Está en la página 1de 15

Oxford libro de texto “Spirualitty in Healthcare”

El cuidado del alma.


Michael Kearney, Radhule Weininger
https://doi.org/10.1093/med/9780199571390.003.0038 Paginas 273–278
Publicado: August 2012

Resumen
La sanació n se trata de relaciones humanas. El proceso es el que establece, se ocupa y
profundiza las relaciones humanas, y puede ser experimentado como una sensació n
de sentido y conexió n. El miedo al cambio, el cual es en esencia el miedo existencial a
lo desconocido y a la muerte, como ú ltima instancia de lo desconocido, puede
dificultar o incluso impedir este proceso. Al mismo tiempo que existe algo intrínseco
en nosotros que es el miedo a la muerte, existe algo también en nosotros que es el no
tener miedo a la muerte.
Como clínicos continuamente tomamos decisiones acerca de có mo priorizar nuestras
intervenciones terapéuticas. En este contexto, nos podemos preguntar a nosotros
mismos: ¿debemos comenzar tratando de contener y atenuar los miedos de nuestros
pacientes o dedicarnos a atender aquello a lo que nuestros pacientes no temen? En
este capítulo exploramos la relació n entre el miedo a la muerte y el sufrimiento.
Consideramos como, si no es identificado, este mismo miedo en los clínicos puede ser
contraproducente, saboteando nuestras mejores intenciones en aliviar el sufrimiento
en nuestros pacientes; posiblemente incluso agravando la situació n.
Mientras continuamos con nuestros esfuerzos clínicos para contener el sufrimiento,
sugerimos que puede ser ú til para nosotros ir mas allá de los modelos de atenció n
enfocados exclusivamente en resolver problemas y limitar el dañ o, a aquellos donde
desde el inicio, el cuidado del alma es prioritario.
Proponemos que la vía mas efectiva de actuar para nosotros como clínicos es cultivar
y poner en prá ctica “el uso terapéutico del yo” atendiendo nuestras propias
profundidades (backgrounds), y aquello en nosotros que constituye el no miedo a la
muerte.

La sanació n se trata de las relaciones humanas. El proceso de sanació n es aquel que


establece, se ocupa y profundiza las relaciones y puede ser experimentado como la
sensació n de conexió n y de sentido.
El miedo, temor al cambio, el cual es, en esencia, miedo existencial a lo desconocido y
a la muerte es el que en ú ltima instancia, puede impedir o incluso evitar este proceso.

Mientras existe algo inherente en nosotros que es el miedo a la muerte, también existe
algo que es el no miedo a la muerte. Como clínicos nosotros continuamente
escogemos acerca de có mo priorizar nuestras intervenciones terapéuticas. En este
contexto deberíamos preguntarnos nosotros mismos: ¿debemos comenzar por evitar
o disminuir el miedo en nuestros pacientes a aquello a lo que no le temen?.

Esto importa, en gran medida, porque como el psicó logo William James nos recuerda,
“Lo que atendemos se convierte en nuestra realidad, y lo que no atendemos se evade
de nuestra realidad”.

En este capítulo exploramos la interrelació n entre el miedo a la muerte y el


sufrimiento. Consideramos como, aunque no reconocido, este mismo miedo en los
clínicos puede ser contraproducente, saboteando nuestras mejores intenciones en
aliviar el sufrimiento en nuestros pacientes; posiblemente incluso complicando la
situació n.

Mapa de la psique humana


¿Que hay en nosotros que es el miedo a la muerte? ¿ Que es eso en nosotros que es el
no miedo a la muerte? ¿Por qué y porque esto importa?

Podemos aproximar una respuesta posible para la primera de estas dos cuestiones
considerando el mapa psico espiritual de la psique humana. Este mapa está basado en
los conceptos emanados del psicó logo profundo Carl Gustav Jung y de la Filosofía
Budista. Con este teló n de fondo vamos a considerar la tercera pregunta analizando
algunas de las diná micas intra-psíquicas del miedo.

