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 Problemas de interpretación jurídica y argumentos interpretativos

Introducción
Las normas se expresan a través de enunciados lingüísticos destinados a los ciudadanos
y las autoridades, pues son actos de comunicación que tienden a motivar la conducta de
sus destinatarios. Las expresiones utilizadas son parte del lenguaje que comparten los
destinatarios de las normas, y por eso se utiliza, además del lenguaje técnico, el lenguaje
común. Estos enunciados lingüísticos en los que se expresan las normas comparten,
entonces, los problemas del lenguaje común, como la ambigüedad, la vaguedad o la
textura abierta del lenguaje. En el caso de las normas jurídicas, esto produce
incertidumbres respecto de lo que las normas significan o respecto del alcance de estas. 

En primer lugar, en la presente lectura, analizaremos la expresión lingüística de la norma


y los problemas del lenguaje que dan origen a casos difíciles de identificación de las
premisas del argumento judicial. En la segunda lectura, analizaremos las técnicas y los
argumentos interpretativos por los cuales atribuimos significados a estas expresiones
lingüísticas. 

En la segunda parte del módulo, nos enfrentamos a otro problema que comenzamos a
vislumbrar en la última parte del módulo anterior: los hechos no son regulados por una
norma aislada, sino por un conjunto de normas que conforman un sistema normativo y
son aplicables al caso. Estos sistemas normativos deben cumplir con ciertas exigencias
racionales, como la completitud, la coherencia y la independencia. Sin embargo, los
sistemas normativos muchas veces no cumplen estas exigencias, lo que provoca
problemas de indeterminación en la premisa normativa. Analizaremos estos problemas y
los principales argumentos y criterios que se utilizan para solucionarlos. 

1. Situación problemática disparadora


Podremos comprender mejor los contenidos del presente módulo a partir de la siguiente
situación práctica. Belén Peralta es una jueza de ejecución de la localidad de San Rafael,
[1]
Mendoza, y tiene que aplicar principalmente en su actuación el Código Penal y, sobre
[2]
todo, la Ley 24660 de ejecución penitenciaria. Tiene que resolver, como parte de su
competencia, numerosos casos de prisión domiciliaria.
[1]

Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
[2]

Ley 24660. (1996). Pena Privativa de la Libertad. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=37872

La prisión domiciliaria se encuentra regulada en el artículo 10 del Código Penal y fija los
supuestos de alternativas especiales a la prisión efectiva, en cuyos supuestos especiales
se concede la prisión domiciliaria del interno. El artículo establece:

Podrán, a criterio del juez competente, cumplir la pena de reclusión o prisión


en detención domiciliaria: 

a) Al interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento


carcelario le impida recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no
correspondiere su alojamiento en un establecimiento hospitalario;
b) Al interno que padezca una enfermedad incurable en período terminal;
c) Al interno discapacitado cuando la privación de la libertad en el
establecimiento carcelario es inadecuada por su condición implicándole un
trato indigno, inhumano o cruel;
d) Al interno mayor de setenta (70) años;
e) A la mujer embarazada;
f) A la madre de un niño menor de cinco (5) años o de una persona con
[3]   
discapacidad, a su cargo.

[3]
Art. 10, Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm

Con el mismo contenido, se encuentra regulada en el artículo 33 de la Ley 24660. La


interpretación de este artículo, en cada uno de sus supuestos, ha dado lugar a
desacuerdos doctrinarios y jurisprudenciales, y se han presentado casos difíciles de
responder que requieren interpretación de los términos e identificación de los supuestos. 

2. Las normas

Antes de hablar de las normas jurídicas, vamos empezar por los diversos problemas para
identificar qué es una norma y cuáles son sus clases. En nuestra vida cotidiana, estamos
rodeados de normas y vivimos utilizándolas para llevar a cabo nuestras acciones, pero
hay dificultades para establecer un significado preciso, ya que las cosas a las que se
aplican son muy heterogéneas. Asimismo, la ambigüedad que tiene el término es de
carácter relacional y sus significados se encuentran vinculados entre sí. Además, tiene el
defecto de ser una palabra vaga. Como vemos, tiene casi todos los defectos del lenguaje
que analizaremos en esta lectura. 

