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Los desencantados

Irit Rogoff

Mi aula de clase es un panteón del desencanto; resuena quedarse a vivir dentro de esa suspensión como en algo
con los ecos de las voces recias de quienes han perdido más que un intervalo, es la voz misma del desencanto.
la fe en cualquier forma convencional de saber y ahora
están tratando de reorientarse a su modo por otra sen- Y por supuesto tal intervalo no es simplemente una
da hacia el saber, hacia el acto de conocer. En las voces suspensión, sino además una promesa, porque el des-
de los autores hay ecos de las voces de los lectores, de encanto se sitúa decididamente entre el inicial encanto
estudiantes que consideran los actos de autoiniciación que inevitablemente lo precede y el reencantamiento
o de estreno en el saber como gestos performativos de que inevitablemente lo seguirá. Inevitablemente porque
ese panteón del desencanto que todo lo mueve en el am- una vez que se tiene propensión al encantamiento y se
biente pedagógico al que hago referencia. comprende su potencial persuasivo, volverá a darse una
y otra vez. ¿Quién no recuerda la primera vez que leyó
Esas voces son las que, en nuestro indisciplinado cam- a Foucault o a Derrida, a Kristeva o a Haraway, a Deleu-
po, impulsan nuestros cursos de títulos raros, las que ze o a Amitav Ghosh o a Michael Taussig, cuando toda
ejecutan los gestos que detienen el curso del sentido nuestra subterránea frustración con el pensamiento en-
común: gestos de eso no, ahí no, no donde tendría que contró un nicho donde asentarse? El intenso placer de
estar, no tal como deberíamos tratarlo. Ellas, las voces, leer algo que hacía, sin tener que estar de acuerdo, que
ejecutan el “agotamiento” de Deleuze, la “insurrección nos sintiésemos realizados porque una propia e inhe-
de los saberes sometidos” de Foucault, el “cualsea” de rente facultad crítica se activaba tomando conciencia.
Agamben, el “ser singular plural” de Nancy y la “suple-
mentaridad” de Derrida, el “Capitaloceno” de Haraway Si el desencanto es tan importante ello se debe en par-
y el “poder de la palabra de interrumpirse a sí misma” te a que sucede, por necesidad, al estado de “encanta-
de Blanchot. Escenifican la “necropolítica” de Mbembe, miento”, una situación de persuasión y seducción que
el “extraestadismo” de Easterling y las “expulsiones” de fusiona el pensamiento racionalmente consciente con
la convicción afectiva, una dualidad de claridad intelec- 45
Sassen. Todo ello nacido del reconocimiento de una ur-
gencia, de una desesperación por la situación general, tual y vinculación emocional cruciales para todo acto
que, pese a todo, es siempre más una jugada de apertura de saber afectivo. Y también se debe, naturalmente, a
que un lamento final. que tanto los momentos de encantamiento como los de
desencanto llevan a la práctica y recalcan la significa-
El desencanto que tanto me atrae no es de protesta, aun- ción del “momento” antes que la de “la larga línea de la
que sí profundamente crítico. No es de oposición, ni tradición” en la que, por lo general, ha estado asentado
reproductor de la lógica binaria de opuestos antagóni- el saber.
cos, aunque sí tiene en cuenta el enfrentamiento de las
ideas. No es tampoco una forma de resistencia, aunque Esta preocupación por el “desencanto” nace de una pre-
sí adopta la forma de la “acción” más que la del análisis. gunta que llevo haciéndome desde hace tiempo: si acep-
Si los desencantados no se valen de la retórica declama- tamos que “solo sabemos aquello que sabemos cómo
toria para alzar sus voces, ¿de qué modo operan? saber”, ¿cuáles son entonces los mecanismos por los que
podemos catapultarnos desde un paradigma de saber
Esas voces no reprenden, no analizan, no explican ni hasta otro, de un sistema de creencias a otro? ¿Cómo
refutan, no lamentan, no niegan. Detienen la discusión, podemos equiparnos para avanzar hacia lo que no sa-
rechazan la continuidad natural y sorprenden volviendo bemos cómo saber? ¿Cómo llega a producirse ese salto?
a comenzar por el medio, por otro sitio, o de otro modo.
