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ROLAND BARTHES, PAUL BEAUCHAMP, HENRY BOUILLARD,

JOSEPH COURTES, EDGAR HAULOTTE, XAVIER LÉON-DUFOUR


LOUIS MARIN, PAUL RICOEUR, ANTOINE VERGOTE

-Il

EXEGESIS
Y
HERMENEUTICA

CRISTIANDAD
ROLAND BARTHES, PAUL BEAUCHAMP,
Colección HENRI BOUILLARD, JOSEPH COURTES,
B IB U A Y LEN G U A JE EDGAR HAULOTTE, XAVIER LÉON-DUFOUR,
LOUIS MARIN, PAUL RICOEUR,
La dirige ANTOIN E VERGOTE
A. de la Fu en te Ad á n ez

1. R. Barthes, P. Ricoeur, X . Léon-Dufour, etc: Exégesis y herme­


néutica, 291 págs.
EXEGESIS
Y
2. E. A. N ida/C h. R. Taber: Teoría y práctica de la traducción.
HERMENEUTICA

EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 30 - 3 2
MADRID
Título original:
CONTENIDO
EXÉGESE ET HERM ÉNEUTIQUE

© Copyright Éditions du Seuil, París 1971

Traducción de
G. T orrente Ballestee

Derechos para todos los países de lengua española


E d ic io n e s C r istia n d a d , S. L.
Madrid 1976

Depósito legal: M. 12.494-1976


ISBN : 84-7057-203-2

Printed in Spain
Aldus, S. A. Artes Gráficas - Castellò, 120. MADRID
A. Fierro: Prólogo a la edición española............ . ... ... ... 11
X. Léon-Dufour: Presentación.................................................. 17

SESION PRELIMINAR

Los representantes del o y en te..................................................... . 23


Conferencia de introducción: D el conflicto a la convergencia
de los métodos en exige sis bíblica,por Paul Ricoeur ... 33

PRIMERA JORNADA

LA BUSQUEDA D EL SENTIDO

Introducción................................................................................. ... 51
Ficha de trabajo: En torno al primer capítulo del Génesis,
por Paul B eau ch am p..................................................................... 53
Conferencia: Sobre la exégesis de Génesis 1,1-2,4a, por Paul
R ic o e u r.............................................................................................. 59
Mesa redon d a.......................................................................................... 75

SEGUNDA JORNADA

EL YO QUE INTERPRETA

Introducción............................................................................................. 83
Ficha de trabajo: El texto (Rom 7 ,7 -2 5 )........................................ 83
Conferencia: Aportación de los datos psicoanalíticos a la exé­
gesis. Vida, ley y escisión del yo en la epístola a los Ro­
manos 7, por Antoine V e rg o te ................................................ 88
Mesa redonda......................................................................................... 123
Cuestiones suplem entarias................................................................... 139
PROLOGO A LA EDICION ESPAÑOLA
TERCERA JORNADA

EL TEXTO Y EL ANALISIS ESTRU CTU RA L

Introducción.......... ........................................................................... 141


Conferencia: El análisis estructural del relato. A propósito de
Hechos 10-11, por Roland B a rth e s...................... ................ 143
Comunicación: Hechos 10,1-11,18 como sistema de represen­
taciones míticas, por Joseph C o u rté s..................................... 164
Comunicación: Ensayo de análisis estructural de Hechos 10, El menester teológico está hoy desafiado, con más peligro que
1-11,18, por Louis M a r ín ......................................................... 170 nunca, a exponer con claridad y a justificar con rigor su propio
Mesa redonda...................................................................................... 193 método: ¿cómo procede la reflexión teológica?, ¿cuál es su tase de
experiencia?, ¿cómo elabora sus materiales propios?, ¿qué funda­
mento hay para proceder de un modo y no de otro?, ¿qué títulos
ULTIMA JORNADA reales tiene para autodesignarse ciencia?, ¿de dónde recaba autono­
mía para considerarse un saber o un discurso específico y diferen­
EXEGES1S Y DOGM ATICA cial respecto al discurso de las ciencias cuando también éstas se
ocupan del objeto llamado “cristianismo” ?
Introducción.......................... 211 La fundamentación metodológica se ha convertido en una ver­
Conferencia: Exégesis, hermenéutica y teología. Problemas de dadera “crux theologorum” de resultas de la liquidación de las dos
método, por Henri B o u illa rd .................................................. 213 instancias que aseguraron a casi toda la teología del pasado úna
Conferencia: Bosquejo de conclusión, por Paul Ricoeur ... 225 base metódica consistente: la determinación de la herencia bíblica
como dato revelado, patrimonio de verdades comunicadas por Dios;
F in a l.............................................................. :....................................... 235
la aplicación a ese 'patrimonio de unos modelos lógicos y epistemo­
lógicos tomados de una metafísica idealista o ingenuamente realista.
La primera de esas instancias deparaba al teólogo algo así como un
DOCUMENTOS
dato propio, una esfera de jurisdicción suya exclusiva, sustraída a
la indagación y competencia de las ciencias. La otra servía el utillaje
Reflexión sobre el lenguaje. Hacia una teología de la palabra, lógico y conceptual, el método para el manejo y elaboración del
por Paul R ic o e u r......................................................................... 237 dato originario. El descrédito tanto de aquella metafísica cuanto del
Fundación de una comunidad de tipo universal (Hechos 10, concepto fundamentalista de la revelación como arsenal de verdades
1-11,18). Estudio crítico de la redacción, la estructura y divinas en la Biblia ha dejado a la teología al aire, sin evidente
la tradición del relato, porEdgar H a u lo tte ......................... 254 objeto ni procedimientos propios. Estos, en el mejor de los casos,
no aparecen evidentes y obvios, sino problemáticos, necesitados de
legitimación, de una legitimación que, además, apenas resulta con­
vincente fuera del círculo de la comunidad teológica eclesiástica.
Para subsanar la debilidad e indecisión metodológicas que ame­
nazan su discurso, suele hoy el teólogo auxiliarse con los métodos
de la ciencia y, en particular, de las ciencias humanas. El hecho y
y el lenguaje religiosos, la tradición bíblica y eclesiástica, las re­
presentaciones teológicas, el ceremonial del culto y las prácticas
12 A. Fierro Prólogo a la edición española 13

cristianas, son analizados, formalizados y críticamente evaluados en punto de su articulación, donde la teología de los autores bíblicos
la teología actual sobre todo según modelos de las ciencias huma­ pasa a ser rigurosamente determinante de toda otra teología cris­
nas: sociología, psicología, lingüística, antropología cultural. El én­ tiana, ha dominado, en fin, la apropiación de un enfoque herme-
fasis actual en la necesidad de contacto y enriquecimiento de la néutico-ontológico: la comprensión de lo textos originantes de la
teología con esas ciencias obedece a un cierto terror ante el vacío propia tradición constituiría acceso privilegiado a la comprensión
metodológico que sin ellas se produce. del hombre y del ser.
Que llenen otras ciencias el vacío metodológico a la teología El presente volumen, a caballo entre teología y exégesis, se coloca
lo paga ésta al precio de su autonomía. La introducción de los mé­ en otra pérspectiva. Se trata, sí, de la lectura que el cristiano o senci­
todos científicos ha sido correlativa, en nuestros días, de una proble- llamente el hombre occidental de hoy realiza de unos textos, los del
matización del discurso teológico autónomo. Cada vez aparece más Antiguo y Nuevo Testamento, que pertenecen a las instancias origi­
dudoso que la teología pueda constituirse como ciencia por sí mis­ nantes de su tradición (una tradición, >por otro lado, que pervive de
ma, con entidad propia, siendo algo más que el agregado que, dentro diferente manera dentro de la comunidad cristiana y fuera de ella,
de la Iglesia y en orden a comprender la situación de los cristianos, en la cultura de Occidente más o menos secularizada). Lectura que
se hace con diferentes discursos científicos, de suyo no confesiona­ pretende ser conocimiento. Pero esta vez los instrumentos metódi­
les, acerca del fenómeno cristiano. La versión débil de esa impre­ cos para que el leer la Biblia se formalice según modelos del saber
sión, compartida por los teólogos más ortodoxos, dice que no existe van a tomarse del análisis y método estructural. A lo largo del volu­
teología pura; o que no hay modos puramente teológicos de abordar men, que desde el principio se augura muy variado por la diversidad
las cuestiones; o que la teología no tiene rigurosa e inamovible­ de filiación ideológica de los autores, aparecen también, sin duda, el
mente fijados sus límites, debiendo reconocer una ancha zona de planteamiento hermenéutico-ontológico, el histórico-genético, el psi-
"cuestiones fronterizas” , tan suyas como de las ciencias. La versión coanalítico. El quicio del debate, sin embargo, está en la aplicación
fuerte, conforme la propone la teología crítica o la teoría crítica dél método estructural al estudio de los textos constitutivos de la
del cristianismo, llega a afirmar que el discurso teológico como tal tradición y de la concepción cristiana. Modelo heurístico de investi­
está destinado a desaparecer —o está desapareciendo ya— , sustituido gación es aquí el análisis del texto en cuanto texto, en su pura obje­
por una verdadera teoría o ciencia crítica del cristianismo. En tér­ tividad y sincronía, como si ningún sujeto lo hubiera escrito y nin­
minos generales la dificultad — ¿o imposibilidad?— reside en con­ gún proceso de formación lo hubiera engendrado. ¿Qué puede
jugar el doble carácter, confesional y científico, que la teología suele aportar un análisis estructural semejante a la comprensión de las
reivindicar para sí. Si se constituye como discurso confesional, ligado Escrituras y, en consecuencia, a la comprensión de su herencia en
por una opción y profesión de fe, no se ve cómo puede satisfacer el cristianismo y en la teología? Esa es la cuestión.
en todo las exigencias de la racionalidad científica y crítica. Por el Fuera de España empiezan a verse estudios importantes de con­
contrario, en la medida en que formaliza su objeto con el rigor frontación entre método estructural e ideología o filosofía estructu-
de modelos científicos, el discurso del teólogo tiende a mostrarse ralista, de un lado, y cristianismo o teología, de otro. En nuestro
aconfesional. En su tesitura actual, no resueltas esas contradicciones, país, por el momento, la investigación de ese terreno no ha pasado
la teología aparece de ordinario como discurso complejo — híbrido, de una exploración primeriza a nivel de artículos. Esta sola circuns­
dirían sus críticos— , tramado en niveles heterogéneos, donde a los tancia hace del presente volumen un hecho editorial importante. La
análisis realmente científicos del hecho cristiano se agregan las op­ introducción con él en España de una problemática apenas rozada
ciones confesionales del teólogo. entre nosotros y prácticamente nueva se añade así, como no desde­
Por parce de la teología propiamente dicha, la toma en prés­ ñable valor circunstancial, a la calidad intrínseca de 'las contribucio­
tamo de métodos científicos ha ido a buscarse de ordinario en la nes que componen el libro.
psicología, la sociología y la lógica; en particular bajo una triple Su peso recae en los estudios-conferencias a cargo de Ricoeur,
forma de análisis: psicoanálisis, análisis crítico de las ideologías y Vergote, Barthes y Bouillard. Son nombres todos ellos conocidos en
análisis lógico de los enunciados. Por parte de la exégesis bíblica, España, autores traducidos y apreciados.
se ha buscado más bien en los métodos históricos, arqueológicos, En P. Ricoeur hay que estimar su fina sensibilidad, comprensiva
filológicos. En la zona de contacto entre exégesis y teología, en el a la vez que crítica, para captar los más significativos movimientos
14 A. Fierro Prólogo a la edición española 15

de la ciencia y de la filosofía actuales. Desde su propia tradición El volumen resultante de apartaciones de origen tan vario forma
filosófica, fuertemente marcada por la fenomenología de Husserl y un conjunto coherente, pero no, desde luego, monocorde. N o ya
por una ontología de la existencia, demuestra una rara capacidad sólo la variedad de las disciplinas que intervienen, sino sobre todo
para asimilar metodologías que, en principio, le son extrañas por la diversidad de las posiciones adoptadas ante el texto bíblico por
provenir de tradiciones antagónicas a la suya. Su mayor aportación cada participante engendran un espacio multidimensional de lectura
al pensamiento contemporáneo lo constituye sin duda el análisis filo­ dél mismo, deparando la posibilidad de recorridos y calas en distin­
sófico de los símbolos y de la actividad simbólica en general. Son tas direcciones.
fundamentales al respecto los volúmenes de Finitud y culpabilidad, ¿Es éste un libro de teología? Si en su hechura actual le carac­
en especial el último: La simbólica del mal, y también su penetrante teriza a la teología, como antes quedó dicho, el juego simultáneo
estudio de Freud bajo el título Sobre la interpretación; obras todas en varios registros discursivos, este es un 'libro teológico o, por lo
ellas traducidas al castellano. menos, un libro de complejidad isomorfa a la de la teología. El
R. Barthes es de otro mundo ideológico. Pertenece al breve cen­ examen del texto bíblico con arreglo a una metodología científica
so — no más de media docena de figuras— de los jefes de fila en del análisis textual va acompañado de un intento de comprensión
el estructuralismo. Dentro del campo de la crítica literaria ocupa de su sentido discretamente guiado por una actitud confesional.
una posición análoga a la de Lévi-Strauss en antropología cultural A diferencia de lo que ocurre en el discurso del teólogo de oficio,
o a la de Lacan en psicoanálisis; una posición fervorosamente com­ que se esfuerza por mantener con igual rigor el cabo de la ciencia
partida o polémicamente reprobada por otros estudiosos, pero en y el de su profesión de fe, aquí, px>r cierto, algunas intervenciones
todo caso con un poder de sugestión que no permite desconocerlo tratan de obedecer sencillamente al principio de racionalidad cientí­
ni quedar ante él indiferente. La obra de Barthes va llegando lenta­ fica y no a una suposición creyente. Pero la tensión polar o induso
mente a España. Aparte de otros trabajos menores, generalmente la heterogeneidad que de ahí surge entre las diferentes articulacio­
en obras colectivas, hay que señalar la versión castellana de Crítica nes del libro no es distinta de la que se advierte entre los varios
y verdad y El grado cero de la escritura. componentes de los libros usualmente catalogados como teológicos.
El profesor de Lovaina A. Vergote es conocido también entre Esquematizando y personificando los dos polos contrapuestos
nosotros, principalmente por su Psicología religiosa. En ella y en que a lo largo de esta obra rigen la incorporación del método es­
otros estudios complementarios, previos o posteriores, ha realizado tructural a la exégesis del texto bíblico, el contraste principal puede
una de las más inteligentes confrontaciones hoy disponibles con la cifrarse en un “Barthes versus Ricoeur”, o mejor, puesto que la
teoría psicoanalítica de la religión. Sobre las bases mismas de la punta polémica aflora con más claridad en este último, en un “R i­
interpretación freudiana del deseo religioso en relación con el símbo­ coeur versus Barthes”. En otros términos: hermenéutica y ontología
lo materno y de la idea de Dios como metamorfosis de la figura frente a mero análisis estructural.
del padre, el esencial aporte de Vergote está en haber estudiado la Para Ricoeur, sostenedor aquí de una tradición hermenéutica
historia religiosa del sujeto creyente como la dinámica que, en aplicada a comprender al hombre a partir de la interpretación de
correspondencia con el proceso general de maduración de la perso­ textos, la adopción de un método estructural no representa un ca­
na, niega, a la vez que realiza en otro plano, las proyecciones y pricho, sino una necesidad del hermeneuta. Ahora bien, ningún
fantasmas arcaicos de la religiosidad infantil. método científico aparece inocente, y Ricoeur trata de eludir las
Mientras los tres autores ya reseñados traen a este volumen pers­ restricciones prejudiciales del método estructural, vale decir, el es­
pectivas de análisis y extrateológicas, y el resto de comunicaciones tructuralismo como filosofía o ideología. El análisis según el método
viene de exegetas profesionales, el punto de vista de la teología estructural puede y debe ser integrado junto a otros tipos de aná­
corre a cargo de H. Bouillard, único teólogo de oficio en este con­ lisis. Ricoeur se esfuerza por mostrar cómo el enfoque hermenéutico,
cierto de diferentes disciplinas. En Bouillard hay que apreciar prin­ o el genético-histórico apelan al estructural, y cómo a su vez en el
cipalmente sus trabajos en teología fundamental, donde se ocupa en curso del análisis estructural se desvela una exigencia de constitu­
poner de manifiesto la interna articulación lógica que se subtiende ción de sentido a otro nivel, primero de fenomenología y luego de
al movimiento de conversión y a la opción de fe. Existe edición ontología del lenguaje. En esa tentativa de reconstitución de una on­
castellana de su Lógica de la fe y de Blondel y el cristianismo. tología de la palabra, modulada con explícitos acentos heideggeria-
16 A. Fierro

nos, reside lo más característico de la posición de Ricoeur en el PRESENTACION


propósito de tomar a su cargo desde una concepción hermenéutica
la metodología estructural. Late ahí una discreta apologética en fa­ por
vor de la opción ontològica e incluso de la teológica. X a v ie r L é o n -D u fo u r
El análisis estructural puro, sin embargo, rechaza el punto de
vista hermenéutico, al que tacha de precientífico. Desconfía de la
búsqueda y de la aprehensión del significado tal como las practica
la fenomenología. ¿Qué es la realidad? ¿Qué el sentido? ¿Qué el
referente de las palabras o del texto? En la prespectiva estructural
no hay significado último; el sentido es sencillamente el recorrido
La celebración del Congreso cuyas actas ofrecemos aquí pudo lo­
interminable de los significantes. En el estricto oficio de analista
grarse sólo al cabo de una larga serie de dificultades. Su prehistoria
según el método estructural no hay lugar para la pregunta ontolò­
resulta muy significativa para comprender su desarrollo y alcance.
gica por la realidad o el referente, y tampoco para la pregunta teoló­
En septiembre de 1967, al final del primer congreso de la
gica. Existe, con todo, un momento en el cual el análisis estructural
A.CF.E.B. ', los exegetas franceses comprendieron con mayor clari­
señala, algo así como en el vacío de una impensada hipótesis, el
dad que hasta entonces que ya no les bastaba documentarse acerca
hueco teórico de Dios. Barthes lo expresa en una breve interven­
de los puntos cruciales de la exégesis sino, que necesitaban renovarse
ción dentro del debate que sigue a su conferencia: sólo hay un sin tardanza en su forma de leer y de presentar los textos bíblicos.
ser que detenga la interminable cadena de la significancia; un sig­ En efecto, en determinados medios resultaba evidente cierta dis­
nificado último no podría ser sino Dios, no significante ya de nin­ conformidad con respecto al texto inspirado: ¿por qué seguir in­
guna otra cosa. Afirmar tal significado último y no significante de
sistiendo sobre esos viejos textos, cuyo lenguaje se ha convertido en
nada, homólogo en otro contexto, del primer Motor aristotélico que
algo ininteligible para nuestros contemporáneos? ¿N o provendría,
lo mueve todo y no es movido por nada, se refiere a una opción
en gran parte, la causa de dicha apatía de la forma en que exegetas
no pertinente ni procedente ya ante el análisis estructural, puntua­
y predicadores leen los textos, a saber, como un monumento del
liza el propio Barthes. Con todo, aun en esa expresa reserva tiene
pasado cuyas afirmaciones se repiten sin cesar, en lugar de presen­
interés el que haya indicado con tanta nitidez el lugar teórico y,
tarlos como una Palabra que llega hoy a nuestro encuentro con un
para el método estructural, vacío donde emerge el pensamiento de
lenguaje actual? D e esta forma se puso de manifiesto cierta tensión
Dios. Para el crítico estructuralista, hecho a analizar en infinito
entre k investigación histórica y la actualización hermenéutica. Y se
círculo palabras que remiten a palabras, textos que reproducen o
decidió la celebración de un congreso sobre Exégesis y hermenéutica.
glosan otros textos, significantes que significan otros significantes,
Ahora bien, durante su preparación quedaron patentes dos co­
Dios aparece como metatexto o realidad más allá de las palabras y
rrientes entre los propios exegetas, una en la que predominaba el
los escritos, como aquel que rompe su inacabable circularidad, como
interés por el método histórico, y otra donde destacaba k importan­
significado o referente puro y no significante o denotador de otra
cia de una atención a las exigencias de la hermenéutica. Oigamos a
cosa. La clausura del saber estructuralista, ceñido al principio de
unos y a otros.
inmanencia del lenguaje, no se hace con eso apertura a un absoluto
“Atengámonos — dice uno de ellos— al viejo método histórico
o a una trascendencia. Pero define claramente los límites del círculo
tal como lo ha expuesto admirablemente el Padre Lagrange. ¿D e qué
en que está Cerrado el conocimiento y señala el punto donde inter­
servirían unos seminarios de trabajo dirigidos por personas que no
viene una opción ontològica o religiosa, exterior al discurso de la
conocen a Schürer ni saben nada de ese sinfín de hechos del siglo i
ciencia.
que permiten revivir los problemas de aquelk comunidad primitiva
y comprender los textos en los que ella da su solución?... Para hacer
A l f r e d o F ie r r o
un trabajo constructivo habría, creo, que centrarse de modo muy

1 La Résurrection du Christ et l’exégèse moderne, por P. de Surgy,


P. Grelot, M. Carrez, A. George, J. Delorme y X . 'Léon-Dufour (Paris 1969).
18 X. Léon-Dufour Presentación 19
definido en el método histórico: el lenguaje apocalíptico, el lenguaje ner de manifiesto su sentido actual, o más exactamente, abrir al sen­
de las sectas judías, la lengua de los misterios, el problema de la tido que cada cual debe hallar en el texto interpretado. De las tres
salvación para los judíos del siglo I... Y reservar sólo unos semina­ dimensiones que ofrece nuestra actividad con relación a la Sagrada
rios secundarios para iniciar en la problemática y la terminología Escritura (exégesis, reflexión, pastoral), querríamos insistir en la se­
de algunas corrientes modernas discutibles y discutidas” . gunda, pero sin perder de vista las otras dos. En la práctica, se
Otro exegeta se manifiesta en sentido contrario: “ ¿Consiste el trata, pues, de comparar los métodos de la exégesis con las aporta­
trabajo de la exégesis en meterse en la piel de las gentes ddl pasado? ciones que pueden suministrar ciertas disciplinas conexas y ciertos
Actualmente se pone en tela de juicio el método histórico tal como métodos emparentados. N o se trata de renegar del método de crítica
se entendía antiguamente, según el cual esta transferencia era posible literaria e histórica a que estamos habituados, sino de una apertura
y significativa. Nosotros no pretendemos combatir el método histó­ hacia una mayor eficacia mediante el conocimiento de los actuales
rico, sino salvarlo. En tiempos de Lagrange se pretendió pasar de métodos practicados por las otras ciencias humanas distintas de la
un método dogmático a un método histórico. Hoy, de modo similar, ciencia histórica. La empresa es arriesgada, pero también es tradicio­
se trata de descubrir la dimensión filosófica del método histórico, nal, pues la Iglesia no ha cesado de asimilar el progreso de las
simar al sujeto que interpreta. Se impone, pues, entre nosotros un ciencias.
nuevo problema de metodología”.
La mayoría insiste sobre los mismos términos. N o se trata sólo Recordemos algunas etapas de la crítica exegética. Durante die­
de reconstruir los hechos tal como debieron de producirse, sino ante ciocho siglos se contentó con justificar su sentido mediante la fe,
todo de comprender el lenguaje en el que dichos hechos nos fueron mientras los racionalistas lo discutían en nombre de la razón. Es la
transmitidos y después el lenguaje en el que nosotros mismos, hoy, etapa dogmática. Le sucede la etapa crítica, que somete los libros
podemos transmitirlos. La distancia entre ambos lenguajes ha de ser sagrados a las leyes de la crítica literaria. Por último, a principios
respetada, si no queremos caer en problemáticas falsas o evadirnos del siglo XX, se plantea la relación entre la exégesis y la crítica
en soluciones ilusorias. ¿Cómo es posible que D ios matase a los histórica. Esta pauta ha permitido denominar las tres etapas de la
cananeos? H e aquí un escándalo que no puede resolverse atribu­ interpretación: dogmática, literaria, histórica. Lentamente, con pru­
yendo a D ios una voluntad permisiva con relación a aquella matan­ dencia, la Iglesia católica ha ido reconociendo oficialmente el dere­
za. Pero, ¿habrá que hablar, entonces, con Bultmann, de lenguaje cho de la exégesis a la práctica de la crítica literaria e histórica,
mítico? Esta definición no serviría de gran cosa, salvo para hacer tanto en el ámbito del Antiguo Testamento (1943) como en el del
retroceder el problema que existe en el lenguaje: ¿puede el lenguaje Nuevo Testamento (1964). Pero ahora surgen problemas mucho
de antaño ser traducido a un lenguaje accesible a nuestros contem­ más radicales aún. Y a no se trata de preguntarse únicamente: “ ¿Su­
poráneos? cedió tal cosa” ?, ni tampoco: “ ¿Cómo sucedió?” , sino también:
En última instancia, el problema decisivo es el del acceso a la “ ¿Qué quiere decir esto?” El problema no afecta tanto al hedió
verdad. ¿Cuáles son los métodos que permiten descubrir el sentido? cuanto a su conocimiento y a la transmisión del mismo: nos en­
¿Siguen un curso paralelo, o convergen hacia un ñn común? El frentamos a un problema de lenguaje que no podemos resolver sólo
exegeta no puede trabajar aislado. Para salir de su reducto, tiene que con la ayuda metodológica de la crítica literaria e histórica. Habién­
observar cómo trabajan los demás. Por este camino, el análisis es­ donos percatado de la distancia que hay entre el lenguaje de nuestro
tructural nos ha llamado la atención en su cualidad de método que tiempo y el de los escritores bíblicos, estamos convencidos de que
permite determinar mejor las relaciones de los elementos del relato. el ideal de la lectura de los textos no consiste en trasladarse iluso­
También cuentan los métodos del análisis psicológico: ¿qué es el riamente al pasado, imaginando que puede ser revivido sin más;
sujeto que interpreta? ¿En qué sentido está condicionado? En fin, consiste en interpretar y en actualizar el lenguaje del pasado reco­
de un modo general, se trata de plantear las condiciones de cual­ nociendo la distancia que nos separa definitivamente de él, y des­
quier interpretación recurriendo al filósofo. cubriendo la relación que une las diversas interpretaciones propues­
Poco a poco se fue perfilando un acuerdo entre los exegetas. El tas a lo largo de los siglos.
acuerdo acerca del punto de partida: no basta con explicar el sentido Con este espíritu eclesial hemos pretendido abordar el aspecto
que antaño pudo tener el texto; hay que interpretar, es decir, po­ hermenéutico en el ejercicio de nuestro oficio de exegetas. N os atre­
20 X. Léon-Dufour Presentación 21

vemos a pensar que tal actitud restablecería el contacto con el oyen­ Para ayudarlo, me gustaría señalar de forma sumaria algunos resul­
te contemporáneo, que rechaza instintivamente las pretensiones de tados del Congreso.
quienes creen dominar el curso de la historia y en posesión del La primera jornada (plantear, partiendo de Gn 1, el problema
sentido de los textos repitiendo el lenguaje de antaño. hermenéutico) puso claramente de manifiesto que la interpretación
Para alcanzar dicho objetivo hemos recurrido a especialistas en de un texto no depende de un solo método, sino de varios. El inte­
rés por los problemas metodológicos eclipsó un poco la finalidad
tres métodos característicos. Paul Ricoeur aceptó guiar nuestras re­
de la jornada, a saber, la captación del sentido, la hermenéutica pro­
flexiones en el ámbito de la filosofía hermenéutica. Antoine Vergo-
piamente dicha. La conferencia de conclusión de la última jornada
te, profesor de la Universidad de Lovaina, nos dirigiría en los terre­
compensó en parte aquella deficiencia.
nos del método psicológico. Roland Barthes, profesor de la Escuela
La segunda jornada pretendía plantear los problemas de la inge­
práctica de Altos-Estudios, nos enseñaría cómo interpreta el estruc- nuidad con que el individuo se cree en posición dominante en rela­
turalismo un relato bíblico. En torno a estos tres maestros, a cada ción con el texto cuya lectura realiza. El comienzo fue bueno, incluso
uno de los cuales sería asignada una jornada completa, se procedería teniendo en cuenta la dificultad de establecer el valor de la aporta­
a una verificación con representantes del oyente, de los exegetas y ción de los métodos psicológicos al conjunto de los textos cuya exé­
predicadores; y nuevamente se volvería sobre la exégesis por medio gesis realizamos.
de la confrontación con la teología dogmática. En la tercera jornada se pasó a la consideración del texto como
A enfoque nuevo, nuevo método, al menos para nosotros. En texto. N ada de sujetos (puesto que por hipótesis el autor queda al
lugar de escuchar conferencias sobre un mismo tema, en lugar de margen), nada de inquirir un sentido último (pues se trabaja sola­
participar simplemente en algún seminario de trabajo, tendríamos mente sobre significaciones en el interior de una totalidad, sobre
un centro único de interés cada jornada, cuyo desarrollo sería el correlaciones, sobre las funciones de los diversos elementos del rela­
siguiente. La conferencia dada por el especialista del día iría seguida to en el todo), sino el texto a secas. Si bien el análisis estructural
de una mesa redonda que agruparía en torno al conferenciante a parecía deber aportar elementos importantes de los que carece el
tres exegetas y dos personas competentes en él método examinado. análisis genético, sin embargo, no tiene necesariamente que dominar
Animados por la mesa redonda, los congresistas discutirían el mismo en una teoría llamada estructuralismo.
tema durante la tarde, en grupos de seis a diez personas. Al final Finalmente, a lo largo de la última mañana, dos especialistas en
de la tarde, la mesa redonda se encargaría de responder a las dogmática mostraron la relación que ésta mantiene con ia herme­
néutica, así como con la teología bíblica. Desgraciadamente, faltó
cuestiones planteadas 'por los distintos grupos.
tiempo para confrontar como habría sido de desear la exégesis y la
Para mayor eficacia en el trabajo, se procuró buscar un auditorio
dogmática en un caso particular: la comprensión que de la persona
relativamente homogéneo, invitándolo a cooperar con ayuda de un
de Jesús brindan el Nuevo Testamento y el concilio de Calcedonia,
cuestionario y de fichas. Estos documentos van reproducidos al final dos lenguajes que merecerían una amplia confrontación. Y puesto
del libro. Añadiremos que una veintena de entre nosotros habíamos que el tiempo impidió efectuarla de un modo correcto, ¿por qué
aprovechado el aplazamiento del Congreso en 1968 hasta el año no plantearnos ya para un futuro no lejano una reunión cuya tema
siguiente: se organizó una reunión con A. J. Greimas y su escuela, fuera “Exégesis y dogmática” ?
especialistas en análisis estructural. A la fase de tanteo sucedió entre
los participantes otra de simpatía, lo cual no quiere decir que fué­ Al final de estas cuatro jornadas, empleadas en caminar juntos
ramos ya competentes en la materia: pero había aparecido ante a través de varios métodos y en buscar un sentido, ocurrió algo, un
nosotros un mundo que ampliaba nuestro horizonte y nuestro modo hecho que transformó a los numerosos participantes. ¿Se produjo
de proceder en la lectura de los textos. Gracias a este grupo inicial, una sinfonía de la palabra original? Oyendo a los demás, nosotros
el impacto que causaría Roland Barthes sería menos fuerte. aprendimos a escuchar mejor la palabra de Dios. ¡Ojalá podamos
hacerla resonar en los oídos de nuestros contemporáneos! ¡Y ojalá,
Tal era nuestro propósito. ¿Cuál fue la realidad? Los participan­ sobre todo, nos sea dado a nosotros escuchar hoy y siempre!
tes pueden decirlo. El lector de este libro podrá intentar conocerla.
22 X. Léon-Dufour

El Señor me ha dado una lengua de discípulo. SESION PRELIMINAR


Para poder responder a todo, promueve una parábola.
Todas las mañanas aviva mi oído para que yo escuche como
discípulo.
El Señor me ha abierto el entendimiento.

¡Ojalá siga abierto!

LOS REPRESENTANTES DEL OYENTE

Durante las pocas horas que faltan para nuestra reunión con los espe­
cialistas en los distintos métodos, vamos a ponernos en contacto con el
oyente, el que oye hablar al predicador, el que escucha al profesor de exé­
resis y lee las obras de los exegetas. N o se trata de una ocupación vana,
sino necesaria para una debida preparación. Efectivamente, nosotros los pro­
fesores y escritores corremos el riesgo de quedar satisfechos una vez comu­
nicada nuestra ciencia, adquirida con dificultad, despreocupándonos de saber
si hemos sido entendidos, si nuestro lenguaje era accesible a nuestros contem­
poráneos. Oyendo los testimonios de tal o cual medio, comprenderemos que
cada vez se hace más fuerte en nosotros la exigencia de una renovación
de nuestro oficio. Sin duda alguna, oiremos también algunos elogios, pero
estoy seguro de que no serán suficientes para anular las criticas sobre nues­
tro método, nuestro trabajo, nuestras producciones. A sí nacerá en nosotros
una exigencia pastoral que nos hará más sensibles a la exigencia herme­
néutica.
Esperamos, pues, oír el eco de distintos medios. N o todos han podido
responder a nuestro requerimiento. Muy en particular echamos de menos
las respuestas procedentes de los seminarios y los círculos bíblicos. En cam­
bio, el medio obrero, el medio científico y la catcquesis crecerán su testimo­
nio. Les hemos pedido situarse en dos niveles: en primer lugar, en el plano
de sus adquisiciones, sus deficiencias, sus decepciones con relación a nos­
otros... Y después, en el estadio que según ellos ocupa el sacerdote (testimo­
nio directo o indirecto, según los sermones o los círculos entendidos), fruto
de las enseñanzas de los biblistas; y también aportando ejemplos de una
interpretación recibida en el seminario y que no ha conseguido pasar al
público (una parábola, una frase, un relato). Se señalaban unos cuantos pun­
tos de referencia. Con relación a los conocimientos bíblicos, enjuiciar la ense­
ñanza del seminario a través de la predicación e indicar si hay nociones o
sectores demasiado poco conocidos. Con relación al método de lectura de un
texto, ¿se aprende a escuchar la palabra de D ios a través de un texto? ¿Hay
un método o varios? ¿Depende de la casualidad? ¿Sobre qué puntos (formas
de iniciación: sermones, círculos, libros) sería deseable una modificación ta­
jante? ¿Qué se entiende por actualización de la Escritura? Finalmente, con­
viene llegar a las motivaciones de esas dificultades. ¿Se tiene realmente el
sentimiento de que la Escritura es la norma que guía al que transmite la
palabra de D ios? ¿Se tiene el sentimiento de que la Biblia es un dominio
acotado, reservado a los exegetas? ¿N o se espera demasiado de estos últim os?
Estas eran algunas de las preguntas destinadas a avivar la reflexión.
24 Sesión preliminar Los representantes del oyente 25

La Unión católica de científicos franceses (U .C S.F.) encargó a su secre­ nos extrañas, implicadas unas en otras a través de los siglos y reservadas
taria un informe sobre la reacción del medio científico frente a los exegetas :. a un grupo de iniciados del que él no forma parte. Y desea establecer un
La señorita Christiane de Lozé es encargada de investigaciones en el C.N.R..S. contacto real con el texto.
y trabaja en la Facultad de ciencias de París en el campo de la química Es muy importante superar ese sentimiento de distancia, pues de otra
física. forma se corre el riesgo, en lo que concierne al Nuevo Testamento, de
que también la época evangélica resulte extraña: una especie de universo
CHRISTIANE DÉ L o z é : Para ponerse al corriente de lo que piensan los marginal, como el de los cuentos de hadas, con la tendencia a creer que
científicos sobre el trabajo de los exegetas, propongo empezar por unas re­ también para sus discípulos Jesús pertenecía a un universo mágico, rodeado
flexiones relativas al lenguaje, problema complejo, cuyo tema no me es de una especie de halo que delataba su trascendencia y que los induciría
posible desarrollar por completo. a creer en él nada más verlo. Sin embargo, la cuestión fundamental se
El lenguaje científico está destinado a formular conocimientos racionales, plantea en el interior de una vida compartida. El laico desea, pues, encon­
certidumbres objetivas; es un lenguaje preciso, que evita todo tipo de ambi­ trar un texto que, sin dejar de pertenecer a quienes lo escribieron, le resulte
güedades, y su campo operatorio pone un límite a los significados. Y o diría también próximo a él.
que es un lenguaje convergente, que encierra en sí mismo las verdades que En este texto, lo mismo que en el mundo actual, existen varios niveles
intenta expresar. de lenguaje que requieren niveles diferentes de explicación. Existen, por
Pero no hay que exagerar. Los científicos se dan perfecta cuenta de que supuesto, términos que podríamos llamar técnicos, resultantes del contexto
este lenguaje es demasiado pobre para expresar experiencias estéticas o fenó­ socio-cultural y que dependen de simples definiciones. Está también el nivel
menos de la vida interior y de que hay que recurrir a un lenguaje simbólico. de los conceptos: el científico se siente con frecuencia irritado por la im­
A fin de evitar cualquier malentendido sobre este término tantas veces ter­ precisión de los literatos y filósofos cuando definen aquello de que hablan,
giversado, echaré mano, para definirlo, de las reminiscencias de Paul Ri- a pesar de que no ignoran que un concepto sólo puede definirse al final de
coeur: entiendo por lenguaje simbólico aquel en que un primer sentido una investigación intuitiva más o menos larga. Pero todo esto es bastante
remite a una serie de sentidos secundarios, por ondas de choque sucesivas; secundario. Lo más importante en la Biblia, lo que le confiere su presencia
es un lenguaje que diverge hacia evocaciones, en lugar de converger hacia omnitemporal y su riqueza de sentido, es el lenguaje de la Alianza. Un
una expresión. lenguaje que el laico intuye muy próximo al lenguaje del amor, al diálogo
Se me dirá que estos dos lenguajesnada tienen que ver entre sí, y pre­ entre dos personas que tienen una historia común repleta de palabras y
cisamente es esto lo que molesta a los científicos. Yo creo que una de las gestos cargados de significados comunes, y lo bastante flexible para que una
razones del éxito de Teilhard consiste en haber logrado establecer un puente y otra puedan inventar sin cesar nuevos significados. Lo que el lector querría
entre ambos, pasar de un lenguaje científico a una poesía que inaugura una es recibir sugerencias sobre ese lote común de significados para poder entrar
visión del mundo, infinitamente densa de significaciones, sin alejarse dema­ en ese diálogo e inventar, con sus hermanos cristianos, los corolarios de
siado del universo científico. Por supuesto, no hay que dejarse engañar por esos significados en nuestro tiempo.
la comodidad de sentirse en un terreno conocido, pero hay que agradecer Ustedes me dirán que ésa es precisamente la labor del exegeta: garan­
a Teilhard este intento. Y o me pregunto, por lo demás, si se saca bastante tizar el paso de un lenguaje a otro. Cierto, pero ¿creen ustedes que se trata
partido de la riqueza simbólica del mundo técnico. ¿Han visto ustedes esa de una simple traducción? ¿Cuál habrá de ser el lenguaje del exegeta?
foto del desembarco en la Luna donde sólo se ve la sombra del módulo Tomemos por ejemplo el Vocabulario de teología bíblica. Es un libro
lunar y huellas de pasos? En ella hay material para soñar largamente; la que yo utilizo con frecuencia, pues se trata de un excelente instrumento de
toma de posesión por el hombre de un planeta marcado por la huella del trabajo para localizar a través de la Biblia los pasajes que me interesan.
hombre en toda su dimensión vertical,que es uno de sus atributos: no ya Pero ante el lenguaje de este libro uno queda perplejo: el lenguaje parece
el pie desnudo que Robinsón descubrió en su isla desierta, sino una huella
redonda, estriada por la indumentaria que le da poder sobre la naturaleza depender del vocabulario que el libro debería explicar, pero que sólo consigue
al mismo tiempo que lo separa de ella... restringir, encerrándose en un coto que limita cualquier intento de interpre­
Pero dejemos estas consideraciones para volver a la Biblia. Por supuesto, tación. Elijamos, entre otras muchas posibles, la palabra “gloria” , una pala­
existe cierto distanciamiento del hombre moderno con relación al lenguaje bra difícil de comprender, actualmente con muy mala prensa, y, sin em­
bíblico: en primer lugar, a causa del texto en sí, y también debido a una bargo, tan importante, pues todo san Juan habla de la gloria de Dios
serie de condicionamientos que una catcquesis más o menos correcta le ha manifestada a través de Jesucristo. Para esta palabra, en el Vocabulario
ido imprimiendo. El hombre moderno tiene la impresión de que la Biblia encontramos siete columnas. Leamos al azar: “ . ..l a gloria de Yahvé es epi-
le llega a través de un desordenado conjunto de interpretaciones más o me- fánica...; Isaías contempla la gloria de Yahvé bajo el aspecto de gloria real...
La manifestación plena de la gloria divina de Jesús se realizará en la paru-
sía... La gloria de Dios se ha manifestado en la vida, el ministerio y la
1 El testimonio de Christiane de Lozé responde a una reflexión realizada muerte de Jesús, los evangelios son doxofanías...”
en la U.C.S.F., publicada luego en el “Bulletin de l’U.C.S.F.” n.° 11 con El Vocabulario de teología bíblica, ¿es verdaderamente un libro para
el título Lettre à un exégète; François-Paul Dreyfus publicó en el n.° 113 laicos? Los comentarios de A. George sobre los salmos, el léxico de J. Jere­
del "Bulletin” la Réponse d’un exégète: expresando su acuerdo global con el mías al final de su libro sobre las parábolas de Jesús son mucho más
autor, manifiesta su desacuerdo sobre determinados puntos, por ejemplo, accesibles; haría falta un Vocabulario en este lenguaje, conservando su eru­
sobre el lenguaje o sobre el papel del exegeta. dición y su intención. Quizá sería incluso necesario un libro sobre cada
26 Sesión preliminar Los representantes del oyente 27

uno de esos grandes símbolos bíblicos sobre los que cabalga nuestra fe: episodio a salvo de la contingencia, de lo anecdótico, haciéndolo universal
pobreza, reino, justicia... mediante un comentario más o menos secundario. Sin duda resulta difícil
N o hagamos aspavientos. Y o creo que el laico, científico o no, es acce­ apartar al laico del condicionamiento de falsas interpretaciones, enriquecerlo
sible al lenguaje simbólico de la Biblia, pero refractario al lenguaje teoló­ con la aportación de todo cuanto en relación con el texto se conoce, sin
gico. Tiene la impresión de que dicho lenguaje es una jerga de especialistas, deslizarse hacia el comentario. Lo que el laico desea es verse simado en
un lenguaje estereotipado que restringe las verdades cristianas. Quizá por una pista de vuelo correcta, puesto ante el sentido profundo de un texto
eso sigue sin gustarme san Pablo: me gustan sus testimonios y las grandes desnudo con toda su fuerza, cara a cara con el espacio que el texto abre
frases profundas como aquella en que alude a la creación en espera de la en él y donde él mismo espera la palabra de Dios.
glorificación de los hijos de Dios; pero me resultan extrañas sus tentativas El ejercicio corriente de los predicadores y de los equipos de reflexión
de primer teólogo para revestir su experiencia de un racionalismo que no bíblica consiste en aplicar un texto a las actuales circunstancias. Es un ejer­
entiendo y me parece impregnado de un juridismo rabínico. La teología cicio útil, difícil, pero con frecuencia mal practicado. Sin embargo, creo
de san Juan es quizá más difícil, pero me llega a través de una vibración que lo esencial está en el proceso inverso: la aceptación del evangelio sólo
de recuerdos de Jesús y de una meditación que tienen gran resonancia. Es­ es completa cuando la vida nos pone ante un texto bruscamente compren­
peremos que los exegetas no nos traduzcan la Biblia en lenguaje teológico. dido por haber sido vivido. Entre ambas situaciones se sitúa el silencio de
Que nos restituyan sus símbolos y su contexto cultural en un lenguaje de unos textos conocidos, familiares, que maduran en secreto. El papel del
por sí culturalmente situado, y por lo tanto evolutivo, siempre abierto.
exegeta es irreemplazable para ayudar al laico a rehacer el camino del autor
Y perdónenme si les pido lo imposible.
sagrado, que va asimismo de una experiencia de Jesús a un relato, de la
¿Cómo veo yo el papel del exegeta? Quizá antes debería explicar cómo
veo al laico con respecto a los textos bíblicos. predicación largamente meditada de ese testimonio a un texto escrito.
Ante estos textos, el laico puede situarse en una perspectiva intelectual El exegeta desempeña, pues, un papel muy importante como garante en
que depende del nivel del individuo. Los intelectuales, en general, tienen la lectura de las fuentes de nuestra fe. Pero yo diría brutalmente que, en
la pretensión de que los textos religiosos sean abordados con la misma cierto modo, la Biblia no es la palabra de Dios, sino de su expresión, y
seriedad, e incluso más seriamente, que las cuestiones profanas que les que el exegeta no es el especialista de la palabra de Dios, el que domina
interesan. Por eso el científico concede mucha importancia a la existencia todo cuanto puede decirse de un texto. El papel del exegeta es marginal con
de los exegetas, a la seriedad de sus trabajos. Desea conocer esos trabajos respecto al del predicador, el del predicador lo es con respecto al santo, y
por medio de libros y de artículos; este trabajo intelectual gratuito le ser­ el del santo con respecto al de la comunidad (no es que yo pretenda
virá de base sobre la que apoyarse en su vida de fe. Desearía que los exege­ excluir la posibilidad de que un exegeta sea un buen predicador e incluso
tas le enseñen un método de trabajo para los momentos en que puede un santo). Las palabras de Dios se convierten en “palabra” cuando son
ahondar en determinada cuestión, como hace el libro del P. Léon-Dufour, vividas por el santo y comprendidas, bajo la acción del Espíritu, por la
Estudios de Evangelio. Desea que este tipo de aprendizaje forme parte de comunidad reunida en nombre de Cristo. Un texto como el de la Biblia
la catequización de los adolescentes. Finalmente, utilizará libros para res­ edifica una comunidad; es fuente, pero no palabra. Porque ¿qué es la
ponder a determinadas estupideces que circulan en ciertos ámbitos, como palabra sino un diálogo, o cuando menos alguien que habla y alguien que
materiales polémicos entre él y otros, o incluso para polemizar en su propio escucha? ¿Y cómo se inserta la palabra en el lenguaje humano? Profunda
fuero interno. Pero sabe que la exégesis es un terreno de especialistas y que cuestión, a la que recibo una respuesta que me encantaría comprender,
su acceso a esta ciencia estará siempre limitado. cuando Jesús me dice que él es el Verbo.
Además, la relación primordial con el evangelio es una relación espiri­ Esta es mi manera de responder a las preguntas formuladas. Espero que
tual. El evangelio sólo puede ser leído verdaderamente partiendo de una ustedes hayan comprendido que no estoy minimizando la función del exege­
inquietud vital, no de una preocupación histórica. La fe no se sitúa en el ta, sino todo lo contrario. Creo que su trabajo puede volver a poner la fe
pasado, y el laico es con toda certeza sensible a la idea de Bultmann según ante sus auténticas fuentes, eliminar el carácter jurídico y la rigidez de los
la cual la historicidad es la capacidad de condicionar mi propia historia. dogmas. La renovación bíblica puede ayudarnos a comprender que la fe
Leer la Biblia es encontrarse ante una serie de cuestiones que nos interpelan, será vida si los exegetas nos enseñan que el lenguaje, la historia y los
y esta interpelación prescinde de palabras y de hechos. textos no están cerrados, sino abiertos.
Lo que yo pido al exegeta es una restitución, no un comentario. Voy a
poner dos ejemplos. J. Jeremías, en su estudio sobre el Sermón de la Mon­ /O jalá este testimonio, escuchado una vez y releído más tarde, pueda
taña, se queda quizá corto en los comentarios exegéticos, pero esboza un ayudar a los exegetas a desempeñar con más eficacia su labor! A pesar de
cuadro de las diferentes interpretaciones; luego me ofrece pistas, me incita que no siempre se sientan comprendidos en su intención, han de tener en
a aceptar o rechazar las que él toma en consideración, a leer yo misma el
cuenta lo que el oyente comprende de hecho y, en el caso presente, sus
texto. El segundo ejemplo está tomado del libro del P. Léon-E>ufour a que
me refería más arriba. A propósito de la tempestad calmada, me parece exigencias radicales.
bien que el exegeta me hable de embarcar en el navio de la Iglesia para
ir sin temor a evangelizar a los paganos, en la medida en que tal era la En otro orden de testimonio, el P. Roger Macé, director de enseñanza
intención de uno de los evangelistas; pero también quiero conocer la inten­ religiosa de la diócesis de Laval, miembro de la Comisión nacional de Ca­
ción de los otros y, sobre todo, no me gustaría que se me propusiera esto tcquesis, nos dice cómo se concibe hoy la catcquesis y la relación entre ésta
como conclusión de la lectura: me inclino a creer que se intenta poner este y la exégesis.
28 Sesión preliminar Los representantes del oyente 29
ROGER IMACÉ: La catcquesis, de la que vamos a tratar aquí, no perte­ de Dios “en sí” , sino bajo su forma de expresión bíblica, tal como él,
nece al mismo grupo de los otros testimonios: acción en el mundo obrero hombre del siglo XX, puede redescubrirla y repetirla. Tenemos que aban­
o en círculos bíblicos. Es un aspecto general de la acción de la Iglesia, es el donar el esquema simplista según el cual la exégesis desvelaría la palabra
ejercicio de la función de la Iglesia que facilita la progresión de una per­ de Dios, dejando al teólogo el cuidado de reflexionar sobre ella y al ca-
sona o de un grupo en la fe en Jesucristo. tequeta el de traducirla.
Es, pues, multiforme y se dirige a todos los creyentes; su mejor realiza­ Catequetas y exegetas, unos y otros tenemos nuestro puesto dentro de
ción es la conseguida a nivel de adultos; el catecismo, con el que a veces la Iglesia, al servicio de una misma palabra de Dios. Una de las condi­
se la identifica, ho es más que una forma institucional de la misma. Hay ciones de nuestro diálogo es que cada uno reconozca las riquezas originales
que saber también que la Iglesia de Francia ha organizado una red de del otro.
servidores de la catcquesis: directores de enseñanza religiosa, catequistas, etc. Esto viene facilitado por el hecho de que existe un aspecto común en
el trabajo del exegeta y en el del catequeta: unos y otros estamos atentos
Las buenas relaciones entre catequesis y exégesis a la forma como la palabra de Dios se aprovecha de una situación humana
La renovación de la catequesis se apoya en la vitalidad de la exégesis, concreta para terminar manifestándose en un lenguaje auténtico; y unos y
que, al sacudir el yugo de una escolástica estereotipada, había revalorizado otros nos preguntamos cómo la palabra de Dios puede expresarse auténti­
la historia reveladora de la salvación. camente en un lenguaje humano.
La catequesis ha realizado un esfuerzo por redescubrir la fuente bíblica ¿No podríamos ayudarnos recíprocamente en esta difícil búsqueda? De
de la fe; se ha centrado de nuevo en la historia de la salvación y ha re­ ello sólo resultarían beneficios para el pueblo de Dios.
cuperado el lenguaje bíblico; también ha contribuido a la lectura y a la
utilidad de las obras de los exegetas. He aquí un tercer testimonio de los oyentes de la audiencia, el P. Albert
Hoy, la catequesis es como un niño que ha crecido junto a su hermana Hari, que, a nuestro parecer, ostenta una doble calificación. H a sido profe­
mayor, la exégesis; y en adelante hay que promover un diálogo fraternal sor de Sagrada Escritura en Metz durante varios años, y por consiguiente
entre catequetas y exegetas. sabe en qué consiste nuestro oficio; en la actualidad es consiliario nacional
de la JO C, y por lo tanto será un fiel eco del medio obrero*. Por este doble
La lectura de la Biblia en la catequesis título vamos a oír el requerimiento de un mundo que, más que cualquier
Hay que comprender la situación de la catequesis: se trata de una otro, tiene derecho a escuchar la palabra de Dios.
acción y no de una simple exposición; reúne personas ya más o menos
cristianizadas; es una confrontación entre unos sujetos concretos y Dios en ALBERT H a r i : Voy a intentar ser fiel testigo, por una parte, del mun­
el contexto actual de la Iglesia; adopta necesariamente la forma de un iti­ do obrero con sus condiciones de inseguridad, sus aspiraciones profundas
nerario. y sus luchas; por otra, de la Iglesia que, en la JOC y en la ACO, nace y
Por consiguiente, si es importante la fidelidad a la revelación, también crece en la vida obrera. Esta intervención diferirá de las precedentes por
lo es la existencia de las personas y del grupo, sus posibilidades concretas dos razones: a) parte del mundo obrero (adultos, jóvenes, niños) con su
de adhesión, su creatividad, particularmente en el terreno del lenguaje. historia, sus solidaridades, su esperanza, su funcionamiento, su acción; b) en
¿Cuál es, pues, la actitud de la catequesis en relación con la Biblia? En ningún momento se referirá a la palabra de Dios en sí, sino siempre
la expresión bíblica, lo mismo que en el lenguaje de la liturgia o del en relación con el pueblo de Dios que germina y crece en la clase obrera.
magisterio, e incluso en la práctica de la Iglesia, yacen las auténticas refe­
rencias de la catequesis. Pero su camino peculiar es diferente del de la
exégesis: la catequesis nace de la confrontación de la existencia personal y 1. El mundo obrero ante la palabra de D ios
de la fe eclesial, confrontación en la que la primera se abre a la segunda
y ésta se derrama sobre aquélla iluminándola. N o hay por qué recordar aquí que el mundo obrero está lejos de la
Concretamente, para la catequesis no se trata ante todo de intentar “tra­ Iglesia por razones de índole histórica y cultural: ni se habla el mismo
ducir” en términos actuales los textos bíblicos, sino de suscitar la creación lenguaje, ni se procede por los mismos valores. Todavía hoy se dice no a
de un lenguaje de fe que corresponda auténticamente a lo que la Biblia la Iglesia y sí al evangelio y a Jesucristo.
expresa en otro lenguaje. Sólo después, si es posible, se producirá una De hecho encontramos grandes armonías entre el mundo obrero y el
iniciación al lenguaje bíblico y a la lectura de la Biblia en sí; tal es la evangelio.
intención de toda catequesis.
En el plano de la vida obrera:
El diálogo entre catequesis y exégesis a) El sentido de solidaridad de un pueblo. Ello se traduce en expre­
La palabra de Dios es una realidad demasiado esencial para que cual­ siones como: “El que actúa solo está perdido", "a solas, no hay nada que
quier especialista pretenda monopolizarla. Dios ha querido que su palabra hacer” , “la unidad hace la fuerza” . ¿No tenemos ya ahí una pauta para
nos fuera transmitida como verdad, pero según ciertas modalidades: el cate- descubrir un día que no se trata sólo de un pueblo obrero, sino que está
queta no transmite la palabra de Dios "en sí”, sino con vistas al crecimiento
de la fe de un ser concreto, determinado; el exegeta no transmite la palabra 2 Albert Hari, Lire la B ib le... Comment? (París 1970).
30 Sesión preliminar

llamado a convertirse en pueblo de Dios? El uno en el otro. El uno


2. Peticiones dirigidas a los exegetas
desbordando al otro.
b) El sentido de dignidad. Basta escuchar al obrero norteamericano : N o hay que renegar en absoluto de lo que somos. El trabajo científico
“QuÍ2á no tenemos vuestros títulos, peto tenemos un corazón como los siempre será necesario, pero siendo plenamente lo que somos, es decir, no
demás”, o leer algunos eslogans de las manifestaciones obreras: “ no somos sólo sabios, sino hombres, sacerdotes al servicio del mundo y de la Iglesia
cerebros vacíos, sino hombres” . Eos “gritos humanos" martillean incesan­ de hoy.
temente la vida obrera: “N o somos animales” . “N o somos robots” . “Vale­ Hay que prestar más atención a la vida de los hombres, a la del mundo
mos tanto como ellos” . N o estamos lejos de algunos salmos. N o es casua­ obrero y a la Iglesia en el mundo obrero. La mayoría de las veces no es
lidad que un libro como Cris d’hommes (F. Chalet, Editions ouvrières) per­ nuestro medio habitual, ni nuestro horizonte pastoral. Ello exige un paso
mita a muchos obreros orar con las mismas palabras de los salmos. por nuestra parte, a fin de oír a los obreros, a fin de encontrar tiempo
c) El seátido de la historia. 1936... 1948... París 1967... 1968... Tal para hablar, para escuchar a los militantes, a los sacerdotes que se consa­
huelga, tal manifestación, son otras tantas fechas grabadas en la mente y gran a la JOC o a la ACO. En algunas ciudades, los exegetas trabajan
en la memoria obrera. Recuerdos de lucha, de derrotas, de victorias. Este regularmente con los consiliarios jocistas, con beneficio para unos y otros.
sentido de la historia está también orientado hacia el futuro. “Luchamos Hay que buscar orientaciones para el trabajo. ¿Qué es lo que influye
en los aspectos que nosotros destacamos en nuestra tarea? ¿Qué es lo que
por nuestros hijos". El mundo obrero produce su historia. El proceso es
guía la elección de los trabajos que dirijimos? ¿No hay en la vida de la
menos rápido que las revoluciones de ideas. Una historia hecha de “ re­ Iglesia en el mundo obrero requerimientos para profundizar más en un
cuerdos” , "progreso” , “esperanza” , “paciencia” , “ duración”, "momentos de­ aspecto que en otro? Estos aspectos brotan de una confrontación regular
cisivos” : ¿no es esto la hipomoné, la elpis, los alones, los kairoi? Un punto con la vida y la acción humana y apostólica en el mundo obrero. Pero,
de partida para, un día, situarse en una historia sagrada. ¿resulta serio en los medios científicos dejarse provocar por la vida para
elegir el tema de una tesis, especificarlo, llevarlo a buen fin y hacerlo
En el plano de la construcción de la Iglesia: aceptar?
Hay que ayudar a los sacerdotes y a los laicos para que descubran el
Chicos y chicas descubren la Escritura por la acción y la palabra con­ contexto vital donde nació la Escritura, pero de forma que no terminemos
juntamente. Se trata mucho más de un conocimiento vital que de una com­ encontrándonos simplemente con la expresión bíblica, sino con lo que hay
prensión meramente intelectual. No dicen “comprendemos” , sino "encon­ detrás de ella. Mucha gente sencilla se reconoce en el salmo 22, y no sólo
tramos". en su expresión actual, sino en la historia de este texto desde el grito y la
Este descubrimiento se produce con frecuencia en compañía. Comentan liberación iniciales hasta la muerte y la resurrección de Cristo.
simplemente su fe. Esto ocurre tanto en reuniones improvisadas de jóvenes Otorgar autenticidad a las instituciones de la fe. N o juzgar, sino con­
obreros como en retiros de una semana. siderar con simpatía los tesoros que la gente más sencilla nos hace descu­
Con frecuencia, el acceso al evangelio se produce en dos estapas. Pri­ brir en la Escritura. Muchas veces estas personas son nuestros maestros.
mero se hace “como Cristo": él pasó por lo mismo; se trata de un descu­ Que nuestra ciencia no haga perecer al débil, sino que de verdad le sirva
brimiento importante para alguien que consideraba a Cristo como ley. Des­ de ayuda.
pués se vive “con Cristo” . ¿No estamos ante las dos versiones de la epístola Aceptar la multiplicación de exegetas de dedicación parcial, es decir,
a los Filipenses 2,5? que trabajen la mitad de lo que harían con una dedicación plena. La mitad
para estudiar, y la otra mitad para trabajar como pastores, no importa en
En el mundo obrero existe un sentido de la Escritura, abordada desde
qué modalidad: en contacto con la vida, la de los menos favorecidos y con
dentro, que supone una gran esperanza. En un retiro de Chicas mayores se el esfuerzo misional de la Iglesia en esos medios. De ahí surgirán no sólo
hizo la siguiente pregunta: “ ¿Quién es, para vosotras, Cristo?” La más preguntas, sino también auténticas respuestas. “Bendito seas, Padre, Señor
pobre medio paralítica, expresándose con dificultad, dijo: “Para mí es el de cielo y tierra, porque, si has escondido estas cosas a los sabios y enten­
que cumple la voluntad del Padre. A lo largo de mi vida he comprendido didos, se las ha revelado a la gente sencilla” (Mt 11,25).
que no bastaba responder a las aspiraciones de los compañeros y las com­
pañeras, sino que detrás de mí estaba alguien” . Genoveva, empleada del
servicio doméstico, minusválida, no había necesitado especiales concordan­
cias para descubrir esto.
A veces, los militantes dicen: “Hoy se están escribiendo los Hechos de
los Apóstoles". “Hoy se está escribiendo el evangelio” (con todos los mati­
ces que el teólogo quiera añadir). En efecto, ¿no están viviendo una expe­
riencia semejante (no idéntica) a la del pueblo de Dios que terminó en la
elaboración de los textos bíblicos? Y no sólo comulgan en el texto, sino
que muchas veces coinciden en la génesis del texto. Esto, sin pasar por los
laberintos de la Formgeschichte para ver cuál es el Sitz im Leben. Simple-
menten lo viven.
CONFERENCIA D E IN TRODUCCIO N

Paul Ricoeur, profesor de filosofía en Nanterre, ha tenido a bien


no sólo hacernos partícipes de sus consideraciones acerca de la her­
menéutica, sino también vivir con nosotros estos cuatro días de in­
vestigaciones, que, según sus propias palabras, serían para él una
exigencia, en medio de los problemas administrativos que le abru­
man. Vamos, pues, a oxigenarnos juntos.
Antes de cederle la palabra, quiero recordar a los oyentes que
imaginamos que todos ellos habrán leído y estudiado el artículo pu­
blicado por el señor Ricoeur el año pasado en la “Revue de théolo-
gie et de philosophie" : Contribution d’une reflexion sur le langage
á une théologie de la parole1. En él habrán visto que nuestro con­
ferenciante domina el conjunto de los métodos en los que deseamos
ser iniciados sumariamente a fin de renovar nuestro oficio de exe-
getas.

D EL CONFLICTO A LA CONVERGENCIA
D E LOS METODOS E N EXEGESIS BIBLICA

por
P aul R icoeur

Nuestro congreso pretende ser un congreso de confrontación


metodológica; su desarrollo dirá si ello desemboca en un conflicto
irreductible o en cierta convergencia de los métodos. Por mi parte,
me gustaría sugerir un camino que no sería ni el del fanatismo de
la pureza, ni el del compromiso ecléctico a cualquier precio.1

1 El artículo de Paul Ricoeur está incluido, con autorización de dicha


Revista, en las páginas 237-253 de la presente obra.
3
34 P. Ricoeur D el conflicto a la convergencia 35

En los tres primeros parágrafos me limitaré a presentar conjun­ relatividad de las creencias. El historicismo va esencialmente unido
tamente unos métodos concurrentes no tanto por su tecnicidad cuan­ al hundimiento del hegelianismo; filosóficamente, es la confesión de
to por los principios de inteligibilidad que en ellos subyacen. En que la historia no puede ser totalizada en una 'lógica del sentido
el cuarto parágrafo, más personal, desearía sugerir, en la perspectiva donde todas las figuras serían recapituladas y eternizadas en un sa­
de una convergencia sin eclecticismo, el juego de referencias en vir­ ber que llevaría el sello de lo absoluto. A este historicismo van
tud del cual un método remite a otro; esta sugerencia, aún dema­ unidos, de manera más o menos declarada, un psicologismo y un
siado abstracta, encontrará una aplicación concreta en mis reflexio­ sociologismo. Si, efectivamente, lo histórico no puede ser aunado
nes sobre G n 1,1-2,4a. en una lógica del sentido, queda por buscar, en las creencias reli­
Consideraremos la exégesis bíblica como el lugar de la confronta­ giosas, 'la expresión de las mentalidades (“animista” , “mágica”, etc.)
ción, como el campo polarizado por la constelación de métodos que o de los tipos de organización socio-políticos o socio-económicos
la atraen en sentidos diversos. La exégesis bíblica no es en sí misma (nomadismo, monarquía, clanes y clases). El historicismo levanta
uno de los polos de la confrontación; su unidad, al principio de esta acta de esta dispersión del espíritu humano en sucesivos testimonios
investigación, se nos aparece simplemente como la de un oficio, una encadenados de manera irracional. Y finalmente oscila entre dos
disciplina definida formalmente por su objeto: la literatura bíblica. extremos: o un evolucionismo del espíritu humano en marcha hacia
Y o propongo observar este campo así organizado desde tres de sus una espiritualidad cada vez más depurada, o el reconocimiento del
polos: el método histórico-crítico, el método estructural y el herme- surgimiento irracional de formas de vida que vienen a expresarse
néutico. en estilos de escritura.
Acerca del primero en realidad no trataremos: lo tomaremos Ningún método es inocente: el método histórico-crítico está re­
como telón de fondo sobre el que destacarán los otros dos. Nos limi­ lacionado, quiéralo o no, con el historicismo filosófico.
taremos a enunciar las aportas que se relacionan menos con el mé­
todo en sí que con los principios filosóficos que subyacen en su
práctica. 2. El modelo semiológico
En este sentido, sólo el segundo y tercer métodos son tratados
aquí con la amplitud que merecen. Este recién llegado al campo exegético es, a decir verdad, de
origen extranjero. Si el método histórico-crítico está congènitamente
ligado a la historia de las ciencias bíblicas, este nuevo modelo le
1. El método histórico-crítico: resulta extraño 'por esencia. Ante todo, este modelo se constituye
sus “aportas” filosóficas en lingüística, y más concretamente en la parte dedicada a los sis­
temas fonológicos básicos de las lenguas naturales. Estos nuevos mo­
Todavía hoy sigue siendo el método favorito de la mayoría de delos se han ido extendiendo poco a poco a la semántica lexico­
los exegetas. En la conclusión explicaré suficientemente por qué gráfica, después a la teoría del relato y más ampliamente a la teoría
este método es irreemplazable, si bien debe dejar sitio a otras ten­ de la escritura, y terminaron constituyendo una teoría general de
dencias concurrentes. El punto importante para la comparación, que los signos o semiología. Sus primeros contactos con las ciencias bí­
aquí nos ocupa es la incidencia de la historia en todos los métodos blicas se producen, bien indirectamente, a través de su aplicación
parciales agrupados bajo este título común: historia de la lengua, al campo mitológico (por lo general en campos culturales distintos
del sentido de las palabras, de su empleo — historia de las institu­ del Oriente Medio), bien más directamente, a favor de una teoría
ciones sociales, políticas y religiosas, de los modos de vida, de los general del relato, entre los teóricos formalistas del cuento ruso o los
medios redaccionales— , historia de las influencias, de los préstamos, analistas franceses del relato.
de las asimilaciones y de los rechazos, historia redaccional, historia Confrontados con el precedente grupo de métodos que hemos
de las fuentes e historia crítica de las formas. Este predominio de encasillado bajo el rótulo de lo histórico, los modelos aquí consi­
lo histórico, en el sentido de historisch, plantea el problema de la derados tienen un carácter claramente antihistórico. La separación
afinidad de esta 'metodología con el historicismo filosófico. Este, di­ saussuriana entre lengua y habla tiene como corolario la separación
rigido contra el dogmatismo, se apoya en la variabilidad y en la de la organización sincrónica y de las transiciones diacrónicas. Esta
Del conflicto a la convergencia 37
36 P. Ricoeur
la intención del autor, so pena de imponer a la interpretación la
separación significa mucho más que una sencilla distribución de
imposible tarea de transferirse a un psiquismo extraño indefinida­
competencias según las exigencias de la división del trabajo; impli­
mente inaccesible. El sentido deberá ser buscado más bien en el
ca, filosóficamente, la prioridad de lo sincrónico sobre lo diacrònico;
juego mutuo de los elementos, como circulación interna o como
y esta prioridad afecta al orden de la inteligibilidad; lo primero
intersignificación de esos elementos mismos. Este antipsicologismo
que se comprende son las combinaciones de signos en una parcela
metódico encuentra un apoyo en el antipsicologismo filosófico, ori­
del presente, en un nivel de simultaneidad, en un estadio de lengua;
ginado tanto en la crítica psicoanalítica de 'las ilusiones del sujeto
si pensamos en la comparación saussuriana entre el lenguaje y el
como en las críticas marxista y nietzscheana de la tradición del
juego de ajedrez, diremos que la inteligibilidad se dirige en primer
cogito, o incluso en el antihumanismo de Heidegger.
lugar a las reglas del juego; un "movimiento” no es más que el
Además de antipsicológico, el modelo estructural es antisocioló­
paso de un estado de partida a otro estado de partida.
gico; ningún simbolismo puede explicarse por una organización
Segundo corolario de la separación entre lengua y habla: en la
social, pues ésta es por sí misma simbólica. El simbolismo, en cuan­
sincronía, los elementos no tienen ningún valor absoluto, ninguna
to intercambio de signos, es lo que hace posible todo intercambio.
significación propia; toman su sentido de su posición en el sistema
Esto no quiere decir que no existan relaciones entre la organización
y de su oposición a los otros términos; su valor es, pues, solamente
interna de los textos y las organizaciones económico-sociales o socio-
negativo, diferencial, opositivo. En la lengua, decía Saussure, sólo
políticas; pero dichas relaciones no son tanto de causalidad lineal
hay diferencias.
cuanto de homología, es decir, de correlación estructural. Las inves­
Tercer corolario: la lengua debe ser considerada como un siste­
tigaciones de homología de estructura a estructura, de sistema a
ma, es decir, como un conjunto cerrado de elementos en un estado
sistema, refuerzan el antipsicologismo y el antihistoricismo aludidos
de mutua dependencia: el sistema no tiene un fuera de sí, sino sólo
más arriba. Existe mayor tendencia a buscar una combinatoria en­
un dentro; no depende del mundo; no hace referencia a nada fuera
globante, subyacente en cada uno de los campos de manifestación,
de sí; todas sus relaciones son internas.
pero no perteneciente a ninguno de ellos. Y de este modo se ve
Las implicaciones filosóficas de este modelo son considerables. La
reforzado el carácter transubjetivo del sistema, dado que, si los prin­
subordinación del punto de vista histórico al punto de vista siste­
cipios de la combinatoria no pertenecen a ningún ámbito de orga­
mático lo aleja de las consideraciones evolutivas o evolucionistas y,
nización, con mayor razón preceden a la conciencia y a la toma de
por consiguiente, de las "aporías” del historicismo. El acento recae
más bien en las posibilidades combinatorias del espíritu humano, conciencia susceptible de realizarse en uno u otro.
sin preocupación histórica. El método estructural significa un re­
¿Cómo llegan estos modelos lingüísticos y semiológicos a la exé-
torno al idealismo leibniziano de una “característica universal” .
gesis? Como he dicho, su influencia es por ahora indirecta: por
Antihistoricista, el método no es por ello menos antipsicologista.
Esta faceta antipsicológica está presente desde el desdoblamiento de mediación del análisis de los mitos de Lévi-Strauss y por la teoría
la lengua y el habla. Si el habla es el ejercicio de la lengua por del relato de los sucesores franceses de los formalistas rusos.
un sujeto que habla en una comunidad dada, la lengua es el código La hipótesis de método lanzada por Lévi-Strauss en su análisis
no psicológico de todos los posibles empleos psicológicos. Estas con­ de los mitos es que las expresiones de dimensión superior a la
sideraciones, extendidas desde los códigos de lengua a los códigos frase ofrecen una organización análoga a la que impera al nivel de
establecidos en un texto, llevarán a poner entre paréntesis cualquier las unidades más pequeñas que la frase (fonemas, monemas, lexe-
mas). Por analogía llamaremos “ mitemas” a las unidades constituti­
consideración sobre el sujeto, tanto como destinatario cuanto como
autor. El texto será erigido en objeto absoluto, considerado por sí vas del mito que obedecen a las mismas 'leyes combinatorias que
mismo y en sí mismo. El método estructural no se mostrará menos las unidades de que trata la lingüística en el plano de la lengua. Si
se acepta esta hipótesis básica, “ se siguen dos consecuencias de gran
desconfiado con relación a todo tratamiento del texto como expre­
sión de una mentalidad individual o colectiva. Toda psicología de importancia — escribe Lévi-Strauss1— : 1) como todo ente lingüís­
hablante, de autor, de mentalidad individual o colectiva será elimi­ tico, el mito está formado por unidades constitutivas; 2) estas uni-
nada como extralingüística. Esta decisión metodológica es capital
para el destino de la noción de “ sentido” : el sentido no podría ser 1 Claude Lévi-Strauss, L’Anthropologie structurale (París 1958) 232-233.
38 P. Ricoeur Del conflicto a la convergencia 39

dades constitutivas implican la presencia de las que intervienen nor­ negación de la autoctonía del hombre, en la cuarta todo lo relacio­
malmente en ia estructura de la lengua, a saber, los fonemas, los nado con la dependencia del hombre en la tierra: “De ello resulta
morfemas y los semantemas; pero con relación a estos últimos son que la IV columna mantiene la misma relación con la III que la I
lo que éstos con relación a los morfemas y éstos, a su vez, respecto con la II; la imposibilidad de poner en conexión grupos de relacio­
a los fonemas. Cada forma difiere de la precedente en un mayor nes es superada (o, más exactamente, reemplazada) por la afirma­
grado de complejidad. Por esta razón, a los elementos que constitu­ ción de que dos relaciones contradictorias entre sí son idénticas en
yen propiamente el mito (y que son los más complejos de todos) la medida en que cada una es, como la otra, contradictoria consigo...
'los llamaremos grandes unidades constitutivas”. Ciertamente, Lévi- Por este medio se consigue una correlación: la sobrevaloración del
Strauss no ignora que el mito se elabora sobre la base de otra espe­ parentesco de sangre es la subestimación de la misma como el es­
cie de unidad, la unidad del discurso, es decir, la frase. Más adelante fuerzo por escapar a la autoctonía es a la imposibilidad de lograrlo”
tendremos que volver sobre esta dualidad de las unidades de len­ (L.-S., p. 239). A l cabo del análisis, el mito aparece como un ins­
guaje, pues toda la lingüística posestructuralista, a partir de Chomsky, trumento lógico de mediación entre dichas contradicciones: “Se
parte de esta discontinuidad en el interior mismo de 'la esfera lin­ introduce, pues, un principio de orden donde sólo había caos, y se
güística; la hipótesis de Lévi-Strauss es que la analogía entre lo que gana la ventaja suplementaria de deducir ciertas operaciones lógicas
él llama las grandes unidades constitutivas del mito y las unidades que yacen en la base del pensamiento mítico” (L.-S., p. 248). D e
constitutivas de la lengua es suficiente, por debajo del nivel de la modo que lo que podríamos llamar sentido del mito no estriba en
frase: “ ¿Cómo se procederá para reconocer y aislar estas unidades su mensaje vital, sino en el operador lógico que en él subyace.
constitutivas o mitemas? Sabemos que no son asimilables ni a los Y de esto resulta que ya no podemos oponer, como Lévy-Bruhl y
morfemas, ni a los semantemas, sino que se sitúan en un nivel más Durkheim, la mentalidad primitiva a la mentalidad lógica; no es
elevado: si no, el mito no se diferenciaría de cualquier otra forma en el plano de la lógica donde el mito se opone a la ciencia; el mito
de discurso. Habrá, pues, que buscarlos al nivel de la frase. En el tiene su lógica, que es la nuestra. El mito no se distingue del pen­
estadio preliminar de la investigación, se procederá por aproxima­ samiento científico más que por el plano de realidad a que aplica
ciones, por ensayos y por errores, guiándose por los principios que su estrategia: “Quizá un día descubriremos que la misma lógica
sirven de base al análisis estructural en todas sus formas: economía opera en el pensamiento mítico y en el pensamiento científico, y
de explicación, unidad de solución, posibilidad de restituir el con­ que el hombre siempre ha pensado igualmente bien. El progreso
junto a partir de un fragmento, y de prever los posteriores desarro­ —hasta el punto en que el término pueda ser aplicado— no tuvo
llos desde los datos actuales” (L.-S., p. 233). Esta exigencia metodo­ por escenario la conciencia, sino el mundo, donde una humanidad
lógica resultará satisfecha si definimos los mitemas, no por las frases dotada de facultades constantes se habría encontrado, en el curso de
que se encadenan en el relato, sino por los haces de relaciones que su larga historia, continuamente ocupada con nuevos objetos”
asignan una misma función a frases diferentes en el interior del (L.-S., p. 255).
relato: “Estas observaciones conducen a una nueva hipótesis, que El análisis estructural del relato, en los sucesores franceses de
nos lleva al meollo de la cuestión. Nosotros, en efecto, suponemos los formalistas rusos, descansa en la misma hipótesis: toda las uni­
que las verdaderas unidades constitutivas del mito no son las rela­ dades que están por encima de la frase tienen que estar compuestas
ciones aisladas, sino haces de relaciones, y que sólo en forma de según las mismas leyes que las unidades de talla inferior a la de la
combinaciones de esos haces pueden las unidades constitutivas ad­ frase; ésta es 'la gran hipótesis fundamental común a todos los aná­
quirir una función significante” (L.-S., p. 233-234). Aquí, pues, se lisis estructurales: la homología estructural de todos los niveles lin­
actuará como en una 'lectura musical, donde la lectura vertical de la güísticos, a pesar de la originalidad de la frase misma en cuanto uni­
orquestación primaría sobre la lectura horizontal de la melodía. Y so­ dad de discurso y no ya sólo de lenguaje. Una segunda hipótesis de
bre este punto remito, a título de ejemplo, al análisis del mito de trabajo introduce cierto matiz con relación a la metodología de Lévi-
Edipo en la misma obra: los haces de relaciones se reparten en cua­ Strauss: las operaciones de segmentación y de distribución no agotan
tro columnas verticales; en 'la primera se ponen las relaciones de la tarea explicativa; hay que tener siempre presente la capacidad inte-
parentesco sobrevaloradas, en la segunda las relaciones de parentesco gradora del sistema. Para ello no impide que el sentido del relato
subestimadas o devaluadas, en la tercera todo lo relacionado con la siga siendo inmanente con relación a la combinación misma de los
40 P. Ricoeur Del conflicto a la convergencia 41

elementos; representa la posibilidad que ostenta cada unidad de in­ guaje se revela como apto para designar grandes y pequeñas unida­
tegrar subunidades; el sentido de un elemento consiste en su posi­ des de acción y para señalar la subordinación de unas a otras. De
bilidad de entrar en relación con otros elementos de la misma obra esta manera podemos entender que el “ encuentro” comprende la
y con la totalidad de la misma; desde esta perspectiva, la obra ofrece “aproximación” , la “interpelación” , el “ saludo” , etc. Comprender un
dos aspectos: el uno consiste en la posibilidad de distribuir esos relato es captar esta dependencia, esta estructura huidiza de los pro­
elementos; el otro, en la de integrarlos en una forma, en un sentido. cesos de acción dependientes.
Esto mismo hace que la cuestión del sentido de la obra, en cuanto Tenemos luego el nivel de las acciones. En el nivel precedente
totalidad, no tenga sentido sino por relación a otras obras. A sí pues, hemos considerado solamente unos niveles pragmáticos: prometer,
el juego de la forma y del sentido se desplegarán en el interior del encontrar, etc. Con el nivel de las acciones, introducimos la relación
reducto del relato. Hoy, la atención de los analistas se fija en las con el “personaje” ; hablar del nivel de las acciones es plantear el
operaciones de integración. Con esta noción de integración se im­ estatuto del personaje en el relato. Aquí el estructuraiismo pretende
pone otra, la de los niveles: comprender un relato no es sólo seguir considerar al personaje, no en su sustancia psicológica, en su exis­
su transcurso en la sucesión, sino discernir los ejes verticales según tencia propia, sino como alguien que contribuye al relato, como
los cuales se estructuran los niveles. El poder integrador de las uni­ agente, actor, o mejor, “actuante” , definido únicamente por su modo
dades se ejerce a diferentes niveles. Roland Barthes distingue tres de participar en la acción y, por consiguiente, sólo por su relación
diferentes niveles de operaciones. 1) nivel de las funciones, 2) nivel con los “ ejes semánticos” de las frases del relato: como sujeto de...
de las acciones, 3) nivel de la narración o del discurso2. como objeto..., como el que..., aquel en quien... (la acción queda
El primer nivel es el de las unidades mínimas; se las llama fun­ realizada). Toda la tendencia de los formalistas consistirá en clasi­
ciones porque todo su sentido consiste en contribuir al sentido de ficar hasta los límites de lo posible esos papeles en algunos papeles
las unidades mayores. La palabra “ función” recuerda la relación de básicos y, de ser posible, por parejas de oposiciones: donante — des­
dependencia mutua enunciada por Hjesmslev en su teoría formal tinatario, el que promete— el que recibe la promesa, etc. D e esta
del lenguaje; a diferencia de las unidades psicológicas (lo vivido) forma, tendremos una jerarquía de actuantes, paralela a la jerarquía
o de las unidades de comportamiento (behaviorismo), estas funciones de las acciones; y de la misma manera que existen niveles en las
designan los puntos de orientación del relato, de forma que si se secuencias, hay también niveles de personajes.
cambia un elemento, toda la continuación varía. Reconocemos aquí En cuanto al nivel de la narración, es el del relato considerado
la aplicación al relato del principio de conmutación que ha servido como un todo, desde el punto de vista de la comunicación narrativa;
para definir las unidades de la lengua. De esta manera se construye el relato es un discurso dirigido por el narrador a un destinatario.
una lógica de la acción a modo de encadenamiento de los “ núcleos Pero para el estructuraiismo estos dos interlocutores tampoco debe­
de acción” constitutivos de la continuidad estructural. A sí resulta rán ser buscados fuera del texto. Los signos del narrador sólo están
posible “ descronologizar” el relato y establecer, por debajo del tiem­ contenidos en los signos de la narrativa, y éstos pertenecen a la
po narrativo, una lógica narrativa. En última instancia, el relato re­ constitución interna del relato.
sulta ser una combinación de ciertas unidades dramáticas — 'prome­ Más allá de estos tres niveles, nada depende ya de la ciencia del
ter, traicionar, impedir, ayudar, etc.— que constituyen los paradigmas semiólogo: se trata del mundo de los usuarios del relato; el uso
de la acción. Una secuencia es entonces una serie de dichos núcleos puede, a su vez, depender de otras disciplinas semiológicas (siste­
de acción donde cada uno de ellos cierra una alternativa abierta por mas sociales, económicos, ideológicos, etc.).
el precedente; los puntos que hemos denominado puntos de orien­
tación del relato marcan los momentos de “riesgo” que hacen de Si ahora nos preguntamos sobre las aplicaciones posibles del
cada secuencia una unidad lógica “amenazada” . La labor de deno­ análisis estructural a las ciencias bíblicas, podemos decir ya que el
minación del lenguaje se efectúa precisamente sobre los encabalga­ uso sistemático de procedimientos estructurales en ámbitos distin­
mientos de esas secuencias (fraude, traición, etc.). Así, nuestro len­ tos que el de la exégesis bíblica aporta nueva luz — literalmente,
por así decirlo— a lo que ya hace la exégesis, aunque de manera
2 Roland Barthes, Introduction a l’analyse structur-ale des récits, en Com­ espontánea, artesana, no sistemática.
munications n.° 8 {París 1967) 1-27. El uso implícito del análisis estructural del relato podríamos
42 P. Ricoeur Del conflicto a la convergencia 43

mostrarlo en un exegeta como von Rad, en su Teología de las tra­ de origen y de carácter míticos, dependientes de ciclos completa­
diciones, primer volumen de su Teología del Antiguo Testamento3; mente ajenos a la narración histórica. Es así como los relatos míti­
a pesar de que, como insistiremos en seguida, esta utilización del cos concernientes a la creación del mundo y del hombre son atraídos
análisis estructural amplía el horizonte de la interpretación, siendo al espacio de gravitación de la gesta de Israel. Y la creación se
así que el semiólogo pretende limitar el análisis al recinto del relato. convierte en prólogo, en prefacio historificado, de otra historia que
Recordaremos que para von Rad el elemento kerigmático, la con­ comienza en la elección de Abrahán.
fesión de fe de Israel, va abriéndose camino a través de una com­
pilación, de una ordenación de relatos, de sagas de origen diverso. La misma comparación que acabamos de intentar al nivel de las
La organización del relato admite, pues, la aplicación de un método funciones (o de las secuencias de relatos) puede ser realizada al nivel
de tipo estructural; se puede leer a von Rad a partir de la distin­ de las acciones y de los actuantes. La idea de una jerarquía de los
ción entre los tres niveles de Roland Barthes: nivel de funciones, actuantes, paralela a una jerarquía de las acciones, se ha mostrado
nivel de acciones, nivel de la narración. de extraordinaria fecundidad en el marco de una exégesis del Anti­
En primer lugar, al nivel de las funciones: tres rasgos del mé­ guo Testamento. El estatuto de Israel, como actuante global y total
todo de von Rad tienen un carácter netamente estructural; el pri­ de 'la gran gesta, corresponde con bastante exactitud a lo que los
mero concierne a la delimitación de las secuencias; von Rad practica formalistas dicen del encabalgamiento de los actuantes. Es todo Is­
de manera espontánea un método de segmentación y de encabalga­ rael, dice von Rad, quien sale de Egipto y recibe la tierra; poco
miento de las unidades; así, la gran secuencia que articula todo el a poco, todos los actuantes secundarios son absorbidos, reabsorbidos
Hexateuco y que se organiza en torno a la confesión de fe de D t 26 por él gran actuante, Israel, héroe único de la gesta. En torno a esta
("M i padre era un aram eo...” ) puede considerarse como un con­ figura axial, los demás actuantes aparecen distribuidos: los sub­
junto de subconjuntos. actuantes, tales como Moisés, Josué, los Jueces, etc., y el que podría­
Segundo rasgo: von Rad conoce perfectamente la ley de expan­ mos denominar el superactuante de la gesta de Israel: Yahvé. Así
sión narrativa característica del relato: a diferencia de 'la poesía, podría replantearse el problema de la alianza desde él punto de vista
cuya “cantidad” es inherente a su contenido, un relato puede ser de las funciones, de las acciones y de los actuantes. Precisamente
abreviado o alargado. Y, de ahí, la posibilidad de atribución homo- von Rad ha empezado a considerar la diversidad y el encadena­
lógica entre relatos de longitud variable, pero de igual arquitectura: miento de 'las diversas alianzas desde el punto de vista de la dis­
así, una misma acción — la salida de Egipto— puede venir dada tribución dél cúmulo de las tradiciones bajo el dominio de una gran
en una frase, o en un encadenamiento narrativo muy largo, como estructura: la estructura “promesa-cumplimiento”.
en Ex 14. Pero, sobre todo, esta 'ley de la expansión narrativa per­
mite distensiones e interpolaciones. La entructura del relato puede Pero es a nivel de la narración propiamente dicha donde empieza
distenderse hasta el punto de incorporar un número ilimitado de la divergencia entre la exégesis kerigmática de von Rad y el análisis
elementos de origen diferente, incluso no narrativos: así, la reve­ estructural. Sin embargo, incluso a ese nivel, puede hacerse un tra­
lación del nombre de Yahvé en Ex 3, y sobre todo la masa de docu­ mo de camino en común. Es necesario, nos dicen los estructuralistas,
mentación legislativa de Ex 19 a N m 10,10 — lo que se ha deno­ buscar en el relato los signos dél narrador. Precisamente hacer una
minado “el macizo del Sinaí”— están implicados en el movimiento “ teología del Antiguo Testamento” es buscar en el cor-pus mismo de
del relato e historificados. los textos el sello del Yahvista, el del Elohísta y el del autor o los
Tercer rasgo: a la ley de expansión narrativa se añade la de ex­ autores del Documento Sacerdotal ( = Priester Kodex). Y también
tensión por recurrencia: así, el antiguo credo comenzaba por el el kerigma ha de ser buscado en el trabajo redaccional, en la unifi­
antepasado arameo, pero la forma narrativa puede, por atracción, cación de los relatos, en la constitución de Israel como actuante
extenderse a toda la gesta de los antepasados y, finalmente, a relatos principal y de Moisés como subactuante; el “teologúmeno” no
podría ser enunciado de otra forma que no sea la del discurso; para
3 Gerhard von Rad, Theologie des A líen Testaments I (Munich 1957;
delimitar la intención del texto no cabe otro recurso que la organi­
trad. española: Teología del Antiguo Testamento, I: Teología de las tradi­ zación misma del relato. El problema central del Antiguo Testa­
ciones históricas de Israel, Salamanca 1972). mento se plantea, pues, cada vez en términos más rigurosos: ¿qué
44 P. Ricoeur Del conflicto a la convergencia 45
es una confesión de fe que es un relato y un relato que es una instancia de discurso, es una unidad de un tipo irreductible: 1) la
confesión de fe? Ahí está el enigma de un documento donde el des­ lengua es un sistema sin existencia real; la instancia de discurso es
tinatario, Israel, coincide con el actuante: mi padre era un arameo...: un acontecimiento actual; 2) mientras la lengua, en cuanto sistema
el recitante es al mismo tiempo el héroe. de signos, carece de sujeto (o mejor: a ese nivel la pregunta “ ¿quién
Es a partir de esta coyuntura como podemos reanudar la cues­ habla?” no tiene sentido), la instancia de discurso es la puesta en
tión del encadenamiento de los métodos. práctica del 'lenguaje por un locutor; 3) mientras la lengua está
constituida únicamente por relaciones de dependencia interna entre
todos los elementos que la constituyen, y carece, por consiguiente,
3. La hermenéutica y el concepto de interpretación de cualquier tipo de referencias respecto a todo lo que está fuera
de ella, la instancia de discurso remite al mundo a propósito del cual
Fiel a mi propósito de no tener en cuenta las transiciones, pre­ se dice algo: en la lengua sólo hay diferencias, y en el discurso hay,
sentaré este tercer polo metodológico en la más completa disconti­ además, referencias; 4) el discurso va dirigido a alguien, tiene un
nuidad con respecto a los precedentes. destinatario, mientras que la lengua es sólo el instrumento virtual
La hermenéutica, o teoría de la interpretación, no mantiene nin­ de la comunicación.
gún lazo exclusivo con la exégesis. Pretende ser la teoría de lo que
es comprender en relación con la explicación de los textos en gene­ La hermenéutica se funda en ese carácter irreductible del dis­
ral. Pero si bien la hermenéutica puede ser denominada la parte curso constituido a partir de esas nuevas unidades: las frases.
refleja o reflexiva de la exégesis, en cuanto espacio teórico desborda Efectivamente, 'los caracteres distintivos de la estructura, de los
ampliamente el campo de ésta, incluso sistematizada. Esta sólo puede textos, con relación al habla, sólo pueden aparecer sobre un fondo
ser una región vecina de la filología clásica, de la teoría del objeto discursivo. Cada una de las funciones específicas del discurso que
estético, del objeto histórico y de la jurisprudencia. Es, pues, una acabamos de enumerar son realizadas de manera diferente en el ha­
teoría general del sentido en relación con una teoría general del bla y en la escritura.
texto que determina la amplitud de la hermenéutica general. El pro­
1. Mientras el habla realiza la instancia de discurso en un acon­
blema hermenéutico existe como tal porque existen textos; en efec­
tecimiento pasajero, la escritura procede de la fijación del sentido.
to, el diálogo, en el ejercicio de la palabra viva, sólo en su estado
Esta fijación por la escritura resulta posible porque en la misma
incoativo plantea los problemas derivados de la fijación del discurso
instancia de discurso el sentido es intencional y, por consiguiente,
por la escritura.
distinto ya del hecho. La posibilidad de escribir reside en el carácter
Pero estos problemas específicos, derivados de la diferencia entre
intencional del sentido con relación al acto que tiende a él.
la palabra y la escritura, sólo pueden ser correctamente planteados
si palabra y escritura son consideradas como dos realizaciones dife­ 2. En segundo lugar, con la escritura, el sentido del discurso
rentes del discurso. Todo depende, pues, de la noción de discurso. se independiza del locutor; mientras en la palabra viva lo que un
Es aquí donde la hermenéutica se distingue fundamentalmente del discurso significa coincide con lo que un locutor quiere decir, en la
análisis estructural, incluso si, como más adelante diremos, puede escritura se desdoblan la significación verbal y la intención del lo­
considerarlo como una etapa en él proceso total de la interpreta­ cutor. Comienza 'la aventura del texto liberado de la intención de
ción. Efectivamente, la hipótesis inicial del análisis estructural es, su autor. N o es que pueda concebirse un texto sin autor, sino que
como ya hemos dicho, la de la analogía entre todos los niveles del el autor ya sólo es accesible por el sello de su texto; la palabra viva
lenguaje. Así es como puede empezar un análisis estructural del del diálogo y la escritura reproducen, de manera diferente, la rela­
mito o del relato. Se parte del reconocimiento de que las grandes ción del locutor con el discurso.
unidades, de longitud superior a la frase, pueden presentar una cons­ 3. Lo mismo ocurre con la referencia: en él diálogo, las refe­
trucción estructural análoga a la de las pequeñas unidades de los rencias son ostensivas, deícticas, en el sentido de que siempre es
niveles inferiores. La hermenéutica parte, por el contrario, del hecho posible indicar sobre qué trata el discurso; los locutores, recíproca­
inicial de que la frase es una unidad de un tipo irreductible a todas mente presentes, pueden mostrar el uno al otro aquello de que ha­
las unidades de lengua. Como señala Émile Benveniste, la frase, o blan. En el discurso escrito, la función referencial queda profunda­
46 P. Ricoeur Del conflicto a la convergencia 47

