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Principios básicos de la prisión preventiva:

La nueva regulación constitucional recoge los principios básicos que


deben presidir esta institución:

1.- Jurisdiccionalidad, al disponer que procederá por orden


descrita de jueza o juez competente.

2.- Excepcionalidad, en cuanto la prisión preventiva sólo procederá


en los casos, por el tiempo y con las formalidades establecidas por
la ley.

3.- Proporcionalidad, que en sus acepciones permite distinguir la


idoneidad de la medida para conseguir el fin propuesto y su
necesidad en sentido estricto, por lo que la prisión sólo se adoptará
cuando objetivamente sea necesaria y cuando no existan otras
medidas gravosas a través de las cuales puedan alcanzarse los
mismos fines que con la prisión provisional, por lo que la
Constitución ha previsto que ?La jueza o juez siempre podrá
ordenar medidas cautelares distintas a la prisión preventiva.?

Finalidades de la prisión preventiva:

A través de esta institución el Estado no desconoce la


presunción de inocencia, sino que el carácter provisional de la
medida responde a la necesidad de asegurar el cumplimiento de los
fines del proceso penal, por lo que la adopción de la prisión
provisional tiende esencialmente:

Asegurar la presencia del imputado en el proceso


cuando pueda inferirse riesgo de fuga. Para valorar la
existencia de este peligro, se atenderá conjuntamente la
naturaleza del hecho, la gravedad de la pena que pudiera
imponerse al imputado y el grado de peligrosidad del infractor.

Evitar la ocultación, alteración o destrucción de las


pruebas relacionadas con el enjuiciamiento.

Evitar que el imputado pueda actuar contra bienes


jurídicos de la víctima y de la comunidad en general; y

Evitar el riesgo de que el imputado cometa otros hechos


delictivos, actuando unilateralmente o concertado con otras
personas de forma organizada.
INFORME SOBRE EL USO DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN
LAS AMÉRICAS
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS - 2013

El criterio de excepcionalidad en la aplicación de la prisión preventiva está


directamente relacionado con el derecho a la presunción de inocencia. El
fundamento del uso excepcional de esta medida cautelar estriba precisamente en
el hecho de que es la más severa que se puede imponer a un imputado, pues
implica precisamente su encarcelamiento, con todas las consecuencias reales que
esto conlleva para él y su familia.
A este respecto, resulta ilustrativo el siguiente criterio expresado por el Juez
Sergio García Ramírez:

[L]a prisión preventiva […] [es] la más severa de las medidas cautelares que
hasta hoy conserva el enjuiciamiento penal, en tanto entraña una restricción
profunda de la libertad, con muy importantes consecuencias.
Solemos afirmar que la prisión preventiva no es una verdadera sanción; no
constituye una medida punitiva, sino apenas precautoria y efímera.
Técnicamente, es cierto. Sin embargo, considerado este fenómeno de cara a la
realidad –aunque ésta tropiece con el tecnicismo– la prisión preventiva no difiere
en nada, salvo en el nombre, de la prisión punitiva: ambas son privación de
libertad, se desarrollan (a menudo) en pésimas condiciones, causan al sujeto y a
quienes le rodean un severo gravamen material y psíquico, y traen consigo
repercusiones de largo alcance, a veces devastadoras. […] Por ello, entre otras
cosas, es preciso ponderar

Además, representa un riesgo para el goce del derecho a la presunción de


inocencia y las garantías del debido proceso legal, incluido el derecho a la
defensa198.
Así pues, en atención a la propia naturaleza de la prisión preventiva como la
medida más grave que se puede imponer a un acusado, la Corte Interamericana
ha establecido consistentemente desde hace una década que: “su aplicación debe
tener carácter excepcional, limitado por los principios de legalidad, presunción de
inocencia, necesidad y proporcionalidad, de acuerdo con lo que es estrictamente
necesario en una sociedad democrática”199. Este principio también ha sido
reconocido en instrumentos universalmente aceptados por la comunidad
internacional, como las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos que
disponen que “[e]n el procedimiento penal sólo se recurrirá a la prisión
preventiva como último recurso” (Regla 6.1).

En términos prácticos, el principio de excepcionalidad implica que sólo


procederá la prisión preventiva cuando sea el único medio que permita asegurar
los fines del proceso, porque se pueda demostrar que otras medidas menos
lesivas resultarían infructuosas a esos fines. Por eso, siempre se debe procurar su
sustitución por una de menor gravedad cuando las circunstancias así lo
permitan200.

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