Lo que me resulta tan persuasivo de ellas no es que sean El Panteón del Desencanto que propulsa y anima el tra-
un panteón teórico en sí mismas y de sí mismas, ni que bajo de mi clase no es solo un modelo pedagógico, tam-
sean novedosas; desde luego no son parte de la inter- bién me señala la dirección de la llamada “investigación
minable búsqueda de la novedad comercializable por basada en la práctica”, o lo que yo prefiero pensar como
el capitalismo cognitivo, con sus prometedores títulos, “prácticas creativas del saber”. Esto permite un despla-
luminosos y brillantes, y sus viejos y consabidos argu- zamiento tanto conceptual como metodológico en el
mentos. Pero puede que establezcan una dualidad in- que no es solo el desarrollo teórico del trabajo sino su
flexible e insistente: por un lado una maniobra crítica de desarrollo activo lo que produce un desplazamiento del
cese de la discusión en su modo convencional; por otro, saber. Y es que estos son también momentos de suspen-
la posibilidad de volver a comenzar de nuevo desde otro sión que se mueven de soslayo concediéndose permiso
lugar y de diferente manera. He acabado por pensar que para conocer desde otro lugar en vez de negar el saber
esa capacidad de detener un debate sin criticarlo y de dominante.
Hace unos años se emitió la serie anual de conferencias temática y un método emergentes potencialmente es-
de la BBC conocida como Reith Lectures, organizadas timulantes. Él, por el contrario, se aferraba a los pro-
en memoria de John Reith, el fundador de la compañía tocolos académicos convencionales como un náufrago
de radiodifusión. El conferenciante era Martin Reese, a una balsa: de qué modo probar esto o aquello, cómo
presidente de la Real Sociedad de Astronomía. Comen- fundamentar lo de más allá, o qué debía hacer para ser
zó recordando la aparición en el siglo xvii de unos afi- tomado en serio por una comunidad académica pro-
cionados a la ciencia, aristócratas y autodidactas, que fesional que, en su parecer, le imponía unos criterios
se agruparon movidos por una ardiente curiosidad académicos del máximo nivel. Había algo cómico y a la
acerca del mundo natural, y cómo, haciendo frente a vez incongruente en aquel intento nuestro de liberarle
los saberes ortodoxos, formaron sociedades, inter- del escolasticismo y de su creencia de que necesitaba
cambiaron libros, verificaron mutuamente sus experi- franquear un misterioso umbral para acceder a los bas-
mentos y teoremas y fundaron las primeras sociedades tiones formales del saber.
científicas profesionales dedicadas al descubrimiento
de unos saberes radicalmente nuevos. Por ejemplo la La primera historia, la de los aristocráticos caballeros
Royal Society en 1660, cuando una docena de hombres del Londres del siglo xvii, hace referencia al saber pre-
se reunieron para escuchar una conferencia del joven significación; la segunda, la del doctorando que deseaba
Christopher Wren sobre astronomía y en el debate que legitimarse mediante la erudición, se refiere al saber que
siguió decidieron formar una sociedad para el estudio necesita ser liberado de la sobresignificación; y en algún
de la nueva y todavía controvertida “Filosofía experi- lugar entre medias está el dilema del que intento hablar.