Ya se ha expresado que ‘norma’ es una expresión que tiene muchos casos de


uso, sin que entre muchos de ellos exista ni siquiera una característica
común. Es por esta razón que von Wright sostiene que no puede ofrecerse
una definición que abarque todos esos usos diversos y propone en su lugar
aislar tres grandes núcleos de significado principales: las reglas
determinativas, las directrices o normas técnicas y las prescripciones o
regulaciones. (Rodríguez, 2017, p. 15).

Tabla 1: Estructura y características


Fuente: adaptado de Rodríguez, 2017, p. 15.
Las prescripciones presuponen una autoridad superior en algún sentido: la norma
promulgada se comunica al destinatario agregando una amenaza de sanción en caso de
incumplimiento. 

Von Wright distingue seis componentes de las prescripciones: su carácter, su


contenido, su condición de aplicación, la autoridad, el sujeto y la ocasión. A
ellos pueden adicionarse la promulgación y la sanción, aunque, como se dijo,
no son considerados como partes esenciales de esta clase de normas. 
El carácter, el contenido y la condición de aplicación conforman lo que
von
Wright denomina núcleo normativo, una estructura lógica que las
prescripciones compartirían con los otros tipos de normas. En cambio, la
autoridad, el sujeto y la ocasión serían características específicas de las
prescripciones… 
El carácter de una
prescripción es la modalidad específica a través del cual la
autoridad pretende dirigir la conducta de sus destinatarios. Una prescripción
puede básicamente establecer que es obligatorio realizar cierta conducta, que
está prohibido realizarla o que es facultativo o está permitido llevarla a cabo.
De modo que el carácter de una prescripción puede ser obligatorio, prohibido,
facultativo o permitido, representados en adelante como O, PH, F y P,
respectivamente… 

A los diferentes caracteres de las prescripciones se los califica como


operadores deónticos o modalidades deónticas (del griego δέον[τος], lo
debido) y al análisis de sus relaciones, lógica deóntica. (Rodríguez, 2017, pp.
18-19).

¿Cuál es su contenido, su condición de aplicación, la autoridad, el sujeto y la ocasión? El


contenido es la conducta sobre la que se quiere influir o la acción por regular. Su
condición de aplicación es el conjunto de circunstancias o propiedades que tienen que
verificarse para que sea posible realizar la acción que constituye el contenido de la
prescripción. La autoridad normativa es el agente que establece la prescripción y el
sujeto normativo es a quien se dirige. Por último, la ocasión indica la ubicación, en tiempo
y espacio, donde debe darse la prescripción. 

3. Normas y lenguaje

Una vez que ya hemos establecido qué es una norma, vamos a ir al punto central de
nuestro análisis. Debemos distinguir tres cuestiones diferentes: las formulaciones
normativas, las normas y las proposiciones normativas.

Las formulaciones normativas son los enunciados por los que se expresan las
normas. Son expresiones lingüísticas utilizadas por la autoridad normativa para
comunicar la prescripción a los destinatarios. En general, están expresadas a
través de palabras. Si volvemos a nuestra situación inicial, vemos que el artículo del
Código Penal utiliza un conjunto palabras para regular la facultad del juez para
conceder la prisión domiciliaria: “Podrán, a criterio del juez competente, cumplir la
[4]
pena de reclusión o prisión en detención domiciliaria” . También se podrían haber
elegido otras formulaciones que tuvieran el mismo significado, es decir, que
expresaran la misma norma.
Las normas son los significados de esas formulaciones normativas. 
Las proposiciones normativas son enunciados que describen normas que pueden
ser verdaderas o falsas. Están en otro nivel de lenguaje, y por eso decimos que es
metalenguaje, es decir, es un enunciado descriptivo de otro enunciado que está en
un primer nivel; en este caso, la formulación normativa o expresión lingüística de la
norma. Por ejemplo, un enunciado lingüístico de la doctrina que expresara: “En el
Código Penal Argentino existe una norma que establece que los jueces podrán
conceder prisión domiciliaria” es una descripción que puede ser verdadera o falsa.

[4]
Art. 10, Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm

Problemas del lenguaje


Como afirman Alchourrón y Bulygin (1991), el legislador pretende motivar conductas


mediante expresiones lingüísticas que son formulaciones normativas. Pero, si quiere
realmente motivar su conducta, debe comunicar las normas con que pretende influir a los
destinatarios y, para ello, necesita hacerlo en el lenguaje común utilizado por estos. Esta
parecería una condición para que los destinatarios capten el sentido del enunciado
normativo. 