mente alterada, pues está disociada de la designación ostensiva, de les y elementos subordinados; elemento esencial y elemento no-
la misma manera que, como veíamos hace un rato, la intención del esencial. Un texto posee siempre un relieve, y siempre es arriesgado
texto se disociaba de la intención del autor. La función referencial decidir la importancia que establece dicha jerarquía; en ese riesgo
no resulta en modo alguno suprimida por el hecho de que no sea va implicada una forma específica de unilateralidad; la construcción
ostensiva; en este sentido, no estoy de acuerdo con una ideología del sentido del texto es, por tanto, 'perspectiva a su manera: de una
del texto absoluto, para la cual el texto ya no sería una referencia manera semejante a la de la percepción, pero específica de la inten­
a algo, pues aquello de que el texto habla no puede ser mostrado, ción del texto; siempre cabe ligar de modo diferente una misma
sino sólo designado. Un texto lleva en sí mismo sus referentes, una frase con su centro, o, mejor, con un centro que no deja de ser en
vez rotas amarras con la situación del discurso. Por ello, el sentido sí mismo una presunción. En resumen: un sistema mudo de signos
de un texto puede abrirse por referencia a otros mundos distintos puede ser construido de diversas maneras.
de los que se pueden mostrar, a todos los cuasi mundos abiertos a Como vemos, el problema del desvelamiento del sentido oculto,
nuestra inteligencia; así, hablamos de “mundo” griego, de “mundo” que fue ya lo que originó el problema hermenéutico en los griegos
bizantino. El texto está siempre referido al mundo; pero los mun­ y en los comienzos del cristianismo, es un simple caso particular,
dos respecto a los cuales los textos hablan ya no son un contorno, como asimismo lo es el problema del sentido múltiple; incluso cuan­
una Urmvelt, sino formas posibles de ser-en-el-mundo, susceptibles do no hay sentido oculto ni sentido múltiple, todo sentido procede
de ser reconocidas, comprendidas, adoptadas por imaginación o por
de una interpretación finita, doblemente parcial, y según una “cla­
simpatía.
ve” particular que instaura un punto de vista o una perspectiva
4. Finalmente, en la escritura la relación con el destinatario sobre el texto. También Aristóteles nos enseñaba que todo lenguaje
resulta profundamente alterada. Mientras en el diálogo él otro es un “ interpreta” la realidad; su Peri Hermeneias no es en modo alguno
tú, lo mismo que el mundo de la referencia es un esto, en la escritu­ un tratado de desvelamiento; en él, la interpretación no es siquiera
ra el destinatario es cualquiera que sepa leer. Y, por esto mismo, el una función secundaria aplicada al lenguaje; es el propio lenguaje
pequeño espacio acotado del diálogo estalla; la relación hablax- el que es interpretación, en cuanto que dice algo sobre algo, En
escuchar, relación corta, inmediata, íntima, es sustituida por la re­ términos más modernos, Charles Sanders Peirce justifica sistemática­
lación desmesuradamente distendida entre la escritura y la lectura. mente este empleo lato de la palabra hermenéutica: todo signo, en
N o podría decirse, pues, que el texto no tiene destinatario; va diri­ su relación con un objeto, está mediatizado por otro signo que es su
gido a todos los lectores que él mismo se crea.
interpretante. En esta relación triangular objeto-signo-interpretante,
AI ligar así la interpretación al estatuto del texto con relación
la cadena de los interpretantes es virtualmente infinita, y de ahí la
al lenguaje hablado, desde el punto de vista de una teoría general
relación sin fin de interpretaciones de cualquier relación entre signo
del discurso se nos invita a buscar los caracteres epistemológicos de
la interpretación en el funcionamiento mismo del acto de lectura. y objeto en una serie abierta de signos. Hay que insistir en el ca­
Toda interpretación comienza ante todo por una “apuesta” sobre rácter abierto de la interpretación, complementario de su carácter
el sentido. N o porque la intención ajena esté oculta: no se trata de perspectivista y, en este sentido, finito.
ella, sino del sentido del texto, y precisamente en tanto que es inde­ Este carácter perspectivista de la interpretación no excluye toda
pendiente de la intención de su autor; el sentido del texto constituye exigencia metodológica, sino que, por el contrario, la sitúa con pre­
problema porque es algo distinto de esa intención. Un texto, en cisión. Y si se requieren unos procedimientos de validación para
efecto, puede estar construido de distintas maneras; esta necesidad someter la solidez de nuestras presunciones de sentidos a una lógica
no es simplemente un caso particular dél carácter polisémico del de la probabilidad comparable a la lógica de la verificación empíri­
lenguaje ordinario. La polisemia de las palabras es una cosa, y la ca, es porque el sentido es una apuesta, una presunción. Es en este
posibilidad de construir un texto de diferentes maneras es otra distin­ tramo de la validación donde la hermenéutica bordea, y eventual­
ta. Un texto, en efecto, no es una simple secuencia de frases, y el sen­ mente incorpora a tímlo de etapa metodológica, las consideraciones
tido del texto no es la suma del sentido de cada una de sus partes. Un histórico-críticas y las consideraciones estructurales.
texto es un todo relacionado de forma específica con sus partes;
hay que elaborar la jerarquía de sus elementos: elementos pnncipa-
Del conflicto a la convergencia 49

lación en la conciencia de determinadas oposiciones, y tiende a su


4. Referencias y pasarelas mediación progresiva” (248). Y también: “El mito es una especie
de utensilio lógico destinado a obrar una mediación entre la vida y
Estas últimas páginas las pondré bajo el signo de la convergen­ la muerte” (243). Las contradicciones que el mito intenta superar
cia sin eclecticismo. N o iré muy lejos en esta dirección, guardán­ son, pues, contradicciones al nivel de significaciones cargadas de al­
dome de practicar este arte de las referencias y las pasarelas sobre un cance existencial. Finalmente, el tipo de juego de lenguaje que el
texto concreto, Gn 1,1-2,4a. Me contentaré, pues, con establecer al­ mito encarna perdería toda significación si las oposiciones sobre las
gunos jalones en esta dirección y mostrar cómo, en su principio que juega y que, según Lévi-Strauss, intenta resolver, no fuesen con­
mismo, cada método implica, según la línea de su propia coherencia, tradicciones en relación con la vida y la muerte, con la ignorancia
una referencia al otro método. Volvamos al análisis estructural de y la lucidez, con la sexualidad y la verdad. Y entonces la función
los mitos y de los relatos. La dase de objetivación, de distancia- del análisis estructural en relación con la hermenéutica aparece con
miento, que este método supone puede ser comprendida perfecta­ claridad: el análisis estructural desplaza la comprensión del sentido
mente por el hermeneuta; en la medida misma en que el texto ha de lo que podría llamarse la semántica superficial del mito (el mito
roto amarras respecto a su autor, a su situación, a su primitivo des­ como anécdota), hacia su semántica profunda, donde son sacadas a
tinatario, puede ser tratado como un objeto absoluto. La hermenéu­ la luz proposiciones sobre las situaciones-límite del hombre: el ori­
tica será simplemente el recordatorio del carácter abstracto del pro­ gen y el fin, el poder y el no-poder, el sufrimiento y la falta. Lejos,
cedimiento que engendra ese objeto absoluto. Debido a que nos pues, de eliminar la referencia del discurso a un mundo ¡posible, el
encontramos en primer lugar ante una relación de copertenencia al análisis estructural traslada la semántica del discurso a un plano de
sentido del texto, podemos, en un segundo movimiento, distanciarlo radicalidad donde el mito recibe lo que me atreveré a denominar
de nosotros y tratarlo como un sistema cerrado de signos. Este ca­ la virulencia de su significado. Reemplazar una semántica superfi­
rácter abstracto del procedimiento de objetivación, o distanciamiento, cial por una semántica profunda es a los ojos del hermeneuta lo
puede ser reconocido desde el interior mismo del método estructu­ que justifica plenamente el análisis estructural.
ral. En efecto, no podríamos olvidar que un mito y un relato son Y no menos decisivo es el impacto que, de rebote, el análisis
tipos de discurso, es decir, algo distinto de un sistema de signos estructural produce sobre la hermenéutica. La hermenéutica, en
organizados de manera análoga a los signos menores que la frase; el Schleiermacher y Dilthey, está todavía atrapada en las inconvenien­
mito y el relato, en cuanto discursos, pertenecen al orden de la frase, cias del psicologismo, del sociologismo, del historicismo. La ambi­
es decir, de los hechos de discurso, portadores de sentidos y de refe­ ción de “comprender a un autor mejor de lo que se comprende él
rencias y dirigidos a alguien. Ahora bien, el método de análisis por mismo” la conduce a las aporías de la intersubjetividad. Una her­
mitemas, o por segmentos de acción, supone en cada una de sus menéutica que ha pasado por la dura escuela de la objetivación, el
etapas el entendimiento claro de la frase. ¿Diremos que la explica­ distanciamiento, el análisis estructural, no puede ignorar que la úni­
ción estructural neutraliza la significación propia de cada una de ca copertenencia accesible no es la del locutor y el interlocutor, sino
las frases incorporadas a los “haces de relaciones” , de forma que no la del sentido del texto y de su lector. Si bien es cierto que toda
retiene más que su posición en el mito? Pero el “haz de relaciones” interpretación termina en una apropiación, esta apropiación es la
que el análisis estructural pone en rdación con otro “haz de rela­ contrapartida del distanciamiento que la precede. N o es en absoluto
ciones” tiene que estar escrito también en forma de frase; hablar de una zambullida en la vida del prójimo. Es la apropiación del sentido
relación sanguínea sobrevalorada, de relación sanguínea subvalorada, del texto, como dirección de pensamiento abierto por el texto; por
de rechazo de la autoctonía, de imposibilidad de superar la autoc­ tanto, no se enfrenta con el autor, ni siquiera con el texto, sino con
tonía, sigue siendo decir algo sobre algo. Más concretamente, es pro­ aquello a que abre el texto por su poder referencial. Pretendemos
nunciar una frase susceptible de inscribirse en un discurso antropo­ apropiarnos del mundo, del nuevo ser-en-el-mundo que el texto ins­
lógico. Si así no fuera, ¿cómo podría hablarse todavía de contradic­ taura y despliega fuera de sí y de nosotros. Al mismo tiempo, la
ciones cuyo operador sería el mito? ¿Contradicciones entre qué y apropiación, en cuanto acto del sujeto, es una desapropiación del
qué? Lévi-Strauss escribe: “La razón de estas opciones aparece en yo narcisista. Hay que eliminar todo el acento posesivo que tiene
cuanto se reconoce que el pensamiento mítico procede de la insta­ el término "apropiación” , a diferencia del alemán Aneignung, que
4
50 P. Ricoeur
PRIMERA JORNADA
significa solamente que lo que era ajeno, extraño, se torna propio;
así concebida, la apropiación es 'la nueva comprensión de sí mismo,
engendrada por una comprensión del texto desplazado por el aná­
lisis estructural desde su semántica superficial hacia su semántica
profunda. Apropiarse el sentido según el ser-en-el-mundo instaurado
por esa semántica profunda es comprenderse uno mismo. D e esta
manera, la interpretación queda completamente despsicologizada; en
la expresión “comprensión de sí", yo subrayaría el término sí y lo
opondría a la palabra m í; pues el sí de esta comprensión es el que
el poder referencial del texto comprendido me brinda, en lugar del
yo avaro que habría rechazado la larga mediación del acto de existir LA BUSQUEDA D EL SENTIDO
a cambio de todos los mundos a que se hubieran abierto y me hu­
bieran abierto 'los textos de mi agrado.
R e fle x io n e s metodológicas a partir de G n 1,1-2,4a

En la sesión preliminar plantearon los oyentes el problema de


la apropiación del sentido de la Escritura por el hombre de hoy.
Unánimes al subrayar la dificultad de nuestros contemporáneos para
comprender los términos que empleamos, nos invitaron a examinar
en qué forma específica {no la de la pastoral ni la de la catequesis)
se perfilaba un nivel de expresión universal para nuestro tiempo.
Ya no se trata de atenernos a una simple restitución del pasado;
tenemos que expresar en categorías contemporáneas el sentido apun­
tado por el texto.
Todos pidieron ayuda a los exegetas para lograr una garantía de
la autenticidad del acuerdo entre la experiencia del lector y la expe­
riencia que el texto supone. La representación de los científicos in­
siste en que no se le dé un sentido definitivamente cerrado, sino
carácter de base sólida desde donde se pueda proceder a su consi­
deración. El catequeta espera del exegeta la cualificación de la refe­
rencia bíblica indispensable en la catequesis. El consiliario de la ]OC
nos pide la verificación de las concordancias que espontáneamente
percibe la gente del mundo obrero. El exegeta se encuentra, pues,
requerido por una exigencia de rigor.

En la conferencia de introducción intentó Paul Ricoeur demos­


trar en qué condiciones podría resultar loable esta exigencia: evitar
un paso demasiado rápido del lector al autor, con lo que se corre el
riesgo de caer en el imperialismo psicológico (se devora el sentido);
tomar en serio la resistencia del texto, lo cual requiere sin duda
aumentar un montón de conocimientos, pero también reflexionar so­
bre los métodos de aproximación. Si no se hace esto, existe el riesgo
de instalarse en la superficie de las significaciones y no advertir las
52 La búsqueda del sentido
FICHA D E TR A BA JO
“ significaciones profundas", que son determinantes. El conferencian­
te presentó a continuación los principales métodos de aproximación,
mostrando cómo todos ellos se refieren al sentido. Este debate de E N TO RN O A L PRIMER CAPITULO D EL GENESIS
método procedía implícitamente de los datos de la exégesis; ahora
hace falta que se haga oír. por
Encargado de dirigirlo, Paul Ricoeur pidió a Paul Beauchamp P aul B eauchamp
que presente su reciente tesis para que las ulteriores consideracio­
nes puedan adquirir solidez, incluso para los que entonces no cono­
cían esta tesis sobre Gn 1. Hoy, ya publicada la obra1, el lector po­
drá seguir fácilmente la exposición de Paul Ricoeur, que nos intro­ Tema ilustrado por el estudio del texto: La hermenéutica y los
duce inmediatamente en el problema de la multiplicidad y de la métodos. Objetivo: Buscar la forma de establecer una ruta que nos
convergencia de los métodos para abordar un texto. Se rogó a los lleve al sentido del texto, evitando varios escollos. Entre éstos, la
oyentes que tuviesen presentes el libro de G. Dumézil, Les Dieux tendencia a contentarse con una percepción directa e inmediata del
des Indo-Européens (París 1952) y el de Lévi-Strauss, Anthropologie sentido no suele amenazar a los exegetas. Otro, más frecuente, con­
structurale (París 1958) cap. XIII. siste en aplicar un solo método según sus leyes propias y confundir
el resultado de este método con el sentido, despidiendo al lector
1 P. Beauchamp, Création et Séparation. Étude exégêtique du chapitre como si se le hubiera proporcionado cuanto puede pretender con el
premier de la Genèse (Paris 1969). resultado de un método único. Otro, relacionado con el anterior,
consiste en creer que un método excluye a los demás, en rechazar los
resultados sin decir si lo que se rechaza es el método ni advertir
cuál es el método empleado...
Por método entendemos aquí una de las técnicas de la exégesis,
como las que enumeramos más adelante. Realizando una clasificación
de estos métodos, una ordenación por niveles, nos situamos en la
vía de la hermenéutica. Esta tendría acaso que ser definida como la
gramática de los métodos, o el método de los métodos, en cuanto
a la interpretación. Pero para intentar clasificar 'los métodos según
un cierto orden y una determinada perspectiva, hace falta que la
hermenéutica esté dirigida por cierto conocimiento de lo que es el
sentido o, en otros términos, que no se niegue a considerar la pre­
gunta: “ ¿qué significa significar?”.
Evidentemente, no hay que precipitarse en responder y suponer
perezosamente que cada método tiene relación con el sentido, que
puede establecerse una cadena de métodos. Y sobre todo, no hay que
esperar de la presente investigación una respuesta total. Tampoco
hay que olvidar en una investigación teórica las reglas aprendidas
en la ciencia exegética. Sólo intentamos ejercitar en nosotros mismos
los hábitos mentales necesarios para organizar una metodología de
la exégesis, pues se trata quizá de la principal tarea, hoy por hoy.
Por último, la finalidad directa no consiste en aprender nada
nuevo sobre el texto mismo, pues se trata de una metodología apli­
cada.
54 P. Beauchamp En torno al primer capítulo del Génesis 55

Procedimiento: Ver, mediante un recorrido necesariamente rápi­ macía del hombre como imagen de Dios? ¿Qué lugares ocupan
do varios métodos, si éstos son compatibles entre sí y si todos son respectivamente en su intención la clasificación por obras y por días,
— en conjunto o 'por separado— necesarios para el descubrimiento así como las formas de creación señaladas?
del sentido del texto y suficientes para este descubrimiento. Y no A nivél de la validez del método, ¿en qué medida el resultado
es de la exposición ni de la ficha, sino de las discusiones, debido a permite asegurar el logro de la finalidad? Es decir: la unidad de
la naturaleza misma del problema, de donde cabe esperar mejores composición, ¿es suficientemente firme para poder juzgar el texto
resultados. como fruto de un solo acto de composición (como un soneto de
Baudelaire o un poema de Valéry)? Señalar que este método no im ­
plica estructura alguna.
1. Método de composición estática

(N. B. Existe siempre interés en criticar la terminología para 2. Método arqueológico o genético
facilitar un acuerdo provechoso desde el punto de vista práctico).
Definición: Estudio del texto por ahondamiento en sus distintos
Definición: Estudio de la posición de los valores del texto en su estratos, apreciación del distanciamiento de los unos con respecto a
estado actual; su relación es sobre todo estética (cantidades, distri­ los otros (no necesariamente en sentido cronológico); tal es el aspec­
bución, proporción), y sus valores sobre todo literarios (palabras, to arqueológico. Sentido del paso de un estrato al otro: elementos
clases de palabras, fórmulas). separados o desplazamientos de acento, tal es el aspecto genético.

Indicios: Relación con el método precedente: Este utiliza los “desechos”


del método precedente. N o parte de las armonías, sino de las rup­
a) Fórmulas y palabras. Inventarios de las que se repiten regu­ turas. Ambos métodos, ¿se excluyen o se complementan en general
larmente en el texto, e investigación del principio de su distribu­ y en este caso?
ción, si ésta constituye un principio de armonía.
(La designación que actualmente prevalece en los medios exegé- Indicios:
ticos para este método es la de “ estructura literaria” ).
b) Clases de palabras o contenidos. En Gn 1 se pueden encon­ a) Lo que escapa a los principios de composición descubiertos
trar categorías naturales tales como cielo-tierra, continente-contenido, o queda fuera de sus perspectivas. Lo que precede ai primer día,
grandes categorías de los objetos creados. Investigar si esto consti­ ¿es un estrato arcaico?
tuye en Gn 1 un principio de distribución. b) La concurrencia de varios principios de composición: obras
y días. Los siete días, ¿son resultado de la reelaboración de algún
c) Algunas partes del texto se adaptan mejor a un principio
dato anterior?
geométrico-estético (llamado “literario” ) de composición, a princi­
c) Contradicciones, desigualdades, rupturas, a nivel del conte­
pios elementales de nomenclatura (por “días” , por “obras” ). Desde
nido, especialmente sobre la noción de creación. Inventario de los
este punto de vista, se estudiará especialmente el cuarto día y la
modos de creación e investigación de los que se muestran menos
armonía de su composición (incluso), y el primero.
en armonía: distribución de hacer y decir. ¿Existe una versión ha­
d) Qué partes escapan a ese principio desde el punto de vista blada y una versión “muda” de 'la creación (versión activa = Wort-
de la forma (antes del primer día), del contenido (el sábado), o bericht, muda — Tatbericht)? ¿Cuál encaja mejor en el principio
bien de ambos. de composición aparecido en el apartado precedente? ¿Cuál corres­
ponde mejor a la intención del autor resultante del principio de
Comentario: Al nivel de la utilización de este método tal cual, composición: obras, día, sábado, primacía del hombre?
¿qué resulta desde el punto de vista del sentido y de la intención
del autor? ¿Por qué esa importancia del cuarto día? ¿Diremos que Comentario: ¿Se pueden clasificar los estratos y las modificacio­
su intención principal consiste en insistir en el sábado, o en la pri­ nes que revelan la intención del autor? Nótese que, siendo todo texto
56 P. Beauchamp

efecto de un recibir y un pronunciar, las contradicciones pueden


ser sólo matices, y el distanciamiento entre los estratos puede ser 4. Mètodo de las series
muy variable. ¿Existe un “estrato primitivo” aislable?
Definición: Se trata, evidentemente, de situar el texto como con­
Bibliografía: Respuesta afirmativa a la última cuestión en W. H. junto en una 'línea de textos análogos. Pero esta definición es dema­
Schmidt, D ie Schöpfungsgeschichte der Priesterschrift {Neukirchen siado general, pues puede variar el tip o de analogía de una 'parte
y la dirección de la línea. El método admite, por tanto, una sub­
1964), el mejor estudio aparecido hasta el momento sobre el tema.
división:
Pero podría decirse que empieza en nuestro apartado 2, lo cual per­
— Analogía general y “pancrónica” (mejor que sincrónica), si
mite ponerlo en discusión.
el texto se alinea entre los de forma semejante. La Formgeschiohte
es un método de serie, relacionado o no con una temporalidad.
— Analogía diacrònica, por seriación de los textos recíproca­
3. Método de los géneros literarios mente conocidos (existe entonces contacto) o sometidos a la presión
o de la historia de las formas de una misma línea de tradición. Muchas veces no se podrá determi­
nar el sentido del contacto: no habrá, por consiguiente, verdadera
Definición: Respuesta a la pregunta “ ¿qué es?” , o planteamien­ diacronia. Pero ¿es posible o útil la clasificación cuando no es posi­
to de la naturaleza del texto en función de su finalidad o función ble determinar el hecho ni el sentido de la relación, sino sólo su
social y general. analogía?
— Analogía total o parcial.
Indicios:
Relación con los otros métodos: Evidentemente indefinida, pues
a) El Sacerdotal. Pero ¿se trata de un género o de una forma? lo que se organiza en serie es una parte o la totalidad de un texto,
o bien incluso la modalidad de composición, o la forma, o un es­
¿O bien es sapiencial?
trato de un texto, que puede ser el más arcaico o el más reciente.
b) Se habla con frecuencia de un himno. Pero ¿por qué no es También puede variar el tipo de analogía, llegando hasta el término
un himno, aunque haya razones para definirlo como tal? contrario (creación-descreación).
c) ¿Se 'le puede comparar con otras formas conocidas, desde el La relación con la “ Formgeschichte” (Historia de las formas) es
punto de vista de su finalidad? Relación con el calendario, con la especialmente notable en la medida en que (límites de la “Form­
geología (C. Westermann, Génesis [Biblischer Kommentar ATD ; geschichte” ), teniendo en cuenta las variantes, el reparto de contras-
Neukirchen 1967-1968]). tes-variantes (esencial-inesencial) es puesto en tela de juicio por una
relación mucho más abierta.
Relación con los métodos precedentes: Desde el punto de vista El método de las series obliga a análisis mucho más largos. En
arqueológico, la noción de forma permite circunscribir las posibili­ parte habrá, 'pues, que sacrificarlo aquí. Indiquemos solamente:
dades de describir la naturaleza de los estratos anteriores, desde el a) Serie por analogías de composición: Sal 104; Job 37,21-41.
punto de vista genético, permite aislar la intención dentro de la ¿Analogía de clasificación por obras con Gn 1? ¿Diferencias?
convención; desde el punto de vista de la composición, la definición Cómo situar la intención o perspectiva de cada obra:
clara de la forma daría al menos una hipótesis de partida, dado que — lugar del hombre en Job comparado con Gn 1;
toda forma incluye un principio propio de composición. — el salmo 104, ¿es un salmo de creación? Lugar que ocu­
pa el hombre en este salmo.
Comentario: El caso permite criticar el principio de la Form- Estudiar el salmo 148.
geschichte ilustrando su limitación, si bien es cierto que Gn 1 no b) Serie por analogía de forma:
se adapta rigurosamente a ninguna forma conocida. — himnos: Sal 148; 136; 33,6-9; Dn 3,5-90;
— sapienciales: Prov 8,22-31; Eclo 42,15-43,33.
58 P. Beauchamp

c) Serie por puntos de vista: SOBRE LA EXEGESIS D E GENESIS 1,1-2,4a


los mismos textos desde el punto de vista sacerdotal, cultual,
por
legal y las relaciones entre estos puntos de vista.
P aul R icoeur
d) Serie por contraste dentro de una analogía: estudio de Sab
19,5-22:
— ¿dónde está la relación, en qué tipo de estructura, se­
mejanza de elementos, orden de enumeración? El texto de Gn 1 constituirá para nosotros una magnífica co­
— ¿dónde está la diferencia (creación-escatología, principio- yuntura de poner a prueba la concepción, ayer propuesta por mí, de
fin)? un intento de convergencia de métodos.
a) Partiendo del método genético, quiero mostrar cómo y por
Comentario: La dificultad de la clasificación en serie depende
qué éste requiere de por sí el método estructural cuando tiene que
de la cantidad del material que es preciso examinar, tanto más cuan­
proceder a la reconstrucción de los niveles redaccionales del texto;
to que hay que hacerlo desde el punto de vista de los elementos
para ello seguiré el movimiento que va de la exégesis de von Rad
particulares y de los conjuntos. Sin embargo, incluso un inventario
a la de Werner H. Schmidt.
limitado plantea series de textos alineados según varios puntos de
b) Partiendo del método estructural, intentaré mostrar luego
vista. Series particularmente instructivas para una determinación del
de qué manera éste remite, por exigencia interna, a la cuestión de
texto estudiado.
la historia de la redacción.
c) Y 'por último, me propongo mostrar cómo ambos métodos,
Bibliografía: H. Gunkel sigue siendo el único antecedente para
por separado y conjuntamente, apuntan hacia la interpretación, en
cualquier seriación del Gn 1, en Schöpfung und Chaos in Urzeit und
el sentido que he dado a este término en mi introducción general.
Endzeit (Gotinga 1895).

1. D e la historia de las tradiciones al análisis estructural


5. Hacia la significación
Ante todo recordaré la hipótesis general que domina todo el
En principio, se puede afirmar que cuanto más “comprehensivo”
trabajo de von Rad en su Teología de las tradiciones*. Hay que
es el método, más cerca está de lograr su objetivo. Esto lleva a in­
tener en cuenta tres puntos:
cluir el texto en la tradición, o sea, en una serie donde pueden ser
situadas y dosificadas la permanencia y la modificación. La tradi­ 1. Sólo en el contexto de la gran unidad narrativa constituida
ción bíblica se presenta como recapitulación de estos dos elementos por el Hexateuco puede ser comprendido globalmente el documento
en un hecho central, irrupción del sentido. ¿Puede o debe consistir de la fe yahvista.
la tarea de la exégesis en justificar esta reivindicación mediante una 2. Interesa destacar el motivo confesional (o intención kerig-
serie de aproximaciones múltiples, entre las cuales la que aquí pre­ mática) que une los diversos materiales reunidos en esa gran unidad;
sentamos es un simple ensayo? este motivo único fluye a través de la recolección de ios hechos
sa'lvíficos que jalonan la historia de Israel de tal manera que el pen­
samiento hebraico elabora su teología propia combinando las tradi­
ciones históricas en secuencias más amplias.
3. Es 'posible rehacer de manera diacrònica el trabajo de armo­
nización y de integración aplicado a las diversas tradiciones histó-

1 G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento I (Salamanca 1969)


147-184.
60 P. Ricoeur Sobre la exégesis de Gn 1,1-2,4a 61

ricas, a las sagas dispersas, y reanudar así la tarea de una ‘‘historia historia. Al contrario, como lo atestiguan Amos y el Deuteronomio,
de las fuentes”, subordinándola a las sucesivas formulaciones de una la teología de la historia, según la fe de Israel, excluye toda teología
teología de las tradiciones; este wiedererzahlen — este “re-contar”— de la naturaleza de tipo cananeo. Segundo estadio: aparece cierta
constituye el discurso teológico fundamental de Israel. doctrina de la creación en un contexto hímnico y no didáctico, y
Es conveniente entender esta hipótesis general y su complejidad en estrecha asociación con la doctrina de la redención. Este es el
interna antes de poder establecer la enseñanza didáctica en que con­ tema de los salmos 136 y 148; otros textos yuxtaponen la obra
siste Gn 1,1-2,4a con relación a esta singular teología de las tradi­ creadora y las poderosas intervenciones de Dios en la historia; así
ciones. Is 40,27-28; 44,24-28. En estos diferentes contextos, el tema de la
Los tres puntos enunciados más arriba son inseparables: el “ sen­ creación apoya y estimula la fe en las intervenciones históricas de
tido” sólo puede aparecer en una escala suficientemente grande, pero Dios; en el acto de la creación y en el acto de la redención acontece
a condición de retener, en toda la amplitud del espacio narrativo, el mismo tipo de don divino: el que te creó es el que te redime;
la simplicidad del núcleo kerigmático y poder además reconocer el o también: el que abrió un camino a través del Mar Rojo es el que
mismo proceso de integración, que actúa a nivel de los relatos, in­ destruyó a Rajab (Is 51,9s).
cluso en las materias no históricas: legislación, revelación del N om ­ D e esta manera, la serificación de los textos permite simar el
bre, mitos de origen, etc. tema de la creación y el de la salvación en la misma categoría; una
El entendimiento del Hexateuco procede, pues, concéntricamen­ sola acción redentora rige las dos temáticas. Elegir a Israel es crear
te: en el centro aparece el credo de Dt 26,5s: "m i padre era un arameo a Israel y crear el mundo. El milagro de la creación es un milagro
nómada, etc.” ; en la periferia inmediata a este centro, se despliega de redención. Esta subordinación del tema de la creación al tema
la historia de los Patriarcas hasta la conquista; en un círculo inter­ soteriológico es muy evidente en Is 44,5; Sal 89; Sal 74. Según los
medio se inserta la gran perícopa del Sinaí, y por último, en la peri­ propios términos de von Rad, “ la interpretación soteriológica de la
feria más alejada se integra la historia de los orígenes. obra de la creación es la expresión más primitiva de la fe yahvista
Este entendimiento concéntrico, si puedo expresarme así, per­ relativa a Yahvé como creador. Esta fe se expresa casi exclusiva­
mite definir teológicamente en los términos siguientes el problema mente en la concepción mitológica de la lucha contra el dragón
planteado por los relatos de creación: ¿cuál es la relación entre, por del caos2. Esta fase de transición implica, pues, caracteres muy de­
una parte, la creencia en la elección y en la redención, implicada terminados: en primer lugar, la creación es enunciada en el arcaico
por la “ teología de las tradiciones” , y, por otra, la fe en Yahvé lenguaje de la victoria sobre el monstruo de los mares, Rajab
creador que inspira los relatos de creación? Como se ve, se trata de (Sal 89); 'por otra parte, este lenguaje arcaico no implica ninguna
una cuestión de teología: ¿cuál es el papel del tema de la creación referencia a la creación por la palabra. El relato de la creación en
en el contexto de la fe de Israel tomada como un todo? Pero, si bien Gn 1,1-2,4a no puede ser considerado como un relato teológico in­
la cuestión es, en su fondo, de orden teológico, la respuesta pasa dependiente, sino que debe ser considerado en el sistema concéntrico
necesariamente por la exégesis, que es la única susceptible de justi­ centrado en la relación Dios-Israel. Por lo mismo, Gn 1 es una
ficar los encadenamientos temáticos. continuación de los salmos 74 y 89. Así entendido, el proceso de
Es aquí donde von Rad introduce el estudio diacrònico de los pensamiento que actúa en ese relato de creación consiste en rela­
textos creacionistas; éstos, en efecto, pueden ser organizados en serie cionar la forma arcaica del mito, ajena a la fe de Israel, con la
siguiendo una cadena que empieza por unos textos que hablan de historia de la salvación, específica del mundo teológico hebreo.
una soteriologia sin creación y que acaba con un grupo de textos En una fase posterior, se manifiesta un nuevo estatuto del tema
que celebran la creación, pero sin mencionar ya el motivo soterio- creacionista. Así, en los salmos 19; 104; 8, el cosmos atestigua la
lógico. sabiduría y el poder de Dios. La doctrina de la creación adquiere
Esta diacronia, en una teología de las tradiciones, da que pensar. así su autonomía; pero aquí aflora una fuente no israelita. En ade-
Consideremos de nuevo los momentos sucesivos de esta serie.
La fe más antigua de Israel implica, según von Rad, cierta relación 2 G. von Rad, Das theologische Problem des alttestamentlichen Schöp­
fungsglaubens, en Gesammelte Studien zum A lt. (Munich 1958) 142
de Israel con el don de una tierra; pero esta tierra no es todavía la (trad. ing. en The Problem of the Hexateuch and other essays, Edimburgo-
naturaleza, el mundo, el cosmos, en cuanto realidad distinta de la Londres 1966) 138.
62 P. Ricoeur Sobre la exégesis de Gn 1,1-2,4a 63

lante, la doctrina dependerá del género “ sabiduría” (cf. Prov 3,19; las formas de creación, es D ios quien crea. Pero el rasgo más deci­
8,22; 14,31; 20,12 y Jo b 38). Según von Rad, esta tradición es egip­ sivo y que atestigua la relación interna entre el relato de la creación
cia y no mitológica; no tiene relación alguna con la historia de la y la totalidad del Hexateueo, es el carácter mismo del acto creador:
lucha contra el dragón primitivo; atestigua un designio racional, in­ éste es, en un sentido, una palabra de mandato; lo cual implica la
teligible, del creador: “A mi 'parecer — escribe von Rad— , estamos idea de una acción sin esfuerzo y, además, la de una distinción entre
ante un punto de vista egipcio transmitido por maestros de sabidu­ palabra y obra; aquí, el sentido procede del motivo soteriológico y
ría itinerantes” (p. 145). Esta teología razonada, reflexiva, debe ser se dirige hacia el motivo creacionista: palabra y obra se articulan,
distinguida de la fe concerniente a la elección y la salvación. En a la vez distintas y continuas, en la experiencia de la salvación; así
comparación con la magnitud del cosmos, el hombre se siente in­ puede tomarse de nuevo, corregido, el tema arcaico del poder má­
vadido por el terror y la admiración; el deseo de salvación, cuando gico de la palabra (me permito señalar que la oposición entre el
está presente, se subordina a la visión cósmica más o menos teñida motivo soteriológico y el motivo sapiencial no cabe aquí: las refe­
de providencialismo. rencias de von Rad a Is 48,13; Sal 33,6; 148,5 hacen pensar que
Considerada esta linealidad de sentido en su conjunto, resulta que la forma didáctica atestigua la presencia antiquísima del motivo de
la doctrina soteriológica de Israel sólo pudo formarse a condición de la sabiduría — egipcia o hebrea— en el meollo mismo de la ins­
mantener a distancia cualquier teología de la creación, y sólo estuvo trucción sobre los orígenes).
en condición de incluirla cuando ésta ya no podía debilitarla, sino Los diversos enigmas del texto se resuelven según el mismo
por el contrario ampliarla y enriquecerla. modelo explicativo. Así, el caos, que no es ni creado (pues sólo
¿En qué sentido este conjunto de tesis determina la exégesis el orden es formalmente creado), ni increado (puesto que está sub­
de G n 1? ordinado a la palabra), continúa siendo la gran amenaza que la
Esencialmente, por un movimiento constante que va del todo a experiencia del hombre descubre constantemente. El resurgimiento
cada una de las partes, y esto, hasta los detalles. Entonces, Gn 1 del caos en la experiencia soteriológica es la clave del caos en lo
deberá ser leído a título de prólogo, y no como texto significante que podría llamarse experiencia creacionista. Los sucesivos planos
en sí mismo. Esta decisión inicial tiene muchas consecuencias; ese que atraviesa la obra de creación indican los grados de inmediatez
prólogo aparecerá primero como un relato didáctico destinado a que pueden existir entre Dios y sus obras. La suprema inmedia­
proporcionar una instrucción, situado como prefacio de unos textos tez queda instituida entre Dios y el hombre: el hombre aparece
soteriológicos destinados a glorificar al autor de las gestas de Israel; creador no sólo por la palabra en un sentido muy general, sino
se señalará, pues, en el interior del gran espacio de sentido cons­ también por una resolución solemne en la profundidad del corazón;
tituido por todo el Hexateueo, la oposición entre el relato didáctico el hombre es creado “a imagen de los Elohim” , es decir, según un
y los textos hímnicos. Con la ayuda de esta oposición, se insistirá modelo celestial que lo hurta a la esfera de lo visible; y así, si Dios
en el carácter conciso, directo, carente de toda metáfora (a diferen­ es antropomorfo, el hombre es teomorfo. Esta doble ecuación es la
cia del relato más antiguo de Gn 2). Von Rad señala “ la concen­ misma que la de la salvación. Por último, la terminación de la gran
tración y la precisión teológica de este relato” 3. Pero hay una con­ obra en “ el día de descanso” debe ser comprendida en el mismo
secuencia todavía más importante de la consideración de Gn 1 como sentido soteriológico: se trata no tanto de la fundación del sábado,
prólogo de una historia de salvación: el relato de la creación apa­ cuanto de la articulación de la relación específica de dos “historias” ,
rece como un relato escalonado que conduce desde la visión del la de la creación y la de la salvación; pues lo que remata la una, y
orden del mundo hacia una cima: la creación del hombre, obra en este sentido la corona, inicia la otra, y en este sentido la inaugura.
suprema de Dios. Este carácter gradual atestigua un interés cosmo­
lógico mayor que Gn 2; pero destaca tanto más el carácter de cul­ Mi intención, después de esta breve presentación de un tipo de
minación que se atribuye a la creación del hombre. Otro rasgo dis­ exégesis de carácter netamente genético, es mostrar de qué manera
tintivo de Gn 1 es, a diferencia de las cosmologías jónicas, que el ésta remite, quiérase o no, a un método de carácter estructural. El
principio creador es una voluntad personal; cualesquiera que sean método genético requiere el método estructural a la vez como con­
trapartida y como condición.
8 G . von Rad, Theologie des Alten Testaments I, 155. En primer lugar, como contrapartida. En efecto, la continua pre­
64 P. Ricoeur

ocupación por devolver Gn 1 al contexto soteriológico de P debe 2. Del análisis estructural a la interpretación
ser compensado constantemente por el cuidado de proteger los ras­
gos específicos del texto mismo; pondré algunos ejemplos que ad­ El interés del trabajo de Paul Beauchamp5 consiste en haber in­
quirirán todo su sentido ulteriormente. Sin una atención al texto vertido la relación entre análisis estructural y reconstrucción gené­
mismo, no se podría seguir atendiendo a todas las contraindicacio­ tica. D igo “ invertido” porque hay un momento en el análisis es­
nes por las que el texto se opone a una sistematización con respecto tructural mismo en que éste remite a una reconstrucción genética
a la creación dél hombre. Así, el tema de la fundación de lo celes­ y, por ello, a una historia del sentido sobre la cual puede apoyarse
tial; y, en esta fundación misma, la concurrencia del viejo esquema el trabajo de interpretación.
de lucha y del nuevo esquema de separación; la creación del cielo Opongamos punto por punto, para simplificar la situación, la
que sirve de contrapeso a la del hombre figura en el origen de la hipótesis de trabajo de Beauchamp a la de von Rad. Primera oposi­
bipolaridad cielo-hombre que impide una interpretación demasiado ción metodológica: en lugar de partir de todo el Hexateuco, el exe-
rápidamente antropocéntrica de P. geta se reduce ahora a un texto perfectamente delimitado y perma­
Más radicalmente, la exégesis requerida por la historia de las nece en su ámbito todo el tiempo necesario para establecer la
tradiciones se consolida con la comprensión de conjunto del Hexa- compleja red de sus relaciones internas; para él, la estructura está
teuco y con la seriación de los textos creacionistas en relación a en el texto, aun cuando más tarde haya de conceder que el sentido
los motivos soteriológicos previos; el riesgo contrario consiste en
está fuera del texto. Segunda oposición metodológica: al abordar el
imponer previamente una temática que impedirá realizar el movi­
texto, lo hace sin prejuzgar en absoluto el motivo confesional; se
miento decisivo desde la semántica de superficie a la semántica
limita a la disposición de las cosas dichas; se mantiene deliberada­
profunda. Ahora bien, este movimiento supone una mayor consi­
mente en el nivel de la composición; el relato de la creación es
deración por el texto tomado en su especificidad y en su aislamiento.
A este respecto, el trabajo de Werner H. Schmidt4 marca un entonces considerado en sí mismo, sin referencia alguna a su even­
gran progreso con relación al de von Rad. Permaneciendo fiel al tual subordinación a la historia de la salvación. Tercer rasgo opo­
método genético, se dedica a aplicarlo al texto considerado en sí sitivo: no considera el trabajo redaccional en su dimensión dia­
mismo; el método consiste en un trabajo de discernimiento apli­ crònica, desde el ángulo de una subordinación progresiva de un
cado a los niveles redaccionales, a fin de establecer la trayectoria material anterior y más o menos autónomo a la teología de la
del sentido que va desplegándose de un estrato a otro. En lo esen­ salvación expresada en otros textos; se toma el texto en su estado
cial, nuestro relato contiene dos tipos de relatos superpuestos, un terminal, para ver cómo funcionan todos sus términos en relación
Tatbericht y un 1Vortbericht. Comprender el texto es comprender los unos con los otros, en la sincronía de su disposición; se remite
el movimiento por el cual un relato donde la creación procede de a un estadio posterior de interpretación la cuestión de saber si el
la palabra — “D ijo D ios”— interpreta de nuevo otro relato previo motivo cosmológico es autónomo con relación al motivo soterioló­
que sólo implica expresiones del tipo “D ios hizo” . El método es, gico. Al mismo tiempo — cuarto rasgo distintivo— , se presta aten­
pues, perfectamente genético en su esencia, pero precisamente en ción a aspectos del sentido que precisamente no apuntan hacia una
cuanto tal presupone un análisis estructural previo. En efecto, las teología de la historia, que no son ni prolongación, ni preparación,
trazas del texto anterior en el texto actual no son inmediatamente ni prólogo de la misma. En primer lugar, sin la menor duda, el as­
aparentes, como en el caso de los duplicados; consiste más bien en pecto didáctico podrá ser reconocido como tal en lo que tiene de
discordancias al nivel de la disposición del texto. Por tanto, discer­ más irreductible al aspecto hímnico. Después, no se tiene prisas por
nir los diversos niveles redaccionales presupone el dominio de la señalar la subordinación de las diversas fases de la creación a la del
estructura actual del texto; sin un análisis estructural previo, las hombre; al contrario, la creación de la luz, la del firmamento como
disparidades de sentido a nivel de una semántica profunda no po­ elemento “separante” , la de las luminarias que anuncian el día y la
drían resultar significantes. noche, son consideradas en sí mismas. De esta manera se aplicará,

4 W. H. Schmidt, Die Schópfungsgesohichte der Priesterscbrift: zur 5 P. Beauchamp, Création et Séparation. Étude exégétique áu cbapitre
Ueberliejerungsgeschichte von Génesis, 1,1-2,4a (WMANT, 17; Neukirchen premier de la Genése (París 1969).
Vluyn 1964).
5
66 P. Ricoeur Sobre la exégesis de Gn 1,1-2,4a 67
en el núcleo mismo del texto, un espíritu menos generalizado^ más el otro la tierra. Al convertir el cuarto día en piedra angular, en
analítico. Precisamente, el tema de la "separación” pasa inadvertido elemento temporal clave de varias clasificaciones, se procede al m is­
si se va muy deprisa hacia el final del relato, es decir, hacia la crea­ mo tiempo a la verificación de determinadas anomalías aparentes
ción del hombre, sin detenerse en los estadios anteriores. E incluso
del texto: la luz creada antes que los astros, la semana precediendo
la dinámica del texto resultará más evidente si se aplaza ese mo­
a la alternancia del día y la noche, etc.: “ La voluntad de establecer
mento terminal que von Rad consideraba el “vértice” del texto.
un nuevo comienzo en medio de la semana ha prevalecido sobre
Para lo esencial remito a la lectura detallada de la obra de Paul
todas estas dificultades” (p. 70); también el tema del cuarto día
Beauchamp, limitándome a recordar en pocas palabras su procedi­
remite a la doble relación de la luz con las luminarias y del sábado
miento en la parte propiamente estructural de su tesis.
con las fiestas: “A través de esta pluralidad de sistematizaciones se
En primer lugar, el autor pone de relieve una estructura del re­
muestra claramente la tendencia a la unificación arquitectónica e a
lato, consistente en el encadenamiento de fórmulas-tipo: “D ios d ijo” ,
“haya...” , “y lo hubo” , “D ios hizo” , “ y D ios llamó” , “en el enési­ torno al cuarto día, principio de serie, fin de serie o centro del
mo día” . Tengo que hacer notar que esta cadena, del anuncio de la todo” (p. 70).
orden al acto de ejecución y a las palabras subsiguientes, es bastan­ Pero lo que más nos interesa aquí es que el análisis estructural
te comparable a la lógica de la acción de los teóricos del relato, en apunta por sí mismo hacia una consideración más genética y hacia
la medida en que el esquema orden-ejecución suministra la célula una interpretación. ¿Cómo?
inicial. El método estructural remite ál método genético poniendo en
De esta decisión inicial resultan varios rasgos notables: en pri­ claro irregularidades y anomalías: la persistencia de lo antiguo en lo
mer lugar, el marco de los siete días no aparece tan decisivo como nuevo se manifiesta en todas las resistencias al tratamiento exclusi­
en una lectura superficial; en efecto, el primer término de la es­ vamente estructural; y así, la estructura remite a la génesis. Ejem­
tructura, el anuncio de la orden (“y dijo D ios” ) se repite diez veces. plo: la anomalía de un duplicado — “Y lo hubo” y “Dios hizo”—
Segundo rasgo notable: son las “operaciones” las que llevan la es­ da aparentemente razón a la tesis de Werner H. Schmidt según la
tructura, y no los objetos” o cosas creadas. La tarea del análisis cual nuestro texto procedería de la superposición de un Wortbericht
estructural consiste precisamente en establecer el principio de distri­ a un Tatbericht; la hipótesis es tanto más razonable cuanto que el
bución de los objetos creados; luz, firmamento que separa las aguas autor bíblico no disimula sus fuentes, sino que, como dice Paul
de arriba de las de abajo, tierra firme con sus plantas, astros, peces Beauchamp, las muestra y exhibe “como fragmento del lenguaje
y aves; animales terrestres, hombre. También aquí una estructura catequético que puede indicar en qué medida se distancia la compo­
fuerte hace aparecer un ritmo que acentúa la primera palabra y el sición personal” (p. 75); de esta manera se puede prever un inter­
primer día, la quinta palabra y el cuarto día, la décima palabra y cambio de puntos de vista: si la estructura remite a la génesis, ésta
el séptimo día. Así, la separación del día y la noche, en cuanto separa­ presupone la estructura; pues “incumbe a la exégesis decir si hay
ción temporal presupuesta por el calendario y las fiestas, aparece simple acumulación u organización de datos” (p. 71). Pero de esta
colocada en una posición clave; e incluso constituye para el autor el manera también nos encontraremos con un enriquecimiento del con­
centro de toda la composición. A su entender, la separación del día y cepto de la estructura: no se tratará de una estructura estática, sino
de la noche ofrece “la mejor zona de homogeneidad en el interior del de una armónica recepción de tensiones que a su vez exigirán nue­
texto” (p. 48). Una exégesis que pasa rápidamente a la consideración vas soluciones en un posterior trabajo de interpretación y de re­
final del hombre no puede reparar en esta ley de composición. La interpretación.
interpretación que lo hace, en cambio, habrá de tenerlo en cuenta. Veamos ahora mediante algunos ejemplos cómo el análisis es­
Mientras, vemos cómo se van constituyendo dos series de objetos: una tructural remite al análisis genético por niveles redaccionales. Si el
primera serie que abarca la luz, el cielo, la tierra, el mar, los vege­ cuarto día es el pivote, si el centro de gravedad del relato es la
tales, y una segunda que contiene las luminarias (en correlación con instauración del calendario por la separación temporal, estamos ante
la luz), los seres vivos y el hombre (en correlación con el cielo, la la razón de la genética: efectivamente, hay que admitir que una
tierra y el mar), el alimento (en correlación con los vegetales); dos
separación completamente espacial, y además ligada a la gesta m í­
series de objetos y dos series de lugares, por un lado el cielo, y por
tica del combate primordial (cortar a Tiamat, hendir a Rajab, abrir
68 P. Ricoeur Sobre la exégesis de Gn 1,1-2,4a 69
un camino a través del Mar Rojo), ha sido alterada y arreglada de fuera del texto; en el texto, el caos, testimonio de una antigua tra­
forma que establece el tema de la separación temporal. dición, está sometido al acto de separar: lo importante aquí no es
Pero entonces nos encontramos con que el texto revela su tra­ la preexistencia del caos, sino el desplazamiento del acto de separar,
dición por medio de su propia coherencia, y por consiguiente por del caos hacia el tiempo de los astros. Es el análisis estructural del
las incoherencias que anuncia. Es la estructura ligada al tema de la texto lo que permite la aparición de la tensión entre las implica­
separación la que remite a su historia. ciones del título “Cuando D ios empezó la creación” y la mención
Volviendo de nuevo a la cuestión de dos relatos, el Tatbericht de un increado anterior que resulta de alguna manera anulado por
y el Wortbericht, Beauchamp plantea la siguiente pregunta: ¿Qué la afirmación rectora y correctora de que no hay otro comienzo que
rasgos de una tradición “muda” anterior son aún visibles en la tra­ la creación. Según esto, el versículo 2 no describe lo anterior a la
dición “palabra” ? (p. 79). Esta pregunta sólo puede hallar respuesta creación, sino un estado previo a la palabra del versículo 3; y tam­
partiendo de la actual disposición de las formas de ejecución, para poco se trata de un período concreto, sino de un estado que se
después buscar los valores de significación que proceden de la rela­ prolonga hasta el sexto día. N o parece, 'por consiguiente, que el
ción del tema de la ejecución con los otros temas. Así nos vemos autor haya querido decir que D ios creara lo informe, sino que lo que
arrastrados a clasificar las modalidades de la ejecución según sus le interesa es la instauración del orden; por eso deja en la indetermi­
significaciones (haya..., haga..., hagamos..., creó, hacer, hacer por nación el origen del caos; lo informe es lo que la palabra presupo­
creación, etc.); este inventario debe extenderse a todas las variantes ne, y, sin embargo, está incluido en la creación anunciada en el
del hacer: separar, disponer, dispensar, fabricar; es al establecer este versículo 1; ¿Cómo? El autor no lo sabe: “ Señalemos que, si el autor
inventario, cuando la acción de crear separaciones (los objetos celes­ presta cierta consistencia a lo que aún no está creado en sentido
tes) adquiere su valor de pivote y de principio organizador: "Aquí estricto, se debe más al peso de la tradición que a las implicaciones
— dice el autor— la adecuación entre palabra causante y objeto de su propio pensamiento” (p. 158). M ás adelante el mismo exe-
causado es total” (p. 86). El acto de separar representa el eje de geta escribe: “Si existe alguna inconsecuencia, se trata de un indicio
dispersión entre todas las fórmulas de ejecución. Pero, al mismo de la tradición que se manifiesta en el texto” (p. 159). Pero ella
tiempo, la sutilísima labor de armonización, que parece proseguirse queda incorporada al nuevo texto: la redacción final allana este
en el plano semántico, hace aparecer tensiones y resistencias en las obstáculo convirtiéndolo en un inciso que origina una expectativa
que se traduce una voluntad de preservar ciertos temas a pesar de la y dispone para la novedad del gesto creador. Así, la inconsecuencia
compilación del lenguaje (así, Gn 1,24 yuxtapone “hubo” e “hizo” ; queda incorporada al texto nuevo. El mismo tipo de análisis puede
y una similar tensión se da entre el título de 1,1 y el antitítulo ser aplicado a la rüab elohim, el espíritu de Dios. Este tema pro­
de 2,4a). cedente de las teofanías gloriosas es incorporado al nuevo relato,
Sólo cuando este trabajo sobre el texto ha alcanzado una pro­ que convierte a este elemento de salvación en elemento cósmico; in­
fundidad considerable, podemos invocar los “paralelos extrabíbli­ tegrado, así, proporciona un contrapeso al tema de la separación
cos” ) (Enuma Elis, Génesis egipcio, etc.) y los “paralelos intrabí- insinuando la idea de una circulación unificadora. El mismo proce­
blicos” (Sal 104; Job 37-38): en el primero de estos textos predomi­ dimiento sirve para integrar el tema de la luz; éste designaba origi­
na la idea del don y de los beneficios de Dios respecto a los nalmente una intervención de D ios que, mediante un arma de
hombres; en el segundo aparece, por el contrario, un mundo sin separación, hace retroceder y temblar (piénsese en la victoria sobre
hombre: “Job, completamente solo, es invitado a considerar un mun­ las tinieblas por la espada dirigida contra el monstruo de las aguas
do sin él donde el papel del hombre es... prácticamente nulo” en Job 26,13). Este aspecto luminoso de 'la teofanía bélica estaba
(p. 144). antaño, en un contexto bélico, unido al tema de la separación del
La misma consideración estructural permite descubrir los arcaís­ mar. Es el acto de separación significado por el cuarto día lo que,
mos, en sus contrastes con la estructura básica (palabra-luz-astros); por la atracción que ejerce sobre el fondo mítico anterior, asegura
es el caso del difícil tema del caos (tohu-bohu), testimonio de un la reinterpretación del tema bélico en tema cosmológico.
estadio más antiguo del pensamiento y del texto donde la separa­ En todos estos casos, igual que en los suscitados por las sucesi­
ción estaba ligada a otras representaciones. Pero es partiendo del vas "palabras”, la comprensión de una génesis del sentido resulta
propio texto como puede lanzarse una flecha hacia algunas bases siempre de un análisis estructural correcto del sentido terminal,
70 P. Ricoeur Sobre la exégesis de Gn 1,1 -2,4a 71

como se manifiesta en el texto actual. Con Gn 1, dice nuestro exe­ die la niega. La cuestión estriba más bien en saber si antes de la
geta, “ la rüab se ha convertido en soporte de Dios, la luz es sólo interpretación filosófico-teológica, acto de un sujeto filosofante y
la primera de sus criaturas, y la voz, imposible de localizar, de lo teologizante, no existe otra interpretación, que no lo sería del texto
que D ios dice alcanza su más radical desnudez. N o se ve nada de o sobre el texto, sino en el texto y por el texto. Me explico.
Dios: se escucha lo que dice” (p. 198). De manera más general, el Cuando von Rad y Schmidt reconstruyen, por la vía genética, el
acondicionamiento interpretativo implicado en el acto de separar trabajo de pensamiento cristalizado en el texto, nos ofrecen un con­
aparece en los “accidentes o cicatrices visibles en el texto” (p. 229)- cepto de interpretación según el cual la acción de interpretar es la
El texto actual es el testimonio de la historia interpretativa de la acción misma del texto sobre sí mismo; cada nuevo estrato, en efec­
acción primordial de Dios. Aprovechando esta deriva desde la su­ to, es una interpretación del precedente. Así, en von Rad, el núcleo
perficie del texto hacia su densificación, los temas más antiguos confesional que constituye el centro del campo gravitatorio del
adquieren entonces un valor de persistencia, de energía, que forma Hexateuco opera como un interpretante en la masa de leyendas,
parte del significado del texto actual: "L a progresión hacia los orí­ relatos y mitos captados en el campo gravitatorio; la reelaboración
genes es una regresión hacia los aspectos indóciles del tema que de las fuentes es una interpretación. Entonces, cuando el exegeta
aflora incluso en los dos primeros versículos del Génesis. Crear es interpreta el relato en un sentido kerigmático, no hace más que
romper un continuo, deshacer un espacio, desgarrar” (p. 230). Desde repetir el trabajo de interpretación en que consiste la reelaboración
este ángulo, la depuración de la tradición anterior es la contrapartida de las fuentes. Schmidt ha permanecido fiel a von Rad en su utili­
de una continuación del arcaísmo anterior. Y la interpretación, en zación del concepto de interpretación. La interpretación es siempre
cuanto proceso propio del autor, dirige el sentido, pero no lo agota: la contrapartida de una tradición anterior: el Wortbericht es una
el dato interpretado forma parte de él. Crear por una palabra sepa­ interpretación del Tatbericht. Cuando el exegeta interpreta, repite
rante: “ esta representación no puede cortar el contacto con los datos el trayecto de la tradición a la interpretación en el texto mismo.
anteriores, cargados de una energía más primitiva” {p. 231). N os encontramos así de nuevo con la noción de interpretación
propuesta en la Introducción: es un acto del texto, en la medida
en que el texto tiene una dirección, un “ sentido” dinámico; inter­
3. Interpretación pretar es situarnos en “ su sentido".
El método estructural, a mi entender, sólo conduce a esta con­
Hemos constituido el binomio estructura-génesis, esencial para la clusión. Su finalidad no consiste en eliminar la interpretación, sino
exégesis. Veamos ahora cómo ese binomio suscita el tercer polo: la en articularla sobre la semántica subterránea por él puesta en evi­
interpretación. dencia: "Si existe una estructura — dice Paul Beauchamp— , ésta
Consideremos una cuestión previa: ¿quién interpreta?, ¿el teó­ es el soporte de la interpretación. En la hipótesis de los dos estadios,
logo o el filósofo?, ¿el predicador o el exegeta? N o cabe duda de la estructura preexiste casi por completo. En nuestra lectura, la in­
que no hay interpretación inocente; filósofo y teólogo son quienes terpretación aporta el armazón del texto y probablemente una parte
interpretan en la medida en que ponen el texto en relación con una del material de que está hecha dicha armazón... La amplitud de una
problemática instaurada en otro lugar: causalidad griega, problema interpretación no puede aparecer allí donde la composición literaria
del origen y del límite en la filosofía moderna... Escribir “Dios creó no es tenida en cuenta” (p. 112).
separando” ya es salirse del texto y categorizarlo, introducirlo en un Recordemos algunos ejemplos de esta semántica profunda abierta
espacio especulativo que no es el del texto, sino el de toda nuestra a la interpretación por el análisis estructural.
cultura. Como recuerda Beauchamp: “ Explicar un texto es y ha sido Así, al subrayar la estructura I, IV, VII (luz-astro-sábado) y con­
siempre decir lo que no dice, que en gran parte tomamos de nos­ vertirla en pivote de la instauración del calendario, aparece una se­
otros mismos” (p. 15). La exégesis es sólo la preparación para el mántica profunda, expresada en el tema “ separar” . “ La separación
trabajo ulterior del lector de hoy, el cual, al apropiarse el texto, dominante es la de los tiempos” (p. 117). De modo que sólo el
salva la distancia cultural que el análisis estructural y la construc­ análisis estructural permite percatarse de la conveniencia mutua entre
ción genética han ahondado más. palabra, luz y astro: “ La privilegiada referencia de la esfera celeste
Esta proyección del texto sobre un espacio distinto del suyo, na­ al verbo ser, la orientación de la creación, desde el primer flechazo,
72 P. Ricoeur Sobre la excgesis de Gn 1,1-2,4a 73

hacia este verbo, es un hallazgo del autor” (p. 117). Los astros son pueblo? ¿Acaso no estaba ya en acción desde antes de la primera
palabras de Dios, porque son palabras separantes. Antes que el palabra ese mismo hálito que gravita sobre el pueblo santo después
hombre, existe el cielo, como "voluntad divina de limitación; no de haber triunfado sobre tantos obstáculos? Y si es así, habría que
sustancia, sino función, posición” (p. 118). La luz transitivizada por decir que la exploración cósmica de tipo sapiencial es tan antigua
la mirada es en seguida denominada día y subordinada a la separa­ como la consideración histórica de la rúah. Otro indicio del carácter
ción de los tiempos. sapiencial de nuestro relato: ¿no está claro el parentesco entre las
Otro ejemplo: es a nivel de la semántica profunda donde se “nomenclaturas” de las cosas creadas que figuran en él y los catá­
establece la tensión entre el polo luz-cielo y el polo tierra-hombre. logos característicos de la sabiduría de los escribas? Yon Rad sólo
Allí donde von Rad veía sobre todo un crescendo del octavo día lo menciona en relación con Job y Qohelet6, ¿pero acaso no son ya
de la creación en dirección al hombre, el análisis estructural descu­ los inventarios de nuestro relato derivados del mismo género? Y me
bre esta progresión al nivel del sentido, desde “hágase la lu z ...” siento tentado a afirmar otro tanto del trabajo lingüístico efectuado
hasta “hagamos al hom bre...” , a favor del contraste con la regula­ sobre las distintas expresiones de la actividad creadora: separar, dis­
ridad y la monotonía del marco, y 'por tanto como fórmula de va­ poner, dispensar, fabricar, hacer, crear, hacer por creación, etc. ¿No
riación opuesta a la recurrencia de las fórmulas; por otra parte, esta es esta labor sobre el sentido, al nivel semántico, testimonio de un
progresión del caos al hombre sólo adquiere su pleno sentido como trabajo mental tendente a elaborar un inventario no de las cosas,
contra-polo de la instauración de un cosmos que, al mismo tiempo, sino de las operaciones? ¿Y no es ya de orden sapiencial y especu­
marca el límite del hombre, el medio que lo precede y lo con­ lativo la corrección de un tema de lucha en tema de ordenación
tiene, el universo que lo comprende. cósmico? Y más fundamentalmente aún, el mismo interés por “ se­
Por mi parte, tengo que señalar que este nuevo entendimiento parar”, en cuanto relación del decir y del hacer, encubre un enorme
del sentido permite reconsiderar la relación entre el género didác­ potencial especulativo. Hasta el punto de que es por ese sesgo por
tico del relato y la literatura sapiencial; von Rad no lo ignoraba, donde nuestro tema ha podido enlazar con la especulación de origen
pero sólo concedía a los escritos sapienciales una influencia secun­ griego sobre la causalidad, y no cesa de coincidir con la especula­
daria y tardía: para él, es la fe yahvista la que sobrepone la proble­ ción de los modernos sobre el origen radical de las cosas. Entre
mática de la salvación a la de la creación. D e esta manera, los “separar” , gesto violento ligado a las aguas primordiales, y “ sepa­
enunciados cósmicos son situados en la misma categoría que los rar” como gesto de palabra y de distribución, ¿no media todo el
enunciados soteriológicos; los escritos sapienciales sólo concurren en trayecto que va de una soteriología belicosa a una sabiduría medi­
la autonomía del tema cósmico en relación con el tema soterioló- tativa? Ahora bien, es el análisis estructural el que nos ha permitido
gico. Podemos preguntarnos, con un exegeta como J.-P. Audet, si desenterrar, bajo el tema soteriológico que liga ai hombre con la
la sabiduría no es más antigua y ya contemporánea de la totalidad serie de gestos de liberación, la relación entre la instauración de
de los escritos hebreos e incluso si no arropa a la soteriología. Yo los cielos y la sabiduría que emerge a la luz en los Proverbios, en
veo varios indicios a favor de esta interpretación en Gn 1: si la Job y en los salmos 104 y 136. “A sí — escribe el padre Beauchamp— ,
tesis de Paul Beauchamp es exacta, la ordenación del cielo, de los de una victoria sobre el monstruo atribuida a la sabiduría, se puede
astros y del tiempo, al proporcionar un contrapunto con relación a pasar a la misma victoria, pero transfiriendo el resultado a la ins­
la creación del hombre, anuncia un interés por la temática cósmica tauración del cielo” (p. 217). La interpretación se modela aquí sobre
que no termina en la predicación de la salvación. Otro indicio: la un movimiento idéntico al de la sabiduría, que sustituye la separa­
rüab elohím, vestigio de las teofanías de lucha, subordinada al acto ción violenta de los elementos por la diferenciación de las listas y
de creación, continúa suministrando, en este nuevo contexto, algu­ de los catálogos.
nos “ signos” de la "presencia móvil y orientada de D ios" (p. 181). La interpretación no es, pues, una violencia inferida al texto, la
Ahora bien, este tema de la peregrinación cósmica de la sabiduría, irrupción de la subjetividad del exegeta en la objetividad del texto.
que emerge en Proverbios y en Job, es un antiguo tema sapiencial. Incluso cuando el exegeta confiesa que “para interpretar el sentido
¿N o consistirá, pues, la función de la sabiduría en asegurar la con­
junción de los valores de salvación y los valores cósmicos? ¿N o es * G . von Rad, Job 38 y la sabiduría egipcia, en Gesammelte Studien
la misma rúah la que se desplaza sobre las aguas y la que mueve al ( = trad. ingl. The Problem of the Hexaleuch..., p. 281s).
74 P. Ricoeur

del tema de la separación” le hará falta “buscar el sentido del texto MESA R ED O N D A
fuera del texto, o más bien en las relaciones del texto con su con­
En torno a P. Ricoeur, ayudado por Fran­
torno” (p. 233), será en una deriva del texto hacia otros textos çois Bussini (Gran Seminario de Lons-le Saul-
donde buscará apoyo y ayuda. ¿Qué es, en efecto, interpretar el tema nier) y Edmond Ortigues (Universidad de
de la separación? Es buscar, en los otros niveles de significaciones Rennes), se agruparon tres exegetas: Paul
atravesados por el mismo significado (nivel cosmológico, nivel so­ Beauchamp (Facultad de Lyon-Fourvière),
Henri Cazelles (Instituto Católico de París)
cial, nivel de instituciones), el mismo funcionamiento del sentido. y Philippe Reymond (Lausana).
Así. el “ ejército” formado por todo el universo sugiere buscar en
!a idea misma de ejército una distribución rigurosa de funciones,
homologa de la diferenciación del universo. El acto de separar es
entonces lo que prima a la vez en la distribución de los elementos F. BUSSINI: Por venir a continuación de las exposiciones de Paul Beau­
champ y de Paul Ricoeur, la mesa redonda tenía que recoger los problemas
del cosmos, en el reparto de los papeles sociales y en los demás suscitados por uno y otro. Se trataba ante todo de caracterizar con la mayor
misterios de distribución relativos a la vida social y cultural. Entre precisión posible los diferentes métodos empleados. Después había que pre­
cosmos, ejército y culto, se perfilan ciertas homologías funcionales guntarse en qué medida tales métodos podían complementarse, y si alguno
que nos permiten atribuir a la noción de símbolo un carácter no de ellos prevalecía sobre' los demás. Había que intentar justificar la pre­
eminencia de ese enfoque de tipo histórico que parece imponerse entre los
retórico y propiamente lógico. Puede decirse que el tema de la se­ exegetas. Entonces se planteaba un problema de fecundidad: ¿existe un
paración es simbólico, en el sentido de que son unos mismos valores método que permita hacer surgir de forma decisiva el sentido del texto?
de distribución los que atraviesan los diversos niveles de significa­ Pero también parecía necesario revisar esta cuestión. ¿Existe un sentido del
ción, los diversos campos semánticos, los diversos ámbitos de reali­ texto en torno al cual se organiza todo? ¿No hay más bien un pluralismo
irreductible de sentido? Del problema de los métodos se pasaba así al de
dad: el símbolo resulta aquí más fundamental que la metáfora en la naturaleza del lenguaje y de la escritura.
el sentido retórico del término; designa una organización análoga El debate, tal como se ha planteado, no ha permitido quizá diferenciar
de sentido que rige en órdenes de realidades múltiples. Si la metá­ con la debida precisión los métodos empleados. Sin embargo, muestra bas­
fora es el principio de la transferencia de sentido, el símbolo es la tante bien la correlación entre el pluralismo del sentido y el pluralismo
de los métodos. Tampoco deja de ser interesante ver que la mesa redonda
unión previa en una homología de relaciones, que permite la trans­ se ha sentido obligada a preguntarse por los límites del lenguaje y por la
ferencia de sentido. Es así como podemos denominar simbólico el originalidad de la escritura.
tema de la separación. La tarea de la interpretación es hacer aflorar
el poder de unión de ese símbolo. E. ORTIGUES: Así, pues, existen diversas intenciones susceptibles de
orientar la lectura de un texto. ¡La lectura resultará satisfactoria en función
Así, el método estructural no debilita en absoluto el lazo esta­ del fin propuesto, que puede variar según los casos. Sin embargo, yo duda­
blecido por von Rad y Schmidt entre génesis e interpretación; el ría en decir que existen varios métodos, al menos en el caso de que el
análisis estructural ejerce la función de revelador con relación al método científico tenga por fin garantizar la validez objetiva de una lectura,
trabajo de interpretación inscrito en el texto mismo; la estructura cualesquiera que sean las intenciones que nos guían. Un método no se re­
aparece aquí como un instrumento de negociación entre una tradi­ duce a un conjunto de procedimientos formales. Me ha parecido compren­
der, en la exposición de Paul Beauchamp, que existía un denominador
ción y una interpretación operantes en el texto mismo. El juego de común de todas las lecturas posibles de un texto; este denominador común
la estructura y de la génesis revela algo de lo que podríamos llamar sería el conjunto de las operaciones formales que pueden efectuarse sobre
intención del texto: “Toda intención — dice Paul Beauchamp— , el mismo texto. Un texto, en efecto, se presta a operaciones de comparación,
cuando está provista de cierto vigor, es organizadora... Es la inten­ selección y combinación. Estas operaciones formales pueden llevar a inter­
pretaciones diferentes, porque siempre parece posible establecer distintas con­
ción la que despliega en el interior de la estructura una genética sideraciones en los elementos del texto o poner el texto en relación con
inmanente ” (p. 70). Este texto densísimo de nuestra exégesis 'pone diversos sistemas de referencia. Por eso una investigación histórica, una
sobradamente de manifiesto el juego de la estructura, de la génesis reflexión teológica o una lectura litúrgica no tratarán siempre el texto de
y de la intención; preservar y dar auge a ese juego es la tarea de la misma manera. Ahora bien, me ha parecido que el problema planteado
por Paul Beauchamp no se referiría tanto al método o a los métodos cuan­
una teoría sutil de la interpretación. to a las operaciones formales que surgen siempre en la lectura de un texto.
La intención de una lectura podría definirse por la manera como emplea
diversos procedimientos de selección y de combinación. En esta perspectiva,
76 Mesa redonda La búsqueda del sentido 77

el problema que se plantea no sería el del método o de los métodos histó­ miento de la posición del lector. La clasificación me permite, por el con­
ricos y teológicos que apuntan a una realidad más allá del texto, sino más trario, precisar mi punto de vista particular y decir lo que espero en cada
bien el saber cómo pueden relacionarse entre sí diferentes lecturas, una vez momento. Por ejemplo, espero distintos resultados de la ordenación de un
admitido que el común denominador, la plataforma donde todas las lecturas texto particular, y de su diferenciación o su seriación entre otros textos.
se confrontan, consiste en cierto número de operaciones efectuadas sobre e! Una vez puesto el texto en orden, podemos ponerlo en serie. Lo significa­
texto. Luego, si he comprendido bien a Paul Beauchamp, él plantea un pro­ tivo será entonces la homología entre los comentarios de una estructura
blema distinto del que tocan las tradicionales discusiones sobre la relación a otra. Pondré un ejemplo breve. En Prov 8,22-31 nos encontramos con
entre el método histórico y la teología. Tendríamos que distinguir dos ni­ el tema del principio. Empieza por reshit y termina con una variante en
veles: el de las operaciones formales efectuadas sobre el texto y el de las relación con Gn 1, pues el texto de Proverbios termina con los bené adam.
intenciones de lectura que ellas aplican, gracias a lo cual podríamos ponei Entre los dos tenemos varias frases. En primer lugar, un estado de la Sabi­
en relación diversas lecturas entre sí, previamente a toda cuestión relativa a duría antes de determinado momento, definido como el “cuando” . "Antes-
la validez histórica o teológica de tal o cual conclusión. antes-antes” , una serie de esticos... Después, “cuando” . “Cuando” se refiere
a “instauró su Ley” . Una homología, por consiguiente, entre el tema de
P aul B eauchamp: ¿Puedo preguntarle qué entiende usted por opera­ un “ antes” en el que hay algo que preparar, y el tema de una intervención
ciones formales? ¿Se trata solamente de cualquier operación inmanente al de Dios donde la palabra corresponde a la Ley. Luego, un final: el hombre.
texto, o también de las operaciones por las cuales se sale del texto para Podemos colocar en dos columnas los dos textos, el de Gn 1 y el de Pro­
hacer consideraciones externas al mismo? Pondré un ejemplo. Un estudio de verbios. Podemos establecer la homología del Espíritu, que está “antes” .
Vormgeschichte supone dos cosas: lograr, por un método inmanente al texto, Quizá el Espíritu ocupa aquí la misma posición que la Sabiduría. Por lo
una serie de indicios que permitan determinar la forma, y también hallar menos, yo así lo creo. Por otra parte, la Ley tiene que ver con la Palabra,
la institución en la que encuentre acomodo dicha forma. Hay que encontrar que es el momento de la intervención separadora de Dios. La Ley es lo que
una “situación en la vida” (Sitz im Leben). Evidentemente, eso es salirse separa, igual que la Palabra en Gn 1. Después viene una variante: final
del texto. Pero ¿es una operación formal? subordinado en Gn 1, que es el sábado, y final absoluto en Proverbios,
que es el hombre. He ahí un ejemplo de método: se sale del texto y se
E. ORTIGUES: Lo que yo denomino intencionalidad de la lectura supone establece un intertexto. Ahora bien, este resultado se lee asimismo en un
siempre una referencia a algo distinto del texto. Hay, en primer lugar, un registro “ no formal” . Algo será tanto más “verdadero” cuanto más haya
movimiento que parte del texto. Después viene una referencia a un con­ sido a la vez mantenido y modificado bajo diferentes formas. Ahí tiene
junto que puede variar según los casos; por último, se vuelve al texto. Me usted, en resumidas cuentas, un testimonio más. Si definiéramos provisio­
parece que, según usted, cada vez hay un tratamiento del texto y que este nalmente el contenido del Gn 1 como “ la palabra es separante” , nos en­
tratamiento puede ser descrito como una serie de operaciones formales que contramos ante otro testimonio que interviene bajo la forma de "la Ley es
consisten en descomponer los elementos de un texto y en hacer aparecer separante” . Existen, pues, indicios que permiten una distinción en series.
entre ellos distintas relaciones. Me parece que con ello usted plantea un pro­ El hecho de la permanencia de los testimonios va a intervenir en la con­
blema importante, pero que no abarca completamente la cuestión de los mé­ frontación de los textos y va a ser en cierto modo un discurso tácito o se­
todos, pues el método hace intervenir, además de los procedimientos de gundo. Pero no desarrollo el tema de cuán importante es que una verdad
lectura, su punto de destino, su verdad histórica o teológica. Mi observación sea permanente. ¿Responde esto a su pregunta?
equivale a preguntar si está usted de acuerdo con mi interpretación de su
pensamiento. Habría entonces, en primer lugar, una posibilidad de distinguir E. O rtigues : Por lo que se refiere a la descripción formal del trabajo,
distintos tipos de lecturas describiendo la manera como éstas tratan el texto; totalmente. Creo que esta dimensión es muy importante, pues es sobre la
en segundo lugar, habría un problema final de validez, un juicio de rea­ que puede hacerse la confrontación de las lecturas. Por lo que se refiere
lidad histórica o teológica. El problema que usted plantea existe en todos al problema de la validez de una lectura, creo que se puede dejar entre
los casos, cualquiera que sea nuestro punto de vista histórico, antropoló­ paréntesis, pues no es lo que ahora urge.
gico o teológico. Por ejemplo, ¿qué es la unidad de la Biblia desde el
punto de vista teológico? ¿Cómo es compatible con las distintas clases de F. B ussini: Creo que Ph. Reymond se ha planteado la cuestión de la
lecturas? Son cuestiones que pueden y deben ser planteadas. fecundidad de los métodos empleados. ¿Dan cuenta de todos los elementos
presentes? Usted se plantea la cuestión particularmente a propósito del
PAUL B eauchamp : L o que yo he intentado enunciar guarda relación, sábado.
creo, con algo que decía P. Ricoeur esta mañana sobre la función de “pu­
rificación” de la exégesis o de cualquier ciencia con relación a las percep­ Ph . REYMOND: Sí, en lo que concierne al método. Hemos visto que el
ciones inmediatas. A ello hay que añadir una depuración operada por el texto, sobre la base de un Tatbericht, implica un estracto suplementario,
exegeta sobre sus métodos. Por una parte, todo método es “ formal” según el Wortbericht. Todo esto nos ha mostrado cómo se ha organizado la crea­
el formalismo de la exégesis, y, como todo texto actúa al filo de la dis-, ción, cómo se ha hecho. Pero pienso que, en este proceso, ha perdido usted
tinción del “fuera” y el “dentro” , difícilmente una clasificación de los mé­ de vista la intencionalidad, la intención final de hecho, que es justificar
todos exegéticos podrá partir de esta distinción. Sin embargo, hay que cla­ sociológicamente el sábado. Se ha hablado mucho de separación, pero creo
sificar, de modo que “ formal” equivale probablemente a “susceptible de que la palabra “sabbat” (sábado-descanso) representa el punto culminante
ser clasificado” . “Formal” no significa ninguna supresión, ningún empaña- o uno de los puntos culminantes — junto con la antropología— del texto.
Mesa redonda La búsqueda del sentido 79
78

Creo que esto no se ha mencionado, y me parece que no se hace justicia establecer seriamente el valor del vocabulario y de las expresiones utilizadas,
con el valor de comunicación social que tenían en la época en que tales
a la intención del texto.
términos y expresiones fueron empleados. El lenguaje bíblico sólo es eso­
térico para nosotros. Los mitos prebíblicos admiten fácilmente que los dioses
P aul B eauchamp: Al contrario; en la versión “muda” resulta compren­
son creadores a la manera de los padres. La Biblia precisa cómo el hombre
sible que Dios descanse, puesto que había hecho algo. En la versión “pa­
puede ser hijo de Dios.
labra” no se ve por qué Dios debería descansar tras haber hablado. Ahora
bien, algunos indicios permiten mostrar que existe cierto elemento correc­
P. RICOEUR: Quizá se podría responder a la cuestión del séptimo día y
tivo: en la perspectiva instaurada por el elemento “palabra” , el sábado
del descanso. Creo que no existe contradicción en decir, por una parte, que
no significa fundamentalmente descansar, sino detenerse, detenerse para ala­
irrumpe una historia en términos de crecimiento para lo que vive y en
bar. Es una ruptura... Estamos en la línea de separación, y existe una
términos de dominación para lo que es humano, mientras se dice, por otra
secuencia verbal que podemos seguir: “separar, bendecir, santificar” . Una
parte, que la obra está terminada. Debemos comprender que en Gn 1 no
secuencia verificable en otros textos, como Lv 20,24-26. Hay una reinterpre­
se trata de una semana anterior a todas las semanas. No se entiende cómo
tación del sábado, que ya no significa esencialmente no trabajar, sino in­ puede estar terminado lo que comienza. Se trata del paradigma de la sema­
hibirse de lo que se está haciendo. Consiste fundamentalmente en admitir na. Por consiguiente, esta semana no se sitúa con respecto a las demás
que la obra de Dios es finita, tiene el carácter de la limitación. Admitamos semanas en un orden cronológico, sino en una relación paradigmática. Ahora
que el problema consiste en legitimar el sábado como institución; esto no bien, es precisamente ese sistema, esa relación de lo paradigmático y lo
crea la menor dificultad. Pero lo importante es la motivación que lo ins­ cronológico lo que hay que revisar por medio de un análisis estructural del
piró. La creación es algo cerrado. Una institución puede ser justificada texto, porque la organización de los elementos origina una estructura. La
siempre, pero el principio explicativo de un texto debe indicar qué sentido semana es como un paradigma de distribución fundado en el acto de sepa­
se da a la institución. ración, y la creación de seres separantes permite ordenar ese paradigma.
Entonces resulta que el paradigma no carece de relación cronológica con las
P h . REYMOND: Pero entonces, ¿cómo articula usted Gn 1 con la historia otras semanas. La mirada que se distancia para decir “era muy bueno” es
que yo denominaría historia de la salvación? Si se trata efectivamente de también una relación, y esa especie de reposo, de distanciamiento, está in­
algo finito, decidido, ¿cómo podría continuar? Gn 1,8 es como una mirada corporada al desarrollo de la historia. Lo que está al final del paradigma,
hacia atrás de la fe, algo en cierto modo distinto, incluso molesto... se halla en medio de la cronología.
PAUL B eauchamp: Precisamente vamos a volver sobre lo dicho por H . CAZELLES: N o creo que debamos dejarnos atrapar por el paradig­
P. Ricoeur esta mañana. La institución es una "antihistoria” por participar ma, sino ver cómo es utilizado por el que ha puesto Gn 1 en cabeza de
de lo recurrente y de lo idéntico. Ahora bien, Gn 1 pone en circulación su historia “sacerdotal” . Así se podrá ver el puesto de ese texto en su his­
una historia, pero también funda la institución de la semana. ¿Y qué dice toria de la salvación. ¿Qué es lo importante para este autor? N o tanto la
esta institución? Que toda la obra de Dios resulta visible en el marco de semana como tal cuanto la participación del hombre "a imagen de Dios”
una semana, es decir, en lo cotidiano. Esto tiene un sentido muy profundo en el trabajo de Dios, que termina con una participación en el “descanso”
y válido. La obra de Dios se realiza precisamente en lo cotidiano. ¿No es­ de Dios. Ese día tradicional de reposo es para el autor signo del destino
tamos, a través de cierto número de transposiciones que yo ratifico — y así humano, y el signo del sábado es el signo de la alianza entre Dios y eí
franqueo un umbral— , ante un mensaje de la institución de la semana? hombre, como en Ex 31,16-17, otro texto “sacerdotal”. Creo incluso que
Si se tratase únicamente de historia de la salvación, ¿qué necesidad había el sábado de la creación se opone al año del diluvio, mientras que para
de toda la semana? Por lo demás, el tema de la rúah anuncia que después los babilonios el ciclo anual era el signo de la creación.
de la semana sucederá algo. Hay un más allá de la institución... Algo
sucederá. P. RICOEUR: Sí, ciertamente. Y yo añadiría, como ya Paul Beauchamp,
creo, ha hecho notar, que cuando se habla del sábado no se dice: “ hubo
H. GAZELLES: N o me agrada mucho la forma de presentar la institu­
tarde y mañana” ; eso quiere decir que en realidad sólo hubo seis días. El
ción como antihistoria. En la historia del derecho (quizá aquí se refleje mi sábado no es en absoluto un día, sino una referencia sobre el conjunto de
antiguo espíritu de jurista) y en la historia de las sociedades en general, la los días. Esto converge acaso con lo dicho esta mañana por Paul Beauchamp;
institución es lo que permite a los miembros subsistir, obrar y hacer pro­ que, después de todo, no hay sólo funciones de institución o una función
gresar la sociedad. Presentar la creación como algo cerrado es, a mi juicio, profètica, sino también una función sapiencial. El texto no nos dice que
situarse en los antípodas del mensaje bíblico. Se trata del principio de una haya que guardar el sábado. Pero habla del fin del sábado, lo cual cons­
expansión donde cada individuo va a poder vivir, desarrollarse, reproducirse tituye un elemento reflejo y como especulativo sobre el sábado. N i siquiera
(min) en su propia línea tendencial, y en el hombre esta expansión vital se dice cuándo comienza y cuándo acaba... Acaso lo que diga sea un poco
llega a llenar y dominar la tierra. La creación me parece un comienzo, y hegeliano. 'Pero lo que Hegel ha dicho sobre el saber absoluto es precisa-
G n 1 un aspecto, primordial, de las relaciones del hombre con Dios, po­ mento eso. El saber absoluto es, en definitiva, la visión que abarca todo
tencia vital capaz de hacer surgir un mundo vivo. N o se tiene siempre cuanto ha acontecido. En cierto modo, yo accedo al saber absoluto siempre
bastante en cuenta que, en los textos antiguos (Sabiduría de Merikare, relato que soy capaz de abarcar con una mirada el conjunto de mi existencia para
babilónico de la creación), “ser a semejanza” significa ser hijo semejante considerarla como un todo.
al padre, participando de su acción y de sus poderes. Es muy importante
80 Mesa redonda La búsqueda del sentido 81
H. CAZELLES: ¿ “ Sapiencial” ? N o lo sé. ¿ “Saber absoluto"? Tampoco lo Ahora bien, parece que la continuidad entre los relatos históricos y el relato
sé. Y o más bien diría: visión de conjunto de las posibilidades ofrecidas de la creación, si bien es real, no resulta fácil de destacar. Haiy, a pesar de
por Dios al hombre por él creado en el seno del conjunto del universo. todo, cierta disparidad entre los dos tipos de textos. Y pregunto a Paul
Beauchamp: ¿resulta tan fácil hablar del Dios creador como lo era en los
P. R icoeur : Voy a insistir sobre esa idea de clausura, que me parece primeros documentos del Pentateuco hablar del Dios salvador? Pienso con­
muy interesante y en absoluto contradictoria con la expansión. En cierto cretamente en Prov 8,22-31, que usted ha dispuesto en serie con Gn 1.
modo, existe una clausura en la condición humana. Desde el punto de vista Leyendo el texto sapiencial, se percibe cierto embarazo del redactor. Las
de la enumeración de los grandes elementos que componen el escenario de palabras humanas se prestan difícilmente a una evocación de la creación.
nuestra existencia, los astros, el agua, el viento, etc., el ciclo está cerrado. Apenas abordamos la creación, la dificultad de hablar de Dios es casi im­
N o existe nada contra lo que podamos debatirnos fuera del cielo, la tierra potencia. H. Cazelles sugiere que G n 1 significa un enriquecimiento del
el mar, los astros, los peces, los animales que pululan y reptan, las arañas lenguaje. Ciertamente, declarar pública y explícitamente a Dios como crea­
y todos los hombres. En cierto modo, las posibilidades de lucha se limitan dor es un enriquecimiento del lenguaje en relación con los primerísimos
a una lista finita. Eso es el cosmos. documentos, que no tratan el tema. Pero ¿no se deja sentir al mismo tiem­
po un déficit de lenguaje? Resultaba más embarazoso hablar de la creación
H. CAZELLES: Tampoco me gusta la palabra "clausura” aplicada al como tal que narrar las intervenciones del Salvador.
punto de partida esencial de las posibilidades de existencia. Pero creo en­
tender el pensamiento de P. Ricoeur, admitiendo que el desarrollo de estas Paul B eauchamp : E s cierto que Gn 1, en relación con otros relatos
posibilidades se produce en medio de determinismos y estructuras que hay de la creación, procede por eliminación. Hay algo muy curioso en G a 1:
que respetar. la ausencia total de localización de Dios. Dios no está siquiera en el cielo...
No está arriba: está antes. Se conoce una manifestación suya, la ley, y se
E. ORTIGUES: Me gustaría explicar de qué manera todo lo que acaban sabe que habla... Estamos ante un fenómeno que puede corresponder a
de decir ilustra la cuestión que yo había planteado. Acabamos de ver cómo lo que usted dice, y en este sentido yo podría coincidir en su idea de que
P. Beauchamp y H. Cazelles se han apoyado respectivamente en determina­ es más difícil hablar de Dios como creador. Por otra parte, mientras la sal­
dos elementos del texto, elementos incuestionables, y cómo a partir de su vación histórica se refiere a unas acciones privilegiadas (y en ello reside
análisis han hecho surgir diversas cuestiones. Así. H. Cazelles encuentra su problema, su límite), el paso a la cosmología hace que la acción única
problemática la cuestión del calendario como paradigma en la historia de las de la salvación se traslade al terreno de lo cotidiano. En otras palabras, yo
religiones. Es un problema muy arduo... A partir de ahí se ha planteado la disiento de von Rad en cuanto que hace caer la cosmología bajo la cate­
cuestión de lo cerrado y lo abierto, y no en función de cualquier clausura, goría de lo soteriológico. La creación sería entonces un caso de salvación.
sino de una formulación del problema hecha a partir del texto. Paul Beau­ Así es como se realiza la convergencia. Y o diría, recíprocamente, que la
champ había subrayado otros elementos del texto, lo cual no quiere decir salvación es un caso de creación. Lo mismo que la creación resulta reva­
que excluyese los citados por H. Cazelles. Ahí surgen otras cuestiones, tales lorizada por la relación personal de la salvación, la salvación resulta am­
como la comparación entre Marduk y Tíamat con la fragmentación del plificada, referida a la totalidad de la vida por los valores sapienciales.
cuerpo, por una parte, y la palabra que divide y ordena, por otra. Esto dará Dicho de otra forma, los dos valores — salvación y creación— se confieren
lugar a toda una serie de posibles cuestiones. Nos encontramos, pues, ante recíprocamente sus ventajas. Por eso considero, con von Rad, que el fenó­
diversas lecturas que no son necesariamente incompatibles, y vemos en qué meno de unir “ salvación y creación” es un momento absolutamente esen­
aspectos pueden ser confrontadas. ¿Dónde se efectúa la confrontación? En cial, si bien yo no lo digo exactamente de la misma manera.
la manera de citar el texto. Cuando se quiere discutir, hay que volver al
texto. El tratamiento del texto consiste siempre en la elección de los H. CAZELLES: Y o pienso, con Beauchamp, que el autor de G n 1 (pero
elementos en los que se insiste y encontrar un conjunto donde dichos ele­ teniendo en cuenta la continuación de la obra) tiene una referencia a la
mentos puedan ser colocados de nuevo. Creo que a partir de lo que esta salvación y aprecio su fórmula “salvación, caso de creación” . La salvación
mañana se ha dicho y que acaba de ser ilustrado disponemos de un método, se presenta en la Biblia como una acción de Dios que aporta algo nuevo al
un método de confrontación de lecturas a partir de esta operación sobre los mundo, que renueva el mundo. Es, pues, en cierta medida, un acto creador.
textos.
PAUL B eauchamp : Uno de los puntos que no he desarrollado, pero
P aul B eauchamp: Sin la menor pretensión de exagerar, ¿no podríamos que permite relacionar al Segundo Isaías con Gn 1, es la insistencia con
decir que se trata de sistemas de valores? Un intérprete da al término que el Segundo Isaías repite: “Y o he hablado, yo he dicho, yo he hecho”
"cerrado” un valor negativo, otro le atribuye un valor positivo; y sólo (ha sucedido, he realizado lo que había dicho). Esto permite pensar que,
porque el uno siente cierta repugnancia a introducirlo, y el otro no. El desde el punto de vista del acto de composición del texto, la relación
método en cuanto tal queda fuera de discusión. hablar-hacer es primigenia, original.
F. BüSSINI: P. Ricoeur aludía esta mañana a los trabajos de von Rad. E. ORTIGUES: Me gustaría hacer una reflexión desde un punto de vista
Von Rad señala cierta homogeneidad entre el relato de la creación y el antropológico sobre lo dicho por H. Cazelles. Hay distintos tipos de mitos
conjunto de los demás documentos que relatan las intervenciones de un sobre los orígenes, y en todos los casos encontramos la idea de creación
Dios salvador. Se ha identificado al Dios salvador como Dios creador. en su sentido más amplio, es decir, como origen de todas las cosas a partir
6
82 Mesa redonda

de un poder sobrenatural. En Gn 1 nos encontramos ante un mito de SEGUNDA JORNADA


creación por la palabra, por la autoridad de decretos soberanos. Lo que
me parece notable es que esta concepción de Dios creador presupone la
escritura, una religión donde interviene la escritura, palabras de Dios que
pueden ser consignadas por escrito como testimonio de la revelación. Todo
lo que se dice sobre las relaciones entre la creación, la Ley, el sábado, la
disposición de las cosas, confirma que esa palabra supone una función
teológico-jurídica atribuida a la palabra escrita. Esto es característico de las
religiones semíticas, y desde luego de la Biblia y del Islam. El fenómeno no
se encuentra en otras religiones. Existe un nexo entre el tipo de mito de la
creación, el tipo de la organización social a que ese mito se refiere y, por EL YO QUE INTERPRETA
último, las formas oficiales de expresión de la creencia religiosa, por tradi­
ción oral fragmentaria o más o menos codificada. Análogas diferencias encon­
traríamos en la noción de calendario, pues la idea de creación va muchas ¿Hemos alcanzado ayer el objetivo que nos proponíamos? Algu­
veces unida a problemas de calendario. En las sociedades africanas, el calen­
dario es muy secreto; se trata de la codificación primitiva, anterior a todos nos de nosotros se lo preguntan. Cierto que hemos abordado un
los códigos escritos. Abarca todo el año, o sea, no hay un momento del año texto; nuestra atención ha estado cautivada por un método de aná­
en que no se esté en período de preparación de una fiesta o en período pro­ lisis emparentado con el análisis estructural. Pero realmente no he­
piamente festivo. Y esto sucede en religiones en que el mito del origen se mos solventado la cuestión de acceso al sentido. Y esto era lo que
halla esencialmente en el nivel de la fecundidad, también con el tema de
la división del cuerpo, como en el caso de Tiamat. Los estigmas corporales
planteaba Edmond Ortigues. Esperamos volver a tratarlo en la con­
preceden a la escritura, donde el signo se independiza del cuerpo. Hay un clusión del congreso: varias jornadas resultan útiles para lanzarse a
nexo entre los diversos elementos que puede deducirse del análisis, y estos la aventura en ámbitos poco conocidos por nosotros.
elementos se esclarecen mutuamente. Cuando se comparan dos religiones, no Hoy vamos a intentar comprender lo que el método de análisis
puede compararse simplemente una idea aislada, como por ejemplo la idea psicológico aporta a la exégesis. El profesor Antoine Vergote dirige
de creación, sino que hay que comparar conjuntos que han sido recons­
truidos y en los que se ha mostrado el lugar de cada palabra, de cada el Centro de Psicología de la Religión en la Universidad Católica
concepto, con cierta coherencia entre creencias y prácticas. de Lovaina; participa habitualmente con Paul Ricoeur en las Jom a­
das romanas organizadas cada año en enero por E. Castelli; por
último, muchos de ustedes conocerán sus obras de psicología reli­
giosa. Pero hay un punto que probablemente ignoran y que nos
permitirá esperar muchas cosas de su presencia en medio de los
exegetas: en 1952 publicó e n “Ephemerides Theologicae Lovanienses”
su memoria de licenciatura en teología sobre un tema exegético par­
ticularmente arduo: La exaltación del Cristo en la cruz según el
cuarto Evangelio. A fin de entrar mejor en la problemática de la
conferencia y del debate, el lector podrá familiarizarse con el texto
de Pablo valiéndose de la ficha de trabajo y de las páginas indicadas
en la bibliografía; de esta manera seguirá exactamente el mismo iti­
nerario que los congresistas.

