Está en la página 1de 13

TEMA 8.

INTERPRETACIÓN Y APLICACIÓN DEL DERECHO

1. Introducción
El derecho puede ser visto en su estructura, y desde todas estas perspectivas está integrado por
normas, prácticas sociales y valores a los que es necesario atribuir significados para poder entender y
actuar conforme el terreno jurídico.
La interpretación no es algo particular del derecho, sino que comparte prioridades con la
interpretación en general de todo aquello que se realiza a través del lenguaje. Sin embargo, en el caso
del derecho es importante señalar algunas características importantes. No sólo nos sirve para
atribuir significado al lenguaje jurídico, sino que también nos sirve para identificar las normas y
enunciados normativos del orden jurídico.
Por tanto, la interpretación del derecho trata de una actividad de carácter necesario, lingüístico,
contextual y unitario:
1. Necesario para comprender y trabajar con normas jurídicas. Tienen importancia sobre todo en
dos ámbitos:
a. Todos los operadores jurídicos (jueces) y también quienes orientan su conducta a
partir de normas las interpretan. La idea de que la interpretación forma parte del
proceso de aplicación del derecho es, por tanto, insuficiente. No sólo se interpreta
para decidir sobre un caso, también se interpreta en abstracto y para entender el
derecho.
b. La interpretación es un proceso que tiene lugar siempre que trabajamos con
normas. Este criterio viene a afirmar que no sólo se interpreta cuando la norma no es
clara o presenta alguna dificultad, sino en todo caso.

2. Lingüístico. El lenguaje actúa como marco necesario de referencia de la actividad


interpretativa. Donde no existe comunicación intersubjetiva no puede darse interpretación. El
derecho tiene que hacer frente a algunos problemas del lenguaje, destacando la ambigüedad1,
que afecta a los términos, y la vaguedad2, que afecta a los conceptos. La dimensión
comunicativa y, por tanto, la interpretación en el derecho es esencial para que el derecho
cumpla las funciones que tiene asignadas.

3. Contextual. La interpretación de un enunciado jurídico no se produce tomando el enunciado


aisladamente, sino en contexto, un marco de principios y criterios de interpretación. Este
marco es el estado constitucional y democrático de derecho. La Constitución impone
límites y vínculos formales y materiales a todos los poderes del estado y a la ciudadanía. El
contexto interpretativo, por tanto, está constituido por los dines que pueden considerarse
legítimos en un ordenamiento jurídico determinado.
El conjunto de principios y criterios interpretativos, así como otros criterios como la
jurisprudencia permiten que la actividad interpretativa se desarrolle a partir de ciertos límites
y sea un proceso controlable.

4. Unitario. La elección entre instrumentos interpretativos (más posterior en el tema) ha de


responder a la idea de unidad.

1
Que una palabra tenga más de un significado, como por ejemplo “gato”
2
Ejemplo de vaguedad: qué entendemos por dignidad o libertad
2. ¿Qué significa interpretar? ¿Qué interpretamos?
El derecho no es solo la creación de normas, sino una argumentación y lucha entre intereses y
posiciones enfrentadas y, además, es interpretación porque el derecho se expresa en distintos usos del
lenguaje. Entender qué es la interpretación es fundamental para dar respuesta a las preguntas típicas
del derecho, por eso la interpretación ocupa un lugar central en la Teoría del derecho.

a. Qué hacemos al interpretar.


Siempre hay interpretación. Al intérprete se le presentan varios significados posibles de un término y
se examina entonces el contexto, la situación que motiva al texto... Aun así es posible que surjan
discrepancias. Si hay conflicto entre las dos partes, lo más probable es que se acabe delante de un
Tribunal.
Ahora bien, que se fije prioritariamente la atención sobre la interpretación de las normas en el ámbito
jurisdiccional no significa que sólo exista ahí ni que sea propio de los jueces. En el proceso judicial
también interpretan, por ejemplo, los abogados de las partes, el legislador, los propios destinatarios de
las normas.
La importancia de la interpretación en el ámbito jurídico es tal que su significado, garantías e
implicaciones no pueden ser las mismas que la interpretación del lenguaje ordinario. La interpretación
en el derecho no tiene un sentido particular, subjetivista. Lo que nos interesa es la interpretación
“concreta” del derecho.
Es posible una interpretación del derecho sin aplicación, pero no una aplicación del derecho sin
interpretación.
Los problemas de la interpretación muy amplios: el significado de una ley o cláusula de un tratado
internacional, qué supuestos de hecho incluye bajo su formulación, cómo calificamos unos hechos...
Con la interpretación hacemos específicamente dos cosas distintas:
1. Atribución de significado a una norma jurídica (qué es lo que la norma quiere decir).
2. Delimitación del campo de aplicación. Qué hechos, situaciones o acciones incluye la norma
y son relevantes para esta.
Ahora bien, ¿tienen las normas una única interpretación? ¿Son todas las interpretaciones posibles?