Salvo apartamiento expreso por parte del legislador del uso del lenguaje común,
mediante definiciones legales, lo cierto es que la comunicación estará atravesada por los
mismos problemas que tiene el lenguaje común: a) la ambigüedad, b) la vaguedad y c) la
textura abierta. Rodríguez (2017) agrega el problema de la derrotabilidad de las normas,
que nosotros analizaremos junto con los problemas teleológicos-axiológicos más
adelante. Por esta razón, los principales problemas interpretativos en el ámbito jurídico
provienen de estos otros que se presentan en el lenguaje común.

Una palabra o expresión es amb​​igua cuando es posible asignarle más de una


interpretación o significado. Si se concibe a la ambigüedad en términos de
extensiones divergentes, se podría decir que un término o expresión es
ambiguo si pueden asignársele dos o más significados, uno de los cuales no
denota algo que es denotado por el otro. Cada vez que una misma
formulación normativa es susceptible de dos o más interpretaciones diferentes
como consecuencia de su ambigüedad, a partir de un mismo conjunto de
formulaciones normativas (leyes, códigos, decretos, etc.), esto es, de un
mismo libro maestro, para emplear una expresión de Carlos Alchourrón, será
posible identificar diferentes sistemas de normas o sistemas maestros.
(Rodríguez, 2017, p. 240).

Vivimos rodeados de ejemplos cotidianos de esta clase de ambigüedades. Pensemos


que estemos utilizando la palabra banco. Si un testigo en un juicio afirma que el imputado
“caminaba con dirección al banco”, tendríamos un problema interpretativo, ya que, sin
otra información de contexto, tal vez no podamos determinar si se trata de que iba en
dirección a un mueble de plaza, a una institución financiera, a un depósito de sangre, a
un montón de arena reunida. Como veremos, en general el proceso de eliminar esta
indeterminación se llama desambiguación, y en él estamos interpretando un término para
identificar o atribuirle su significado. En este proceso es importante otra información
valiosa que puede aportar el emisor de la oración y el contexto. No es lo mismo el
contexto en que el imputado está dentro de un parque que el contexto en el cual está
llevando una cantidad de dinero en la zona bancaria de la ciudad.

Vamos a profundizar en las distintas formas en que puede asumir esta ambigüedad y la
mayor o menor dificultad para resolverla:
1) Ambigüedad semántica, polisemia o equívoco: La ambigüedad semántica se
predica de los términos lingüísticos. Que un término sea ambiguo significa que puede
entenderse de varias maneras o que puede asumir significados distintos. Puede resultar
útil la distinción entre connotación y denotación de un término introducida por Mill (1843),
para comprender bien la diferencia entre este problema del lenguaje y el de vaguedad.
Se puede entender por connotación el conjunto de propiedades o atributos necesarios
para incluir o predicar determinadas entidades dentro de un término particular. Así, por
ejemplo, si pensamos en el término planeta, solemos recurrir a las propiedades: ser un
cuerpo celeste, tener una órbita alrededor de una estrella, ser opaco (no tener luz propia)
y tener determinado tamaño. Cada una de estas propiedades lo diferencian de otros tipos
de cuerpos, cómo pueden ser las estrellas, los asteroides, meteoritos, etcétera. Como
cumple con estas propiedades, decimos que la Tierra es un planeta. Ahora bien, la
denotación sería justamente el conjunto de entidades que pueden incluirse dentro de ese
concepto o que pueden predicarse de él. Por ejemplo, Venus, Mercurio, Marte y Tierra
son entidades que pueden ser incluidas en la denotación del concepto planeta y permite
que podamos predicar de cada una de las entidades: “La Tierra es un planeta”, “Marte es
un planeta”, etcétera. Si bien hay varios problemas asociados a esta versión simplificada
de comprender cómo funcionan los conceptos, permite atrapar y entender gran parte de
los ejemplos de indeterminación jurídicos que vamos a ver.

En general, la ambigüedad se refiere a la connotación de los conceptos, porque podría


afirmarse que se presenta cuando un mismo término está asociado a dos o más
conceptos con connotaciones diferentes. Volviendo al ejemplo del término banco, no son
iguales las propiedades que deben tener las entidades para ser un banco en las
diferentes acepciones de la palabra: algunas tendrán que tener las propiedades de ser
instituciones dedicadas a la actividad financiera; otras deberán tener las propiedades de
ser una cosa mueble que sirva para sentarse; otras deberán ser un depósito de ciertas
clases de cosas, etcétera.