mental”. El lema que eligieron para su nueva asociación Creo que las “prácticas creativas del saber” son algunas
fue “no aceptar nada por autoridad”, una consigna que de las maneras con las que podríamos captarlas y garan-
todavía hoy continúa resonando en mí cuando me pon- tizar que no permanezcan prisioneras de los criterios de
go a pensar en los protocolos académicos y en la au- unas estructuras evaluativas y de audiencia que en la ac-
toridad académica de los “regímenes de verdad” y en tualidad son dominantes y determinan la financiación y
el modo en que constantemente son desafiados por las comprensión institucional de la investigación. Sin em-
prácticas creativas del saber en todas partes. bargo mi pregunta es si estar lidiando constantemente
de forma crítica con las estructuras, los protocolos y las
Obviamente no tengo ninguna añoranza del siglo xvii demandas nos va a llevar de verdad allá donde nos haría
y de unos caballeros aficionados cuyos privilegios se falta estar. Eso se debe a que me preocupa el saber real
46 costeaban con empresas coloniales, servidumbre la- y a que creo en su poder. Esta preocupación no queda
boral, vastas posesiones y altaneras prerrogativas que satisfecha meramente encontrando nuevas ideas, sino
les proporcionaban tiempo de ocio para dedicarse a la también tratando de reconocer los apremiantes factores
búsqueda del saber en sus bibliotecas particulares; pero que hay tras ellas, uno de los cuales es con toda eviden-
sí quiero retener dos de sus formulaciones: el valor de cia el desencanto.
la “filosofía experimental” y el precepto de “no aceptar
nada por autoridad”. Y me parece que las “prácticas En este estado avanzamos más allá de la “teoría críti-
creativas del saber” figuran entre las maneras en que ca” (criticism) de regímenes, actores e intenciones y del
podemos llegar a ambas y garantizar que no se some- “ejercicio crítico” (critique) de las estructuras políticas
ten a las incesantes demandas programáticas de los e ideológicas subyacentes, que se han adueñado del
protocolos del saber: resultados, producción, impacto, conflicto y lo mantienen preso de sus lógicas, para diri-
monitorización permanente de la exacta utilidad del girnos hacia la “criticidad” (criticality), un estado en el
saber o de su capacidad para satisfacer las exigencias que discernimos las condiciones de nuestras vidas y a la
del capitalismo cognitivo de ser portátil, transferible, vez seguimos viviéndolas en todas sus dificultades. En
útil, flexible, aplicable, emprendedor y, en general, de la criticidad tanto el saber como sus condiciones jue-
poder integrarse a todos los niveles de las economías gan un papel de importancia pareja y quienes vivimos
de mercado. esas condiciones mientras tratamos de afinar una mi-
rada crítica e imaginativa somos cómplices a todos los
El mismo día en que estuve escuchando la primera con- niveles.
ferencia Reith, un talentoso doctorando dedicado a la
investigación de base práctica hubo de pasar por lo que ¿Qué tienen que ofrecer las políticas de la criticidad —
llamamos “mejora” (upgrade), que es el paso de la fase mucho menos dirigidas y finalistas que las resoluciones
preliminar a la fase final del grado de doctor. En esa políticas— a los extenuados, a los desencantados con
ocasión tres profesores intentamos convencer a aquel las trayectorias y protocolos del saber en los que esta-
joven excepcional de que podía hacer lo que desease mos enfangados y con nuestros insatisfactorios intentos
dada su evidente seriedad, conocimiento de su campo de “comprometer políticamente” el saber o la práctica
de investigación y pasión por el tema. Le dijimos que como forma de obligarlos a afrontar las condiciones y
podía inventarse un relato, descontextualizar sus obje- realidades políticas? La “criticidad”, tal como he tratado
tos, hablar con la voz que más le gustase y en general de articularla estos últimos años, es el remate final de
tomarse en su trabajo tantas libertades creativas como esta serie de desarrollos: un paso desde la teoría crítica
le sirviesen para alcanzar lo que nos parecían ser una (criticism), con sus juicios de valor inherentes, y desde