Una metá fora ú til para un individuo de la psique humana es la de la ola del océano.
(figura 38.1) (Metá fora de la psique humana de un individuo). La punta de la ola es la
parte consciente de la psique en la cual el ego es el aspecto ejecutivo o de la “oficina de
control” de la psique, lo má s relevante en la casa. (figura38.2) (oficina de control de la
psique). Ademá s de que es la mismísima punta, el resto de la ola representa los
aspectos inconscientes de la psique. Es importante señ alar que la ola no termina en la
base. Mas bien, la base de cualquiera ola individual fluye hacia las corrientes del
océano y está en continuidad con otras olas de la superficie del océano.
Figura 38.1

Metá fora de la psique individual humana

Figura 38.2

Ego

Inconsciente
Cuarto de control de la psique

Dentro de este modelo de inconsciente hay tres dimensiones—el inconsciente


personal, también conocido como el inconsciente subjetivo, el inconsciente colectivo,
y a lo que nosotros nos referimos como “la corriente mas profunda” (Figura 38.3) (la
corriente mas profunda). El inconsciente personal, también conocido como el
inconsciente subjetivo, contiene, por ejemplo, memorias, instintos reprimidos y
emociones, y es específico para esa ola en particular. El inconsciente colectivo,
también conocido como el inconsciente universal, esta comprende (incluye) el
contenido que es compartido “colectivamente” entre los seres humanos.
El psicó logo profundo Carl Gustav Jung lo denomina “la sabiduría de dos millones de
personas dentro de el”. Plantea la hipó tesis que el inconsciente colectivo contiene los
“arquetipos”, patrones latentes extraídos (destilados) de la sabiduría humana que son
activados en circunstancias vitales específicas, por ejemplo, en tiempos de crisis o de
una transició n mayor. Mas debajo de estas capas del inconsciente en la corriente
profunda; un flujo energético conecta la ola individual con otras olas y con las
profundidades infinitas del océano.

Personal
------------------
Alma
Colectivo

------------------------------------------------------------------------------------------
La corriente má s profunda

Las tres dimensiones del inconsciente son tomadas aquí para comprender “el alma”—
en las profundidades de la psique.

Esta conexió n entre el alma y la profundidad fue reflejada por Heraclito de Efesos,
filó sofo de la Grecia pre-Só crates quien escribió . “Ud. no puede descubrir los límites
del alma incluso si usted recorre cada camino para hacerlo”; esa es la profundidad de
su significado”. El psicó logo arquetípico James Hillman amplifica esto como aspectos
definidos del alma cuando dice, “la dimensió n del alma es profundidad (no es alcance
o la altura) y la dimensió n del viaje del alma es hacia abajo”. En el resto de este
capítulo usamos los términos “alma” y “profundidad” de manera intercambiable.

Viendo el inconsciente figurativamente en multicapas o multidimensionalmente, nos


ofrece una metá fora que nos permite apreciar que hay energías cualitativamente
diferentes dentro del inconsciente. Es importante enfatizar que representar el
inconsciente de esta manera no intenta implicar una jerarquía o valor de importancia ,
como tampoco estas son está ticas, entidades. definidas (reised·). Estas energías
parecen má s formar parte de la diná mica de la ola que está constantemente
moviéndose entre el inconsciente y el consciente, entre el ser y materia y esas
energías no está n confinadas a la “ola” individual (i.e. psique).

El ego, por lo tanto, es dentro de este modelo, aquello que en nosotros no tiene miedo
a la muerte. Para el ego, seguridad y control son sinó nimos. La razó n de ser del ego,
es la de mantener el status quo. Para el ego, la muerte representa la pérdida del yo (de
si mismo) y del control y es su pavor supremo.

Entendiendo la diná mica del ego asustado

En términos del mapa de la psique considere como debería ser para el ego colgado en
la punta de la ola, mirando hacia abajo. (Figura 38.2):

Desde la punta de la ola, el ego mira hacia abajo y lo ú nico que ve es oscuridad; un gran
desconocido. El ego retrocede hacia la punta de la punta de la ola. El ego se siente seguro allí,
cerca de la luz y en el asiento del conductor. Mientras esto le puede brindar cierto alivio, es
eso, cuando mucho, temporal. Aun má s, allí pueden aparecer imprevistos y perturbadoras
consecuencias…

Comprender la diná mica del ego asustado es clínicamente relevante. Nos permite
contener de manera mas compasiva y efectiva a los temores de nuestros pacientes y
facilitarles el proceso de sanació n. Estas diná micas está n descritas elocuentemente
por Ernst Becker en su libro, “La Negació n de la Muerte”, el cual inspira una
aproximació n llamada Teoría del Manejo del Terror. Durante mas de treinta añ os
Solomon y col. Han probado y validado estas ideas. , Sus investigaciones está n bien
resumidas en el libro “En el Despertar del 911: La Psicología del Terror”, y en el
premiado film documental “Vuelo desde la Muerte”.

