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2020- “Año del General Manuel Belgrano”

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 25 de marzo de 2020.

INTERPONE RECURSO DE RECONSIDERACIÓN Y JERÁRQUICO EN SUBSIDIO.

Juan Jesús Nieva, DNI 29.896.512, Oficial Primero de la Policía de la Ciudad, Legajo 77.155
con Domicilio Real en Calle 516 E/ 6164 y 615 Berazategui, Pcia de Buenos Aires; y
constituyendo Domicilio Especial en Guaraní 198, Planta Baja “B”, C.A.B.A. y electrónico en
camibau361@gmail.com. Por derecho propio y como mejor proceda en el Expediente
Electrónico 2018-09971518-MGEYA-DCDPROF me presento a usted y respetuosamente
digo:

1. Objeto: Que de conformidad a lo normado en los artículos 103 y subsiguientes del


Decreto 1510/97, en concordancia con lo dispuesto en el artículo 202 de la ley 5688
vengo a interponer en legal tiempo y forma Recurso de Reconsideración y
subsidiariamente Recurso Jerárquico contra la Resolución N° 2020-410 GCBA-
DCDPROF.

2. Hechos:

Durante el transcurso de los meses de febrero y marzo del año 2018 me encontraba
atravesando una gravísima situación personal y familiar debido a los constantes
problemas de salud que presentaba mi hija afín menor de edad de (9) nueve años,
como consecuencia de que la misma posee una discapacidad motriz de nacimiento
consistente en una “displasia congénita de cadera”. Se trata de una patología que
implica perdida de movilidad, dolor y degeneración articular y por la cual ya había
sido intervenida quirúrgicamente en (3) tres oportunidades.
La última de estas operaciones se le practicó en el servicio de ortopedia y
traumatología del Hospital Garrahan el día 19 de diciembre del año 2017, siendo que
luego de ser dada de alta se le colocó un yeso que abarcaba la totalidad de su
abdomen, cadera y pierna izquierda, quedando la misma completamente inmovilizada y
en reposo absoluto por un lapso mínimo de (30) treinta días con posterioridad a dicha
cirugía. Debido a esa circunstancia, decidí usufructuar los (10) diez días de licencia
por familiar a cargo previstos en la Ley 5688 correspondientes a ese año (2017).
Sin embargo, y en virtud de que mi esposa bajo ningún punto de vista podía hacerse
cargo sola de la menor (había que alimentarla, higienizarla constantemente, cargarla en
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brazos, etc) y de nuestro otro hijo de (2) dos años decidí usufrutuar los (10) diez días
de esa misma licencia correspondientes al año 2018 y acoplarlos con (10) diez
días de licencia anual que se me autorizó a gozar, lo cual me permitió abocarme al
cuidado de mi hija en forma exclusiva hasta finalizado el mes de enero del año 2018.
Finalizadas dichas licencias, me reintegré a mis tareas habituales los primeros días del
mes de febrero a pesar de que la grave situación familiar por la que estaba pasando no
solo no había mejorado, sino que empeoraba día tras día.
En este sentido, mi esposa había comenzado a presentar problemas de salud
relacionados con la fuerte situación de estrés que estábamos atravesando. Empezó a
sentir constantes ataques de ansiedad, pánico y claustrofobia que le impedían en
muchas ocasiones siquiera salir a la puerta de nuestra vivienda. Sin embargo, la
misma prescindió en muchas oportunidades de acudir al médico, ignorando y
minimizando los síntomas con el objeto priorizar la salud de nuestra hija en un claro
gesto maternal altruista.
Por mi parte, comencé a padecer fuertes dolores lumbares originados en los
constantes esfuerzos físicos que realizaba para asistir a mi hija además de una
aguda, pero intermitente gastroenterocolitis producto del estrés que la situación
familiar me generaba. En consecuencia, a partir de mediados del mes de febrero gocé
de varias licencias médicas, las cuales en su mayoría fueron concedidas en mi
domicilio particular por el servicio médico ambulatorio toda vez que en casi todas las
ocasiones se me dificultaba muchísimo deambular y concurrir por mis propios
medios a un centro médico.
No obstante ello, y en virtud de que mi situación económica no era la mejor, trataba de
reducir al mínimo los días de licencia por enfermedad de tratamiento breve y por lo
tanto me reintegraba a mis funciones muchas veces sin estar del todo recuperado.
Ahora bien, sin perjuicio de ello, lo cierto y relevante a fin de cuentas es que todas las
licencias médicas que gocé fueron correctamente expedidas y rubricadas por
facultativos y asimismo en TODAS LAS OPORTUNIDADES AVISÉ CON LA
SUFICIENTE ANTELACIÓN TAL Y COMO MARCAN LOS PROTOCOLOS
APLICABLES a los efectos de no generar perjuicios al servicio ordinario.
Lo que no hice en varias oportunidades (y por supuesto RECONOZCO) fue concurrir al
servicio médico laboral a validarlas dentro de las 24 horas como bien se ordenó
oportunamente a través de la Orden del día, más no por rebeldía ni por
desconocimiento de los deberes a mi cargo sino por Real y verdadera falta de
tiempo.
A raíz de dicha omisión, se me cursó a mi domicilio una citación para realizar la
validación de dichas licencias médicas. EN NINGÚN MOMENTO (vale aclarar) SE ME
INTIMÓ A REINTEGRARME AL SERVICIO BAJO APERCIBIMIENTO DE TENERSE
CONFIGURADO UN ABANDONO DE SERVICIO.
Más bien, en dicha “citación urgente” se reconoció EXPRESAMENTE que en
todos los casos DI EL CORRESPONDIENTE AVISO DE LICENCIA.
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Sin perjuicio de lo expuesto, y más allá de que efectivamente me presenté el día 18 de


