Está en la página 1de 3

1

EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR

LA DISCIPLINA DE ESTAR A SOLAS CON EL SEÑOR

«Con todo mi corazón te he buscado;


no dejes que me desvíe de tus mandamientos».
(Sal. 119:10)

No tuve el privilegio de nacer en un hogar cristiano y llegué a los pies del Señor
por Su sola gracia cuando tenía 28 años. Antes de mi conversión viví en
pecado y quisiera darles mi testimonio porque tengo la convicción de que para el
Señor no hay pecado que no pueda perdonar y circunstancias que no pueda
transformar.

Fui criada en un hogar que decía seguir la religión tradicional. Sin embargo,
tomé licor y practiqué la brujería desde muy niña. Tuve una vida promiscua y
cuando emigré a los Estados Unidos estuve envuelta por más de tres años en la
secta de la santería, una creencia religiosa sincretista de prácticas mezcladas con
el catolicismo y animismo. La verdad es que nunca me rodeé de personas que
aportaran algo de beneficio a mi vida espiritual. Es posible que al observar
una
vida así, uno podría pensar que ya no tiene solución, pero no es verdad, porque
en Cristo siempre hay esperanza.

Quizá tuviste la bendición de criarte escuchando la Palabra desde niña, pero


aún sientes un gran vacío en tu vida. Recuerda que en Cristo hay esperanza. Si
tú no te consideras cristiana, pero no tuviste una vida de pecado como la mía
y consideras que has tenido una vida buena y próspera, igual necesitas un
25
Salvador. Aún para ti en Cristo hay esperanza.

Cuando me di cuenta de mi condición de inmoralidad, separación de Dios y falsa


religiosidad, el Señor me llevó a arrepentirme de mis pecados y reconocer que
Cristo había muerto en la cruz por mí. Al llegar a Cristo encontré una salida
liberadora a muchas cosas que traía en mi bagaje y pude entender
perfectamente lo que dice la Palabra, «De modo que, si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas» (2 Cor.
5:17). Sin embargo, aunque nuestros pecados son perdonados, esto no significa
que nuestra mente y nuestro corazón no necesiten toda una transformación
necesaria para vivir una vida que agrade a nuestro Señor.

No importa el pasado del que vengas, igual todas necesitamos llegar a los pies
de Cristo y vivir bajo la presencia del Señor. Podrías estar preguntándote en este
momento cuál es el propósito de estar en la presencia del Señor. Yo puedo
contestarte con pleno conocimiento de causa, que es la puerta a ser libres del
orgullo, el egoísmo, el temor, la ansiedad y de todo aquello que nos mantiene
atadas.

No se necesita un seminario para aprender a practicar la vida en la presencia del


Señor, pues tenemos lo más importante: el Espíritu Santo que mora en nosotros
y la Palabra de Dios, la Biblia, en nuestro idioma. El requisito principal es que
anheles estar en la presencia del Señor, como nos lo dice el salmista, «Como el
ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía. Mi
alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré
delante de Dios?» (Sal. 42:1-2).

Vivir en la presencia del Señor y desarrollar las disciplinas espirituales no es


solo para gigantes espirituales y santas que merecen estar en un altar. Si eso
fuera así, entonces eso estaría fuera del alcance de personas ordinarias como tú y
yo, solteras, esposas, madres, viudas, jóvenes, estudiantes, trabajadoras y
todas las demás mujeres que tienen ya una vida ocupada y mucho por crecer y
aprender.

También algunas mujeres piensan en una vida de devoción al Señor en los


momentos de sufrimiento, cuando la vida duele y somos más susceptibles a
estar en la presencia del Señor. Esto no está mal, pero vivir bajo la presencia del
Señor debe ser un anhelo durante todos los tiempos de nuestras vidas.
26
A lo largo de todos estos años en que el Señor me ha permitido dar consejería a
muchas mujeres, me he dado cuenta de cómo se le hace cada vez más difícil
a las personas el poder tener tiempo en la presencia del Señor. Eso no quiere
decir que debamos estar libres de toda dificultad y tener mucho tiempo para
poder dedicarnos al Señor, sino que debemos ser intencionales y estar
dispuestos a hacer las cosas con sacrificio, tomando decisiones para eliminar
esas barreras que afectan nuestra comunión con el Señor.

LA NECESIDAD DE UN AVIVAMIENTO

Se utiliza la palabra «avivamiento» para señalar un estado espiritual en donde Él


hace que nuestras vidas espirituales se vean fortalecidas, el Señor sea
engrandecido y nuestra pasión por Su santidad y las cosas de Dios se vean
incrementadas.

¿Quiénes necesitan un avivamiento?

Muchas veces he escuchado que se necesita un «avivamiento» en tal ciudad


para que muchas conozcan a Jesucristo, pero la verdad es que ese no es el tipo
de avivamiento del que estamos hablando. Los que somos salvos por gracia y
misericordia del Señor seremos avivados, los otros necesitan a Jesucristo como
Salvador. El verdadero avivamiento es para aquellos que nos hemos arrepentido
de nuestros pecados y hemos decidido que Cristo sea el Señor de nuestras vidas
viviendo vidas transformadas que glorifiquen al Señor. Estar en la presencia del
Señor es lo que nos va a llevar a un verdadero avivamiento en nuestras vidas.

El avivamiento comienza cuando tomamos decisiones radicales con respecto a


nuestra comunión con el Señor y nuestro deseo de glorificarlo con todo nuestro
ser. Quisiera compartir con ustedes algunos versículos de la palabra del Señor
en dos versiones para poder ampliar nuestro entendimiento y así nuestra
capacidad de poder aplicar la Palabra a nuestras vidas. Esto también puede
servir como ejemplo para que ustedes también hagan este ejercicio como un
hábito súper enriquecedor en sus vidas.

27

También podría gustarte