismo en el marco de la inmanencia ab-
solutizada. Con ello se pone en juego un proceso de interroga-
ci—n sobre las ideas directrices que han regulado el imaginario
pol’tico moderno: la igualdad, la simetr’a, la reciprocidad.
En la experiencia batailliana puede notarse que el s’ mismo se
constituye en el principio de insuficiencia (o bien: el Žxtasis, una
insuficiencia que se afirma como tal, y no como contraparte de
una completud originaria o porvenir). El sujeto es un resultado
de la impugnaci—n del Otro a mi pretensi—n de ser una sustancia
separada. De modo que lo que empuja un ser hacia el otro no se-
r’a ya un deseo de ser reconocido Ðcomo quer’a HegelÐ sino el
de ser impugnado, y la autoconciencia realizada no ser’a m‡s
que la conciencia de la imposibilidad de insistir como ipse, en
prescindencia del Otro. Desde siempre Òel s’ mismo se compo-
ne en la descomposici—nÓ, es esta descomposici—n que ya siem-
pre ha comenzado y que reclama una pluralidad de seres a fin de
componerse.
Insuficiencia y descomposici—n que se patentizan en la muer-
te, pero en la muerte del Otro. ÒSi ve morir a su semejante, un
viviente ya no puede subsistir sino fuera de s’Ó (Bataille citado
por Blanchot:1999;30). Este estar fuera de s’, esta expulsi—n su-
frida, hace del sujeto un ser pasivo que ÒcomienzaÓ a existir
cuando ya no es un s’-mismo clausurado (algo que nunca fue en
realidad) sino cuando yace expuesto al Otro. Esta exposici—n ra-
dical abre un espacio que no es el de la intimidad con los dem‡s
y ni siquiera es el de la identidad consigo mismo (no hay s’ mis-
mo sino afuera de s’ mismo). ÀQuŽ intimidad es posible cuando
el ser es puro afuera y no tiene interioridad que se sustrae a los
dem‡s y que tendr’a que confesar, que confesarse? En Bataille,
la comunidad no ser’a, entonces, al menos dos cosas: i) no es
una forma especial de sociedad, una peque–a asociaci—n dentro
del conjunto m‡s amplio de la sociedad, puesto que ello supon-
Con números se puede demostrar cualquier cosa. Thomas Carlyle
dr’a que la ÒsociedadÓ (la conformada por todos los seres) es pri-
mera respecto de la comunidad; y tampoco es una comœn fusi—n
de sus miembros, ya que eso ser’a la anulaci—n del afuera, la
transformaci—n de todo en una interioridad absoluta. ii) no es
una cŽlula social (la versi—n organicista/funcionalista de la pe-
que–a sociedad), puesto que Òse proh’be hacer obra y no tiene
como finalidad ningœn valor de producci—nÓ (Blan-
chott:1999;36). Es decir: la comunidad no sirve para nada.
Con esto Blanchot, en y a travŽs de Bataille, pone en cuesti—n
la asimilaci—n de la comunidad a las sociedades tanto comunis-
tas como individualistas, dado que estas tienen un sesgo teleol—-
gico (cf. el punto II.A) del que la comunidad en desobra carece,
y tambiŽn en la medida en que es vedada la posibilidad de equi-
pararla a sociedades de interŽs (individual) o a sociedades co-
mulgantes.
La comunidad no puede confesarse inmediata e ’ntimamente
comunicada consigo misma, por el contrario, la comunidad es lo
que se hace posible por los Òmalos entendidosÓ que es lo propio
de las singularidades al exponerse las unas a las otras. La espa-
cializaci—n de las diferencias implica una exposici—n a fuerzas
de destrucci—n, un abandono al Otro incognoscible que me im-
pugna radicalmente. Ahora bien, este pr—jimo incognoscible, al-
teridad radical respecto de m’, por ser tal no puede presentarse
m‡s que como ausencia. Es decir: all’ donde la alteridad del otro
sea preservada, all’ tan s—lo aparecer‡ la ausencia del Otro, el
Otro como ausente. ÀC—mo hacer comunidad con los ausentes?
Blanchot m‡s bien se pregunta Àc—mo no hacerla, puesto que es
nuestra œnica experiencia del pr—jimo? Acaso su ausencia, su
muerte intolerable, es lo que posibilita la amistad. Una amistad
que es la ausencia de v’nculo en el abandono infinito a lo incon-
mensurable. En esta clase de amistad (que, hay que decir, es la
que posibilita cualquier otra) nos encontramos tambiŽn con no-
sotros mismos como ausentes: el amigo se desconoce a s’ mis-
mo, est‡ dislocado y no puede anclar en ningœn horizonte, no
puede ser fijado en ningœn c—digo.
As’ es que la comunidad ni sana ni protege, no es la vuelta al
seno materno o paterno de la seguridad (de la comunicaci—n ’n-
tima, de la identificaci—n absoluta). Con lo cual se elimina la po-
sibilidad de elegirla (de entrar o salir voluntariamente de ella),
pero junto con la posibilidad de fusionarse. As’ pues, ni autono-
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m’a ni reconocimiento, porque no hay tampoco sujeto posible
que se sostenga como Lo Mismo ante la impugnaci—n del Otro.
Lo que habr‡ de ser pensado, lo que est‡ permanentemente
siendo pensado (en el vivir cotidiano, en el sentir y hacer de ca-
da uno) son nuevas relaciones que entablar con este desconoci-
do que son los otros y que es el s’ mismo, abiertas a un espacio
de libertad que el Sujeto moderno no podr’a ni gozar ni propo-
ner sin traicionarse a s’ mismo, o quiz‡, s—lo traduciŽndose a la
singularidad de la lengua del presente.
Notas
1 Esta operaci—n puede ser interpretada tambiŽn como una traducci—n epocal de
las categor’as. Si Òla traducci—n no es sino un procedimiento transitorio y provi-
sional para interpretar lo que tiene de singular cada lenguaÓ, como afirmaba Ben-
jamin (1971; 134), habr’a que decir entonces que toda filosof’a Ðen tanto activi-
dad de creaci—n conceptualÐ traduce a una lengua que es la propia lo heredado de
la tradici—n (aun cuando no pretende hacerlo, aun si su intenci—n es mantenerse
fiel a ella. Aqu’, nuevamente, el ejemplo bien puede ser la traducci—n del legado
socr‡tico operada por Plat—n). S—lo se puede, en esta nota marginal, sugerir esta
interpretaci—n que no podr’a ser desplegada sin desviarnos demasiado de la tem‡-
tica que nos convoca (Àpero ser’a realmente un desv’o? ÀO s—lo su traducci—n a
otra lengua?). No dejaremos de remitir, sin embargo, a las preciosas indicaciones
de J. Derrida (2002; esp. Cap. III).
2 Cf. Wildt: 1982; 5
3 No puede ser ignorado lo esquem‡tico del programa ÒliberalÓ que aqu’ planteo,
tanto como sabemos que de hecho s—lo algunos (privilegiados) conservan para s’
el mentado derecho de retirada, en la medida en que para ello es preciso contar
con los recursos econ—micos y simb—licos que posibiliten una existencia Òaisla-
daÓ. Mientras tanto, una escandalosa mayor’a es obligada a no-pertenecer a estas
ÒsociedadesÓ de consumo y/o producci—n, o a pertenecer s—lo bajo la modalidad
de la exclusi—n del mercado de trabajo, de bienes simb—licos y de consumo, etc.
Cf. Bauman:2003; p. 126, donde se discurre acerca de la Òpol’tica de precariza-
ci—nÓ que consistir’a en Òincapacitar a los dominados mediante la amenaza del
Žxodo de los dominadoresÓ.
4 Nancy se refiere muchas veces al ÒcomunismoÓ para dar cuenta del intento de
hacer efectiva una totalidad, es decir, asimil‡ndolo al ÒtotalitarismoÓ de inspira-
ci—n hegeliana Ðo incluso judeo-cristiana. No obstante, enfatiza la distancia entre
el comunismo como programa pol’tico de algœn partido y el pensamiento de
Marx, como as’ tambiŽn las diferencias existentes entre las intenciones que gu’an
los comunitarismos de derecha y de izquierda.
5 ÒDesde Leibniz no hay m‡s muerte en nuestro universo: de un modo u otro, una
circulaci—n absoluta de sentido (de los valores, de los fines, de la Historia...) col-
ma o reabsorbe toda negatividaad finita, saca de cada destino singular finito una
plusval’a de humanidad y de sobrehumanidad infinita. Pero esto supone justa-
mente la muerte de cada uno y de todos en la vida del infinitoÓ (Nancy:1999; 24)
Referencias
-Z. Bauman, La ambivalencia de la Modernidad y otras conversaciones, Paid—s,
Barcelona, 2003.
-W. Benjamin, Angelus Novus, Edhasa, 1971
-M. Blanchot, La Comunidad Inconfesable, Arena Libros, Madrid, 1999.
-G. Deleuze, L—gica del Sentido, Paid—s, Barcelona, 1994
-J. Derrida, M‡rgenes de la Filosof’a, C‡tedra, Madrid, 1998
-ÑÑÑÑÑÑ, SCIBBOLETH para Paul Celan, Arena Libros, Madrid, 2002
-G.W.F. Hegel, Fenomenolog’a del Esp’ritu, FCE, MŽxico, 1981
-J. Locke, Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, Alianza, Madrid, 1990.
-J.-L. Nancy, La Comunidad Inoperante, Escuela de Filosof’a Universidad Arcis,
1999 (edici—n electr—nica en: www.philosophia.cl)
-Wildt, ÒKant: el concepto de absoluto de autonom’a y la concepci—n de autono-
m’a mediada por la eticidadÓ (trad. Cast. De Virginia Osuna para la C‡tedra de
Problemas Especiales de ƒtica) en: Autonomie und Annerkenung, Stuttgart,
Klett-Cota, 1982.
PSICODRAMA,
CREATIVIDAD
Y GRUPOS
Coordinaci—n general:
Lic. Silvia Schverdfinger y Lic. Carolina Pavlovsky
Supervisi—n: Dr. Eduardo Pavlovsky
Coordinaci—n institucional: Lic. Silvia Schverdfinger
ACTIVIDADES 2005
¥ CURSOS DE FORMACIîN EN
PSICODRAMA Y COORDINACIîN GRUPAL.
¥ TERAPIA GRUPAL PSICODRAMçTICA.