abril del 2018 en el servicio de medicina laboral y auditoría médica (quiénes
corroboraron la autenticidad y verosimilitud de cada licencia), con fecha 14 de
mayo se me notificó de la Resolución 2018-600- SJPCDAD mediante la cual se
dispuso mi cambio de situación de revista a servicio pasivo iniciándoseme entonces un
“Procedimiento especial de abandono de servicio”. Impugné en legal tiempo y forma a
través de la vía recursiva dicha resolución no obteniendo respuesta alguna, por lo que
con fecha 15 de agosto de ese mismo año presenté un pedido de pronto despacho,
siendo que tampoco obtuve repuesta al respecto.
Finalmente, con fecha 05 de diciembre de 2018 y ante la falta absoluta de certidumbre
respecto de mi situación y por supuesto mi desesperante situación económica presenté
un escrito solicitando una “nueva oportunidad laboral profesional” en la cual
básicamente reitere el contenido de mis anteriores escritos.
Luego de dicha presentación, finalmente con fecha 21 de enero de 2019, me notifique
de la Resolución 2019-80-GCBA-SJPCDAD mediante la cual se “convirtió” el
procedimiento del título v del Decreto 53/17 en un sumario administrativo tendiente a
investigar los hechos y deslindar responsabilidades respecto de los días de ausencia
señalados y adicionalmente se ordenó mi reintegro a servicio efectivo, previa
evaluación psico-diagnóstica.
Así las cosas, con fecha 12 de marzo del corriente año, me notifiqué la resolución del
sumario 2020-410- GCABA-JPCDAD, mediante la cual se me impuso una sanción de
suspensión en el empleo por un lapso de (20) veinte días, fundada en la supuesta
trasgresión a lo dispuesto en el artículo 9°, inc 2° del Régimen disciplinario y por la cual
vengo a presentar la presente impugnación.