En esencia sus hallazgos confirman lo que nosotros sabemos por experiencia: el miedo
a la muerte nos conduce a un repliegue de aquello que es diferente o poco familiar;
para aferrarse a lo que nos es familiar y a denunciar, denigrar o destruir aquello que
se percibe como una amenaza a lo familiar.

En los términos del mapa de la psique que hemos subrayado, “lo familiar” es la punta
de la ola, con el ego firmemente en control. Las amenazas al control del ego , como los
recordatorios de la muerte, aterrorizan al ego, el cual se retira a lo seguro, a la punta
de la punta de la ola. Las implicaciones intra-psíquicas de la Teoría del Manejo del
Terror, son las que nosotros usamos entonces para apoyar y mantener el control del
ego, sobrevalorando las formas racionales, materialistas, y formas literales del
pensamiento y distanciá ndonos de las amenazas percibidas al control del ego que nos
recuerdan acerca de nuestra mortalidad; incluyendo la oscuro, alienante, y
desconocido del inconsciente. Mientras tales estrategias pueden tener beneficios a
corto plazo para el ego, por reforzar su sentido de control , ellas son, en el mejor de los
casos de corto vida. Má s aun, aquel distanciamiento y desconexió n de lo profundo
resulta en un ego ansioso y rígido que se distancia de la potencia sanadora que se
encuentra en el alma. Esto puede manifestarse en intratables síntomas físicos, tales
como Cicely Sauders, pionero de hospicios llama “Dolor Total” y/o como una
experiencia de disociació n, alienació n, aislamiento y sin sentido; “dolor del alma”.

Las diná micas del ego asustado son relevantes a través de la trayectoria de la
enfermedad. Por ejemplo, con un diagnó stico nuevo al ego es entregado como
equivalente a una sentencia de muerte: “La vida como la conocías terminó . Acabó . Sin
embargo la vida será de aca en adelante, nunca má s será como fue hasta ahora.”

¿Que es lo que existe en nosotros que no es el miedo a la


muerte?

El alma, como las incomprensibles profundidades de la psique, incluye aquellos en


nosotros que no tiene miedo a la muerte. Dos autores, uno de ellos escribiendo sobre
lo que vivió en su propia experiencia de enfermedad, el otro desde la perspectiva de
añ os de meditació n y de prá ctica espiritual, plantearon una posibilidad intrigante:
¿podría ser que aquello que, está en nosotros que no tiene miedo a la muerte, aquello
que está en nosotros que no muere?

En su libro, “Cuerpo y Alma: El Otro Lado de la Enfermedad” el analista Jungano Albert


Kreinheder describe su experiencia de vivir y morir con una enfermedad cró nica. En
las pá ginas finales de su libro escribe: Mientras mas estamos en el alma, estamos
menos identificados con el ego. Conocemos nuestro centro como una fuente má s
grande de vida trascendiendo el ego y yendo má s allá de nuestra muerte. El alma de
algú n modo está en unió n con este ser mas grande. Y así como yo mismo me alineo
mas con el alma y menos con el ego, la historia del alma se convierte en mi historia.
Entonces yo no puedo sufrir excesivamente por el ego. Es como una vela que ha tenido
su hora y ahora titila y se apaga.

El erudito y profesor hindú Sri Madhava Ashish , citando del Kathopanishad escribe,
“Algú n hombre sabio, buscando lo que no muere, sucesivamente contempla su propio
Ser”. Comentando sobre esto el dice, “Esto no fue ni mitología ni doctrina religiosa.
Fue un hombre real buscando una respuesta real al vacío existencial sin sentido,
buscando y encontrando la mismísima raiz de su ser…(describe) la capacidad humana
innata de experimentar las raíces inmateriales de la conciencia de si mismo--- lo
denomina el nivel del Ser, alma, o lo que Ud. desea---y así recibir el tacto
reasegurador de aquello que no muere, y con eso el sentido elocuente de la
existencia”. El sugiere que este proceso de auto descubrimiento no debería “esperar
los ú ltimos días de una enfermedad terminal, cuando el dolor es el impulso
(literalmente el espoló n) para intentar lo que sea que promete alivio, sino mas bien
(así debería ser) visto como parte de la larga preparació n para entrar a una existencia
con sentido.