¥ JORNADA DE PSICODRAMA, CREATIVIDAD
Y TEATRO ESPONTçNEO
24 de septiembre de 9.30 a 18.30 hs.
Entrevistas explicativas y de admisión sin cargo
4962-4583 Secret. Liliana
Informes:
info@psicodramagrupal.com.ar
www.psicodramagrupal.com.ar
Campo Grupal / 9

DESDE MEXICO
Enrique Guinsberg
gbje1567@correo.xoc.uam.mx
Muchos creíamos que porque en
México se habla el español no
habría problemas con el idioma, y
en general claro que es el mismo.
Pero no pocas sino muchas pala-
bras son muy diferentes, lo que
produce desde incomprensiones
hasta notorios equívocos e inclu-
so serias dificultades, aunque mu-
chas veces también risas, como
lo saben los argentinos que han
vivido o visitado este país que
hasta se han sacado fotos con al-
gunas de ellas.
Por supuesto que no ante ciertos
diminutivos que sólo cambian una
letra y se entienden igual como,
por ejemplo que el de pan no sea
pancito sino panecito y el de tren
trenecito; tampoco es una gran al-
teración que el de caliente sea
calientito, lo que hasta podría pa-
recer lógico (aunque un lingüista
señaló, tras una larguísima expli-
cación imposible de recordar y de
reproducir, que el equivocado se-
ría el término de aquí).
Otras palabras son totalmente di-
ferentes, pero sólo se trata de
acostumbrarse a ellas: ya en una
columna anterior se mencionó co-
mo ejemplo, que aquí una torta
es el especial de Buenos Aires
(un sandwich de pan), y la sorpre-
sa de quienes piden tostadas y
ven que les traen una tortilla de
maíz frita con muchas cosas arri-
ba. Por estar en el terreno ali-
menticio, ejemplos de esto es que
aquí las facturas de la panadería
son panes dulces, las arvejas son
chícharos, ananá es piña, frutillas
son fresas, banana es plátano,
batata es camote, pomelo es to-
ronja, remolacha es betabel, y
chauchas son ejotes.
En otros terrenos, también como
ejemplos, la nafta es gasolina y
por tanto las estaciones de servicio
son gasolineras, todas las plazas
son parques (aunque sean diminu-
tas) y no hay ni arroyos ni riachue-
los porque todos son ríos; las pla-
zas principales siempre son cono-
cida como zócalos, y el aparato
cocina es estufa, mientras que el
que se usa para calentar el am-
biente es calentador.
Hasta aquí tampoco nada es gra-
ve, y no provoca más que las indi-
cadas confusiones. Más serias son
las que provienen de sentidos dis-
tintos o inversos, como es el caso
de que cuando aquí se dice ahora
para cualquier cosa no hay que
preocuparse mucho, pero sí cuan-
do se dice ahorita, y desesperarse
cuando es ahoritita. O la informa-
ción de que tal persona “estará
hasta las 3 de la tarde” no significa
que se queda hasta ese momento
sino que llega a esa hora.
Lo grave pueden ser otras confu-
siones, como el creer que una pa-
nadería es un burdel porque dice
tener las mejores conchas -un ti-
po de factura-, pensar mal de una
persona conchuda, que no es lo
que el lector está pensando sino
que es cerrada, o reírse al ver en
un negocio frascos de cajeta (dul-
ce de leche de cabra). Parecido
equívoco tuvo una mujer que se
entusiasmó al ver que una tlapa-
lería (ferretería) tenía pijas de to-
dos los tamaños, sin saber que
es un tipo de tornillo. Y pendejo
es el equivalente de boludo, por
lo que muchas veces hay que
aclarar que lo dice en el sentido
argentino o mexicano del término.
Y hay mucho más, por lo que tal
vez esto siga en una futura co-
lumna...
Universidad Autónoma Metropolitana-
Xochimilco. México.
Campo Grupal / 10
Perspectivas de género
El quiebre del proyecto
laboral en la vida del varón
Guillermo Augusto Vilaseca
vilaseca@mail.retina.ar
C
omo var—n, psic—logo devenido especialista en la cl’nica con
hombres, intrigado por la perspectiva de gŽnero y la investiga-
ci—n/acci—n en reinserci—n laboral / profesional, me he encontra-
do en repetidas oportunidades con varones que expresaban diversos ni-
veles de malestar f’sico y/o emocional sin que necesariamente estable-
cieran el nexo con su crisis laboral ni tuvieran noci—n de las circunstan-
cias que hab’an desencadenado dicho estado. En algunos casos esto su-
ced’a casi sin percepci—n de las modificaciones en su car‡cter, cambio
que s’ era percibido por su entorno vincular, quienes en el mejor de los
casos le suger’an que consultara con un especialista y en el peor de los
escenarios apelaban a diversos estilos de rechazo, descalificaci—n y ex-
clusi—n.
Me parece muy interesante el planteo de este cuadro de situaci—n en
un cuento de John Cheever que puede leerse en la compilaci—n ÒLa
geometr’a del amorÓ. Me refiero al cuento ÓEl ladr—n de Shady HillÓ.
A modo de vi–eta cl’nico / literaria eleg’ partes de este texto para
mostrar como este autor logra reflejar estas circunstancias:
ÒEl miŽrcoles fue mi cumplea–os. Lo recordŽ en mitad de la tarde,
cuando estaba en la oficina, y el pensamiento de que quiz‡ Christina
planeaba una fiesta sorpresa hizo que en un instante abandonase el
asiento y me pusiese de pie, sin aliento. DespuŽs, lleguŽ a la conclusi—n
de que ella no har’a tal cosa. Pero aun los preparativos que har’an los
ni–os representaban para m’ un problema sentimental; no sab’a c—mo
afrontar la situaci—n. AbandonŽ temprano la oficina y beb’ dos tragos
antes de abordar el tren. Christina parec’a satisfecha y complacida
cuando me recibi— en la estaci—n, y yo puse buena cara para disimular
mi ansiedad. Los ni–os se hab’an puesto ropa limpia y me desearon fe-
liz cumplea–os con tanto fervor que tuve una sensaci—n horrible; sobre
la mesa apareci— una pila de regalitos, la mayor’a, cosas confecciona-
das por los ni–os: gemelos de botones, y un anotador, y as’ por el esti-
lo. Y encend’ los cohetes, me puse ese tonto sombrero, apaguŽ las ve-
las de la torta y agradec’ a todos, pero despuŽs pareci— que hab’a otro
regalo - mi gran regalo - y despuŽs de la cena me obligaron permane-
cer en la casa mientras Christina y los ni–os sal’an, y despuŽs vino Ju-
ney y me llev— afuera, rodeando la casa, hasta el fondo, donde estaban
todos. Apoyada contra la casa vi una escalera plegadiza de aluminio,
con una tarjeta atada con una cinta, y yo dije, como si hubiese recibido
un mazazo:
-ÀQue mierda significa esto?
- Pap‡, pensamos que puede servirte - dijo Juney.
-ÀPara quŽ necesito una escalera? ÀQuŽ se creen que soy, un limpia-
dor de ventanas?
- Para alcanzar las claraboyas - dijo Juney -. Las persianas.
Me volv’ hacia Christina.
-ÀEstuve hablando dormido?
- No - dijo Christina -. No estuviste hablando dormido.
Juney se ech— a llorar.
- As’ podr‡s limpiar las hojas de los desagŸes - dijo Ronnie -.
Los dos varones me miraban con cara larga.
- Bien, tendr‡s que reconocer que es un regalo muy extra–o - dije a
Christina.
-ÁDios m’o! - exclam— Christina -. Vamos, ni–os. Vamos.
Escuela de
Psicolog’a Social
de La Plata
Directora M i r t h a V i a m o n t e
Director AcadŽmico A l f r e d o M o f f a t t
Asesora Institucional D i a n a C o b l i e r
Primer a–o intensivo
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Martes y Jueves de 15 a 21 horas
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Consentir que nos condecoren es reconocer al Estado o al príncipe el derecho de juzgarnos, ilustrarnos, etc. Charles Baudelaire
Los llev— hacia la puerta de la terraza.
Estuve en el jard’n hasta despuŽs de oscurecer. Se encendieron las lu-
ces del primer piso. Juney continuaba llorando, y Christina le cantaba.
DespuŽs, la ni–a se tranquiliz—. EsperŽ hasta que se encendieron las lu-
ces de nuestro dormitorio, y despuŽs de un rato sub’ la escalera. Chris-
tina ten’a puesta una bata, estaba sentada frente a la mesa del tocador,
y ten’a los ojos llenos de l‡grimas.
- Tienes que comprender - dije.
- Creo que no puedo. Los ni–os estuvieron ahorrando meses enteros
para comprar ese maldito artefacto.
- No sabes todo lo que tuve que soportar - dije.
- Aunque hubieras estado en el infierno, no te lo perdonar’a Ð dijo -.
No soportaste nada que justifique tu conducta. Hace una semana que la
tienen escondida en el garaje. Son tan cari–osos.
- òltimamente no me siento bien - dije.
- No me digas que no te sientes bien Ð replic— -. Ahora he llegado a
desear que te vayas por la ma–ana, y temo la hora de tu regreso, por la
noche.
- No puede ser tanto como dices - afirmŽ.
- Ha sido un infierno - insisti— Christina -. Brusco con los ni–os, an-
tip‡tico conmigo, grosero con tus amigos y perverso cuando hablas de
ellos. Horrible.
-ÀQuieres que me vaya?
-ÁOh, Dios m’o, vaya si lo quiero! As’ podr’a respirar.
-ÀY los ni–os?
- Pregœntaselo a mi abogado.
- En ese caso, me irŽ.
AtravesŽ el vest’bulo y me acerquŽ al armario donde guardaba las
maletas.
- Mira Ðdije Ñ. Mira esto, Christina. El perro arranc— el refuerzo de
mi maleta. - Ni siquiera levant— la cabeza.
- Durante diez a–os invert’ veinte mil d—lares anuales en esta casa Ð
gritŽ -, y cuando tengo que marcharme, Áni siquiera poseo una maleta
decente!
Todos tienen su maleta. Incluso el gato tiene equipaje decente.
- Abr’ bruscamente el caj—n de las camisas, y hab’a s—lo cuatro cami-
sas limpias. -ÁNo tengo camisas limpias ni siquiera para esta semana!
