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Concepciones, técnicas de interpretación y argumentos interpretativos

Introducción
Una vez conocido el tema de la relación entre las normas y proposiciones normativas y los problemas del lenguaje, es tiempo de
profundizar en las diversas concepciones existentes respecto a la tarea de interpretación, para luego comprender las técnicas y
argumentos interpretativos que desarrollaremos en el ámbito jurídico. Principalmente veremos cómo los últimos no solo se aplican para
la resolución de problemas de interpretación que tienen su fuente en las ambigüedades lingüísticas, sino que también se utilizan para
resolver otros problemas lógicos y axiológicos. 

1. Principales concepciones de la interpretación jurídica


La interpretación jurídica consiste en la interpretación de textos. Puede entenderse en términos de actividad o como resultado. Así,
puede concebirse como la actividad de descubrir o decidir de un texto; pero también como el resultado de esa actividad, es decir, el
significado al que se llega a través de aquella actividad (Moreso y Vilajosana, 2004).

La distinción respecto a la descripción de la actividad de interpretación entre descubrir o decidir nos será útil al distinguir entre los
distintos tipos de teorías respecto a la interpretación.

Sobre la interpretación jurídica, hay diversas concepciones en el campo de la teoría del derecho. La clasificación más general es la que
divide entre teorías cognoscitivistas, no cognoscitivistas e intermedias de la interpretación jurídica. 

Para la primera de estas concepciones, la tarea de interpretación es una actividad cognitiva, es decir, una actividad por la cual se
conoce y verifica un significado existente en el sentido objetivo de un texto o en la intención subjetiva de los autores. Como es una
actividad cognitiva, los enunciados interpretativos que surgen —como “el significado del término x dentro de la norma Y es z”— pueden
ser verdaderos o falsos. Tomemos como ejemplo de enunciado proposicional interpretativo: “El significado del término violencia en el
Código Penal argentino es ‘la realización de un acto con violencia física o mediante sustancias narcóticas o hipnóticas’”. Para esta
posición podemos discutir si jurídicamente este enunciado es verdadero o falso, pero finalmente hay una respuesta correcta en tal
sentido. Para esta concepción, los términos de las disposiciones solo tienen un significado propio o intrínseco que el intérprete debe
descubrir. En este mismo sentido, se afirma sobre esta posición:  

Para esta posición, interpretar una formulación normativa F es, en cualquier caso, detectar el significado de F, informando
que F tiene el significado de S. 
De acuerdo con esta concepción,
la interpretación del derecho tiene como resultado enunciados interpretativos
proposicionales, susceptibles de ser verdad o falsedad. La interpretación del derecho es una actividad cognoscitiva sobre
cuya base es siempre posible determinar unívocamente el significado de los textos considerados. Cada cuestión jurídica
admite, así, una única respuesta correcta: la que hace que el enunciado interpretativo sea correcto. (Moreso y Vilajosana,
2004, p. 159).

Históricamente, la concepción cognoscitivista estuvo muy asociada con la posición formalista respecto al derecho y su aplicación. Esta
posición minimiza las dificultades del lenguaje jurídico y la necesidad de interpretar las normas por parte de los aplicadores del
derecho, y parece sostener la posibilidad de una aplicación mecánica de las normas a los casos particulares. Sus caracteres pueden
ser observados históricamente si los enlazamos con las concepciones ideológicas vigentes en el derecho en el siglo XVIII, en el
período de la caída del viejo régimen, la instauración del estado de derecho y la posterior corriente codificadora en el derecho
continental. 

Las tareas de creación normativas deben encontrarse restringidas al Poder Legislativo, y el juez solo debe aplicarlas mecánicamente,
sin interpretarlas. Se apela a una concepción de legislador racional que formula las normas de una manera clara, completa y
coherente, y a una función jurisdiccional sujeta fuertemente a la ley establecida. Esto se transmite, entonces, como características del
orden jurídico, que se presupone claro en su formulación, completo y coherente. Así, en la función jurisdiccional no hay espacio para el
ejercicio de la discrecionalidad judicial. 

