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CENTRO DE PSICOTERAPIA OPERATIVA

DIRECTOR: Dr. Hernán Kesselman

DIEZ MANDAMIENTOS PARA UN PSICOANÁLISIS


TRÁGICO

Alfredo Naffah Neto

Los mandamientos transcriptos abajo son un intento de expresar


-bajo la forma de prescripciones- las directrices básicas para un
psicoanálisis trágico, tal como lo he concebido y practicado, en los
últimos años.
Sin embargo, a muchos puede parecerle extraño -si no aleatorio
o incluso arbitrario- este intento de juntar psicoanálisis y tragedia,
especialmente cuando elijo como interpretación privilegiada de lo
trágico, la filosofía de Friedrich Nietzsche. Se podría preguntar cuál es
el sentido de buscar resonancias entre una tradición eminentemente
clínica, como el psicoanálisis -cuyas herramientas teóricas vienen
siendo valoradas y transformadas por los impasses oriundos de la
práctica, a lo largo de un siglo- y una filosofía polémica de fines de
siglo XIX. Como también ponderar si esa elección no implica ya, de
hecho, quitar potencia a ese cuidadoso trabajo de doble vertiente
entre clínica y teoría, nutrido a lo largo de los años, por la intromisión
de una filosofía y -lo que aún es peor- de una filosofía extraña al
psicoanálisis.
2

No obstante, conforme ya dije en otra ocasión, esa supuesta


exterioridad entre el pensamiento de Freud y el de Nietzsche es, como
mínimo, controvertida. “Aún cuando los escritos de Nietzsche y los de
Freud sean rigurosamente consecutivos, en el sentido cronológico del
término, y los de Nietzsche ya hayan sido bastante difundidos a finales
del siglo XIX y comienzos del XX, Paul-Laurent Assoun acepta la
tesis de que Freud no había leído casi nada de Nietzsche, basándose
en declaraciones del mismísimo creador del psicoanálisis 1. Ronald
Leher2 afirma que existirían evidencias históricas de que Freud
conocía los escritos más antiguos de Nietzsche y que, en 1908, habría
discutido secciones de la Genealogía de la Moral y de Ecce Homo
con miembros de la Sociedad de Psicoanálisis de Viena. Inclusive,
llega a preguntarse, si las lecturas de Freud no hubiesen ido más
lejos, dada la gran coincidencia entre las ideas básicas de ambos
autores. De hecho, una deuda teórica de Freud para con Nietzsche es
afirmada por psicoanalistas importantes como Ernest Jones y Didier
Anzieu, Jones enfatizando la correspondencia entre el superyo
freudiano y la formación de la mala-conciencia, descripta por
Nietzsche; Anzieu diciendo que Nietzsche ya describió anteriormente
la represión bajo el nombre de inhibición, el superyo y los sentimientos
de culpa bajo la forma de resentimiento, mala-conciencia y falsa
moralidad, además de haber anticipado otros varios procesos y
conceptos”3. El psicoanalista americano Daniel Chapelle va aún más
1
Assoun, P.-L. Freud e Nietzsche – semelhanças e dessemelhanças, São Paulo, Brasiliense,
1989, primeira parte. (N.de la T.: “Freud y Nietzsche -semejanzas y diferencias)”
2
Leher, R. Nietzsche’s presence in Freud’s life and thought, Albany, State University of New York
Press, 1995, pp. 2-3. (N.de la de la T. : “Presencia de Nietzsche en la vida y pensamiento de
Freud”)
2
3
Naffah Neto, A. “Nietzsche e a Psicanálise” in Cadernos Nietzsche, n. 2, São Paulo,
Departamento de Filosofia da USP, p. 42. (N.de la T.: “Nietzsche y el Psicoanálisis)