ÑgritŽ. DespuŽs, reun’ unas pocas cosas, me encasquetŽ el sombrero y
sal’. Durante un instante incluso pensŽ llevarme el autom—vil, y entrŽ
en el garaje y mirŽ todo. DespuŽs, vi el anuncio que dec’a: EN VEN-
TA, el mismo que colgaba del frente de la casa cuando la compramos
hac’a muchos a–os. DesempolvŽ el anuncio, tomŽ un clavo y una pie-
dra, y me acerquŽ al frente de la casa y clavŽ el anuncio en venta sobre
un arce. DespuŽs, caminŽ hasta la estaci—n. Es aproximadamente un ki-
l—metro y medio. Cuando lleguŽ a la estaci—n, descubr’ que no hab’a
tren hasta las cuatro de la ma–ana. Decid’ esperar. Me sentŽ sobre la
maleta y esperŽ cinco minutos. DespuŽs volv’ caminando a casa. Cuan-
do hab’a recorrido la mitad de la distancia vi venir a Christina vestida
con un suŽter y una falda, y calzada con zapatillas - lo primero que en-
contr— a mano, pero en todo caso prendas estivales- y volvimos juntos
y nos acostamos...
...Al contrario de lo que alguien escribi— cierta vez, no es el olor del
pan de ma’z lo que nos aparta de la muerte; son las luces y los signos
del amor y la amistad. Al d’a siguiente Gil Bucknam me llam— y dijo
que el viejo se mor’a, Àyo estaba dispuesto a volver a la empresa? Fui
a verlo, y explic— que el viejo era quien me persegu’a; y naturalmente,
me alegrŽ de retornar a la parablenda.
Lo que yo no entend’a, mientras caminaba esa tarde por la Quin-
ta Avenida, era c—mo un mundo que hab’a parecido tan sombr’o, po-
cos minutos despuŽs pod’a llegar a ser tan amable. Las veredas pa-
E.I.P. Equipo Interdisciplinario Paso
Dra. Alicia Siguelboin (Abog.) y Lic. Silvia Schverdfinger (Psic.)
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 POLIFONIAS
Denise Najmanovich
najmanov@retina.mail.ar
Cuando el optimismo
pierde contrapeso
En Occidente resulta imposible
pensar el optimismo si no es en re-
lación con su sombra pesimista.
Cientos de proverbios, más o me-
nos logrados, lo atestiguan:
El optimista encuentra una res-
puesta para cada problema. El pe-
simista ve un problema en cada
respuesta.
El optimista es una parte de la res-
puesta. El pesimista es siempre
una parte del problema.
El optimista siempre tiene un pro-
yecto. El pesimista siempre tiene
una excusa.
El optimista ve siempre luz en la
oscuridad. El pesimista siempre ve
oscuridad en medio de la luz.

¿Cómo salir de la machacona puja

de los opuestos? ¿Qué otra forma
puede tomar esta perspectiva de la
vida sin no la referimos a su anta-
gonista secular? Tal vez logremos
desacoplar el optimismo de su par
antagónico al darnos cuenta que la
rec’an relucir,... Dado que el imperativo de mostrarse potente y exitoso propio de la oposición entre ambos está ligada
masculinidad en nuestra cultura deja poco lugar para esta elaboraci—n a una concepción lineal del tiempo
y causal de la historia. El optimista
Vemos como en este texto aparece pintada la dificultad para el con- y procesamiento, paralelamente a la dificultad para conectarse con las supone un futuro brillante donde el
tacto con los sentimientos y las emociones, la irrupci—n de la violencia emociones que surgen al procesar un duelo y reconocer las pŽrdidas, pesimita ve sólo amargura, pero en
ante las manifestaciones afectivas y el cuestionamiento de la identidad he encontrado en enfoques como el EMDR una herramienta que por su ambos casos los sentimientos es-
laboral / profesional. De igual modo aparecen la tendencia a la auto ex- caracter’stica hol’stica favorece la conexi—n y abordaje de la problem‡- tán ligados a una profecía o a una
clusi—n y la sensaci—n de inadecuaci—n, el quiebre del proyecto de vi- tica. expectativa y a un juicio de valor
da as’ como la sorpresa ante el cambio de perspectiva que implica vol- Por œltimo quiero compartir algunos conceptos que me han facilita- abstracto y absoluto. Pesimismo y
ver a tener trabajo. do el abordaje de las situaciones de crisis en el di‡logo con los varones optimismo son una dupla colgada
Ahora bien, ÀporquŽ eleg’ hablar de quiebre y no de perdida del tra- y la posibilidad de asumir la necesidad de un acompa–amiento, apoyo, de la flecha del tiempo.
bajo o de despido, que son las formas m‡s evidentes de crisis laboral? aporte profesional. Me refiero al concepto de convalecencia, importa- Cuando nos acoplamos el mundo
Justamente porque estos s’ntomas pueden aparecer tambiŽn frente a do de la medicina, que me da la posibilidad de reconocer una etapa de desde una pretensión de control y
manipulación caemos siempre en la
la frustraci—n del proyecto que cada hombre se pueda haber trazado vulnerabilidad a partir de haber atravesado un hecho que represent— un trama que anida en la creencia en
con mayor o menor conciencia del mismo. golpe del cual un var—n se puede haber Ò levantadoÓ y seguir caminan- un saber anticipatorio que sólo pue-
Por lo tanto, no ser ascendido Ð como en el caso de las historietas pa- do con Òlas botas puestasÓ pero que requiere considerar niveles de fra- de condenamos a la eterna oscila-
ra ni–os Bob Esponja Ð ser cambiado de ‡rea; la falta de reconocimien- gilidad aunque Žsta no sea ostensible o evidente. ción entre la esperanza y el miedo,
to, tanto material como por la tarea realizada; y todo aquello que pue- Por otro lado la idea de ÒserviceÓ, importada del modelo automovi- entre la frustración y el exitismo,
de considerarse como maltrato dentro del ‡mbito laboral (actualmente l’stico, autoriza la idea de Òcurarse en saludÓ y la de recurrir puntual- entre la omnipotencia y la autodeni-
denominado moobing), operan como desencadenantes de procesos mente. gración. No se trata aquí de prohi-
muchas veces no reconocidos pero que afectan la auto percepci—n, el Sin duda es, a mi entender, fundamental la inclusi—n de una dosis de bir o negar toda posible proyección
desempe–o y las posibilidades de realizaci—n personal, generando un humor en el di‡logo. al futuro, sino sólo de abrirse a él
estado de gran malestar con consecuencias en todas las ‡reas de la con- Para finalizar quiero rescatar varios aspectos que han guiado mis re- desde su multiplicidad, su sorpresa.
Se trata de no atrapar el tiempo en
ducta. flexiones: una cadena y de no condenarnos
Creo importante en este punto deslindar tambiŽn un aspecto que la con este acto a pensarnos sólo en
mayor’a de las veces aparece indisolublemente unido a lo laboral: el di- 1- La importancia de percibir la fragilidad, muchas veces detr‡s de términos de progreso o decadencia
nero. una fachada de autosuficiencia, e investigar el balance entre los recur- (las únicas direcciones en que se-
Si bien lo econ—mico esta asociado al tema del trabajo y al rol de sos y las demandas percibidas. ñala una recta).
proveedor, he tenido oportunidad de acompa–ar varios procesos donde 2- Tener en cuenta que el trabajo esta ’ntimamente ligado a la iden- Los proverbios que he citado nos
las circunstancias de crisis laboral no pusieron en tela de juicio la po- tidad de casi todos los varones y que en muchos casos puede llegar a muestran como se compensan y
sibilidad de la persona para sostenerse como proveedor y sin embargo ser independiente del rol proveedor. contrapesan el optimismo y el pesi-
la sintomatolog’a surgi— de todos modos. 3- Considerar la dificultad para pedir y recibir ayuda, ya sea en for- mismo en su eterno vaivén. ¿Qué
Casos de comerciantes que venden su local para un emprendimien- ma de asistencia profesional, amistosa o de cualquier otro orden. pasa si cambiamos la música del
tiempo? ¿Qué ocurre si salimos del
to inmobiliario o de quien alquila su local gener‡ndose una entrada 4- Reconocer y trabajar desde el particular nivel de dificultad para el ritmo de la linealidad y escuchamos
equivalente a la que obten’a trabajando cotidianamente, de profesiona- contacto con las emociones a la hora de procesar y elaborar las pŽrdi- del mundo otros sonidos? Spinoza
les que han pertenecido por muchos a–os a una instituci—n de salud que das y frustraciones. y Buda nos proponen que resone-
cambia su cultura y dejan de tener vigencia los valores desde los cua- mos con una melodía totalmente
les definieron su inserci—n, los varones que se jubilan anticipadamente distinta: la de la afirmación de la vi-
o cuando les llega la edad que fija la ley pero se sienten en condicio- da. En estas filosofías la potencia y
nes de seguir ejerciendo este rol que da sentido a su existencia, los la bienaventuranza no están ligadas
obreros de f‡brica que imaginaban jubilarse como tales en vez de vol- a una expectativa preformada de
ver a ser campesinos toda la vida como sus padres y los que, cuando cómo debe ser el mundo: la lluvia
pierden su lugar en la f‡brica son contratados hasta en mejores condi- es tan necesaria como los tiempos
de seca, el trueno como el rocío, el
ciones para otras tareas, pero no cumplen con su proyecto. contento como la desazón, la ternu-
Una cuesti—n que tambiŽn encuentro fundamental en este an‡lisis es ra como la crueldad. No hay un de-
el tema planteado por Goethe en el ÒFaustoÓ: Vender el alma al diablo ber ser del mundo, ni un sentido
entendido como la renuncia a los valores e ideales. Tercer Seminario de prefijado para la existencia que es

ECONOMÍA SOCIAL
Considero que todas estas puntuaciones respecto del v’nculo de los un continuo hacerse y deshacerse.
varones con el trabajo son importantes a la hora de dise–ar planes de Desligado del tiempo hay un opti-
reinserci—n laboral, en la mayor’a de los casos Žstas apuntan a rever la mismo que nace de la vida misma,
trayectoria laboral definiendo fortalezas, debilidades, aptitudes desa- que no está en la esfera del juicio,
Co-Directores y Docentes:
rrolladas durante el desempe–o de la carrera profesional, proyectos que no espera y por lo tanto tampo-
ARMANDO TROISI y CLAUDIO FRANCHELLO co desespera. Se trata de una con-
postergados y posibilidades del mercado laboral presente.
