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2. Mateo el publicano
En tiempos antiguos, los publicanos recaudaban impuestos, sin embargo vemos que cobraban
más de lo que estaba ordenado, por lo cual muchos eran ricos pero no apreciados por las
personas por razones obvias.
“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los
tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió”.
Mateo 9:9.
Consideremos lo siguiente: abandonar su trabajo, el sustento propio, y seguir a un hombre con
menos recursos no es algo que comúnmente se hace. Algo tuvo que darse en el interior de
Mateo para llevarlo a tal nivel de obediencia.
De tal modo, que Mateo tuvo que haber hecho lo propio antes de ser considerado por Jesús
como uno que pudiera llevar a otros las noticias del reino de Dios.
Si el único pecado que Mateo hacía era robar (esto es solo una suposición), al tener un
encuentro real con Jesús fue capacitado para abandonar esa práctica pecaminosa, porque:
3. Zaqueo
Éste era otro recaudador de impuestos el cual luego de hacer un deliberado esfuerzo por ver a
Jesús, dio testimonio ante muchos de los cambios que emprendería en su nueva vida.
Y puesto en pie declara:
“He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a
alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”.
Es declarado salvo por Jesús, el cual indica que él había venido a buscar y salvar lo que
se había perdido.
Si Zaqueo era rico, era porque él mismo había estado robando, lo cual como ya se sabe es
pecado.
Pero llama la atención que las riquezas no suplieron el vacío del estado espiritual de
Zaqueo. Había dentro de él un clamor interno por algo más, de tal forma que él procuraba ver
quién era el popular Jesús.
4. El endemoniado gadareno
En Lucas 8: 26-39 vemos el siguiente cuadro
Hay un hombre de la ciudad el cual esta endemoniado desde hacía mucho tiempo
No vestía ropa, no moraba en casa, sino en los sepulcros
Al ver a Jesús, se siente grandemente atormentado, pero reconoce que él es el Hijo del
Dios Altísimo.
Este hombre era atado con cadenas y grillos pero él las rompía y era llevado por los
muchos demonios que moraban en él hacia los desiertos
Mediante el poder de Jesús, los demonios son obligados a dejar su morada en el hombre
e invaden un hato de muchos cerdos, los cuales se precipitan por un despeñadero al
lago y quedan todos ahogados
Los moradores de la cuidad y los del campo hayan al que había estado poseído de
demonios sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio
“Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él;
pero Jesús le despidió, diciendo: Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha
hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas
había hecho Jesús con él”.
5. La mujer samaritana
En el capítulo 4 del evangelio según San Juan hay una conversación entre Jesús y una mujer
samaritana.
Durante la misma, Jesús le declara lo siguiente:
“Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que
yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de
agua que salte para vida eterna.”
Luego, Jesús confronta a la mujer hablándole de la vida en adulterio que había llevado,
teniendo nada más y nada menos que cinco maridos.
Más adelante, cuando él le declara que era el Mesías, es decir, el enviado que declararía todas
las cosas, la mujer deja lo que estaba haciendo, interrumpe la conversación y va a la ciudad
testificando acerca de Jesús.
Esto nos lleva a la siguiere reflexión: un encuentro real con Jesús debe llevar al individuo a tal
cambio que otros quienes dudaban de él o ella, no les queda otra opción que aceptar que
dicho cambio se ha dado.
6. La mujer adúltera
Nuevamente el libro de San Juan 8 nos relata acerca de un encuentro con Jesús que produjo
cambios. algunos escribas y fariseos trajeron a Jesús una mujer sorprendida en el adulterio y
poniéndola en medio, pretendían que Jesús dictara sentencia de muerte contra ella.
Y si mediante su encuentro con Jesús recibía poder de parte de él para dejar el adulterio,
entonces también se puede dejar cualquier otro pecado no importa el que sea, porque la Biblia
dice: