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INTRODUCCIÓN

En primer lugar, se debe de tener en cuenta que de manera general la neumonía se


define como una enfermedad del sistema respiratorio que consiste en la inflamación
aguda de los espacios alveolares de los pulmones y/o participación intersticial, en la
mayoría de los casos se caracteriza por la aparición de fiebre y/o síntomas respiratorios,
junto con la presencia de infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax.
Es importante mencionar que las infecciones respiratorias agudas ocupan el primer
lugar como causa de morbilidad y mortalidad en niños y niñas menores de cinco años.
De acuerdo con reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la neumonía
es la principal causa infecciosa de muerte en el mundo, responsable del 15 % de todas
las defunciones en menores de cinco años.
La neumonía pediátrica no es un proceso de manejo sencillo, además requiere de mucha
pesquisa por parte del personal de salud, múltiples cuidados especiales y atención a los
síntomas presentados por el niño/a. Establecer el diagnóstico etiológico, realizar un
tratamiento antibiótico adecuado y evitar las complicaciones que se puedan presentar
resulta en muchas ocasiones una tarea complicada.
La neumonía afecta tanto al niño sano, como al que se encuentra afecto de una situación
de inmunodeficiencia, aunque sus efectos y las características de su presentación sean
completamente diferentes.
Neumonía pediátrica
La neumonía es una infección del parénquima pulmonar adquirida por la exposición a
un microrganismo (virus, bacteria u hongo).
La definición más aceptada de neumonía es la propuesta por la OMS, que la define
como la presencia de síntomas y signos respiratorios menores de 15 días de evolución,
acompañados de taquipnea según el grupo de edad, con o sin fiebre, y con la presencia
de infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax. Se le confiere gravedad cuando
presenta tiraje subcostal, independientemente de la frecuencia respiratoria.
La neumonía representa un proceso inflamatorio del pulmón, caracterizado por la
consolidación alveolar debida a la presencia de microorganismos patógenos.
Clasificación clínica cie-10 (j12 - j18)
Neumonía adquirida en la comunidad (NAC): aparece en niños o niñas que conviven
demográficamente en un área y no han sido hospitalizados en los siete días previos a su
cuadro respiratorio.
Neumonía nosocomial: los síntomas respiratorios y el cuadro clínico se presentan
durante el período comprendido entre las 48 horas de hospitalización y una semana
después del egreso.
Neumonía atípica: es el cuadro donde aparece una disociación clínico-radiológica y de
laboratorio. Habitualmente es causada por gérmenes no tradicionales.
Neumonía por aspiración: se debe a la aspiración de contenido gástrico.
Etiología
Aunque la mayoría de los casos de neumonía están producidos por microorganismos,
entre las causas no infecciosas se encuentran: aspiración (de alimento o acido gástrico,
cuerpo extraño, hidrocarburos y sustancias lipoideas), reacciones de hipersensibilidad y
neumonitis inducida por fármacos o por radiación. Con frecuencia es difícil determinar
la causa de la neumonía de un paciente individual porque el cultivo directo de tejido
pulmonar es invasor y raramente se realiza.
La identificación del agente etiológico encierra ciertas dificultades como la edad del
niño es un importante punto orientativo al estar relacionada con la distinta frecuencia de
los agentes patógenos en cada grupo de edad. Aproximadamente en un 30-60% de los
casos no podemos llegar a un diagnóstico etiológico.
La frecuencia de los principales agentes etiológicos de las neumonías en niños varía de
forma importante en función de la edad del paciente.
Virus
En general, causan el 30-67% de los casos de la NAC en la infancia, predominan
especialmente en niños menores de dos años. La prevalencia de la neumonía viral
disminuye con la edad.
El virus respiratorio sincitial es la causa más frecuente de neumonía vírica (19,8%)
Otros virus muy habituales son: virus influenza A y B, parainfluenza serotipos 1, 2 y 3,
adenovirus y rhinovirus. En la última década, se han relacionado con la neumonía
nuevos virus: bocavirus, metapneumovirus y coronavirus. Otros virus menos frecuentes
aislados en los niños con neumonía incluyen: virus varicela zoster, citomegalovirus,
virus herpes simple y enterovirus.
