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Juan Jesús Nieva, DNI 29.896.512, Oficial Primero de la Policía de la Ciudad, Legajo 77.155
con Domicilio Real en Calle 516 E/ 6164 y 615 Berazategui, Pcia de Buenos Aires; y
constituyendo Domicilio Especial en Guaraní 198, Planta Baja “B”, C.A.B.A. y electrónico en
camibau361@gmail.com. Por derecho propio y como mejor proceda en el Expediente
Electrónico 2018-09971518-MGEYA-DCDPROF me presento a usted y respetuosamente
digo:
2. Hechos:
Durante el transcurso de los meses de febrero y marzo del año 2018 me encontraba
atravesando una gravísima situación personal y familiar debido a los constantes
problemas de salud que presentaba mi hija afín menor de edad de (9) nueve años,
como consecuencia de que la misma posee una discapacidad motriz de nacimiento
consistente en una “displasia congénita de cadera”. Se trata de una patología que
implica perdida de movilidad, dolor y degeneración articular y por la cual ya había
sido intervenida quirúrgicamente en (3) tres oportunidades.
La última de estas operaciones se le practicó en el servicio de ortopedia y
traumatología del Hospital Garrahan el día 19 de diciembre del año 2017, siendo que
luego de ser dada de alta se le colocó un yeso que abarcaba la totalidad de su
abdomen, cadera y pierna izquierda, quedando la misma completamente inmovilizada y
en reposo absoluto por un lapso mínimo de (30) treinta días con posterioridad a dicha
cirugía. Debido a esa circunstancia, decidí usufructuar los (10) diez días de licencia
por familiar a cargo previstos en la Ley 5688 correspondientes a ese año (2017).
Sin embargo, y en virtud de que mi esposa bajo ningún punto de vista podía hacerse
cargo sola de la menor (había que alimentarla, higienizarla constantemente, cargarla en
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brazos, etc) y de nuestro otro hijo de (2) dos años decidí usufrutuar los (10) diez días
de esa misma licencia correspondientes al año 2018 y acoplarlos con (10) diez
días de licencia anual que se me autorizó a gozar, lo cual me permitió abocarme al
cuidado de mi hija en forma exclusiva hasta finalizado el mes de enero del año 2018.
Finalizadas dichas licencias, me reintegré a mis tareas habituales los primeros días del
mes de febrero a pesar de que la grave situación familiar por la que estaba pasando no
solo no había mejorado, sino que empeoraba día tras día.
En este sentido, mi esposa había comenzado a presentar problemas de salud
relacionados con la fuerte situación de estrés que estábamos atravesando. Empezó a
sentir constantes ataques de ansiedad, pánico y claustrofobia que le impedían en
muchas ocasiones siquiera salir a la puerta de nuestra vivienda. Sin embargo, la
misma prescindió en muchas oportunidades de acudir al médico, ignorando y
minimizando los síntomas con el objeto priorizar la salud de nuestra hija en un claro
gesto maternal altruista.
Por mi parte, comencé a padecer fuertes dolores lumbares originados en los
constantes esfuerzos físicos que realizaba para asistir a mi hija además de una
aguda, pero intermitente gastroenterocolitis producto del estrés que la situación
familiar me generaba. En consecuencia, a partir de mediados del mes de febrero gocé
de varias licencias médicas, las cuales en su mayoría fueron concedidas en mi
domicilio particular por el servicio médico ambulatorio toda vez que en casi todas las
ocasiones se me dificultaba muchísimo deambular y concurrir por mis propios
medios a un centro médico.
No obstante ello, y en virtud de que mi situación económica no era la mejor, trataba de
reducir al mínimo los días de licencia por enfermedad de tratamiento breve y por lo
tanto me reintegraba a mis funciones muchas veces sin estar del todo recuperado.
Ahora bien, sin perjuicio de ello, lo cierto y relevante a fin de cuentas es que todas las
licencias médicas que gocé fueron correctamente expedidas y rubricadas por
facultativos y asimismo en TODAS LAS OPORTUNIDADES AVISÉ CON LA
SUFICIENTE ANTELACIÓN TAL Y COMO MARCAN LOS PROTOCOLOS
APLICABLES a los efectos de no generar perjuicios al servicio ordinario.
Lo que no hice en varias oportunidades (y por supuesto RECONOZCO) fue concurrir al
servicio médico laboral a validarlas dentro de las 24 horas como bien se ordenó
oportunamente a través de la Orden del día, más no por rebeldía ni por
desconocimiento de los deberes a mi cargo sino por Real y verdadera falta de
tiempo.
A raíz de dicha omisión, se me cursó a mi domicilio una citación para realizar la
validación de dichas licencias médicas. EN NINGÚN MOMENTO (vale aclarar) SE ME
INTIMÓ A REINTEGRARME AL SERVICIO BAJO APERCIBIMIENTO DE TENERSE
CONFIGURADO UN ABANDONO DE SERVICIO.
Más bien, en dicha “citación urgente” se reconoció EXPRESAMENTE que en
todos los casos DI EL CORRESPONDIENTE AVISO DE LICENCIA.
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3. Fundamentos:
Antes que nada, quisiera aclarar que bajo ningún punto de vista pretendo negar
ni mucho menos desconocer los deberes a mi cargo referentes a la necesidad de
validar las licencias médicas en los centros de medicina laboral. Simplemente,
pretendo demostrar en base a consideraciones de hecho y de derecho que la sanción
de (20) veinte días que se me ha impartido es absolutamente irrazonable y
desproporcionada en relación a la falta cometida y en relación a los graves vicios de los
que adolece todo el procedimiento llevado a cabo desde el dictado de la resolución
2018-600- SJPCDAD que dispuso mi pase a servicio pasivo hasta el dictado de la
resolución 2020-410- GCABA-JPCDAD que pone fin al sumario administrativo.