3. Fundamentos:

Antes que nada, quisiera aclarar que bajo ningún punto de vista pretendo negar
ni mucho menos desconocer los deberes a mi cargo referentes a la necesidad de
validar las licencias médicas en los centros de medicina laboral. Simplemente,
pretendo demostrar en base a consideraciones de hecho y de derecho que la sanción
de (20) veinte días que se me ha impartido es absolutamente irrazonable y
desproporcionada en relación a la falta cometida y en relación a los graves vicios de los
que adolece todo el procedimiento llevado a cabo desde el dictado de la resolución
2018-600- SJPCDAD que dispuso mi pase a servicio pasivo hasta el dictado de la
resolución 2020-410- GCABA-JPCDAD que pone fin al sumario administrativo.
Así las cosas, en primer lugar quiero poner énfasis en la grave y desesperante
situación en la que me encontraba en aquél momento, la cual requería una total y
exclusiva dedicación de mi parte. Desde ya, es muy difícil transitar por el difícil
camino que atravesamos los padres de niños con discapacidades, máxime
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cuando nos dedicamos como en mi caso a una profesión tan esencial e impostergable
como lo es la Seguridad Pública.
Comprendo perfectamente la necesidad imperiosa de cumplir con todas las normativas
y disposiciones reglamentarias inherentes a la función policial, sin embargo no es
menos cierto que desde un primer momento se han obviado Principios y Derechos de
orden público contenidos en la constitución nacional, la constitución de la CABA, los
tratados internacionales y por supuesto las leyes nacionales y locales.

En este sentido, se ha prescindido (en todas las resoluciones administrativas


tomadas hasta aquí) de considerar toda la legislación en materia de protección
integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, a pesar de que desde
mi primera presentación puse en conocimiento a la autoridad administrativa de la
grave situación de salud por la que estaba atravesando mi hija de 9 años.
De lo contrario, probablemente se hubiesen tomado otras decisiones respecto de mi
situación, toda vez que el INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO es un principio de orden
público que obligatoriamente DEBE ser tenido en cuenta por todos los órganos
judiciales y administrativos al momento de tomarse cualquier tipo de decisión.

En este contexto, es preciso recordar lo dispuesto en algunos artículos de la Ley


26.061 dictada por el Congreso Nacional:

“…ARTICULO 2° — APLICACION OBLIGATORIA. La Convención sobre los


Derechos del Niño es de aplicación obligatoria en las condiciones de su vigencia, en
todo acto, decisión o medida administrativa, judicial o de cualquier naturaleza
que se adopte respecto de las personas hasta los dieciocho años de edad. Las niñas,
niños o adolescentes tienen derecho a ser oídos y atendidos cualquiera sea la forma en
que se manifiesten, en todos los ámbitos.
Los derechos y las garantías de los sujetos de esta ley son de orden público,
irrenunciables, interdependientes, indivisibles e intransigibles…” (El resaltado me
pertenece).

Por otra parte y en lo atinente al Interés Superior del niño, el Artículo 3° de la Ley
establece en su último párrafo que: “…Cuando exista conflicto entre los derechos e
intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos e intereses
igualmente legítimos, prevalecerán los primeros…” (el resaltado me pertenece).

Asimismo, en el ámbito local, la Ley 114 de CABA (Ley de orden Público) establece
específicamente que:
“…Art. 3° - Aplicación e interpretación. En la aplicación e interpretación de la
presente ley, de las demás normas y en todas las medidas que tomen o en las que
intervengan instituciones públicas o privadas, así como los órganos legislativos,
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judiciales o administrativos es de consideración primordial el interés de niños,


niñas y adolescentes (el resaltado me pertenece).
Art. 21 - Necesidades especiales. Las niñas, niños y adolescentes con necesidades
especiales de cualquier índole tienen derecho a disfrutar de una vida plena en
condiciones que aseguren su dignidad e integración igualitaria.

Art. 22 - Derecho a la Salud. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la


atención integral de su salud. Debe asegurarse su acceso gratuito, universal e
igualitario, sobre la base de la solidaridad.