Bacterias
Las bacterias más frecuentemente implicadas en la NAC son:
Streptococcus pneumoniae: es la causa más común de neumonía bacteriana en niños. Se
aísla en el 30-40% de los casos de NAC, bien como patógeno único o copatógeno.
Mycoplasma pneumoniae: es la causa más frecuente de neumonía atípica en niños y
adultos. Junto al neumococo, es el agente más común en escolares y adolescentes.
Estudios recientes demuestran que no es tan inusual hallar Mycoplasma pneumoniae en
niños de 1 a 5 años.
Haemophilus influenzae b: prácticamente se ha eliminado en los países con vacunación
sistemática frente a este serotipo. Causa neumonías en países en desarrollo y en los que
no se utiliza la vacuna, donde representa la segunda causa más común de neumonía
bacteriana.
Otras bacterias implicadas con menor frecuencia:
Chlamydophila pneumoniae, bordetella pertussis., staphylococcus aureus: ocasiona
neumonía de rápida progresión, con derrame pleural o formación de neumatoceles.
Streptococcus pyogenes: es poco frecuente (1-7%), pero es importante en términos de
gravedad, ya que es más probable que pueda progresar a ingreso en la UCI pediátrica o
empiema.
Klebsiella, Pseudomona y E.coli: son excepcionales como causa de NAC en niños
inmunocompetentes y frecuentes en niños con fibrosis quística y bronquiectasias.
Coxiella burnetti, Moraxella catarrhalis, Legionella pneumophila.
Del resto de causas de neumonía infecciosa cabe destacar:
Mycobacterium tuberculosis: se debe tener presente, sobre todo, en ambientes
marginales o de bajo nivel socioeconómico y en pacientes que procedan o viajen a
zonas endémicas. Pneumocystis jiroveci: es una causa importante de neumonía en niños
menores de seis meses con VIH/ SIDA, responsable de, al menos, uno de cada cuatro
fallecimientos de lactantes seropositivos al VIH.
Factores de riesgo
Determinados factores del huésped y factores externos aumentan la incidencia y la
gravedad de las neumonías. Entre los factores del huésped se encuentran: prematuridad
y bajo peso, enfermedades crónicas: fundamentalmente cardiorrespiratorias,
inmunitarias o neuromusculares, malnutrición, asma e hiperreactividad bronquial,
infecciones respiratorias recurrentes, anormalidades congénitas anatómicas: paladar
hendido, fístula tráqueo-esofágica, secuestro pulmonar, entre otras. También se
encuentran la broncoaspiración enfermedad por reflujo gastro-esofágico, trastornos de la
deglución, aspiración de cuerpo extraño, alteraciones del estado de conciencia.
Entre los factores de riesgo externos están: hacinamiento, asistencia a guarderías,
exposición a contaminantes ambientales, exposición al humo del tabaco, no recibir
lactancia materna durante al menos los 4 primeros meses, bajo nivel socioeconómico, y
no vacunación.
Patogenia
Normalmente se mantiene la esterilidad del aparato respiratorio inferior por unos
mecanismos de defensa fisiológicos, como depuración mucociliar, propiedades de las
secreciones normales (como la inmunoglobulina A) secretora) y limpieza de la vía
respiratoria por la tos.
La neumonía vírica habitualmente se debe a diseminación de una infección a lo largo de
las vías respiratorias y se suele acompañar de lesión directa del epitelio respiratorio, lo
que produce obstrucción de la vía respiratoria por tumefacción, presencia de secreciones
anormales y restos celulares. El menor calibre de la vía respiratoria en lactantes
pequeños hace que sean especialmente susceptibles a desarrollar infecciones graves.
Las infecciones víricas de la vía respiratoria pueden predisponer al paciente a presentar
una infección bacteriana secundaria al alterar los mecanismos defensivos normales del
anfitrión, alterar las secreciones y modificar la flora bacteriana.
