Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción.
Sentidos de “interpretación”
El término “interpretación” se usa en muchos sentidos diferentes, algunos de ellos
escapan al ámbito jurídico, como cuando decimos de una orquesta que interpreta una pieza
de Mozart, o de un arqueólogo que interpreta los objetos hallados en una determinada
excavación. Se puede interpretar también un acontecimiento histórico en cuyo caso
interpretar significar conjeturar una relación de causa efecto o de otro tipo entre ciertos
hechos.
También se puede interpretar un texto (lingüístico) y aquí interpretar también se usa
en sentidos diversos, significa atribuir sentido o bien puede significar descubrir, averiguar,
el significado verdadero de un determinado texto.
Por otra parte, en expresiones como interpretación jurídica, interpretación de la ley,
interpretación de normas, y otras similares, interpretar se puede referir bien la actividad de
averiguar o decidir el significado del algún documento o texto jurídico o bien el resultado o
producto de esa actividad, el significado mismo. Es la denominada ambigüedad actividad-
producto.
De manera entonces que, son distintos los objetos que se pueden interpretar, y desde
esta perspectiva se habla de interpretación en sentido amplísimo, en sentido amplio y en
sentido restringido.
Cuando decimos, por ejemplo, que se puede interpretar una pieza musical, o una
pintura rupestre estamos hablando de atribuir significado a un objeto cualquiera, acepción
que excede el ámbito jurídico y entonces se hablará de interpretación en sentido amplísimo.
Pero también se puede interpretar (atribuir significado a o descubrir el significado de)
un texto lingüístico, como el enunciado “Cuidado con el perro”, cuyo significado es
normalmente transparente; y entonces se hablará de interpretación en sentido amplio.
Finalmente, se puede interpretar (atribuir significado a o descubrir el significado) un
texto oscuro, ambiguo y vago, como por ejemplo, “todo lo real es racional” y entonces se
hablará de interpretación en sentido estricto. Volveremos sobre esto más adelante.
Se llama interpretación tanto a la actividad (de atribuir significado a disposiciones
normativas o averiguar su significado según el caso) que realiza el juez con la finalidad de
redactar una sentencia, por ejemplo, y que está entre nosotros reglamentada por las reglas de
interpretación contenidas en diversos textos legales y se habla también de interpretación para
referirse al producto de dicha actividad, constituido por la propia sentencia, aunque ambas
cosas estén conectadas por el hecho de que, a falta de otro acceso a la mente del juez, la
sentencia (es decir la interpretación producto) parece constituir la única base posible para
reconstruir la interpretación-actividad. Esta última es la que concentrará nuestra atención.
A la interpretación actividad (atribución de significado a textos) se le denomina en
interpretación en sentido específico, por oposición a la interpretación en sentido genérico que
se refiere a cualquier actividad realizada con la finalidad o como consecuencia de la
interpretación en sentido específico: actividades como aplicar, argumentar, sistematizar,
deducir, resolver antinomias, integrar y cosas similares.
Se habla también de la interpretación en abstracto y de la interpretación en concreto.
La interpretación en abstracto es la que se hace de un texto sin referencia a un caso particular,
como la que podría hacer un jurista en un tratado o un profesor en un aula universitaria y la
interpretación en concreto que es la que se hace respeto de una situación determinada, como
la que hace un juez en su sentencia o un abogado al redactar una demanda o al interponer un
cierto recurso.
Se usa interpretación también en otros contextos, como cuando hablamos de
interpretación legal, judicial, administrativa, o privada, según si la realizan entes públicos o
personas particulares.
Es necesario tener siempre presente, sin embargo, que la interpretación judicial, a
diferencia de la interpretación doctrinaria es directamente funcional a la aplicación; mientras
los juristas en sentido estricto interpretan, pero no aplican, y por lo tanto, pueden también
abstraerse de las exigencias de la aplicación, los jueces interpretan para aplicar, de manera
que están siempre obligados a decidir.