2
3

lejos, al sugerir y desarrollar el argumento de que la noción


nietzscheana del eterno-retorno sólo encuentra su fundamento real en
la dinámica descripta por Freud como compulsión a la repetición, ya
sea en el síntoma neurótico, ya sea en la transferencia4. ¿Discutible?
Por cierto, como todo lo que rodea esa supuesta relación entre los dos
pensadores.
Otra vertiente, paralela a ésta, pero igualmente controvertida es
la relación entre el psicoanálisis y arte trágico propiamente dicho. La
referencia de Freud a Edipo Rey de Sófocles es conocida por todos,
bien como toda la controversia que rodeó la noción de Complejo de
Edipo, más recientemente, y convertirla en una noción muy poco
trágica, principalmente por el nivel de reduccionismo interpretativo a la
que se prestó, muy poco consonante con el espíritu trágico, cuya
característica mayor es la tensión y ambigüedad de sentido. Pero,
más allá de esta referencia directa, habría que considerar que el
descentramiento del sujeto moderno operado por la noción
psicoanalítica de inconsciente vino, de alguna forma, a recrear algo
comparable a la fragilidad del héroe-trágico, eternamente dividido
entre el êthos y la daímôn, el carácter y la potencia divina 5. O sea, tal
como el héroe-trágico que aparece, ora como agente -causa y fuente
de sus actos- ora como alguien que es movido desde fuera, por una

4
Chapelle, D. Nietzsche and Psychoanalysis, Albany, State University of New York Press, 1993,
parte II. (N. de la T. : “Nietzsche y el Psicoanálisis”)

5
Vernant, J.-P. & Vidal-Naquet, P. “Esboços da vontade na tragédia grega” in Mito e Tragédia na
Grécia Antiga, São Paulo, Duas Cidades, 1977. (N.de la T.: “Esbozos de la voluntad en la tragedia
griega”)
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fuerza que lo sobrepasa y lo arrastra, también el hombre post-


freudiano aprendió a reconocerse en una eterna tensión entre
conciencia e inconsciente. Esta tensión y ambigüedad -que hacen
oscilar al sujeto entre una identidad inconstante y la alteridad más
radical- habían sido disimuladas por la filosofía platónica y así
permaneció a lo largo de toda la modernidad. Fue Freud -siguiendo las
huellas de Schopenhauer y de Nietzsche -quien las trajo a colación
nuevamente.
Esas razones ya bastarían para justificar la decisión de buscar
resonancias entre psicoanálisis y tragedia, de asumir, como intérprete
privilegiado de lo trágico a la filosofía de Nietzsche. Entretanto, si en
un primer momento ellas me motivaron a emprender esa tarea, es sin
duda, la fecundidad de la propuesta en el ámbito de la práctica clínica
la que me ha hecho proseguir en esa dirección. Percibo, cada vez
más, cuánto hace potente y afianza las herramientas psicoanalíticas,
posibilitando un más fácil acceso a las múltiples facetas,
contradicciones y luchas internas que definen la subjetividad
contemporánea.

Propuesta metodológica básica:


Respetar los respectivos campos de producción y de estudio
(Psicoanálisis y Arte trágico), sin querer reducir uno al otro; buscar las
resonancias mutuas entre los dos campos y, solamente a partir de allí,
construir un tercero que articule y dé forma a esos cruces de sentidos.
Utilizar a Freud y a Nietzsche como intérpretes privilegiados de los
dos campos originarios incluyendo, también a otros autores que
puedan enriquecerlos con su producción teórica (Ferenczi, Klein,

4
5

Winnicott, Ogden, Vernant, Vidal-Naquet, Detienne, entre otros). De


esa postura básica surge la construcción del psicoanálisis trágico y de
sus mandamientos, descriptos abajo.