FICHA DE TRABAJO

I. E l texto
Rom 7,7-25

7 ¿Qué diremos entonces? ¿Que la ley es pecado? De ningún modo. Sola­


mente, que no he conocido el pecado sino por la ley. Pues no conocería
la codicia si la ley no dijera: N o codiciarás. "Pero aprovechando la oca-
84 El yo que interpreta

sión, el pecado, por medio del precepto, ha provocado en mí toda codicia;


pues sin ley, el pecado está muerto. ’ Y o vivía en otro tiempo sin ley; III. P anorama de las exég esis
pero al surgir el precepto resurgió el pecado, “ mientras que yo moría, y
ha ocurrido en mí que el mandato que era para vida, ese mismo resultó 1. Interpretaciones psicológicas
para muerte. “ Pues el pecado, aprovechando la ocasión, me sedujo me­ 1. Tipo autobiográfico
diante el precepto y por él me mató. “ Así, pues, como la ley es santa, a) Rom 7 describiría una experiencia cristiana, en la que Pablo par­
también el precepto es santo y justo y bueno. “ Entonces ¿lo bueno se me ticipa, la del “simul justus et peccator” : Agustín, Reformadores, indicios
habría vuelto muerte? De ningún modo, sino que el pecado, para que se en algunos contemporáneos (A. Sabatier, Deissmann, Leenhardt, Stacey), ten­
muestre como pecado, mediante lo bueno me produce muerte: de modo que dencia de los “ dogmáticos” .
el pecado se haga pecado en extremo mediante el precepto. b) Rom 7 describiría la experiencia de Pablo antes de su conversión,
más concretamente la del joven israelita que fue, cuando accedió a la edad
u Pues sabemos que la ley es “ Pues sé que en mí, esto es, en mi de la discreción (Cornely, Bardenhewer, Sanday-Headlam, Prat, etc.).
espiritual; carne, no habita nada bueno:
pero yo, en cambio, soy carnal, porque está a mi alcance querer 2. Tipo universal
vendido al pecado. lo bueno,
“ Pues no entiendo lo que hago: pero hacerlo no. Rom 7 describiría (o desembocaría en) una experiencia universal: la de
“ Pues no hago eso bueno la humanidad sin la gracia (Cerfaux).
porque no hago lo que quiero,
sino que hago que quiero,
lo que odio. sino que hago eso malo 2. Interpretaciones teológico-bistóricas
que no quiero.
16 Pero si es lo que no quiero “ Pero si eso que no quiero 1. Las etapas descritas son las de la historia de salvación: de Adán a
lo que hago, es lo que hago, la Torá — el régimen de la Torá— la condición de los cristianos; el drama
evocado se sitúa en el período segundo (Benoit, Huby, Feuillet, Stauffer,
estoy de acuerdo con la ley en que
Schrenk, Kümmel, Bultmann, H. Braun, etc.).
es buena:
“ entonces ya no soy yo el que ya no soy el que 2. Las etapas descritas no son las de la historia clásica de salvación,
lo hace, lo hace, sino que el texto evoca la experiencia del primer hombre, como tipo de la
sino el pecado que habita en mí. sino el pecado que habita en mí. humanidad, sucesivamente: el primer hombre en la amistad divina — el
acceso, en su persona, de la humanidad al pecado, por el precepto conocido
“ Encuentro entonces esa ley: aun queriendo yo hacer lo bueno, lo y transgredido— la condición cristiana (así, numerosos Padres, Lagrange,
que me está al alcance es hacer lo malo: “ me complazco, pues, en la Michel, Prümm, Leenhardt, Lyonnet). Corresponde por el fondo a 1 b, y
ley de Dios según el hombre interior, “ pero veo otra ley en mis además, expresión de género figurado, Adán personificando a todos los
miembros que combate contra la ley de mi corazón y me aprisiona hombres.
en la ley del pecado que hay en mis miembros. 21 Desgraciado de m í:
¿quién me liberará de este cuerpo de la muerte? “ Gracias a Dios
IV. MÉTODO DE TRATAMIENTO
por Jesucristo nuestro Señor. Así, pues, yo mismo sirvo por parte de
la razón a la ley de Dios, y por parte de la carne a la ley del pecado. 1. Situación ele la perícopa en la epístola
(Trad. J, M. Valverde)I.* 1. ¿Qué posición ocupa este pasaje en la estructura literaria y doctrinal
de la epístola a los Romanos? ¿Qué aporta al entendimiento de este texto
la antítesis del capítulo 8?
II. El problema 2. ¿Dónde comienza exactamente la perícopa y dónde acaba?

¿Es Rom 7 un texto del que los cristianos puedan sacar directamente 2. Cuestiones que se plantean para abordar el texto
provecho, puesto que evoca su experiencia o al menos la de algunos de Intentar precisar, a lo largo del análisis literario, lo que Pablo entiende'
ellos? aquí por Yo (cf. las diferentes posiciones resumidas en la página anterior;
¿O bien se trata solamente de la experiencia de Pablo? ¿En qué mo­ también Huby, pp. 235-242 y 601-604).
mento de su vida?
¿O se trata de la experiencia de los hombres antes de Cristo y sin 1. El pecado, por la ley, hace pecador (7,7-13).
Cristo? Y en este caso, ¿dónde situar, en la historia de la 'humanidad y de Cf. el comentario de Lyonnet en “Verbum Domini” 40 (1962) 163-183.
la salvación, el conflicto evocado? ¿Qué hace la ley? ¿Qué hace el precepto? ¿En qué se resume? ¿Es
mosaico? ¿Describe el itinerario del Yo? ¿Es válido para todos los hom­
bres?
86 El yo que interpreta Rom 7,7-25 87
2. Pecador destinado, a mi pesar, a la muerte (7,14-25) Cf. sobre este tema:
— Las dos leyes (7,14-20): caracterizar las dos corrientes de pensamien­ G. Crespy, Exégèse et psychanalyse. Considérations aventureuses sur Rm 7,
to (14-17 y 18-20). ¿Es qüe el Y o sigue subsistiendo? ¿Qué le falta? 7-25, en L’Évangile hier et aujourd’hui (hom. F. J. Leenhardt; Gine­
— Conciencia del divorcio entre las dos leyes (7,21-25a). ¿Puede de­ bra 1968) 169-180.
cirse que la descripción eS una "exageración literaria” ? ¿Puede admitirse
que existe un determinismo del pecado? ¿Una fatalidad de la muerte? ¿Qué J. M. Pohier, La paternité de Dieu: “L’Inconscient” n.° 5 (enero 1968) y
sucede con la ley? ¿Cuál es su papel? ¿Cuál es el papel del pecado? ¿De Au nom du Père: “Esprit” (marzo 1966) 480-500; ibíd. (abril 1966)
dónde procede su eficiencia? ¿Cómo el Y o muerto puede pedir auxilio? 947-970.

Conclusión

¿Supone este texto una antropología dualista? ¿Se trata de un conflicto


entre dos tendencias? ¿Se trata de una impotencia radical para realizar el
bien deseado; de la perversión del hombre que, todo él, intentaría hacer el
bien, pero cometería el mal?
A fin de cuentas, ¿en quién piensa Pablo al describir este drama? ¿He­
mos tenido en cuenta a todos los actores del pasaje examinado? ¿Cuál es
el mensaje de este texto para los cristianos?

BIBLIOGRAFIA
1. Exegética

— Consultar los comentarios de Huby-Lyonnet (Verbum Salutis; París


21957) y F. J. Leenhardt, Commentake du Nouveau Testament VI (Ginebra
1957, s1970), donde se encuentran bibliografías suficientes.
— Precisar de nuevo el sentido de los términos sarx, soma, nous, epi-
thymia, en Pablo con ayuda de los artículos de Kittel o del Vocabulario de
teología bíblica.
Para estas cuestiones podrán servir de ayuda:
H. Conzeimann, Grundriss der Theologie des N T, 198-206.
H. Braun, Römer, 7,7-25 und das Selbstverständnis des Qumran Frommen,
en "Zeitschrift für Theologie und Kirche” 56 (1959) 1-18; recogido en
H. Braun, Gesammelte Studien zum Neuen Testament (Tubinga 1962)
100-119: interesante comparación entre las dos concepciones de pecado
y salvación en Qumrán y en Pablo, con un estudio sintético del pasaje
y, en particular, de su antropología.
R. Bultmann, Theologie des Neuen Testament (Tubinga 1968) 189, 248-
249, 265-266.

2. Psicología

Es indispensable leer:
A. Vergote, Psychologie religieuse (1966) cap. III, “Los dos ejes de la re­
ligión: el deseo religioso y la religión del Padre” , pp. 155-212.
Y también, si es posible, la colaboración de A. Vergote, Psychanalyse
et anthropologie, en W. Huber, H. Pirón, A. Vergote, La psychanalyse,
science de l’homme (Bruselas 1964) 147-255.
Los datos psicoanatíticos y la exégesis 89
APO RTACIO N D E LOS DATOS Los peligros mencionados son reales; muchas veces, la aplicación
PSICOANALITICOS A LA EXEGESIS del psicoanálisis, bien a los textos bíblicos, bien a los documentos
etnológicos, se ha hecho de forma caótica. Pero las contribuciones
V id a , l e y y e s c is ió n d e l y o del psicoanálisis a la interpretación de los documentos antiguos, m i­
EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS 7 tos, leyendas, símbolos religiosos, demuestran que está capacitado
para iluminar parcialmente la lectura de los textos bíblicos. El psi­
por coanálisis, nueva comprensión del hombre, y no sólo estudio clínico
A n t o in e V e r g o t e de fenómenos aberrantes, forma parte de la hermenéutica por dos
razones. Permite revisar los conceptos antropológicos no justificados
que guían, más o menos inconscientemente, nuestras lecturas, y pro­
porciona teorías científicas sobre las estructuras existenciales pre­
El psicoanálisis no ha sabido ganarse el interés, ni siquiera la sentes en determinados documentos, tanto en sus encadenamientos
atención de los exegetas. ¿No afirman incluso, con frecuencia, que como en sus puntos de ruptura.
se sienten menos afectados por el psicoanálisis que por otros mé­ Ante todo vamos a justificar, en una breve introducción teórica,
todos nuevos, tales como la poética estructural o la sociología? Du­ nuestro planteamiento de la correlación de exégesis y psicoanálisis.
rante siglos, han elaborado instrumentos diversos y acogido favora­ El alcance de nuestras consideraciones de principio no quedará com­
blemente toda nueva disciplina hermenéutica. Pero el psicoanálisis pletamente ilustrado hasta la lectura psicoanalítica de Rom 7, que
permanece por regla general fuera de su campo de investigación. constituye parte esencial de nuestro ensayo. Como cualquier exegeta
Son varias las razones de que así sea. Para una cultura fuerte­ y cualquier psicoanalista, dejaremos que nos hable el discurso pauli­
mente marcada por un ideal de razón y de dominio intelectual, el no. Una lectura global de Rom 7 y una revisión crítica de las diver­
concepto de inconsciente produce un efecto de extrañeza. Los usos sas interpretaciones proporcionarán una primera idea sobre la arti­
inadecuados de las referencias a los fenómenos patológicos falsean culación del discurso paulino y señalarán los puntos de conjunción
con frecuencia las perspectivas psicoanalíticas. El probado imperialis­ y de ruptura por los que los exegetas se preguntan desde hace largo
mo de numerosos psicoanalistas promueve la desconfianza hacia una tiempo. Estaremos especialmente atentos a los distintos personajes
interpretación aparentemente inspirada en el gusto sistemático de que asumen las diferentes secuencias del texto y desplazan su cen­
la subversión. Pero entendemos que la llamada personal hecha por tro. En tercer lugar, ahondaremos en el debate interior del que
el psicoanálisis al hermeneuta es una razón no menos importante Pablo da testimonio. La hermenéutica de algunos elementos consti­
de la reticencia que suscita. ¡Imposible reducir el psicoanálisis a tutivos del lenguaje paulino completará luego nuestra interpretación,
pura técnica de lectura! El método de análisis estructural de los re­ exegética y psicoanalítica, del yo y del conflicto que lo escinde. Y por
latos proporciona un instrumento de exégesis formal. Su selección, último, una consideración sobre la resolución del conflicto, en úna
su organización y su acotamiento de las relaciones no prejuzgan el nueva forma de existencia (Rom 8), permitirá dirigir su luz sobre
contenido del texto. Y si bien permite descifrar el código, todavía los pasajes del conflicto anterior.
no se propone desvelar el sentido del mensaje. El psicoanálisis, por
el contrario, nos concierne personalmente porque, en los monumen­
tos documentales (textos, instituciones...), descubre la memoria, cons­ I. C o n t r ib u c ió n del p s ic o a n á l is is a la h e r m e n é u t ic a
ciente e inconsciente, de los hombres, y transforma los documentos
del pasado en mensajes del presente. Y si los exegetas no se sienten Comprender un texto es buscar el sentido que el autor le ha que­
aludidos por él, ¿no será porque saben que, de tomarlo en serio, se rido dar. Pero es también comprenderlo en sí, apropiarse de su sen­
verían efectivamente comprometidos, no en la lectura estrictamente tido. Toda interpretación implica un intercambio entre lector y tex­
objetiva de los textos, sino a nivel de su apropiación comprensiva? to; el sentido sólo existe en la circulación del mensaje entre el
¿Acaso temen perder su rigor científico? Una disciplina concreta, documento y la hermenéutica. Antaño podía pensarse que la exége­
conquistada 'por esfuerzos seculares, ¿no corre el riesgo de verse arra­ sis sólo era científica a condición de poner entre paréntesis al sujeto
sada por una interpretación subjetiva y arbitraria? que interpreta, y en nuestros días un determinado estructural i smo
90 Los datos psico analíticos y la exégesis 91
A. Vergote

ha renovado la ilusión objetivista. Desde Kant, todos los análisis Todo lector pertenece a determinada cultura cuyos vectores diná­
epistemológicos nos muestran, sin embargo, que la consideración micos descansan en buena parte sobre una red de categorías pre­
objetiva implica cierta presencia activa e intencional del sujeto. Más conscientes. Precomprensiones específicas de nuestra cultura y de
aún: la subjetividad del observador científico condiciona la objeti­ nuestros particulares ámbitos orientan nuestro entendimiento del
vidad de los fenómenos estudiados. Si, para ser objetivo, el herme- mundo y del prójimo. Así, recientes estudios han podido demostrar
neuta debe descentrarse de sí mismo y penetrar en las significaciones claramente el etnocentrismo de muchas interpretaciones antropoló­
que contienen los semantemas y las estructuras de los textos, ello gicas de culturas extranjeras. Cuanto más elucidemos nuestras cate­
no altera el que en comparación con el análisis crítico el descentra- gorías espontáneas, más luz aportaremos a nuestra manera de ser, y
miento no es más que un desplazamiento del centro subjetivo. En nos encontraremos en mejores condiciones para comprender a un
vista de lo cual, interesa tener en cuenta las condiciones subjetivas autor más o menos ajeno a nosotros por la diferencia cultural.
de una lectura objetiva. A l pretender evacuar los esquemas antro­ Los mejores exegetas han prestado por lo demás siempre aten­
pológicos que orientan nuestras lecturas, invalidamos su objetividad ción al distanciamiento cultural que 'los separa de san Pablo. Para
por efecto de una subjetividad no controlada. efectuar el paso a ese universo diferente, han utilizado numerosos
La relación circular entre subjetividad y objetividad es tanto términos que no pertenecen al vocabulario paulino, tales como los
más importante en la medida en que decidimos considerar un texto de historia, experiencia o conflicto. ¿N o es reconocer, al menos
como mensaje dirigido a nosotros, como interpelación que nos con­ implícitamente, que todo exegeta es tributario del medio cultural
cierne en nuestra comprensión del hombre, de sus relaciones con el del intérprete? Una hermenéutica estrictamente inmanente al texto
mundo y con Dios. En la apropiación consumada, la parte corres­ sería por lo demás un contrasentido. Al no coincidir nunca con el
pondiente a la interpretación psicológica resulta más importante y autor, el exegeta se vería condenado a la repetición ciega y sorda
manifiesta que en una primera lectura orientada hacia el texto en sí. de la letra de un texto que ya no sería portador de significación
Examinemos ahora m ás de cerca cómo la psicología se encuen­ alguna. Cierto que ningún intérprete dispone de una perspectiva
tra imbricada en los dos momentos de la exégesis.1 universal que abarque todos los puntos de vista, y no existe ninguna
“personalidad típica” que pudiera introducirnos a un fundamento
único y común para toda la humanidad. La comprensión objetiva
1. La exégesis objetiva
del prójimo se realiza progresivamente por una paulatina conciencia
Un texto antiguo es un monumento histórico que presta un de las diferencias y por la elaboración de conceptos que de alguna
cuerpo lingüístico a la intención y a la vivencia personal de un manera las superan. Leer es siempre agrupar los signos significantes
autor, pero este autor es tributario de un medio cultural que habla en torno a nuestras categorías, ampliadas por el vaivén entre nos­
a través de él y anega sus enunciados de significaciones específicas otros y el texto extraño. A este trueque, la psicología aporta el co­
que escapan ampliamente a su pretensión explícita. Para compren­ nocimiento de las categorías que manifiestan la antropología, explí­
der el texto, él lector actual debe salir de su subjetividad y, en la cita e implícita, del lector y del autor.
medida de lo posible, hacerse contemporáneo de la manera de ser En el caso que nos ocupa de Rom 7, conviene elucidar los tér­
y de comprenderse del escritor, de sus oyentes o lectores, y de su minos que definen el terreno psicológico donde se traba el enigmá­
mundo cultural. Disciplinas diversas colaboran en el estudio de un tico conflicto que Pablo enuncia en primera persona. Habrá que
texto antiguo, considerándolo según sus distintos componentes y di­ estipular qué parte corresponde al procedimiento retórico y cuál a
mensiones. Entre las disciplinas hermenéuticas, la psicología tiene la intención explícita que revela la pauta del texto. Y si el discurso
como tarea confrontar los conceptos antropológicos del autor con en primera persona es algo más que una figura de estilo, si encie­
los de la antropología contemporánea en la que la hermenéutica rra un sentido, para comprenderlo tendremos que recorrer las cate­
participa de alguna manera. Tematiza la distancia antropológica y gorías que organizan nuestra propia concepción del yo.
cultural que separa al intérprete de los autores antiguos o extran­ Ciertamente, al confrontar nuestras categorías con las de san Pa­
jeros, y, por la confrontación de los dos universos mentales, salva­ blo, desbordamos su pensamiento explícito. Se nos ofrece una elec­
guardar al mismo tiempo la especificidad del texto' y su inteligibi­ ción: o bien, mediante una exégesis reductiva, convertimos el texto
lidad. en un monumento mortuorio, o bien le restituimos la vida que lo
92 A. Vergote Los datos psicoanalíticos y la exégesis 93

anima, efectuando por nuestra cuenta la operación intencional que más amplio de las formas de hablar y de las concepciones religio­
lo produjo. ¿Debe prevalecer la exégesis reductiva en nombre de sas. De esta manera, preparan una reapropiación de los mensajes
una mayor fidelidad al texto? ¿Acaso no ignora más bien lo que por el hombre actual, en los que distinguen las intenciones funda­
las ciencias del lenguaje y de la interpretación nos han enseñado, a mentales y las formas contingentes.
saber, que toda palabra incluida en un momento significativo del Es cierto que la interrogación hermenéutica puede detenerse en
discurso está predeterminada, y que su sentido está preñado de sig­ la contabilización de las formas de escritura y de los mensajes par­
nificaciones inherentes al lenguaje del autor? ¿N o desborda siem­ ticulares que en ellas se perfilan. Pero la pretensión de los textos
pre un poco su pretensión explícita? Para elucidar todo lo objeti­ antiguos plantea en última instancia un interrogante a nuestro pro­
vamente posible el código del mensaje de Pablo, hay, pues, que pio ser. D e hecho, cada cual toma efectivamente parte en la exé­
aclarar sus categorías antropológicas con la ayuda de una psicología gesis generalizada, al menos si admite que por los textos bíblicos el
informada que, al escrutar los dinamismos y las estructuras del hom­ hombre es importante para Dios, y Dios para el hombre. Y si des­
bre contemporáneo, esté en disposición de apreciar mejor a la vez arrolla las posibilidades de lectura de nuestro tiempo, sin perder la
las diferencias culturales y las estructuras permanentes del ser hu­ conexión viva con los testimonios antiguos, la exégesis se convierte
mano. en hermenéutica total.
El pensamiento filosófico ha ido siempre asociado a la interpre­
2. La lectura como aunamiento y apropiación tación completa, pues filosofar significa dar cuenta de todas las
precomprensiones que guían nuestras ideas y nuestros problemas so­
La hermenéutica puede llegar más allá del desciframiento obje­ bre el hombre, el mundo y Dios. Ahora bien, en los tiempos mo­
tivo, y esforzarse por asumir el texto interpretado como mensaje dernos, la interrogación del hombre acerca de sí mismo se ha enri­
dirigido al hombre de hoy. Reconocer un sentido al documento quecido con toda la aportación de las ciencias humanas. Por tanto, ya
antiguo es a fin de cuentas entenderlo significativo para nosotros. no es imaginable una hermenéutica completa de los textos sagrados
Si bien en principio la hermenéutica objetiva no admite grados de que no amplíe sus referencias mediante una instrucción en las di­
sentido, el segundo movimiento requiere la distinción entre sentido versas disciplinas de la interpretación. Y sólo cabe encomiar a Bult-
obvio y sentido pleno. Estos términos, sin embargo, no son muy mann por su intento de elucidar los sentidos de la Escritura refi­
acertados. En efecto, el texto no ofrece su sentido pleno en cuanto riéndose tanto a la filosofía, psicología y cosmología, como a las
mensaje, sino en la medida en que forma parte de un sistema más ciencias clásicas de la exégesis.
amplio de sentidos, sistema que podemos denominar espíritu obje­ N i que decir tiene que en la segunda fase, la de la apropiación
tivo, respecto al cual el texto sólo es una de sus figuras. La inter­ comprensiva del texto, ya no cabe la hermenéutica general. Por esta
pretación se realiza entonces por inserción del texto en un sistema razón, la expresión “sentido pleno” es engañosa. Sugiere una pleni­
de referencias que, con relación al texto mismo, procede como meta- tud de sentidos que abarcaría la totalidad de las posibilidades acu­
lenguaje. Un texto bíblico nunca es más que un fragmento que muladas de todas las interpretaciones. De hecho, toda decisión por
adquiere toda su significación en el universo de ideas compuesto un sentido último procede tanto de una interpretación negativa
por el conjunto de los escritos bíblicos, archivos de una tradición como de un movimiento que decanta el sentido global ¿Acaso no
viva, evolutiva e interrumpida por diversas discontinuidades. La se ha sostenido siempre que Cristo, además de agotar las significa­
exégesis tradicional tiene razón en reconocer un sentido pleno que ciones de los textos, los desmitologiza?
sitúa al fragmento en el conjunto de una tradición religiosa. La actual apropiación de un texto se hace según criterios muy
La hermenéutica se ve entonces en la obligación de decidir so­ variados, pues realiza la unión del lector individual y del autor en
bre el sentido último del texto, no sólo con relación a los archivos quien se manifiesta una tradición particular. La lectura personal de
históricos en los que figura, sino asimismo por referencia a las ca­ un texto bíblico nunca es unitaria, pues nuestro actual presente está
tegorías antropológicas y religiosas que los sustentan. ¿N o es así compuesto de múltiples parcelas de significaciones que nosotros con­
como proceden los exegetas cuando interpretan los relatos de los frontamos entre sí, que podemos hacer conjugables en un orden de
orígenes y el de la caída? Mediante el examen del género literario verdad final, o que podemos declarar inconjugables. Así, la inter­
de esos rdatos, se distancian de ellos y los sitúan en el universo pretación que Freud ha hecho de ciertos documentos bíblicos cons­
94 A. Vergote Los datos psicoanalíticos y la exégesis 95
tituye un expediente muy particular, al que no tenemos necesaria­ mioan las intenciones del texto y que el autor asume sólo parcial­
mente que adherirnos, aunque de ella podamos deducir alguna ver­ mente en su pensamiento consciente.
dad. Y con relación a Bultmann, mantenemos una actitud similar, lo
mismo que respecto a los exegetas católicos. Leer un texto es al fin 3- La parte del psicoanálisis
y al cabo habitarlo tal como es en sí mismo para aunar sus múltiples
sentidos, y hacerlo según unos órdenes de verdad que desbordan el Dentro de la temática de “hermenéutica y psicología” , hemos
fragmento mismo, pero a los cuales contribuye. optado por una confrontación limitada, pero fundamental: la de la
Así, pues, son varias las perspectivas posibles de Rom 7. El hom­ exégesis y el psicoanálisis. En psicología existen numerosas corrien­
bre ético, pero sin fe religiosa, reconoce en este texto una peculiar tes, y un discípulo de W. James, un behaviorista o un jungiano no
expresión de la dramática moral. Se puede asimismo 'leer en sus entienden en el mismo sentido el debate humano y religioso des­
líneas el testimonio de un debate psicológico, significativo para cual­ crito por Pablo. Las diferentes exégesis de Rom 7 son tributarias
quier psicoanalista, cualesquiera que sean sus preferencias religio­ por lo demás en parte de las concepciones psicológicas a las que los
sas o filosóficas. Para el hombre religioso que no se adhiere a la exegetas se adhieren de manera más o menos reconocida. Algunos
fe en Cristo, el texto paulino desarrolla un mensaje que lo guía en han visto en este texto un análisis de la tentación; otros han visto
su propio camino espiritual. Y la comunidad cristiana, a la que el en él la autobiografía de una experiencia interior; otros pretenden
texto concierne en lo más fundamental de su fe, tendrá que verificar en cambio excluir toda resonancia psicológica y refieren el texto a
las distintas lecturas para integrarlas a su fe. D e otro modo, el men­ una teología de la historia de la salvación. Todas estas interpreta­
saje cristiano seguirá permaneciendo al margen de su humanidad ciones se ordenan por referencia al sentido del yo que Pablo con­
psicológica, ética y religiosa. vierte súbitamente en protagonista de su epístola. Es decir, que todas
En esta exposición no vamos a esforzarnos por conseguir una ellas trabajan con conceptos antropológicos. E incluso las que nie­
reapropiación en sentido creyente del texto paulino, aunque reco­ gan un contenido psicológico al texto, justifican su posición recha­
nozcamos su carácter legítimo y necesario. Pero la distancia entre zando una psicología que no les parece de acuerdo con la trayectoria
las lecturas objetivas y las denominadas analógica y espiritual es paulina. Pasando revista a las diferentes interpretaciones, se com­
quizá menor de lo que parece. prueba que 'la opción exegética se hace siempre por doble referencia:
Una exégesis clarificada por la psicología realiza correlativamen­ a los conceptos del texto propiamente tal, y a los datos antropoló­
te un doble trabajo: ayuda a comprender el texto en sí, y facilita gicos y teológicos subyacentes.
su entendimiento al cristiano contemporáneo. Al liberar el mensaje El debate hermenéutico sobre este capítulo gravita en torno al
paulino de sus contingencias históricas y de los prejuicios psicológi­ yo. ¿Este es individual o universal? ¿Atestigua una “experiencia
cos por los que se encuentra anegado, lo resuelve en paradigma a personal” o se trata sólo de un procedimiento literario para hablar
efectos de cualquier proyecto cristiano. de la humanidad y de su historia religiosa? A falta de referencias
Tanto si la exégesis se centra en el texto tomado en sí mismo psicológicas sistemáticas, apenas se ha preguntado nadie aún lo que
como si culmina en una apropiación comprensiva, siempre estará significan esas alternativas exegéticas. Los exegetas están influidos
comprometida en un terreno infinito. Todo texto es portador de oblicuamente por una totalidad discursiva indirecta. Como partici­
mensajes múltiples cuyos sentidos es imposible cancelar, porque pantes de cierto medio cultural, asumen espontáneamente su lengua­
desbordan el cogito del autor más reflexivo. D e modo que nuestra je y sus ideas. Y toman por magnitudes garantizadas conceptos
exégesis, guiada por la psicología, interrogará los sentidos del texto; psicológicos como el de experiencia, autobiografía, tentación o cul­
no va a examinar la psicología individual de Pablo para clarificar pabilidad.
sus escritos. Nuestro procedimiento es análogo al del análisis estruc­ El psicoanálisis pone a prueba las concepciones psicológicas a
tural. Este último, en efecto, analiza las estructuras de los relatos, las que sirve de vehículo nuestra cultura. El objeto fundamental de
de las predicaciones o de las profecías, para descubrir la intención la investigación psicoanalítica consiste precisamente en articular el
de un autor inserto en 'formas de entendimiento que si bien le son yo con las potencias que lo afectan, escapan a su control, pero con­
inconscientes en gran medida, sustenta sus intenciones. D e forma ducen su devenir. Una primera mirada sugiere, pues, una convenien­
análoga, nosotros deduciremos las estructuras psicológicas que deter- cias entre los temas del psicoanálisis y los de Rom 7. Por ambos
96 A. Vergote

lados encontramos evocadas las mismas grandes ideas: el hombre,


agente de una acción, se ve al mismo tiempo invadido y forzado II. E l c a p ít u l o 7 en l a est r u c t u r a
por oscuras potencias; escindido en sí mismo por la intervención DE LA EPÍSTOLA a LOS ROMANOS
de la ley, se siente llamado a realizarse a través de un complejo
drama de conflictos y ambigüedades de los que adquiere conoci­ El capítulo 6 enseña que el cristiano muere con Cristo para vivir
miento merced a la invocación de la ley; responsable e impotente, con él; y desde ese momento ya no está bajo la ley, y el pecado ya
tiene que asumir la culpabilidad en una reconciliación bajo él signo no lo domina (6,8-14). El capítulo 8 describe la vida del Espíritu y
del padre. Es evidente que el ámbito psicológico al que nos remite la nueva actitud hacia Dios reconocido como Padre.
Rom 7 es el psicoanálisis. Tanto más, cuanto que el psicoanálisis ¿Cómo se articulan los datos del capítulo 6: ley, pecado, muerte
se originó como crítica de una antropología demasiado racional, la y vida? En este capítulo sólo se dice que la muerte libera del peca­
de una psicología centrada en él yo de las experiencias autobiográ­ do (6,7), porque destruye el cuerpo de pecado (6,6). ¿Qué es exacta­
ficas. La cultura occidental a la vez que promovía al yo a una toma mente el cuerpo de pecado? ¿Y cuál es su nexo con la ley de la
de conciencia refleja, olvidaba las inserciones inconscientes o pre­ que el cristiano queda liberado? El capítulo 7 explica precisamente
conscientes de las que el yo se hace solidario en su emergencia. el nexo entre esos cuatro datos: carne, pecado, ley, muerte. Es, pues,
Al restituir el yo a sus referencias sistemáticas, el psicoanálisis esencial comprender la articulación de estos cuatro datos, pues en
se muestra emparentado con el estructuralismo. Muestra cómo el el capítulo 8 Pablo describe el régimen cristiano en relación con
sujeto humano (la “persona” ) es una estructura (una tópica) psíqui­ ellos. Tres referencias fundamentales definen al cristiano: el Espí­
ca (el ello, el ego, el superego; o también, el inconsciente, el pre­ ritu, el Padre y la esperanza. ¿Cuál es la relación entre pecado, ley
consciente, el yo consciente). A partir de ahí ya no cabe pensar en y muerte, por una parte, y Espíritu, Padre, esperanza, por otra? El
el yo como centro de todas sus acciones y pensamientos. Como dice término Espíritu no figura aún en el capítulo 6. El capítulo 7 lo
J. Lacan, la palabra es también lo que habla en mí; y añadimos: introduce en el momento en que empiezan a articularse los con­
obrar es también lo que obra en mí. ceptos fundamentales: carne, pecado y ley. El capítulo 8, a conti­
Si ponemos, como intentaremos hacer, el psicoanálisis en con­ nuación, conecta el Espíritu con la relación peculiar dél cristiano
tacto con el texto paulino no es para desentendemos de éste e im­ con Dios. La idea enunciada en 6,11, “vivos para D ios”, recibe así
poner unos conceptos teóricos extraños como tampoco para estable­ su contenido específico.
cer unos cuadros de correspondencias entre unos conceptos. Al re­ La situación del capítulo 7 en la estructura de la epístola pone
chazar tanto la violencia intelectual como el concordismo apologé­ de manifiesto ante todo que san Pablo no persigue con ello ningún
tico, no utilizaremos aquellos conceptos psicoanalíticos considerados fin polémico: "mostrar que el poder de la ley queda abrogado para
como ya establecidos, como los de superego o represión. Pues nada quien se asocia por el bautismo y la fe a la muerte de Cristo
nos autoriza a leer en el texto paulino unos procesos propiamente Quiere comprender y explicar por qué hay que ser cristiano, morir
analíticos (represión, transferencia, compensación, compromiso...). con Cristo para vivir. ¿Qué significa que sólo hay vida en Cristo?
Imponerlos al texto sería ejercer un psicoanálisis caprichoso y un O, lo que es lo mismo, ¿por qué pecado, ley y muerte (sin vida)
terrorismo intelectual. Por tanto, no entendemos nuestro ensayo como
“psicoanálisis aplicado” . La psicología personal de san Pablo no nos 1 F. J. Leenhardt, L ’Epítre de Saint Paul aux Romains (Commentaire du
Nouveau Testament, VI, Ginebra 1957) 102. Creemos que en su comen­
importa en absoluto, sino sólo la pretensión de la epístola, que es tario, que consideramos muy importante, Leenhardt carga demasiado el
la de articular el ser cristiano siguiendo las leyes universales de acento sobre la preocupación apologética de san Pablo. A nuestro entender,
su devenir. Ahora bien, esta intención teológica delata unas estruc­ Pablo se esfuerza en comprender la función, positiva y negativa, de la ley
turas existenciales cuya homología con las estructuras estudiadas por en el proyecto divino. Ciertamente, la afirmación triunfal de la liberación
del cristiano tiene un matiz polémico. Pero el combate (la “polémica”) ha
el psicoanálisis se impone. Lo cual no tiene nada de asombroso: por sido primero combate interior, tramo obligatorio para el devenir cristiano y,
ambas partes se trata de la genealogía, del reconocimiento de los por consiguiente, principio dialéctico indispensable para comprenderlo. Tam­
orígenes, del deseo y de la muerte, de la ley dél padre, del conflicto bién S. Lyonnet Les Ep tires de saint Paul aux Gdlates, aux Romains (Pa­
y de su solución. rís 1953) 91, n °t» b) ve en Rom 7 en primer lugar la demostración de la
liberación frente a la ley. I
7
98 A. Vergote Los datos psico analíticos y la exégesis 99

juegan la misma baza? Para comprender el ser-cristiano, Pablo re­ inanidad. Tampoco diríamos que en Rom 7 Pablo describe una
flexiona sobre la ley, referencia esencial de toda persona religiosa experiencia, personal o universal. El capítulo 7 es la interpretación
antes de Cristo y no sólo del judío. En el momento mismo en que de un modo de ser a la luz de la conversión. Se trata de una relec­
Pablo ahonda eñ la relación ley-pecado-muerte, se le hace inteligible tura del pasado, según la pauta de la fe, lo mismo que a su ma­
la originalidad cristiana; entonces se opera el cambio y se forma nera hizo san Agustín y publicó en Las Confesiones, un título
una nueva configuración en torno a la idea del Espíritu, la confi­ elocuente por su doble significado. Estas constituyen un reconoci­
guración del cristiano. La novedad del Espíritu sólo es comprensible miento interpretativo del pasado (confesión como reconocimiento
por oposición a la concatenación pecado-ley-muerte. La atención de unos hechos), a la luz del reconocimiento del verdadero Dios
del capítulo 7 es, pues, estrictamente teológica: elucidar el régimen (confesión en el sentido de profesión de fe). El reconocimiento del
cristiano en contraste con la situación anterior. Por tanto, este ca­ pasado es algo más que una rememoración de las experiencias an­
pítulo es central en la teología paulina. teriores: el re-conocimiento hace aparecer la verdad del pasado antes
D e la concatenación de los capítulos 6, 7 y 8 podemos deducir oculta. El término “experiencia", muy ambiguo y poco feliz, no
que el capítulo 7 tiene un alcance teológico-histórico. Describe permite expresar la realidad psicológica aquí descrita.
efectivamente las etapas de la historia de la salvación: de Adán a La división habitual entre interpretaciones psicológicas y teoló-
la Torá; el régimen de la Tora; la condición de los cristianos. El gico-históricas es bastante desafortunada. Sin duda esta clasificación
drama evocado se localiza en el segundo período2. En efecto, san corresponde a los tipos de exégesis de nuestro texto. Pero si es así,
Pablo compara dos modos de ser: el del hombre bajo la ley judía, hay que invitar a los exegetas a superar una forma de comprensión
y el del cristiano; y estos dos modos de ser son momentos sucesi­ psicológica que se reduce a la descripción de las experiencias como
vos de la historia religiosa de la humanidad. Sólo que la historia estados conscientes de espíritu.
de la salvación no es algo exterior a los individuos: con ocasión La historia no es solamente el tiempo objetivo definido en tér­
de su conversión en el bautismo, todo cristiano debe asumir la dia- minos de los acontecimientos externos al sujeto, sino que incluye
cronía de la historia religiosa; en una acción personal (Rom 6 ). el devenir del sujeto, la Geschichtlichkeit — historicidad— . Es un
Varios exegetas3 ven en esté texto la evocación de la experien­ Gesckehen; un proceso que se realiza en el hombre y promueve
cia del primer hombre, prototipo de la humanidad. La secuencia en él un ser nuevo. La oposición entre interpretaciones psicológicas
sería así: el primer hombre en la amistad divina; acceso, en su per­ y teológico-históricas pertenece todavía al ámbito de la oposición
sona, de la humanidad al pecado, mediante el conocimiento y la entre tiempo objetivo y tiempo subjetivo, el cual es trascendido por
transgresión del precepto; la condición cristiana. Nosotros no pode­ la historia como tiempo humano que se realiza efectivamente. La
mos asociarnos a esta exégesis, porque el primer hombre no perte­ experiencia no queda fuera de la historia. La experiencia psicológi­
nece, propiamente hablando, al régimen de la ley. Adán queda fuera ca, en efecto, es la interiorización subjetiva de las estructuras sig­
de las etapas de la salvación estudiadas aquí. Pablo sólo toma del nificantes que proceden y condicionan dichas experiencias subje­
Génesis algunos elementos de una psicología de la tentación, acce­ tivas. En la tercera parte de nuestra exposición volveremos sobre el
sorios, como veremos, en un estudio del régimen de la ley. Sin concepto psicológico de experiencia y sobre sus relaciones con los
embargo, no excluimos la interpretación psicológica rechazada por conceptos históricos.
Bultmann4. Como el mismo ser cristiano está determinado por el Así, pues, eliminamos las interpretaciones simplemente autobio­
cambio que separa las etapas de la salvación, éstas resultan interio­ gráficas5. Y como todo el conjunto de los capítulos 6, 7 y 8 está
rizadas en todo devenir cristiano. La historia no es ajena al carácter centrado en el advenimiento del ser cristiano que sucede al ser
cristiano de san Pablo. Para él, el ser cristiano es resultado del pecador, el sentido propio del texto no puede consistir ni en la
drama de la conversión, que repite e integra la historia de la hu-
8 En este tipo de exégesis, denominada típicamente “psicológica” , po­
3 Tal es la interpretación de Benoit, Huby, Feuillet, Stauffer, Schrenk, demos distinguir todavía dos modalidades. Para unos. Rom 7 describiría la
Kümmel, Bultmann y Braun. experiencia cristiana del simul iustus et peccator: Agustín, los Reformadores
3 Numerosos Padres, así como Lagrange, Michel, Priimm, Leenhardt, y en cierto modo Sabatier, Deissmann, Leenhardt y Stacey. Para otros, este
Lyonnet. texto describiría la experiencia de Pablo, joven israelita, antes de su con­
‘ Theologie des Neuen T estaments (Tubinga r'19ó5) 248-249. versión Cornely, Bardenhewer, Sanday-Headlam, Prat.
Los datos psicoanalíticos y la exegesis 101
100 A. Vergote
los pronombres “ nosotros” y “vosotros” tanto para hablar de la ley
relación de la experiencia judía ni en la de la confesión desgarrada
y del pecado como para hacerlo de la gracia. Pero apenas aborda
del cristiano que se siente simul peccator et justus. Pero también
la explicación de la conexión pecado-ley, pasa a hablar en primera
esperamos demostrar que en estas interpretaciones hay algo de
persona. El yo brota precisamente en respuesta a la ley que emite
verdad.
una sentencia en segunda persona singular del modo prohibitivo:
D e momento podemos fijar provisionalmente el sentido dél yo,
“N o desearás” . La ley origina un conocimiento del pecado en pri­
que irrumpe en el v. 7 y no abandona la escena hasta el final del
mera persona. Por su fórmula concreta de mandato, la ley es de
capítulo. Sabemos que la evocación de la primera persona era un
estructura dialogal. La simultaneidad de este conocimiento de la ley
procedimiento retórico muy extendido en la Antigüedad. Pero ¿bas­
precisamente por él yo responsable (que tiene que responder) de­
ta esto para explicar el texto que nos ocupa? Una exégesis limita­
termina la exposición acerca de la división del propio yo, descrita
tiva, en este sentido, puede tener su razón en una decisión pru­
en primera persona. En seguida volveremos sobre esto. Terminado
dencial. Pero no deja de ser opción por una significación determi­
el análisis del conflicto, cuando Pablo realiza la transición con el
nada. Y la reducción d d sentido al umbral mínimo, si bien tran­
ser cristiano, encontramos todavía un eco de la primera persona:
quiliza la conciencia del intérprete por una apariencia de mayor
“la ley del espíritu te ha liberado de la ley del pecado” (8,2). Des­
objetividad, podría muy bien violentar la intención del autor. Esa
pués de la inversión de la ley en Espíritu, Pablo utiliza la primera,
reducción debe justificarse lo mismo que cualquier otro tipo de
la segunda y la tercera persona del plural.
interpretación. ¿Qué es, pues, el yo? A nuestro entender, designa al hombre
Como todo juego de lenguaje, las figuras retóricas ponen a dis­ bajo él régimen de la ley, al hombre que, en respuesta al mandato
posición del autor conjuntos estructurados de signos en los que
de la ley, asume personalmente, en primera persona, el juicio divino
pueden incorporarse múltiples intenciones. Pero la elección, incluso
sobre el pecado. Yo es, por consiguiente, el propio Pablo. Pero, se­
no razonada, de tal o cual cadena lingüística dada, no es en absoluto
gún el contexto, representa también a cualquier judío. Y así, tenien­
efecto del azar; obedece a intenciones, conscientes o no, y por lo do en cuenta los primeros capítulos de la epístola, podemos inferir
mismo revela al exegeta el movimiento del pensamiento del autor.
que el yo designa a todo hombre religioso que adquiere conciencia
Si en este punto preciso Pablo recurre al procedimiento retórico que
de su sumisión a la ley de Dios. El judío es sin duda alguna el pro­
pone en él centro al yo que había, es porque para él el yo acumula
totipo que permite considerar la situación universal del hombre
un contenido particular que las locuciones precedentes (el hombre,
religioso antes de Cristo; el privilegio de la ley le otorga una con­
nosotros...) no pueden indicar. Y asimismo, la diferenciación de
ciencia clara — en términos de fenomenología: una conciencia temá­
los términos usados suscita aquí el sentido del mensaje. El sentido
tica— de su propio yo personalmente interpélado por la 'ley.
del yo no es, sin embargo, evidente sin más. N os lo manifestará el
¿No está nuestra interpretación en contradicción con la tesis
desarrollo del discurso, escondido por los términos que determinan
enunciada más arriba donde se afirmaba que Rom 7 ofrece una re­
sus momentos.
lectura del pasado a la luz de la fe? ¿Cómo podemos sostener que
Pablo adopta esta fórmula literaria en el punto preciso donde
en ella el yo da testimonio de la conciencia típicamente judía? La
hace la confrontación del hombre con la ley6. Hasta el v. 6 utiliza
dificultad se resuelve fácilmente si se respeta la complejidad psico­
lógica del itinerario de la verdad que analizamos aquí. Basta destacar
0 F. J. Leenhardt excluye la interpretación autobiográfica, tanto si se
refiere al judío desgraciado que Pablo habría sido antes de su conversión
los matices de significación que en este texto violento corren el pe­
o al conflicto del cristiano. N o vamos a reproducir los excelentes argumentos ligro de quedar marginados. Al principio de los textos en primera
que apoyan este doble rechazo. Para F. J. Leenhardt, los textos en primera persona, Pablo habla en pasado: se trata, pues, de un momento his­
persona sólo significaría un procedimiento literario de dramatización donde la tórico, aquel en que se hizo luz sobre el pecado. Después, a partir
primera persona representaría al ánthropos universal. Estas fórmulas son ambi­
guas. Para nosotros, la dramatización literaria es expresión de un drama vivi­ del v. 14 Pablo habla en primera persona en presente: w . 14.15.
do, un drama de verdad y de conversión. En el instante en que Pablo reconoce ¿Han prestado atención los exegetas a este cambio de tiempo? ¿O lo
la verdad de Cristo es cuando percibe con claridad la índole de su drama han relegado al ámbito de los azares de un texto dictado? Por lo
de judío fiel. Por tanto el sentido autobiográfico y la asimilación del yo al general no consideran dichos fenómenos de lenguaje aleatorios. In­
hombre universal no se oponen sin más. Los dos términos de la alternativa
exegética deberán ser transformados si se quiere comprender el texto. tentemos también aquí confiarnos a todos los indicios contenidos
102 A. Vergote Los datos psicoanalíticos y la exégesis 103

en nuestro fragmento. Está claro que ya no se nos remite a una la conjunción del texto con el psicoanálisis hace revivir la carta
experiencia histórica, sino a una reflexión en presente. N o el pre­ paulina y le restituye su verdad universal.
sente del cristiano en cuanto tal; sólo un desconocimiento de las
leyes del tiempo vivido ha podido producir la interpretación psico­ 1. El texto de Romanos 7,5-24
lógica del simul peccator et justas. El presente es el del cristiano
que reconsidera el estado del que está sometido a la ley, y explica N os sitúa ante la secuencia de tres momentos: antes de la ley
sus conscuencias, que actualmente comprende. El presente no es el (vv. 7 y 9), bajo el imperio de la ley (w . 5-24), bajo el régimen del
de la experiencia vivida históricamente, sino el de la interpretación Espíritu que libera de la ley (cf. 8,1-2).
que toma de una experiencia vivida anteriormente la estructura ne­ Antes de la ley Pablo no conocía el pecado (vv. 7 y 9). Nosotros
cesaria: de la experiencia de la conciencia del mal y del esfuerzo interpretamos este estado como el de una inocencia indefinida. Cree­
por superarlo bajo el régimen de la ley. mos injustificado ver en él, como Leenhardt, una alusión al estado
N o discutimos que el judío Pablo haya experimentado alguna adámico primero. Todo cuanto sigue lo demuestra: la ley es decre­
vez la contradicción que desarrolla en el texto, pero éste hace pen­ tada para que el pecado se manifieste. Y a existía antes, pero per­
sar que Pablo no hubiera podido, antes de ser cristiano, conceptua- manecía inactivo, en estado latente. Ahora bien, en el paraíso, el
lizar el conflicto en la ley religiosa universal. El conflicto no estaba pecado no existía; Adán lo introdujo como potencia del mundo. En
considerado como insuperable por necesidad interna. Es precisamente el capítulo 5, Pablo ha explicado ya por qué todos los hombres
esa contradicción interna de la religión bajo la ley lo que Pablo deben morir, incluso los que personalmente no pecaron: la muerte
demuestra a partir del v. 14. Por eso todas las exégesis suavizadoras reina sobre la humanidad a causa del juicio y de la imputación he­
que sólo leen en el texto las dificultades de una ley aplastante re­ chos por Dios. Ahora, en el capítulo 7, Pablo considera al hombre
sultan demasiado parcas y demasiado psicologizantes. Al reducir el histórico, heredero de Adán, e intenta comprender por qué una vida
texto al conflicto vivido conscientemente, ignoran la estructura esen­ fiel a la ley de Dios no exime de la muerte. Hay, pues, que enten­
cial que Pablo destaca en la relación: ley, pecado, muerte. der los vv. 7 y 9 como un resumen de cuanto precede a la historia
Esta estructura corresponde,'por lo demás, a la solución del con­ religiosa individual de Pablo y de cualquier hombre. En la pers­
flicto, que consiste en una superación “ontològica” : el ser cristiano pectiva de Rom 7, es la revelación de la ley la que instaura cual­
es una realidad ontològica (el Espíritu ocupa el lugar de la carne quier realización religiosa personal. La primera etapa, la de la ino­
de pecado). Pero, como veremos, la nueva forma de ser se traduce cencia, deberemos denominarla prehistoria. Si Pablo parte de ese
asimismo en una actitud y en una experiencia lúcida; también en momento prehistórico (v. 7: si descubrir el pecado fue sólo ’por la
eso la oposición entre interpretación psicológica y exégesis teológico- ley), es para comprender lo que sucede en el momento en que
histórica es falsa en la medida en que limita la psicología a la irrumpe la ley. Se remonta a la etapa anterior, que al igual que
experiencia vivida y la historia a un desarrollo puramente objetivo.I. todo origen es un estado no diferenciado, un estado mítico. “Estaba
vivo” menciona, pues, una vida sin ley y también sin gracia, una
vida aún no definida religiosamente.
III. El conflicto insoluble En la segunda etapa, que es el primer momento verdaderamente
histórico, la ley actualiza en el hombre el poder del pecado que
Hemos visto que los capítulos 6, 7 y 8 siguen el compás de la domina desde Adán a la humanidad.
sucesión de etapas cuyo conjunto forma el movimiento progresivo En la tercera etapa, segundo momento histórico, el Espíritu per­
del devenir cristiano, a través de un intento imposible de existencia mite superar el reino de la ley y el de la muerte.
judía, hasta la conversión en el Espíritu. Las perícopas en primera Del v. 7 al v. 11 describe Pablo la primera fase histórica: la
persona son la confesión clara de un conflicto que Pablo, una vez de su yo religioso. A partir del v. 14 habla en presente; pero con
resuelto, reconoce como etapa prescrita, aunque condenada en sí toda evidencia sigue analizando la primera fase histórica. Esta se
misma al fracaso. Intentaremos ahondar ahora en la contradicción encuentra, pues, suspendida en una reflexión atemporal: una refle­
de la existencia religiosa bajo la ley. En primer lugar dejaremos xión en primera persona del presente. Esta suspensión del tiempo es
hablar a los términos utilizados por Pablo. Después veremos cómo significativa, como ya hemos visto. Supone la formulación de una
104 A. Vergote Los datos psicoanalíticos y la exégesis 105

ley universal: por sí misma, la conciencia de tener que responder Pensamos que actualmente ya no es preciso refutar una inter­
personalmente ante la ley de D ios nos conduce más lejos. Es im­ pretación dualista de nuestra perícopa, del tipo de las de los gnós­
potente para suscitar algo perteneciente a la escatología: la mani­ ticos. Señalemos simplemente que, en toda la obra de Pablo, el
festación del poder divino. Sólo puede limitarse 'la sempiterna re­ cuerpo es constitutivo del ser humano, antes y después de la resu­
petición del conflicto. rrección. El cuerpo es idéntico al yo; el término “cuerpo” designa
Estudiemos ahora los términos del conflicto. Recordemos, ante al hombre concreto, ser corporal, que se refiere a sí mismo, se siente
todo, que el presente en primera persona de los w . 14-25 implica a sí mismo, y decide sobre sí mismo. Y , por consiguiente, el ser
dos aspectos. Expresa el estancamiento de un estado religioso cerra­ corporal puede también dejarse perder, someterse a un poder extra­
do sobre sí mismo, detenido en su primer momento. Pero este ño: el pecado; o bien, en el régimen cristiano, al 'poder del Espíritu.
bloqueo sólo puede ser descubierto bajo la luz actual de la fe: es En la situación histórica del pecado, el cuerpo es cuerpo de pecado
la fe la que considera al yo bajo la ley, y descubre que está con­ y de muerte, lo mismo que el cuerpo cristiano es cuerpo de gloria.
finado a la repetición del conflicto. Los términos de este conflicto Si existe dualismo, éste atraviesa el cuerpo mismo y lo escinde en
nos son conocidos. Los recordaremos brevemente para justificar su querer y su obrar, pero no separa el cuerpo del espíritu. El con­
nuestra interpretación y preparar una reapropiación del texto. Son flicto no opone a dos sustancias, sino que resulta de una escisión
ocho los términos que articulan el campo del conflicto: yo (ego), introducida por la ley en el corazón del yo.
cuerpo (soma), carne (sarx) y deseo (epithymia), pecado (hamartia), ¿Diremos entonces que Pablo denuncia el legalismo farisaico?
ley (nomos, y su variante entole), querer (telo), hacer (pratto y sus Aunque en el horizonte de la preocupación actual de Rom 7 se
variantes). Cinco de estos términos son propiamente antropológicos: vislumbre cierto legalismo, éste no puede constituir el tema esen­
yo, cuerpo, carne, querer, hacer. La ley es la instancia heterónoma cial del texto. En efecto, el legalista vive en la muerte de la auto-
personal; es una palabra alocutiva: “ no desearás” . El pecado es una satisfacción, pero en principio no sufre ni el deseo de vida ni el
potencia heterónoma anóñima: una fuerza oscura. La muerte es un drama de la insuperable división interior. Para él todo el conflicto
efecto del conflicto insuperable. es provisional. A este respecto, F. J. Leenhardt recuerda los textos
El conflicto es denunciado en términos antropológicos: “yo no donde Pablo se gloría de su fidelidad a la ley (Flp 3,6). Pero no es
ejecuto lo que quiero” (v. 15). El querer es también un juicio: es ése el nervio del texto; lo que Pablo comprende ahora es que el
consentir a la ley (v. 16). El conflicto, pues, no acontece entre el cumplimiento de la ley es en sí imposible y que la santidad 'por la
querer y la ley; esto excluye la habitual psicología de la tentación. ley resulta inalcanzable.
En efecto, en la psicología típica de la tentación el mandato de la También reconocemos de buen grado la analogía entre este tex­
ley produce el deseo de transgredirla. Adán quería infringir la ley to y la lamentación de la antigua sabiduría, expresada en la frase:
para ser igual al legislador; la prohibición suscita el deseo de afir­ video meliora proboque, deteriora sequor. Bultmann7 rechaza esta
mar la autonomía propia, de rechazar la ley, y de sustituir a su analogía, porque para él nuestro texto manifiesta los dos momentos
autor. N ada así se lee en los w . 15s. Ciertamente, algunas expre­ de la historia de la salvación, y no la experiencia vivida por Pablo.
siones de los versículos precedentes, escritos en pasado, recuerdan Nosotros hemos rechazado la alternativa entre autobiografía e his­
la tentación de Adán. En primer lugar, los w . 7 y 8: “ yo no sabía toria de la salvación: Rom 7 representa las etapas de la salvación
lo que era el deseo hasta que la ley me dijo: nodesearás...” ; y tales como Pablo las interioriza en su conversación. Sin embargo,
el v. 11 repite el término “ engañar” de Gn 3,13. Pero esos versícu­ hay una diferencia esencial entre la manifestación paulina y la sa­
los se limitan a explicitar el v. 7: “Si descubrí el pecado fue sólo biduría antigua: para el hombre de la lev, no se trata de considerar
por la ley” . Al igual que en otros textos, el conocimiento es un el bien, sino de oír una exigencia absoluta formulada por la ley en
conocimiento práctico, y no sólo teórico, es un juicio concreto. La segunda persona. Por esta razón, no puede resignarse a ‘la división
ley no induce a la tentación, pero permite conocer la codicia como interior y reclama una liberación. N o se trata de que la exigencia
tal, como codicia ya definida, que de esta manera se deja experi­ sea explícita: sería salirse del régimen de la ley. En el hombre que
mentar. La ley es manifestación, revelación de la verdad del hombre se compromete en la imposible tarea de cumplir la ley, la exigencia
ante Dios. Por lo demás, ésa es la razón de que no exima de la
muerte: no es en sí misma un poder. ' Op. cit., p. 248.
106 A. Vergote Los datos psicoanalíticos y la exégesis 107

está sólo implícita. Pero Pablo sabe que, inconscientemente, necesi­ a su alrededor todo el conjunto de la existencia judía. Puestos en
taba un liberador. la necesidad de extremar la síntesis de las numerosas ideas concretas
Una vez fijado el sentido de nuestra interpretación, ahora po­ y fragmentarias de la teología paulina, diríamos que era necesaria
demos ahondar en el conflicto. Se trata de una voluntad que no la revelación del poder divino en Cristo resucitado para que el fiel
consigue realizarse en la praxis el katergazomai y el pratto se opo­ a la ley recobrase la confianza en la promesa, y superase no sólo el
nen al querer). El ego está del lado del querer; interiormente sigue legalismo satisfecho, sino incluso la inquietud de una santidad orien­
siendo bueno. Pero está entregado a un "hacer” que escapa a su tada por la ley.
dominio. El yo participa también en las malas acciones, lo mismo Una confrontación más estrecha con el psicoanálisis puede ha­
que en los impulsos buenos; por tanto, es responsable ante la ley. cernos progresar en el entendimiento de Rom 7 y preservarnos me­
Precisamente en eso consiste su división: ésta atraviesa el ego y el jor de cualquier consideración teológica o falsamente psicológica
cuerpo. de este fragmento. El conflicto paulino, en efecto, ofrece cierta ho­
El yo se encuentra prisionero de la carne y de las codicias que mología sorprendente con las situaciones de división interna que el
la definen. Y ello porque, al extenderse más allá de los límites del psicoanálisis nos permite conocer. Como hemos dicho, no se trata
yo, la carne es esclava o prisionera de ese poder exterior, anónimo, de atribuir la confesión paulina a cualquier estado patológico. Pre­
que es el ipecado. Carne y pecado son correlativos y en este texto se cisamente por esta razón, no recurriremos a ios conceptos teóricos
determinan mutuamente. La carne es la corporeidad concreta, en su del psicoanálisis que sistematizan estados infantiles o existencias
debilidad, y también en su oposición al espíritu y a Dios. Es el mórbidas. Lejos de asimilar el conflicto judío a una neurosis infan­
poder del pecado lo que introduce la división en la carne y anega til o adulta, definimos las correspondencias como homología. Se
su debilidad. trata de una similitud de estructura que se impone y que nos ayuda
a penetrar en la dialéctica paulina de la ley y del espíritu.
2. El conflicto paulino a la luz del psicoanálisis Nos parece especialmente indicado comparar Rom 7 con lo que
el psicoanálisis nos enseña sobre el complejo de Edipo, momento
El conjunto de Rom 7 describe el momento crítico de un acto de complejificación y de la más personal y profunda mutación que
reflexivo exigido por el entendimiento cristiano de la cruz y de la se da en todo hombre. Prueba individual a la vez que destino común
resurrección. Entre un retroceso a la inocencia ingenua, prerreligio- de todos los humanos, el complejo de Edipo representa unas etapas
sa y la confianza proporcionada por el Espíritu, la existencia judía necesarias para el devenir humano. Momento dialéctico fundamen­
aparece como una conciencia desdichada. La organización y los tal para el espíritu, organiza unas relaciones estructurales que se
términos del texto mismo nos imponen esta exégesis. Los datos de reproducirán en todas las dimensiones de la existencia.
la psicología sólo nos han ayudado a apartar las interpretaciones El psicoanálisis nos enseña que el yo sólo adquiere su estatuto
que debilitan el texto al apoyarse en la falsa evidencia de algunos personal en la ley. Esta arranca el sujeto a su existencia anónima,
conceptos antropológicos. La interpretación de las perícopas en pri­ prepersonal; pero también divide al yo por un conflicto inevitable;
mera persona, en efecto, ha sufrido la influencia de las ideas en y además, la resolución del conflicto y la adquisición por el yo de
curso sobre las ¡posibilidades de experiencia, de autobiografía, de su identidad personal sólo se realizan con la superación de la ley
rememoración. Por medio de estos conceptos se tiende a introducir como mera prohibición negativa, en una reconciliación con el pa­
perspectivas teológicas sobre la conciencia desdichada del pecado, dre, donde la iniciativa es suya. Según el psicoanálisis, la fase con­
sobre la existencia judía o sobre el legalismo. Desde luego, nuestra flictiva es también la etapa de las ilusiones sobre uno mismo, y la
exégesis de Rom 7 plantea problemas de teología bíblica: ¿cómo proyección de las angustias y las rebeldías subjetivas sobre el padre,
conciliar nuestra explicación con la insistencia bíblica en la gracia proyección que desfigura la verdad de éste. Todos estos elementos
de Dios? ¿Y cómo ponerla de acuerdo con otros textos donde Pa­ son necesarios en el devenir humano. ¿No es evidente la homología
blo identifica la esencia del judaismo con la esperanza en la pro­ con las etapas que componen el devenir cristiano, según el testimo­
mesa hecha a Abrahán? Parece como si aquí Pablo tuviera sola­ nio de Rom 6-7?
mente en cuenta uno de los rasgos del judaismo y lo considerase Analicemos ahora algunos temas predominantes en esta homolo­
como un organismo vivo que, por su fuerza de atracción, organizase gía. Según Freud, el padre representa, por su misma función, la ley
108 A. Vergote Los datos psicoanalíticos y la exegesis 109
que prohíbe desear a la madre; entendamos el deseo ilimitado que abstractos. Como es sabido, Pablo no incluye todo el Antiguo Tes­
responde a la codicia de la carne de que habla Pablo. Antes de la tamento en el régimen de la ley. Abrahán y los profetas pertenecen
ley, el niño vive, pero con una vida que no está humanamente cua­ ya al movimiento de la fe. En este texto Pablo puede, no obstante,
lificada. Sólo accede a la cultura y a la ética por la ley. Pero en él identificar el Antiguo Testamento con el régimen de la ley porque
el deseo se opone a la ley, que, sin embargo, está dispuesto a reco­ en aquel momento histórico domina el tema de la ley. D e igual
nocer, puesto que mantiene un nexo de ternura con el padre. La ley forma, en el primer momento de la humanización del individuo, la
introduce, pues, una escisión entre un estado anterior anónimo y una ley, al introducir el nuevo elemento de la exigencia personal, ad­
historia personal y cultural a punto de emerger. Pero ambos estados quiere la significación aún más abstracta de una exigencia negativa,
subsisten en el mismo sujeto. La diacronia de las sucesivas etapas de una prohibición. A veces nos asombramos ante la formulación
se interioriza como conflicto de dos instancias en lucha. El con­ negativa de la ley. Pero al resultar distanciado el hombre de la
flicto es insoluble mientras el sujeto permanece bajo el régimen de anterior etapa de codicia no especificada, la ley resulta inevitable­
la ley. Pues la ley está prohibida; también en Edipo interviene como mente la instancia negativa de la prohibición y del juicio. Cumple
mandato negativo, novedoso y separativo: “N o codiciarás”. La per­ la misión negativa indispensable que convierte al sujeto en un ex­
fección consistiría en la renuncia que cumple con la ley del padre, traño para sí mismo y lo dispone para entender su verdad personal.
pero en el momento en que la ley interviene en su tenor negativo, Aquí no tenemos que recurrir a la psicología del inconsciente, ni a la
los deseos del sujeto se oponen a ella. El sujeto sólo podrá cambiar del superego. Porque, en psicoanálisis, es precisamente la interven­
de actitud interior después del conflicto, y entonces sus deseos apa­ ción de la ley como palabra “ performante” lo que produce la sepa­
recerán transformados y orientados de otra manera. El sentido po­ ración entre consciente e inconsciente, y lo que instaura el super­
sitivo de la ley no se manifestará más que pasado el momento
ego. La comparación que hace G. Crespy9 entre la ley de san Pablo
negativo de la separación, cuando el sujeto reconozca en verdad al
y el superego de Freud nos parece más engañosa que positiva. El
padre, y pueda identificarse con él, recibiendo de él su identidad superego, en efecto, es una instancia psíquica, un juicio interior,
de hijo. inconsciente y espontáneo, resultado de la interiorización de la ley.
Dado que los impulsos y los deseos primarios son la sustancia El legalismo sedimentado y organizado se corresponde con el con­
psíquica anterior y subyacente a la ley, no pueden en modo alguno flicto entre el superego y el ello, conflicto que tiene lugar en el yo;
ser identificados con el mal. Sólo una ilusión retrospectiva, ignorante pero dicho conflicto resulta inconscientemente opresivo para las
de la estructuración de lo humano, ha podido aplicarles unas cate­
justas exigencias de los deseos. En el legalismo religioso, en efecto,
gorías morales. Moralmente neutros en sí mismos, entran a formar
el sujeto está desgarrado entre el mundo y Dios, de la misma
parte de la organización ética de la persona en el momento en que,
manera que el obsesivo se encuentra pillado en el conflicto entre el
frente a una nueva exigencia, la ley hace reconocerlos en lo que
ello y el superego. El hombre de la ley que Pablo describe en Rom 7
son. A l resistir a la exigencia de la ley, se convierten en inductores
aún no está sumido en un conflicto entre el mundo y Dios. Y sólo
de un mal inevitable y, sin embargo, responsable8. ¿No está claro
cabe suponer que en caso de no solución del conflicto, se verá re­
el parentesco entre los deseos preedípicos y la carne con sus deseos,
querido por el binomio entonces ya irreconciliable: mundo-Dios.
señalados por Pablo, no como el mal, sino como el lugar del pe­
En la perspectiva de Rom 7 la ley es una exigencia tajante, per­
cado? Entre las consideraciones paulinas y las psicoanalíticas se
sonal, que es oída con lúcida conciencia del bien superior prometi­
impone una profunda similitud. Sin embargo, la referencia psico­
do. Su mandamiento precede tanto a la mala conciencia como al
lógica es humana: la ley es una exigencia absoluta de humanización,
legalismo rígido. La ley inaugura, sin embargo, una existencia trá­
cuyo sostén es el padre. En Pablo, la ley es la exigencia absoluta de
gica, porque su fatal ineficacia es confusamente presentida, pero no
la justicia divina que ordena al hombre hacerse semejante a Dios.
todavía comprendida. Polariza ai sujeto en una lucha esperanzadora
La psicología del conflicto nos permite asimismo entender mejor
y, sin embargo, imposible. El judío, efectivamente, no se da aún
cómo Pablo puede hablar de la ley en términos a primera vista tan
cuenta de que sólo el Autor de la ley puede garantizar la promesa
8 Nos hemos referido a este estado ético ambiguo en nuestro artículo
Le peché originel à la lumière de la psychanalyse, en Démythisation de la 9 G. Crespy, Exégése et psychanalyse. Considérations aventureuses sur
morale (París 1965) 189-205. Romains 7,7-25, en L ’Evangile hier et aujourd’hui (Ginebra 1968) 169-180.
110 A. Vergote Los datos psicoanalíticos y la exegesis 111

en ella implícita si, mediante una nueva iniciativa, pone al judío ¿Quién es el yo del conflicto oscuro, es decir, anterior a la mani­
fiel en una relación nueva con él. festación de Cristo? Es la figura ambigua del muerto-vivo, a la cual
¿N o disponemos con esto de un indicio que permite realizar la las alternativas de las exégesis citadas más arriba no hacen justicia.
síntesis entre las diferentes exposiciones de Pablo, fragmentarias, Detengámonos un momento sobre la cuestión.
aunque perfectamente reflexionadas en sí mismas? El núcleo del ju­
daismo está hecho de la polaridad entre promesa y ley. A lo largo a) La pareja yo-experiencia.
de su evolución, el judaismo obliteró la promesa que el cristianismo
Tal como está formulada, la oposición se apoya en una con­
revaloriza al cumplirla. Al mismo tiempo, iba resultando evidente
cepción psicológica. Por experiencia entendemos un estado de alma
que el judío no era capaz de cumplir con la forma de existencia
que precede a la expresión en conceptos. Por lo mismo, muchos con­
exigida y prometida por la fe, la de la justicia y la santidad. Y es
temporáneos ven en la “experiencia religiosa” la fuente de la creen­
que el judaismo es sólo un momento del devenir religioso de la
cia en Dios. El discurso religioso, el lenguaje conceptual sólo sería
humanidad, momento prototípico de la orientación de todo hombre
la trasposición al plano teórico de un conocimiento afectivo ante­
hacia la fe en Dios-Padre, fe que reanuda con la promesa. Es el
rior. La desconfianza contemporánea hacia la teología procede por
Espíritu el que actualiza la fe y cumple la promesa, a condición de
una parte de este a priori psicológico. Este suministra igualmente
que el hombre participe en la muerte de Cristo, la única que puede
una trama a numerosas teorías sociológicas sobre la religión, 'para
transformar la fidelidad a la ley en disposición para recibir el Espí­
las cuales los conceptos religiosos serían sólo expresiones variables
ritu.
de una misma experiencia religiosa. Podemos denominar esta con­
La ambigüedad del estado judío corresponde a la del hijo en el
cepción como subjetiva. El sujeto, el yo es concebido como un he­
caso de Edipo. También éste se encuentra escindido entre sus de­
cho dado, y él sería la fuente de las significaciones. Los conceptos
seos y la fidelidad a la ley del padre; también él espera adquirir,
serían sólo la configuración secundaria de las verdaderas significa­
por sumisión a las exigencias del padre, el estatuto de hombre cuya
ciones presentes en la iniciativa del y o 11.
promesa acompaña al enunciado de la ley. Y por último, tendrá
Entre otras investigaciones antropológicas, el psicoanálisis ha de­
también que superar la conciencia desdichada que es suscitada por
mostrado con evidencia que el sujeto, el yo, no es un dato básico,
la ley, tan impotente como efectiva y necesaria, a lo cual llegará
sino que es algo que se constituye por la interiorización de los datos
mediante una reconciliación que lo pone en una nueva relación
culturales, de los discursos, de la ley, de las instituciones, de los ri­
con el padre, relación en la que encuentra su identidad al dar cabida
tos. El hombre, el yo, está ante todo hecho de símbolos y lenguaje,
a la palabra paterna que le confiere su identidad de h ijo 10*. y no a la inversa. De modo que para el psicoanálisis la escisión del
yo no es problemática. El yo está en primer lugar presente en un
orden disperso, y su unidad se realiza lentamente. El doctor Szondi,
IV. A cerca de algunos elementos del discurso paulino
psicólogo-psiquiatra, denomina al yo instancia pontifex: la que tien­
de los puentes entre las múltiples tendencias originalmente presen­
1. El discurso en primera persona tes o que llegan al hombre por la cultura.
Nuestro análisis ha mostrado cómo la significación del yo, inser­ Desde este ángulo, se deberá llamar experiencia a la resonancia
tada en el contexto del conflicto, ha de ser forzosamente ambigua, interior de los discursos que la cultura dirige al sujeto y que dan
ya que participa de la ambigüedad de un estado transitorio, super- forma a sus tendencias dispares, contradictorias y no todavía cons­
determinado por esencia. Si es difícil acceder a la interpretación del cientes. Ciertamente, el sujeto puede repetir a ciegas los discursos
yo, es porque el yo está recargado por la reflexión sobre una prue­ de los otros, y moverse en un ámbito conceptual separado de su
ba de la que Pablo salió triunfador y que ahora puede elucidar. persona. Sólo puede hablarse de experiencia y de formación del yo
en la medida en que el sujeto se apropia personal y conjuntamente
10 Y a teníamos terminado nuestro estudio cuando recibimos de E. Orti­
los discursos dirigidos a él y sus tendencias correspondientes.
gues el artículo dedicado por él a la epístola a los Romanos (La composition
de l’Epítre aux Romains 1-VlH: “Verbum Caro” , 29-30, 1954, 52-82). Nos a A. Vergote, Psycholagie religieuse (Bruselas 1966; trad. española: Psi­
alegramos de la profunda similaridad entre nuestros dos análisis. cología religiosa, Madrid 1973).
112 A. Vergote Los datos psicoanalíticos y la exégesis 113
La oposición establecida entre los dos tipos de exégesis citadas que nosotros la hemos definido: un estado en que el sujeto religioso
es, pues, inaceptable, tanto en razón del texto paulino como de las
se personifica, se hace yo religioso por referencia a la ley de Dios,
leyes antropológicas. El yo no es el sujeto de una “experiencia” típi­
mediante una escisión consigo mismo. En el momento del adveni­
camente judía, sino que es algo más que la dramatización literaria
miento de la ley, el yo religioso emerge a la existencia consciente,
de una historia de la salvación que le resultaría extraña. Determina
un instante particular de la formación religiosa del sujeto, confron­ en una distensión interior en la que coexisten el pasado, entendamos
tado con las grandes constelaciones culturales y religiosas que son el pasado pagano, pasado de vida inconsciente, anónima, y el nuevo
la ley y la revelación de Cristo glorificado, acompañado del poder estado del sujeto en primera persona. Pero lo irremediable de esta
del Espíritu. división establecida sólo puede comprenderlo quien ya la ha supe­
rado y pertenece al nuevo régimen. El lenguaje de la experiencia
b) La asociación yo y ley. verifica este paso: de la interiorización de la ley y de la conciencia
del pecado, descritas en primera persona del pasado, Pablo pasa a
Hemos observado que en Rom 7 el yo irrumpe como respuesta la primera persona del presente para designar un estado personal
al mandato personal que la ley proclama: “N o desearás” . En reali­ necesariamente dividido. Instruido por su experiencia personal de
dad, la ley es un conjunto, y también se presenta en un orden dis­ judío fiel convertido, Pablo se sitúa en el punto de vista de todo
perso. Pero evidentemente Pablo la personifica, no sólo para con- yo sometido a la ley. Y puede unlversalizar su propio drama porque
ceptualizarla en una fórmula abstracta, sino porque ella ¡habla al ahora se considera con la lucidez del que adopta la mirada de Cristo,
hombre. que es la mirada de Dios revelada en su verdad última.
El psicoanálisis, asimismo, ha puesto de relieve la emergencia de
En psicología clínica observamos un proceso análogo. El sujeto
la persona; el hombre se hace sujeto en primera persona allí donde
que ha superado un conflicto está en condiciones de explicarlo, y
se ve en la necesidad de responder a una ley que le viene de otro.
lo hará en el eterno presente del aquí y ahora (el D a) de una ver­
En la constelación familiar, que es primaria y paradigmática, la
dad universal.
prohibición del padre representa ¡para el sujeto la intimación perso­
nal fundamental.
Las esferas y los sentidos del yo son múltiples. Mientras el yo 2. La oposición entre querer y hacer, y su explicación
humano se constituye como respuesta al deseo del otro, el yo reli­ por el lenguaje cuasimítico del pecado-potencia
gioso se constituye como respuesta a una palabra de Dios, que en
ese momento se convierte para el hombre en un D ios ¡personal. ¿Y no a) Yo, cuerpo y carne.
corresponde esta génesis descrita aquí del yo religioso a la formación Hemos excluido la tesis del simul peccator et justus, porque la
histórica del monoteísmo? Podríamos ampliar nuestro estudio me­ totalidad de la disposición de los capítulos 6 a 8 nos muestra que
diante comparaciones con el concepto de Dios en otras religiones el yo que sufre la contradicción íntima es el hombre anterior a la
(griega, anim ista...). Vemos cómo el yo religioso no se individua­ conversión cristiana, sobre el cual el convertido lanza su mirada re­
liza ante un Dios que no sea personal, porque ese Dios no dirige trospectiva. El conflicto escinde el yo en su esencialidad. Es el yo
ninguna palabra personal a su fie l12. ¿No da la historia de las reli­ religioso que quiere cumplir la ley, pero sigue siendo el hombre
giones toda su amplitud al texto paulino que liga al yo religioso del pasado carnal; la ley lo obliga a reconocerse en su verdad, como
con el advenimiento de una palabra que es ley? opuesto a la ley y al yo que le da su asentimiento. El yo somático
es un querer y un juicio. Es también carne y codicia, y por esta
c) El yo de la confesión. razón el poder del pecado ejerce su dominio sobre él. El yo es,
El análisis lúcido del yo bajo el régimen de la ley es retrospec­ pues, doble: querer-juicio y carne-codicia. En su meollo, es un que­
tivo, hemos dicho. Pablo describe una experiencia en el sentido en rer que responde al mandato de la ley; por lo demás, es ese asenti­
miento volitivo el que convierte al hombre en sujeto religioso en
“ Cf., por ejemplo, J. P. Vernant, Mythe et Pensée cbez les Grecs. Étu- primera persona. La carne representa lo anterior al yo, lo que per­
des de psychologie historique (París 21969) 265-282. manece en él y a su alrededor a modo de región no personal. Pero
8
Los datos psicoanalíticos y la exégesis 115
114 A. Vergote
mite comprender por qué, en el ámbito prepersonal de la carne, el
si el yo no está plenamente identificado con la carne, entonces obrar,
yo entra en conflicto consigo mismo. El lenguaje del pecado es,
“hacer” , sólo pueden ser realizaciones de la carne.
pues, doble. Designa una fuerza, y en este sentido es impersonal
Es dificilísimo traducir a lenguaje contemporáneo esta dualidad
desde el punto de vista del yo religioso, 'personalmente presente a
del yo. El lenguaje filosófico tradicional no se presta a ello, porque
Dios como persona. Sin embargo, el lenguaje del pecado no es un
está hecho para articular las sustancias metafísicas, el cuerpo y el
alma. Pensamos que es más adecuado el lenguaje psicoanalítico, lenguaje puramente causalista: da cuenta del obrar del yo. Por me­
precisamente porque el psicoanálisis piensa al hombre en el devenir diación de la carne, el pecado pertenece igualmente al yo. Este es
de la personalidad. Para el psicoanálisis el yo se hace, se constituye, responsable del pecado, puesto que se deja dominar por él. Pero no
a partir de fuerzas prepersonales: impulsos, realidades corporales y lo es en cuanto el pecado es una fuerza que lo domina.
psíquicas, definidas como energías y deseos. El psicoanálisis no pien­ Aquí llegamos al límite de lo que podemos pensar, precisamente
sa al hombre en términos de cuerpo y espíritu, sino en términos de porque se trata de una realidad intermedia entre la naturaleza (la
realidades psíquicas (que son igual e indisociablemente corporales). fuerza y lo cuantificable) y lo personal (aquello de lo que podemos
Las realidades psíquicas son ante todo prepersonales, y sólo se per­ tener conciencia). El exegeta no tiene 'por qué evitar esta paradoja.
sonalizan en parte a lo largo de una historia que se realiza bajo el También en esto puede encontrar ayuda en el parentesco del len­
influjo de los presupuestos culturales. La similitud con la antropo­ guaje religioso con el lenguaje psicoanalítico. Para el psicoanálisis,
logía paulina es manifiesta, con la diferencia fundamental de que en efecto, el yo se encuentra igualmente descentrado con relación a
para Pablo el hombre-cuerpo es un ser-para-Dios, y no sólo un ser sí mismo. Está implicado en unas realidades psíquicas, los impulsos,
para el mundo y para el prójimo. Para Pablo la carne es evidente­ que son unas fuerzas (potencias) y que, sin embargo, producen en
mente una realidad prepersonal. Y es también el yo, pero más en el el sujeto significaciones. Lo que el hombre hace, es a la vez causado
orden del pertenecer y del tener, que del ser. Por esta razón el yo en él; pero lo hace, y esto tiene para él un sentido. También el
(somático) puede en alguna medida modificar su relación con la psicoanálisis habla un lenguaje doble: el de la energía (de la poten­
carne; puede dejarla morir tal cual era en su estado primario cia), y el del sentido; las energías promueven en el hombre síntomas
(Rom 7), y recuperarla ya transmutada. De e^ta manera, el yo la que tienen una significación humana, y de los que entonces el hom­
transforma, pero a condición de que el yo rio permanezca en su bre es responsable en muy limitada m edida13. Freud decía que in­
condición primera y pase a un modo de ser nuevo (el Espíritu). cluso somos responsables de nuestros sueños, siendo así que los
Aquí observamos, sin duda, un parecido con el principio freudiano: sueños son producidos en nosotros por obra de unas fuerzas, y que
wo Es war solí Ich werden, donde estaba el ello debo hacerme yo. no es verdaderamente el yo el que realiza el sueño. Como tan bien
El yo se hace transformándose él mismo y transformando su rela­ lo explica el antiguo alemán: es traümt mir, algo sueña en mí y
ción con el Es, el ello, la esfera prepersonal de los impulsos y los para mí. Por lo demás, el psicoanálisis recurre conscientemente al
deseos que preparan al yo, continúan siéndole inherentes, se le lenguaje mítico y Freud no duda en llamar a los impulsos entes
oponen primero, y finalmente se encuentran en cierto modo asumi­ míticos, grandiosos en su indeterminación14. N o podemos asombrar­
dos por él una vez que se ha transformado él mismo. nos de que Pablo emplee también un lenguaje cuasimítico para ha­
blar del pecado.
b) El pecado como potencia. Sin duda alguna, cierta antropología demasiado racionalista y
En torno al yo se extiende el ámbito de las 'potencias anónimas: demasiado moralizante ha debido de confundir a veces a exegetas y
la carne y sus codicias, y más allá el pecado que toma posesión teólogos en su interpretación de nuestro texto. Y aunque Pablo no
del yo 'por mediación de la carne. ¿Puede explicarse la extraña figu­ conocía el psicoanálisis, tampoco estaba influido por una filosofía
ra del pecado-potencia mediante el efecto de una dramatización lite­ de la conciencia ni por una antropología psicologizante, las cuales
raria que le prestase un aspecto cuasipersonal? Con toda evidencia, lo concentran todo en un yo consciente y libre.
semejante exégesis sería demasiado sencilla. El pecado, en efecto, no
está personalificado; por el contrario, está cuasimitificado. Lejos de “ Cf. P. Ricoeur, De l’interprétation. Essai sur Freud (París 1965).
ser personal, es lo que se opone a lo personal, al yo. Es lo que per­ 11 Nnuvelles Conférences sur la psychanalyse (París 1936) 101-102.
Los datos psicoanalíticos y la exégesis 117

está presente en tres ocasiones en la epístola paulina, y en sentidos


3. Lo normal y lo patológico diferentes: la muerte inducida por el pecado, la muerte de Cristo, la
muerte al pecado. También la vida está presente bajo tres formas:
Señalemos por último que en la concepción de Pablo, lo mismo la vida antes de la ley, la vida de la carne, la vida del Espíritu.
que en la de Freud, conflicto normal y conflicto patológico no están Recordemos la relación interna de estos seis elementos. Presentan
estrictamente diferenciados. La etapa del régimen bajo la ley es ne­ la forma de la siguiente secuencia, organizada en cuatro momentos:
cesaria y, sin embargo, Pablo la describe como balbuceo religioso. la vida antes de la ley; la vida bajo la ley (que de hecho es la
N o se trata aún de la desviación religiosa del legalismo propia­ muerte acarreada por el pecado); la muerte de Cristo, con la que
mente dicho, donde el conflicto y la inquietud son suplantados por se asocia la muerte de la carne; la vida del Espíritu.
la suficiencia. Y si el conflicto del judío que cree y espera puede Como hemos visto, la vida anterior a la ley no era religiosa­
denominarse enfermedad religiosa es debido a la distorsión interna mente significativa; en la consideración del hombre religioso, no es
que tiene que sufrir la conciencia religiosa. En cambio, la ignoran­ de hecho ni vida ni muerte. A sí que Pablo no se detiene en ella:
cia del conflicto en la autosuficiencia es una verdadera enfermedad, sólo la evoca para poder pensar en la muerte bajo la ley.
una perversión religiosa que bloquea definitivamente la dinámica La muerte ocasionada por el pecado es a la vez efecto inevitable
de la historia. Ninguna exigencia de liberación acosa entonces a la de la intervención de la ley en el actual estado de la humanidad
suficiencia legalista en busca de vía hacia lo que en ocasión de la carnal, y castigo por el pecado. Encontramos ambos supuestos en
promulgación de la ley era sólo promesa. Rom 8,13; 7,24 (cf. 1,32; 2,6-11). Estos dos lenguajes Corresponden
Cualquier asimilación entre la enfermedad de la conciencia y el a los dos lenguajes sobre el pecado: éste es una potencia que pro­
drama judío, comentado por Pablo, exige finísimas matizaciones que duce en la carne la muerte cual su fruto natural, y es transgresión
deben respetar tanto los instruidos intérpretes de la complejidad del yo carnal que no cumple la ley reconocida y aprobada. Pablo
del hombre religioso como los psicoanalistas formados en la verdad tiene que conservar a la vez ambos lenguajes sobre la muerte, pues
del complejo de Edipo. Por supuesto, siempre habrá espíritus “ ilu­ intenta describir una etapa donde el yo religioso despierta a su auto­
minados” que, a fuerza de racionalismo o de voluntarismo, se com­ nomía mientras permanece cautivo de las fuerzas que lo preceden.
placerán en relegar nuestro texto al asilo de las enfermedades reli­ La muerte es natural, lo mismo que el pecado es una fuerza; y es
giosas y psíquicas.V. un castigo, lo mismo que el pecado es una transgresión. Muerte y
pecado se corresponden en la ambigüedad de su determinación.
La ley introduce una escisión en la vida indiferenciada. Vida y
V. La solución del conflicto muerte ahora se yuxtaponen, pero no se confunden. Lo que era la
vida se convierte en muerte por obra de la ley que pone de mani­
Todo nos inclina a pensar que es la etapa teológico-histórica de fiesto el engaño de la vida de la carne. Para la carne, por el con­
la fe y del Espíritu lo que permitió a Pablo elucidar y juzgar la trario, la vida de la fe es una muerte.
etapa de la ley. Desde este ángulo, el comienzo de Rom 8 es nece­ Al asociarse a la muerte de Cristo, el cristiano reconoce que la
sario para un total entendimiento de Rom 7. El capítulo 6 ya anun­ carne no es más que una muerte producida por el pecado; y al de­
ciaba, por lo demás, los dos capítulos siguientes. jarse morir efectivamente en el yo carnal, el cristiano alcanza la
Aquí, tres términos sirven de vehículo a la novedad cristiana: verdadera vida. Aceptar que la carne está muerta por el pecado es
la muerte, el Espíritu, el Padre. Vamos a considerarlos sucesiva­ morir como hombre carnal, para resucitar según una nueva vida.
mente, primero a ras del texto paulino, y después en la interpreta­ b) La relación dialéctica de la muerte y la vida es asimismo
ción psicológica. fundamentada en el psicoanálisis. También éste determina la vida
y la muerte de tres maneras que constituyen una secuencia histó­
1. La muerte rica y conducen al yo a sí mismo y a la vida. Antes de la ley del
padre, el sujeto vive con una vida indefinida en su impersonalidad
a) Para Pablo el conflicto sólo se resuelve con la muerte de uno y marginación de toda cultura. La prohibición del incesto que define
de sus términos, muerte que permite que sea sustituido por otra rea­ como muerte lo que parecía ser vida promueve el paso desde la
lidad, y subsiguiente renovación del sujeto desde dentro. La muerte
Los datos psicoanalíticos y la exégesis 119
118 A. Vergote
Recordemos que por sí sola la ley nada puede: es sólo instrumento
naturaleza a la vida de la cultura y de la ética. Para el psicoanálisis, de conocimiento, pero no ipotencia.
la castración simbólica es idéntica a una muerte: al renunciar a la Los exegetas conocen la complejidad del “ espíritu” en los textos
omnipotencia de los deseos y a la inmediatez de la vida impulsiva, paulinos. No nos corresponde ahondar en la cuestión. Simplemente
el sujeto emerge a la vida personal y consciente. El que no resuelve señalaremos que el Espíritu de Dios se encuentra con el espíritu
el conflicto edípico mediante la aceptación de la muerte, estará a del hombre. La novedad del ser cristiano es al mismo tiempo reali­
merced de la muerte impuesta por la ley, muerte que es al mismo dad ontològica y antropológica. El espíritu es un ser y una refe­
tiempo fruto natural de la transgresión y su castigo. En efecto, el rencia a Dios; digamos que es un ser y una actitud. Suscita en el
sujeto que permanece cautivo de los deseos edípicos se ve excluido hombre un nuevo deseo (fronema: Rom 8,6.27) y una nueva rela­
de la vida humana sexual, ética y civilizadora; pero al mismo tiem­ ción con Dios.
po le afecta la sentencia de muerte por la transgresión, incluso ima­
ginaria, de lo prohibido.
La similitud en la dialéctica de vida y muerte, observada por 3- El Padre
ambas partes, nos permite comprender mejor la ambigüedad de los
conceptos paulinos de vida y de muerte. La evolución de su sentido La solución del conflicto no anula la decisión instaurada por la
corresponde a la transformación de la vida religiosa que analiza ley. Para Pablo, a partir de la introducción de la ley el hombre ya
la epístola. no puede escapar a la responsabilidad ante Dios. También el cre­
Adaptando la conceptualización de J. Lacan, podemos calificar yente puede vivir según la carne; al igual que el judío, no quedará
las tres muertes de san Pablo como real, imaginaria y simbólica. La eximido de la sentencia de muerte. Lo que queda suprimido para
vida carnal bajo la ley es de hecho una muerte real, lo mismo que el cristiano es el régimen de una ley que se agota en hacer patente
la vida impulsiva en oposición a la ley del padre es la muerte real el pecado y su mortífero efecto sobre la carne impotente. Pero esto
del sujeto como persona humana. La muerte temida por el sujeto no significa que la ley como exigencia de Dios quede abrogada;
que se aferra a la vida carnal y tiende a perpetuar su existencia baste recordar las críticas de Pablo a la interpretación libertina y
anterior, es una muerte imaginaria: el sujeto teme perder la vida, teñida de gnosticismo de los corintios (1 Cor 6,12; 10,23).
cuando ha de perder la vida mortífera para vivir verdaderamente. La liberación de un régimen de ley implica dos elementos. En
La muerte aceptada es una muerte simbólica; no es suicidio, sino primer lugar, el poder del Espíritu reemplaza a la carne y hace po­
renuncia a la vida imaginaria. Y en cuanto simbólica, esta muerte sible la vida según las exigencias de Dios; quien ha recibido el
produce la vida simbólica: la del lenguaje religioso en la verdad. Espíritu puede vivir según los deseos del Espíritu en él. En segundo
En Rom 7, la muerte imaginaria está sólo implícitamente presente. lugar, el poder del Espíritu permite al hombre dirigirse a D ios de
Pablo menciona a los que se aferran a la vida (imaginaria) de la otra forma que como autor de la ley. Este último elemento forma
carne; y deja entender que, al temer una muerte que de hecho es parte integrante de toda la andadura del capítulo 7. Pablo adquiere
simbólica, mueren para la vida verdadera, engañados como están por primero conciencia de la imposibilidad de vivir según la ley (cf.
su imaginación. Pero Pablo no hace una psicología de la tentación, Rom 6,6: el deseo de la carne... no se somete a la ley de Dios; no
no desarrolla este tema. puede siquiera; y los que viven en la carne no pueden agradar a
Dios). La cólera de Dios gravita necesariamente sobre cualquier
hombre que se encuentre bajo el régimen de la ley, pero le resulta
2. El Espíritu
refractaria en razón de su modo de ser carnal. El temor de Dios, en
En los términos planteados, el conflicto no podía tener solu­ el sentido fuerte de temor paralizante, resulta inevitable apenas el
ción. Pero en el lugar del muerto (el hombre carnal asociado a la hombre adquiere conciencia de su estado. La cuestión no se plantea,
muerte de Cristo) se introduce el Espíritu que vivifica al sujeto. El sin embargo, con toda claridad más que para el creyente; sólo él
Espíritu es el poder de Dios, potencia escatológica que se había permanece verdaderamente lúcido con relación a sí mismo. En este
manifestado en los milagros y en la resurrección de Cristo. Mientras momento, sin embargo, el creyente fiel ya no está bajo el régimen
el pecado es una potencia anónima, el Espíritu es la potencia personal de la ley. Por obra del Espíritu no se ve a Dios como autor de la ley,
de Dios. Como tal, libera al yo de la fuerza que lo mantenía cautivo. sino como Padre.
120 A. Vergote Los datos psico analíticos y la exégesis 121