Visto lo anterior y antes de continuar es necesaria un breve precisión terminológica,
en el modo usual y corriente de expresarse se interpretan normas, nosotros diremos que lo
que se interpreta son disposiciones normativas cuyo significado son las normas, es decir, las
normas son el resultado del proceso de interpretación.
1
(Obras Completas, vol XIV, Código Civil de la república de Chile, Caracas 1981
http://fundacionpedrograses.com/Docs/pdf_docs/14.pdf)
Así entendida la interpretación es un tipo de traducción, ambas constituyen una
reformulación de textos. “Traducir” significa reformular un texto en una lengua diversa de
aquella en la que fue formulado; “interpretar” consiste en reformular un texto sea en la misma
lengua o en otra. Así, tal como el texto traducido es distinto de su traducción, del mismo
modo el texto interpretado debe distinguirse del lenguaje del intérprete y por ello es que,
como decíamos más arriba, resulta indispensable distinguir el texto interpretado (enunciado
o disposición) del resultado de la actividad interpretativa (significado de la disposición o
norma, en el caso del uso prescriptivo del lenguaje).
2
Paulino Alfonso (De la interpretación de la ley, 1892 p.3)
José Clemente Fabres ”Interpretar es explicar el sentido de la ley”.3 Por otra parte, para Luis Claro
Solar “interpretar la ley es fijar el sentido o significado que en ella se contiene, o en otras palabras
conocer bien la ley, dándole su verdadero alcance”4. Agrega que en “la interpretación podemos
distinguir cuatro elementos, gramatical, lógico, histórico y sistemático.”5 Por su parte, para el
profesor Barros Errázuriz “interpretación de la ley es la determinación de su verdadero sentido y
alcance.” 6Y agrega que el Juez para interpretar la ley deberá tener presente cuatro elementos; el
gramatical, el lógico, el histórico y el sistemático, en ese mismo orden de precedencia, agregando
que “a falta de todos estos elementos se recurre a la equidad natural”7. Para el insigne Victor Pescio
“interpretar sería lo mismo que explicar, esto es, esclarecer cuál es la recta y verdadera significación
de la ley”8. Más recientemente Vodanovic Haclicka entiende que “la interpretación de la ley es el
proceso encaminado a captar y determinar el exacto sentido de ella9. Para Hernán Larraín Ríos
“interpretar la ley es “explicar o declarar el sentido y alcance verdadero de las normas que la
constituyen! 10
Aunque hay por cierto excepciones, la más notable quizás es la del profesor Fernando Fueyo
Laneri, que sostienen la tesis contraria, esto es, que la actividad de interpretar no es de
conocimiento sino de decisión, es acto de voluntad, creador de derecho, cuando refiriéndose a las
normas en blanco, afirma que en esos casos se interpreta “mediante la consideración de los hechos
y circunstancias, debidamente probados, con el agregado de un razonamiento creador del juez”
3
(José Clemente Fabres, Instituciones de derecho Civil, Tomo I, p.7, Imprenta y Librería Ercilla, calle de la
Bandera 1893)
4
(Luis Claro Solar Explicaciones de derecho civil, Tomo 1, pag. 56, Imprenta y Encuadernaciòn Chile, Santiago
de Chile, 1906)
5
(ibídem p.60)
6
(Barros Errázuriz Curso de Derecho Civil, 2 edición p. 28, Imprenta Chile, Santiago de Chile, 1915)
7
(ibídem p.29)
8
Víctor Pescio Manual de derecho Civil, Tomo 1, p. 259, Editorial Jurídica de Chile, 1978.
9
Antonio Vodanovic H. Manual de derecho civil. p.97, Editorial Jurídica Conosur Ltda.1 edición 1996
10
Hernán Larraín R. Lecciones de derecho Civil, p. 50, Editorial Jurídica de Chile, 1994
verdadera. Se trata de descubrir este significado objetivo o esta voluntad subjetiva
preexistente,
Esta teoría va acompañada normalmente de la idea de que el sistema jurídico, es
completo y coherente, que no hay discrecionalidad judicial esto es, que el juez se limita a
aplicar la ley. Este modo de entender la interpretación, está íntimamente relacionado con la
doctrina de la separación de los poderes y con el mito de la certeza del derecho y la sujeción
del juez a la ley (el juez es la boca de la ley o esclavo de la ley).
