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MODELO DE TOULMIN

Stephen Toulmin nació en Londres en 1922, recibió su Bachelor of arts en


matemáticas y ciencias naturales en el King’s College en 1942. Durante la
Segunda Guerra Mundial prestó sus servicios como oficial en el ministerio de
producción de aviones, pero una vez terminada la guerra obtuvo su Master of Arts
y luego su Ph. D. en Filosofía de la Universidad de Cambridge en 1948. Toulmin
pasó gran parte de su vida dedicado a la enseñanza universitaria. Después de
doctorarse en Cambridge fue designado como catedrático en la Universidad de
Oxford. Allí se dedicó a la filosofía de la ciencia y publicó en 1953 su libro Filosofía
de la ciencia: Una Introducción. Posteriormente viajó a la Universidad de
Melbourne en Australia como profesor visitante. De regreso a UK en 1958,
mientras ocupaba una cátedra en el Departamento de filosofía de la Universidad
de Leeds, publicó The Uses of argument. Este trabajo fue recibido elogiosamente
por los comunicadores y estudiosos de la retórica y la argumentación en los
EE.UU., quizá por ello Toulmin viajó a este país en 1959. Su docencia universitaria
continuó en Norteamérica en las universidades de Chicago, Columbia, Stanford y
California. En 1972 escribió La comprensión humana. Un año después, en
coautoría con Allan Janik, publicó La Viena de Wittgenstein. Finalmente, en
colaboración con Richard Rieke y Allan Janik publicaron An Introdution to
reasoning en 1978. Todo esto sin hacer alusión a Cosmópolis (1990) y Regreso a
la razón (2001), donde Toulmin plantea que la capacidad razonable del
pensamiento para mejorar nuestras vidas se ha visto obstaculizada por un
desequilibrio en el proceso de conocimiento humano. Sugiere que estamos
dominados por una racionalidad restringida, abstracta y vacía de contenido,
constreñidos por cierta forma lógico-matemática o geométrica de razonamiento
que asume como modelo el método científico y tiene como fin último la búsqueda
de certezas absolutas e indubitables de tipo empírico o racional.
Al mirar la biografía de Toulmin y estudiar su obra, sorprende que sólo hasta ahora
podamos tener una traducción castellana de la obra más influyente de este
pensador contemporáneo, casi cincuenta años después, y que esta obra sea poco
conocida, leída y discutida. Stephen Toulmin permanece desatendido entre los
filósofos de oficio y sigue siendo ignorado completamente por los lógicos formales
en sus cursos universitarios. Por ello queremos aprovechar esta oportunidad para
llamar la atención sobre el contenido de este texto, al tiempo que felicitamos a las
traductoras y a la Editorial Península por presentar a la luz pública esta esmerada
edición. Llenos de preguntas y expectativas arribamos a la reseña de este texto,
dejando para otra oportunidad la discusión detallada de sus planteamientos.
Stephen Toulmin es uno de los autores más determinantes en la consolidación del
nuevo paradigma teórico conceptual sobre la argumentación y el razonamiento en
el Siglo XX. Irme Lakatos y Peter Strawson lo criticaron fuertemente, pero en
general su obra pasó desapercibida para los filósofos y científicos, sus ideas
influenciaron sobre todo a los comunicadores, lingüistas y teóricos de la
argumentación, aportando mucho en el desarrollo de la investigación sobre las
funciones del lenguaje y el razonamiento en lengua natural.

Toulmin considera que el análisis lógico formal es incapaz de descubrir cómo


funciona la argumentación y la discusión crítica en el marco de las interacciones
comunicativas cotidianas. Su modelo analítico para comprender el paradigma
retórico-dialéctico que sirve de fundamento a la argumentación y la discusión, nos
presenta un esquema genérico del razonamiento con seis elementos. El primer
elemento es la demanda o conclusión (C) que alguien intenta justificar con una
argumentación en el marco de una discusión. El segundo elemento son los
fundamentos (G), que funcionan como premisa menor o datos de partida que
sirven de base o fundamento inicial para la argumentación. El tercer elemento es
la autorización o garantía (W) que determina si la demanda es o no legítima,
plausible o infundada, y funciona como una regla general o premisa mayor. El
cuarto elemento son los respaldos (B) que sirven de apoyo a las garantías,
funcionan como reglas, leyes, formulas o principios que le dan solidez o sirven de
soporte al garante. La distinción entre W y B es problemática y difícil de establecer
en casos concretos. Las garantías relevantes para autorizar argumentos en
campos diferentes de razonamiento requieren tipos diferentes de apoyo o
respaldo. En el campo jurídico, por ejemplo, se debe haber legislado y deben
existir unos documentos legales, vigentes y válidos; en la ciencia las leyes
científicas deben ser comprobadas o falsadas, y así según el campo.

Los calificadores modales o modalizadores (Q) son el quinto elemento. Indican la


fuerza que modaliza el tránsito de los datos a la autorización. No todos los
argumentos apoyan sus demandas o conclusiones con el mismo grado de certeza.
Algunas garantías llevan necesariamente a la conclusión propuesta, otras lo hacen
frecuentemente, pero no totalmente, otras probablemente, o posiblemente, etc. El
sexto elemento de la argumentación son las refutaciones, reservas o críticas (R),
es decir, el conjunto de posibles objeciones, restricciones, ajustes y
contraejemplos que debilitan o colocan en duda el paso de la argumentación hasta
la conclusión propuesta. Este modelo puede ser representado en un esquema
básico:
Se trata de un complejo modelo de análisis en el que subyace una concepción de
la estructura del raciocinio y los usos de la racionalidad humana. Es una
concepción sobre la aplicación de la lógica en contextos específicos, basada en el
respeto al mejor argumento y ajena a los dogmatismos que pretenden imponer su
"ley de verdad". Plantea la importancia del uso de las formas simbólicas que
facilitan la convivencia de los seres humanos y el valor práctico del desarrollo de la
función argumentativa que nos permiten acceder a los juegos del lenguaje
científico – filosófico.

Para Toulmin la función argumentativa del lenguaje y la acción de argumentar


colocan de presente la racionalidad humana. Participar de una interacción
comunicativa en donde se plantean y critican argumentos con un propósito
definido es un rasgo característico de los seres humanos y lo razonable se
evidencia en la capacidad para atender los argumentos de la parte contraria y
evaluar con criterio la fuerza de una argumentación. Plantear pretensiones,
someterlas a debate, ofrecer razones y datos para respaldarlas, objetar y refutar
esas críticas, etc., es la actividad característica de los seres humanos. El
razonamiento es la actividad central del pensamiento. Se trata de una interacción
social. Consiste en usar símbolos para presentar nuestras razones y sostener o
criticar una interpretación, concepción o planteamiento. Un argumento es una
secuencia de símbolos lingüísticos, un segmento de razonamiento que va desde
los datos de partida hasta la conclusión, encadenando razones y objeciones, que
establecen el contenido y la fuerza de la tesis que presentamos para el
asentimiento de un auditorio.
EJEMPLOS:

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