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Humberto Giannini

C) Humberto Giannini, 1965


REFLEXIONES
Inscripción Na 30.730
acerca de la
Talleres de la
Editorial Universitaria, S. A.
San Francisco 454
Santiago - Chile
CONVIVENCIA
Proyectó la edición
Mauricio Amster
HUMANA

Santiago, 1965

FACULTAD DE FILOSOFIA Y EDUCACION


UNIVERSIDAD DE CHILE
INDICE

Prefacio 9

Cap.
E L ESTAR DEL SER 14

Al Prof. Cap. II
E. CASTELLI
L A BUSQUEDA DEL SER TOTAL 31

Cap. /1/
CAUSA Y PRINCIPIO DEL SER 50

Cap. IV
LA BUSQUEDA DE LA VERDAD 67

Cap. V
EL DESEO DE CONVIVIR 94

Cap. VI
SOBRE LA TOLERANCIA 103

Apéndice
L A DISYUNTIVA 133
PREFACIO

ERA AUN bastante joven cuando se desató la Segunda


Guerra Mundial y poco o nada sabía del profundo vínculo
que existe, según me parece ahora, entre una natural dispo-
sición a crear sistemas filosóficos absolutos y otro no menos
natural impulso a vivir en perpetuo estado de guerra. Años
más tarde, al encontrarme en mis estudios con la filosofía ale-
mana del siglo pasado y del presente —la de un Scheler, la
de un Jaeger e incluso la de Heidegger— creí comprender
que esa guerra y todas las guerras estaban ya justificadas »teó-
ricamente« en los espíritus de esos pensadores, y por tanto,
en el corazón de las universidades y en gran parte de la inte-
lectualidad alemana.
Con el fin del nacismo se abría un proceso al ser del hom-
bre civilizado: proceso inconclusivo, porque es muy difícil
juzgar masas de hombres armados. Por lo demás, el nacismo
era también una teoría del hombre, una de las posibles in-
terpretaciones del ser-para-la muerte.
Pero la guerra aún no terminaba allí. El segundo acto, el
lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, llevó a
muchos a preguntarse con horror qué argumento sería válido,

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si es que había alguno, para salvar al hombre de la furia del cándalo para toda forma de monismo filosófico' en el cual
hombre. el individuo es mera expresión de un momento del Absoluto
¿Y es que existe, en verdad, algún argumento? que se despliega en el suceder mundano. Pero, a su vez, la
Pienso que no, si a un argumento puede oponérsele otro mediatización del individuo es un escándalo para la con-
que lo destruya: a aquel que juzga, por ejemplo, como un ciencia ética, un sentimiento que no sabe traducirse en argu-
crimen, el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshi- mento si éste ha de ser reducido a un momento del cálculo.
ma, puede respondérsele que se decide eliminar un número ¿En qué sentido la vida de cada cual es un absoluto? ¿Y
determinado de seres humanos, justamente para evitar que, qué es este absoluto? Quererlo saber ha significado para mí
con la prolongación de la guerra, muera una cantidad in- vivir con simpatía la vida cotidiana, vida en la cual el pró-
mensamente mayor. jimo se aproxima con un nombre, con un rostro y con una
Esto es verdad, pero para un mundo en que la verdad se intimidad que siempre se revela irreductible a la nuestra. La
identifica con un cálculo de probabilidades. El sentimiento vida en común es, por lo general, un permanente espiar la
que lleva al primer argumento, es decir, a calificar de crimi- vida ajena para disponer de ella; la vida común en el amor
nal cierta decisión, evoca oscuramente el origen religioso de
y la amistad, un angustioso anhelo de aclaración y de aper-
aquel sentimiento.
tura. Un anhelo que, con el andar de los arios parece, la más
Pero siendo el cálculo (la conveniencia) el fundamento
de las veces, defectivo o ilusorio. Porque si es cierto que sólo
del convenir del hombre contemporáneo, la emergencia de
aquel sentimiento se tiene por socialmente inconveniente o la buena fe es capaz de salvar un vínculo, no salva, con todo,
suicida. de la posibilidad del malentendido, es decir, de la soledad. Y
Así, problemas de indudable »actualidad« —los de una la vejez trae consigo la nostalgia de las últimas palabras que
catástrofe en acto— han informado mi inquietud filosófica: nunca fueron proferidas. Y la tristeza de lo irremediable.
el problema de la responsabilidad de cada cual, en un mun- Este, el núcleo problemático de las reflexiones que siguen.
do en que lo conveniente es, como dice un pensador de nues- Por el hecho de estar la existencia de quien escribe estas pá-
tros días, lo único capaz de convencer, conveniencia que ginas opresivamente ligada a estos problemas, ha querido co-
resulta, sin embargo, incompatible con una vida orientada menzarlas de una manera casi autobiográfica, lo que, si para
por reales normas éticas de convivencia. muchos puede ser un defecto, para quien las publica repre-
En segundo término, un problema al parecer más abstrac- senta una justificación.
to en su planteamiento, pero que viene a dar a lo mismo: La pregunta »¿Cómo es posible convivir —convivir huma-
parece que en el sistema filosófico con derivación política namente— más allá de la pura conveniencia?« la había antes
(y todo sistema la tiene de hecho), la existencia del prójimo planteado a quienes, guiados por una preocupación parecida
apenas si tiene sentido; su vida o muerte están confiadas a y en el marco de un contenido pesimismo han dejado entrever
la consecución de una especie de cálculo quizá mucho más
sutil que el del político empírico, pero no por eso menos im- 1Como veremos más adelante, el monismo filosófico es el único
placable. sistema coherente. A este sistema absoluto de la razón lo llamamos
Una vida no debe ser mediatizada. Este »no debe« es es- también idealismo.