el ejercicio crítico (critique), con su revelamiento episte- tan. Es esta una misión un poco ingrata en un momento
mológico y puesta al descubierto de los postulados y re- de cultura digital y cibercultura en el que la dimensión
gímenes del saber, hasta un estado contemporáneo que verdaderamente innovadora del trabajo que se hace, y
yo llamaría criticidad. La criticidad sería simultánea- que nos afecta a todos en todos los niveles, se halla en la
mente una capacidad de ver más allá de las estructuras constitución de nuevas plataformas de acceso y de nue-
en las que vivimos y de analizarlas de un modo teórica- vos modos de diseminación cada vez mayor, así como
mente informado, y, además, de reconocer que a pesar de emprendimiento a través de métodos cada vez más
de todo el aparato crítico que se posea, se vive y se está sofisticados de marketing en el sentido más amplio po-
sin embargo imbricado en esas mismas condiciones. sible. Soy por lo tanto consciente de lo anticuado que
Por supuesto, la criticidad conlleva en su interior la crí- suena el deseo de abordar la sustancia del conocimiento
tica, pero es más. Es una dualidad consciente: vivir algo en medio de semejante red en expansión. Pero como ha
y a la vez ser capaz de descifrarlo, y requiere otro modo afirmado recientemente Paul Mason, bajo el dominio
de enunciación, sin que sea posible quedarse cómoda- del “poscapitalismo” el incremento de la automatiza-
mente al margen de los problemas y ofrecer un análisis ción y la sobreabundancia de información chocan por
inteligente y enterado. Antes bien, necesita hacer que un lado con las políticas de precios del mercado, mien-
la dimensión experiencial de aquello que estamos vi- tras que por otro se ven asimismo reforzados por un
viendo entre en contacto con la dimensión analítica. Y incremento opuesto de nuevos modos colaborativos de
sin duda una de las razones por las que valoro tanto la producción no lucrativa y divorciada de los mercados.
noción de criticidad es porque no deja espacio al cinis- Estos argumentos indican que las innovaciones pura-
mo o al sarcasmo, que son las expresiones últimas de mente basadas en la forma están siendo contrarrestadas
la marginalidad frente al saber. Sí emerge, en cambio, cada vez más por nuevos modos de producción basados
la necesidad de recorrer el terreno a niveles de análisis, en la sustancia y el contenido. No obstante, esta sustan-
sentimiento y reciprocidad, en lo que Arendt denomi- cia y este contenido no pueden seguir apoyándose ya
nó, con hermosa expresión, “nosotros, compañeros en en viejos acicates ideológicos, ni tampoco ocupar viejas
el sufrimiento”. posiciones jerárquicas u operar a través de viejas auto-
ridades.
Gran parte de la discusión en torno a las prácticas
creativas del saber comporta unos protocolos institu- Abogar por unas prácticas creativas del saber es abogar
cionales, y aunque tengo que vérmelas con ellos en mi por su desdisciplinación, además de reconocer que no
realidad cotidiana de interminables comités, consejos existe un destinatario claro para ella. Saber quién es el 47
de financiación estatal y verificación de publicaciones receptor de ese conocimiento y qué herramientas inter-
de investigación, no quiero volver aquí sobre ello. En pretativas deben emplear esas prácticas ha dejado de ser
vez de luchar por otras alternativas, quiero en este mo- una trayectoria clara. Es defender que necesita ser vista
mento plantear preguntas acerca de los circuitos del como una práctica asignificativa que produce rupturas
saber que han pasado de amateurs a profesionales, de y afecciones en el mapa del saber. Resulta algo difícil,
generales a específicos de unas disciplinas, y a verse a sí puesto que el legado de saberes que hemos heredado de
mismos en la actualidad —al menos al nivel con el que la Ilustración se ha entendido como teleológico, lineal,
estoy familiarizada— como “sin disciplina”. Es evidente acumulativo, consecuencial y verificable, bien mediante
que el enorme corpus de pensamiento que Michel Fou- la experimentación, bien mediante unos órdenes lógi-
cault puso en juego con su análisis histórico de las for- cos y de argumentación secuencial.