fianza vital que nace del saber que
En muchos casos los talleres de reinserci—n laboral / profesional son Duración: UN CUATRIMESTRE (Septiembre-Diciembre 2005) todo ser tiene un lugar bajo el sol
impecables y se generan oportunidades, pero observamos que hay va- Horario de clases: Lunes 19:00 a 21:30 hs (16 clases) en el que desplegar su deseo y
rones que han quedado ÒheridosÓ por la circunstancia que motiv— la Semipresencial: 2º sábado de cada mes (5 clases) afirmar su potencia. Este optimismo
pŽrdida de su proyecto y esta frustraci—n los mueve a la necesidad de Matrícula: $80.- 4 cuotas: $80.- c/u que se ha desacoplado de la flecha
expresar su enojo, o dolor, m‡s que a aprovechar las oportunidades que del tiempo ha perdido simultánea-
hubiere en el presente. No se requiere título de PSICOLOGO SOCIAL o haber cursado la carrera. mente el lastre de la exigencia, del
En estos casos considero prioritario darle espacio y tiempo a la ela- deber ser, de la perpetua compara-
boraci—n de ese duelo, ya que de lo contrario ti–e el presente de gris e ción con un arquetipo ideal inalcan-
inhabilita el futuro. Para más información: (011) 4776-0777 zable. Disfruta leve del presente
www.psicosocialdelsur.com.ar economiasocial@arnet.com.ar sin explicar, sin pretender, sin su-
poner

Ella usó mi cabeza como un revólver. Gustavo Cerati Campo Grupal / 11

 CINE/FILIA
Patricia Garrote
paggarrote@yahoo.com.ar
Steven Spielberg fundó Dream-
works en 1994, condición sine qua-
non para tener la Industria a sus
pies y para hacer, por lo menos, un
producto cinematográfico de buena
calidad.
La película tiene todos los ingre-
dientes: actores taquilleros, tecno-
logía digital a discreción y, lo más
importante de este mundo, mu-
chos, muchísimos dólares al servi-
cio de una Industria que es suya.
¿Por todo esto podemos decir que
Spielberg es un cineasta? A mi jui-
cio la respuesta es negativa; de lo
contrario debería replantearme los
conceptos de cineasta, obra maes-
tra y cine de autor.
Mr. E.T. es fundamentalmente un
empresario, como tal vende sus
productos y espera obtener de
ellos la máxima ganancia. Y lo lo-
gra, porque tiene todos los elemen-
tos adecuados para hacerlo. Debe-
mos aceptar que el cine de la era
del Mc. Donalds no es el mismo de
antes. En los 70, Bergman y Bu-
ñuel solían desgranar nuestros jó-
venes sesos que respondían a los
requerimientos de la época: movi-
mientos revolucionarios y mucho
psicoanálisis. Hoy, la generación
que ronda los 30 años y ha nacido
bajo la cultura de la hamburguesa
servida en “cajita feliz”, ve al Sr.
Steven como el genio del cine y su
simbología. No los culpo, eso es lo
que mamaron, y no sólo en mate-
ria de cine sino también en la mo-
da y en las costumbres.
Alguien muy ingenuo podría inter-
pretar que la película trata de un
hombre que tiene que recorrer un
duro y largo camino para asumir su
condición de padre, y de una ma-
dre (eternamente embarazada) que
se hace a un lado para permitir esa
maduración y conseguir así que se
fortalezcan sus hijos.
Tal vez podríamos agudizar la vista
y observar cómo las guerras arte-
ras explotan el Trade World Center
y los subtes de Londres pasando
antes por Atocha y la Amia. No sa-
bemos quienes las provocan... bien
podrían ser los alienígenas; ¿aca-
so no hay indicios en el guión que
pueden hacernos pensar esto?
O tal vez podríamos ver a los lati-
nos como esclavos del mundo pa-
gando con su propia sangre la sub-
sistencia de los más poderosos. O
mejor veamos cómo la clase traba-
jadora recorre el camino desde
New Jersey a Boston (lugar donde
jamás podrá entrar) para entregar
sus productos a un grupo de privi-
legiados intocables, impecables y
eternos.
Esta no es la historia de una fami-
lia, es la de la humanidad vista a
través de los ojos de un poderoso
que utiliza como excusa una gue-
rra marciana para mostrarnos la
mejor manera de someternos.
Dejemos de protestar y trabajar en
grupo, basta de cacerolazos y
asambleas populares; el mensaje
sería algo así: Sea como sea que
subsistas tendrás que rendirte a
los pies de aquellos que tengan “la
sartén por el mango y el mango
también”.
“Vínculos”
Un proyecto para compartir
Por AM 750
Radio del Pueblo
Jueves de 19 a 20 hs.
Una mirada a la problemática individual
y social del ser humano
Conducción Raquel Len
elsemejante@hotmail.com
Campo Grupal / 12
Acerca del lugar de sujeto
Reflexiones sobre una
experiencia institucional
Carina Gonzalez
carinagonzalez04@hotmail.com
E
l acercamiento a una instituci—n genera cada vez nuevas pre-
guntas, que se responden s—lo con la pr‡ctica y experiencia que
se desprende de la aplicaci—n de los recursos te—ricos al cam-
po. Nuevos movimientos e inquietudes surgen bajo la necesidad per-
sonal de quienes apostamos a una pr‡ctica profesional; a un encuen-
tro con el otro (m‡s all‡ de cualquier dialŽctica particular). Un en-
cuentro ÒespecialÓ; donde el otro nos comparte y nos responde con
una mirada, un simple movimiento, o un sonido casi imperceptible.
Aunque nos encontremos con diagn—sticos que dar’an cuenta acer-
ca de las limitaciones de ese ni–o y/o ese joven que est‡ all’ alojado,
sentimos la necesidad de emprender la tarea de nuestra pr‡ctica adap-
tada, pero apostando a nuevos movimientos y nuevas y beneficiosas
respuestas para ese ÒalumnoÓ.
Lo que intento desarrollar pretende dar cuenta acerca de una expe-
riencia institucional en el campo de la salud mental en un estableci-
miento que ÒalojaÓ a ni–os con patolog’as motoras severas y/o impor-
tante compromiso org‡nico.
Mi primer contacto fueron los legajos, pero desist’ inmediatamente
del encuentro exclusivo cuando pude ver un grupo de pares, un ni–o
y/o un joven que intenta su acercamiento a quien viene de afuera con
el objetivo de hacer algo por •l. Este algo por Žl, no hizo m‡s que
plantearme una nueva inquietud, tendrŽ que hacer algo por Žl a modo
de ÒsalvatajeÓ? la respuesta aparece nuevamente cuando el encuentro
me muestra un gesto, un movimiento, una respuesta a la instancia co-
tidiana que se le presenta a ese sujeto; un almuerzo, la necesidad de
compartir un juego, una simple sonrisa cuando se escucha la mœsica,
o un llanto cuando aparece una necesidad por satisfacer.
En la escuela, estos ni–os y j—venes se presentan con importante
compromiso motor y org‡nico que limitan varias tareas que son par-
te de la vida cotidiana. Igualmente tanto los coordinadores de grupo,
como quienes solemos abordar cuestiones ÒtŽcnicasÓ (por ser el equi-
po tŽcnico del servicio), nos disponemos a diario a emprender la ta-
rea de trabajar con los recursos con los que cuenta cada alumno para
enfrentar diferentes escenas de la vida de ese ÒsujetoÓ.
Implementando la observaci—n durante alguna actividad de la vida
diaria; juegos dirigidos de a pares y/o grupales, con diferentes obje-
tos lœdicos; representando escenas comunes para el ni–o y/o joven,
como compartir y ÒactuarÓ los diferentes momentos con ritmos espe-
rables como el almuerzo, el desayuno, el aseo, etc; aplicando recur-
sos como la lectura de cuentos, relatos y canciones; observ‡ndose a
travŽs de ellos respuestas de significativa variedad; obtuve respuesta
a esa primera pregunta que surge cuando nos acercamos por primera
vez a la instituci—n y a las personas que la integran. En definitiva ob-
tuve mucho m‡s que una respuesta en s’, apareci— una aclaraci—n que
hizo que me replanteara cuestiones te—ricas y otras que no son tan for-
males,: detr‡s de cada informaci—n, dato tŽcnico, dato no formal, ma-
terial para continuar trabajando, etc.; aparece alguien portando una
respuesta, aparece un ni–o, un joven, un sujeto.
Dando especial interŽs al recurso simb—lico m‡s importante para la
vida de un sujeto: la palabra, que da sentido a aquello con lo que el
sujeto se encuentra y en ocasiones no comprende de quŽ se trata; im-
plementada en el encuentro dialŽctico, me sent’ s—lo portadora de la
misma all’ donde no se puede utilizar ese recurso, poniŽndome en el
Viajar no es cambiar de paisaje
sino cambiar de mirada.
Proust
VINCULOS CREATIVOS
Niños, adolescentes y adultos
Dr. Gerardo Smolar
Member of the International Institute for Bioenergetic Analysis
PSICOTERAPIA BIOENERGETICA
Y EXPRESION CREATIVA
Individual, pareja, familiar y grupal
Luis Viale 89 Capital Tel: 4855-2772
gerardo@biocreatividad.com.ar
www.biocreatividad.com.ar
Es lícito violar una cultura, pero con la condición de hacerle un hijo. Simone de Beauvoir
lugar de un otro colaborando con la construcci—n de un significado o
sentido. Entonces surge una primera aproximaci—n a una construcci—n
que no resulta ser novedosa como teor’a, pero s’ innova en la pr‡cti-
ca cotidiana como recurso necesario para hablar de una verdadera ex-
periencia articulada entre lo que solemos leer y la realidad (en tŽrmi-
nos de pr‡ctica concreta): la verbalizaci—n para s’ y para el otro otor-
ga sentido all’ donde no lo hay, otorga el lugar de sujeto.
ÒEl informeÓ
Como parte de la pr‡ctica profesional y cumplimiento de cuestio-
nes formales que hacen a la instituci—n es preciso dejar por escrito al-
go sobre ese ni–o con el que trabajamos y compartimos un momento
en su cotidianeidad. Para ello formalizamos a manera de ÒresumenÓ
un informe que habla de ese ni–o y/o joven; de sus recursos, de sus
mecanismos, de sus posibilidades, de sus impedimentos; y lo hace-
mos de manera ÒtŽcnicaÓ o formal respondiendo a ciertas obligacio-
nes institucionales, expresamos con cierta claridad lo trabajado con
ese alumno. Este aspecto no hace m‡s que aclarar un panorama que
es real y tŽtrico (me refiero a que responde a un cumplimiento a la
vez), pero gracias a estas obligaciones podemos releernos y enterar-
nos por donde anda cada uno de los que d’a a d’a trabajamos con esos
ni–os y j—venes (alumnos para la instituci—n escolar).