Aquí nos limitaremos a resumir las investigaciones de J. Jere­ permitido sin duda leer mejor la Epístola a los Romanos en su
mías sobre la cuestión del nombre de padre1S. Para hablar de Dios coherencia dialéctica. De todas maneras, la información psicoanalítí-
Jesús sólo en escasas ocasiones recurre al nombre de padre, salvo ca nos obliga a apartar las hipótesis hermenéuticas que no dan
cuando se dirige a los discípulos, y entonces dice: "Vuestro Padre” . razón satisfactoria del texto. Porque, como hemos visto, puestos a
El mismo, en su oración se dirigió siempre a D ios como su Padre: elegir entre tal o cual sentido, los exegetas se deciden por sus con­
Abba, en la fórmula aramea. También en san Pablo, aunque ausente ceptos antropológicos o bien por su precomprensión teológica.
en los discursos sobre Dios, el nombre del Padre figura cuarenta y Hay una referencia exegética que nos parece significativa en este
dos veces en fórmulas de oración litúrgica dirigida a Dios. sentido. Es sorprendente que en toda su Theologie des neuen Tes-
Podemos decir que el nombre del Padre es en verdad una ape­
taments no diga Bultmann ni una palabra sobre el Padre en la teolo­
lación directa de la fe, y no un concepto teológico. Responde al
gía paulina. A nuestro entender, esta ausencia se explica por la
acto personal por el que D ios adopta al hombre y lo identifica
manera en que Bultmann enfrenta los dos esquemas de lectura: el
como hijo (huiothesia).
teológico-histórico y el psicológico. Al considerar el yo psicológico
Rom 8,15 se inserta, pues, en la secuencia de las 'palabras-clave
que determinan el capítulo 7: inocencia inconsciente; ley y conoci­ como la conciencia judía que reconoce la infidelidad, y no como
miento del pecado; fe y conciencia de la incapacidad del ser carnal el sujeto que interioriza personalmente la historia de la salvación,
para vivir según la ley y agradar a Dios; muerte aceptada de la Bultmann no presta tampoco atención al cambio de actitud que se
carne (por la conversión); el espíritu ocupa el lugar de la carne; el manifiesta en la referencia espiritual al Padre.
creyente liberado del temor al juicio, se dirige a Dios invocándolo Nuestra finalidad no era hacer una lectura “espiritual” . Sin em­
como “Padre” . bargo, de nuestra lectura se desprende una conclusión pastoral. Este
Señalemos una última vez la homología entre el devenir cristia­ texto difícil, considerado muy rabínico, ¿puede ser leído por los
no, trazado por san Pablo, y el devenir humano, puesto de mani­ cristianos contemporáneos? Nosotros hicimos la prueba con un gru­
fiesto por el psicoanálisis. También el complejo de Edipo terminará po bíblico. Insistiendo en el prototipo judío de la ley, y explicán­
en una profunda transformación en el plano de las relaciones hu­ dolo a nivel antropológico o psicológico, se puede hacer comprender
manas. D e alguna manera, el nombre del padre está ya inscrito en la función de la ley en su impacto de negatividad dinámica. Y des­
el conflicto edípico; pero por su polaridad tensional con la madre, el pués se puede mostrar cómo en todos los niveles del hombre la ley
padre está presente ante todo como autor de la prohibición. El con­ crea la conciencia desdichada del estar dividido; cómo esta división
flicto sólo se resuelve por la iniciativa 'paterna de una reconciliación es necesaria, y cómo el malestar cultural de la culpabilidad sólo
que permitirá la realización de la promesa primera. El nombre del puede solventarse mediante un cambio radical de actitud. En reli­
padre resulta entonces transvalorado. Por encima del inevitable con­ gión, este cambio es una conversión: el abandono del deseo de res­
flicto, el padre se manifiesta como el que adopta libremente al hijo, ponder adecuadamente a la ley, para consentir que el Espíritu orien­
lo reconoce como suyo, le confiere su identidad de hijo. Y apoyán­ te al hombre confiadamente hacia el Padre ya manifestado. En este
dose en esta identidad reconocida, el hijo podrá identificarse con él punto se plantea para todos, lo mismo que para los oyentes de san
en un deseo orientado hacia la vida. Mientras el padre no se haga Pablo, la cuestión del libertinismo moral. Pero se puede hacer que
valer en su plena paternidad, y no sea reconocido como tal, el hijo los cristianos comprendan que el cambio de actitud inspira la vida;
vivirá en el temor de una ley que seguirá siendo negativa. el Espíritu inspira el comportamiento, porque es una 'potencia desi-
derante y una nueva actitud para con Dios.
Nuestra reflexión antropológica no ha añadido nada al texto
La apropiación del texto paulino es un proceso progresivo y
paulino. Creemos, sin embargo, que ayuda a ver mejor la íntima co­
lento, pues también los cristianos están divididos entre las dos acti­
herencia de todo el movimiento del pensamiento de los capítulos 7
tudes opuestas que coexisten en ellos: la indiferencia, cuando son
y 8. N o creemos haber desbordado el texto de san Pablo. Pero nues­
conscientes de su impotencia humana; la culpabilidad opresiva, cuan­
tra atención a las leyes antropológicas del devenir humano nos ha
do desean vivir según el evangelio. Por la fe el creyente es capaz
" J. Jeremías, Abba. Studien zur neutestamentlichen Theologie und Zert- de dar el salto más allá del moralismo culpable que el régimen cris­
geschichte (Gotinga 1966) 15-66. tiano de la ley supone. El término Padre, tan discutido en nuestra
122 A. Vergote

sociedad, incluso a veces en teología, adquiere toda su significación MESA R ED O N D A


en el contexto de este proceso.
Además de la luz que presta al texto paulino, la antropología En torno a A. Vergote, ayudado por Ed-
favorece la reapropiación contemporánea de este texto, separado de mond Ortigues (Universidad de Eennes) y
Jacques-Marie Pohier (Facultades de Le Saul-
nosotros por siglos de cultura, y cuya lectura está bloqueada por
choir), se agrupan tres exegetas: Antoine
toda suerte de conceptos teológicos, herederos en parte de una an­ Duprez (Seminario Mayor de Lille), Pierre
tropología estrecha. Grelot (Instituto Católico de París) y Simón
Légasse (Facultades Católicas de Toulouse).

A. DUPREZ: Escuchando su lectura de Rom 7, me ha sorprendido des­


cubrir en ella una profundidad que, como exegeta, no había sospechado
siquiera. Su análisis ha mostrado las emergencias en el seno mismo de la
formulación literaria. Por ejemplo, usted me ha mostrado cómo el simple
empleo del "yo” suponía importantes implicaciones psicológicas. N o se
trata de una mera convención literaria: es el yo de todo hombre situado
frente a la ley. Pero la cuestión esencial que yo me planteo es la siguiente:
su manera de leer a san Pablo, ¿no le presta una coherencia y una profun­
didad que lo convierten en el primero de los psicoanalistas, sin él saberlo?
Y por ahí llego al problema fundamental abordado ayer. ¿Qué relación
hay, en la interpretación de un texto, entre la intención del autor y lo que
el intérprete le hace decir? A lo cual añadiré una modesta reserva: he
echado de menos que términos tan importantes como hamartia (pecado) y
epitbymia (deseo) no hayan sido analizados con precisión a fin de captar
una pluralidad de resonancias y de niveles superpuestos.

A. VERGOTE: S u pregunta principal viene a unirse a otras observacio­


nes formuladas por escrito y que resumiría así: “ ¿Cómo respetar la homo­
logía descubierta entre Rom 7 y los datos del psicoanálisis sin operar una
reducción del texto, como si san Pablo hubiera dicho en el lenguaje religio­
so de su cultura lo que nosotros formulamos en lenguaje antropológico?"
O en otra forma: “Su lectura de san Pablo, ¿se refiere a la intención de
san Pabló, o bien proyecta sobre el objeto de su reflexión una luz que
corresponde a la intención de usted?” Para responder, partiré de esta última
formulación. ¿Qué es la intención de un autor? Es aquello a lo que apunta
cuando habla. ¿Y cuál es la intención de Pablo en Rom 7? Describir una
realidad interior que él examina retrospectivamente, a partir de su expe­
riencia en la vida según el Espíritu (cf. Rom 8). Ahora bien, creo que al
descubrir en su texto lo que yo he descrito como dos etapas sucesivas, por
una parte en el devenir judío (que aquí es una modalidad religiosa del
devenir humano suscitado por la interpelación de la ley), y por otra en el
devenir cristiano, no me he salido de lo que constituía su intención: ¿cómo
nace el hombre cristiano en el proceso de la conversión?, ¿qué significa
morir?, ¿en qué sentido puede decirse que la conversión es una liberación?
Creo que ésta es exactamente su intención. ¿He realizado una reducción
de su texto al introducir en su lectura un lenguaje psicoanalítico? Para res­
ponder, volveré a lo que decía en la introducción de mi conferencia: esta
emergencia del yo en un discurso escrito en primera persona, sus vicisitudes
a través de una escisión interior, ¿pueden describirse de otra forma que
hablando, en lenguaje contemporáneo, de una “división del yo” ? Me parece
que no. He utilizado la palabra "conflicto” para explicar que, en Rom 7,
124 Mesa redonda El yo que interpreta 125
el j o se encuentra ante una alternativa ineludible, pero que en semejante puedo, a la luz del psicoanálisis, comprenderlo mejor en su articulación
situación no existe salida. Es precisamente eso lo que hace conflictiva la interna. Pasando al nivel de la reflexión filosófica, puedo incluso decir que
situación. Al utilizar los conceptos que me proporciona el lenguaje de la
la historia del hombre con Dios no podía desarrollarse de otra manera.
psicología, no efectúo ninguna reducción; me contento con “dar forma”
a aquello de que habla Pablo. Toda lectura exegética hace, a su manera,
otro tanto. Y o no puedo pensar las cosas exactamente como las pensaba X . LÉon -Dufour : Al darnos esas precisiones sobre lo que usted llama
san Pablo. N o puedo coincidir con él. Esto es evidente. ¡Nadie puede! Pero homología, ha matizado perfectamente una fórmula empleada al comienzo
puedo penetrar en la intencionalidad de san Pablo, que está orientada hacia de su conferencia. Usted habló entonces de "cubrir la distancia cultural”
un determinado objetivo: el devenir del yo a través de un tránsito peligro­ entre el texto de san Pablo y el lector de hoy. Y ahora resulta que usted,
so, su emergencia más allá de un trágico callejón sin salida. Al emplear más que "cubrir la distancia cultural” , la respeta conscientemente. Porque
mi propio lenguaje para decir esto — división del yo, ley, conflicto, etc.— demostrar la existencia de una homología es precisamente lo opuesto a una
no hago otra cosa que poner en evidencia lo que ya estaba presente en el operación reductora cuando se hace correctamente. Pero hay otro punto
texto, aunque el texto lo diga en un lenguaje diferente, determinado por del que sería interesante hablar ahora. La ficha de trabajo que preparó a
otra cultura. los oyentes para su conferencia, ofrece una clasificación de las interpreta­
Cuando me esfuerzo en presentar una homología entre el devenir del ciones de Rom 7 propuestas por los exegetas a lo largo de la historia.
hombre cristiano y el de todo individuo que llega a la conciencia de sí Usted ha criticado dicha clasificación. Sin embargo, como nuestro congreso
a través del complejo de Edipo, ¿realizo alguna reducción? Habría reduc­ está consagrado a un trabajo de hermenéutica, sería útil asomarnos a las
ción si yo afirmase, como simple psicólogo o psicoanalista, que san Pablo interpretaciones antiguas, en particular a las de la época patrística y de la
no habla sino de un problema humano muy general; que lo que él llama Edad Media, para confrontarlas con la de usted. Podemos pedir a Pierre
la ley, el padre, etc., es sólo una realidad mítica. Un ateo podría sostener Grelot, que las ha estudiado bastante, una enumeración de las más impor­
el siguiente razonamiento: "Para Pablo, la ley está referida a un Dios per­ tantes. Así veríamos en qué lenguaje los antiguos lectores de san Pablo han
sonal, pero se puede prescindir perfectamente de esta interpretación reli­ expresado su comprensión del texto. Ello nos permitiría sin duda alguna
giosa: la ley está presente en el seno de toda sociedad humana en la que se ver mejor cómo podemos situarnos nosotros mismos desde un punto de
forma el yo” . Si yo tradujese así su texto, entonces sí que estaría realizando vista hermenéutico.
una reducción, es decir, una lectura desmitologizada en la que estaría ausen­
te la relación real del hombre con Dios. Pero no es eso lo que yo hago. P. GRELOT: El repertorio de interpretaciones propuesto por la ficha de
Yo sólo he pretendido demostrar que existe una homología real entre los trabajo parece dar preferencia, siguiendo la tendencia de muchos exegetas
dos tipos de experiencia. La homología excluye la reducción. Veamos cuál modernos, a una exégesis de tipo "autobiográfico” hacia la que nos sen­
es su alcance exacto. En psicoanálisis, el hombre que llega a la conciencia timos espontáneamente inclinados, pues no en vano hemos sido formados
de sí mismo se encuentra ante la ley del padre humano. En san Pablo, el en la escuela de la psicología clásica. Rom 7-8 describiría una experiencia
yo cristiano cuya aparición se comenta se encuentra ante la ley de Dios- interior, la de san Pablo, pero que sería conveniente reducir a sus rasgos
Padre. La referencia del psicoanálisis, su antropología, es intrafamiliar, inter­ generales de valor universal. De hecho, históricamente, el problema se ha
humana. La referencia de san Pablo, su antropología, es evidentemente re­ planteado de una forma completamente distinta. Para los exegetas de la
ligiosa, en una perspectiva estrictamente monoteísta. Pero existe por ambas época patrística se trataba ante todo de mostrar que el texto conservaba un
partes un mismo vector, un campo de fuerzas análogo: el marco de refe­ valor de actualidad. En consecuencia, nunca se refirieron a dichos capítulos
rencias en cuyo interior el sujeto emerge a la existencia. En el plano de la en términos abstractos, sino simándose en el punto de vista de la expe­
psicología se trata de las pulsiones, la ley, el padre; en san Pablo, es la
riencia espiritual a la que es invitado el cristiano. La interpretación más
“carne” con sus codicias, la ley, Dios-Padre autor de la ley. En ambos casos,
el yo se encuentra simado en ese campo de fuerzas; es en él donde “ advie­ antigua sigue siendo la que representa el san Agustín de la primera época,
ne" y se desarrolla. Existe, pues, una relación, una similitud entre los dos en la primera Cuestión a Simpliciano (hacia el año 390). San Pablo, en
procesos. Comprobar dicha similitud no es explicar el devenir cristiano me­ Rom 7, se expresa en nombre “ del hombre bajo la ley” (entendamos: la
diante el psicoanálisis; es mostrar que todo lo que me sucede, en cuanto ley del Antiguo Testamento). El mismo estuvo antes de su conversión
persona religiosa (cristiana), acontece según determinadas leyes de evolu­ "bajo la ley” , de modo que es algo de lo que puede hablar por expe­
ción que encontramos por doquier en el desarrollo de la persona, tanto si riencia. Y así muestra cómo "el hombre bajo la ley” no puede escapar a
la referencia es simplemente humana y limitada a las perspectivas de la la esclavitud del pecado: lucha contra el pecado, es cierto, pero sucumbe
psicología como si es religiosa en un sentido estrictamente monoteísta. ¿Por necesariamente, vencido por la debilidad de la carne. Pero una vez que ha
qué existe esta similitud, esta homología? Un teólogo diría: en virtud de pasado bajo la influencia del Espíritu, su situación se transforma: se vuelve
las mismas leyes de la naturaleza humana, tales como resultan de la inten­ capaz de triunfar sobre el pecado que antes lo dominaba. Y es de notar
ción del Creador. Cuando Dios habla al hombre, es necesario inscribir su que esta primera interpretación del texto vuelve a encontrarse, grosso modo,
palabra en un discurso humano. Asimismo, cuando se hace personalmente en autores orientales antiguos de procedencias muy dispares: en Orígenes,
presente al hombre en esa presencia de gracia que nos desvela la revelación y también en la escuela de Antioquía. Es, pues, muy ampliamente com­
cristiana, el devenir del hombre que descubre esa presencia pasa necesaria­ partida. Pero resulta que en el propio san Agustín ha sufrido una profunda
mente por unas leyes de estructura inscritas en su naturaleza. Lo que san alteración, por motivos de índole teológica, pero también por efecto de las
Pablo describe como una ley de formación para la existencia cristiana, yo controversias.
El yo que interpreta 127
126 Mesa redonda
escriturísticos ni a los tratados teológicos, sino que se refiere directamente
X. LÉON-DUFOUR: ¿Podría usted precisar ese punto? a la experiencia interior del propio Agustín. El señor Vergote nos hacía
ver hace un momento cómo Rom 7 describe el itinerario del hombre
P. GRELOT: A partir del momento en que san Agustín se vio confron­ camino de la existencia cristiana. Ahora bien, san Agustín experimentó
tado con la teología pelagiana, que precisamente utilizaba dicha interpre­ personalmente esa trayectoria, y es precisamente en el relato de su propia
tación para las exigencias de su argumentación, se vio obligado a transferir
conversión — escrito, es cierto, a la luz de la vida según el Espíritu—
a la experiencia del hombre justificado todo el contenido de Rom 7. Y así donde superpone y confunde los datos de esos dos textos, que le sirven de
creyó ver, todo a lo largo de este capítulo, el yo del hombre bajo la gracia, claves de lectura para comprender su propio pasado. El texto en cuestión se
que se siente todavía escindido, que de cierta maneta se ve sim al justas et encuentra en el libro III de las Confesiones (V il, x, 22). Al referir las
peccator. Este entendimiento del pecado que continúa reinando sobre el
últimas moratorias de su corazón escindido y de su voluntad dividida en su
hombre está evidentemente ligado al hecho de la concupiscencia, que persis­
propia contra, descubre en ellas no sólo un combate entre carne y razón,
te incluso después de la justificación. Encontramos una interpretación de
sino la lucha entre la carne y el espíritu. He aquí lo que escribe: El ene­
este tipo — la de Agustín en su segunda época— en sus Retractationes, en
migo tenía sometida mi voluntad [por enemigo hay que entender el pecado
su obra Contra dos cartas de los Pelagianos (1,8-11 y 23-24; PL 44), en su
personificado de Rom 7 ]; la había convertido en una cadena con la que
tratado De nuptüs et concupiscentia (1,27-32; PL 44). Agustín abrió de
me tenia trabado. Y es que de la voluntad perversa mana el deseo, de la
esta manera una vía por la que seguirían tras él muchos intérpretes occi­ servidumbre del deseo mana el hábito, y de la no resistencia al hábito, la
dentales. Tomemos a título de ejemplo la Lectura de la epístola a los Ro­
necesidad. [Señalemos de pasada este tema casi freudiano: el hombre prisio­
manos de santo Tomás de Aquíno. A diferencia de los Padres, santo Tomás nero de la Ananké}. Mediante la cadena formada por esos eslabones enla-
no pretende ante todo actualizar el texto con vistas a la edificación de los zados, me encontraba encadenado a una dura servidumbre. Mi nueva volun­
lectores, sino clasificar las opiniones teológicas propuestas antes de él para tad incipiente, voluntad de rendirte un culto desinteresado y de gozar de
valorar dogmáticamente el contenido del texto con todo el rigor de un esco­ ti, oh Dios, único gozo seguro... [Subrayemos que esa voluntad ya no es,
lástico. De camino se encuentra con las dos opiniones agustinianas, eviden­
propiamente hablando, el querer impotente de Rom 7,15.18, en pugna con
temente incompatibles entre sí; entonces muestra sus posibilidades de apli­
la sola ley: adquiere consistencia en una relación yo/tú por la que el hom­
cación todo a lo largo de Rom 7, pero se inclina claramente a favor de la bre queda religado a Dios, relación que además siente como posibilidad de
segunda. Y termina decidiéndose por una interpretación según la cual san
conferirle lo que, en la expresión cristiana, le proporcionará el gozo}. Aque­
Pablo, cuando dice: “Ego autem carnalis sum, venumdatus sub peccato” lla voluntad todavía no era capaz de superar la anterior, cuya fuerza con­
(Rom 7,14), habla por boca del hombre pecador, naturalmente antes de su sistía en su antigüedad. Y así, dos voluntades igualmente m ías... [No es­
justificación, pero también después de ella. Cuando Calvino haga suya la
tamos ya ante el lenguaje de Rom 7 , donde san Pablo no hablaba de dos
misma exégesis en el siglo XVI para intentar fundamentar en ella su propia
voluntades}, antigua la una y la otra nueva [irrupción del tema paulino del
teoría de la justificación, lo hará en buena compañía. Sin embargo, hay que
hombre nuevo}, aquélla carnal y espiritual ésta [Agustín anticipa aquí la
hacer constar que, en esta perspectiva, san Agustín y santo Tomás encuen­
experiencia del hombre cristiano que vive según el Espíritu, pero es que él
tran dificultad en varias ocasiones para explicar las expresiones empleadas
mismo está entonces bajo la influencia del Espíritu], las dos voluntades
en Rom 7. Y sólo lo logran superponiendo rígidamente la terminología de
chocaban entre sí y en su discordia dislocaban mi alma. De esta manera
este capítulo (y su par de términos caro/mens) a la de Gál 5 (con su par comprendí por experiencia personal lo que había leído: cómo el deseo de
oaro/spkitus), proyectando de esta forma sobre la mens de Rom 7 (“ legem
la carne va contra el espíritu y el espíritu contra la carne. [Vemos cómct
mentís meae” ; 7,23) la idea de Espíritu tal como la encontramos en Gál 5
los dos términos “carne/espíritu", tomados de Gál 5, entran en escena en
(y, por consiguiente, en Rom 8). La interpretación sólo resulta coherente
un relato que se refería, en su punto de partida, al debate entre la carne
bajo este supuesto.
y la razón]. Agustín prosigue: Las dos partes era yo [el yo de Rom 7];
X. LÉon-Dufour: Pero ¿qué debemos pensar de esa superposición de pero mi yo aparecía con más plenitud en lo que yo aprobaba en mí mismo
las dos terminologías? que en lo que desaprobaba. En efecto, en este último caso se trataba más
bien de un no yo [Agustín se reconoce, pues, prisionero del “ no yo” , con­
P. GRELOT: Creo que es errónea, a pesar de que yo caí en la misma cepto que coincide con un importante supuesto de la psicología}; pues la
trampa en 1968, en un artículo de la “Nouvelle Revue Théologique” mayor parte del tiempo, más que disfrutar con su realización, lo sufría a
(p. 342). Como ustedes ven, también yo escribo mis Retractationes. De to­ disgusto. Un poco más adelante el relato vuelve sobre el mismo tema, con
das formas, no quiero decir que haya que rechazar todas las observaciones idéntica superposición de Rom 7 y Gál 5: Cuando deliberaba [subrayemos
de santo Tomás sobre Rom 7. Al contrario. Por ejemplo, cuando dice que esta deliberación, que presupone todavía la actividad de lo que Pablo llama
el hombre, "venumdatus sub peccato” , el hombre en quien-el pecado “pro­ la “ razón”] para saber si podría servir al Señor mi Dios tal como lo había
duce toda clase de concupiscencias" (7,8), no obra propiamente hablando, decidido hacia tiempo [decisión dependiente del querer, pero que no con­
sino que es obrado por el pecado (cf. 7,20), emplea una expresión que da cluye en una determinación eficaz], había un yo que quería y un yo que
que pensar, pues resulta interesante desde el punto de vista psicológico. no quería; sí, en ambos casos, era yo. Quería, pero no totalmente; y no
Pero me gustaría volver sobre las dos interpretaciones agustinianas de quería, pero tampoco completamente. [Esta es exactamente la situación des­
que he hablado, para intentar comprender cómo san Agustín llegó a sobre­ crita en Rom 7, 15-23]. Estaba en disputa conmigo mismo y me dislocaba.
poner finalmente Rom 7 y G ál 5 para explicad el primer texto por el se­ Esta dislocación de mí mismo se producía a mi pesar. Sin embargo, lo que
gundo. Para ello me apoyaré en un texto que no pertenece a los comentarios ponía de relieve no era el estado natural de una razón distinta de la mía;
128
El yo que interpreta 129
Mesa redonda
en el hombre a la carne? Ya he sugerido la respuesta. San Pablo no supri­
erm la miseria de la mía. [Estamos ante el yo dividido de que hablaba hace me, con toda evidencia, la totalidad del conflicto en el interior del cristiano.
un momento Vergote: su escisión constituye su miseria esencial}. Pero tam­ En Gál 5 acentúa más bien el hecho de que el cristiano se encuentra
poco era yo el que realizaba aquello, simo el Pecado que habitaba en mí. constantemente ante una opción, porque sigue siendo un ser radicalmente
[He ahí, aislado, al enemigo, al "no yo” interior al yo, el pecado personi­ carnal. En este sentido, yo diría que en el interior del hombre convertido
ficado entendido como potencia}. Se trataba del pecado que habitaba en mí, subsiste efectivamente el conflicto de que habla san Agustín y al que alu­
como castigo de un pecado cometido con mayor libertad que la que yo den otros textos de san Pablo: aquellos donde dice que el cristiano debe
mismo disponía, porque yo era hijo de Adán. Aquí Agustín hace interve­ "luchar contra la carne”. Nada, pues, menos parecido a una liberación má­
nir su entendimiento teológico del misterio del mal presente y actuante en gica del poder del pecado; este poder continúa ahí, constantemente dis­
el hombre: el pecado original y la concupiscencia como consecuencia del
puesto a invadir su carne. Por eso el cristiano permanece en todo momento
pecado cometido en los orígenes. N o me extiendo más. Me parece que el
ante una elección necesaria. Pero no es eso lo que describe Rom 7. A mi
texto de las Confesiones es importante porque muestrá cómo san Agustín
pudo pasar de una primera interpretación de Rom 7, donde la oposición entender, lo que san Agustín evoca en su segunda interpretación es la
entre carne y razón quedaba respetada, a una segunda interpretación, donde permanencia de una tensión en el interior del cristiano convertido: la lucha
esta oposición fundamental se asentaba en la oposición entre carne y espíritu del espírim contra la carne y sus concupiscencias tal como se evoca en
hasta confundirse finalmente con ella. Porque en el momento en que el Gál. 5. Se trata, si se quiere, del análisis del yo cristiano actual, importu­
Espíritu de Dios actúa sobre él para hacer que su querer impotente pase nado por poderes contradictorios. Esta interpretación es también psicoló­
a la acción, su trágico debate consigo mismo cambia efectivamente de sen­ gica. Analiza la psicología de la tentación. No contradice los presupuestos
tido pasando de la primera perspectiva a la segunda. de Rom 7, pero no aparece en este texto. Pero si se quiere relacionar
Rom 7 con esta psicología de la tentación, se llega a algo esencial, porque
X . LÉON-Dufour : De hecho, ese texto de san Agustín nos pone ante la psicología de la tentación sólo es posible en un marco más general, que
una interpretación de Rom 7 promovida por la experiencia personal de una precisamente está esbozado, analizado y determinado por Rom 7.
conversión, rememorada a la luz de la experiencia cristiana. La interpreta­ En cuanto al conflicto evocado en este pasaje, Pablo nos dice que el
ción propuesta por A. Vergote era otra. Comparando las dos, cabe pregun­ hombre tiene una radical posibilidad de solventarlo. Lo que puede resultar
tarse si la de Vergote no se refería más bien a una experiencia que podría­ molesto, desde un punto de vista moderno, es su discreción sobre esa
mos calificar de universal, y si el lenguaje que la enuncia puede aspirar a la solución. Dice que, gracias al Espíritu, tenemos una nueva actitud hacia
universalidad. Tal es, según creo, el proyecto de la actual antropología: Dios, al que podemos llamar "Abba, Padre” (8,15); también dice que
descubrir al hombre en su universalidad. Me gustaría, pues, que Vergote podemos liberarnos en principio de las concupiscencias de la carne. Pero
precisase un poco cómo se sitúa su propia lectura con relación a la que podría objetarse que esa posibilidad es muy pobre, puesto que en cierto
acaba de hacerse y cómo puede hablar a propósito de Rom 7 de una psico­ modo seguimos sufriendo los embates del poder del pecado (personificado).
logía con valor universal. Hay, sin embargo, una diferencia: se nos ofrece una salida que en el caso
de la ley sola no se ofrecía. En una palabra, la estructura (psicológica y
A. VERGOTE: Hay dos cuestiones distintas: 1) la relación objetiva de teológica) fundamental que constituye el ¡hombre — y que subsiste, por lo
Rom 7 con las sucesivas interpretaciones de Agustín, y en particular con la tanto, incluso en la existencia cristiana— queda descrita en Rom 7. Pero
del texto de las Confesiones, que lee en Pablo una lucha interior idéntica lo que acontece en el interior de esa estructura fundamental, ese nuevo
a la que terminó en la conversión de Agustín [situación del hombre cris­ conflicto entre carne y espíritu que se trataba en el yo cristiano, constituye
tiano); 2) la cuestión del valor universal del texto de Rom 7: ¿es válida otra realidad que no hay que buscar en Rom 7, sino en Gál 5. Y podemos
siempre y para cualquier hombre? Procedamos metódicamente. decir lo mismo, de manera significativa, a partir de los supuestos del psico­
Respecto al primer punto, cuando leo objetivamente Rom 7 me parece análisis. Cuando el psicoanálisis dice que el complejo de Edipo se resuelve
clarísimo que no se trate de un análisis psicológico de la conversión ni en la infancia, no olvida que, en la adolescencia, el complejo reaparece de
tampoco de la tentación. Y a he dicho antes por qué. San Pablo nos pone otra forma. La adolescencia es un segundo momento crucial de la existencia.
en presencia del yo que, al afrontar la ley, se descubre a sí mismo como De nuevo, pero esta vez conscientemente — porque entonces, por el sentido
yo y se ve inmediatamente implicado en su conflicto insoluble. En un de la amistad y el despertar del erotismo, el joven es consciente de lo que
segundo panel del mismo cuadro, en Rom 8, el conflicto se resolverá por
pasa en él-—, el adolescente tiene que tomar y reasumir personalmente en
irrupción del poder del Espíritu en el yo antes entregado a las fuerzas de
una existencia más refleja la estructura que se había formado en él en la
la muerte. Tal era en el fondo la interpretación de Orígenes y de Agustín
en su primera versión. Podemos decir que corresponde perfectamente a la época de su infancia. Sería completamente erróneo representarse el devenir
estructura fundamental del texto. En cuanto a la segunda interpretación de de la persona como un mecanismo puesto en marcha de una vez para
Agustín, que refiere el texto al combate interior del hombre justificado, he siempre en la etapa de la infancia. En la adolescencia se produce un desarro­
aquí cómo veo la cuestión. ¿Es que la entrada en escena del Espíritu llo temporal: la Geschichtlichkeit; el proceso personal estructurado con
de Dios, que, según dice san Pablo, “se une a nuestro espíritu" (Rom 8,16) anterioridad habrá de ser reasumido para permitir el paso a la edad adulta.
y nos libera, suprime todo conflicto en el interior del hombre cristiano? En Pero este segundo momento puede acontecer porque, en un primer momen­
toda explicación espiritual, catequética o pastoral del texto, se llega a esa to, quedó impuesta una estructura. Podría aplicarse análogamente la misma
pregunta. El hombre cristiano, ¿queda ipso facto, y como mágicamente, ley a la existencia cristiana. El primer momento, el de la conversión, está
liberado del conflicto? ¿Es el Espíritu un poder antinómico que sustituye descrito en Rom 7; y el segundo, en Gál 5. ¿Aclara esto algo?
9
130 Mesa redonda El yo que interpreta 131

E. ORTIGUES: En primer lugar, voy a hacer una observación sobre las habla un lenguaje que no es sólo un lenguaje antropológico universal, sino
dos lecturas propuestas: la lectura antropológica y la lectura teológica. En­ que está marcado por la historicidad. Partamos de la hipótesis siguiente.
tre ambas hay una diferencia notable. En la lectura teológica interviene un Imaginemos una sociedad o, mejor dicho, una religión no monoteísta en la
elemento de historicidad esencial y que no podemos eliminar. Aun cuando que no existiera un Dios en relación personal con el fiel. Porque ése es
admitamos que Pablo habla de la ley de una forma general, se sitúa en la efectivamente el punto de partida de san Pablo: la ley me habla en cuanto
perspectiva de una historia. La ley de que habla es la ley tal como se en­ ley de Dios, y quien responde a esa interrogación de la ley es el yo reli­
tiende en el judaismo. Desde el punto de vista antropológico, la perspectiva gioso. Otra cosa sería la religión griega: en ella las divinidades no hablaban
es algo diferente. Si he comprendido bien a A. Vergote, él ha mostrado a sus fieles, sino que revelaban en enigmas las realidades del mundo. Basta
que el psicoanálisis plantea una cuestión antropológica. Pero ¿cómo la leer sobre este punto el libro de J.-P. Vernant, Mythe et pensée chez les
plantea? Por ser una ciencia del hombre basada en la práctica, remite senci­ Grecs. En tal caso, cuando no hay un Dios que hable a sus fieles, nos
llamente a la palabra de un sujeto. El psicoanálisis no tiene nada que ense­ hallamos en otro contexto completamente distinto del que dio forma a
ñar, nada que decir. Su tarea consiste en confrontar una palabra consigo Rom 7. En ese sentido podría decirse que de hecho lo que san Pablo escri­
misma. Y a partir de esta situación, en una segunda etapa, elabora una bió en ese texto no significa nada en el otro marco. Y yo estaría bastante
teoría ya de orden antropológico, una teoría en la que precisamente inter­ de acuerdo en admitir que, efectivamente, en tal caso no nos encontramos
vienen esos conceptos notablemente presentados hace un momento: la ley, en una religión de la culpabilidad, sino más bien en una religión de la
el padre, el conflicto, la muerte, la culpa, etc. Efectivamente, esos elemen­ vergüenza, donde la ley de la sociedad y las costumbres dan la impresión
tos forman parte constituyente de la existencia humana. Además, la persis­ de sentirse siempre juzgado por el prójimo. Sin embargo, reconozco que
tencia de una lucha interior es una idea moral generalmente admitida. Si, los psicoanalistas mantenemos no pocas controversias a este respecto. Por
como se ha dicho, el conflicto subsiste siempre, y la angustia de la muerte el contrario, en Pablo no se trata de una vergüenza de ese género. Existe
está presente hasta el final, e igualmente la culpa, por lo mismo subsistirán verdaderamente una confrontación personal del hombre con Dios. Desde este
todos los problemas planteados al principio, porque son los problemas mis­ punto de vista, ya no estamos ante una religión de tipo “universal", pues
mos de la vida. Pero de un lado y del otro de estos problemas, la referencia el hombre aparece en ella como un ser histórico; su yo (o por lo menos
universal es el lenguaje. Como ha mostrado A. Vergote, el lenguaje nos su yo religioso) está modelado por esa estructura de confrontación directa
instituye a unos respecto a otros en una relación de yo a tú. Y este lenguaje con Dios. Y o diría lo mismo en el plano antropológico: en una sociedad
común a todos no es un término de la alternativa en que desemboca el que no se organizara en torno a la constelación familiar, como es nuestro
conflicto: es en él, en su función de medio común, donde se plantea toda caso, se encontraría otro tipo de hombre, y lo que Freud escribió tendría
la alternativa. Pero yo pienso que ese lenguaje común, donde, si ustedes una significación completamente distinta. En este sentido, pienso que efec­
quieren, se revela nuestra existencia, no es uno de los términos de la alter­ tivamente no puede hablarse de un hombre universal, o, si ustedes prefieren,
nativa, puesto que es el lugar común de nuestra presencia en el mundo, creo que no existe una naturaleza humana general. Hay diferentes posibili­
medio de expresión y de intercambio de todas las alternativas. Es la base dades de ser, en las que el amor, el sexo, la muerte, Dios, el padre, pueden
de nuestra propia comprensión en nuestros conflictos, en nuestras existen­ presentarse de distinta manera, y en las que la .persona está asimismo estruc­
cias. Así, pues, el lenguaje es nuestro mediador universal. A partir de este turada de modo diverso según la particular configuración de todos esos
supuesto vuelvo a la lectura teológica, y querría plantear una cuestión al presupuestos. Así, pues, nada de hombre universal, ni en antropología, ni
respecto. Es cierto que Rom 7 se presta a una confrontación entre teología a fortiori en religión. Lo que san Pablo escribe en Rom 7-8 tiene valor
y antropología, y esta confrontación resulta muy reveladora. Efectivamente, estrictamente dentro de una religión monoteísta, donde el DiosjPadre habla
hay en el texto bastante proximidad de puntos de vista; con reserva, sin a su fiel a través de una ley que lo interpela: "Harás tal cosa...". Esto,
embargo, de que me parece que Pablo se sitúa en una perspectiva histórica respecto al primer punto.
que excluye lo puramente antropológico. Pero en la continuación del texto, Pero nos encontramos ante una segunda cuestión, planteada por J.-M.
en Rom 8, la cuestión resulta mucho más difícil de formular. En efecto, Pohier: “Puesto que Rom 7 se dirige a mí en mi singularidad de creyente,
no está tan clara la situación que en él ocupa el Espíritu. Resulta extraño que no puede hablarse de universalidad, puesto que el texto me afecta en mi
el Espíritu, si lo juzgamos por el paralelismo del texto de Gál 5, aparezca singularidad de creyente” . Aquí se plantea un problema muy importante.
también como uno de los términos de una alternativa. N o aparece como Lo específico del discurso cristiano, ¿no consiste precisamente en que, sien­
totalidad consciente de sí, sino como un superyó. Es una de las partes com­ do personal, conserva un alcance universal? Me parece que tal es su carac­
prometidas en el conflicto. ¿Cómo desenmarañar es madeja? terística. Y esto es precisamente lo que dificulta el diálogo entre cristianos
y no creyentes, lo que a veces hace que éstos se muestren reacios. Sucede
A. VERGOTE: Creo que estableciendo una serie con esas cuestiones y re- que algunos cristianos, conscientes de este “ecumenismo” del discurso del
agrupándolas resultarán más claras al auditorio. En lo que acaba de ser que son depositarios, intentan elaborarlo en una especie de pretensión (re­
dicho yo veo tres cuestiones: 1) ¿Existe un lenguaje universal válido para ligiosa o antropológica) universal, apta para englobar todas las religiones,
cualquier hombre? 2) El texto de Rom 7, ¿me habla a mí en mi singula­ o incluso todas las mentalidades humanas. Esto es, en cierto modo, una
ridad o se dirige al hombre en general? 3) El Espíritu a que se alude en empresa imposible, puesto que por definición el discurso cristiano es el
Rom 8, ¿es un elemento conflictivo? discurso de un Dios que se dirige personalmente a su fiel, el cual lo reco­
En lo que se refiere al lenguaje universal, E. Ortigues dice: lo univer­ noce como Dios en la fe. Pero esta observación no agota en realidad su
sal es el lenguaje mismo, puesto que es la ley común de nuestra existencia contenido, pues conjuga dos características contrarias. Por una parte, es el
desvelada, el lugar de nuestra presencia en el mundo. Ahora bien, Pablo discurso de un Dios universal, que intenta dirigirse a todos los hombres.
Mesa redonda El yo que interpreta 133
132
Cristo) que también existe en mí, más allá del binomio constitutivo del
Por otra, es también un discurso histórico, que se dirige al yo en su sin­ conflicto, otro poder que mantiene una relación completamente diferente
gularidad y hace surgir así en el hombre el yo religioso. En este hecho no con el yo. Porque el Espíritu se une al yo para ayudarlo a obedecer la ley
hay ninguna contradicción. Lo propio del cristianismo es, en efecto, ser a e incluso a reconocerla en su valor positivo, como mediación entre yo y un
la vez completamente personalizado y personalizante, pero también de al­ Dios al que puedo llamar “Abba, Padre” . El Espíritu me infunde, pues, el
cance universal. verdadero entendimiento de la ley; y al mismo tiempo — pero esto resulta
Y llegamos a la tercera cuestión, planteada por E. Ortigues. Me hace la difícil de decir si queremos escapar a una formulación que prestaría a las
objeción de que “el Espíritu no está en situación de ser considerado me­ cosas una apariencia mágica— me hace posible obrar según la ley. Natural­
diador universal; en la constelación de los conceptos paulinos aparece como mente, esto no se produce de forma automática. Incluso después de la inter­
uno de los términos dentro de un conflicto” . N o entiendo, lo confieso. vención del Espíritu subsiste en mí una verdadera lucha interior. Pero no
Porque el conflicto, tal como Pablo lo describe en Rom 7, alude a dos se trata de una lucha en la que el Espíritu intervenga a la manera de los
términos muy concretos: de una parte, el yo cuya voluntad, situada en pre­ términos del conflicto señalados más arriba. Sigue siendo la lucha del yo
sencia de la ley, quiere obedecer a la ley y vivir según la ley; de otra, 'a contra el poder del pecado. En Rom 8, san Pablo no se detiene apenas a
sarx, la "carne”, sometida en cuanto tal al poder del pecado personificado. analizar esta psicología del cristiano en lucha para permitir al Espíritu obrar
E>e esta última realidad habla Pablo en términos casi míticos, aunque nues­ y vivir en él. Pero resulta claro que para él el Espíritu actúa como función
tra teología del pecado original tiende a presentarla bajo una forma racio- mediadora, puesto que reconcilia al yo con la ley, haciendo posible el reco­
ral. La sarx es lo que verdaderamente se halla en el límite de mi ser, en nocimiento de la ley como ley de Dios Padre y la integración de esta ley
la frontera entre el yo y el “no yo”. Desde este punto de vista, puedo decir en el yo liberado de la tiranía del pecado.
que, impulsado por la carne, soy responsable de mis actos y no lo soy. Soy
responsable, porque mi carne no es un objeto del mundo que me rodea. E. ORTIGUES: S u explicación me parece clara. Sin embargo, voy a es­
Pero, al mismo tiempo, tampoco es totalmente mía; no es esa voluntad lo forzarme por relacionarla con los términos de mi cuestión. Yo decía que el
que constituye el dinamismo interior del yo. La voluntad ha de pasar por lenguaje es nuestro constituyente universal, la mediación universal, cuales­
la carne para afirmarse en el yo, a causa de mi condición corporal; pero, quiera que sean sus formas históricas. El Espíritu hace de mediador para
al mismo tiempo, el yo tiene en la carne su límite, su frontera. Y es pre­ aportar una solución al conflicto interior. Pero sólo cumple esta función
cisamente en esa frontera del yo donde me descubro sometido a la domina­ en el caso de que preceda una elección. Ahora bien, hablar de elección no
ción del pecado. Emplear la palabra pecado es, en cierto sentido, emplear es evocar un fenómeno intemporal y universal, sino un hecho histórico que
un lenguaje jurídico, puesto que, según el mismo san Pablo, el pecado es se produce para mí en el despliegue de mi temporalidad. El reconocimiento
el acto por el cual yo infrinjo la ley. Pero tal manera de hablar del pecado de esta elección no pertenece al ámbito de la antropología, que se centra en
no agota su naturaleza. Esta sólo puede ser expresada, en última instancia, una generalidad reconocible por doquier, sino que se mueve sólo en el
en términos míticos. Porque, desde otro punto de vista, el pecado que me ámbito de la teología, la cual tiene por fundamento una experiencia de fe
domina y me arrastra a infringir la ley no es verdaderamente el yo: al previa. Hay, pues, que mantener la distinción entre una lectura antropoló­
contrario, es lo que le impide afirmarse como yo. Es todo lo contrario de gica y una lectura teológica del texto. Y ello plantea un problema funda­
una realidad personalizante. En cierto sentido, yo no cometo el pecado, sino mental: el de un método exegético apto para englobar los dos planos. ¿Cuál
que está ahí, me posee, y yo me dejo poseer y embaucar por él. Está ahí es su opinión acerca del problema metodológico así planteado?
a la manera de una fuerza extraña. ¿Puedo hablar de otra manera acerca
de una realidad que no es mi querer, sino que obstaculiza la decisión de A. VERGOTE: Hay que distinguir varios puntos. El primero se refiere a
mi querer? Se puede, con san Agustín, racionalizar de alguna forma este la elección del método; el segundo tiene que ver con los presupuestos de
aspecto oscuro de la experiencia humana, hablando de pecado original este método; el tercero concierne a los límites del método.
e intentando explicar cómo ese pecado original es algo heredado por mí, Abordemos el primer punto. Hacer la exégesis de un texto es liberar
cómo perpetúa en mí (y en cada hambre) las consecuencias del pecado co­ su sentido. N o quiero hablar a este respecto de todas las cuestiones meto­
metido en los orígenes. Pero ¿aclara todo esto algo? ¿Es posible expresar dológicas que Paul Ricoeur ha explicado con toda precisión. Pero enunciar
esta realidad sin hablar de una fuerza? N o una fuerza cósmica, como en el sentido de un texto implica también que éste contiene un discurso sobre
los dualismos metafísicos (por ejemplo, el de los maniqueos, combatidos el hombre. Sin duda alguna, en su objeto explícito, puede tratarse de un
por san Agustín), pero sí real, una fuerza que obra en mí, que me hace discurso sobre Dios. Pero creo que un discurso sobre Dios no puede tener
realizar unos actos, que por consiguiente es de alguna manera yo. Resu­ un sentido objetivo independientemente del hombre: sigue siendo un dis­
miendo, en san Pablo el conflicto se desarrolla entre el yo que quiere obe­ curso "sobre el hombre en relación con Dios". Su interpretación difícil­
decer a la ley y lo que, en el yo, está sometido a esa potencia del pecado: mente podrá hacer abstracción de las categorías que requiere todo discurso
la carne. En esta perspectiva, el Espíritu no es en absoluto uno de los tér­ sobre la relación del hombre con Dios, sobre todo si ese texto habla de la
minos del conflicto. Sólo interviene en el desenlace del conflicto, y precisa­ conversión, de la relación que está a punto de establecerse entre el hombre
mente para solventarlo. Por consiguiente, no ocupa el puesto de la ley, que y Dios. En cuanto a la elección del método, no veo qué más podría res­
está frente al yo pecador, sino el de la potencia del pecado. El binomio ponder. Desde el momento en que tengo ante mí un texto donde se trata
del conflicto consiste, por una parte, en el yo más la ley, el yo que emerge de ley, de deseo, de carne, etc., debo reconocer que Pablo, sin ser filósofo
cuando se sitúa frente a la ley, y, por la otra, en el poder del pecado que ni psicólogo, sino expresándose como los poetas o los dramaturgos, habla,
quiérase o no, de los vectores — digamos "psicológicos”— que componen
invade al yo a través de la carne. El Espíritu es de un orden completa­
mente distinto. Situado yo mismo en medio del conflicto, descubro (por
154 Mesa redonda El yo que interpreta 135
esa realidad que llamamos hombre. ¿Y no resulta esclarecedor ver, como ha ¿Puede decirse que esto constituye un método? Todo depende de lo que se
sido mi intento, hasta qué punto ¡Pablo me permite comprender que el entienda por tal. ¿Qué es un método? Una forma de proceder para ir hacia
hombre puede ser superado por unas fuerzas que hacen imposible el ejer­ el centro de gravedad de un texto. Pero esto se puede efectuar de varias
cicio de su querer? maneras. Tomemos un ejemplo sacado de la exégesis de Gn 1. Para pre­
Así llegamos a los presupuestos de mi método de lectura. El texto que sentar la actividad creadora de Dios, el autor del texto emplea en primer
analizo me habla de la relación del hombre con Dios, pero desarrollando lugar el término separación, que aplica al conjunto de la naturaleza me­
este discurso a partir 'de una serie de concepciones antropológicas peculiares diante las parejas de palabras: luz/tinieblas, cielo/tierra. Después, de re­
de un cierto medio cultural. Pablo no reflexionó sobre estos presupuestos, pente, cuando aborda la creación de las plantas y los animales, ya no habla
porque no hizo un estudio técnico del pensamiento, del yo, de lo que hoy de separación, sino de producción (1,11.20.24). Por último, cuando aborda
llamamos experiencia. ¡La intención de su texto está impulsada por concep­ la creación del hombre, muestra a Dios diciendo: “Hagamos al hombre...” .
tos que yacen en su espíritu y que determinan su manera de ver al hombre. ¿Ha reflexionado el autor intencionalmente en la diversidad de términos
Lo mismo sucede con todos nosotros: cuando intentamos decir algo sobre el empleados? Probablemente no: los ha utilizado espontáneamente. Sin em­
hombre, también lo decimos a través de conceptos más o menos conscientes, bargo, releyendo el texto a distancia puedo decir que esos términos no están
más o menos esclarecedores, más o menos diferenciados. En este sentido ahí por casualidad. La palabra producir y los términos emparentados con
podría decirse que estos conceptos hablan a través de nosotros y dirigen ella implican una consideración de la naturaleza como fuerza productiva,
nuestra investigación sobre la verdad del hombre. En tales condiciones, lo mientras que el término separar procede de un lenguaje mitológico que
que la antropología hace es estudiar más de cerca esta concepción del hom­ alude a la diferenciación de las cosas. Se separan las cosas para manifes­
bre subyacente al discurso, para sacar a la luz sus implicaciones concretas. tarlas en su ser diferente: luz/tinieblas, cielo/tierra, constituyen estructuras
El presupuesto metodológico viene a ser el siguiente: la intención de un oposicionales. Un análisis semejante del lenguaje de Gn 1, ¿constituye un
autor nunca es tan refleja y consciente que no haya un medio de reflexionar método o no? Me parece que sí. En exégesis, el método no es sólo la apli­
sobre las implicaciones de su discurso. El progreso de la cultura se realiza cación de una técnica particular. Exige también que se tenga en cuenta la
a través de esta reflexión misma. Pongamos una comparación. La palabra estructura del texto, que se la tome en serio, que se suponga que nada en
griega cosmos no proviene del medio bíblico. Pertenece al medio de civili­ ella es producto del azar. Es cierto que en el habla popular interviene a
zación griego para designar su propia manera de ver y de sentir el mundo. veces el azar. Habría que analizar las leyes inconscientes que subyacen a lo
Los autores griegos hablan de la "misma cosa" de otra manera, con concep­ que llamamos azar. Pero en un texto importante como Rom 7-8, ciertas
tos también propios: el cielo y la tierra, es decir, el conjunto de las cosas estructuras oposicionales, como carne/razón, querer/hacer, etc., no son efecto
creadas. Esto es tan cierto que en hebreo moderno se utiliza la palabra del azar. Desvelan lo que constituye la intención de Pablo. Tomarlas en
griega cosmos para traducir los conceptos equivalentes del hebreo bíblico. serio, poner de manifiesto lo que implican, reconocer en ellas un modo de
Podría hacerse una observación análoga a propósito del hebreo dabar y del expresión dialéctica cuyos componentes pueden ser analizados, es dejarse
griego logos, que designan la palabra. Cuando un griego utiliza el término llevar por el texto mismo para alcanzar su esencia. ¿Cómo podría esta
logos, lo hace en función de su propio medio cultural; todo lo que dice forma de proceder resultar extraña a la exégesis? ¿No hay, por el contrario,
está orientado, sustentado, por las implicaciones de este concepto cargado que integrarla en ella para hacer decir al texto todo lo que en realidad
de una determinada herencia cultural. Ello forma pane de su visión del nos está diciendo?
mundo. Creo que las ciencias humanas, y también la filosofía en su plano
peculiar, reflexionan sobre las implicaciones de tales conceptos, que los len­ X . LÉON-DUFOUR: H ay, sin embargo, un problema de hermenéutica que
guajes de la distintas culturas utilizan espontáneamente. Yo he intentado hasta el momento no ha sido completamente elucidado: es el que se refiere
hacer una operación de esta índole a propósito del lenguaje de san Pablo: a la especificidad de la experiencia cristiana. ¿Es que la aplicación del aná­
he liberado lo que en dicho lenguaje estaba presente, aunque no consciente­ lisis psicológico al texto de san Pablo (o a cualquier otro) no tiende por sí
mente percibido. Así hemos comprobado cómo en un punto concreto de misma a una reducción? ¿H ay algo que invite al psicólogo a detenerse en
Rom 7 Pablo introduce súbitamente el yo interpelado por la ley. Cierta­ el curso de su reducción? Y si se detiene, ¿es por un motivo inherente a
mente cabe preguntarse si en mi interpretación no habré forzado el alcance su propio método o por un motivo teológico? Llegamos así a la relación
del texto. En una concepción etimológica y racionalista del lenguaje se diría del psicoanalista y del creyente que pueden coexistir en la misma persona.
que Pablo no pretendió decir todo eso, que no era consciente de todo lo ¿Es que, por ejemplo, un “ lacaniano” de estricta obediencia aceptaría el
que le hago decir. A lo cual yo respondería: ¡Por supuesto que no! Sólo procedimiento seguido por usted? ¿En qué se distingue usted de él?
que san Pablo habla de una manera que im plica realmente lo que yo le
hago decir cuando despliego lo que hay arropado en su lenguaje, exacta­ A. VERGOTE: ¿Entiende usted por “ lacaniano de estricta obediencia” un
mente como haríamos ai explicar lo que un griego dice cuando emplea la lacaniano a quien el propio Lacan desaprobaría?
palabra cosmos y al compararlo con lo que dice un hebreo hablando de!
cielo y de la tierra. Hay dos mundos intelectuales, dos maneras de concebir X. LÉON-DUFOUR: ¿Tal vez usted? (Risas).
al hombre y las cosas, que yo puedo liberar y mostrar.
¿En qué consiste precisamente la labor de tipo antropológico o filosó­ A. VERGOTE: Cuando recurro a los supuestos del psicoanálisis preten­
fico? Por una parte, en poner en evidencia lo que ya estaba presente de diendo limitarme a ellos, podría sin duda decirme lo que el propio E. Or­
forma implícita en todos esos conceptos, los cuales, si se me permite decirlo tigues nos explicaba: hablar de padre, de pecado, es recurrir a unas refe­
así, hablan a través de nosotros para expresar algo. He ahí mi presupuesto. rencias de la antropología teológica. Ahora bien, Freud no se lanza por ese
136 Mesa redonda El yo que interpreta 137
terreno. El considera al hombre en el interior de la constelación familiar, identidad de la experiencia de la fe en Pablo y en nosotros. Pero el Vergote
sobre un fondo de cultura. Este fondo es, si usted quiere, un conjunto de psicoanalista no parece plantearse la misma cuestión. Aplica a san Pablo un
discursos sobre el hombre, sobre la familia, sobre el sexo, sobre la muerte, método analítico que proporcionaría de igual manera las claves de lectura
que determinan mi situación cultural. Pero esta referencia no es teológica. para Sófocles o Shakespeare, independientemente del contexto religioso en
Es la del lenguaje que manifiesta las cosas. Sin embargo, la cuestión última que están enraizadas sus obras. No resulta fácil ver de qué manera puede
sería la siguiente: ese lenguaje, ¿desemboca en una realidad, o bien su sen­ realizarse el nexo entre las dos maneras de operar. Más concretamente:
tido se reabsorbe simplemente en el discurso? ¿Hay en un texto alguna ¿cómo se puede aplicar el psicoanálisis, no a unos hombres vivos, sino a
referencia que permita entrever una realidad más allá del mismo, o bien unos textos del pasado, y cómo se puede aplicar uniformemente a todos
constituye el texto una realidad autónoma simbólica que se ofrece como los textos bíblicos?
tal al análisis? Una investigación psicoanalítica como la de Lacan no pre­
gunta, cuando se trata de Dios, en qué medida la palabra designa una rea­ A. VERGOTE: Partamos de la última pregunta: ¿qué es lo que permite
lidad independiente del lenguaje. El texto que habla de él puede tomarse aplicar el psicoanálisis a un texto antiguo? Aquí hay que distinguir formal­
como una realidad simbólica con valor propio. Si habla de Dios, no se mente dos cosas. N o se trata de hacer el psicoanálisis de san Pablo como
trata de Dios en cuanto que existe independientemente del hombre, sino si se tratara de una persona viva. N o he hablado de la personalidad de
en cuanto que existe en el interior de la psicología humana. Se trata de san Pablo, de sus antecedentes, de su evolución interior, etc., sino sólo de
confrontarse con ese concepto — o símbolo— de Dios. ¿Corresponde a una lo que, en el texto de Rom 7-8, desvela un aspecto esencial del ser cristiano
realidad objetiva^ en el sentido teológico del término? En la perspectiva en cuanto tal. El psicoanálisis, en cuanto estudio del individuo en su expe­
adoptada se trata de una cuestión absurda. Estos serían los límites de un riencia particular, sólo muy raramente puede ser aplicado a un texto anti­
psicoanálisis que usted llama "de estricta obediencia” . Freud va más lejos guo. Cuando, por ejemplo, se proyecta su luz sobre Shakespeare para clasi­
cuando se esfuerza en explicar cómo el hombre llega a asentar a ese Dios ficar algunos de sus dramas, puede hacerse a sabiendas de que no se conoce
del que habla como de una realidad. Pero no creo necesario entrar aquí gran cosa de la persona y de la vida de Shakespeare. Pero se puede recurrir
en la discusión de esas cuestiones técnicas. Digamos simplemente que cual­ al psicoanálisis en otra perspectiva. En efecto, el psicoanálisis no consiste
quier psicoanalista no creyente puede sentirse interesado por el texto de solamente en realizar una investigación práctica sobre los individuos. Más
Rom 7 y leerlo como un texto simbólico que toca varias cuestiones esencia­ allá de esta investigación, el psicoanálisis es, dice Freud, una ciencia, es
les: las de la culpabilidad, la ley, la muerte, etc. Y se confronta con el decir, un conjunto de verdades que esclarecen el ser humano. En este sen­
texto pensando que en éste se da una expresión de él mismo, una serie tido puede decirse que ha enriquecido nuestro conocimiento del hombre en
de términos simbólicos a los que no corresponde, en su experiencia personal, aspectos esenciales. Entre otras cosas, ha puesto en claro la manera en que
ningún trasmundo real. Personalmente, en mi calidad de creyente, creo que el hombre llega a la conciencia de sí. Ha mostrado la necesidad que tiene
existe una realidad que corresponde a esos discursos simbólicos., ¿Por qué lo el yo de llegar a ser él mismo, y ello como respuesta a una palabra que
creo? N o como psicólogo, sino por razones de otra índole. Y conozco las pre­ lo interpela. Eso es lo que he pretendido mostrar en mi exposición. Esa
guntas que se me podrían hacer a este respecto: “ ¿No está el creyente cons­ génesis del yo gracias a la entrada en escena de la ley, tal como san Pablo
tantemente sometido a una ley que lo oprime?” Esta era la tesis de Freud, la describe, corresponde exactamente a lo que nos enseñan las múltiples
y es todavía la de muchos psicoanalistas. Pero quizá no corresponde al experiencias del psicoanálisis: sin una ley que ponga unas barreras a las
punto de vista de Lacan. Para Freud, el reconocimiento de la realidad del pulsiones del hombre, el yo real no surge. Entonces estamos en presencia
Dios-Padre instala al hombre en un conflicto insoluble, porque este Dios- de un loco, es decir, de alguien que no puede integrarse en el orden hu­
Padre es para Freud quien impide al hombre adquirir su plena autonomía. mano, en una genealogía, en unas relaciones heterosexuales normales, en
N o es que Freud manifieste una suficiencia grotesca, a la manera de ciertos un reconocimiento de filiación que lo constituirá como hombre. Vemos has­
teóricos del ateísmo. Pero para él el hombre no llega a ser él mismo mien­ ta qué punto la interpersonalidad es indispensable para la aparición del yo,
tras no se libera de esa dependencia del Padre que se impone como lev. y cómo el yo llega a ser lentamente él mismo. Aquí recojo la intención
En cuanto creyente (y diría que incluso en cuanto psicoanalista), yo podría de las investigaciones psicoanalíticas, es decir, ese conjunto de verdades que
discutir eso y alegar que lo que se me presenta como Dios-Padre no es en han ido surgiendo progresivamente del psicoanálisis y que constituyen, si
absoluto el Padre que aparece en el texto de Rom 8, el Padre al que ustedes quieren, su antropología. Antropología incompleta, sin duda; pero
se invoca diciendo: "A bba” (Rom 8,15). El contenido del discurso del aportación real a una antropología que pretende ser realista, que integra
creyente, tal como se desprende de este texto, no abarca la misma realidad los aspectos dinámicos del ser humano. Esa antropología puedo evidente­
criticada por Freud cuando muestra al Padre como realidad opresora. Y anuí mente utilizarla para leer un texto bíblico: está implicada en cualquier
entramos en cuestiones muy técnicas: las del sentido de las palabras en la hombre que toma conciencia de sí frente a las realidades universales de la
exégesis del texto de san Pablo y de los textos de Freud. filiación, la culpabilidad, la muerte... Preguntémonos, por ejemplo, por qué
en los textos bíblicos se concede tanta importancia a las relaciones tribales,
A. D u p r e z : ¿ N o existe, en cualquier caso, cierta tensión entre el Ver- a las genealogías. Porque se trata de una realidad profundamente humana:
gote cristiano y el Vergote psicoanalista? El primero piensa que la situación para descubrirse uno mismo como existencia significante por sí misma, hay
descrita en Rom 7, al no encontrar solución más que en la experiencia que poder integrarse en un conjunto de generaciones, es decir, en última
de la nueva vida descrita en Rom 8, sólo puede ser plenamente entendida instancia en una relación de filiación. Estamos lejos del yo de Descartes,
en la perspectiva inaugurada por esta experiencia. A su entender, el abismo replegado sobre su individualidad. Lo que nos ha enseñado el psicoanálisis
cultural que media entre san Pablo y nosotros sólo se supera gracias a esa es que el yo sólo es verdaderamente yo en relación con el otro, que es
138 Mesa redonda
CUESTIONES SUPLEMENTARIAS
fundamentalmente una relación de filiación. La Biblia nos lo indica explíci­
tamente. El psicoanálisis, por otro camino, también lo hace ver. Si se Algunas de las cuestiones form uladas por los congresistas hallaron res­
desatendiera esta razón, las genealogías bíblicas pasarían a ser curiosidades puesta en la mesa redonda al ser planteadas por quienes tomaban parte en
sin importancia, restos de una mentalidad primitiva. Pero no es en absoluto el diálogo. N o obstante, hemos creído útil reproducir aquí otras cuestiones
así. El psicoanálisis permite establecer la importancia que esto puede tener
formuladas por los grupos de trabajo que se reunieron después de la con­
en la constitución del hombre como persona. ¿No es precisamente el loco
ferencia de A. Vergote. Estas ayudarán a comprender mejor la reacción
quien no puede entrar en el círculo de las relaciones interpersonales, porque
de los exegetas presentes.
no puede instalarse en la relación de filiación? La filiación, y el recono­
cimiento de esta filiación, es por consiguiente una realidad constitutiva del
yo. A partir del momento en que compruebo esto, me veo impulsado a
1. Sobre las cuestiones de método
conceder más importancia a ese tipo de realidad; la abordo con otro ánimo,
que en cierto sentido no data de hoy, pero que hoy aparece con una racio­
a) El método psicológico está condicionado por unos presupuestos de
nalidad mayor.
orden exegético (como el Moisés de Freud) de los que el psicólogo debería
Y o diría que el psicoanálisis, mediante su antropología, ayuda a esclare­
tener conocimiento. En el caso de Rom 7, la interpretación dependerá en
cer todos los textos bíblicos. Me parece que determinados textos "mitoló­
gicos” escapan a su entendimiento. Si ustedes quieren, no veo qué podría gran parte de la manera de considerar la perícapa y de la visión que se
aportar el psicoanálisis al análisis de Gn 1, a no ser una mayor atención tenga de la totalidad de la epístola (v.g., Rom 1 y Rom 5).
al problema del origen. Pero hay textos privilegiados donde no se trata b) ¿Es el método psicológico tan universalmente aplicable como el
del conjunto del cosmos, sino del yo con sus grandes vectores: por ejem­ método histórico o la Formgeschichte? ¿No será más bien ocasional? ¿Cuá­
plo, Rom 7. A estos textos el psicoanálisis puede ser aplicado con toda les son sus límites? ¿A qué clase de textos puede aplicarse? ¿No es Rom 7
adecuación. En otros casos — los relatos de historia, por ejemplo— , se un texto "idear'? Más radicalmente, ¿se puede hacer el análisis psicológico
aplica con mayor dificultad o en menor medida. Habría que distinguir los de un texto antiguo y, en general, de un texto escrito?
casos. Podría ser utilizado como clave de lectura en aquellos relatos donde c) ¿Qué nexo existe entre método psicológico y análisis estructural?
se habla de posesión diabólica, pues entonces se trata de una creencia donde Las estructuras psicológicas, ¿son universales o están determinadas por una
el hombre es presentado como caído bajo el dominio de poderes extraños cultura concreta?
a su yo. Es cierto que hoy el hombre ya no cree espontáneamente en las
posesiones demoníacas: las ha reemplazado por la hipocondría ó cualquier
otra forma de enfermedad mental. Pero ¿resuelve esta reducción, de tenor 2. Sobre la homología
racionalista, los problemas planteados por los textos evangélicos cuando éstos
nos muestran a hombres sometidos a las fuerzas del mal y a Cristo librán­ a) ¿Qué es la homología?1 Relación entre homología y analogía. D i­
dolos de esa esclavitud? Cabe una lectura psicoanalítica de esos textos. Pero ferencia entre homología y reducción: este texto, ¿no puede ser presentado
más allá aún de esa lectura hay lugar para una reflexión teológica que, como la proyección de la experiencia infantil?
sin contradecirla, aborde el problema desde otro ángulo y a otro nivel. En
pocas palabras, en exégesis bíblica habría que distinguir una multitud de b) ¿Cuáles son los criterios de la homología? ¿Qué pensar ante la idea
casos diferentes, a los que el psicoanálisis aportaría contribuciones muy di­ de que el cristiano se halla en la misma situación respecto al pecado y al
versas. Acaso hoy no podamos decir más sobre esta cuestión. espíritu que el enfermo psicológico respecto al síntoma y a la libertad mís­
tica a que aspira? ¿No se da cierta identidad entre la sarx y el ello (locali­
zando la sarx en la prehistoria del sujeto? ¿Es que "salvación” y "solución
del conflicto" son la misma cosa? ¿Cuál es el homólogo del poder del
pecado en el análisis psicológico? ¿En qué medida pueden ser comparados
pecado y conflicto? ¿Qué hay entre ellos de irreductible?

3. Sobre el texto examinado

a) ¿Cuál es el lugar de Cristo en la solución del conflicto?

1 A. Vergote da la siguiente definición: Homología es la similitud de


relaciones estructurales. La observación de la homología entre dos series de
hechos relacionados entre sí (por ejemplo, vida/ley/conflicto/muerte en el
psicoanálisis y en Rom 7) permite, por una transferencia de conceptos (del
psicoanálisis a Rom 7) explicar y articular mejor los datos que nos ofrece
un documento más alejado de nuestra experiencia.
140 El yo que interpreta

b) ¿Cuál es el papel del Espíritu en este texto? ¿Es mediador? Tras TERCERA JO RN A DA
la intervención del Espíritu, ¿hay supresión o desplazamiento del conflicto?
c) ¿Cuál es el papel de la comunidad en Rom 8 ("nosotros” /"y o ”)?
d) ¿Es en este pasaje unívoco el término “ ley” ? ¿Cuáles son sus sen­
tidos? A partir de 7,14, la ley del pecado parece definir el deseo, mientras
que en el panorama psicoanalítico presentado hay deseo y ley.
e) El rechazo de la perspectiva adámica, ¿no está provocado por una
lectura deficiente de Gn 1? Si Adán es al mismo tiempo un paradigma, no
parece justo exclusivizar esa interpretación.

EL TEXTO Y EL A N A LISIS ESTRUCTURA L

Hoy nos hallamos ante un método de análisis que acaso nos irri­
te, tanto más cuanto que parece pretender arrebatarnos el método
clásico que empleamos para leer los textos. N o cabe duda que nos­
otros tomamos el texto tal cual, pero no sentimos reparo en evocar
la “ intención" del autor (noción que ha sido severamente criticada
en las dos últimas jornadas), recurrimos al autor del texto para
explicar la génesis de éste. A sí hemos conocido la historia de la
tradición sinóptica, la Formgeschichte o la Redaktionsgeschichte, de­
nominaciones que conservan el concepto de historia. Ahora bien,
dicho concepto es puesto en tela de juicio por el análisis estructu­
ral. Sin embargo, dado que las diferencias resultarán obvias, prefiero
recordar lo que, hasta cierto punto, nos une.
En una conversación que mantuve con A. J. Greimas, con oca­
sión de la preparación de la reunión de Versalles, que de alguna
manera sirvió de preludio a ésta el año pasado, intentamos situar
nuestros métodos respectivos y admitimos que ambos derivaban de
una misma preocupación: liberar nuestros análisis del psicologismo
imperante en la materia a finales del siglo X IX . Pero la opción es
diferente. Mientras la exégesis aprendía a situar al sujeto-autor en
un “ contexto vital" que le confería cierta objetividad, el análisis
estructural prefería poner en cierto modo al sujeto entre paréntesis
para dedicarse al análisis exclusivo del texto en su mera objetividad.
Si el impulso de ambos procede de un deseo semejante, resultaría
asombroso que, a través de caminos distintos, no pudiéramos descu­
brir puntos de contacto y adquirir así mayor conciencia de los pre­
supuestos que afectan a nuestros análisis respectivos.
La confrontación será tanto más instructiva cuanto que, anteayer,
Paul Ricoeur estimaba que un método estructural bien dirigido per­
mitiría al análisis, a pesar de los obstáculos reconocidos en él texto,
142 El texto y el análisis estructural

superarse a sí mismo y llegar a un análisis genético, precisamente CONFERENCIA


el que resulta familiar al exegeta.
Roland Barthes, que va a introducirnos en el nuevo método de
EL ANALISIS ESTRUCTURA L DEL RELATO
análisis estructural, es profesor de la Escuela Práctica de Estudios
Superiores de París; es muy conocido por sus numerosos trabajos A ip r o p ó sit o d e H e c h o s 10-11
en el campo del análisis estructural1.
por
1 La conferencia de Roland Barthes va seguida de dos comunicaciones
sobre el mismo texto: la de Joseph Courtès y la de Louis Marin. La mesa R o lan d B a r t h e s
redonda tiene en cuenta el conjunto. Algunas indicaciones bibliográficas
habían sido suministradas a los participantes. Parece indispensable haber
tomado contacto con la exégesis de este texto con ayuda del artículo de
E. Haulotte que desarrolla la ficha de trabajo enviada a los congresistas
(el artículo va reproducido al final del libro, p. 254). Para entender el len­
Mi tarea consiste en presentar lo que ya comúnmente se llama
guaje del análisis estructural se había recomendado leer dos folletos: J. B. análisis estructural del relato. Hay que reconocer que la denomina­
Fages, Comprendre le structuralisme (Toulouse 1967) y R. Barthes, Élé­ ción se anticipa al hecho. Lo que actualmente podemos llamar así es
ments de sém iologie, en Le degré zéro de l’écriture (Paris 1964). Del mis­ ya un grupo de investigación, (pero no es aún una ciencia, ni siquie­
mo orden, aunque menos indispensable: L ’analyse structurale des récits:
"Communications’’ n.° 8 (1967); T. Todorov, Littérature et signification
ra una disciplina propiamente tal; pues una disciplina supondría
(Paris 1967); idem, Poétique structurale, en Qu’est-ce que le structuralisme? que existe una enseñanza del análisis estructural del relato, y éste
(Paris 1968). Por último, para un conocimiento más a fondo: R. Jakobson, aún no es el caso. La primera palabra de esta presentación debe,
Essais de linguistique générale (Paris 1963); A. J. Greimas, Sémantique pues, ser una advertencia: no existe actualmente una ciencia del
structulrale (Paris 1966); idem, Théorie de la littérature (los formalistas ru­
relato (incluso dando a la palabra “ ciencia” un sentido muy amplio);
sos, París 1965); E. Benveniste, Problèmes de linguistique générale (Pa­
ris 1966); idem, Linguistique et littérature: " Langages” n.° 12 (1968), y en la actualidad no existe “diegetología” . Me gustaría dejar esto bien
L’analyse du discours: ibid. n.° 13 (1969). ./ sentado e intentar prevenir algunas decepciones.

Origen del análisis estructural del relato


Este origen aparece, si no confuso, cuando menos “disponible”.
Podemos considerarlo bastante lejano, si hacemos remontar el estado
de espíritu que preside el análisis del relato y de los textos a la
Poética y a la Retórica aristotélicas; menos lejano, si nos referimos
a la (posteridad clásica de Aristóteles, a los teóricos de los géneros;
y mucho más reciente, muy reciente incluso, pero más preciso, si
pensamos que, en su forma actual, se remonta al trabajo de los que
llamamos formalistas rusos, cuyas obras han sido traducidas en parte
al francés por Tzvetan Todorov1. Este formalismo ruso (la diversi­
dad nos interesa) comprendía poetas, críticos literarios, lingüistas,
folkloristas, que trabajaban por los años 1920-25, sobre las formas
de la obra; el grupo fue luego dispersado por el estalinismo cultu­
ral y se reagrupó en el extranjero, en particular (por intermedio del
grupo lingüístico de Praga. El espíritu de este grupo de investiga­
ción formalista ruso ha sido esencialmente transferido al trabajo del
gran lingüista actual Román Jakobson.

