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Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UNLP)

Asignatura: Teoría de la Argumentación

Año de cursada: 2017

Fecha de entrega: 07/12/2021

Estudiante: Dylan Aarón Leonardi

Legajo: 110195/6

Título: Un brevísimo acercamiento a quienes y qué procesos dieron origen a la Teoría

de la Argumentación contemporánea
Proyecciones, temas y objetivos del informe

En el presente informe se realizará una reconstrucción de los rastros históricos sobre la

teoría de la argumentación contemporánea, algunos de sus exponentes principales, y un

breve análisis comparativo de las perspectivas planteadas. La bibliografía e ideas

centrales conforman el programa del año 2017 de la asignatura Teoría de la

Argumentación, de la carrera de Filosofía, perteneciente a la Facultad de Humanidades

y Ciencias de la Educación. La idea principal, entre las variadas cuestiones, es un

pequeño pero preciso análisis de las siguientes dos obras: The uses of argument de

Stephen M. Toulmin y Traité de l’argumentation: La nouvelle rhétorique de Chaïm

Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca. Dicho análisis estará acompañado de un intento de

disertación sobre las ventajas que en su momento presentó correrse de los análisis

formales de argumentación. Ventajas a la hora de entender las prácticas comunicativas

que hoy en día tienen una importancia fundamental en el análisis de la argumentación.

Haciendo énfasis en ese correrse, como “proceso mental” en común de los distintos

tipos de autores trabajados.

Los orígenes de la teoría de la argumentación contemporánea

Los orígenes de la teoría de la argumentación como una disciplina autónoma, dedicada

al estudio de los discursos argumentativos, no se remontan mucho atrás en el tiempo. Se

considera que su inicio puede ser marcado casi de forma contundente con la publicación

de dos obras en el año 1958. Estas son The uses of argument de Stephen M. Toulmin y

Traité de l’argumentation: La nouvelle rhétorique de Chaïm Perelman y Lucie

Olbrechts-Tyteca. Perelman y Olbrechts-Tyteca fueron un filósofo y una socióloga

belgas que han tenido una amplia experiencia trabajando en conjunto en el campo de la

filosofía, la argumentación y la retórica. Por otro lado, Stephen Toulmin fue un filósofo
británico-estadounidense, quien dedicó gran parte de su vida al estudio de la filosofía y

la argumentación, y a la discusión sobre los asuntos morales.

En lo que respecta a los inicios de esta llamada “disciplina”, que comenzó a gestarse

pasada la mitad del siglo XX, si bien se habla de un origen de la teoría de la

argumentación, esta no existe como tal. Más bien podríamos hablar de distintos y

variados enfoques teóricos acerca de la argumentación. Enfoques construidos y

constantemente atravesados por otras disciplinas, tales como: la filosofía, la lingüística,

el derecho (Oller, 2013, p.296). Entonces, ya dijimos que la teoría de la argumentación

se genera a través de ciertos desarrollos teóricos en concreto y que además abarca a un

significativo número de teorías de la argumentación distintas entre sí. Pero, no nos

referimos aún a la posible causa o causas por las cuales se genera este proceso de

formación de teorías informales. Consideramos, por lo leído en el Tratado y en Los

usos, que la primera causa, o una de ellas, es la insuficiencia de la lógica formal al

momento de tratar argumentos. Estos argumentos tienen la particularidad de no

armonizar con dos pilares fundamentales de la disciplina lógica, estos son la necesidad y

la evidencia. Así lo dicen en el Tratado: “La naturaleza misma de la deliberación y de la

argumentación se opone a la necesidad y a la evidencia, pues no se delibera en los casos

en los que la solución es necesaria ni se argumenta contra la evidencia” (Perelman y

Olbrechts-Tyteca, 1989, p.30). Los argumentos que la lógica formal no estaría

contemplando adecuadamente entran en “terrenos” argumentativos distintos, donde lo

que corresponde hacer es analizar su “grado” de, por ejemplo, verosimilitud,

plausibilidad o probabilidad (probabilidad en tanto escape esta última a la “certeza” del

cálculo matemático).

Volviendo a esta idea de la causa del origen de la teoría de la argumentación, y

recuperando los desarrollos de Bermejo Luque (2009) en su artículo La distinción


aristotélica, los desarrollos en lógica formal han representado tanto un avance como un

limitante para los desarrollos de la argumentación en otras áreas que el formalismo

lógico no ha podido llegar, equiparando la normatividad lógica a la normatividad

argumentativa, dejando de lado los condicionamientos pragmáticos de la argumentación

en tanto que “actividad comunicativa”.