La concepción no cognoscitivista, también llamada escepticismo, sostiene, por el contrario, que la interpretación no es una actividad
cognitiva, sino valorativa y decisoria. Según esta teoría, el significado de cualquier texto normativo puede ser entendido de modo
diverso; no hay una respuesta correcta que deba ser descubierta. Una interpretación depende de la postura valorativa de su intérprete.
Los enunciados interpretativos no son ni verdaderos ni falsos, sino adecuados o inadecuados para cierta situación. Las normas no
preexisten, sino que son resultado de la interpretación. Solo tenemos una norma delante de nosotros luego de asignarle un significado
a una expresión lingüística normativa. Se encuentra asociada históricamente con el realismo en sus diversas variantes. 

Por su parte, la teoría intermedia de la interpretación sostiene que en la actividad de la interpretación existen tanto actividades de
conocimiento como de decisión discrecional. La interpretación sería, en ocasiones, una actividad del conocimiento y, por ende, de
descubrimiento del significado de una determinada expresión lingüística; y en otras ocasiones (en los casos difíciles) sería una
actividad de decisión. 

Así, podemos distinguir aquellas posiciones que establecen la diferencia entre atribuir y descubrir el significado. Las situaciones que
habilitan la actividad de atribuir un significado son los casos en los cuales hay una indeterminación, una duda, un desacuerdo respecto
del significado que debe asignarse a una determinada expresión lingüística. 

Por lo expuesto, para esta posición los textos normativos pueden ser claros o dudosos. Por lo mismo, en la interpretación hay casos
fáciles que solo requieren una actividad cognoscitiva, y otros difíciles que también requieren una actividad valorativa. La
discrecionalidad judicial queda limitada a los casos dudosos; solo en ellos un intérprete decidirá el significado de un texto. 

2. Técnicas de interpretación

Uno de los aportes más importantes para la teoría de la argumentación por parte de los especialistas en interpretación jurídica ha sido
la introducción, en las últimas décadas, de la noción de técnica de interpretación jurídica, que atiende al despliegue de unos
determinados procedimientos interpretativos guiados por la consecución estratégica de determinados fines, como mantener el sentido
literal del texto normativo, ampliar su alcance o restringirlo. 

Hay que distinguir las técnicas del método o los argumentos interpretativos, ya que serán las herramientas para alcanzar dicho
resultado. El principal exponente de estos especialistas en interpretación es Riccardo Guastini, miembro de la escuela genovesa.
Dentro de la filosofía del derecho, esta escuela pertenece a la corriente realista o escéptica, y respecto a la interpretación sostiene una
posición no cognoscitivista, aunque hay diversos matices y límites entre los autores que la componen. Además de Guastini, la
componen Chiassoni, Tarello, Comanducci y Redondo, entre otras figuras destacadas. Guastini ha desarrollado las técnicas más útiles
de interpretación para el litigante y los funcionarios judiciales, pues despliega los argumentos que necesitamos esgrimir para lograr
cada uno de los resultados deseados. El autor realiza las distinciones que podrás encontrar en la Tabla 1.

Tabla 1: Técnicas 

Fuente: elaboración propia a base de Guastini (2014).


Además de los argumentos que hemos establecido en la Tabla 1 como argumentos que sirven exclusivamente para llegar a alcanzar
dicho resultado (del lenguaje común y a contrario sensu para la técnica literal; la analogía y el argumento a fortiori, en la técnica
correctora extensiva; y el argumento disociativo, en la técnica correctora restrictiva), hay muchos argumentos interpretativos que sirven
indistintamente para ser utilizados en esta clase de técnica y alcanzar sus resultados; por ejemplo, el psicológico, el apagógico, la
interpretación sistemática o el teleológico, entre otros que desarrollaremos más abajo. 

3. Argumentos interpretativos

La calificación de argumentos que sigue a continuación ha sido desarrollada en el texto “Introducción a la técnicas y argumentos
interpretativos” (Villanueva, 2020), y a continuación la reproducimos parcialmente: 

Los que los operadores judiciales en general llamamos métodos interpretativos son expresiones de argumentos que tienen como eje
constituir razones para la atribución de un significado de los enunciados lingüísticos en los que se expresan las normas.