maciones del saber, y de los presupuestos sobre los que
estas se asentaban, ha sido clave. Pero también hemos Y naturalmente resulta problemático intentar hablar
pasado por una década en la que las iniciativas activis- del saber en sí, como también es problemático evitar el
tas que buscaban contrarrestar el dominio institucional esencialismo o las nociones de autonomía e igualmen-
de la producción y diseminación del saber se han des- te incómodo evitar los atrevimientos que conlleva la
plazado en lo concerniente a la ampliación del abanico declaración de “lo nuevo”. En este contexto nos viene
de posibles formatos disponibles para el aprendizaje. En a la mente la “insurrección de saberes sometidos” de
este caso deseo prestar tanta atención a los propios cono- Foucault. Pero no necesariamente, como hubiera que-
cimientos como a las exigencias que soportan: las estruc- rido él, con arreglo a saberes reprimidos procedentes
turas que los acogen, las restricciones que los regulan de unas posiciones de clase, sexualidad o epistemología
y las retóricas en las que se insertan. En paralelo a esa menos normativas o menos hegemónicas. Pero tal vez
reconsideración de los formatos y protocolos ha habi- una noción contemporánea de esa “insurrección de sa-
do también un movimiento hacia las sustancias del sa- beres sometidos” tenga que ver, en cambio, con la bús-
ber. Existe un argumento en ciernes, me parece, según queda de unos cuerpos de saber “desacoplados” de sus
el cual no deberíamos estar replicando a los formatos marcos aceptados y que al abandonar su lugar dentro
con contraformatos, a las estructuras con contraestruc- de la cadena de argumentación atraen hacia ellos unos
turas, a los protocolos con contraprotocolos, sino más acompañantes imprevistos, una compañía cuya vincu-
bien con formaciones emergentes del saber que tengan lación y proximidad puede proporcionar un desafío pa-
la capacidad de invalidar la base sobre la que se asien- radigmático, más que discutir y aportar una afirmación.
Asignificación y singularización mación que se enlazan de maneras inexplicables para
producir nuevas conjunciones. No estoy pensando
Este es el proceso por el cual el saber se convierte en sa- tampoco en el novelesco saber “de vanguardia” con sus
ber asignificativo. Como ha señalado Simon O’Sullivan: modos oposicionales de “innovación” como distancia-
“Para Deleuze y Guattari una ruptura asignificante es miento y ruptura. Ni tampoco me interesa especial-
un proceso mediante el cual el rizoma resiste la territo- mente lo que se ha llamado “interdisciplinaridad”, con
rialización o intenta significarla o nombrarla mediante su insinuación de un movimiento entre las disciplinas
una fuerza sobrecodificante. Es el proceso mediante el pero que de facto deja intactas esas membranas de di-
cual el rizoma desborda sus fronteras (se desterritoria- visión y esas lógicas de separación y restricción a través
liza) y después se recompone o reensambla en otro lu- de ilusiones de “compartir”. Por último, y lo digo con
gar y tiempo (se reterritorializa), a menudo asumiendo ciertos matices, tampoco es mi propósito principal aquí
una identidad nueva o modificada. En la sala de clase derogar las categorías disciplinares y profesionales que
las rupturas asignificantes son aquellos procedimientos han dividido y aislado unos cuerpos de saber de otros
que emplean los estudiantes para evitar ser solamente con el fin de disponer de un campo heterogéneo habita-
estudiantes, que las aulas emplean para evitar ser solo do por “cuerpos” de saber afines a las estrategias comer-
aulas, que el contenido emplea para evitar ser solo te- ciales que aseguran la variedad y la multiplicidad y que
mática, y que los enseñantes emplean para evitar ser dignifican las prácticas de segregación epistemológica
nada más que enseñantes. Rupturas asignificantes son mediante la producción de incontables nuevas subcate-
aquellos procesos diversos por los que los rizomas pro- gorías en los cuerpos heredados de un saber confinado
liferan, se retuercen, agregan, extienden, rompen y re- y nombrado.
forman y trastornan el juego asemejándose al caos o a
la anarquía”1. Es decir, el proceso por el cual el saber Así pues, aunque puede que no estemos en condiciones
asume formas asignificatorias desestabiliza su relación de liberar el saber, su exposición a una actitud de desen-
respecto a otros saberes fijos y gana un suplemento canto como fuerza motriz suya, según se ha comentado
afectivo extra. antes, podría ser una ruptura productiva.