La neumonía bacteriana se produce la mayoría de las veces cuando microorganismos
del aparato respiratorio colonizan la tráquea y posteriormente llegan hasta los pulmones,
aunque también se puede producir una neumonía por siembra directa del tejido
pulmonar después de una bacteriemia.
Cuando se produce una infección bacteriana en el parénquima pulmonar, el cuadro
morfológico variara según el organismo responsable. M. pneumoniae se une al epitelio
respiratorio, inhibe la acción ciliar y produce destrucción celular, con aparición de una
respuesta inflamatoria en la submucosa.
S. pneumoniae produce edema local, que permite la proliferación de los
microorganismos y su extensión hacia zonas adyacentes del pulmón, lo que causa la
típica afectación lobular focal.
La infección de la vía respiratoria inferior por estreptococos del grupo A causa una
infección más difusa con neumonía intersticial. La neumonía por S. aureus se manifiesta
como bronconeumonía confluente, que suele ser unilateral y se caracteriza por la
presencia de extensas áreas de necrosis hemorrágica y cavitación irregular del
parénquima pulmonar, lo que ocasiona neumatoceles, empiema o, en algunos casos,
fistula broncopulmonar.
Manifestaciones clínicas
Las neumonías con frecuencia son precedidas por varios días con síntomas de infección
respiratoria superior, sobre todo rinitis y tos. En las neumonías víricas suele haber
fiebre, aunque la temperatura es más baja que en la neumonía bacteriana. La taquipnea
es el hallazgo clínico más habitual en la neumonía, aunque también es frecuente el
aumento del trabajo respiratorio, con tiraje intercostal, subcostal y supraesternal, aleteo
nasal y utilización de músculos accesorios. La infección grave puede asociarse a
cianosis y letargo, sobre todo en lactantes.
La auscultación torácica puede poner en evidencia crepitantes y sibilancias, aunque con
frecuencia resulta difícil localizar el origen de estos ruidos adventicios en niños muy
pequeños con tórax hiperresonante, taquicardia.
La neumonía bacteriana en adultos y niños mayores habitualmente empieza súbitamente
con fiebre alta, tos y dolor torácico. Otros síntomas que pueden aparecer son
somnolencia con períodos intermitentes de inquietud, respiraciones rápidas, ansiedad y,
en ocasiones, trastorno confusional. En muchos niños se observa inmovilización del
lado afectado para minimizar el dolor pleurítico y mejorar la ventilación; estos niños
pueden estar acostados de lado con las rodillas flexionadas hasta la altura del pecho.
En el lado afectado se suele percibir retraso del movimiento del tórax con la respiración.
Puede haber una importante distensión abdominal como consecuencia de la dilatación
gástrica por el aire que el niño traga, o por un íleo. El dolor abdominal es frecuente en la
neumonía de los lóbulos inferiores.
Taquipnea: esta parece ser el signo clínico más significativo. El grado de taquipnea
guarda relación con el grado de hipoxemia. La OMS utiliza la taquipnea, en presencia
de tos, como el criterio de diagnóstico de neumonía en los países en desarrollo, donde la
radiografía de tórax no es fácilmente accesible.
Fiebre: es un signo importante de NAC en lactantes. La fiebre elevada (>38,5ºC) en las
primeras 72 h, se asocia con más frecuencia a una etiología bacteriana o mixta y a un
mayor nivel de gravedad.
Tos: no es una característica inicial en la neumonía bacteriana, comienza más tarde,
cuando, tras el inicio de la lisis, los detritos irritan los receptores de las vías aéreas.
En niños pequeños el dolor abdominal puede ser el único síntoma presente. En estadíos
más avanzados: matidez a la percusión, frémito vocal, soplo tubárico, derrame pleural:
roce pleural, aumento de matidez a la percusión, hipofonesis, egofonía, puede haber
disminución de los ruidos respiratorios.