De all’ se desprenden referencias donde se aclaran cuales son las
especificidades abordadas por cada ‡rea. En lo que a m’ ‡rea compe-
te, suelo dar prioridad a cuestiones de singularidad y aquellas otras
correspondiente a lo interpersonal en el contexto general y ‡ulico (in-
teracci—n con su medio, con pares y con los adultos). Y entonces apa-
recen expresiones como: ÒM. es un ni–o afectuoso sin inconvenientes
al momento de compartir el espacio con pares y adultos. Se muestra
dispuesto y atento en la interacci—n con ellos (manifiesta su agrado
con total claridad ); busca tomarse del brazo de un adulto, arroj‡n-
dose al piso buscando que el adulto lo ÒcontengaÓ. Juego de signifi-
cativa importancia para el ni–o, ya que repite la escena con cierta in-
tencionalidad, buscando la respuesta contenedora del otro, escu-
chando con atenci—n lo que se le se–ala y respondiendo con una risa
algo exagerada... Puede compartir momentos de juegos con pares,
aunque su intencionalidad lœdica no se presenta totalmente activa.
Los juegos implementados en los que participa el ni–o son totalmen-
te conducidos por un adulto y orientados por el mismo. No ha mos-
trado reticencia a construir nuevos lazos, acepta la presencia de nue-
vos profesionales que trabajan con Žl, como la de ni–os recientemen-
te ingresados.
En lo que respecta al autovalimiento, se ha observado como el ni-
–o continœa necesitando de la supervisi—n del adulto, por ejemplo pa-
ra h‡bitos como la alimentaci—n, o el aseo.
Su andar da cuenta del importante compromiso motor y org‡nico
que afecta su desarrollo, pero a pesar de ello, M. puede responder a
consignas simples utilizando su respuesta motora delimitada pero
efectiva (con marcha lenta o entorpecida)Ó.
Hasta aqu’ el recorte de un informe que habla de algunos aspectos
de un ni–o que pertenece a la instituci—n. Podr’a ser un informe de
cualquier otro ni–o, de la manera en la que se relaciona con los otros
y como responde a escenas comunes o cotidianas dentro de un marco
de trabajo institucional. Si quitara ese distancia que impone la utiliza-
ci—n de las formalidades, puede decirse que M. es muy dulce, se la pa-
sa abrazando a todos; su recibimiento es verdaderamente alentador,
siempre te invita a jugar y acompa–arlo en cada repetici—n de cada
palabra nueva que aprende. No discrimina, en tŽrminos de seleccio-
nar a quienes acercarse, puede mostrar cierta desconfianza si es al-
guien nuevo, pero inmediatamente se abre a un nuevo lazo sin presen-
tarte demasiadas restricciones.
M. tiene dificultades motoras, necesita mucha ayuda, alguien que
lo oriente y lo acompa–e, pero no por ello abandona todo acto cuan-
do se le presenta la escena diaria de valerse por s’ mismo al momen-
to de tomar un utensillo y almorzar. M. Quiere jugar a la pelota, pero
no puede correr como yo, s’ puede caminar lentamente y sonre’r
F i l o s o f í a P r á c t i c a
Pensar la vida
La filosofía al servicio de lo cotidiano
Vivimos atrapados por creencias, convenciones y valores que
oprimen nuestra experiencia. El pensar filosófico, usado como
herramienta en lo concreto, nos permite alivianar esas supuestas
verdades y afirmar nuestra libertad.
Conversaciones individuales y grupales
Coordina: Leopoldo Kohon
4774-5657 / 4777-2969 www.pensarlavida.com.ar
 La demanda es un acto comunicacional, donde lo significativo se
muestra (en forma manifiesta, expl’cita, impl’cita o latente). Esto ser‡
Terapia Corporal Creativa
observable en la forma singular de comunicar y de silenciar. Aqu’ es- Espacio grupal
tar‡ ubicada la intervenci—n, siendo adecuada o pertinente a lo que la Asistencia Individual
demanda exprese. Para cambiar dolores crónicos,
La intervenci—n propiamente, es la puesta en acto del proceso de es- cansancio, estrés, inhibiciones por
cucha atenta, el an‡lisis y la comprensi—n de lo que sucede. Cada de- bienestar y capacidad creativa
manda refiere a sujetos o situaciones singulares al igual que las inter-
venciones. Cristina Pinal
Es importante que podamos reflexionar acerca del sujeto como una Terapeuta Corporal
organizaci—n compleja, en tanto este se inserte en una gama de com- Corrientes y Bulnes
plejos aspectos, dando como resultado a un Òsujeto y su singularidadÓ, 4683-3563 15-5497-3109
y es all’ donde habr‡ que posicionarse para adecuar cualquier inter- cistinapinal@hotmail.com
venci—n posible en la singularidad del sujeto.
Teniendo en cuenta al sujeto y sus contextos, la intervenci—n del
‡rea de referencia ser‡ con una misi—n en particular; que quedar‡ de- Grupo de Supervisión y Estudio
limitada de acuerdo a mi experiencia en este campo, en evaluar e in- Clínica
terpretar las caracter’sticas de personalidad y las relaciones vinculares
de los alumnos con las personas significativas de su ambiente, inter- Psicoanalítica
venir para la calidad de vida y de los ÒaprendizajesÓ (entiŽndase • De los síntomas
aprendizaje dentro de su amplia variedad de acepci—n). a la dirección de la cura
En cuanto a lo que podr’a denominarse funci—n de acuerdo al mar- • Posición del analísta
co institucional, la experiencia remite a movimientos casi instalados en la entrada en análisis
por las condiciones y la situaci—n a valorar los antecedentes evoluti-
Lunes de 9 a 10,30 hs. - $ 10 por reunión
vos, afectivos, creativos y sociales; dise–ar estrategias terapŽuticas
operativas; intervenir en la estructura y din‡mica del grupo familiar Lic. Carlos Vilaseca 4783-9218
(acompa–ando a cada familia en particular); orientar a los docentes en carlosvilaseca@fibertel.com.ar
la comprensi—n de los procesos b‡sicos de la realidad diagn—stica y
sus des—rdenes (trabajando este aspecto en forma conjunta con el res-
to del equipo de orientaci—n, apuntando a un trabajo multidisciplina-
rio, con una visi—n integradora). ALICIA INÉS PEACOCK
Teniendo en cuenta la misi—n y la funci—n del psic—logo en el ‡m- Médica Psicoanalista
bito institucional escolar de referencia, se podr’a pensar el siguiente
diagrama o planificaci—n estratŽgica, planteando en primera instancia
cuando le acerco la pelota y cuando le pido que me la devuelva.
Las exigencias son las que se rompen, tal vez la modalidad, pero no el lugar de intervenci—n, siendo un espacio concreto como el gabine- Adolescentes
te (espacio f’sico), en el marco de un trabajo psicoterapŽutico indivi-
el encuentro o la escena. Las respuestas son diferentes, pero la instan-
cia se nos presenta igual para todos, jugar, comer, hablar, sonre’r, etc.; dual o familiar; en el aula; en cualquier otro contexto que permita la y Adultos
aunque M. de ninguna manera es como todos. intervenci—n terapŽutico adecuada al ni–o en el marco escolar. Y en- En consultorio y a domicilio
La experiencia diaria nos alienta a seguir pensando nuevas maneras tonces surge la pregunta :ÀC—mo intervenir? Y de manera inmediata Honorarios personalizados
de emprender un trabajo que responda a necesidades tŽcnicas, sin de- aparece un acercamiento a la respuesta posible: Encuentros de traba-
jar de pensar que all’ frente a nosotros hay un sujeto. jo psicoterapŽutico individual en el marco escolar (juegos, AVD, etc.).
Entrevista familiar. Observaci—n y posterior an‡lisis de cualquier es- Tel: 4854-0951 / 154-405-1022
Demandar-Intervenir- Alojar cena dentro del marco de trabajo. Talleres (focalizados en alguna te-
m‡tica de interŽs y que remita exclusivamente al ‡rea); todo lo que
Considerando que el alumno por sobre todas las cosas es un sujeto, comprenda la presencia e interacci—n con nuestros protagonistas, esos Escuela
entonces resulta posible pensar una intervenci—n al servicio de la
construcci—n y afianzamiento de la identidad, de los v’nculos y la di-
que la instituci—n nombra como alumnos, por llamarlos aunadamente.
La experiencia y pasaje institucional provee al sujeto de herramien-
de Psicosofía
n‡mica que impone la caracter’stica particular y/o espec’fica del mis- tas que permiten articular la teor’a con la pr‡ctica. Pero por sobre to- Directora: Ada Fanelli
mo m‡s all‡ de las Òproblem‡ticasÓ que se presenten in situ. das las cosas responde a preguntas que surgen por la interacci—n con
Cada ni–o, ni–a o adolescente trae consigo un entramado de v’ncu- quienes protagonizan cada accionar terapŽutico; con quienes intenta- Clase abierta gratuita
los y experiencias tanto de aspectos que solemos denominar aspectos mos desplegar nuestra formaci—n a la que apostamos a diario cuando Ultimo sábado de cada mes, 16 hs.
positivos como negativos (manifiestos o imprecisos). El Òcampo sim- una Òproblem‡ticaÓ de tipo particular surge significativamente y quien
la representa es simplemente el propio sujeto. Castro Barros 179 - Capital
b—licoÓ (concepto que remite al ni–o, su juego, su discurso su manera
de relacionarse, etc.) es construido en ese entramado, la marca con la El ejercicio de la profesi—n ser‡ una cuesti—n que se adapte a nues-
que este ni–o se presenta es el resultado de una construcci—n previa al tra predisposici—n y a la habilidad de encontrar en acto al otro y su sin- Tel: 4958-7394
contexto ‡ulico. gularidad. escueladepsicosofia@yahoo.com.ar
Es de suma importancia se–alar que no es solo lo previo lo que ha-
ce al sujeto como tal, no es s—lo su contexto familiar lo que nos per-
mitir‡ comprender un hecho o una situaci—n particular; es necesario
considerar todos los contextos (‡ulico, pedag—gico Ð did‡ctico, fami-
liar, comunitario) para aceptar el desaf’o de escuchar, observar, anali-
“Psicodrama. Fundamentos y Técnicas”
Seminario: miércoles de 14 a 16 hs.