1 T. Todorov, Théorie de la littérature (París 1965).


144 R. Barthes El análisis estructural del relato 145

Metodológicamente (y ya no históricamente), el origen del aná­ parte, esta investigación individual está, a nivel de cada investigador,
lisis estructural del relato es evidentemente el desarrollo reciente en evolución: cada investigador depende de su propia historia; pue­
de la lingüística llamada estructural. A partir de esta lingüística, se de variar, en la medida en que la historia del estructuralismo cir­
produjo una derivación “poética” con los trabajos de Jakobson hacia cundante es una historia acelerada: los conceptos cambian de prisa,
el estudio del mensaje poético o mensaje literario; y hubo otra las divergencias se acusan en seguida, las polémicas se hacen rápida­
derivación antropológica a través de los estudios de Lévy-Strauss mente vivas; y todo esto influye evidentemente en la investigación.
sobre los mitos y el modo como él ha proseguido el trabajo de uno Por último, y me permito decirlo porque es mi pensamiento
de los formalistas rusos más importantes para el estudio del relato, verdadero: puesto que se trata de estudiar un lenguaje cultural, a
Wladimir Propp, el folklorista. Actualmente, la investigación en saber, la lengua del relato, el lenguaje es inmediatamente sensible
este ámbito se realiza, en Francia, fundamentalmente (espero no (es necesario que a ese respecto sea lúcido) a sus implicaciones ideo­
ser injusto) en el Centro de Estudios de Comunicaciones de Masa, lógicas. En la actualidad, lo que la mayoría toma por “el” estructu­
en la Escuela práctica de Estudios Superiores y en el grupo de semio- ralismo es en realidad una noción excesivamente sociológica y muy
lingüística de mi amigo y colega Greimas. Este tipo de análisis elaborada, en la medida en que se cree ver en él una escuela unita­
empieza a introducirse en la enseñanza de las facultades, en particu­ ria. Y éste no es en absoluto el caso. A nivel del estructuralismo
lar en Vincennes; en el extranjero, algunos investigadores aislados francés, de todos modos, existen divergencias ideológicas profundas
trabajan en este sentido, principalmente en Rusia, en Estados U ni­ entre sus diferentes representantes, a los que se califica igualmente
dos, y en Alemania. Citaré algunas tentativas de coordinación de como estructuralistas, por ejemplo entre Lévy-Strauss, Derrida, Lacan
estas investigaciones; en Francia, la aparición de una revista de o Althusser; por consiguiente, existe un fraccionalismo estructuralis-
poética (en el sentido jakobsiano de la palabra, por supuesto) diri­ ta; y si me obligaran determinar su motivación (lo cual no es mi
gida por T. Todorov y Gérard Genette; en Italia, en un coloquio intención), pienso que cristalizaría en torno al concepto de “ciencia” .
anual sobre el análisis del relato, que se celebra en Urbino; y por H e dicho esto para prevenir en la medida de lo posible una de­
último, una Asociación internacional de Semiología (es decir, de cepción, y para no promover demasiada esperanza en un método
ciencia de las significaciones) acaba de ser creada, en gran escala; científico que es apenas método y que no es aún una ciencia. Antes
ya tiene su revista, titulada “Semiótica” , donde se tratarán con fre­ de pasar al texto de los Hechos de los Apóstoles que nos interesa,
cuencia los problemas del análisis del relato. me gustaría exponer tres principios generales que creo que podrían
Sin embargo, esta investigación está actualmente sometida a cier­ ser admitidos por todos los que actualmente se ocupan del análisis
ta dispersión, y esta dispersión es en cierto sentido constitutiva de estructural del relato. Y a ello añadiré algunas observaciones con
la investigación misma; por lo menos es así como yo la veo. En relación a las disposiciones operatorias del análisis.
primer lugar, esta investigación sigue siendo individual, no por
individualismo, sino porque se trata de un trabajo de precisión:
trabajar el sentido o los sentidos del texto (pues eso es el análisis I. P r in c ip io s generales y d is p o s ic io n e s del a n á l is is
estructural del relato) no puede prescindir de su origen fenomeno-
lógico: no existe máquina de leer el sentido; hay, sí, máquinas de
1. Principio de formalización
traducir, que ya implican e implicarán fatalmente máquinas de leer;
pero esas máquinas de traducir, si bien pueden transformar unos Este principio, que también podríamos llamar principio de abs­
sentidos denotados, sentidos literales, no tienen evidentemente el tracción, deriva de la oposición saussuriana entre lengua y habla.
menor efecto respecto a ios sentidos secundarios, al nivel connotado, Nosotros pensamos que cada relato (recordemos que en el mundo
asociativo del texto; al principio es siempre necesaria una opera­ y en la historia del mundo y la historia de todos los pueblos de la
ción individual de lectura, y la noción de “equipo” , en este plano, tierra, el número de relatos producidos por el hombre es incalcula­
sigue siendo perfectamente ilusoria; el análisis estructural del relato ble), cada relato de esta masa aparentemente heteródita de relatos
no puede tratarse, en cuanto disciplina, como la biología, ni siquiera es el habla, en sentido saussuriano, el lenguaje, de una lengua gene­
como ia sociología; no hay exposición canónica posible, ningún ral del relato. Esta lengua del relato es con toda evidencia recono­
investigador puede hablar en absoluto en nombre de otro. Por otra cible más allá de la lengua propiamente dicha, la que estudian los
10
146 R. Barthes El análisis estructural del relato 147

lingüistas. La lingüística de las lenguas nacionales (en las que se y acústica del sonido, sino establecer las diferencias de sonidos de
escriben los relatos) se detiene en la frase, que es la última unidad una lengua, en la medida en que esas diferencias de sonidos remiten
a la que un lingüista puede hacer frente. Más allá de la frase, la a diferencias de sentido, y en esta única perspectiva: es el principio
estructura ya no depende de la lingüística, sino de una segunda de pertinencias; se busca descubrir diferencias de forma que estén
lingüística, de una translingüística, que es el lugar del análisis ratificadas por diferencias de contenido; estas diferencias pueden
del relato: más allá de la frase, allí donde varias frases se en­ ser rasgos pertinentes o no pertinentes. Y en este punto me gustaría
cuentran puestas en relación. ¿Qué sucede entonces? Aún no lo proponer una precisión, un ejemplo, y una especie de advertencia.
sabemos; durante mucho tiempo se ha creído saberlo, y quien nos Ante todo, una precisión sobre la palabra sentido: en el análisis
informaba al respecto eran la retórica aristotélica o la cicerónica; del relato, no se intenta buscar significados que yo llamaría totales,
pero los conceptos de esas retóricas están superados, porque se tra­ significados lexicales, sentidos en la acepción corriente del término.
taba sobre todo de conceptos normativos; sin embargo, la retórica Llamamos “ sentido” a cualquier clase de correlación intratextual
clásica, aunque caduca, aún no ha sido reemplazada. Los mismos o extratextual, es decir, cualquier rasgo del relato que remite a otro
lingüistas no se arriesgan a ello; Benvéniste ha dado algunas indi­ momento del relato o a otro lugar de la cultura necesaria para leer
caciones, como siempre en extremo penetrantes, sobre el tema; y el relato: todos los tipos de anáfora, de catáfora, en una palabra, de
hay también algunos americanos que se han ocupado del speech- “diáfora” (si se me permite esta palabra), todos los nexos, todas
analysis, del análisis del discurso; pero esta lingüística es algo aún las correlaciones paradigmáticas y sintagmáticas, todos los produc­
por hacer. Y el análisis del relato, la lengua del relato, forma parte, tos de significación y también los elementos de distribución. Lo
al menos como postulado, de esa translingüística futura. repito, el sentido no es un significado total, tal como se podría en­
Una incidencia práctica de ese principio de abstracción, en nom­ contrar en un diccionario, aunque fuera del relato; es esencialmente
bre del cual intentamos establecer una lengua del relato, es el hecho una correlación, o el término de una correlación, un correlato, o una
de que no se puede ni se quiere analizar un texto en sí mismo. Hay connotación. El sentido para mí, y es así como yo lo considero en
que decirlo, ya que yo voy a hablar de un solo texto: me siento el estudio, es esencialmente una cita, el punto de partida de un
coartado, pues la actitud del análisis clásico del relato no es el ocu­ código, lo que nos permite referirnos a un código e implica un códi­
parse de un texto aislado; sobre este punto, existe una diferencia go, incluso si ese código (y volveré sobre esto) no está reconstituido
fundamental entre el análisis estructural del relato y la tradicional­ o no es reconstituibíe.
mente denominada explicación de textos. Para nosotros, un texto Y a continuación, un ejemplo: para el análisis estructural del
es un habla que remite a una lengua, un mensaje que remite a un
relato, al menos para mí (pero se puede discutir), los problemas de
código, una "ejecución” que remite a una “ competencia” , términos traducción no son sistemáticamente pertinentes. Así, en el caso del
todos ellos de lingüistas. El análisis estructural del Relato es funda­
relato de la visión de Cornelio y de Pedro, los problemas de traduc­
mentalmente, constitutivamente comparativo: persigue formas, y no
ción sólo conciernen al análisis dentro de ciertos límites: sólo si las
un contenido. Cuando hable del texto de los Hechos, no se tratará
diferencias de traducción implican una modificación estructural, es
de explicar ese texto, sino de situarse ante el mismo al modo del
decir, la alteración de un conjunto de funciones o de una secuencia.
investigador que intenta reunir materiales para elaborar una gra­
Me gustaría poner un ejemplo, acaso algo impreciso: tomemos dos
mática; por ello, el lingüista está obligado a reunir frases, un corpus
traducciones de nuestro texto de los Hechos. La primera la debo a la
de frases. El análisis del relato tiene exactamente la misma tarea, y
inestimable colaboración de Edgar Haulotte, que ha preparado esta
tiene que reunir relatos, un corpus de relatos para intentar deducir
traducción para la versión ecuménica de la Biblia:
su estructura.
“En su piedad [se trata de Cornelio] y su reverencia hacia Dios,
que toda su casa compartía, colmaba de bienes al pueblo judío, y
2. Principio de pertinencia siempre invocaba a D ios” (Hch 10,2).
Y o había empezado a trabajar sobre este texto (sin plantearme
Este segundo principio tiene su origen en la fonología. Por ningún problema de traducción) sobre la antigua versión, por lo
oposición a la fonética, la fonología no intenta estudiar la cualidad demás bellísima, de Lemaistre de Sacy (siglo XVII); en ésta, el m is­
intrínseca de cada sonido emitido en una lengua, la calidad física mo pasaje dice:
El análisis estructural del relato 149
148 R. Barthes
en términos de estructura por una prueba mental de conmutación.
“Era religioso y temeroso de D ios juntamente con toda su fami­
Ante un enunciado, ante un fragmento de frase, hay siempre que
lia, y daba muchas limosnas al pueblo, y rogaba incesantemente a
pensar en lo que pasaría si ese rasgo no estuviera indicado o si
D ios” .
fuera diferente. El buen analista del relato debe poseer una especie
Podemos decir que entre una y otra traducción hay muy pocas
de imaginación del contratexto, imaginación de la aberración del
palabras en común, y que las estructuras sintácticas son completa­ texto, de lo narrativamente escandaloso; hay que ser sensible a la
mente diferentes. Ahora bien, en el caso presente, ello no afecta noción de "escándalo” lógico, narrativo; y así se tendrá más coraje
en nada a la distribución de los códigos y las funciones, porque el para asumir el carácter a veces completamente banal, farragoso y
sentido estructural del pasaje es exactamente el mismo en una tra­ evidente, del análisis.
ducción y en la otra. Se trata de un significado de tipo psicológico,
o caracterial, o incluso, precisando más, sin duda evangélico, puesto
que el evangelio utiliza muy particularmente cierto paradigma com­ 3. Principio de pluralidad
pletamente codificado, que consiste en una oposición de tres térmi­
nos: los circuncisos, los incircuncisos/los “ temerosos de D ios” ; éstos El análisis estructural del relato (al menos tal como yo lo con­
cibo) no pretende establecer “ el” sentido del texto, no busca siquie­
forman la tercera categoría, que es neutra (si se me permite este
ra establecer “un” sentido del texto; difiere fundamentalmente del
término lingüístico) y que ocupa precisamente el centro de nuestro
análisis filológico, pues aspira a trazar lo que yo denominaría el
texto: lo pertinente es el paradigma, y no las frases en que se
lugar geométrico, el lugar de los sentidos, el lugar de los posibles
arropa.
del texto. Lo mismo que una lengua es un posible de palabras (una
Por el contrario, si comparamos en otros puntos la traducción lengua es el lugar posible de determinado número de palabras, a
del padre Haulotte y la de Lemaistre de Sacy, aparecen diferencias decir verdad, infinito), así lo que el análisis pretende establecer
estructurales: para Haulotte, el ángel no dice lo que Cornelio ha investigando la lengua del relato es el lugar posible de los sentidos,
de preguntar a Pedro, después de enviar a buscarlo; para Sacy: “ El o también, lo plural del sentido o el sentido como plural. Cuando
ángel os dirá lo que habéis de hacer” (versículo 6): por un lado, se dice que el análisis investiga o define el sentido como un posible,
carencia; por el otro, presencia (y lo mismo más adelante, en los no se trata de una conducta o de una opción de tipo liberal; para
versículos 22 y 33). Insisto en el hecho de que la diferencia de mí en todo caso, no se trata de determinar liberalmente las condi­
las dos versiones tiene un valor estructural, porque la secuencia ciones de posibilidad de la verdad, no se trata de un agnosticismo
de la orden del ángel está modificada: en la versión de Sacy, el filológico; yo no entiendo el posible del sentido como una especie
contenido de la orden del ángel está precisado, existe una especie de supuesto indulgente y liberal de un sentido cierto; para mí, el
de voluntad de homogeneizar lo anunciado (la misión de Pedro, sentido no es una posibilidad, no es un posible, sino que es el ser
misión de palabra) y lo que pasará: Pedro aportará la palabra; no mismo de lo posible, es la esencia misma de lo plural (y no uno
conozco el origen de esta versión, y no es asunto mío; lo que sí veo o dos o varios posibles).
es que la versión de Sacy racionaliza la estructura del mensaje, En estas condiciones, el análisis estructural no puede ser un mé­
mientras que en la otra versión, al no estar precisado el mandato todo de interpretación; no pretende interpretar el texto, proponer
del ángel, resulta vacía, y de esta manera da énfasis a la obediencia el sentido probable del texto; no sigue un camino anagògico hacia
de Cornelio, que manda a buscar a Pedro, por así decirlo, a ciegas la verdad del texto, hacia su estructura profunda, hacia su secreto;
y sin saber por qué; en la versión de Haulotte la carencia funciona y, por consiguiente, difiere fundamentalmente de lo que se llama
como un rasgo que promueve un “ suspense” , que refuerza y sub­ crítica literaria, que es una crítica interpretativa, de tipo marxista,
raya el “ suspense” del relato, que no era el caso de la versión de o de tipo psicoanalítico. El análisis estructural del texto es diferente
Sacy, menos narrativa, menos dramática y más racional. de esas críticas, porque no busca el secreto del texto: para ella, todas
Por último, una precaución y una advertencia: hay que des­ las raíces del texto están al aire; no tiene que desenterrarlas para
confiar de lo que aparece como obvio en las indicaciones. Cuando hallar la principal. Es claro que si en un texto hay un sentido, una
se analiza un texto, en todo momento deberemos reaccionar contra monosemia, si hay un proceso anagògico, que es precisamente el
la impresión de evidencia, eso “que está claro” en lo escrito. Todo caso de nuestro texto de los Hechos, trataremos dicha anagogia como
enunciado, por fútil y normal que parezca, tiene que ser valorado
150 R. Barthes El análisis estructural del relato 151

un código más entre los códigos del texto, y propuesto como tal ción de otros correlatos pertenecientes a otros conjuntos. Hay dos
por el texto. grandes tipos de correlaciones: internas y externas. He aquí un
ejemplo de las internas al texto: si se nos dice que el ángel aparece,
la aparición es un término, y su correlato será fatalmente desapari­
4. Disposiciones operatorias ción. Es una correlación intratextual, pues aparición y desaparición
están en el mismo relato. Si el ángel no desapareciese, sería un ver­
Prefiero esta expresión a la más intimidante de método, pues no
dadero escándalo narrativo. Hay, pues, que anotar esa secuencia
estoy seguro de que poseamos un método; pero hay cierto número
aparecer/ desaparecer, pues en eso consiste la legibilidad: en la ne­
de disposiciones operatorias en la investigación, de las que hay que
cesidad de la presencia de determinados elementos. Existen también
hablar. Me parece (y es una actitud personal que puede variar) que,
correlaciones externas: un rasgo enunciativo puede remitir a una to­
si se trabaja sobre un solo texto (con anterioridad al trabajo compa­
talidad diacrítica, suprasegmental, global, por así decirlo, que es su­
rativo de que he hablado y que es la finalidad misma del análisis
perior al texto; un rasgo enunciativo puede remitir al carácter global
estructural clásico), hay que prever tres operaciones.
de un personaje, o a la atmósfera global de un lugar, o a un sentido
1. Distribución del texto, es decir, del significante material. anagógico, como aquí en nuestro texto, a saber, la integración de
Esta distribución puede, a mi entender, ser completamente arbitra­ los gentiles en la Iglesia. Un rasgo puede incluso remitir a otros
ria; en determinada fase de la investigación, no veo inconveniente textos: es la intertextualidad. Esta noción es bastante nueva, y ha
para dicha arbitrariedad. Se trata de una especie de cuadriculación sido lanzada por Julia Kristeva2. Implica que un rasgo del enun­
del texto, que proporciona los fragmentos del enunciado sobre los ciado remite a otro texto, en el sentido casi indefinido del término;
que se va a trabajar. Ahora bien, precisamente, para el evangelio, pues no hay que confundir las fuentes de un texto (que son sólo
e incluso para toda la Biblia, este trabajo ya está hecho, pues la la versión menor de ese fenómeno de citación) con la citación que
Biblia está distribuida en versículos (el Corán, en suras). El versículo supone una especie de referencia inacotable a un texto infinito, que
es una excelente unidad de trabajo del sentido; dado que se trata es el texto cultural de la humanidad. Esto es válido sobre todo para
de decantar los sentidos, las correlaciones, el tamiz del versículo re­ los textos literarios, que están tejidos con estereotipos muy diver­
sulta de una proporción excelente. Me interesaría, por lo demás, sos, y donde, por consiguiente, el fenómeno de referencia, de cita­
mucho saber de dónde procede la distribución en versículos, si está ción de una cultura anterior o ambiente, es muy frecuente. En lo
ligada a la naturaleza “citacional” de la Palabra, cuáles son los nexos que se denomina lo intertextual, hay que incluir también los textos
exactos, los nexos estructurales, entre la naturaleza citacional de la que vienen después: las fuentes de un texto no son sólo anteriores
palabra bíblica y el versículo. Para otros textos, yo he propuesto a él, sino también posteriores. Es el punto de vista que ha adoptado
denominar esos fragmentos de enunciados sobre los que se trabaja de forma muy convincente Lévy-Strauss al decir que la versión
“lexías” , unidades de lectura. Para nosotros, un versículo será una freudiana del mito de Edipo forma parte del mito de Edipo: si se
lexía. lee Sófocles, hay que leerlo como citación de Freud; y a Freud
como citación de Sófocles.
2. Inventario de los códigos citados en el texto: inventario,
recolección, acotamiento, o, como acabo de decir, decantación. Lexía
tras lexía, versículo tras versículo, se trata de inventariar los senti­
dos, en la acepción que he indicado, las correlacciones o los indicios II. P ro blem as estr u c tu r a les p r esen t es en
EL TEXTO DE LOS HECHOS
de códigos presentes en ese fragmento de enunciado. Volveré sobre
esto, pues voy a proceder a esa labor sobre unos cuantos versículos.
Y llegamos así al texto, Hechos 10; y temo que vaya a empezar
3. Coordinación: establecer las correlaciones de las unidades, la decepción, puesto que vamos a entrar en lo concreto y, siguiendo
de las funciones acotadas y que con frecuencia están separadas, su­ esos amplios principios, la cosecha puede parecer mínima. N o voy
perpuestas, entremezcladas o incluso trenzadas, pues un texto, como a analizar el texto paso a paso, como acaso debería hacerlo; les
la propia etimología de la palabra lo indica, es un tejido, un tren­
zado de correlatos, que pueden estar separados entre sí por la inser­ s j. Kristeva, Sémeiotiké. Recherches pour une sémanalyse (París 1969).
152 R. Barthes El análisis estructural del relato 153

ruego que tengan en cuenta simplemente esto: yo soy un investiga­ de allí. El lenguaje es una estructura infinita, y creo que es ese sen­
dor, realizo una investigación de análisis estructural del relato; he timiento de la infinitud del lenguaje lo que está presente en todos
decidido analizar quizá cien o doscientos o trescientos relatos; entre los ritos de apertura del discurso. En las antiquísimas epopeyas, pre­
éstos figura, por una razón u otra, el relato de la visión de Cornelio; homéricas, el aedo, el recitante, empezaba el relato diciendo, según
he aquí mi trabajo, al que no atribuyo el menor privilegio. Normal­ una fórmula ritual: “ Inicio la historia en el momento en q u e ...” ;
mente, esto llevaría varios días: recorrería el relato de versículo en así indicaba que era perfectamente consciente de que hacía un corte
versículo, de lexía en lexía, y decantaría todos los sentidos, todos arbitrario; empezar es cortar un infinito de una manera arbitraria.
los códigos posibles, lo que lleva cierto tiempo, porque la determi­ Las aperturas de relatos resultan, pues, muy importantes a efecto de
nación de la correlación no es inmediata. Las correlaciones se persi­ su estudio, cosa que aún no se ha hecho. Y o he propuesto varias
guen, se van elaborando; hace falta, pues, tiempo y paciencia; no veces a estudiantes hacer una tesis sobre el estudio de las primeras
realizaré aquí ese trabajo, sino que me serviré del relato de los frases de novelas: se trata de un tema importante e interesante;
Hechos para presentarles tres grandes problemas estructurales, a mi pero ninguno lo ha hecho todavía; creo que en Alemania se está
entender presentes en este texto. trabajando en este sentido, e incluso existe una publicación sobre
los principios de novelas. Desde el punto de vista del análisis es­
tructural, sería apasionante saber cuáles son las informaciones im ­
1. El problema de los códigos plícitas contenidas en un principio, ya que ese lugar del discurso
no va precedido de ninguna información.
Y a he dicho que los sentidos eran puntos de partida de códigos,
citaciones de códigos; si comparamos nuestro texto con un texto 2. “En Cesárea...” He aquí un código topográfico, relativo a
literario (acabo de trabajar bastante minuciosamente una novel i ta la organización sistemática de los lugares en el relato. En este có­
de Balzac), resulta evidente que aquí los códigos son ¡poco numero­ digo topográfico hay, sin duda, reglas de asociación (reglas de vero­
sos y de cierta parquedad. Su riqueza aparecería probablemente me­ similitud), y hay una funcionalidad narrativa de los lugares: encon­
jor a escala del evangelio en su conjunto. Voy a intentar un acota­ tramos un paradigma, una oposición significante entre Cesárea y
miento de los códigos, tal como yo los veo (quizá olvide alguno) en Jafa. Hace falta que la distancia entre ambas ciudades encuentre
los primeros versículos (w . 1 a 3), y retrasaré el caso de los doS correspondencia en una distancia temporal: problema típicamente
códigos más importantes delimitados en el texto.1 estructural, en cuanto problema de concordancia, de concomitancia,
según cierta lógica, por lo demás a explorar, pero que a primera
1. “Vivía en Cesárea un cierto Cornelio, capitán de la compa­ vista es la lógica de la verosimilitud. Este código topográfico lo
ñía itálica” . En esta frase, distingo cuatro códigos. En primer lugar, encontramos en otros lugares del texto. El código topográfico es
la fórmula “vivía” , que remite culturalmente (no hablo en términos evidentemente un código cultural: Cesárea y Jafa implican deter­
de exégesis bíblicas, sino de una forma más general) a un código minado conocimiento del lector, aun cuando se suponga que el lec­
que yo denominaría narrativo: este relato que comienza por “vivía” tor posee ese conocimiento naturalmente. Más aún: si incluimos
remite a todas las aperturas de relato. en la lengua del relato la forma como nosotros, en nuestra situación
Permítaseme una breve digresión para decir que la apertura del de lectores modernos, recibimos el relato, descubriremos en ella
discurso es un problema importante que ha sido perfectamente todas las connotaciones orientales de la palabra Cesárea, todo cuanto
comprendido y tratado, en el plano pragmático, por la retórica an­ incluimos en la palabra Cesárea, porque lo hemos leído después en
tigua y clásica: ésta ha dado normas en extremo precisas para co­ Racine o en otros autores.
menzar el discurso. A mi parecer, estas reglas están relacionadas con Otra observación relativa al código topográfico: en el versícu­
el sentimiento de que existe una afasia natural del hombre, de que lo 9, nos encontramos con otro rasgo de este código: “Pedro subió
es difícil hablar, de que quizá no hay nada que decir, y por consi­ a la azotea”. Aquí la citación topográfica cumple una función muy
guiente hace falta todo un conjunto de protocolos y reglas para importante en el interior del relato, puesto que justifica el hecho
encontrar qué decir: invenire quid dicas. La apertura es una zona de que Pedro no oiga la llamada de los enviados de Cornelio y, por
peligrosa del discurso: su comienzo es un acto difícil, es la salida consiguiente, sea necesaria la advertencia del ángel: “ Hay unos hom­
del silencio. En realidad, no hay razón para empezar aquí en vez bres que te buscan...” El rasgo topográfico se convierte en función
154 R. Barthes El análisis estructural del relato 155

narrativa. Y aprovecho esto para plantear un problema importante código sémico al conjunto de los significados de connotación, en el
del relato literario: el tema de la azotea es a la vez un término del sentido corriente del término; la connotación puede ser caracterial,
código topográfico, es decir, de un código cultural que remite a un si se lee el texto psicológicamente (entonces tendremos un signifi­
“habitat” donde hay casas con azotea, y un término de lo que yo cado caracterial de Cornelio, que remite a su carácter psicológico),
denominaría el código accional, el código de las acciones, de las o sólo estructural, si el texto se lee anagògicamente, dado que la
secuencias de acciones: aquí, la intervención del ángel; además, categoría de los “ temerosos de D ios” no tiene un valor psicológico,
podría muy bien referirse esta notación al ámbito simbólico, en sino un valor propiamente relacional en la distribución de los que
la medida en que la azotea es un lugar elevado e implica, por con­ intervienen en el evangelio, como ya he dicho.
siguiente, un simbolismo ascensional, si la elevación se empareja con 6. Hay también un código retórico en este versículo, ya que
otros términos del texto. D e esta manera, la notación de la azotea está construido sobre un esquema retórico, a saber: hay una propo­
corresponde a tres códigos diferentes: topográfico, accional, simbó­ sición general, un significado: la piedad, que es distribuida en dos
lico. Ahora bien, lo propio del relato, y ello configura de alguna “exempla” , como determinaba la retórica clásica: la generosidad y
manera una de sus leyes fundamentales, es que los tres códigos vie­ la oración.
nen sugeridos de forma indecidible: no se puede decidir si prevalece 7. “Vio con claridad en visión ...” Estamos ante uno de los
algún código, y esa indecibilidad es lo que a mi entender constituye términos de un código en extremo importante, sobre el que volveré,
el relato, pues es lo que determina la ejecución del narrador. “Con­ y que provisionalmente denominaré código accional, o código de
tar bien una historia” , según la legibilidad clásica, es hacerlo de las secuencias de acciones. La acción, aquí, es “ver en una visión” .
manera que no se decida entre dos o más códigos, es proponer una Proseguiremos con este problema más adelante.
especie de sistema giratorio por obra del cual un código puede
siempre presentarse como coartada natural del otro, un código natu­ 8. “Hacia la hora novena del día” . Se trata del código crono­
raliza al otro. Dicho de otro modo, lo que es necesario para la lógico; en el texto hay varias citas de esta índole; haremos la misma
historia, lo establecido bajo la instancia del discurso, parece deter­ observación que para el código topográfico: este código está rela­
minado por lo real, por el referente, por la naturaleza. cionado con los problemas de la verosimilitud; el Espíritu organiza
el sincronismo de las dos visiones: el código cronológico tiene im ­
3. “Cierto Cornelio...” Aquí tenemos un código que yo deno­ portancia estructural, puesto que, desde el punto de vista del relato,
minaría onomástico, pues se trata del código de los nombres propios. las dos visiones deben coincidir. Para el estudio de la novela, este
Recientes análisis han renovado el problema del nombre propio, que código cronológico es evidentemente muy importante; y hay que
por lo demás nunca había sido verdaderamente planteado por la recordar, por otra parte, que Lévy-Strauss estudió la cronología como
lingüística. Dichos análisis son, por una parte, los de Jakobson, y un código a propósito del problema de las fechas históricas.
por otra los de Lévy-Strauss, quien en la Antropologie structurale
(París 1958) dedicó un capítulo a problemas de clasificación de 9. “Vio con claridad en visión entrar en su casa un ángel de
nombres propios. A nivel del texto, la investigación no llevaría muy Dios que le dijo: Cornelio...” Aquí señalo la presencia de un códi­
lejos, pero en la perspectiva de una gramática del relato, el código go que denominaría, según una clasificación de Jakobson, jático (de
onomástico es evidentemente un código muy importante. la palabra griega fasis: el habla). En efecto, Jakobson ha distinguido
seis funciones del lenguaje, y, entre ellas, la función fática, o con­
4. "Capitán de la compañía itálica” : aquí aparece, en forma junto de los rasgos de enunciación por los cuales se asegura, man­
banal, el código histórico, que implica un conocimiento histórico, tiene, o renueva un contacto con el interlocutor. Se trata, pues, de
o si se trata de un lector contemporáneo del referente, un conjunto rasgos del lenguaje que no tienen contenido en cuanto mensaje, sino
de informaciones políticas, sociales, administrativas, etc. Es un có­ que desempeñan un papel de interpelación renovada. (El mejor ejem­
digo cultural. plo es el término telefónico “ alio”, que no quiere decir nada, pero
5. “En su piedad y su reverencia hacia Dios, que toda su casa que establece el contacto y con frecuencia lo mantiene: es un rasgo
compartía, colmaba de bienes al pueblo judío, y siempre invocaba del código fático). Los rasgos de interpelación pertenecen, pues, a ese
a D ios”. Aquí hay lo que yo llamo un código sémico. El tema, en código fático; es una especie de vocativo generalizado; más ade­
lingüística, es una unidad de significado, no de significante. Llamo lante, incluiremos en dicho código una indicación como "esto (la
156 R. Barthes El análisis estructural del relato 157
visión) sucedió tres veces” . Pues la notación se puede interpretar 12. Un último código importante es el código metalingüistico:
como un rasgo de redundancia, de insistencia, de comunicación entre este término designa un lenguaje que habla de otro lenguaje. Si,
el ángel y Pedro, entre el Espíritu y Pedro: rasgo del código fatico. por ejemplo, escribo una gramática de la lengua francesa, hago me-
10. Es posible ver más adelante, en “la colgadura que descen­ talenguaje, pues hablo un lenguaje (a saber, mi gramática) sobre una
día de las alturas” (v. 11), una citación del campo simbólico (pre­ lengua, el francés. El metalenguaje es, pues, un lenguaje que habla
feriría decir campo en vez de código simbólico), a saber, la organi­ de otro lenguaje o cuyo referente es un lenguaje o un discurso.
zación de los significantes según un simbolismo ascensional. El sen­ Ahora bien, lo interesante aquí es que los episodios metalingüísti-
tido simbólico es evidentemente importante: el texto organiza, en el cos son importantes y numerosos: son los cuatro o cinco resúmenes
plano del relato y a través de la elaboración de significantes, la expo­ que componen el texto. Un resumen es un episodio metalingüistico,
sición de una transgresión; y si esa transgresión ha de ser analizada un rasgo del código metalingüistico; hay un relato referente, un
en términos simbólicos, se debe a que como tal transgresión está rela­ lenguaje referente: la visión de Cornelio, la visión de Pedro, las dos
visiones, la historia de Cristo..., he ahí cuatro relatos referentes; y
cionada con el cuerpo humano. Desde este punto de vista, se trata
después hay unas reasunciones metalingüísticas, según diferentes des­
de un texto notable, pues las dos transgresiones planteadas y acon­
tinatarios:
sejadas en el texto son ambas corporales. Se trata, por una parte,
del alimento y, por la otra, de la circuncisión. Y las dos transgre­ — los enviados resumen a Pedro la orden dada a Cornelio,
siones específicamente corporales, y por tanto simbólicas (en el — Cornelio resume su visión a Pedro,
sentido psicoanalítico del término), son relacionadas explícitamente — Pedro resume su visión a Cornelio,
por el texto, ya que la transgresión alimentaria sirve de introduc­ — Pedro resume las dos visiones a la comunidad de Jerusalén,
ción o, si cabe decirlo, de exemplum a la transgresión de la ley de — por último, Pedro resume a Cornelio la historia de Cristo.
exclusión por la circuncisión. Una descripción simbólica no obser­ Volveré a hablar de este código. Pero ahora me gustaría hablar de
varía, por lo demás, la jerarquía que acabo de establecer entre ambas otros dos problemas importantes, que corresponden a dos códigos
transgresiones. Esta jerarquía lógica viene dada por la anagogia del particulares o aislados en el texto.
texto, es el sentido que el propio texto ha pretendido imprimir a
su relato; pero si se pretendiera “ interpretar” simbólicamente el 2. El código de las acciones
texto, no habría que poner la transgresión alimentaria antes de la
Este código se refiere a la organización de las acciones empren­
transgresión religiosa, sino intentar saber qué forma general de trans­
gresión yace tras la construcción anagògica del texto. didas o sufridas por los agentes presentes en la narración; es un
código importante, ya que abarca todo lo que en un texto aparece
11. El código anagògico, del que acabo de hablar, es el sistema propia e inmediatamente como narrativo, a saber, la relación de
al que remiten todos los rasgos que enuncian precisamente el sen­ lo que pasa, por lo general presentada según una lógica a la vez
tido del texto, pues éste enuncia y anuncia aquí su propio sentido, causal y temporal. Este nivel ha llamado inmediatamente la atención
lo cual no siempre sucede. En el texto literario corriente no hay de los analistas. Propp ha establecido las grandes "funciones” del
código anagògico: el texto no enuncia su sentido profundo, su sen­ cuento popular, es decir, las acciones constantes, regulares, que se
tido secreto, y precisamente porque no lo hace puede la crítica encuentran con escasas variaciones en todos los relatos del folklore
apoderarse del mismo. En varias ocasiones nos encontramos con ruso; su esquema (que postula una serie de cerca de treinta accio­
citaciones procedentes de ese código anagògico, como por ejemplo nes) ha sido reconsiderado y corregido por Lévy-Strauss, Greimas y
cuando Pedro pretende explicarse el posible significado de la visión Bremond. Podemos decir que actualmente la “lógica” de las acciones
que acaba de tener; o bien la discusión de sentido, el sentido que narrativas se concibe de varias maneras, próximas y, sin embargo,
apacigua la comunidad de Jerusalén. El sentido anagògico viene, diferentes. Propp considera la serie de las acciones narrativas como
pues, dado por el texto: es la integración de los no circuncidados alógicas; para él, se trata de una serie constante, regular, pero sin
en la Iglesia. Y quizá habría que referir a este código todos los contenido. Lévv-Strauss y Greimas han postulado la necesidad de
rasgos que hacen mención del problema de la hospitalidad: forma­ dar a esas series una estructura paradigmática y reconstruirlas como
rían también parte de este código anagògico. sucesiones de oposiciones; en nuestro propio caso, por ejemplo, la
158 R. Barthes El análisis estructural del relato 159
victoria inicial (de la letra) se opone a su derrota (final): y un tér­ encargado de representarla en otra serie de acciones: saludar ¡res­
mino medio las neutraliza temporalmente: en enfrentamiento. Bre- ponder es un fragmento de secuencia que representa cierto sentido
mond, por su parte, ha intentado reconstruir una lógica de las alter­ (“también yo soy un hombre” ).
nativas de acciones, pues cada “ situación” puede “resolverse” de Estas indicaciones componen el esbozo de las operaciones ana­
una manera u otra y cada “ solución” engendrar una nueva alterna­ líticas a las que hay que someter el nivel accional de un relato. Este
tiva. Personalmente, me inclino hacia la idea de una especie de análisis es a veces ingrato, pues las secuencias proporcionan una
lógica cultural, que no será tributaria de ningún dato mental, ni impresión de evidencia y su acotamiento parece fútil; asimismo es
siquiera a nivel antropológico; para mí, las series de acciones narra­ necesario comprender que esa misma futilidad, al constituir la nor­
tivas están revestidas de una apariencia lógica que procede única­ malidad de nuestros relatos, exige el estudio de un fenómeno capital
mente de lo ya escrito: en una palabra, del estereotipo. sobre el que todavía tenemos escasas noticias: ¿por qué es legible
Dicho esto, y como quiera que se las estructure, he aquí, por tal relato? ¿Cuáles son las condiciones de legibilidad de un texto?
ejemplo, dos secuencias de acciones presentes en nuestro texto: ¿Cuáles son sus límites? ¿Cómo, por qué una historia nos aparece
a) Una secuencia elemental, con dos núcleos, del tipo preguntal dotada de sentido? Frente a secuencias normales (como las secuen­
respuesta: pregunta de Pedro a los enviados/respuesta de los envia­ cias de nuestro relato) hay que pensar siempre en la posibilidad de
dos; petición de explicación de Pedro a Cornelio/respuesta de Cor- series lógicamente escandalosas, ya por extravagancia, ya por caren­
nelio. El mismo esquema puede complicarse sin perder su estructu­ cia de un término: así se perfila la gramática de lo legible.
ra: información turbadora/requerimiento de aclaración formulado por
Ja comunidad/explicación dada por Pedro/apaciguamiento de la co­ 3. El código metalingüístico
munidad. Señalemos que esas secuencias son interesantes en la me­
El último problema que plantearé acerca de este texto de los H e­
dida en que son banales; porque su misma banalidad da fe de que
chos se refiere a lo que he denominado el código metalingüístico.
se trata de un apremio casi universal, o mejor aún: de una regla La metalingüística se produce, lo hemos dicho, cuando un lenguaje
de gramática del relato. habla sobre otro lenguaje. Es el caso del resumen, que es un acto
b) Una secuencia desarrollada, con varios núcleos: es la bús­ metalingüístico, puesto que se trata de un discurso cuyo referente
queda (de Pedro por los emisarios de Cornelio): partir/buscar/ es otro discurso. Ahora bien, en nuestro texto, hay cuatro resúme­
llegar a un destino/preguntar/obtener/traer. Algunos de los térmi­ nes intertextuales y, además, un resumen exterior al texto, puesto
nos son sustituibles (en otros relatos): traer puede ser sustituido por que remite a todo el evangelio, a saber, la vida de Cristo:
renunciar, abandonar, etc. — la visión de Cornelio es repetida, resumida por los emisarios
Las secuencias de acciones, constituidas según una estructura ló­ de Cornelio a Pedro, y por el propio Cornelio a Pedro;
gico-temporal, se organizan al filo del relato según un orden com­ — la visión de Pedro es resumida por Pedro a Cornelio;
plicado: dos términos de una misma secuencia pueden estar separa­ — las dos visiones son resumidas por Pedro a la comunidad de
dos por la aparición de términos pertenecientes a otras secuencias; Jerusalén;
estas grecas de secuencias forman el trenzado del relato (no olvidemos — por último, la historia de Cristo es resumida, en cierto modo,
que etimológicamente texto quiere decir tejido). Aquí, el entrelaza­ por Pedro a Cornelio y a los amigos de Cornelio.
miento es relativamente sencillo: hay un cierto simplismo del relato 1. El resumen. Si yo me situase ante este texto desde el punto
y ese simplismo se debe a la yuxtaposición pura y simple de las
de vista de una investigación general, lo clasificaría bajo el título
secuencias (no son intricadas). Además, un término de una secuencia del problema del resumen, de la organización de la estructura meta-
puede representar por sí solo una subsecuencia (lo que los ciberné­ lingüística de los relatos. Lingüísticamente, el resumen es una cita
ticos llaman un “engarce” ); la secuencia del ángel comprende cuatro sin la letra, una cita de contenido (no de forma), un enunciado que
términos: entrar/ser visto/comunicar/salir; uno de los cuatro térmi­ remite a otro enunciado, pero cuya referencia, al no ser literal, im­
nos, la comunicación, constituye un orden (una exigencia) que a su plica un trabajo de estructuración. Lo interesante es que un resumen
vez se fracciona en términos secundarios (interpelar/preguntar/moti­ estructura un lenguaje anterior, por lo demás ya estructurado. El
vo de elección/contenido de la interpelación/ejecución); de alguna referente es en este caso ya un relato (y no lo “real” ): lo que Pedro
manera hay una procuración de una serie de acciones a un término
160 R. Barthes El análisis estructural del relato 161

resume a la comunidad de Jerusalén es la realidad sólo en aparien­ ante un problema estructural apasionante, que aún no ha sido bien
cia; de hecho, es algo que hemos conocido por una especie de re­ esmdiado: se trata del problema llamado catálisis; en un relato, hay
lato cero, que es el relato del ejecutor del texto, a saber, según varios niveles de necesidad; los resúmenes muestran lo que se puede
parece, Lucas. En consecuencia, lo que nos interesaba desde el punto quitar o añadir: dado que una historia se determina a través de su
de vista de la problemática del resumen es comprender si existe resumen, se puede entonces “rellenar” la historia; y de ahí el tér­
verdaderamente un hiato entre el relato principal, el relato cero, y mino de catálisis; podemos decir que la historia al margen de su
su referente, materia supuestamente real del relato. ¿Existe verdade­ resumen, la historia íntegra, es una especie de etapa catalítica de
ramente una especie de prerrelato, que sería la realidad, el referente un estado resumido; hay una relación de relleno entre una estruc­
absoluto; y después un relato, que sería el de Lucas; y después los tura breve y otra estructura completa, movimiento muy interesante
relatos de todos los participantes que numeraríamos relato 1, 2, 3, para nuestro estudio, ya que ilustra el juego de la estructura. Un
4, etc.? De hecho, entre el relato de los Hechos, es decir, el relato relato, en determinado plano, es como una frase. Una frase puede
de Lucas, y el supuesto real, hoy diríamos que existe solamente la ser catalizada en principio hasta el infinito. N o sé qué lingüista
relación de un texto a otro texto. Uno de los problemas ideológicos americano (Chomsky o alguno de su escuela) dijo lo que sigue, que
capitales que se plantean, menos quizá en la investigación que en filosóficamente es muy bello: “ Nosotros hablamos continuamente
determinados grupos preocupados por el compromiso de la escritura, una misma y única frase, que sólo la muerte interrum pe...” La es­
es el problema del significado último: ¿posee un texto de alguna tructura de la frase es tal que siempre cabe añadir palabras, epíte­
manera un significado último? ¿Acaso apurando el texto hasta sus tos, adjetivos, elementos subordinados o principales, y nunca se
estructuras se puede llegar en cierto momento a un significado últi­ alterará la estructura de la frase. En el fondo, si hoy se da tanta
mo, que en el caso de la novela realista sería “la realidad” ? importancia al lenguaje es porque el lenguaje, tal como hoy se descri­
La investigación filosófica de Jacques Derrida ha insistido de be, nos ofrece el ejemplo de algo a la vez estructurado e infinito: en
manera revolucionaria en el problema del significado último, posm­ el lenguaje se da la experiencia de una estructura infinita (en el sen­
iando que en el fondo sólo hay, en el mundo, la escritura de una tido matemático del término); y la frase es su ejemplo más puro: se
escritura: una escritura remite siempre finalmente a otra escritura, puede prolongar indefinidamente cualquier frase; y si las frases se
y el muestrario de los signos es de alguna manera infinito. Por con­ limitan, si se cierran, en lo cual ha consistido siempre el gran pro­
siguiente, describir unos sistemas de sentido postulando un signifi­ blema de la retórica (como atestiguan las nociones de período, de
cado último es tomar partido contra la naturaleza misma del sen­
cláusula, que son operadores de cierre), es únicamente bajo la pre­
tido. N o entro en esta reflexión ni tengo competencia para ello; pero
sión de contingencias, debido al aliento, a la memoria, a la fatiga,
el tema que nos reúne aquí, la escritura, es un dominio privilegiado
pero nunca a causa de la estructura: ninguna ley estructural obliga
con relación a este problema, porque, por una parte, teológicamente,
a cerrar la frase, y estructuralmente puede permanecer indefinida­
es cierto que se postula un significado último: la definición metafí­
mente abierta. El problema del resumen es igual, trasladado al plano
sica o la definición semántica de lo teología consiste en posmiar el
narrativo. El resumen demuestra que una historia es de alguna ma­
significado último; y porque, por otra parte, la noción misma de
nera infinita: se puede llenar indefinidamente; ¿por qué, entonces,
escritura, el hecho de que la Biblia se denomine Escritura, nos orien­
cerrarlo en determinado punto? Se trata de uno de los problemas
taría hacia una comprensión más ambigua de los problemas, como
que el análisis del relato debería permitirnos abordar.
si efectivamente, teológicamente, la base, lo principal, fuese también
una Escritura, y sólo una Escritura.
3. La estructura diagramática. Además, con relación a nuestro
texto, el desprendimiento de resúmenes y su multiplicidad (en un
2. La catálisis. En cualquier caso, el problema de desprendi­
espacio de texto reducido tenemos cinco resúmenes) implican que
miento de los significantes a través de resúmenes que parecen pro­
cada resumen supone un nuevo circuito de destino. Dicho de otra
yectarse en unos espejos los unos en los otros, es muy importante
manera, multiplicar los resúmenes quiere decir multiplicar las fina­
para una teoría moderna de la literatura. Nuestro texto es excepcio­
lidades del mensaje. Este texto de los Hechos, estructuralmente, y
nalmente denso en desprendimientos, en resúmenes, que se escalo­
nan como si esmviéramos asistiendo a un juego de espejos. Estamos yo incluso diría con ingenuidad que fenomenològicamente, aparece
162 R. Barthes El análisis estructural del relato 163

como el lugar privilegiado de una intensa multiplicación,- difusión, la idea de ilimitacíón. El hecho de que en tan corto espacio haya
diseminación, refracción de mensajes. cuatro resúmenes de un mismo episodio constituye una imagen dia­
Una misma cosa puede ser dicha en cuatro planos sucesivos; por gramática del carácter ilimitado de la gracia. La teoría de este “no
ejemplo, la orden del ángel a Cornelio está dicha en cuanto orden límite” viene dada por un relato que virtualiza el “no límite” del
dada, en cuanto orden ejecutada, en cuanto relato de esta ejecución, resumen. En consecuencia, la materia del texto es la idea misma de
y en cuanto resumen del relato de esa ejecución; y, evidentemente, mensaje; para el análisis estructural, el texto tiene por materia al
los destinatarios alternan; el Espíritu comunica a Pedro y a Cornelio, mensaje, es una ejecución del lenguaje, de la comunicación; y se tra­
Pedro comunica a Cornelio, Cornelio comunica a Pedro, después ta, por lo demás, de un tema de Pentecostés (se alude a ello en el
Pedro a la comunidad de Jerusalén, y, finalmente, a nosotros los texto). La materia es la comunicación y la difusión de los mensajes
lectores. Se ha dicho que la mayor parte de los relatos eran relatos y las lenguas. Estructuralmente, como se ha visto, el contenido de
de búsqueda en los que un sujeto desea o busca un objeto (es el lo que Cornelio habrá de decir a Pedro no se enuncia: el ángel no
caso de los relatos de milagros). A mi parecer, y en ello consiste la dice a Cornelio la razón de enviar a buscar a Pedro. Y es ahora
originalidad estructural de este texto, su resorte no es la búsqueda, cuando captamos el sentido estructural de esa carencia, de que hablé
sino la comunicación, la “ transmisión” : los personajes del relato no al principio: porque de hecho el mensaje consiste en su forma mis­
son actores, sino verdaderos agentes de transmisión, agentes de co­ ma, en su destino. En el fondo, lo que Cornelio busca de Pedro no
municación y de difusión. Esto es interesante: vemos de una manera es un verdadero contenido, sino la comunicación con él. El contenido
concreta, y si se me permite, “ técnica”, que el texto presenta con del mensaje es, pues, el mensaje mismo; y el destino del mensaje, los
relación a su contenido lo que yo llamaría una estructura diagra- no circuncidados, completa el contenido del mismo.
mática. Un diagrama es una analogía proporcional (lo cual es por lo Podrá parecer que estas indicaciones se quedan cortas con rela­
demás pleonàstico, pues analogía en griego quiere decir proporción); ción al texto. M i excusa es que el fin de la investigación no es la
no es una copia figurativa (basta pensar en los diagramas en demo­ explicación, la interpretación de un texto, sino la interrogación de
grafía, en sociología, en economía); es una forma destacada 'por ese texto (entre otros) con miras a la reconstitución de un lenguaje
Jakobson: en la actividad del lenguaje, el diagrama es importante general del relato. Puesto en la necesidad de hablar de un texto y
porque en todo momento el lenguaje produce figuras diagramáticas: sólo uno, no he podido hablar ni del análisis estructural del relato
no puede copiar literalmente, según una mimesis completa, deter­ en general, ni estructurar detalladamente ese texto: he intentado un
minado contenido para determinada forma, porque entre la forma compromiso, con todas las decepciones que ello puede acarrear; he
lingüística y el contenido no existe una medida común; pero lo que procedido a un trabajo de clasificación parcial; he esbozado la ficha
sí puede hacer es producir figuras diagramáticas; el ejemplo que estructural de un texto, pero para que este trabajo adquiera su plena
Jakobson pone es muy conocido: el diagrama poético (porque la efectividad habría que relacionar esa ficha con otras, incorporar ese
poesía es el lugar del diagrama), es el lema electoral del general texto al inmenso corpus de los relatos del mundo.
Eisenhower cuando era candidato a la presidencia: "I like Ike” ; se
trata de un diagrama, ya que la palabra lke está contenida en el amor (1969)
de la palabra like. Entre la frase “I like Ike” y su contenido existe
una relación diagramática, a saber, que el general Eisenhower estaba
arropado por el amor de sus electores y electoras.
También en nuestro texto tenemos una estructura diagramática,
pues el contenido del mismo —y no es invención nuestra, pues una
vez más estamos ante un texto que yo llamaría anagògico, que lleva
su sentido en sí mismo— es la posibilidad de difusión del bautismo.
Y el diagrama consiste en la difusión del relato por multiplicación
de resúmenes; dicho de otro modo, hay una especie de refracción
diagramática en torno a la noción de comunicación, ilimitada, vul­
garizada. En el fondo, lo que el relato activa diagramáticamente es
Hechos 10 como sistema de representaciones míticas 165

COMUNICACION que en determinado momento toma en los “circuncidados” (11,2-3)


a los que se ve enfrentado el apóstol, pero que en definitiva resul­
HECHOS 10,1-11,18 COMO SISTEMA tará sojuzgado como lo proclama 10,34-35: “Voy comprendiendo
D E REPRESENTACIONES MITICAS que Dios no hace distinciones, sino que acepta al que le es fiel y
obra rectamente, sea de la nación que sea” .
por Los tres actores (sujeto/adyuvante/oponen te) así designados se
presuponen mutuamente en todo momento del relato y se sitúan,
J o seph C ourtes
cada uno con respecto a los otros dos, en una relación triangular
(que podría relacionarse con el triángulo vocálico de R. Jakobson).
— Pedro está sometido a la ley (cuyo peso resulta manifiesto
en 10,14), pero también al Espíritu ( “Pero a mí me ha enseñado
En la investigación sobre la temática más fundamental del texto
D io s...” (10,28): en ambos casos, su actitud es de pasividad y, por
de Hechos 10,1 a 11,18, encontramos de momento tres elementos
consiguiente, se opone en un mismo momento a la ley y al Espíritu
esenciales que parecen destacar y se conjugan armónicamente en el
de consuno, en cuanto que los dos suponen autoridad. Dicho de
despliegue de su literalidad. La narración de Lucas (intentamos man­
otra forma, el sujeto depende de la 'pasividad, el adyuvante y el
tenernos al nivel exclusivo de la superficie textual, sin pronunciar­
oponente de la actividad.
nos sobre el valor del sistema que la sustenta), considerada como
— El Espíritu se opone evidentemente a la letra, a la ley (ésta
representación (en el sentido de re-presentación, que connota lo que
está marcada con el signo — , y aquélla con el signo -f-), pero tam­
se representa, pero también la distancia entre el referente y el dis­ bién a la unión Pedro-pley (en cuanto que el apóstol, como judío,
curso que lo constituye en objeto — interpretado— de su decir),
cae bajo el efecto de la ley).
despliega los tres datos constitutivos de una “ puesta en escena” :
— Por último, la ley, que se opone al Espíritu, se diferencia
actores/acciones/decorado, de los que nos proponemos designar los del grupo Pedro-f-Espíritu (en cuanto que el apóstol entra aquí en
polos semánticos y mostrar la articulación. En esta perspectiva "tea-
la zona de influencia del Espíritu).
¡tral”, distinguimos, pues, esos tres elementos.I.

I. Los “ actores ”

El relato ¡pone en movimiento un personaje central, Pedro, en


función del cual se organizan las acciones. Cornelio sólo ocupa un
lugar marginal, como representante del mundo pagano, objeto de la
solicitud del apóstol. Sólo tenemos, pues, un sujeto al que poder
referir — utilizando en este aspecto la terminología de Greimas— el El esquema triposicional aparece así bastante riguroso, conser­
adyuvante y el oponente. vando cada elemento su especificidad, pero conjugándose con su
En la misión confiada a Pedro ( = preparar la venida del Espíri­ inmediato vecino para oponerse al tercer término.
tu: 10,44), el adyuvante queda identificado como el Espíritu (10,19.
44), tomando forma tanto de “ángel de D ios” (10,3.22), como de
“voz” (10,13); podría incluso incluirse a Cornelio, en la medida en II. L as “ acciones ”
que es el eco de la visión, el recordatorio del Espíritu.
A este ámbito del Espíritu, que denominamos adyuvante, se opo­ También aquí, y en correlación con las posiciones de los “acto­
ne entonces el mundo de la letra, de la ley, de la costumbre judía res”, podemos discernir tres polos semánticos en situación trian­
que “prohíbe a un judío tener trato con extranjeros” (10,28). Este gular:
es el oponente, implícitamente presente en 10,14-15 (que propor­ — Al adyuvante corresponde, a nivel de las acciones, la venida
ciona fundamento a la reticencia de Pedro), denunciado en 10,28, y del Espíritu sobre los paganos (10,44). Se trata de la victoria del
166 J. Courtes

adyuvante, que elimina la perspectiva restrictiva de la ley y triunfa


sobre la indecisión temporal de Pedro (que de esta manera se verá 1. La oposición arriba! abajo
confirmado en su lectura de la visión: “Aún estaba hablando Pedro Esta aparece ya en la visión de Cornelio: “Tus oraciones y tus
cuando cayó el Espíritu Santo...” )-
limosnas han llegado hasta D ios” (10,4); el hombre pertenece, pues,
— Al oponente (la ley como prohibición) corresponde la mar-
abajo, mientras que el Señor pertenece a lo elevado. La oposición
ginación, la exclusión de los paganos, supuesta hasta ese punto efec­
tiva en el texto (10,28; 11,3), y de la que encontramos un eco resulta aún más subrayada en 10,9-16: “Subió Pedro a la azotea...
en 11,2: “Cuando Pedro subió a Jerusalén, los partidarios de la a orar”. A este movimiento hacia arriba corresponde el desplaza­
circuncisión le reprocharon...” . Aquí hemos de pensar también (más miento de esa “ especie de toldo enorme” que el apóstol ve “des­
adelante volveremos sobre ello) en la marginación de Cristo ( “col­ cender hacia tierra” . Señalemos de paso que independientemente de
gándolo de un madero” : 10,39), a lo cual nos invita el inciso de su referencia al Génesis, el versículo 12 presenta una serie de anima­
Pedro: “ Lo m ataron...” (10,39). les que podemos sumariamente (volveremos más adelante sobre esto)
:—• Y por último, al sujeto corresponde aquí la perplejidad de clasificar en dos categorías: los de arriba (“las aves del cielo” ) y
Pedro (10,17), que no se reabsorberá hasta 10,47 ( “ igual que nos­ los de abajo (“cuadrúpedos y reptiles” ). Hasta aquí, lo alto se iden­
otros” ). Este tercer polo de las acciones podemos caracterizarlo de tifica, pues, con el cielo, y lo bajo con la tierra: el objeto de la
modo más preciso como el lugar del enfrentamiento (bien interior: visión viene de arriba, y el cristiano mira hacía arriba al rezar; en
lo que se traduce en la “perplejidad” ; bien exterior, en cuanto que los dos casos, la atención se orienta hacia el ámbito de lo celeste,
suscita discusión: 11,1-3), que por lo demás sustenta la interro­ que es por excelencia el lugar de lo divino.
gación de Pedro: “ ¿Quién era yo para poder imoedirlo a D ios?” Aparte de la descripción de las visiones, la oposición arriba/
(11,17). abajo se conserva con igual regularidad (incesantemente) en la su­
: Así, pues, obtenemos un nuevo esquema triposicional: la victo­ perficie del relato. Y así, resulta evidente en 10,19-21: “Pedro se­
ria operada por el Espíritu y que hace referencia a la “vida” (11, guía dándole vueltas a la visión (que remite a lo elevado), cuando
18); lo que por oposición podemos denominar la derrota que se
el Espíritu le dijo: ’Baja’... Pedro bajó a abrirles...” En 10,25-26,
lee en la exclusión, en la muerte y, más ampliamente, en el pecado
la oposición se acentúa en forma de repetición: “Cuando iba a en­
(que la ley pone de manifiesto); y, por último, el enfrentamiento
trar Pedro salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo
como lugar de la ambivalencia del sujeto.
de homenaje. Pero Pedro lo alzó diciendo: ’Levántate...’” Y es que,
ENFRENTAMIENTO efectivamente, Pedro es para Cornelio portador de “palabras” (11,14)
divinas (=celestes) que aportan la salvación (que viene de arriba:
10,44).
y \ .
El discurso de Pedro supone igualmente la oposición arriba/
VICTORIA X DERROTA abajo, pero con otras implicaciones.
venida efecto Hasta aquí, efectivamente, lo alto designaba el cielo, y lo bajo
liberadora restrictivo la tierra. Aquí se produce un cambio, en el sentido de que lo bajo
del espíritu de la ley es signo de muerte. Muerte espiritual: “los oprimidos por el diablo”
(10,38), pero también muerte corporal: “ colgándolo de un made­
ro” (10,39: nótese que no se trata de una elevación, sino que el
término “colgándolo” hace referencia a abajo). Y opuestamente, la
III. E l “ deco ra d o ”
resurrección será señal de “vida” (11,18): “ ...después que resucitó
Ultima dimensión de la representación: la del espacio. Se inserta de la muerte” (10,41), porque está referida hacia lo alto.
todo a lo largo del relato en las visiones, como también en el dis­ 10,43-44: “ ... todo el que cree en él recibe por su medio el per­
curso de Pedro o en los otros elementos de la narración; y toma dón de los pecados. Aún estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu
forma en la oposición permanente arriba-abajo. Santo cayó sobre todos los que escuchaban el m ensaje...” El arriba
168 J. Courtes Hechos 10 como sistema de representaciones míticas 169

es referido, pues, a lo divino, así como el abajo alude al mal y cae


bajo el dominio del oponente, de la derrota,

2. La articulación cielo ¡tierra! infierno


El inventario precedente, 'por el que hemos distinguido dos cla­
ses de “abajo” , nos permite quizá ahora dividir el espacio en tres
zonas diferentes.
Para el cielo, lo mismo que para la tierra, los datos están claros.
Por el contrario, el infierno como tal no es mencionado explíci­
tamente. Sin embargo, hemos visto que hay un lugar de la muerte,
del que Cristo resucita (10,41), el que el pecador abandona cuando
sigue el camino que “lleva a la vida” (11,18): se trata, pues, del
ámbito de los infiernos, del mal, y quizá también de la ley (en cuan­
to que ésta decreta sobre los paganos la palabra de la exclusión y
Hay que señalar que, si bien el triángulo de los “ actores” (lo
de la muerte).
mismo que el de las acciones) determina así tres polos semánticos
Por lo demás, 10,12 parece confirmarnos en esta división tripar­
perfectamente definidos, es evidente que el relato no es tan preciso,
tita del espacio: las aves son explícitamente referidas al cielo; los
que admite cierta flexibilidad entre esas extremidades características.
cuadrúpedos dependen del ámbito terrestre; y en cuanto a los rep­ Así, por ejemplo, el sujeto puede resultar paralelamente adyuvante
tiles, sólo pueden significar el infierno, el mal (cf. Gn 3). En esta en la medida en que se hace portavoz esclarecedor e irrefutable del
misma línea, pero de una manera mucho más hipotética (!), podría­ Espíritu. El texto aquí considerado es evidentemente demasiado exi­
mos referir al ámbito infernal las aguas inferiores: las del "m ar” guo para permitir un estudio de las sustituciones realizables.
(10,6: aun cuando ante todo se trate de una indicación topográfica)
y las “del bautismo” (10,47).IV.

IV. El s is t e m a d e l a r e p r e s e n t a c ió n

Con esos elementos que acabamos de aislar y definir, ahora po­


demos proponer una articulación general:
— El adyuvante (Espíritu) y su eficacia manifestada en la vic­
toria (venida liberadora del Espíritu) y pertenecen al ámbito de lo
celeste.
— El sujeto y su posición ambivalente (perplejidad interior y
exterior) dependen de la zona terrenal.
— ■ Y , finalmente, el oponente (prohibición de la ley) que de­
nuncia y manifiesta el pecado en su efecto constructivo (que excluye
a los paganos y a Cristo) puede encontrar sitio en el mundo in­
fernal.
Podemos, pues, distribuir todos estos datos en un cuadro de re­
capitulación:
Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 171
COMUNICACION miento de la historia desde el exterior, tal como la misma se pro­
duce a nivel del relato, sino que además los protagonistas, al inter­
venir directamente en la trama de la historia, se sitúan por sí mismos
ENSAYO D E ANALISIS ESTRUCTURAL en escena, dicen y se dicen, convierten el relato en representación.
D E HECHOS 10,1-11,18 Se trata, pues, de ese género mixto del que habla Platón en La Re­
pública, mezcla de relato y de representación, de historia y de dra­
por m a3. Los indicios, conocidos desde siempre, de este cambio de
Louis M arín coordenadas son perfectamente visibles en nuestro texto, en particu­
lar el paso del imperfecto al presente o al pretérito perfecto. Pero
hay aún algo más significativo: los discursos que fragmentan el re­
lato primitivo son a su vez, al menos muchos de ellos, relatos. Los
Nuestro intento de analizar estructuralmente Hch 10,1-11,18 re­ protagonistas sólo interrumpen la voz del “narrador” invisible para
quiere dos advertencias previas. Por una parte, la acotación de este contar ellos, sustituyendo así a aquél y contando lo que él estaba
texto es arbitraria: se ha elegido este fragmento tradicional por mo­ contando. Esta primera estructura revela una especie de plegamien-
tivos externos al texto mismo. A lo largo del análisis, aparecerán to del texto sobre sí mismo, del todo sobre las partes y de las partes
ciertas “ señales” que lo catapultan hacia otros pasajes (en particu­ sobre el todo. Un relato abarca una serie de discursos que en sí mis­
lar: 9,31-43; 11,19-30; 12,1-23). Por otra parte, el texto se estudia mos (en gran parte) son otros tantos relatos del relato que textual­
en su última versión española1 sin pararnos ante ningún problema mente los contiene, es decir, un relato del relato de relato (IV).
de traducción. Con relación al análisis estructural del relato, esta
versión figura con pleno derecho como texto, y cualquier otra tra­ 1. El encabalgamiento de los relatos
ducción o incluso el texto griego, si hubiera que tenerlos en cuenta,
serían considerados como textos diferentes. Una de las “fuentes de sentido” del texto aparecerá al poner en
perspectiva (en el sentido óptico del término) estos relatos a la vez
encabalgados y descolgados. Así, la visión de Cornelio es contada
I. Estructuras narrativas del tex to cuatro veces, y dos la de Pedro. Esta asimetría “aritmética” debe
ser interpretada, pues se opone de forma significativa a la simetría
Desde las primeras palabras, el texto se presenta como un rela­ de las dos visiones en el relato primitivo, y lo mismo sucede con
to: “V iv ía...” La constante utilización del pretérito perfecto así lo las diferencias, condensaciones y ampliaciones que se manifiestan en
confirma, subrayando el carácter narrativo del texto12. Es, sin em­ los relatos secundarios en relación con el relato primitivo.
bargo, un relato que no despliega continuamente su veta temporal; a) La visión de Cornelio (cf. el cuadro que sigue). Está narra­
a veces queda interrumpido y como horadado por un lenguaje de da en cuatro relatos: I. por el narrador: 10,1-16; II. por la gente
otra naturaleza (indicado por comillas): discursos que mantienen de Cornelio: 10,22; III. por éste: 10,30-32; IV. por Pedro en Jeru-
diversos personajes del relato. Más de dos terceras partes del texto salén: 11,13-14. Nótese en I y III la ausencia de la secuencia 13 (del
estudiado (cap. 10: 15 versículos sobre 48; cap. 11: 14 sobre 18) relato II, comentada literalmente y quizá retrospectivamente por IV),
consisten en discursos o conversaciones en “ estilo directo” . Semejan­ y la ausencia simétrica, en II y IV, de la secuencia 9, sin embargo,
te proporción, en un documento narrativo, muestra la importancia esencial, pues parece motivar a la vez, en I, la presencia del ángel
y el peso, en cierto modo, de la palabra viva sobre el hecho con­ y el envío de los servidores a Jafa. El “principio de sentido” podría
tado. Concretamente aún más, el texto se desdobla en su superficia­ ser el siguiente: las palabras de salvación retenidas por Pedro res­
lidad o se repliega sobre sí mismo: no sólo asistimos al aconteci­
pecto a Cornelio y a su familia “compensan” (en el sentido físico
de una ley de equilibrio) las oraciones y las limosnas de Cornelio.
1 Nueva Biblia Española, traducción de L. Alonso Schókel y J. ¡Mateos
(Ediciones Cristiandad, Madrid 1975) 1712ss.
2 Cf. E. Benveniste, Problèmes de linguistique générale (París 1966) “ Cf. G. Genette, Les frontières du récit, en Communications 8 (Paris
237s. 1966) 152-163-
Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 173
172 L. Marin

SECUENCIAS RELATO III RELATO IV


SECUENCIAS RELATO I RELATO H

0 Estaba yo rezando en mi casa,


0 Vivía en Cesarea un cierto Cor­ Cornelio, el capitán, hombre
nelio, capitán de la compañía recto y adepto al judaismo, re­
itálica. Era devoto y adepto a comendado por toda la pobla­
la religión judía...; daba mu­ ción judía,
chas limosnas al pueblo y ora­
ba regularmente.
1 hace cuatro días, a esta misma
1 A eso de la media noche, hora, hacia media tarde,

2 cuando se me presentó un hom­ Nos contó cómo había visto al


2 el ángel de Dios ha recibido de un ángel ángel
bre

3 vestido espléndidamente
3 — lo vio claramente—

4 que me dijo: que se presentó en su casa di-


4 entraba en su cuarto y lo lla­ ciéndole:
maba:
5 Cornelio,
5 — ¡Cornelio!
6
6 El se quedó mirándolo
7
7 y le preguntó asustado:
8
8 — ¿Qué quieres, Señor?
9 Dios ha escuchado tu oración
9 — Tus oraciones y tus limos­ aviso y tiene presentes tus limosnas.
nas — le contestó el ángel—
han llegado hasta Dios y las
tiene presentes.
10 Manda a alguien a Jafa "Manda recado a Jafa
10 Ahora manda alguien a Jafa,
11 e invita a venir a Simón Pe­ e invita a Simón Pedro a que
11 en busca de un tal Simón Pe­ encargándole que te mande lla­ dro, venga;
dro; mar para que vayas a su casa
12 que para en casa de Simón el
12 Para en casa de cierto Simón, curtidor, junto al mar
curtidor, que vive junto al mar.
13 lo que te diga
13 y escuchar lo que le digas.
14 te traerá la salvación a ti y
14 a tu familia” .
174 L. Marín Andlisis estructural de Hechos 10,1-11,18 175

La desaparición en IV de las indicaciones de tiempo y de lugar


(lo mismo que en II), así como del nombre propio y de la “ condi­ SECUENCIAS RELATO I’ RELATO IV’
ción civil y espiritual” de Cornelio tiene por efecto hacer su visión
casi abstracta, aunque encontramos, por asimetría, una precisión so­
bre 'las palabras de salvación (sec. 14) ausente en los demás relatos. 1 H ada el mediodía, subió Pe­
Mientras en el relato I se observa una “ superdenominación” de Cor­ dro a la azotea a orar,
nelio por el narrador (sec. 0: “cierto...” ) y por el ángel (sec. 4-5), pero sintió hambre y quiso to­
equilibrada en la parte correspondiente a Pedro por la mención de mar algo.
su nombre y su sobrenombre y de su presencia en casa de Simón
2 Mientras se lo preparaban,
el guarnicionero (sec. 11-12), el relato IV sume a Cornelio en el
anonimato y deja asimismo de mencionar a Pedro en relación con 3 le vino un éxtasis: Estaba yo orando en la ciudad
su homónimo (ausencia en la sec. 12). Estas correspondencias y estas de Jafa cuando tuve en éxtasis,
inversiones, 'positivas y negativas, nos llevan a preguntarnos si el una visión:
guarnicionero Simón no tendrá algo que ver con la impureza, la 4 vio el cielo abierto
que afecta a Cornelio debido a su incircuncisión, y evocada por la
visión del gran mantel anudado (10,11-12). 5 y una cosa que bajaba, una Una cosa que bajaba, una es­
El principio de sentido, sugerido así, podría ser la acentuación, especie de toldo enorme que pecie de toldo enorme que ba­
por los cuatro picos llegó a jaba del cielo hasta donde yo
en el relato IV, de la gratuidad y de la contingencia del hecho cen­ tocar el suelo. estaba y se posaba por los cua­
tral, y al mismo tiempo su generalización’ Cornelio se convierte en tro picos.
el incircunciso anónimo. Y en la medida en que la permanencia de
Pedro en casa de su homónimo impuro lo disponía ya hacia la im­ 6 Miré, me quedé observando,
pureza y, por consiguiente, preparaba, “preveía” un futuro aún
7 Había dentro todo género de y vi cuadrúpedos, fieras, repti­
insospechable, la supresión de esa indicación-signo, en ese relato, cuadrúpedos, reptiles y pájaros. les y pájaros.
refuerza el bapax acontecional.
8 Una voz le habló: Luego oí una voz que me de­
b) La visión de Pedro (cf. el cuadro siguiente). Está contada — Anda, Pedro; mata y come. cía:
dos veces: I’ en el relato primitivo: 10,9-16; IV’ en el relato que “Anda, Pedro, mata y come” .
Pedro hace a sus camaradas, los apóstoles y los hermanos de Judea,
los partidarios de la circuncisión en Jerusalén: 11,5-10. La estrecha 9 Replicó Pedro: Yo respondí: “N i pensarlo, Se­
— N i pensarlo, Señor; nunca ñor; jamás ha entrado en mi
semejanza de ambos relatos hace más interesante aún su compara­ he comido nada profano o im­ boca nada profano o impuro” .
ción por la sutilidad de la discrepancia y las sugestivas diferencias puro.
de sentido.
Mientras el primero pone en evidencia la relación entre el ham­ 10 Por segunda vez le habló una La voz del cielo 'habló de nue­
voz: vo: “ Lo que Dios ha declara­
bre “ natural” de Pedro y la proposición de los alimentos impuros — Lo que Dios ha declarado do puro, no lo llames tú pro­
venida del cielo, de lo “ sobrenatural” , el segundo, por la supresión puro no lo llames tú profano. fano” .
de las secuencias 1 y 2, acentúa la "sobrenaturalidad” de la visión,
aislándola de su contexto “natural” original, y atenuando al mismo 11 Esto se repitió tres veces, Esto se repitió tres veces,
tiempo la idea de “comer lo impuro”. A este respecto, puede obser­ 12 y en seguida se llevaron la y de un tirón lo subieron todo
varse el paso de la expresión adecuada “ nunca he comido n ada...” cosa al cielo. otra vez al cielo.
(I’ sec. 9) a la perífrasis “ jamás ha entrado en mi boca nada pfofano
o impuro” (IV’), deslizamiento que reitera acaso en el plano de la
expresión discursiva el deslizamiento metafórico del relato de esta
visión en relación con el conjunto textual.
A la clasificación de los animales de I’ (sec. 7), el relato IV’ aña-
176 L. Marin Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 177
de una cuarta especie, las fieras, de forma que el número de las sec. 9) resultan atenuadas, en beneficio de las que posee Pedro. Co­
especies resulta igual al número de picos del “objeto” celeste que rrelativamente, las necesidades de Pedro, aunque sean más reales
las contiene4. El paso de un sistema “cuatro/tres” a “cuatro/cuatro que las de Cornelio (tiene hambre, no comprende su visión, tiene
pone de manifiesto una “racionalización” del contenido de la visión, que partir y no sabe por q u é5), resultan disminuidas y no son sub­
más coherente en sí misma, y también más simbólica en relación rayadas en la reiteración de los discursos-relatos. El mismo resultado
con el acontecimiento, más alegórica, en la medida en que anula la se obtiene por la ruptura del notable paralelismo que el relato pri­
contigüidad metonímica semántica del otro relato (hambre natural/ mitivo establece en las series espacio-temporales convergentes de las
preparación de alimento y visión sobreña rural/aparición de animales dos visiones (10,1-8 y 9-17). Las “ necesidades” de Pedro, a nivel
no comestibles). del acontecimiento, se oponen a sus “riquezas” en un plano que tras­
Señalemos finalmente en IV’ la adición de una notación “ subje­ ciende el acontecimiento: las palabras que él posee y que propor­
tiva” : “M iré...” (sec. 6), típica del “estilo directo” del relato dis­ cionan la salvación. Unas y otras son simétricas e inversas respecto
curso. La aparición del objeto celeste es percibida en relación con la a las riquezas y necesidades de Cornelio.
situación del narrador visible, punto de referencia de la descripción, El conjunto del texto debe procurar dar coherencia a estas ca­
mientras que esta notación no figura en la del narrador invisible, rencias y estas plenitudes. Y lo logra por medio de relatos encabal­
“exterior” al hecho que cuenta y ve acontecer. Y si bien arrogó el gados y descolgados de los relatos, cuya aparente asimetría tiene por
derecho de penetrar en la intimidad de Cornelio, con una notación misión restablecer una simetría en una asimetría oculta: ¿cómo es
semejante (I’ sec. 6-7), no lo hace en cambio en la de Pedro: indicio posible que un “pobre” (Pedro) dé a un “rico” (Cornelio), si no es
de la referencia de tratamiento de las dos visiones. haciendo al pobre rico (en palabras) y al rico pobre (pide)? Pero
aquí intervendrá la paradoja central: Cornelio no se verá enriquecido
por lo que Pedro le dé, sino por . otra cosa.
2. Dos parejas de discursos-relatos
a) Las dos visiones. b) Historia y citación de Jesús.
Hasta aquí sólo hemos examinado los discursos-relatos que re­
Narrada cuatro veces, la visión de Cornelio está subrayada con
más insistencia que la de Pedro. Pedro cuenta su visión a sus cama- miten al relato primitivo. Ahora bien, existe otro discurso, en el
radas de Jerusalén porque a ellos, y sólo a ellos, tiene que rendirles texto estudiado, que remite a otro relato, exterior al libro de los
Hechos. Es el discurso de Pedro en casa de Cornelio (10,34-43), dis­
cuentas, mientras que la motivación esencial de su viaje a Cesárea
curso que (aparte de su introducción, ya comentada) es en realidad
queda disimulada ante Cornelio, o al menos arropada en una for­
un relato, el relato de la historia de Jesús contada en los Evangelios:
mulación didáctica, general y abstracta, un aserto comprobativo:
“Vosotros sabéis muy bien el acontecimiento que ocupó todo el país
“Realmente voy comprendiendo que Dios no hace distinciones”
de los judíos, empezando por Galilea, después que Juan predicó el
(10,34). Por el contrario, el requerimiento que le hacen es pres-
bautismo. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la
criptivo: “Ahora aquí nos tienes a todos delante de Dios, para es­
fuerza del Espíritu Santo...” (10,37-38). El personaje principal de
cuchar lo que el Señor te haya encargado decirnos” (10,33). El
este relato, Jesús, no pertenece al relato primitivo; entra en nuestro
acento gravita, pues, sobre la demanda que le hace Cornelio de
texto en forma de ficción, pues sólo adquiere presencia en el inte­
parte de Dios: “Manda en busca de Simón” (cuadro l.°, sec. 11),
rior del discurso de Pedro. En efecto, el discurso que introduce una
demanda de algo que Pedro posee, de las palabras de salvación
historia pone esa historia en escena, la cual aparece entonces como
cuadro l.°, sec. 13-14).
ficción, representación ficticia dentro de un discurso que posee un
El encabalgamiento de los relatos (I, II, III, IV y I’, IV’) es tal
grado de realidad textual suplementario; luego si, en esta historia-
que hace aparecer en Cornelio un estado de “necesidad” , indicado
puesta en escena, un personaje (ficticio) cuenta una historia, ésta
cuatro veces, mientras que sus “riquezas” (oraciones y limosnas: a,*
1 Cornelio sí sabe la razón de su visión: Dios le ha tenido presente.
* Recurriendo a textos del Antiguo Testamento esclareceríamos también Al mismo tiempo conoce el motivo general del mandato del ángel: especie
este punto. Cf., por ejemplo, las clasificaciones de Gn 1,20-31; 6,17-22; de recompensa por las oraciones y las limosnas “ atesoradas” como memo­
7,1-15, y también Lv 11. rial ante Dios.
12
178 L. Marin Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 179

última es también ficción y el personaje adquiere, en la propia acontecimiento se desglosa del primer discurso la secuencia 10,37-38
ficción, un grado de realidad inferior al discurso primitivo, -pero bajo la forma de las palabras de Jesús por ella evocadas, cita directa
superior a la ficción secundaria. Este es el caso. ahora en situación de esclarecer este acontecimiento y explicar el
Este nuevo personaje vuelve en el segundo discurso de Pedro comportamiento 'posterior de Pedro (bautismo de Cornelio y estan­
(en Jerusalén: 11,4-17). Viendo descender el Espíritu sobre Corne- cia en su casa: 10,48).
lio y los suyos, cuenta él, “me acordé de lo que había dicho el Señor: Dicho de otra forma, la secuencia 10,37-38 está sobredetermi­
’Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu nada en el logion de Jesús de 11,16 y desempeña en la economía
Santo’” (11,16). Por medio de la cita de sus palabras, Jesús, persona­ de todo el texto un papel esencial tanto en el plano sincrónico como
je ficticio en el primer discurso de Pedro, pasa a una situación de en el diacrònico: en el plano sincrónico, en la medida en que este
realidad. Esta cita es -por sí misma una historia, muy condensada, logion representa el estrato más profundo en la disposición del rela­
pero perfectamente reconocible, con sus dos secuencias temporales to y de los discursos-relatos; en el plano diacrònico, en la medida
bien marcadas por la oposición de un pasado y un futuro (bautizaba/ en que prepara la conclusión y presta fundamento, en la sucesividad
seréis bautizados), oposición que articula toda una serie de oposi­ de las secuencias, al feliz giro de la situación en Jerusalén6.
ciones secundarias: de sujetos, indicado (Juan)/no indicado ( x ); de
instrumentos, indicado (con agua)/no indicado (y); de objetos, no
indicado (z)/indicado (vosotros); de lugares, no indicado (w )/indi­ * Haiy cuatro niveles del texto, dispuestos de dos en dos: una primera
cado (en el Espíritu Santo). historia, contada por el autor, y luego por -los personajes que él pone en
Si comparamos los dos discursos de Pedro, el “micro-discurso- escena, y una segunda (la de Jesús), contada por uno de los personajes de
la primera (Pedro), y resumida después por el personaje principal que ella
relato” de 11,16 aparece como el punto focal de su planteamiento. pone en escena. Estos cuatro niveles se remiten unos a otros por indicacio­
En efecto, traspone y condensa una secuencia del primero: 10,37-38. nes internas, inscritas en el texto mismo y que exigirían un estudio muy
Está, en relación con este discurso de Pedro, en posición metonímica concreto. Se trataría de los índices de intercambio de palabras entre emisor
y en posición metafórica, puesto que constituye su sentido: forma a y receptor. Así, en el discurso de Pedro en casa de Cornelio, v. 37: “ Vos­
la vez parte del todo considerado como todo (metonimia) y, si cabe otros sabéis muy bien el acontecimiento que ocupó a todo el país de los
judíos...’’; v. 39: “Nosotros somos testigos de todo lo que h izo...”; v. 41b:
decirlo así, la totalidad del todo en otro plano (metáfora). M ás con­
“Nosotros, que hemos comido y bebido con é l...” . El “ Vosotros sabéis
cretamente, Pedro sólo parece comprender el valor metafórico de bien” enlaza el discurso con -los receptores: dependería en primer lugar de
esa cita a posteriori: es después de transcurrido el hecho central de la función fática del mensaje (cf. R. Jakobson, Essais de linguistique gené­
10,44-46, la bajada del Espíritu, cuando desglosa y aísla, en cita, la rale (París 1970), establece y verifica la comunicación con el auditorio.
pequeña frase dicha antes, pero no citada, y dejada en posición de Pero presta al discurso de Pedro cierto carácter de inutilidad relativa: si ya
saben, ¿qué necesidad hay de repetirlo? A menos que realmente no sepan
contigüidad metonímica en la trama de su discurso-relato. La cita
nada, y Pedro con ellos, antes de producirse el acontecimiento central.
de 11,16 sólo puede aparecer como cita de Jesús en boca de Pedro “Nosotros" enlaza el discurso con los emisores definidos dentro del dis­
a posteriori, una vez que queda comprendida retrospectivamente como curso como testigos elegidos y predicadores. También aquí podemos observar
constituyendo para él el sentido de toda la historia. que la caracterización de los emisores del mensaje en el mensaje mismo pro­
La comparación y la correlación de 10,36-43 y 11,15-17 justifi­ porciona un principio de sentido que no sólo va a incidir sobre el mensaje,
can esta observación. Pedro pronuncia en casa de Cornelio un largo sino que indica oblicuamente una de las dimensiones esenciales del texto:
"nosotros que hemos comido y bebido con él”\ tal es la definición casi pri­
discurso, que despliega las fases típicas de la historia de Jesús, y mitiva dél testigo. ¿Basta, entonces, predicar para ser un verdadero testigo?
este discurso queda inacabado porque “estaba aún Pedro hablando, Se necesita además comer y beber con el otro: indicación, en el mensaje
cuando cayó el Espíritu sobre todos los que escuchaban el mensaje” mismo, de la gran oposición entre comer y hablar. D e una manera general,
(10,44). Ahora bien, toda esta larga secuencia queda resumida, en puede decirse que, aparte del autor, que es el recitante general, es Pedro
el discurso-relato de Jerusalén, con esta simple frase: “ En cuanto quien determina, en la textualidad superficial del texto, los cuatro niveles que
hemos distinguido en él; es una especie de testigo principal a todos los
empecé a hablar, les cayó encima el Espíritu Santo, igual que -pasó niveles: él es quien se acuerda de lo que dijo Jesús, quien escucha y re­
con nosotros al principio” (11,15). El nuevo discurso anula al pri­ transmite el relato de la visión de Cornelio, quien cuenta su propia visión,
mero, como si no valiese la -pena repetirlo o recordarlo, debido a la de la que él es objeto, quien hace el relato del acontecimiento central y
irrupción del acontecimiento central. En cambio, a causa de este deduce su enseñanza.
Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 181

Entonces, esa ruptura de palabra, que encuentra su realización


c) Disposición de las parejas. — pero a posteriori— en otra 'palabra, es para nosotros índice de
El texto que analizamos se organiza, pues, en torno a dos pa­ una organización significante todavía más profunda del relato.
rejas de relatos: un relato primitivo emparejado con los discursos
que lo relatan; después, en el interior de este bloque, un segundo
conjunto formado por un discurso-relato de la vida de Jesús empa­ II. E st r u c t u r a pro funda d e l rela to
rejado con un micro-relato de Jesús (éste, directamente citado). En­
tre los elementos de las parejas hay desplazamiento, condensación, El análisis de la organización del relato en profundidad puede
sobredeterminación: ni los discursos-relatos reflejan fielmente el guiarse en dos direcciones que no nos parecen exclusivas: por una
relato primero, ni el micro-relato de Jesús el discurso de Pedro. Estas parte, acotando en el texto unas secuencias y subsecuencias y cons­
diferencias entre los dos polos de cada pareja generan energías de truyendo sobre ellas series paradigmáticas; por la otra, disponien­
sentido, como las generan las diferencias entre las mismas parejas, do el texto en sintagmas sucesivos.
aunque el sentido, a este nivel, sólo anuncia la direcciones ipercibi­
das con anterioridad. 1. El arquetipo: la vida de Jesús
La primera pareja tiene por función restablecer la simetría en
la asimetría que ya hemos indicado: las "necesidades” de Cornelio N o intentaremos llegar muy lejos en la primera dirección, que
(sus reiteradas súplicas) son subrayadas para obliterar las de Pedro consiste en partir de la oposición de parejas de relatos considerados
(hambre, ignorancia) y acusar sus “riquezas” : la palabra de la sincrónicamente. Entonces se observa que la historia de Jesús, re­
verdad y la salvación. sumida en la cita que ella sobredetermina, constituye el modelo, el
Entonces interviene la segunda pareja: esa palabra es el discurso arquetipo de la historia de Pedro y de Cornelio, repetida en los
típico de la vida de Jesús. Ahora bien, este discurso, para encontrar discursos-relatos, y que ésta es la complejidad transformada de aqué­
sentido, debe ser reiterado en una sobredeterminación esencial, que lla, manifestada en la superficie del texto. D e repente, el análisis
oblitera su mayor parte. Podría decirse que Pedro recobra la verdad debe salir resueltamente del texto para construir, sobre cada elemen­
de la palabra perdiendo la palabra de la verdad. Esto equivale a to que acotamos de él, una serie paradigmática compleja, sacada de
decir que su “riqueza” , la posesión de esa palabra como palabra tí­ los Evangelios o de los Hechos y de todo lo relacionado con la vida
pica, es en el fondo una “necesidad” , pues corresponde a una pala­ de Jesús, sobre el modelo que el texto propone al ofrecer un esque­
bra secundaria, descolgada de este discurso de Pedro, el condensar ma de codificación en dos niveles que afloran a su superficie.
y dar sentido a la vez a toda la historia, actuando incluso sobre el
sentido de la primera pareja. a) En Mateo y Lucas.
Pero Pedro no puede perder la palabra que él posee y recita
Por ejemplo, sobre el primer gran conjunto 10,1-33, 'podrían
a menos que algo se la haga perder: a menos que “ se” le corte
componerse en “ paradigma” segmencial Mt 8,5-13 y Le 7,2-10,
la palabra, en el sentido propio del término. Y ése es, sin duda, el
dos pasajes caracterizados por la presencia de un capitán del mismo
acontecimiento central del relato: “Aún estaba hablando Pedro cuan­
“tipo” que Cornelio. En el texto de Lucas y en el nuestro se obser­
do el Espíritu...” (10,44); y así precisamente lo entiende Pedro en
van similitudes (Le 7,4-5: idéntica distancia espacial, separación y
la reiteración discursiva que hace de él y que anula su discurso:
proximidad similares en el orden del espíritu), pero también oposi­
“En cuanto empecé a hablar...” (11,15).
ciones no menos significativas. Lucas insiste en las “ necesidades”
Precisamente al serle suprimida “ brutalmente” la palabra es
del capitán (servidor enfermo, sentimiento de indignidad personal)
cuando aparece a posteriori el breve logion de Jesús, palabra des­
y en la distancia conservada, aunque reducida, entre Jesús, que va
colgada de su discurso, que lo condensa y sobredetermina, que es hacia la casa del capitán, y éste, que impide a Jesús entrar en ella
su verdad, su punto focal, y que se encuentra al mismo tiempo en (Le 7,6 — Mt 8,7), mostrando así que la presencia física de Jesús
el punto de escape de la energía de sentido generada por la primera puede y debe ser reemplazada por su palabra eficaz (Le 7,7 = Mt 8,
pareja de relatos. 8). En los Hechos la distancia espacial física queda reducida, y luego
182 L. Marin Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 183
anulada por la presencia de Pedro bajo el techo de Cornelio, pero, en cuestión aparece así como una especie de comentario interpreta­
por una especie de compensación, la fuerza de la palabra de Pedro tivo y explicativo de estos relatos evangélicos. Una vez más nuestro
se ve disminuida, tanto más cuanto que Cornelio no tiene, propia­ texto, al diferenciar el momento de las visiones y de las órdenes
mente hablando, nada que pedirle. En Mateo, esta distancia, que la (Hch 10,1 s) y de la realización de sus sentidos (10,21s) como dos
eficaz palabra de Jesús atraviesa, es anulada metafóricamente, en la momentos sucesivos del tiempo, establece una distancia temporal en
medida misma en que será, en nuestro texto, real y no metafórica: el interior mismo de la Palabra eficaz y despliega una vez más
el festín de hospitalidad, pues “vendrán muchos de Oriente y Occi­ en el tiempo lo que el relato evangélico daba en la unicidad de un
dente” — muchos impuros e incircuncisos— “a sentarse a la mesa momento. Incluso podría pensarse que el momento de las visiones
con Abrahán... en el reino de D ios” (Mt 8,11). Para uno y otro constituye una mediación lógica, la de la palabra en busca de su
evangelistas, la transgresión de las prohibiciones legales se hace por eficacia (está, sí, la presencia del ángel, pero éste se limita a hablar),
la voz, a distancia, en el espacio físico, y por la metáfora en el espa­ por la cual se pasa de la presencia eficaz (curación y resurrección
cio de sentido (haciendo la metáfora el papel de distancia trans­ realizadas por Pedro) a la palabra eficaz (predicación de Pedro: 10,
gredida entre dos series lingüísticas7). Esta disminución entre el 34s) y a su eficacia (don del Espíritu: 10,44s)8.
contacto presencia y la voz distancia podría incluso definir en una
primera aproximación la fe (cf. Mt 8 , 1 0 = Le 7,9): sustituyendo
2. Niveles de significación
la presencia por la palabra, 'la fe hace de ésta una cuasipresenCia que
surte toda la eficacia de la presencia misma. La segunda posibilidad de análisis consiste en la búsqueda de
las articulaciones del texto. Sin pretender ser exhaustivos (¿puede
b) En los Hechos. el análisis estructural serlo, sobre todo tratándose de un texto bíbli­
co?), seguiremos algunas correlaciones particularmente significantes,
El episodio de Pedro en casa de Cornelio está precedido por la que podrían ser los esbozos de un “código” textual y constituir un
curación de un paralítico en Lida (9,32-35) y por la resurrección nivel operatorio de desciframiento del mensaje escrito que supone
de una mujer en Jafa (9,36-42). Mientras en Marcos y Mateo hay cada texto.
una conjunción del milagro y del sentido, al dar Jesús el sentido
del signo-milagro en su misma realización, aquí comprobamos una
a) El código topográfico.
disyunción de los milagros (Hechos 9) y de las visiones (Hechos 10-
11), pues éstas son signos y origen de órdenes, mandatos, imperati­ Este nivel de codificación (el proceso de elaboración del código)
vos ( “Manda a alguien... Mata y com e... Vete con ellos”). Esta encuentra su punto de partida en la juntura misma de nuestro texto
comprobación sugiere una hipótesis: la serie de episodios que suce­ (10,1: “vivía en C esárea...” ) y del episodio anterior (9,43: “Pedro
den desde 9,32 hasta 11,18 (milagros/visiones/encuentros) parece se quedó en Ja f a ...” ), en la articulación topográfica del espacio en
desplegar en la diacronía los elementos que los relatos evangélicos
del capitán y de Jesús reúnen en una unidad sincrónica. La serie * La articulación sucesiva de los dos emparejamientos es muestra de ese
despliegue en diacronía. En efecto, el primer “ modelo” del texto puede ser
formalizado, denominando R 1 al relato primitivo, d i R 1 al discurso-relato
7 ¡La visión de ¡Pedro en Hch 10,11-16 es también una metáfora de la de este relato primitivo, d 2 R 2 al discurso-relato de la vida de Jesús y
situación "real” por venir (la visita y la hospitalidad de Pedro en casa de d 3 R 2 a la cita de Jesús evocada por este discurso, a la siguiente fórmula:
Cornelio). Pero, por una parte, la transferencia es menos importante en el
texto de los Hechos que en Mateo (Jesús no entra en casa del capitán/Pedro R1 d2R 2
come y ¡bebe en casa del capitán). En la visión, igual que en la realidad, se
trata de un festín, de una acogida hospitalaria, mientras que en la frase dlRl d3R2
de Jesús (Mt) se trata de una especie de alegoría e imagen relativamente Si ahora llamamos A l , A 2, A 3 a los indicios de reiteración de la visión
estereotipada, expresiva de una situación inaudita, “utópica” . Por otra parte, de Cornelio y B 1 al de la visión de Pedro, el mismo modelo puede ser
el festín que la visión propone a Pedro es, si se quiere, el festín con leído en diacronía mediante la siguiente fórmula, en donde se verifica que
Abrahán, Isaac y Jacob a la inversa: se trata de comer con los impuros. d 2 R 2 y d 3 R 2 se siguen en la sucesión de expresiones d l R l , abar­
En Mt se trata de mantener a distancia los impuros (que se integran por la cando R 1 la totalidad:
palabra eficaz), en espera de que los impuros vengan a comer con Abra­ R 1 [ A l ( d l R l ) ] [A 2 (d 1 R I) (d 2 R 2)]
hán, Isaac y Jacob. A pesar de su semejanza, los dos textos son opuestos. [B 1 (d 1 R 1 ) A 3 (d 1 R 1) (d 1 R 1 . d 3 R 2)]
184 L. Mari* Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 185

el texto, que es al mismo tiempo el espacio del texto. D os polos de El fuera y el dentro. A estas relaciones topográficas que se des­
"partida” del texto en su espacio: Jafa, en Judea, donde se encuen­ pliegan en un espacio abierto, una extensión, les otorga densidad
tra Pedro; Cesarea, en Samaría, donde está Cornelio; un polo de la dimensión del fuera y el dentro, que afina y precisa la vectória-
“ llegada” : Jerusalén, donde está reunida la comunidad de los cris­ lidad de la geografía de la estructura estática subyacente en el tex­
tianos circuncisos. Asimetría significativa en la medida en que revela to. Fuera y dentro no se conciben, en efecto, más que a través de
un esquema general del texto: su tendencia a reducir, a través de la movimientos de entrada y salida en los lugares que, correlativamen­
sucesión de los episodios narrativos, una distancia topográfica, una te, se abren y se cierran: el ángel entra en casa de Cornelio (10,2),
disyunción en el seno de la extensión geográfica (provincial, cultu­ los servidores se ponen en camino hacia Jafa (10,9), Pedro los hace
ral, social) en el punto único de una conjunción, de una reunión entrar en su casa y les ofrece hospitalidad (10,23), a su vez, parte
y a desplazar al mismo tiempo esta reducción, puesto que el punto hacia Cesarea, penetra en la ciudad, entra en casa de Cornelio (10,
de llegada, Jerusalén, no pertenece en absoluto al mismo espacio 23-25), a pesar de la repugnancia de los judíos a acercarse a un
“ natural” y cultural que Jafa y Samaría9 (y quizá por ello, esa fórmu­ extranjero (10,28), y se instala en su casa (10,48). En sentido inver­
la estereotipada de 11,2: “Cuando Pedro subió a Jerusalén” ). so, sólo está anotada expresamente una verdadera salida, la del ángel
En este marco topográfico o cartográfico, dos dimensiones su­ (10,7) (Cornelio sólo sale de su casa para volver a entrar acompaña­
plementarias determinan un volumen, un espacio: la superficie o la do de Pedro: 10,23). Hay otra partida, pero considerada como mo­
extensión organizada según las categorías de disyunción o conjun­ vimiento anabático de intercesión, de intervención humana cerca de
ción, o de profano y sagrado, o de extranjero y judío (Samaría/ D ios y la ley divina: la partida de Pedro de Caserea hacia Jerusalén,
Judea/Jerusalén) aumenta en profundidad y se despliega en función presentada como una “ subida” (11,2).
de las relaciones de arriba y abajo, de fuera y dentro.
El arriba y el abajo. A la dimensión “catabàtica” pertenecen los b) El movimiento centrípeto.
movimientos del objeto que desciende del cielo hacia la tierra (10,
Una nueva asimetría, homologa de la que había aparecido en el
11), la orden de bajar dada a Pedro por el Espíritu (10,20), la pos-
ámbito topográfico, se manifiesta en el ámbito de las dimensiones:
ternación de Cornelio a los pies de Pedro (10,25), la bajada del
al doble punto de partida y al punto de llegada único corresponden
Espíritu sobre los que escuchan a Pedro (10,44)10. A la dimensión
la doble dimensión catabàtica y anabática y la vección única hacia
“anabática” pertenecen la ascensión de las oraciones y limosnas de
Cornelio hasta Dios (10,4), la subida de Pedro a la azotea para orar un dentro, hacia una acogida, una integración o, para hablar como
(10,9), la suspensión de Jesús del madero (10,39), la subida de Pe­ nuestro texto, hacia la constitución de una hospitalidad: acogida de
dro a Jerusalén (11,2). La presencia de estas dos orientaciones en un fuera en un dentro. De la misma manera que el relato del en­
el texto es significativa: la catábasis, cuyo modelo es la bajada del cuentro de Pedro y Cornelio manifiesta, en un primer tiempo, el
Espíritu, manifiesta la fuerza trascendente en todo su peso y su predominio de uno de los polos de partida de la historia, Cesarea,
irrupción en el seno del mundo humano; la anábasis, cuyo ejemplo donde se produce el acontecimiento, mientras que Jerusalén se con­
es el memorial de Cornelio ante Dios, manifiesta la demanda del vertirá, al final del relato, en el lugar de la institucionalización del
hombre y la intercesión cerca de Dios.* encuentro (cf. 11,18): de la misma manera se nota a lo largo de
todo el relato el predominio de la dimensión catabàtica. La catábasis
* N o hablaré de las diferentes aperturas del texto que este esbozo de sólo está en apariencia provocada por el movimiento contrario: el
descodificación puede provocar; por ejemplo, una investigación de la posi­ objeto no desciende desde el cielo hacia Pedro porque éste haya
ción (topográfica, cultural, religiosa, histórica) diferencial de Samaría y de subido a orar a la azotea (antes ya "cayó sobre é l” el éxtasis: 10,10),
Judea en el discurso evangélico: parábola del buen samaritano, Le 10,29-37,
con la oposición sacerdote/levita//samaritano; el samaritano agradecido, Le y ningún movimiento anabático precede ni explica la bajada del
17,11-19, con la oposición Jerusalén//Samaría/Galilea; o incluso Le 9,51- Espíritu. Las irrupciones catabáticas de la trascendencia y sus man­
56: oposición Jerusalén/Samaría, conjunto de oposiciones orquestadas en datos son primitivas y dominantes, como lo son las vías del encuen­
Jn 4,42 o en toda la Biblia. Y la misma observación a propósito de los tro del hombre en el espacio horizontal, los caminos de la conjun­
"temerosos de Dios” .
10 A lo que habría que añadir, en 10,10, la caída de Pedro en éxtasis ción, de la reunión, de la hospitalidad. D e una forma general, el
o, más literalmente, "el éxtasis cayó sobre él” . código topològico del texto examinado sigue la siguiente regla: todo
186 L. Marin

movimiento de catábasis divina actúa como origen de un movimien­


to humano centrípeto, de un paso hacia una recepción. ESQUEMA I
Un examen atento del punto de partida de los movimientos, al Arriba = Cielo
principio del relato, y de su punto de llegada, al fin, permite verifi­
car esta regla.
Y a en el comienzo se observa una excepción significativa: no se
dice que el ángel desciende del cielo a la tierra, sino que “entra” Exterior ^r Interior
del exterior al interior de la casa (10,3); de esta manera, lo trascen­ = Hombre
==Hombre
dente es presentado como prototipo de los movimientos centrípetos
del hombre (esquema I). ■