Los métodos de interpretación expresan argumentos con los que justificar esta. 
Aunque puedan configurarse como directivas sobre la interpretación, los métodos
de interpretación no son normas jurídicas
sobre la interpretación, ni indican cómo hay que interpretar en cada caso. Son tan solo la expresión de modos de
argumentar que se han decantado doctrinal y jurisprudencialmente a lo largo del tiempo y que se vinculan con el postulado
metodológico del legislador racional. En particular, se basan en que el legislador usa correctamente el lenguaje ordinario y
conoce y respeta los usos y convenciones del lenguaje jurídico (racionalidad lingüística); o en que el legislador no es
inconsistente y ordena las normas en un sistema (racionalidad sistemática); o en que no es redundante, pues no hace nada
inútil, y su producción está orientada a la consecución de ciertos fines (racionalidad praxeológica); o en que el legislador
conoce y comparte el sistema de valores sociales dominante, y su producción se basa en el respeto de esos valores
(racionalidad axiológica). (Gascón Abellán y García Figueroa, 2003, p. 103).

4. Argumento del lenguaje común, también conocido como literal o gramatical


Este es un argumento de la técnica declarativa que atribuye el significado de una determinada expresión lingüística teniendo en cuenta
las reglas sintácticas, semánticas y pragmáticas de la lengua común en la que se expresa. 

El argumento consiste en la exigencia de que debe asignarse significado a un texto normativo atendiendo al significado que las
palabras tienen en la comunidad en que se utilizan. La idea fundamental es que, sin razones suficientes, no se debería atribuir a los
términos interpretados ningún significado especial distinto del significado que estos términos tienen en el lenguaje natural común. En
general, se acompaña del principio in claris non fit interpretatio, es decir, cuando el lenguaje es claro, no debe ser interpretado. Esta
puede aplicarse al lenguaje común, al lenguaje tecnificado y al lenguaje técnico. 

5. Argumento a contrario sensu

Este es otro de los argumentos propios de la técnica declarativa o literal. Hay dos formas de argumento a contrario sensu: una
interpretativa y otra, productora de normas. Como interpretativo, el argumento sostiene que la intención del legislador se encuentra
expresada en el texto legal y que, si hubiera querido ampliar o reducir su significado, lo hubiera realizado. Lo que intenta el argumento
es evitar cualquier tipo de interpretación correctora extensiva del lenguaje, es decir, interpretaciones que amplíen el alcance de los
términos a otras situaciones no alcanzadas por su significado literal. Afirma: “El legislador expresó x; si hubiera querido extenderlo a y,
hubiera expresado y”.

En su versión interpretativa, concluye en el “nada dijo respecto de y”. Vamos a un ejemplo simple: si hay una prohibición de entrar con
perros a un bar e intentamos entrar con un conejo, el argumento a contario sensu dice que, teniendo en cuenta que la norma solo dice
perro, la prohibición no puede extenderse a los conejos.

En el caso de la situación disparadora respecto a la procedencia de la prisión domiciliaria, el juez de ejecución puede decir que no es
aplicable la norma a los hombres, ya que la norma es clara cuando afirma que se refiere a mujeres con hijos menores de cinco años;
por tanto, el significado no puede extenderse a hombres, aunque fueran viudos y tuvieran a su cargo hijos menores de cinco años. Si el
legislador hubiera querido extenderlo a esos casos, hubiera expresamente previsto tal circunstancia en la propia ley, pero, como nada
dice, no cabe ampliarlo a ellos.

La versión del argumento a contrario sensu productor de norma afirma algo más: de ese silencio frente a la situación no prevista, hace
derivar una consecuencia jurídica específica. Por ejemplo, cómo está prohibida la entrada de perros al bar y la prohibición no puede
extenderse a otros casos que no están regulados, entonces está permitida la entrada con conejos. Como vemos, se deriva una nueva
norma no presente en el sistema. 

En el caso de la prisión domiciliaria implicaría decir que, como solo está permitida la concesión al caso de la mujer con hijo menor de
cinco años se deriva que está prohibido su otorgamiento a hombres viudos que tengan a cargo un menor de cinco años. 

Guastini (2014) afirma que el argumento a contrario sensu sirve tanto para integrar una laguna normativa como para dejarla manifiesta.