Lo anteriormente mencionado de acuerdo con SNS lo podemos resumir en:
Signos y síntomas como fiebre, afección del estado generales, tos seca o productiva,
dificultad respiratoria (retracciones costales, aleteo nasal), sibilancia (generalmente en
neumonías virales), aumento de la frecuencia respiratoria, aumento de la frecuencia
cardíaca.
Diagnostico
Historia clínica
Lo primero a tener en cuanta es realizar una buena historia clínica, al momento de la
anamnesis tener en cuenta inicio de los síntomas, ingesta de medicamentos, presencia de
los signos y síntomas de la enfermedad, esquema de inmunizaciones.
Examen físico
Palpación: disminución de la expansión y de la elasticidad torácica y aumento de las
vibraciones vocales.
Percusión: matidez.
Auscultación: disminución del murmullo pulmonar, crepitantes y/o sibilantes.
Valorar la frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria si están aumentadas o
disminuidos.
Signos de dificultad respiratoria como por ejemplo cianosis.
Dolor abdominal, ruidos pulmonares disminuidos.
Estado nutricional, estado de alerta, aspecto general.
Análisis de laboratorio, exámenes complementarios y de imágenes
Analítica
Hemograma: as neumonías típicas suelen presentar leucocitosis con desviación
izquierda y proteína C reactiva > 50 mg/L. Las neumonías atípicas suelen cursar con
linfocitosis y la proteína C reactiva suele ser inferior a 50 mg/L, pero no existe ningún
dato específico de neumonía típica o atípica Otros hallazgos analíticos pueden orientar
en el diagnóstico etiológico: anemia hemolítica, aumento de transaminasas, aumento de
la creatinfosfocinasa.
Líquido pleural: Sólo está presente en una muy baja proporción de niños con neumonía
comunitaria, en cuyo caso constituye el material óptimo para el examen microscópico
directo y cultivo bacteriano.
Estudio microbiológico
El diagnóstico etiológico de seguridad en un proceso neumónico sólo se puede
establecer mediante el aislamiento de un microorganismo patógeno en líquido estéril
(sangre y líquido pleural). El resto de las investigaciones etiológicas sólo permiten un
diagnóstico etiológico de probabilidad.
Cultivos:
Hemocultivos: Es aconsejable en los casos más graves. En general, su positividad no
suele sobrepasar el 10% en las neumonías comunitarias. Tiene alta especificidad y baja
sensibilidad, deben realizarse 2 hemocultivos percutáneos consecutivos de sitios
diferentes.
Cultivo de líquido pleural: en caso de derrame pleural > 10 mm de altura en proyección
radiológica en decúbito lateral.
Cultivo de esputo: Es francamente difícil de conseguir en los niños. Si se consigue,
solamente puede tener valor las determinadas patologías (fibrosis quística). El hallazgo
de 25 leucocitos y 10 células epiteliales puede considerarse como indicativo de
infección.
Cultivo de muestras broncoscopias (lavado broncoalveolar o cepillado bronquial
protegido): reservado a pacientes con enfermedad pulmonar grave o potencialmente
grave. En general se realiza a pacientes con ventilación mecánica e inmunodeprimidos.
Serologías: son de especial utilidad en el diagnóstico de neumonías atípicas.
PCR en tiempo real, detección de ag. neumocócico en orina: tiene un escaso valor
diagnóstico.
Pruebas de detección rápida de virus en secreciones nasofaríngeas.
Mantoux: debe realizarse a todos los pacientes que ingresan, para descartar tuberculosis.
Radiografía de tórax
El diagnóstico de la neumonía pediátrica está basado en datos clínicos y confirmado con
el examen radiológico. Ante toda sospecha clínica, es imprescindible practicar una
radiografía de tórax, tanto para confirmar el diagnóstico, como para poder descartar la
existencia de complicaciones
La presencia de infiltrados parenquimatosos en la R(x) tórax es el Gold estándar en
nuestro medio para el diagnóstico de neumonía.
La descripción radiológica consta de: patrón radiológico: alveolar o intersticial.