b. El objeto de la interpretación jurídica.


Las normas no existen en abstracto; no se aplican sin más, como algo ajeno a la sociedad, sino que
son una parte de la misma sociedad que las interpreta y produce.
En la actualidad el derecho prescribe a través de textos jurídicos, por lo que la interpretación que
estudiamos tiene por objeto enunciados jurídicos expresados de forma escrita.
La interpretación permite un determinado nivel de la comunicación. No se trata de hacer afirmaciones
susceptibles de ser verdaderas o falsas empíricamente, sino de atribuir un significado a un enunciado
jurídico para resolver indeterminaciones o problemas de vaguedad o ambigüedad.
También se resuelven problemas lingüísticos, pues se delimita un campo de aplicación. Por ejemplo,
si la prohibición de entrar vehículos incluye monopatines.
Interpretar jurídicamente implica conocer reglas y asumir marcos. Eso no significa que no haya
problemas de interpretación en el proceso o actividad. Que la interpretación sea problemática no es un
aspecto negativo. Sin embargo, para que una norma sea eficaz debe ser comprendida por los
destinatarios de forma relativamente homogénea. Además, en los tribunales, dado que el derecho está
comprometido con valores como la igualdad o la seguridad jurídica, que la interpretación permita
cierta pluralidad de puntos de vista no debe desembocar en la arbitrariedad, la total subjetividad,
inseguridad...
En definitiva, interpretar consiste en dotar de sentido a un enunciado normativo a fin de
identificar la norma que contiene.

3. Tesis sobre la interpretación jurídica


El derecho no es un objeto plenamente determinado, sino que es más bien el resultado de un proceso
dinámico y abierto de construcción normativa al que todo jurista está llamado a participar.
La interpretación de la norma comporta también un razonamiento que justifica la atribución de
significado y ha de producir un determinado resultado, que puede ser orientar una conducta o
determinar si una norma es válida y cómo en el sistema jurídico.
A continuación veremos cómo se describe el fenómeno de la interpretación jurídica. Para eso
debemos prestar atención a los diversos modos de interpretar, a los instrumentos interpretativos y a las
distintas normas que se determinan mediante su uso.
Existen diversas tesis sobre la interpretación, aquí presentadas a partir del principio de determinación
o indeterminación del hecho.

a. Tesis fuerte de la determinación


Para esta posición, los textos jurídicos tienen un significado propio y objetivo, expresan una voluntad
unívoca y reconocible.
Interpretar es una actividad de conocimiento que consiste en descubrir o declarar ese significado.
Esta corriente sostiene la posibilidad de encontrar, a través de la interpretación, la respuesta
interpretativa “correcta” para cada problema jurídico planteado.
Esta tesis afirma que las normas tienen un significado unívoco y los casos que ha de decidir un juez
tienen una única respuesta correcta. Por lo tanto, no tienen un margen de discrecionalidad.
Dworkin afirma que todo sistema jurídico cuenta con una serie de materiales normativos (normas
explícitas, principios explícitos, valores, convenciones interpretativas, precedentes, teorías
constitucionales y políticas que envuelven el derecho) y el juez puede tomar en consideración a la
hora de interpretar una norma. Dworkin piensa en un modelo de juez “ideal” que denomina
metafóricamente Hércules, puesto que cuenta con las condiciones idóneas para conocer todo ese
conjunto normativo y justificatorio. En este sentido, podemos considerar que el juez Hércules es un
ideal o un principio regulativo, de forma que la interpretación judicial ha de aproximarse lo máas
posible a la respuesta correcta.
b. Tesis de la indeterminación
De acuerdo con esta tesis, los textos jurídicos no tienen un significado propio u objetivo, sino que
padecen una radical indeterminación. Los enunciados normativos, por tanto, no poseen significado
por sí mismos.
Interpretar consiste en adjudicar o atribuir un significado a las normas jurídicas. Sería, por tanto, una
actividad no únicamente de conocimiento, sino que está fuertemente influenciada por factores
sociológicos, psicológicos, económicos, políticos y valorativos de los intérpretes. Es una actividad
decisoria.
La crítica a la tesis de la indeterminación absoluta afirma que no se puede atribuir cualquier
significado a los enunciados jurídicos.