Más allá de la interpretación literal, el argumento a contrario también sirve como argumento
productor de normas, y en este sentido es más habitual. Se utiliza para justificar ciertas
interpretaciones. Así, el argumento diría que si un precepto se refiere expresamente a un caso
debe entenderse que cualquiera otra situación distinta a las expresamente mencionadas debe
tener también una regulación distinta.
En efecto, si tomamos el ejemplo anterior, y argumentamos a contrario, podríamos decir que
la prohibición afecta a los perros, los gatos no son perros, entonces está permitido entrar con
gatos. Más que interpretar la regla, lo que hicimos fue crear una regla nueva referida a los
gatos.
Todo fundado en que “si el legislador hubiese querido incluir otros casos lo habría
hecho y si no los incluyó fue porque no quiso tratarlos del mismo modo”, pues si el legislador
los hubiese querido incorporar en la prohibición lo habría hecho.
Aunque no es un argumento deductivo resulta bastante persuasivo si se parte de la
base de la presunta voluntad del legislador.
B) LA INTERPRETACIÓN CORRECTORA.
Esta se define por oposición a la declarativa o literal y puede entenderse como aquella
que se desvía del significado propio de las palabras o bien como aquella que atribuye al
enunciado o disposición normativa un significado distinto al de su significado literal
(conforme al uso común de las palabras y de acuerdo a las reglas sintácticas del idioma
respectivo).
Este significado distinto puede ser más restringido o más amplio que el literal.
La interpretación correctora en general, encuentra justificación en distintos
argumentos. Estos son argumentos de tres tipos.
i.- EL ARGUMENTO PSICOLÓGICO O TELEOLÓGICO (llamado también en
forma impropia lógico) que apela a la intención del legislador o a los fines que éste perseguía,
en síntesis, a la ratio legis. Aquí la idea es que, según el intérprete, existe un desacuerdo entre
lo que el legislador quiso o buscó y lo que efectivamente expresó en términos lingüísticos.
Se suele entender este propósito o finalidad en términos subjetivos u objetivos, esto
es como el propósito o finalidad del legislador histórico o bien, el propósito o voluntad de la
misma ley.
Aunque no nos detendremos a analizarlo aquí, se plantea el siguiente problema ¿se
pueden atribuir fines o propósitos sólo a entes dotados de voluntad como los individuos
particulares o se les puede también atribuir voluntad a otros entes, tales como grupos de
personas o incluso a textos?
La variante subjetiva: para averiguar la voluntad del legislador histórico (los hombres
que participaron activamente en la redacción y aprobación de la disposición o enunciado
normativo a interpretar) el único camino es valerse de los trabajos preparatorios. Entre
nosotros es la denominada historia fidedigna del establecimiento de la ley. (art. 19 CC). “su
intención o espíritu claramente manifestado … o en la historia fidedigna de su
establecimiento”.
La segunda variante, objetiva es la de la intención o voluntad de la ley, considerada
con independencia de su creador, para ello habría que atender sólo al texto de la ley y no a la
historia fidedigna de su establecimiento que refleja no la “objetiva“ voluntad de la ley sino
la “subjetiva” de sus creadores. El art. 19 se refiere a esto con la expresión “su intención o
espíritu claramente manifestado en ella misma …”
Desde luego hablar de la voluntad de la ley es un modo un tanto oscuro de expresarse,
que oculta el hecho de que el intérprete le quiere atribuir al texto un sentido que sea acorde
con su propia política jurídica y no con la del legislador que la dictó.
Concepto
Es aquella en que como resultado de la actividad interpretativa se llega a la conclusión
que el enunciado normativo debe aplicarse a más casos de los que se desprenden de su tenor
literal. La extensión del significado de una disposición tiende a confundirse con la
formulación de una norma nueva y, en realidad, no son dos cuestiones lógicamente diferentes
entre sí, sino que sólo existe entre ellas una cuestión de grado.