Mientras Kreinheder escribe desde Jung y Sri Madhava Ashish desde la perspectiva
Hindu, hay una profunda congruencia en lo que ellos plantean. Es comú n en ambos la
descripció n de la experiencia transformadora del encuentro en el reino mas allá del
ego. Ambos explican sobre una bú squeda, sobre encontrar (o ser encontrado por), y
dejarse alinear con el “Self” o el “alma”, como un continuo proceso psicodiná mico.
Entonces, la historia del alma, se convierte en mi propia historia. Entonces yo puedo
encontrar “mi propia identificació n con lo que no muere”. Sri Madhava Ashish pone en
claro que esta propia bú squeda es finalmente una tarea de toda la vida. Mientras es
evidente que las palabras finales de Kreinheder son el fruto de añ os de aná lisis y de
introspecció n, esta allí también el sentido de que la vivencia de la enfermedad aceleró
el proceso para el. El tema de la enfermedad es un catalizador potencial en este viaje
espiritual que ha sido explorado también por otros autores: vea “Gentileza en la
Muerte”, “La Alquimia de la Enfermedad;” “Ego y Arquetipo;” “Aprendiendo a Caer.”

¿Como cuidar, atender al ego asustado?

Hemos considerado que es lo que está en nosotros que es el miedo a la muerte: el ego.
Hemos considerado que es lo que está en nosotros que no tiene miedo a la muerte: el
alma. Hemos considerado como la diná mica del ego asustado nos conduce a una
desconexió n del alma y representa estrés existencial. ¿Como podríamos entonces
nosotros cuidar al ego temeroso para poder infligir tal estrago?

La aproximació n terapéutica que escojamos puede aumentar o disminuir el temor del


ego. La aproximació n terapéutica que solo atiende los aspectos bioló gicos de la
enfermedad puede convertirse fá cilmente en una escalada en espiral del miedo.
Cuando el ego asustado del paciente encuentra el ego asustado del terapéuta la
diná mica de lucha y fuga es activada. Mientras esto puede conducir a un resultado
exitoso, tal como una cura o una referencia ú til a otro clínico, si no es exitosa, lo que
tiende a ocurrir cuando el paciente experimenta un sufrimiento existencial, puede
complicar el sufrimiento cuando el paciente experimenta un excesivo sobre
tratamiento y/o abandono.

Una aproximació n terapéutica mas integrada reconoce la importancia del trabajo


profundo y la necesidad de atender ambos aspectos, el cuerpo y el alma. Aquí, al ser
conscientes y sensibles a la necesidad fundamental de cuidado del alma y apreciar la
posible contribució n de nuestros colegas de otras disciplinas incluimos en el plan
terapéutico desde el inicio, en tá ndem (colaboració n)con otras intervenciones . El plan
de cuidado entonces reú ne una combinació n de tratamientos y modificaciones en la
enfermedad y los síntomas que también ponen atenció n al alma, por ejemplo
incorporando una o mas de las aproximaciones de la siguiente lista. Box 38.1

Abordajes que brindan atenció n al alma.

 Arte terapia
 Trabajo corporal, por ej. Masaje, yoga, Qi Gong, Watsu.
 Creació n y expresió n artística
 Trabajo del sueñ o
 Diarios de gratitud
 Humor, risa, levitació n
 Prá ctica de meditació n
 Musicoterapia
 Uso del tiempo con otras significancias
 Escritura reflexiva
 Terapia de recuerdos
 Prá ctica religiosa y espiritual
 Tiempo en contacto con la naturaleza

Sin embargo, aquí también puede haber un problema. La norma que prevalece en
occidente consiste en, primero – tratar la enfermedad y contener el sufrimiento; luego
y cuando hayan sido logrados los resultados esperados y los recursos necesarios
está n disponibles para hacerlo, entonces ocuparse del cuidado del alma. En la prá ctica,
en el marco de este esquema linear, nosotros raramente, si acaso, acudimos al cuidado
del alma porque las necesidades del ego asustado son urgentes e innumerables, y los
recursos son limitados. En comparació n, el cuidado del alma puede ser visto como un
lujo innecesario, de importancia secundaria; responsabilidad de “alguien mas”.

Existe una tercera posibilidad. Para entender esto, comenzamos por buscar el ejemplo
de alguien que consideraríamos que murió “bien”; alguien, quien, incluso con algo de
dolor, estuvo despierto, vivo, en autocontrol; alguien con quien estando presente, Ud.
mismo, también lo observó despierto, vivo, “en autocontrol” (en si mismo). ¿Que
ocurrió aquí? Una posibilidad es que este encuentro individual que en su/si mismo
que es el no miedo a la muerte. Como ya lo hemos señ alado, esto no es algo muy
objetivado o ubicado como un proceso, calificado de consciencia que surge de una
inmersió n en profundidad; desde, en el sentido mas profundo, “ir con la corriente”.