No hace mucho he defendido en otro lugar que la edu- He visto últimamente una serie de nuevos trabajos de la
cación necesita abordar la noción de “Libre”. Como es coreógrafa belga Anna Teresa de Keersmaeker, y en par-
obvio, lo que aquí tengo en mente con relación a “li- ticular en dos trabajos recientes encontré que la fuerza
bre” no es una idea novelesca de liberación. El tipo de del desencanto daba lugar a una conversación en torno
48 conocimiento que me interesaba en esa propuesta a la a la maestría, el conocimiento y la competencia que me
universidad era un saber no delimitado por órdenes interesó sobremanera. En 3 Abschied, De Keersmaeker
disciplinarios y temáticos, un saber que por el contra- da vueltas en torno a su profundo cariño por “Abschied”
rio se presentaría con relación a un asunto urgente; no (Despedida), la última canción del ciclo de Mahler La
un asunto definido por las convenciones del saber, sino canción de la tierra. Su fascinación y afecto, su recono-
por las presiones y combates de la contemporaneidad. cimiento del modo en que la obra se sutura con los su-
Cuando el saber no está delimitado tiene un menor en- cesos contemporáneos tanto personales como públicos,
tronque genealógico y puede navegar hacia delante más hace que ella quiera abordarla de alguna forma, le hace
que hacia atrás. Esta clase de conocimiento “indelimi- querer conocerla a través de su propia praxis coreográ-
tado” tiene por supuesto mucho que ver con lo que yo fica. Sin embargo ninguno de los protocolos disponi-
he adquirido durante mis experiencias en el mundo del bles es capaz de producir el engarce que ella busca, un
arte: en términos generales un conjunto de permisos compromiso que reconoce las resonancias históricas y
relativos al saber y un reconocimiento de sus facultades también contemporáneas de la pieza. Y así su anhelo
performativas: que el saber hace y no es. Con todo, los real de probar con una pieza de música clásica canónica
permisos que me encontré en el mundo del arte venían se convierte en uno de los temas del trabajo que rea-
con su propio conjunto de limitaciones, una tendencia a liza —¿es un deseo legítimo?— y nos vuelve a contar,
reducir las complejas operaciones de la especulación ya sentada en el escenario, que ella no sabe bailar ni sabe
sea a la ilustración o bien a un género que ejemplifica- cantar a pesar de haber recibido lecciones para poder
se visualmente “el estudio” o “la investigación”. ¿Podría hacerlo, y que tampoco puede contratar una orquesta
haber, me pregunté, otro modo por el que el saber pu- que toque en escena puesto que sería demasiado grande
diese quedar libre sin tener que representar esos manie- (alrededor de 110 músicos). Al cabo lo intenta con una
rismos genéricos, sin convertirse en un tropo estético orquesta de cámara cada uno de cuyos miembros muere
en las manos de unos curadores ávidos del “giro” más en escena tras interpretar su solo; por supuesto con esto
reciente? ella tampoco consigue la clase de inmersión profunda
que pretende, dado que es de un carácter demasiado
El saber no puede ser “liberado” puesto que está inde- simbólico. Al final acaba bailando en escena con un
finidamente inserto en unas largas líneas de transfor- acompañamiento solamente de piano pero fracasando
a todas luces en lo que quería hacer, bailar el “Abschied”
1. Simon O’Sullivan: “Academy: The Production of Subjecti-
vity”, en Irit Rogoff, Angelika Nollert y otros (eds.): Academy. de Mahler. Este ensayo de fracasos múltiples se centra
Fráncfort: Revolver, 2006, pp. 238-244. en la estrecha limitación del modelo interpretativo, en
saber algo interpretándolo en otro medio. También y uno de los ejemplos más conmovedores de la gran ri-
deja al descubierto la legitimidad misma de una pasión queza que puede contener el momento de suspensión.
como la que ella siente por la música, y se ve claramente
que se siente algo incómoda con su incontenible deseo Mientras que en el proceso de asignificación el saber
de una praxis tan convencional. Y sin embargo… adora produce un distanciamiento espacial y localizado de
la pieza, continúa sintiéndose conmovida por ella una sus puntos de anclaje, en el proceso de singularización
y otra vez y tiene que hallar una vía hacia ella; su amor el saber es relacional aunque no necesariamente acorde.
