Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Quieres saber si la prisa se ha apoderado ya de ti? Puede que lo anterior te suene pero no estés
seguro de si ya has empezado a perder la capacidad por disfrutar del día a día, voy a darte algunas
pistas:
¿Qué importancia tiene para ti la familia, el trabajo, los amigos, disfrutar de unos minutos con tus
compañeros al salir de trabajar?.
¿Cuándo fue la última vez que saliste a tomar algo con tus amigos sin pensar en lo que tenías que
hacer después?.
¿Recuerdas que era eso que tanto te gustaba hacer y hace cuanto no le dedicas una parte de tu
tiempo?
Incluso, puede que no te hayas fijado, pero el delicioso sabor de un desayuno pasa ya inadvertido
en tu paladar. Es el momento de parar.
1. Aprovecha estos minutos para hacer una pequeña lista de cosas de las que te gustaría
volver a disfrutar: un baño caliente con espuma, salir y tomar una copa con mi pareja,
cocinar ese plato que tanto me gusta, encontrar unas horas para acercarme a la playa,
volver a la piscina, reírme con mis amigos en la cafetería de abajo…
2. Ahora coge tu agenda y busca al menos 3 momentos de la semana para retomar estas
conductas.
3. Recupera el placer por los detalles: Mañana, cuando te prepares el desayuno fíjate en los
pequeños detalles, fíjate en como al abrir el recipiente del café sale todo su aroma, como se
mezcla con el agua, como suena al deslizarse dentro de la taza, y ese sabor tan
característico, algo amargo, quizá con un toque más dulce que ayer, préstale atención al
calor que desprende esa taza sobre tus manos, y aprovecha este momento del desayuno
solo para esto.
4. Deja de buscar la perfección en todo lo que haces, esforzarse es siempre positivo, pero
recuerda que la perfección no existe, obsesionarte con ella te hará perder gran parte de tu
tiempo.
Como sociedad hemos perdido de vista que lo que realmente importa es quién eres, y pensamos
que lo que realmente importa es qué haces.
Creemos que “mientras más hago, más soy”, “mientras más produzco, más exitoso soy”, “mientras
más me esfuerzo, más proveo a mi mismo y mi familia”, mientras más hago mejor persona soy,
seré mejor visto, y con mayor facilidad me querrán.
Al final del día, lo que quieres es ser digno de ser amado, aunque lo estés haciendo por un camino
que te representa mucho desgaste.
Tipos de prisa
Prisa de pensamientos
Esto es, pensar mil cosas al mismo tiempo, tu pensamiento va tan rápido que ya ni sabes en lo que
estabas pensando y te llega la típica frase de… ¿Qué te iba a decir? ¿A qué venía? ¿Por qué estoy
pensando en esto?
No importa que estés sentado frente a una computadora, si tu pensamiento va a mil por hora,
internamente tu cuerpo va al mismo ritmo.
Cuando tus pensamientos van rápido, le mandas el mensaje a tu cuerpo y sobre todo a tus
emociones de que “algo no está bien”, de que te falta algo y que necesitas esforzarte más o hacer
algo para estar bien.
Todos estos pensamientos e ideas hacen que tu cuerpo esté en un constante estado de alerta y de
peligro, y te impiden sentir que todo está realmente bien, que no necesitas estarte desgastando
tanto para sobrevivir y que podrías bien lograr tus metas y objetivos sin tanta prisa.
Al estar alerta y en un sentimiento de peligro constante es que tu cuerpo se termina sus recursos
internos y empieza a enfermarse, ya sea a nivel físico o emocional, los cuales normalmente van de
la mano.
Sientes que no puedes detenerte, que todo el tiempo has de estar haciendo algo o de lo contrario
te sientes culpable por verte poco productivo.
Haces que los demás también se apuren en todo lo que tienen que hacer, que tus hijos hagan la
tarea rápido, coman rápido, se vistan rápido. Tienes la idea de que si retrasas en una actividad se
echa a perder todo tu día, quedas mal o serás mal visto por otros.
Prisa al comer
Comer con la prisa de terminar para llegar a tu trabajo o salir corriendo a las clases de la tarde de
tus hijos. Dejas de disfrutar la comida y terminas con una sensación de… ¿qué comí?
Estás comiendo un bocado pensando en el siguiente, o sufriendo porque está a punto de
terminarse la hora del disfrute.
Comes algo que se hizo rápido “fast food” creyendo que así te tardarás menos en comer y serás
más productivo.
Pierdes el contacto con quienes se cruzan contigo al día, se te dificulta ver a los demás a los ojos, le
pides algo al mesero sin molestarte en ver su nombre, ni pensar en entablar una conversación con
alguien desconocido a lado de ti en el metrobus o en la fila del banco.
Llegas a tu casa y te avientas a la cama o al sofá a ver la tele, o quizás solamente a darle las buenas
noches a tus hijos.
En pocas palabras, vives sin darte cuenta de a lado de con quién lo haces.
Cuando te bañas, te arreglas, cuando vas en el coche o al súper. Lo haces todo tan a prisa como si
alguien estuviera detrás de ti correteándote. Pierdes de vista que puedes disfrutar de cada una de
esas actividades y las empiezas a ver como un mal necesario del diario.
En general, vas tan rápido, que te es imposible ponerle atención a todo, y terminas por
descuidarte a ti mismo, y con esto, descuidar lo demás en tu vida.
Realmente nadie está detrás de ti correteándote, y si es así, entonces necesitas empezar a decir
“no” y poner tus propios tiempos y límites.
Pero estoy segura que al final del día el que más se exige eres tú mismo, pareces tu propio juez,
gendarme y capataz. Te dices cosas que a nadie más le dirías, puedes inclusive ser cruel contigo
mismo en lo que te dices y cómo te tratas.
Así es que primer paso y para mi punto de vista el más importante: trátate a ti mismo con amor y
autocuidado.
Date cuenta que con una acción que realices al día dirigida a lo que deseas alcanzar, es más que
suficiente. Realmente con el simple hecho de existir es más que suficiente.
Recuerda que dejas de ser exitoso y de ser un pilar para ti mismo y tu familia cuando se apaga tu
pasión interna por la misma ansiedad, cuando no logras relajarte, cuando vas apurando y
exigiendo a quienes te rodean, o cuando simplemente no puedes sentarte a disfrutar del
momento.
Así es que define tu propio concepto de éxito de tal forma que no tenga que ver con objetos
materiales o riquezas externas, pues al final del día esas no te servirán para sentirte satisfecho el
día que evoluciones a otra vida.
Atrévete a acceder a la felicidad simplemente porque sí, en lugar de ponerle tantos requisitos.
Recuerda que si aprendiste a andar a prisa y querer ser productivo todo el tiempo, es porque en el
fondo lo que quieres es ser feliz, y crees que de esa manera la alcanzarás. Pero no necesariamente
es así, puedes ser feliz simplemente porque puedes respirar.
No quisiera que ahora te dediques a estar echado en el sofá viendo televisión, a lo que voy con
éste artículo es que primero te dediques a ser, y a partir de ahí hagas. O sea, que a partir de lo que
te apasiona actúes, y que tus acciones reflejen tu esencia.
Ahora con tanto bombardeo de información, es importante que te des el tiempo de procesar cada
uno de los estímulos que recibes, sobre todo cuando ves cosas que te interesan o que mueven tus
emociones.
Y es por eso que creo que es importante que te unas conmigo en la misión de hacer un alto y
procesar lo que vemos, escuchamos, sentimos…y de ésta forma, el ritmo interior bajará y
aumentará tu sensación de paz interior.
Otras recomendaciones