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la esperanza de un futuro que les parece abierto a las mejo- ésa, sin éste, todo acuerdo o es mala fe o postergación
res posibilidades'. de la esencia del hombre. El Cap. v es, pues, una refle-
Pero la pregunta permanece porque la respuesta que ha- xión sobre el acuerdo.
bla, por ejemplo, del cumplimiento histórico de la esencia — El último capítulo representa una aclaración, extraída
del hombre, esa respuesta es, a mi parecer, antihistórica, pues- de los ideales comunes, acerca de lo dicho en el Cap.
to que excluye de la esencia final el proceso que la hizo anterior: una reflexión sobre la tolerancia (posibilidad
posible. »En la explicación dialéctica el hombre sale a la ver- de asimilar lo extraño, esto es, lo que siendo extraño,
dad a través de un proceso que procede más allá de las inten- de alguna manera pide nuestra participación). Este
ciones y de la temporalidad singulares. Este proceder significa, capítulo apareció hace algún tiempo en la Revista Ma-
en buenas cuentas, un extra'ñar«2. pocho; he tratado ahora de mejorar algo su exposición.
Por otra parte, la técnica es una manera práctica de me- Hay, además, algún aporte nuevo al problema. Es natu-
diatizar al prójimo. Esto se ha dicho hasta la saciedad3. ral su inclusión en el presente trabajo, dado que nuestras
reflexiones giran en torno a un solo problema: el de
Las siguientes reflexiones están dirigidas a la búsqueda de un
absoluto »empírico«, común. De aquí deriva la asistematici- la convivencia.
dad de este escrito. Es búsqueda (y a veces, una casuística
desconcertante), no es doctrina. Pero una búsqueda que bus-
ca sus límites más allá de lo empírico. Llámese si se quiere
nostalgia religiosa.
El contenido de sus capítulos:
— La doctrina del ser en cuanto ser es defectiva; revela una
nostalgia: la pérdida en el hombre de su intimidad con
el mundo: Capítulos i, u y
— En el Cap. tv se plantea el problema de la verdad, pre-
guntándonos qué sentido puede tener el de »verdad«
si no es el de acuerdo, es decir, el que supone una tras-
cendencia.
— Para entendernos precisamos de la Verdad: de la emer-
gencia de un valor absoluto en las cosas humanas. Sin
1-Me refiero a las obras de dos pensadores nuestros: Entre Hegel
y Marx, de Juan Rivano y El Desafío Espiritual de la Sociedad de
Masas de Jorge Millas.
2Comentario a una obra de J. Rivano. Rev. de Fil. N9 1, 1963.
3Entre las últimas publicaciones, la obra de A. Piga "Nuevo Hu-
manismo y Tecnocracia" (Epek, Madrid, 1963) , representa una finí-
sima reflexión sobre este problema.

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