c. Tesis débil de la determinación


De acuerdo con esta posición, el significado de los textos legales a veces resulta claro o
completamente predeterminado y otras veces resulta controvertido o parcialmente predeterminado.
Interpretar consiste en atribuir significado a un texto normativo en el ámbito de sus posibilidades
interpretativas. La interpretación aparece en unos casos como una actividad de conocimiento y en
otros como una actividad argumentativa y justificativa en el ámbito de las posibilidades interpretativas
del texto legal.
Esta tesis ha sido sostenida por Kelsen y por Hart, y seguramente la más extendida entre los juristas.
De acuerdo con ella, los enunciados jurídicos pueden y suelen tener varios significados posibles.
Quien ha de decidir dispone de un margen más o menos amplio de libertad para interpretar.
Esta tesis postula una interpretación como actividad racional, no arbitraria. Hart se refiere así a la
“textura abierta” del derecho. Da ahí la presencia de algún grado de discrecionalidad en toda decisión
interpretativa, sin que eso implique renunciar a su racionalidad.
Son dos los rasgos que caracterizan estas posiciones frente a las anteriores:
1. Carácter más o menos discrecional de la interpretación
2. Exigencia de un ejercicio limitado y no arbitrario de ese poder discrecional
Suele acudirse a la distinción entre casos claros y no claros, pero esta es, a su vez, una clasificación
producto de la interpretación. Parece más adecuado mantener que todo enunciado normativo requiere
de interpretación y que no existen enunciados normativos claros de por sí, sino más bien enunciados
respecto de los cuales no se han planteado discrepancias interpretativas.

Por tanto, las tesis se diferencian en virtud de si entienden que la interpretación es una actividad
meramente cognoscitiva, una actividad totalmente decisoria o una actividad discrecional limitada y no
arbitraria.
4. ¿Cómo se interpreta en el ámbito del derecho?
Todo enunciado normativo requiere de interpretación. No obstante, es posible encontrar términos que
poseen un mayor grado de determinación o especificad que otros, cuya formulación es más abstracta.
Conceptos jurídicos indeterminados → Aquellos conceptos cuyo significado no queda determinado
de forma clara o precisa porque sus criterios de aplicación dependen del contexto o de las
circunstancias particulares en las que opera la norma. Ej. Diligencia debida, debido cuidado, de forma
temeraria/negligente... Son palabras cuyo significado no puede determinarse a priori claramente, sino
que exigen tener en cuenta las circunstancias del caso particular.
Ahora bien, no cualquier argumento es válido en el derecho, por lo que hay que determinar cuáles son
los argumentos interpretativos admisibles en el derecho.
Los argumentos admisibles son aquellos que se basan en el resto de normas, principios y valores
básicos del sistema jurídico. Por ejemplo, cuando una norma contiene un concepto indeterminado con
un contenido moral, el juez no puede basarse en argumentos meramente subjetivos, pues no son
admisibles en la cultura jurídica.
Por tanto, los argumentos admisibles son aquellos que respetan la denominada “regla de oro de
argumentación jurídica” que permite entender como racionales las decisiones jurídicas. Son los
siguientes.

