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Mi nombre es Alba.

He buscado su significado y no voy a admitir la dificultad que me


supone, sobre todo en palabra tan conocida, distinguirla de Compasión, que todo hay
que decirlo, como palabra es más hermosa pero como nombre es un horror.
Ya me gusta poco Alba, no por su sonido, Piedad, que no está mal, si no porque siempre
me ha parecido nombre de señora mayor. Bueno yo ya soy mayor y sigue sin
convencerme. Debe ser más bien porque es de señora antigua. Mayor y antigua. Vaya
regalo, mi madre, con su empeño en que me llamase como su hermana y como mi
abuela. Si lo hizo para quererme más…en fin. No nos pongamos dramáticos. Éramos
muchos.
Volvamos a Piedad. O a Compasión es igual. Sigo sin distinguirlas. Sentimiento tan
noble. O no. Pero tan triste. En la Piedad siempre hay alguien en desventaja. En mala
situación frente al piadoso o al compasivo. La compasión, no cura, no alegra, en la
mayoría de los casos, ni siquiera resuelve. Nadie quiere Piedad. Se puede querer perdón,
justicia, ayuda. Pero no Piedad.
Siendo sincera, creo que la Piedad causa dolor. A veces incluso, cierto rencor (ese sí
sería un nombre feo).
Ahora que lo pienso, sí veo una diferencia entre Compasión, palabra que se ha puesto de
moda gracias al Mindfulness y Piedad que sigue siendo un nombre antiguo.
No tiene solución. Me llamo Piedad. No termino de distinguirla de la compasión y es
un nombre antiguo. De época triste, gris, pobre, en blanco y negro. Otra vez el drama.
Vaya rato llevo. Mejor, abandono este relato. Así sin Alba.

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