6. Argumentos propios de la técnica correctora

Argumento analógico o a simili


El analógico es un argumento de la técnica correctora extensiva que amplía el alcance de los términos. Puede presentarse en su
estructura de la siguiente manera: “Dado que la norma N1 conecta la consecuencia jurídica x al supuesto de hecho F1, y dado que el
supuesto de F2 es similar al supuesto F1, debe tener la misma consecuencia jurídica x”. 

Volviendo a los casos analizados por nosotros en las distintas situaciones disparadoras, vemos que es uno de los más utilizados cada
vez que era necesario proteger situaciones no contempladas directamente en la norma jurídica. En el caso de la prisión preventiva,
veíamos que este era el argumento que podía sostenerse por detrás de la ampliación de la concesión de prisión domiciliaria a los
hombres viudos que tuvieran a su cargo a los niños, extendiendo la solución contemplada para el caso de la mujer. En este caso es
central no solo que ambos son progenitores, sino que ambas situaciones tienen de por medio el mismo principio que debe ser
protegido: el interés superior del niño.

También podemos ver que era el argumento que se utilizaba para extender a los concubinos el derecho a la indemnización por daño
[1]
moral en los casos de daños indirectos que estaba regulado en el 1078 del Código Penal , solo para el cónyuge. Efectivamente, la
similitud relevante entre ambos supuestos era uno de los argumentos centrales que se utilizaban para extender el alcance de esta
norma.

Su importancia dentro del derecho y la forma en que es utilizado puede verse de manifiesto en la forma en que es expresamente
[2]
señalado por el antiguo Código Civil y el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación como forma de enfrentar el problema de las
lagunas en el derecho y las limitaciones de las normas frente a los problemas de infrainclusión. Por su carácter de productor de
normas, a este argumento se lo puede encasillar dentro de la categoría de argumento integrativo de las lagunas jurídicas, como lo es
también el a fortiori o el argumento a contrario sensu. 

[1]
Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
[2]
Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm

Argumento a fortiori

El a fortiori también es un argumento de la técnica correctora extensiva que amplía el alcance de los términos. Puede presentarse en
su estructura de la siguiente manera: “Dado que la norma N1 conecta la consecuencia jurídica x al supuesto de hecho F1. Pero dado
que el supuesto de F2 se merece con mayor razón que el supuesto F1 la misma consecuencia jurídica x, entonces debe aplicarse tal
consecuencia”. 

Este argumento también es productor de normas que sirven para integrar lagunas jurídicas. Vamos al ejemplo simple del bar. Si la
prohibición se refiere literalmente al perro, si una persona quiere entrar con un lobo, el dueño del bar podría afirmar que, con mayor
razón, se aplica la prohibición al lobo, ya que es más peligroso. Aquí también lo relevante parece estar en la apelación a la finalidad de
las disposiciones. 

Hay dos formas ad majori ad minus y a minori ad majus. La primera sirve para los permisos: quién puede circular a 100 kilómetros por
hora con mayor razón puede circular a 50 kilómetros por hora. La segunda sirve para las prohibiciones: si está prohibido manejar con
carnet vencido, con mayor razón si no se tiene habilitado el carnet. 

7. Argumento de la interpretación correctora restrictiva

Argumento disociativo

Este es el único argumento que sirve solo para establecer una interpretación correctora restrictiva. El argumento restringe el campo de
aplicación de la norma, excluyendo casos que quedarían naturalmente alcanzados por la interpretación literal. Esto se realiza en el
argumento disociativo, estableciendo una distinción que no existe expresamente en las palabras de la ley.

Supongamos el ejemplo simple del bar. Puede ser que el cartel de prohibido ahora se refiera a todos los animales. Ahora bien, si
seguimos el significado de animal, veremos que también debería incluirnos: somos animales racionales. Claramente, una norma así
sería contradictoria con la propia finalidad de la norma, por lo que el argumento disociativo diría que, allí donde leemos “animal”,
debemos entender “animal irracional”. 

Un ejemplo jurídico puede verse reflejado en la norma que establece como causal de recusación de los jueces ser amigos y enemigos
del juez, pero ahora nos podemos preguntar qué sucede con los “amigos” de Facebook, o situaciones similares. Aquí el argumento
disociativo afirma que debe leerse como “amigos íntimos”, ya que el fin de la norma es preservar la imparcialidad del juez, y eso no se
ve afectado por otros tipos de relaciones, aunque se denominen como “amigos”. 