4.1 Categorías de argumentos interpretativos


Con carácter general, podemos decir que existen dos tipos de reglas interpretativas: las negativas y las
positivas.
- Negativas: aquellas que excluyen alguna o algunas de las interpretaciones posibles
- Positivas: determinan la preferencia por una de las interpretaciones posibles
Esta distinción nos debe servir para entender el sentido de los distintos argumentos.
Los argumentos se clasifican según el contexto en el que se produce la interpretación, en concreto:
a. La interpretación lingüística, de acuerdo con las normas del lenguaje

b. La interpretación sistémica, en la que prevalece la idea del contexto y ordenamiento como


sistema y las relaciones que existen entre sus elementos para realizar la interpretación.

c. La interpretación funcional, en el que se parte de los fines o las funciones que el fenómeno
jurídico tiene.

4.2 Argumentos de la interpretación

a. Interpretación lingüística.
El argumento que deriva del contexto lingüístico es aquel según el cual los enunciados normativos se
interpretan de conformidad con las reglas del lenguaje.
Tipos:
i) Argumento gramatical o literal. Según este, la interpretación de los enunciados lingüísticos
parte de su literalidad, por lo que también se denomina argumento del lenguaje común. Se
determina el significado de los enunciados a partir de las reglas del lenguaje (semántica,
sintáctica y pragmática). Se presume que el legislador conoce y utiliza lenguaje estándar.

ii) Argumento de la constancia terminológica. Tiene que ver con el uso de los términos o las
palabras en un determinado contexto o texto legal. Se realiza atendiendo al principio de
racionalidad praxeológica, según el cual, cuando el legislador utiliza un término lo hace de
forma constante o con el mismo propósito. Por tanto, cuando quiera decir una misma cosa,
utilizará el mismo vocablo, pero si quiere decir una diferente utilizará un vocablo distinto. Ej:
no tiene el mismo significado “grado” en derecho civil, que en derecho penal.

b. Interpretación sistemática
De acuerdo con el contexto normativo, es posible encontrar diversos criterios que guardan relación
con la concepción del ordenamiento como un sistema compuesto por elementos que están
interrelacionados. Se tiene en cuenta el contexto o sector en el que se prevé la disposición a
interpretar.

Tipos:
i) Argumento de las sedes materiae. Este argumento requiere que la interpretación se realice
atendiendo a la localización de la norma. Es decir, el significado que se otroga depende del
contexto normativo en el que esté incluida. Este criterio responde al presupuesto del
legislador racional que ordena de forma sistemática el ordenamiento, y hay un orden de las
materias tratadas.

ii) Argumento económico o de no redundancia. La interpretación se realiza partiendo de la


presunción de que el legislador no reitera lo dispuesto en otra disposición. Es decir, ninguna
norma reitera lo dispuesto en otra norma porque el legislador no es redundante. Este
argumento permite que en caso de duda sobre el significado de una disposición se rechace que
pueda significar lo establecido en otra disposición3

iii) Argumento a coharentia o de la coherencia. La interpretación puede tener un doble sentido.


En primer lugar, permite rechazar posibles significados contradictorios con el significado de
otras disposiciones normativas, ya que generaría una incoherencia. En segundo lugar, porque
requiere que se interprete de forma coherente con el significado atribuido a otras
disposiciones.

iv) Argumento a partir de los principios. Similar al anterior, este criterio permite que la
interpretación se realice buscando la mayor coherencia con los principios jurídicos que
forman parte o inspiran el sistema jurídico o el sector en que se encurentre la disposición.

3
Por ejemplo, el TC en la STC 49/1984 ha entendido que el apartado 1.27 del artículo 149 de la CE y, en
particular, la expresión “y en general, de todos los medios de comunicación”, no puede incluir materias que
están reguladas en otros preceptos.
Cuando se recurra a este criterio, entonces, el significado no puede contradecir el principio o
los principios vigentes para este sector.

c. Interpretación funcional
Apela a las funciones o los fines para los que se crea la disposición normativa a interpretar, es decir, la
ratio legis, o los elementos relativos a la comunidad o sociedad en la que se inserta. Esta
interpretación también se ha denominado lógica, psicológica o teleológica.
Es la que se recoge en el art. 3 del Código Civil español, cuando menciona que las normas han de ser
aplicadas atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas.