¿Como podríamos habilitar a nuestros pacientes para experimentar esta manera estar
y ser? Sugerimos que los componentes en esta respuesta son similares al
acercamiento imperante señ alado anteriormente, pero con un énfasis distinto.
(diferente). Aquí, nosotros nos preocupamos de y cuidamos el alma desde el inicio,
mientras consideramos simultá neamente como tratar de la mejor manera la
enfermedad y la contenció n del sufrimiento. En otras palabras, el abordaje terapéutico
aquí, que podríamos denominar “cuidado primario del alma”, es aquel que
positivamente conecta hacia el alma; aquel que deliberadamente prioriza el cuidado
del alma. Una razó n por la cual esto es necesario es porque el cuidado en occidente es
fuertemente, si de forma inconsciente, “psico-fó bico”. Se encuentra insertado y atado
con una enorme cultura de materialismo y empirismo que por omisió n subvalora,
distancia al ser mismo, y denigra al alma.

Entonces, ¿có mo podría el cuidado primario del alma verse como el de cabecera? Esto
no significa (se refiere) el ofrecer al paciente con dolor “meditació n antes de la
medicació n”. Esto sería imprá ctico, y cruel. Antes las cosas primero: el dolor necesita
ser puesto al cuidado antes que alguien tenga el espacio psíquico y la energía para
volcar su atenció n hacia adentro. Lo que significa y lo que importa es que infunde
profundamente nuestra actitud y nuestro trabajo desde el inicio. Y esto es só lo posible
si nosotros mismos somos conscientes y cimentados en profundidad. Lo que importa
es que nosotros, como personas, que sucede que somos clínicos, estamos embarcados
en nuestro propio “experimento en profundidad”. Pues, haciendo esto nos
familiarizamos con aquellos espacios y lugares y energías adentro que no tienen
miedo a la muerte; nosotros estamos tocados por misterios, y nuestra calidad de
presencia es transformada por la inmersió n en la luminosa oscuridad. Entonces,
nuestros simples actos de cuidado se convierten en trabajo y cuidado profundo del
alma.

Entonces, existe una prá ctica antes de la prá ctica; haciendo lo que nosotros
necesitamos como clínicos para familiarizarnos lo suficientemente con lo profundo,
que modela nuestra cualidad de presencia nos movemos hacia el otro en crisis. Si esto
no ha ocurrido, si nosotros no estamos familiarizados con la profundidad a través de
la introspecció n, entonces abordaremos nuestra aproximació n desde los modelos de
la caja como impostores, utilizaremos técnicas de reforzamiento del ego disfrazadas
como terapias complementarias o integrativas. No es un set acerca de técnicas o de
habilidades sofisticadas. Es acerca del compromiso con nuestro propio viaje interno.
Es acerca de la inmersió n en la profundidad. Es acerca de permitirnos a nosotros
mismos iniciarnos hacia una nueva manera de ver, otra forma de estar siendo, otra
manera de comportarse. No se trata de lo que nosotros hacemos. Se trata de
convertirnos en los curadores que ya somos.

“Nosotros somos la medicina”: Un programa educativo en en la


utilizació n terapéutica del yo.

Incluso si esas ideas nos animan a emprender un viaje hacia nuestro interior o a
renovar nuestro compromiso en el viaje en el cual ya estamos, nosotros no
deberíamos sub estimar los desafíos involucrados. Estamos embarcá ndonos en lo que
seguramente sea un proceso del largo de nuestra vida. Estamos escogiendo el camino
que es fuertemente contracultural y por el cual podemos no tener mucho o ningú n
apoyo. Deberíamos ser conscientes que estamos en una cultura que idealiza una
versió n de héroe quien conquista dominando a los otros. Lo que estamos imaginando
aquí es otro tipo de heroísmo. El poeta y filó sofo irlandés John Moriarty describe esta
otra especie de héroe como, “Uno que esconde su espada y deja que la naturaleza le
suceda”. Esta clase de héroe es aquel que puede ser pasivo así como también activo;
uno que tiene el coraje de tomar duras decisiones, pero que esta raramente, si acaso
alguna vez, en control; uno que sigue (atiende) las palabras de Jung , “No te ahogues-
bucea!”