El patrón alveolar: el agente más frecuente corresponde a St, pneumoniae, St. pyogenes
y H. influenzae. El St. Aureus, cursa con afectación pleural, sobre todo en niños
pequeños, son imágenes cambiantes en pocas horas de evolución. Excepcionalmente si
existen alteraciones de base o inmunosupresión, la radiología suele ser más abigarrada,
con focos múltiples, pudiéndose acompañar de imágenes cavitarias. Uno de los agentes
más frecuente en estos casos es la Klebsiella pneumoniae
Patrón intersticial: corresponde con mayor frecuencia a una etiología vírica, aunque
también lo podemos encontrar en los casos producidos por Mycoplasma pneumoniae,
Legionella pneumophila y Chlamydias.
Diagnostico diferencial
Se debe de realizar diagnostico diferencial con múltiples enfermedades que pueden
compartir diferentes síntomas con la neumonía entre estos se encuentran: la gripe o
resfriado común, asma, tuberculosis, trastornos genéticos como la fibrosis quística.
Trastornos anatómicos como secuestro pulmonar, enfisema lobular, reflujo
gastroesofágico, cuerpo extraño, fístula traqueoesofágica (tipo H), bronquiectasias,
aspiración (incoordinación orofaríngea), bronquio aberrante.
Descartar ciertas neoplasias que pueden cursar con dificultad respiratoria.
Ingreso y manejo de acuerdo SNS
Acciones en área de Urgencia /Emergencia:
Mantener vía aérea permeable, Oxigenoterapia, Canalizar vía venosa, administrar
fluidos endovenosos (EV) de acuerdo con el peso del paciente, medicación para el
control de los síntomas asociados, fiebre, tos, vómitos etc. Si la atención es ambulatoria
seleccionar terapia antibiótica de acuerdo con germen sospechado. Si reúne criterios de
hospitalización, trasladar a sala clínica o UCI pediátrico, de requerirse.
Criterios de ingreso en planta de hospitalización
Aspecto séptico, afectación del estado general, taquipnea moderada-grave, tiraje; uso
de musculatura respiratoria accesoria (cualquier grado), supraesternal, intercostal,
subcostal; quejido, apneas.
Saturación de oxígeno (SatO2) por debajo del 92% de forma mantenida con aire
ambiente, deshidratación y/o trastornos electrolíticos relevantes. Decaimiento,
somnolencia, incapacidad para la alimentación, imposibilidad para la administración de
antibioterapia oral (vómitos, familia incapaz de colaborar en el tratamiento). Falta de
respuesta al tratamiento empírico oral, correctamente utilizado, tras 48 horas del inicio.
Hallazgos radiológicos graves como: afectación multifocal en NAC de características
típicas, absceso pulmonar, neumatoceles, afectación pleural significativa, patrón
intersticial grave, imágenes radiológicas sospechosas de un microorganismo no
habitual.
Manejo en sala de hospitalización:
Reposo relativo, alimentación en función de la gravedad, desde ayuno a
fraccionamiento de las tomas, tratamiento sintomático de la fiebre, antibiótico
intravenoso.
Fluidoterapia EV de acuerdo con los requerimientos del paciente, oxigenoterapia con
mascarilla o casco. Mantener PaO2 > 60 y PaCO2 < 50 si es preciso con ventilación
asistida, no son útiles ni la fisioterapia ni los mucolíticos ni usar antitusivos si la tos es
irritativa e interfiere el sueño.
Criterios de ingreso en cuidados intensivos pediátricos
Shock, dificultad respiratoria grave o agotamiento respiratorio, a pesar de oxígeno
suplementario, apneas frecuentes, hipoxemia (SatO2 ≤ 90%) a pesar de oxigenoterapia
con FiO2 ≥ 0,5, hipercapnia progresiva (pCO2 ≥ 65-70, capilar o venosa).
Afectación radiológica rápidamente progresiva, neumotórax, alteraciones metabólicas
graves, afectación del nivel de consciencia.