Tipos:
i) Argumento histórico. Según este, la interpretación de una disposición se realiza atendiendo
al significado y la forma dados por normas previas que han regulado la misma institución. Es
decir, de acuerdo con la evolución histórica de la norma y con los antecedentes de la norma.

ii) Argumento subjetivo o psicológico. La interpretación se realiza atendiendo a la voluntad,


fines o propósitos por los que el legislador aprobó dicha norma. Se diferencia del anterior
porque en este caso se alude al legislador concreto, no a la evolución de las distintas normas
que hayan podido abordar esta materia.

iii) Argumento teleológico. En este argumento se parte de la premisa de que el legislador


aprueba normas para conseguir unos determinados propósitos o fines, de modo que el
significado que se atribuya debe ser coincidente o promover dichos fines.

iv) Argumento evolutivo o actualizador. La interpretación se realiza partiendo del supuesto de


que el legislador adapta el sistema normativo al cambio de las circunstancias sociales en la
comunidad donde rigen las normas. Por tanto, si cambian las circunstancias en las que deben
aplicarse estas normas, el significado que se atribuya a las disposiciones debe ser acorde.

v) Argumento de las consecuencias. Segúne este, la interpretación de un enunciado normativo


debe realizarse evitando la creación de consecuencias negativas desde un punto de vista
social, económico, ético, etc.

vi) Argumento pragmático. Requiere que la interpretación se realice atendiendo a conseguir una
mayor efectividad, y evitar interpretaciones no útiles. Este y el anterior se han vinculado al
argumento especial de reducción al absurdo puesto que en ocasiones ha servido para evocar
este tipo de razonamientos.

d. Criterios sustantivos o materiales de interpretación


La aparición del estado constitucional produjo que se introdujesen elementos nuevos para atribuir
significados a los enunciados jurídicos más allá de los estrictamente derivados del propio
ordenamiento. Esto llevó a introducir dos criterios interpretativos de carácter material: la
interpretación del derecho conforme a los derechos humanos y la denominada perspectiva de género.
i) La interpretación conforme a los derechos humanos
La evolución y el peso de las normas de derechos humanos han permitido que estos derechos entren
en los sistemas jurídicos constituyendo un criterio de interpretación de las normas estatales. En el
artículo 10.2 CE contempla un criterio específico de interpretación que pone en consonancia nuestro
ordenamiento con el derecho internacional de los derechos humanos
Al mismo tiempo estos derechos se introducen en los ordenamientos internos, pero se integran en los
derechos fundamentales reconocidos en las constituciones. Gracias a esta cláusula constitucional, los
tratados en esta materia ratificados por España pasan a ser normas de derecho interno, y los derechos
humanos se convierten en criterios interpretativos en caso de dudas sobre el significado, el contenido
y el alcance de los derechos fundamentales.
Podemos decir, por tanto, que en el marco de un estado constitucional no sólo aparecen cláusulas o
criterios interpretativos, sino que integran los derechos humanos.