1o mandamiento:
Escuchar con el cuerpo entero. Si primordialmente el
psicoanálisis se define como el arte de la escucha; la filosofía trágica,
a su vez, nos enseña a escuchar dionisíacamente, a través de la
intensificación de todos los sentidos corporales. Es necesario
entonces, escuchar el discurso del analizando no sólo con los oídos,
sino con el cuerpo entero, tal como se escucha música. “Cuando
escucho una música, (...), si me abandono a sus encantos, soy
literalmente invadido y poseído por sus sonidos y todo el torbellino de
afectos y de imágenes que pululan en el mismo movimiento. (...) En
aquel momento -que puede durar una eternidad- soy aquella música
corporificada: ella habita mi cuerpo, fluye en mi sangre, pulsa en mis
venas....” 6. Sin embargo, eso no quiere decir que la escucha analítica
no implique distanciamiento; justamente consiste en la paradoja de
una implicación distanciada, comportando incluso clivajes funcionales
en la personalidad del analista: una parte disponible para acoger y dar
forma a las identificaciones proyectivas y desplazamientos
transferenciales del analizando, otra distanciada y libre para que el
vínculo necesario no impida el pensamiento y que se pueda procesar
un análisis.

6
Naffah Neto, A. “Outr’em-mim”, in Outr’em-mim – Ensaios, Crônicas, Entrevistas, São Paulo,
Plexus, 1998, p. 66. (N.de la t.: “Otro-en-mí –Ensayos, Crónicas, Entrevistas)

5
6

Un fragmento clínico, que usé recientemente en otro escrito,


puede ilustrar aquello que quiero decir con la expresión: escuchar con
el cuerpo entero. “María es una paciente que está en análisis conmigo
aproximadamente desde hace dos años y medio. En la sesión en
cuestión, ella me cuenta un sueño: está en una playa y, de repente, el
mar invade la arena y la arrasta hacia adentro. Las olas son enormes,
de agua barrosa, que ella asocia más con el río que con el mar, pero
a pesar de eso, se trata del mar. Ella dice que lo más sorprendente es
que al ser envuelta por aquellas bravías aguas se siente inmovilizada,
se queda con miedo de ahogarse pero no se ahoga. El sueño termina
ahí y las asociaciones de María no agregan mucho: sobre el mar, dice
que sólo le gusta el mar y que, en vacaciones acostumbra buscar
ciudades balnearias; sobre el río, cuenta que cuando era niña había
un río de aguas barrosas en la ciudad del interior de São Paulo, donde
vivía. Y las asociaciones finalizan ahí. El clima afectivo del relato es
calmo, tranquilo, acompasado, en contraste con la temática del sueño.
Yo la escucho, con los ojos cerrados, mientras toco una naranja de
goma que tengo sobre la mesa. Al comienzo, durante algunas
sesiones, acostumbraba a tocar esa naranja, como forma de hacer
ejercicios con la mano; posteriormente, comencé a usar ese tacto
como forma de expresar corporalmente, para mí mismo, el clima
afectivo emergente. A lo largo del relato de María, sucede que soy
invadido por sensaciones extrañas: una voluntad incontrolable de jugar
con la naranja en la pared. Buceo en las sensaciones y me viene un
inmenso odio, un ímpetu agresivo: voluntad de exprimir la naranja,
lanzarla con toda mi fuerza a la pared. Con plena convicción sé que
esos afectos no son míos, o mejor dicho, acontecen en mí, pero en un

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7

cuerpo prestado a la depositación transferencial. Entonces, resuelvo


interpretar, diciéndole a María que es posible que su sueño hable de
momentos en los cuales se ve invadida por mucho odio y agresividad,
y que intenta reprimirlos, inmovilizarlos. Ella me escucha y se acuerda
de otro sueño, olvidado, en el cual era atacada por un animal enorme,
del tamaño de un león, una especie de monstruo, de dientes muy
filosos. Y, en el momento en que era mordida, ella misma se convertía
en ese animal. A partir de ahí, surge una agresividad reprimida, que
María vive bajo la forma de dolores musculares, calambres” 7.
Para poder realizar ese tipo de escucha, es necesario, como
decía Nietzsche,... ”no tener dudas respecto a las sílabas rítmicamente
decisivas, (...) prestar oídos sutiles y pacientes a todo staccato, todo
rubato, atinar con el sentido de la secuencia de vocales y diptongos, y
el modo rico y delicado con el que se puede colorear y variar de color
en sucesión...”8. O sea, es necesario aprender a escuchar con el tercer
oído, que es, eminentemente, un oído musical, dejándose atravesar
por aquello que podríamos describir como la estructura rítmico-
melódica del discurso, su fondo afectivo.

2o mandamiento
Lanzarse hacia lo invisible//indecible de la experiencia humana.
Es necesario tomar como ejemplo a Edipo y sus transmutaciones, a
través de las dos tragedias sofoclianas: Edipo-Rey y Edipo en Colono.

7
Naffah Neto, A. “O terceiro-analítico e o sem-fundo corporal – um ensaio sobre Thomas Ogden”,
Psicanálise e Universidade, n. 9 e 10, jul./dez. 1998–jan./jun. 1999, São Paulo, PUC-SP, pp.188-9.
(N. de la T.: “El tercero analítico y el sin fondo corporal”)
8
Nietzsche, F. Além do Bem e do Mal, São Paulo, Companhia das Letras, 1992, aforismo 246,
p.155. (N. de la T. “Más alla del bien y del mal”, edición en habla hispana, Alianza Editorial)

7
8

Ciego a las fuerzas invisibles del destino durante toda la primera etapa
de su vida (la de príncipe de Corintio y la de rey tebano), fue preciso
que se arrancase los ojos para que, de la oscuridad aprendiese a
considerarlas, saliendo de las meras evidencias, para transformarse
en un vidente. Edipo ofuscado por lo visible, Edipo omnipotentemente
clarividente, Edipo ciego por la luz y -en un segundo tiempo- Edipo
sumergido en la sombra, Edipo humildemente guiado por Antígona,
Edipo aprendiendo a leer lo invisiblel/indecible de la vida y
convirtiéndose en un sabio. Trayectoria que tiene que ver con el
proceso psicoanalítico, para empezar por el uso del diván (que
suspende la visión ordinaria y sus marcos referenciales, creando un
vacío potencializador) y por la forma de escucha (que procura captar
los inter-dichos del discurso, lo indecible que el verbo comporta y
articula). Posibilitar la apertura a lo invisible/indecible de la experiencia
humana da acesso al gran extranjero, a la alteridad mayor que nos
atraviesa y constituye. No importa si, como Nietzsche, la llamamos
Dionisio o si, a partir de Freud, la denominamos inconsciente (pues,
aunque estos conceptos no sean equivalentes, ellos ocupan lugares
homólogos en las respectivas teorías). Lo importante, es que se trata
del acesso al universo de los campos de fuerza en constante devenir,
aquellos que -a través de sus luchas interminables- dan origen a
nuestra subjetividad. Ese acceso despliega la experiencia humana del
ámbito del mundo visible y directamente accesible del sentido común y
de la conciencia hacia el de las dinámicas invisibles del inconsciente.