Tratamiento
El tratamiento de una posible neumonía bacteriana depende de la posible causa y de la
edad y el aspecto clínico del niño. En los niños con cuadros leves que no precisan
ingreso se recomienda la amoxicilina. Con la aparición de neumococos resistentes a
penicilina se deben prescribir dosis altas de amoxicilina (80-90 mg/kg/24 h) salvo que
los datos locales indiquen una prevalencia baja de resistencia. Las alternativas
terapéuticas son cefuroxima axetilo y amoxicilina/clavulánico. En los niños en edad
escolar y niños con posible infección por M. pneumoniae o C. pneumoniae (neumonías
atípicas) se debe usar un macrólido, como azitromicina. En adolescentes puede
utilizarse una fluoroquinolona respiratoria (levofloxacino, moxifloxacino) como
alternativa.

Tratamiento según SNS


Tratamiento ambulatorio:
Niños de 2 meses a 5 años:
Primera opción: Amoxicilina a dosis 80-90 mg/ kg/día vía oral en tres dosis por 7 a 10
días (dependiendo de la evolución). Dosis máxima 2 gramos al día.
Alérgicos a la penicilina administrar Azitromicina: el primer día 10 mg/kg en una dosis
(dosis máxima 500 mg), del segundo día al séptimo día 5 mg/kg en una dosis al día
(dosis máxima 250 mg).
Segunda opción: Eritromicina a dosis de 50 mg/kg por día, vía oral, en cuatro dosis.
Dosis máxima 2 gramos al día por 7 a 10 días.
Niños mayores de 5 años:
Primera opción: Azitromicina: el primer día 10 mg/kg en una dosis (dosis máxima 500
mg), del segundo día al séptimo día 5 mg/kg en una dosis al día (dosis máxima 250 mg).
Segunda opción: Eritromicina a dosis de 50 mg/ kg/día vía oral en cuatro dosis. Dosis
máxima 2 gramos al día por 7 a 10 días.
Si existe rechazo a la medicación oral:
Penicilina Procaínica: en niños menores de 1 año 50,000 UI/kg/día intramuscular cada
24 horas. Dosis máxima 200,000UI. En niños de 1 a 6 años: 400,000 UI cada 24 horas
intramuscular. En niños mayores de 6 años 800,000 UI intramuscular cada 24 horas.
Cambiar a tratamiento oral cuando el niño lo tolere.
Segunda opción:Ceftriazona a 50 mg/kg por día vía intramuscular. Dosis máxima 1
gramo al día y cambiar a tratamiento oral cuando el niño lo tolere.
Tratamiento hospitalario
Niños de 2 meses a 5 años.
Primera elección: Penicilina sódica cristalina a dosis de 100,000 UI/kg por día, en 4
dosis por 3 días. Si la evolución es adecuada, cambiar a amoxicilina oral a la dosis
recomendada.
Segunda elección y en pacientes alérgicos a la penicilina: Ceftriazona a 50 mg/kg/día
vía intramuscular o endovenosa por 7 a 10 días, de acuerdo con la evolución clínica.
Dosis máxima 1 gramo por día.
Niños mayores de 5 años:
Primera elección: Penicilina sódica cristalina a dosis de 100,000 UI/kg/día en 4 dosis
por 3 días, más Azitromizina: el primer día, 10 mg/kg en una dosis (dosis máxima 500
mg), del segundo día al séptimo día, 5 mg/kg en una dosis al día (dosis máxima 250
mg).
Si la evolución es adecuada a las 72 horas,se sustituye la Amoxicilina oral a la dosis
recomendada.
Si no se cuenta con Azitromicina, administrar Eritromicina a la dosis para la edad.
En pacientes alérgicos a la Penicilina y como segunda opción o falla en el tratamiento:
Ceftriaxona a 50 mg/kg por día, vía intramuscular o endovenosa por 7 a 10 días, de
acuerdo con la evolución clínica. Dosis máxima 1 gramo por día.
Complicaciones
Las complicaciones de la neumonía se deben habitualmente a la diseminación directa de
la infección bacteriana dentro de la cavidad torácica.