Los argumentos capaces de sostener una interpretación extensiva son principalmente
dos: el argumento a fortiori y el argumento analógico o a simili.
Nótese que pueden existir al menos dos razones distintas para extender una norma
más allá de su campo de aplicación.
a) Que el intérprete desee aplicar a un determinado supuesto de hecho una cierta
norma y no otra para satisfacer su sentido de justicia o
b) puede suceder que el intérprete desee aplicar una cierta norma a un cierto supuesto
de hecho que de otra manera quedaría privado de regulación jurídica.
1° Clasificación desde el punto de vista del agente que efectúa la interpretación. Desde este
punto de vista la interpretación se clasifica en interpretación privada y en interpretación
pública o de autoridad. Nosotros preferimos decir que esta clasificación se hace en función
de la obligatoriedad del resultado de la actividad interpretativa-
B2- La interpretación judicial: Como su nombre lo indica, es aquella que realizan los jueces
en el ejercicio de su función jurisdiccional en virtud de la cual deben conocer y resolver los
casos jurídicamente relevantes que sean sometidos a su decisión. La interpretación judicial
también tiene fuerza obligatoria, pero solo relativa, pues obliga solo a las partes del juicio,
así lo establece el Art.3º inciso 2º del código civil, “Las sentencias judiciales no tienen fuerza
obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se pronunciaren”.
El instrumento que utiliza el juez para interpretar la ley son las distintas resoluciones
que dicta el curso del proceso y particularmente, la sentencia definitiva.
A-Interpretación reglada: es aquella que en cuanto al método que debe seguir el intérprete
para establecer el o los significados de las disposiciones jurídicas interpretadas, se encuentra
regulado por el respectivo ordenamiento jurídico. Es lo que ocurre por ejemplo en el
ordenamiento jurídico chileno que contiene distintas normas acerca del modo de llevar a cabo
esta interpretación. Así por ejemplo están los Art. 19 al 24 del código civil, que se refieren a
la interpretación de la ley. Están también el Art. 1560 y siguientes relativos a la interpretación
de los contratos.
c) El elemento lógico: Es aquel que para establecer el o los posibles sentidos de una ley,
se vale del análisis intelectual de las conexiones que las normas de una misma ley
guardan entre sí, entendidas en el contexto que ellas forman y no de una manera
aislada, así como de las conexiones que las normas de la ley de que se trata puedan
reconocer con las de otras leyes que versen sobre la misma materia.
El elemento lógico parte de la base de que las normas de una ley hacen un conjunto y que
deben ser interpretadas no en forma aislada o desvinculadas unas de otras, sino en el contexto
de la ley de que forman parte y asume también como supuesto el que las normas de una ley
hacen también un conjunto con las de otras leyes que versen sobre un materia similar.
Desde que en su obra “Explicaciones del derecho civil” el profesor Luis Claro Solar
recogiera la doctrina de los elementos de interpretación elaborada por Savigny, los estudiosos
e investigadores de la teoría de la interpretación han intentado establecer en qué forma se
expresan estos cuatro elementos en los Art. 19 al 24 del código civil.
Algunos autores han ido incluso más allá intentando también buscar estos elementos
en las normas relativas a la interpretación de los contratos de los Art. 1560 y siguientes del
código civil. Cabe señalar, sin embargo, que al momento de redactar el código civil, Andrés
Bello no conocía la doctrina de Savigny y, por lo mismo, no puede esperarse que estos
artículos incluyan exactamente a estos cuatro elementos.
Tan cierto es lo anterior el Art. 24, se refiere al espíritu general de la legislación y a
la equidad natural que no han sido mencionados ni considerados siquiera por Savigny. Sin
perjuicio de lo anterior, la doctrina chilena no sólo ha buscado, sino que ha creído encontrar
estos cuatro elementos en el párrafo 4º del título preliminar del código civil.
-Elemento gramatical: estaría consagrado en el Art. 19 inc. 1º que establece que “cuando el
sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su
espíritu”, de modo que lo primero a considerar son las palabras y expresiones de que se ha
valido el legislador.