Así las cosas, en primer lugar quiero poner énfasis en la grave y desesperante
situación en la que me encontraba en aquél momento, la cual requería una total y
exclusiva dedicación de mi parte. Desde ya, es muy difícil transitar por el difícil
camino que atravesamos los padres de niños con discapacidades, máxime
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cuando nos dedicamos como en mi caso a una profesión tan esencial e impostergable
como lo es la Seguridad Pública.
Comprendo perfectamente la necesidad imperiosa de cumplir con todas las normativas
y disposiciones reglamentarias inherentes a la función policial, sin embargo no es
menos cierto que desde un primer momento se han obviado Principios y Derechos de
orden público contenidos en la constitución nacional, la constitución de la CABA, los
tratados internacionales y por supuesto las leyes nacionales y locales.
Por otra parte y en lo atinente al Interés Superior del niño, el Artículo 3° de la Ley
establece en su último párrafo que: “…Cuando exista conflicto entre los derechos e
intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos e intereses
igualmente legítimos, prevalecerán los primeros…” (el resaltado me pertenece).
Asimismo, en el ámbito local, la Ley 114 de CABA (Ley de orden Público) establece
específicamente que:
“…Art. 3° - Aplicación e interpretación. En la aplicación e interpretación de la
presente ley, de las demás normas y en todas las medidas que tomen o en las que
intervengan instituciones públicas o privadas, así como los órganos legislativos,
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Art. 23 - Protección de la salud. A los efectos de garantizar el disfrute del nivel más
alto de salud el Gobierno debe adoptar medidas para:
“…f) proporcionar condiciones dignas para que la madre, el padre o la persona
responsable del cuidado de niños, niñas y adolescentes permanezca todo el
tiempo durante el cual se prolongue la internación en establecimientos de
salud…” (El resaltado me pertenece).
Visto toda esta normativa aplicable, cabe concluirse que en todas las decisiones
administrativas que se tomaron en torno a mi caso, se debió contemplar mi situación
personal y familiar de aquél momento, teniendo en cuenta el estado de salud de mi
hija afín, (la cual posee una discapacidad de nacimiento), el estado de salud de mi
esposa y por supuesto el propio.
Como bien señalé, (y sin ánimo de ser reiterativo) reconozco no haber presentado
los certificados médicos avalantes de mis licencias médicas en tiempo y forma.
Empero, NIEGO rotundamente haberlo hecho en forma injustificada toda vez que
las circunstancias de fuerza mayor por las que me encontraba transitando
ameritaban que dedicara cada momento libre al cuidado de mis seres queridos.
Asimismo, niego haber causado perjuicio de ningún tipo a la prestación del servicio, ya
que EN TODOS LOS CASOS en que usufructuaba licencias médicas, AVISABA a
la dependencia en la que presto servicios con la debida antelación, lo cual por
supuesto está completamente PROBADO y fuera de toda discusión.
Por otra parte, en lo atinente al artículo 180 INC 4to, no puedo dejar de señalar la
omisión de consignarse (y por supuesto valorarse) condiciones personales propias y de
mi núcleo familiar que desde todo punto de vista son relevantes a la hora de la
determinación de la mayor o menor gravedad de la sanción por el hecho imputado.
Así las cosas, pareciera no tener ningún tipo de relevancia el hecho de tener (2)
dos hijos menores de edad, siendo que uno de ellos tiene una discapacidad
motriz por la que fue intervenida en (3) tres oportunidades y en forma
contemporánea con los sucesos de autos.
Tampoco pareciera ser relevante la circunstancia de que mi esposa se encuentra
realizando tratamiento psicológico debido a los constantes ataques de pánico, ansiedad
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y estrés agudo que padece como consecuencia de la difícil situación que transitamos
en aquél tiempo.
Lo cierto es que en la resolución que aquí se impugna, se me impuso una sanción de
suspensión en el empleo por una duración de (20) veinte días, no existiendo en
dicho acto administrativo ningún tipo de fundamentación para arribarse a esa
cantidad de días. En este sentido, es sabido que las faltas disciplinarias de carácter
moderado se castigan con la suspensión en el empleo hasta un máximo de (45)
cuarenta y cinco días de duración, NO EXISTIENDO UN MÍNIMO. Es decir que el
mínimo podría ser tranquilamente de sólo (1) día.
En virtud de ello, entiendo necesario recordar que la determinación de la pena a
imponer está dada por el principio de culpabilidad contenido en el artículo 195 de
la Ley 5688 el cual establece que: “Toda sanción disciplinaria debe ser impuesta
en relación a la naturaleza y gravedad de la falta cometida y la circunstancia del
lugar, tiempo, medio empleado y modo de ejecución. Para la graduación de las
sanciones, se analiza también la personalidad y antecedentes del responsable”.
Asimismo, también se encuentra condicionada por las circunstancias agravantes (conf.
art 57 dto. 53/17) y las circunstancias atenuantes (conf. Art 62 dto. 53/17).
Así las cosas, y en virtud de todo lo hasta aquí desarrollado no cabe menos que
concluirse que la sanción impuesta de (20) veinte días de suspensión es
absolutamente desproporcionada e irrazonable en relación a la falta cometida.
Pero por sobre todas las cosas, en relación a las circunstancias particulares del
caso, las cuales por supuesto ya han sido acabadamente explicadas y
acreditadas fehacientemente.
5. Prueba:
PROVEER DE CONFORMIDAD.
SERA JUSTICIA.