3o mandamiento

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9

Acoger el dolor y el sufrimiento como partes integrantes de la


vida, tanto como el placer y la alegría. “Lo más preciado que la
cultura trágica nos enseña es la aceptación de la vida, en todos sus
aspectos: desde el más claro hasta el más sombrío, del más
placentero al más doloroso. A duras penas, el héroe trágico aprende la
aceptación del destino como la única forma de poder trascenderlo” 9. A
su vez, el psicoanalista se forma para desarrollar su capacidad de
acogida. Entonces, es necesario aprender a acoger el dolor y el
sufrimiento del analizando (tanto como su placer y su alegría), sin
querer disfrazarlos o minimizarlos. El psicoanálisis trágico exige cierta
dosis de crueldad, una crueldad saludable, contraria a la piedad. Es
necesario aprender con Wotan, el héroe trágico wagneriano (y sus
transmutaciones, a través de los cuatro dramas-musicales que
componen el Anillo de los Nibelungos) a afirmar el dolor como forma
de afirmar la vida en toda su plenitud 10. Toda vez que un analizando
trata de escapar al dolor, por no soportarlo, termina produciendo
disfraces a las cuestiones fundamentales que lo acosan, sea
desplazándolas hacia otras menos importantes, sea tratando de
seducir al analista a la piedad y a la complacencia. O, en la vertiente
opuesta, anestesiándose y representando el papel del irreprochable,
inquebrantable, invencible. No cabe ahí tratar de forzar un pasaje
prematuro del dolor por la coraza defensiva: la paciencia es una de las
grandes armas del psicoanálisis. Pero tampoco cabe dejarse seducir
9
Naffah Neto, A. “Do psicodrama à psicanálise: o sentido de uma trajetória”, in Outr’em-mim –
Ensaios..., op. cit., p. 13 (N. de la T. : “Del psicodrama al psiconálisis: el sentido de una trayectoria”,
en op. Cit.)
10
Cf., nesse sentido, “O sentido das mortes e transmutações n’O Anel dos Nibelungos – as
múltiplas máscaras de Wotan”, in Caznók, Y. B. & Naffah Neto, A. Ouvir Wagner – Ecos
Nietzschianos, São Paulo, Musa, 2000. (N.de la T.: “El sentido de las muertes y transmutaciones
en El Anillo de los Nibelungos –las múltiples máscaras de Wotan”)
10

9
10

por el pedido de clemencia o por la indiferencia simulada. Es


necesario aguardar que el dolor pueda hacerse experiencia viva.
Respecto a eso, Nietzsche decía: “La disciplina del sufrir, del gran
sufrir -¿acaso ustedes no saben que hasta ahora fue esa disciplina
que creó toda la excelencia humana? La tensión del alma en la
infelicidad, que le cultiva a la fuerza su temor al contemplar la gran
ruina, a no soportar su inventiva y valentía, persistir, interpretar, utilizar
la desventura, y lo que sólo le fue dado misteriosamente, profundidad,
espíritu, máscara, astucia, grandeza -no le fue dado en medio del
sufrimiento, bajo la disciplina del gran sufrimiento?” 11
Pero, permitirse vivir y degustar los placeres de la vida es
también una experiencia fundamental, que muchos analizandos
necesitan desarrollar en el proceso psicoanalítico, aprendiendo a lidiar
con la culpa generalmente asociada a ellos. A pesar de toda la
liberación sexual de los años ‘70 y de la expansión de las pulsiones
agresivas que le siguieron -o quizás por causa de ellos- el
sentimiento de culpa y la mala conciencia son muy poco elaborados,
escondidos y disfrazados en un pliegue cualquiera de nuestras almas,
aquella que normalmente guarda las marcas de nuestra educación.

4o mandamiento
Interpretar los movimientos de construcción y de destrucción
como partes del mismo devenir creador. Eso significa considerar la
muerte como parte integrante de la vida o, en otros términos, que la
vida está hecha de movimientos de muerte y renacimiento continuos y
concomitantes (partes nuestras que mueren y otras que nacen, al
1111
Nietzsche, F. Além do Bem e do Mal, op. cit., aforismo 225, p. 131.