ii) La perspectiva de género


La igualdad ha sido uno de los ámbitos en los que la evolución habida en la esfera internacional ha
servido para interpretar las normas de y en nuestro propio ordenamiento. El principio de igualdad y no
discriminación es una fuente de criterios de interpretación de gran transcendencia.
Desde mediados del siglo XX se abre paso un nuevo criterio, la perspectiva de género, que requiere
tomar como estándar la igualdad entre mujeres y hombres.
La perspectiva de género merece una atención especial, porque se trata de un criterio de interpretación
que es condicionante material o que tiene contenido material porque presupone el resultado de la
interpretación y porque excede de los anteriores, es decir, el resultado se orienta a la consecución de la
igualdad. Se trata de un criterio reciente, aunque consolidado en todas las áreas del derecho.
La perspectiva de género es un marco interpretativo procedente de teorías críticas iusfeministas. Nos
interesa detenernos en su concreción como criterio interpretativo del derecho.
A nivel internacional, esta perspectiva ha servido para interpretar los textos de derechos humanos, de
forma que al exigir tener en cuenta las experiencias de mujeres y hombres en el disfrute de estos
derechos, ha podido identificar las diferentes formas en las que han sido vulnerados.
En nuestro ordenamiento cabe implementar y consolidar esta perspectiva de género a la hora de
interpretar y de dotar de contenido las normas jurídicas. Básicamente, exige dotar de significado las
normas teniendo en cuenta la realidad social en la que vivimos y promover una interpretación de las
normas acorde a esta realidad o en consonancia con normas, principios o valores como la igualdad.
(Ejemplos de aplicación de este criterio en la página 179 del manual)
En definitiva, la perspectiva de género no coincide estricta y solamente con el criterio sistemático ni
con el evolutivo, por lo que los supera tanto por su contenido como por las obligaciones que genera.
Se trata de una perspectiva que se aplica en la mayoría de las áreas del derecho y en diversas
instancias, pues dispone la obligación de evaluar el impacto de género de todas las disposiciones
normativas y políticas públicas que vayan a aprobarse. Por tanto, antes de aprobar una medida, se
debe analizar el impacto que su contenido pueda o vaya a tener en hombres y mujeres.
4.3 Argumentos especiales
Existen ciertas formas de argumentación que se usan especialmente en la metodología jurídica y que
pueden expresarse como inferencias lógicas o lógicamente válidas. Esto no significa que no se utilicen
otros argumentos.
i) Argumento a contrario. La interpretación se realiza atendiendo a la voluntad del legislador y
a la literalidad de las normas. Parte de la tesis de que las expresiones legales significan
exactamente lo que significan, y en ningún caso otra cosa. Hay un significado literal, y no
otro más amplio. Sin embargo, al mismo tiempo puede ser un argumento creativo, según el
cual, si el legislador ha establecido una consecuencia jurídica para una serie de supuestos, ha
querido excluir dicha consecuencia para el resto.

ii) Argumento analógico. La analogía permite la autointegración de las lagunas, es decir, casos
de vacíos normativos. Se distingue entre analogia legis y analogia iuris.
a. Analogia legis. Es la analogía de la ley. Consiste en la transposición de la solución
que una norma dada ofrece para un caso a un supuesto de hecho no regulado en
aquella, pero del que podemos argumentar su semejanza.
b. Analogia iuris. Acude a los principios implícitos para colmar la falta de regulación y
procede de lo particular a lo general, a través de un razonamiento inductivo, de un
cierto número de normas formulando el principio general implícito o tácito
informador de todas ellas, y en un segundo momento se construye el razonamiento
analógico. El caso en cuestión no encuentra solución exacta en ninguna de estas
normas, pero queda subsumido en el principio general extraído.

iii) Argumento a fortiori. Este procedimiento argumentativo sugiere que si una norma predica
una solución normativa para un supuesto, existen razones para justificar que también se dé esa
solución normativa a otro supuesto “con mayor razón”. El criterio en este caso no es la
semejanza, como en la analogía, sino el merecimiento.
a. Argumento a maiore ad minus. Se aplica a calificaciones ventajosas, leyes permisivas,
facultades. Significa que el que tiene derecho a lo más, tiene derecho a lo menos. Por
ejemplo, si un banco está autorizado a prestar dinero al 15%, con mayor razón lo
estará para prestarlo al 8%.
b. Argumento a minore ad maius. Se aplica a prohibiciones o calificaciones
desventajosas. Significa que si se prohíbe lo menos, se prohíbe lo más. Por ejemplo,
si está prohibido fumar en lugares públicos o cerrados, se prohíbe lo más, esnifar
cocaína.
iv) Argumento apogógico (o de reducción al absurdo). Este argumento requiere que la
interpretación que se realice no pueda concluir o conducir a resultados absurdos, por
imposibles o por inaceptables. La percepción de lo absurdo puede ser algo controvertible. Se
entiende absurda, en este argumento, como que carece de sentido. Por ejemplo, si se prohíbe
la entrada de animales a los autobuses, no tiene sentido entender a los humanos como
animales, pues entonces la existencia de los autobuses carecería de sentido.

5. La aplicación del derecho


La aplicación del derecho se orienta a la resolución de casos o controversias particulares, con arreglo
a lo establecido en las fuentes del derecho. Se lleva a cabo por el poder judicial en la mayoría de
casos.
Los órganos jurisdiccionales no son los únicos que pueden resolver conflictos. Existen también
medios alternativos como el arbitraje, la mediación y la conciliación. Además, hay múltiples casos en
los que la aplicación del derecho depende de autoridades administrativas que deciden sobre nuestros
derechos (como los ayuntamientos) o de agentes privados (una empresa). Lo decisivo en estos casos
es que podemos llevar la controversia ante un juez para que decida si la aplicación de las normas ha
sido conforme a derecho.