Inmediatamente después se pone el acento en la “subida” hacia II


D ios de las oraciones y buenas obras de Cornelio, hasta el punto de
que parecen explicar la visita del ángel (10,4); aquí, pues, a la Abajo = Tierra
inversa de la dinámica general del texto, un movimiento de anába- ESQUEMA II
sis humano figura como origen de un movimiento centrípeto de
Arriba = Cielo
Dios, “que se ha acordado de tí” (esquema II).
Pero la última secuencia, aunque pertenece a un nivel didáctico
y generalizador (“ abstracto” ) del discurso, muestra cómo ^1 término
de todos estos movimientos es un movimiento centrípeto del hom­
bre hacia Dios, que constituye el interior y la vida de la comunidad Exterior Interior
de los creyentes: “ ¡Así que también a los paganos les ha concedido = Hombre
= Dios
D ios el arrepentimiento que lleva a la vida!” (11,18); esta secuencia
final conjuga y traspone metafóricamente al discurso didáctico los
dos grandes movimientos que articulan y prestan dinamismo a la
extensión textual, la transformación interna (metánoia) y el despla­
Ï
Abajo = Tierra
zamiento hacia... (eis zoén), dos movimientos de los que Dios es
origen y término (esquema III). ESQUEMA III »,
En cierto sentido (pues se trata simplemente del código espacial Arriba = Cielo
y dinámico), todo el relato tiende a la transformación del primer
esquema en el tercero por mediación del segundo. Si hay que arries­
gar una traducción “filosófica” de esta transformación dinámica, po­
dría decirse que el esquema final hace aparecer una trascendencia
en la inmanencia y una reducción de la exterioridad en una interio­
Exterior
= Hombre
Î "F ““T
Interior
ridad en Dios. = Dios (vida)

3. Los circuitos de intercambios *


A b a jo T ie rra

El punto de partida del relato ofrece otras posibilidades de aná­ M La línea vertical, flechada doble e inversamente, indica a la vez el
lisis, es decir, otros sentidos posibles que llevan a superar el análisis arrepentimiento (vuelta del hombre a Dios, o movimiento anabático) y el
del código topográfico y topológico-dinámico del texto, pasando a hecho de que el arrepentimiento es otorgado por Dios, movimiento catabà­
otro código, a otra disposición de codificación estática del texto, la tico. La horizontal parte del hombre y de la exterioridad como en el
esquema 1 y al contrario del esquema II, pero tiende a la interioridad como
de los intercambios, de la comunicación. Desde determinado punto en los esquemas I y II. Sin embargo, ésta ya no es humana, sino divina.
Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 189
188 L. Marin
inversa, en este primer circuito de intercambios, las aceptaciones son
de vista, este texto es un mensaje, uno de cuyos niveles de codifi­ dones.
cación es su estructura de comunicación, un mensaje que repercute
en sus profundidades, que refleja más concretamente en sí mismo
b) Desplazamiento del nivel de los intercambios.
sus condiciones de posibilidad.
El carácter paradójico de este circuito es resultado de una pri­
a) Disposición e inversión de los intercambios. mera y fundamental oposición: la del hombre impuro y extranjero,
y el pueblo judío. Cornelio había hecho muchos dones a este pue­
Hemos observado que el punto de partida del texto, en el plano blo, pero éstos permanecían, en su plano, carentes de valor de cam­
topológico-dinámico, es el movimiento de anábasis por el que Cor- bio y de comunicación.
nelio, quizá sin saberlo, ha acumulado ante Dios, por sus oraciones Ante Dios, ese don ocasiona un contra-don, la visita del ángel
y limosnas, un “capital” espiritual, un “memorial” (indicado por el a Cornelio. Pero esta visita sólo hace poner en marcha el circuito
relato y recordado por el ángel: 10,2 y 4). Es la primitiva y prime­ de intercambio provocando la invitación de Cornelio a Pedro. Recí­
ra forma de intercambio: Cornelio ofrece sus oraciones a Dios y procamente, la intervención del Espíritu cerca de Pedro resulta ne­
da algo al pueblo de Dios, en pago de lo cual D ios se acuerda de cesaria para que éste acepte recibir a los emisarios de Cornelio, y
él y le manda la visita de su ángel, al que Cornelio da hospitalidad después partir con ellos (10,20 y 23). Pero los recibe a título de
(10,3). En el don de Cornelio cabe distinguir, como el texto hace enviados del Espíritu, y no de Cornelio (10,20b: “que los he en­
en dos ocasiones, las oraciones, que expresan la relacipn del hombre viado yo” ). Este subterfugio da a su hospitalidad un carácter ambi­
pagano con Dios, y las limosnas, relación del hombre extranjero guo: aun aceptando la invitación del pagano, no se aparta de las
e impuro con el pueblo judío. Estos dos tipos de dones, reunidos prescripciones de la ley.
en el memorial, parecen ser el origen de dos tipos de intercambios La hospitalidad que Cornelio le brinda es el contra-don de la
y de comunicaciones que se trabarán en el acontecimiento central que Pedro había concedido a sus servidores. Pero, al aceptarla, Pedro
(10,44-46) y permanecerán unidos hasta el final del relato estudiado. subraya (por dos veces: 10,28-29.34-35) que es él quien otorga una
La visita del ángel es el contra-don de D ios a Cornelio. ¿Cuál gracia: nueva prueba de que, desde el principio, el sentido (reflejo,
es el contenido de este don? Es una exigencia, y de un tipo muy explícito) de los comportamientos es inverso al de su orientación
peculiar: D ios le da una orden, la de invitar a un judío a su casa real. El don que hace a Cornelio y a su familia, a cambio de su
(10,5); no le manda solamente recibir a Pedro, sino pedir a Pedro hospitalidad, es su predicación: el discurso-relato de la vida de Je ­
que tenga a bien ser recibido, es decir, que acepte el don de la sús (10,36s).
hospitalidad. D e modo que por parte de Cornelio no se tratará de Ahora bien, este último contra-don desplaza completamente el
hacer ningún verdadero don a Pedro ofreciéndole hospitalidad, sino nivel del intercambio. Pedro sustituye el intercambio de servicios
que, al contrario, será Pedro, aceptándolo, quien hará un don a Cor­ — acogida, hospitalidad— por lo general consistentes en alimento y
nelio. Este es el carácter paradójico del circuito de intercambio albergue por el don de un mensaje lingüístico. El nivel existencial
que se despliega, desde el comienzo, invirtiéndose: el don de Dios del primer intercambio, que es lento (así, por ejemplo, los viajes
(la visita del ángel) es para Cornelio una exigencia de don, una duran varios días: 10,23-24), resulta transpuesto al nivel lingüístico,
orden, no de dar, sino de pedir; Cornelio recibirá de Pedro en la rápido, del mensaje dado. Pedro “desplaza” , en el sentido casi ana­
acción de darle; y Pedro, gratificado asimismo con una exigencia lítico del término, el sentido del intercambio; despliega una activi­
por parte de Dios, dará a Cornelio recibiendo de él. dad tal de sustitución que, a pesar de la denuncia verbal de las
El ciclo de los intercambios, en efecto, que hubiera podido que­ prescripciones (10,28b), no se realiza ninguna transgresión de los
dar interrumpido por una negativa de Pedro a recibir hospitalidad, tabús, puesto que no aceptará concretamente la hospitalidad de Cor­
nelio hasta después de su bautismo (10,48b: "Entonces le rogaron
se reanuda por la orden que el Espíritu le da de recibir a los ser­
que se quedara...” ).
vidores de Cornelio (10,20); y, al darles su hospitalidad (10,23a),
Es importante localizar en el origen de ese desplazamiento sus-
Pedro acepta ya de antemano la de Cornelio. El don de Pedro es
titutivo la visión de Pedro. Su negativa, reiterada tres veces (10,14-
en realidad aceptación y recepción, de la misma manera que, a la
190 L. Marin Análisis estructural de Hechos 10,1-11,18 191

16), a comer alimentos impuros explica, en el espacio de la metá­ ga a los paganos la misma gracia que a los que habían comido y
fora onírica y mística, el corrimiento del ciclo de los intercambios bebido con Jesús (10,45; 11,17), don que se manifiesta como don
desde el nivel existencial al nivel lingüístico. Al negarse metafórica­ de palabras y de alabanzas a Dios (10,46). Y Pedro, a continuación,
mente a comer lo impuro (valor transitivo del verbo), Pedro estaba da a los paganos el signo real de ese don, el agua vertida en nom­
negándose realmente a comer con (valor intransitivo) lo impuro. Por bre del Señor Jesús (10,47).
eso su aceptación de la hospitalidad de Cornelio se limita al nivel Pero la nueva comunidad así formada no adquiere existencia
del lenguaje, el del intercambio verbal, y oculta, en el fondo, el efectiva hasta que se verifica la metáfora de la visión de Pedro:
rechazo de la verdadera acogida, la que se basa en el recibimiento por la hospitalidad aceptada como don y llevada hasta el extremo
oral (es: boca), en la comunidad de mesa: la verbalidad del mensaje de compartir el alimento. Entonces el ciclo de intercambios queda
es la negación disimulada de la oralidad del recibimiento. El men­ rectificado. Y esto sucede gracias a la intervención trascendente del
saje pronunciado por Pedro especificando que Dios eligió para tes­ Espíritu y a su signo retrospectivo, doble acción que suprime lo
tigos de Cristo “a los que hemos comido y bebido con él” (10,41), impuro y lo extranjero en cuanto tal. El conjunto de este movi­
indicaba, sin embargo, hasta dónde debe llegar la verdadera acogida. miento se generaliza y se tematiza, al final del relato estudiado, en
Pero Pedro 'permanece ciego a esta indicación, lo mismo que había la declaración de los cristianos circuncisos de Jerusalén: “ ¡Así que
permanecido sordo a la orden de la voz celeste. también a los paganos les ha concedido Dios el arrepentimiento que
En la inversión consciente de la orientación de los comporta­ lleva a la vida!” (11,18).
mientos de intercambio, e igualmente en la transposición verbal de
la realidad profunda del intercambio de servicios, el cjclo de los Este análisis ha revelado, pues, un “modelo” particularmente
intercambios resulta radicalmente modificado; más exactamente, se eficaz del doble ciclo de intercambios:
limita a disponer, en la exterioridad, la relación del hombre impuro Ciclo A : I. Cornelio - » D ios (memorial) - » II. Cornelio (don del
y extranjero con el pueblo judío. De las dos referencias a la comu­ Espíritu)-> Dios (cf. 11,18) —> III. Paganos.
nidad de mesa — inmanente la una (llegada del ángel a casa de Ciclo B : I. Cornelio -» Judíos (limosnas) ~> Pedro —> II. Cor­
Cornelio), y la otra trascendente (visión de Pedro)— , una es desvia­ nelio (servidores) —> Pedro (acogida) - » III. Cornelio (bautismo)
da, y la otra negada metafóricamente, cambiada realmente en el —> Pedro (hospitalidad).
otro aspecto del estatuto de Cornelio: la relación del pagano con
Dios. La articulación de los dos ciclos se produce a lo largo de todo
el texto, pero más especialmente en unos cuantos momentos prin­
c) Corrección del ciclo de intercambios. cipales:
1. La venida del ángel, efecto del “recuerdo” de Dios, y la
La bajada del Espíritu restituirá al recto camino este ciclo des­ orden dada a Cornelio de mandar traer a Pedro;
viado, desplazado y sustituido; los dos circuitos (hombre pagano/
Dios-hombre impuro y extranjero/pueblo judío) quedan articulados 2. La visión de Pedro, disposición metafórica (rechazada) del
en función del acontecimiento central (10,44). Se trata de un don verdadero ciclo de intercambio, y la orden de ir a casa de Cornelio,
sin contra-don anterior, que “origina una etapa del ciclo fuera del disposición real (aceptada) del ciclo desviado del intercambio;
ciclo, prefigurando su fin. El bautismo de Cornelio y los suyos es 3. La predicación de Pedro, momento desviado de este ciclo,
a la vez el verdadero don de Pedro a la familia que lo recibe, la que sólo adquiere su verdad con la irrupción del Espíritu, hecho que
consecuencia y la verdad de su discurso de predicación y el signo, sigue a dicha predicación, pero no es consecuencia de ella, y el bau­
pero retrospectivo, del don del Espíritu. Tras lo cual el ciclo de in­ tismo de Cornelio, reconocimiento, pero no causa eficiente, de la
tercambios se reanuda, al aceptar Pedro la hospitalidad de Cornelio. eficacia que lo ha precedido. Lo mismo que el bautismo es el signo
Pero si la venida del Espíritu vuelve a dar al intercambio esta­ posterior que “valida” el don del Espíritu que lo hizo posible, así,
blecido su verdad y su plenitud, es a condición de no quedar sepa­ pero inversamente, es el signo anterior el que hace posible la ver­
rada de los otros dos elementos a que va unida en la secuencia dadera hospitalidad, dada y aceptada, pero es ésta la que lo valida.
central: bautismo y hospitalidad total. El espíritu trascendente otor­
MESA RED O N D A
C o n c lu sió n

El problema que yace en el fondo de este texto, quizá funda­ En torno a R. Barthes, ayudado por Joseph
mental en los Hechos, consiste en articular e integrar entre sí dos Courtes (Seminario Mayor de Ivry ) y Jules
Gritti (Seminario Mayor de Versalles), se
orientaciones: la verbdidad y la oralidad, el hablar y el comer, dos agrupan tres exegetas: François Bovon (Uni­
orientaciones misteriosamente unificadas cuando Jesús ofrece su pa­ versidad de Ginebra), Jean Delorme (Facul­
labra, como carne y sangre, para ser comida y se hace comer como tades Católicas de Lyon) y Edgar Haulotte
palabra viva, es decir, carnal. (Facultad de Lyon-Fourvière).
Los Hechos apenas explotan esa difícil unidad: las funciones de
la mesa común quedan subordinadas a las del servicio de la predica­
ción (6,2-4). Podemos asimismo preguntarnos sobre la realidad del R. Barthes : A mi parecer, la descripción del padre Courtés es instruc­
banquete eucarístico (la “fracción del pan” : 2,42): ¿represión de las tiva. Personalmente, yo hubiera preferido destacar el circuito de destino. El
funciones de la oralidad, que quedan sustituidas por las de la verbali- esquema actancial al que se refiere Courtés ha sido perfeccionado por Grei-
dad? En todo caso, las primeras persisten: el don del Espíritu en mas. Se trata de un esquema que distribuye los innumerables actores de
todos los relatos del mundo en clases formales. Hay que distinguir entre
Pentecostés es entendido como “ebriedad” (2,13-15). Y si la conver­ actores y actantes. Los actantes no son personajes, sino clases formales de
sión de Saulo se manifiesta como una interrupción del comer y el personajes. Greimas ha propuesto seis de éstas, resultado de las funciones
beber (9,9), el testigo privilegiado de Cristo es, en cambio, el que ha principales de la frase en el análisis gramatical. Para él, en un relato hay,
"comido y bebido con él” (10,41). a través de un extenso juego de sustituciones, canónicamente seis actantes:
El itinerario de Pedro, de Jafa a Cesárea y a Jerusalén, de casa 1) el objeto de una petición, un deseo o una búsqueda; 2) el sujeto que
parte en busca de ese objeto; 3) el destinador, es decir, el que envía el obje­
de Simón el guarnicionero a la de Cornelio el capitán, de una mesa to; 4) el destinatario que recibe este objeto; 5) el adyuvante que ayuda en
a otra, es decir, de una comunidad a otra, desde unas comunidades la búsqueda, y 6) el oponente que se opone al descubrimiento. Es, en líneas
existentes cerradas a una “posible” comunidad abierta, inscribe este generales, el esquema de la frase con un sujeto, un objeto, un complemento
problema — relación de la palabra y la mesa— en la textualidad de atribución (destinatario) y unos complementos circunstanciales (adyuvante
y oponente). En muchos de los relatos, el destinatario y el sujeto se con­
misma de este relato central de los Hechos. funden. El que parte en busca del objeto es también su destinatario.
N os sentiríamos satisfechos si estos pocos elementos de análisis Se trata de un esquema que da cuenta de gran número de relatos, que
estructural sirviesen para poner de relieve este problema. son efectivamente relatos de búsqueda, mediante diversas sustituciones. ¿Y en
nuestro relato? La cuestión que me gustaría plantearle se refiere a que en su
esquema, a primera vista, no hay objeto. ¿Es que Pedro (que para usted
es el sujeto) busca verdaderamente algo? Su esquema se sitúa casi exclusiva­
mente a nivel de los adyuvantes y los oponentes. Por mi parte, la recons­
titución del asunto es diferente. Hay un sujeto, el Espíritu: él es el desti­
nador, el que envía. Pedro sólo es un adyuvante ciertamente privilegiado.
Por eso prefiero el esquema de la transmisión. En realidad, sólo hay una
clase de actantes: transmisores, agentes de circulación. Entonces, yo puedo
perfeccionar mi esquema y determinar una clase de oponentes, factores que
enturbian la comunicación, que producen lo que en cibernética se denomina
ruido: son los adeptos de la ley en sentido estricto.

L. Marín: Me gustaría volver al punto abordado por usted en su expo­


sición, al comentar el decorado de esa búsqueda, del enfrentamiento-victoria-
derrota a través del cual se despliega el relato. He intentado explorar rápida­
mente lo que Roland Barthes ha llamado código topográfico del texto.
Me ha parecido que en él aparecían tres niveles. En primer lugar, lo
que se podría llamar un subcódigo geográfico: Jafa, donde se halla Pedro,
situada en Judea (referencia a un conjunto cultural exterior al texto); Cesa-
rea, donde se encuentra Cornelio, situada en Samaría; y, por último, Jerusa-
íén, que está en Judea, pero ocupa una posición excepcional: a Jerusalén
>3
194 Mesa redonda El texto y el análisis estructural 195
se “sube” . Por otra parte, es el lugar de la comunidad judeo-cristiana. Ei así: Pedro recibe a los emisarios de Cornelio, Cornelio recibe a Pedro y a
relato queda enmarcado en un doble punto de partida, Jafa y Cesarea, y sus compañeros, Pedro va a dar el bautismo, la comunidad recibe a Pedro.
converge hacia un punto de llegada, Jerusalén. Luego otro circuito de intercambios: el memorial que Cornelio ha acumu­
A través de este código geográfico, toma forma una hipótesis: todo ei lado cerca de Dios, viene el ángel, se otorga una respuesta, el Espíritu es
relato tiende a reducir una distancia geográfica, que, dada la oposición dado. Todo el problema consistiría — lo mismo que hace un momento, pero
Judea-Samaría, es más que geográfica, a la unidad de una conjunción per­ a otro nivel codificado— en ver cómo los dos ciclos de intercambio se ar­
teneciente a un espacio distinto también del propiamente geográfico. ticulan recíprocamente. A mi entender, el punto de articulación del conjunto
Además, en el texto hay otra orientación en el espacio: el arriba y el es la secuencia de la bajada del Espíritu: los dos circuitos se articulan, por
abajo (tus oraciones han subido hasta Dios, Pedro sube a la azotea, el objeto consiguiente, uno en otro para constituir una comunidad.
o mantel fue arrebatado al cielo), y una serie de movimientos de arriba
abajo (él desciende junto a ellos, el mantel desciende, el Espíritu baja...). R. B arthe S: S u descripción ilustra perfectamente la manera en que yo
Por último, una tercera dimensión formada por el exterior y el interior leo personalmente un código. Para mí un código es el punto de partida de
(el ángel entra, Pedro decide entrar para aceptar la hospitalidad, él le rogó una serie de significantes; o, en todo caso, lo que un texto contiene de cita
que entrara). Tengo que señalar también el enorme valor que la traducción de un código es punto de partida de unos significantes. El trabajo consiste
de la Biblia de Jerusalén da a metamoia eis zoen "que lleva a la vida” (11, en partir.
18). Se trata de movimientos de fuera adentro, a los que corresponden Dicho esto, se podría discutir desde un punto de vista cultural sobre la
movimientos de dentro afuera (el ángel sale, Pedro se pone en camino, Pe­ función de los códigos. El “arriba” y el “ abajo” suponen un código estruc­
dro deja a Cornelio...). turado al máximo. ¿De dónde procede este paradigma del “arriba" y el
En estas dos dimensiones, arriba/abajo, fuera/dentro, nos hallamos, poi “abajo"? Por el contrario, la oposición “dentro/fuera” mantiene quizá una
una parte, ante una dimensión de verticalidad que me parece cáracterística relación específica con el problema del texto, que es una relación de inciu-
de los mandamientos, de las órdenes; por otra, ante una dimensión de hori­ sión/exclusión en una comunidad. Un código, este último, podríamos decir,
zontalidad, hacia una intimidad, de fuera adentro, que esboza lo que podría­ etnográfico. Todo el andamiaje, a la vez narrativo y metódico, de la entrada,
mos llamar itinerarios de encuentro entre los hombres, las acogidas y las la hospitalidad, la acogida, forma parte del sentido anagògico, de ese sentido
partidas. que constituye, lo repito, un problema de inclusión/exclusión.
En este esquema hay dos puntos que chocan. Por una parte, el ángel
entra: no baja del cielo. Y su discurso da una orden de partida. Por eso he J. DELORME: Ha insistido usted mucho en un “había” * que no existe
incluido el movimiento del ángel en la serie de fuera adentro y no en la en el texto griego. ¿Cómo es que hay dos traducciones del mismo versículo?
categoría arriba/abajo. Por otra parte, insisto en la traducción abstracta Sin duda se deberá a una variante presente en el aparato crítico. Pero ¿pue­
de metanolo- eis zoen: se trata de conducir a la casa simbólica de la comu­ de este punto interferir de algún modo sus análisis estructurales?
nidad a diversas personas que estaban fuera de ella.
El conjunto del relato va, pues, a quedar estructurado según un doble R. BARTHES: Creo que las divergencias debidas a traducción son de
esquema topològico. Por una parte, el esquema geográfico de tres polos: tener en cuenta si tienen valor con relación al sentido del texto. El estudio
Jafa, Cesarea, Jerusalén; y por la otra, el esquema espacial de dos dimen­ de las variantes puede tener una eficacia estructural. En concreto, con res­
siones: el fuera y el dentro, y el arriba y el abajo. El esquema dentro/fuera pecto a nuestro texto, el “había” es para nosotros los lectores un elemento
es en el fondo el esquema de la casa, lugar cerrado de la intimidad, y del de la lengua narrativa y lo incluimos en nuestra lengua del relato. Nosotros
espacio que la rodea; no hace sino repetir el esquema geográfico en que no tenemos una visión filológica del texto que lo reconstruya sobre la base
se dan esos dos puntos exteriores el uno el otro — Jafa y Cesarea— , que objetiva de una redacción princeps única y autorizada. Incluimos en la
separan las personas de Cornelio y de Pedro, y la integración en Jerusalén, lengua del relato todas las versiones, exactamente como Lévy-Strauss lo hace
lugar de la comunidad. Entre ambos esquemas existe una relación que con el mito de Edipo. Así, lo que da el sentido es nuestra lectura, el con­
convendría estudiar a fondo. junto de nuestra lectura, y no la fuente mitológica. Por otra parte, puede
Frente a este conjunto, la otra gran dimensión: el arriba y el ábajo, que en versiones de otras lenguas, en latín, por ejemplo, no se encuentre ese
la irrupción vertical de la trascendencia, de los mandatos de lo divino. "había", sino sustitutos estilísticos, operadores de relato. Por ejemplo, el
¿Cómo se articularán entre sí estas dos dimensiones, la vertical y la hori­ empleo del imperfecto.
zontal? Todos los movimientos arriba/abajo producen una acción en la
horizontalidad, lo que he denominado itinerario de encuentro y de unifica­ J. GRITO1: Mi pregunta se apoya en el relato de Mateo sobre la voca­
ción. Me pregunto si no tenemos ahí uno de los sentidos del texto, la ción de los primeros discípulos. Caminando a lo largo del mar de Galilea,
manera cómo, en la inmanencia humana de los encuentros, de las comuni­ vio a dos hermanos, Simón (interrupción del relato), el llamado Pedro (re-
dades en composición y disolución, se articula la irrupción vertical de los
mandamientos que vienen de otra parte.
A partir de esto se podría superar el esquema topològico, pasar al có­ * La versión francesa utilizada por Barthes dice siempre “ il y avait” ;
digo accional e intentar mostrar que se trata también de intercambios. Los la de Alonso Schókel-Mateos (Nueva Biblia Española), que seguimos aquí,
personajes del relato vienen de arriba, circulan, etc., pero sobre todo se la traduce por "vivía" (N. del T.).
reciben, se aceptan; cada uno recibe y da algo. Me ha parecido ver en e! 1 Jules Gritti, alias J. B. Fages, autor de una excelente introducción al
texto dos circuitos de intercambios. Uno humano, que podemos describir estructuralismo: Comprendre le structuralisme (Toulouse 1967).
El texto y el análisis estructural 197
196 Mesa redonda
un discurso dentro del discurso de Pedro, la cita de la palabra de Jesús:
anudación del relato), y Andrés su hermano, que estaban echando el espara­ Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo
vel (nueva interrupción), pues eran pescadores. En ambos casos, desde el (Hch 11,16). Se trata de discursos que no remiten al propio relato que es­
punto de vista del análisis estructural, yo entiendo esas interrupciones como tudiamos. Y de ahí mi hipótesis: ante esa estructura “ replegada” del texto,
signos de lectura, es decir, informaciones suplementarias con relación al ¿no podría pensarse que los discursos del primer tipo son, en relación con
código narrativo, dadas a un auditorio que no las comprende. Al no ser el relato que es el texto, lo que las palabras citadas de Jesús en relación
conocido el término técnico “esparavel” , hay que explicarlo. Y entre parén­ con la predicación de Pedro? Nos encontraríamos entonces ante una relación
tesis — resulta interesante como convergencia de método— , el analista tiene de cuatro elementos, de dos en dos, los cuales a su vez estarían en relación
deseos de preguntar a los exegetas: "¿Quién es ese auditorio al que hay homológica. El estudio atento de dicha homología podría resultar útil para
que explicar tales cosas?” Ahora bien, en el relato que Barthes ha comen­ abordar uno de los sentidos del texto. Y veríamos que este texto cerrado y
tado hace un rato no encuentro otros signos directos de lectura más que construido en abismo se abre a otros textos lo mismo que, en el plano de
la mención "capitán de la compañía itálica” . En cambio, veo otros, pero los contenidos, se trata de abrir una comunidad a algo que la desborda.
más indirectos e interiores al relato, en el juego de resúmenes que garan­
tizan la comunicación interna. Y aquí viene mi pregunta a Roland Barthes. F. B ovon : Al interpretar Hch 10-11, también el exegeta se refiere a
Si considero el texto desde esta perspectiva, encuentro numerosos detalles unos textos más amplios, pero de ordinario se limita a los textos del mismo
como "en casa de cierto Simón, curtidor, que vive junto al mar” . ¿Tienen autor, a un cierto corpus. Cuando usted dice: “Necesitamos muchos textos” ,
importancia estos detalles? ¿Ha encontrado usted en este relato detalles su- ¿de qué cantidad pretende usted hablar? En otras palabras, ¿dónde habría
perfluos, pero codificados, que tendrían la función de "toques de rea­ que pararse?
lism o” ?
R. BARTHES: S u pregunta tiene que ver con mi experiencia personal:
R . BARTHES: Estudiando otros textos literarios, he creído poder asegu­ se trata de un punto en el que he cambiado. Al principio, bajo la directa
rar que determinados rasgos podían ser asimilados a toques de realismo. inspiración de la lingüística estructural, en particular de Saussure, concedía
Son indicaciones que funcionan como signos de lo real y que tienden a mucha importancia a la noción de corpus. El corpus es un conjunto siempre
autentificar el relato, a dar una apariencia de realidad. En general se trata arbitrariamente limitado, pero bastante amplio, de textos a partir de los
de indicaciones que remiten a hechos muy poco importantes. Hay una espe­ cuales se intenta reconstruir la estructura de la gramática. Por ejemplo, un
cie de ley proporcional: cuanto más insignificante es el detalle, más real discípulo de Saussure, Frey, ha publicado el diccionario de las mil o dos
es el hecho. En última instancia, la indicación que imprime realidad es mil frases que le han bastado para verificar la estructura de la lengua fran­
aquella que no entra en ninguno de los códigos señalados y es, por lo cesa. Al principio del análisis estructural, en investigadores como Greimas
tanto, completamente suplementaria. En realidad, esos signos de lo real o Bremond, la noción de corpus es importante, y se trabaja sobre corpus.
son mucho más escasos de lo que se piensa. Si se hace un análisis minu­ Pero, desde el punto de vista de la teoría del relato, nadie se ha decidido.
cioso, se ve que en el relato fiel al tipo de legibilidad occidental clásica, los N o sabemos sobre cuántos relatos habría que trabajar para que la cosa
toques de realismo son muy escasos: todo es significante con relación a la comience a resultar demostrativa. Lo que me llevó a cambiar fue una refle­
estructura narrativa. xión sobre la literatura y el texto literario. Hace dos años, trabajando en
¿Se dan en nuestro texto esos toques de realismo? No me lo había un seminario sobre una novela de Balzac de unas treinta páginas, me di
preguntado, pero a primera vista se dijera que no. Simón el curtidor, junto cuenta de que el método de un texto, que es lo contrario de un corpus, me
al mar, son detalles que forman parte de la economía del relato, puesto que parecía infinitamente más rentable. En un solo texto, si se elige con el sufi­
proporcionan una indicación para encontrar la casa de Simón. No se trata ciente olfato, se encuentra toda la "gramática” que lo respalda; además se
de toques de realismo, sino de una información exigida por la misión. Este accede, no a la individualidad del texto en el sentido amplio del término
tipo de indicaciones son con frecuencia referencias a tiempo y lugar. Con “ individualidad", sino al texto en su diferencia con respecto a los demás
respecto a estas últimas, Louis Marín ha demostrado que son plenamente textos. Dicho de otro modo, el método inductivo-deductivo, que consiste en
significantes. En cuanto a las indicaciones de tiempo, como hacia el medio estudiar cien relatos, construir un modelo y después aplicar ese modelo a los
día, a media tarde, una por lo menos es pertinente, puesto que nos indica otros relatos, dejó de parecerme satisfactorio, y actualmente lo considero
que Pedro tiene hambre. La otra es ya menos seguro. erróneo. Evidentemente, depende de los textos. Si los textos elegidos por
usted pertenecen a una civilización donde lo estereotípico tiene un valor, hay
J. G r i t t i : Me gustaría un complemento informativo sobre lo que Ro­ razones para aplicar ese método. Pero si se sitúa usted en una civilización
land Barthes ha denominado código metalingüístico. Leyendo nuestro texto, que, como la actual, pretende establecer cierta experiencia a partir de la
no nos da en absoluto la impresión de que se trate de un relato. O más diferencia, el método inductivo-deductivo resulta nocivo.
concretamente, tenemos un relato, pero en seguida se da uno cuenta de que Y a sé que esta respuesta no es satisfactoria. Desde el punto de vista
esta superficie uniforme está horadada por discursos que remiten al relato didáctico creo que hay que postular el corpus. Pero el corpus, en la medida
mismo. Ahora bien, entre esos discursos, que son resúmenes del relato, los en que limita con la infinitud del lenguaje, tampoco es una noción con­
hay de dos tipos. A propósito del primer tipo, podría hablarse de construc­ veniente; además, didácticamente hablando, un solo texto puede ofrecer una
garantía de pluralidad superior a la de varios textos. Dado que no se puede
ción en abismo: primero el texto dice: había un capitán, tuvo una visión...,
pretender abarcar una infinidad de relatos, un texto respetará mejor que
y después la misma cosa es contada varias veces en forma de resumen. Pera
varios textos la perspectiva plural, y un corpus no abarca más que unos
en dos casos el discurso no remite a otra parte del mismo texto: la predica­
ción de Pedro es un relato resumido de la misión de Jesús; y después hay
198 Mesa redonda El texto y el análisis estructural 199
cuantos textos. Ello no impide que el corpus resulte válido si se trata de códigos: accional, sémico, cultural, hermenéutico y simbólico (este último,
relatos a los que se supone suficientemente estereotipados. relacionado con el cuerpo humano). Resulta que, al elaborar el informe
sobre esos cinco códigos presentes en Balzac, me di cuenta de que parecía
U n GRUPO DE TRABAJO: L o que nos interesa en el análisis de un texto dar preferencia a uno de los cinco, el simbólico. Es normal: parece inevita­
como el de Cornelio en los Hechos, es la prehistoria, el medio que lo sus­ ble que otorguemos preferencia a un código que se refiere al cuerpo. Creo
tenta, la comunidad que lo ha transmitido, las distintas tradiciones que que a nivel de un texto conviene asumir una jerarquía, pero que a nivel
influyen en el texto. P. Ricoeur esperaba que un método estructural descu­ del análisis estructural en su conjunto no hay que reconocer jerarquía algu­
briría ciertos indicios, desigualdades en el texto, que llevarían al análisis na. Reconocer una es optar por determinada crítica: marxista, por ejemplo,
estructural a desbordar su contenido y acceder a un análisis genético, al si se opta por un determinado código histórico, o psicoanalítica, si se da
que busca los textos previos al texto. En su exposición, lo mismo que en preferencia a otro código. Y o mismo, sin duda, esta mañana he dado pre­
los esquemas de Joseph Courtés y de Louis Marín, nada parece apuntar en ferencia a un código, el de la comunicación, el código metalingüístico. Pero
esa dirección. reconocerán ustedes al menos que lo he hecho ateniéndome a términos pura­
mente estructurales. Y no he inferido del predominio de ese código ningún
R. Barthes : Exacto. En el fondo, yo soy reacio a lo genético, y siem­ sentido del texto que no sea puramente estructural.
pre me he sentido tentado a clasificarlo en una "no jerarquía” . Lo que
encuentro embarazoso en lo genético es el antes y el después (probablemen­ L. Marín: Esta pregunta se refiere a un aspecto tratado por Roland
te, lo que me molesta es el padre). Por consiguiente, considero lo genético Barthes al final de su exposición. Si se nos va remitiendo de significado en
como un código más, como uno de los mitos: es una faceta del mito. En significado, ¿posee el texto un significado último? Para desenmarañar el
el trabajo, mi perspectiva consiste siempre en vivir la reversibilidad de los problema, recurriré a un pensamiento de Pascal que empieza hablando de
sentidos y de las versiones o, en otras palabras, la reversibilidad de los teología: "La teología es una ciencia, ¿pero de cuántas ciencias está com­
significantes. En este momento, lo genético es para mí un significante, un puesta?” , y prosigue: “una ciudad, el campo, desde lejos son campo y ciu­
discurso que yo dispongo postulativamente en una reversibilidad. Toda ver­ dad, pero a medida que nos aproximamos se trata de casas, árboles, tejas,
sión genética me interesa, pero para volver a transferirla a título de versión hojas, hierbas, hormigas, patas de hormigas, y así hasta el infinito”. Y des­
en el pluralismo del mito. pués se interrumpe y dice: “Todo esto se artopa bajo el término campo”
(L 65, B 115). Este texto esclarece la cuestión. Apenas reparamos en un
UN GRUPO DE TRABAJO: Pero, ¿puede el procedimiento genético resultar término o un texto, empiezan a mostrar que encubren un sentido o senti­
de cierta utilidad, para usted, en su procedimiento estructural? dos, significados que perseguiremos hasta el infinito. Ello no impide que
pronunciemos la palabra campo, que en cierto modo abarca todos esos sen­
R. BARTHES: Para ser franco, se trata de que ustedes se han decidido tidos.
por una opción ideológica y me piden que yo la acepte. N o sé si será útil, Teniendo esto en cuenta se perfila una doble orientación. Se puede de­
pero yo no la admito. cir, por una parte, que todo el sentido está en el texto, que éste contiene
una totalidad de sentido y que me llevaría un tiempo infinito abarcarla de
J. D elorme: Y o me pregunto si los exegetas no están demasiado exclu­ modo exhaustivo. Por otra parte, en cuanto traspaso la superficie del texto
sivamente ocupados en buscar la génesis de Iqs temas. Si concedemos tanta y me pongo en contacto con el significado, se produce una especie de
importancia a la historia, es porque tras los textos subsiste todo un pasado. hemorragia del sentido. Aquí supero con creces la barrera de las exigencias
Pero tendríamos que reflexionar precisamente sobre este punto. científicas del análisis: se trata quizá de lo que entendemos por Dios
oculto, un Dios que está siempre ahí, pero nunca se deja encontrar ahí.
F. Bovon: ¿Existe un principio de jerarquización de los códigos em­ Cuando a la pregunta de si hay un significado último y si éste pertenece
pleados? Roland Barthes ha empleado a este respecto la categoría de “nivel a la índole del texto, se contesta negando la existencia de un significado
de relato”. ¿Admite su utilidad? último, ello no significa que haya una ausencia de sentido, sino simplemente
que el sentido consiste en el recorrido interminable de los significantes.
R. BARTHES: Para mí, esa pregunta no tiene todavía una respuesta fir­ Esta es una de las características del texto estudiado esta mañana y, en ge­
me. Pero, de momento, puedo decir lo que sigue. neral, de cualquier texto bíblico.
A mi entender, no existe una jerarquía de códigos. El análisis estruc­
tural descubre diversos códigos, y, desde el punto de vista del análisis, entre R. BARTHES: Comparto plenamente el parecer de Louis Marin. Se trata
ellos no existe jerarquía. Puede admitirse que un texto, estructuralmente, de un problema peliagudo, que sólo puede formularse rápidamente de for­
presente cierto predominio, que a nivel del texto mismo haya un código ma ingenua: “ ¿Qué es lo real?” , el referente, como se dice en lingüística.
predominante. Pero a nivel de la lengua narrativa, o del análisis estructural También yo pienso que lo real, en el fondo, siempre está ya escrito. Todo
en su conjunto, no hay jerarquía de códigos. Al abordar un texto, yo no significante remite a otro significante, y así en un proceso infinito. La rea­
tengo en cuenta en absoluto la jerarquía de los códigos, ni aunque, provi­ lidad está siempre ya codificada, y no existe realidad que no figure ya
sionalmente, compartiera la ilusión de esa jerarquía. En efecto, me parece en la escritura.
difícil, cuando nos encontramos ante un texto aislado, no elaborar o segre­ En cuanto al problema del significado último diré lo siguiente: sólo
gar una especie de jerarquía de códigos. A propósito de la mencionada existe un ser que puede detener el proceso de la significancia, y es eviden­
novela de Balzac, descubrí de forma sistemática, en toda ella, cinco grandes temente Dios. El significado último sólo puede ser Dios, el único que no
200 Mesa redonda El texto y el análisis estructural 201

es significante de otra cosa. Se trata, sin duda, de una posibilidad que no que hasta el momento los hemos decepcionado un poco. Nuestras perspec­
afecta al proceso del análisis estructural. Este puede realizarse sin necesidad tivas de trabajo son inmensas. Lo que interesaría a un historiador, por
de definirse sobre el significado último. ejemplo, sería que llegásemos a estructurar los grandes relatos producidos
por el miedo colectivo en una época dada; es un aspecto muy concreto,
J . G r i t o : Y o me dedico al análisis estructural en el campo de la co­ pero ni siquiera disponemos de elementos para ello. El trabajo está por
municación social, y también en ese terreno me pregunto qué es la realidad. hacer. Los hemos decepcionado, pero la decepción no procede de un sen­
A pesar de mi aceptación de lo real, de mi fe, reacciono y me pronuncio, timiento demasiado vivo de lo real, de que ellos sientan agudamente la
con mis riesgos y peligros, sobre los métodos y las técnicas que pretendo dureza de la realidad histórica, sino de problemas más internos al propio
aplicar. Podría comparar el servicio que me presta el análisis estructural análisis estructural.
con la teología negativa: me impide llegar a la realidad por una especie
de atajo. Efectivamente, siempre hay unos códigos que se interponen, a U n GRUPO de TRABAJO: Nos gustaría volver al problema de la jerar­
veces muy sutiles. Y tengo la obligación de "escarbar” en unos y otros para quía de los códigos.
no pronunciarme sobre la realidad de una forma insuficiente. Por lo demás,
pronunciarse sobre la realidad no es un problema de análisis estructural, R. BARTHES: Tomemos como ejemplo una partitura de música. Consi­
sino una opción metafísica: el analista como tal no está en disposición de deremos el texto como un pentagrama: a cada línea correspondería un código
decir “es” o “no es” . (histórico, geográfico, simbólico, etc.). En un momento dado, cada código
Dicho esto, la tarea del analista estructural no difiere mucho de la de deja oír su sonido propio, pero lo que configura el texto es el conjunto
cualquier investigador científico. Toda investigación científica comienza por polifónico. Ustedes me dirán que en una partitura clásica hay una serie de
marginar el problema de la realidad última a fin de llevar sus análisis lo líneas predominantes; por ejemplo, en música clásica, la melodía. Pero la
más lejos posible. Y cuando en el curso de la investigación irrumpe un cosa no es tan sencilla. Porque ciertas partituras clásicas pueden ser leídas
obstáculo, sería mal método hacer intervenir en ese hiato una consideración de dos maneras: haciendo que predomine el código melódico o no. Entre
ajena: si nos encontramos con un obstáculo, hay que vencerlo científica­ los músicos jóvenes se está elaborando (por ejemplo Stockhausen) una in­
mente, honestamente. terpretación estructuralista de Beethoven. No leen la partitura atentos al
Y ahora hago una pregunta a Roland Barthes. Gérard Genette ha dicho, predominio de un código (el melódico): Beethoven estalla. N o todo, cierta­
comentando la obra de usted 2, que en ella se da una ética, una especie de mente: algunos fragmentos se prestan mejor a ese estallido de la jerarquía
respeto al sentido, a lo real, a través de una desmistificación. Usted respeta de los códigos. Por ejemplo, las Variaciones Diabelli son un texto musical
lo real y denuncia constantemente el naturalismo en materia literaria, la más estructuralista antes de que naciera el estructuralismo.
utilización de lo real para lograr la impresión de estar en la realidad; usted Así, pues, el texto es un tejido de códigos algunos de los cuales pueden
tiene una constante preocupación por atenerse a la verdad de los signos a parecer predominantes. Esta ilusión de jerarquía no es despreciable, pero se
nivel de los procedimientos literarios. ¿Qué opina usted de ello? trata de una lectura del texto que puede resultar históricamente concluida y
ser reemplazada por otra lectura sin jerarquía. Si tuviéramos que reunir
R. B a r t h es : En cuanto objeto de exégesis, me callo. los elementos de una estética contemporánea a través de las producciones
de la crítica literaria o musical y del estructuralismo, nos daríamos cuenta
J. GRITO: ¿Tienen los estructuralistas dificultades análogas con es his­ de que en esa estética se da una convergencia, un estallido de la jerarquía
toriador profano y con el exegeta? ¿Es posible analizar el lenguaje sin refe­ de los sentidos y de los códigos. Los textos escritos en los períodos clásicos
rirse a una realidad de la historia o de la fe? requieren una lectura 'bajo el predominio de un código, pero también esto
es una lectura histórica, y se puede leer el texto prescindiendo de esa jerar­
R. B a rth es : Hay que ponerse de acuerdo sobre el término “ historia” quía. La vida del texto, eso por lo que el texto vive a través de los siglos,
(dejo aparte la cuestión de la fe). La palabra “ historia” tiene muchos senti­ reside en su aptitud para esa metamorfosis, para esa muerte y esa trans­
dos, y un sentido mítico muy marcado. La historia es un superyó. De hecho, ferencia. Los textos sufren revoluciones y cambios de régimen, lo mismo
hay varias historias, e incluso una historia estructural. Porque la historia ha que la historia de las sociedades.
sido estructuralista antes del estructuralismo. Se trata de saber si se considera
como realidad histórica la contingencia histórica, la que en el siglo pasado se J. DELORME: Dice usted que la ciencia histórica multiplica las situa­
estudió con el nombre de historicismo, o bien las estructuras, las coyunturas ciones entre lo real, tomado como módulo de la perspectiva, y el discurso
en que la noción de hecho histórico se diluye o, en todo caso, se vuelve sobre la realidad histórica. Al fin nos vemos remitidos a una realidad que
muy abstracta. Ahí tendríamos el problema de lo real como código ya siempre ha sido ya proferida. Eso puede resultar quizá fecundo en exégesis:
escrito, pues en el fondo los progresos de la ciencia histórica consisten en si en el Nuevo Testamento se da una referencia constante a la historia de
multiplicar las estructuras de intercambio entre la realidad que yace en el Jesús, se trata también de una historia proferida. Todos los trabajos sobre
la historia de la tradición evangélica lo han destacado sobradamente, hasta
fondo de la perspectiva y el discurso que se apoya en ella.
el punto de que, teológicamente, debemos decir que lo que tiene sentido
En cuanto a nuestras relaciones con los historiadores, no carecen de
no es el acontecimiento por sí solo. La cruz sin la predicación de la cruz
escollos. Algunos se interesan por el análisis estructural, pero reconozco
nos resultaría inaccesible. Esto transforma la situación del problema de la
historicidad de los evangelios. Existe una convergencia entre la evolución
2 Genette, UEnvers des signes, en Figures (París 1966) 185-204. de la exégesis y las investigaciones de usted.
202 Mesa redonda El texto y el análisis estructural 203

R. BARTHES: ¿Cómo no quedar impresionado por el hecho de que este P. RlCOEUR: El método propuesto por Roland Barthes consiste en des­
libro —es decir, lo real— esté subsumido, como en el pensamiento de privilegiar cualquier código, en neutralizar el texto en relación con todos
Pascal que se ha citado, en la palabra ‘‘Escritura” ? Esto es una fuente de sus códigos. Eso es un uso del texto. Y me gustaría introducir aquí la no­
reflexión... ción de uso. También el acto de dar prioridad a un código es un uso. ¿No
puede decirse que la predicación es el acto de privilegiar un código a fin de
U n GRUPO DE tr a ba jo : Según la afirmación inicial de su exposición, actualizar el texto de predicación dado? La característica del análisis estruc­
no hay que buscar el sentido del texto, y al final resulta que existe un tural consiste en ser abstracto en relación con el campo de los usos posibles.
sentido. ¿No es una contradicción? Es una especie de estetización o, si se quiere, una especie de mística: el
desprecio del sentido dominante, la abstención del predominio para llegar
R. BARTHES: Hay una contradicción, sí. Y la acepto. ¿Qué otra cosa a algo así como la presencia de una ausencia. Y quizá existe afinidad entre
puedo hacer? Me explicaré. Si nos situamos ante un solo texto, existe siem­ la estetización del texto, por su vacilación ante varias posibilidades de pre­
pre un sentido. Y no hay forma de evitar que ese sentido aflore a lo largo dominio, y esta mística.
del análisis. He empezado mi exposición en una perspectiva ecuménica en La función de predicación consiste en hacer aparecer un predominio que
relación con el conjunto de los textos. Por ello he podido afirmar que podemos recoger en otro discurso, que será discurso ético o discurso de
a ese nivel no había búsqueda de sentido. Cuando pasé después a un texto, una comunidad. Esto es lo que hace la hermenéutica. Entonces puede de­
terminé proponiendo un sentido, un sentido que, a decir verdad, resulta cirse que la hermenéutica es uno de los niveles del análisis estructural en
perfectamente estructural. Es inevitable que a nivel de un texto irrumpa cuanto que es un código, pero también, en sentido inverso, que el uso es
siempre un sentido. La “exención de sentido” — lo que Renán denominaba englobante, como dice Hjelmslev cuando opone el uso a la norma. Para
así a propósito del nirvana budista, y que es algo distinto del sin-sentido normatizar un texto, usted interrumpe el uso y se lanza a un análisis; pero
o del absurdo, pues el absurdo es también un sentido y muy marcado— es entonces el texto queda como en el aire, y es una jugada metafísica decir
que sólo hay textos de textos. En realidad, hablar así es un uso más: el
una operación tan difícil para el hombre que a veces se requieren técnicas
uso estetizante o místico. Pero el uso hermenéutico consiste en aplicar el
de alta mística, como sucede en algunos místicos cristianos (por ejemplo,
texto a la realidad para poder nombrarla. Por ejemplo, a mi entender, usted
en san Juan de la Cruz) o en las religiones orientales. Eximir de sentido
ha hecho un uso hermenéutico al final de su exposición al decir que el
la aproximación de dos sujetos, de dos signos, es una operación que está texto quiere decir algo así como “Ampliad la comunicación” . Lo cual es
en el límite de las posibilidades del hombre. Es inevitable que a nivel de perfectamente tradicional, puesto que la hermenéutica clásica de este texto
un texto surja el sentido. Pero puede darse también un esfuerzo humano explica que quiere significar la necesidad de eliminar los tabús alimenticios
por transferir dicho sentido a un conjunto o a un sesgo de los textos, según y de abrir la Iglesia a los incircuncisos. Usted ha hallado una interpretación
el cual el sentido se repetirá en la infinitud del lenguaje. Al aceptar colabo­ estructural porque precisamente el sentido del texto consiste en romper la
rar con ustedes en un trabajo sobre un solo texto, ya sabía de antemano estructura de una Iglesia de circuncisos.
que tendría que aceptar una contradicción; pero ésta sólo existe a nivel de
la sesión de esta mañana. R. BARTHES: Y o no he encontrado ese sentido del texto, sino que, sen­
cillamente, he establecido una homología entre el significante y el significado.
UN GRUPO DE TRABAJO: ¿E s exacto decir que la búsqueda de sentido se
limita a la percepción de correlaciones en un texto? ¿Lleva el descubri­ P. RlCOEUR: S u exposición ha promovido otra cuestión. Usted ha remi­
miento del sentido a una interpretación? ¿Qué lugar ocupa el análisis es­ tido este texto a una serie de textos que son relatos. De esta manera, ha
tructural en una hermenéutica? reforzado usted los códigos, pero atenuando la especificidad del relato.
Usted ha ido del mensaje a los códigos y ha mostrado que se trataba de
R. BARTHES: Empezaré devolviendo la segunda pregunta a la asamblea: un caso particular de códigos. ¿No podríamos decir que el exegeta recorre
“ ¿Cuál es el lugar que ocupa la hermenéutica en el análisis estructural?” el camino inverso? Usted aplica a un texto individual unos códigos dotados
En cuanto a la primera pregunta: “La búsqueda de sentido, ¿se limita a de una gran generalidad, códigos de relatos, mientras que la exégesis es un
la percepción de correlaciones?” , lo que me molesta de ella es el verbo movimiento que va de los paradigmas de los códigos hacia los mensajes
"limitarse". Porque la “percepción” (la comprensión, la captación, la desig­ singulares. Pero ¿cómo puede usted aplicar a unos textos concretos un
nación) de correlaciones no es en absoluto una operación limitada. Ver una análisis estructural si no es mostrando cómo se individúa en un uso posible?
correlación es un acto poético, lógico o simbólico de la máxima intensidad. Es ahí donde, creo yo, el análisis estructural es relevado por una herme­
En cierto sentido, no podemos imaginar ningún otro más trascendente a néutica. Esta hermenéutica, por lo demás, será siempre la de una comuni­
nivel de la actividad humana. Y con mayor razón, si no limitamos nuestro dad que se habla a sí misma y se sirve del relato no para hacer análisis
derecho a captar el mayor número de correlaciones posibles. Habría, en de textos, sino para restituirle su condición de palabra.
cambio, un límite si ante un texto yo dijera: voy a captar el sentido de
este texto, un sentido total, que podría encontrar en un léxico. En este R. BARTHES: Usted está planteando una cuestión que permanece abierta.
momento me sentiría limitado. Peto cada vez que capto o establezco corre­ La misma lingüística tiene aún mucho por hacer. Hasta este momento no
laciones, relaciones, correspondencias, fragmentos de sistema, tengo el sen­ ha integrado a su contenido lo que se denomina la situación: no existe una
timiento de estar realizando una actividad poética en el sentido más puro clasificación lingüística de las situaciones de la palabra o habla. Algunos
del término. lingüistas empiezan a preocuparse por la cuestión: ¿cómo aplicar a las sima-
204 Mesa redonda
El texto y el análisis estructural 205
ciones de palabra una clasificación de operadores de tipo lingüístico? No
hago más que indicar la cuestión. y de sus categorías que la resistencia de la sistemática que se elabora y su
coherencia. Un sistema resistente es la única prueba del valor del sistema.
U n GRUPO DE tr a b a jo : A pesar de que la lingüística no haya estudiado La designación es una operación dirigida hacia esa resistencia. Es una ope­
las situaciones de la palabra, ¿no podría usted, que ha estudiado el relato, ración muy nominalista, lo reconozco. En cuanto analista, no soy de los
ofrecer alguna hipótesis sobre la situación del que hace un relato? que tienen un lenguaje sin problemas: mi propio lenguaje plantea proble­
mas. N o hemos hablado de todo eso, pero es muy importante. En cuanto
R. B a rth es : Que yo sepa, esto no se ha estudiado. Por lo demás, al nombre del código anagògico, lo he tomado de la teoría medieval de los
yo no me considero competente en el plano bibliográfico. Sé que algunos cuatro sentidos: el sentido anagògico es el que está al cabo del camino, el
lingüistas han hecho estudios sobre situaciones de relato muy particulares, más extremo al cabo del camino. Evoca la idea de profundidad, de carácter
etnográficas. Por ejemplo, entre los campesinos servios existían antaño pro­ último de explicación.
tocolos de relatos con códigos de improvisación muy reglamentados y tam­
bién muy valiosos desde el punto de vista poético. En estos casos cabe espe­ U n GRUPO DE TRABAJO: ¿No es eso contradictorio con su postura sobre
rar un análisis de situaciones de relatos. Pero a escala moderna, la lectura la cuestión del sentido?
es un fenómeno sociológico muy desconocido. Si se le considera sociológica­
mente, es mediante métodos muy burdos y que no se sitúan a nivel de las R. BARTHES: En absoluto, pues yo hago de ello un código. Desde el
formas institucionales. Y el hecho de que, en tiempos modernos, se haya momento en que lo convierto en código, ya no se trata de la verdad del
estudiado mucho más el fenómeno de la composición del libro que la lec­ texto, puesto que el texto lo da como código. Como usted decía con razón,
tura en sí, y que el autor sea un personaje desmesuradamente privilegiado el hecho de designarlo es una forma de distanciarlo en cuanto código. Vol­
en relación con el lector, es una situación derivada de una ideología gene­ veremos quizá sobre este problema del lenguaje del analista.
ral. En la teoría de la literatura que sé pretende establecer, una tarea im­
portante es hacer una teoría de la lectura y del lector. U n GRUPO DE traba jo : ¿Cómo entender la relación entre la reversibi­
lidad del método estructural y la irreversibilidad de la historia?
U n grupo de tr a ba jo : Acaba usted de decir que al comienzo hay siem­
pre un sentido, pero esta mañana dijo usted que algunos comienzos eran ya R. BARTHES: Y o diría, de manera un tanto provocadora, que para mí
un sentido. No vemos cómo puede conciliar ambos enunciados. También la historia no es irreversible. Por una parte (para mediatizar esta afirmación
dijo usted que “al final se llega a una infinitud de sentidos” . Esto no es con una autoridad filosófica o cultural), en una perspectiva nietzscheana, la
lo mismo que una exención de sentido. ¿No se puede hablar de un cum­ historia no sería irreversible; por la otra (altero el problema conservando
plimiento de sentido? el término de irreversibilidad), el relato de tipo clásico, es decir, el relato
legible, es un relato que implica una irreversibilidad: la irreversibilidad
R. BARTHES: No, porque para mí, cumplir es cerrar. Para mí, !o que lógico-temporal. Y yo diría que el error denunciado por la escolástica: “post
denomino comienzo de sentido es el punto de partida hacia otros signifi­ hoc, ergo propter hoc” , es la divisa del relato. Así, pues, en el relato clásico
cantes. Si sentido quiere decir significado, yo nunca he pensado que se hay un plano de irreversibilidad que permite que el relato nos resulte legi­
trataba de un punto de partida hacia significados. La palabra partir para ble. Pero en torno a la cadena irreversible existen elementos reversibles, en
mí quiere decir algo así como “drogarse". Tomar droga es partir. El texto particular los elementos de tipo simbólico, e incluso de tipo sémico, que
debe hacer partir. Tiene algo que se asemeja a un poder alucinógeno. son elementos diseminados en el texto y que se pueden recuperar; implican
un tiempo que no es histórico, sino mítico, sin antes ni después, donde el
U n GRUPO de trabajo : ¿Podría Roland Barthes precisar a qué corres­ antes y el después son circulares. En un texto clásico se dan ambos planos.
ponde para él la relación entre el sentido estructural y la palabra mensaje Pero otra cosa ocurre con los textos resueltamente modernos. Existen muy
tal como ha sido empleada por Paul Ricoeur, o tal como la emplea Jakob­ pocos, desde luego, pero en los últimos cincuenta años se han hecho algu­
son? Además, ¿cómo sitúa usted el problema de la designación de los códi­ nas experiencias de escritura. Se trata de textos íntegramente reversibles, en
gos? ¿Y cómo se realiza la elección de los nombres que usted da a los los que puede penetrarse de mil maneras. N o hay una entrada privilegiada,
códigos y, en particular, de dónde procede en su teoría el nombre de có­ mientras que en el texto de tipo clásico hay una entrada privilegiada, se
digo anagògico? entra y se sale del relato. En un texto de Lautremont ustedes no entran
ni salen, sino que entran y salen; es otra lógica.
R. BARTHES: Clásicamente, en el mensaje se distingue forma y conte­
nido. Mi demostración pretendía probar que la forma del mensaje coincidía U n grupo DE TRABAJO: ¿Es que determinada manera de escribir la his­
con el contenido del mensaje. En cuanto a la designación de los códigos, toria — pensamos, por ejemplo, en la historia narrativa de Augustin Thierry
es una cuestión muy embarazosa. En ella me siento muy solo entre los en relación con determinados conceptos modernos de la historia— no ha
demás analistas del relato, y no del todo seguro. Para mí, una categoría seguido la misma evolución? Lo que usted ha dicho del relato clásico, ¿no
de análisis estructural, un código, adquiere fundamento a partir del mo­ se da también en cierta estructura de la historia? ¿Y acaso no encontramos
mento en que se le designa. Es, pues, mi designación la que tiene valor de en algunos historiadores actuales la misma modernidad?
fundación, porque mi designación procede en sí misma de un código que es
el de la lengua. Por consiguiente, no hay otra prueba del análisis estructural R. BARTHES: De hecho, ¿es que un historiador se pondría hoy a “con­
tar" la historia? Quizá se da todavía el caso, a nivel de los manuales esco-
206 Mesa redonda El texto y el análisis estructural 207

lares, pero los manuales cambian. Ahora, para encontrar historia "contada” , L. MARIN: Esta nueva intervención atañe a la vez a lo dicho a propósito
de la jerarquía de los códigos y al problema suscitado por la utilización
hay que buscar en la cultura de masa, es decir, en la televisión. De modo
concurrente o convergente de diferentes métodos. Querría hacer, a este res­
que la historia que hace ciento cincuenta años era ciencia histórica se ha
pecto, un esquema que ha sido detallado por Grangier en su reciente libro
convertido hoy en la historia de la televisión. También quizá la de la revis­ sobre la filosofía del estilo. El señalaba (como se ha podido observar en
ta “Historia” . En eso existe una falla cultural inmensa. nuestro análisis del texto de los Hechos) que el texto estudiado no depende
de un código, sino de una pluralidad de códigos, sobre los que no se
F . BOVONS: Me permito decir que la manera como usted ha intentado
decide si existe uno predominante sobre los demás. El texto está de alguna
entender el texto de los Hechos nos ha resultado prodigiosamente intere­ forma “sobrecodificado” y puede decirse, utilizando la imagen misma que
sante, en la medida en que nos permitió descubrir, en el interior del texto, el término “texto” contiene, que éste en su singularidad resulta determinado
lo que P. Ricoeur denomina una semántica profunda. Me da la impresión por el entrecruzamiento, la superposición de códigos que desbordan indefi­
de que todo cuanto sabemos sobre el conjunto del libro de los Hechos, y nidamente el texto. Esto se puede representar en forma de esquema. Cuando
de toda la obra de Lucas, nos permite dar el sí a la última parte de su yo descubro un código A bajo un texto, y después otro código B, y otro C,
exposición, donde usted aceptó voluntariamente dar un sentido. ¿Encuentra sé, en un momento dado, a medida que mi análisis progresa, que el texto
usted, entonces, abusivo que intentemos, después de una reunión como ésta, que estoy estudiando en su singularidad va a parar ahí. N o conseguiré,
recurrir a los procedimientos aplicados por usted, pero no de manera exclu­ evidentemente, la individualidad, la singularidad absoluta, última, de ese
siva, sino admitiendo también, al margen de las búsquedas de estructura texto, porque sin remisión hallaré un código D, que de alguna manera
(por ejemplo, Albert Vanhoye lo ha hecho con la epístola a los Hebreos, limitará la zona donde se encuentra el texto.
y Paul Beauchamp con Gn 1), al margen de este método estructural, otras
aportaciones, las de la historia de las religiones, del psicoanálisis, de la so­ R. BARTHES: Las cosas son en realidad más complicadas aún. Este pro­
ciología? N o hay que olvidar que la Formgeschicbte ha intentado utilizar blema ha sido estudiado en un campo completamente diferente, el de las
la sociología del cristianismo primitivo. Personalmente, me siento atraído diversas atribuciones de una obra a un pintor según diversas épocas. Se ha
por esta pluralidad de accesos al texto, que a la postre redunda en un enri­ estudiado cómo operaba el funcionamiento lógico de la atribución. De la
misma manera, resulta interesante estudiar, como usted ha hecho, la histo­
quecimiento. Pero también creo que en el texto yace, en última instancia,
ria de la interpretación de un texto. Lo que se observa, es que a medida
su propio control, y que nos limita las posibilidades de uso de esos diversos que elaboro la historia de esos estratos interpretativos que se van deposi­
métodos. tando sobre determinado texto, las zonas cubiertas por los distintos códigos
se irán modificando culturalmente según las diferentes épocas, y por lo
R. B a rth es : Estoy completamente de acuerdo. El texto no dice cualquier tanto un texto que, en el siglo XVII, por ejemplo, según mi esquema se
cosa. Este es un reproche que se nos hace desde siempre, como si nosotros encontraba en tal situación, se encontrará en otra distinta en el siglo XX,
autorizásemos al texto a decir cualquier cosa. No. Hay una serie de imposi­ porque los códigos van a ser modificados. Los códigos son clases de institu­
ciones, de cauces del símbolo. De acuerdo en que usted integre informa­ ciones que tienen una base sociológica. Entonces, ese esquema me permite
ciones, esclarecimientos procedentes de otras disciplinas, de otros discursos, conciliar estas dos proposiciones aparentemente contradictorias: el estudio
siempre que acepte usted transformar esos mismos discursos en códigos, tras­ atento y minucioso en su singularidad, y luego esa apertura.
vasarlos al texto como citas de otros códigos, citas que no están limitadas
por nada, ni siquiera por su situación absolutamente presente. Es una po­ P . R lC O EU R : ¿No consistirá la ventaja del análisis estructural en hacer
sición difícil y no muy clara, pero para mí es la verdadera. Ello es lo que aparecer unas frases que están en la superficie del texto y que finalmente
hace cambiar, en determinado momento, una posición de apariencia liberal yo puedo componer por haber hecho un análisis estructural mejor? Es decir,
en posición pluralista. Porque el liberalismo aparece al principio como plu­ yo procedería desde el sentido de las frases en lectura superficial a la com­
ralismo. Pero sabemos muy bien que el pluralismo no es liberalismo. posición de una frase mejor que sería uno de ios posibles sentidos. Por
ejemplo, del relato de los Hechos se pasaría a determinadas frases de la
J. G r it t i : L o que nosotros pretendemos es, muy inmediatamente, bus­ predicación: “Dejad entrar a todas las gentes en la Iglesia” , o bien “No
car concordismos, coincidencias de métodos. Es verdad que existen perspec­ os ocupéis de los tabúes” . Estos relatos son textos normativos, porque con­
tivas interesantes a más largo plazo. Pero lo que al principio puede encon­ cluyen en frases éticas. De modo que yo diría que el análisis estructural
trarse son humildes interferencias de métodos más que búsquedas de un es un método que consiste en ir desde unas frases de lectura primaria, de
concordismo a cualquier precio. Por ejemplo, cuando se hace el análisis lectura superficial, a unas frases densas que sólo un buen análisis de las
gramatical de un texto, se pueden sacar a la luz paradigmas del tipo “ domi­ correlaciones permite componer; y después estas frases podrán ser reincor­
nante-dominado": para el que hace el análisis son puramente gramaticales, poradas y puestas en uso. Entonces, su teoría de las situaciones de discurso
pero en ese punto el psicoanalista interfiere el análisis estructural. Incluso consistiría en saber cuáles son los contextos posibles de esas frases de se­
se puede decir que esas interferencias de discursos, de disciplinas, tejen la mántica superficial o de semántica densa.
cultura o la imagen científica de nuestro tiempo. Resumiendo: a partir de
lo que hoy hemos trabajado aquí juntos, será necesario, muy modestamente, R. BARTHES: Estoy convencido de que la frase misma ya es una situa­
determinar algunas interferencias de disciplinas; y después los intentos de ción de discurso. Con ello quiero decir, en pocas palabras, que el lenguaje
fecundación más profunda tendrán que ser considerados con prudencia. inferior no es táxico.
Mesa redonda El texto y el análisis estructmal 209
20S

P. RlCOEUR: S í , pero en la frase hay algo más que una pura taxinomía. R. BARTHES: Como ustedes saben, se trata de un principio bastante
Lo propio de la frase consiste en realizar una síntesis de sentido. Ahora antiguo y lo he utilizado sin haber aclarado suficientemente su sentido. Es
una noción procedente de la fonología. La pertinencia es la cualidad que
bien, usted sólo dispone de un método, el analítico, es decir, prescinde
posee un sonido, una lengua, de ser significante. Voy a poner un ejemplo
constantemente del momento sintético de la frase que es la estructura de
fonológico muy sencillo usando dos términos del francés (y pido perdón
predicación. Porque una frase mínima será siempre un operador de sentido a los que ya lo conocen): poisson (pez) y poison (veneno). Estos dos ele­
que, componiendo y no dividiendo fia fiase no es analítica), consiste en mentos difieren sólo en un pequeño elemento, que es la s sorda o la s so­
decir algo sobre algo. Usted encontrará esto en Aristóteles. Pero, en reali­ nora. Ahora bien, ambas palabras tienen sentidos diferentes, porque el pes­
dad, usted está siempre por debajo o por encima de la frase, nunca en la cado no es veneno, al menos en principio. Por consiguiente, el hecho de
frase; y el problema de la comprensión de un texto consiste en hacer frases existir una diferencia significante, aquí propiamente fonológica, en francés
sobre frases. entre s sorda y s sonora, es lo que constituye la pertinencia. O, de una
manera más amplia, quiere decir que, si usted toma un conjunto de rasgos,
R, BARTHES: Para mí la frase es ya una ideología; hacer frases es ya o a un texto por ejemplo, usted decide interrogarlo desde un solo punto
una actividad ideológica. Pero tengo la impresión de que hacer frases es de vista, que es el del sentido. De este modo, según la acepción clásica de
una actividad maravillosa. Usted mismo las acaba de componer para expli­ la palabra pertinencia, usted somete el texto a una pertinencia semántica.
car sus ideas. Y si usted decide interrogar a los sonidos de una lengua desde el punto de
vista único del sentido, tenemos la fonología. El principio de pertinencia
P. RlCOEUR: Se puede ser fraseólogo sin ser frasista. consiste en interrogar al texto desde un punto de vista a priori esencial­
mente semántico. Usted me dirá que con esto me contradigo de nuevo,
U n GRUPO DE TRABAJO: ¿Acaso toda crítica — textual, literaria, histórica, pues en el fondo he ampliado la noción de sentido hasta abarcar una especie
filológica, teológica, etc.— no resulta imposible si de entrada se acepta con­ de universo de códigos infinitos. Pero, una vez más, se trata de un principio
siderar por igual en el análisis todas las formas de un texto o de una tra- propedéutico, un principio previo, un principio que fue muy importante
: dición? para Saussure. Pensamos en la historia un poco dramática del nacimiento
de nuestra lingüística moderna. Saussure es en el fondo un hombre que vivió
R. BARTHES: Usted plantea en forma de pregunta algo que para mí no lo que él denominaba lo heteróclito del lenguaje con un sentimiento dra­
es una pregunta. Sí, cualquier crítica resulta efectivamente imposible. Y si mático de opresión, de caos, de anarquía; es decir, se encontraba ante el
el análisis estructural se desarrollase metódicamente (cosa que no sucede lenguaje y no sabía por dónde abordarlo. Es evidente que en el lenguaje
por ahora), sería la muerte de la crítica, al menos de la crítica literaria. hay fisiología, física acústica, lógica, sociología, de todo. Y entonces él se
Para hablar más seriamente en la perspectiva del análisis estructural, una dijo: "Voy a adoptar un principio inicial de orden, una pertinencia que
crítica sólo es una de las voces del texto. Es una operación mediante la consistirá en interrogar al texto desde el punto de vista del sentido” . Por­
que, en el fondo, también se podría indagar el texto desde el punto de
cual se determina una voz de la lectura. Es una versión, una voz, pero no la
vista del granulado del papel o de la clase de la tinta tipográfica, ¿por qué
clave o el "secreto” del texto. Por tanto, históricamente el período de lo no? Resultó, pues, elegida la pertinencia semántica. Y resulta que, durante
que yo denomino la crítica literaria, es decir, eso que se realiza hace unos los últimos diez años, que han sido los del desarrollo del estructuralismo, la
cien años, es algo destinado a ser abolido. Quizá no vuelva a producirse, pertinencia semántica ha adquirido proporciones enormes, se ha hecho des­
sino que habrá algo diferente de la crítica, estoy convencido. Personalmente, mesurada. En efecto, el lenguaje se encuentra muy lejos en el hombre, todo
no me siento crítico literario. Quiero decir que para mí existe una contra­ lo lejos que es posible remontar, según algunos. Y la noción de pertinencia
dicción entre la crítica literaria y el análisis estructural. se debilita en cierta medida. Pero creo que inicialmente, desde el punto de
vista de la propedéutica del análisis, es una noción importante.
U n GRUPO DE TRABAJO: A propósito del esquema y respecto a lo que
usted ha dicho de la crítica: si los códigos han variado, según se lea con U n GRUPO DE TRABAJO: Sin menospreciar el valor del análisis estructu­
un código del siglo XVII o del siglo XX, ¿no resultará un falseamiento del ral, querríamos hacer una pregunta que concierne al lenguaje en sí mismo:
sentido de los textos? Por ejemplo, leyendo a Racine con un código del ¿es que no se trata siempre de alguien que habla a alguien, un autor que
siglo XX, en vez de aplicar uno del XVII, ¿no haremos decir a Racine algo escribe y un lector que lee el texto? ¿Es que esta dimensión, que existe
distinto de lo que él quería decir? O cuando menos, ¿acaso el texto no dirá siempre en el texto, no corre el riesgo de ser omitida en beneficio de unos
otra cosa de lo que debía decir originariamente? signos que se insertan unos en otros siguiendo una dimensión horizontal,
sin jamás hacer referencia a la dimensión vertical del sujeto que se dirige a
R. BARTHES: ¡Hay que hacerle decir otra cosa! Ello puede ofender nues­ otro sujeto?
tro sentimiento de veracidad. Semejante proceso se sitúa en el interior de
una sensibilidad mítica y no en una sensibilidad histórica en el sentido en R. BARTHES: Sí, lo comprendo; es el eterno problema. Las cosas pueden
que estamos acostumbrados a entender la historia. pareceries así, quizá porque los acentos están todavía mal distribuidos en
esta escala. No lo digo por deseo de compromiso final, pero es cierto, por
U n GRUPO DE TRABAJO: ¿Podría explicar con más detalle Roland Bar- ejemplo, que los circuitos de destino del texto (usted me dirá que es menos
thes lo que él entiende por principio de pertinencia? bonito hablar de circuitos de destino que hablar de una persona que se
14
210 Mesa redonda

dirige a otra, pero no puedo ir más allá) aún están sin estudiar. Pero eso ULTIMA JO RNADA
me interesa mucho. Cuando estudié el texto de Balzac, me vi verdadera­
mente obligado a reconocer un valor estructural eminente en ciertos juegos
de destino interiores al texto. No combinaciones de destino entre Balzac y
el lector, sino en el interior del texto, sustentado en un procedimiento
incesante de doble entendimiento. Este doble entendimiento es también el
móvil del juego de palabras. Ahora bien, aquí hay que tomar la expresión
al pie de la letra: esto quiere decir que hay una recepción doble. Muchas
veces, el mismo mensaje es escuchado dos veces, supone dos oyentes: en el
interior mismo del texto, un juego entre dos personajes o un juego entre
el lector y el personaje. Todos estos fenómenos aún no están bien estudia­
dos, lo reconozco. Pero si su pregunta pretende restablecer una dimensión
significativa precisamente de sujeto a sujeto, de persona a persona a través
de un medio, una actualidad, entonces converge con el problema planteado EXEGESIS Y DOGMATICA
por Paul Ricoeur, problema al que no respondo porque aún no sé respon­
der; yo sigo trabajando: es cuanto puedo decir. En otras palabras, su pre­
gunta está formulada en cierto lenguaje. Puedo asumirla, a condición de
La sesión matinal que va a empezar no es la apertura de una
transformarla al mío, pero usted no quedaría muy conforme con esto.
cuarta jornada, sino el umbral que nos introduce de nuevo en nues­
tras habitudes ocupaciones de exegetas. La confrontación de los mé­
todos exegéticos con el método dogmático no es de la misma índole
que las que hemos realizado a lo largo de las tres jornadas preceden­
tes. En efecto, si en rigor podemos ser ignorantes en materia de
análisis estructural o psicológico, no podemos ignorar la relación
que nos liga intrínsecamente a la teología dogmática. Un exegeta
está constantemente a un paso de convertirse en teólogo. S i es cierto
que la teología consiste en explicar la palabra acerca de D ios a la
medida de nuestros contemporáneos, ¿quién tiene derecho a lla­
marse teólogo: exclusivamente el dogmático o también el exegeta?
N o estoy seguro de que, durante esta breve jornada matinal, pueda
darse respuesta satisfactoria a la pregunta: no tenemos tiempo de
entablar una discusión larga; sin embargo, podremos limitar con
más precisión las fronteras y precisar las relaciones mutuas a fin de
proseguir intercambios más fecundos entre nosotros.
La mañana se dividirá en dos partes. En la primera, más teórica,
los padres Henri Bouillard y Claude Geffré, profesores ambos de
teología dogmática en el Instituto Católico de París, presentarán,
cada uno a su manera, la relación que mantiene hoy la dogmática
con la hermenéutica y la teología bíblica; pienso que algunos de
nosotros se sentirán felices al comprobar la evolución realizada por
la teología dogmática durante estos últimos años. En la segunda par­
te se procederá al examen de un caso típico de lenguaje bíblico y
de lenguaje dogmático. El lenguaje del concilio de Calcedonia sobre
la persona de Jesucristo será confrontado con el lenguaje del Nuevo
Testamento, y a partir de ese cotejo un dogmático intentará formu­
lar el dogma de manera inteligible a nuestros contemporáneos. Acer­
ca de Calcedonia, nadie más indicado que el padre Pierre-Thomas
212 Exégesis y dogmática

Camelot, autor de obras sobre dicho tema, para introducirnos en el


lenguaje utilizado en la época: persona y naturaleza. Esta comunica­ EXEGESIS, HERM ENEUTICA Y TEOLOGIA.
ción resultará mermada por la brevedad del tiempo que le ha sido PROBLEMAS D E METODO
asignado por el organizador del Congreso. Lo mismo sucederá con
la comunicación sobre la perspectiva del Nuevo Testamento, que por
pronunciará Michel Bouttier, profesor de exégesis en la Facultad H e n r i B o u il l a r d
de teología protestante de Montpellier. Por último, Claude Geffré,
que ya ha hablado en la primera parte de esta sesión matinal, esbo­
zará cómo un teólogo puede presentar hoy el misterio de la persona
de Jesucristol.
El organizador de este Congreso de exegetas me ha invitado a
1 Como ya se ha explicado en la presentación, la intervención de Claude hablaros del método de la teología dogmática, con vistas a una con­
Geffré y las comunicaciones de la segunda parte de la mañana no están frontación con vuestras investigaciones sobre los métodos de la exé­
reproducidas en este volumen. Habrían requerido discusiones profundas que gesis y sobre la hermenéutica. Todos sabemos que, hasta fecha re­
no han podido celebrarse. La culpa recae en el organizador del Congreso,
que no calculó bien la distribución del programa. Sin duda habría sido
ciente, al menos entre los católicos, exegetas y dogmáticos se han
mejor abordar el texto de Calcedonia y discutir las exposiciones de la pri­ mirado frecuentemente con mutua desconfianza, los primeros por­
mera parte. Pero es demasiado tarde para remediarlo, y sólo podemos pen­ que temían que los segundos ignorasen, en nombre de la ortodoxia,
sar en un futuro congreso Exégesis y dogmática. la autonomía necesaria y la importancia de su trabajo científico, y
Los congresistas habían sido invitados a leer las sustanciales páginas de
K. Rahner y E. Schillebeeeckx en Exégèse et dogmatique (París 1966), así temiendo los dogmáticos que los exegetas pudiesen socavar los ci­
como los opúsculos de W. Kasper, Dogme et Evangile (Tournai 1967) y mientos de la teología tradicional. La actual situación favorece un
Renouveau de la méthode théologique (Paris 1968). mejor entendimiento entre ambas partes. El pensamiento teológico
actual, al menos en sus mejores representantes, está plenamente abier­
to, en principio, a los métodos y a los resultados de la exégesis his­
tórica y crítica. La única dificultad que siempre ofrecerá el diálogo
es que, en general, los dogmáticos conocen menos la Biblia que los
exegetas, de igual manera que éstos conocen menos que aquéllos la
dogmática. Pero todos somos conscientes del tiempo y los esfuerzos
que han sido necesarios para adquirir cierta competencia en nuestra
disciplina. N o tenemos el menor inconveniente en perdonarnos nues­
tras limitaciones recíprocas y en comprender que precisamente están
ahí invitándonos a una cordial colaboración. Esta es más necesaria
que nunca, si queremos escuchar juntos la Palabra de D ios que, a
través de la Escritura, se dirige a los hombres de hoy.
Si he entendido bien lo que se me ha pedido, en ¡primer lugar
debo indicar en qué aspectos ha evolucionado la concepción de la
dogmática católica en relación con lo que se nos enseñaba antaño,
después, cuál es el método actual de la dogmática y, por último, qué
es lo que caracteriza la dogmática en relación con la exégesis. Es uu
programa amplio, y tendré que limitarme a unas cuantas indicaciones
sumarias.
Exégesis, hermenéutica y teología 215

uno de los cuales abarcaba determinado número de tesis. Estas se


I. Evolución de la dogmática desarrollaban en varios tiempos. Primero se exponía la doctrina de
la Iglesia: dogmas definidos solemnemente, dogmas enseñados por
¿En qué ha evolucionado la concepción de la dogmática católica el magisterio ordinario y universal, u opiniones reconocidas como
en relación con lo que aprendimos antaño? Esta pregunta implica legítimas. Se precisaba su sentido por oposición a los adversarios
una trampa, y vamos a caer en ella, pero con conocimiento de causa. y se les confería autenticidad mediante cita de los documentos del
Como toda disciplina, la dogmática puede ser considerada en tres magisterio (ordinario o extraordinario). Después venía la prueba de
niveles: el de los tratados o manuales escolares, el de la enseñanza, la tesis por la Escritura, y luego por la tradición: se trataba de
y el de la investigación y de las obras originales. La enseñanza demostrar que la tesis concordaba con la enseñanza permanente
oscila entre los otros dos niveles; en su régimen medio, vierte en de la Biblia y de la Iglesia. Finalmente, a veces se añadía una prue­
el marco de los tratados clásicos parte de los resultados de los tra­ ba de razón, apoyada en la conexión de la verdad expuesta con otras
bajos originales. En su conjunto, lleva cierto retraso en relación con afirmaciones dogmáticas o con las aspiraciones humanas.
la investigación. Tanto más cuanto que, hasta fecha reciente, los Todos hemos lamentado ese fraccionamiento de la doctrina en
prejuicios nimios y el miedo a las condenaciones reprimían toda tesis y nos hemos burlado de los dicta probantia sacados de la Escri­
libertad. Ahora bien, la cuestión que se me ha propuesto nos invita tura y de los Padres, extirpados de su contexto y con frecuencia
a considerar la dogmática a ese nivel oscilante de la enseñanza. Más alterados en su sentido exacto. Pero no seamos injustos. Hemos co­
concretamente, nos invita a verificar una evolución que parte de nocido profesores que se limitaban a parafrasear el contenido de uno
una enseñanza ligada todavía a los esquemas escolares y que termi­ o varios manuales, pero también hemos conocido a otros que sabían
na en una enseñanza a nivel de la más actual investigación. Hay, describir el progresivo desarrollo de una doctrina a través del Anti­
pues, un cambio de plano. Un estudio científico tendría que distin­ guo o el Nuevo Testamento, a través de la patrística, la historia de
guir los niveles y analizar sucesivamente la evolución que se ha los Concilios y de la teología, y que sabían asimismo deducir su
producido en cada uno de ellos. Sin embargo, la cuestión queda significación humana y espiritual. Se alimentaban en las fuentes,
justificada desde el punto de vista psicológico. Porque lo que nos utilizaban los trabajos científicos y se esforzaban en comprenderlos.
interesa espontáneamente es saber en qué la concepción actual de la Lo cual no quita que en su estadio medio, según la orientación
dogmática en funciones de investigación difiere de la concepción que procuraban los manuales, y bajo la presión de una vigilancia
que hemos aprendido en los bancos del seminario o de la univer­ nimia, la dogmática pretendía sobre todo una exposición y una jus­
sidad. Podemos, pues, caer en la trampa de la pregunta, ya que lo tificación de la doctrina de la Iglesia, en primer lugar la del magis­
hacemos con conocimiento de causa. terio. Es esto lo que quería significar Karl Barth cuando decía a un
Acaso sea lícito lamentar que tal precaución no sea siempre amigo católico: “Sus teólogos han sustituido a la Biblia por el
tenida en cuenta. Un reciente opúsculo, por lo demás muy suges­ Denzinger” . Por otra parte, como la escolástica ya estaba muy des­
tivo, presenta como método actual de la teología el de los manuales acreditada entre los estudiantes y no había sido convenientemente
aún en uso, pero redactados hace cuarenta años, y como método del sustituida por nada, la parte especulativa de la teología solía ser
futuro señala aquél que está en marcha desde hace unos treinta años muy deficiente.
por lo menos, a nivel de la investigación. Hubiera sido útil pre­
cisarlo. 2. Las transformaciones
¿Qué transformaciones se han operado progresivamente desde
1. La situación antigua aquella época en que ya se iniciaban?
Tras este paréntesis, reanudamos la cuestión en su punto de par­ En primer lugar, el progreso de los estudios patrísticos y me­
tida. ¿Qué concepción de la dogmática orientaba en general la en­ dievales, el desarrollo más libre de la exégesis católica, el contacto
señanza en la época en que los de más edad de entre nosotros cur­ más frecuente con la exégesis y la teología protestante han abierto a
saban sus estudios teológicos, hace veinticinco, treinta o cuarenta los dogmáticos nuevos horizontes y les han procurado nuevos instru­
años? El conjunto de la materia estaba dividido en tratados, cada mentos de trabajo. Si algunos de ellos explotan preferentemente la
216 H. Bouillard Exégesis, hermenéutica y teología 217

patrística, muchos se orientan principalmente hacia el estudio de ¡a pretar las declaraciones del magisterio; desempeña respecto a él un
Biblia, empujados por un creciente interés que la Iglesia católica papel crítico.
le dedica en su conjunto y por la declaración del Vaticano II en el Está claro que la complejísima tarea de la dogmática no puede
sentido de que la Escritura debe ser como el alma de la teología. El realizarse sin una labor de pensamiento. Se comprende, pues, cada
Denzinger queda en adelante relegado a un nivel mucho más mo­ vez mejor que la teología especulativa, o sistemática, no debe redu­
desto, y se acude a los exegetas para aprender a leer los textos según cirse a un breve apéndice ni tampoco a una prolongación sustancial
su sentido exacto y en toda su riqueza. de la teología denominada positiva, sino que debe acompañarla en
El estudio de la Biblia y de los Padres nos ha enseñado, o re­ todo su recorrido. La teología, en efecto, no es una simple historia
cordado, que la revelación divina no consiste principalmente en la de la fe de los creyentes difuntos, sino la expresión refleja de nues­
comunicación de unas verdades sobrenaturales, efectuada a lo largo tra fe. N o hay auditus fidei sin intellectus fidei; y la comprensión
de una historia que culmina en Cristo, historia cuyo sentido queda que los antiguos tenían no nos dispensa de verificar la nuestra. La
proclamado en la palabra profética y apostólica. De todo ello ha reconsideración refleja de los datos bíblicos y tradicionales es indis­
resultado una mayor concentración de la dogmática en torno a la pensable. La teología especulativa debe, pues, acompañar al estudio
cristología, y una manera nueva de abordar la cristología, la doc­ positivo. Pero debe acompañarlo refiriéndose de continuo a él. Por­
trina trinitaria, etc. que no se trata de perderse en las aventuras de una supermetafísica,
Por otra parte, el estudio científico de la Biblia y de la tradición sino de comprender en una reconsideración refleja lo que la Palabra
nos ha dado una conciencia más aguda de la historicidad de las de D ios nos dice a través de la Escritura, interpretada por la tradi­
expresiones de la fe. Los dogmáticos saben mejor que antes que ción. La teología, al ser entendimiento de la fe, implica la correla­
cada escritor bíblico tiene su propia teología, condicionada por su ción constante del estudio positivo y del pensamiento especulativo.
temperamento, su medio y su época., Saben que hay una evolución Los grandes teólogos del pasado han sabido y admitido por lo
de la cristología en el seno del Nuevo Testamento, que la cristolo­ general que la reflexión teológica implicaba inevitablemente un pen­
gía de Pablo, de los Hechos, de los Sinópticos y de Juan no son samiento filosófico, configurado en la escuela de los grandes filóso­
exactamente superponibles. Han aprendido asimismo que la evolu­ fos. Lo que subsistía del mismo en la dogmática, hace cuarenta años,
ción del dogma y de la teología no es un progreso lineal y homo­ era con frecuencia esa filosofía de museo bautizada con el nombre
géneo, que se divide en períodos dispares, en los que el pensamiento de escolástica y que apenas conservaba nada del vigor especulativo
teológico está condicionado por universos diferentes de cultura. En­ de los medievales. Hoy son escasos los teólogos que se aferran a
tonces comprenden que la identidad de la fe no reside en la identi­ ella. La mayoría ha comprendido que sólo una filosofía viva puede
dad material de las fórmulas y de las palabras. ayudarnos a interpretar por nuestra cuenta el mensaje evangélico,
D e todo ello resulta una manera nueva de concebir la relación y ha recurrido a la filosofía contemporánea. Esto no significa en
entre la Escritura y el magisterio. Se nota más claramente que antes absoluto un abandono de las filosofías del pasado, pues éstas reviven
su circularidad. En efecto, cualquier definición dogmática responde en la anámnesis del pensamiento contemporáneo.
siempre a una problemática particular, propia de su época, condi­ Además, no sólo deseamos escuchar a los filósofos de oficio, sino
cionada por la situación de la Iglesia y de la cultura. Es eso lo que a toda la cultura contemporánea, con su visión científica y técnica
determina su sentido y su alcance. Si bien infalible, la definición del mundo, con la reciente aportación de las ciencias humanas. N o
sólo es verdadera en la perspectiva de su problemática. Y no agota podremos comprender el significado de la Palabra de Dios para
lo que la Escritura puede decirnos hoy sobre el mismo punto. Karl nosotros más que en función de nuestra cultura, de nuestra ciencia
Rahner ha demostrado, por ejemplo, cómo la definición cristológica y de los problemas que nos impone nuestra época. Por eso esta cul­
de Calcedonia no nos resulta inmediatamente inteligible, no respon­ tura y las filosofías a través de las cuales adquiere conciencia de sí
de a todas nuestras preguntas relativas a la persona y al papel de misma son para nosotros un lugar teológico. Sólo partiendo de ellas
Cristo, y no agota lo esencial de la enseñanza del Nuevo Testa­ podemos expresar nuevamente el mensaje de la Escritura y de la
mento. El estudio de la cristología neotestamentaria es, pues, nece­ Iglesia en un lenguaje accesible a los hombres de hoy.
sario para situar en su lugar exacto la definición de Calcedonia. Si Dado que la cultura contemporánea está cada vez más influida
el magisterio interpreta la Escritura, ésta a su vez permite inter­ por el fenómeno ya antiguo que hoy denominamos secularización,
218 H. Bouillard Exégesis, hermenéutica y teología 219