Respecto a cómo han de entenderse estas palabras, los Art. 20 y 21 establecen una
regla general y dos excepciones o mejor dicho reglas especiales,.
La regla general está contenida en el Art. 20 inc 1º que dispone que las palabras de la
ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras.
En cuanto a qué deba entenderse por uso general de una palabra, se ha entendido que es el
que fija el diccionario de la RAE, aunque en el último tiempo existe una tendencia que
entiende que este sentido natural y obvio es el que se le da a una palabra en el uso cotidiano.
Esta disposición es expresión del denominado argumento del lenguaje común que
sostiene la interpretación literal.
La 1ª excepción o primera regla especial está contenida en el Art 20 parte 2ª, que
establece que “cuando el legislador las haya definido expresamente para ciertas materias, se
les dará en éstas su significado legal”.
Existe una serie de definiciones en el párrafo 5º del título preliminar del código civil
y también en otros cuerpos legales. Debe tenerse presente que hay definiciones que son
propias de ciertas materias y que la definición legal normalmente tiene valor para esa materia
determinada y no para todo el ordenamiento, aunque las hay también con carácter general.
Por ejemplo, la noción de remuneración, o empresa definidas en el Código del trabajo, tienen
valor sólo en el derecho laboral y la definición de presunción o persona contenidas en el
código civil, tienen un alcance general. Del mismo modo por ejemplo, las definiciones de
culpa y dolo contenidas en el Art. 44 del código civil no tienen valor en materia penal.
La 2ª excepción o regla especial está contenida en el Art. 21 que establece que “las
palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les den los que profesan
la misma ciencia o arte, a menos que aparezca claramente que se han tomado en sentido
diverso.”
Esto quiere decir que cuando el legislador utilice expresiones propias de alguna
ciencia o arte, no se entienden en el sentido que se usan comúnmente sino en el sentido
específico que se les atribuye en el campo respectivo, como el lenguaje de la medicina o de
la biología.
Esta regla del art. 21, contiene un contra excepción y es que se volverá a la regla
general cuando la palabra respectiva se haya usado claramente en un sentido diferente.
Como ejemplo típico de palabra técnica tomada en un sentido diverso al que le dan
los que profesan la ciencia o arte respectiva, es la expresión demente, contenida en el Art.
1447 del código civil, que se entiende referida no sólo a la demencia tal como la entiende la
psiquiatría, sino referido al que por cualquier causa se encuentra privado de razón.
-El elemento histórico: estaría contenido en el Art.19 inciso segundo parte final, en la parte
que se refiere a la historia fidedigna del establecimiento de la ley. Esta historia fidedigna es
la que está contenida en la respectiva moción o mensaje y en las actas de las sesiones
legislativas en que se discutió el respectivo proyecto.
Esta forma de entender el elemento histórico refuerza la idea que Andrés Bello no se
inspiró en Savigny para redactar estas disposiciones. En efecto, como dijimos, Savigny que
fue el máximo representante de la Escuela histórica del derecho entendía elemento histórico
de otra manera. Así como se entiende en nuestro país, equivale al denominado argumento
teleológico, en su forma subjetiva, que sirve para justificar una interpretación correctora
cuando estamos frente a una expresión obscura.
-Elemento lógico: estaría este consagrado en el Art. 22 del código civil en su inciso 1º que
dispone que “el contexto de la ley servirá para ilustrar cada una de sus partes, de manera que
haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía”. Para algunos el elemento lógico
se encontraría también en el art. 19 inc. 1, cuando se usa la expresión “sentido”, pero, es una
opinión aun minoritaria, aunque nosotros la compartimos. Según el profesor Agustín Squella,
el inciso 2º de este Art. 22 consagraría también este elemento al establecer que “los pasajes
obscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes, particularmente si versan
sobre el mismo asunto”. Sin embargo, la gran mayoría de la doctrina nacional sostiene que
aquí estaría consagrado el elemento sistemático.
-Elemento sistemático, estaría este consagrado, como acabamos de decir, en el Art. 22 inciso
2º y para muchos también lo estaría en el Art. 24 en aquella parte que remite al intérprete al
espíritu general de la legislación.