Art. 23 - Protección de la salud. A los efectos de garantizar el disfrute del nivel más
alto de salud el Gobierno debe adoptar medidas para:
“…f) proporcionar condiciones dignas para que la madre, el padre o la persona
responsable del cuidado de niños, niñas y adolescentes permanezca todo el
tiempo durante el cual se prolongue la internación en establecimientos de
salud…” (El resaltado me pertenece).

Art. 34 - Responsabilidad de los padres. Incumbe a los padres la responsabilidad


primordial de la crianza y desarrollo de sus hijos/as para su protección y formación
integral. La Ciudad de Buenos Aires respeta los derechos y deberes de los padres
y les presta la ayuda necesaria para su ejercicio con plenitud y responsabilidad.
(El resaltado me pertenece).

Visto toda esta normativa aplicable, cabe concluirse que en todas las decisiones
administrativas que se tomaron en torno a mi caso, se debió contemplar mi situación
personal y familiar de aquél momento, teniendo en cuenta el estado de salud de mi
hija afín, (la cual posee una discapacidad de nacimiento), el estado de salud de mi
esposa y por supuesto el propio.
Como bien señalé, (y sin ánimo de ser reiterativo) reconozco no haber presentado
los certificados médicos avalantes de mis licencias médicas en tiempo y forma.
Empero, NIEGO rotundamente haberlo hecho en forma injustificada toda vez que
las circunstancias de fuerza mayor por las que me encontraba transitando
ameritaban que dedicara cada momento libre al cuidado de mis seres queridos.
Asimismo, niego haber causado perjuicio de ningún tipo a la prestación del servicio, ya
que EN TODOS LOS CASOS en que usufructuaba licencias médicas, AVISABA a
la dependencia en la que presto servicios con la debida antelación, lo cual por
supuesto está completamente PROBADO y fuera de toda discusión.

Por otra parte, en la instancia de la Clausura de la Instrucción del sumario


administrativo, no se cumplió acabadamente con las prescripciones del artículo 180 del
Decreto 53/17, en particular lo establecidos en los puntos 2, 3 y 4. Ello así, por cuanto
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que no se ha esgrimido ningún tipo de consideración alguna respecto de los elementos


de prueba ofrecidos en mis anteriores presentaciones, (certificados médicos y epicrisis
de mi hija, certificados propios, etc), con lo cual se omitió por completo todas las
Cuestiones relacionadas con el INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO que
necesariamente debieron ponderarse en virtud de todo el marco normativo que “ut
supra” se encuentra detallado.
Tampoco se tuvo en cuenta que fui erróneamente pasado a servicio pasivo sin goce de
sueldo, pues se encuentra PROBADO que luego resultó ser la propia administración
la que RECONOCIÓ que no se encontraban dadas las condiciones del abandono
de servicio y en consecuencia se “Reconvirtió” el procedimiento en aquél
previsto en el artículo 103 de la Reglamentación del régimen disciplinario.
Ahora bien, lo cierto es que permanecí en dicha condición de revista durante más de
(9) nueves meses, lo cual me ocasionó a mí y a mis seres queridos (entre los cuales
por supuesto se encuentran dos menores de edad, siendo uno de ellos
discapacitado) graves consecuencias patrimoniales al estar privado de mis haberes
que, vale recordar, tienen carácter alimentario.
Nótese a su vez que en el mencionado informe de clausura de instrucción, en los
acápites relativos a “La calificación legal de la conducta” y “Las condiciones personales
del sumariado que puedan tener influencia para determinar la mayor o menor gravedad
de la sanción por el hecho imputado” la fundamentación existe, pero es sólo
aparente.
Empero, no se realizó ninguna referencia REAL a los hechos para responder a estas
cuestiones. En primer lugar (y en cuanto a la calificación de la conducta) porque no se
explica ni siquiera en forma sucinta CUÁL es el perjuicio REAL que se causó con
la conducta material desplegada, máxime sabiendo que ello es la condición por
excelencia necesaria para imputar la falta descripta en el artículo 9°, inc 2°.
Habida cuenta de ello, a esta altura se encuentra fuera de discusión el hecho de que
siempre que me ausenté, lo hice avisando con la suficiente antelación con el objeto de
que la superioridad pudiese ejecutar la planificación del servicio sin ningún tipo de
sobresaltos y previendo la cantidad de personal disponible para cubrir los distintos
objetivos del despliegue territorial y consignas judiciales.
En consecuencia, entiendo que no causé ningún perjuicio de relevancia, ya que se trató
de una conducta que no produjo efectos al normal desempeño de la institución policial
y a su vez como bien expliqué; entiendo que se encuentra probado que obré en un
“Estado de necesidad Justificante”, el cual “ROMPE” el nexo de causalidad
existente entre mi conducta y el resultado producido.