Derrame pleural: es la complicación más frecuente de la neumonía aguda y una de las
causas más frecuentes de fracaso del tratamiento. Por ello, ante cualquier persistencia de
los síntomas o signos infecciosos (fiebre o ausencia de descenso de los reactante de fase
aguda), debe buscarse la presencia de un derrame pleural.
Abscesificación: otra de las complicaciones de la neumonía es la abscesificación
(neumonía necrotizante), excepcional hace unos años, pero que actualmente comienza a
observarse con cierta frecuencia, especialmente en la neumonía de origen neumocócico.
Es raro que se presente aislada, siendo más habitual que acompañe al derrame pleural.
Las infecciones por neumococo o Hib se diseminan por vía hematógena y se pueden
complicar, en raras ocasiones, con meningitis, artritis supurativa y osteomielitis,
empiema.
Pronóstico
Normalmente los pacientes con neumonía bacteriana adquirida en la comunidad no
complicada responden al tratamiento, con mejoría de los síntomas clínicos (fiebre, tos,
taquipnea, dolor torácico), en 48-96 horas tras el inicio de los antibióticos. La mejoría
radiográfica se retrasa mucho después de la mejoría clínica.
Deben considerarse varias posibilidades cuando un paciente no mejora con el
tratamiento antibiótico adecuado: 1) complicaciones, como empiema, 2) resistencia
bacteriana, 3) causa no bacteriana, como virus u hongos, y aspiración de cuerpos
extraños o de alimentos, 4) obstrucción bronquial por lesiones Endo bronquiales,
cuerpos extraños o tapones mucosos, 5) enfermedades preexistentes como
inmunodeficiencias, discinesia ciliar, fibrosis quística, secuestro pulmonar o
malformación congénita de las vías respiratorias pulmonares, previamente denominada
malformación adenomatoidea quística y 6) otras causas no infecciosas (como
bronquiolitis obliterante, neumonitis por hipersensibilidad, neumonía eosinofílica,
aspiración)
CONCLUSIÓN
Para dar por terminado el presente trabajo de investigación cabe destacar que ciertos
datos reflejan que la vacuna conjugada antineumococica heptavalente ha reducido la
incidencia de ingresos por neumonía, por lo tanto, esta se utiliza como prevención.
 De igual modo la vacunación sistemática frente H. Influenzae tipo B ha causado una
disminución efectiva y significativa de la neumonía pediátrica provocada por este
microorganismo.
Suele ser común que un niño con un episodio de neumonía aislado es relativamente
frecuente en la edad infantil, pero se debe prestar suma atención en el caso de que los
episodios fuesen recurrentes.
Estudios han confirmado que la lactancia materna ayuda a prevenir las infecciones
respiratorias, además como se debe evitar la exposición al humo del tabaco disminuye el
riesgo de adquirir infecciones respiratorias, ventilar los espacios cerrados para depurar
el aire, evitar la transmisión de infecciones respiratorias a través del lavado de manos en
casa y en la guardería dado que la mayoría de los patógenos causantes de neumonía se
transmiten por el contacto con personas infectadas.
A pesar de los múltiples factores de riesgo, edad susceptible y múltiples
microorganismos que puedan causar neumonía pediátrica, esta es una enfermedad que
en la mayoría de los casos los niños evolucionan bien.
ANEXOS
Lactante de 8 meses con severa hiperinsuflación pulmonar bilateral y compromiso
intersticial pulmonar. a) Rx AP, b) Rx lateral

BIBLIOGRAFÍA
https://repositorio.msp.gob.do/bitstream/handle/123456789/177/9789945591392.pdf?
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http://www.cfnavarra.es/salud/PUBLICACIONES/Libro%20electronico%20de
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https://www.aeped.es/sites/default/files/anales/50-2-18.pdf
https://www.pediatriaintegral.es/wp-content/uploads/2016/xx01/04/n1-038-
050_LidiaSanz.pdf
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/pneumonia
Libro: Nelson, tratado de pediatría 20ed.

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