La insuficiencia del estudio formal de argumentos y el “despegue” de los estudios

informales

Siguiendo lo propuesto en la sección anterior, la causa primera del origen de la teoría

de la argumentación, o una de ellas, es la insuficiencia de la perspectiva y estudio

formal de argumentos. Esta insuficiencia de la lógica para el estudio de determinados

argumentos, y las implicancias conceptuales de esta, desencadenó progresivamente, con

el correr del tiempo, en que un conjunto de distintxs profesionales de la argumentación

se propusieran en generar algo nuevo más “acorde” a lo que buscaban comprender y

sistematizar. He aquí el llamado “despegue” al que se hace alusión en el título de la

presente sección. Si los estudiosos de la argumentación en tiempos pasados,

tradicionalmente, se esforzaban por el desarrollo de un sistema de proposiciones

racionales, necesarias y evidentes, con el que todo el mundo tuviera que estar de

acuerdo, entonces los estudiosos de argumentación contemporánea que presentamos en

este informe buscarían despegarse de estas ideas de tradición cartesiana y despegar a

“nuevas tierras”. La teoría de la argumentación contemporánea podríamos decir que

consiste a grandes rasgos en tres grandes áreas renovadas que heredamos de antaño. Y

decimos renovadas porque a mediados de la segunda mitad del siglo XX, autores como

Perelman y Olbrechts-Tyteca (1958), Toulmin (1958) o Hamblin (1970) hicieron

hincapié en el estudio de la argumentación en lenguaje natural, por las siguientes tres

vías: lógica, dialéctica y retórica (Bermejo Luque, 2009, pp.28-29).


Con el Tratado de la Argumentación. La nueva retórica, Chaïm Perelman y Lucie

Olbrechts-Tyteca, buscan regresar teóricamente a cierto estado de la argumentación

pasado, un estado donde quienes se dedicaban al estudio y aplicación de la

argumentación no lo hacían desde una perspectiva lógico-formal. Esta perspectiva,

facultad o disciplina, era la llamada retórica1, lo que en términos actuales podríamos

considerar como parte de los estudios informales de la argumentación. En el Tratado,

quieren a su vez dar con las respuestas a ciertas interrogantes y preocupaciones que

comparten con los pensadores antiguos -griegos y latinos- y los pensadores del

Renacimiento, aquellos que estudiaron el arte de persuadir y convencer, la técnica de la

deliberación y de la discusión. Cabe aclarar que su idea no es revivir y defender una

perspectiva vetusta, como lo adelantó el título de su obra y nosotros un poco más arriba,

lo que buscan, y consiguen, es generar una nueva retórica. Una que no se limite al

discurso oral y tampoco a la llamada “muchedumbre”. Podríamos decir que esta nueva

retórica se enfoca en los grados de adhesión de un supuesto auditorio, como receptor del

discurso y elemento central en el proceso retórico en general, al discurso o diálogo

presentado por un orador o grupo de oradores. Además de que esta retórica presta su

atención a las tensiones y matices en las que estos grados de adhesión se presentan.

Matices tales como características contextuales de los distintos tipos de auditorios, pues

no son iguales entre sí y además presentan una composición heterogénea, y tensiones

tales como: cuando la perspectiva de un orador sobre su auditorio entra en conflicto con

el auditorio concreto al que tiene que dirigirse. El auditorio es, en términos del Tratado,
1 La retórica, según Aristóteles, es la contraparte de la dialéctica, y sus argumentos

pretenden principalmente convencer a un auditorio en concreto sobre la corrección de

un punto de vista (van Eemeren, 1996, p.4). También, agrega Aristóteles que puede ser

reconocida como una facultad, la de “descubrir los posibles medios de persuasión de la

oratoria” (van Eemeren, 1996, p.14).


y desde un punto de vista retórico, “el conjunto de aquellos en quienes el orador quiere

influir con su argumentación” (Perelman y Olbretchs-Tyteca, 1989, p.55). El conflicto

se genera debido a que el orador parte con una idea de “auditorio universal” 2 que luego

tiene que contrastar y resolver con el auditorio concreto. Pues, hay tantos tipos de

auditorios como de oradores. Por otra parte, y teniendo en cuenta estos matices y

tensiones, plantean que no podríamos pretender que un solo enfoque logre buenos

resultados, y por ello tenemos que considerar importante la maleabilidad a la hora del

discurso, y por ello, cierta interdisciplinariedad.

En sintonía con los desarrollos de Perelman y Olbrechts-Tyteca, los desarrollos de

Stephen Toulmin en Los usos también parten de cierto consenso en que la lógica formal

ha sido abstraída a tal extremo de los argumentos que nos atraviesan cotidianamente,

por lo que resulta insuficiente para evaluarlos. Esta insuficiencia la considera un

resultado de la matematización que ha sufrido el análisis lógico de los argumentos y la

lógica como disciplina. En base a esto Toulmin plantea dos problemas que desencadena

este abstracción de la lógica, por un lado que nos corre del planteo sobre su aplicación y

por otro que las cuestiones que suscita esta nueva interpretación resultan difíciles de

resolver y poco fructíferas. Toulmin asegura que la lógica formal en el estado actual en

que la proponían los lógicos de su tiempo, era insuficiente para evaluar argumentos que

no sean matemáticos. Y que además, la lógica había pasado por un proceso de

conversión en ciencia, al unirse al sistema formal matemático, que por cierto aclara

tiene muchas limitaciones y problemas internos. Él luego presenta algunas de las

2 Brevemente, un auditorio universal es una construcción del orador, cada orador

construye su propio auditorio universal para juzgar y saber cómo argumentar. En este

sentido se espera que lxs interlocutores adhieran al diálogo propuesto ya que encarnan

esa idea de auditorio ideal (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1989, p.81).


disciplinas con las que se ha relacionado la lógica en su potencialidad como ciencia, y

nombra a las siguientes: la matemática -por supuesto-, también la psicología, o la

sociología y la jurisprudencia.