Puede ser ú til considerar que mas podríamos esperar cuando comenzamos este
proceso. Por ejemplo, en los primeros estadios de la introspecció n, mientras algunos
será n lo suficientemente afortunados para sumergirse de inmediato en calma y
tranquilidad, no es habitualmente así. Es mucho má s comú n que haya una sensació n
de agitació n cuando notamos cuantas preocupaciones, planes, memorias, sueñ os
diarios, fantasías, y sensaciones flotan hacia la superficie, como un lago cuyas
profundidades han sido enturbiadas y cuya superficie esta cubierta de escombros.
Podemos sentirnos desanimados y confundidos, y encontrarnos nosotros mismos de
acuerdo con los comentarios de la autora Anne Lamott : “Mi mente es un vecindario y
yo trato de no salir sola!”. En este punto podemos estar tentados a abandonar el
“vecindario” e ir hacia fuera y encontrar la distracció n que sea que anestesie el dolor.
Eso o quedarse dormido. Agitació n o somnolencia.

Estas son algunas de las razones del porque no deberíamos intentar hacer el viaje
solos. Tener un guía es muy valioso- alguien que conoce como caminar en ese terreno;
alguien que no se encuentra sobrepasado por el proceso o los problemas. Necesitamos
á nimo. Alguien al lado que diga, “!Si! Esto es normal! No estas loco (o) o eres un inepto
(a). Eres sencillamente eres un ser humano! Tener un maestro ayuda – alguien que
nos enseñ e a como evitar caer en la distracció n o en el sopor; como estar al mismo
tiempo relajado y muy presente. Estar firmemente presente en forma relajada es algo
que la mayoría de nosotros necesitamos aprender. Es posible cultivar esto como una
manera de atender lo que surga y ayuda tener una buena instrucció n en esto mas que
estar abandonado a nuestras propios recursos.

Hay cuatro prá cticas superpuestas y complementarias que pueden ser ú tiles en el uso
terapéutico del yo. Estas son auto-conocimiento, auto-empatía, auto consciencia y
consciencia contemplativa. Nosotros tenemos que poner en consideració n
brevemente cada una de esas.

1- El auto conocimiento prepara el terreno para el uso terapéutico del yo. Esto
significa familiarizarse con nuestra historia familiar, nuestra historia cultural, racial,
religiosa, así como nuestras fortalezas y limitaciones individuales. Hacer una
introspecció n hacia nuestro origen nos permite trabajar a través de los desafíos
emocionales, de esa manera que aquellos no van a estar reprimidos o proyectados
hacia los otros. Esto nos permite reconocer la transferencia ( el re direccionamiento
inconsciente de las sensaciones de una persona a otra, por ejemplo, del paciente al
clínico) y una contra transferencia (la proyecció n inconsciente hacia el paciente y/o
su reacció n hacia el paciente), habilitando al clínico en el entorno terapéutico con
mayor consciencia y con menos reactividad. Algunas vías posibles para el clínico para
aumentar su autoconocimiento incluye consejería o psicoterapia, supervisió n grupal o
individual, y escritura reflexiva.

2- La auto-empatía es un complemento esencial para el auto conocimiento. Así como


nos familiarizamos mas con nosotros mismos a través de la prá ctica del auto
conocimiento, puede no agradarnos lo que vemos y nos convertimos en auto críticos,
sentenciosos, arrolladores, y/o desalentados. La auto empatía incluye el notar cuan
duro es para nosotros aceptar nuestras imperfecciones y errores con una actitud de
cá lida auto aceptació n, mientras en forma simultá nea nos comprometemos en
encontrar la vía de convertirnos en mas comprensivos y compasivos con nosotros
mismos. Algunas prá cticas desde la tradició n budista son especialmente ú tiles
especialmente en el desarrollo de la auto empatía. Metta (energía positiva y
amabilidad hacia los otros) o Meditació n Amorosa y Amable es una prá ctica explícita
para abrir el corazó n con empatía y compasió n hacia nosotros y los demá s.

3- La Consciencia plena se refiere a cultivar las tres herramientas de la consciencia en


particular: enfoque, darse cuenta, y expansió n. El desarrollo de la toma de consciencia
es ú til para la introspecció n y nos permite dialogar con nuestros pacientes de manera
sensible y sostenible. La meditació n consciente, es otra prá ctica meditativa
proveniente de la meditació n budista , ú til para la introspecció n se utiliza
extensamente en el cuidado de la salud puede ser utilizada para cultivar estas tres
herramientas cognitivas. El maestro de la meditació n y autor Jon Kabat-Zinn, describe
a la Meditació n consciente como un proceso de desarrollo de herramientas de
atenció n cuidadosas y hacia el cuerpo, la mente, las emociones, y el entorno, mientras
llevamos a cabo una actitud amable, no crítico, hacia el yo y los demá s.

