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Sermón preparado para Escuelita de Predicadores

CHRISTIAN DAVID ZÁRATE G.


Sermón de la Purificación del Templo
Marcos 11:12-19

Para los que vivimos cerca del 20, sabemos que a veces es cansón pasar por los
lados de la iglesia del Divino Niño un domingo. Esto se debe a que la cantidad de
gente que viene de otras partes de la ciudad es abrumadora. El Divino Niño ha
sido reconocido como un monumento que atrae muchas personas. Y cuando hay
muchas personas en un lugar, lo normal es que se empiece a pensar en negocio.
Cuando uno pasa por el lado de la iglesia, uno puede ver que los llenan la cuadra
son los vendedores, porque el templo deja de tomar el sentido de adoración y se
vuelve un espacio que brinda economía. Pierde su razón de ser. Claro está que
uno cuando pasa, no va a comenzar a tirar y volcar todo lo que encuentre y a
pregonar que el templo no es para esto. Ese riesgo sólo lo corrió Jesús. Y vamos
a mirar por qué lo hizo.

Cuando uno se acerca al texto, el mismo título ya lo predispone a uno para


entender su mensaje. La mayoría de las versiones ponen el título de: “la
purificación del templo”. Efectivamente, el texto nos quiere hablar de la
purificación, simplemente que cuando uno se centra en el templo, raramente
puede vincular el relato de la higuera que está justo antes y justo después. Es
decir, el relato del templo se halla en el centro de un relato que habla de una
higuera. Es como si fuera un quiasmo y todo gira con un mismo propósito.

Es en este sentido que podemos decir que los eventos que evidencian el esfuerzo
de Jesús por mostrar la purificación fueron: maldecir una higuera sin fruto, echar a
los vendedores del templo y la reacción de los sacerdotes y maestros frente a tal
acción.

Así, podemos pensar que del versículo 12 al 14 nos habla de la maldición de la


higuera. Del versículo 15 al 17 nos habla del sacar a los vendedores del templo y
los versículos 18 y 19 nos habla de la reacción de los sacerdotes y maestros de la
ley.

La maldición de la higuera (12 -14)

El texto nos dice que Jesús tuvo hambre y viendo de lejos una higuera que tenía
hojas fue a ver si hallaba algún fruto, pero no lo encontró porque – añade el
narrador – “no era tiempo de dar fruto”. Es aquí cuando Jesús pronuncia sus duras
palabras: “Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti”, le dijo a la higuera. Y lo
oyeron sus discípulos.
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Esta última parte de que “lo oyeron sus discípulos”, el narrador no la pone porque
sí. Es la parte más importante, ya que lo que se quiere mostrar aquí es una
enseñanza de parte de Jesús. Algunos dicen que se trata de una parábola en
acción, es decir, un acontecimiento real, pero que se da con el fin de ejemplificar o
sustraer de ello una enseñanza específica. La pregunta es ¿Qué quiere Jesús
enseñar con esto y qué tiene que ver con el tema de la purificación que hemos
propuesto al inicio?
A primera vista, podría parecer que esta escena, junto con la siguiente, fuera la
reacción de alguien rabioso que todo lo destruye. Sin embargo, el texto aclara que
no se trata de esto sino de un signo profético como lo hacen varios de los profetas
del AT.
La higuera, como la vid, era un árbol que representaba al pueblo de Israel. En
Miqueas 7:1 el Señor se queja de la infidelidad del pueblo que no ha dado frutos.
También Jeremías 8:13 dice que no hay brevas en la higuera ni uvas en la vid.
Estos dos textos hablan específicamente de Israel que por causa de su corrupción
y pecado no da fruto. Pero podemos acercar la analogía al mismo relato de
Marcos, donde en el capítulo 4, la parábola del sembrador, insiste en la necesidad
de dar frutos como respuesta a la palabra de Dios.
A Israel siempre se le ha exigido ser puro, pero al llegar el momento de la
salvación, al llegar Jesús a Jerusalén, se encuentra con un pueblo vacío, sin
frutos.
Llama la atención que el texto menciona que la higuera tenia hojas, es decir,
desde lejos no era fácil ver si tenía o no frutos, Jesús tiene que acercarse para ver
que no los hay. Y es precisamente lo que ha pasado con el pueblo de Israel y en
especial con sus líderes. Tienen apariencia de tener frutos, pero al acercarse
Jesús, se da cuenta que no los hay. Y es precisamente esto lo que va a
demostrar en la siguiente parte de nuestro texto.

La expulsión de los vendedores del templo (15-17)

De entrada hay algo que llama la atención. Esto de tener el templo por centro
económico y no por lugar de oración, no fue algo que lo cogió de improvisto en
ese momento. El versículo 15 nos dice: “Llegaron, pues, a Jerusalén. Jesús
entró en el templo y comenzó a echar de allí a los que compraban y
vendían…” No obstante, parece ser que el día anterior ya había visto cómo era la
movida en el templo. Miren el versículo 11, antes del relato de la higuera: “Jesús
entró a Jerusalen y fue al templo. Después de observarlo todo, como ya era tarde,
salió para Betania con los doce”. Y al día siguente, nos dice el versículo 12, es
cuando ocurre lo de la higuera y lo del templo. Puede que esto sea una pista para
decir que no es que le hayan ganado sus impulsos, más bien, quería mostrar el
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celo que tenía por la casa de Dios a aquellos que aparentaban tenerlo, pero que
en el fondo no eran más que personas con deseos de sacar provecho de la fe.

