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Intro. a la filosofía
Presentación
Sobre la filosofía en el
mundo de hoy
Facilitador: Diacono Enrique A C astillo
Cuanto más exija una pregunta y cuanto más explique una respuesta, con
mayor propiedad pueden calificarse como filosóficas.
b) Naturalmente filósofos
¿Modos complementarios y sencillos de ilustrar la cuestión? Entre otros, la
conocida anécdota del viajero que, hace ya bastantes siglos, paseaba por los
alrededores de una cantera. Por ahí camina la filosofía, por las vías que permiten
descubrir un significado de gran calibre hasta a la más menuda de nuestras
acciones. Otros momentos propios de la filosofía espontánea que venimos
analizando son los que en terminología más o menos filosófica se califican como
crisis existenciales, y entre las que destaca lo que, en un lenguaje ahora teológico,
denominamos vocación. En esos instantes, y con una incidencia en la propia vida
que no admite réplica, la persona se cuestiona el significado de su entera
existencia, qué es lo que hace en este mundo o a qué ha sido llamado cuando
entró en él. Y ya decidido a acoger su destino, cada vez que da un giro de rosca a
su respuesta vital y se pregunta: «¿pero qué pinto yo aquí si no me esfuerzo de
veras por...?», está replanteándose, de manera concreta y comprometida, la
significación de su existir, su misión en el universo y entre las demás personas,
etc. Es decir, está a siendo metafísica.
Existen por otro lado circunstancias en que nuestra condición de filósofos
se muestra de manera casi esquivable. Por ejemplo, después de que un accidente
u otro trauma cualquiera nos hayan hecho perder la conciencia. Normalmente,
esas interrogaciones son de tipo global, penetrantes, de «sentido»: ¿dónde estoy?
¿Qué ha pasado? o, en los casos más graves, ¿quién soy? Requerimientos con
los que no pretendemos interiorizar un conjunto de datos más o menos relevantes,
pero siempre fragmentarios e inconexos, sino esclarecer el significado definitivo y
de conjunto de la circunstancia en que nos hallamos. Cuanto acabo de presentar
como una situación concreta podría ser elevado a categorías universales.
Remontándose hasta casi los inicios de la filosofía en Occidente, sostienen Pieper
y Zubiri que la admiración que da origen a la reflexión filosófica sobreviene cuando
lo más cotidiano, lo que creíamos entender a la perfección, por el motivo que fuere
se torna de repente incomprensible, lleno de misterio, y nos desborda. Es lo que
después, en el capítulo II, calificaremos como «admiración» o «asombro».
Pues bien, de manera aún genérica pero cabal, todo esto es filosofía o la
incluye. Y si he insistido en el planteamiento de situaciones filosóficas un tanto
inesperadas es para que se entienda mejor el alcance de la afirmación que ya
defendieran, entre otros, Aristóteles y Kant: a saber, que «todo hombre es por
naturaleza filósofo» (o incluso metafísico, según el pensador de Könisberg).
Cualquier ser humano, en algún momento concreto o a lo largo de toda su vida,
confecciona una suerte de «filosofía espontánea» con la que, a veces sin plena
conciencia, orienta el conjunto de su existir. Lo reafirma y matiza Savagnone,
añadiendo sugerencias cuyo desarrollo apuntaremos dentro de unos instantes:
«No se puede dejar de ser, en cierto modo, filósofos: hay que escoger, más bien,
entre serlo dejándose dominar por las “filosofías” implícitas en los mensajes de los
mass-media y en las modas culturales de la sociedad en que vivimos, o bien
elaborando una personal y responsable visión de la realidad y de la propia
filosofía».
b) Diversión y aburrimiento