Inicia: 31 de agosto.
PSICODRAMA
Acuerdo con Postgrado- Fac.Psicología-UBA
zar, integrar, comprender el soporte de las mœltiples historias que se
ponen en juego cuando lo ÒsignificativoÓ surge, transform‡ndose en “El niño con enfermedad terminal. Resolución rápida
demanda.
Es vˆlido detenerse en un intento de precisar lo que se nombra co-
El papel de las Instituciones”
Seminario: 6 reuniones, miércoles de 19.30 a 21.30 hs Inicia: 7 de septiembre
de conflictos
mo demanda e intervenci—n para continuar pensando la operatividad o Acuerdo con Extensión Univ.-Fac.Psicología-UBA Individual - Grupal
modalidad de trabajo correspondiente al contexto en el que me en-
cuentro inserto y del cual estoy haciendo referencia para hablar de la “Psicoterapia Transpersonal”
experiencia. Teórico: septiembre, días martes. ¿Por qué me
"Plegaria, Meditación, Rituales y ..." relaciono con la
Taller vivencial: sábado 3 de septiembre.
www.varones.com.ar “El trabajo con personas de diferentes edades y enfermedades y
persona equivocada?
Entusiasmo y pasión en el distinta aceptación de la propia muerte”
Taller vivencial: sábado 17 de septiembre. Cómo construir un
desempeño del rol profesional
Sábado 24 de septiembre de 14 a 18 hs
“Terapia Holotrópica” vínculo gratificante
Taller vivencial: sábado 1º de octubre
"El Arte de Vivir
en Plenitud"
y placentero
Coordina el Lic. Guillermo Augusto Vilaseca y equipo Güemes 3950 Bs.As. Sábado 22 y
Con inscripci—n previa al 4804-5811 Domingo 23 de 4702-4847
Tel: 4831-3738
octubre.
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La caída es un medio de transporte. César Fernández Moreno Campo Grupal / 13

 Nosotros y ellos
Septiembre
en La Casona Acerca de la
Todos los primeros viernes, a
las 20 hs. TEATRO
ESPONTÁNEO por el grupo
destructividad humana
TEA, taller de salud abierto a
la comunidad. Sin arancel.
Andrés Sánchez Bodas te que ejecuta el acto de asesinar) se distancia de ese semejante y no
sanchezbodas@yahoo.com.ar lo considera tal, sea por la causa que sea.
Terceros viernes
Su instinto mam’fero de supervivencia de la especie, actœa perci-
"SAQUITOELGRITO"

N
uestra especie es una de las pocas, dentro de los mam’feros biendo al otro como de otra especie, que por alguna raz—n percibe
Evento artístico solidario.
omn’voros, que mata a su congŽnere, a un miembro de su como enemigo de la propia, o de si mismo.
Deja tu arte en el barrio del
propia especie. Si aconteciera (en el instante previo a la acci—n) un ÒmecanismoÓ
abasto
En casi todos los dem‡s omn’voros sociales, cuando existe una de obturaci—n de estas caracter’sticas no podr’a ejecutar ese acto, en
22 hs. Música, pintura,
pelea, por territorialidad, por disputas de poder de la manada, y por ese caso no actuar’a de los sentimientos sino de desde las emocio-
escultura, performances,
quien va a ser el macho reproductor, estas disputas terminan cuan- nes mam’feras.
danza, final con fiesta...
do uno de los dos contendientes se da por vencido y el otro se reti- El acto de matar es un acto sentimental, en una significaci—n cog-
entrada: un alimento no pe-
ra ganador. Quiz‡s, y solo a veces, la contienda por el alimento nitiva perceptual distorsionada de la realidad del otro como otro
recedero.
(cuando este falta), o en la defensa de las cr’as algœn individuo ani- ÒelloÓ.
mal culmine matando al otro de la propia especie. Digo otro ÒelloÓ, porque hay otro ÒtœÓ y un otro ÒnosotrosÓ, a los
Todos los cuartos viernes,
Los mam’feros solo matan para comer, y solo a animales de otras cuales no se asesina.
22.00 hs. Las mejores can-
especies, aquellos que segœn el ecosistema regula su proceder en la Debo aclarar aqu’ que no me estoy refiriendo a una acci—n defen-
ciones de Silvio Rodriguez.
cadena de supervivencia. siva natural, sino a una decisi—n activa de hacerlo.
"Querido Silvio" con Osval-
Puede ocurrir que si la cantidad de miembros existentes en un de- Esta hip—tesis es aplicable no solo a acciones individuales, sino
do Navarro. Entrada 8$.-
terminado espacio, excede lo que esa especie necesita para sobrevi- tambiŽn a grupales y sociales.
Con reserva telefónica .
vir, los machos se dejan morir, o matan reciŽn nacidos, todo para re- Sabemos desde hace mucho que las personas somos seres grega-
imperdible!!! Un recital repa-
gular exactamente la cantidad de alimento en relaci—n a la poblaci—n rios, sociales, y que nos constituimos siendo en micro y macro gru-
rador de sueños
existente. pos.
En todos los casos existe una explicaci—n basada en la supervi- Las nociones de familia, barrio, naci—n, pa’s, regi—n, religi—n, par-
TALLERES
vencia, y nada m‡s que en ella, es obvio que no procesan odios, ni tido, etc., nos dan pertenencia a algo y algunos que son los que sig-
resentimientos, y tampoco amor. nifican los tœ y los nosotros, para cada individuo que se sabe y sien-
DIBUJO Y PINTURA
Los mam’feros Òm‡s simplesÓ son seres emocionales no senti- te pertenecer a.
Iniciados Sábados 13 Y 16
mentales, los Òm‡s complejos o desarrolladosÓ como nosotros, des- Todo bien mientras esta pertenencia se co construye en relaci—n a
hs.
de el neocortex significamos las emociones y las transformamos en una integraci—n paulatina con los otros nosotros, que son en princi-
Docente: Roberto Trejo
sentimientos, y desde ellos interferimos la percepci—n de la realidad, pio ellos en tanto distancia sentimental, pero se tiende a empatizar
y de nuestros propios pensamientos. y comprender la diferencia y mitigarla desde la semejanza.
TEATRO
Por otra parte al pasar de seres necesitantes (como todos los ani- En cambio todo mal cuando los ellos son solo ellos, los distintos,
Escuela de experimentación
males) al ser sujetos deseantes, la cuesti—n se nos va complicando. tan distintos que los percibo peligrosos para mi o nuestra subsisten-
creativa
Sin embargo, nosotros, los humanos, si bien trascendemos los ins- cia, es bastante probable que en algœn momento, se produzca una
Iniciados: martes 20.30 hs
tintos b‡sicos, transform‡ndolos en pulsiones y deseos, seguimos discordia que lleve a la violencia y la destructividad.
intermedios: jueves 20.30 hs
impulsados desde los primeros, pero regulados por la percepci—n. Una guerra es eso, un conflicto interracial es eso, un tema de fron-
Docente: Andrés Chan
Y aqu’ se da una cuesti—n, que puede empezar a explicar el fen—- teras es eso, un tema de interŽs contrapuesto puede culminar en eso.
meno de la destructividad, que a veces desplegamos con nuestros Los fundamentalismos se sostienen desde all’ y as’ actœan.
ESCRITURA DRAMÁTICA
semejantes, y con el ecosistema. La inseguridad en que se encuentra el mundo en general, y nues-
Seminario
Utilizo el tŽrmino destructividad, en tanto este proceder es tam- tra sociedad en particular esta basada en la exclusi—n de algunos por
Para los que deseen escribir
biŽn solo humano. algunos otros, los excluidos y los excluidores,
teatro.
Los animales pueden ser agresivos, nunca destructivos, agresivos con intenci—n o no, se perciben mutuamente como pertenecientes
Jueves 19 a 21 hs. lunes 21
en cuanto se defienden de una amenaza, o cuando tienen que des- a otra especie.
hs. coordina: Natalia Pizzuto
plegar su energ’a para matar para comer. Se estŽ del lado que se estŽ, la vivencia es la misma: el otro es pe-
Ser agresivo significa ir hacia delante, en pos de un objetivo, uti- ligroso para m’.
FOTOGRAFIA
lizando la energ’a mental o f’sica que se posea para lograrlo. Si hay otro peligroso para m’ me produce temor, ante el temor me
Miercoles 21 hs. docente:
Ser destructivo implica ir m‡s all‡ del objetivo en si, y pretender siento amenazado, ante la amenaza me defiendo, y una de las mejo-
Ernesto Leal
romper, cambiar, sustituir, eliminar al que, o a lo que se considera res defensas es el ataque.
peligroso (por algœn motivo) para el que realiza el acto de destruir. Si a eso le agregamos una cuota de ideolog’a y fuerte liderazgo
MALABARES Y CIRCO
Para que alguien mate a una persona debe considerarla un enemi- podemos arrastrados a una acci—n asesina.
Profesora: Claudia Fuentes
go peligroso, tanto que deja de percibirla como ser humano, siendo Si a eso le agregamos religi—n fundamentalista el peligro es ma-
otro de otra especie que pone en peligro la suya. yor porque Ònuestro diosÓ nos protege y nos intima a actuar.
TALLER DE DANZA
Todo asesinato implica que el asesino (por lo menos en el instan- Si a eso le agregamos pobreza, hambre, drogas y alcohol el Òc—c-
BUTOH
telÓ se torna explosivo.
Viernes 17 hs.