por la pieza, tan legítimo como su incapacidad de asu- Tal como expone Suely Rolnik los “procesos de singula-
mirla, trastorna ese sencillo modelo afirmativo. rización: una manera de rechazar todos esos modos de
codificación preestablecida, todos esos modos de mani-
Así es como opera el desencanto, en la dualidad de un pulación y control remoto, rechazándolos a fin de cons-
tira y afloja que a un mismo tiempo da salida al valor truir modos de sensibilidad, modos de relación con el
de lo que se tiene cerca pero acepta también sumarse otro, modos de producción, modos de creatividad que
al impulso de abordarlo. De Keersmaeker habita en la producen una subjetividad singular”2.
ruptura que ella misma ha hecho manifiesta, agita los
brazos probándolo todo, experimenta los fracasos de Así pues, en potencia la investigación de base prácti-
sus esfuerzos, pero no renuncia al impulso de intentar- ca podría singularizar el saber en vez de ubicarse es-
lo. crupulosamente dentro de sus estructuras. Materiales,
asociaciones, relatos, metodologías, se perseguirían
En otra pieza reciente, Cesena (de sus dos partes vi la entre sí de modos no convencionales; por decirlo así,
parte del amanecer), el escenario aparece ocupado por se invitarían mutuamente a bailar. La historia del arte y
bailarines y cantantes. Todo el mundo parece haber ab- la astronomía, por ejemplo, podrían desarrollar algún
dicado de su maestría; han convencido a los bailarines tipo de conversación, no como meros cuerpos de saber
para que canten y a los cantantes para que bailen y nin- sino como las estructuras narrativas en las que están
guno lo hace demasiado bien. En los escasos instantes relatadas, como impulsos, esfuerzos, historias perso-
en que cada miembro de la ecuación hace lo que sí sabe nales, formas de curiosidad, rasgos de inteligencia, etc.
hacer apreciamos la profunda diferencia. En cualquier La investigación de base práctica es, pues, un permiso
caso esto parece muy insignificante en una obra que para un conocimiento tangencial y contingente, movi-
produce la sensación de una investigación de ontología, do por el desencanto, y cuya sociabilidad, su búsqueda
de puro ser. En un determinado momento el conjunto de compañía, por decirlo así, se basa no en la linealidad
de la compañía se sitúa al borde del escenario y todos y centralidad sino en la dispersión, el encuentro y los
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cantan hacia nosotros; no interpretan música, están esfuerzos consistentes de resingularización.
siendo en el sonido, y la diferencia entre interpretar y
ser se hace muy patente. Esta abdicación de la maes-
tría a favor de alguna forma de ocupación del escenario,
el cuerpo, el movimiento y el sonido resultó excepcio-
nalmente emocionante para alguien que, como yo, se
dedica al trabajo intelectual; sobre todo porque no era
una retirada, una salida, un fracaso enunciado. Era una
declaración de que las competencias que tenemos no
están a la altura de la tarea, de que no nos definimos por
ellas, de que son intercambiables y de que el impulso
a implicarse es mucho más importante que la capaci-
dad de lograr algo. Sin embargo, nada de eso supone
ni por un momento que abandonemos el escenario. Es
un ejemplo de saber asignificante como el que ansiaba
Guattari, un saber o competencia que lleva a la práctica
una incoherencia, una suspensión, contraria a lo que se
espera de ellos, pero no obstante con sentido.

Esta es la práctica de desencantamiento que primero


entendí a través de los pensadores que dieron forma a
mi propio pensamiento. Es un momento de suspensión,
pero no una salida o una retirada. Percibe este momento
de suspensión como tema pero también mira de reojo a
la posibilidad de alguna otra forma de encantamiento,
sin descartarla pero sin tener idea de qué forma pueda
adoptar. Para mí esos fueron momentos de resingulari-
zación del baile o la coreografía a través del desencanto,
2. Suely Rolnik: “Molecular Revolution in Brazil”, Semiotexte
(2008), p. 51.

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