--- Enfocarse es una herramienta fundamental en la adquisició n de consciencia. Y se


refiere a fijar y dirigir la atenció n y, por lo tanto, la mente. El maestro tibetano budista
y autor Alan Wallace enfatiza la importancia de la relajació n, la estabilizació n de la
mente, y de la actitud de lo vívido en su método de enseñ anza de respiració n
consciente para enfocar la mente.

--- Darse cuenta surge naturalmente del enfoque consciente. Esto significa que
presenciando un torrente de pensamientos, de sensaciones y sentimientos que surgen
de momento a momento, con gentileza y respeto y sin comentario, reacció n o
comparació n. Un aspecto posterior del darse cuenta, de notar, es comprender la sutil
toma de consciencia misma, la cual corre en una frecuencia todavía mas fina que otro
fenó meno.

--- Expansió n es una instancia que le permite al clínico acrecentar su comprensió n, su


toma de consciencia lo que posiblemente monitoriza su propia experiencia subjetiva
y las necesidades del (de la) paciente y/o del ambiente de trabajo.
Estos tres aspectos de la consciencia y comprensió n trabajan sinérgicamente juntos.
La expansió n construye las habilidades de enfoque y del darse cuenta (notar). A
través de el enfoque y del notar nosotros estabilizamos nuestra atenció n y
atestiguamos nuestra experiencia no de manera sentenciosa. Al hacerlo así, podemos
darnos cuenta de momentos de toma de conciencia completa, cuando somos
conscientes de la calidad con la cual asistimos al objeto de nuestra atenció n, o,
posiblemente que nosotros acabamos de distraernos por un pensamiento. Con
prá ctica podemos deliberadamente escoger la instancia cognitiva, usada para
monitorizar la calidad de nuestra atenció n en la prá ctica de meditació n e
introspecció n, y, con tiempo, auto monitorear nuestras propias interacciones con
nuestros pacientes. Esto puede ayudarnos a prevenirnos en ser atrapados en la
reacció n a nuestras propias preocupaciones, y nos permite responder al paciente con
mas flexibilidad y mayor sensibilidad, y experimentar una forma empá tica de
relacionarnos llamada “empatía exquisita”, la cual puede ser mutuamente beneficiosa
tanto al paciente como a clínico.

4- Toma de consciencia contemplativa es ser conscientes que nosotros como


individuos estamos situados en un campo mas amplio de relaciones. (interrelaciones).
Psicoló gicamente esto incluye el reconocimiento del propio-campo subjetivo en el
encuentro terapéutico, y en el arquetipo o en la dimensió n universalmente
compartida con nuestra propia experiencia. Espiritualmente, esto puede ser
entendido como la experiencia de nuestras relaciones hacia lo “numinoso” o lo
sagrado. Esto incluye ser consciente de có mo nosotros le damos significado a nuestros
propios valores, nuestra cosmovisió n y nuestra filosofía de vida. Mount, Boston, y
Cohen describen esto como un proceso para establecer “las conexiones curadoras “, y
observan como esas conexiones curativas pueden engendrar el sentido de significado.
La prá ctica desarrolla la consciencia contemplativa como ú nica para cada individuo.
Ellas pueden incluir algunos de las aproximaciones señ aladas en nuestro archivo.

Lo “místico” puede ser entendido como una experiencia directa de un campo mas
amplio de relaciones en las cuá les estamos insertos. Un proceso místico que puede
surgir desde la prá ctica de los tres componentes del la mente- consciencia, discutida
arriba, y que puede ser llamada “consciencia de la consciencia”. Aquí, venimos a
vislumbrar la corriente (el flujo) de la consciencia misma, la cual está siempre
presente como un teló n de fondo de los fenó menos emergentes con cualidades de
quietud, luminosidad, y complicidad. Alan Wallace describe este aspecto de la
precepció n de esta manera:

Discernimiento en fracció n de segundo es una pura-percepció n, antes que los


conceptos, clasificaciones, y la respuesta emocional encubierta.. Este breve instante es
importante porque es una oportunidad de obtener una mas clara percepció n de la
naturaleza del fenó meno, incluyendo el sutil continuum de la consciencia mental fuera
de la cual todas las formas de la percepció n sensorial y conceptualizació n emergen.
Una metá fora de la consciencia de la consciencia es una abuela permaneciendo quieta
detrá s de un nieto jugando. El niñ o representa el aliento u otro foco de atenció n, y la
abuela el siempre presente flujo de consciencia del teló n de fondo. Sri Madhava Ashish
nos recuerda que la radical potencia de la auto consciencia para ambos el individual y
de los demá s cuando escribe:

La ruta del misterio del ser radica en la ruta de la consciencia que percibe
el universo. Cada ser humano es humano en virtud de su consciencia.
Cada ser humano es o puede ser consciente de que el es consciente. Cuando
La auto consciencia se encuentra localizada en una fuente propia (interna) ,
entonces ú nicamente puede ser encontrada la identidad del individuo con el
universo, entonces solamente puede ser resuelto el misterio. Y solamente cuando haya
una cantidad suficiente de esos individuos puede la sanidad retornar a través de ellos
a nuestro agitado mundo.

El proceso comienza con desnuda atenció n hacia las sensaciones corporales.


Posteriormente, cuando ponemos atenció n a la respiració n y experimentamos una
mayor y mayor quietud, nos convertimos en seres conscientes de la consciencia
misma. Finalmente, incluso por momentos, podemos llegar a descansar en esa
consciencia. Descansar en la consciencia, en consciencia que es continua con la
consciencia que ocupa el universo, es profundamente pacificante. Nosotros entonces
estamos formando parte de las sagradas interconexiones de todas las cosas.

Conclusiones

Cuando regresamos al borde de la cama, de aquellos que sufren, ahora lo hacemos con
un nuevo modo de percepció n, uno que afecta como vemos y lo que vemos; uno que
afecta las elecciones de tratamiento que hacemos; uno que afecta (influye) como
hacemos lo que hacemos.

“Orar no es algo que decimos o hacemos. Orar es un estado del ser. Y una vez que nos
encontramos en ese estado del ser, todo lo que hacemos es orar” (W. Wapepah,
comunicació n personal). Entonces, el trabajo del alma no es algo que hacemos o
decimos. El trabajo del alma es un modo de estar. Una vez que estamos en ese modo
de estar, todo lo que hacemos es trabajo del alma. Entonces, cada uno de nuestros
simples actos de atenció n y delicadeza se convierte en el cuidado del alma. Ofreciendo
una bebida, un bañ o, dando medicamentos, y suturando una herida, cuidamos el alma.

Mientras podemos asumir automá ticamente que estos enfoques (aproximaciones)


como aquellos que está n en el box 38.1 son trabajo del alma, pueden ser o no ser así.
Ellos son alma-trabajo cuando son ofrecidas por el clínico que acuerpa el alma, donde
ellos pueden trabajar sinérgicamente con la presencia de calidad del clínico que
brinda la atenció n en profundidad; aquel que no le tiene miedo a la muerte; a aquello
que no muere; a lo que está profundamente bien. Como clínicos que ofrecemos estos
abordajes, nosotros no lo estamos haciendo a o incluso para nuestros pacientes, como
unirnos con ellos en una celebració n compasiva con lo que es.

Enfrentando el miedo a través del cuidado primario del alma, es en ú ltima instancia,
acerca de quienes somos; de la calidad de nuestra presencia. Y el viaje hacia el
interior, hacia nuestro interior e de donde empezamos. Este es el viaje hacia el
corazó n. Por el momento imagine usted mismo echando raíces, como algú n á rbol
grande, en el Grand Prismatic Spring en el Parque Nacional de Yelowstone. Aquí sus
raíces descienden hacia las profundidades del universo, las cuales fluyen a través de
usted como un inmenso océano respirando. Aquí, a través de las cuerdas rojas-
oxidadas de las relaciones humanas, usted está conectado con sus hermanos y
hermanas; con todas sus relaciones. El poeta Tomas S Elliot describe como eso
comienza: “Rá pido ahora, aquí, ahora, siempre--, una condició n de absoluta
simplicidad, (Costando no menos que todo)”. El novelista Henry Miller ofrece estas
palabras en como esto termina : “ En Epidaurus, en la quietud, en la gran paz que vino
sobre mi, yo escuché el corazó n del mundo latir. Yo se que la cura es : es entregarse,
renunciar, rendirse, entonces nuestros pequeñ os corazones pueden latir al unísono
con el gran corazó n del mundo.”

Traducció n: Dr. Rodrigo Aybar

También podría gustarte