Podemos tomar el término mujer, que figura en la norma del caso. En este caso, el hecho
de requerir estar embarazada parece restringir su significado a la mujer en sentido
biológico, pero en otros casos, por ejemplo, cuando se habla de violencia contra la mujer
en el delito de femicidio, se discuten tres acepciones diferentes del término mujer: por su
determinación biológica o en sentido jurídico, lo que incluye a las personas que han
realizado un cambio legal de su sexo a femenino y, por otro lado, a las personas que se
autoperciben como tales. Hay un interesante debate sobre el tema en la doctrina y la
jurisprudencia sobre el significado que debería dársele. 

2)    Ambigüedad sintáctica: Otra forma de ambigüedad es la sintáctica, que se produce


por la manera equívoca en la cual se relacionan las palabras entre sí en una oración.
Como lo manifiesta su nombre, el problema aquí se encuentra en la construcción
sintáctica de la oración, que permite más de una interpretación y, por lo tanto, los
significados alternativos de la oración representan más de una norma. En el campo de la
argumentación, esta clase de ambigüedad nos lleva a la falacia de la anfibología. Se
pueden dar distintos ejemplos jurídicos de este problema:

a. Un caso clásico dentro del derecho argentino, señalado por Nino (1980), ha
sido el caso artículo 184, inciso 5, del Código Penal antes de su reforma, que
agravaba el daño cuando se daban estas circunstancias: “Ejecutarlo en
archivos, registros y bibliotecas, museos o en puentes, caminos u otros
[5]
bienes de uso público” . El desacuerdo interpretativo se da en cómo tomar
la exigencia de ser bien de uso público. Para algunos juristas, la exigencia de
que fueran de uso público se refería a todos los bienes que había enumerado
el artículo; para otros, la exigencia solo se refería a bienes distintos que
fueran de uso público. 

b. Volviendo al caso que estamos analizando, podemos ver que la norma


analizada establece en su inciso f) que se concederá prisión domiciliaria “a la
madre de un niño menor de cinco (5) años o de una persona con
discapacidad, a su cargo” . En este caso, vemos que, en el primer supuesto
—“madre de un niño menor de cinco años” o “persona a cargo de una
persona discapacitada”—, se necesita que esta persona esté a cargo del
beneficiario. Ahora bien, pensemos por un momento que no existiera la coma
por detrás de “persona discapacitada”, en cuyo caso la redacción quedaría de
la siguiente manera: “a la madre de un niño menor de cinco (5) años o de una
persona con discapacidad a su cargo”. Esto generaría una ambigüedad
sintáctica. El error sintáctico provocaría dos lecturas posibles: una en la que
los supuestos serían ser madre de un menor de cinco años, ya sea que esté a
su cargo o no, o ser una persona con discapacidad a su cargo; y otra en la
que ambos supuestos requieren que el beneficiario o beneficiaria de la prisión
domiciliaria esté a cargo tanto del menor como de la persona discapacitada. 

[5]
Art. 11, Ley 26388. (2008). Código Penal. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/140000-144999/141790/norma.htm

A veces este problema puede ser resuelto teniendo en cuenta el contexto. Otras veces
no es posible hacerlo y es necesaria una nueva estipulación que lo solucione
definitivamente. 

Referencias
Alchourrón, C. y Bulygin, E. (1991). Definiciones y Normas. Madrid, ES: Centro de
Estudios Constitucionales. 

Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable
Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm

Ley 24660. (1996). Pena Privativa de la Libertad. Honorable Congreso de la Nación


Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?
id=37872

Ley 26388. (2008). Código Penal. Honorable Congreso de la Nación Argentina.


Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/140000-
144999/141790/norma.htm

Mill, S. (1843). A system of logic. Londres: Reino Unido. Ed. John W. Parker

Moreso, J. J. y Vilajosana, J. M. (2004). Introducción a la teoría del derecho. Madrid,


ES: Marcial Pons.

Nino, C. (1980). Introducción al análisis del derecho. Buenos Aires, AR: Astrea. 

Rodríguez, J. (2017). La justificación de decisiones judiciales en las democracias


constitucionales. Buenos Aires, AR: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Nación. Recuperado de http://www.saij.gob.ar/docs-f/ediciones/libros/razonamiento-
decision-judicial_rodriguez.pdf

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