8. Argumentos comunes para sostener ambos tipos de técnicas

Argumentos sistemáticos 

El argumento sistemático, en general, es aquel tipo de argumento por el cual a un enunciado normativo o a un conjunto de enunciados
normativos que conforman un mismo sistema normativo se le debe atribuir el significado prescripto, o bien no se debe atribuir el
significado impedido, por el “sistema jurídico” o por aquellos argumentos que preservan la racionalidad de ese sistema normativo,
evitando los defectos de estos. 

Tabla 2: Sistemático 

Fuente: elaboración propia. 


Comenzaremos a desarrollar este conjunto de argumentos, desarrollando los primeros: 

1. El argumento sedes materiae. Es el argumento según el cual a los enunciados se les debe dar aquella interpretación que es
sugerida por su ubicación en el sistema jurídico. La persuasividad de este argumento se basa en la opinión de que la disposición
de los enunciados sea expresión de la voluntad del legislador y, si este legislador es entendido en sentido concreto, no puede
presuponer que ha elegido arbitrariamente la ubicación en la cual inserta un enunciado normativo; por el contrario, debe
sostenerse que tienen relaciones de significado con aquellas normas que comparten ese mismo lugar. 
2. El argumento de la constancia terminológica. Aquí lo que se tiene en cuenta es el conjunto de conceptos que se encuentran
enunciados dentro de un mismo sistema jurídico. Los argumentos sostienen que debemos elegir aquellos significados ya
otorgados a los términos en las disposiciones del sistema jurídico. Por ejemplo, si el concepto de alimentos es considerado de
una manera constante dentro del sistema jurídico, debemos mantener dicho significado. 
3. El argumento sistemático-conceptual o dogmático. Aquí lo que se preserva es el conjunto orgánico de los conceptos del
derecho dentro de un sector ordenado por ciertos principios, es decir, por los conceptos que sirven para designar partes del
derecho, institutos, entidades, cada una de las cuales es precedida de sus propios principios.

Asimismo, para que prevengamos problemas lógicos del sistema jurídico, como la incompletitud, la incoherencia y la independencia,
serán muy importantes los argumentos a completitud del sistema, el argumento a coherencia y el económico. Todos tienen por base la
idea del legislador racional o la racionalidad de los sistemas normativos. 
El argumento de la completitud del sistema

El argumento de la completitud es: 


Por un lado, un argumento dotado de notable eficacia persuasiva y, por el otro lado, un argumento auxiliar y subsidiario.
Está dotado de notable fuerza persuasiva porque se funda en la creencia de que «el derecho», o el «sistema jurídico» …
provea una disciplina coherente —priva de antinomia— de la vida en sociedad, y esta creencia está largamente difundida
entre los operadores jurídicos operantes en todas las organizaciones modernas, en particular entre los jueces. (Tarello,
2018). 
El argumento establece que, ante la existencia de dos hipótesis interpretativas de una expresión lingüística ambigua, debe utilizarse la
interpretación que no genere lagunas. 
El argumento económico    
El argumento económico es aquel argumento por el cual se excluye la atribución de un significado a una norma si este coincide con
uno ya atribuido a otra norma que era anterior en el tiempo, jerárquicamente superior o más general que la primera, ya que, si no,
estaríamos frente a una norma superflua y redundante respecto a esta segunda. Esa redundancia generaría un problema dentro del
sistema que lo privaría de una característica de su racionalidad. Se basa en la idea de legislador racional. En consecuencia, el
argumento establece que, ante la existencia de dos hipótesis interpretativas de una expresión lingüística ambigua, debe utilizarse la
interpretación que no genere contradicciones o antinomias. 
El argumento de la coherencia del sistema    
Este argumento se funda en la creencia de que el derecho o el sistema jurídico debe ser coherente, es decir, no poseer
contradicciones. El argumento establece que, ante la existencia de dos hipótesis interpretativas de una expresión lingüística ambigua,
debe utilizarse la interpretación que no genere contradicciones o antinomias. 