Siguiendo con los desarrollos de Toulmin, cabe volver a este problema que surgía entre

los estudiosos de la lógica, es decir, aquel por la aplicabilidad de la teoría lógica a

argumentos de situaciones cotidianas. En vista de esto, y en relación a la jurisprudencia,

última disciplina nombrada que mantiene relaciones con la lógica, Toulmin se detiene

un poco más en sus comparaciones. Asegura que la lógica bien podría concebirse como

una “jurisprudencia” generalizada. Donde los argumentos presentados pueden

compararse a “demandas judiciales” y las “afirmaciones hechas ante tribunales” pueden

compararse a afirmaciones realizadas y argumentadas en contextos extra-legales. Más

allá del carácter análogo que puedan compartir ambas disciplinas, Toulmin asegura que

además hay cierta estructura en común entre ellas, como sus herramientas argumentales

u objetivos al argumentar (Toulmin, 2007, pp.19-25). Para el final de su libro, y en

respuesta a estas cuestiones que suscita sus desarrollos, Toulmin plantea, llegado a las

conclusiones, una especie de reorganización de la lógica. Por lo que subraya tres

observaciones particulares: 1) la necesidad de que la lógica y la epistemología se

acerquen y se vuelvan una sola disciplina, 2) la importancia del método comparativo,

básicamente no generalizar propiedades de un campo de estudio en los demás, por

ejemplo, no buscar la validez de argumentos cuyo fin es más bien uno retórico, el de

convencer, y 3) reintroducir consideraciones históricas, empíricas y antropológicas que

habían sido extraídas.

Conclusiones
Podríamos asumir, provisoriamente, que los desarrollos desde mitad del siglo XX en

adelante enriquecieron a los distintos campos que se encargan del estudio de la

argumentación, por cualquiera de los tres caminos nombrados. Y que estos desarrollos

han estado estrechamente relacionados, al menos en principio, a un “proceso mental”

que implica un alejamiento de una matematización de los argumentos, y estrechar lazos

con otras disciplinas y formas de argumentar. Estos intentos (y a nuestro parecer logros

efectivos) se ven tanto en Perelman y Olbretchts-Tyteca, como en Toulmin.

Debido a la extensión y pertinencia requerida para el trabajo no ha podido analizarse a

gusto desarrollos “hermanos” interesantes, tales como los del campo de la lógica

informal en relación a las falacias en el discurso, como los de Ch. L. Hamblin, o análisis

históricos con los que podamos retomar la primacía dada a los desarrollos lógicos de

Aristóteles, en comparación a sus desarrollos en la retórica o dialéctica, como nombra

Bermejo Luque en La distinción aristotélica. Pero, consideramos que lo dicho en el

presente informe no se detiene únicamente a explicar los textos, sino que también

muestra muy brevemente los esfuerzos por lograr generar interés en la aplicación de

estructuras y análisis argumentativos a discursos en el lenguaje natural.

A pesar de los años que han pasado, tanto el Tratado como Los usos cumplen un rol

fundamental. Y aquí no sólo referimos a rastrear cómo fueron los desenlaces que

llevaron a dos perspectivas significativas de la teoría de la argumentación

contemporánea, sino también a un “proceso mental” en común centrado en las formas

de una argumentación crítica y fructífera, que realmente aporte a sostener un punto de

vista y la resolución de diferencias de opinión. Que incluso hoy en día, dicho proceso al

que hacemos referencia, sigue con cierto grado de vigencia.


Referencias

Bermejo Luque, L. (2009) La distinción aristotélica entre Lógica, Dialéctica y Retórica

y su lugar en la Teoría de la Argumentación. Cogency Vol. 1, N0. 2, pp.27-48.

Oller, Carlos Alejandro (2013) Análisis y reconstrucción de argumentos en Introducción

a la filosofía y a la argumentación filosófica. Silvia Solas, Carlos Oller, Lujan Ferrari

(coordinadores). La Plata, Argentina: Edulp.

Perelman, Ch. & Olbrechts-Tyteca, L. (1989) Tratado de la Argumentación. La nueva

retórica. Madrid: Editorial Gredos, Introducción y Primera Parte pp.30-116.

Toulmin, S. (2007) Los usos de la argumentación. Barcelona: Ediciones Península,

Introducción y Conclusión, pp. 17-28 y 319-326

Van Eemeren, F.H., Grootendorst, R., y Snoeck Henkemans, F. (eds.) Fundamentals of

argumentation theory. A handbook of historical backgrounds and contemporary

developments, Hillsdale, Lawrence Erlbaum Associates, 1996, 29-45. Traducción de

Federico E. López para uso de la Cátedra de Teoría de la Argumentación.

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