Finalmente, la disposición del Art. 23 como ya hemos señalado, contiene una regla
que refuerza la inclinación del código por la interpretación literal, es decir, de estarse
principalmente a la letra de la ley. La favorable u odioso no debe influir en el sentido que se
le da a ley, sino que debe estarse a su sentido genuino conforme a las reglas de interpretación
precedentes. También puede decirse que esa disposición se encuentra consagrada allí por una
razón histórica, pues, con anterioridad a la dictación del código civil, lo favorable u odioso
de una disposición podía ser tomado en cuenta para ampliar o restringir su sentido.
Por otra parte, esta disposición pretende garantizar una interpretación literal,
restringiendo las facultades del juez quien debe aplicar la ley tal cual la dictó el legislador.
Suele afirmarse que la aplicación de estos elementos tiene un orden de jerarquía en el
sentido de que habría unos más decisivos que otros al momento de atribuir significado a las
normas jurídicas. Así se afirma que corresponde en primer término recurrir al elemento
gramatical, y si con él no basta, recurrir al lógico, luego al sistemático y finalmente al
histórico.
No concordamos con esa opinión, pues la tarea interpretativa es compleja, y habrá
que recurrir a todos los elementos para dilucidar el sentido de una disposición. Por lo demás,
Savigny, que como hemos señalado es el creador de esta doctrina no propuso nada en ese
sentido.
Este autor es uno de los principales críticos de las tesis que acabamos de exponer,
fundamentalmente de la tesis de Hart. Según él, es posible mediante el razonamiento
adecuado encontrar la única respuesta correcta para cada caso que hay que decidir. Por lo
tanto, cuestiona el principio de la textura abierta del derecho y más precisamente cuestiona
el reconocimiento de un margen de discrecionalidad en el ámbito de las decisiones judiciales.
Frente a ello defiende no solo la posibilidad sino la obligación del juez de descubrir los
derechos de las partes con absoluta precisión y certeza, ya que tales derechos existirían según
él con antelación y plena autonomía respecto del procedimiento que se sigue para su
descubrimiento. Según este autor, los problemas del positivismo jurídico en este punto se
derivarían de la incapacidad de esta teoría para comprender y dar cuenta de lo que ocurre
cuando se resuelven casos jurídicos. Sostiene que en realidad las tesis positivistas reproducen
en gran medida el modelo del silogismo jurídico. Ante los hechos dados se busca la norma
aplicable y se colocan los hechos en la regla para resolver el caso con la solución que la
misma establece con carácter general. Cuando la textura abierta del derecho permite un
margen de discrecionalidad la operación es similar, las complicaciones aparecen por la
necesidad de elegir dentro de la zona de penumbra de la norma, pero siempre dentro del
marco general de la misma cual es la solución del caso. El modelo de decisión del que parte
Dworkin es más complejo, parte reconociendo que junto con las normas jurídicas
propiamente dichas existen pautas o índices intelectuales (principios) de la decisión jurídica
que harán posible individualizar en cada caso una solución ponderada y racional que es
considerada una mera probabilidad, sino que por el contrario, el órgano judicial está obligado
a actuar conforme a esas pautas o índices cuya ponderación razonable ofrecerá además esa
única solución correcta. Según lo anterior para cualquier hipotético caso hay una solución
que ya es derecho antes que el juez se pronuncie sobre el mismo ya que espera ser descubierta
por el juez. El juez no debe suponer que el derecho es incompleto, inconsciente o
indeterminado, si así lo pareciera el defecto no estaría en el derecho, sino en los limitados
poderes de discernimiento de un juez humano. El juez debe actuar en todo caso como si el
derecho fuera incompleto y preciso lo que supone que el juez conozca no solo el derecho
positivo, sino también todas aquellas pautas, índices o principio que se entienden formar
parte de él. Solo de esta manera va a estar en condiciones de poder descubrir la única solución
correcta para el caso. Por esta razón el juez que propone Dworkin en función de las
características que debe reunir para cumplir adecuadamente su papel ha sido denominado el
Juez Hércules.