Si a eso le sumamos intereses econ—micos, desde los cuales el
Coordina: Andrea Chama
Tercer Congreso Patag—nico grupo cree que est‡n en peligro para su subsistencia tal como la es-
Sociedad, Psicolog’a y Cultura t‡n teniendo, sabemos lo que pasa hoy con las actuales guerras de
La Casona se reserva el
supuesta protecci—n del sistema Òdemocr‡ticoÓ.
derecho de estar en constan- ÒLo Legal y Lo Leg’timo No es casual la proliferaci—n de countrys, condominios, barrios
te transformación.
en los Discursos y las Pr‡cticasÓ cerrados, donde un grupo tiende a protegerse de otro grupo, no d‡n-
Esa creatividad puede ser
8, 9 y 10 de Octubre dose cuenta que esa supuesta protecci—n solo sirve para marcar ca-
también de tu responsabili-
da vez mayores diferencias, y el peligro aumenta, en tanto se clari-
dad. Tené en cuenta que La Comodoro Rivadavia, Chubut, Patagonia fica negativamente cada vez m‡s la cuesti—n de los nosotros y los
Casona es un escenario na-
ellos.
tural para hacer tu fiesta, en- Conferencias Centrales Es curioso que se haya impuesto tanto la idea de que la supervi-
cuentro o reunión. Eva Giberti-Alfredo Grande-Joaquín Pichon Riviere-Vicente Zito Lema
vencia de la especie es porque el m‡s apto supera al inepto en su
Organizan: Fundación Tehuelche, Ático adaptaci—n, comprendiendo por m‡s apto al m‡s fuerte, individua-
Gracias y bienvenido/a!!!
lista y agresivo.
y Asociación Civil “Grupal”
Digo curioso porque un gran bi—logo Ruso Piotr Kropotkin, nos
demostr— (en sus investigaciones publicadas en un libro con el nom-
Paneles y Mesas de Discusión
bre de ÒAyuda MutuaÓ en el siglo 19) que las especies vegetales,
-Arte y Cultura Miguel De Boer
-Feminismo y otros Movimientos Políticos y Sociales : Diana Coblier
animales y los grupos humanos que subsisten, lo han hecho a travŽs
-Psicología Social: Joaquín Pichon Riviere -Salud Mental (Psicoanálisis, Psi- de una adaptaci—n creativa al ecosistema, y a la ayuda mutua entre
cología, Psicodrama, Psicopedagogía, Psiquiatría) Monika Arredondo, Pablo los miembros de la propia especie.
George, Estela Mora, Mónica Zuretti. -Sexualidades Raíces Montero -Violencia, Esta claro que esto contradice las ideas vigentes.
Abuso y Maltrato Enrique Stola
Un asesino individual, un grupo que asesina, una sociedad que
convalida acciones de guerra, parten del mismo principio, tan ele-
Casona Cultural Informes y Presentación de Trabajos
mental de saberlo, y tan elemental para superarlo, insisto: de un con-
Humahuaca 3508 En Buenos Aires y resto del País Tel: 011- 48657124 siderar al otro como otro ello.
En Patagonia: En Comodoro Rivadavia y zona de influencia. Nuestro trabajo como humanistas es generar espacios de reflexi—n
Abasto / Capital Telef. 0297 - 4440466 de 18 a 20 horas. y acercamiento a la ÒnosotreidadÓ como base del la convivencia.
4862/5369 En Trelew dirigirse a Urquiza 458, en horario de 18 a 21 horas. Si somos profesionales llevemos esto a nuestras profesiones, pe-
Telef. 02965 - 15-685937 ro en principio partamos de nosotros mismos cuando nos encontra-
casonahumahuaca@yahoo.com.ar info@fundaciontehuelche.com.ar mos con otros de no percibirlos como ellos.
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Campo Grupal / 14 La imprenta dio al hombre tribal un ojo a cambio de un oído. Marshall McLuhan
 AGENDA Vínculos
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Técnicas lúdicas grupales Especificidades en la Clínica con Niños y Adolescentes Taller de Psicodrama grupal
Seminario octubre-noviembre Seminario/Taller Dirigido a Psicodramatistas y estudiantes avanzados María Cristina Alvarez
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La Filosofía y los Grupos quiatra; Actor) y Daniel Tarnovsky (Psicodramatista; Psiquiatra; Ac- Prácticos. Opción mensual para el interior del país a combinar. aquellos dos cursos de noventa
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En el Instituto de Investigaciones Grupales que dirige Graciela Jasi- Tel: 011-4855-2772 .
convertian en una suerte de ce-
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gruponomade@gmail.com 4957-8419 / 4856-0524 Seminario/Taller ballito, con reconocimiento de años cursados en otras instituciones, prometernos un nuevo encuen-
Comienza lunes 12 de Septiembre 20.00 hs. Vacantes limitadas. el Curso de Posgrado de Formación en Psicoanálisis y el Curso de tro.
Encuentro de estudiantes de Letras 2005 Clase "La repetición en la Dirección de la Cura" David Szyniak. Jue- Coordinación Psicoanalítica de Grupos Operativos. Nuestro último encuentro, tuvo
Universidad de Buenos Aires - Facultad de Filosofía y Letras ves 6 de Octubre 20 hs. Entrada libre, inscripción previa. Actividades Informes: 4706-2397 / 4433-4988 como novedad, notar que cada
Los días 25 y 26 de noviembre de 2005 se llevará a cabo en la Fa- abiertas organizadas por el postgrado "PRÁCTICA CLÍNICA en PSI- info@psicosocial.com.ar www.psicosocial.com.ar vez éramos menos y la decisión
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será de $5, que incluye la entrega de un CD con las actas del encuen- fundacion@alumine.org.ar Cursada individual mos 60 los que estamos en lo
tro. Para consultas o sugerencias dirigirse a: Directora: Lic. Marta Toppelberg que casi se transformó en un fo-
encuentroel2005@yahoo.com.ar Cabildo abierto de juego y cultura Tel. (5411) 4962-6905 ro normalista.
El juego y el arte en la construcción de la nueva sociedad E-mail: marta_toppelberg@yahoo.com Lo que al principio fueron inter-
III Jornadas Argentinas de Counseling Humanístico ¿cómo jugar un mundo nuevo? 17 y 18 de septiembre cambios superfluos de cuantos
“Counseling en la vida cotidiana, prevención y promoción” Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo Eneagrama - Taller teórico-vivencial hijos y nietos teníamos, separa-
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ciones etc etc, se fue transfor-
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El placer da lo que la sabiduría promete. Voltaire Campo Grupal / 15

 ESCRITURA
AUTOMATICA
Luis Gruss
lgruss@ciudad.com.ar
Alguien llegó
Para V.
Alguien llegó.
Le abrí la puerta sin preguntar quién
era ni quién es ni quién será. Simple-
mente vino y abrió las ventanas de
mi casa, me obligó a echar a los
vampiros con una gran patada, me
pidió que le prendiera fuego a las
cartas de anteayer, me dio vuelta la
cabeza hasta ponerla de nuevo en
su lugar. Llegó y me habló en fran-
cés de cosas completamente dispa-
ratadas. A continuación empezó a
reír de tal manera que la calle se cu-
brió de hojas muy raras, muy húme-
das, extrañamente hermosas para la
época.
Ella (estoy hablando de una mujer
con nombre de reina y huesos de pá-
jaro) podría llamarse viento o luna o
cualquier cosa. Podría incluso no lla-
marse de ninguna manera. Supongo
que es una enviada. Pero no. Entró
solamente porque tuvo ganas. Yo,
para variar, no supe qué hacer. Pen-
sé en mil posibilidades. Al final se me
ocurrió una idea que, sin ser perfec-
ta, podría llevarme hacia algún lado.
Como primera medida subí a la terra-
za para ver en qué andaban los ca-
ballos. Son dos amables animales
que contraté hace tiempo con la idea
de escapar rumbo al olvido. Ellos se
dispusieron a complacerme y espe-
rar. Desde hace tiempo es casi todo
lo que hacen. Y aguardan en silencio
que venga lo que no ha sido. Tam-
bién yo lo hago en ciertas noches, un
rato antes de irme a dormir.
Esa mañana, mientras les daba te-
rrones de azúcar en la boca, les con-
té que me había enamorado de una
total desconocida. ¿Cómo es?, pre-
guntó secamente el alazán. Le res-
pondí que se trataba de una mujer
de pelo suave, como Platero, que
usa un collar de corales de campo y
un pañuelo que entrelaza entre los
dedos como si fuese un talismán.
Les informé que la cabalgata anun-
ciada no se realizaría: al menos esta
vez no había nada que olvidar. Todo
se había vuelto puro presente para
mí. Una mezcla de sueño realizado y
nube de encantamiento. Les aclaré
que igual los necesitaba para un via-
je audaz, fascinante y peligroso. ¿De
qué se trata?, quisieron saber, curio-
sos, los magníficos equinos. Les dije
que iría acompañado por una joven
de rasgos delicados que había cono-
cido en camino al puerto ruso de
Koktebel . Y que pasaríamos volando
por encima de los barcos en un salto
de imprevisibles consecuencias.
En medio de la charla irrumpió la vi-
sitante, envuelta por un anillo de lu-
ces tenues. Me recordó que no pen-
saba quedarse más de una semana
en la ciudad, que el tiempo apremia,
que debíamos partir sin dilación a
cualquier parte. No lo pensé mucho.
Descarté monturas e implementos.
Desarmé las mochilas y subí al lomo
desnudo de las bestias, acompañado
por esa mujer de cejas florecidas y
ojos de nuez. El viaje, debo decir
ahora, recién acaba de empezar. Los
animales agitan sus crines al viento
mientras nosotros, quiero decir, ella y
yo, conversamos en torno a una am-
plia serie de asuntos: el mus de li-
món, la piel de rúcula, el mar, la
montaña, las caricias por debajo de
la mesa.
Alguien llegó y me colocó frente al
espejo. Desde entonces el pequeño
mundo en donde vivo empezó a lle-
narse de hojas muy raras, muy hú-
medas, extrañamente hermosas para
la época.
Campo Grupal / 16
Un libro de Cristina Corea e Ignacio Lewkowicz
“Pedagogía del aburrido”
entre miedos y marcas
María Emilia López
maremil@arnet.com.ar
principios de 2004, pensamos con Cristina e Ignacio1 algunas
A ideas sobre los miedos actuales de los chicos, que se transfor-
maron luego en un art’culo publicado bajo su autor’a en la re-
vista Punto de partida. Esas notas surgieron de la experiencia compar-
tida por un grupo de chicos, de padres, de docentes, en un jard’n de in-
fantes (en la escuela Cangallo). Dec’an entonces sus autores: ÒLa in-
fancia y los miedos son, pr‡cticamente, sin—nimos. ÀQuiŽn no padeci—
o alivi— alguna vez algœn miedo a los monstruos? Sin embargo, tene-
mos la impresi—n de que la infancia contempor‡nea est‡ m‡s amena-
zada de incertidumbres que de monstruos. Por lo que tiene de nuevo,
de inquietante y de inŽdito, la infancia actual ya no refiere exclusiva-
mente a los chicos sino tambiŽn a los padres, a los maestros y a los
adultos vinculados hoy con estos chicos.Ó2
Claro, los miedos de los chicos ya no son s—lo a los fantasmas, tam-
biŽn hay miedos reales, miedos de nuestra actualidad.