la teología, que lo tiene cada vez más en cuenta, tiende a convertirse más nítidamente conciencia de que no debe ser tanto dogmática
en un diálogo de la Palabra de D ios con el hombre secular, o mejor, cuanto hermenéutica.
con el hombre sin más. La dogmática asume así, en cierta medida, Ahora tenemos que recopilar en pocas palabras los principios y
una tarea que antaño estaba reservada a la apologética o teología el método de esa hermenéutica.
fundamental. Y como ésta ha aprendido por su cuenta que no puede
extenderse fuera de las perspectivas de la dogmática, el resultado
es una recíproca compenetración de las dos disciplinas. II. La teología como hermenéutica
Dado, por otra parte, que el pensamiento contemporáneo aúna
con frecuencia teoría y praxis, los teólogos se dan cada vez más Quizá no resulte inútil precisar el sentido que damos a esta pa­
cuenta de que la separación demasiado radical entre dogmática y labra, empleada hoy con acepciones bastante diversas. La hermenéu­
teología moral ha resultado perjudicial para ambas, e intentan res­ tica ha designado primero la ciencia de las reglas de interpretación
tablecer las comunicaciones. Reanudan el uso de la tradición patrís­ de los textos bíblicos, después el arte de interpretar los textos en
tica y medieval y vuelven al mensaje de la Biblia, que jamás separa general, y luego el arte de comprender, de descubrir lo que no está
el indicativo de la gracia del imperativo de la gracia. manifiesto. Hoy se emplea frecuentemente como sinónimo de inter­
D e este modo la teología adquiere cadá vez mayor conciencia pretación, pero un sinónimo enriquecido. Lo que añade es la idea
de su unidad. Tiene que conjuntar, sin confusión, dogmática y mo­ de que la interpretación debe franquear la distancia cultural que nos
ral, dogmática y mística, dogmática y teología fundamental, teología separa de los textos al mismo tiempo que el espacio que separa al
positiva y teología especulativa. discurso de aquello que debe decir. Tal es el sentido que aquí ten­
Pero, al mismo tiempo, en otra perspectiva, adquiere conciencia dremos en cuenta.
más neta de su inevitable pluralismo. Este no procede sólo de la Primera cuestión: ¿En qué se fundan la posibilidad y la necesi­
diferencia de los temperamentos intelectuales. Resulta del hecho de dad de una hermenéutica teológica? En el hecho de que la Palabra
que ningún hombre de hoy puede dominar la totalidad de los ma­ de Dios revelada en Jesucristo, atestiguada por la Biblia y predicada
teriales que le ofrecen los resultados de la exégesis, de la historia por la Iglesia, no es idéntica ni a la letra de la Escritura, ni a la
de las doctrinas teológicas y de los concilios. Ningún hombre puede letra de los enunciados dogmáticos. En efecto, por una parte, la
dominar la ingente riqueza de las diferentes filosofías y coordinarla acción reveladora de Dios es siempre trascendente a las figuras que
ella misma adopta. Por otra parte, la única revelación es la que se
en una filosofía universal. Todo pensamiento teológico queda, pues,
recibe en la fe; una revelación divina no recibida como tal por
limitado a una perspectiva particular, determinada y restringida por
alguien no sería revelación; la palabra de la Biblia es mera palabra
un saber incompleto y una reflexión no totalizadora. De ahí el plu­
humana para quien no la recibe como testimonio de la Palabra de
ralismo irreductible de las teologías, que no pueden superponerse, Dios. Esta, pues, sólo se convierte en realidad viva en la fe que la
aun no contradiciéndose. acoge. Por eso es distinta de la letra de la Escritura o del dogma.
Terminemos aquí esta exposición de las varias transformaciones Ahora bien, como acoger la Palabra de Dios, en la fe, donde se
que vienen afectando, desde hace cuarenta años, a la concepción de convierte en presencia activa, implica cierta comprensión de esa Pa­
la dogmática. Si quisiéramos resumirlas en una fórmula breve, de­ labra, dicha recepción es ya un acto de interpretación. De modo que
masiado simplificadora, pero cómoda, podríamos expresarnos así: la revelación divina se convierte en realidad viva en un acto de
antaño, la preocupación dominante de la dogmática enseñada común­ hermenéutica. Lo que fundamenta la posibilidad y la necesidad de
mente consistía en recoger la doctrina de la Iglesia, en primer lugar una hermenéutica teológica es precisamente el hecho de que no hay
el dogma, y mostrar su acuerdo con la Escritura y la tradición; hoy, revelación recibida sin una interpretación.
la preocupación dominante de la dogmática, al menos en sus mejo­ En la Biblia misma, las diversas teologías allí contenidas y que
res representantes, consiste en comprender, a partir de nuestra situa­ dan testimonio de la Palabra de D ios son ya una interpretación de
ción histórica y de nuestra cultura actual, la Palabra que Dios nos esta Palabra en la fe. Los dogmas de la Iglesia reinterpretan con
dirige hoy a través de la Escritura y a través de su interpretación autoridad dicha interpretación. La dogmática, en su nivel, realiza la
por la tradición y el magisterio. En suma, la teología ha adquirido misma tarea. Pero debemos preguntarnos qué es lo que fundamenta
220 H. Bouillard Exégesis, hermenéutica y teología 221
la necesidad y la legitimidad de dicha interpretación. ¿Por qué no bra divina supone por nuestra parte una precomprensión, pero no
contentarse con la interpretación realizada por los propios escritores debe reducirse a ella ni deducirse de ella, cabría considerar los enun­
bíblicos? ¿Por qué buscar una nueva? Simplemente porque la com­ ciados de la fe no como proposiciones completamente elucidables
prensión efectuada por otro no puede dispensarnos de efectuar la en sí mismas, sino como palabras que dan sentido a nuestras comu­
nuestra. El espíritu no es un trozo de cera blanda que reciba pasiva­ nes experiencias de contingencia, de culpabilidad, de caducidad, y
mente las marcas de unas ideas completamente elaboradas. Sólo com­ que adquieren sentido para nosotros precisamente por ese camino.
prende lo que incorpora a su pensamiento y a su acción. La cons­ Dado que las experiencias mencionadas son experiencias-límite, es
tante reinterpretación de la Biblia a lo largo de las épocas, en decir, experiencias de algo no dominable, el sentido que en contacto
función de los universos de cultura que se van sucediendo, es lo con ellas adquieren las palabras de la Biblia y de la predicación
que constituye la tradición. Nuestra teología (llamada dogmática) sigue siendo un sentido no dominado, una revelación que perma­
constituye su continuación. Su irremplazable tarea consiste en dedu­ nece oculta en el misterio de Dios. La teología sólo es fiel a su
cir, por medio de una interpretación activa, el significado de la misión si su discurso hermenéutico nos conduce a la renuncia ante
Palabra de Dios, hoy, para nosotros. Este papel es tanto más nece­ el misterio.
sario y tanto más difícil cuanto mayor es la distancia cultural entrp)
nuestro universo mental y el de los hombres de la Biblia.
Y aquí irrumpe la cuestión crucial: ¿Cómo debe proceder la III. C arácter específico de la dogmática
hermenéutica teológica, si pretende permanecer fiel a su objeto, en EN RELACIÓN CON LA EXÉGESIS
el momento de traducir el lenguaje de la Biblia al de nuestra cultura
actual? La cuestión es tanto más grave, en la hora presente, cuanto Ahora podemos intentar indicar en qué consiste el carácter es­
que estamos invitados, no sin razón, pero no sin intemperancia, a pecífico de la dogmática en relación con la exégesis.
purificar el evangelio y la teología de las representaciones mitológi­ Por supuesto, dejo de lado la exégesis teológica practicada por
cas, de las creencias sobrenaturales, y de un ambiente demasiado los Padres de la Iglesia, los teólogos medievales, Lutero, Calvino y
sacro. Dos escollos nos amenazan: por un lado, el peligro de empo­ muchos otros. N o vamos a inquirir las relaciones que ellos estable­
brecer el mensaje evangélico, de reducirlo a lo que el hombre mo­ cían entre sus comentarios a la Escritura y sus tratados sistemáticos,
derno podría, en rigor, sacar de su propio fondo; por otro, el riesgo sus cuestiones disputadas o sus sumas teológicas. Lo que aquí nos
de no profundizar hasta la raíz. Es sabido que, según Barth, Bult- interesa es la exégesis y la dogmática de nuestro tiempo.
mann y Tillich, han sucumbido más o menos al primer riesgo; Y todavía hay que precisar lo que entendemos aquí por exége­
e inversamente, según Bultmann y Tillich, el pensamiento barthiano sis. ¿Se trata del método o de los métodos exegéticos: crítica textual,
tropieza en el segundo. Por lo demás, encontraríamos análogas que­ literaria e histórica? Hay que advertir que la exégesis puede ser
rellas en el seno de la teología católica, por ejemplo, la que enfrenta utilizada para fines no teológicos (o al menos no directamente teo­
a Balthasar y Rahner. lógicos): reconstitución de la historia del pueblo judío o de los
Si fuera cosa fácil establecer un método, sin duda ya estaría orígenes cristianos, estudio de la poesía hebrea, etc. Aquí, evidente­
hecho. En realidad, tanto por la parte católica como por la protes­ mente, la exégesis nos interesa en la medida en que sirve para de­
tante, se avanza entre oscilaciones y tanteos. N o existe una fórmula terminar de manera rigurosa la teología de los escritores bíblicos.
segura. ¿Existirá alguna vez? El riesgo de error sólo puede ser rela­ Señalemos de paso que el dogmático tiene que recurrir al mismo
tivamente conjurado por un íntimo conocimiento de la Escritura y método cuando quiere conocer exactamente el pensamiento de los
de la tradición, conocimiento vivido que proporciona un tacto espi­ Padres de la Iglesia, de los teólogos antiguos o la significación y el
ritual que sabe discernir la auténtico y lo esencial. Ese tacto, con­ alcance de los documentos del magisterio. El rigor de los exegetas
trolado por el de la comunidad eclesial, pone de manifiesto la acción es para él un modelo.
del Espíritu de Cristo en su Iglesia. Consideremos, pues, la teología bíblica en el sentido moderno
Si cabe la posibilidad de sugerir la indicación de un método de este término: como la disciplina que por medio de la exégesis
que pudiera guiarnos entre los dos escollos mencionados, ipodríamos científica reconstruye las diversas teologías contenidas o implicadas
quizá decir lo siguiente: dado que nuestra comprensión de la Pala­ en los escritos bíblicos. En sí misma, puede ser comprendida de dos
222 H. Bouillard Exégesis, hermenéutica y teología 223

modos diferentes: como una sencilla exposición histórica de la fe teólogo alemán J. Ratzinger. En un estudio sobre el concepto de
o de las convicciones religiosas de los escritores bíblicos, o bien tradición, distingue cuatro teologías:
como una obra teológica que esclarece para nuestra fe la Palabra de a) una teología veterotestamentaria del Antiguo Testamento, la
Dios tal como fue dirigida a los profetas y a los apóstoles, para ser que el historiador deduce del contenido del Antiguo Testamento y
transmitida por ellos a los judíos primero, y después a toda la hu­ que se despliega en el mismo en estratos superpuestos.
manidad. b) una teología neotestamentaria del Antiguo Testamento, que
En el primer caso, el carácter específico de la dogmática en reinterpreta el contenido de éste a la luz del advenimiento de Cristo.
relación con el trabajo del exegeta está claro. La dogmática utiliza c) una teología neotestamentaria del Nuevo Testamento, la que
este trabajo para comprender mejor los pensamientos de la Biblia. el historiador puede sacar del contenido del Nuevo Testamento, y
Pero la tarea propiamente teológica de interpretar la Escritura como que supone en sí misma un desarrollo.
Palabra de Dios dirigida a toda la Iglesia, y en particular a los d) una teología eclesial del Nuevo Testamento, la que deno­
creyentes de hoy, le corresponde por entero. minamos dogmática. Esta mantiene con la teología neotestamentaria
En el segundo caso, la teología bíblica asume ya una función del Nuevo Testamento la misma correspondencia que la teología
importante de la teología dogmática. Aun cuando descuide el estu­ neotestamentaria del Antiguo Testamento mantiene con la teología
dio directo de la tradición eclesiástica, al menos se preocupa de veterotestamentaria del Antiguo Testamento. El “ plus” que dife­
demostrar que sus interpretaciones no contradicen las afirmaciones rencia la dogmática de la teología bíblica lo denominamos tradición.
dogmáticas. Como sea, se propone expresamente, igual que la dog­ Hay que señalar que el proceso de la interpretación eclesial comien­
mática, reinterpretar el contenido de la Biblia para nuestro tiempo, za ya en el seno mismo del Nuevo Testamento. (Estas observaciones
volver a pensarlo en función de lo que la predicación debe procla­ están tomadas del opúsculo publicado por K . Rahner y J. Ratzinger,
mar hoy. Offenbarung und Ueberlieferung, Friburgo 1965, 42-44).
Pero quizá los dos conceptos de la teología bíblica difieren me­ Partiendo de estas distinciones podría elaborarse de manera más
nos de lo que podría parecer en un principio. Porque toda expo­ sutil el análisis de la relación entre dogmático y teología bíblica.
Es particularmente interesante señalar que el proceso de reinterpre­
sición que se pretenda simplemente histórica supone en su autor,
tación que caracteriza la dogmática comienza ya en el interior de la
incluso si éste no es creyente o prescinde de su fe personal, una
Biblia: en el Antiguo Testamento, y después en el Nuevo, con el
comprensión que simpatiza metódicamente con el pensamiento cre­
salto creador que supone el advenimiento de Cristo y con el naci­
yente de los escritores bíblicos. Inversamente, el exegeta que desea
miento de la Iglesia.
hacer teología procura realizarla exegéticamente, con cuidado de
permanecer próximo a los textos y exponer fielmente su contenido. Antes de terminar, me gustaría indicar brevemente cómo la
Y no trata todos los problemas teológicos que un creyente de hoy reflexión del dogmático puede muchas veces ayudar al exegeta que
puede plantearse con relación a ellos en su situación inédita. se dedica a presentar la teología bíblica de manera que ésta resulte
Esta observación nos permite hacer nuestra una apreciación feliz en consonancia con la doctrina de la Iglesia. Un ejemplo entre otros.
del padre Schillebeeckx: "El exegeta cristiano y el teólogo de la Los trabajos exegéticos de Tobac, Dupont, Cullmann han llevado a
Biblia estudian la Palabra de Dios tal como ha sido dada en su con­ plantear la siguiente cuestión: el título de Logos en los escritos
texto bíblico y entendida por el pueblo de Dios en el Antiguo joánicos, ¿es puramente funcional o, por el contrario, tiene un al­
Testamento y por la Iglesia primitiva... El dogmático ...se inclina cance trinitario? Desde el punto de vista de la reflexión teológica,
sobre la palabra de Dios, pero en la medida en que se dirige a to­ esta disyunción parece defectuosa. En efecto, sólo conocemos las pro­
dos los hombres de todos los tiempos y debe ser escuchada hic el cesiones divinas por las misiones. Por consiguiente, el Logos de la
nunc” (Révélation el Théologie, p. 154). En esta perspectiva, la Trinidad divina lo conocemos por la función del Logos en la histo­
dogmática desempeña un papel intermedio entre la exégesis y la ria de la salvación. Según la fórmula de Karl Rahner, la Trinidad
predicación eclesial. inmanente (en Dios) es la Trinidad económica, e inversamente. No
Quizá se podría considerar nuestro problema de manera más es, pues, en absoluto necesario descubrir en los escritos joánicos
matizada, haciéndonos eco del sugestivo análisis propuesto por el o en los demás escritos del Nuevo Testamento el esbozo expreso
224 H. Bouillard
BOSQUEJO D E CONCLUSION
de la doctrina trinitaria del Símbolo de Nicea. Aunque no veamos
directamente en él una Trinidad económica, cualquier movimiento
por
de reflexión nos permitirá comprender que ésta es idénticamente
Trinidad inmanente (en Dios). De esta manera, el pensamiento dog­ P aul R icoeur
mático puede liberar al exegeta.
Termino esta exposición sumaria e incompleta. N o sé si respon­
de bastante directamente a las cuestiones planteadas por ustedes.
Espero, cuando menos, haber dejado en claro ja estima que los dog­
máticos sienten por la labor de los exegetas, y lo que esperan de
ellos para ayudarlos a comprender la fuente primordial de su teolo­
gía; y el reconocimiento con que reciben la ayuda que ellos les pro­
porcionan.

Me gustaría reconsiderar en estas conclusiones la cuestión inicial


que nos sirvió de punto de partida: ¿podemos orientarnos entre un
fanatismo metodológico que nos impediría comprender todo lo que
no sea el método que practicamos y un débil eclecticismo que no
podría pasar de lograr unos compromisos sin gloria?
Empezaré por unas consideraciones de “dietética” intelectual que
propongo a los exegetas de oficio.

Primera regla

Ante todo es necesario que estimulemos nuestro apetito de re­


flexión metodológica y sepamos que no existe método inocente, que
todo método supone una teoría del sentido no adquirida, sino pro­
blemática en sí misma. De cualquier manera, hemos perdido ya la
inocencia metodológica; por supuesto, comprender un texto no con­
siste en buscar la intención del autor, aun cuando, al final del reco­
rrido, podamos todavía decirlo, pero de otra forma, menos psicolo-
gizante que antes. Tampoco hay la menor inocencia en la idea de
que comprender un texto consiste en remontarse hasta sus fuentes,
hasta su estado prerredacional, hasta su entorno; entre sus fuentes
y nosotros se yerguen numerosos intermediarios, algunos de los cua­
les pueden parecemos pantallas: ¿qué es el lenguaje?, ¿qué es la
lengua?, ¿qué es la palabra?, ¿qué es el texto?, ¿qué es la escritura?,
¿qué es el sentido? Todas estas palabras se han convertido en cues­
tiones problemáticas, y designan intermediarios entre el autor y el
lector, cada uno de los cuales es objeto de un nuevo debate. El
peligro estaría más bien en que las ciencias aplicadas a estos inter­
mediarios, ciencias semiológicas, ciencias del texto, ciencias de la
escritura, hayan logrado tal distanciamiento en relación con la exé-
15
226 P. Ricoeur Bosquejo de conclusión 227

gesis y su conciencia teórica que en cierto modo nos sintamos arras­ individual, sino acaso de todo un grupo; y es sin duda la única
trados en el vértigo de las ciencias puramente instrumentales. La conclusión que no resulta tranquilizadora, como he oído decir en
única respuesta consiste en completar nuestra información con un alguna parte, ni desalentadora, si no queremos convertirnos en es­
conocimiento suficiente de estos nuevos campos: semiología, diege- quizofrénicos.
siología, para hablar como Roland Barthes; en una palabra, tenemos Hay una ecclesia de la investigación.
que adquirir una nueva conciencia refleja de los presupuestos, de
los aprioris, y también de los impedimentos que caracterizan nuestro Pasando al punto de vista del hermeneuta, es decir, del que re­
oficio de exegetas. flexiona sobre el panorama de conflictos e intenta comprender el
estado actual del debate en sus límites, me atreveré a proponer algu­
nas observaciones acerca del entrecruzamiento de los métodos, tal
Segunda regla como lo veo al término de este congreso. Para ello, ampliaré algunas
de mis observaciones introductorias, principalmente respecto al pun­
N o debemos apresurarnos en realizar síntesis. El exegeta de ofi­ to de la mutua rectificación del método estructural y el método
cio dispondrá siempre de un método privilegiado. Hay que dejar histórico-crítico. Yo no creo que puedan ser mezclados; pero el he­
para una reflexión de segundo grado la tarea extremadamente pre­ cho de ponerlos en relación puede alterar algo la práctica de cada
caria de establecer en un momento dado el mapa de los conflictos, uno de ellos.
de esbozar los enlaces, las divisiones. Pero el exegeta en cuanto tal Empecemos por el método estructural, puesto que es el más re­
debe renunciar a la síntesis a cualquier precio, saber que un método ciente y, para el ambiente de los exegetas, el más “inquietante”. Me
está siempre ligado a una teoría, que toda teoría tiene su axiomáti­ gustaría insistir en la necesidad de diferenciar claramente el análisis
ca (Roland Barthes evocaba el principio de pertinencia, el principio estructural del estructuralismo; el análisis estructural como ciencia
de los inventarios cerrados, el principio de las correlaciones, etc.), de las estructuras, y el estructuarlismo como ideología del texto en
que cada axiomática implica disposiciones operatorias (distribución, sí mismo.
inventario, correlación). N o es, pues, posible vivir y trabajar según Los beneficios que el exegeta puede obtener de una práctica
varias teorías a la vez; hay que tomar partido. Si se practica un constante del método estructural me parecen evidentes. El método
método, sólo podrá tenerse en cuenta y decirse lo que cae dentro implica en primer lugar una objetivación, un distanciamiento del
de su campo, lo que esa criba metodológica deja pasar... texto, que constituye la estrategia previa al análisis; a partir de este
acto inicial de distanciamiento, el texto ya es sólo texto; autor, me­
dio redaccional y destinatario quedan entre paréntesis; lo único que
Tercera regla para nosotros existe es la redacción actual, separada de su historia
redaccional. El texto resulta simplificado en el sentido de que todo
Si bien no depende del exegeta individual practicar todos los en él es igualmente contemporáneo, sincrónico.
métodos a la vez, sí en cambio le corresponde ejercer una vigilancia Segunda ventaja del método: la cuestión de la singularidad de
especial sobre las fronteras de su propio método para descubrir sus los textos se plantea en términos más decisivos; efectivamente, la
puntos de alternancia y de entrecruzamiento. En cierto modo, habría situación de un texto singular viene determinada por el punto don­
que tener conciencia de los puntos débiles de nuestros puntos fuer­ de se interfieren los múltiples círculos a los que pertenece: su gé­
tes; pues los puntos débiles de uno son los puntos fuertes del otro; nero, los códigos que utiliza, etc. En un primer tiempo, la singula­
y es mediante las consideraciones limítrofes y el respeto al trabajo ridad del texto se disipa: un determinado relato, considerado según
como cada uno puede entrar en comunicación con el trabajo del la ley general de los relatos, aparece solamente como un caso, sub­
otro; y el sentimiento de la fragilidad de los límites forma sin duda sumido bajo las leyes estructurales del género. Pero el segundo tiem­
alguna parte de la conciencia de finitud. po es el más importante: en efecto, no basta someter el texto a las
Y o diría, para terminar estas recomendaciones, que hay que es­ leyes estructurales que rigen todos los textos de la misma serie (por
perar de la colaboración entre investigadores lo que uno solo no ejemplo, el relato), sino que hay que alcanzar precisamente el punto
puede asumir. El entrecruzamiento de los métodos no es problema de interferencia donde el texto subsiste por su sola singularidad. La
P. Ricoeur Bosquejo de conclusión 229
228

exégesis, por supuesto, está principalmente interesada en este movi­ ción de los elementos y la significación en cuanto captación de la
miento de vuelta al texto, pues es concretamente éste, tal relato frase intencional considerada como un todo. En la base de la abs­
concreto, el que constituye su objeto, y no un ejemplo cualquiera tracción estructurali sta yace, pues, siempre un modelo lingüístico
de todos los relatos posibles e imaginables. Pero la lectura de un truncado.
texto singular resulta profundamente transformada cuando, en el El exegeta no deberá, pues, dejarse fascinar por los modelos es­
camino de vuelta, nos encontramos con nuestro texto en el punto tructurales; deberá prestar igual atención a los análisis del discurso
de conjunción de múltiples códigos. Un método estructural que sólo que proceden del reconocimiento de los caracteres específicos de la
realizase el camino de ida y se limitase a descubrir los códigos sub­ instancia del discurso. A este respecto, lo que los ingleses han deno­
yacentes en un texto resultaría en última instancia bastante decep­ minado speech-act, cuyo análisis empieza con Wittgenstein y prosi­
gue en Austin, Strawson y Searle, debería retener la atención del
cionante; el nuevo método de Roland Barthes, que prefiere sumirse
en un solo relato 'para establecer los códigos que operan en él, es exegeta con el mismo derecho que los análisis efectuados siguiendo
sin duda más instructivo para el exegeta que la búsqueda de las el modelo de la fonología y de la semántica estructural. El exegeta
leyes generales del relato, que deja escapar la singularidad de los debería estar tanto más atento a esta otra vertiente de la problemá­
textos. Un texto determinado es el punto en donde se interfieren tica del lenguaje cuanto que la escritura y la palabra son dos efec­
unos códigos cada vez más articulados. tuaciones del discurso, es decir, de esa otra clase de unidad que no
se deja clasificar entre las unidades de lengua. La relación entre
Pero cuanto mayor sea nuestra esperanza respecto a un análisis habla y escritura escapará siempre a la comprensión del exegeta si
estructural meticuloso, tanto más despierta deberá estar nuestra des­ éste no elabora previamente una teoría firme del discurso, distinta
confianza respecto a una ideología que pretende capitalizar en su de la teoría del signo. Quien haya comprendido esto, conoce la cica­
provecho los beneficios del método. Y llamo ideología a toda hipó­ triz que el método estructural lleva en su flanco: se trata del punto
tesis del texto que procede del olvido de sus propios presupuestos; de ruptura del cordón umbilical que une la teoría de las unidades
objetivación y distanciamiento son abstracciones necesarias, pero son de lengua a la de las unidades de discurso, únicos portadores de la
abstracciones, es decir, cortes practicados en lo vivo de la producción significación. El lingüista de oficio no se sorprenderá de esta abs­
del texto, de la emisión del texto, como segmento de comunicación. tracción, pues precisamente es la que da fundamento a la lingüística
Para desenmascarar la ideología, hay que remontarse al modelo de la lengua. Pero el filósofo del lenguaje corre el riesgo de verse
lingüístico que ha servido de prototipo. Este modelo es el de las engañado por este modelo truncado e intentará, pero en vano, rela­
disposiciones sincrónicas discernidas por la fonología y la semántica cionar la problemática de la escritura directamente con la de la len­
estructural, es decir, a nivel de las unidades de lengua menores que gua, olvidando que escritura y habla son sólo dos realizaciones dis­
la frase. Roland Barthes nos lo recordaba: la lingüística se detiene tintas del discurso. Cualquier teoría de la escritura que se redujese
en la frase, la retórica empieza más allá de ella. Ahora bien, ¿qué a una simple acotación de una teoría de la lengua, dejaría comple­
sucede con los aspectos del lenguaje ligados a esta nueva clase de tamente al margen el problema central del lenguaje: la concreción
unidad que es la 'frase? Benveniste insiste en ello: si la unidad m í­ de la lengua en el discurso, ya sea oral o escrito.
nima de lengua es el signo, la frase es la unidad mínima de discurso. Por el contrario, quien no deje de estar explícitamente conscien­
En tal caso, el modelo estructural sólo abarca la mitad de las reali­ te de la abstracción sobre la que se basa el método estructural, se
dades lingüísticas, las establecidas sobre unidades de lengua. Hace encontrará en disposición de usarlo correctamente; y sabrá lo que
falta otro modelo para dar cuenta de la segunda clase de unidad, la puede esperar de él, puesto que sabe lo que no puede esperar. Aho­
unidad de discurso, la frase. Desde la lógica de los antiguos sabe­ ra bien, ¿qué puede esperar? Esencialmente, lo siguiente: permitirnos
mos que el problema del predicado plantea un problema distinto pasar de una primera lectura del texto, de lo que yo denominaría
de los que proceden de la segmentación, del inventario y de la co­ una semántica de superficie, a su significación profunda. Por mi
rrelación de las unidades de lengua en un modelo taxinómico. Una parte, diré que comprender un texto es producir una o dos frases
frase es una instancia de discurso y, como tal, un hecho, portador inéditas en provecho de un mejor entendimiento de la gramática
de la significación y de la referencia. Hablar es decir algo sobre del texto; y entiendo por gramática del texto el conjunto de las
algo. Por tanto, es posible distinguir el sentido en cuanto combina­ estructuras sobre cuya base se constituye el discurso. Cuando, ai cabo
230 P. Ricoeur Bosquejo de conclusión 231

de un análisis estructural, formo un discurso como: “no sigáis los es una reflexión sobre los códigos que rigen el texto, sino una for­
tabús alimenticios que dificultarían el acceso de los paganos a la ma de regresar, mediante los textos, a los testimonios que constitu­
Iglesia” , forma una frase que no es una frase del texto, sino una yen el origen de los textos. La relación acontecimiento-testimonio
frase por la cual recuperamos el sentido del texto después de haber es el referente del texto. A su vez, el testimonio es la marca de una
hecho la travesía del análisis estructural del mismo. De modo que tradición que constituye su dimensión diacrònica. El testimonio está,
podría decir que siempre se procede desde una lectura de frases, a pues, por una parte, anclado en el acontecimiento, y, por otra, en la
través de un análisis estructural, a una producción de frases, a una estructura histórica del testimonio. Finalmente, el acto hermenéutico,
promoción de frases, que es un intento de decir la significación. la interpretación, se inscribe en una tradición de la interpretación.
Conocer la gramática del texto es decir mejor el texto: la lectura no Así es como la hermenéutica da la réplica a la distancia cultural,
consiste simplemente en extraer sus estructuras, sino en hablar en creando ella misma una continuidad. Nuestro postulado más im­
voz baja. Y este hablarnos silenciosamente a nosotros mismos sigue portante es que pertenecemos, como lectores, a la misma línea de
siendo hablar. Ningún método puede abolir la diferencia de las dos tradición que el texto mismo. N o estamos, pues, en una relación
unidades de lenguaje: los signos distribuidos en estructuras y las de sujeto a objeto, sino de ser histórico a ser histórico. El texto ha
frases encadenadas en discursos. Conocer mejor las estructuras es sido escrito y es leído en el interior de una misma tradición. El
prepararse para decir mejor las frases. contexto histórico del texto y del lector constituye la condición mis­
ma de la objetivación y del distanciamiento promovidos por todo
Y ahora me gustaría decir unas palabras sobre la rectificación método analítico y crítico. Pero con anterioridad al distanciamiento
que el método histórico-crítico tendrá que admitir. Lo digo clara­ se da esta copertenencia entre texto e intérprete, gracias a lo cual
mente: no creo que ese método nunca sea sustituido, pero sí recti­ la interpretación sigue siendo el acto de una comunidad que se
ficado, merced a su contacto externo con el estructuralismo; y añado: interpreta a sí misma al interpretar los textos básicos de su existen­
rectificado en función de él mismo, sin adiciones extrínsecas. cia. E insiste una vez más en el carácter comunitario de la inter­
¿Por qué no puede ser sustituido? Esencialmente, porque los pretación; toda comunidad interpretante se encuentra siempre inter­
textos que leemos no son en última instancia textos sobre textos, pretada en el texto que lee; el verdadero círculo hermenéutico se
sino sobre testimonios que a su vez se refieren a acontecimientos. constituye a la medida de una comunidad, a la vez interpretante
Esa es la finalidad del texto. Y , así, resulta que el testimonio mismo e interpretada.
es un fragmento de tradición, y el acto hermenéutico que se le aplica Tales son las razones por las cuales la exégesis bíblica continuará
está inscrito en una tradición de interpretación que pretende ser siendo fundamentalmente histórico-crítica, cualquiera que sea la do­
homogénea con la tradición constitutiva del testimonio. sis de estructuralismo que sea capaz de asumir.
Por consiguiente, la hermenéutica, antes de ser simple respuesta Si bien el método histórico-crítico es irreemplazable, puede y debe
a la distancia histórica, es una función de la misma continuidad ser rectificado. A mi entender, tiene que perder tres ilusiones. La
histórica, de la misión y transmisión que están en el origen del ilusión de la fuente, la ilusión del autor, la ilusión del destinatario.
texto. Nuestro postulado es que pertenecemos a la misma tradición Ilusión de la fuente. N o es la fuente lo que permite comprender
que el texto: la interpretación y la tradición son el revés y el dere­ el texto, sino que el texto elige y articula sus fuentes. Porque si un
cho de la misma historicidad. La interpretación se aplica a una texto fuera comprensible por sus fuentes, ¿cómo se comprendería
tradición y ella misma forma tradición. El texto es la continuación la fuente a no ser por sí misma? Debemos a la crítica estructura-
de una tradición, y la interpretación es la continuación del texto. lista la pérdida de esta ingenuidad y la adquisición de un nuevo
Así se constituye una cadena: tradición-texto-interpretación, cadena concepto crítico de la “fuente” : el origen de un texto es en sí mismo
que puede ser leída en todos los sentidos: texto-interpretación-tradi­ una función del texto, de ese texto; la comprensión se verifica, pues,
ción, o también: interpretación-texto-tradición. Eso significa que la siempre en la ida y vuelta del texto a sus fuentes y de sus fuentes
interpretación es el acto de la comunidad interpretante, el segmento al texto; en este doble trayecto, la dimensión diacrònica es una di­
reflexivo de dicha comunidad, en cuanto que ella misma es comu­ mensión del texto.
nidad de tradición. Podríamos resumir el motivo fundamental del Ilusión del autor. La intención del autor no mora en su vivencia,
método histórico-crítico en los términos siguientes: la exégesis no en su experiencia, ni en la experiencia de la comunidad, definitiva­
Bosquejo de conclusión 233
232 P. Ricoeur
dos en una labor de interpretación. Por eso el estructuralismo, en
mente inasequible al estar ya estructurada en su discurso. El autor
cuanto ideología, muestra una secreta afinidad con cierto esteticismo
es precisamente el que denuncia o anuncia el texto, por retrorrefe-
rencia al que lo ha escrito; el autor es el autor del texto. También de los textos muertos. Constituye la gran necrología de los textos
escritos que ya no son dichos, y cuya labor hermenéutica se encuen­
él es en cierta manera función del texto; ello no significa que haya
tra interrumpida por un determinado accidente político o cultural.
que renunciar a encontrar la intención de un autor; por mi parte,
Es quizá lo que ha sucedido con el universo mitológico del “ tote­
yo no podría concebir un texto sin autor, un texto que no hubiera
sido escrito por alguien; pero lo que interesa descubrir es que la mismo". Pero es muy posible pensar que los que vivían en ese
universo de sentidos percibían de una manera u otra la labor del
noción de autor no es una noción psicológica, sino precisamente
texto y la prolongación también como hermenéutica. También para
una magnitud hermenéutica, una función del texto mismo. El autor
ellos la labor hermenéutica era una labor regulada por la labor cons­
es “autor d e ...” y, en este sentido, sólo resulta accesible en su
titutiva del texto.
“ firma” .
N o me gustaría pasar por alto, antes de concluir, una pregunta
Ilusión del destinatario. Quizá sea aquí donde haya que desechar
que está sin duda alguna en todos los espíritus: ¿puede hablarse
el psicologismo con más insistencia. El sentido no es lo que puede
todavía de la verdad de un texto? Sólo podré esbozar el sentido de
comprender un presunto destinatario original; pero tampoco es lo
una solución; me limitaré a decir que hay que salir de la mortal
que el lector actual, moderno, proyecta retrospectivamente sobre el
alternativa según la cual nos veríamos obligados a decir que la
texto. Cualquier psicologismo o sociologismo del “lector” deben ser
tan vehementemente combatidos como el psicologismo o el sociolo­ verdad es una e inmutable, pero las interpretaciones múltiples y va­
riables. Si dicha alternativa tuviera consistencia y validez, el hiato
gismo del “autor” . A esta crítica contribuye nuestra propia elabora­
entre nuestra idea de la verdad y nuestra práctica de la interpreta­
ción del concepto de interpretación como el acto propio del texto,
que el acto suscita con respecto a su propia tradición. Es así como ción resultaría insoportable. Estoy dispuesto a creer que no estamos
Werner Schmidt comprende la “ tradición” dentro de Gn 1. La in­ capacitados para superar por completo esa antinomia, al menos en
terpretación es una operación del texto antes que una operación del la fase actual de nuestra cultura, y que tenemos que soportar con
lector, del que describe. A mi entender, ésa es precisamente la sig­ paciencia cierto desgarramiento; pero por lo menos podemos recti­
nificación del texto: la “labor” del sentido en la dialéctica tradición- ficar desde ahora un tanto los dos términos de la antinomia y cono­
interpretación, cuyo resultado es el texto actual. Sin duda se aprecia­ cer las condiciones en que podría ser superada ulteriormente.
rá en esto hasta qué punto la idea de interpretación como operación En primer lugar, hay que corregir nuestro modelo de la verdad,
en proceso, en elaboración, en génesis,' es homogénea de una lin­ pues quizá en él reside el principal obstáculo, y no, como podríamos
güística de la frase; la frase es ya labor del habla. Llamo labor del pensar, en nuestra práctica de la interpretación. Tenemos que ad­
habla a la operación de producir frases inéditas en número virtual­ quirir una conciencia “ teológica” de que la verdad de fe es un
mente infinito, sobre la base de inventarios cerrados, fonemas, lexe- camino practicable y un camino de caridad — y, por consiguiente,
mas, acaso mitemas en el sentido de Claude Lévy-Strauss, y en todo posibilidad también de un itinerario en común— . La verdad es la
caso códigos y paradigmas. La labor del texto corre por el mismo de nuestro acontecer, la de nuestro despliegue, y en este sentido se
carril que la labor de la frase. Y la interpretación es a su vez la trata de una verdad que acontece. Ahora bien, resulta que carece­
labor de la hermenéutica, prolongación de la labor del texto sobre mos de este sentido de la verdad, en la medida en que la identifica­
sí mismo, sobre sus fuentes, sobre sus etapas redaccionales anterio­ mos con unos modelos matemáticos y lógicos o con unos procedi­
res. Y en este sentido, la interpretación es un re-decir la reactiva­ mientos de verificación y de falsificación experimentales. Olvidamos
ción de la labor del decir. que dichos modelos valen para unos universos de discurso delimita­
Esta labor del decir, reanudado en la labor del redecir, no se dos por necesidades científicas o tecnológicas, y olvidamos que di­
mantiene con respecto al texto en la misma relación que el análisis chos universos de discurso son necesariamente limitados y correlativos
estructural: éste promueve un distanciamiento del texto. El análisis a otros universos de discurso en los que se trata de nuestro ser en
se ipone respecto a él en posición de observador científico, no im­ el mundo, de la promoción de nuestra existencia, de la posibilidad
plicado en el objeto. Este distanciamiento obtiene mejor resultado de desplegar una experiencia humana en relación con situaciones-
en la medida en que se aplica a textos que han dejado de ser coma- límite. Poder vivir en una situación límite es, en términos muy
234 P. Ricoeur

genérales, la condición de posibilidad del universo del discurso, del FINAL


decir teológico. Si esto es así, la verdad es un camino, un acontecer;
y tiene que ver y que hacer con la posibilidad de continuar exis­
tiendo, de perseverar en la existencia, de ser engendrado y perpe­
Comidero inútil añadir cualquier palabra a esta conclusión, que nos
tuado en la existencia; es la posibilidad de un itinerario. Si tal es hace volver a nuestras ocupaciones exegéticas habituales. Sin embargo, me
lo que entendemos por verdad, ésta no debería ser incompatible con parece oportuno pedir a uno de los representantes del auditorio que nos confíe
un proceso de interpretación. su reacción ante nuestras investigaciones. El que va a hablar ha enseñado
Pero también el otro polo del aparente dilema exige rectifica­ también Sagrada Escritura, pero hoy se dedica a tareas pastorales, especial­
mente en el mundo obrero.
ción: si bien la interpretación no puede ser única, tampoco es múl­
tiple en un sentido cualquiera y arbitrario. Precisamente en ello R oger VARRO: Si me atrevo a tomar la palabra después de todo lo
reside la ventaja, para la idea de verdad, del paso por la objetiva­ que acabamos de oír, es como "representante de los representantes", conten­
ción y por el distanciamiento que requiere el análisis estructural; to de comprobar que de esta manera, después de sabias incursiones en la pro­
blemática de los métodos, el congreso quiere, mediante una auténtica inclu­
este distanciamiento del texto lo pone al abrigo de las fantasías sión, volver a su punto de partida: el oyente, la comunidad. Ahora bien,
subjetivistas. El análisis estructural prohíbe manipular arbitraria­ al cabo de nuestra reunión, en el momento en que vamos a volver al círculo
mente un texto; su disposición constituye el lugar preciso en que de nuestras relaciones habituales, nos llega el eco de unas cuantas cuestiones.
se interfieren las posibles interpretaciones. Este lugar no es infinito, Proceden de nuestras diócesis, de nuestras comunidades, de aquellos con
quienes compartimos nuestra tarea apostólica. Dichas cuestiones pueden agru­
sino que tiene unos contornos; yo lo compararía con una zona de parse todas en torno a la palabra que esta mañana nos recordaba Monseñor
dispersión para un número a la vez variado y finito, de posibles Pézeril: "comunicar” . Lo explicaremos.
interpretaciones. Y si además la interpretación es en sí misma un Para que nuestras comunidades de Iglesia puedan responder a su respon­
proceso del texto, que constituye el querer-decir del texto, nuestra sabilidad de “comunidad interpretante", no esperan de nosotros una simple
comunicación de los resultados. Recuerdo lo que se dijo aquí el primer día:
interpretación está en cierta forma condicionada por la del texto. "N o queremos que nos digáis el sentido, en la medida en que esto equival­
Por eso la interpretación no es una ni múltiple. N o es una, porque dría a encerrarlo; deseamos que lo abráis. Se trata de que autentifiquéis la
existen siempre varias posibilidades de leer el mismo texto; pero expresión de la fe que surge de nuestra vida. Hay que decirnos, con ayuda
tampoco es múltiple, en el sentido de un infinito innumerable. Final­ del Libro, si caminamos o no en el sentido de la palabra de Dios. N o tene­
mos que contribuir de ninguna forma a una “civilización de consumo de
mente — y quizá sobre todo— , el campo de las posibles interpreta­ la exégesis".
ciones está además limitado por el carácter comunitario de la inter­ Pero es necesario para ello ponernos en determinada disposición de es­
pretación. Nunca insistiré bastante sobre el hecho de que toda labor píritu. Esperamos encontrarnos tan “abiertos” como los textos que intenta­
individual de exégesis se destaca siempre sobre el horizonte de una mos presentar. Este congreso, al hacernos partícipes de ciertas inquietudes, al
ponernos en conocimiento de determinadas cuestiones, ¿nos habrá dispuesto
comunidad de interpretación. a ese estado de ánimo? Se nos han hecho unos cuantos elogios: se aprecia
D e esta manera se esboza un camino difícil entre los dos abis­ el gran espíritu de seriedad que tenemos, nuestro sentido crítico... ¿Se trata
mos de la verdad una y de las interpretaciones múltiples. Este ca­ de elogio o de súplica? Que cada cual juzgue.
mino es el señalado por el mismo texto, entre la intención del texto Finalmente, escuchemos de nuevo la llamada de Monseñor Pézeril. Nos
recordó el deseo del episcopado de caminar con nosotros y su preocupación
y la lectura que de él hacemos hoy nosotros. de verse puesto bruscamente en presencia de simples resultados. Este deseo
es compartido por gran número de miembros del pueblo cristiano. Asimismo,
al cabo de nuestras tareas, se plantea una cuestión en el cuerpo que forma­
mos. Acabamos de dar un paso en común. ¿Podemos darlo con otros? ¿Es­
tamos solos en este camino? ¿Cómo caminaremos en cuanto Iglesia? ¿Cómo
hemos no sólo de compartir nuestro bien con otros, sino también recibir
algo de ellos?
La pregunta de los representantes va dirigida a todos.
DOCUMENTOS

REFLEXIO N SO BRE EL LEN GU AJE.


HACIA UNA TEOLOGIA D E LA PALABRA

por
P aul R icoeur

Hay varias razones que obligan al teólogo cristiano, clérigo o


laico, a tener en cuenta lo que actualmente ocurre en el campo de
los estudios lingüísticos. Yo querría referirme a su enseñanza y sus
exigencias bajo el punto de vista de una teología de la palabra.
¿Qué podemos entender aquí por una teología de la palabra? En
primer lugar, esta teología se nos presenta en estado disperso, bajo
las múltiples formas que toma la palabra en el campo de la teología.
1. Todas las afirmaciones de los teólogos se apoyan en la con­
vicción de que D ios va al encuentro del hombre en forma de pala­
bra; hablamos de “palabra de D ios”.
2. El cristianismo es, a título primordial, la comprensión de
esta palabra en cuanto “ se hace carne” .
3. El testimonio de la primera comunidad cristiana constituye
una forma de la palabra, la palabra de la predicación, como lugar
en que el acontecimiento Cristo es reconocido como palabra.
4. La predicación actual es a su vez la actualización de aquella
palabra primera, primaria, en una nueva palabra inteligible para
nuestro tiempo.
5. El trabajo de los exegetas y los teólogos es a su vez una
especie de discurso sobre estos cuatro discursos sucesivos, con la
finalidad última de reconquistar y reafirmar la significación de la
palabra original que pone en movimiento esta serie de palabras. Así
pues, la labor del teólogo aparece en cuanto tal como un discurso
último referente a la conexión interna e íntima entre la palabra de
Dios, Dios como palabra en Cristo, la palabra de la predicación
primitiva y su actualización en la predicación moderna. En este sen­
tido, toda teología es una teología de la palabra. Pero la teología
merecerá más específicamente este título cuando se esfuerza por
conjuntar, en forma de proceso unitario, lo que en la anterior enu­
meración se presenta en estado disperso.
258 P. Ricoeur Hacia u:ia teología de la palabra 239

A sí que podremos hablar de una teología de la palabra, a título sofo, el psicoanalista, etc. Me gustaría resumir esta introducción de
unitario, cuando la teología se esfuerza en comprender juntamente la manera siguiente: el objeto de la teología es la palabra hecha
su origen, su emergencia histórica, el momento del testimonio y su carne; pero, como la carne es el hombre, y el hombre es lenguaje,
actualización presente en la predicación y la labor teológica. Al mis­ hacerse carne es, para la palabra, hacerse lenguaje en el sentido
mo tiempo, el problema de la interpretación es conducido a una humano y secular del término. El hecho de que el Logos se haga
posición central; la hermenéutica se convierte en algo más que la discurso, pase al rango de nuestras palabras, constituye el Geschehen,
metodología de la exégesis, o sea, discurso de segundo orden apli­ el cual crea el encuentro de la teología de la palabra y los estudios
cado a las reglas de lectura del texto; concierne a la constitución lingüísticos.
del objeto teológico como “proceso de la palabra” , utilizando la Con el fin de ofrecer una visión concreta de lo que hay que
expresión familiar a algunos teólogos alemanes ( Wortgeschehen, hacer en este campo de investigación, tomaré como referencia el
“acontecer de la palabra”, o “proceso de la palabra” ). problema de la palabra en la teoría lingüística. En francés, la unidad
Al poner así la noción de 'palabra y el problema de la interpre­ del problema resulta quizá menos clara que en alemán, en inglés
tación en una posición central, el teólogo se coloca él mismo en una o en español, donde el mismo término Wort, word, palabra, designa
situación de inevitable confrontación con toda clase de estudios lin­ la palabra como palabra (parole) de Dios y las palabras (mots) del
güísticos. Por tales entiendo las disciplinas que tienen algo que ver lenguaje humano.
con el lenguaje: en primer lugar, la lingüística, en el sentido estricto N o hablaré en absoluto de lo que los científicos ingleses y ame­
de ciencia de las lenguas llamadas naturales por oposición a las len­ ricanos denominan “análisis lingüístico” — éste sería otro tema— ,
guas artificiales; después, la generalización de los modelos lingüísti­ sino de la ciencia lingüística, que por lo demás ha sido tal vez
cos en una ciencia de los signos, o semiología, y luego las aplicacio­ demasiado olvidada en los medios del “linguistic analysis” . Eligiendo
nes de la semiología en antropología, en la medida en que las este campo de confrontación pienso que me sitúo al mismo tiempo
estructuras sociales se apoyan en intercambios de signos y tienen una en un nivel que se presta perfectamente a una discusión con el
estructura simbólica; y por último, la lógica, en cuanto estudio de método de la teología bíblica, que en gran parte es una interpreta­
las lenguas artificiales. Así, pues, todas estas disciplinas que tienen ción de palabras clave; 'por lo demás, al final volveré sobre el pro­
que ver con el lenguaje plantean al teólogo una cuestión: ¿cómo blema de las palabras clave, tales como alianza, carne, pecado, gracia,
expresar el "proceso de la palabra” en el campo de estas disciplinas etcétera, y ante todo sobre la palabra clave en torno a la que gira
lingüísticas? Por lo mismo, la tarea de una teología de la palabra de alguna manera toda la hermenéutica bíblica, la palabra misma
es doble: sistemática y crítica; tarea sistemática de unificar todos de Dios, que requiere a cada momento una reorientación completa
los campos de la teología bajo el concepto de “proceso de la pala­ de las demás palabras clave. Así, pues, mi investigación está situada
bra” (que sería, si se quiere, la constitución interna de su objeto); en el punto de interferencia de la hermenéutica de la palabra y de la
pero también tarea crítica (y es ésta la que voy a considerar aquí), semántica de las palabras o de la palabra.
consistente en la confrontación de esta hermenéutica del “ proceso He aquí la forma en que he concebido la progresión de este
de palabra” con las distintas disciplinas que tienen algo que ver trabajo: me gustaría demostrar que el problema de la palabra, en
con el lenguaje. Una moderna teología de la palabra tiene, pues, la cuanto “habla” o más exactamente de las palabras, puede ser con­
obligación de elaborar al mismo tiempo, en un solo movimiento y siderado a diferentes niveles, y esto constituye el trabajo crítico más
en un solo impulso, la tarea sistemática u orgánica y la tarea crítica delicado de nuestro cometido. En efecto, en el lenguaje hay niveles
o analítica. Hoy no puede cumplir la primera sin cumplir también de significación, y si no dominamos este aspecto, si no asimila­
la segunda, porque la actualización de la palabra, que es su principal mos la articulación, la jerarquía y la unidad de las estructuras y las
preocupación, implica que la palabra en cuanto “habla” sea elevada funciones en el lenguaje, estamos condenados a controversias inútiles,
al rango de las palabras, que se haga palabra. A sí entra en el ámbito estériles y fanáticas; nos veremos en la necesidad de oponer una
de consideración y de preocupación de todas las disciplinas seculares versión puramente estructural (para la que, como intentaré mostrar
que he citado. Es, pues, el proceso mismo de la 'palabra lo que con­ en seguida, los signos son sólo unidades puramente opositivas en
dena al teólogo a enzarzarse, por decirlo así, en toda clase de pro­ un sistema) a una ontología del lenguaje, de tipo heideggeriano,
blemas planteados por el lingüista, el semiólogo, el lógico, el filó­ por ejemplo (para la que la palabra del poeta o del pensador revela
Hacia una teología de la palabra 241
240 P. Ricoeur
“performancia” psicofisiològica del lenguaje, pero también las com­
el ser); entre estas dos posiciones extremas parece inevitable una binaciones libremente constituidas a partir de un inventario limitado
elección, tanto más cuanto que no disponemos de un instrumento de signos; el habla es la capacidad de producir combinaciones ilimi­
crítico para ordenar los niveles de unidades, de estructuras y de tadas de frases sobre la base de un inventario finito de signos ele­
funciones y, por consiguiente, para dominar esta jerarquía interna mentales. En el apartado lengua se coloca la “competencia", que
del lenguaje. Propongo considerar tres niveles en los que el pro­ se apoya en una institución social, digamos en las reglas del juego.
blema de la palabra, en el sentido técnico de las unidades de signi­
F. de Saussure recurre a la comparación del juego de ajedrez: la
ficación, pero también en el sentido más fundamental, más existen-
lengua es el estado del juego en un momento dado de la partida,
cial de la palabra significante, tomará cada vez un sentido diferente.
y el habla es el movimiento por el que introducimos una configura­
En primer lugar, me situaré en el punto de vista de una lingüística
ción nueva.
estructural; en segundo, en el de una fenomenología de la palabra
Esta dicotomía nos interesa mucho, en la medida en que la teolo­
y, por último, en el de una ontología del discurso; me gustaría mos­
gía parece alinearse en el campo del habla, mientras que la lin­
trar de qué manera es posible eslabonar los tres puntos de vista:
güística ha elegido el ámbito de la lengua. En virtud de esta primera
la lingüística estructural, donde abordamos el lenguaje por la cons­
dicotomía, el sistema de signos se encuentra independizado de los
titución de su forma; la fenomenología de la palabra, donde abor­
sujetos hablantes, y constituye un fenómeno autónomo y de alguna
daremos el lenguaje por su intención de decir algo; y, por último, la
manera neutro, anónimo.
ontología del discurso, en la que abordamos el lenguaje en sí mismo
como un modo del ser, en el manejo de estos tres puntos de vista, Segunda decisión metodológica: dejando la vertiente del habla,
de estos tres frentes, consistirá nuestro problema metodológico. Me y considerando sólo la de la lengua, se distinguen dos puntos de
situaré sucesivamente en los tres niveles e intentaré mostrar cada vista: el punto de vista sincrónico corresponde al modo cómo el
vez lo que ello significa para el teólogo.I lenguaje está organizado en cierto momento, digamos en un sentido
de sistema; en el segundo punto de vista, llamado diacrònico, se
consideran los cambios, las transformaciones; ahora bien, toda la lin­
güística del siglo x i x había sido esencialmente una lingüística his­
I
tórica, interesada por las derivaciones genéticas, según el modelo del
evolucionismo triunfante en las ciencias biológicas; al árbol genealó­
En el primer nivel, el del análisis estructural, consideramos úni­
gico de la vida y de las especies correspondía el de las lenguas. La
camente la lingüística como ciencia. Esta ciencia ha hecho conside­
lingüística estructural, que es hoy la predominante, subordina, por
rables progresos que se deben en primer lugar a la afluencia de
el contrario, cualquier consideración histórica a la consideración del
nuevos hechos suministrados por el estudio de las lenguas no clá­
estado de un sistema; se trata, pues, de un cambio en la inteligibili­
sicas; mientras la lingüística del siglo x ix se había elaborado fun­
dad misma, puesto que lo que se comprende como fundamental es
damentalmente en torno al árbol genealógico indoeuropeo, con sus
el estado del sistema y no el cambio; la comprensión histórica será
dos grandes subdivisiones, germánica y romanística, la consideración
posterior, en el sentido de que son necesarios dos estados sucesivos
de la amplitud de las lenguas humanas, incluidas las no escritas,
del sistema para comprender el paso de uno a otro.
como las indoamerieanas, suscitó una situación completamente nueva
en la metodología. Pero más importante aún que esta afluencia de Tercera elección metodológica: en un estado del sistema, no
hechos nuevos es la constitución de un nuevo modelo teórico; y debemos ocuparnos de los términos en cuanto tales, ya sea el sonido
es este modelo el que me gustaría considerar rápidamente, mos­ o el sentido de tal palabra tomada aisladamente, sino de las relacio­
trando su aplicación al problema de la palabra y, por último, sus nes entre los términos. Se puede hablar entonces de estructura, de
aplicaciones particulares al campo de la teología bíblica. estructura de un sistema. En efecto, un término de una lengua, por
Este modelo puede ser resumido en tres o cuatro rasgos funda­ ejemplo una palabra, no tiene significación propia, sino que es dife­
mentales, cada uno de los cuales supone una decisión metodológica rente de todos los demás signos; es un valor diferencial; como decía
importante. Saussure: “En una lengua sólo hay diferencias”. Empezamos a com­
Primera decisión metodológica: la distinción entre lengua y ha­ prender lo que son las estructuras: conjunto de dependencias mu­
bla; en el campo del habla se incluyen la realización individual, la tuas, sistemas que sólo implican relaciones, y no términos.
16
242 P. Ricoeur Hacia una teología de la palabra 243
Y llegamos al último rasgo, quizá el más importante para nues­ entre el texto interpretado y el intérprete. Para el estructuralismo,
tra finalidad, que es una teología de la palabra: en esta concepción, no existe un mensaje que transmitir, ni sentido que descifrar, ni
el sistema de la lengua no tiene relaciones externas; en el dicciona­ intenciones trascendentes que captar existencialmente; hay solamen­
rio, cualquier palabra remite a otra palabra, y nunca a una cosa; te elementos que se deben distribuir según unas reglas de clasifi­
todas las palabras se remiten unas a otras, en una especie de ronda cación.
sin 'fin; en el ámbito cerrado del diccionario, los signos sólo remiten Sin embargo, no creo que debamos dejarnos acorralar en esta
a otros signos; tenemos en ello el ejemplo de lo que los teóricos oposición entre hermenéutica y estructuralismo; éste plantea una
llaman el ámbito cerrado del universo de los signos. Considerado serie de exigencias mínimas que conviene satisfacer antes de pre­
como sistema de relaciones internas, el universo de los signos tiene tender acceder a la interpretación propiamente dicha; el modelo es­
un dentro, pero carece de un fuera. Este punto es muy importante, tructural ha introducido una exigencia de rigor que hay que cum­
pues toda filosofía del lenguaje se apoya en la idea de que hablar plir antes de poder abordar un tratamiento hermenéutico, un trabajo
es hablar de algo y hablar a alguien; supone cuando menos dos de interpretación, por ejemplo del vocabulario bíblico, como inten­
trascendencias para que el lenguaje funcione: la trascedencia de taré demostrar en seguida. En primer lugar, creo que toda signifi­
aquello sobre lo que hablamos y la trascendencia de aquel a quien cación, para que sea expresiva, debe pertenecer a una estructura.
hablamos; y en este sentido el último postulado, el postulado funda­ La estructura es un factor de significación, por lo menos en forma
mental del estructuralismo, es poner entre paréntesis la trascenden­ negativa; pondré un ejemplo tomado de la Théologie du X IIe Siècle
cia del significado (o más exactamente, de lo referido) y la trascen­ de M.-D. Chenu. En su capítulo sobre el simbolismo, el autor mues­
dencia de los sujetos hablantes. tra cómo los grandes símbolos de la cultura occidental, que, por
Las consecuencias son considerables en lo que se refiere al desti­ una 'parte, son de origen hebreo (y semítico, en general), y, por otra,
no de la ¡palabra; una palabra, para el estructuralismo, es sólo un griego y protohelénico, se apoyan en un simbolismo universal y a la
complejo de diferencias en el interior de un sistema; no hay, pues, vez múltiple. Los mismos símbolos, como el agua, el fuego, pueden
nada en ello que merezca el nombre de palabra, en el sentido fuerte significar todo o cualquier cosa; el fuego quema, purifica, destruye,
del término, es decir, en el sentido que Aristóteles daba ya al logos, calienta; el agua alimenta, limpia, pero también hace morir; por
y que estriba en decir algo sobre algo. Este “decir algo sobre algo” consiguiente, cuando un símbolo significa determinada cosa, se trata
queda eliminado del campo de consideración. siempre de una polisemia regulada en una estructura dominante.
¿En qué conciernen estas discusiones a la teología bíblica? En Así, pues, los conocidos temas zoológicos, procedentes de la imagi­
primer lugar, le conciernen indirectamente, puesto que toda teología nación oriental e irania y probablemente de más lejos aún, pudieron
de la palabra presupone que el lenguaje no sólo tiene una estructura, ser utilizados en la tradición bíblica para significar, por ejemplo, la
sino también un sentido, el sentido de una palabra dirigida por amenaza del caos de destrucción y el diabolismo latente en la con­
alguien a alguien. Ahora bien, el modelo estructural conduce a la idea dición humana; la polisemia múltiple del simbolismo arbitrario se
de un inconsciente, pero no del inconsciente freudiano, lugar de la verá limitada y, mediante esta limitación, se hará funcional. El 'pun­
represión, sino más bien de un inconsciente kantiano, de un incons­ to de vista estructural tiene, pues, que ser incorporado de una ma­
ciente categorial. Es más, en virtud del último postulado, el del ám­ nera u otra a la interpretación.
bito cerrado de los signos que enunciaba hace un momento, vemos Pienso que hoy hay que satisfacer también una segunda condi­
cómo se va formando la idea, que aparece con frecuencia entre los ción: ya no podemos mezclar, hecho harto frecuente incluso en las
más filósofos de los estructuralistas, de que en última instancia el grandes obras como el Diccionario teológico de Kittel, el punto de
lenguaje implica un tipo de filosofía sin sujeto; digamos un campo vista sincrónico y el diacrònico. N o es lícito poner en una misma
anónimo de reglas y de estructuras que funcionan por sí mismas; y secuencia los diferentes sentidos de una palabra en diferentes épo­
esta perspectiva excluye la idea que, por el contrario, la tradición cas, aun oponiéndolos a otros significados pertenecientes a otros
idealista había preservado, a saber, que comprender algo es en últi­ estratos históricos diferentes. Jam es Barr, en un estudio muy impor­
mo término comprenderse uno mismo. En este sentido, puede decir­ tante sobre la Semántica bíblica, muestra cómo la mayor parte de
se que el estructuralismo excluye toda consideración de tipo herme- los trabajos de semántica bíblica no satisfacen determinadas exigen­
néutico, es decir, aquellas que se apoyan en una relación circular cias estructurales hoy corrientes en lingüística, y en primer lugar la
244 P. Ricoeur Hacia una teologia de la palabra 245
distinción del punto de vista sincrónico y el diacrònico. Si una pala­ gados a optar por el punto de vista estructural o el punto de vista
bra tiene una significación en un momento dado es porque, en la hermenéutico; estas dos lecturas tienen que capitular y combinarse
misma época, se encuentra en oposición con otras palabras del mis­ según una dosificación variable, según que los contenidos examina­
mo vocabulario; no podemos, pues, tomar la misma palabra en dos sean más ricos para la perspectiva semántica o más rigurosos
épocas diferentes sin tener en cuenta sus contornos sucesivos y, por en la perspectiva sintáctica.
consiguiente, las reestructuraciones que dichos contornos sucesivos
han suscitado.
Por último, tampoco es posible examinar las estructuras lingüís­
II
ticas sin tener en cuenta su relación con las otras estructuras: las
que se manifiestan en las clasificaciones naturales (de plantas, de
Ahora querría poner algunos ejemplos de una fenomenología del
animales, de objetos usuales) y en las clasificaciones sociales: las
lenguaje, mostrar cuál puede ser la contribución de una fenomenolo­
estructuras lingüísticas están en cierta relación de homología con
gía del lenguaje, y luego la de un análisis estructural. Pienso que la
todas las demás estructuras, y es en esta relación de estructuras don­ fenomenología puede aportar a la teoría del lenguaje algo que la
de el lenguaje puede ser operante. lingüística no puede dar, o mejor dicho, no tiene que dar, pues no
Por consiguiente, todo lo que se puede decir contra las exagera­
entra dentro de su objeto; en efecto, yo distingo entre “ filosofía
ciones, las extrapolaciones, las pretensiones del estructuralismo, no
del lenguaje” y “ciencia del lenguaje” . La ciencia del lenguaje es
atañe a la metodología estructural; hay que distinguir entre la me­
la lingüística; ahora bien, la lingüística no se ocupa del lenguaje
todología estructural y el estructuralismo como filosofía; y hoy no como función de la existencia humana; se ocupa sólo de las lenguas,
es ya posible no cumplir los requisitos mínimos del método estruc­ es decir, de los sistemas de signos, características de una comunidad
tural.
histórica dada (el ruso, el inglés, el alemán, el francés). Se trata de
Añadiré que el camino estructural y el hermenéutico serán im­ sistemas con una estructura propia, estructura fonológica, léxica, sin­
pelidos progresivamente a combinarse, a coordinarse, porque ninguno táctica, estilística, etc. La tarea de la lingüística estructuralista con­
puede tener éxito por separado. Lévy-Strauss, es cierto, ha conse­ siste en elaborar la teoría de dichas estructuras. La tarea de una
guido desarrollar un análisis estructural, casi puro, de los conjuntos filosofía del lenguaje es distinta, es una tarea de segundo grado;
mitológicos que ha estudiado; pero ello fue posible porque en el consiste en elucidar la relación entre la lengua como sistema de
área del antiguo totemismo los mitos son de semántica débil y sin­ signos y el habla como intencionalidad. Esta relación constituye, a
taxis fuerte, que se prestan perfectamente al análisis estructural e mi parecer, el objeto de la fenomenología del lenguaje. Una lin­
incluso a consideraciones topológicas; pero nuestra cultura, por el güística, incluso general, no basta para hacerlo; la lingüística, como
contrario, está injertada en unos fondos míticos de naturaleza dife­ hemos visto, empieza por separar lengua y habla: La lengua, estruc­
rente; en el área del Próximo Oriente antiguo, en el área preheléni­ tura independiente de los sujetos hablantes, e incluso inconsciente
ca, el fondo mítico se presta más bien a una interpretación de los para cada individuo, y el habla, ejecución, combinación, iniciativa.
contenidos, porque la organización sintáctica es débil y la correla­ Ahora bien, lo que importa al filósofo es precisamente la relación
ción con las clasificaciones naturales y sociales, muy flexible; por el entre ambas vertientes, lengua y habla; dicho de otro modo, lo que
contrario, la riqueza semántica es tanta que su significación pro­ separa el lingüista, debe reunirlo el filósofo. Lo que interesa en
funda ha podido sobrevivir e insertarse en nuevos contextos, dando una filosofía del lenguaje es qué hacemos con ese sistema, cómo lo
así lugar a una serie de reinterpretaciones, renovaciones y renaci­ empleamos. En este sentido, su problema no consiste en la estructura
mientos, cuya cadena constituye lo que llamamos precisamente una de la lengua, sino en su uso. En esto estoy completamente de acuerdo
tradición. La relación con el tiempo es, pues, en estos casos extre­ con los filósofos ingleses del lenguaje ordinario para poner el con­
mos, inversa: por una parte, la coherencia sincrónica se adapta a cepto de uso en el centro del cuadro como contrapartida del de es­
una fragilidad diacrònica y a una temporalidad sofrenada; por otra, tructura. El lenguaje, en efecto, no es un objeto en sí, sino una
la débil coherencia del conjunto mítico en un momento dado, des­ mediación, un medio por el que nos dirigimos a la realidad; ahí
pliega gracias a la riqueza semántica una temporalidad creadora. N o reside el aspecto referencial fundamental del lenguaje. A veces, co­
creo, pues, que estemos ante una alternativa, que nos veamos obli­ municamos nuestra experiencia: es su aspecto social. Finalmente, a
246 P. Ricoeur Hacia una teología de la palabra 247

veces nos expresamos: es su aspecto personal. Esta mediación implica realidad, me dirijo a alguien y, al mismo tiempo, manifiesto mi
tres cosas: significación, es decir, referencia a ... (decir algo sobre propia intención, la que me constituye como sujeto hablante. De
algo), comunicación y expresión. Significación, comunicación, expre­ esta manera la tarea de la filosofía del lenguaje se va precisando.
sión: he ahí los problemas de una filosofía del lenguaje irreductibles Se trata de mostrar, por una descripción concreta, el paso de la
a la lingüística. lengua, sistema de signos, al habla, acontecimiento del discurso.
La fenomenología puede contribuir a dicha comprensión del len­ Sobre este fondo de fenomenología del habla debemos conside­
guaje de la manera siguiente: dando primacía filosófica al problema rar de nuevo nuestro problema de la palabra y conectarlo con el
de la significación sobre el de la comunicación y el de la expresión; problema de las palabras claves de la teología bíblica. En efecto, el
entiendo aquí por significación la facultad de representar lo real por problema de la palabra, que hemos dejado en suspenso al final de
signos y comprender los signos como tales representantes de lo real. la primera parte, recobra vida aquí. Hace un momento, la palabra
Ahora bien, me parece que la noción de intencionalidad, noción sólo era un elemento diferencial del léxico. Era una simple dife­
cardinal del análisis fenomenológico, clarifica perfectamente este rencia en un sistema de signos. Ahora es una función de la frase;
problema, pues el signo supone que la conciencia está constituida participa al mismo tiempo de la intencionalidad de la frase; nuestras
como una intencionalidad que se dirige a algo. En esta intencionali­ palabras son pobres si no se ordenan en frases. ¿Por qué? Porque
dad pueden incluso distinguirse dos momentos; hablar es, ante todo, la palabra ya no es en este caso una simple diferencia registrada
decir algo: es el momento de “ idealidad” del lenguaje, pues el sen­ en un diccionario; es un momento en un acto de habla. Entonces la
tido no existe ni en el mundo ni en la conciencia, no hay realidad palabra cobra vida; pues es mucho m ás que un fantasma de sentido
alguna, ni física ni psíquica; pero, además, hablar es decir algo sobre que se evoca y retorna a la nada; domina el acontecimiento; presta
algo, y éste es el momento de "realidad” . Toda palabra significante una historia a nuestra lengua. En efecto, cada vez que la empleamos,
implica estos dos umbrales de significación: umbral de sentido y se enriquece con ese uso, y ostenta como la cicatriz de todos esos
umbral de referencia; su intencionalidad es una intencionalidad de usos. Así sobrevive a su empleo instantáneo, vuelve al sistema y le
dos "resortes” : resorte del sentido ideal y resorte de referencia real; presta la dimensión temporal. Y aquí llegamos al problema que por
la palabra en cuanto habla es lo que distingue y articula el sentido el momento el estrucmralismo no resuelve; el paso del sistema a la
del discurso y la referencia del mismo: decir algo y decirlo sobre historia. Mientras que, como decía antes, los lingüistas del siglo XIX
algo; esta articulación es lo que caracteriza al habla por oposición se encontraban cómodos en la historia, hoy los lingüistas están có­
a la lengua. A decir verdad, la lengua no dice nada, es muda. Es modos en los sistemas sin historia.
únicamente un sistema de signos, un instrumento disponible; el ha­ Veamos las implicaciones de este segundo nivel para una teolo­
bla expresa y dice algo sobre algo. gía bíblica: la teología resulta más afectada por esta fenomenología
Avanzaremos un paso en esta fenomenología considerando que del habla que por el análisis estructural de la lengua, aunque con
la unidad lingüística que asegura el paso de la lengua al habla es las reservas que he formulado al final de la primera parte. El pro­
completamente irreductible a las otras que hemos considerado hasta ceso de habla que he evocado al principio y que ocupa el centro
ahora, las unidades fonemáticas y léxicas; esta unidad nueva es la de algunas teologías de hoy, supone sin duda alguna que poseemos
frase. Esta es el verdadero eje del habla. Pero, ¿qué es una frase? una especie de entendimiento espontáneo de lo que es un proceso
Es un hecho del lenguaje; la frase nace y muere, mientras que la de habla, de lo que es hablar, en relación entre expresar, comunicar
lengua subsiste y permanece. Cada vez que alguien habla, se forma y significar. En efecto, las palabras fundamentales de la teología
una combinación pasajera y transitoria de signos. Y esta combina­ exigen una situación de discurso específico, en la que nuestra exis­
ción transitoria es el hecho del lenguaje. A sí nos vamos acercando tencia total es impulsada a la expresión; además, la comprensión
al concepto que perseguimos desde el comienzo, el del proceso del dei lenguaje bíblico añade a la comprensión de esa situación una
habla. N os acercamos con una fenomenología del habla, sustentada comunicación igualmente específica, un universo de discurso com­
por una teoría de la frase. Ahora bien, la función de la frase nos es partido, que convierte a la comunidad eclesial en comunidad de
conocida desde Platón: es el logos, como combinación de nombres interpretación.
y de verbos, el que soporta el peso de la significación, de la comu­ Las implicaciones de una fenomenología del habla para una teo­
nicación, de la expresión. Cuando considero algo perteneciente a la logía bíblica se precisan más al considerar el lugar de la polisemia
248 P. Ricoeur Hacia una teología de la palabra 249

en la semántica en general y en la semántica del lenguaje bíblico palabras tales como “ pecado” y “gracia” se refieren a una situación
en particular. La polisemia, a saber, el hecho de que nuestras pala­ y a una comunidad de interpretación que hay que restituir para esta­
bras posean varias significaciones, es el problema central de todas blecer su sentido; la metáfora no es un modo de referencia indirecta
las semánticas; ninguna hermenéutica puede ignorarlo. Ahora bien, entre otros, gracias a los cuales se consigue la comprensión de la
pertenece a una lingüística de la palabra establecer que la polisemia existencia en una comunidad de interpretación particular.
o función del sentido múltiple no es ninguna enfermedad del len­ El vértice de este fenómeno es precisamente la palabra “ D ios” ;
guaje, no obedece a ninguna patología, sino que cumple una fun­ en un sentido, esta palabra clave del vocabulario teológico: “ Es, por
ción muy determinada en la economía del lenguaje. Aristóteles ya así decirlo, la que organiza y coordina a todas las demás en el inte­
sabía que el mismo término “ ser” se emplea en varias acepciones. rior de un marco de significaciones” (Me Quarrie, God-talk [Lon­
Ahora bien, el funcionamiento de la polisemia está estrechamente dres 1967] p. 99). Pero para explicar la significación de la palabra
vinculado al de la frase. En efecto, todas nuestras palabras conside­ “D ios” y el poder que ostenta de prestar un centro de gravedad
radas por separado son polisémicas; y esto, por una razón mencio­ al universo semántico, hay que recurrir a una tercera dimensión
nada más arriba: el proceso acumulativo que es constituido por la del lenguaje.
palabra misma. Esta capacidad de la palabra de adquirir un sentido
nuevo sin perder su sentido antiguo es básica en la metáfora, es
decir, en la transferencia de sentido; pero si bien todas nuestras pa­ III
labras son polisémicas, no todos nuestros discursos lo son. La poli­
semia, en efecto, sólo es eficaz en determinadas condiciones que N o creo que una fenomenología pueda totalizar el lenguaje en
pertenecen a la estructura de la frase, a la constitución del discurso; mayor medida que una lingüística estructural. Efectivamente, nos
el contexto de la frase puede ser organizado de tal manera que falta exponer el poder de decir que venimos dando por supuesto
resulte cribada una sola dimensión del sentido por obra de un me­ desde el principio. Ahora bien, el acto de decir no se reduce a la
canismo de refuerzo mutuo de una de las variables contextúales de estructura de los elementos de la lengua, ni siquiera a la intención
cada una de las palabras; por el contrario, el contexto del discurso de los sujetos hablantes; el lenguaje sería vano si no tuviese unas
puede autorizar varios valores semánticos al mismo tiempo. Así, raíces oncológicas en la estructura misma del ser. Esta es, a mi juicio,
por ejemplo, el lenguaje poético está organizado de tal modo que la aportación fundamental de la filosofía de Heidegger: haber de­
todas las variables de sentido quedan consolidadas, mantenidas y mostrado que a nada conduce una teoría del lenguaje que permanece
preservadas en una especie de fiesta de sentido. en el universo cerrado de los signos y que subraya el olvido de las
Esta cuestión de la polisemia nos lleva una vez más a una con­ estructuras de existencia previas al mismo lenguaje; son éstas las
frontación con el estructuraiismo, y en un sentido cada vez más que aseguran nuestra apertura al ser en su conjunto. El lenguaje, si
constructivo; tal como intentaba decirlo hace un momento, un sim­ ha de ser una meditación, no puede ser un punto de partida; sobre­
bolismo funciona siempre dentro de una estructura; en efecto, el viene en un proceso de existencia que lo precede y que lo arropa.
fenómeno de acumulación que constituye la base de toda transfe­ Es ese proceso de existencia en su conjunto lo que posibilita el
rencia de sentido, cuando es abandonado a sí mismo, termina más lenguaje como acontecimiento humano fundamental. Lo que me
bien en una especie de hemorragia de sentido, en ausencia de una parece importante en el mismo orden seguido por Heidegger en El
estructura que enmarque y discipline la polisemia; cuando las pala­ Ser y el Tiempo, es que no se 'parte del lenguaje, sino que se va a
bras dicen lo que sea, entonces no dicen nada. Sólo la estructura parar al lenguaje. Hoy por hoy, considero el pensamiento de Hei­
contextual de la frase convierte la polisemia en una polisemia nor- degger como un saludable remedio para esa especie de enfermedad
mativizada; y sólo ésta es significante. de la filosofía moderna, en particular de la francesa, emparedada
Así, pues, una teología bíblica no podría elaborarse sin una lin­ en el mundo cerrado de los signos, en la clausura del universo de
güística seria de la palabra, y de la polisemia como centro de esta los signos. Heidegger nos obliga a tomar una decisión primaria, a
semántica. La teología bíblica, en efecto, se basa en palabras clave salir del círculo encantado, a fin de encontrar en el acto mismo
que tienen que ser interpretadas y reinterpretadas sin cesar con de decir una modalidad del ser que supone en sí misma una consti­
ayuda de los recursos del entendimiento culmral de una época; tución del ser tal que el ser pueda ser mentado. Es así cómo El Ser
250 P. Ricoeur Hacia una teología de la palabra 251

y el Tiempo avanza hacia un lenguaje partiendo de las experiencias si no su solución, por lo menos su enunciado correcto. Si compren­
decisivas y primarias que lo preceden; encontrarse en una situación, diéramos cómo, en el lenguaje, acontecen a la vez el dominio del
proyectarse, comprender, etc. El lenguaje puede aparecer entonces verbo sobre el hombre y la responsabilidad del hombre sobre el
como una de las determinaciones fundamentales del Dasein, del ser- verbo, podríamos discernir en el acto de hablar la confluencia de la
ahí del hombre: desde el comprender, de alguna manera prelingüísti- predestinación del ser y de la responsabilidad del hombre. La palabra
co, nos elevamos al discurso propiamente dicho, a la enunciación, pa­ es precisamente la encrucijada por donde algo nos llega, y al mismo
sando por el módulo clave de la interpretación, el cual pertenece a la tiempo que nosotros lo dominamos y le imponemos una especie de
existencia en cuanto tal. Cada vez con mayor solidez, en el desplie­ clausura. La palabra es el agente de cambio, no sólo entre el sistema
gue de su obra, Heidegger sitúa el decir (Sagen) en el origen del y el acontecimiento, entre la estructura y la génesis, sino también
hablar (Sprechm). Así, pues, en la reflexión sobre el lenguaje hay entre la apertura y la clausura; entre la no clausura de la revelación
que operar constantemente una inversión, una transformación, una y la cerrazón que pertenece a la formación misma de la palabra.
Kehre, a fin de restituir al lenguaje que nos es dirigido la prioridad Este advenimiento de la palabra depende de una forma de filosofar
que tiene sobre el que podemos hablar; y en esta perspectiva el si­ irreductible no sólo a la lingüística, sino también a la fenomenolo­
lencio es función de una filosofía del habla, en la medida en que gía; para una y otra, el lenguaje ya ha advenido, el apresamiento
decir es ante todo considerar silenciosamente el sentido. Ser silen­ de la palabra está realizado; las lenguas están ya ahí. Lo que precede
cioso no es ser mudo; el silencio significa que nuestra relación pri­ al hablar es ese decir, que es al mismo tiempo el acto de audacia, la
maria respecto al lenguaje es escuchar, y no hablar. violencia primera, que engendra una especie de dispersión funda­
Hemos alcanzado así una dimensión del lenguaje anterior a la mental en el choque con el acto de integración del logos. Incluso
intención subjetiva y, con mayor razón, a las estructuras de la lengua. cabe que, 'por ese dominio humano del verbo, por ese rapto y esa
Por tercera vez, el problema de la palabra vuelve al centro de captura, nos encontremos emplazados en el filo del nacimiento con­
nuestra investigación; pero, si puede decirse así, con un coeficiente junto de las cosas que llegan a la existencia y del sujeto hablante
filosófico suplementario. En la consideración estructural decíamos que se afirma; cuando nace la palabra, las cosas llegan a ser lo que
que la palabra es una diferencia en un sistema. Después, en la con­ son y el hombre se yergue. Estamos en el origen de ese acto domi­
sideración fenomenológica, decíamos que la palabra es una función nante que hace posible el reino universal de lo manipulado, bajo
de la frase como unidad significante. Y ahora decimos que la pala­ las formas de la ciencia y la tecnología. Este reino comienza con esa
bra es el punto de tránsito del habla dirigida a nosotros al habla captura en el espacio mismo de la revelación.
pronunciada por nosotros; la palabra es la transición del decir al Hablaré, para terminar, de las implicaciones de esta ontología
hablar. del lenguaje para la teología bíblica. Por mi parte, encuentro que
En efecto, la palabra es la sede de una dialéctica entre lo que se hay una doble relación entre el tipo de análisis que acabo de esbo­
manifiesta y lo que nosotros captamos; entre la apertura del ser y zar y la teología bíblica. En primer lugar, creo que la noción de
su captación por nosotros. Lo que se manifiesta pasa por la angostu­ apertura, de no velamiento, es la presuposición más general de la
ra de la palabra humana, que es el acto de violencia del poeta o del noción de revelación. Cuando la comunidad confesante anuncia que
pensador. En un texto magnífico, Heidegger dice que la palabra “ en Cristo el verbo se hizo carne” , presupone un espacio de com­
— el acto y la obra de la palabra— es a la vez la sumisión del hom­ prensión, a saber, el entendimiento, por vago e indeterminado que
bre a la apertura del ser y la responsabilidad del hombre hablante se quiera, de lo que puede significar “la manifestación del ser en
que “ preserva” al ser en su apertura. Este término, preservar, es la palabra”. La predicación cristiana implica que resulte significante
admirable; da toda su densidad filosófica a la función de la palabra. para el hombre el hecho del transferimiento del ser a la palabra.
Preservando lo que una vez ha sido abierto, la palabra permite a N o quiero decir en absoluto que para mí Cristo, la palabra de Dios
las cosas llegar a ser lo que son; por el lenguaje, las cosas penetran en Cristo, se diluya en una especie de revelación universal; incluso
en el espacio de apertura, en el espacio de revelación sobre el que pienso precisamente todo lo contrario; la unicidad de la palabra de
el hombre ejerce su responsabilidad de sujeto hablante. Dios en Cristo no sólo no se opone al universal desvelamiento del
Señalaré de pasada que un viejo problema como el de la predes­ ser como logos de la palabra del poeta o del pensador, sino que
tinación, que apenas ha avanzado desde hace siglos, encuentra aquí, resulta por el contrario más comprensible como actualización cen­
252 P. Ricoeur Hacia una teología de la palabra 253

tral en torno a la cual se reagrupan todas las figuras de la manifes­ deja de ser artificial o gratuito, una vez incurso en ese espacio de
tación. La unicidad de la revelación y la universalidad de la mani­ gravitación, una vez convertido en modalidad del des-cubrimiento,
festación se refuerzan mutuamente. Y puesto que acepto como pala­ de la revelación; entonces preserva verdaderamente la verdad y el
bra digna de ser creída que el verbo habitó entre nosotros, simultá­ misterio del ser. Además, yo diría que la palabra Dios tiene más
neamente y en el mismo movimiento adquiero confianza en la contenido que la palabra ser, no sólo porque reúne significaciones
universal manifestación del ser, en todo lenguaje que dice algo. dispersas, sino porque está centrado en un simbolismo fundamental,
Merced a ello recibo incluso una especie de poder de atención res­ el de la Cruz. Ahora bien, la significación fundamental de un Dios
pecto a cualquier lenguaje significante. E inversamente, al tener que se da él mismo por amor en sacrificio a los hombres desborda
indicios de la manifestación del ser en el verbo fuera del evangelio, cualquier posibiliddad de significación del ser; incluso si, a la ma­
nera de Heidegger, leemos en la palabra ser la idea de un “don”
en la palabra del profeta y del pensador, y en la del poeta moderno
(en alemán “es gibt” , es decir, hay, conserva algo del verbo geben,
lo mismo que en la del clásico y en la del arcaico, me siento incli­
dar). Pero incluso ese don del ser, el milagro de que exista algo, de
nado por obra de esas múltiples manifestaciones del ser en el verbo,
que nosotros existamos, resulta acentuado por la significación crí­
y estoy dispuesto, a recibir el único verbo de Cristo como la mani­
tica, que añade a ese don universal la significación de aquel que se
festación central y decisiva. En esta relación circular puedo, sin sin­
da él mismo por amor en sacrificio a los hombres; en este sentido,
cretismo, discernir la mutua correspondencia entre la aletheia griega,
la palabra Dios dice más que la palabra ser, puesto que añade la
entendida como no velamiento, y la emeth hebrea, que quiere decir
dimensión de su relación con nosotros, como quien juzga y da la
fidelidad, base de confianza.
gracia, y la dimensión de nuestra relación con él, como inquietos y
Esta relación que acabo de explicar, relación circular entre la
agradecidos por su excelente don. En este sentido, la palabra Dios
noción heideggeriana de apertura y la noción cristiana de revelación,
expresa el acto de Dios, en cuanto acto de bondad y de amor. Pues
me lleva a la segunda implicación de una ontología del lenguaje
bien, si comprendemos esto, quizá comprendamos también cómo la
para una teología bíblica. Se refiere a la palabra Dios, con la que
palabra puede ser a la vez origen de nuestras palabras y el periplo
había rematado antes el segundo ciclo. Las palabras clave tales como
completo que recorren nuestras palabras. Aquello de donde toda
creación, pecado, salvación, gracia, constituyen, en efecto, un espacio
palabra procede y adonde retorna toda palabra.
de gravitación para la captura del sentido. La semántica bíblica se
convierte en una auténtica labor teológica cuando la palabra Dios
queda reconocida como centro de ese espacio de gravitación. La
especificidad de la palabra D ios se perfila entonces en el interior
de esa función de lenguaje como un permitir ver, como manifesta­
ción. Si el milagro del ser, el que haya algo en vez de nada, no
significase nada para la comprensión de los hombres, ¿cómo podría­
mos dar sentido a palabras como creador, salvador, padre, señor,
etcétera? Y o diría, con Me Quaxrie, que "D ios es el nombre reli­
gioso del ser, en tanto este ser es experimentado en una revelación
que suscita la fe” . Ahora bien, esto sólo resulta comprensible si se
restaura todo el espacio de gravitación donde la palabra D ios ocupa
una posición clave. Sólo la restitución de “ todo el campo” puede
demostrar que hay más sentido en la palabra Dios que en la pala­
bra ser.
Hay más sentido en la palabra Dios que en la palabra ser, en
primer lugar porque reúne y agrupa todos los valores significantes
acumulados en las culturas por el simbolismo religioso, valores que
el concepto no simbólico de ser ignora. Y además es ahí donde el
simbolismo encuentra sus raíces ontológicas; su recurso a la analogía
Exegesis de Hechos 10,1-11,18 255

blo para su Nombre” (v. 14; cf. v. 17 = Am 9,12) (N. A. Dahl).


FU ND ACIO N D E UNA COM UNIDAD Ciertamente, la promesa incluía también a los paganos en su realiza­
D E TIPO UNIVERSAL ción, pero de forma im plícita5. Con este episodio los paganos aspi­
Hechos 10,1-11,18 ran a unirse a Israel, que termina por transmitirles lo que él había
recibido (10,36-42). Su entrada efectiva señala el cumplimiento de
ESTUDIO CRITICO SOBRE LA REDACCION, las profecías (10,43; 15,14.16), y los paganos pasan a ocupar el cen­
LA ESTRUCTURA Y LA TRADICION D EL RELATO tro del ámbito misional6. Antioquía se convierte en el foco de la
difusión cristiana, en lugar de Jerusalén7, y Pablo reemplaza a Pe­
por dro8: está solo en escena desde el cap. 13 al 20 9 (A. Ehrhardt). Este
E dgar H aulotte 1 episodio garantiza, pues, a los Hechos su unidad.
Pero ejerce una función desde otro punto de vista, que ha in­
fluido en los análisis. Le sigue inmediatamente un corto relato (11,
19-21) donde uno de los grupos “que la tormenta había dispersado”
llega a Antioquía y se dirige directamente a unos “ griegos” ( = no
judíos), que se convierten en masa. Su adhesión al Señor no causa
La importancia de este episodio se refleja en su longitud: es el problema alguno (v. 23s). Ahora bien, la referencia a la tormenta
más extenso de todos los relatos de los H echos12. Tuvo una influen­ (11,19) se relaciona claramente con la persecución que asoló Jeru­
cia enorme durante la época patrística3. Los análisis debidos a la salén según 8,1.4, y que sirve de punto de partida de un ciclo que
historia de las formas y a la historia de la redacción4 han aclarado el relato de los Hechos sitúa muy anteriormente. En este ciclo (8,
su 'función central en la economía de la obra. En la continuación 4-40), se veía a Felipe abordar sin distinción todos los ambientes
del relato, su evocación en el cap. 15 es decisiva: posibilitar la uni­ que se le ponían a mano. En los dos casos, el envío de delegados
ficación de los puntos de vista en el Concilio, que a fin de cuentas por Jerusalén (8,14; 11,22) implica la presencia de los apóstoles en
lo interpreta como momento clave desde el comienzo: “Desde el
la ciudad. ¿No serían contemporáneos el ciclo de Felipe y las con­
principio, Dios se preocupó de elegir de entre los paganos un pue­
versiones de “griegos” ? Insertado entre los dos, el episodio de Cór-
nelio da la impresión de ser una inserción redaccional. Pero ¿por
1 Este artículo es una refundición de la ficha preparatoria del Congreso, qué se ha colocado después la noticia sobre los “griegos” , si es crono­
y ha aparecido en "Recherches de Science religieuse” 58 (1970) 63-100.
lógicamente anterior al episodio? El procedimiento no es descono­
2 Setenta y tres versículos (contando los siete que se refieren a él en
15,7-9 y 14-18). Pentecostés y discursos = 41 versículos. Los tres relatos cido en Lucas10. Se puede admitir la respuesta de M. Dibelius: Lucas
relativos a Pablo = 58 vv. El relato de los Hechos ha podido influir en el
relato del capitán en Lucas: comparar Le 7,5 y Hch 10,2.4 (cf. J. Dupont,
409, nota 3). 5 Cf. Le 24,47; Hch 2,39; 3,25; 9,15.
8 F. Bovon, De vocatione Gentium. Histoire de l’interprétation d ’Actes 8 “En sí misma, la conversión de los paganos es la realización de las
10,1-11,18 dans les six premiers siècles (Tubinga 1967). promesas hechas a Israel, y por eso la misión entre los judíos aparece de
* Lista de los autores más citados H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte forma indirecta como una misión entre los paganos. Tras quedar completa
(Tubinga 1963) 61-67; N. A. Dahl, A People lor his Name: N TS 4 (1957- la misión entre los judíos, empieza, en la historia de salvación, el tiempo,
1958) 319-327; M. Dibelius, Die Bekehrung des Cornelius (1947), en propio de la misión entre los paganos, y este tiempo es el de Lucas”
Aufsätze zur Apg (21953) 96-107; J. Dupont, La conversion de Corneille, (J. Jervell, 95).
en Études sur les Actes ¿es Apôtres (Paris 1967) 75-81; Saint Pierre et le 7 ¡Para un estudio preciso sobre la construcción de los Hechos: E. Hau­
centurion Corneille, ibid. (409-413); B. Gerhardsson, The Testing of God’s lotte, Construction du livre des Actes: "Vie Chrétienne” 121 (nov. 1969}
Son. An Analysis of an Early Christian Midrash (Lund 1966); E. Haenchen, 8-13.
Die Apostelgeschichte (Gotinga 1956: 308-315); J. Jervell, Das gespaltene 8 Cada uno de los grandes conjuntos entre los cap. 3 y 20 contiene una
Israel und die Heidenvölker. Zur Motivierung der Heidenmission in der sección fuera del marco: los cap. 12, 15 y 20 no están dedicados a la activi­
Apg, en St. Th. (1965) 69-96; C. Westermann, Neuere Arbeiten zur Schöp­ dad misional de la palabra.
fung, en Verk. und Forsch. 1 (1969) 11-28; U. Wilckens, Die Missions­ * ¡Los cap. 21-28 forman una cuarta parte muy diferente.
reden der Apg (Neukirchen 1961). 10 Así, Le 1,57-66, anterior al v. 56b.
256 E. Haulotte Exegesis de Hechos 10,1-11,18 257
i
organiza un montaje para mostrar cómo Dios interviene en este en­
cuento (M. Dibelius, 1 06)u. Pero tal aceptación deja intacto el pro­ I. Paganos-‘‘Iglesia 2. Circuncisos-
3. Suturas
incircuncisos
blema esencial: ¿cómo concibe y expresa Lucas esta intervención?
En relación con los análisis críticos, el relato aparece guiado por lo
que la iniciativa divina tiene de absoluto. Estos análisis de la infra­
estructura del relato permiten plantear el problema crítico en térmi­ 10,1-8. Visión de Cor­
nelio.
nos concretos: ¿puede hacerse una relectura del texto al margen
tanto de la investigación de la “forma” como de la intención teoló­ 10,9. Encadenamiento
gica del autor? Es posible, si se tiene en cuenta los resultados de de las dos visiones.
disciplinas como la historia de las religiones, la etnología, la lin­ 10,10-16. Visióm de
güística estructural, el psicoanálisis. Entonces, los elementos que pa­ Pedro.
17. Paso al sentido de
recen dispares recobran una coherencia orgánica. N o se trata de un esta visión.
relato de “conversión” , sino de un relato de fundación. 18-26. Encuentros.
27-29a. Situación de
Pedro justificada por su
visión.
29b-48a. Segundo rela­
to de la visión de Cor­
I
nelio.
Discurso de Pedro.
ANALISIS CRITICOS Espíritu y bautismo.