10
11

mismo tiempo): Dionisio despedazado y eternamente renacido en cada


uno de nosotros.
En ese sentido, es necesario mantener en constante crítica
nuestra cristiana tendencia de siempre querer concertar la vida.
Nunca sabemos si un casamiento o una profesión en crisis, de un
analizando, necesitan ser reparados, transformados o meramente
deshechos, en pós de su crecimiento psíquico. Tampoco él sabe,
cuando nos viene a buscar. Es necesario, pues, mantener una
distancia capaz de acoger los acontecimientos, sin tomar partido por
ninguno de ellos, permitiendo que la vida sea absolutamente soberana
en sus elecciones, ya sean de construcción o de destrucción. Más que
eso, es necesario mapear los movimientos de construcción
concomitantes a los de destrucción y vice-versa, como las dos caras
necesarias del mismo devenir.
Entretanto, acoger a los movimientos vitales de destrucción no
significa, en hipótesis alguna, un trabajo destituido de ética. Una ética
tiene por función, justamente, guiarnos en la distinción entre lo que es
saludable y lo que es enfermizo. Las actividades de un torturador, por
ejemplo, aunque merezcan tanto análisis como cualquier otra -no se
justifican desde ninguna perspectiva humana. Cuando la
destructividad tiene que ser ejercida sobre otros –salvo en situaciones
de autodefensa- eso generalmente es señal de identificaciones
proyectivas de cuño psicótico: alguien es culpabilizado e inmolado
para que e agresor se libere de alguna parte de sí mismo que no
puede tolerar. El dolor, el sufrimiento o la culpa son, entonces,
evitados por la creación de un chivo expiatorio. Por lo tanto, no
confundir, “alhos com burgalhos” (N. de la T.: expresión

11
12

idiomática muy regional, podría compararse con “ollas con


cebollas”, “ajo por carajo”, desde el punto de vista semántico, y
en lenguaje coloquial: “gato por liebre”)

5o mandamiento
Considerar la relación psicoanalítica como una “soledad de a
dos”, donde cada uno ahonda y expande la capacidad de habitarse a
sí mismo. Es fundamental que el diálogo analítico sea la oportunidad
para que el analizando y el analista se escuchen a sí mismos; o sea,
que esa presencia humana, ese testimonio, pueda servirle a cada uno
para bucear en su propia soledad y rescatar de ella una potencia
singularizante. Según Winnicott, son el respeto y la acogida a las
singularidades propias los que pueden transformar potente la relación
–en la calidad de gesto humano- para abrir las puertas a regiones aún
no habitadas de nuestro ser, trabajando en la (re)construcción del self
(sí mismo). Independientemente de la posición que cada integrante
ocupa en esa relación (que, evidentemente, no es simétrica), su
función es expandir siempre esa capacidad de habitarse a sí mismo,
volverse aquello que se es (en la expresión de Nietzsche) .

6o mandamiento
Pensar las geografías singulares que componen el afuera y el
adentro, el exterior y el interior, el mundo y la subjetividad como
construcciones operadas por fuerzas-afectivas y sus potencias
interpretantes. Nietzsche decía: “No, justamente no hay hechos,
solamente interpretaciones. Nosotros no podemos constatar ningún

12
13

factum “en sí”: tal vez sea un contrasentido querer ese tipo de cosa.
(...) Son nuestras necesidades que interpretan el mundo: nuestros
instintos, su pró y su contra...” 12. O, en otro fragmento: “No es
necesario preguntar: ‘¿quién interpreta entonces?’; por el contrario, el
interpretar, en sí mismo, como forma de voluntad de potencia existe
(sin embargo, no en cuanto ‘ser’, sino como proceso, devenir) como
afecto (afección)”13. A su vez, Freud y Klein nos enseñaron algo del
mismo género: que cuando estamos atravesados por un afecto -el
odio, por ejemplo- es de ese afecto que adviene el sentido del afuera:
es un mundo odioso y odiable (persecutorio) que se abre frente
nuestro (delineado por nuestras proyecciones/identificaciones
proyectivas). Cuando este afecto se transmuta, es el sentido del
mundo el que también se transforma. “Afuera y adentro participan,
pues, de la misma sustancia, el adentro constituyéndose como una
envergadura del afuera, o afuera como una multiplicidad de perfiles
proyectados del adentro. (...) Esa mutua constitución es lo que certifica
(...) mi existencia como devenir mundano, la existencia del mundo
como devenir subjetivo: yo-en-otro/otro-en-mí, bolsas de la misma
harina, panes del mismo trigo”14.