Pensar los miedos de los chicos remiti— a pensar los miedos de los
padres, adultos conmovidos ante la pŽrdida de trabajo, los robos, la
amenaza de la calleÉ Pensar los miedos de los chicos, de los maestros
y de los padres remarc— la inminencia del desamparo compartido, y
llev— a constituir una especie de asamblea de adultos implicados en la
experiencia de acompa–amiento de chicos vulnerables, con padres y
maestros vulnerables, intentando habitar un mundo fragmentado y vul-
nerable. La reuni—n espont‡nea alrededor de una preocupaci—n com-
partida cre— una ocasi—n de pensamiento tan genuina como potente,
que lejos de restaurar algœn valor para la palabras de consuelo omni-
potentes de los adultos (Àacaso alguien puede decir honestamente a un
ni–o que no tiene que tener miedo, que el grande seguro puede cuidar
al chico?), lejos de eso, permiti— pensar la condici—n de paridad entre
adultos y ni–os como una condici—n vital y no necesariamente de des-
valimiento. ÀY d—nde est‡ la paridad? Precisamente en el acto de pen-
sar compartidoÉ y en el desvalimiento.
Una mujer viaja en el colectivo con su hijo y alguien roba una bille-
tera. Se produce un revuelo entre los pasajeros. El chico pregunta por
quŽ rob— el ladr—n. La madre le contesta que lo hizo porque no tiene
trabajo. El nene replica: pero pap‡ no roba. Y nosotros temblamos
pensando si el chico teme m‡s que le roben o que su pap‡, que est‡ de-
socupado, salga a robar.
La madre y el hijo inmersos ambos en la incertidumbre, los padres
y maestros debatiendo la cuesti—n. De esa experiencia devinieron estas
ideas: Si un ni–o est‡ pensando, vale mucho m‡s acompa–arlo en ese
proceso que darle una respuesta correcta, que tantas veces ni la hay.
Todo parece indicar que los chicos no quieren saber, sino que quieren
pensar. Y pensar siempre es pensar con otros: si alguien ya sabe, no es
un buen compa–ero para pensar. Aunque tambiŽn es cierto que alguna
confianza hay que transmitir, para algo los padres son padres y los
maestros son maestros. La conversaci—n y el encuentro de estos adul-
tos llev— a la idea de que si alguna confianza podemos transmitir es la
confianza en que si los chicos nos preguntan no vamos a mentir, no va-
mos a entrar en p‡nico por no poder responder. La œnica confianza ge-
nuina que podemos transmitir es la confianza en soltar el proceso de
pensamiento. Podemos acompa–ar a pensar sin estafar. All’ entonces la
figura paterna o materna en la relaci—n con el miedo no es la de un ser
consistente que ayuda a un ser desamparado, sino la de dos desolados
que la pilotean juntos, y ese mutuo acompa–amiento, esa mutua com-
posici—n en la situaci—n, se convirtieron en muy buenos anclajes para
las preocupaciones de ese grupo de escolares y sus acompa–antes.
Pero para que esa situaci—n amorfa y sin sentido, como era la char-
la inquietante de pasillo sobre las noches sin dormir acompa–ando
miedos, se constituyera en una instancia subjetivante, hizo falta una
percepci—n de que algo inŽdito estaba ocurriendo en la subjetividad te-
merosa de esos ni–os (y tambiŽn de esos adultos).
ÀY por quŽ traigo hoy como ejemplo esta situaci—n? Esa percepci—n
que tuvieron Cristina e Ignacio cuando decidieron indagar con otros
los nuevos tŽrminos del miedo, ese car‡cter en parte virginal del pen-
samiento en movimiento, se asemeja mucho a la operatoria que propo-
ne todo el tiempo ÒPedagog’a del aburridoÓ.
ÒPedagog’a del aburridoÓ juega en el terreno de la paradoja con ÒPe-
dagog’a del oprimidoÓ, aquel emblem‡tico texto de Paulo Freire. ÀQuŽ
separa o que acerca a un aburrido y a un oprimido? El aburrido en
nuestro modelo pedag—gico est‡ tambiŽn oprimido, pero ya no por la
ausencia de teor’as de la liberaci—n que entren en el juego, sino por la
misma carga de la incertidumbre y por el mismo desajuste entre per-
cepci—n y acci—n. Percibir las causas de las dificultades en el entrama-
do pedag—gico actual parece una tarea sin sentido, pero no por banal,
sino porque como enfatiza Cristina, el sentido comœn, el instituido, no
opera, no significa en el contexto actual. Ese sentido ya no justifica
ninguna pr‡ctica. Percibir implica entonces Òproducir sentidoÓ, Òhacer
sentidoÓ, otorgar significaci—n pertinente sobre la que podr‡ apoyarse
una pr‡ctica. Y entonces ÒPara pensar una experiencia es m‡s activo
y honesto partir de lo que hay y no de lo que deber’a haber o lo que
No entiendo por qué la gente se asusta de las ideas nuevas. A mí me asustan las viejas. John Cage
viene durando sin producir efecto algunoÓ (C.C.).
Ese sea tal vez uno de los mayores mŽritos de ÒPedagog’a del abu-
rridoÓ: funcionar como un acicate para la percepci—n, deconstruir los
sentidos previos que aunque agotados se nos imponen como metas de
futuro, cuando el futuro no es m‡s que un lugar deslocalizado, amena-
zante y ca—tico.
Y el riesgo. Yo creo que ÒPedagog’a del aburridoÓ tambiŽn corre sus
riesgos: no es un libro f‡cil para nuestro espacio pedag—gico. Una es-
cuela que ofrece para sus chicos de tres a–os grupos con 30 chicos y
un solo maestro, es una escuela que no puede percibir su propio rol, su
funci—n. Un jard’n de infantes que alarga sus horarios de clases a do-
ble jornada en la mayor’a de los casos porque los padres est‡n fuera de
sus casas durante todo el d’a, no piensa que lo que esos chicos se pier-
den sin sus padres es v’nculo y juego. Ese jard’n de infantes cree que
cubre el hueco que dejan esos padres, pero lo cubre recargando a los
chicos de informaci—n, que no es lo que perdieron cuando sus madres
y sus padres se fueron a trabajar m‡s horas. Perdieron v’nculo, acom-
pa–amiento, escucha, ternura. Pero a la escuela, nuestra escuela, le
cuesta percibir, escuchar y pensar. Entonces cree que mejorar su fun-
cionamiento es œnicamente impartir m‡s conocimiento, y para colmo
de males en el sentido m‡s tradicional que estemos imaginando. Por-
que claro, con 30 chicos de tres a–os quŽ maestro puede hacer algo
m‡s que pilotear el desbarajuste, las disputas y la desorganizaci—n pro-
pia de chicos tan estructuralmente vulnerables, por humanos, simple-
mente por ser humanos de tres a–os, y si a eso le sumamos la natura-
leza de nuestra condici—n actual, la dispersi—n que define la mayor’a de
las situacionesÉ
La escuela, nuestra escuela, sigue intentando ser lo m‡s democr‡ti-
ca posible, y entonces enfatiza ese lema de Òense–ar todo a todosÓ; pe-
ro quŽ es todo hoy y quiŽnes son los todos de hoy queda por fuera de
la escena. Replantear si el objetivo es œnicamente ense–ar casi parece
una herej’a, pero tal vez alguna fisura, alguna grieta en la corteza del
sistema, o en la percepci—n de cada uno de aquellos que hacemos la es-
cuela, permita otros registros.
Hugo Mujica dice de manera tan bella que
Òen el principio no hay nada, despuŽs hay despuŽs,
algo, una marca en el tiempo, un es.
Lo que el vac’o, la nada, lo imposible o la ausencia dispensaron,
dieron al ser. Marcaron en la p‡gina en blanco o en la intemperie: en
el paisaje de la posibilidad.
En la desnudez, en la espera.
Creador es quien vive de esas marcas, esas huellas, no de sus cica-
trices: las certezas.
Una grieta en un muro, para un creador, no es una grieta en un mu-
ro, es un tajo que le abre a la posibilidad de creaci—n, a la acogida de
lo que en ese tajo se abre.
De lo que pueda susurrar.
Del destello de sentido que pueda donar.Ó3
Mucho de eso es ÒPedagog’a del aburridoÓ, mucho de eso fueron Ig-
nacio y Cristina. Creadores, grandes creadores de pensamiento, pers-
picaces oyentes del susurro y visionarios del destello m‡s fugaz.
Y el miedo, Àpor quŽ el miedo? Mi miedo, tal vez mi propio miedo,
el miedo que provoca y me provoca o nos provoca la ausencia, el mie-
do que sent’a cuando intentaba una y otra vez sentarme a escribir estas
l’neas, el miedo que nos impone el vac’o que nos deja la ausencia tan
a destiempo, si es que hay un tiempo, el miedo de quedarse solo, el
miedo de no ser capaces de ver algo m‡s que la grieta, el miedo real de
perder grandes compa–eros de aventuras en un mundo realmente de-
solado, donde algunos otros son imprescindibles para poder estar, pa-
ra poder pensar.
Y si es verdad que la escritura se desplaza a lo largo de una l’nea
quebrada entre la palabra perdida y la palabra prometida (Derrida),
ÒPedagog’a del aburridoÓ se hace responsable de habitar ese tr‡nsito,
cuando sus autores encuentran su voz, semejante voz, y convierten en
un acto pleno de enunciaci—n su mirada sobre las instituciones, el pa-
sado, el presente y el futuro, los medios, la escuela, la maternidad, el
galp—n.
ÀÓPedagog’a del aburridoÓ producir‡ marcas, dejar‡ marcas?
Dec’a ValŽry que ÒLo que queda de un hombre es aquello que su
nombre nos hace pensar, y las obras que hacen de ese nombre un sig-
no de admiraci—n, de odio o de indiferenciaÓ4. Con honda admiraci—n
escrib’ estas l’neas, a modo de amoroso homenaje, mientras intento
destronar al miedo, asumir el riesgo, y producir alguna marca.
Notas
1 Texto le’do en la presentaci—n de Pedagog’a del aburrido (de Cristina Corea e Igna-
cio Lewkowicz. Paid—s, Buenos Aires, 2004). FLACSO. 31 de marzo de 2005.
2 Punto de partida. Revista de Educaci—n Inicial. A–o 1. N¼ 1. Marzo 2004
3 MUJICA, Hugo. PoŽticas del vac’o. Editorial Trotta. Madrid, 2002.
4 VALƒRY, Paul. Escritos sobre Leonardo da Vinci. Editorial Visor. Madrid, 1987