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Cuando decidimos fumarnos un pitillo tenemos dos opciones, adquirir una cajetilla de

cigarrillos, generalmente de veinte unidades, o comprar tabaco suelto, papel, boquillas y


liarnos uno a nuestro gusto.

Si decidimos la manera más artesanal para fumar podemos elegir entre un papel de
fumar largo o corto de varias marcas y hasta orgánico, que se supone que no llevan
blanqueantes y químicos añadidos para acelerar la combustión. Pondremos en el papel
la cantidad de tabaco a nuestro gusto y liaremos el cigarrillo. Puede parecer difícil e
incómodo, pero con el tiempo desarrollaremos destreza y el tabaco sabe mejor.

Una vez que hayamos decidido la opción que más nos apetezca, lo encenderemos. Fácil,
¿verdad?

Pero antes de que esa acción ocurra, debemos tener en cuenta los más importante, que
es despertar por la mañana.

- Cómo lo hago yo:

Prefiero despertar con tiempo para empezar el día sin prisas. Me dirijo a la cocina sin
encender la luz del pasillo y con sigilo para no despertar a nadie. El pasillo es pequeño,
como la casa, pero esta es cómoda y acogedora.

El primer cigarrillo de la mañana lleva incorporado un café. Lo preparo, opto por la


opción más artesanal, liarme yo el cigarrillo. El aroma que va saliendo de la cafetera
empieza a espabilarme y me avisa que puede ser un buen día.

Disfrutando del aroma a café le doy la primera calada, presto atención a ese momento
de relajación con calma humeante y con un parpadeo largo expiro con lentitud. Por un
instante los segundos se ralentizan.

Sigo dando caladas al cigarrillo sin mirar el reloj, saboreando el café y guiando los
primeros pensamientos del día que siempre han de ser agradables. Pasado este momento
me doy cuenta que como en la vida, todo se enciende y se apaga y hay que consumirla
sin prisas.

Es aconsejable, siempre que se desee, repetir estas instrucciones al empezar el día.

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