El templo de Jerusalen, además de lugar de culto religioso, era el principal centro


económico de la ciudad por la cantidad de personas que atraía.
En este lugar, en el templo, y más específicamente en el atrio del templo, se
hallaban los vendedores y los cambistas. Era obvio que los grandes animales para
los sacrificios estaban allí, pero llama la atención que el texto menciona la ofrenda
de los pobres: Las palomas (Lv 5:7 nos dice que si no tiene suficiente, traiga dos
tórtolas). Es decir, también había negocio con la necesidad de los pobres (y
recordemos que Jesús viene hablando de los pobres y los ricos).

Los cambistas cambiaban las monedas romanas que los judíos no aceptaban,
porque llevaban grabada la imagen del emperador. Estos las cambiaban por
antiguas monedas judías o por algunas que no tenían imágenes grabadas. Y de
esto podemos ejemplificar, además, lo mismo que ha mostrado el Señor. No se
aceptan las imágenes, pero sí se acepta el volver la casa del Señor un
mercado de negocio. En otras palabras, apariencia de piedad, pero que si
uno se acerca se da cuenta que no hay un verdadero fruto.
El espectaculo que presencia Jesús era que el lugar de culto estaba al servicio de
los intereses económicos de comerciantes y sacerdotes.

Entonces Jesús expulsa del templo a los mercaderes, ilustrando esta acción con
dos textos de dos profetas. Uno para mostrar lo que debería ser el templo (Is
56:7), y otro que habla acerca de lo que de hecho es ahora (Jr 7:11).
El versículo 17 dice: “también les enseñaba con estas palabras: “¿no está
escrito: mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones, pero
ustedes la han convertido en cueva de ladrones”.

Y es aquí donde pasamos a nuestra parte final:

La reacción de los sacerdotes y maestros de la ley (18 – 19)

Fíjense ustedes lo que dice el texto. ¿Cuándo es que los jefes de los sacerdotes y
los maestros de la ley comienzan a buscar la manera de matarlo? El texto no dice
que fue cuando lo vieron volcando las mesas, el texto dice que es cuando lo
oyeron. Es decir, fue la enseñanza la que causó malestar en ellos. Y con justa
razón, porque si uno mira el contexto de Jeremías 7:11, el profeta está haciendo
una crítica a la religión falsa e inutil.
Estos eran sacerdotes y maestros de la ley. Sabían lo que estaba diciendo el
Señor. Este texto del profeta habla de una gran hipocrecía, de aquellos que
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practican la injusticia, oprimen al extranjero, roban, “y vienen y se presentan
en esta casa que lleva mi nombre y dice: “estamos a salvo”, para luego
seguir cometiendo todas estas abominaciones. ¿Creen acaso que esta casa
que lleva mi nombre es una cueva de ladrones? Ustedes no me han querido
escuchar y les he hablado más de una vez. Por eso los destruiré, los quitaré
de mi presencia, etc. ¡Esto fue lo que recordaron estos escribas! Es por esto que
ahora quieren buscar la manera de matar al Señor.

La actuación del Señor y sus enseñanzas apuntaban a la impureza del pueblo de


Israel, en especial de sus líderes, a su hipocrecía y falta de frutos que se
esperaban del pueblo. Y los eventos que evidencian el esfuerzo de Jesús por
mostrar la purificación fueron: maldecir una higuera sin fruto, echar a los
vendedores del templo y la reacción de los sacerdotes y maestros frente a tal
acción.

Nosotros podemos ver más adelante que la pregunta que le hacen estos maestros
de la ley a Jesús tiene que ver con la autoridad. Estos relatos desafían la
autoridad de los líderes judíos y perjudicaba grandemente sus ganancias
materiales. Estos hombres no solamente permitian la empresa de mercado en el
templo, sino que eran aquellos que sabían qué vender y qué no, qué cambiar y
qué no. Era los terratenientes del mercado. Y quitarles esto, les daba en el centro
de su autoridad y negocio.
¿Ustedes recuerdan el joven rico que era tan religioso pero que le daba dolor
desprenderse de sus poseciones? Puede que Jesús quiera seguir ilustrando
aquellos que por fuera aparentan tener frutos, pero que cuando se acerca, no hay
nada. Lo único que hay es una hipocrecía que no deja realmente acercarnos al
Señor de la manera que se debe hacer.

Que el Señor nos ayude a ser aquella higuera que cuando el Señor se acerque
nos encuentre con fruto. Que el Señor nos ayude a acercarnos a su iglesia no
como medio de mostrarnos los perfectos, sino como un lugar de oración y
reconciliación con él. Que Dios nos ayude a tener la actitud de humildad y no
tomar una actitud de desprecio contra todo aquel que nos exhorta en las cosas
que estamos haciendo mal. ¡Somos los líderes del templo! ¿Hasta cuánto estamos
dispuestos a soportar que nos digan las cosas?. Que Dios nos ayude a
encontrarnos puros y con mucho fruto manifestado en la justicia y en el trato con
mi prógimo.
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CHRISTIAN DAVID ZÁRATE G.
Idea exegética (trabajada en clase de Escuelitas)
Los eventos que evideciaron la condición en la que encontró Jesús a Israel y sus
autoridades religiosas fueron:
Hallar una higuera sin fruto
Hallar un templo convertido en cueva de ladrones

Bosquejo:
Condición o estado en la que encontró Jesús a higuera (12 – 15)
Condición o estado en la que encontró Jesús al Templo (16 – 19)

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