DE UN SUCESO CASI PRIVADO Y QUE NECESITO VOLVER PÚBLICO
No tuve fortuna en el curso pasado CLÍNICA DE LA NEUROSIS en la Especialización de la U.
San Buenaventura de Cali. Los estudiantes no se contuvieron expresando a la coordinadora de la Especialización su descontento, alguna de ellas manifestando su malestar en relación con un enfoque que a ella pareció demasiado sociológico. Pero estoy seguro más de otra cosa: recuerdo que mi estado de ánimo, por entonces, se encontraba atribulado por la coexistencia del seminario con un Foro Internacional, realizado por la misma Universidad, que me pedía el favor de moderar el diálogo alrededor de la Ponencia del invitado internacional, ni más ni menos que S. Zizek. La suya fue la Ponencia presentada en el *Foro Internacional de Desarrollo Humano: Una mirada desde los estudios interculturales críticos*. Organizado por la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Doctorado en Educación, Maestría en Educación: Desarrollo Humano y el Grupo de Investigación en Educación y Desarrollo Humano, de la Universidad de San Buenaventura Cali, Colombia, en agosto 26 y 27 del 2022. Creo que mi desempeño en el seminario de la especialización no logró establecer claros límites entre la transmisión de su contenido y la imposibilidad de trazar fronteras claras con la mediación que como moderador del Foro Internacional debía realizar con respecto del invitado principal. Temeroso acudí al expediente del que siempre me he declarado enemigo: hace de mi clase una oportunidad de despliegue dogmático acerca del psicoanálisis, en particular de la llamada Clínica de la Neurosis, apegado a las Conferencias de Freud, traicionando el espíritu de expositor crítico de todo lo que tienda a presentarse como dogma, como teoría global, casi cosmovisión… Descuidé, para poner un solo ejemplo, insistir en el hecho de que la clínica practicada por Freud derivó de su decisión de tomar en serio la palabra de la histérica, de obedecer al reclamo que una de ellas le hiciera en un momento dado para recibir su escucha, la de él. Matizar o descuidar esta insistencia, me parece, fue el pasaje al acto de mi desempeño titubeante y mezquino, atemorizado -y mucho, por la otra responsabilidad que había aceptado asumir. Creo haber identificado qué de lo segundo ensombreció la motivación para lo primero: en la preparación de mi condición de moderador de ese gigante actual del pensamiento crítico, Zizek, retrocedí en la metodología para la discusión del contenido de las Conferencias de ese otro gigante, también actual: Freud. Qué encontré de Zizek? Esta declaración (la tomo, hoy, de mis apuntes preparatorios):
En EL CORAJE DE LA DESESPERANZA Zizek escribe que “el auténtico coraje no
consiste en imaginar una alternativa, sino en aceptar el hecho de que no existe ninguna alternativa clara: el sueño de una alternativa no es más que un fetiche que nos impide analizar debidamente el punto muerto en que nos encontramos. *El auténtico coraje consiste, por tanto, en admitir que la luz que hay al final del túnel probablemente es el faro de otro tren que se acerca en dirección contraria.* Hoy convengo con que esa declaración es “de lo más freudiano” que uno pueda encontrar en un autor contemporáneo, debidamente advertido por EL PORVENIR DE UNA ILUSIÓN de Freud. Y sin embargo, sostengo que fue el impacto que me provocó entonces el que se tradujo en un abordaje del texto freudiano a tono con la ilusión (la mía, anonadado por la declaración de Zizek) de encontrar allí una especie de caja de herramientas para no errar en la transmisión de ese saber. Me descubrí renunciando, insisto, a lo que más aprecio de mi experiencia profesoral: la libertad de tomar un texto, el que sea, con el mismo espíritu crítico que el psicoanálisis me ha enseñado a profesar. Salía del Foro Internacional y me dirigía al salón de clase (¿con los especializantes?: ¡puáj!) con los estudiantes y en lugar de llegar entusiasmado con esa ratificación de que siendo hijos de los cromosomas, resultado del azar, la neurosis misma podía provenir de la ilusión en que la vida, para que mereciera ser vivida, requería de tener un sentido, y no uno cualquiera, sino el de la utopía global, de la gran utopía como si no proviniéramos hoy de aquella a la que una vez adherimos convertida en “el faro de otro tren” que venía en dirección contraria justo cuando creíamos estar viendo luz al final del túnel. De la caja Pandora dejó escapar todos los MALES, menos uno: la esperanza… Todo saber dogmático que se formule o se repita proviniendo de otro, incluso advertido por este otro de que el suyo no deba ser tomado así, es la verdadera neurosis actual, mezcla de obsesión (angustia) y de histeria… variantes del sufrimiento de quien añora un futuro de felicidad absoluta que pase por la eliminación de las contradicciones al tenor de un mandato dictatorial que nos consuele tomándose él el deber de pensar por todos nosotros a cambio de nuestro agradecimiento y nuestra servidumbre voluntaria. El delirio de infatuación de uno solo reposa sobre los hombros de hombres y de mujeres al servicio de la muerte. Este próximo viernes vuelvo a la Especialización con la CLÍNICA DE LA NEUROSIS. A la charlacanería (esa expresión afortunada para denunciar la jerga lacanesiana) que declara mi transmisión como pesadamente influenciada por la sociología le responderé en acto: antes del sujeto existe lo que le sujeta o a lo que se debe sujetar. Y hoy resulta ya no como tragedia sino como farsa la conversión de una invitación a explorar y errar desde dentro de sí, desde Demócrito y Epicuro lo sabemos y con el barroco reafirmamos, en la transmisión de una letra que mata el espíritu de esa letra misma. Para finalizar: temo haber sido contribuyente de hacer con las obras de Freud, Lacan o de otros gigantes del pensamiento lo que dice Ezequiel Martínez, le sucediera a la imagen de José Martí después de muerto: “Qué martífero el que han acicalado en la funeraria, maquillado en la barbería y vestido en la sastrerilia, tan guapito que anda por las escaparaterías y las academiofernalias, insensato e hisopado por los prebostoferarios y los pelutudidactos.” Mea culpa…