Como ejemplo podemos nombrar la pauta interpretativa dada por la Corte Suprema de Justicia en “Etcheverry de Rossi c/
[3]
Municipalidad de la Capital” .

[3]
C. S. J. N., “Etcheverry de Rossi c/ Municipalidad de la Capital” (1984).

La interpretación de las leyes debe hacerse siempre evitando darles un sentido que ponga en pugna sus disposiciones,
destruyendo las unas por las otras, y adoptando, como verdadero, el que los concilie y deje a todas con valor y efecto.
(Núñez, en Pérez Cortez, s. f., p. 1).

La interpretación conforme o adecuadora


También supone la idea de un sistema jurídico estructurado jerárquicamente, normativamente y axiológicamente. Esto se corresponde
con los dos tipos diferentes de intención conforme. Guastini (2014) señala que, en primer lugar, estamos frente a una interpretación
conforme cuando adecuamos el significado de un enunciado normativo al significado de otro enunciado de rango superior. El ejemplo
paradigmático se produce en las leyes infraconstitucionales con respecto al significado de las disposiciones constitucionales y
convencionales. En segundo lugar, este tipo de argumentación adecúa el significado de un enunciado normativo a un principio general
o fundamental del derecho. Por ejemplo, la interpretación de una norma, adecuándola al principio liberal de respeto de la autonomía
personal. 

En cualquiera de los dos sentidos, se busca evitar la aparición de antinomias normativas y axiológicas entre normas de distinta
jerarquía o entre normas particulares y principios generales. Tomando el sistema normativo como una integridad, es un criterio de
interpretación que exige que elijamos, dentro de las alternativas interpretativas, aquellas que mejor se adecúen al texto constitucional.
En un Estado democrático de derecho constitucional, es uno de los más fuertes argumentos interpretativos que podemos usar. 
Argumentos funcionales o argumentos de la intención del legislador
Son argumentos que se basan en la intención del legislador, que pueden tomar dos formas: una subjetiva, respecto a la voluntad de los
legisladores históricos que dieron origen a la norma; o una objetiva, que se encuentra en la ratio legis de la misma norma. Los
principales argumentos de esta categoría son los siguientes. 
Argumento psicológico
El psicológico es el argumento por el cual a cada enunciado normativo se le debe atribuir el significado que corresponde a la voluntad
del legislador histórico. Esta voluntad se expresa en diversos documentos, como la exposición de motivos de los proyectos de ley, las
notas del propio autor, los debates parlamentarios. Encuentra fundamento político en la idea de separación de poderes y el papel de
las legislaturas como expresión del autogobierno democrático. Ejemplo de esto puede ser el siguiente extracto de la causa Sanfor
Ward:

Las notas al pie al articulado del Código Civil tienen un valor considerable, puesto que sancionan el Código a libro cerrado,
ellas contienen las opiniones del redactor, que en este caso fue quien realmente legislo… para dar a las notas del
codificador su verdadero alcance, es necesario estudiar también los párrafos de las obras citadas que preceden o siguen al
que forma la nota. (Sanford, Ward c/ Sanford, Carlos, 1966).

El argumento teleológico 
El argumento teleológico es aquel que establece que a un enunciado normativo hay que asignarle el significado que corresponde al fin
propio del artículo, norma o sector del derecho o el derecho tomado en su totalidad. 
Argumento de principios generales o analogía iuris
Se utiliza tal argumento interpretativo cuando específicamente se trata de integrar lagunas normativas utilizando el recurso de aplicar
principios generales del derecho, es decir que su primera función es integrativa. Así claramente lo establecía el artículo 16 del Código
Civil de la Nación. Pero también tiene una función adecuada cuando sirve para atribuir significados a un enunciado normativo. Por su
función, se lo suele conectar con el argumento por analogía. Por eso es común asignarle el nombre de analogía iuris. 
Argumento de reducción al absurdo o apagógico
 