7o mandamiento
“La terapéutica psicoanalítica consiste fundamentalmente en un
proceso de favorecer al sujeto la creación/ampliación de una
envergadura interior, capaz de acoger, digerir y transmutar los

12
Nietzsche, F. Fragmento póstumo 7 [60], Fragments Posthumes, Automne de 1885 - automne
de 1887, Oeuvres Philosophiques Complètes, Paris, Gallimard, 1978.
13
Idem, fragmento póstumo 2 [151].
1314
Naffah Neto, A. “Outr’em-mim”, op. cit., pp. 70-1.
14

13
14

afectos/interpretaciones para los cuales él, normalmente, no dispone


de enzimas analíticas”15. A veces, no somos capaces de digerir ciertas
experiencias vitales, por no disponer de “enzimas analíticas” para
ellas. Ese concepto, creado por mí -e inspirado en la metáfora
nietzscheana de la digestión- designa claves afectivo-simbólicas
necesarias para que la experiencia sea decodificada, digerida y
descompuesta, siendo asimilada a la vida en su parte nutritiva y
expelida en sus residuos tóxicos. La ausencia de enzimas analíticas
implica la paralización de las experiencias (en cuestión) en un circuito
energético, produciendo enquistamiento traumático (represión de la
representación según Freud) y dinámica de resentimiento (dispepsia
del sentimiento/afecto, según Nietzsche). En casos extremos, puede
suceder un rechazo de la realidad (según Freud), generando
síntomas psicóticos. El niño abusado sexualmente por el adulto es el
ejemplo clásico de esa falta de enzimas analíticas para que la
experiencia sea decodificada y digerida. Pero nosotros, los adultos,
también somos frecuentemente afectados por experiencias que, sea
por lo inesperado de la situación, sea por la violencia del impacto
afectivo que produce en nosotros, nos hace eco un “no”. Esa negación
impide entonces, que esas experiencias logren ubicación en nuestro
espíritu. La gradual expansión de nuestra envergadura interior16
significa, pues, un aumento de la capacidad de decir “sí” a la vida, en

1515
Naffah Neto, A. “Para além da morte o amor”, Outr’em-mim – Ensaios..., op. cit., p. 61. (N. de la
T.: “Más allá de la muerte el amor”, en op. cit.)
1616
A expressão é de Nietzsche e aparece no Prefácio de 1886, ao primeiro volume de Humano,
Demasiado Humano (na edição das Obras Incompletas, pela Editora Abril, 1978, aparece na p.
88). N. de la T. : “La expresión es de Nietzsche y aparece en el Prefacio de 1886 al primer volumen
de Humano, Demasiado Humano” , en habla hipana dicho libro fue publicado por Alianza Editorial.

14
15

todas sus manifestaciones. Como decía Fernando Pessoa: “Todo vale


la pena, si el alma no es pequeña”.