La imposición de sanciones administrativas no solamente requiere la constatación de


un comportamiento antijurídico, sino también que dicha acción haya sido realizada por
un autor culpable. Dicho en otros términos, la conducta configurativa de la
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infracción debe haber sido cometida voluntariamente, exigiéndose una relación


psicológica consciente de causalidad entre la actuación imputada y la infracción
a las disposiciones administrativas.
Si bien el principio de culpabilidad no está contenido expresamente en ninguna
norma fundamental, surge implícitamente de lo que resulta ser su contracara: la
presunción de inocencia (Art. 18 CN, Art. 8.2 CADH, Art. 14.2 PIDCP, Art. 26 DADDH y
Art. 11.1 DUDH)2. La presunción de inocencia es una garantía procesal aplicable –con
distintos matices- a todos los tipos de procesos y supone que es la parte demandante o
acusadora la que tiene la carga de probar la responsabilidad del acusado o demandado
–ya sea la existencia del hecho ilícito o dañoso, la autoría del hecho, la relación de
causalidad entre el daño y el hecho, o el dolo o culpa del acusado. Asimismo, resulta
aplicable a todo tipo de procedimientos –incluyendo los administrativos- en los
que esté en discusión la determinación de los derechos y obligaciones de las personas.
De tal modo, si toda persona es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad, ello
implica que con carácter previo a la imposición de una sanción –mediante el ejercicio
del poder punitivo del estado- deberá acreditarse su obrar culposo.
De lo anterior se desprende la exigencia de haber acreditado que el particular cometió
la infracción administrativa obrando –cuanto menos- con culpa, lo que implica haber
tenido la posibilidad real y efectiva de ajustar las conductas a los mandatos de la ley.

La simple inobservancia no es el puro incumplimiento formal de una norma, sino que el


incumplimiento siempre estará referido a la norma de cuidado exigible en cada caso. La
diligencia exigible que en cada caso debe respetarse está positivizada en las normas
que regulan los distintos sectores, al establecer cuáles son las reglas de cuidado que
deben observarse en ese sector, marcando las fronteras del riesgo permitido en el
mismo y, por tanto, del injusto administrativo. Para que una persona pueda ser
castigada con una sanción administrativa, el principio de culpabilidad exige,
como presupuesto ineludible para aplicar una sanción, la posibilidad real y
efectiva de ajustar la conducta individual a los mandatos de las normas jurídicas.