48b. Aceptación de la
En el actual estado de la cuestión12, los análisis tienen como comunidad de mesa.
punto de partida la distinción de dos centros de interés “los cuales 11,1. Nexo entre An-
no se mezclan", sino que se reúnen perfectamente sin confundirse tioquía y Jerusalén.
(J. Dupont, 78 y 411). Algunas elucidaciones parecen centradas en
la cuestión del acceso de los “paganos” 13 a la Vida o a la “Iglesia” 11,2-10. Cuestión plan­
(lo cual está tematizado en 11,1 y 18) y otras, en las relaciones teada a Pedro y segun­
do relato de su visión.
entre circuncisos e incircuncisos (problema que llega a ser agudo
para la comunidad de mesa: 11,3). Entre las dos líneas, algunos pa­ 11-18. Segundo relato
sajes tienen aspecto de suturas: denotan claramente una actividad de los encuentros.
redaccionaL

¿Son estos dos centros de interés indicio de dos “ fuentes”, origi­


nariamente aisladas, o bien hay que interpretar esta dicotomía como
un procedimiento de redacción?
11 Le 4,16ss pone bajo la unción del Espíritu el resto del ministerio de
Jesús. Hch 2 traza un paradigma en tres fases: relato, discurso, sumario
descriptivo, válido para toda la comunidad: E. Haulotte, La mise au monde
de l’Eglise (Ac 2,1-13): “Vie Chrétienne” 123 (enero 1970) 8-13.
“ ‘‘El estado de la cuestión no parece haber cambiado desde la expo­
sición que hemos hecho...” ( = 1950: J. Dupont, Études sur les Actes des
Apotres [1967)) 411, n. 63.
M Ethné significa (pueblos) no judíos. La palabra “paganos” no quiere
decir nada más, pero la mantenemos a nuestro pesar, por comodidad.
17
Exégesis de Hechos 10,1-11,18 259

gunta sobre los motivos de la intempestiva invitación (v. 29b:


I. ¿F uente anterior o composición totalmente redacción.«.?
“Ahora quisiera saber el motivo de la llamada”). El contenido inter­
medio da, pues, la sensación de ser una inserción, relacionada con
1. Métodos utilizados para descubrir un “relato primitivo" la visión (M. Dibelius, H. Conzelmann).
a) Determinar lo que es la obra de Lucas. 10,34-43. Este discurso, que sigue el esquema clásico del kerigma
a los judíos, no parece tener relación específica con la situación de
El residuo será considerado como aportación tomada de fuera este auditorio pagano; nueva inserción. La forma de dirigirse al
por el redactor, y cuya estructuración será anterior a él en el caso auditorio (v. 37) acusa la distorsión operada en el relato: “ Vosotros
de que pueda ser reconstruida como la “forma” primitiva de pensar
sabéis muy bien el acontecimiento que ocupó a todo el país de los
y de expresar un acontecimiento de este tipo. judíos...” .
11,1-18. El versículo 1 sirve de nexo entre lo que sigue y lo
1. Lo que pertenece a Lucas, Hch 10,9-16: visión de Pedro. N o
que antecede. Tiene como tema la recepción de la Palabra y la
es una pura construcción de Lucas, pues se basa en una tradición
entrada en la Iglesia; la cuestión planteada por las autoridades de
(M. Dibelius), diferente de la del “relato” (H. Conzelmann). ¿Cómo
Jerusalén se refiere a la hospitalidad y a la comunidad de mesa
se llega a esta conclusión? La visión incluye elementos que no con-
(v. 3). Pero la respuesta de Pedro sigue otro eje. Se limita a re­
cuerdan con la orientación general del relato (centrado en el en­
anudar el relato de la visión, y en relación con lo demás, no vemos
cuentro, y no en el alimento): “Matar y comer" (10,13) correspon­
cómo el encuentro con un temeroso de Dios muy piadoso podía
de al hambre (v. 10) y tiene, pues, una finalidad concreta; la
plantear ese problema. Esta “ justificación” tiene un solo fin: dar
declaración de 10,15 sobre lo puro y lo impuro ( “Lo que Dios
al asunto un alcance típico para la Iglesia, “eine prinzipielle Be-
ha declarado puro, no lo llames tú impuro” ) tiene asimismo una
deutung” (M. Dibelius, 96), “die kirchlichgrundsátzliche Bedeutung”
finalidad concreta, la distinción (ritual) entre alimentos puros e
(H. Conzelmann). Tanto más, cuanto que el relato de Pedro sólo
impuros. Ahora bien, en la continuación del relato, en el v. 28b,
resulta inteligible al lector que está al corriente de lo que precede
Pedro da a la visión un sentido figurado: se trataba de abolir la
(v. 13) (E. Haenchen).
distinción entre hombres cultualmente puros e impuros. Según ésto,
Pertenecen, pues, a Lucas “ todos los pasajes donde el incidente
¿N o sería la visión, en una fase primitiva (anterior a la redacción
actual), una incitación a superar el tabú alimentario? w En tiempo es promovido a nivel de un caso típico” : visión y su interpreta­
de Lucas, la nueva orientación de esta finalidad primitiva tal ción (v. 28), discurso, presencia de "hermanos" en torno a Pedro,
•como resulta en nuestro texto no tiene nada de extraordinario: los elementos de Schlusszenerie y, sobre todo, la repetición de todo en
temas del alimento y del hombre ya se interfieren en Mt 15,20ls, el cap. 11. El episodio adquiere así un sentido que sirve en adelante
y esta interferencia se remonta hasta la tradición sobre Jesús. La v i­ para toda la Iglesia (caps. 11 y 15), pero el motivo inicial de la
sión de Pedro se apoya, pues, en una construcción temática ya ante­ comunidad de mesa ha pasado a segundo plano (H . C on zelm ann)
rior a Lucas (H. Conzelmann). G ál 2,11-14 nos confirma que una
cuestión de este tipo se le planteó ya a Pedro en una época en que 2. El “relato anterior”. La Vorlage ha dejado trazas especial­
había llegado a ser explosiva en la comunidad de A ntioquía16. mente en los encuentros (10,17-26). Se puede descubrir su “forma” :
10¡27-29. En esta conversación entre dos puertas, Pedro expone Bekehrungslegende edificante de estilo bíblico. Su personaje central
a su huésped su conclusión (teológica) acerca de la visión de lo es Cornelio: un “ temeroso de D ios” muy piadoso, del tipo del etíope
puro/impuro. Ahora bien, esta conversación rompe la lógica del re­ (8,26ss). Su piedad lo relaciona con Pedro. (En el relato actual, los
lato: después del saludo de Pedro (v. 26: “ Levántate, que también separa un abismo: salvar dicho abismo constituirá para Lucas el
yo soy un simple hombre” ), sería de esperar acto seguido una pre-14 acontecimiento significante). Todo discurre para él según la predic­
ción del ángel que, como recompensa por su piedad y sus buenas
14 H. H. Wendt, Die Apostelgeschicbte (1899) ad loe. obras, lo incita a hacer venir a Pedro: venida de Pedro, su discurso,
* Lucas ha omitido el logion (cf. Me 7,18-23). La cuestión está tratada don del Espíritu (hablar en lenguas), bautismo. El motivo constituti­
£ nivel de los Hechos. vo de este tipo de “ leyenda” es la comunidad de mesa. D e hecho,
18 Más tarde, según M. Dibelius, 99. Pedro da hospitalidad a los enviados de Cornelio, pues el Espíritu
260 E. Haulotte Exégesis de Hechos 10,1-11,18 261
le ha dicho: "Hay unos hombres que te buscan” (10,20). En este rior a Hch 6, al interpretar en este sentido las indicaciones de 11,7
nivel, no hay problema. En el texto actual, el encuentro está amor­ y 14: “desde los primeros días” , “desde el principio” 17.
tiguado por el efecto de la inserción de la visión de Pedro en la
historia (vv. 17.19). 2. Hch 15 y 11,1-18. La última fase del episodio (11,1-18)
muestra estrechas afinidades con las deliberaciones del Concilio:
3. La operación de Lucas. En la primitiva anécdota, la hospi­ compárese 11,17a y 15,8; 11,17b y 15,1018. El parentesco entre
talidad (comunidad de mesa) es un dato histórico que no compro­ ambos fragmentos queda claramente atestiguado en 15,9: “Dios ha
mete a toda la Iglesia, puesto que no plantea ningún problema purificado sus corazones con la fe” . Eso significa que la “pureza”
fundamental: la anécdota se sitúa antes de la misión de Pablo en ya no está ligada a las prescripciones legales (J. Dupont, 78).
Antioquía. Pero es en el contexto posterior, en el que el problema
ha llegado a ser candente, donde Lucas inserta la anécdota (las con­ 3. En 10,4 y 35, la idea de que un no judío pueda disponer
versiones de los griegos contemporáneos de la anécdota serán igual­ de un “memorial” ante Dios o ser “grato a D ios” carece de para­
mente desplazadas: ll,19ss). A sí lo convierte en episodio capital, en lelo en la literatura judía contemporánea, y era privilegio reservada
cambio histórico. De modo que reinterpreta los supuestos anteriores al pueblo elegido. ¿La habrá tomado Lucas de alguna fuente arcaica
a fin de expresar con ello “una verdad histórica superior” (Dibelius, que refleje un estadio primitivo de evolución en el que el estatuto
107): la idea de que los paganos pueden entrar en la Iglesia sin so­ aún sinagogal de la comunidad creyente empiece a abrirse a la par­
meterse a las obligaciones legales del judaismo procede de Dios, y ticipación de los no judíos?19
no de Pedro o de Pablo.
4. Por comparación con 11,19-26, donde tenemos un relato de
fundación de “Iglesia” (Antioquía), podemos ver en el episodio
b) Método complementario: comparación. de Cornelio el relato de la fundación de una comunidad de origen
pagano en Cesárea, ilustrada por un relato de milagro propio de
Comparando este relato con los datos de otros textos de los H e­
la tradición posterior de esta “Iglesia” y que estaría ligado a la
chos relacionados con él, la sincronía o la diacronía permiten pre­
defensa de Pedro ante sus “hermanos” de Jerusalén. El énfasis del
cisar el carácter del acontecimiento (o tradición) que sirve de punto
relato consiste en que Pedro repite el episodio para ellos20.
de partida.
Como se ve, todos estos análisis están activados por la perspec­
tiva de una “fuente”, o cuando menos de una “forma”, anteriores
1. Hch 8 y 11,19-21. Algunos elementos característicos indi­
can cierto parentesco entre el relato de la “conversión” de Cornelio al relato actual. ¿Pero no será esa perspectiva una de tantas ilusio­
nes fecundas que la ciencia, al progresar, tiene que abandonar por
y el del bautismo del etíope (8,26-40): un “ temeroso de D ios” en
una sencillísima razón que la profusión de resultados impedía ver?
busca de la palabra; idéntico marco itinerante donde el encuentro
es decisivo; idéntica alternancia observada entre ángel y Espíritu; B. Weiss, Einleitung in das N.T. (1886) 129.
acceso al bautismo pautado por una pregunta análoga: ( “ ¿Qué im­ M J. R. Porter, The Apostolic Decree and Paul’s second Visit to Jertt-
pide que yo me bautice?” ), inmediatamente resuelta (M. Dibelius; salem: JT S 47 (1946) 169-174.
“ W. C. Van Unnik, De Achtergrond en betekenis van Handelingen
J. Dupont, 78). Por otra parte, las conversiones de “griegos” que 10,4 en 35: “Nederlands Theol. Tijdschrift” (1948-1949) 260-283 y 336-
siguen a nuestro episodio son enlazadas explícitamente (11,19) con 354. J. Dupont (79) sugiere que la imagen podría estar tomada de los L X X .
la secuencia de Felipe (8,4). Por ambas partes, ausencia de conflicto. ¿Habría que decir otro tanto de las particularidades sintácticas del discurso?
El vocabulario del cap. 10 se caracteriza, a nuestro juicio, por el número
¿Dónde situar esta época en que las dificultades inherentes a este de hapax.
tipo de contactos y a su consecuencia, lejos de afectar a la unidad 20 W. L. Knox, The Acts of tbe Apostles (Cambridge 1948) 33. El aná­
de las “Iglesias” , se resolvían espontáneamente en intercambio? lisis comparativo da aquí un fecundo resultado. Sin embargo, análisis com­
M. Dibelius la localiza entre el martirio de Esteban y el comienzo plementarios muestran cómo el contenido específico de este relato de fun­
dación consiste en poner en relación un elemento de origen pagano con un
de las misiones de Pablo. B. W eiss había propuesto una época ante­ elemento de origen judío.
2. Composición totalmente lucana
II. O bservaciones sobre los métodos descritos
Aun admitiendo en su conjunto el análisis crítico realizado por
la Formgeschichte, cabe efectivamente la negativa a considerar las Así, pues, el acuerdo sobre el análisis de la infraestructura no
distorsiones descubiertas en el texto como indicio de un “relato pri­ impide una profunda divergencia en la manera de concebir su com­
mitivo” . Esta es la postura de E. Haenchen. Su razón es de índole posición, y esta divergencia no modifica el diagnóstico sobre la in­
histórica: históricamente no hay sitio para una tradición que hu­ tención o el eje del texto. ¿N o manifiesta este distanciamiento en la
biera conservado ese tipo de Bekehrungslegende, como tampoco para interpretación de los resultados sobre los que ambas partes se apo­
un relato de fundación, como sugiere Knox. Si originalmente se yan, cierto vacío en el análisis?; ¿no habrán sido subestimados o
tratase de una anécdota sin alcance determinado, ¿por qué la co­ marginados determinados elementos del relato?; ¿no está la explo­
munidad primitiva, totalmente imbuida en la idea del fin de los ración de que el método es capaz limitada, tanto de una parte como
tiempos, habría encontrado interés en cultivar su recuerdo? ¿Y cómo de otra, por la elección de determinados criterios, en dependencia
habría podido pasar por hecho trivial, y no sorprenderla, la entrada de un esquema teológico (sobre la intervención divina en la historia)
de un pagano en la comunidad? En fin, un hecho semejante, reali­ que reduce fatalmente el conjunto de la interpretación a un mismo
zado bajo la autoridad de Pedro, si hubiera sido objeto de una tra­ horizonte?
dición, habría bastado para hacer imposibles las oposiciones de los
judaizantes contra Pablo, en la misma Antioquía. 1. Puntos dejados en suspenso
D e hecho, también para él, el fondo del episodio es uno de esos
encuentros entre cristianos de origen judío y paganos bien dispues­ a) La trama del episodio está compuesta de actos de hospitali­
tos, que concluyen en conversión, cuyo curso prefiguran ya el ciclo dad (necesariamente ligados a una comunidad de mesa), los cuales
de Felipe y el de los “griegos” . Pero es Lucas quien esboza, en son muy importantes precisamente en los pasajes clasificados bajo
función de la economía de los Hechos, una problemática que tiene el título “ admisión de los paganos (a la Vida) en la Iglesia”. Ahora
en cuenta los conflictos entre los judaizantes y Pablo, superados en bien, aun cuando no se diga, se trata de comunidad de mesa. Lo
la época de la redacción. Esto le permite poner a Pedro en el papel no dicho juega de hecho un papel (por ejemplo, en torno al discur­
de pionero que le corresponde en la misión-, incluso en medio pa­ so de Pedro), y la acción descrita es, narrativamente, portadora de
gano, y sirve de preparación para el Concilio de Jerusalén. Las per­ tanto sentido como las cosas dichas (cf. 10,17). Además, estos gestos
turbaciones introducidas en el relato, concretamente por los cuatro de hospitalidad forman series que concurren, por un itinerario se­
pasajes analizados más arriba, son interferencias voluntarias del autor ñalado, a abrir un espacio “ sagrado” inesperado: este espacio se
para posibilitar precisamente la intervención divina y demostrar define sucesivamente como el hombre, las naciones, etc. Por último,
que es ésta, más que la de Pedro o de Cornelio, la que organiza la a través de la hospitalidad, se verifica una conversión a Dios de
finalidad del conjunto. Una vez conocida, los personajes le obede­ Pedro y de Cornelio, basada en la reciprocidad de su intercambio
cen; Dios los guía paso a paso y los hace salir de la oscuridad por y que hace que la “Iglesia” sea conocida y crezca por su relación
caminos imprevistos. Introduce a los paganos en la Iglesia (10,3. con el otro, el desconocido, y precisamente en el otro; por parte de
11-16.22.30; 11,5-10.13); los cristianos se asombran de ello (10,14. Cornelio, que viene “ ante” Pedro, pero también por parte de Pedro,
28.47; 11,2.8.17). Este acontecimiento no es debido al azar, sino que cuya comunidad acusa una dimensión imprevista: la de Cornelio.
se trata de un hecho de mucha trascendencia para la historia de los Este proceso, animado por el Pneuma, llega a su conclusión en el
pueblos (10,45; 11,1.18; cf. 15,7). Todo pagano tiene su “ tipo” en Concilio (15,8s): la Iglesia encuentra entonces su equilibrio (como
Cornelio. Esta manera de determinar la “ intención” y el eje del rela­ también el libro de los Hechos) al reconocer y recibir en su centro
to no difiere mucho de la de M. Dibelius, para quien “todo lo que todo este movimiento21. La relación entre las dos líneas de interés
en tensión en el relato deberá, pues, revalorizarse en esta perspecti-
tiene un alcance típico pertenece a la labor redaccional” , pero
E. Haenchen cree llegar a la misma conclusión sin necesidad de
21 J. Jervell, Das gespaltene Israel und die Heidenvólker: St. Th . (1965)
pasar por una “forma” primitiva. 68-96.
264 E. Haulotte Exegesis de Hechos 10,1-11,18 265

va: ya no se presentan en disyunción ni en yuxtaposición, sino q u e Pero nuestra manera de proceder nos vuelve a poner en presen­
su juego se conjuga según un principio que podríamos llamar de cia del problema del método.
alternancia22.
2. Presupuestos de los análisis
b) ¿Podría, por lo demás, subsistir el relato en el caso de que
las dos líneas se confundieran o una eclipsase a la otra? Si la hos­ a) Los criterios que permiten percibir distorsiones en este texto
pitalidad sirve de soporte de los acontecimientos que se producen, están afectados por un coeficiente de apreciación personal que hace
la dinámica del conjunto procede de la presencia simultánea de las difícil la evaluación de su rigor, sobre todo cuando cada punto del
dos líneas diferentes. Ambas se mantienen en tensión hasta el Con­ relato necesita un criterio diferente. Así, pues, la conversación entre
cilio, y todas las veces entran en acción a partir de un encuentro, en dos puertas (10,27-29a) aparecerá como una ruptura en la lógica del
el que se produce el efecto. Así, por ejemplo, el efecto de las dos relato o no, según la importancia temática concedida a la hospita­
visiones distintas y de sus relatos confrontados. El problema plan­ lidad. Estos criterios pueden depender de estimaciones globales, lite­
teado a Pedro en 10,17 procede de la naturaleza de la visión misma rarias o históricas, cuya diversidad sobre el mismo texto indica que
son función de un marco previo a los análisis. Si por lo demás se
("Pedro no acertaba a explicarse...” ), más que de lo dicho sobre
ha sido sensible a la perfecta transparencia de que es capaz el autor,
lo puro y lo impuro (H. Conzelmann), y la llegada de los tres hom­
difícilmente se admitirá que en este relato, si es suyo, Lucas haya
bres constituye su sentido dado en acto (en el horizonte se perfila
escogido materiales tan rebeldes para expresar claramente su inten­
la comunidad de mesa). Pedro sólo puede asimilar este sentido ve­
ción23. Pero ¿cómo diagnosticar esta “intención” de otro modo que
rificándolo por una acción todavía neutra (la hospitalidad indicada
no sea por los distanciamientos del texto en relación con una “for­
por el Espíritu, w . 19s); todavía ignora que tiene que aportar la
m a” por lo demás conocida? ¿Y cómo discernir esta “ forma” , si no
palabra que permitirá a estos paganos entrar en su “ salvación” por
es por las distorsiones?... N os encontramos en un círculo. ¿Basta
la fe en el contenido de la misma palabra; por último, en el mo­
una opción histórica para salir de él? ¿N o podría el lenguaje (cuan­
mento en que se plantea la cuestión de su bautismo de agua (10,47;
do diverge notablemente de la texitura habitual del autor) delatar
11,16; cf. 8,36), la diferencia entre lo puro y lo impuro entra de
con seguridad la presencia de un material anterior a la redacción?
nuevo en el campo del relato, pero Pedro encuentra la solución
También aquí el criterio es maleable. Por ejemplo, no se ha dedu­
situándose en el otro polo, el del hombre: no hay diferencia entre cido consecuencia alguna de la presencia de doce hapax en el capí­
judíos y paganos (puesto que D ios les ha concedido el mismo don, tulo 10: seis se encuentran en los pasajes designados como “suturas”
con referencia a una “palabra del Señor” : 11 ,l6s). La última etapa redaccionales24. ¿Qué consecuencia se puede sacar de esto? En cada
de la reflexión sobre la visión, al fin clara, se alcanza en el Con­ uno de los vv. 4 y 35 del cap. 10 hay una palabra rara, ¿pero no
cilio: “ Ha purificado su corazón por la fe” , sin establecer diferencia serán intencionadas, como las indicaciones sobre el “memorial” y
"entre nosotros y ellos”. El enlace entre las dos líneas queda aquí “ grato a D ios”, para dar al estilo un tono similar al de los LX X ?
tematizado. (J. Dupont). G. Strecker ha demostrado que la presencia de hapax
Hay un cuidadoso montaje del redactor que subraya un factor en Mt, en un contexto de aire mateano no denotaba, propiamente
distinto de la intervención vertical de Dios. Esta intervención sólo hablando, una “fuente”, sino una tradición más o menos difusa a la
adquiere sentido por la intervención de este otro factor: la reflexión que Mt da por vez primera expresión. ¿Es posible una exégesis simi­
de los personajes, que progresa por una serie de “convocaciones”. La lar en un relato de Lucas, para el cual no disponemos de paralelismo?
lógica del relato se apoya en el juego serial de múltiples líneas dife­ El uso de un método supone ya una opción previa: ¿cómo justificarla
rentes, e incluso originalmente independientes. El eje de la lectura en tal caso concreto?
se ha modificado, por consiguiente, en función del nuevo punto de La situación cambia si encontramos una forma de lectura que
vista adoptado (papel de la comunicación y de la reflexión). Sin permita dar cuenta de cada punto, en su propio nivel, haciendo per-
embargo, queda instaurado por el análisis crítico del texto.
23 “ Ha contado la historia de tal manera que sólo su sentido teológico
23 Este principio tiene vigencia siempre que unos elementos remiten a la hace inteligible” (E. Haenchen, 309. El subrayado es nuestro).
una “estructura” . 24 Cf. 10,9.17.27.28.29.
266 E. Hardotte Exégesis de Hechos 10,1-11,18 267

cibir entre todos una relación estructural25, descubierta por otro me­ obtiene (o no) una decisión (fe); los factores de encuentro y de
dio que no sea el de una “ forma” primitiva. comunicación interhumanos, el análisis de la situación, lejos de tener
una consistencia efectiva, son simples soportes. Este presupuesto de­
b) Los criterios pueden estar influidos por presupuestos más termina más o menos lo que se atribuye al autor, y explica el fun­
profundos, que implican una concepción del hombre y de Dios Re­ damento que encontramos en el texto. ¿Acaso no es dicho presu­
sulta bastante curioso que este relato sea designado espontáneamente puesto lo que invita a fundamentar el relato en una “anécdota
como relato de “ conversión” , siendo así que en ningún momento edificante” en la que todo viene de D ios y, en todo caso, a atribuir
describe una “ conversión” de Cornelio ni de los suyos. Los análisis a la iniciativa divina una función exclusiva? Entonces, todo sucederá
están constantemente pendientes de captar la psicología de los perso­ como si, según la teología de Lucas, las contradicciones de la exis­
najes bajo la acción del D ios que se manfiesta. Pero ¿está planteado tencia se resolviesen en un supermundo trascendente.
el problema, en el texto, en términos de aprehensión psicológica? Pero la ambivalencia de la función explicativa atribuida a la
A este nivel ya no es la comprensión de uno mismo lo que funda­ intervención divina plantea de entrada un interrogante sobre el ejer­
menta en este relato la comunicación, sino la comprensión del otro: cicio del método: éste influye tanto para crear las incoherencias
la comunicación se impone a Pedro desde el punto de vista de Cor­ como para eliminarlas. Tal juego contradictorio sólo es posible lógi­
nelio, y recíprocamente. Dicho con más rigor: ¿no juega también camente si, como acabamos de señalar, el efecto (el contenido efec­
su papel en las opciones metodológicas la “ subjetividad trascendental tivo) de la intervención histórica de Dios supone una deficiencia, un
del hombre” (para hacer alusión a una problemática subyacente a la vacío absoluto en el despliegue de la historia, cuya brusca expresión
discusión que estamos abordando)? Es cierto que el episodio, en sería la decisión de creer. El relato insinúa otra lectura. Por el con­
principio, supone, por un lado, un pagano perfectamente dispuesto trario, tiene una acusada tónica reflexiva; destaca el papel de la
reflexión en el interior de ese esquema vertical que representa la
que no sabe cómo salir de sus límites y, por otro, una comunidad
intervención divina; y el contenido enigmático de las visiones, la
cristiana replegada sobre sus antecedentes judíos, consciente de su
venida del Espíritu (hablar en lenguas) o el movimiento del discur­
necesidad de apertura universal, pero ignorando cómo hacerlo. Y al
so, establecen relaciones. El sentido de la presentación vertical queda
cabo puede decirse que “ todo ha sido revelado en tanto que la reve­
aclarado con toda precisión por el estudio del esquema que abarca,
lación ilumina al hombre acerca de sí mismo y éste puede compren­
no sólo el episodio de Cornelio, sino también el conjunto de su
derse nuevamente a sí mismo”, en el “ instante" determinado por
contexto (caps. 8 a 15). N os la encontramos allí donde el relato
la predicación. Pero la manera como se representa esta acción de
marca una tensión que por lo demás será resuelta como historialt>.
Dios y la comprensión del hombre por sí mismo, que la acompaña,
¿Cómo definir esta relación entre registros diferentes, terreno y ce­
ha limitado quizá el campo de los análisis del relato, tanto más lestial? N o se trata de yuxtaposición; el sentido de lo que sucede,
cuanto que este texto parece prestarse a ello de entrada: ¿no se pre­ procede de su conexión. ¿Cómo explicarlo en adelante, a no ser por
senta Dios en él en una modalidad de distribución vertical (visiones, una "estructura” que establezca una relación entre los elementos del
discursos, venida del Espíritu)? ¿Pero cuál es el contenido de dicha relato, que al margen de ella serían heterogéneos? Una relectura del
presentación? ¿Significa una eterna presencia, inversa de la de los texto desde esta perspectiva, constituiría una prueba o una aproxi­
hombres que sólo pueden venir al mundo por suspensión del curso mación, si se me permite, antes de abordar la definición de esta
de las cosas y éxtasis del tiempo, como negación de la historia e in­ “estructura” y su descripción. Dicha relectura se mueve en el ámbito
terrupción en los acontecimientos y la reflexión humana? En esta de la Redaktionsgeschichte, pero utiliza ya las aportaciones de las
perspectiva, Dios interpela al hombre desde arriba, desde fuera, y* disciplinas de que hemos hablado. Se plantearán problemas de mé­
todo, pero esta vez en el campo de los análisis propuestos por
* Un ejemplo claro: se buscará el principio de explicación del “me­ nosotros27.
morial” en su simétrico, la figura de los "animales” en la otra visión;
la simetría está invertida, pues el privilegio judío es atribuido a la visión
del pagano, mientras que los animales, no diferenciados, propios de un 39 El bautismo del etíope y las conversiones de “ griegos” , considerados
contexto pagano, se encuentran en la visión judía. Este reflejo mutuo puede aisladamente, no dejan percibir todo su sentido; literalmente carecen de él.
tener una "tradición” . El análisis se ve confirmado por la presencia de 27 Recordemos algunos puntos: considerar en serio la relación entre “pro­
palabras raramente empleadas en los LX X . yección” y estructura de la vivencia; la situación en una serie otorga sentido
Exégesis de Hechos 10,1-11,18 269

MOMENTOS SIN
PROBLEMATIZACION RESOLUCION
PROBLEMA
II

BUSQUEDA DE UNA ESTRUCTURA


(a) 8,26-40. Bautismo (a) 10,1-11,3. Serie de (a) 11,4-18. Recapitula­
del etíope encuentros (reiterada en ción delante de la co­
(momento inicial). 11,1-3). munidad de Jerusalén
I. PROBLEMATIZAClÓN (momento inicial).

El paso decisivo hacia un intento de mejor comprensión del re­ (b) 11,19-21. Las con­ (b) 15,1-2. Litigio so­ (b) 15,7-19. Deliberación
lato sólo se consigue si se llega a superar el nivel donde la tensión versiones de “griegos” . bre la circuncisión. y sanción: ley/libertad.
entre los centros de interés plantea un problema. Se trata, pues, de
encontrar la perspectiva de fondo que abre a un aspecto diferente 11,22-24. Reconocimien­ 15,5-6. Litigio sobre la 15,20-29. Id.: alimentos
de la estructuración del relato. Esta manera de leer pone en circuito to por Jerusalén Ley. y comunidad de mesa
interno, dentro de un orden determinado, los diversos elementos del (momento final). (momento final).
relato que hasta entonces parecían yuxtapuestos y mantenidos en el
mismo campo de significación sólo gracias al artificio del redactor
Este esquema de conjunto pone en evidencia un juego de sime­
(el “ sentido teológico” que da a su relato, o su reelaboración de una tría y de alternancias entre dos registros: una escenificación vertical
o varias “ fuentes” ). Según esto, la significación de los elementos que y un itinerario reflexivo. En cada uno de los tres momentos inter-
intervienen en el relato, por distintos que sean, procederá de la vien de dos en dos.
“estructura” que, en última instancia, permite esa relectura.
Los anteriores análisis han mostrado la analogía de situación en­
1. El esquema subyacente tre el ciclo de Felipe (cap. 8) y el ciclo (cap. 11) que termina con
la fundación de Antioquía (sin problema), pero la dimensión verti­
a) En los episodios que conciernen a nuestro tema entre los cal acusadísima en el uno, está ausente en el otro. El problema se
capítulos 8 y 15, Lucas utiliza distintos registros de expresión para plantea en el cap. 10 y en el 15, pero en forma muy diferente: en
señalar la conexión entre la presencia divina y la de los personajes, un caso, su despliegue sobre un fondo epifánico adquiere una tónica
según las fases de un desarrollo interno que hay que definir. Resulta de “modelo” o de “tipo” (10,1-11.3); y en el otro, se diría que se
claro que Dios estaba allí “desde el principio” (15,14), pero esto trata de una crónica. Por último, en ll,4ss, el testimonio de Pedro,
sólo se ha podido decir a posteriori, al recapitular y dar cuenta de desglosado de la cuestión planteada en el v. 3, resuelve la tensión
ello. En todo caso, no está localizado fuera ni arriba, creando así un a modo de un oráculo divino, mientras que en el Concilio tiene
vacío, sino más bien delante, en la dinámica de las relaciones, pero autoridad de testimonio ampliamente confirmado por los hechos. El
sin por ello resultar una emanación de aquélla: de ahí nace el pro­ cuadro parece, a primera vista, restar importancia al episodio de
blema. Cornelio (10,1-11,18); pero si tenemos presente el texto veremos
Si, siguiendo la cronología de los acontecimientos indicada por que más bien demuestra su singular importancia, pues es precisa­
los Hechos, se realiza una seriación de los momentos según su equi­ mente el que presta unidad a todas las relaciones.
librio propio en relación con la dinámica de conjunto, se descubre b) En el interior de este esquema de conjunto, la relectura del
una disposición muy precisa de los mismos: texto exige una nueva operación de seriación, esta vez para las pa­
rejas como lo puro y lo impuro, cuyos conjuntos aparentemente dis­
a elementos que de otra manera serían dispares; las parejas binarias (puro/ pares han contribuido a plantear el problema de los dos centros de
impuro...) forman series de sistemas (ternarios) cuya función resulta co­
herente de un extremo al otro del relato (y entre los relatos escalonados interés. Nunca aparecen en los momentos sin problema. Si se ponen
del cap. 8 y 15); principio de alternancia. en serie estos varios conjuntos que se escalonan a lo largo de los
270 E. Haulotte Exegesis de Hechos 10,1-11,18 271
10,37-43 unción del Espíritu muerte/resurrección remisión dé los pe­
relatos de los caps. 10, 11 y 15, vemos aparecer una serie de siste­ Santo sobre Jesús de Dt 2 1 / cados juez vida/
mas ternarios, cuyo sentido procede del mismo proceso serial, de su Nazaret ("hombre”). comer-beber muerte (contacto)
coherencia entre sí y con la trama28. El reconocimiento de la con­ Reacción de los cir­ (impuro) Jesús = Señor
notación de que va dotado cada término es una condición de nues­ cuncisos (puro) de todos (circ.-incirc.)
tra relectura.
10,44-48 Espíritu Santo sobre el paso silencio/ha- contacto con la san­
1. La cuestión de lo puro ¡impuro interviene en los diversos incircuncisos. Reac­ blar en lenguas en tidad por el agua del
ción de los circunc. los incircunc. marca, bautismo (nosotros/
sistemas ternarios como factor central, cualquiera que sea su lugar desde el punto de ellos) comunidad de
en la enumeración, pues el principio de la alternancia actúa en el vista de los circunc. mesa entre circunc./
interior. Y cuenta asimismo para las connotaciones que pueden sus­ el paso de lo impu­ incircunc.
tituirse en cada término. La visión de Pedro muestra desde el prin­ ro hacia lo puro
cipio del relato la fórmula básica que volverá a encontrarse luego
bajo múltiples formas, cuya variación viene determinada por la na­ 11,3 hospitalidad circunc./incircunc. comer con
(cuestión sobre (contacto)
turaleza de los “ encuentros” y la cualidad de los personajes en puro/impuro)
juego:

Alimentos puro/ impuro circuncisos/ incircuncisos


(comer) (contacto) (etnia)
11,4-10 animales inmundo/impuro lo que (neutro)
(matar)38 matar comer purificado/inmundo
comer
2. El juego de las alternancias da la línea serial siguiente29:
10,12-15 animales inmundo/impuro lo que (neutro) 11,11-18 “ hombres enviados” Espíritu Santo sobre una “palabra del Se­
matar comer puri ficado/inmundo contacto ellos/nosotros ñor” sirve de funda­
comer v. 17 “hombres (indicado por el Es­ (circunc./incirc.) mento al paso agua-
enviados” píritu + seis herma­ Espíritu Santo (des­
nos) y entrada en la de el punto de vista
casa circunc. = impuro
10,28-29 contacto i nmundo/impuro contacto circunciso- hacia santidad) por
circ.-incirc. “ hombre" incircunciso bautismo o contacto
(yo-vosotros) con “Iglesia” santa
30,34 Imparcialidad de Dios en cualquier pueblo contacto de Dios
(puro/impuro) (temor y limosnas 15,1 circuncisión
equivalen a inmola­ regla de Moisés
ción y a comer con salvación
(o por) Dios: el me­
morial 30 (10,4) es un
privilegio de la san­ 15,5 circuncisión
tidad de los circun­ Ley de Moisés
cisos). (ley de la “ Iglesia”)

38 Este método es común a varias disciplinas; por ejemplo, a la etnología 15,7-9 contacto Espíritu Santo sobre purificación por fe
y a la lingüística moderna. de boca ellos/nosotros
* Las connotaciones se colocarán bajo cada término (entre paréntesis = no fe (circ./incirc.)
mencionadas). (no diferencia)
00 El “memorial” elevado cerca de Dios (como una estela conmemorati­
va) está relacionado con la “ justicia” y con la "limosna” , es decir, con una 15,10-12 ley = yugo fe = gracia silencio = unanimi­
modalidad de don de primicias o de sacrificio; además, guarda simetría con
los “animales" (comestibles) de la otra visión. para ellos/nosotros para nosotros/ellos dad
272 E. Haulotte Exégesis de Hechos 10,1-11,18 273

15,19,21 conversión sin albo­ con abstención de 4 en comunidad de me­ de la distancia a recorrer efectivamente como historia aparece y es
roto (de la ley) para elementos impuros sa (la situación de
los paganos los circunc. queda ca­ presentado como intervención vertical: aproximación al personaje
lificada en lo suce­ central indicada por la intervención del ángel/Espíritu, kerigma,
sivo como tradición decisión repentina de bautismo inmediatamente aceptada y realizada,
particular (v. 21a) y distanciamiento súbito del personaje al ¡final. Por el contrario, en el
local (v. 21b)
momento final, la aproximación a los “ griegos” se explica por la
dispersión (11,19), por el carácter o el tipo de encuentro31; tras la
15,22-29 Consentimiento comu­ sin otras cargas que abstención de 3
nicado elementos impuros conversión, al enviado de Jerusalén sólo le queda animarlos a seguir
el impulso de sus corazones; en todo el asunto, el Señor estaba, sin
embargo, actuando, pero en el interior: “ la mano del Señor favore­
cía” a los ¡predicadores itinerantes (v. 20b). La distancia no es tema-
3. En la ¡primera parte del discurso de Santiago (15,14-17), la tizada; no media ningún vacío. Pero esta facilidad presupone aquí
escisión puro/impuro queda superada, y paralelamente la escisión la resolución del conflicto descrito en el episodio de Cornelio, aun­
entre un elemento de origen judío y un elemento de origen pagano: que nada de ello se trasluzca en los datos materiales del relato32: la
el pueblo del Nombre (de Dios) sacado de las naciones da cumpli­ dinámica del relato compensa lo no dicho, lo dice narrativamente.
miento a las profecías precisamente por su reconciliación en él, y En relación con el cap. 8, la intervención divina es también com­
la tienda de David a que se hace alusión ya no es el antiguo Israel pleta, pero no se manifiesta en el registro vertical (apocalíptico): el
que sería “restaurado”. Este pueblo está formado de todas las nacio­ registro es pastoral y parenético, sobre el fondo de una noticia geo­
nes (incluido Israel, el antiguo y el actual) que, bajo la epiclesis del gráfica y de una lista de nombres. El momento inicial, por el con­
Nombre, buscan al Señor: toda la historia tiende desde los siglos a trario, estaba presentado en la forma de las intervenciones proféticas
la fundación de ese pueblo que emerge aquí mismo (cf. “ desde el del Antiguo Testamento.
principio” en el v. 7). Este pasaje destaca, por la cita de Am 9 en
el v. 17a, el deseo de contacto, que está narrativamente presente b) El desarrollo del problema implica asimismo dos circuitos
en todo el episodio de Cornelio (10,19-29-33). Según esta relectura, simétricos: 1) el episodio de Cornelio es, como hemos visto, objeto
por último, la epiclesis de que habla Amos no carece de relación con de un tratamiento especial, puesto que implica una escenificación
el papel del Espíritu Santo desde el comienzo del episodio, del lado vertical de la misma índole que en el ciclo de Felipe y un anexo en
de Cornelio (aún pagano) y del lado de Pedro (aún “ judío” ). Las que el conflicto queda resuelto (prospectivamente). 2) Ahora bien,
dos visiones asimétricas son dirigidas por el Espíritu que asume, parece ignorado por las dos partes que entablan el litigio sobre el
como se ve en 10,20, por un lado, “el ángel” y, por otro, “la voz” : acceso de los paganos a la salvación, en Antioquía (15 ls ) y en Jeru­
“Soy yo quien los ha enviado”, dice el Espíritu a Pedro. salén (15,5s). ¿Cómo explicar este hiato en la lógica del relato? Es
tentador concebir la justificación de Pedro en 11,4-17 como for­
2. Análisis ¿le los momentos mando parte de los debates del Concilio (J. R. Porter). Pero nuestro
primer cuadro invita a deducir la lógica de cada episodio según su
a) En los dos momentos sin problema (bautismo del etíope y lugar en la línea serial. Señalemos en primer lugar la conexión
conversiones de griegos), la distancia topográfica, cultural y cultual de 11,3 (donde el sistema ternario se despliega en hospitalidad/
es salvada sin conflicto; pero lo es de muy diferente manera en cada cvrcuncisiónfalimentos) con el contenido de la justificación presen­
caso. El momento inicial (8,26ss) parecía ya incluir todas las posi­ tada en 11,4-17: la visión de Pedro, con su desenlace en la acogida
bilidades del momento final (ll,19ss), como lo ha mostrado el aná­ de los enviados de Cornelio y la entrada "en la casa del hombre”,
lisis crítico descrito más arriba; de hecho no las incluía en absoluto, pone en juego dos sistemas ternarios cuya clave consiste en una
en cuanto la ingenua realidad que presentaba no había supuesto secuencia que se puede resumir así: alimentos (anim ales)/“hom-
conflicto con lo que le resultaba contrario en la realidad histórica. El
narrador del conjunto se sitúa evidentemente después del conflicto 31 Algunos chipriotas y cirenenses, en Antioquía: 11,20.
y de su solución. En el momento inicial, todo lo que no se menciona 32 “Los w . 19-20 ignoran todo sobre Pedro/Cornelio” (H. Conzelmanní).
18
274 E. Haulotte
Exégesis de Hechos 10,1-11,18 275
bres" (circuncisos o no, es asunto del Espíritu)/hospitalidad; la ca­
tegoría de puro/impuro actúa en ambos casos. En 11,3, la interven­ bre (de D ios)” de la promesa (15,14). La entrada de los pueblos
ción de las autoridades de Jerusalén es una reiteración de la interro­ en comunidad de fe con Israel era la última condición que mantenía
gación de Pedro sobre su propia visión (10,17). Y es utilizada de en suspenso la realización de la promesa. Ahora bien, esa condición
nuevo en Antioquía y en Jerusalén, antes de encontrar una fase de era de orden histórico y, por tanto, obra imprevisible, supeditada
solución, en la que pasa a ser testimonio reconocido y experiencia a unas distancias y a unos encuentros en el espacio, el tiempo, la
fundamental para cualquier problema de este tipo: la fundación de diferencia de culturas, donde sin cesar influye la libre decisión de
una comunidad a partir de los elementos históricos más dispares ma­ los interesados de realizar o no una verdadera comunicación de la
nifiesta en cada punto las leyes fundamentales que obran en la funda­ misma36, instauradora de un sentido irreversible. La estructura de
ción del “ pueblo del Nombre (de D ios)” . La economía general de la acción no estaba en absoluto predeterminada por un código pre­
los hechos influye en la distribución de los elementos en la línea establecido.
serial de que se trata. La situación de 11,1-18 se explica por el 'papel
de Pedro en esta economía. Después de 11,18, su papel propiamente
misional se termina: es relevado por Pablo, que en seguida ocupa II. L a índole reflexiva del relato
todo el campo (11,25s tiene su continuación en 13,1-3)33. Asimismo,
Jerusalén es sustituida por Antioquía como centro de la difusión
En el curso de las escenas que constituyen el relato de 10,1 a
cristiana. En los Hechos, 11,18 señala, pues, un vértice y un térmi­
11,1837, la red de comunicaciones no cesa de multiplicarse y de
n o 34. En este punto, se comprende que el registro de la perplejidad
adquirir resonancias (o connotaciones) a niveles de profundidad su­
se acentúe al máximo en la conciencia eclesial, hasta el peligro de
mamente diversos. El relato esboza en su despliegue la ley de cons­
escisión: Pablo reemplaza a Pedro, y Antioquía a Jerusalén. Es mu­
trucción instauradora de las relaciones que constituyen al "hombre”.
cho lo que está en juego. La asimetría de la respuesta de Pedro en
El resultado es una especie de sistema por facetas, o diagrama, sus­
relación con la cuestión planteada pierde así su apariencia aberran­
te. Simétricamente, en el relato anterior el registro de la escenifica­ pendido entre el enigma planteado al principio por el ángel/Espíritu
ción vertical estaba ampliamente abierto (visiones, discursos, venida a la manera de un espejo (doble visión) y la difusión del Espíritu
del Espíritu). Santo, al final, que repercute en la comunidad de Jerusalén, en
forma interrogativa en ll,2 s, después como testimonio recibido (11,
c) La solución del problema se realiza en dos fases, igual que 4-17) y, por último, como reconocimiento de la Imagen (11,18). La
en los momentos precedentes: 1) la mención del encuentro de Cor- motivación del relato, con la tensión que ello implica, es la expe­
nelio que termina en la confesión de 11,18, y 2) la evocación del riencia de una comunicación, cuya escenificación vertical supone un
mismo episodio (no mencionado) que promueve la decisión del Con­ contrapunto respecto a su índole general reflexiva. Dios se manifies­
cilio en el cap. 15 son, en este momento, reconstruidas cada vez ta saliendo al encuentro de Cornelio, de Pedro, de la com unidady
en función de lo histórico de los acontecimientos. El reconocimiento de los pueblos, o en la dinámica de sus relaciones: en la transforma­
que en ambos casos se produce no es consecuencia de una interven­ ción a realizar de las relaciones reales entre judíos y paganos, la
ción vertical del Espíritu35. Se basa en una relectura del conjunto relación entre hombres y hombres, por reflexión acerca de las suce­
de los hechos (un análisis de situación). Emerge como efecto de se­ sivas situaciones y la aplicación de las decisiones convenientes. El
ries factuales (donde se juntan los hechos, las libres decisiones y la relato muestra cómo, en un momento capital tanto para la unidad
reflexión progresiva), que se han entrecruzado a lo largo de los de los hombres como para la de la ekklesia, la epifanía divina inter­
encuentros: el Concilio es su resolución y su sanción. En la inter­ vino como historia.
ferencia de estas series se verifica, por último, el “pueblo del N om ­
33 La estructura de la acción no estaba predeterminada por un código
33 En la totalidad del conjunto que forman los capítulos 3-12, los episo­ preestablecido (a la manera de un vuelo lunar). Históricamente esta comu­
dios de 11,27 a 12,23 quedan al margen del cuadro: nota 8. nicación no logró establecerse entre una parte de Israel y una parte de los
31 J. Dupont, 410. “pueblos” : los Hechos lo atestiguan (cf. 17,32).
36 Cf. 15,28: “El Espíritu y nosotros” . 33 E. Haenchen distingue siete escenas (Apg., 309-312); en el cap. 10:
1-8; 9-16; 17-23a; 23b-33; 34-43; 44-48; en el cap. 11: 1-18.
Exegesis de Hechos 10,1-11,18 277

mos llamar, para simplificar, la Heilsgeschichte: la sorpresa de los


1. Encadenamientos, simetrías y repeticiones circuncisos se refiere al don del Espíritu. O sea que menciona en
forma de connotación (10,45) lo que interviene de forma subyacen­
a) La articulación de unas escenas con otras está sabiamente te. Y la idea se deducirá claramente, como fundamento a partir de
calculada. Algunas transiciones utilizan un procedimiento del tipo ese momento, más tarde por boca del jefe de la comunidad judeo-
fundido-encadenado (10,8-9.17.23). Sucesivos jalones conducen al ca­ cristiana: “Dios se preocupó de escogerse entre los paganos un laós
pítulo 15: 11,19-20 remite a los "paganos” de 11,18; en 11,25, el (reservado) a él” (15,14), “ con las naciones que llevan ya su nom­
delegado de Jerusalén lleva a Saulo a Antioquía; en 15,2, ambos son bre” (15,17). Ahora bien, el eje de esa santidad pasa en adelante
delegados de Antioquía en Jerusalén. por cierto tipo de comunicación entre hombres que aquí se mani­
b) Cada una de las visiones es contada dos veces y recordada fiesta como “hablar en lenguas” (sobre Dios: 10,46), y los paganos
por lo menos una vez. Visión de Cornelio: relato en 10,3-7 y 30-33, se revelan tan capaces de esta comunicación como los circuncisos,
y mención en 10,22 y ll,1 3 s. Visión de Pedro: relato en 10,9-16 una vez que “creen en el Señor Jesús” (10,47; 11,17; 15,8s). ¿Se
y 11,5-10, y mención en 15,9. Y lo mismo sucede con la venida da en el cap. 15, con el decreto y la carta, un retorno puro y simple
del Espíritu, contada dos veces en 10,44-48 y ll,1 5 s, y mencionada al registro alimentario? Un nuevo elemento aparece en la cuestión:
en 15,8. la noción de límite. La categoría puro/impuro existe en medio pa­
c) El problema fundamental es la fundación de una nueva co­ gano en una ciudad donde el sábado se ha efectuado una lectura
munidad, de tipo por fin universal, por una “alianza” entre judíos y sinagogal y donde los cristianos de origen judío permanecen fieles
paganos, a la que sirve de horizonte necesario la comunidad de a la ley y a la pureza ritual (15,21). El alimento puro queda deter­
mesa. Hemos visto el decisivo papel de la hospitalidad (10,6-18.23. minado por su distancia respecto a la sangre, a los ídolos y a la
3 2 ...). Todo encuentro promueve una de las formas del sistema ter­ fornicación (¿principios de una comunicación am bigua?)39. La san­
nario haciendo variar sus factores, y el sistema termina siendo su­ tidad del cristiano de origen judío tiene una característica; la del
perado. Pero las coyunturas posibilitadas por él constituyeron el cristiano de origen pagano no la tiene, salvo en su relación (de
soporte de la comunicación. Sólo volvemos sobre esto para esclare­ mesa) con su hermano judío.
cer este punto y precisar dónde reside la santidad en esta comuni­
cación, cuya novedad provoca, por así decirlo, el éxtasis del relato. 2. Reflexión progresiva sobre el acontecimiento
La visión de Pedro plantea el problema a nivel alimentario:
“ ¡Mata y com e!” Pedro rechaza todo lo inmundo y lo impuro Cada uno de los protagonistas elucida progresivamente el acon­
(10,13). Pero sale de la categoría de lo neutro y adopta la categoría tecimiento inicial dándole consistencia en una acción, de donde surge
de hombre (10,28) cuando la circuncisión empieza a intervenir im­ el sentido. Por el lado pagano, lo particularmente significante es( la
plícitamente (cf. 11,3). Lo neutro de la visión se convierte en “hom­ acción. Aparte de la cuestión planteada por Cornelio y del don de
bre” en la acción y, finalmente, tras el encuentro, “ sea en la nación lenguas, casi nada de lo tocante al sentido resulta tematizado, salvo
que sea” (10,35). En este proceso, está en juego la santidad del por lo que acontece (o se dice) del otro lado. El lugar de la visión
"hombre” , primero indirectamente. Cuando se plantea la cuestión del pagano encabezando la secuencia, y su desenlace con el envío
del bautismo (10,47; cf. 11,16), se hace en relación con la comunidad de mensajeros tienen un alcance enorme: los pueblos desean reunirse
santa a la que Pedro y sus hermanos tienen conciencia de pertene­ con Israel (15,15-17). En el punto de partida, su relación con Dios
cer, pues ¿cómo explicar de otro modo su reticencia sobre si los está determinada por su estatuto de hombres, que implica el “ sen­
incircuncisos pueden introducirse en ella sin atentar contra la “ pu­ tido” de Dios y una benevolencia activa hacia el prójimo. Pedro
reza” del pueblo santo? La categoría puro/impuro no interviene califica esta situación como conveniente (10,35): Cornelio ha satis­
aquí de manera puramente ritual38, sino en función de lo que pode- fecho los requisitos necesarios para obtener de Dios derecho de
ciudadanía y convertirse en su aliado. El relato muestra una pro-
M ¿Es considerado el bautismo en los Hechos como un “ rito” , adquirien­
do así sentido esta cuestión? Cf. Haulotte, L ’impact du baptême de Jean 39 Cf. 11,3; Gal 2,12-14: vivir “a lo judío” . Sobre la prohibición refe­
sur la vie de l ’Église primitive, selon les Actes: “Cahiers Biblique. Foi et rente a la sangre: Lv 17,10-14. Sobre la carne sacrificada a ios ídolos: 1 Cor
Vie” 7 (1969) 56-67. 8 - 10 .
278 E. Haulotte Exegesis de Hechos 10,1-11,18 279

gresión en su adquisición de conciencia, pero ésta sólo es mencionada de Pedro se dirige a esa comunidad41. A sí se comprende ese asom­
por los otros: al principio, sólo considera el “mandar venir” a Si­ broso vosotros sabéis bien con que se dirige a ellos (10,37): corres­
món (10,5; cf. v. 32); sus mensajeros precisan: “para oír su exposi­ ponde a la venida del Espíritu “desde que he empezado a hablar”
ción de los hechos” (v. 22); a continuación, Pedro repite lo dicho Y , por el lado de los paganos que escuchan, todo sucede como si
por el ángel a Cornelio: “ Este te dirá palabras con que te salvarás pasaran silenciosamente por las distintas fases del itinerario señalado
tú y también toda tu casa” (11,14). Durante el discurso de Pedro, el por Pedro y sus hermanos: tienen “ fe” (11,17), acceden al “camino
auditorio romano guarda silencio, pero el análisis demostrará que que conduce a la Vida” (11,18), están “ purificados” (15,9).
el silencio queda ampliamente compensado en el interior del discur­ Finalmente, un punto digno de ser tenido en cuenta. En 11,16,
so (10,44 y 11,15). Pedro concluye su justificación con una “palabra del Señor” : ¿qué
Por su parte, Pedro no cesa de reflexionar y de elaborar una significa ese logion al final del recorrido? La tradición evangélica
teología de los hechos. Entre 10,17 y 15,9, todo sucede como si su lo atribuía a Juan Bautista (Le 3,16); aquí figura en boca de Jesús.
visión hubiera planteado un enigma que él resuelve poco a poco Sólo cabe interpretarlo en relación con los otros pasajes donde se
por análisis de los varios desarrollos de la situación. Destaquemos trata del paso del agua al Espíritu42. Aquí, el contexto indica un
tres puntos de este itinerario. Los datos propios de la visión forman primer sentido: Jesús en persona transfiere a cualquier hombre que
parte del sentido que es preciso hallar, pues no es la palabra celeste acepte su testimonio su propia unción (10,37: cuyo alcance a largo
la que crea problemas, sino la propia visión (10,17.20.28)40. El plazo pone de relieve el discurso). Este “logion” no se utilizaba en
enigma es debido a la divergencia advertida entre el eje de la visión el momento mismo del bautismo (10,47s). Así pues, no sólo la
(superar lo puro/impuro) y su contexto (su hambre). Y el Espíritu visión de Pedro, sino también su discurso en el cap. 10 y su reitera­
no explica nada (v. 20). El sentido sólo se desvela en el v. 28, cuan­ ción en el 11 con esta “ palabra del Señor” suponen un movimiento
do Pedro entra en comunicación oral con los mensajeros. subyacente en torno a un núcleo enigmático que se va resolviendo
El discurso presenta también un aspecto enigmático, y por así poco a poco43.
decirlo, “mántico” . La divergencia entre las dos notaciones de 10,44 ¿Cómo caracterizar esta relectura y conjuntar sus resultados? Sí
y 11,15 acerca del tiempo de la efusión del Espíritu (¿al final del consideramos el conjunto de los episodios que tienen que ver con
la cuestión entre los capítulos 8 y 15, se observa su distribución en
discurso, o al principio?) es indicio de ello. ¿Hay que atribuirlo a
tres fases, que determinan un sistema narrativo en diagrama;
dos tradiciones diferentes, a la intención de subrayar lo intempestivo
de la intervención divina, o a una falta de atención? Proponemos
que se vea aquí otra alternancia. Al decir, en 11,15, que el Espíritu .
8 26-40 .-
10 1 11,3 .
11 4-18 .
11 19-21 .
15 1-6 .
15 7-29
ha descendido, desde el principio de su discurso, Pedro establece
una teología de la comunidad que acaba de fundarse. Anticipándo­
nos a los resultados de los análisis por hacer, podemos señalar, en W

primer lugar, que el discurso ha explicado cómo la unción recibida
por Jesús en su bautismo permanecía en su palabra; todo sucede momento problematización resolución
como si el Espíritu gravitase sobre la asamblea en cuanto ésta se sin problema ¡j C
pone a escuchar, y pudiese descender en cualquier momento. Desde
A
otro punto de vista, a partir del momento en que esos paganos
aceptan la salvación que les es transmitida tal como deseaban, el
“pueblo”, cuya fundación dependía de su conjunción con Israel, nn el momento A, lo que íntcialmente (cap. 8) estaba represen­
queda constituido: al final del discurso, pero también desde el prin­ tado como intervención vertical, que anulaba la duración y el espa-
cipio, estamos ante una comunidad que ha realizado la unión de
41 “El discurso de Pedro en la casa de Cornelio tiene el aire de un pri­
judíos y paganos ("purificados por la fe”). De hecho, el discurso mer discurso comunitario en la primera comunidad integrada por judíos y
paganos” (U. Wilckens, 96).
“ Como ha señalado E. Haenchen. “ Cf. art. citado en la nota 38.
•' Cf. 11,15.17.19; 15,9.14.
280 E. Haulotte

ció ( o condensándolo en grado extremo), aparece por el contrario


en ll,1 9 ss incorporando a la acción y explicable en términos de vida III
cotidiana: lo que tenía, pues, aspecto de “mito” , en el sentido psico-
analítico, se convierte en estructuración de la acción tras el episodio REINTERPRETACION DEL RELATO
de Cornelio. Un proceso análogo sucede entre las dos fases de la
resolución: 11,4-17 surte un efecto inmediato que sólo resulta com­ Considerando la serie de análisis precedentes en una perspectiva
prensible con la serie de los testimonios presentados en el Concilio sapiencial, encontramos una marco conocido, concreto, para la índole
(11,18 tiene un estilo de alabanza; la conclusión del Concilio es una reflexiva del relato, la repetición de escenas, su disposición progre­
praxis). Es en el momento de problematización cuando esta reinven­ siva y el papel determinante de la búsqueda, del encuentro, de la
ción del “m ito” como estructura de la vivencia resulta más acentua­ reflexión. Más concretamente, nuestro relato se acerca en muchos
da: lo representado por el ángel, la Voz o el Espíritu pasa a ser puntos a los relatos de creación: por ejemplo, la manera de articular
— es— la estructuración de la existencia concreta, primeramente el cielo y la tierra, el alimento y los hombres, el Espíritu y la Pala­
percibida de manera completamente distinta (éxtasis) y proyectada bra. En este contexto, vemos a la Sabiduría increada o al Espíritu
en figura. Dicho de otra forma, el relato indica que, en todos los gravitar sobre el lugar donde el hombre (o una comunidad) va a
casos en que los contactos entre paganos y comunidad han logrado ser fundado, acercarse trazando periplos y terminar en una súbita
(con o sin conflicto) hacerse habituales, la comunicación ostentaba trayectoria vertical. En un mundo compuesto de elementos (a veces
ese poder fundador, no por sí misma solamente, sino por su rela­ dispuestos de dos en dos) contradictorios, la palabra de Yahvé abre
ción con el Espíritu. ¡Porque D ios así lo dijo! Pero el relato toma el camino a lo posible, y el hombre que nace recorre progresiva­
las cosas por el otro lado: ¡D ijo Dios, y se hizo! La figura remite a mente su camino a través de una serie de confrontaciones con el
la acción (símbolo), y en esa relación es en lo que estriba la inter­ cosmos y con otros hombres: la epifanía divina se le presenta como
historia: su historia asumida. N o se trata de buscar ahí un “modelo”
vención divina, en el fondo creadora. Tal esquema está aislado en
para la “ estructura” del relato. Simplemente, lo que explica la
los Hechos: lo mismo pasa con Pablo. Su visión (cap. 9) se esclarece
articulación de los múltiples elementos de nuestro relato como un
mediante vaivenes, búsquedas y encuentros, y los discursos de los
todo orgánico corresponde a lo que cumple esta función en los
capítulos 22 y 26 demuestran que la verificación ha resultado perfec­
relatos de creación y se esclarece con esta correspondencia. Por lo
tamente efectiva: la palabra dirigida a Saulo en el cap. 9 se ha cum­
demás, los relatos de creación desbordan generosamente la Biblia,
plido44. En nuestro episodio, visiones y relatos están, pues, relaciona­
y las disciplinas como la historia de las religiones o la etnología
dos, y el sentido del relato procede de esa relación; puede explicarse
tienen su palabra que decir. Habiendo utilizado abundantemente
su tensión sin discernir en él dos centros de interés separados: el
el elemento narrativo en la fase precedente, nos limitaremos ahora
relato no podría subsistir sin ella. N o sucedería nada. En cuanto a al análisis de la visión, y después del discurso de Pedro: precisa­
lo puro/impuro, hemos podido ver su función: es el soporte que mente donde la “ estructura” resulta más obvia.
permite el intercambio entre las dos etnias que intentan aliarse, y
conserva sus reglas. También aquí hay una tensión, como ha obser­
vado el análisis crítico. La tensión se despliega, a nuestro juicio, I. La visión de P edro
mediante la alternancia entre los diversos elementos del sistema
(alimentos, contacto, etc.), y esta perspectiva hace, a nuestro parecer, Esta visión corresponde al género que Lindblem denomina “ale­
inútil toda búsqueda de una “forma” primitiva. El problema de la górico” 4S: cielo abierto, búsqueda de algo (of. Ez: osamenta; Dn).
composición del episodio se perfila más bien sobre otro horizonte, En otras palabras: a pesar de su marco apocalíptico, su género es sa­
el de una “estructura” que ahora podemos intentar determinar. piencial.

“ J. ¡Lindblom, Geschichte und Offenbarungen. Vorstellungen von gött­


“ P. Schubert, The F in d Cycle of Speeches in the Book of Acts: JBL lichen Weisungen und übernatürliche Erscheinungen im ältesten Christentum
(1968) 11-16. El “mito” no tiene, pues, aquí, nada de proyección alienado- (Lund 1968).
ra; representa una estructuración fundamental para la existencia concreta.
Exégesis de Hechos 10,1-11,18 283

celestial (por oposición al templo recubierto de animales pintados


1. Análisis descritos en Ez 8,1o)50, de donde sale la doxa, para ponerse en
circulación e ir a reunirse con los exilados para llevarlos a Sión
En primer lugar, hay que determinar exactamente la figura. Se (Ez 10), y fundar una comunidad renovada. Ahora bien, sabemos
trata de un “éxtasis” : en Le y en Hch este término significa ruptu­ que Lucas se suele inspirar en Ezequiel (Le 19 es un caso privile­
ra con el orden habitual de percepción de las cosas, y percepción giado de dicha inspiración)51, y concretamente para lo concerniente
de una nueva Gestalt, ligada a la gloria de Dios o de Cristo46. Aquí a la relación entre doxa y pneuma que nos interesa (cf. 7,55s). Esto
la categoría puro/impuro resulta puesta en tela de juicio: ya no nos invita a ver en la especie de colgadura descendente el santuario
expresa las reglas del contacto (oral) con el cosmos; como contra­ donde D ios habla en la oscuridad con vistas a una acción que re­
partida, la figura de la visión adquiere un aspecto mántico: ¿qué sultará deslumbrante. Y así presenta a los animales de la primera
quiere la divinidad? Se suele interpretar la figura47 como el despla­ creación.
zamiento de un “mantel” y casi una mesa puesta, debido a una El catálogo de los animales no es el mismo en ambas descrip­
tradición que se origina con algunos manuscritos de la versión D ; ciones de la visión. En 10,12 es ternario: cuadrúpedos, reptiles, pá­
se determina según las connotaciones: "hambre” y orden de "co­ jaros del cielo, como en Gn 1,24 en la recapitulación de todo lo que
mer”. Pero nos encontramos en un contexto en que el alimento había en la tierra antes de poner en ella al hombre: cuadrúpedos,
muestra una relación directa con el “cielo”, y el “hambre”, con la reptiles, bestias salvajes. En 11,6, la fauna tiene cuatro términos:
Palabra48; y el vocabulario no impone en absoluto esta representa­ cuadrúpedos de la tierra, bestias salvajes, reptiles, aves. Corresponde
ción: othoné designa toda clase de tela (paño, velo, colgadura)49. Por al catálogo de G n 7,14, cuando N oé hace entrar en el arca detrás
lo demás, la versión occidental sugiere más bien una especie de de su familia a las bestias salvajes, especies domésticas, reptiles,
enorme pañuelo suspendido de sus cuatro extremidades anudadas aves. Y en este último texto, lo mismo que en Hch 10, la preocupa­
(el verbo dedemenon aparece añadido en algunos manuscritos). N os­ ción de lo puro/impuro está en conexión con la de la salvación
otros seguimos el texto alejandrino: del cielo abierto desciende un
del hombre. Ahora bien, en Gn 1 y 7 nos encontramos ante relatos
objeto, una amplia colgadura con el vértice en el cielo y la base en
de creación: el punto de contacto con Hch es curioso, pero claro52.
la tierra, retenida por sus cuatro esquinas. ¿Se trata de los puntos
¿Se puede ir más allá?
cardinales? Arcbai (plural) es de uso raro: en Pablo puede designar
los “elementos del mundo” , sus arquetipos, los puntos o líneas de
fuerza cardinales de la organización cósmica, jurídica, política o eco­ 2. Estructura
nómica. Esta escenificación evoca muy directamente la visión inicial Existe una correspondencia de fondo entre los relatos de crea­
de Ezequiel (Ez 1). El profeta ve en el cielo abierto una nube (cí. en ción y el conjunto formado por la visión y su desenlace: reconoci­
nuestra visión el término intraducibie skeuos) de la que desciende miento del anthropos y nacimiento de un “pueblo del Nombre (de
un objeto móvil que se mueve en las cuatro direcciones. Los anima­ D ios)”. En los relatos que se desarrollan sobre la creación en la
les ocupan un lugar preferente en él, y la voz de Shaddaí domina tradición sapiencial y en los salmos, y de los que Gn 1 es en ciertos
el conjunto. Y encontramos dos expresiones típicas: “ ¡abre la boca aspectos prototipo55, Dios (su Palabra, la Sabiduría) divide los ele­
y come!” (Ez 1,8) y “ ¡Jamás, Señor!” (4,14). Se trata del santuario mentos en parejas, según una distribución que puede seguir la pauta
de la semana, de manera que las luminarias (astros del cielo) tienen
* Cf. Le 5,26s; Hch 3,10ss; 11,5.18. una función directora (o indicadora) de lo que sucede en la tierra.
47 Traducción propuesta para 10,1 Os: "Sintió hambre y quiso tomar algo.
Mientras se lo preparaban, le vino un éxtasis: vio el cielo abierto y una cosa
que bajaba, una especie de toldo enorme que por los cuatro picos llegó a “ Cf. Dt 4,15-20.
51 K. Balizer, The meaning of the Temple in the Lukan Writtings:
alcanzar el suelo”.
48 Prospeinos, hápax de vigoroso significado. Acerca de la motivación del Harv. Th. Rev. (1965) 263-277 es fundamental para nuestra cuestión. Acer­
hambre al margen del alimento: episodio de la higuera en Mt 21,13ss. ca de la relación animales/doxa: Rom 1,23.
Tema del hambre: C. Gerhardsson, 45. Nótese que Pedro "subió a orar” 88 El análisis descubre en los grupos de animales el esquema funcional:
ternario/cuaternario; antes/después; (puro/impuro).
(10,9).
48 F. F. Bruce, The Acts of the Apostles (Londres *1953) ad loe. “ Prov 8; Job 37,21-38,26; Ecio 24; Sab 7,22; 8,2; Bar 3,4-4,4; Sal
104; 136.
284 E. Haulotte Exegesis de Hechos 10,1-11,18 285

El hombre es creado en último lugar (o bien es testigo de la dispo­ categoría contingencial que hasta entonces le es constitutiva (lo
sición del mundo: Job), y la cuestión de su alimento es capital34. El mismo que a su comunidad), a fin de que comprenda el sentido
acto por el que se ordena el universo permanece oculto (aunque de la misma al superarla. La representación del “cielo” que encon­
mencionado) y el orden que de él resulta no se manifiesta inmedia­ tramos en el punto de partida de su conciencia aparece, inversa­
mente: más bien es el desorden lo que aparece en un primer mo­ mente, llena de un contenido fantástico, cuyo impacto sobre la tierra
mento (Gn 3; Job; Ecl). La figura de creación tiene, pues, un núcleo va, sin embargo, a manifestarse inmediatamente: se presentan irnos
de enigma (o una apariencia mántica), que por parte del hombre hombres. Entonces los animales son arrebatados de la conciencia
sólo se resuelve con los recursos de que éste dispone, en la búsqueda perpleja de Pedro. Lo puro/impuro queda superado (a pesar de la
del principio (sabiduría o Espíritu), el trabajo, el parto, las relacio­ señal que deja en las decisiones del Concilio) por la comunidad de
nes con el cosmos y los demás hombres. Ahora bien, para él es una mesa, donde se concluye la comunicación fundadora del verdadero
cuestión de vida. Simétricamente, en algunos textos el Espíritu, o la “pueblo” . Porque si bien D ios “crea” un hombre, lo provee de
Sabiduría, gravita sobre el hombre, comunidad o pueblo en busca alimento: este elemento estructural es muy estable en los relatos de
de su sólida instauración, y realiza periplos por el mundo hasta que creación. En nuestro episodio, la comida en común, desenlace y
encuentra el momento en que posarse, el lugar donde “ plantar su signo, queda esbozada en la visión y ensalzada desmesuradamente
tienda y habitar con los hombres” (Eclo 24,'7s). Entre los diferentes en el v. 41 del discurso.
factores que intervienen en esta serie de relatos, tomados en con­ Estos análisis determinan un horizonte que parece válido para
junto, se da una circularidad orgánica que podemos llamar "estruc­ otras grandes escenas de los Hechos, donde la relación cielo/tierra
tura” . Enumeremos los principales: distribución cielo ¡tierra (el cielo y otros factores juegan un papel importante, en particular el Espíritu
es modelo de la acción futura; de hecho, representa el fundamento (o la doxa), que pueden ser representados de diversas maneras. A s­
de toda acción ya hecha o por hacer); nuevo campo de existencia censión y Pentecostés, episodio de Esteban (visión, discurso, relato),
abierto por la Palabra (o Voz); acompañamiento por el Espíritu; visión de Saulo cumplida (tematización en los discursos de los ca­
implantación del Espíritu o de la Sabiduría en el hombre o en un pítulos 22 y 26) 55. En estos distintos casos, un nuevo contenido
pueblo (o su santuario: Eclo 24,10). Como con toda estructura, los desborda la representación que teníamos del cielo al comienzo, y
factores varían de forma y no son indispensables todos en cada pun­ ese contenido tiene como balance la tierra: nube que hurta a Jesús,
to, pero la ausencia imprime una marca. lenguas de fuego que descienden, Jesús que sustituye a los jueces de
Este horizonte permite explicar en última instancia por qué no Esteban, o bien a las “ Iglesias” perseguidas, oráculo divino conce­
hay disparidad entre los elementos de la visión y los que los re­ diendo a Pablo la vida de sus guardianes. La acción que sigue deter­
mina el sentido. En la Ascensión, el que sube al cielo tiene que ser
emplazan en el relato. El paso de 10,14 (puro/impuro) al v. 28
comprendido como el que ha de “venir” a la tierra de la forma
( “hombre” ) depende de una relación estructural. En efecto, en la
visión, la “voz” interviene menos para presentar un problema de como ha partido (está muy claro el paso nephele-doxa); ahora bien,
pureza ritual que para imponer un orden diferente a las relaciones Pentecostés es la otra cara de la Ascensión. O sea que el sentido
humanas, es decir: “crear” un nuevo tipo de humanidad. Es cierto del versículo final 1,11 se refiere al Espíritu. Durante la fase inicial
de Pentecostés, el fenómeno (celestial) de las lenguas de fuego se
que el esquema creacional habitual resulta invertido en la visión: en
funda en hablar en lenguas. La importancia de la acción que sigue
lugar de ordenar el mundo dividiendo y separando los elementos
al martirio de Esteban está clara, y ya hemos señalado el desarrollo
para disipar la confusión inicial, la “voz” suprime por el contrario
que suponen los caps. 22 y 26 con respecto al cap. 9. En estos casos
las divisiones y las separaciones anteriores, que dependían de lo
también el alimento tiene un puesto, o deja una marca como ele­
puro/impuro, y el “hombre” puede surgir. De modo que nos vemos
mento estructural. ¿Está la Ascensión, en los Hechos, precedida de
impulsados a leer el texto no ya bajo el ángulo de los valores puro/
una comida? El término empleado en 1,4 es ambiguo. El sitio nor­
impuro como tales, sino en la perspectiva que éstos connotan: sepa­
mal, aquí, de un factor de este tipo se añade a los argumentos
ración/comunicación. Sin embargo, el relato somete a Pedro a esa
positivos que afectaron al paralelo de Le 24,4ls, y sobre todo a la

“ El alimento es un elemento muy estable en la estructura: Gn 1,29; 65 Quizá también la historia del navio en el cap. 27 (oráculo divino/
Sal 104,28; 136,25; 146,7; 32,19; 80,17. Cf. Gn 9,2-3. tierra).
286 E. Haulotte

alusión de 10,41, donde el discurso de Pedro tematiza el hecho de


haber “ comido y bebido” con el Resucitado56. Pentecostés no está 2. Caracteres específicos
libre de esta huella, a condición de considerar las tres fases (don de
lenguas, discurso y primer “ sumario” ) como un todo orgánico57: la El discurso señala el paso de este “evangelio” a los paganos. Es
alusión al “vino dulce” y la “fracción del pan” 5S. Y lo mismo su­ notable que no incluye argumento escriturístico alguno sobre la re­
cede con la historia de Esteban: su nombre figura en cabeza de la surrección; y lo que U. Wilckens clasifica en su esquema como últi­
lista de diáconos encargados del servicio de las mesas (6,3 y con­ ma parte, es de hecho una teoría sobre el alcance de la Escritura
notación del Espíritu). En cuanto a Saulo, apenas bautizado, “ tomó (v. 43), y precisamente sobre la apertura ilimitada de la “remisión”
el alimento y las fuerzas le volvieron” (9,18s; el Espíritu es nom­ (v. 43). Remisión, salvación (11,14), vida (11,18), fe (15,9): todas
brado en v. 17). Puede señalarse que, en el relato del naufragio, la estas nociones constituyen el despliegue en abanico de un mismo
comida a bordo juega un papel determinante para el desenlace; estrato de significaciones (cf. “Todos los que invoquen el nombre
lejos de ser una anécdota, ¿no se tratará más bien del juego de una del Señor...” Joel 3,5, citado en 2,21 59). Otra singularidad es que
“estructura” ? En esta perspectiva, la aventura marítima puede ser este discurso no presenta invitación a la metanoia: el v. 43 es más
reinterpretada, al menos parcialmente, en el mismo sentido que los bien una teoría sobre la manera como se verifica la metanoia en “ el
otros episodios. que invoque...”, sea pagano o judío. La conversión es un hecho
consumado cuyo proceso se pretende comprender y fundar. La “be­
nevolencia” de Jesús corresponde a la línea de vida "justa". La
II. El d is c u r s o d e P ed ro muerte de Jesús es subrayada, pero, al contrario que en otros dis­
cursos, sin otra connotación que la alusión a la maldición del árbol
1. Esquema general (D 21,23). Y acontece en el país de los judíos; el verbo no tiene
un sujeto determinado: “a éste llegaron a suprimirlo” (v. 39). Toda
U. Wilckens ve aquí el habitual esquema de los discursos a los la insistencia se refiere, en efecto, a los testigos que Pedro represen­
judíos: a) referencia al contexto (10,34-35); b) kerigma sobre Jesús: ta, y por tanto a la situación presente de ese Jesús cuyo rhema,
1) lo que éste ha sido y lo que los judíos hicieron con él (w . 36- transmitido por Pedro, es accesible “ a todas las gentes” (v, 34),
39); 2) D ios lo ha resucitado (w . 40-42); c) recurso a la metanoia pues él es el “Señor de todos” (v. 36): expresión única en los He­
(y. 43). chos60. Este discurso presenta, pues, una reflexión sobre las condi­
Sin embargo, el tratamiento del mismo es singular. En primer ciones de posibilidad de la misión a los pueblos paganos61, o más
lugar, el kerigma sobre Jesús está elaborado a modo de sumario del exactamente, las de la transferencia del “ evangelio” fuera del pueblo
"evangelio” de Lucas, describiendo las grandes etapas de la vida de judío, a quien estaba originariamente destinado. En este sentido,
Jesús, de acuerdo con un orden, desde Juan hasta la etapa pospas­ Pentecostés había supuesto ya unos jalones (2,21-39), pero la eco­
cual. Además, este “ evangelio” está totalmente garantizado por el nomía de la operación era imprevisible. Reflexionando sobre el
testimonio de los que vieron todo cuanto hizo y los que “comieron
y bebieron” con él después de su resurrección, elegidos por Dios.
m Relacionado con 10,43 por Munk, Acts, 95.
El Espíritu que consagró a Jesús (10,38) en el bautismo de Juan *° Traducción de Hch 10,36-41: “36E1 envió su mensaje a los israelitas
gravita sobre este “ evangelio” desde el comienzo (11,15) y se posa anunciando la buena noticia de la paz que traería Jesús el Mesías, que es
al final (10,44) sobre la asamblea, que lo recibe, lo mismo que el Señor de todos. “’Vosotros sabéis muy bien el acontecimiento que ocupó a
Espíritu o la Sabiduría en los relatos sapienciales de creación (Eclo todo el país de los judíos, empezando por Galilea, después que Juan pre­
dicó el bautismo. S8Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la
24). Los miembros de esta asamblea constituyen, pues, un nuevo tipo fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los opri­
de comunidad, basada en la precedente, pero transformada. midos por el diablo, porque Dios estaba con él. ““Nosotros somos testigos
de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Lo mataron
“ Unico caso en el NT. colgándolo de un madero, “ pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que
"" E. Haulotte, De la Résurrection a la Pentecóte: Vie Chr. (dic. 1969) se dejara ver, “ no de todo el pueblo, sino de los testigos que él había
9-14; id., art. citado en la nota 11. designado, de nosotros, que hemos comido y bebido con él después que
“ N o encontramos en el N T el sustantivo técnico más que en Le 24,35 resucitó de la muerte” .
y Hch 2,42. H. Conzelmann (sobre el v. 34s).
288 E. Haulotte
Exegesis de Hechos 10,1-11,18 289
acontecimiento, el discurso elabora su modelo operatorio: el Resu­
citado no se manifiesta a todo el pueblo, sino a unos testigos elegi­ mina siempre en religión): por consiguiente, se puede expresar per­
dos (v. 41; cf. 1,1-3), cuya función será la de proclamar el kerigma fectamente el estatuto de “hombre” en términos de liberación63; es
sobre Jesús a ese pueblo, cuya particularidad se mostrará en el mis­ el lugar en que la epifanía divina interviene como historia. ¿Qué
mo hecho: por medio de esos testigos, la acción divina se escinde historia? A nivel en que la relación con la trascendencia interviene
de un pueblo particular (10,34; 15,7s), y el acceso de los paganos como aparición del hombre, esta experiencia irrepresentable de un
a la vida ya no pasa por él. Tampoco la comunidad de mesa de origen y un fin se expresará mediante una escisión entre figura
Dios con el hombre está ligada sacralmente a él. El eje del discurso mítica (todavía en el sentido psicoanalítico) y acción concreta; de
insiste, pues, en el efecto de la palabra de Jesús, al mismo tiempo hecho, dicha escisión (enigma) se resuelve en una apertura de la
que en la unción del Espíritu de que es “portadora”, si se nos per­ comunicación entre grupos humanos. El episodio de Cornelio presu­
mite recurrir a una imagen veterotestamentaria, invirtiéndola. En pone un momento en que las diversas parejas, puro/impuro, judío/
todo caso, la nueva fundación es debida a la unión íntima de la pagano, etc., habían adquirido el carácter de un sistema cerrado de
Palabra y del Espíritu, unión que toma cuerpo en una serie de relaciones imprescriptibles, especie de segunda naturaleza; en el mo­
“encuentros” donde la decisión depende de los hombres. mento en que va a emerger el hombre (10,28), la apertura queda
determinada como intervención de la palabra creadora, pero inme­
diatamente remite a una serie de hechos históricos de los cuales unos
III. C o n c l u sió n (recordados por el discurso) son un “ evangelio” y otros simples
“hechos” .
1. Historia y epifanía de Dios La importancia del factor alimento en las grandes escenas que
hemos evocado y su sentido concretísimo en nuestro episodio (alu­
Si se considera, pues, este episodio como un relato de fundación, sión a la comida con el Resucitado) aportan un nuevo elemento
muchos de sus puntos más difíciles adquieren sentido, y el conjunto para reflexionar sobre la extraña escasez, en los Hechos, de alusio­
se torna coherente. El pueblo de la promesa toma cuerpo, y nace nes directas a la celebración eucarística64. Un agudo sentido teológi­
un nuevo tipo de hombre. Bajo este ángulo, la relación visión/relato co de las realidades impedía compensarlas mediante ritos (todo el
se explica de nuevo: el comienzo del relato está marcado por una movimiento consistía precisamente en liberarse de ellos); pero el ali­
intervención vertical, dado que el hombre suele, puede emerger de la mento supone la recapitulación y significación de una historia ver­
creación anterior por un acto personal de Dios que lo eleva “ a su dadera, una comunicación compleja perfetamecnte lograda; cuando
presencia” , y esto vale para Cornelio (10,33) lo mismo que para Dios da de comer y de beber, queda constituido un pueblo para
Pedro (10,29). De hecho, el paso del neutro “lo que D io s...” (10,14) celebrar la epifanía de Dios que interviene, en esa misma historia.
al “hombre” (v. 28) adquiere grandes proporciones si consideramos
los relatos de creación. La Palabra “crea” el cosmos separando los 2. Redacción y tradiciones
elementos según una ley jerárquica (cielo/tierra, animales/plantas...)
y de coherencia interna, que lo convierte en un sistema cerrado; por La redacción de este relato es sin duda obra de Lucas; él es res­
el contrario, Dios “crea” al hombre escindiéndolo de sí mismo (a ponsable de su disposición. Pero su composición fue realizada sobre
su imagen o por su hálito: Gn 1,26; 2,7). El estatuto de “hombre” la base o el fondo de cierta forma de representarse la fundación
consiste, pues, en una relación que trasciende a la que los elementos de una comunidad de tipo mixto (universal). La extrema compleji­
del cosmos tienen entre s í62. Existir es emerger de esa cerrazón del dad de esa “ estructura” de pensamiento o de percepción, el hedió
cosmos que repercute fuertemente en todos los sistemas cerrados de de que Lucas la utilice de manera polivalente (catálogos de animales,
relaciones y reglas imprescriptibles y previstas tales como puro/ series de parejas), las construcciones sintácticas truncadas (10,36-
impuro, circuncisión/incircuncisión, etc. La experiencia de la liber­ 38), los doce hapax distribuidos en el conjunto de la trama del ca-
tad representa, pues, un lugar privilegiado de la experiencia cristia­ pímlo 10 (y una parte considerable inusitada de ellos en los L X X ):
na fundamental (lo contrario de la forma en que el cosmos predo­
J. B. Metz, Freiheit ais philosophisch-theologisches Grenzproblem, en
62 Dt 4,15-20; Ez 37,1-14; Job 33,4. Gott und Welt I (Hom. K. Rahner; 1964) 308ss.
M Hch 2,42.46; 20,7.11; 27,35; Le 24,30-55.
Exégesis de Hechos 10,1-11,18 291
2S0 E. Haulotte

todo esto conjuntamente permite pensar en una elaboración prece­ sión escrita. De modo que, en este sentido, toma auge una historia
de las tradiciones, y los dos centros de interés que la Formgeschichte
dente a la intervención de Lucas. Este distribuye los distintos episo­
destaca en el texto son sin duda vestigios de un nivel de la evolu­
dios que van de 8,1 al final del cap. 15 en función de la economía
ción. Pero lo que E. Haenchen ha mantenido contra viento y marea
general de su libro; refunde el episodio evocado en 11,3 y 11,4-18
y retoca los otros; lo que Pedro pudo decir en aquella primera co­ también resulta justificado.
Podemos preguntar (quizá para terminar por donde había ha­
munidad de tipo universal es adaptado al esquema habitual de los
discursos de Pedro. bido que empezar) por qué este sistema de comprensión denomi­
nado aquí “estructura” resulta tan poco tematizado en la línea “crea­
Hay tres puntos significativos que no pueden considerarse fac­
tores de la redacción, sino que su pertinencia depende de la impor­ ción”. La historia de las religiones muestra en primer lugar que la
tancia concedida al problema de la “estructura” . En primer lugar, coincidencia entre dos tradiciones (o culturas) no requiere, para
el impacto del alimento, muchas veces descentrado en relación con existir, la prueba de un contacto literario66. Por lo demás, el con­
el eje factual, e incluso con la situación, ¿puede atribuirse, si nos tacto puede haberse producido en un estadio anterior a la escritura
situamos en el punto de vista analítico, sin más a la intención del o, simplemente, a la concepción orgánica del relato. Por último y
narrador? Por otra parte, el discurso de Pedro, menos límpido que sobre todo, la diversidad se explica por la enorme diferencia entre
los otros, contiene incoherencias de sintaxis y tres hapax, además los contextos de los “relatos de creación” y de los Hechos. Los
de una llamada de atención (oidate) cuyo sentido desborda por com­ textos teofánicos como Sal 18, Is 29 ó 30, etc., donde encontramos
pleto su explicación mediante el esquema clásico de los discursos; un marco completamente diferente del de la teofanía del Sinaí, que
además, este esquema está modificado, concretamente por sustitu­ constituye, sin embargo, el punto de partida de la tradición y que
ción del tema habitual de la metanoia por una teoría sobre la Escri­ parece prácticamente olvidada67, ofrecen un notable modelo de lo
tura (v. 43): esta serie de dislocaciones en relación con el esquema que hubiera podido ocurrir con el relato referente a la “creación”
y de reestructuraciones a un nivel bastante alejado de la superficie (— fundación) de la “ primera” comunidad de tipo universal. De
del texto, procede de un fondo que se diferencia de la redacción. hecho, nuestro estudio no tiene absolutamente en cuenta cualquier
Por último, el sistema de alternancias entre factores etnológicos, que derivación del relato de los Hechos, ni tampoco las tradiciones a las
se mantiene deforma coherente todo a lo largo del esquema de con­ que por vez primera prestó una forma, a partir de unos “relatos de
junto (8-15) y de manera ejemplar en nuestro episodio, se presenta, creación”. Pero hay una correspondencia asombrosa entre el princi­
sin embargo, según la naturaleza de los encuentros, con notables pio de coherencia (o de inteligencia) que interviene por una parte
variantes en el enunciado de los valores: no puede tratarse de un y el que interviene por la otra.
instrumento utilizado solamente por un artificio del autor.
En los distintos medios conocidos por Lucas pudieron existir
Sin embargo, los catálogos de animales constituyen un punto de con­
múltiples tradiciones, en estadios diferentes de evolución, quizá dis­ tacto (probablemente literario); cf. p. 270.
tintas o acentuadas de formas diversas, que intentaban explicar el " H. E. von Waídow, Theophanie, en Verk. und Forsch. 1 (1969) 72-76.
“nacimiento” de sus comunidades, no a partir solamente del núcleo
judío y de Cristo, sino a partir de los “pueblos” y del cosmos. Todo
sucede como si, a cierto nivel de su evolución, ciertas tradiciones
cargaran el acento en la línea biocósmica (alimentos, etc.), y otras
en la línea antropológica (contactos étnicos65: las dos líneas de la
“ creación' del hombre se juntan precisamente en este relato de fun­
dación. Y todo hace pensar que el redactor diera por vez primera
una expresión a algo en efervescencia difusa, pero por una expre-

“ Aludimos al razonamiento de Cl. Westermann para demostrar la nece­


sidad de adoptar las categorías de la historia de las religiones relativas a los
relatos de creación, si se pretende dar cuenta del propio texto de Gn 1:
Veri, and Forscb. 1 (1969) 2Os.
NUEVA BIBLIA ESPAÑOLA

Traducción de los textos originales


dirigida por
Luis A l o n so S c h ó k e l
y
J uan M a t e o s

Profesores de los Institutos Bíblico y Oriental de Roma


1.982 págs. Encuadernada en skivertex

Si alguna traducción de la Biblia encaja en el marco de


este libro es, sin duda, Nueva Biblia Española. Sus principa­
les protagonistas — X. Léon-Dufour, P. Ricoeur, R. Barches—
pueden sentirse complacidos al ver que sus propósitos y teo­
rías ya alcanzaron realidad práctica. Nueva Biblia Española
es, en efecto, la primera versión a un idioma moderno reali­
zada sistemáticamente por correspondencias estructurales del
hebreo o griego al castellano. Hasta ahora no se había tenido
en cuenta ni las peculiaridades de cada uno de esos idiomas,
ni los modismos, refranes, dichos populares, estilo y géneros
literarios. Las traducciones se habían hecho por diccionario,
palabra por palabra, resultando un texto a veces muerto, sin
vibración y sentido para el hombre de hoy por haber cam­
biado de sentido las palabras. “Carne” no es para nosotros lo'
que era para Pablo, ni “ temor”, ni “ justificación” , ni “ justi­
cia” . Y así innumerables más.
El secreto de una versión de la Biblia radica en el len­
guaje. El originalmente utilizado obedece a la mentalidad y
formas de expresión de sus inmediatos lectores, y es preciso
crear ahora el lenguaje vivo que transmita el contenido y
mensaje al lector de hoy. ¿Resulta posible tal metamorfosis?
¿Puede ser trasvasado un texto antiguo a un lenguaje accesible
a nuestros contemporáneos sin sufrir falsificación? D e acuer­
do con Exégesis y Hermenéutica y con la lingüística actual,
no existe otra forma de traducir si deseamos una transmisión
auténtica del mensaje.
Todo esto se ha conseguido en Nueva Biblia Española, y
el lector de hoy podrá leer Isaías o Job, Juan o Pablo con
idéntica naturalidad y comprensión que los lectores de su
tiempo.

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