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“Tapia Araya, Josue Nahun Elias Enoc c/ Starbucks Coffee Argentina S.R.L. s/ daños y
perjuicios”
S u p r e m a C o r t e:
–I–
La Sala D de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
revocó por mayoría la sentencia de grado y condenó a “Starbucks Coffee Argentina
SRL” a abonar ciento doce mil cuatrocientos noventa y nueve pesos ($112.449),
más intereses, por los daños y perjuicios derivados del robo a mano armada
sufrido por la demandante en el interior del local (fs. 3/16 del cuaderno de queja,
al que me referiré en lo sucesivo).
Para fundar su decisión, el tribunal se refirió al sistema legal
aplicable al caso para ponderar si el hecho delictivo perpetrado puede tener el
alcance del caso fortuito o de la fuerza mayor, constituyendo una circunstancia
eximente de responsabilidad en los términos de los artículos 1724, 1730, 1731,
1733 y concordantes del Código Civil y Comercial de la Nación.
En tal sentido, consideró que resultan aplicables las normas
relativas a “depósito necesario” contenidas en los artículos 1368 y siguientes de
ese código de fondo, que estipulan que la responsabilidad del hotelero, extendida
ahora a los propietarios de otros establecimientos, abarca los daños y pérdidas
sufridos en los efectos introducidos por los viajeros. Explicó que, en virtud de esas
normas, sólo podrá eximirse de responsabilidad si los daños o pérdidas son
causados por caso fortuito o fuerza mayor ajeno a la actividad desarrollada.
Agregó que dicha eximente solo puede invocarse frente a
hechos que no han podido ser previstos o que previstos no pudieren evitarse, y
siempre que sea ajeno a la actividad hotelera -en la especie, actividad comercial
del local demandado-. Conjugó esta afirmación con la directiva general contenida
en el artículo 1733, inciso e, que dispone el caso fortuito no opera como eximente
de responsabilidad cuando constituye una contingencia propia del riesgo de la cosa
o de la actividad.
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Asimismo, el tribunal señaló que los usuarios y
consumidores tienen derecho, en una relación de consumo, a la protección de su
salud, seguridad e intereses económicos, a una información adecuada y veraz; a la
libertad de elección y a condiciones de trato equitativo y digno, a tenor de la
protección consagrada en el artículo 42 de la Constitución Nacional.
Bajo esta línea de pensamiento, resolvió que no se acreditó la
causal de exoneración alegada, ya que le correspondía a la accionada garantizar la
seguridad en los bienes que llevaba el actor, en su carácter de explotadora del
comercio donde aconteció el hecho, habiendo incumplido su deber de seguridad. Al
respecto, tuvo en cuenta que los asaltos a mano armada son previsibles y ocurren
a diario, y que el empresario debe colocar las medidas de seguridad y prevención
necesarias en función de su actividad, controlando el correcto funcionamiento de
los mecanismos implementados y la capacitación del personal.
–II–
Contra esa sentencia, la demandada interpuso recurso
extraordinario (fs. 18/28), que fue contestado (fs. 29/33) y denegado (fs. 34), lo que
motivó la queja en estudio (fs. 36/40).
Entiende que la sentencia no constituye una derivación
razonada del derecho vigente con particular referencia a las circunstancias
comprobadas de la causa, y que lo decidido afecta su derecho de propiedad y la
garantía de defensa en juicio de la recurrente, recogidos en los artículos 17 y 18 de
la Constitución Nacional.
Critica, en primer lugar, que la sentencia diera por
acreditado lo alegado en la demanda sólo sobre la base de presunciones favorables
al consumidor, frente a la ausencia de pruebas fehacientes sobre los hechos
alegados.
Indica que el perjuicio reclamado por el actor no responde a
un daño provocado por el uso de las instalaciones comerciales, o por un defectuoso
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Aduce que la alzada, si bien rechaza el pretendido daño
psicológico en base a la pericia psicológica practicada en el proceso, en forma
contradictoria, concede la indemnización en concepto de daño moral.
Finalmente, asevera que no debe cargar con las costas del
proceso atento la evidente existencia de caso fortuito.
–III–
En mi opinión, el recurso extraordinario fue bien denegado
toda vez que los agravios traídos a estudio remiten al examen de cuestiones
fácticas y de derecho común, materia propia de los jueces de la causa y ajena a la
instancia del artículo 14 de la ley 48 (Fallos: 332:709, “Torrillo”, entre otros);
máxime cuando la sentencia se funda en argumentos no federales que, más allá de
su grado de acierto, resultan suficientes para sustentarla e impiden su
descalificación como acto judicial (dictamen de la Procuración General de la
Nación al que remitió la Corte en el precedente registrado en Fallos: 344:3689,
"Davila", entre muchos otros).
Además, cabe recordar que la doctrina de la arbitrariedad es
de carácter excepcional y no tiene por objeto corregir fallos meramente
equivocados, sino aquellos en los que las deficiencias lógicas del razonamiento o la
total ausencia de fundamento normativo impiden considerar el decisorio como
sentencia fundada en ley, a la que aluden los artículos 17 y 18 de la Constitución
Nacional (Fallos: 326:297, “Sanes Morosoles”; 326:3485, “Balcázar”; entre otros).
El recurso ataca dos aspectos centrales de la sentencia. De
un lado, que la cámara forzó la interpretación del marco normativo al considerar
el robo con armas como riesgo propio de la actividad de la demandada. De otro
lado, que era irrazonable concluir que el evento pudo ser evitado. Sin embargo,
más allá de lo debatible que resultan las cuestiones de hecho y de derecho común
que rodean al caso, no observo que la sentencia las haya resuelto de manera
arbitraria.
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frecuencia en locales a la calle. Indicó, respecto del carácter evitable del evento,
que el propietario no había acreditado la existencia de medida de seguridad
alguna, dada la ausencia de un informe técnico sobre los elementos de seguridad
activa y pasiva del local. Señaló que la demandada pudo haber adoptado una serie
de medidas de defensa activa y pasiva no armadas –que ejemplifica– para disuadir
al agresor de perpetrar el hecho dentro del local y reducir así la probabilidad de
daño.
Recalcó que la exégesis normativa y la solución adoptadas
respondieron a las circunstancias comprobadas del caso, y que no eran
extensibles, en abstracto, a otros supuestos similares de afectación de derechos de
consumidores y usuarios (fs. 6 y 12).
De otra parte, estimo que tampoco debe prosperar el primero
de los agravios, relativo a la orfandad probatoria y al uso de presunciones
favorables al consumidor, toda vez que la sentencia describe con claridad las
pruebas, ajenas al demandante, que sirvieron de base para acreditar las
cuestiones de hecho discutidas por el recurrente (fs. 5vta. y 6).
Finalmente, en cuanto al agravio relativo a la imposición de
costas, la Corte Suprema ha sostenido reiteradamente que, al tratarse de una
cuestión fáctica y procesal, resulta propia de los tribunales de la causa y ajena, por
principio, a la vía del artículo 14 de la ley 48 (cf. dictámenes de la Procuración
General de la Nación a cuyos fundamentos y conclusiones remitió la Corte
Suprema en el precedente registrado en Fallos: 324:3421, "Borzi" y CIV
69715/2004/I/RH1 “Bercún, Carlos y otros c/ SA La Nación y otros s/ daños y
perjuicios", del 4 de Agosto de 2017).
En conclusión, entiendo que el pronunciamiento se sostiene
en suficientes argumentos de índole no federal, basados en una interpretación
razonable de las normas en juego y de las pruebas producidas en la causa, sin que
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