Por otra parte, en lo atinente al artículo 180 INC 4to, no puedo dejar de señalar la
omisión de consignarse (y por supuesto valorarse) condiciones personales propias y de
mi núcleo familiar que desde todo punto de vista son relevantes a la hora de la
determinación de la mayor o menor gravedad de la sanción por el hecho imputado.
Así las cosas, pareciera no tener ningún tipo de relevancia el hecho de tener (2)
dos hijos menores de edad, siendo que uno de ellos tiene una discapacidad
motriz por la que fue intervenida en (3) tres oportunidades y en forma
contemporánea con los sucesos de autos.
Tampoco pareciera ser relevante la circunstancia de que mi esposa se encuentra
realizando tratamiento psicológico debido a los constantes ataques de pánico, ansiedad
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y estrés agudo que padece como consecuencia de la difícil situación que transitamos
en aquél tiempo.
Lo cierto es que en la resolución que aquí se impugna, se me impuso una sanción de
suspensión en el empleo por una duración de (20) veinte días, no existiendo en
dicho acto administrativo ningún tipo de fundamentación para arribarse a esa
cantidad de días. En este sentido, es sabido que las faltas disciplinarias de carácter
moderado se castigan con la suspensión en el empleo hasta un máximo de (45)
cuarenta y cinco días de duración, NO EXISTIENDO UN MÍNIMO. Es decir que el
mínimo podría ser tranquilamente de sólo (1) día.
En virtud de ello, entiendo necesario recordar que la determinación de la pena a
imponer está dada por el principio de culpabilidad contenido en el artículo 195 de
la Ley 5688 el cual establece que: “Toda sanción disciplinaria debe ser impuesta
en relación a la naturaleza y gravedad de la falta cometida y la circunstancia del
lugar, tiempo, medio empleado y modo de ejecución. Para la graduación de las
sanciones, se analiza también la personalidad y antecedentes del responsable”.
Asimismo, también se encuentra condicionada por las circunstancias agravantes (conf.
art 57 dto. 53/17) y las circunstancias atenuantes (conf. Art 62 dto. 53/17).
Así las cosas, y en virtud de todo lo hasta aquí desarrollado no cabe menos que
concluirse que la sanción impuesta de (20) veinte días de suspensión es
absolutamente desproporcionada e irrazonable en relación a la falta cometida.
Pero por sobre todas las cosas, en relación a las circunstancias particulares del
caso, las cuales por supuesto ya han sido acabadamente explicadas y
acreditadas fehacientemente.

4. Nulidad del acto administrativo sancionatorio:

Si bien como señalé precedentemente, no pretendo negar ni desconocer mi


responsabilidad por no haber validado en tiempo y forma las licencias en cuestión, no
puedo dejar de señalar los graves vicios de los que adolece no solo el acto
administrativo que impone la sanción sino todo el procedimiento llevado a cabo
desde la Resolución 2018-600- SJPCDAD en virtud de la cual se dispuso la
iniciación del trámite previsto en el título V del decreto 53/17.
Ello así, por cuanto que se han vulnerado garantías fundamentales del procedimiento
que no solo tienen recepción en las leyes de procedimiento administrativo sino que son
garantías mínimas y esenciales reconocidas en la Constitución Nacional y en los
Tratados internacionales y sin las cuales el Estado de Derecho sería solo un conjunto
ilusorio de normas inaplicables a la realidad y por tanto incapaces de proteger los
derechos de los particulares frente al omnipresente poder del Estado.
Entiéndase que no se trata de una cuestión menor, pues bien “Una de las
características fundamentales de los recursos administrativos y por lo tanto del
procedimiento mismo, es que ellos son objetivos, en el sentido de que tienden no sólo a
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la protección del recurrente o a la determinación de sus derechos, sino también a la


defensa de la norma jurídica objetiva, con el fin de mantener el imperio de la legalidad y
justicia en el funcionamiento administrativo;” (Heredia, Horacio H., “Los medios
administrativos para la protección de los administrados,” en Rev. del Col. de Abogados
de Buenos Aires, año 1945, n° 2, pp. 251 y ss. y 254.).
El principio de Legalidad Objetiva impone la necesidad de conferir una amplia
oportunidad de defensa al administrado. Esto es un requisito constitucional exigido en
los sistemas liberales en atención a la persona humana misma, es decir, al individuo;
pero incluso prescindiendo de esa consideración, en cualquier régimen estatal (liberal,
autoritario o despótico) se hace técnicamente necesario conferir la máxima
oportunidad de defensa contra cualquier desvío o exceso por parte de la
administración en el cumplimiento de cualquiera de sus funciones.
Sentado lo anterior, es preciso ahora comenzar con el análisis de los vicios en los
elementos esenciales del Acto administrativo que impone mi sanción y que
indefectiblemente acarrean su nulidad Absoluta e insanable conforme lo
establece el art. 17° del Decreto 1510/97. A saber;