El argumento por el absurdo o apagógico es un argumento de los llamados cuasilógicos, ya que se identifica, más que con un
contenido, con una estructura de argumentación (junto con la analogía, a fortiori y a contrario sensu). Establece que se debe rechazar
atribuir significados de enunciados normativos que puedan dar lugar a consecuencias absurdas. En el ámbito jurídico, esto sucede
cuando hay una interpretación que da lugar a consecuencias absurdas. Deberá ser rechazado cuando, por ejemplo, atente contra
principios como la coherencia o los principios del sistema, entre otros. 
Consideramos que lo característico de este argumento es su estructura, ya que tiene por primer paso suponer, por un momento, que la
hipótesis interpretativa que pretende sostener el contrario es correcta. El segundo paso es sacar las consecuencias de esta hipótesis,
el tercer paso es mostrar que estas consecuencias son absurdas. El último paso es concluir que, de acuerdo con esas premisas, la
hipótesis interpretativa es incorrecta y debe rechazarse.
El argumento autoritativo
 
El argumento autoritativo establece que debe atribuirse al enunciado normativo el significado ya atribuido por una autoridad. En el
campo jurídico, hace referencia a las autoridades judiciales o la doctrina. 
Argumento histórico
Por medio del argumento histórico, se establece que los significados que deben atribuirse a un enunciado interpretativo deben
realizarse sobre la base de los significados de las palabras de las normas al momento de su sanción. Como ejemplo de esto, podemos
citar el argumento dado por los procesalistas, que sostienen que la ley que regule el jurado a nivel federal tener un diseño anglosajón,
ya que este es el sentido original de la expresión “juicio por jurados” al momento de sancionarse la Constitución Nacional en 1853. 
Argumento evolutivo
Este argumento interpretativo sostiene que debe atribuirse el significado del enunciado interpretativo a aquel significado que tenga el
enunciado actualmente. Los significados de las palabras cambian con el paso del tiempo y la norma debe adaptar su significado de
acuerdo con los cambios sociales que ocurran. 

Expresión de este argumento lo podemos encontrar en el fallo Kot de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en cuanto estableció: 

Las leyes no pueden ser interpretadas solo históricamente, porque por naturaleza tienen una visión de futuro y están
predestinadas a recoger y regir hechos posteriores a su sanción… Las leyes y con mayor fundamento la Constitución, que
es la ley de las leyes y se halla en el cimiento, no pueden ser interpretadas solo históricamente, sin consideración a las
nuevas condiciones y necesidades de la comunidad, porque toda ley, por naturaleza, tiene una visión de futuro, está
[4]
predestinada a recoger y regir hechos posteriores a su sanción .

[4]
C. S. J. N., “KOT, Samuel S.R.L. s/ Acción de amparo. Acto de particulares” (1958)
 

Para profundizar en el estudio de las técnicas y argumentos interpretativos, introducimos este artículo de Guastini: 

Referencias
C. S. J. N., “Etcheverry de Rossi c/ Municipalidad de la Capital” (1984).

C. S. J. N., “KOT, Samuel S.R.L. s/ Acción de amparo. Acto de particulares” (1958).


C. S. J. N., “Sanford, Ward c/ Sanford, Carlos”. (1966). 

Gascón Abellán, M. y García Figueroa, A. (2003). Interpretación y argumentación jurídica. San Salvador, SV: Consejo Nacional de la
Judicatura. Recuperado de http://www.cnj.gob.sv/index.php/publicaciones-cnj/65-interpretacion-y-argumentacion-juridica 

Guastini, R. (1999). Técnicas interpretativas (capítulo segundo). En Estudios sobre la interpretación jurídica. Universidad Nacional
Autónoma de México. Recuperado de https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/4/1651/4.pdf

Guastini, R. (2014). Interpretar y argumentar. Madrid, ES: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm

Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm

Moreso, J. J. y Vilajosana, J. M. (2004). Introducción a la teoría del derecho. Madrid, ES: Marcial Pons.

Pérez Cortez, E. J. E. (s. f.). Repaso de la pena de la tentativa de delito conminado con pena divisible. Recuperado de
https://riu.austral.edu.ar/bitstream/handle/123456789/1359/Repaso%20de%20la%20pena%20de%20la%20tentativa%20de%20delito%20
sequence=1

Tarello, G. (2018). La interpretación de la ley. Lima, PE: Palestra.


Villanueva, C. (2020). Introducción a las técnicas y argumentos interpretativos jurídicos. Recuperado de


https://www.academia.edu/44334191/Sobre_tecnicas_y_interpretaci%C3%B3n_jur%C3%ADdica 

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