La estructura de la norma jurídica determina el proceso de aplicación del derecho y,


consecuentemente, la propia estructura de las sentencias. La aplicación del derecho es la
imputación de consecuencias jurídicas a unos hechos concretos. La norma jurídica aparece como
formada por dos elementos diferentes: consecuencia jurídica y supuesto de hecho. “Si es A, debe de
ser B”. Por tanto, la aplicación del derecho consiste en establecer cuáles son los hechos sobre los que
se produce la controversia. Si tales hechos se corresponden con el supuesto de hecho de la norma,
debe decidirse aplicar la consecuencia jurídica prevista en la norma misma.
En correspondencia con esta estructura, la sentencia tiene tres partes: fundamentos de hecho
(reconstrucción de los hechos), fundamentos de derecho (identificación de la norma aplicable) y fallo
(determinación de las consecuencias jurídicas correspondientes).

6. Reglas básicas de la adjudicación

Adjudicación → el acto de decidir o resolver una cuestión jurídica.


Según Hart, las reglas de adjudicación son las reglas que otorgan competencia a los jueces para
establecer si se ha infringido o no una regla en un caso concreto.
El proceso consta de las siguientes fases:
1. Determinación de los hechos que han originado la controversia

2. Búsqueda e identificación de la norma aplicable al supuesto controvertido.

3. Fijación del sentido de la norma previamente seleccionada (interpretación).

4. Asignación al caso de las consecuencias previstas en la norma.

Calificación → el acto mediante el cual se catalogan los hechos, conforme a las categorías jurídicas4
Aquellos hechos que el jurista no pueda catalogar conforme a las categorías fijadas en el supuesto de
hecho de la norma son irrelevantes desde el punto de vista judicial. Esta fase de examinación de los
hechos suele ser la más controvertida, pues se oponen las alegaciones de las partes. La labor del juez
es determinar inequívocamente la calificación jurídica de los hechos.

4
Por ejemplo, si se ha cometido de forma deliberada o involuntaria. La respuesta penal será diferente
dependiendo del caso.
Las decisiones judiciales deben justificarse.
La autoridad judicial no puede resolver estas cuestiones apelando únicamente a su posición de
autoridad. Las justificaciones han de ser congruentes, coherentes y estar motivadas5. La motivación
tiene que ver con la argumentación y con la justificación apoyada en razones, pues la decisión del juez
no es una conclusión lógica derivada de unas premisas, ni una actividad mecánica.
La necesidad de motivar cualquier tipo de resolución judicial también tiene que ver con los problemas
de la aplicación del derecho: lagunas y vacíos legales, términos ambiguos o indeterminación de la
consecuencia jurídica.
La discrepancia entre jueces a la hora de dictar sentencia está institucionalizada mediante el voto
particular, donde el juez que no comparta el criterio mayoritario puede exponer sus razones.
La justificación de las sentencias también es una parte del derecho fundamental a tener una tutela
efectiva de los jueces y tribunales, y puede ser defendido en recurso de amparo.
La motivación significa explicar la fundamentación mediante un razonamiento lógico. Debe contener
los elementos y razones de juicio que permitan conocer cuáles han sido los criterios jurídicos que
fundamentan la decisión.
Una resolución judicial está justificada únicamente si lo está tanto internamente como externamente.
No basta con reconstruir el itinerario lógico desde la calificación de los hechos hasta la aplicación de
la consecuencia jurídica, sino que también hay que aportar las razones materiales (de contenido, de
fondo) que apoyan cada una de las premisas del razonamiento.

Las sentencias tienen una estructura en tres partes: fundamentos de hecho, fundamentos de derecho
y fallo. Por tanto, la justificación debe hacerse según esta estructura.