a) VICIO EN EL ELEMENTO PROCEDIMIENTO: Se define al procedimiento como


el conjunto de pasos que deben darse antes de emitir el acto (actos de trámite y
preparatorios), es decir las formalidades esenciales que debe tener el acto
según la Ley aplicable.
En este sentido, debo indefectiblemente señalar que no se han seguido los
pasos correctos establecidos en la reglamentación del régimen disciplinario
(Decreto 53/17). Básicamente porque en un primer momento se instruyó el
procedimiento especial establecido en el Título V de dicho decreto (conf. Res
2018-600- SJPCDAD) a pesar de que el artículo 197 de ese plexo normativo
establece en forma CLARA que para ello, se debe previamente INTIMAR al
agente a reintegrarse al servicio en el plazo de (48) cuarenta y ocho horas
de producida la notificación, siempre que el mismo haya incurrido en (3)
tres inasistencias consecutivas, SIN PREVIO AVISO Y SIN JUSTIFICACIÓN.

Cabe recordarse lo dicho por la Cámara Nacional en lo Contencioso


Administrativo Federal N°1 en el caso Crosa, Osvaldo Pablo c/ Policía Federal
Argentina del año 1996: “El agente público incurre en abandono de servicio
cuando, voluntariamente y por vía no reglamentaria, deja de concurrir a prestar
funciones –en forma definitiva o por un lapso del que cuadre razonablemente
inferir su voluntad de alejarse del empleo- sin causa que lo justifique”.
Por otro parte, en otro fragmento de dicha sentencia, se dijo que: “Si las
inasistencias incurridas por el empleado público obedecen a razones de salud
debidamente acreditadas, la interrupción de servicios no resulta subsumible en
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la causal de abandono de servicio (cfr. C.S.J.N., Acuerdos y Sentencias, Serie


17, tomo IX, pág 492).
De todo ello se sigue que bajo ningún punto de vista debió seguirse ese
procedimiento en virtud de que en todas las ocasiones en las que usufructué las
licencias en cuestión, emití el correspondiente aviso con la debida antelación y
esa circunstancia JAMÁS fue puesta en tela de juicio en ninguna instancia.
Ahora bien, lo cierto e innegable es que la administración pública
“convirtió” el procedimiento excepcional del título V en un sumario
administrativo, reconociendo así implícitamente que el adoptado en
primera instancia NO ERA EL APLICABLE AL CASO.
En sintonía con aquélla conversión, deviene lo injustificado e irrazonable del
cambio de situación de revista de Servicio Efectivo a Servicio Pasivo, toda vez
que las denominadas “Medidas Preventivas” son excepcionales y únicamente
pueden tomarse cuando existan razones fundadas de que peligra el éxito de la
investigación, o bien cuando el presunto infractor pueda entorpecer el
procedimiento disciplinario o también para evitarse eventuales daños (Conf. Art
116 dto. 53/17) lo cual por supuesto no puede tenerse por acreditado de ningún
modo en este caso particular.