8o mandamiento
El psicoanalista debe procurar crear un sinnúmero de voces
diferentes para dar forma a los diferentes sentidos (interpretaciones)
que emergen vía transferencia-contratransferencia. El analista debe
recrear su método frente a la singularidad de cada analizando y de
cada sesión, teniendo suficiente juego de cintura para inventar
diferentes formas de interpretación. Algunas veces, interpretar puede
implicar un silencio, otras, un juego con buen sentido del humor (capaz
de generar la risa), otras también una síntesis de sentido verbalmente
construida. Aunque no teniendo que encarnar un personaje (como en
el teatro o en la ópera), el sicoanalista trágico tiene mucho que
aprender de cantantes del porte de Maria Callas. “Lo que define el
estilo trágico es una postura singular del artista frente al mundo.
Siempre que él abra su cuerpo (y, consecuentemente, o su espíritu)
para que las fuerzas tempestuosas, constitutivas del mundo tomen
forma; siempre que, por ese mismo movimiento, él logra encarnar el
pólemos de esas fuerzas, en sus múltiples configuraciones, pudiendo
acoger desde los dioses más etéreos hasta las entidades más
sepulcrales; finalmente, siempre que él consiga darle a todo eso una
forma estética, estará recreando el arte trágico. Callas tenía ese don”.
Lo que define su genio es... “ la capacidad de transmutarse en obra de
arte, componiéndola con su sangre, su carne, su corazón, sus
vísceras. Por esa razón, ninguna otra, fue llamada La Divina”17. De
17
Naffah Neto, A. “As trezentas vozes de Maria Callas”, in Outr’em-mim – Ensaios..., op. cit., p.
127. (N. de la T.: “Las trescientas voces de María Callas” , traducción inédita en español, Andrea

15
16

forma análoga, el psicoanalista trágico tiene que desarrollar su trabajo


a partir de sus vísceras, ofreciendo su cuerpo (y, a partir de él, su
mente) a la afectación transferencial, necesitando destilar, de la contra
transferencia los fluidos de esa afectación, creando un sinnúmero de
voces para interpretarlos. Felizmente, eso no presupone que sea un
genio, del porte de Maria Callas; solamente que se desenvuelva lo
suficiente como ser humano.

9o mandamiento
Al analista le cabe mantener la atención equifluctuante y ser
capaz de deambular por diferentes lugares y metamorfosearse en
diferentes otros (debido a las identificaciones proyectivas del
analizando), sin miedo de perderse a sí mismo. Para poder atender a
las demandas de la escucha analítica, es necesario que el analista
pueda encarnar a Dionisio-viajero, deambulando por los diferentes
lugares donde lo conduce el discurso del analizando y
metamorfoseándose en las innumeras máscaras del dios, sin miedo de
perderse a sí mismo. Volverse devoto de Dionisio es la condición para
ser sicoanalista y poder iniciar al analizando en el mismo “culto”, que
se define por la pérdida del miedo a la alteridad, por el contacto y
enriquecimiento con el extranjero que nos atraviesa. Entonces, la
fórmula de salud es: “Ser sí-mismo siendo, al mismo tiempo,
innúmeros otros...”18
Alvarez Contreras. Supervisión: Dr. Hernán Kesselman, material bibliográfico del C.P.O. Centro de
Psicoterapia Operativa)
1818
Naffah Neto, A. “O Cheiro da Papaia Verde: a exaltação da vida numa união dionisíaca com a
natureza”, Outr’em-mim – Ensaios..., op. cit., p. 96. (“El aroma de la papaya verde: la exaltación de
la vida en una unión dionisíaca con la naturaleza” , traducción inédita en español, Andrea Alvarez
Contreras. Supervisión: Dr. Hernán Kesselman, material bibliográfico del C.P.O. Centro de
Psicoterapia Operativa)

16
17

10o mandamiento
Mantener siempre abierta la experiencia de participación
dionisíaca: cada uno de nosotros es solamente un punto imantado en
un vasto océano de fuerzas -que es el mundo (orgánico e inorgánico)-
y nos desplazamos todo el tiempo sobre un abismo, un espacio sin
fondo. Recordar siempre que es de esa forma de pertinencia (y de la
experimentación que de ella se desprende) que adviene nuestra
fuerza, nuestra potencia. Cuando nos olvidamos de eso, caemos en la
omnipotencia o -lo que es lo mismo- en su contrario: la impotencia.

TRADUCCIÓN: Andrea Alvarez Contreras


Registro de la propiedad intelectual
(en trámite N° 910133)
T.A.A.: Traducción autorizada por el autor
(comunicación personal)
SUPERVISIÓN: Dr. Hernán Kesselman
Buenos Aires, 29 de septiembre de 2000.

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