7. Justificación de la premisa fáctica


Son las razones probatorias relativas a la realidad y a los hechos. Se trata del deber de constatar que el
hecho ha ocurrido realmente. Es necesaria, además, la construcción del hecho, es decir, darle un
significado jurídico. Se prueban tanto los hechos como los enunciados sobre los hechos que tienen
relevancia jurídica.
La averiguación y comprobación de los hechos no es una actividad libre en la que las partes o el juez
pueden buscar o constatar la verdad de cualquier modo. Tiene una serie de límites y restricciones:
medios que pueden utilizarse, plazos... Debe hacerse según las reglas procedimentales de la actividad
probatoria, los medios de prueba, la valoración y sus resultados.
La justificación de una premisa fáctica tiene dos tipos de incógnitas:
1. Problemas de prueba, lo que realmente ocurrió.
2. Problemas de calificación, calificar la conducta como X (ej. Robo)
Para que la decisión sea correcta es preciso que la norma que se va a aplicar al caso esté vigente y que
encaje en el caso que se juzga. Por tanto, los hechos que se han dado como verdaderos han de

5
La motivación de la sentencia es la parte de la sentencia que indica las razones que han conducido al juez a
fallar en uno u otro sentido, demostrando que la decisión no es arbitraria.
ajustarse a la descripción fáctica (la descripción del hecho expresado de forma general y abstracta, por
ejemplo, “quien matare a otro”).

La valoración de la prueba se refiere a la asignación de un grado de verosimilitud a los resultados


obtenidos por los medios de prueba. Existen dos grandes modelos:
a) Modelo de prueba legal, o de prueba tasada. El legislador asignaba un valor a cada prueba.

b) Modelo de libre convicción. Impide dar por probado algo que el juzgador no lo considera
como tal, tienda a ofrecer un grado de probabilidad suficiente.

Aquí hay que hacer mención a los requisitos probatorios, entre todos ellos:
1. Confirmación. Para establecer nexos causales.
2. No refutación. Las hipótesis pierden su fundamento cuando son convenientemente refutadas.
3. Principio de presunción de inocencia
4. In dubio pro reo. Si la hipótesis acusatoria no ha alcanzado la credibilidad suficiente de
acuerdo con el modelo de libre convicción, debe imponerse la hipótesis absolutoria.

Los problemas de prueba conocen dos límites, pues en la aplicación del derecho ni toda la forma de
alcanzar la verdad está justificada, ni está claro que el proceso nos lleve a conocerla:
1. Límites normativos. Son presunciones, hechos relevantes a probar, pruebas admisibles,
plazos y forma en que deben entregarse.
2. Límites epistémicos. Qué hechos cabe deducir, a partir de otros conocidos, siguiendo las
reglas de la lógica.

8. Justificación de la premisa normativa


Es la enmarcación del caso concreto en el contexto de una norma jurídica de carácter abstracto y
general, y la resolución del caso en relación con los criterios de ésta norma jurídica.
Son dos los problemas fundamentales de ésta justificación:
1. Selección de la norma aplicable al caso, pues puede haber varias normas aplicables al caso
concreto.

2. Determinar el sentido de la norma. Habrá que determinar su sentido, es decir, interpretar la


norma atribuyéndole un significado. La norma seleccionada ha de resultar formal y
sustancialmente válida. Se ha de confirmar que el caso particular que se juzga forma parte del
conjunto de casos para los que la norma general preveía la aplicación.

El derecho no se regula por normas absolutamente objetivas o científicas. Se introducen elementos


políticos, ideológicos o éticos. Se intenta someterlo a criterios razonables, racionalizándolo. El
derecho debe realizar dos grandes valores de la vida jurídica: la justicia y la seguridad.
9. La actividad creativa de jueces y tribunales
Debido a los problemas de la aplicación del derecho como lagunas, vacíos legales, ambigüedades y
otros, ésta actividad va acompañada de una actividad creativa por parte de jueces y tribunales.
Este margen de creación del derecho no debe confundirse con la arbitrariedad. El riesgo de un exceso
de personalismo se salva por la existencia de segundas instancias y, sobre todo, del Tribunal Supremo,
que tiene la misión de unificar la interpretación y disminuir las diferencias de criterio.
Lo que ocurre es que los jueces o tribunales no crean derecho de la nada, sino que lo crean a partir del
uso u de la maleabilidad de éste mismo. Por eso decimos que el derecho es sobre todo argumentación,
la capacidad de razonar desde una visión comprometida con los valores y fines que persigue éste.

También podría gustarte