b) VICIO EN EL ELEMENTO MOTIVACIÓN: La motivación es la exteriorización de


los motivos o razones para emitir el acto en cuestión, ya que la Administración
no puede obrar arbitrariamente. Este elemento permite a los administrados
realizar un control de legalidad de la decisión tomada. El razonamiento es
relativamente simple: ¿Cómo es posible impugnar aquello que no se conoce o
que solo se conoce en parte? En síntesis, para que las personas puedan
ejercer su derecho de defensa en forma adecuada, es necesario que se
exterioricen correctamente las pautas seguidas; es decir, no sólo qué se
decidió sino básicamente porqué se decidió así.
En atención a ello, en el acto administrativo sancionatorio, se debieron
esgrimir los motivos por los cuales se impone una sanción de (20) veinte
días de suspensión, pues como bien señala Balbín: “…La motivación del acto
no es simplemente el detalle y exteriorización o explicación de los antecedentes
de hecho y derecho que preceden al acto que el Estado tuvo en cuenta para su
dictado. Es decir, no se trata solo de exteriorizar en los considerandos del acto
los hechos y el derecho que sirven de marco o sustento sino explicar, además
cuáles son las razones o motivos en virtud de los cuales el Ejecutivo dictó el
acto…” (Conf. Balbín, Carlos; Manual de Derecho Administrativo, ed. La Ley,
año 2018, Buenos Aires, Pág. 502).
Pues bien, lo cierto es que a pesar de que el artículo 16 del Decreto 53/17
otorga la facultad discrecional al órgano disciplinario para decidir la cantidad de
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días de suspensión a aplicar (no pudiendo exceder los 45 días), ello no lo


exime bajo ningún punto de vista del deber de motivar dicha decisión.
En este elemento, entiendo (como bien expliqué ut supra) que debieron
ponderarse las circunstancias particulares del caso, el INTERÉS SUPERIOR
DEL NIÑO así como también el GRAVE perjuicio que se me causó a mí y a todo
mi núcleo familiar con la decisión errónea de ser pasado a servicio pasivo sin
goce de haberes. En consecuencia entiendo que la sanción de suspensión
en el empleo debió ser igual o menor a los (5) cinco días de duración.

5. Prueba:

I. DOCUMENTAL: Acompaño con el presente recurso;

 Copia de La “Citación Urgente” cursada en el mes de Marzo de 2018.


 Copia de la constancia de asistencia al centro médico laboral el día 18/04/2018
 Epicrisis del hospital Garrahan correspondiente a mi hija afín Camila Villanueva.
 Copia del certificado médico donde se deja constancia del egreso hospitalario el
20/12/2017.
 Copia de la constancia de Cirugía y postoperatorio emitida por el servicio de
traumatología del Hospital Garrahan.
 Copia de la solicitud del certificado de discapacidad rubricado por el equipo médico
interdisciplinario.
 (8) ocho copias de certificados médicos emitidos por dolencias propias.
 Certificado emitido por Facultativo especialista en Psiquiatría respecto de mi esposa
(Noelia Villanueva).
 (2) dos Copias de certificados de mi esposa que certifican taquicardia con desmayos
por síndrome de ansiedad con ataques de pánico.
 Copia de la Historia Clínica de mi hija Afín Camila Villanueva.
 Fotografía tomada el xx/02/2018 que muestra el estado en el que se encontraba mi hija
afín luego de la cirugía.

6. Petitorio: Por todo lo expuesto, solicito:

A. Se me tenga por interpuesto el presente recurso de reconsideración contra la


Resolución N° 2020-410 GCBA-DCDPROF, con jerárquico en subsidio, en legal tiempo
y forma.
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B. Se me tenga por presentado el domicilio real, y por constituido el domicilio especial.


C. Se otorgue a esta presentación el trámite previsto en el Decreto 1510/97.
D. En relación a la prueba; se tenga por agregada la documental.
E. En orden a las nulidades en los elementos esenciales del acto administrativo y a lo
dispuesto en el artículo 17 del Decreto 1510/97, se SUSTITUYA la Resolución N° 2020-
410 GCBA-DCDPROF por un nuevo acto administrativo ajustado a derecho y a lo
planteado por esta parte.

PROVEER DE CONFORMIDAD.

SERA JUSTICIA.

FDO. OFICIAL PRIMERO LP 77155, NIEVAS JUAN JESÚS.

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